Desde la Unidad de Orientación y Psicología se propiciará un diálogo constante
con los docentes sobre la dinámica de interacción en el aula. Se velará por un clima que favorezca la construcción significativa del aprendizaje. En tal sentido, se comparten diferentes orientaciones: • Reconocer las situaciones de ansiedad o estrés que puedan afectar al grupo. Estas incluyen la presión del grupo, de la familia, de la escuela, temor al fracaso, relaciones interpersonales fragmentadas con algunos compañeros y autoexigencias desmedidas, etc.
• Favorecer unas expectativas positivas de sí mismos o sí mismas. Es necesario
influir sobre las creencias de los propios estudiantes en sí mismos (Ibarrola, 2015), ayudarles a reconocer sus éxitos, confiar en ellos y ellas, y en su potencial. Esto favorecerá un mejor autoconcepto y una mayor autoconfianza.
• Acordar metas y objetivos comunes. Es necesario que las y los estudiantes
conozcan lo que se espera de ellos y ellas, y sobre todo que sean partícipes del establecimiento de las metas que se pretenden lograr. De tal manera que se propicie una actitud más centrada, que respeten y valoren los procesos de aprendizajes propuestos al reconocerlos vinculados a sus propias vidas. A la vez, esto genera compromiso, implicación en la tarea y constancia en el esfuerzo. • Aportar en la regulación de las emociones. Se requiere ayudar a las y los estudiantes a gestionar sus propias emociones. Esto se puede hacer a través de la incorporación de actividades relacionadas con el arte y el teatro, así como espacios de diálogo y reflexión sinceros y abiertos en el aula. Se pueden hacer actividades constantes para que las y los estudiantes puedan identificar y señalar cómo se siente, reconociendo las situaciones que han generado estos sentimientos y las emociones asociadas. • Favorecer retroalimentación a las y los estudiantes, de sus propios compañeros y de las y los docentes. Es importante ir compartiendo a las y los estudiantes cómo se percibe el trabajo que van realizando: sus logros y aspectos a mejorar. Esto favorece la motivación y la identificación oportuna de las necesidades que se evidencian en su proceso de aprendizaje.
• Desarrollar actividades cooperativas que permitan la construcción social
del conocimiento, vinculado a lo que llamamos el cerebro social, donde reconocemos las posibilidades de aprender con otros y otras, en actividades que implican discusión, debate, disertación, búsqueda de consenso, etc. Esto permite a las y los estudiantes desarrollar actitudes empáticas, ser flexibles, críticos, etc.