Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Mario García-Page
Estudio de los sufijos españoles que
denotan ‘cría’
https://doi.org/10.1515/zrp-2018-0004
Abstract: The present study focusses on the Spanish suffixes denoting ‘baby
animal’ (‑ato, ‑ezno, ‑ino, ‑ón, ‑ucho, etc.), although it also takes into account the
simple substantives belonging to the same lexical field (e.g. potro ‘colt’). Since
there are no previous studies which either enumerate or analyse suffixes on this
kind, our initial goal is to identify them. In order to do so, we have drawn on the
Diccionario de la lengua española (2014), which may be considered the linguistic
work containing the greatest number of zoonyms. Then, once the corpus has been
established, we describe the characteristics of some suffixes: productivity rate,
patterns of formation, receptive bases of the suffixes, nouns which two or three
alternative suffixes, relations of synonymy, and potential pragmatic and non-
linguistic causes of the lexical diversity and morphological particularities of
suffixes.
1 Introducción
No existe, hasta donde alcanzamos, ningún estudio monográfico dedicado a los
sufijos españoles que forman sustantivos que designan ‘cría de animal’ (‘pollo’,
‘cachorro’, ‘cría’, etc.).1 Ni las gramáticas de español al uso (Seco 1972; Alcina
Franch/Blecua 1975; Alarcos Llorach 1994; GDLE 1999; NGLE 2009), ni las obras
1 Entre los pocos estudios monográficos sobre los nombres de cría animal, cabe citar Gougen-
heim (1950), para el francés; Morera Pérez (1996), para el español canario; y, desde el punto de
vista histórico, Morala Rodríguez (2010; 2014), para el leonés; los cuatro con carácter parcial y de
escaso interés para los fenómenos de morfología que aquí abordamos (cf. García-Page 2015).
Algunos de ellos sí se tratan, por ejemplo, en Hasselrot (1957, 118–121), Löfstedt (1965) o Rainer
(1993, 201, §5).
2 En realidad, lo que hace Salvá (1988 [1830–1847]) es añadir nombres de cría a una enumeración
de ejemplos de diminutivo, sin diferenciar los distintos valores posibles de este. Algo semejante
se advierte en Faitelson-Weiser (1980).
gorrino, palomino y pollino, y, años después, González Ollé (1962, 337 s.), otra serie
9 Es el caso de los alomorfos ‑al y ‑ar para formar nombres de lugar o colectivos (melonar, trigal,
etc.): la selección de uno u otro parece estar condicionada por la presencia en la base de ‑r‑ o ‑l‑,
ni, por supuesto, gramatical: por ejemplo, dos o más bases de estructura morfoló-
gica similar e incluso semánticamente próximas presentan un comportamiento
distinto ante la operación de adjunción de un sufijo, como muestran los siguien-
tes contrastes: [gamo >] gamezno / *gamato / *gamino ~ [ciervo >] *cervezno /
cervato / *cervino ~ [corzo >] *corcezno / *corzato / corcino ~ [reno >] *renezno /
*renato / *renino ~ [alce >] *alcezno / *alzato / *alcino.
Tampoco obedece a un criterio gramatical el hecho de que una base esté
habilitada para recibir dos sufijos distintos (de idéntico significado) y otra no, aun
siendo morfológicamente semejantes: lobo > lobezno / lobato, oso > osezno /
*osato.
Respecto de esos sustantivos que admiten variantes ―lobo > lobezno / lobato
(y lobarro [Pharies 2002]), ciervo > cervatillo / cervato, cigüeña > cigoñino / cigüeña-
to, potro > potrillo / potranco, ánsar > ansarón / ansarino, ánade > anadón /
anadino,10 cuero > corecillo / corecico / corezuelo―, son, al parecer, los sufijos más
productivos (‑ezno, ‑ato, ‑ino, ‑illo, ‑ón) los que suelen intervenir en tales dobletes
o tripletes. Representan una excepción, por su número, los sufijos que dan lugar a
‘cría’ de liebre o ‘liebre joven’: lebrato / *lebrasta / lebroncillo / liebratico /
lebrastón, o ‘liebre nueva grande’ o ‘lebrato grande’: lebratón / liebratón / liebras-
tón. El que haya tantas variantes puede deberse a un hecho no lingüístico: la
importancia de esta especie en el ámbito cinegético español,11 donde interesan los
matices o distinciones, y a la diversidad geográfica de España. Es excepcional
también el nombre de cría del pavo al admitir dos procesos de formación distintos:
la sufijación (pavezno) y la composición (pavipollo).
