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La vejez
La vejez, con sus grandes complejidades llenas de misterio y amenaza, no es todavía asequible a la
mirada de frente del investigador; la muerte, el más grande de los imponderables, se encuentra a
sólo unos pasos de ella.
Sin embargo, el viejo está tan vivo como cualquiera y siente y se entristece por el acerbo rechazo
del que es víctima.
Una familia sin viejos es una familia sin complemento histórico, una familia mutilada.
En todos nosotros, en mayor o menor grado, existe el temor de llegar a viejos, casi tan fuerte como
el temor de no vivir lo suficiente para llegar a serlo.
Uno de los problemas que frecuentemente se encuentra es aquél de dos esposos ya viejos, cuando
él es jubilado y regresa a su casa, esta vez regresa para siempre, e invade los terrenos que antes sólo
fueron el dominio de su esposa. Parece imposible, para el que desconoce esta etapa, que este simple
hecho represente una situación amenazante a la individualidad y diferenciación de ambos. Esta
situación sólo puede ser aliviada mediante el límite claro de los espacios en donde cada uno pueda
funcionar independientemente. De lo contrario, existe el peligro de que se lleguen a perder la
estima y el respeto y aparezcan la ansiedad, la tensión y los estados depresivos.
Otra problemática es que los hijos no les permitan tener una intimidad adecuada. Bajo pretexto de
cuidarlos, se cuelgan de ellos imponiéndoles cargas emocionales muy fuertes. El viejo así muchas
veces se siente aprisionado y puede desarrollar estados depresivos.
b) En presencia del nieto y el abuelo, pasado y futuro se funden en el presente (Mead, 1972).
e) Se da la oportunidad de experimentar una nueva relación, diferente a la de padre, con los nietos.
Se necesita, en esta etapa, tener la habilidad suficiente para aceptar realistamente las propias
capacidades, así como las limitaciones.
Igualmente es importante poder cambiar de rol y aceptar la dependencia cuando esto sea necesario
(aceptar el rol de hijo nuevamente).
¿Hasta que punto los hijos pueden sustituir las funciones que tenían los padres por la vejes, sin
romper desacuerdo a la versión sistémica el orden?
Es importante igualmente retirar los marbetes de senilidad, inutilidad, estorbo, carga, etc., para
lograr entender y ayudar a las parejas de viejos.
De hecho, intervenir terapéuticamente con los viejos resulta muchas veces más fácil y responden
mejor que muchos de los jóvenes.
Yutang menciona un viejo proverbio chino que dice "el agua flota siempre hacia abajo, nunca hacia
arriba"; y deduce por lo tanto que el afecto por los padres y los abuelos necesita ser enseñado y
reforzado por las instituciones y la sociedad.
i Un hombre en forma natural ama a sus hijos, pero un hombre culto ama a sus padres! Para un
caballero chino la pena más grande es no tener la oportunidad de ofrecer a sus padres sopa caliente
y medicinas en su lecho mortuorio o no estar presente a la hora de su muerte; y este penar está
expresado en un pequeño pensamiento que dice:
Simone de Beauvoir ha hecho estudios interesantes de casos en que no todos los viejos llegan a ser
sabios, tranquilos y sensatos, ni mucho menos a disfrutar de sus últimos años.
Nadie puede dejar de envejecer; solamente se puede pretender burlar a la naturaleza en un vano y
doloroso intento de torpe omnipotencia, que dura lo que el humo.
Es mejor y más útil saber crecer, madurar y envejecer "graciosamente"; casi se podría decir, con
arte; el arte natural que da la vida al que no la intenta detener.
La edad podría dar ciertas prerrogativas si ésta no estuviese en algunas culturas tan fuertemente
negadas.
Tal vez se niega porque en esta fase aparece la soledad, sobre todo la soledad interna producida
por las pérdidas irremediables que se han sufrido.
