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ZrP 2018; 134(1): 86–107

Mario García-Page
Estudio de los sufijos españoles que
denotan ‘cría’

https://doi.org/10.1515/zrp-2018-0004

Abstract: The present study focusses on the Spanish suffixes denoting ‘baby
animal’ (‑ato, ‑ezno, ‑ino, ‑ón, ‑ucho, etc.), although it also takes into account the
simple substantives belonging to the same lexical field (e.g. potro ‘colt’). Since
there are no previous studies which either enumerate or analyse suffixes on this
kind, our initial goal is to identify them. In order to do so, we have drawn on the
Diccionario de la lengua española (2014), which may be considered the linguistic
work containing the greatest number of zoonyms. Then, once the corpus has been
established, we describe the characteristics of some suffixes: productivity rate,
patterns of formation, receptive bases of the suffixes, nouns which two or three
alternative suffixes, relations of synonymy, and potential pragmatic and non-
linguistic causes of the lexical diversity and morphological particularities of
suffixes.

Keywords: morphology, suffixing, word formation, zoonym, lexicon

Palabras clave: morfología, sufijación, formación de palabras, zoónimos, léxico

1 Introducción
No existe, hasta donde alcanzamos, ningún estudio monográfico dedicado a los
sufijos españoles que forman sustantivos que designan ‘cría de animal’ (‘pollo’,
‘cachorro’, ‘cría’, etc.).1 Ni las gramáticas de español al uso (Seco 1972; Alcina
Franch/Blecua 1975; Alarcos Llorach 1994; GDLE 1999; NGLE 2009), ni las obras

1 Entre los pocos estudios monográficos sobre los nombres de cría animal, cabe citar Gougen-
heim (1950), para el francés; Morera Pérez (1996), para el español canario; y, desde el punto de
vista histórico, Morala Rodríguez (2010; 2014), para el leonés; los cuatro con carácter parcial y de
escaso interés para los fenómenos de morfología que aquí abordamos (cf. García-Page 2015).

Dirección de correspondencia: Prof. Dr. Mario García-Page, Universidad Nacional de Educación a


Distancia (UNED), Departamento de Lengua Española y Lingüística General, Senda del Rey, 7,
E-28040 Madrid, E-Mail: mgarcia-page@flog.uned.es

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de referencia sobre la formación de palabras (Lang 1992; Miranda Poza 1994;


Almela Pérez 1999; Varela Ortega 2005; Casado Velarde 2015), ni aun las especí-
ficas sobre la derivación nominal (Santiago Lacuesta/De Bustos Gisbert 1999), les
reservan un capítulo o epígrafe ―como sí hacen para otras clases de sufijos―,
donde se traten los procesos regulares de formación de nombres de animales. No
suelen tratarse tampoco en los trabajos sobre la derivación apreciativa (Alonso
1930, 1962; Walsh 1942, 1944; Ranson 1954; Cisneros 1956; Fernández Ramírez
1962; Monge Casao 1965; Zuluaga Ospina 1970; Gooch 1970; Montes Giraldo 1972;
Náñez Fernández 1973; Jaeggli 1980; Ambadiang 1997; Hummel 1997 y 2015;
Lázaro Mora 1999; Ambadiang/Camus Bergarache 2012 y 2013), habida cuenta de
que algunos sufijos formadores de nombres de cría son de la clase de los
evaluativos, muchos de ellos diminutivos (o que, al menos, coinciden formalmen-
te con ellos): ‑ino, ‑illo, ‑ucho, ‑ato, ‑ota, ‑eto, ‑astro, ‑ón...
Una razón de esta ausencia podría ser la escasa productividad de tales sufijos
en la creación de nombres de cría animal, o, dicho de otra manera, la reducida
nómina de voces que designan cría animal formadas por derivación, a tenor de
los registros del Diccionario de la lengua española (DLE 2014) de la RAE/ASALE,
máxime si se tiene en cuenta la abundantísima cantidad de especies faunísticas
que hay en el mundo.
En cambio, los sufijos al menos sí aparecen, con mayor o menor completitud,
en función del orden alfabético convenido ―y a veces mezclados con otros
posibles valores de tales sufijos―, en algunos diccionarios, como el Tratado de la
formación de palabras en la lengua castellana..., de José Alemany y Bolufer (1920);
Spanische Wortbildungslehre, de Franz Rainer (1993, esp. §5); y el Diccionario
etimológico de los sufijos españoles, de David Pharies (2002); así como en el
estudio monográfico de Salvador Fernández Ramírez (1986) La derivación nomi-
nal. Aunque Salvá (1988 [1830–1847], vol. 1, 173–181)2 aduce algunos nombres de
cría animal al tratar los diminutivos (‑ato, ‑ino, ‑ón, etc.), es seguramente Bello
(1988 [1847], §213), en su Gramática de la lengua castellana, el primer autor que
reúne conscientemente un grupo representativo de nombres de cría formados
mediante sufijo derivativo. Posteriormente, con menos interés, la RAE (1931, §56.
c)) señala una serie de estos nombres en ‑ino: anadino, ansarino, cigoñino,

Algunos de ellos sí se tratan, por ejemplo, en Hasselrot (1957, 118–121), Löfstedt (1965) o Rainer
(1993, 201, §5).
2 En realidad, lo que hace Salvá (1988 [1830–1847]) es añadir nombres de cría a una enumeración
de ejemplos de diminutivo, sin diferenciar los distintos valores posibles de este. Algo semejante
se advierte en Faitelson-Weiser (1980).

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gorrino, palomino y pollino, y, años después, González Ollé (1962, 337 s.), otra serie 

en ‑ón: ansarón, anadón, lebrón, perdigón y aguilón.3


Según nuestra investigación y en conformidad con el corpus de datos (regis-
trados casi todos en el DLE), serían de dos clases las vías de formación de
nombres que designan ‘cría’ en español: léxica y morfológica. En el primer caso,
se trata de voces de origen latino (juvenco, novillo, niñato [< non nato], etc.) o, más
raramente, préstamos de otras lenguas (pichón, quizá gorgón), y adaptaciones de
una onomatopeya (chivo [< chib], buche [< buch] ‘asno recién nacido y mientras
mama’, rungo ‘cerdo de menos de un año’, choto,4 etc.), junto a otras de origen
incierto (igüedo, jato, segallo, gazapo, gabato, etc.); en el segundo, cabe diferen-
ciar dos mecanismos fundamentales, uno mayoritario y teóricamente productivo,
la sufijación: ballenato, jabato,5 lobezno, corcino, aguilucho, etc., y otro minorita-
rio y casi improductivo, la composición propia: pavipollo, bacaray (vacaray o
vacaraí),6 acaso gurripato,7 y quizá algún otro. La nómina podría incrementarse si
se consideran los pocos ejemplos detectados de composición impropia (o sintag-
mática, según otra terminología): potro de primer bocado, potro de segundo
bocado, y el supuestamente único ejemplo de acortamiento (según el DLE):
cotorra [< cotorrera] ‘pollo del papagayo’. Creemos que no existen denominacio-
nes de cría de animal obtenidas exclusivamente por prefijación,8 ni por parasínte-
sis, ni por cruce léxico (cf. mergánsar y gansarón ‘ganso bravo (adulto)’). Algunos
nombres de cría son dialectalismos: rungo, esbardo, frajenco, garrapo, perdigana,
ternasco, lechazo ‘cordero lechal’, etc.

