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3

ROBERTO DELGADO SALAZAR

EFICACIA DEL TESTIMONIO DE VÍCTIMAS


Y FUNCIONARIOS POLICIALES

Foro Penal “Dra. Blanca Rosa Mármol De León”


2020
4

Eficacia del testimonio de víctimas y funcionarios policiales


Roberto Delgado Salazar

Colección presentada por:


Foro Penal “Dra. Blanca Rosa Mármol de León”
Revista Jurídica Lexitum

COORDINADORES GENERALES
Dr. Leonardo Pereira Meléndez
Abg. David López Espinoza

Diseño de portadas: Adriana Ignozza – Instagram: @_adadesign

Diagramación y montaje: Abg. David López Espinoza (Barcelona,


Anzoátegui). Director de la Revista Jurídica Lexitum
Correo: dlopezpinoza@gmail.com Whatsapp: +584248098202

Fotografía de portada: tomada de internet

Primera Edición: 2020

Reservados todos los derechos de los autores. Se prohíbe la


reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización de los
editores.

___________________________________________________________
Hecho con cariño en la República Bolivariana de Venezuela
5

Resumen

Con el presente ensayo se ha querido dar respuesta a las


tesis negadoras de la eficacia probatoria de las declaraciones
dadas en un proceso penal por quienes han sido víctimas
directas de hechos punibles por considerar que forman parte
de la relación sujeto-delito y tener interés en las resultas del
proceso o pretensión de castigo; y también por quienes en
cumplimiento de su deber e investidos de la autoridad han
tenido que actuar para frustrar un hecho delictivo o
aprehender a sus ejecutores, basado ese cuestionamiento en
que muchas veces dichos funcionarios incurren en conductas
o procedimientos detestables y en el interés que pueden tener
para que su actuación conduzca necesariamente al castigo
del aprehendido e investigado; teniendo ambos, víctimas y
funcionarios de policía la obligación de testificar durante la
investigación y el debate probatorio. La posición aquí
asumida contraria a dichas tesis, está suficientemente
fundada en análisis personal con apoyo en importante
doctrina emanada de muy reconocidos juristas y
jurisprudencia emitida sobre la materia. Con lo que el autor
ha querido dar un importante aporte sobre ese aspecto que
ha sido controversial en la praxis procesal de algunos países
y especialmente Venezuela.

Descriptores: testimonios, víctimas, funcionarios


policiales, apreciación judicial, eficacia de la prueba.
6

Abstract

The purpose of this essay is to give an adequate response


to those theses that deny the probative efficacy of the
statements rendered by the victims of criminal offences, on
the grounds that there is an obvious relations hip between
the felony and the injured party, who has a decisive interest
in the outcome of the investigation, in particular in the
punishment of the allegedly guilty; and also in regards to the
statement rendered by the law enforcers who during the
fulfilment of their duties arrest a suspect, their proceedings
are called into question because many times are blindly
aimed and intentionally distorted to obtain the conviction of
the apprehended. In disagreement with those doctrinal
positions, the author based on a personal analysis with
support of doctrine emanated from well renowned jurists and
abundant jurisprudence on the subject, pretends to give an
important contribution on this controversial aspect of the
procedural praxis of many countries, especially in Venezuela.

Descriptors: testimonies, victims, police officer, appraisal,


evidence effectiveness.
7

INTRODUCCIÓN

Es indudable la importancia que reviste la prueba


testimonial y la extraordinaria influencia que siempre ha
tenido en todos los sistemas procesales, sean inquisitivos o
acusatorios para el establecimiento de los hechos en causas
penales y apreciable en las decisiones judiciales, debiendo
considerarse a nuestro juicio como la verdadera reina de las
pruebas –que no la confesión como tradicionalmente se la ha
tenido-, porque el testimonio es lo que siempre está presente
en casi todos los procesos, especialmente los penales y lo que
más ha servido de fundamento para decisiones y sentencias.
Los testigos son los ojos y los oídos de la justicia, como hace
casi dos siglos lo expresó Bentham, el gran utilitarista inglés
(Citado por Adib, 1995: 36) 1

No obstante ello, este tan común medio de prueba


personal de extraordinaria incidencia en los procesos
judiciales, desde antaño y también en estos tiempos se ha
visto con mucha desconfianza ante la propensión de algunas
personas a no decir siempre la verdad o a silenciarla total o
parcialmente, a veces sin quererlo y expresar más bien lo que
proviene de su creencia, imaginación e interés particular y no
lo realmente ocurrido y percibido por su sentidos, a la vez de

1
ADIP, Amado. “Prueba de testigos y falso testimonio”. Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1995.
8

la fragilidad que puede tener la memoria del ser humano para


la recordación y narración de los hechos con suficiente
exactitud y veracidad.

De allí los cuestionamientos que siempre se han dirigido


contra las versiones llevadas al proceso por determinados
órganos de esta prueba, muy particularmente las víctimas o
lesionados directamente por la acción delictiva y los
funcionarios policiales aprehensores o que intervinieron en la
incautación de objetos relacionados con el delito y en su
investigación, sobre todos cuando unos u otros son los
únicos que respectivamente deponen como tales, sin apoyo
en declaraciones de terceros.

Se ha negado muchas veces el mérito o eficacia plena de


las declaraciones dadas durante la investigación o el
juzgamiento por quienes han sido víctimas de delito y
también por quienes en cumplimiento de su deber e
investidos de la autoridad han tenido que actuar para
frustrar un hecho delictivo o aprehender a sus ejecutores
impidiendo la evasión e impunidad, y luego se encuentran,
unos u otros, en la obligación de testificar sobre el hecho
percibido o el resultado de una actuación.
9

Se han formulado pronunciamientos discrepantes al


respecto, unos a favor y otros en contra de la eficacia de esos
testimonios como elementos de convicción y pruebas
apreciables en juicio, en las que puede fundarse una
sentencia de condena.

Algunos, respecto a la víctima, sostienen que no debe


apreciarse como prueba de culpabilidad, o consignan dudas
al respecto, por formar parte de la relación sujetos-delito y
tener interés en las resultas del proceso, o pretensión de
castigo, considerando que en puridad no entra en la categoría
de testigos por ser estos terceros en esa relación.

Y hay quienes cuestionan y niegan terminantemente la


sola versión de los funcionarios policiales aprehensores e
investigadores, basados en que se ha sabido de conductas o
procedimientos detestables de no pocos de ellos y en el
interés que pueden tener para que su actuación a como de
lugar conduzca necesariamente al castigo del aprehendido e
investigado, por el motivo que tengan para ello.

