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INSTITUTO DE EDUCACION SUPERIOR N° 5

“JOSÉ EUGENIO TELLO”

Sociología Política

Tema: Teorías y perspectivas sociológicas. Las matrices fundamentales del pensamiento


sociológico Marx, Durkheim, Weber.

Trabajo practico

Modalidad: grupal

Presentación: 19 de Agosto de 2021

Consignas:

1- Realizar la búsqueda de material bibliográfico sobre las principales ideas de los sociólogos
Marx, Durkheim, Weber.
2- Contextualizar históricamente las ideas de los distintos pensadores.
3- Elaborar un breve resumen de su pensamiento sociológico y citar la bibliografía utilizada.
4- Construir un mapa o red conceptual con los aportes más importantes de los sociólogos.
5- Socializar en clases los mapas y redes conceptuales.

Criterios de evaluación

• Búsqueda y selección pertinente de la bibliografía.


• Lectura reflexiva del material bibliográfico.
• Identificación de conceptos principales del pensamiento sociológico de los sociólogos.

CARRERA: PROFESORADO DE EDUCACIÓN SECUNDARIA EN CIENCIA POLÍTICA


CURSO: 4TO AÑO

DESARROLLO

CONTEXTO HISTÓRICO, CULTURAL Y FILOSÓFICO DE KARL MARX (Bustos, 2011)


