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MANIFIESTO COMUNISTA (1848). Karl Marx y Friedrich Engels. RECENSIÓN -


resumen-.

Preprint · February 2019


DOI: 10.13140/RG.2.2.34458.29128

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Hugo Pereira Chamorro


University of Santiago de Compostela
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PEREIRA CHAMORRO, HUGO
CLIS-4

Manifiesto comunista; Karl Marx y Friedrich


Engels, Alianza Editorial
El libro que me dispongo a comentar es autoría de dos de los grandes pensadores de todos
los tiempos, personas que, lejos de quedar en el olvido, con el paso del tiempo, se
encuentran más vivas: Karl Marx (nacido en 1818 en Alemania y fallecido en 1883 en Reino
Unido) y Friedrich Engels (nacido en 1820 en Alemania y fallecido en 1895 en Reino Unido).

Ambos pensadores pasarán a la Historia por querer subvertir la lógica capitalista del
momento. Tras la Revolución Industrial y el surgimiento del “espíritu capitalista”1 junto a la
máxima de “auri sacra fames”2, el trabajo y la acumulación del capital se habían convertido
en un fin en sí mismo, en un objetivo vital, que tanto chocaba con la lógica anterior
tradicionalista del trabajo como subsistencia. La sociedad burguesa, precisamente, se
caracteriza por la búsqueda constante del “plusvalor”3. Karl Marx y Friedrich Engels no
tardaron en darse cuenta que el motor capitalista era, al tiempo, el motor rector del
antagonismo de clases. La sociedad se había dividido en dos clases en constante guerra e
irreconciliables: el proletariado (los obreros de las fábricas con conciencia de clase) y la
propia burguesía (la propietaria de los medios de producción). Así mismo, esta dominación
burguesa, a concepción de Marx y Engels, era incompatible con la democracia. El
proletariado debía unirse y llevar a cabo una revolución que significase la instauración de
una democracia en sentido pleno.

De todo este embrollo, surge el materialismo de Marx. Marx no nació materialista, se hizo
materialista. El materialismo histórico no es otro concepto que un método de análisis que
nos permite entender la evolución de la historia desde un sentido plenamente material,
dominado por el factor económico -lo material-, desdeñando o, mejor dicho, distanciándose,
del idealismo. Recordemos las palabras de Marx y Engels en La ideología alemana: “las
ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”. Así, pues, para Marx
y Engels los problemas históricos no se resuelven “simplemente” con las ideas o el
pensamiento, sino que se debe descender al epicentro de este, a su dimensión práctica, es
decir, a la estructura, a las fuerzas de producción y a sus relaciones.

El texto que debo comentar es El manifiesto comunista (publicado el 21 de febrero de 1848),


en donde encontramos muchas de las claves del pensamiento histórico anteriormente
descrito. En este manifiesto se concibe la historia no desde una posición estoica -que hay
que sufrirla- sino como una tarea a realizar por los hombres. El hombre no es solo habitante
de un territorio, sino que también creador de este. Esta es la esencia del materialismo
histórico y la concepción filosófica de Marx y Engels.

Lo cierto es que es inconcebible asociar el Manifiesto Comunista solo a la figura de Marx -y


no a la de Engels-, aunque lo cierto es que todos los vestigios históricos apuntan a Marx
como único redactor del manifiesto.4No hay más que comprobar la carta enviada de la Liga
de los Justos5 a Marx, en donde se corrobora la escrita del manifiesto únicamente de la

1
Palabras de Max Weber, que se pueden encontrar en su obra La ética protestante y el “espíritu” del
capitalismo. Aunque no es muy correcto sustentar y complementar las obras de Marx con las de Weber,
pues éste último se reafirma en la necesidad de combatir “la concepción del materialismo histórico
ingenuo”.
2
Se puede traducir como la “execrable sed de dinero”, palabras que podemos encontrar en La Eneida de
Virgilio.
3
El “plusvalor” es un concepto que aparece en El Capital de Karl Marx y se refiere al constante deseo de
la clase burguesa y comerciante de incrementar el valor de cambio de los productos y, así, conseguir
aumentar su capital, su patrimonio.
4
Información extraída del estudio preliminar de la edición que manejo, a cargo de Pedro Ribas.
5
Organización de artesanos emigrados alemanes que protestaba contra el absolutismo y el emergente
antagonismo de clases sucedido por el capitalismo en auge. El objetivo de la Liga es el derrocamiento de
la burguesía, la dominación del proletariado, la liquidación de la vieja sociedad burguesa, basada en el
antagonismo de clases, y la fundación de una nueva sociedad son clases y sin propiedad privada (extraído
de los estatutos aprobados por La Liga en su segundo congreso, al que Marx asistió. A partir de este
segundo congreso, la Liga de los Justos pasó a llamarse Liga de los Comunistas).
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mano de éste y no conjuntamente con Engels, así como que el título de este libro “El
manifiesto comunista” no fue invención de Marx sino que una explicitación de la Liga.

