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All content following this page was uploaded by Hugo Pereira Chamorro on 04 February 2019.
Ambos pensadores pasarán a la Historia por querer subvertir la lógica capitalista del
momento. Tras la Revolución Industrial y el surgimiento del “espíritu capitalista”1 junto a la
máxima de “auri sacra fames”2, el trabajo y la acumulación del capital se habían convertido
en un fin en sí mismo, en un objetivo vital, que tanto chocaba con la lógica anterior
tradicionalista del trabajo como subsistencia. La sociedad burguesa, precisamente, se
caracteriza por la búsqueda constante del “plusvalor”3. Karl Marx y Friedrich Engels no
tardaron en darse cuenta que el motor capitalista era, al tiempo, el motor rector del
antagonismo de clases. La sociedad se había dividido en dos clases en constante guerra e
irreconciliables: el proletariado (los obreros de las fábricas con conciencia de clase) y la
propia burguesía (la propietaria de los medios de producción). Así mismo, esta dominación
burguesa, a concepción de Marx y Engels, era incompatible con la democracia. El
proletariado debía unirse y llevar a cabo una revolución que significase la instauración de
una democracia en sentido pleno.
De todo este embrollo, surge el materialismo de Marx. Marx no nació materialista, se hizo
materialista. El materialismo histórico no es otro concepto que un método de análisis que
nos permite entender la evolución de la historia desde un sentido plenamente material,
dominado por el factor económico -lo material-, desdeñando o, mejor dicho, distanciándose,
del idealismo. Recordemos las palabras de Marx y Engels en La ideología alemana: “las
ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”. Así, pues, para Marx
y Engels los problemas históricos no se resuelven “simplemente” con las ideas o el
pensamiento, sino que se debe descender al epicentro de este, a su dimensión práctica, es
decir, a la estructura, a las fuerzas de producción y a sus relaciones.
1
Palabras de Max Weber, que se pueden encontrar en su obra La ética protestante y el “espíritu” del
capitalismo. Aunque no es muy correcto sustentar y complementar las obras de Marx con las de Weber,
pues éste último se reafirma en la necesidad de combatir “la concepción del materialismo histórico
ingenuo”.
2
Se puede traducir como la “execrable sed de dinero”, palabras que podemos encontrar en La Eneida de
Virgilio.
3
El “plusvalor” es un concepto que aparece en El Capital de Karl Marx y se refiere al constante deseo de
la clase burguesa y comerciante de incrementar el valor de cambio de los productos y, así, conseguir
aumentar su capital, su patrimonio.
4
Información extraída del estudio preliminar de la edición que manejo, a cargo de Pedro Ribas.
5
Organización de artesanos emigrados alemanes que protestaba contra el absolutismo y el emergente
antagonismo de clases sucedido por el capitalismo en auge. El objetivo de la Liga es el derrocamiento de
la burguesía, la dominación del proletariado, la liquidación de la vieja sociedad burguesa, basada en el
antagonismo de clases, y la fundación de una nueva sociedad son clases y sin propiedad privada (extraído
de los estatutos aprobados por La Liga en su segundo congreso, al que Marx asistió. A partir de este
segundo congreso, la Liga de los Justos pasó a llamarse Liga de los Comunistas).
HUGO PEREIRA CHAMORRO 2
mano de éste y no conjuntamente con Engels, así como que el título de este libro “El
manifiesto comunista” no fue invención de Marx sino que una explicitación de la Liga.
De todo esto se deduce que la escrita del Manifiesto Comunista por parte de Marx fue
llevada a cabo a petición expresa de La Liga en 1847 (y más concretamente a petición de
Joseph Moll -delegado de La Liga en Bruselas-), momento en el que Marx y Engels
ingresaron en ella. En este momento es oportuno destacar que la concepción de Marx y
Engels sobre la revolución, a diferencia de lo que se cree popularmente, no es otra que una
concepción planificada, es decir, se debe obviar el dañino entusiasmo de tomar rápidamente
las armas sino que lo necesario es hacer un análisis riguroso de la sociedad y de su
estructura y superestructura previamente. La revolución, pues, se debe basar no en el
sentimiento sino en el conocimiento. Así mismo, no podemos obviar que cuando Marx
escribió El Manifiesto tenía tan solo 30 años, por lo que estamos ante un manifiesto de
talante joven y con un gran nervio. En él no encontramos un análisis riguroso del sistema
capitalista (tendremos que esperar a El Capital, en donde introducirá conceptos tan
importantes como el de “plusvalía”) sino que la clarificación de las ideas del pensamiento de
Marx.
Debemos tener en cuenta que para Marx, el movimiento obrero es “el movimiento
independiente de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría” -pág. 65- y que el
proletariado es presentado como la única clase revolucionaria pues su afán es salir de la
posición en la que se encuentra, no consolidar su posición (a diferencia de la burguesía).