Marx (1818-1883) vive y crea su obra durante una buena parte del siglo XIX y corre paralela a la
consolidación de la Revolución industrial. También asistió a las revoluciones liberales de la primera
mitad del siglo, gracias a las cuales el poder político de la nobleza se había debilitado y la
burguesía, que había cogido las riendas de la economía, se había hecho también con el poder
político. Estas revoluciones le trajeron el reconocimiento de derechos políticos y el control del
Estado mediante elecciones censitarias.
En el ámbito económico, el liberalismo burgués propone un Estado que abandone la economía a la
ley de la oferta y la demanda, y cuya única función sea garantizar la propiedad privada. Esta
sociedad burguesa es la sociedad capitalista, que, al afianzar sólo los derechos políticos y el
funcionamiento del mercado, consolidó el dominio burgués.
Para iniciarnos en el pensamiento filosófico de K. Marx, hay que tener en cuenta algunos
aspectos generales que condicionan la génesis de su pensamiento, especialmente en el período
más fructífero desde el punto de vista teórico, que es el que transcurre entre los años 1840 y
1848. En Alemania destaca la posición conservadora sustentada por el rey Federico-Guillermo de
Prusia, que genera un acusado descontento entre los liberales prusianos y los intelectuales de
Renania, territorio este último en el que habían proliferado y triunfado los ideales revolucionarios
franceses. La difusión de las ideas progresistas francesas en la Alemania del sur, tras la revolución
de 1830 en Francia, provocó como reacción en la corte alemana, que ejercía el predominio
político, un aumento de la censura y de la dureza del régimen policial.
Como consecuencia de lo anterior y ante la falta de una clase obrera con capacidad de
movilización –es de destacar en este sentido la escasa industrialización de la Alemania de la
primera mitad del siglo XIX-, la contestación frente al conservadurismo político se llevó a cabo
sobre todo en el ámbito intelectual: escritores, historiadores y periodistas defienden abiertamente
sus ideas de cambio revolucionario y de alternativa a la feudalizada Alemania en periódicos y
revistas. La actividad filosófica se convierte así en la médula espinal que vertebra la crítica, y
sustituirá, en cierta medida, a la acción revolucionaria en la calle a través del poder de la prensa y
los panfletos.
Europa va a presenciar toda una serie de movimientos revolucionarios en los que desempeña un
papel destacado el propio Marx: la revolución de 1848, la participación en la experiencia
revolucionaria que supuso la Comuna de París en 1871 y en la fundación de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT). Aunque la situación económico social es muy desigual según los
países, se va a producir un aumento general de la industrialización, que culmina con la revolución
industrial, especialmente en Inglaterra, donde se concretan en los planos teórico y práctico los
análisis que tanto Marx como Engels realizaron del capitalismo. La industrialización exigía materias
abundantes y nuevos mercados y para conseguirlos la burguesía presionará a los Estados para que
desarrollen una política colonial que beneficie a sus industrias. Para Marx la colonización es la
internalización de la relación de explotación entre propietarios (metrópolis) y asalariados
(colonias).
En el viejo continente nos encontramos, por regla general, con la existencia de enormes
desigualdades entre la burguesía y la clase trabajadora, que tanto en la ciudad (proletariado)
como en el campo (agricultores), estaba sometida a largas jornadas de trabajo, salarios escasos y
condiciones de inestabilidad en el empleo. La pobreza de la clase asalariada, la explotación
colonial y la imposibilidad de conquistas sociales en el Estado liberal convencieron a Marx de que
los trabajadores debían generar sus propios medios de lucha, y le llevó a cuestionar este sistema
político-económico.
Liberalismo y nacionalismo se nutrieron de la exaltación de la libertad encarnada por el
romanticismo, movimiento que alcanza sus expresiones más acabadas en literatura (Goethe),
pintura (Delacroix) y música (Chopin, Schuman). El realismo (Stendhal o Dickens, en literatura, y
Courbert o Millet, en pintura) y su posterior evolución, el naturalismo (Émile Zola) reflejaron la
situación de penuria que acompañaba a una gran parte de la sociedad.
El pensamiento marxista afronta el análisis de la historia y, especialmente, de la sociedad
capitalista con originalidad. Sin embargo, podemos rastrear algunas de sus influencias. Decisivo
fue el idealismo hegeliano. Aunque el materialismo histórico marxista se opone frontalmente al
enfoque idealista, Marx incorpora, con una interpretación propia, dos elementos hegelianos. En
primer lugar, el concepto de alienación. En segundo lugar, la concepción dialéctica de la realidad y
su historia: a toda realidad (tesis) se le opone otra (antítesis) surgida de la propia tesis y que, al
oponerse, origina una nueva realidad (síntesis). Por ejemplo, según Marx, la industrialización
burguesa (tesis) ha generado la clase proletaria (antítesis), que se enfrentara a la burguesía para
crear la sociedad comunista (síntesis).
EI idealismo hegeliano derivó en una línea crítica con el propio Hegel con la izquierda hegeliana
y Feuerbach fue el representante de esta corriente más influyente en Marx. El propio
pensamiento de Marx se nutrirá de la crítica que hace a la misma izquierda hegeliana,
representativa de la cual es la realizada al materialismo de tipo mecanicista de Feuerbach, que
oculta una forma solapada de idealismo, pues en la izquierda hegeliana se halla la convicción
básica de que las auténticas cadenas de los hombres se encuentran en sus ideas. Los jóvenes
ideólogos combaten contra las frases, no contra el mundo real que reflejan dichas frases. Pero,
como veremos, para Marx ―no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que
determina la conciencia‖. Por todo esto, también la izquierda hegeliana ve el mundo invertido; el
pensamiento de los jóvenes hegelianos es un pensamiento ideológico, al igual que el de Hegel.
Marx asumirá de Feuerbach que Dios es una invención en la que el ser humano proyecta sus
cualidades positivas elevándolas al grado supremo. No obstante, Marx, frente a lo defendido por
Feuerbach, insistirá en que el ser humano no tiene naturaleza, sino historia.
En Paris (1843) Marx conoció a los seguidores de Saint-Simon, las ideas de Fourier y las
posiciones de Owen. Marx y Engels califican estas propuestas como «las primeras auténticamente
socialistas». Sin embargo, les critican que no identifiquen dentro del sistema industrial las
condiciones que permitirán la liberación del proletariado, y que las sustituyan por una sociedad
idílica por ellos inventada. De ahí que calificaran estos proyectos de socialismo utópico. También
conoció el anarquismo de Proudhon y Bakunin. Este movimiento, mucho más sindicalista que el
socialista, chocó con Marx en la Primera Internacional (1864), organización que expulsó a Bakunin
por creer que la revolución no vendría de los obreros sino del campesinado, y por proponer la
supresión del Estado. Según Marx, el Estado sólo podrá eliminase una vez alcanzada la sociedad
comunista.
En la capital francesa, Marx entró en contacto con la economía política, disciplina que desde
entonces focalizará sus esfuerzos. Intuyó en este nuevo saber, que tiene su origen en Adam Smith
y David Ricardo, el mejor instrumento para explicar al ser humano, es decir, para explicar las
condiciones materiales en que vive. Marx asume el aparato teórico de la economía política, pero
critica el análisis que estos autores proponían del capitalismo.