Erik Erikson nos hace notar sagazmente que aquel que ha pasado por triunfos y fracasos inherentes
al ser, el que ha originado a otros seres y dado vida a otras ideas, gradualmente va integrando y
madurando las etapas de su ciclo; adquiere un orden del mundo y un orden espiritual; acepta su
ciclo vital completo y el de su compañero y defiende la dignidad de su vida.
"Los niños sanos no temen a la vida, si sus abuelos han tenido la integridad suficiente para no temer
a la muerte", dice Erikson (1963).
Los viejos en ciertos respectos se, se vuelven de nuevo como niños, la cuestión es si este “giro” es
hacia una apariencia de infancia sazonada con sabiduría, o desear volverse, demasiado viejo
demasiado rápido, o segur siendo demasiado joven demasiado tiempo.
Concretamente, las fases propuestas por Atchley en su modelo son las de prejubilación, jubilación,
desencanto, reorientación y estabilidad. La descripción de dichas fases es ampliamente conocida y
referenciada en los manuales de gerontología por lo que a continuación se presenta una breve
referencia a sus características principales.
La primera de ellas, la etapa de prejubilación se caracteriza por la presencia de fantasías
anticipatorias que el trabajador construye sobre cómo será su vida de jubilado estando todavía en
activo. La etapa de jubilación se inicia una vez se ha hecho efectivo el retiro y puede experimentarse,
según el autor, de tres maneras posibles: como un período de euforia y liberación asociada al
abandono de las obligaciones laborales (luna de miel), como la simple continuidad con las
actividades de ocio previas a las que se les dedica más tiempo o simplemente como un período de
relax y descanso asociado al abandono de las obligaciones laborales. La etapa de desencanto refleja
un cierto desengaño, al comprobar que la realidad del día a día como jubilado no se corresponde
con las fantasías iniciales, lo que conlleva un descenso del entusiasmo previo. La fase de
reorientación implica asumir y construir una visión más realista de lo que supone la jubilación,
abandonando progresivamente tanto las fantasías excesivamente positivas como negativas y
desplegando una perspectiva más ajustada a la realidad en cuanto a las posibilidades y limitaciones
sociales y económicas que conlleva la jubilación. Finalmente, la fase de estabilidad se alcanza
cuando las personas logran cierta acomodación y ajuste a su rol de jubilado estabilizando sus
emociones y rutinas diarias en relación con la vida de jubilado. Si bien inicialmente Atchley planteó
en su modelo de adaptación a la jubilación la vivencia secuencial de las fases anteriormente
descritas, posteriormente determinó la posibilidad que en ciertos casos sólo se experimentaran
algunas de ellas (Atchley, 1982).
Muerte y Duelo
es difícil una respuesta unánime. Autores afirman que morir, científicamente, es dejar de existir.
la muerte es comprendida como una etapa natural, que forma parte de la vida
las personas.
hacia la enfermedad. La que “mata” es la enfermedad y la muerte es tan solo el resultado de ella,
un
https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-76062002000400004
En las actitudes ante la muerte propia, inciden factores diversos: personalidad, duración de
la enfermedad, interacción con el personal sanitario, edad del paciente, lugar de la asistencia,
Estas actitudes unidas al sufrimiento psíquico se articulan en torno a los dos procesos de
De hecho, gran parte del temor recae sobre el proceso de la agonía y no en el morir como tal;
así en esta última etapa de la vida el miedo se evidencia de las siguientes formas:
f) Miedo a lo desconocido.
La suma de estos miedos se traduce en sufrimiento. En este marco, diversos autores nos
exponen fases o etapas en los cambios de actitud y en las emociones del enfermo terminal.
Berger nos habla de tres fases caracterizadas, cada una de ellas, por los siguientes síntomas:
• Regresión, con pérdida de independencia y libertad, pérdida de identidad propia, todo ello
Por otro lado, Kübler-Ross, nos presenta sus cinco fases del duelo: negación/aislamiento, ira,
pacto o negociación, depresión y aceptación final (si se han superado convenientemente las
fases anteriores).