Otros contrarios a todos esos cuestionamientos, le dan


plena validez a los testimonios de esos sujetos, no obstante la
situación especial que los vincula al hecho o la condiciòn
funcionarial, dependiendo de las circunstancias que los
10

caracteriza, la manera como se expresen y la apreciación


racional debidamente fundada que de las respectivas
declaraciones haga el jurisdicente, en cuanto les ofrezca
suficiente credibilidad y convenzan sobre la certeza de sus
dichos, independientemente de quienes provenga y de la
cantidad de esos medios que sean llevados al proceso.

Trataremos por separado a continuación estas dos clases


de testigos o deponentes y la apreciación de sus dichos a la
luz de la doctrina y jurisprudencia que se ha emitido al
respecto, exponiendo nuestras consideraciones en torno a la
eficacia probatoria de esos medios de prueba personal.
11

TESTIMONIO DE VÍCTIMAS

Siendo la víctima la persona natural que sufre el daño que


produce el delito o directamente ofendida por el hecho que lo
constituye, como la define el artículo 121.1 del Código
Orgánico Procesal Penal (COPP. GO. 6.078 del 15-06-2012),
es indudable su vinculación con la acción constitutiva de ese
delito por haber recaído la acción típica antijurídica y
culpable sobre su persona, patrimonio o derechos y
posiblemente por haberla presenciado, o de alguna manera
tener conocimiento de su ejecución estando en capacidad de
testificar al respecto.

Algunos autores se refieren a este sujeto procesal como


ofendido o perjudicado, precisando que sus declaraciones se
rigen por las normas de la prueba testifical y a veces es
considerado como “testigo cualificado”, como cuando fue
víctima de violación, lesiones, robos violentos, etc. (Paz Rubio,
1999: 110.) 2, considerándose que la diferencia entre éste y
otros testigos es que estos otros son ajenos al proceso y
simplemente son llamados para que concurran
obligatoriamente a declarar; y la víctima, estando también
obligada a declarar, de ser citada para ello, sí se considera

2
PAZ RUBIO, José María- “La Prueba en el Proceso Penal”. Editorial COLEX, Madrid, 1999. En “El
Testimonio y La Confesión. Compilación y Extractos”. 1ª Edición. Editorial Jurídica Bolivariana.
Bogotá-Caracas-Panamá-Quito, 2001. P. 39 a 56.
12

sujeto procesal y puede hacerse parte en el proceso como


querellante y, aún sin adquirir esa condición de parte tiene
derecho de intervención en el mismo y ejercer ciertas
facultades que la ley adjetiva le permite.

Es esta la situación del proceso penal venezolano, en el


que se le reconoce importantes derechos a la víctima, aunque
no se constituya en parte querellante: impugnar decisiones
de sobreseimiento o absolución (Art. 122.8 COPP), solicitar se
practique reconocimiento de imputados (Art. 216 COPP),
proponer diligencias durante la investigación (Art. 227 COPP),
examinar las actuaciones reservadas de la investigación (Art.
286 COPP), solicitar del juez de control que examine los
fundamentos del archivo fiscal (Art. 298 COPP), requerir que
se fije plazo prudencial para que se concluya la investigación
(Art. 295 COPP), hacer uso de la palabra en la discusión final
(conclusiones) del debate oral (Art. 343 COPP), solicitar
prueba de careo conforme al artículo 70 de la Ley Orgánica
sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
(G.O. 38.668 del 23-04-2007) siendo la mujer agredida la
única legitimada para ello.

La víctima, por el sólo hecho de ser tal, aún cuando está


asistida por ese cúmulo de facultades para intervenir, actuar
y peticionar en el proceso, también puede rendir declaración
13

como testigo, si de alguna manera tuvo conocimiento del


hecho y está en condiciones de informar al respecto y ser
interrogada, pudiendo ser propuesta o promovida a tal fin y
citada al efecto, estando obligada a comparecer.

Cabrera Romero, ex magistrado e insigne maestro de


Derecho Probatorio, avala esta tesis al sostener:

“…..si bien el art. 184 del COPP (ahora 169) coloca en igual
plano para los efectos de la citación a la víctima, expertos,
intérpretes y testigos, lo que podría ser entendido como una
distinción entre testigos y víctimas, sin embargo califica al
querellante de testigo, cuando se le llama como tal, querellante
que puede ser la victima, al igual que cuando se le convoca
para reconocer al imputado”, y agrega el maestro que “esa
mención expresa del COPP nos lleva a pensar que la víctima,
así sea parte, puede ser promovida como testigo en el juicio
oral, bien por el Ministerio Público, bien por el imputado,
surgiendo la duda de si ella, como querellante, puede
proponerse así mismo como testigo” (2009: 149). 3

El mismo Código Orgánico Procesal Penal le da el


tratamiento de testigo a la víctima y su declaración como
`prueba testimonial, especialmente estando constituida en
parte querellante, al establecer en su articulo 279.1 que se
considerará que el o la querellante ha desistido de la querella
cuando citado a prestar declaración testimonial, no concurra
sin justa causa.

3
CABRERA ROMERO, Jesús Eduardo. “Aspectos probatorios de la declaración del imputado y de la
víctima”. En “Revista de Derecho Probatorio” Nº 15, Ediciones Homero. Caracas, 2009.
14

Y aún cuando se haga la distinción y que los otros


testigos son terceros en la relación sujeto-delito, en todo caso
las declaraciones de cualquiera de ellos que tengan
información sobre el hecho y sus circunstancias, sean
víctimas o no, constituyen versiones históricas sobre las
vivencias que tuvo cada declarante cuando ocurrió el hecho
investigado o juzgado, posiblemente por haber percibido
directamente la acción ejecutada en su persona o bienes, por
todo lo cual y ante ninguna exclusión legal, las víctimas
pueden y a veces deben declarar sobre lo presenciado o
conocido y en ese caso reciben incuestionable tratamiento
como órganos de la prueba testimonial.

No puede desconocerse que la víctima es quien


principalmente sufre las consecuencias del delito, quedando
afectada por ello y es obvio que debe tener interés en su
investigación y esclarecimiento, como lo destaca el ex juez
Superior Penal y profesor César Sánchez, al expresar:

“….en ella permanecen por largo tiempo, a veces de por vida,


las secuelas corporales, psicológicas y patrimoniales del hecho
antisocial y por ello es indudable el interés que tiene en ser
tomada en cuenta en la investigación y se le permita intervenir
activamente para el establecimiento de las circunstancias que
permitan establecer la comisión del hecho y la responsabilidad
de sus autores…” (Sánchez, 2012: 58). 4

4
SÀNCHEZ, César. “La participación de la víctima en la obtención de los medios de prueba”. En
“Memorias del Evento: II Encuentro de Defensa y Protección de los Derechos de las Víctimas y
Testigos”-. Ministerio Público-Escuela Nacional de Fiscales del Ministerio Público. Caracas, 2012.
15

No obstante, ese reconocido interés, no debe descalificarse


la testificación de la víctima por ser tal, aún porque se le
considere que alberga animosidad contra el autor del daño
sufrido. No hay suficiente motivo para desmeritar su
testimonio por ese sólo hecho y el dolor que le produjo, físico
o moral, si no existe para ello causas extrañas al delito
ejecutado en su perjuicio de las que pudiere derivarse
aversión contra su ofensor.