CONTEXTO HISTÓRICO DE EMILE DURKHEIM (Alonso Martín Federico, 2009)


En los años en que Durkheim estudia a la sociedad y diversos fenómenos, el capitalismo se
expandía y el fenómeno de la migración se acrecentaba.
Durkheim vivía en una sociedad capitalista, basada en la producción industrial y un estado liberal.
También en el siglo 19, condiciones de crisis provocaron que gran parte de la población pasara a
vivir en condiciones de miseria y abandono, lo que se contraponía con la razón y las teorías
liberales.
Se empezaron a plantear nuevas ideas políticas de las relaciones sociales como el comunismo, el
socialismo y el anarquismo. Se formaban nuevas estructuras sociales, económicas y políticas.
Lo que más le interesaba a Durkheim eran las crisis de las sociedades modernas, que se
caracterizaban por la desintegración social y la debilidad de los vínculos del individuo con el grupo.

CONTEXTO HISTÓRICO DE MAX WEBER (-, s.f.)


A fines del siglo XIX Alemania se perfilaba como una de las potencias industriales de Europa. Sin
embargo, el avance del capitalismo industrial se dio en el marco de un régimen político autoritario
cuya base social de sustentación fue la aristocracia terrateniente. El liberalismo político no había
logrado aún hacerse fuerte en el país. Las potencias europeas habían entrado en una fase
imperialista y se disputaban el control territorial de regiones enteras del mundo que oficiaban
como productoras de materias primas y mercados para las manufacturas del continente. En ese
marco estalla la primera guerra mundial. Esa sangrienta confrontación bélica terminó con la
derrota de Alemania y la imposición por parte de las potencias europeas triunfantes del Tratado
de Versalles. Dicho tratado será una de las incubadoras del futuro régimen nazi. En el contexto de
la guerra, a su vez, se dará la revolución rusa de 1917. Experiencia que alimentará el desarrollo de
movimientos insurreccionales de orientación socialista en otros países de Europa Occidental,
entre ellos Alemania. País en el que la derrota militar y la situación social habían llevado a una
profunda polarización social y política. Así, el capitalismo liberal y el régimen democrático parecían
estar llamado a su superación por otras formas de orden social y político. La República de Weimar
será arrasada, justamente, por los conflictos sociales y políticos inherentes al declive del
capitalismo liberal. A grandes rasgos, ese es el marco histórico en el que se forma el pensamiento
de Max Weber. Sin alusiones al debate teórico que enmarcaba el nacimiento de las modernas
ciencias sociales en la Alemania de la segunda mitad del siglo XIX, de singular importancia en la
conformación de la teoría social weberiana, tal marco histórico no estaría completo. En efecto, a
diferencia de Francia donde Comte había propiciado la “identidad” y “unicidad” de la ciencia
proclamando una sociología científica a la manera de las ciencias naturales, en Alemania el debate
se orientó hacia la “distinción” entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu. Tres
posiciones distintas se esgrimieron en ese debate. La primera, sostenida por Wilhelm Dilthey
(1833-1911) afirmaba que la distinción entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu era
tanto de objeto como de método -en realidad, el primero condicionaba al último-. El objeto de las
ciencias naturales era el mundo externo al hombre, primando, entonces, una separación entre
objeto conocido y sujeto que conoce. En cambio, en las ciencias del espíritu el objeto es la
experiencia vivida que el hombre tiene del mundo, así no hay separación entre objeto de
conocimiento y el sujeto que conoce. Esta diferencia de objeto se traducía en una diferencia de
método: mientras las ciencias naturales se orientaban a la explicación causal las ciencias del
espíritu se inclinaban a la comprensión subjetiva de la experiencia del mundo de la vida. La
segunda, fue la que presentó Wilhem Windelband (1848-1915). Para este autor, las ciencias se
diferenciaban según su fin cognoscitivo al que estaban orientadas: ciencias nomotéticas, dirigidas
al estudio de regularidades y al establecimiento de leyes universales, y ciencias ideográficas, cuyo
fin era la exploración de la individualidad de determinado fenómeno. Si bien los estudios del
mundo natural o del mundo social podían dirigirse a cualquiera de los dos fines cognitivos, el
carácter histórico de los fenómenos sociales hacía que predominara en su estudio la segunda de
las opciones, esto es análisis de tipo ideográficos. Finalmente, Heinrich Rickert (1863-1936)
sostenía que la diferencia entre ciencias naturales y ciencias del espíritu radicaba en la presencia o
ausencia de valor. El objeto de las ciencias del espíritu es el mundo de la cultura, este es un mundo
significado y valorado por los sujetos que lo animan. Quienes practican estas ciencias se orientan
hacia los fenómenos que estudian por los significados y valoraciones que hacen del mundo social.
Así, mientras en las ciencias naturales hay ausencia de valor, las ciencias del espíritu se encuentran
atravesadas por ellos. El pensamiento de Weber se forma en el marco de las discusiones
descriptas. Su concepción de la sociología comprensiva de la acción social, es una forma peculiar
de procesamiento de ese clima intelectual que lejos de la homologación de las ciencias sociales a
las ciencias físicos naturales propició una reflexión sobre las particularidades epistemológicas de
las ciencias sociales.