3 El DLE no registra las voces lebrón y aguilón como zoónimos.


4 El DRAE (2001), en cambio, analiza choto como derivado regresivo de chotar. Resulta bastante
aventurado el análisis de ‑o y‑e como sufijos derivativos.
5 Aunque suele afirmarse que jabato deriva de jabalí (p. ej., DLE), no se explica el proceso de
formación. Se baraja la hipótesis del acortamiento (jabalí + ‑ato > jab[ali]ato), quizá por acomodo
al patrón silábico más común de los nombres de cría con sufijo, el trisílabo, aunque existen
contraejemplos: ballenato, aguilucho, anadino... Podría también suponerse que es un cruce de
gabato y jabalí, una corrupción de aquel por influencia de este. Para García-Hernández (2006,
2012), jabato es una formación directa del lat. gausapatus, con sufijo ya en la lengua de origen,
emparentada con gabato y gazapo.
También se produce acortamiento, acompañado de reajuste fonético (cierre de vocal velar), en
gurriato ‘pollo de gorrión’ (gorrión + ‑ato).
6 «(De vaca y el guar. ra’ý ‘hijo, cría’). Arg. y Ur. Ternero no nato, que ha sido extraído del vientre
de la madre al tiempo de sacrificarla» (DLE).
7 Es compuesto si deriva de guarro + pato (con variación fonética en el primer lexema) o de
gurriato + pato (con haplología). El análisis más simple es como corrupción de gurriato, donde p
sería un infijo.
8 Hay casos de prefijación sobre sufijados: los adjetivos sobreño, sobreañal, sobreprimado.

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2 Sufijos que denotan ‘cría animal’


Los sufijos que, en su adjunción a una base, dan lugar a nombres de cría animal
constituyen un inventario cerrado; y no todos tienen la misma productividad.
Como se ha indicado antes, la mayoría pertenece originariamente a la clase de los
evaluativos. Con las precisiones que se irán indicando, este inventario estaría
formado por los sufijos siguientes (algunos tienen moción de género y otros no,
según el DLE): -ajo, -al, -ana, -anco(a), -arro(a), -asco, -asta, -astre, -astro(a), -ato
(a), -ego(a), -enco, -eno, -eño, -eto(a), -ezno(a), -ico, -illo(a), -ino(a), -ito(a), -ojo(a),
-o, -ón(a), -orra, -ote, -ucho, -uelo, -uzo.
Aun siendo muchos y diversos los sufijos habilitados, el conjunto de nombres
que denotan ‘cría’ (incluyendo aquellos que se describen con el rasgo ‘de corta
edad’, ‘pequeño’, ‘nuevo’ o ‘joven’) es escaso ―y, como se ha dicho, cerrado― si
nos basamos en los registros del DLE; si bien no hay óbice para la forja de nuevas
voces a partir de la adjunción de dichos sufijos a bases receptivas, como son los
nombres de animal (adulto), es decir, zoónimos, en cuanto constituyen un esque-
ma regular de formación, que podría representarse como sigue: N‘animal adulto’ +
sufijo{‑ato, ‑ezno, ‑ino...} > N‘cría’: ballenato [< ballena], osezno [< oso], corcino [< corzo],
aguilucho [< águila], etc. Por otra parte, podrían existir fuertes restricciones en
relación con la base, pues casi todos los nombres de cría creados por sufijación se
forman sobre bases acabadas en vocal átona, más concretamente en ‑o, ‑a, ‑e: son
la excepción ánsar, perdiz y, acaso, gorrión.
En este contexto, el inventario existente en español de nombres de cría
reviste palmariamente un carácter arbitrario (observación aplicable a otras len-
guas), pues no hay razón para que sean solo unos pocos zoónimos los elegidos
para servir de base de formación de nombres de cría; así, por ejemplo, no tiene
explicación morfológica que exista perrezno [< perro] y no *gatezno [< gato],
lobezno [< lobo] y no *zorrezno [< zorro], cervato [< ciervo] y no *venadato [<
venado], corvato [< cuervo] y no *grajato [< grajo], ballenato [< ballena] y no
*orcato [< orca], lebrato [< liebre] y no *conejato [< conejo], ansarino [< ánsar] y no
*patino [< pato], cigoñino [< cigüeña] y no *garcino [< garza] o *grullino [< grulla],
etc. (adviértase que los miembros de algunos de estos pares designan especies del
mismo orden, familia o incluso mismo género).
También es en todo punto arbitraria la elección del sufijo por parte de las
bases nominales: perro > perrezno / *perrato / *perrino... No parece que, en tal
elección, exista ningún constreñimiento fonético, como ocurre con otros afijos,9

9 Es el caso de los alomorfos ‑al y ‑ar para formar nombres de lugar o colectivos (melonar, trigal,
etc.): la selección de uno u otro parece estar condicionada por la presencia en la base de ‑r‑ o ‑l‑,

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ni, por supuesto, gramatical: por ejemplo, dos o más bases de estructura morfoló-
gica similar e incluso semánticamente próximas presentan un comportamiento
distinto ante la operación de adjunción de un sufijo, como muestran los siguien-
tes contrastes: [gamo >] gamezno / *gamato / *gamino ~ [ciervo >] *cervezno /
cervato / *cervino ~ [corzo >] *corcezno / *corzato / corcino ~ [reno >] *renezno /
*renato / *renino ~ [alce >] *alcezno / *alzato / *alcino.
Tampoco obedece a un criterio gramatical el hecho de que una base esté
habilitada para recibir dos sufijos distintos (de idéntico significado) y otra no, aun
siendo morfológicamente semejantes: lobo > lobezno / lobato, oso > osezno /
*osato.
Respecto de esos sustantivos que admiten variantes ―lobo > lobezno / lobato
(y lobarro [Pharies 2002]), ciervo > cervatillo / cervato, cigüeña > cigoñino / cigüeña-
to, potro > potrillo / potranco, ánsar > ansarón / ansarino, ánade > anadón /
anadino,10 cuero > corecillo / corecico / corezuelo―, son, al parecer, los sufijos más
productivos (‑ezno, ‑ato, ‑ino, ‑illo, ‑ón) los que suelen intervenir en tales dobletes
o tripletes. Representan una excepción, por su número, los sufijos que dan lugar a
‘cría’ de liebre o ‘liebre joven’: lebrato / *lebrasta / lebroncillo / liebratico /
lebrastón, o ‘liebre nueva grande’ o ‘lebrato grande’: lebratón / liebratón / liebras-
tón. El que haya tantas variantes puede deberse a un hecho no lingüístico: la
importancia de esta especie en el ámbito cinegético español,11 donde interesan los
matices o distinciones, y a la diversidad geográfica de España. Es excepcional
también el nombre de cría del pavo al admitir dos procesos de formación distintos:
la sufijación (pavezno) y la composición (pavipollo).
A veces, el nombre de cría animal se construye recurriendo a dos sufijos (dos
ciclos de formación sucesivos): gavinote < gavina < gavia; cervatillo < cervato <
ciervo; vaquillona < vaquilla < vaca; cochinillo < cochino < cocho; lebroncillo <
[*lebrón (Pharies 2002)] < liebre; lebratón < lebrato < liebre; liebratico < lebrato <
liebre; lebrastón < [ant. *lebrasto] < liebre; pollancón < [*pollanco (Pharies 2002)] <
pollo. En unos casos, el estadio intermedio es un nombre de individuo adulto (el

respectivamente, aunque hay excepciones. Asimismo, están también condicionados fonética-


mente los alomorfos in‑, im‑, i.
10 Por la definición del DLE, no serían estrictamente sinónimos: anadino ‘ánade pequeño’/
anadón ‘pollo del ánade’, aunque en realidad creemos que sí lo son (y el uso regular lo refrenda):
cabe suponer que tales definiciones son equivalentes (el ánade pequeño es el pollo de ánade) si se
tiene en cuenta que, con los mismos sufijos, el diccionario describe como sinónimos ansarino
‘pollo de ánsar’ / ansarón ‘ansarino’.
11 No obstante, otras especies cinegéticas comunes, como la perdiz y el conejo, no son tan
productivas en el ámbito morfológico.