A veces, el nombre de cría animal se construye recurriendo a dos sufijos (dos
ciclos de formación sucesivos): gavinote < gavina < gavia; cervatillo < cervato <
ciervo; vaquillona < vaquilla < vaca; cochinillo < cochino < cocho; lebroncillo <
[*lebrón (Pharies 2002)] < liebre; lebratón < lebrato < liebre; liebratico < lebrato <
liebre; lebrastón < [ant. *lebrasto] < liebre; pollancón < [*pollanco (Pharies 2002)] <
pollo. En unos casos, el estadio intermedio es un nombre de individuo adulto (el
12 Según otro análisis, el segmento ‑ar‑ sería un interfijo, acaso por influencia de ansarón.
13 Si, según Rainer (1993, 549), golondrino se forma con el sufijo ‑ino, habría que suponer un
fenómeno de haplología: golondrina + ‑ino, que el autor no explica. En nuestra opinión, el sufijo
que interviene, poco productivo, es ‑o, que aparece también en picazo ‘pollo de la picaza’ (<
picaza) y, según Morera Pérez (1996), en gavioto (< gaviota). Tanto golondrina como picaza y
gaviota son epicenos. Pharies (2002) no registra el sufijo ‑o como formador de nombres de cría.
(con ‑ino) admite desdoblamiento del género, el segundo (con ‑ón) no. Asimismo,
resultan, cuando menos, curiosos los contrastes, por un lado, gorriato ‘gorrión’ /
gurriato ‘pollo del gorrión’ y, por otro, gurriato ‘cerdo pequeño’ / gurriato ‘pollo
del gorrión’, en la medida en que solo el segundo elemento de ambos pares
admite flexión (según el DLE). Esta arbitrariedad en relación con la moción de
género es detectable igualmente en los nombres que designan individuo adulto:
leopardo / leoparda ~ guepardo / *gueparda, camello / camella ~ dromedario /
*dromedaria (según el DLE), incluso tratándose de sinónimos: jilguero / jilguera ~
pintadillo / *pintadilla, gorrión / gorriona ~ gurriato / *gurriata, y en los nombres
de cría obtenidos por medios léxicos: osezno / osezna ~ esbardo / *esbarda;
prueba evidente de la inconsistencia de la noción género epiceno.
El corpus de nombres de cría animal se enriquecería notablemente si se
tuvieran en cuenta tanto los adjetivos aplicados a ciertas crías ―en especial, del
ganado lanar, vacuno y cabrío― que se usan con frecuencia como sustantivos:
añal, primal, cancín, andosco, etc., como las voces con marca dialectal, es decir,
de uso no general del español, obtenidas bien por medios léxicos, bien por
medios morfológicos: ternasco, frajenco, terzón [Aragón], vaquillona [Argentina,
Chile, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Perú], perdigana [La
Rioja, Aragón], baifo [Canarias], machorra o tarojase [Fuerteventura], forrefo [El
Hierro], garrapo, rungo, churro, sobreprimado, chorato [Salamanca], esbardo [As-
turias], cancina, macaco [Valladolid], lechazo [América], cegajo, segallo [Huesca],
pollón [Cuba, Nicaragua, P. Rico], tetón [La Rioja], gurriato ‘cerdo pequeño’ [León,
Salamanca, Zamora], gurripato ‘gurriato’ [Andalucía]... Este criterio provocaría
inexcusablemente un cambio en la nómina de sufijos, pues engrosarían dicha
nómina otros nuevos, erigiéndose algunos de ellos (como ‑al) en preferentes.
De entre los sufijos, los hay con un mayor grado de vitalidad que otros
―vitalidad, no obstante, escasa, a tenor de la parquedad de registros existentes
(máxime si se contrasta con el conjunto extenso, e indefinido, de animales que
conforman la fauna de todo el mundo)― en cuanto que han sido capaces de
generar cuatro o más sustantivos designadores de cría animal, como ‑ezno, ‑ato,
‑ino, ‑illo y ‑ón, y otros de productividad muy baja o mínima (los restantes): ‑ucho,
‑astro, ‑astre, ‑eto, ‑ego, ‑ote, etc. El sufijo ‑illo, pese a ser, con ‑ito, el más
frecuente entre los diminutivos, es, según los registros del DLE (seis), poco
rentable en la producción de nombres de cría animal. Ahora bien, esta escasez
puede deberse a una decisión meramente lexicográfica, la de evitar el engorde del
vocabulario con diminutivos y aumentativos si no representan cambio semántico
más allá del contenido ‘disminución’ o ‘aumento’ (en este caso, de edad), frente a
la práctica habitual seguida en los casos de lexicalización, aun teniéndose
conocimiento del uso natural que los hablantes hacen de tales sufijos (sobre todo,
‑ito) para nombrar la cría o animal de poca edad: corderito, pollito, patito,
por ejemplo, con las series borro ‘cordero que pasa de un año y no llega a dos’ /
borrego ‘cordero de uno a dos años’, potro ‘caballo desde que nace hasta que
muda los dientes de leche, que, generalmente, es a los cuatro años y medio de
edad’ / potrillo ~ potranco ‘caballo que no tiene más de tres años’, lebrato ‘liebre
nueva o de poco tiempo’ / lebratón ‘lebrato grande’, chivo ‘cría de la cabra [, desde
que no mama hasta la edad de procrear]’ / chivato ‘chivo que pasa de los seis
meses y no llega al año’ / chivarro ‘chivo desde uno a los dos años de su edad’,
pollo ‘gallo o gallina joven’ / pollastre ~ pollastro ‘pollo [= gallo o gallina joven]
algo crecido’ / pollancón ‘pollo [= gallo o gallina joven] de mayor tamaño’. En tal
situación, borro podría interpretarse como hipónimo de borrego; potrillo y potran-
co, de potro; lebratón, de lebrato; chivato y chivarro, de chivo; pollastro y pollan-
cón, de pollo. No obstante, borro y borrego, potro y potranco y chivo y chivato
podrían analizarse como sinónimos si se limita su relación al periodo acotado:
cuando, por ejemplo, borro y borrego se aplican a un cordero de año y medio;
potro y potranco, a un caballo de dos años; y chivo y chivato, a un cabrito de diez
meses (véase §4).