De todo esto se deduce que la escrita del Manifiesto Comunista por parte de Marx fue
llevada a cabo a petición expresa de La Liga en 1847 (y más concretamente a petición de
Joseph Moll -delegado de La Liga en Bruselas-), momento en el que Marx y Engels
ingresaron en ella. En este momento es oportuno destacar que la concepción de Marx y
Engels sobre la revolución, a diferencia de lo que se cree popularmente, no es otra que una
concepción planificada, es decir, se debe obviar el dañino entusiasmo de tomar rápidamente
las armas sino que lo necesario es hacer un análisis riguroso de la sociedad y de su
estructura y superestructura previamente. La revolución, pues, se debe basar no en el
sentimiento sino en el conocimiento. Así mismo, no podemos obviar que cuando Marx
escribió El Manifiesto tenía tan solo 30 años, por lo que estamos ante un manifiesto de
talante joven y con un gran nervio. En él no encontramos un análisis riguroso del sistema
capitalista (tendremos que esperar a El Capital, en donde introducirá conceptos tan
importantes como el de “plusvalía”) sino que la clarificación de las ideas del pensamiento de
Marx.

Debemos tener en cuenta que para Marx, el movimiento obrero es “el movimiento
independiente de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría” -pág. 65- y que el
proletariado es presentado como la única clase revolucionaria pues su afán es salir de la
posición en la que se encuentra, no consolidar su posición (a diferencia de la burguesía).
Así mismo, bajo la concepción de Marx, el “comunismo” es la asociación de los explotados
que saben que son explotados y que quieren acabar con la explotación. Marx cuando piensa
en comunismo, piensa en una “sociedad de ricos”, entendiendo la riqueza como el
abastecimiento de la población con los medios materiales que requiere ésta para vivir. Por
último, comentar que para Marx el esquema ideal es el de la Revolución Burguesa francesa
(1789), en la que los burgueses consiguen derrocar al feudalismo. En ella encontraba su
idilio y su sustento para creer que la segunda gran revolución victoriosa (entendida en su
concepción actual de romper con el orden anterior establecido) iba a ser la del proletariado.

Otros títulos muy destacados de Karl Marx y Friedrich Engels son: La ideología alemana, El
Capital -volumen II, el volumen I fue publicado exclusivamente por Marx-, La Sagrada
Familia, La Guerra Civil en Estados Unidos, El Capital (volumen III) y muchas obras más.

En cuanto a su estructura y extensión, cabe destacar su corta extensión. El libro comienza


con una breve introducción y posteriormente se divide en cuatro capítulos: Burgueses y
proletariados, Proletarios y comunistas, Literatura socialista y comunista y Actitud de los
comunistas respecto de los distintos partidos de oposición.

En cuanto a su facilidad de lectura y expresión textual, cabe destacar que, para ser una obra
de Karl Marx -muchas de ellas caracterizadas por su tecnicismo, cientifismo y
enrevesamiento-, El Manifiesto es una obra muy sencilla de leer y de entender, pues
recordemos que Marx sabía que se iba a convertir en una obra de divulgación y su intención
no era otra que la de permitir a todos los ciudadanos entenderla sin necesidad de recurrir a
intérpretes más cultos.

En la breve introducción inicial, se nos comenta que ya “todas las potencias europeas
reconocen al comunismo como una potencia” -pág.47- y que ya ha llegado el tiempo en el
que los comunistas muestren a todo el mundo su visión, sus objetivos y sus tendencias. Así
mismo, nos informa Marx que en Londres se han reunido comunistas de diversas naciones
para esbozar el manifiesto que comento.

El primer capítulo, Burgueses y proletarios, se inicia con una frase paradigmática y


sintetizadora del ideario marxista: “La historia de todas las sociedades hasta el día de hoy
es la lucha de clases”, es decir, “opresores y oprimidos”, durante toda la Historia, han
mantenido una lucha ininterrumpida y que en todos los casos culminó con una

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transformación de la sociedad o, en el peor de los casos, con el hundimiento de las clases
en pie de lucha. Así mismo, considera Marx, que la sociedad entera, cada vez más, se va
dividendo y enfrentando en dos clases antagónicas: la burguesía y el proletariado. Ante la
Revolución Industrial y el descubrimiento de nuevos mundos, apareció una demanda
creciente de productos que obligaría a la anterior organización gremial a desaparecer y a
sustituirse por la manufactura, es decir, por la división del trabajo en el propio taller. De esta
manufactura “comenzó la moderna gran industria” -pág.51- y, consiguientemente, la
aparición de los industriales millonarios y los modernos burgueses, propietarios de los
medios de producción, y componentes de la nueva clase hegemónica política.

