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CLÍNICA DE LA VEJEZ

“Oh, Dios mío, haz que yo esté presente en el momento de mi muerte”


D.W.Winnicott

“Uno debería estar haciendo siempre algo, aunque exista el riesgo de

ser interrumpido ;esto es mejor que desaparecer en estado de pobreza”

S.Freud

INTRODUCCIÓN

Diferenciar la GERONTOLOGIA de la GERIATRÍA y de la PSICOGERIATRÍA. La gerontología es la disciplina


que abarca el estudio de todas las ramas científicas que se ocupan de la vejez. La geriatría es la rama
médica que se ocupa de la vejez. La psicogeriatría es la disciplina que estudia la psicología de la vejez.

El envejecimiento es una preocupación de la humanidad desde tiempos remotos. Ya desde la Antigua


Grecia, la mirada hacia la vejez es paradojal. Platón, la consideraba ligada a la virtud y a la espiritualidad;
por eso, los ancianos son los que deben gobernar. Para Aristóteles, en cambio, la vejez es signo de
debilidad y desesperanza, y está asociada a la falta de deseo y otros prejuicios negativos.

La historia muestra que gran parte del reconocimiento a los viejos es mítico. Los hechos revelan que los
intereses de la producción y el progreso económico rara vez fueron paralelos a los intereses del
envejecimiento.

La vejez, desde el modelo biológico, supone un cierto cambio irreversible y desfavorable; una
declinación de las funciones vitales que conforman un proceso ligado al paso del tiempo, que concluye
inexorablemente con la muerte.

Desde el materialismo antropológico, el envejecimiento comporta un proceso progresivo, intrínseco y


universal.

Este proceso, está atravesado por variables biológicas, psicológicas, sociales, históricas y culturales.

Desde lo psicológico, que es lo que nos atañe, haber vivido y llegar a viejos concede acumulación de
experiencias, pero también supone encontrarnos con conflictos y traumas añosos. Aunque es cierto que
se ha logrado sobrevivir a ellos.

Asociada a la limitación y a la pasividad, a la dependencia y a la deprivación, la identificación de la


ancianidad con la muerte es una representación lo suficientemente poderosa como para adjudicarle la
responsabilidad de la actitud negativa hacia el adulto mayor. Y en este imaginario, no solo quedan
atrapados niños, jóvenes y adultos, sino muchos de los viejos que interpretan fehacientemente el rol
que la cultura de la humanidad se ha encargado de otorgarles. Así, las disciplinas que se ocupan de la
vejez están también atravesadas por prejuicios que asocian al anciano con enfermedad, discapacidad y
deterioro.

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Cuando nos enfrentamos a temas sobre vejez, el primer inconveniente es la generalización y la
universalización de los problemas; seguramente, para evitar tomar conciencia que en el mejor de los
casos, si la vida nos lo permite, nosotros mismos llegaremos a viejos.

LA MEDIANA EDAD

Denominamos “mediana edad” al período de transición de la adultez a la vejez.

Se sitúa entre los 45 y 65 años de edad, acorde a la expectativa actual de la vida.

Según el Dr. Salvarezza esta etapa se caracteriza por:

▪ La mayoría alcanza la subsistencia propia y la de su familia.

▪ Término de la crianza.

▪ Época de mayor producción intelectual o de ocupación de cargos jerárquicos.

▪ Para muchos, tiempos de autorrealización.

▪ Etapa que inexorablemente da paso a la vejez.

Si se alcanza un cierto bienestar socio-económico y se goza de buena salud suele identificarse como la
época de florecimiento.

La mediana edad se distingue por dos cuestiones peculiares:

▪ Conciencia del paso del tiempo y del envejecimiento personal.

▪ Crecimiento de los hijos y muerte de los padres que produce el sentimiento de transformarse en techo
generacional.

Intrapsiquicamente, estas características se expresan en:

▪ Incremento de la interioridad.

