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Los efectos del teletrabajo en

confinamiento
De acuerdo a lo expresado por Jhonny Orejuela, jefe del Departamento de
Psicología de la Escuela de Humanidad de la Universidad EAFIT, el trabajo
remoto y el confinamiento son una mala combinación.

El teletrabajo, esta solución imperfecta pero la mejor posible dentro de todas, no


deja de producir un efecto común del que todos los trabajadores hablamos y nos
estamos quejando. Cuando se nos pregunta ¿cómo estamos?: “más cansados”,
respondemos al unísono. ¿Qué razones lo explican? Veamos aquí algunas
explicaciones posibles reunidas por Jhonny Orejuela, jefe del Departamento de
Psicología de la Escuela de Humanidad de la Universidad EAFIT:

El teletrabajo involuntario e improvisado: 

En esta crisis, el teletrabajo se implantó bajo condiciones que no le son


necesariamente inherentes: involuntaria e improvisadamente. Esto trae como
consecuencia un mayor desgaste emocional, que a la postre también deriva en
mayor agotamiento y síntomas de cansancio. Se violó el principio de autonomía,
pues no se nos preguntó si consentíamos o no con llevarlo a cabo. También se
violó el principio de planeación y garantía de condiciones para su desarrollo
efectivo. Es decir, ni se tienen las condiciones adecuadas (ergonómicas, físicas,
tecnológicas, etc.), ni se consintió plenamente, en autonomía, para llevarlo a cabo.
Efecto: muchos estamos luchando, resistiéndonos emocionalmente a algo que nos
tocó asumir, no que elegimos.

Confinamiento y teletrabajo, mala combinación: 

Tal y como tuvo que ser implementado el teletrabajo ha implicado un forzoso


sedentarismo. Esto trae como efecto el desacondicionamiento físico; pasamos de
la cama a la silla del escritorio y de esta a la del comedor o la sala de televisión.
Los músculos se están desacondicionando. Pero, además, dice el experto
fisioterapeuta Leonardo Núñez que tenemos “electropositividad exacerbada” en el
ambiente y el cuerpo. Esto hace que el cuerpo se sature y ralentice sus procesos
biológicos. Para evitar esto, la recomendación es moverse de modo regular por
medio de pausas activas.

Intensificación simultanea de interacciones:

El teletrabajo, al ser virtual y no co-presencial, no permite límites y distorsiona el


ritmo de las interacciones: todos interactuamos con todos simultáneamente. Esto,
además es aumento indirecto de la carga de trabajo, pues, para la gran mayoría,
nuestro trabajo implica o se resuelve a través de las interacciones.
Perdida del límite entre vida laboral y vida personal/familiar: 

El teletrabajo combinado con el confinamiento hace que se pierda el límite entre la


vida pública del trabajo y la vida privada del ámbito personal y familiar. Ambas han
quedado involuntariamente condensadas en el mismo espacio. Esto hace que no
se sepa exactamente cuando empezamos o dejamos de trabajar; el efecto: un
teletrabajo sin límite…

Autoexplotación por efecto del “superyó laboral”:

El superyó, esa instancia moralista e inconsciente aumenta en su ferocidad y


ordena: ¡trabajar más, y rápido, y no descansar tanto! Hay culpa de ser lento y de
descansar debido al temor de que piensen que por estar en casa somos vagos,
irresponsables y ladrones (preocupación imaginaria). Esto es producto de una
“cultura de la urgencia” (Aubert) y “trabajista” que sacralizó el trabajo como valor
primordial: “trabajar, trabajar y trabajar”; el efecto: se siente culpa de no trabajar y
temor de no exhibir la virtud social actual: la laboriosidad. El superyó instiga a una
hiperactividad compulsiva. Caemos en el efecto de una “servidumbre
voluntaria”, como mecanismo de defensa ante el juicio implacable del superyó.

Mauricio Cuartas, experto en neurociencia cognitiva, dice que el cerebro


experimenta placer cuando ahorra tiempo, el teletrabajo quizás está bloqueando
esa posibilidad.

¿Qué se puede hacer? 

La respuesta es quizás simple: ahora que estamos más conscientes de lo que


posiblemente pasa, entonces estamos en la posibilidad de autocriticarnos,
autorregularnos, desplegar estrategias de autocuidado y colocar límites a los otros
con respeto y asertividad.

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