En tal sentido, nos apoyamos en el autor italiano


Framarino Dei Malatesta cuando opina que decirle al
ofendido que no puede creerse en su declaración que
denuncia al delincuente porque él, como ofendido, abriga odio
contra aquél, es una verdadera y flagrante antinomia, pues es
como reconocer la verdad de la denuncia, queriendo, a un
mismo tiempo, negarle credibilidad (1988-II: 144). 5

No debe restarse toda credibilidad a la declaración del


ofendido o perjudicado con el hecho como regla general,
porque si así fuera no habría siquiera razón para iniciar una
investigación penal, pues no podría creérsele ni que se
cometió el delito, ni que fue perjudicado con él, ni que una

5
FRAMARINO DEI MALATESTA, Nicola. “Lógica de las Pruebas en Materia Criminal”. Volumen II.
Cuarta Edición. Editorial Temis S.A., Bogotá, 1988.
16

persona concreta fue su autor, como lo expone el autor


colombiano Reyes Alvarado (1988: 210). 6

Rives Seva en torno a ello refiere primeramente un


pronunciamiento del Tribunal Supremo español, que niega el
carácter testimonial de la declaraciòn de la víctima, en
sentencia del 27-12-1996, en el que se asienta:

“…la víctima del delito no es un testigo, pues característica de


este medio de prueba es la declaraciòn de conocimiento
prestada por una persona que no es parte en el proceso y el
perjudicado puede mostrarse parte en la causa como acusador
particular o incluso con sólo finalidad resarcitoria como actor
civil”.

Pero luego este autor se apoya en otra sentencia del mismo


Tribunal, del 20-05-1997, que contradice esa conclusión de
que la víctima por el hecho de actuar como parte ofendida no
puede ser testigo, al establecer:

“…Quien es parte en el proceso civil no puede declarar como


testigo, sino por medio de la llamada prueba de confesión, pero
esto no ocurre en el proceso penal, en el que a tales efectos sólo
hay una parte, aquella parte contra la que se ejercita la acción
penal, única que no puede declarar como testigo (el imputado).
Todas las demás personas que pueden aportar algún dato de
interés al proceso -también los ofendidos por el delito- han de
actuar en el mismo prestando su testimonio con sometimiento a

6
REYES ALVARADO, Yesid. “La Prueba Testimonial”. Ediciones Echandìa Abogados Ltda. Bogotá,
1988.
17

las normas procesales que regulan esta clase de prueba…”


(1999: 221). 7

También se reafirma esa jurisprudencia en múltiples y


sostenidas sentencias del Tribunal Constitucional español
que el mismo Rives Seva cita y transcribe, como la 229 del
28-11-1991:

“…en ausencia de otros testimonios, la declaración del


perjudicado practicada normalmente en el juicio oral con las
necesarias garantías procesales, tiene la consideración de
prueba testifical, y como tal, puede constituir válida prueba de
cargo, en la que puede basarse la convicción del juez para la
determinación de los hechos del caso…” (1991: 222). 8

No debe caber duda acerca de la importancia que puede


tener la versión que sobre el hecho y su autor o partícipe es
expresada por quien resultó directamente ofendido y sobre
todo si personal y directamente fue destinatario de la acción
física ejecutada y obviamente la presenció, no existiendo a
nuestro juicio, en este sistema procesal acusatorio de
apreciación libre y racionalmente fundada, impedimento legal
alguno ni valedera y convincente razón para desestimar esa
declaración por el sólo hecho de provenir de la víctima, aún
cuando fuere la única conocedora del hecho y la única que lo
informe y deponga sobre el mismo, rigiendo también esa
consideración en caso de haberse constituido en parte

7
RIVES SEVA, Antonio Pablo. “La Prueba en el Proceso Penal. Doctrina de la Sala Segunda del
Tribunal Supremo”. Tercera Edición. Editorial Aranzadi, S.S. Pamplona, 1999.
8
Ibidem.
18

mediante presentación de querella, acusación particular


propia o adhesión a la del Fiscal (Arts. 274 y 309 COPP).

Ni siquiera se determinó como inhábil el testimonio de la


víctima en el anterior sistema inquisitivo que nos rigió por
muchos años y en donde se contemplaba expresa y
taxativamente las inhabilidades testimoniales con valoración
tarifada preestablecida para las pruebas.

Así vemos como, en el elenco de inhabilidades previstas en


los artículos 255, 256 y 257 del Código de Enjuiciamiento
Criminal (CEC) no se incluyó a la hoy denominada víctima
directa, o sea la directamente ofendida por el delito, aún
cuando sí se contempló como testigo inhábil contra el reo, al
cónyuge y los parientes del acusador dentro de cuarto grado
de consanguinidad y segundo de afinidad (Art. 256, Ord. 1º
CEC), mas no al propio acusador, teniendo este la condición
de víctima y siendo que, en todo caso, la declaración del
testigo inhábil podría considerarse según las circunstancias,
como un indicio más o menos grave (Art. 259 CEC), o sea que,
minimizaba su valor, pero no se lo negaba.

Nuestra jurisprudencia venezolana, especialmente de la


Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia se
ha pronunciado avalando esta tesis predominante, en el
19

sentido de no restarle valor al testimonio de la víctima aun


cuando fuere la única persona que declare sobre el hecho y
señale su autor.

En sentencia Nº 179 de fecha 10-05-2005, con ponencia


del Magistrado Héctor Coronado, estableció:

“…. Ahora bien, el testimonio de la víctima o sujeto pasivo del


delito tiene pleno valor probatorio, considerándosele un testigo
hábil. Al no existir en nuestro proceso penal el sistema legal o
tasado en la valoración de la prueba, no se produce la
exclusión del testimonio único, aún procediendo de la víctima,
ello en tanto no aparezcan razones objetivas que lleven a
invalidar las afirmaciones de ésta o susciten en el tribunal una
duda que le impida fundar su convicción al respecto”.