▪ Cambios en la percepción del tiempo y conciencia de la finitud del tiempo: Se centran más en lo que
falta por vivir que en lo que se vivió.

▪ Personalización de la muerte. La muerte de pares es una posibilidad real para uno mismo. La muerte se
convierte en un problema personal, no es ya un tema general.

Freud, en 1915, en “Sobre la guerra y la muerte” escribe: “Hemos manifestado la inequívoca tendencia a
hacer a un lado la muerte, a eliminarla de la vida…La muerte propia no se puede concebir; tan pronto
intentamos hacerlo podemos notar que en verdad sobrevivimos como observadores…En el fondo, nadie

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cree en su propia muerte, o, lo que viene a ser lo mismo, en el inconciente cada uno de nosotros está
convencido de su inmortalidad.”

Según el Dr. Salvarezza, los cambios en la percepción del tiempo y la personalización de la muerte,
durante la vejez, tienden a desaparecer como rasgos preocupantes mientras que el incremento de la
interioridad persiste con tendencia a acrecentarse.

FACTORES BIOLÓGICOS DEL ENVEJECIMIENTO

▪Disminución del peso cerebral.

▪Atrofia y muerte cerebral.

▪Desórdenes en la oxidación de proteínas, que hace que disminuya el flujo sanguíneo y el consumo de
glucosa y se alteren los mecanismos neurotrasmisores.

▪ Aumento de grasas en regiones localizadas.

▪ Pérdida de elasticidad en la piel.

▪ Encanecimiento y calvicie.

▪ Alteraciones en los sentidos, especialmente en la vista y la audición.

▪ Fatigabilidad muscular.

▪ Cambios en la velocidad de respuesta.

FACTORES SOCIALES DEL ENVEJECIMIENTO

Tres son los ámbitos donde los cambios en la estructura social se van a poner de manifiesto:

▪ Familia

La familia primaria se ve alterada por el alejamiento de los hijos del hogar, signo en el mejor de los
casos, de la autonomía de los más jóvenes, pero que conlleva sentimiento de pérdida (Síndrome del
nido vacío) en los mayores.

El rol del abuelazgo, ha experimentado grandes cambios. Comienza a ser resignificado, siendo la figura
del abuelo del siglo XXI como una persona con vida propia, intereses y deseos tan variados como en
cualquier otra etapa vital.

La viudez, la muerte de hermanos, suelen ser factores de profundos cambios en la estructura familiar, a
los que se le suman otras significativas como las mudanzas.

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▪ Trabajo

Los adultos mayores son quizás los más afectados por la estructura del trabajo moderno. La creciente
tecnología, junto a la ocupación de los puestos de trabajo por jóvenes y adultos, sin descontar la escasez
de oportunidades que el sistema impone, hacen de la jubilación un fenómeno prematuro (acorde a las
posibilidades vitales aún en vigencia de las personas) que llevan a los mayores a un “rol sin rol”, por la
no asignación de responsabilidad, con la consecuente pérdida de status y prestigio social.

La jubilación implica disminución de los recursos económicos pero también pérdida de contactos
sociales, cambios en la organización del tiempo y un desplazamiento de los compromisos del trabajo al
universo del tiempo libre.

▪ Relaciones Interpersonales

La estructura social del adulto mayor se ve re-estructurada, justamente por lo mencionado


anteriormente. Por un lado hay incorporación de nuevas relaciones familiares (yernos y nueras con sus
respectivas familias), integración a nuevos grupos socio-recreativos; pero por otro pérdidas : muerte de
pares y de amigos, de cónyuge, sumadas a traslados y mudanzas. Estos acontecimientos requieren del
adulto mayor un profundo proceso de adaptación.

En los años 60 la discusión académica sobre la participación social del anciano rondaba alrededor de dos
teorías: La teoría de la actividad y La teoría de la desvinculación.

La primera, parte de la hipótesis que sólo es feliz y se siente satisfecha la persona que es activa, que
produce algún rendimiento y que es útil a otras personas; en cambio aquella que no desempeña
función alguna en la sociedad, se muestra desgraciada y descontenta.