Otras veces, un sufijo típico de nombre de cría sirve para designar al indivi-
duo adulto de la misma especie, por lo que podría considerarse, en cierto modo,
un falso sufijo de cría animal; así, cochino designa ‘cerdo’ (1.ª acepción); gorriato,
‘gorrión’; cabrón, ‘macho de la cabra, cabro’ (6.ª acepción); marrancho, ‘marra-
no’; gavina [< gavia], ‘gaviota’; etc. Se establece, pues, una relación de sinonimia
entre el sustantivo primitivo o base y el sufijado: cocho / cochino, gorriato /
gorrión, cabro / cabrón, marrano / marrancho, gavina y gaviota / gavia...15 Puede
ocurrir que uno de estos sustantivos sea polisémico y, según una acepción,
designe el individuo adulto y, según otra, la cría, de modo que la relación de
sinonimia entre base y derivado se celebra en virtud de solo una de las acepcio-
nes, la de individuo adulto: ansarón: ‘ánsar’ (1.ª acepción) / ‘ansarino (‖ pollo de
ánsar)’ (2.ª acepción); con la otra acepción, no sería un falso sufijo de cría animal.
Algo similar ocurre con cervatillo, solo que, en vez de designar el individuo adulto
en una de las acepciones, designa otro animal: cervatillo ‘cervato’ (‘cría de ciervo’)
/ ‘almizclero’ (cérvido). Puede ocurrir que, como en el caso de ansarón, un
derivado polisémico designe, según una acepción, el individuo adulto y, según
otra, la cría, pero, distintamente de ansarón, la base no sea un zoónimo, por lo
que no es viable la relación de sinonimia indicada: gorrino ‘cerdo’ (2.ª acepción) /
‘cerdo pequeño que aún no llega a cuatro meses’ (1.ª acepción); lechón ‘cerdo
macho de cualquier tiempo’ (3.ª acepción) / ‘cochinillo que todavía mama’
15 Estos trueques de significado ya se producían en el paso del latín al romance. Véase, a modo
de ejemplo, Löfstedt (1963).
3 El fenómeno de la sinonimia
Como habrá podido apreciarse, algunas crías de animal pueden recibir denomi-
naciones distintas y, por tanto, usarse como sinónimos; si bien algunos nombres
son sinónimos solo en virtud de una de sus acepciones; es el caso de primal,
cancín y borrego (1.ª acepción) ―e, incluso, borro― aplicados a una oveja o un
cordero; de osezno y esbardo; de jabato y rayón; de ternero, jato, chorato y choto
(2.ª acepción) ‘cría de la vaca’; de novillo (‘res vacuna de dos a tres años’,
1.ª acepción), juvenco, magüeto y utrero...16 Cabe señalar que novillo formaría
16 La definición de utrero como ‘novillo desde los dos años hasta cumplir los tres’ resulta
redundante conforme a la definición de novillo.
parte de la primera serie si se adoptara la cuarta acepción del DLE, que correspon-
de a ‘ternero’ en Chile, Honduras, México y República Dominicana; y que becerro
(‘cría de la vaca hasta que cumple uno o dos años o poco más’, 2.ª acepción) y
terzón (‘novillo de tres años’) podrían incluirse en la segunda serie siempre que el
primero sobrepase los dos años y el segundo coincida con el límite de edad del
novillo (3 años).
A veces, la sinonimia se consigue mediante dos sufijos alternantes, como es
el caso de añojo / añal / añino, aplicados a res vacuna o lanar, recentín / recental,
muleto / mulato. Antes se han citado los pares lobezno / lobato, cigoñino /
cigüeñato, potrillo / potranco, ansarón / ansarino y anadón / anadino, y el trío
corecillo / corezuelo / corecico. En el caso de pollastre / pollastro, entendemos que
los sufijos son alomorfos. Puede ocurrir que una de las alternativas se haya
heredado con el sufijo ya en latín (el nombre de cría animal no es formación
románica), como el citado cigoñino [< lat. ciconinus], frente a cigüeñato [< cigüeña
< lat. ciconia]. Este fenómeno de sinonimia sufijal se produce también en las
denominaciones de animales adultos: verraco / verrón, gaviota / gavina.
Asimismo, uno de los sinónimos puede estar marcado diatópicamente, como
ocurre con novillo, antes comentado, o churro (4.ª acepción) y sobreño, que son
las denominaciones comunes del cordero añojo y sobreañal en Salamanca, o
baifo, que es como se llama al cabrito en Canarias.