Así mismo, no debemos obviar la clasificación de revolucionaria que Marx le da a la


burguesía. Él mismo escribe que “allí donde ha llegado al poder, la burguesía ha destruido
todas las relaciones feudales, patriarcales, idílicas” -pág.52-, aunque esta clase dominante,
así mismo, “ha disuelto la dignidad humana en el valor de cambio u ha sustituido las
libertades garantizadas (…) por la libertad de comercio sin escrúpulos”. Por todo ello, “la
burguesía no puede existir sin revolucionar continuamente (…) las relaciones sociales”. Así
mismo, no es menos importante la expansión de la burguesía por toda la Tierra, pues
necesita dar salida a sus productos, así, en lugar de la antigua autarquía, la burguesía ha
desarrollado un “intercambio universal”, lo que hizo obligar a todas las naciones a apropiarse
de un modo de producción burgués si no quieren perecer. Todo ello conllevó a la
centralización y extensión por el mundo de los medios de producción y, consecuentemente,
se llegó a la concentración de propiedad en pocas manos.

Marx considera que “la burguesía no sólo ha forjado las armas que van a darle muerte; ha
creado también a los hombres que van a manejarlas, los obreros modernos, los proletarios”
-pág.58-. El proletario, pues, se convierte en el mero accesorio de la máquina y es vigilado
constantemente por una “completa jerarquía de suboficiales y oficiales”. Los proletarios son
“esclavizados cada día y cada hora, por la máquina, por el capataz y, sobre todo, por el
fabricante burgués individual”. Así mismo, afirma Marx que, hasta ahora, “toda victoria
alcanzada (…) es victoria de la burguesía” pero que “con el desarrollo de la industria no sólo
se multiplica el proletariado, sino que se concentra en masas mayores, creciendo su fuerza
y sintiéndola más” -pág.61-. Así, los trabajadores comienzan a unirse y a formar coaliciones
en contra de la burguesía. Este es el preludio de su destrucción.

Por su parte, otra de las reflexiones icónicas de Marx en este libro es: “la burguesía se
encuentra en permanente lucha (…) y en todas estas luchas se ve obligada a apelar al
proletariado, a pedir su ayuda (…). Ella misma proporciona, pues, al proletariado sus propios
elementos de formación, esto es, armas contra sí misma” -pág.63-. Así mismo considera
que “el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria”, “las otras clases se
degeneran y se hunden en la industria”, es más, si “antes se pasó una parte de la nobleza
a la burguesía, así se pasa ahora una parte de la burguesía al proletariado”.

Pero, ¿cómo subvertir esta situación? Marx nos dice que: “los proletarios sólo pueden
conquistar las fuerzas productivas (…) aboliendo el modo de apropiación hasta ahora
existente” -pág.54-, los proletarios tienen, pues, que “destruir la propiedad privada”. Cabe
destacar que el obrero, lejos de beneficiarse -como muchos creen- con la expansión del
progreso en la industria, “cae cada vez más por debajo de las condiciones de su propia
clase”. Por todo ello se puede deducir que: “la sociedad no puede seguir viviendo sometida
a ella [la burguesía], esto es, la vida de la burguesía no es compatible con la vida de la
sociedad” -pág.66-. Concluye Marx este capítulo afirmando algo que, a vista actual, es más
una utopía que una realidad: “su hundimiento [de la burguesía] y la victoria del proletariado
son igualmente inevitables”.

En el segundo capítulo, Proletarios y comunistas, Karl Marx comienza respondiendo una de


las preguntas que más se suele escuchar al referirnos al comunismo: ¿Qué relación existe
entre los comunistas y los partidos proletarios, en general? La respuesta no es otra que: “los
comunistas no son ningún partido en especial frente a los otros partidos obreros”, aunque