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sufijo no comporta cambio semántico): gavina, cochino; en otros, un sinónimo o


cuasisinónimo del nombre de la cría: cervato, vaquilla, lebrato, lebrón, *pollanco.
Existen otros hechos azarosos particulares. Así, no hay razón gramatical que
justifique que ansarón y anadón dispongan de los correlatos ansarino y anadino
para designar, respectivamente, ‘pollo de ánsar’ y ‘pollo de ánade’, pero no
gansarón ni mergánsar (*gansaronino o *gansarino, *mergansarino), aun estando
constituidos por la voz ánsar (ganso + ansarón y mergo + ánsar, según el DLE12).
Obedece a mero capricho la excepcionalidad antes indicada en relación con el
nombre de la cría del pavo: no hay razón gramatical para que exista pavipollo y
no, por ejemplo, *gallipollo ‘pollo del gallo o la gallina’, máxime cuando ya
dispone de una forma sufijada, que podría funcionar como mecanismo de blo-
queo.
Conforme al registro lexicográfico (DLE), es también arbitrario que unos
sufijos que denotan ‘cría’ admitan flexión para indicar masculino y femenino y
otros no: así, frente a los pares muleto / muleta [sufijo ‑eto], añojo / añoja [sufijo
‑ojo], chivarro / chivarra [sufijo ‑arro], borrego / borrega [sufijo ‑ego], cabrito /
cabrita [sufijo ‑ito], etc., están los contrastes gavinote / *gavinota [sufijo ‑ote],
aguilucho / *aguilucha [sufijo ‑ucho], lechuzo / *lechuza [sufijo ‑uzo], cegajo /
*cegaja [sufijo ‑ajo], picazo / *picaza y golondrino / *golondrina [sufijo ‑o], etc.13 El
grado de arbitrariedad parece mayor cuando el mismo sufijo presenta moción en
el nombre de una especie y no en el nombre de otra especie, aun siendo ambas
del mismo orden o familia, clase o subfilo, cuando no del mismo género: [sufijo
‑ezno] lobezno / lobezna, osezno / osezna, pero perrezno / *perrezna, gamezno /
*gamezna, viborezno / *viborezna; [sufijo ‑ato] gurriato / gurriata, lobato / lobata,
chivato / chivata, cervato / cervata, pero cigüeñato / *cigüeñata, lebrato / *lebrata,
ballenato / *ballenata, jabato / *jabata; [sufijo ‑ino] anadino / anadina, gorrino /
gorrina, pero ansarino / *ansarina, cigoñino / *cigoñina, corcino / *corcina, pa-
lomino / *palomina; [sufijo ‑ón] pollancón / pollancona, pero anadón / *anadona,
perdigón / *perdigona, ansarón / *ansarona, lebratón / *lebratona; [sufijo ‑illo]
potrillo / potrilla, cervatillo / cervatilla, pero cochinillo / *cochinilla, lebroncillo /
*lebroncilla, vaquilla / *vaquillo; [sufijo ‑astro] pollastro / pollastra, pero cochastro
/ *cochastra; etc. Otro índice de arbitrariedad lo representa el caso de los sinóni-
mos citados ansarino / ansarón, anadino / anadón, pues, mientras que el primero

12 Según otro análisis, el segmento ‑ar‑ sería un interfijo, acaso por influencia de ansarón.
13 Si, según Rainer (1993, 549), golondrino se forma con el sufijo ‑ino, habría que suponer un
fenómeno de haplología: golondrina + ‑ino, que el autor no explica. En nuestra opinión, el sufijo
que interviene, poco productivo, es ‑o, que aparece también en picazo ‘pollo de la picaza’ (<
picaza) y, según Morera Pérez (1996), en gavioto (< gaviota). Tanto golondrina como picaza y
gaviota son epicenos. Pharies (2002) no registra el sufijo ‑o como formador de nombres de cría.

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(con ‑ino) admite desdoblamiento del género, el segundo (con ‑ón) no. Asimismo,
resultan, cuando menos, curiosos los contrastes, por un lado, gorriato ‘gorrión’ /
gurriato ‘pollo del gorrión’ y, por otro, gurriato ‘cerdo pequeño’ / gurriato ‘pollo
del gorrión’, en la medida en que solo el segundo elemento de ambos pares
admite flexión (según el DLE). Esta arbitrariedad en relación con la moción de
género es detectable igualmente en los nombres que designan individuo adulto:
leopardo / leoparda ~ guepardo / *gueparda, camello / camella ~ dromedario /
*dromedaria (según el DLE), incluso tratándose de sinónimos: jilguero / jilguera ~
pintadillo / *pintadilla, gorrión / gorriona ~ gurriato / *gurriata, y en los nombres
de cría obtenidos por medios léxicos: osezno / osezna ~ esbardo / *esbarda;
prueba evidente de la inconsistencia de la noción género epiceno.
El corpus de nombres de cría animal se enriquecería notablemente si se
tuvieran en cuenta tanto los adjetivos aplicados a ciertas crías ―en especial, del
ganado lanar, vacuno y cabrío― que se usan con frecuencia como sustantivos:
añal, primal, cancín, andosco, etc., como las voces con marca dialectal, es decir,
de uso no general del español, obtenidas bien por medios léxicos, bien por
medios morfológicos: ternasco, frajenco, terzón [Aragón], vaquillona [Argentina,
Chile, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Perú], perdigana [La
Rioja, Aragón], baifo [Canarias], machorra o tarojase [Fuerteventura], forrefo [El
Hierro], garrapo, rungo, churro, sobreprimado, chorato [Salamanca], esbardo [As-
turias], cancina, macaco [Valladolid], lechazo [América], cegajo, segallo [Huesca],
pollón [Cuba, Nicaragua, P. Rico], tetón [La Rioja], gurriato ‘cerdo pequeño’ [León,
Salamanca, Zamora], gurripato ‘gurriato’ [Andalucía]... Este criterio provocaría
inexcusablemente un cambio en la nómina de sufijos, pues engrosarían dicha
nómina otros nuevos, erigiéndose algunos de ellos (como ‑al) en preferentes.
De entre los sufijos, los hay con un mayor grado de vitalidad que otros
―vitalidad, no obstante, escasa, a tenor de la parquedad de registros existentes
(máxime si se contrasta con el conjunto extenso, e indefinido, de animales que
conforman la fauna de todo el mundo)― en cuanto que han sido capaces de
generar cuatro o más sustantivos designadores de cría animal, como ‑ezno, ‑ato,
‑ino, ‑illo y ‑ón, y otros de productividad muy baja o mínima (los restantes): ‑ucho,
‑astro, ‑astre, ‑eto, ‑ego, ‑ote, etc. El sufijo ‑illo, pese a ser, con ‑ito, el más
frecuente entre los diminutivos, es, según los registros del DLE (seis), poco
rentable en la producción de nombres de cría animal. Ahora bien, esta escasez
puede deberse a una decisión meramente lexicográfica, la de evitar el engorde del
vocabulario con diminutivos y aumentativos si no representan cambio semántico
más allá del contenido ‘disminución’ o ‘aumento’ (en este caso, de edad), frente a
la práctica habitual seguida en los casos de lexicalización, aun teniéndose
conocimiento del uso natural que los hablantes hacen de tales sufijos (sobre todo,
‑ito) para nombrar la cría o animal de poca edad: corderito, pollito, patito,