No es aceptable pues, que se invoque la sola condición de


víctima y tampoco que se trate de testigo único para
descalificar el mérito probatorio de su declaración. Ningún
asidero jurídico puede tenerse para fundar esa pretensión o
pronunciamiento en juicio, ni siquiera bajo el alegato que le
endilgue tener interés en el castigo del imputado a quien
señala como autor o partícipe del hecho, o manifieste su
querer de que se haga justicia de esa forma por el hecho
ejecutado en su perjuicio, lo que debe entenderse como muy
normal en quien se siente realmente afectado por ese hecho
y sus consecuencias nocivas, pero no necesariamente debe
entenderse que por ello albergue en su mente un propósito
inconfesable de alterar la verdad de lo ocurrido y testificar
20

falsamente contra la persona investigada y procesada por ese


hecho.

Además, en cuanto a la singularidad del testimonio, ello es


descartable en este sistema donde lo que debe pesar es el
contenido y credibilidad de la declaración y no su
confirmación por otra u otras personas, debiendo dejarse a
un lado aquella antigua conseja: testis unus testis nullus.

Un solo testimonio y si es de la víctima que presenció el


hecho ejecutado en su persona, puede probar mucho según
se encuentre sinceridad en su contenido y ofrezca suficiente
credibilidad, mas, por el contrario, muchos declarantes
pueden probar nada si adolecen de vaguedades,
imprecisiones y graves contradicciones, no siendo así creíbles
ni convincentes.

Los testimonios no se cuentan, se pesan”. Como hace


muchos años expresó Bacon, citado por Gorphe, quien
además sentenció: “El valor está dado por la calidad: vale más
un buen testigo que varios mediocres” (1971: 34). 9

Es frecuente que la víctima directa haya presenciado el


hecho y no siempre su declaraciòn tendrá apoyo en terceros

GORPHE, Francois. “La Crítica del Testimonio”. 5ª Edición. Reus C.A. Madrid, 1971.
21

que también pudieron ver lo acontecido. Es lo mas normal


que los delincuentes traten de actuar procurando que su
acción no pueda ser vista por quienes después vayan a
testificar en su contra.

Hay hechos delictuosos, como los abusos sexuales


violentos, que casi siempre se llevan a cabo con ocultamiento,
en lugares solitarios, sin iluminación o en ambientes cerrados
a donde sólo accede su ejecutor y sólo está la víctima
ultrajada allí presente, que por lo demás, al tener esta muy
de cerca al violador y por un tiempo considerable, difícilmente
no logre observarlo bien, percibir y retener suficientemente en
su memoria las características fisonómicas del mismo y poder
reconocerlo posteriormente sin dubitación alguna en el curso
de la investigación y proceso; y mejor ejemplo en el que
generalmente la víctima es la única persona conocedora de
los hechos sufridos lo vemos en la mayor parte de los delitos
de violencia en la mujer cuando es su pareja el agresor y los
hechos se suscitan dentro de la vivienda que cohabitan.

Negarle valor probatorio para establecer certeza del hecho


y sobre quien lo perpetró a ese testimonio único de la persona
ofendida que declara con seguridad, precisión, sinceridad y
sin falsedad alguna en sus dichos, porque no concurre otro u
otros elementos de convicción o prueba que lo refuercen, es
22

propiciar impunidad en este sistema procesal acusatorio de


apreciación probatoria libre y racional donde lo que se debe
es valorar convincentemente las pruebas y no contarlas.

Como dice el autor cubano-venezolano Pérez Sarmiento


(2003: 186):

“…sería inconcebible investigar un delito de violación sin tomar


declaración a la persona violada, siendo cierto que en esas
circunstancias podría estar sometida a una presión psicológica
que le pudiere impedir captar todos los detalles del hecho en
que se ve envuelta, pero no es menos cierto que por su cercanía
al hecho siempre podrá aportar detalles útiles para la
investigación y el resultado final del proceso, no existiendo
razón alguna para impedirla, mucho menos en este sistema de
prueba libre y sujeta a la valoración en sana crítica por parte
del juez…” 10

Por otra parte, al ser citada para declarar en el debate, la


víctima está sujeta a las mismas obligaciones y restricciones
que rigen para cualquier otro testigo, como la de comparecer
en la fecha indicada y no rehusar sus deposiciones sin razón
legal, pudiendo ser conducido por la fuerza pública en caso
de incomparecencia (Art. 340 COPP-2012) y quedando sujeta
a responsabilidad penal por negativa al servicio debido a la
administración de justicia (Art. 238 del Código Penal); y
durante el debate, antes de declarar, no podrá comunicarse
con otro testigo, ni con otras personas, ni ver, oír o ser

10
PEREZ SARMIENTO, Eric. “La Prueba en el Proceso Penal Acusatorio”. Segunda Edición. Vadell
Hermanos Editores, Caracas, 2003.
23

informado de lo que ocurra en el debate y después de hacerlo


se dispondrá que continúe en la antesala o que se retire (Art.
338 COPP-2012), lo que rige aún en el caso de tratarse de
una víctima constituida como parte querellante, que por ello
tendría derecho de intervenir en ese debate e interrogar a los
otros declarantes (Art. 339), lo que en ese caso podrá realizar
a través de quien ejerza su representación profesional.

En relación a este importante sujeto procesal, cabe invocar


también lo que previene la Ley de protección de víctimas,
testigos y demás sujetos procesales (G.O. Nº 38.536 del 04-
10-2006), reconociendo la relevancia probatoria de su
testimonio, cuando luego de consagrar las medidas de
protección de que pueden ser objeto, prevé que las
declaraciones que rindan esos sujetos “que hayan sido objeto
de protección en aplicación de esta ley, durante la fase de
investigación o preparatoria, solamente podrán tener valor de
prueba, a efectos de la sentencia, si son ratificadas en el acto
del juicio oral en la forma prescrita en el artículo 307 del
Código Orgánico Procesal Penal y que si se consideran de
imposible ratificación conforme a lo establecido en el artículo
307, habrán de ser incorporadas mediante lectura literal, a fin
de que puedan ser sometidas a contradicción por las partes”
(ahora art. 289 COPP: prueba anticipada).
24

En conclusión, ninguna duda debe existir para tener a la


víctima como importante y apreciable testigo, ya que puede
ser una gran fuente de conocimiento de los hechos, sin
impedimento alguno para informarlos en el proceso. Su
denuncia y declaración pueden orientar correctamente las
investigaciones y la labor del Ministerio Público, a la vez que
su testimonio en juicio puede ser fundamento para una
sentencia condenatoria, también absolutoria si excluye como
autor o partícipe al acusado, sobre todo en casos donde el
delito no fue presenciado por otras personas, como dice
Cabrera (2009: 161). 11

11
CABRERA ROMERO, Jesús Eduardo. Obra Citada.
25

TESTIMONIO DE FUNCIONARIOS POLICIALES

No son pocos los que minimizan y hasta descalifican


totalmente el mérito probatorio de las declaraciones que
obligatoriamente deben rendir también los funcionarios que
pertenecen a los cuerpos de policía, militares, de seguridad o
investigación penal sobre los hechos en los que les ha tocado
intervenir para lograr su frustración o impedir su impunidad,
practicando aprehensiones infragati o por orden judicial y
realizando incautaciones de armas, bienes producto del delito
u objetos relacionados.