El fenómeno de la sinonimia no es algo extraño en las denominaciones
propias del reino animal, incluso entre los individuos adultos, como muestran las
series mulo ~ macho ~ acémila, burro ~ borrico ~ asno ~ acémila ~ jumento ~
pollino ~ rucho ~ ruche ~ rozno, cerdo ~ marrano ~ marranchón ~ marrancho ~
cocho ~ gocho ~ chancho ~ gorrín ~ gorrino ~ cochino ~ guarro ~ lechón ~ cebón ~
puerco ~ tocino, garañón ~ hechor ~ guarán, onagro ~ cebra, burdégano ~ burreño
~ mohíno, jilguero ~ silguero ~ colorín ~ golorito ~ sietecolores ~ pintacilgo ~
pintadillo, gallina ~ pita, comadreja ~ buharro, zorra ~ vulpeja ~ raposa ~ marfusa,
abubilla ~ upupa, urraca ~ picaza ~ picaraza ~ marica, gato ~ minino ~ mizo ~
michino ~ micho ~ morrongo ~ morroño, perro ~ can ~ tuso ~ chucho, capibara ~
carpincho ~ chigüire...17
Además, en virtud de los distintos sentidos que, de una palabra, registra el
diccionario, algunos nombres de cría funcionan como lexemas puente, pues
pueden pertenecer a dos familias o campos léxicos distintos; así, choto puede
designar ‘cría macho de la cabra mientras mama’ (es decir, se aplica a la res
17 Algunos nombres son sinónimos solo en virtud de una de sus acepciones (según el DLE):
macho ‘mulo’ (2.ª acepción), acémila ‘mulo’ (1.ª acepción) y ‘asno’ (2.ª acepción), pollino ‘asno’
(2.ª acepción), lechón ‘cerdo’ (3.ª acepción), cebón ‘cerdo’ (2.ª acepción), gorrino ‘cerdo’ (1.ª
acepción), etc.
cabría) o ‘ternero’ (es decir, se aplica a la res vacuna); añojo designa bien
‘cordero’ (es decir, se aplica a la res ovejuna), bien ‘becerro’ (es decir, se aplica a
la res vacuna); su variante añal puede aplicarse, además, a la res cabría; y primal,
a la cabría y la ovejuna; el adjetivo recental se aplica tanto al ternero como al
cordero. Entre los nombres de individuo adulto, la voz acémila puede referirse,
como se ha indicado, tanto al asno como al mulo.
4 Series léxicas
El léxico español especializado en establecer los tramos de edad de un mismo
animal permite construir series o cadenas más o menos extensas, si bien de las
definiciones lexicográficas se desprende la existencia de solapamientos pues el
límite de algunos tramos no es preciso, lo que puede provocar que dos términos
distintos se conviertan en sinónimos o cuasisinónimos.18 Este fenómeno se veri-
fica solo en algunos animales domésticos. Las tres especies que han dado lugar a
un paradigma más rico de nombres de cría son la cabra, la oveja y la vaca. Las
tres familias disponen de un lexema que representa el extremo inferior de la
escala y de otro, el que designa el individuo adulto ―en los tres casos, la hembra
habitualmente (cabra y cabro o cabrón, oveja y carnero, vaca y toro)―, que
representa el extremo superior. El hiperónimo de los distintos hipónimos se
caracteriza por estar incluido en la definición de los grados intermedios subsi-
guientes con expresiones como ‘cría de la cabra’ (por ejemplo, cabrito), ‘cría de la
oveja’ (por ejemplo, cordero) y ‘cría de la vaca’ (por ejemplo, ternero), o ‘res
cabría’, ‘res ovejuna’ y ‘res vacuna’, o similar; no obstante, algunos grados
18 Por ejemplo, dado que la edad en un animal de procrear es imprecisa o solo estimativa, un
chivo puede ser chivato, añal, sobreañal, primal y chivarro, incluso andosco, y estos tres últimos
términos pueden funcionar como sinónimos. Dada la amplitud de tiempo que otorga la definición,
los nombres borrego y borro ―y, por tanto, cancín, primal, andosco― pueden ser sinónimos; no lo
son, por ejemplo, si el borrego tiene los 2 años cumplidos o si el borrego tiene un año recién
cumplido: en el primer caso, el borrego es mayor que el borro, que nunca llega a dos (en tal
sentido, borro tiene que preceder a borrego); en el segundo, sucede lo contrario, pues el borro ha
de tener más de un año (de ahí que borrego anteceda a borro en la cadena). Además, el borrego
podría ser un sobreprimado si tiene dos años. Tanto el lechal como el recental, el añal, el
sobreañal y el eral (y la vaquilla, aplicada a la hembra) son becerros o terneros; lechal y recental
son sinónimos según el rasgo ‘que mama’; becerro y ternero (o jato, choto y chorato) son sinónimos
mientras no se especifique el límite de edad del ternero. También novillo (o juvenco, magüeto y
utrero) puede ser sinónimo de becerro (y ternero) si se aplica al periodo comprendido entre los dos
años y, por ejemplo, 25 meses. Por la imprecisión temporal que alberga la definición, el igüedo
puede ser perfectamente tanto un sobreprimado como un trasandosco.