Por último, Pattison, nos indica que cuando nos encontramos en el período de trayectoria
real de la muerte, tras la toma de consciencia de la misma, se pasan tres fases clínicas:
• La fase terminal, cuando todo se va apagando junto a las señales de debilidad que van
apareciendo.
moribundos, con base en una serie de investigaciones que llevó a cabo en hospitales. Al hablar
de las fases del duelo, se centra más en enfermos terminales, aunque también menciona la
idea de que tiene una enfermedad mortal o puede ser también que el paciente se
aísle del resto de la gente, reacciones consideradas como normales y como una
forma de protección provisional a sí mismo, las cuales serán más tarde sustituidas
B. Ira. En la segunda fase, sustituye la negación que tiene el paciente, por los
sentimientos de rabia, coraje, envidia y resentimiento; aquí surgen todos los por
qué; los pacientes moribundos suelen quejarse por todo, todo les parece mal y es
muchas ocasiones los que están cerca del enfermo no se preguntan el porqué de
procurar superar esa desagradable vivencia por la que está pasando. La mayoría
todos los sentimientos anteriores pasan a ser sustituidos por una sensación de
pérdida, por esto, la cuarta etapa del duelo es llamada “Depresión”. Kübler Ross
pues eso evitaría que el moribundo pensara en su propia muerte; sería absurdo
decirle esto cuando los demás también se ponen tristes al perder a un ser querido.
Si se vive esta etapa y se enfrenta el dolor que consigo lleva, al enfermo le será más
existiera más. En esta etapa, es normal que el doliente se sienta débil o cansado y
de un bebé recién nacido. Comienza a sentirse una cierta paz, pudiendo estar bien
Vargas Solano, Rosa Elena. (2003). Duelo y pérdida. Medicina Legal de Costa Rica , 20 (2), 47-52.
Obtenido el 16 de noviembre de 2021 de
http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-
00152003000200005&lng=en&tlng=es.
1. Duelo anticipado: Es aquel que se da antes de que la muerte haya ocurrido. Es normal
duelo prolongado, no tan agudo como el resto, dado que cuando llega la muerte se suele
2. Duelo sin resolver: Como su nombre indica, significa que la fase de duelo sigue presente.
Sin embargo, suele denominarse así al tipo de duelo que sucede cuando ha pasado cierto
3. Duelo crónico: También es una clase de duelo sin resolver, que no remite con el paso del
tiempo y que dura durante años. También se denomina duelo patológico o duelo
detallada y vívida los sucesos relacionados con la muerte, y todo lo que le ocurre le
4. Duelo ausente: Hace referencia a cuando la persona niega que los hechos hayan ocurrido.
Por tanto, es la etapa de negación de la que hemos hablado con anterioridad, en la que el
individuo sigue evitando la realidad pese a haber pasado mucho tiempo. Es decir, la
persona ha quedado estancada en esta fase porque no quiere hacer frente a la situación.
5. Duelo retardado: Es similar al duelo normal, con la diferencia a que su inicio se da al cabo
de un tiempo. Suele ser parte del duelo ausente, y también recibe el nombre de duelo
muestran aparentemente fuertes. Por ejemplo, una persona que tiene hijos y debe
mostrarse entera. Suele darse cuando la persona que lo sufre, en un primer momento,
debe hacerse cargo de muchas cosas que requieren su atención inmediata, como por
sentimientos, por lo que la persona evita el dolor de la pérdida. Suele venir asociado a
acepta el duelo de ésta. Por ejemplo, cuando transcurrido un tiempo largo la familia le
reprocha a la persona que siga en duelo. Ésta reprime los sentimientos de cara a la familia,
persona que murió o se marchó para siempre llevaba asociado un estigma y se encontraba
experimentado un duelo previo y se encuentra ante una nueva situación de duelo. Por
también la muerte de su padre, lo que le lleva a una situación mucho más intensa, dolorosa
e incapacitante.