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luego añade: “los comunistas se distinguen del resto de los partidos proletarios únicamente
en que, de un lado, destacan y hacen valer (…) los intereses comunes de éste en su
conjunto” -pág.67-. Así mismo, nos reafirma Marx que: “el objetivo inmediato de los
comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios: constitución del
proletariado en clase, derrocamiento del dominio burgués, conquista del poder político por
el proletariado” y que: “los comunistas pueden resumir su teoría en esta única expresión:
supresión de la propiedad privada” -pág.69-. Otra de las concepciones más destacables de
Marx es la consideración del capital como una propiedad comunitaria, él mismo nos lo dice:
“el capital no es, pues, un poder personas, es un poder social” y que, por tanto, “si el capital
de transforma en propiedad comunitaria (…) pierde su carácter de clase” -pág.70-. Otra de
las reflexiones icónicas y dignas de admiración es: “en la sociedad burguesa el capital es
independiente y personal, mientras que el individuo que trabaja carece de independencia y
es impersonal”. Así mismo, Karl Marx no se “muerde la lengua” y explicita que la intención
de los comunistas es suprimir la propiedad de los burgueses, nos lo dice así: “nos
reprocháis, pues, que queramos suprimir una propiedad que supone, como una de sus
condiciones necesarias, la carencia de propiedad de la inmensa mayoría de la sociedad (…).
Nos reprocháis que queremos suprimir vuestra propiedad. Efectivamente, eso es lo que
queremos” -pág.71-. Sin lugar a duda, estamos ante una frase que demuestra la inteligencia
de Marx y su capacidad para analizar la sociedad de su tiempo. Considera igualmente Marx
que: “los particularismos nacionales y los antagonismos de los pueblos desaparecen cada
día más, simplemente con el desarrollo de la burguesía” -pág.75-. En este capítulo, Marx
nos informa de los pasos que debe seguir la revolución comunista: “el primer paso de la
revolución obrera es su elevación a clase dominante, la conquista de la democracia [esto es
muy importante, pues consideraba que en una sociedad dominante burguesa era
inconcebible e incompatible una democracia]. El proletariado utilizará su dominio político
para arrebatar progresivamente todo el capital a la burguesía (…) esto solo puede ocurrir,
al principio, por medio de operaciones despóticas sobre el derecho de propiedad y sobre las
relaciones burguesas de producción” -pág.77-. Por último, considera Marx que éstos pasos
han de ser distintamente aplicados según los países, aunque en los más avanzados pueden
ser aplicables, casi sin excepción, un conjunto de diez medidas que nos incluye Marx al final
del capítulo para, así, poder alcanzar un Estado comunista, tales como: “impuesto
fuertemente progresivo”, “abolición del derecho de herencia” o “centralización del crédito
poniéndolo en manos del estado” -págs.78/79-.

En el tercer capítulo, Literatura socialista y comunista, Karl Marx destaca las tendencias
socialistas más relevantes de su época, muchas de ellas se contradicen otras, sin embargo,
no representan al proletariado. Son las siguientes:

1. Socialismo reaccionario. Dentro de esta clasificación encontramos tendencias


socialistas que lejos de representar los intereses de los proletarios (en lo superficial
sí que lo hacían), representaban los intereses de las clases antagónicas y pre-
capitalistas. Así, dentro de él, tenemos:
a. Socialismo feudal: ante el florecimiento de la burguesía, el sector feudal -la
aristocracia- se vio relegada del propio poder. Así, la aristocracia enfrentada
con la burguesía, como dice Marx: “para despertar simpatía, la aristocracia
tuvo que perder de vista (…) sus intereses y formular su acta de acusación
contra la burguesía en interés solamente de la explotada clase obrera” -
pág.81-
b. Socialismo pequeñoburgués: es esta categoría englobamos a los sectores
de la burguesía pequeña que, ante su fracaso, tuvieron que desplazarse a
la clase proletaria. Como dice Marx: “en los países en los que se ha
desarrollado la moderna civilización se ha formado una pequeña burguesía
nueva que oscila entre el proletariado y la burguesía” -pág.83-. Entre sus
propuestas, sin embargo, se encuentra el querer volver a los medios de
producir y de tráfico de antaño, así como, a las antiguas relaciones de
propiedad.

