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Las siete dimensiones son el proyecto, la estructura, las personas, la dimensión vincular
intersubjetiva, el poder, la conducción y el liderazgo y el contexto. Tanto en sus
manifestaciones fenoménicas como en su incidencia implícita en la organización, son
siempre relevantes, incluso en los casos en que algunas no parezcan referir a cuestiones
críticas. Ninguna debe ser dejada de lado en el análisis, ya que rediseñar un sistema y
ajustarlo a cambios para un funcionamiento efectivo exige un panorama global de la
situación interna y de la relación de la organización con el contexto; Cada dimensión
constituye un eje temático, que involucra un conjunto de variables definitorias de un
aspecto particular o unidad de sentido de la realidad organizacional. Si bien son específicas
y pueden analizarse en sí mismas, las dimensiones cobran auténtico valor a partir de sus
interrelaciones. Desde el punto de vista de la práctica profesional, las dimensiones permiten
crear un cuadro orientador donde sistematizar la información obtenida en un diagnóstico
inicial.
LA ESTRUCTURA ORGANIZATIVA
La estructura organizativa fue destacada como una dimensión relevante y estratégica para el
desarrollo de una empresa porque provee el marco que encauza la acción en su conjunto.1
En esa medida se hace necesario partir de un análisis sistemático de los roles y las
funciones principales que componen el sistema gerencial, establecer su horizonte temporal
y las relaciones con los demás roles. De esta forma se procede para ubicar los roles que
componen la estructura dentro del marco global, y clarificar los problemas y las
disfunciones que puedan detectarse. Las cuatro formas de organización allí tratadas: – la
organización formal; – la organización existente; – la organización presunta; y – la
organización requerida. podemos decir que la empresa de tres estratos presenta ciertas
cualidades propias del tamaño reducido. Pero, como lo señala Bateson, no hay verdades
absolutas. Es decir: no siempre lo pequeño es hermoso. A cada tamaño le corresponde una
estructura que le es afín. Una empresa impulsada por el éxito puede tender a crecer y a
transformarse en una empresa más grande. Pero esta es viable si se dan ciertas condiciones
ligadas con el tamaño mayor. El verdadero desarrollo involucra un crecimiento por
extensión vertical: nuevos niveles ejecutivos jerárquicos acompañados por gerentes y jefes
que posean el nivel de capacidad y con la autoridad necesaria, acorde con el del rol que
ocupan. Fuera de estas condiciones lo más grande deja de ser deseable y se transforma en
un disvalor. A cada tamaño de empresa le corresponde una complejidad organizacional y de
su estructura acordes con un elenco de gerentes que respondan a la complejidad que así las
hace factibles, y dirigidos por un ejecutivo principal que posea la capacidad actual para
hacer frente a la complejidad requerida.