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gallinita, cerdito, etc. Esta razón puede explicar la ausencia en el diccionario


académico de los diminutivos lobatillo, lechoncillo, corderillo, lebratillo y chivatillo
que cita Bello. La ausencia de voces en ‑illo, ‑uelo y ‑ejo, como becerrilla, corde-
ruelo, terneruela, novillejo, pollinejo, que registra Casares (1984 [1959]), estarían
justificados porque, para el autor, designan el mismo animal que el que designan
las bases; es decir, son sinónimos de becerra, cordero, ternera, novillo, pollino. El
mismo fenómeno de sinonimia se advierte en Casares entre cabrón y cabronzuelo,
oveja y ovejuela, para designar al individuo adulto.
La mayoría de los nombres derivados por sufijación que designan ‘cría’ son
sustantivos denominales: es muy habitual que la base a la que se aplica el sufijo
sea el nombre que designa genéricamente el individuo adulto, es decir, un
zoónimo: viborezno, lobato, aguilucho, gavinote, ansarino, etc., si bien algunos
tienen por base otra clase de sustantivo (en general, un nombre de cosa): lechal,
lechón, lechazo y lechuzo [< leche], añal, añojo y añino [< año], cuatreño [< cuatro],
quinceno [< quince], corecillo [< cuero], tetón [< teta], rayón ‘jabato’ (no registrado
en el DLE) [< raya], etc. Si se tuviera en cuenta solo el primer conjunto (nombres
de cría que se forman sobre un zoónimo), la nómina de sufijos ofrecidos al
principio quedaría reducida a los siguientes: ‑ajo, ‑ana, ‑anco, ‑arro, ‑asta, ‑astre,
‑astro, ‑ato, ‑ego, ‑eto, ‑ezno, ‑ico, ‑illo, ‑ino, ‑ito, ‑o, ‑ón, ‑ote y ‑ucho. Constituyen
un grupo minoritario los nombres deadjetivales: ternero [< tierno], cegajo [<
ciego], recentín y recental [< reciente, lat. recens, recentis], terzón y tercenco
[< tercio]..., así como los formados sobre una onomatopeya: gorrino [< gorr]14 (cf.
los arriba citados chivo, rungo, choto, buche). Además, hay un conjunto reducido
de nombres de cría animal con sufijo importado del latín: cordero [< lat. vulg.
*cordarius], novillo [< lat. novellus], cigoñino [< lat. ciconinus], juvenco [< lat.
iuvencus], pollino [< lat. pollinus], o bien de otra lengua: pichón [< it. piccione < lat.
pipio, ‑onis (DLE)], gorgón ‘cría de salmón’ [el DLE lo asocia con el fr. corégone], a
los que cabría sumar algunos zoónimos de etimología incierta, supuestamente
sufijados: utrero, becerro, magüeto, frajenco, etc.
A veces, los sufijos típicos que forman nombres de cría pueden comportar
además una especificación: así, el palomino no es, según el DLE, el pollo de la
paloma común, sino el ‘pollo de la paloma brava’ (cf. RAE 1931); el significado de
cochinillo es ‘cochino o cerdo de leche’, es decir, la cría que mama; cochastro
(cocho + ‑astro) designa el ‘jabalí lechal’.
En algunos casos, lo que hace un sufijo característico de cría animal al
adjuntarse a una base representada por un zoónimo es expresar un tramo de edad
distinto del que expresa dicha base o una acotación del mismo; es lo que ocurre,

14 La Academia (RAE 1931) suponía que derivaba de gorro.

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por ejemplo, con las series borro ‘cordero que pasa de un año y no llega a dos’ /
borrego ‘cordero de uno a dos años’, potro ‘caballo desde que nace hasta que
muda los dientes de leche, que, generalmente, es a los cuatro años y medio de
edad’ / potrillo ~ potranco ‘caballo que no tiene más de tres años’, lebrato ‘liebre
nueva o de poco tiempo’ / lebratón ‘lebrato grande’, chivo ‘cría de la cabra [, desde
que no mama hasta la edad de procrear]’ / chivato ‘chivo que pasa de los seis
meses y no llega al año’ / chivarro ‘chivo desde uno a los dos años de su edad’,
pollo ‘gallo o gallina joven’ / pollastre ~ pollastro ‘pollo [= gallo o gallina joven]
algo crecido’ / pollancón ‘pollo [= gallo o gallina joven] de mayor tamaño’. En tal
situación, borro podría interpretarse como hipónimo de borrego; potrillo y potran-
co, de potro; lebratón, de lebrato; chivato y chivarro, de chivo; pollastro y pollan-
cón, de pollo. No obstante, borro y borrego, potro y potranco y chivo y chivato
podrían analizarse como sinónimos si se limita su relación al periodo acotado:
cuando, por ejemplo, borro y borrego se aplican a un cordero de año y medio;
potro y potranco, a un caballo de dos años; y chivo y chivato, a un cabrito de diez
meses (véase §4).
Otras veces, un sufijo típico de nombre de cría sirve para designar al indivi-
duo adulto de la misma especie, por lo que podría considerarse, en cierto modo,
un falso sufijo de cría animal; así, cochino designa ‘cerdo’ (1.ª acepción); gorriato,
‘gorrión’; cabrón, ‘macho de la cabra, cabro’ (6.ª acepción); marrancho, ‘marra-
no’; gavina [< gavia], ‘gaviota’; etc. Se establece, pues, una relación de sinonimia
entre el sustantivo primitivo o base y el sufijado: cocho / cochino, gorriato /
gorrión, cabro / cabrón, marrano / marrancho, gavina y gaviota / gavia...15 Puede
ocurrir que uno de estos sustantivos sea polisémico y, según una acepción,
designe el individuo adulto y, según otra, la cría, de modo que la relación de
sinonimia entre base y derivado se celebra en virtud de solo una de las acepcio-
nes, la de individuo adulto: ansarón: ‘ánsar’ (1.ª acepción) / ‘ansarino (‖ pollo de
ánsar)’ (2.ª acepción); con la otra acepción, no sería un falso sufijo de cría animal.
Algo similar ocurre con cervatillo, solo que, en vez de designar el individuo adulto
en una de las acepciones, designa otro animal: cervatillo ‘cervato’ (‘cría de ciervo’)
/ ‘almizclero’ (cérvido). Puede ocurrir que, como en el caso de ansarón, un
derivado polisémico designe, según una acepción, el individuo adulto y, según
otra, la cría, pero, distintamente de ansarón, la base no sea un zoónimo, por lo
que no es viable la relación de sinonimia indicada: gorrino ‘cerdo’ (2.ª acepción) /
‘cerdo pequeño que aún no llega a cuatro meses’ (1.ª acepción); lechón ‘cerdo
macho de cualquier tiempo’ (3.ª acepción) / ‘cochinillo que todavía mama’

15 Estos trueques de significado ya se producían en el paso del latín al romance. Véase, a modo
de ejemplo, Löfstedt (1963).