RESUMEN DE LOS SOCIÓLOGOS

KARL MARX
El capítulo comienza con un análisis del enfoque dialéctico derivado
de Hegel que da forma a la totalidad de la obra de Marx. Entre otras
cosas, la dialéctica insiste en que no existen las relaciones simples de
causa y efecto entre los elementos del mundo social, en que no hay
una nítida frontera entre hecho y valor, ni líneas claras de división
entre los fenómenos del mundo social. La dialéctica defiende que nos
debemos centrar en las relaciones sociales, tener en cuenta no sólo el
presente, sino también el pasado y el futuro, oponernos a la idea de que existe lo socialmente
inevitable, e interesarnos por los conflictos y las contradicciones que se dan en el mundo social. A
pesar de su orientación política tendente hacia la creación de una sociedad comunista, Marx se
centró fundamentalmente en el análisis dialéctico critico de la sociedad capitalista. Abrigaba la
esperanza de que su crítica contribuyera a la destrucción del sistema capitalista y a la llegada del
socialismo. Se presentan las ideas de Marx sobre la naturaleza humana, una naturaleza humana
que depende enormemente de su entorno social. Marx contemplaba el capitalismo como un
sistema que distorsiona esa naturaleza, y creía que el comunismo facilitaría la expresión del
potencial de la naturaleza humana. Los actores de Marx poseen conciencia y creatividad,
capacidades que se expresan en las diversas formas de acción e interacción.
Aquí se subraya la necesidad de la interacción con otras personas y con la naturaleza para producir
los objetos que requiere la supervivencia. Este proceso natural se subvierte como resultado de las
consecuencias imprevistas del capitalismo. Las distorsiones de los humanos causadas por las
estructuras del capitalismo quedan definidas en el famoso concepto de Marx de alienación. Las
personas están conectadas naturalmente con su actividad productiva, sus productos, sus
compañeros de trabajo y, en última instancia, consigo mismas, con su propia naturaleza en tanto
que seres humanos. Pero las estructuras del capitalismo rompen todas y cada una de estas
relaciones. Este concepto originó en Marx un interés político por la emancipación de la gente de
las estructuras opresoras del capitalismo; intelectualmente, le llevó a analizar la naturaleza de las
estructuras del capitalismo y su influencia opresiva sobre los actores. Luego se examinan varios
aspectos de las estructuras de la sociedad capitalista. Estudiamos el papel central que
desempeñan las mercancías en el capitalismo y el modo en que se crean mediante el proceso
conocido como fetichismo de las mercancías. En efecto, las personas atribuyen a las mercancías, y
al mercado que crean, una existencia propia. Lukács amplió posteriormente este concepto hasta
llegar a la idea de la reificación: las personas no sólo idolatran las mercancías sino también otros
muchos componentes estructurales de la sociedad capitalista. En este contexto analizamos el
capital en tanto que la estructura reificada más general de la sociedad capitalista. También se
examinan una serie de componentes reificados en la sociedad capitalista, entre los que destacan la
propiedad privada, la división del trabajo y la clase social. Aunque Marx se interesó
específicamente por las estructuras del capitalismo, tenía también algunas cosas que decir sobre
los aspectos culturales de la sociedad capitalista, en especial, los conceptos de conciencia de clase,
falsa conciencia e ideología. (Ritzer, KARL MARX)