Así mismo, bajo la concepción de Marx, el “comunismo” es la asociación de los explotados
que saben que son explotados y que quieren acabar con la explotación. Marx cuando piensa
en comunismo, piensa en una “sociedad de ricos”, entendiendo la riqueza como el
abastecimiento de la población con los medios materiales que requiere ésta para vivir. Por
último, comentar que para Marx el esquema ideal es el de la Revolución Burguesa francesa
(1789), en la que los burgueses consiguen derrocar al feudalismo. En ella encontraba su
idilio y su sustento para creer que la segunda gran revolución victoriosa (entendida en su
concepción actual de romper con el orden anterior establecido) iba a ser la del proletariado.
Otros títulos muy destacados de Karl Marx y Friedrich Engels son: La ideología alemana, El
Capital -volumen II, el volumen I fue publicado exclusivamente por Marx-, La Sagrada
Familia, La Guerra Civil en Estados Unidos, El Capital (volumen III) y muchas obras más.
En cuanto a su facilidad de lectura y expresión textual, cabe destacar que, para ser una obra
de Karl Marx -muchas de ellas caracterizadas por su tecnicismo, cientifismo y
enrevesamiento-, El Manifiesto es una obra muy sencilla de leer y de entender, pues
recordemos que Marx sabía que se iba a convertir en una obra de divulgación y su intención
no era otra que la de permitir a todos los ciudadanos entenderla sin necesidad de recurrir a
intérpretes más cultos.
En la breve introducción inicial, se nos comenta que ya “todas las potencias europeas
reconocen al comunismo como una potencia” -pág.47- y que ya ha llegado el tiempo en el
que los comunistas muestren a todo el mundo su visión, sus objetivos y sus tendencias. Así
mismo, nos informa Marx que en Londres se han reunido comunistas de diversas naciones
para esbozar el manifiesto que comento.
Marx considera que “la burguesía no sólo ha forjado las armas que van a darle muerte; ha
creado también a los hombres que van a manejarlas, los obreros modernos, los proletarios”
-pág.58-. El proletario, pues, se convierte en el mero accesorio de la máquina y es vigilado
constantemente por una “completa jerarquía de suboficiales y oficiales”. Los proletarios son
“esclavizados cada día y cada hora, por la máquina, por el capataz y, sobre todo, por el
fabricante burgués individual”. Así mismo, afirma Marx que, hasta ahora, “toda victoria
alcanzada (…) es victoria de la burguesía” pero que “con el desarrollo de la industria no sólo
se multiplica el proletariado, sino que se concentra en masas mayores, creciendo su fuerza
y sintiéndola más” -pág.61-. Así, los trabajadores comienzan a unirse y a formar coaliciones
en contra de la burguesía. Este es el preludio de su destrucción.
Por su parte, otra de las reflexiones icónicas de Marx en este libro es: “la burguesía se
encuentra en permanente lucha (…) y en todas estas luchas se ve obligada a apelar al
proletariado, a pedir su ayuda (…). Ella misma proporciona, pues, al proletariado sus propios
elementos de formación, esto es, armas contra sí misma” -pág.63-. Así mismo considera
que “el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria”, “las otras clases se
degeneran y se hunden en la industria”, es más, si “antes se pasó una parte de la nobleza
a la burguesía, así se pasa ahora una parte de la burguesía al proletariado”.
Pero, ¿cómo subvertir esta situación? Marx nos dice que: “los proletarios sólo pueden
conquistar las fuerzas productivas (…) aboliendo el modo de apropiación hasta ahora
existente” -pág.54-, los proletarios tienen, pues, que “destruir la propiedad privada”. Cabe
destacar que el obrero, lejos de beneficiarse -como muchos creen- con la expansión del
progreso en la industria, “cae cada vez más por debajo de las condiciones de su propia
clase”. Por todo ello se puede deducir que: “la sociedad no puede seguir viviendo sometida
a ella [la burguesía], esto es, la vida de la burguesía no es compatible con la vida de la
sociedad” -pág.66-. Concluye Marx este capítulo afirmando algo que, a vista actual, es más
una utopía que una realidad: “su hundimiento [de la burguesía] y la victoria del proletariado
son igualmente inevitables”.
En el tercer capítulo, Literatura socialista y comunista, Karl Marx destaca las tendencias
socialistas más relevantes de su época, muchas de ellas se contradicen otras, sin embargo,
no representan al proletariado. Son las siguientes:
Sería absurdo afirmar que Marx y su filosofía han quedado en el olvido. Es más, con el paso
del tiempo más viva está. Con la crisis se volvió a poner de relieve el pensamiento marxista
y su lenguaje es el único que puede definir muchos de los aspectos de la realidad social
contemporánea. Volvemos a hablar de plusvalía, de capitalismo, de clase burguesa, de
proletariado, de lucha de clases…y volvemos a hablar de estos conceptos porque, en gran