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c. Socialismo alemán o socialismo “verdadero”: es el que surge, pues, en
Alemania, a partir de la importación a este país de la literatura comunista
francesa. Sin embargo, Alemania era un país mucho más tradicional que
Francia y en esa época “la burguesía acababa de iniciar su lucha contra el
absolutismo feudal” -pág.84-. Por este motivo: “el único trabajo de los
literatos alemanes consistía en (…) apropiarse de las ideas francesas desde
su punto de vista filosófico” -pág.85-. Esto conllevó a que el socialismo se
tomase de una manera exclusivamente literaria y que, por tanto, acabase
por convertirse en un socialismo reaccionario que, a palabras de Marx:
“defendía directamente un interés (…), el del pequeñoburgués alemán” -
pág.87-.
2. Socialismo conservador o burgués: en esta tendencia se encuentra, como dice Marx,
“un sector de la burguesía [que] desea remediar la penosa situación social [del
proletariado], con el fin de asegurar la continuidad de la sociedad burguesa” -pág.88-
. Así, pues, “los socialistas burgueses quieren las condiciones de vidas de la
moderna sociedad sin las luchas y peligros que de ella derivan”, así, “quieren la
burguesía sin el proletariado” -pág.89-. Sin embargo, la tendencia más pragmática
de este socialismo entiende “por cambio de las condiciones materiales de vida (…)
no la abolición de las relaciones de producción burguesas, sino mejoras
administrativas que se realizan en el marco de esas relaciones de producción”. Y
como colofón, dice Marx: “el socialismo de la burguesía consiste justamente en
afirmar que los burgueses son burgueses…en interés de la clase obrera” -pág.90-.
Una reflexión, bajo mi punto de vista, brillante.
3. El socialismo y el comunismo críticos-utópicos: a este socialismo se le debe atribuir
“las primeras tentativas del proletariado de imponer sus propios intereses de clases”.
Así mismo, los “genuinos sistemas socialistas y comunistas”, como los de Fourier
(los falansterios), Owen…, aparecen en esta época, aunque es objetivo decir que no
triunfaron “por la falta de desarrollo de la lucha entre proletarios y burguesía” -
pág.91-. Aunque, está claro que: “los inventores de estos sistemas ven, ciertamente,
el antagonismo de las clases” pero “no vislumbran ninguna acción histórica
independiente por parte del proletariado”. Y es normal, pues estos primeros
socialistas “no encuentran tampoco las condiciones materiales para la liberación del
proletariado” por ello: “el proletariado para ellos sólo existe (…) como la clase que
más sufre”. Consecuentemente, estos socialistas “rechazan toda acción política,
especialmente la revolucionaria, quieren conseguir su objetivo por vía pacífica” -
pág.92-. No debemos obviar que en este contexto “el proletariado se halla todavía
muy poco desarrollado”. Por todo esto, podemos calificar a este socialismo de
utópico.

En el último capítulo, Actitud de los comunistas respecto de los distintos partidos de


oposición, muy breve y desactualizado, por cierto, se nos comenta el proceder que deben
seguir los partidos comunistas en diversos países de Europa. La máxima que todos deben
seguir es: “los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la
clase obrera pero, a la vez, defienden (…) el futuro del movimiento” -pág.95-, así mismo, los
comunistas deben “[declarar] abiertamente que sus objetivos sólo pueden alcanzarse
mediante el derribo violento de todo el orden social hasta ahora existente. Que tiemblen las
clases dominantes ante una revolución comunista”. Karl Marx termina el manifiesto con una
frase icónica y bellísima: “los proletarios no tienen en ella nada que perder, sino sus
cadenas. Tienen un mundo que ganar”. Como colofón a su brillante obra, introduce una de
las exclamaciones más conocidas de la Historia: “¡Proletarios de todos los países, uníos!” -
pág.97-.

Sería absurdo afirmar que Marx y su filosofía han quedado en el olvido. Es más, con el paso
del tiempo más viva está. Con la crisis se volvió a poner de relieve el pensamiento marxista
y su lenguaje es el único que puede definir muchos de los aspectos de la realidad social
contemporánea. Volvemos a hablar de plusvalía, de capitalismo, de clase burguesa, de
proletariado, de lucha de clases…y volvemos a hablar de estos conceptos porque, en gran

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medida, el contexto histórico en el que Marx los engendró está regresando. Efectivamente
que muchos de los aspectos que se pueden leer en este manifiesto y en otras obras de Marx
no son más que utopías que, sin lugar a dudas, no se pueden plasmar y volver tangibles en
las sociedades y civilizaciones modernas. Sin embargo, es igualmente indiscutible que su
pensamiento permitió poner de manifiesto una realidad social basada en una minoría
dominante -y poseedora de la mayor parte de la riqueza- y una mayoría explotada, incapaz
de acumular capital, siendo su único fin el sobrevivir -hasta el punto de que la minoría
dominante se lo permita con el salario-. La vida de la mayoría está supeditada a las ansias
acumulativas de capital de la minoría. La vida de todos no depende de nuestro deseo,
depende de la lógica del “espíritu capitalista”. Y si realmente vivimos en una democracia,
¿el poder y las riquezas no deberían residir en la mayoría -dominada- y no en la minoría -
dominante-? Reflexionemos sobre ello.

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