1) cabrito / choto / lechal / baifo (‘cría de la cabra desde que nace hasta que deja
de mamar’ / ‘cría de la cabra mientras mama’ / ‘Dicho de un animal[,
especialmente de un cordero]: Que mama’ / [Canarias] ‘cabrito’) > caloyo
(‘[cordero o] cabrito recién nacido’) > chivo (‘cría de la cabra, desde que no
mama hasta la edad de procrear’) > chivato (‘chivo que pasa de seis meses y
no llega al año’) > añal (‘Dicho de [un cordero, de un becerro, o de un] macho
cabrío: Que tiene un año cumplido’) > sobreañal (‘Dicho de un animal: De
poco más de un año’) > segallo / cegajo ([Huesca] ‘cabrito antes de llegar a
primal’ / ‘Dicho de [un cordero o de] un chivo: Que no llega a primal’) > primal
(‘Dicho de una res [ovejuna o] cabría: Que tiene más de un año y no llega a
dos’) > chivarro (‘chivo desde uno a los dos años de su edad’) > andosco
(‘Dicho de una res de ganado menor: Que tiene más de uno o dos años’) >
trasandosco (‘Dicho de una res de ganado menor: Que tiene algo más de dos
años’) > tercenco (‘Dicho de una res de ganado menor: Que tiene tres años’) >
cabra / cabrón.19
2) cordero (‘cría de la oveja’) > caloyo (‘cordero [o cabrito] recién nacido’) >
lechal / lechazo (‘Dicho de un animal, especialmente de un cordero: Que
mama’ / [América] ‘cordero lechal’) > pascual (‘cordero joven mayor que el
lechal’) > recental / ternasco / año (‘Dicho de un cordero [o un ternero]: Que
mama o que no ha pastado todavía’ / [Aragón] ‘cordero que aún no ha
pastado’ / [Galicia, León] ‘cordero recental’20) > macaco ([Valladolid] ‘cordero
19 Son sinónimos macho cabrío, buco, barbón, cabrío, irasco [Álava, Aragón, Navarra], bote,
bode, boque [Soria], garañón [Canarias], beche y barbado (Casares 1984 [1959]), y cuasisinónimos,
entre otros, castrón, bucardo ‘macho de cabra montés’.
20 Según Casares (1984 [1959]), designa al ‘corderito recién nacido’, por lo que sería sinónimo de
caloyo.
lechal que empieza a pastar’) > forrefo ([Canarias] ‘cordero entre seis meses y
un año’) > añal / añojo / añino / churro (‘Dicho de un cordero[, de un becerro,
o de un macho cabrío]: Que tiene un año cumplido’ / ‘[Becerro o] cordero de
un año cumplido’ / ‘añal’ / [Canarias] ‘añojo’) > sobreañal (‘Dicho de un
animal: De poco más de un año’) > borrego (‘Cordero de uno a dos años’) >
cegajo (‘Dicho de un cordero [o de un chivo]: Que no llega a primal’) > primal
/ cancín / borro / (‘Dicho de una res ovejuna [o cabría]: Que tiene más de un
año y no llega a dos’ / ‘Dicho de una res lanar: Que tiene más de un año y no
llega a dos’ / ‘cordero que pasa de un año y no llega a dos’) > andosco (‘Dicho
de una res de ganado menor: Que tiene más de uno o dos años’) > sobreprima-
do ([Salamanca] ‘Dicho de una res lanar: Que ha cumplido dos años’) > igüedo
(‘animal cabrío de unos dos años’) > trasandosco (‘Dicho de una res de
ganado menor: Que tiene algo más de dos años’) > tercenco (‘Dicho de una res
de ganado menor: Que tiene tres años’) > oveja / carnero.21
3) ternero / jato / choto / chorato (‘cría de la vaca’) > becerro (‘cría de la vaca
hasta que cumple uno o dos años o poco más’) > niñato / vacaray, vacaraí o
bacaray (‘becerro que se halla en el vientre de la vaca cuando la matan
estando preñada’ / [Argentina, Uruguay] ‘ternero no nato, que ha sido extraí-
do del vientre de la madre al sacrificarla’) > lechal (‘Dicho de un animal[,
especialmente de un cordero]: Que mama’) > recental / recentín (‘Dicho de [un
cordero o] un ternero: Que mama o que no ha pastado todavía’) > añal / añojo
(‘Dicho [de un cordero,] de un becerro[, o de un macho cabrío]: Que tiene un
año cumplido’ / ‘becerro [o cordero] de un año cumplido’) > vaquillona
([Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, Perú y Uruguay] ‘vaca de
uno a dos años aún no fecundada’) > sobreañal / sobreño [Salamanca] (‘Dicho
de un animal: De poco más de un año’) > eral (‘res vacuna de más de un año y
no pasa de dos’) > vaquilla ([Bolivia, Chile, Honduras y Nicaragua]22 ‘ternera
de año y medio a dos años’) > novillo (1.ª acepción) / juvenco / magüeto /
utrero (‘res vacuna de dos a tres años’ / ‘novillo’ / ‘novillo’ / ‘novillo desde los
dos hasta cumplir los tres años’) > terzón ([Aragón] ‘Dicho de un novillo: De
tres años’) > cuatreño (‘Dicho de una res bovina: Que tiene cuatro hierbas o
años y no ha cumplido cinco’) > vaca / toro.23
21 De carnero, son sinónimos, entre otros, balante, ramiro, morueco, mardal [Murcia] o mardano
[Aragón], marón, maroto y velloso (Casares 1984 [1959]), musmón ‘carnero de Córcega’, muflón, y
cuasisinónimo, por ejemplo, castrón.