EMILE DURKHEIM
El núcleo de la teoría de Durkheim lo constituye su concepto de
hecho social. Durkheim distinguía entre dos tipos básicos de
hechos sociales: los materiales y los inmateriales. Aunque con
frecuencia ocupan un lugar de prioridad causal en su teorización,
los hechos sociales materiales (por ejemplo, la división del
trabajo, la densidad dinámica y el derecho) no constituían las
fuerzas más importantes en el sistema teórico de Durkheim. La
preocupación esencial de Durkheim eran los hechos sociales
inmateriales. Analizó varios, entre ellos la conciencia colectiva, las
representaciones colectivas y las corrientes sociales. El estudio de
Durkheim sobre el suicidio constituye un buen ejemplo de la importancia que tienen los hechos
sociales inmateriales en la totalidad de su obra. De acuerdo con su modelo causal básico, los
cambios en los hechos sociales inmateriales producían, en última instancia, diferencias causales en
las tasas de suicidio. Durkheim distinguió cuatro tipos de suicidio —egoísta, altruista, anómico y
fatalista— y se esforzó por mostrar cómo influían en cada tipo los diferentes cambios en las
corrientes sociales. Para Durkheim y sus seguidores, el estudio del suicidio constituía una
evidencia de que la sociología tenía un lugar legítimo dentro del conjunto de las ciencias sociales.
Después de todo, decían, si la sociología podía explicar un acto tan individualista como el suicidio,
entonces podía explicar otros aspectos menos individuales de la vida social.
En sus últimos años, Durkheim se interesó por otro aspecto de la cultura: la religión. En su análisis
de la religión primitiva, el objetivo de Durkheim era mostrar que las raíces de la religión se
encontraban en la estructura social de la sociedad. Es la sociedad la que define ciertas cosas como
sagradas y otras como profanas. En su análisis del totemismo primitivo, Durkheim demostró el
carácter social del origen de la religión y sus raíces en la estructura social del clan. Además,
consideraba el totemismo como una forma específica y manifiesta de conciencia colectiva en la
sociedad primitiva. La fuente de esta conciencia se hallaba, como la de todos los productos
colectivos, en los procesos de efervescencia colectiva, Al final, Durkheim llegó a la conclusión de
que sociedad y religión eran lo mismo, dos manifestaciones del mismo proceso general. Debido a
que identificaba la sociedad con Dios, deificándola, Durkheim se oponía a la revolución social. Era
un reformador social preocupado por la introducción de mejoras en el funcionamiento de la
sociedad. Mientras Marx percibía diferencias irreconciliables entre capitalistas y trabajadores,
Durkheim creía que estos grupos podían unirse en asociaciones profesionales. Recomendaba la
creación de estas asociaciones para restaurar la moralidad colectiva en el mundo moderno y para
aliviar algunas patologías remediables de la división moderna del trabajo. Pero, sin embargo, estas
reformas estructurales tan limitadas no podían solucionar los problemas culturales más generales
que invadían el mundo moderno. Por ello Durkheim puso sus esperanzas en ese curioso sistema
moderno de moralidad colectiva que él denominó «culto al individuo». (Ritzer, EMILE DURKHEIM)