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Estudio de los sufijos españoles que denotan ‘cría’ 95

(1.ª acepción)... También es distinto el caso del sustantivo polisémico perdigón


porque, bajo ninguna de sus acepciones (‘perdiz macho que emplean los cazado-
res como reclamo’ (3.ª) / ‘pollo de la perdiz’ (1.ª)), es sinónimo de la base (perdiz),
un nombre epiceno.
Existen otros casos de «falso» sufijo de cría animal en tanto en cuanto el
nombre no designa ‘cría’, sino otra cosa (un objeto, una planta, otro animal); así,
lagartezna no designa ‘cría del lagarto’, sino, antiguamente, ‘lagartija’ (tampoco
lagartija designa ‘cría’); el gavilancillo no es la cría del gavilán, sino una planta; ni
garceta, ni garcilla ni garzota designan ‘pollo de la garza’, como sería posible
presumir, sino distintas clases de ave zancuda; tampoco la cigoñuela es el pollo
de la cigüeña, sino otra especie zancuda distinta de esta; la gallineta no es la cría
de la gallina, sino, entre otras cosas, bien la focha, bien la becada (dos clases de
aves); la cochinilla no es la cría hembra del cerdo o cochino, sino un insecto;
tampoco la palomina, la palometa, la palomilla y la palomita designan, según el
DLE, la cría hembra de la paloma, sino, respectivamente, el ‘excremento’ de esta,
un ‘pez’, una ‘mariposa’ y una ‘roseta de maíz tostado’, entre otras acepciones;
chivillo (diminutivo de chivo) designa en Perú una especie de estornino; corderillo
y becerrillo, según el DLE, significan, respectivamente, ‘piel de cordero adobada
con su lana’ y ‘piel de becerro curtida’; frente a cabrita ―que, en una de sus
acepciones, es la ‘cría hembra de la cabra’―, cabrilla designa una clase de ‘pez
teleósteo’ o bien un ‘trípode de carpintero’; el ratón no es la cría de la rata, sino
otra clase de roedor; ni el mosquito lo es de la mosca; ni el langostino, de la
langosta... El yeguato es el mulo nacido de asno y yegua, por lo que yeguato no
necesariamente designa la cría; muleto puede igualmente no designar la cría si se
aplica solo al mulo cerril (‘mulo pequeño, de poca edad o cerril’).

3 El fenómeno de la sinonimia
Como habrá podido apreciarse, algunas crías de animal pueden recibir denomi-
naciones distintas y, por tanto, usarse como sinónimos; si bien algunos nombres
son sinónimos solo en virtud de una de sus acepciones; es el caso de primal,
cancín y borrego (1.ª acepción) ―e, incluso, borro― aplicados a una oveja o un
cordero; de osezno y esbardo; de jabato y rayón; de ternero, jato, chorato y choto
(2.ª acepción) ‘cría de la vaca’; de novillo (‘res vacuna de dos a tres años’,
1.ª acepción), juvenco, magüeto y utrero...16 Cabe señalar que novillo formaría

16 La definición de utrero como ‘novillo desde los dos años hasta cumplir los tres’ resulta
redundante conforme a la definición de novillo.

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parte de la primera serie si se adoptara la cuarta acepción del DLE, que correspon-
de a ‘ternero’ en Chile, Honduras, México y República Dominicana; y que becerro
(‘cría de la vaca hasta que cumple uno o dos años o poco más’, 2.ª acepción) y
terzón (‘novillo de tres años’) podrían incluirse en la segunda serie siempre que el
primero sobrepase los dos años y el segundo coincida con el límite de edad del
novillo (3 años).
A veces, la sinonimia se consigue mediante dos sufijos alternantes, como es
el caso de añojo / añal / añino, aplicados a res vacuna o lanar, recentín / recental,
muleto / mulato. Antes se han citado los pares lobezno / lobato, cigoñino /
cigüeñato, potrillo / potranco, ansarón / ansarino y anadón / anadino, y el trío
corecillo / corezuelo / corecico. En el caso de pollastre / pollastro, entendemos que
los sufijos son alomorfos. Puede ocurrir que una de las alternativas se haya
heredado con el sufijo ya en latín (el nombre de cría animal no es formación
románica), como el citado cigoñino [< lat. ciconinus], frente a cigüeñato [< cigüeña
< lat. ciconia]. Este fenómeno de sinonimia sufijal se produce también en las
denominaciones de animales adultos: verraco / verrón, gaviota / gavina.
Asimismo, uno de los sinónimos puede estar marcado diatópicamente, como
ocurre con novillo, antes comentado, o churro (4.ª acepción) y sobreño, que son
las denominaciones comunes del cordero añojo y sobreañal en Salamanca, o
baifo, que es como se llama al cabrito en Canarias.
El fenómeno de la sinonimia no es algo extraño en las denominaciones
propias del reino animal, incluso entre los individuos adultos, como muestran las
series mulo ~ macho ~ acémila, burro ~ borrico ~ asno ~ acémila ~ jumento ~
pollino ~ rucho ~ ruche ~ rozno, cerdo ~ marrano ~ marranchón ~ marrancho ~
cocho ~ gocho ~ chancho ~ gorrín ~ gorrino ~ cochino ~ guarro ~ lechón ~ cebón ~
puerco ~ tocino, garañón ~ hechor ~ guarán, onagro ~ cebra, burdégano ~ burreño
~ mohíno, jilguero ~ silguero ~ colorín ~ golorito ~ sietecolores ~ pintacilgo ~
pintadillo, gallina ~ pita, comadreja ~ buharro, zorra ~ vulpeja ~ raposa ~ marfusa,
abubilla ~ upupa, urraca ~ picaza ~ picaraza ~ marica, gato ~ minino ~ mizo ~
michino ~ micho ~ morrongo ~ morroño, perro ~ can ~ tuso ~ chucho, capibara ~
carpincho ~ chigüire...17
Además, en virtud de los distintos sentidos que, de una palabra, registra el
diccionario, algunos nombres de cría funcionan como lexemas puente, pues
pueden pertenecer a dos familias o campos léxicos distintos; así, choto puede
designar ‘cría macho de la cabra mientras mama’ (es decir, se aplica a la res

17 Algunos nombres son sinónimos solo en virtud de una de sus acepciones (según el DLE):
macho ‘mulo’ (2.ª acepción), acémila ‘mulo’ (1.ª acepción) y ‘asno’ (2.ª acepción), pollino ‘asno’
(2.ª acepción), lechón ‘cerdo’ (3.ª acepción), cebón ‘cerdo’ (2.ª acepción), gorrino ‘cerdo’ (1.ª
acepción), etc.

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cabría) o ‘ternero’ (es decir, se aplica a la res vacuna); añojo designa bien
‘cordero’ (es decir, se aplica a la res ovejuna), bien ‘becerro’ (es decir, se aplica a
la res vacuna); su variante añal puede aplicarse, además, a la res cabría; y primal,
a la cabría y la ovejuna; el adjetivo recental se aplica tanto al ternero como al
cordero. Entre los nombres de individuo adulto, la voz acémila puede referirse,
como se ha indicado, tanto al asno como al mulo.