22 Suponemos que también en España.
23 Pueden aparecer otros cuasisinónimos o hipónimos, como bierva, cutral o cotral (respecto de
vaca), y buey, cabestro, toruno, vaco, manso, morlaco, morucho, castrón, etc. (respecto de toro).
5 Fundamento pragmático
Tal abundancia y diversidad de sinónimos y términos para hacer matizaciones
semánticas (según las distintas fases de crecimiento del animal o alguna caracte-
rística del mismo) tiene, creemos, un fundamento extralingüístico o pragmático;
con frecuencia, de orden cultural: tiene que ver con la necesidad del ser humano
de establecer diferencias en razón de la utilidad o el valor del animal en las
actividades propias de la ganadería: crianza, reproducción, explotación, compra-
venta, producción de alimentos (carne, leche, lana, etc.), propiedades o calidad
de estos, transporte, tiro, etc. Una prueba de que la terminología específica viene
determinada pragmática o extralingüísticamente es que tales distinciones se
aplican casi exclusivamente a animales domésticos (de granja, establo o corral);
piénsese, por ejemplo, en voces como cochino, capón, verraco, garañón, lechal,
vaco, morueco, igüedo, magüeto, [cordero] endoblado, [cordero] mueso, [cordero]
macaco, [oveja] garria, [oveja] machorra, [oveja] sacadera, [oveja] atona, [oveja]
artuña, [oveja] renil, [oveja] cancina, [oveja] vacía, bierva, churra, merina, niñato,
ciclán o chiclán, liviano, piñón, [vaca] cutral o cotral, [mula] reata, burdégano,
24 Son numerosos los sinónimos de cerdo: puerco, cochino, marrano, cocho, etc. (véase §3).
25 Podrían aparecer otros sinónimos o cuasisinónimos o hipónimos, como jaca, corcel, etc.
26 Serían sinónimos asno, borrico, pollino, etc., e hipónimos guarán, etc. (véase §3).
27 Puede reemplazarse por otros sinónimos, como pollino, etc., o hipónimos, como burdégano,
etc. (véase §3).
muleto, terzuelo, gallino, jaco, pularda, etc.28 Entre los animales salvajes, la
distinción terminológica principal estriba en la diferenciación individuo adulto /
cría, y solo afecta a un número pequeño de zoónimos, con la particularidad de
que, salvo raras excepciones (dialectalismos, préstamos, etc.), el nombre de la
cría se forma normalmente recurriendo al mismo mecanismo antes descrito (la
adjunción de un sufijo al nombre del adulto): lobo / lobezno, oso / osezno, ciervo /
cervato, corzo / corcino, ballena / ballenato, etc. Otra prueba es que tales distin-
ciones tienen lugar sobre todo en sociedades rurales de tradición ganadera o cuya
principal fuente de desarrollo económico es la ganadería; suelen ser las gentes
que ejercen una profesión o actividad relacionada con los animales (cabreros,
vaqueros, pastores, arrieros, pescadores, cazadores, biólogos, veterinarios, etc.)
las únicas capaces de hacer o reconocer tales distinciones. Esta circunstancia
explicaría la amplia gama de términos que recibe la res cabría en Canarias y
Marruecos, o el camello en este último país o en otros del mundo árabe. Los
ganaderos andinos de Ecuador, Bolivia, Perú y Chile establecen distinciones entre
los individuos de la llama, la vicuña y la alpaca. Las distinciones de edad entre
los individuos de la cabra, la oveja y la vaca tienen su principal explicación en el
valor de su carne o en su capacidad de procreación. El hecho de que existan
menos matices de edad en otros animales domésticos como el caballo o el asno
―o, con más razón, el gato o el perro― seguramente se debe a que tales animales
no interesan por su carne, leche, lana o piel; en cambio, sí existen términos
diversos para diferenciar los individuos (adultos) de estas especies por el porte, la
alzada, la robustez o la velocidad; así, en el ganado caballar, palafrén, rocín, jaca,
trotón, corcel, poni, etc. Otro ejemplo es el amplio vocabulario relativo al color de
la piel de la ganadería mayor: bayo, roano, etc. El vínculo del hombre con los
animales justifica que, por ejemplo, solo los pescadores denominen de distinta
manera al alevín o individuo joven o de menor tamaño o peso y al adulto o de
mayor tamaño o peso. En regiones de gran actividad pesquera, como Canarias, se
han acuñado voces específicas para las crías o especímenes de menor tamaño;
así, por ejemplo, en Lanzarote y Fuerteventura llaman majuga a la sardina en su
fase juvenil, y en La Gomera, albacoreta a la albacora pequeña (Morera Pérez
1996).