El ya citado autor español Paz Rubio (1999: 110 y sig.), ha


dicho:

“Los miembros de la Policía o de los distintos Cuerpos de


Seguridad, cuando deponen en el acto del juicio oral, sobre
datos de hecho que conocen de ciencia propia y han visto o
percibido con sus propios ojos, los hace testigos hábiles y su
testimonio constituye prueba de cargo suficiente para enervar
la presunción de inocencia.”

El mismo autor se apoya en reiterada jurisprudencia del


Tribunal Supremo de España y cita:

“Una constante doctrina jurisprudencial de esta Sala, en


hermenéutica de los artículos 297, párrafo 2º, y 717 LECrim, ha
venido declarando que las declaraciones de los agentes
policiales en el juicio oral, con las garantías de publicidad,
26

oralidad, contradicción efectiva de las partes e inmediación del


Tribunal, puede estimarse prueba de cargo bastante para
enervar la presunción de inocencia (STS del 12 de noviembre de
1996).” 12

El argentino Jauchen, destaca lo valioso que en algunos


casos pueden ser esos testimonios prestados por quienes han
intervenido en la investigación, sin embargo no deja de
catalogarlos como “sumamente frágiles y de dudosa
confiabilidad esos testimonios”, por el interés que pueden
tener sus deponentes, por una razón natural de vocación de
servicio u orgullo personal para lograr el objetivo propuesto,
lo que a su juicio puede lógicamente teñir su testimonio de
cierta parcialidad según haya sido el apasionamiento que
hayan volcado en la investigación (1996: 134). 13

Rives Seva, por su parte ha expresado:

“Cuando los componentes de la Policía y en general de los


Cuerpos de Seguridad, comparecen ante el Tribunal
sentenciador y declaran sobre lo que oyeron, vieron o
percibieron, su testimonio alcanza la condición de prueba
testifical”.

Y basándose en la constante jurisprudencia del Tribunal


Supremo de España, asienta:

12
PAZ RUBIO, José María. Obra citada.
13
JAUCHEN, Eduardo M. “La Prueba en Derecho Penal”. Editorial Rubinzal-Culzoni. Buenos Aires,
1996.
27

“…las declaraciones testificales en el plenario de los agentes


policiales sobre hechos de conocimiento propio con arreglo a los
artículos 297 y 717 de la LECrim, al estar prestadas con las
garantías procesales propias de tal acto, constituyen prueba de
cargo apta y suficiente para enervar la presunción de
inocencia…” (1999: 227). 14

Las dos posiciones antagónicas son expuestas por el


profesor juez, fiscal y magistrado colombiano Peláez Vargas
(2001: 113-114), señalando que esta clase de personas por el
oficio que desempeñan, tienen generalmente a su favor para
ser creídos, que ejercen un cargo público, que actúan en la
realización de sus funciones al percibir los hechos, y que si
han sido correctamente instruidos, tienen tan sólo interés en
llevar al proceso la verdad material; y refiere en su contra,
que la permanente actividad encaminada a evitar o informar
sobre delitos, con frecuencia los hace víctimas de
alucinaciones, sugestiones y sospechas, y que en muchas
ocasiones declaran posteriormente con fundamento en una
parte o informe que suscribieron, pero no conocieron o
redactaron. Este autor se pronuncia expresando
primeramente que no hay razón alguna para aceptar o
rechazar el valor a esta clase de testigos por la sola
consideración de la función que desempeñan y que su
testificación se remite al análisis que debe hacerse de todo

14
RIVES SEVA, Antonio Pablo. Obra citada.
28

testimonio para comprobar si dijo la verdad y qué alcance


probatorio tiene. 15

En el anterior sistema inquisitivo la extinta Corte Suprema


de Justicia de Venezuela mantuvo un criterio negado a darle
valor a las declaraciones de los funcionarios policiales, o
minimizar su eficacia, aun siendo aprehensores y por ende
presenciales de la incautación y circunstancias de la
aprehensión, sosteniendo que esas declaraciones, “de dos o
más funcionarios policiales sólo pueden apreciarse como un
sólo indicio”, como si estuviere así tarifado en el para
entonces vigente Código de Enjuiciamiento Criminal.

Así fue establecido en múltiples y reiteradas decisiones de


la para entonces Sala de Casación Penal, como las sentencias
359 del 12-07-90, 666 del 08-10-91, la 118 del 26-03-92 y la
753 del 05-08-93 (Díaz Chacón, 1995: 405). 16

Era la muy censurable tendencia de entonces –que


pretende también imponerse ahora- de darle valor de simple
indicio a las pruebas que se consideran insuficientes,
incompletas, ineficaces, inconvincentes, contradictorias o

15
PELAEZ VARGAS, Gustavo. “Manual de Pruebas Penales”. Tercera Edición. Señal Editores,
Medellín, 2001.
16
DIAZ CHACÒN, Freddy. “5 Años de Casación Penal. Máximas y Extractos”. Librosca C.A., Caracas,
1995.
29

inidóneas, y en tal sentido así se trataban ciertos medios de


prueba llevados al proceso, prácticamente creando un valor –
inexistente en la ley- en ese sistema de apreciación
rigurosamente tarifada, como era el caso de los testimonios
rendidos por los funcionarios de cuerpos policiales o militares
que intervenían en la captura e investigación, a los que se le
consideraba en su conjunto como “un indicio”, así hayan sido
múltiples, precisos y convincentes.

En ese anterior sistema la ley le otorgaba -


inadecuadamente a nuestro criterio- el valor tarifado de
indicio o presunción a ciertas pruebas que en sentido del
legislador eran insuficientes para tenerlas como plena: la
declaración del testigo inhábil como un indicio más o menos
grave (Art. 259 CEC); la del testigo presencial único, como
una presunción grave (Art. 261 CEC); la del testigo referencial
no ratificada por el referido, como una presunción (Art. 267
CEC); la del reconocedor que manifiesta presunción o
particular creencia, como indicio (Art. 277 CEC); la del
delator como indicio grave, en el artículo 75, Parágrafo Unico,
Ord. 2º de la Ley Orgánica sobre Sustancias Estupefacientes
y Psicotrópicas (LOSSEP: 17-07-1984).