4 Series léxicas
El léxico español especializado en establecer los tramos de edad de un mismo
animal permite construir series o cadenas más o menos extensas, si bien de las
definiciones lexicográficas se desprende la existencia de solapamientos pues el
límite de algunos tramos no es preciso, lo que puede provocar que dos términos
distintos se conviertan en sinónimos o cuasisinónimos.18 Este fenómeno se veri-
fica solo en algunos animales domésticos. Las tres especies que han dado lugar a
un paradigma más rico de nombres de cría son la cabra, la oveja y la vaca. Las
tres familias disponen de un lexema que representa el extremo inferior de la
escala y de otro, el que designa el individuo adulto ―en los tres casos, la hembra
habitualmente (cabra y cabro o cabrón, oveja y carnero, vaca y toro)―, que
representa el extremo superior. El hiperónimo de los distintos hipónimos se
caracteriza por estar incluido en la definición de los grados intermedios subsi-
guientes con expresiones como ‘cría de la cabra’ (por ejemplo, cabrito), ‘cría de la
oveja’ (por ejemplo, cordero) y ‘cría de la vaca’ (por ejemplo, ternero), o ‘res
cabría’, ‘res ovejuna’ y ‘res vacuna’, o similar; no obstante, algunos grados

18 Por ejemplo, dado que la edad en un animal de procrear es imprecisa o solo estimativa, un
chivo puede ser chivato, añal, sobreañal, primal y chivarro, incluso andosco, y estos tres últimos
términos pueden funcionar como sinónimos. Dada la amplitud de tiempo que otorga la definición,
los nombres borrego y borro ―y, por tanto, cancín, primal, andosco― pueden ser sinónimos; no lo
son, por ejemplo, si el borrego tiene los 2 años cumplidos o si el borrego tiene un año recién
cumplido: en el primer caso, el borrego es mayor que el borro, que nunca llega a dos (en tal
sentido, borro tiene que preceder a borrego); en el segundo, sucede lo contrario, pues el borro ha
de tener más de un año (de ahí que borrego anteceda a borro en la cadena). Además, el borrego
podría ser un sobreprimado si tiene dos años. Tanto el lechal como el recental, el añal, el
sobreañal y el eral (y la vaquilla, aplicada a la hembra) son becerros o terneros; lechal y recental
son sinónimos según el rasgo ‘que mama’; becerro y ternero (o jato, choto y chorato) son sinónimos
mientras no se especifique el límite de edad del ternero. También novillo (o juvenco, magüeto y
utrero) puede ser sinónimo de becerro (y ternero) si se aplica al periodo comprendido entre los dos
años y, por ejemplo, 25 meses. Por la imprecisión temporal que alberga la definición, el igüedo
puede ser perfectamente tanto un sobreprimado como un trasandosco.

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intermedios se configuran, a su vez, en el hiperónimo de otros, como es el caso de


novillo, chivo o cordero: por ejemplo, utrero: ‘novillo desde los dos años hasta
cumplir los tres’, chivato: ‘chivo que pasa de seis meses y no llega al año’,
borrego: ‘cordero de uno a dos años’. Este fenómeno también se advierte en otras
especies, como el caballo; así, tusón: ‘potro que no ha llegado a dos años’.
Según nuestros datos ―que corresponden en su mayoría a los registros del
DLE, incluyendo los adjetivos que pueden usarse como sustantivos―, cabría
establecer las siguientes cadenas, siguiendo el orden de más joven a más adulto, si
bien se sitúa en primer término el lexema que funciona como hiperónimo, el cual
suele abarcar desde la primera etapa (feto, abortón, nacimiento, mama...) hasta la
edad de varios meses (véase lo dicho en n. 18); en la cadena se tienen en cuenta no
solo las formaciones sufijadas, sino las unidades léxicas que significan ‘cría’:

1) cabrito / choto / lechal / baifo (‘cría de la cabra desde que nace hasta que deja
de mamar’ / ‘cría de la cabra mientras mama’ / ‘Dicho de un animal[,
especialmente de un cordero]: Que mama’ / [Canarias] ‘cabrito’) > caloyo
(‘[cordero o] cabrito recién nacido’) > chivo (‘cría de la cabra, desde que no
mama hasta la edad de procrear’) > chivato (‘chivo que pasa de seis meses y
no llega al año’) > añal (‘Dicho de [un cordero, de un becerro, o de un] macho
cabrío: Que tiene un año cumplido’) > sobreañal (‘Dicho de un animal: De
poco más de un año’) > segallo / cegajo ([Huesca] ‘cabrito antes de llegar a
primal’ / ‘Dicho de [un cordero o de] un chivo: Que no llega a primal’) > primal
(‘Dicho de una res [ovejuna o] cabría: Que tiene más de un año y no llega a
dos’) > chivarro (‘chivo desde uno a los dos años de su edad’) > andosco
(‘Dicho de una res de ganado menor: Que tiene más de uno o dos años’) >
trasandosco (‘Dicho de una res de ganado menor: Que tiene algo más de dos
años’) > tercenco (‘Dicho de una res de ganado menor: Que tiene tres años’) >
cabra / cabrón.19
2) cordero (‘cría de la oveja’) > caloyo (‘cordero [o cabrito] recién nacido’) >
lechal / lechazo (‘Dicho de un animal, especialmente de un cordero: Que
mama’ / [América] ‘cordero lechal’) > pascual (‘cordero joven mayor que el
lechal’) > recental / ternasco / año (‘Dicho de un cordero [o un ternero]: Que
mama o que no ha pastado todavía’ / [Aragón] ‘cordero que aún no ha
pastado’ / [Galicia, León] ‘cordero recental’20) > macaco ([Valladolid] ‘cordero

19 Son sinónimos macho cabrío, buco, barbón, cabrío, irasco [Álava, Aragón, Navarra], bote,
bode, boque [Soria], garañón [Canarias], beche y barbado (Casares 1984 [1959]), y cuasisinónimos,
entre otros, castrón, bucardo ‘macho de cabra montés’.
20 Según Casares (1984 [1959]), designa al ‘corderito recién nacido’, por lo que sería sinónimo de
caloyo.

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Estudio de los sufijos españoles que denotan ‘cría’ 99

lechal que empieza a pastar’) > forrefo ([Canarias] ‘cordero entre seis meses y
un año’) > añal / añojo / añino / churro (‘Dicho de un cordero[, de un becerro,
o de un macho cabrío]: Que tiene un año cumplido’ / ‘[Becerro o] cordero de
un año cumplido’ / ‘añal’ / [Canarias] ‘añojo’) > sobreañal (‘Dicho de un
animal: De poco más de un año’) > borrego (‘Cordero de uno a dos años’) >
cegajo (‘Dicho de un cordero [o de un chivo]: Que no llega a primal’) > primal
/ cancín / borro / (‘Dicho de una res ovejuna [o cabría]: Que tiene más de un
año y no llega a dos’ / ‘Dicho de una res lanar: Que tiene más de un año y no
llega a dos’ / ‘cordero que pasa de un año y no llega a dos’) > andosco (‘Dicho
de una res de ganado menor: Que tiene más de uno o dos años’) > sobreprima-
do ([Salamanca] ‘Dicho de una res lanar: Que ha cumplido dos años’) > igüedo
(‘animal cabrío de unos dos años’) > trasandosco (‘Dicho de una res de
ganado menor: Que tiene algo más de dos años’) > tercenco (‘Dicho de una res
de ganado menor: Que tiene tres años’) > oveja / carnero.21
3) ternero / jato / choto / chorato (‘cría de la vaca’) > becerro (‘cría de la vaca
hasta que cumple uno o dos años o poco más’) > niñato / vacaray, vacaraí o
bacaray (‘becerro que se halla en el vientre de la vaca cuando la matan
estando preñada’ / [Argentina, Uruguay] ‘ternero no nato, que ha sido extraí-
do del vientre de la madre al sacrificarla’) > lechal (‘Dicho de un animal[,
especialmente de un cordero]: Que mama’) > recental / recentín (‘Dicho de [un
cordero o] un ternero: Que mama o que no ha pastado todavía’) > añal / añojo
(‘Dicho [de un cordero,] de un becerro[, o de un macho cabrío]: Que tiene un
año cumplido’ / ‘becerro [o cordero] de un año cumplido’) > vaquillona
([Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, Perú y Uruguay] ‘vaca de
uno a dos años aún no fecundada’) > sobreañal / sobreño [Salamanca] (‘Dicho
de un animal: De poco más de un año’) > eral (‘res vacuna de más de un año y
no pasa de dos’) > vaquilla ([Bolivia, Chile, Honduras y Nicaragua]22 ‘ternera
de año y medio a dos años’) > novillo (1.ª acepción) / juvenco / magüeto /
utrero (‘res vacuna de dos a tres años’ / ‘novillo’ / ‘novillo’ / ‘novillo desde los
dos hasta cumplir los tres años’) > terzón ([Aragón] ‘Dicho de un novillo: De
tres años’) > cuatreño (‘Dicho de una res bovina: Que tiene cuatro hierbas o
años y no ha cumplido cinco’) > vaca / toro.23

21 De carnero, son sinónimos, entre otros, balante, ramiro, morueco, mardal [Murcia] o mardano
[Aragón], marón, maroto y velloso (Casares 1984 [1959]), musmón ‘carnero de Córcega’, muflón, y
cuasisinónimo, por ejemplo, castrón.
22 Suponemos que también en España.
23 Pueden aparecer otros cuasisinónimos o hipónimos, como bierva, cutral o cotral (respecto de
vaca), y buey, cabestro, toruno, vaco, manso, morlaco, morucho, castrón, etc. (respecto de toro).