Contrariamente, la teoría de la desvinculación supone en el anciano el deseo por ciertas formas de


aislamiento social, de reducción de contactos sociales y que al lograrlo, se siente feliz y satisfecho. Según
esta teoría para alcanzar una vejez plena y satisfactoria, la sociedad debe liberar a los ancianos de sus
obligaciones y estos a su vez deben resignar su actividad social.

Nuestra posición radica en lo que llamamos “descatectización recíproca” para referirnos al proceso de
desinvestimiento de los objetos (externos o sociales) por parte del anciano, promovido por una fuerza
de semejante magnitud y cualidad que va del contexto social a la persona mayor. En este sentido
coincidimos con Atchley que en 1987 señala que el distanciamiento social del anciano es una
consecuencia del desapego individual conectado con la falta de oportunidades e interés que la sociedad
brinda a los adultos mayores. Así, la sociedad moderna, caracterizada por las relaciones en abstracto y
vínculos virtuales; que entrona el cambio y la celeridad se convierte en una sociedad de riesgo, como
señala Ulrich Beck, a partir de sus propias decisiones,

Hoy, investigaciones psicosociales, demuestran que los vínculos sociales favorecen el envejecimiento
saludable.

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FACTORES PSICOLÓGICOS DEL ENVEJECIMIENTO

Erikson es el primer psicoanalista que se ocupa específicamente de la vejez. Describe una serie de fases
del desarrollo de la personalidad. Propone ocho ciclos vitales y en cada una hay tareas evolutivas que el
sujeto debe resolver y su acierto o no determinan su destino.

En el ciclo vital que nos ocupa, el conflicto principal es generatividad vs. Estancamiento. La generatividad
supone la trasmisión, la expansión del yo, en la producción y la creatividad. El estancamiento representa
una regresión y replegamiento que llevan al aburrimiento y empobrecimiento personal. La resolución
satisfactoria o no, dará lugar al último estadio cuyo conflicto es integridad vs. Desesperación. La
integridad implica triunfos y desengaños de ser; la desesperación por que ya no hay tiempo.

A pesar del importante aporte de Erikson lo generalizador de este planteo no nos permite abordar los
aportes particulares y singulares del envejecimiento.

NARCISISMO Y VEJEZ

El concepto de narcisismo fue planteado desde la gerontología para estudiar la estima propia y la
relación con el ideal. Así el Dr. Salvarezza (1988) señala que los sujetos con personalidad narcisista
cuando envejecen y confrontan la visión de si mismos con el ideal, al comprobar que no han podido
cumplir con el o que ya no lo podrán alcanzar, pueden caer en un colapso narcisista. Este estado, genera
angustia que promueve conductas defensivas, para evitar el colapso narcisista. Estas defensas pueden
ser generales como las conductas que tienden a la defensa extrema de sus opiniones, fijadas a valores
perimidos o específicos, que son las conductas que buscan la compensación para restituirse
imaginariamente. Son los viejos que a través de acciones sobrecompensadas tratan de de demostrarse
a sí mismos y a los demás su vigencia en los distintos aspectos de su vida (laborales, sexuales,
deportivas); o bien estas defensas específicas pueden adquirir características fantásticas, o sea
refugiarse en la fantasía y entonces esa introversión libidinal, necesariamente lo lleva al aislamiento.

Sydney Levin (1976), observa que tanto el cese de actividades, posibles malestares físicos, pérdidas de
relaciones objetales (Cónyuge, amigos, hermanos), disminución de los sentidos, que por supuesto tiene
sus efectos en la vida de relación, producen una alteración en la distribución y equilibrio de la libido.