Por años nos hemos atrevido a cuestionar esa manera de


tarifar algunas pruebas por el legislador de entonces, dándole
valor predeterminado en la ley como indicio o presunción y a
30

veces con esa frase tan confusa de “indicio más o menos


grave”, siendo que, en todo caso, desde mucho tiempo atrás
la doctrina probatoria dominante ha considerado que en
materia penal indicios son pruebas indirectas o
circunstanciales, que se obtienen mediante un argumento
lógico para establecer lo desconocido (hecho indicado)
partiendo de los hechos o circunstancias debidamente
acreditados con pruebas directas o históricas (hecho
indicador), o sea que, a criterio del autor de este escrito, ha
sido y es impropio darle valor de indicio o presunción a
determinada prueba, menos si se trata de una prueba directa
como el testimonio de quien presenció el hecho y lo narra tal
como sucedió, así sea único (Art. 251 CEC).

Lamentablemente esto se ha pretendido imponer ahora,


cuando rige un sistema de apreciación libre, racional y crítica
de las pruebas; y son muchos los abogados, hasta jueces, que
invocan para ello una de las primeras sentencias dictadas por
la Sala de Casación Penal del ahora Tribunal Supremo de
Justicia, cuando recién se había instalado al haber entrado
en vigencia la actual Constitución de 1999, emitida con
ponencia del Magistrado Alejandro Angulo Fontiveros, bajo Nº
03, del 19-01-2000 (Exp. 99.465), donde habiéndose
pronunciado en ese sentido, sin argumentación suficiente a
nuestro parecer, denota más bien haber hecho referencia y
apoyado, en esa reiterada jurisprudencia del viejo sistema
31

inquisitivo, donde regía una apreciación tarifada de las


pruebas, al expresar:

“…Es evidente que la declaración del ciudadano José Humberto


García Rico es una prueba relevante del proceso puesto que es
el único testigo presencial; y se ha indicado en jurisprudencia
reiterada que el solo dicho de los funcionarios policiales no es
suficiente para inculpar a los procesados, pues sólo constituye
un indicio de culpabilidad. El juzgador, en la recurrida, citó el
testimonio ya señalado; pero el único comentario que hizo de tal
testimonio, es que el testigo presenció “todo” el procedimiento
practicado por los funcionarios del Cuerpo Técnico de Policía
Judicial en que a los indiciados de autos les incautaron
substancias estupefacientes y psicotrópicas que distribuían a
los adictos del sector; sin tomar en cuenta que en su
declaración el testigo señaló que no observó bien el decomiso de
la droga efectuado a dos de los indiciados, lo cual evidencia el
análisis parcial que la recurrida hizo de la declaración
mencionada; tampoco expresó por qué esta afirmación incide
como elemento probatorio determinante de la culpabilidad de
los enjuiciados, ni las razones por las cuales consideró
demostrada la responsabilidad de éstos, por lo que la recurrida
no estableció cabalmente los hechos que demuestran la
participación de los procesados en la comisión del delito de
distribución de substancias estupefacientes y psicotrópicas.…”
(Subrayado nuestro)

En la misma forma otras sentencias de la Sala Penal han


venido ratificando ese criterio, simplemente y sin agregarle
argumentación alguna, como la Nº 225 del 23-06-04 con
ponencia de la Magistrada Blanca Mármol de León:

“…De allí entonces se observa, que se obtuvo como resultado


una sentencia condenatoria en contra del acusado solamente
con los dichos de los funcionarios, hecho que resulta
contradictorio con la jurisprudencia reiterada establecida por
esta Sala de Casación Penal que expresa: “...el solo dicho de
los funcionarios policiales no es suficiente para inculpar al
procesado, pues ello, sólo constituye un indicio de
32

culpabilidad...”. (Subrayado nuestro)

Vemos como esas sentencias descalifican de antemano las


declaraciones que allí se señala por el sólo hecho de provenir
de funcionarios policiales, al sostener que el sólo dicho de los
funcionarios policiales no es suficiente para inculpar pues sólo
constituye un indicio de culpabilidad, apoyándose para ello en
lo que invocan como jurisprudencia reiterada, siendo obvio
que se refieren a la emitida reiteradamente por la Sala de
Casación Penal de la extinta Corte Suprema de Justicia
cuando estaba vigente el Código de Enjuiciamiento Criminal,
o sea durante el sistema inquisitivo y obviamente sin se que
haya adoptado legalmente para todos los procesos penales el
método de apreciación libre, racional y critico de las pruebas
(sana crítica).

Como puede verificarse, la primera de esas sentencias de


la Sala de Casación Penal (la 03 del 19-01-2000) tenía otras
razones de peso para censurar la apreciación que hizo el
sentenciador de la primera instancia, distintas de la fundada
en la condición de funcionario policial del testigo de cargo, ya
que a continuación destaca que el juzgador de instancia “no
tomó en cuenta que en su declaración el testigo señaló que no
observó bien el decomiso de la droga efectuado a dos de los
indiciados”, considerando por ello que esto “evidencia el
análisis parcial que la recurrida hizo de la declaración
33

mencionada”. Sin embargo, como antes se destacó, parece


que lo más influyente para esa descalificación como
testimonio apreciable con todos sus efectos probatorios, fue
la condición de funcionario policial de su deponente y no la
debilidad de sus dichos.

Ahora bien, ese criterio no ha sido totalmente seguido por


otros tribunales venezolanos, ya que algunos se han
pronunciado en sentido adverso y con suficiente
fundamentación, como la sentencia que a continuación se
transcribe:

“…Así las cosas, considera este Tribunal de Alzada que debe


ser cuidadoso el Juez o la Jueza al momento de valorar el
testimonio de los funcionarios policiales, por cuanto la bondad
que posee el sistema de enjuiciamiento venezolano a partir de
la promulgación del Código Orgánico Procesal Penal, le permite
a través de la Sana Critica como método de valoración de la
prueba, estimar o desestimar tales exposiciones, pues el
modelo Constitucional en que se constituyó la República
Bolivariana de Venezuela con la entrada de vigor de la
Constitución de 1999, trajo consigo la institucionalización del
proceso como instrumento fundamental para la realización de
la justicia como valor fundamental del Estado, ante ello se debe
renunciar a formulas preelaboradas para valorar las pruebas
en un juicio, permitiéndole soberanamente al juzgador valorar
libremente las pruebas con el deber de razonar debidamente el
valor que les otorga (…)

El restarle validez a la exposición que haga un funcionario o un


grupo de funcionarios en un debate oral, o considerársele en
conjunto sólo un indicio que deba concatenarse con otro
elemento probatorio para derivar que esa prueba testimonial la
convicción necesaria para enervar la presunción de inocencia
de una persona, es condenar dicha prueba a una valoración
tasada, lo cual no está previsto en nuestra legislación procesal
34

penal actual, es decir, no tiene fundamento jurídico alguno tal


afirmación. Aun más, es desconocer la autoridad que ostenta el
funcionario policial…”. (Subrayado nuestro)

En suma, en criterio de este Tribunal de Alzada, no podría a priori,


considerarse que el dicho de los funcionarios policiales rendido
durante el juicio oral, es insuficiente para desvirtuar la presunción
de inocencia del individuo que es juzgado, pues, es a través de su
examen directo, por medio de la inmediación, la publicidad y la
oralidad que podría obtenerse el convencimiento o no sobre los
hechos que narra…”.