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4) cochinillo / corezuelo (corecico o corecillo) / tetón / lechón ‘cerdo de leche’ >


rungo / garrapo [Salamanca] ‘cerdo de menos de un año’ / [Salamanca] ‘cerdo
que no ha cumplido un año’ > frajenco ‘cerdo que ni es de leche ni sirve
todavía para la matanza’ > gurriato / porcino [León, Salamanca, Zamora]
‘cerdo pequeño’ / ‘puerco pequeño’ > cerdo / cerda.24
5) potro ‘caballo desde que nace hasta que muda los dientes de leche, que,
generalmente, es a los cuatro años y medio de edad’ > tusón ‘potro que no ha
llegado a dos años’ > potrillo / potranco ‘caballo que no tiene más de tres
años’ > caballo / yegua.25
6) buche ‘borrico recién nacido y mientras mama’ > burro / burra.26
7) muleto / mulato ‘mulo pequeño, de poca edad o cerril’ > lechuzo ‘muleto que
no llega al año’ > quinceno ‘muleto de quince meses’ > mulo / mula.27

5 Fundamento pragmático
Tal abundancia y diversidad de sinónimos y términos para hacer matizaciones
semánticas (según las distintas fases de crecimiento del animal o alguna caracte-
rística del mismo) tiene, creemos, un fundamento extralingüístico o pragmático;
con frecuencia, de orden cultural: tiene que ver con la necesidad del ser humano
de establecer diferencias en razón de la utilidad o el valor del animal en las
actividades propias de la ganadería: crianza, reproducción, explotación, compra-
venta, producción de alimentos (carne, leche, lana, etc.), propiedades o calidad
de estos, transporte, tiro, etc. Una prueba de que la terminología específica viene
determinada pragmática o extralingüísticamente es que tales distinciones se
aplican casi exclusivamente a animales domésticos (de granja, establo o corral);
piénsese, por ejemplo, en voces como cochino, capón, verraco, garañón, lechal,
vaco, morueco, igüedo, magüeto, [cordero] endoblado, [cordero] mueso, [cordero]
macaco, [oveja] garria, [oveja] machorra, [oveja] sacadera, [oveja] atona, [oveja]
artuña, [oveja] renil, [oveja] cancina, [oveja] vacía, bierva, churra, merina, niñato,
ciclán o chiclán, liviano, piñón, [vaca] cutral o cotral, [mula] reata, burdégano,

24 Son numerosos los sinónimos de cerdo: puerco, cochino, marrano, cocho, etc. (véase §3).
25 Podrían aparecer otros sinónimos o cuasisinónimos o hipónimos, como jaca, corcel, etc.
26 Serían sinónimos asno, borrico, pollino, etc., e hipónimos guarán, etc. (véase §3).
27 Puede reemplazarse por otros sinónimos, como pollino, etc., o hipónimos, como burdégano,
etc. (véase §3).

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Estudio de los sufijos españoles que denotan ‘cría’ 101

muleto, terzuelo, gallino, jaco, pularda, etc.28 Entre los animales salvajes, la
distinción terminológica principal estriba en la diferenciación individuo adulto /
cría, y solo afecta a un número pequeño de zoónimos, con la particularidad de
que, salvo raras excepciones (dialectalismos, préstamos, etc.), el nombre de la
cría se forma normalmente recurriendo al mismo mecanismo antes descrito (la
adjunción de un sufijo al nombre del adulto): lobo / lobezno, oso / osezno, ciervo /
cervato, corzo / corcino, ballena / ballenato, etc. Otra prueba es que tales distin-
ciones tienen lugar sobre todo en sociedades rurales de tradición ganadera o cuya
principal fuente de desarrollo económico es la ganadería; suelen ser las gentes
que ejercen una profesión o actividad relacionada con los animales (cabreros,
vaqueros, pastores, arrieros, pescadores, cazadores, biólogos, veterinarios, etc.)
las únicas capaces de hacer o reconocer tales distinciones. Esta circunstancia
explicaría la amplia gama de términos que recibe la res cabría en Canarias y
Marruecos, o el camello en este último país o en otros del mundo árabe. Los
ganaderos andinos de Ecuador, Bolivia, Perú y Chile establecen distinciones entre
los individuos de la llama, la vicuña y la alpaca. Las distinciones de edad entre
los individuos de la cabra, la oveja y la vaca tienen su principal explicación en el
valor de su carne o en su capacidad de procreación. El hecho de que existan
menos matices de edad en otros animales domésticos como el caballo o el asno
―o, con más razón, el gato o el perro― seguramente se debe a que tales animales
no interesan por su carne, leche, lana o piel; en cambio, sí existen términos
diversos para diferenciar los individuos (adultos) de estas especies por el porte, la
alzada, la robustez o la velocidad; así, en el ganado caballar, palafrén, rocín, jaca,
trotón, corcel, poni, etc. Otro ejemplo es el amplio vocabulario relativo al color de
la piel de la ganadería mayor: bayo, roano, etc. El vínculo del hombre con los
animales justifica que, por ejemplo, solo los pescadores denominen de distinta
manera al alevín o individuo joven o de menor tamaño o peso y al adulto o de
mayor tamaño o peso. En regiones de gran actividad pesquera, como Canarias, se
han acuñado voces específicas para las crías o especímenes de menor tamaño;
así, por ejemplo, en Lanzarote y Fuerteventura llaman majuga a la sardina en su
fase juvenil, y en La Gomera, albacoreta a la albacora pequeña (Morera Pérez
1996).
La existencia de dialectalismos en el vocabulario del reino animal es precisa-
mente un indicio más del fundamento pragmático y no lingüístico de numerosos
zoónimos. La competencia cultural o saber enciclopédico, favorecida amplia-

28 Hay también denominaciones especiales en la fauna salvaje (por ejemplo, entre cazadores y
pescadores), como garbón ‘perdiz macho’, perdigana ‘perdiz nueva’, perdigón ‘perdiz macho entre
cazadores’ (3.ª acepción), bical ‘salmón macho’, etc.

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mente por la familiarización del hombre con el animal (carácter doméstico del
animal, oficio relacionado con los animales, etc.), representa la causa principal
del reconocimiento o uso del femenino para designar la hembra del animal,
adulto o joven, que se nombra genéricamente en masculino, o bien del masculi-
no para designar al macho de la especie, adulto o joven, que se nombra genérica-
mente en femenino: oveja / carnero, borro / borra, etc., y también del reconoci-
miento o uso de términos y sufijos específicos para la cría animal: ternero,
perrezno, jabato, etc.

