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Longman, T. 1991. Fictional Akkadian Autobiography. Winona Lake: Eisenbrauns, pp. 60-66;
216-218.
La autobiografía de Idrimi
La estatua de Idrimi, un rey de Alalaḫ del siglo XV, fue descubierta por Sir Leonard Woolley en
1939 durante sus excavaciones en Tell Atshana (Alalaḫ). Aunque se encontró entre los restos del
nivel IB (ca. 1200 a.C.), la mayoría de los investigadores fechó la estatua al nivel IV (ca. 1500
a.C.).
La estatua (104, 14 cm) representa al rey sentado en un trono (que desde entonces se ha
encontrado).1 Fue hecha de magnesita y dolerita y al frente está cubierta con una inscripción de
104 líneas.2 Las últimas líneas bajan de la mejilla de Idrimi hasta la boca, dando la impresión de
que esas palabras fueron pronunciadas por la figura representada en la estatua.
La inscripción es difícil de leer por una variedad de razones; la razón principal es que o
Šarruwa, el escriba, era inexperto en acadio (posiblemente él haya sido hurrita)3, o bien que el
tallador que inscribió el trabajo en la estatua no sabía acadio. El resultado es que en muchos
lugares uno sabe cómo leer los signos. El problema de leer la inscripción ha sido remarcado por
G. H. Oller, quien cotejó la inscripción recientemente, y observó “22 variaciones diferentes del
signo KI, 13 de NA, y 5 de URU” en la inscripción de la estatua.4 (p. 60)
La propia estatua tiene una historia interesante. Cuando la ciudad de Alalaḫ fue destruida,
parece que los vencedores destrozaron la estatua. Los sobrevivientes de la destrucción de la
ciudad deben haber regresado al poco tiempo, recogido los pedazos de la estatua desparramados,
y deben haberle dado una sepultura honorable. Esto concuerda con la evidencia creciente de que
las estatuas y los monumentos de leones de las ciudades estado de Siria-Palestina eran enterradas
cuando los sitios en donde estaban ubicadas eran destruidos.5
Como con la Leyenda del Nacimiento de Sargón, la inscripción de Idrimi fue tema
reciente de gran estudio.6 Estos estudios recientes nos permiten concentrarnos en la preocupación
1
S. Smith, The Statue of Idri-mi (London: British Institute of Archaeology in Ankara, 1949). Ver
fotografía de la estatua y el trono en el frontispicio.
2
W. F. Albright, “Some Important Discoveries: Alphabetic Origins and the Idrimi Statue,” BASOR 118
(1950) 14-15.
3
N. Na’aman, “A Royal Scribe and his Scribal Products in the Alalakh IV Court,” OrAnt 19 (1980) 107-
16.
4
G. H. Oller, “The Autobiography of Idrimi: A New Text Edition with Philological and Historical
Commentary” (PhD. diss., University of Pennsylvania, 1977) 3.
5
D. Ussishkin, “The Syro-Hittite Ritual Burial of Monuments,” JNES 29 (1970) 124-8.
6
Ver Oller, “Autobiografía de Idrimi;” J. Sasson, “On Idrimi and Šarruwa, the scribe,” Studies on the
Civilization and Culture of Nuzi and the Hurrians: In Honor of Ernest R. Lacheman (ed. M. A. Morrison
y D. I. Owen; Winona Lake, Ind.: Eisenbrauns, 1981) 309-24; A. Kempinski y N. Na’aman, “The Idrimi
2
central de este proyecto: ¿Es la de Idrimi una autobiografía ficticia, y de ser así, a qué subgénero
pertenece?
Resumen de la Trama
En la introducción autobiográfica del texto (1-2), Idrimi se presenta y se identifica con su
línea familiar (“hijo de Ilimilimma”) y sus lealtades de culto (“el siervo de Adad, Ḫepat, e Ištar,
la señora de Alalaḫ, mi señora”).
La narración abre con la mención al incidente de un “mal” sin nombre en la ciudad de
Idrimi, Alepo (Halab). Cualquiera sea ese mal, la familia de Idrimi deja Alepo y se establece en
Emar, una ciudad en la que la madre de Idrimi tiene algunos parientes.7
En Emar, Idrimi comienza a ponderar la posibilidad de retomar el trono de su padre.
Aparentemente, sus hermanos no estan interesados (8b-0). De manera que Idrimi parte hacia su
tierra (13ss.), pero no regresa inmediatamente a Alepo. Pasa por las regiones donde estan
ubicados los guerreros suteos (15), y luego se detiene en la tierra de Canaan, específicamente en
la ciudad de Ammiya. Los refugiados de Alepo, Mukiš, Niya y Amae (21-23) saludan a Idrimi y
lo alientan cuando entra a la ciudad (26-27). (p. 61)
Entonces Idrimi pasa un tiempo largo con los ḫabiru, o marginados sociales (27-28).8 Al
ser un hombre piadoso, Idrimi está preocupado con el regreso a su tierra para gobernar sólo si
obtiene la aprobación de los dioses, de manera que recurre a los presagios para determinar el
deseo divino. Por último en su séptimo año de exilio, el dios del clima le instruye regresar a casa.