La existencia de dialectalismos en el vocabulario del reino animal es precisa-
mente un indicio más del fundamento pragmático y no lingüístico de numerosos
zoónimos. La competencia cultural o saber enciclopédico, favorecida amplia-
28 Hay también denominaciones especiales en la fauna salvaje (por ejemplo, entre cazadores y
pescadores), como garbón ‘perdiz macho’, perdigana ‘perdiz nueva’, perdigón ‘perdiz macho entre
cazadores’ (3.ª acepción), bical ‘salmón macho’, etc.
mente por la familiarización del hombre con el animal (carácter doméstico del
animal, oficio relacionado con los animales, etc.), representa la causa principal
del reconocimiento o uso del femenino para designar la hembra del animal,
adulto o joven, que se nombra genéricamente en masculino, o bien del masculi-
no para designar al macho de la especie, adulto o joven, que se nombra genérica-
mente en femenino: oveja / carnero, borro / borra, etc., y también del reconoci-
miento o uso de términos y sufijos específicos para la cría animal: ternero,
perrezno, jabato, etc.
6 Conclusiones
Del estudio llevado a cabo podemos extraer las siguientes conclusiones, entre
otras:
7 Bibliografía
Alarcos Llorach, Emilio, Gramática de la lengua española, Madrid, Espasa, 1994.
Alcina Franch, Juan/Blecua, José Manuel, Gramática española, Barcelona, Ariel, 1975.
Alemany Bolufer, José, Tratado de la formación de palabras en la lengua castellana. La deriva-
ción y la composición. Estudio de los sufijos y prefijos empleados en una y otra, Madrid,
Librería General de Victoriano Suárez, 1920.
Almela Pérez, Ramón, Procedimientos de formación de palabras en español, Barcelona, Ariel,
1999.
Alonso, Amado, Para la lingüística de nuestro diminutivo, Humanidades 21 (1930), 35–41.
Alonso, Amado, Noción, emoción, acción y fantasía en los diminutivos, in: id. (ed.), Estudios
lingüísticos. Temas españoles, Madrid, Gredos, 31962, 161–189.
Ambadiang, Théophile, Las bases morfológicas de la formación de diminutivos en español, Verba
24 (1997), 99–132.
Ambadiang, Théophile/Camus Bergarache, Bruno, Morfonología de la formación de diminutivos
en español: ¿reglas morfológicas o restricciones fonológicas?, in: Fábregas, Antonio/
Felíu Arquiola, Elena/Martín García, Josefa/Pazó Espinosa, José (edd.), Los límites de
la morfología. Estudios ofrecidos a Soledad Varela Ortega, Madrid, UAM, 2012,
55–77.
Ambadiang, Théophile/Camus Bergarache, Bruno, Aspectos del desarrollo histórico de la alo-
morfia. Del diminutivo en español, in: Pujol Payet, Isabel (ed.), Formación de palabras y
diacronía, A Coruña, Universidade da Coruña, 2013, 55–77.
Bello, Andrés, Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos [1847],
2 vol., Madrid, Arco/Libros, 1988.
Lázaro Mora, Fernando Antonio, La derivación apreciativa, in: Bosque, Ignacio/Demonte, Violeta
(edd.), Gramática descriptiva de la lengua española, vol. 3, Madrid, Espasa, 1999, 4645–
4682.
Löfstedt, Bengt, Bemerkungen zum Problem Genus: Sexus im Lateinischen, Symbolae Osloenses
38 (1963), 47–68.
Miranda Poza, José Alberto, La formación de palabras en español, Salamanca, Colegio de
España, 1994.
Monge Casao, Tadeo Félix, Los diminutivos en español, in: Straka, Georges (ed.), Actes du Xe
Congrès International de Linguistique et Philologie Romanes, vol. 1, Paris, Klincksieck,
1965, 137–147.
Montes Giraldo, José Joaquin, Funciones del diminutivo en español: ensayo de clasificación,
Thesaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo 27 (1972), 71–88.
Morala Rodríguez, José Ramón, Notas de lexicografía histórica leonesa: léxico de la ganadería,
in: Cano, Ana María (ed.), Fueyes dixebraes del Homenaxe al Profesor Xosé Lluis García
Arias, vol. 1, Oviedo, Academia de la Llingua Asturiana, 2010, 257–277.
Morala Rodríguez, José Ramón, Léxico ganadero formado sobre denominaciones relativas al
tiempo, in: Bargalló Escrivà, Maria/Garcés Gómez, María Pilar/Garriga Escribano, Cecilio
(edd.), «Llaneza». Estudios dedicados al profesor Juan Gutiérrez Cuadrado, A Coruña,
Universidade da Coruña, 2014, 117–129.
Morera Pérez, Marcial, Los nombres canarios de edad de los animales, Anuario de Letras 34
(1996), 168–205.
Náñez Fernández, Emilio, El diminutivo. Historia y funciones en el español clásico y moderno,
Madrid, Gredos, 1973.
NGLE 2009 = Real Academia Española/Asociación de Academias de la Lengua Española, Nueva
gramática de la lengua española, Madrid, Espasa, 2009.
Pharies, David, Diccionario etimológico de los sufijos españoles y de otros elementos finales,
Madrid, Gredos, 2002.