6 Conclusiones
Del estudio llevado a cabo podemos extraer las siguientes conclusiones, entre
otras:

1) El conjunto de nombres de cría animal no es abundante; podría considerarse


pequeño si se pone en comparación con el conjunto de nombres de animal
adulto, e incluso diminuto si se considera el casi indefinido número de
especies faunísticas del mundo, muchas de ellas aún desconocidas por el
hombre. El corpus está basado esencialmente en el DLE.
2) Los procedimientos de obtención de nombres de cría en español son funda-
mentalmente dos: léxico (voces prerromanas, préstamos latinos o de otras
lenguas, dialectalismos, onomatopeyas) y morfológico (mayoritariamente,
mediante sufijación y, en menor proporción, por composición).
3) Los sufijos formadores de nombres de cría son muchos y muy diversos, si
bien, en general, improductivos (‑ego, ‑ucho, ‑astra, etc.). Los más producti-
vos son ‑ato, ‑ezno, ‑ino, ‑ón, ‑illo.
4) Un alto porcentaje de formaciones sufijadas se construyen sobre bases nomi-
nales que designan ‘animal’ (es decir, zoónimos), por lo que el esquema
N‘animal adulto’ + sufijo{‑ato, ‑ezno, ‑ino...} > N‘cría’ (por ejemplo, lobo > lobato) se
erige en un patrón productivo.
5) La base acabada en vocal átona es una estructura favorable a la formación de
nombres de cría mediante sufijo, pues, salvo dos o tres casos, todos los
nombres de cría obtenidos por sufijación se han construido sobre una palabra
acabada en vocal átona. En este sentido, podría interpretarse como una
suerte de restricción fonética o morfonológica.
6) Es un hecho idiosincrásico o puramente arbitrario el que solo un número muy
reducido de especies faunísticas dispongan de un nombre que designa la
cría, como lo es el que solo un número muy reducido de zoónimos haya
servido de base para la generación de nombres de cría, lo que da lugar a

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Estudio de los sufijos españoles que denotan ‘cría’ 103

contrastes como perrezno / *gatezno (véase Anexo). Tampoco hay fundamen-


to gramatical, por ejemplo, en la selección del sufijo (gamezno / *gamato ~
cervato / *cervezno), en la creación de dobletes (lobato / lobezno, pero cervato
/ *cervezno) o el desdoblamiento ocasional del género, o, dicho de otro modo,
la marca del femenino (chivato / chivata, pero jabato / *jabata).
7) La duplicidad sufijal es un mecanismo de creación de sinónimos (potranco /
potrillo), así como de hipónimos (chivo / chivato) y cuasisinónimos (anadino /
anadón).
8) En la terminología específica de los nombres de cría es detectable la
relación de lo gramatical con lo extralingüístico o pragmático. Son de
animal doméstico la mayoría de los nombres de cría, sufijados o no,
existentes en español; son también de esta clase la mayoría de los nombres
que admiten femenino (por tanto, sustantivos variables o con moción), así
como los capacitados para construir cadenas o series que fijan tramos de
edad en una misma especie: cabrito > chivo > chivato > chivarro > cabro.
Estos datos son índices de la contribución de la extralingüístico en la
formación de nombres de cría.

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Estudio de los sufijos españoles que denotan ‘cría’ 105

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Anexo 29

-ado: primado, sobreprimado


-ajo: cegajo, renacuajo30
-al: añal, eral, lechal, primal, pascual, recental, sobreañal
-ana: perdigana
-anco(a): potranco(a)
-arro(a): chivarro(a)
-asco: ternasco
-asta: lebrasta
-astre: pollastre
-astro(a): cochastro, pollastro(a)
-ato(a): ballenato, cervato(a), chivato(a), cigüeñato, corvato, gurriato ‘cerdo pe-
queño’, gurriato(a) y gurripato31 ‘pollo del gorrión’, jabato, lebrato, lobato(a),
mulato(a)
-azo: lechazo
-ego(a): borrego(a)
-enco: tercenco

29 El Anexo está formado exclusivamente por los sufijos que denotan ‘cría’; no incluye los
lexemas o palabras primitivas que, en sí mismas, significan ‘cría’, como potro o gazapo. Cada
sufijo se acompaña, ordenados alfabéticamente, con los sustantivos o adjetivos con uso sustanti-
vo derivados a partir de su adjunción a una base, indicándose entre paréntesis aquellos que
tienen femenino; el conjunto de estos constituye el corpus, para el cual se han tenido en cuenta
solo las voces recogidas en el DLE, además de gorrín ‘cerdo pequeño’ y rayón ‘jabato’, que, con
este significado, registran otros diccionarios al uso como el DUE y el DEA, no así otras voces que
aparecen esporádicamente en algunos estudios, como lobarro (Pharies 2002), burranco, pollanco,
gavioto y machorra (Morera Pérez 1996), anojo, anojal, anejo, añejo, doblén, ternal, almallo,
gargalla, duendo, manío, escasa, toral, angüeda, cuarteño y quinteño (Morala Rodríguez 2010;
2014), o que puedan localizarse en internet sin el correspondiente refrendo lexicográfico, como el
femenino perrezna, ni las supuestamente derivadas con sufijo ya en latín, como, por ejemplo,
novillo o juvenco, ni el préstamo con aparente sufijo pichón, ni las adaptaciones onomatopéyicas
buche, choto y chivo, pues creemos que las vocales finales (‑e, ‑o) no son aquí sufijos. Se incluye
jabato porque varios autores, en especial el DLE, lo analizan como derivado por sufijación (‑ato)
de jabalí, frente a lo que ocurre con gabato y gazapo. Cabe recordar que algunos nombres son
polisémicos y solo en una de sus acepciones significa ‘cría’, como cervatillo (1.ª acepción), pollino
(1.ª acepción) y mulato (5.ª acepción). Es posible que el corpus no sea exhaustivo: es fácil que
existan dialectalismos o voces de uso restringido no detectados en nuestra investigación.
30 Según Alemany (1920, 12), proviene de ranacuajo, formado de rana más el sufijo ‑acuajo; el
DLE lo describe como diminutivo de rana, sin comentar la presencia del segmento ‑ac‑, que podría
interpretarse como interfijo.
31 En el caso de analizarse como sufijado, y no como compuesto, donde ‑p‑ deberían interpretar-
se interfijo.

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Estudio de los sufijos españoles que denotan ‘cría’ 107

-eno: quinceno
-eño: cuatreño, sobreño,
-eto(a): muleto(a)
-ezno(a): gamezno, lobezno(a), osezno(a), pavezno, perrezno, viborezno
-ico: corecico,32 liebratico
-illo(a): cervatillo(a), cochinillo, corecillo, lebroncillo, potrillo(a), vaquilla
-ín(a): gorrín(a), recentín
-ino(a): anadino(a), ansarino, añino, cigoñino, corcino, gorrino(a), palomino,
pollino(a), porcino
-ito(a): cabrito(a)
-ojo(a): añojo(a)
-o: golondrino, picazo
-ón(a): anadón, ansarón, lebrastón, lebratón, liebrastón, liebratón, marranchón,
perdigón, pollancón(a), pollón, rayón, terzón(a), tetón, tusón(a), vaquillona
-osco: andosco, trasandosco
-ote: gavinote
-ucho: aguilucho
-uelo: corezuelo
-uzo: lechuzo

32 Aquí se interpreta ‑ico como sufijo y ‑ec‑ como interfijo, aunque autores como Alemany (1920)
y NGLE 2009 analizan como sufijo ‑ecico, y también ‑ecillo y ‑ezuelo en corecillo y corezuelo.

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