MAX WEBER
Vemos que Weber, en el curso de su carrera, se trasladó
progresivamente de la historia a la sociología, hasta la
fusión de ambas; es decir, hacia el desarrollo de una
sociología histórica. Uno de sus conceptos metodológicos
más críticos fue el de verstehen. Aunque suele ser
interpretado como un instrumento para el análisis de la
conciencia individual, en manos de Weber llegó a ser más
bien una herramienta científica para el análisis de las
restricciones estructurales e institucionales que actúan
sobre los actores. También se observan otros aspectos de
la metodología weberiana, incluyendo su tendencia a
pensar en términos de causalidad y a utilizar los tipos
ideales. Además, examinamos su análisis de las relaciones
existentes entre los valores y la sociología.
Aunque Weber basaba sus teorías en sus reflexiones sobre la acción social y las relaciones sociales,
las macroestructuras y las instituciones sociales constituyeron su mayor empeño. En el contexto
de la autoridad legal, se tiene en cuenta sus planteamientos sobre la burocracia típico-ideal y
demostramos cómo usaba esa herramienta para profundizar en los otros dos tipos de autoridad, la
tradicional y la carismática. El concepto de carisma es capital en la obra de Weber. No sólo clarificó
su sentido en tanto que estructura de autoridad, sino que también se centró en los procesos por
los que se produce tal estructura.
Aunque su trabajo sobre estructuras sociales —como la autoridad— es importante, es en el nivel
cultural, en su análisis de la racionalización del mundo, donde aparecen las profundizaciones más
relevantes de Weber. Este acuñó la idea de que el mundo va siendo cada vez más dominado por
las normas y valores de la racionalización. Weber argumentaba que la racionalización estaba
atravesando rápidamente todas las instituciones en el mundo occidental, mientras había
importantes obstáculos para que ese proceso se diera en el resto del mundo.
El pensamiento weberiano sobre la racionalización y otros varios elementos de su obra quedan
ilustrados por la relación entre la religión y el capitalismo. En un primer nivel, esto supone una
serie de estudios sobre la relación entre las ideas (religiosas) y el desarrollo del espíritu del
capitalismo y, en última instancia, del capitalismo mismo. En otro nivel, está el estudio de cómo se
desarrolló un sistema religioso característicamente racional (el calvinismo), que jugó un papel
clave en el nacimiento de un sistema económico racional (el capitalismo). Weber estudió asimismo
otras sociedades en las que encontró sistemas religiosos (confucianismo, taoísmo e hinduismo),
que inhiben el crecimiento de un sistema económico racional. (Ritzer, MAX WEBER)

Bibliografía

-. (s.f.). Obtenido de
https://perio.unlp.edu.ar/catedras/pyp/wp-content/uploads/sites/64/2020/04/max-
weber.pdf
Alonso Martín Federico, P. D. (8 de 9 de 2009). teoriasocialibero. Obtenido de teoriasocialibero:
http://teoriasocialibero.blogspot.com/2009/09/contexto-historico-y-social.html
Bustos, A. (10 de Mayo de 2011). adrianbustosproyectointegrado. Obtenido de
adrianbustosproyectointegrado:
https://sites.google.com/site/adrianbustosproyectointegrado/home/historia-de-la-
filosofia/karl-marx/contexto-historico-cultural-y-filosofco-de-karl-marx
Ritzer, G. (s.f.). EMILE DURKHEIM. En G. Ritzer, TEORÍA SOCIOLÓGICA CLÁSICA (págs. 205-241). Mc
Graw Hill.
Ritzer, G. (s.f.). KARL MARX. En G. Ritzer, TEORÍA SOCIOLÓGICA CLÁSICA (págs. 165-199). MC Graw
Hill.
Ritzer, G. (s.f.). MAX WEBER. En G. Ritzer, TEORÍA SOCIOLÓGICA CLÁSICA (págs. 245-286). Mc Graw
Hill.

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