(Sentencia del 08-11-2006 de la Sala Accidental de la


Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado
Miranda, con ponencia del juez J. A. Chivico, citada y
transcripta en sentencia 491 de 06-08-07 de la SCP/TSJ.).

Ahora, pareciendo contrariar también la antes expuesta


jurisprudencia reiterada de la Sala de Casación Penal,
encontramos que en fecha más reciente la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, al resolver
una acción de amparo determinó como suficiente para
destruir la presunción de inocencia la declaración en el
proceso de los funcionarios policiales que suscribieron un
acta policial, la cual por si sola no tendría valor probatorio,
siempre que dichas declaraciones estén sujetas al debido
control.

En tal sentido se pronunció dicha máxima y última


intérprete de la Constitución, en sentencia Nº 421 de fecha
22 de junio de 2018 (Exp. 22618-2018):
35

La Sala Constitucional señala el valor probatorio del Acta


Policial como documento y cuando es ratificada en juicio por la
declaración de los funcionarios policiales que la suscribieron,
como medio capaz de desvirtuar la presunción de inocencia
establecido en la Constitución. En tal sentido, señala la Sala
que el Acta por sí sola no es suficiente para desvirtuar dicha
presunción de inocencia, pero que si se acompaña con la
declaración en juicio de los funcionarios policiales que la
suscribieron sí podría ser suficiente. Ahora bien,
tradicionalmente se ha considerado que las declaraciones de
los funcionarios policiales con respecto al contenido del Acta
Policial levantada constituyen un medio de prueba pero
sometido al control por parte de la defensa, de modo que aún
con la declaración de los funcionarios, su valor probatorio
queda sujeto a la labor de control que realice la misma, y a
partir de allí podría alterarse su capacidad probatoria”

Coincidiendo con éste y otros pronunciamientos de


instancias judiciales, nos hemos atrevido a sostener, que nos
parece desacertado el antes expuesto criterio de la Sala de
Casación Penal de nuestro Tribunal Supremo de Justicia, que
lamentablemente puede favorecer la no deseable impunidad
de muchos delitos, con mayor razón si se aplica de una
manera obligante e indiscriminada para todos los casos de
testimonio policial en este nuevo sistema de libre y racional
apreciación.

Es bien cierto que los actos e informaciones de los


funcionarios públicos merecen una presunción de
autenticidad y por ende de veracidad, lo que es dable también
atribuir a los dichos de los investidos como autoridad policial
36

que informan o testifican sobre hechos percibidos al


intervenir como tales en su investigación o aprehensión, pero
también no puede desconocerse que ante todo son seres
humanos y como tales pueden participar de la debilidad de la
humana naturaleza, por lo que la imaginación puede también
trastornar su memoria y la pasión influir en su declaración
(Mittermaier, citado por Muñoz Sabatè, 1983: 335). 17

También como cualquier persona, los funcionarios pueden


estar motivados por un interés personal en falsear o alterar el
resultado de su actuación, pero en todo caso, es obligante
que se examine en su integridad el contenido de sus
deposiciones y se aprecien o desestimen en lo que pueda o no
ser creíble, por las razones que bien motivadamente se
expresen, que no necesariamente han de ser fundadas en la
sola condición policial.

En lo que respecta al funcionario que actúa bajo la figura


del Agente Encubierto, en los procedimientos de entrega
vigilada llevados a cabo mediante autorización judicial a
solicitud del Ministerio Público, a que se refiere la Ley
Orgánica Contra la Delincuencia Organizada y
Financiamiento del Terrorismo (G.O. 39.912 del 30-04-2012),
que según Rivera Morales y apoyándose en la derogada ley

17
MUÑOZ SABATÈ, Luis. “Técnica Probatoria. Estudio sobre las dificultades de la prueba en el
proceso”. Editorial Praxis. Barcelona, 1983.
37

sobre la materia del 26-10-2005 puede también declarar como


testigo en relación a sus funciones específicas, los hechos que
presenció y las circunstancias como se desenvolvieron y que
su testimonio puede valorarse como el de cualquier otro
testigo (2006: 455) 18 , ello resultaría inaplicable ahora, en
virtud de que esa nueva ley prácticamente lo exime de
comparecer y declarar personalmente en el proceso, puesto
que el artículo 71, como medida de protección para ese
funcionario, establece:

En el procedimiento penal, cuando sea requerida la


comparecencia del agente encubierto que aportó la evidencia
incriminatoria, dicha comparecencia será asumida por el o la
responsable del Ministerio Público que coordinó las acciones en
la cuales intervino el agente encubierto autorizado, de
conformidad con lo establecido en esta Ley.

Esa previsión legal parece sustituir el testimonio que


debería rendir el funcionario conocedor de los hechos por el
de uno que pertenece al Ministerio Público y que actuó como
coordinador del procedimiento de entrega, pero que
posiblemente no lo presenció totalmente, lo que nos
atrevemos a cuestionar en razón de que nadie mejor que ese
Agente Encubierto para narrar con suficientes detalles las
circunstancias de una aprehensión e incautación en que
intervino directamente y por ende presenció, debiendo

18
RIVERA MORALES, Rodrigo. “Las Pruebas en el Derecho Venezolano”. 4ta. Edición. Editorial
Jurídicas Rincón-Universidad Católica del Táchira. Barquisimeto, 2006
38

responder al interrogatorio que en torno a ello le hagan las


partes y el juez, no siendo apropiado que declare como testigo
quien representa al Ministerio Público en la dirección de la
investigación y ejerce la acción penal en nombre del Estado.