Como señalamos cuando hablamos de la Teoría de la Desvinculación y en coincidencia con los aportes
psicoanalíticos, pensamos que por efecto de la jubilación, por el alejamiento de los hijos del hogar, por
las características de la sociedad moderna que sobrevalora la producción, la rapidez hasta el límite de la
vertiginosidad, la juventud; la imagen por sobre la palabra, el contexto desinviste al adulto mayor y
contribuye a la desvalorización de la vejez y el envejecimiento; en respuesta a la progresiva pérdida de
reconocimiento y valoración social, los ancianos, especialmente aquellos con déficit narcisista,
reaccionan con las conductas defensivas que acabamos de caracterizar. Insistimos en este aspecto para
no dejar por fuera ciertas características del contexto social que favorecen u obstaculizan, atenúan o
refuerzan aspectos psíquicos individuales.

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LA VEJEZ Y LOS DUELOS

Otro aporte psicoanalítico que debemos incluir, es la concepción freudiana sobre el trabajo del duelo,
teniendo en cuenta los sucesivos cambios que detectamos en el adulto mayor. Sabemos que los
cambios suponen pérdidas e incorporaciones. Frente a las primeras, los sujetos experimentan un
proceso intrapsíquico que se conoce con la expresión clásica de “trabajo del duelo” (Trauerarbeit).

Este concepto fue introducido por Freud en 1915 en “Duelo y Melancolía”. El trabajo consiste en desasir
las investiduras libidinales ligadas al objeto perdido (tomando objeto como personas, cosas, situaciones,
relaciones, amputaciones, disminución de funciones, etc.) y dar un nuevo destino a estas cargas
resignadas, enlazándolas con nuevos objetos del mundo.

El proceso de duelo sume a la persona que lo atraviesa en un estado psicológico caracterizado por un
desinterés por todo aquello que no esté relacionado con la pérdida que lo aflige, y el proceso del trabajo
de duelo dependerá de una multiplicidad de factores que podemos sintetizar en las series
complementarias: Factores hereditarios combinados con las experiencias infantiles junto a los factores
actuales desencadenantes. Ampliando la mirada a lo psicosocial también inciden: costumbres étnicas:
en efecto ciertas comunidades habilitan más que otras a las expresiones de dolor y tristeza; ritos y
religión que favorecen la “despedida” de los muertos o que otras veces obstaculizan y resisten los
cambios; el apoyo social (familiares, amigos, vecinos), cuando es solvente, favorece el proceso para
superar las pérdidas y volver a sentir interés por el mundo.

Los duelos patológicos (represiones reactivas) se dan más en jóvenes que en viejos. Sin embargo, debido
a las distintas pérdidas, hacen que esta patología sea el trastorno de mayor incidencia en mayores de 55
años.

Para que pueda desarrollarse un proceso de duelo normal, es necesario que el individuo haya
incorporado experiencias integradoras y que soporte una adecuada dosis de tolerancia a la frustración.

Al trabajo de duelo no hay que tratarlo, hay que acompañarlo.

SEXUALIDAD

Diversos autores coinciden y desde la clínica se observa que la sexualidad de los viejos es reprimida,
inexplorada y poblada de prejuicios. Pensemos también que las personas mayores de hoy, que nacieron
en la primera mitad del siglo pasado, arrastran fuertemente la influencia puritana de la época victoriana.

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La sociedad despliega aspectos moralistas en sentencias como: La sexualidad en los viejos no es posible
ni necesaria. Sin embargo sabemos que la sexualidad nos acompaña toda la vida, y que lo sexual no es
sinónimo de lo genital; es un concepto más abarcativo, que consiste en obtener placer en cualquier zona
corporal capaz de transformarse en zona erógena.

No existe causa para que un sujeto con buen estado de salud no pueda continuar en la vejez,
experimentando deseos sexuales y ejercitar su función genital. Que esto ocurra o no, está en relación
directa con la actitud que el sujeto tuvo, en relación a la sexualidad, a lo largo de su vida.

Pensar como normalidad la actividad sexual de la juventud o de la adultez joven, es un error. Cada
momento de la vida tiene sus propias posibilidades funcionales. Para enunciarlo de otra manera: El
deseo no transcurre por carriles biológicos.