RAE 1931 = Real Academia Española, Gramática de la lengua castellana, Madrid, Espasa-Calpe,
1931.
RAE 1973 = Real Academia Española, Esbozo de una nueva gramática de la lengua española,
Madrid, Espasa-Calpe, 1973.
Rainer, Franz, Spanische Wortbildungslehre, Tübingen, Niemeyer, 1993.
Ranson, Helen M., Diminutivos, aumentativos, despectivos, Hispania 37 (1954), 406–408.
Salvá, Vicente, Gramática de la lengua castellana según ahora se habla [1830–1847], Madrid,
Arco/Libros, 1988.
Santiago Lacuesta, Ramón/Bustos Gisbert, Eugenio de, La derivación nominal, in: Bosque,
Ignacio/Demonte, Violeta (edd.), Gramática descriptiva de la lengua española, vol. 3,
Madrid, Espasa, 1999, 4504–4595.
Seco, Manuel, Gramática esencial del español, Madrid, Espasa, 1972.
Varela Ortega, Soledad, Morfología léxica: la formación de palabras, Madrid, Gredos, 2005.
Walsh, Donald D., Some Spanish diminutives, Hispania 25 (1942), 461–462.
Walsh, Donald D., Spanish diminutives, Hispania 27 (1944), 11–20.
Zuluaga Ospina, Alberto, La función del diminutivo en español, Thesaurus. Boletín del Instituto
Caro y Cuervo 25 (1970), 23–48.
Anexo 29
29 El Anexo está formado exclusivamente por los sufijos que denotan ‘cría’; no incluye los
lexemas o palabras primitivas que, en sí mismas, significan ‘cría’, como potro o gazapo. Cada
sufijo se acompaña, ordenados alfabéticamente, con los sustantivos o adjetivos con uso sustanti-
vo derivados a partir de su adjunción a una base, indicándose entre paréntesis aquellos que
tienen femenino; el conjunto de estos constituye el corpus, para el cual se han tenido en cuenta
solo las voces recogidas en el DLE, además de gorrín ‘cerdo pequeño’ y rayón ‘jabato’, que, con
este significado, registran otros diccionarios al uso como el DUE y el DEA, no así otras voces que
aparecen esporádicamente en algunos estudios, como lobarro (Pharies 2002), burranco, pollanco,
gavioto y machorra (Morera Pérez 1996), anojo, anojal, anejo, añejo, doblén, ternal, almallo,
gargalla, duendo, manío, escasa, toral, angüeda, cuarteño y quinteño (Morala Rodríguez 2010;
2014), o que puedan localizarse en internet sin el correspondiente refrendo lexicográfico, como el
femenino perrezna, ni las supuestamente derivadas con sufijo ya en latín, como, por ejemplo,
novillo o juvenco, ni el préstamo con aparente sufijo pichón, ni las adaptaciones onomatopéyicas
buche, choto y chivo, pues creemos que las vocales finales (‑e, ‑o) no son aquí sufijos. Se incluye
jabato porque varios autores, en especial el DLE, lo analizan como derivado por sufijación (‑ato)
de jabalí, frente a lo que ocurre con gabato y gazapo. Cabe recordar que algunos nombres son
polisémicos y solo en una de sus acepciones significa ‘cría’, como cervatillo (1.ª acepción), pollino
(1.ª acepción) y mulato (5.ª acepción). Es posible que el corpus no sea exhaustivo: es fácil que
existan dialectalismos o voces de uso restringido no detectados en nuestra investigación.
30 Según Alemany (1920, 12), proviene de ranacuajo, formado de rana más el sufijo ‑acuajo; el
DLE lo describe como diminutivo de rana, sin comentar la presencia del segmento ‑ac‑, que podría
interpretarse como interfijo.
31 En el caso de analizarse como sufijado, y no como compuesto, donde ‑p‑ deberían interpretar-
se interfijo.
-eno: quinceno
-eño: cuatreño, sobreño,
-eto(a): muleto(a)
-ezno(a): gamezno, lobezno(a), osezno(a), pavezno, perrezno, viborezno
-ico: corecico,32 liebratico
-illo(a): cervatillo(a), cochinillo, corecillo, lebroncillo, potrillo(a), vaquilla
-ín(a): gorrín(a), recentín
-ino(a): anadino(a), ansarino, añino, cigoñino, corcino, gorrino(a), palomino,
pollino(a), porcino
-ito(a): cabrito(a)
-ojo(a): añojo(a)
-o: golondrino, picazo
-ón(a): anadón, ansarón, lebrastón, lebratón, liebrastón, liebratón, marranchón,
perdigón, pollancón(a), pollón, rayón, terzón(a), tetón, tusón(a), vaquillona
-osco: andosco, trasandosco
-ote: gavinote
-ucho: aguilucho
-uelo: corezuelo
-uzo: lechuzo
32 Aquí se interpreta ‑ico como sufijo y ‑ec‑ como interfijo, aunque autores como Alemany (1920)
y NGLE 2009 analizan como sufijo ‑ecico, y también ‑ecillo y ‑ezuelo en corecillo y corezuelo.