Y si lo que el legislador se propuso es que se le de una


protección efectiva de esa forma al agente encubierto, cosa
que entendemos como merecido y justificable por el riesgo
que corre este funcionario que actúa en nombre del Estado y
en defensa de la sociedad, ello bien puede lograrse con otras
eficaces medidas de protección, sin necesidad de eximirlo de
declarar en vivo y con la inmediación del juez y de las partes,
como las que prevé la Ley de protección de víctimas, testigos
y demás sujetos procesales (04-10-2006), entre las que se
encuentra la preservación de su identidad, domicilio,
residencia y lugar de trabajo; su comparecencia a cualquier
acto utilizándose algún procedimiento que imposibilita su
identificación visual (Art. 23); la recepción de su declaración
mediante el sistema de video-conferencias (Art. 27) y otras,
garantizando siempre el derecho a la defensa y el
contradictorio.

Considera en todo caso el autor de este trabajo, como ya lo


ha expresado en publicaciones sobre materia probatoria, que
no debe desmeritarse, ni minimizarse de antemano un
39

testimonio por el sólo hecho de provenir de policía u otro


funcionario aprehensor o de investigación criminal, aunque
fuere único, por el hecho cierto e innegable que no pocos de
ellos –no necesariamente todos- incurren en la detestable
práctica de “sembrar” drogas u otros objetos para perjudicar
e incriminar al aprehendido, falseando en actas o en sus
declaraciones las circunstancias de la aprehensión e
incautación (Delgado Salazar, 2011: 149). 19

Además, una o varias pruebas, sean testimonios de


víctimas o policías, pueden considerarse deficientes e
incompletas o no creíbles, ni confiables, pero no debe ser
motivo para que ante esa deficiencia únicamente se la tenga
como simplemente dimanadora de un sólo indicio o
presunción como así lo contemplaba el derogado Código de
Enjuiciamiento Criminal, en el caso del testigo presencial
único (Delgado Salazar, 2006: 44) 20

Lo que debe tomarse en cuenta es la credibilidad y mérito


de convicción que ofrezca ese u otros funcionarios, uno o
varios, por el comportamiento llevado a cabo en la
aprehensión e incautación, la legalidad de su actuación, su

19
DELGADO SALAZAR, Roberto. “Las Pruebas en el Proceso Penal Venezolano” Vadell Hermanos
Editores, 4ta. Edición. Caracas, 2011.
20
___________________. “La prueba de indicios y su apreciación judicial”. Vadell Hermanos Editores.
Caracas, 2006.
40

profesionalismo, el tratamiento dado a la persona capturada


o investigada y la forma como se haya desenvuelto en el
debate al rendir su testimonio, narrando el hecho y dando
respuestas al interrogatorio de las partes y del juez, pudiendo
denotar que ningún interés o propósito inconfesable tuvo
para perjudicar con su versión a persona alguna, o para
alterar la verdad de lo acontecido, como por ejemplo, para
validar con su dicho lo que ha sido producto de la «siembra»
de droga, armas u otros objetos prohibidos con el fin de
incriminar al aprehendido.

Lo deseable y más conveniente es que siempre ese tipo de


actuación policial venga acompañada de testigos ajenos al
procedimiento, vecinos del lugar y sin vinculación con los
cuerpos policiales, que sean llamados a presenciarlo (testis
ante factum) y suscribir un acta para luego rendir declaración
sobre lo allí percibido y constatado, lo que sólo es obligatorio
para los registros efectuados en actos de allanamiento
realizados mediante orden judicial (Art. 196 COPP).

Pero ello no es siempre posible, ya que muchas


actuaciones de la policía u otros funcionarios de seguridad e
investigación se llevan a cabo en lugares despoblados o sin la
importante presencia de terceros y cuando, sin contar con
personas de esa exigida condición de ser vecinos del lugar y
41

sin vinculación con los cuerpos policiales, que puedan


observar símultáneamente lo realizado y encontrado durante
todo el procedimiento y testificarlo posteriormente, se
presenta sorpresivamente el hecho que los obliga a actuar
para realizar una aprehensión infraganti o impedir la
ejecución de un delito o su continuación y la evasión del
sospechoso, con posible hallazgo de objetos delictuosos.

Tan grave como la falaz y detestable actuación de quienes


colocan o “siembran” como incautado lo que ellos mismos
llevaron o lo que le encontraron a otras personas distintas del
investigado, sería la del aprehensor o aprehensores que,
carentes de testigos que hayan estado presentes en el
momento y lugar exacto de la aprehensión e incautación,
incurran en la también censurable e inaceptable práctica de
buscar personas para que posteriormente (testis post factum)
vengan a observar lo que los policías dicen haber encontrado
en posesión del detenido y los hagan suscribir el acta
haciendo constar que estuvieron durante todo ese
procedimiento y observaron dónde y cómo fue encontrado lo
que se exhibe como objeto de incautación, para que luego así
lo testifiquen y reconozcan mendazmente en el proceso. Lo
que ha sido lamentable realidad en algunos procedimientos
policiales, pero que ello no debe conllevar a establecer como
regla la descalificación para todas declaración o valoración en
minusvalía de toda declaración policial.
42
43

CONCLUSIÓN

Luego del análisis realizado sobre las características e


importancia de las declaraciones de quienes han sido
víctimas directas de delito y por ende son conocedores de los
hechos ejecutados en su perjuicio habiéndolos presenciado o
de alguna manera teniendo conocimiento de su comisión y
por quienes en cumplimiento de su deber e investidos de la
autoridad han tenido que actuar para frustrar un hecho
delictivo o aprehender a sus ejecutores para que se lleve a
cabo una efectiva investigación, el autor de este trabajo
concluye, pronunciándose en contra de las tesis negadoras de
la eficacia probatoria de esos testimonios, considerando que
ningún impedimento legal ni racional existe para
desestimarlos de antemano y como regla aplicable a todos los
casos de testimonios de víctimas directas y funcionarios
aprehensores e investigadores, independientemente del
interés que dichos sujetos procesales tengan en que se haga
justicia y se imponga castigo de sus victimarios y que en el
caso de los funcionarios policiales en la realidad haya habido
muchas conductas y procedimientos detestables en la
aprehensión e incautación de objetos prohibidos; por lo que
las declaraciones de unos y otros mismos pueden ser
racionalmente apreciados con toda su eficacia probatoria
dependiendo de la forma como depongan, como actúen y se
desenvuelvan en el debate probatorio del juicio oral,
44

denotando sinceridad, seguridad, precisión y sin un interés


particular de no decir verdad para incriminar con sus dichos
mendaces a los justiciables, lo que debe ser debidamente
motivado y bien sustentado por el jurisdicente en su decisión
final.
45

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Ex juez penal y ex magistrado. Profesor de la UCAB, UCV y


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