Si la genitalidad decrece, no por ello el sujeto se vuelve asexual, vuelve a una sexualidad infantil o se la
anula por innecesaria.

La intensidad pulsional es permanente y poderosa; toda renegación de la sexualidad en la vejez, no es


otra cosa que una reedición de la represión sexual; y las neurosis, la depresión y la angustia son precios
caros que se paga por ello.

La capacidad sexual no desaparece con la edad. Tiene su particularidad en la intimidad con el propio
cuerpo y el cuerpo del otro. La integración de la sexualidad y el erotismo hacen singular su
funcionalidad.

CLÍNICA Y VEJEZ

Transferencia y Contratransferencia: Si bien Freud señala la dificultad de atender pacientes mayores, H.


Segal, Abraham y otros no solo no acordaron, sino que además avalaron la atención con su propia
experiencia clínica.

Lo importante es tomarla como una etapa evolutiva más con sus particularidades. Si admitimos la
transferencia y la resistencia en nuestra línea de investigación tenemos derecho de hablar de
psicoanálisis. El analista podrá entender en que lugar lo ubica el paciente: padre, madre, abuelo, hijo,
hermano. Acorde a esto comprender en que tiempo se ubica el paciente en su historia. Se interpreta la
transferencia solo si obstaculiza el tratamiento.

Las contratransferencias en el analista convocan a los propios fantasmas en relación al envejecimiento


(en el caso de psicoanalistas adultos) y el envejecimiento de los propios padres (en el caso de analistas
jóvenes). A esto, se suman la culpa inconsciente, el desvalimiento y la enfermedad pueden generar
sentimientos hostiles y de rechazo o formas reactivas de excesiva comprensión que culminan en fracaso
del tratamiento.

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Encuadre: Es similar al que establecemos para cualquier paciente. En general suelen ser pacientes
cumplidores, a veces hasta la rigidez. El analista debe tener en cuenta disponibilidad horaria por si es
necesario verlos en la casa. La inclusión o no de los hijos en el tratamiento es acordado con el paciente
previamente.

Resistencias: ▪ Viscosidad de la libido, Inercia psíquica

▪ Fuerza de costumbre, rigidez

▪ Conciencia de culpa y necesidad de castigo

El trabajo de estas resistencias es lo más trabajoso en el tratamiento,. El analista con su presencia


terapéutica, podrá rescatar la libido de la simbiosis con los objetos primarios y traerlos al aquí y ahora
de la transferencia analítica.

Motivos de consulta: Depresión, angustia grave, duelos, relaciones vinculares disfuncionales,


enfermedades orgánicas, miedo a la invalidez y a la soledad.

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BIBLIOGRAFÍA

ADUCCI,E. “Psicoanálisis de la Vejez” Argentina, Kargieman,1987

FREUD,S. “Introducción del Narcisismo” Obras Completas. Vol. XIV Bs.As. Amorrortu 1984

FREUD,S. “Duelo y Melancolía” Obras Completas. Vol. XIV. Bs. As. Amorrortu 1984

FREUD,S. “De Guerra y Muerte. Temas de Actualidad” Obras completas Vol. XIV. Bs. As. Amorrortu 1984

FREUD, S. “Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis” Obras Completas. Vol. XXII. Bs. As
Amorrortu 1989

FERRERO,G.A. “Envejecimiento y Vejez. Nuevos Aportes” Argentina . Atuel 1998

LAIN ENTRALGO, P. “La Empresa de Envejecer” Barcelona, Galaxia Gutemberg,2001

SALVAREZZA,L. “Psicogeriatría. Teoría y Clínica” Argentina, Paidós,1988

WINNICOTT,D.W. y otros “Donald W. Winnicott” Bs. As. Trieb 1978

DORÍN,E. Tesis Doctoral “La influencia del vínculo afectivo en el proceso de envejecimiento humano”
2010

Dra. Elena Dorin

Dra. Elena Dorin

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