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Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay

“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002

EL ENCUADRE INTERNO

Alcira Mariam Alizade

Una invariante, que quiero proponer es el encuadre interno. Articulado con el


encuadre externo de manera inteligente y con sentido común, conforma el instrumento
fundamental para llevar a buen puerto un tratamiento.
El encuadre interno ocupa un lugar prioritario en todo trabajo clínico
psicoanalítico. Consiste en un conjunto de propiedades psíquicas que interactúan como radares o
antenas invisibles.
El analista incorpora el encuadre interno gracias a su propio análisis, autoanálisis,
experiencia de vida y condiciones personales (talento clínico, salud mental, vocación analítica).
El encuadre interno, al depender de factores intrapsíquicos y comunicacionales, es
difícil de mensurar. Me he ocupado de este concepto en varias oportunidades(Alizade 1982,
1996,1999) 1. Consiste en una conquista psíquica que todo psicoanalista organiza en su mente. Es
un delicado proceso que resulta del encuentro entre un analista que posee el dispositivo interno de
análisis y un paciente que acepta el despliegue del trabajo analítico. Desde las primeras
entrevistas, el analista, poseedor del "dispositivo interno" lo hace jugar en el campo de la sesión.
El paciente puede cuestionar el encuadre externo: "pelear" los honorarios, negarse a tomar
muchas sesiones semanales, exigir cambios de horarios, etc. Lo que no puede, - he aquí el
territorio soberano del psicoanálisis- es sustraerse al impacto, a los efectos y a la puesta en juego
del encuadre interno que mueve sutiles engranajes metapsicológicos y objetales.
El encuadre interno es un marco intersubjetivo interactivo. Ya se considere
freudiano, kleiniano o lacaniano, en un primer plano enuncia su propio nombre atravesado por el
psicoanálisis. El analista forma escuela por sí mismo aunque profese en una capilla determinada.
En las profundidades de su ser es único: sin saberlo quizá es analista propio, y no tiene otro
potencial analítico que el que ha podido sedimentar -castración mediante- en el momento vital
actual. Esta idea implica que toda persona "va siendo" psicoanalista en forma cambiante a lo largo
de los años.
Enuncio a continuación las propiedades inherentes al encuadre interno:
1) la escucha con el tercer oído 2) la permeabilidad del analista a su propio inconsciente y al del
paciente. 3) la atención flotante. 4) la libre asociación de analista y paciente. 5) la observancia de
las reglas de juego interactivas 6) la transmisión entre inconscientes.7) la espontaneidad y
creatividad.

1- escucha con el "tercer oído"2.Este tercer oído comprende la escucha de las "voces interiores" (
Reik,1926,pag 26), de lo que no se dice con palabras, de los mensajes subliminales que surgen de
las profundidades del inconsciente.
Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay
“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002

2-Permeablidad del analista a su propio inconsciente y al del paciente. El análisis del analista
aporta la llave maestra para obtener resultados positivos. Su capacidad incide sobre la intuición o
empatía a fin de captar las vivencias y necesidades de su paciente

3- La atención flotante como actitud cuasi automática pone a funcionar el "radar invisible" del
encuadre interno. La escucha abierta y relajada capta las formaciones de inconsciente.

4- La asociación libre
Esta idea implica la libertad creadora del pensamiento del analista, que no se verá coartado por excesivos frenos o
inhibiciones superyoicas del pensamiento. En sus asociaciones libres disparadas por el material del paciente encuentra
nuevas claves significantes gracias a los puentes que logre establecer con sueños antiguos del paciente, con material de
sesiones de años anteriores y recuerdos. La memoria juega entre representaciones y afectas, con pleno permiso para
asociar, y armar hipótesis, construcciones o interpretaciones tentativas.

5- Observancia de las reglas de juego interactivas tales como la regla de abstinencia y de


neutralidad.

6-La transmisión entre inconscientes.


Freud (1913, 1915) enunció la existencia de este fenómeno sin pormenorizar acerca de su
funcionamiento. El ejercicio del encuadre interno requiere de la aptitud analítica de conectarse con
el inconsciente del paciente en una suerte de vínculo transferencial/contratransferencial que
guarda una cuota de imprecisión y falta de categorización. El analista se convierte en una especie
de traductor de lo ilegible, de adivino científico.

7-La espontaneidad y creatividad.


El analista trabaja con espontaneidad. Esta espontaneidad es alcanzada una vez que ha atravesado
las líneas de fuego de la formación con la cuota inevitable de idealizaciones y proyecciones. La
creatividad se juega en soledad. El analista se arroja a la piscina de sus intuiciones, se libera de las
órdenes recibidas por distintos supervisores o por los textos teóricos y sus certezas. Nada en el mar
de su encuadre interno, sostenido por el proceso formativo que permitió su gestación. El analista se
convierte en un descifrador y en un inventor. La tarea analítica se torna lúdica y aún en sus tiempos
más difíciles cuando la reacción terapeútica negativa invade la sesión, el desafío puesto en juego
en el trabajo lo convierte en una aventura apasionante.

Si un analista, por fallas caracteriales o excesos de puntos ciegos, despliega un


fuerte encuadre externo con poca dosis de encuadre interno, seguramente el análisis servirá en su
función de catarsis o de holding pero el resultado mutativo y elaborativo será pobre. El analista no
logra introducirse en las profundidades del inconsciente de su paciente y tampoco logra penetrar
en los mecanismos de defensa. En cambio, cuando el análisis cursa con un encuadre externo laxo
pero con un ritmo sostenido de transmisión inconsciente y develamiento transferencial mediante
interpretaciones y construcciones, las posibilidades de éxito son mayores.
En la medida en que un analista perfecciona su capacidad de analizar, el encuadre
interno cobra natural prioridad. La eficacia analítica (y por ende, el progreso de la cura) dependen
en gran medida de su implementación.
Privilegio el encuadre interno como lo que debe estar o lo que hace falta en forma
imprescindible para que un tratamiento se juegue bajo el nombre de psicoanálisis.
Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay
“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
1- Alizade, A.M. (1982) "El encuadre interno", inédito.

2- Alizade, A.M.(1996) Mesa redonda "Pensando la clínica y la psicopatología actuales "Rev.


Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, N.22, pag 43 y descriptor de este
concepto en la Comisión de Informática de dicha Escuela, julio 1997

3- Alizade, A.M. (1999) 'El encuadre interno" revista Zona erógena No 41. Las Neurosis en la
actualidad. Buenos Aires, 1999.

4- Bleger J. (1967) "Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico", cap.VI de Simbiosis y


Ambiguedad, Buenos Aires, editorial Paidós.

5- Freud (1913) La disposición a la neurosis obsesiva. O.C. T.I., G.W. Bd. VIII.
6- Freud (1915) Lo inconsciente (cap. VI). O.C. T.I.,

7- Reik,T (1926) " En el principio es el silencio" en El silencio en psicoanálisis, dirección


J.D.Nasio, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1987

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