Idrimi viaja a casa por el mar, llevando con él a un número de personas. Sus
compatriotas, cuando se enteran de su regreso, lo saludan con calidez. Sin embargo, Barrattarna,
el vecino real hurro-mitani de Idrimi se vuelve hostil contra él. Idrimi calma la situación al
proclamar una alianza con Barrattarna y convertirse en su vasallo. Así, Idrimi se establece como
rey de Alalaḫ y comienza una política exterior agresiva. Captura siete ciudades (66-68) que están
bajo la protección de los hititas y aparentemente los hititas no están en posición para
contraatacar.
De manera que Idrimi es un rey próspero, que agranda los límites de su reino y trae el
botín que obtiene de la guerra. Como resultado, puede construir un palacio (80) y tomar para sí y
su familia los atributos reales del Cercano Oriente (81-87). Además, demuestra que es un rey leal
y responsable al mencionar que continúa el sacrificio que su padre había hecho antes que él. Por
último, transfiere la responsabilidad real a su hijo, Adad-nirari, (91).
En este punto, la narrativa termina, y comienza la tercera y última sección (92-104). La
tercer sección puede dividirse en dos partes: maldición (92-98) y bendición (99-104). Idrimi
maldice a cualquiera que altere su estatua y su mensaje. Aquí se emplean las maldiciones
tradicionales (su significado se discutirá más adelante en este capítulo). La sección de
Inscription Reconsidered,” Excavations and Studies: Essays in Honor of Shemuel Yeiven (ed. Y. Aharoni;
Tel Aviv: Carta, 1973) 211-20 [Hebrew]; E. L. Greenstein y D. Marcus, “The Akkadian Inscription of
Idrimi,” JANES 8 (1976) 59-96; M. Dietrich y O. Loretz, “Die Inschrift der Statue des Königs Idrimi von
Alalaḫ,” UF 13 (1981) 201-68.
7
Sasson cuestiona la interpretación tradicional de la huída de la familia de Idrimi de Alalaḫ y especula
que tal vez Ilimilimma realizó sin éxito un intento de golpe contra un rey desconocido en lugar de haber
sido él el rey en contra del que se inició un golpe exitoso (“On Idrimi and Šarruwa” 313).
8
La línea 28 especifica que Idrimi permaneció con los Habiru durante siete años (sebi šanāti), pero M.
Liverani (“Ma nel settimo anno,” Studi sull’Oriente e la Bibbia [Genova: 1967] 47-53) ha demostrado
que los “siete años” es una afirmación idiomática y no cronológica.
3
maldiciones contiene una bendición para el escriba, Šarruwa (99-101) y un pedido para que el
lector de la inscripción bendiga a Idrimi. […] (p. 62)
1. Soy Idrimi, el hijo de Ilimilimma, el siervo de Adad, Ḫepat e Ištar, la señora de Alalaḫ, mi
señora.
3. Un acto de hostilidad ocurrió en Alepo, mi hogar ancestral, y huimos hacia la gente Emar, los
parientes de mi madre, y vivimos en Emar. Mis hermanos mayores vivían (allí) conmigo, pero
ninguno de ellos pensaba en los asuntos que yo pensaba.
10. De manera que dije: “El que posea la casa de su padre es por cierto el principal heredero y el
que [no], es siervo de los habitantes de Emar.” Tomé mi caballo, mi carro y mi palafrenero y
me fui al desierto. Me metí entre los guerreros suteos. Pasé la noche con él (¿?) en medio de
… (p. 216)
17b. Partí al día siguiente. Fui a la tierra de Canaán. La ciudad de Ammiya se sitúa en la tierra de
Canaán. En la ciudad de Ammiya vivían los ciudadanos de Ḫalab, Mukiš, Niya, y Amae.
(Cuando) vieron que yo era el hijo de su señor, se reunieron alrededor de mí. “Me he
transformado en jefe; he sido designado.”
27b. Viví entre los guerreros hapiru durante siete años. Liberé aves y examiné entrañas de
ovejas. El dios del clima vino a mí al séptimo día y construí barcos. Los soldados … hice que
abordaran los barcos y procedí por mar a la tierra de Mukiš. Hice tierra en el Monte Ḫazi.
Subí y mi tierra me escuchó. Me trajeron bueyes y ovejas. En un día, como si fueran un solo
hombre, Niya, Amae, y Alalaḫ, mi ciudad, se volvieron hacia mí. Mis aliados se enteraron y
se presentaron ante mí. Cuando hicieron un tratado conmigo, los hice mis aliados.
42b. Ahora durante siete años Barratarna, el rey fuerte, el rey de las tropas hurritas, fue hostil
conmigo. En el séptimo año envié (un mensaje) a Barrattarna, el rey, el rey de los
Ummanmanda, y le informé sobre el servicio vasallo de mis ancestros cuando mis ancestros
hicieron un tratado con ellos. Y nuestras palabras les agradaron a los (anteriores) reyes de las
tropas hurritas y existía un fuerte acuerdo entre ellos. El poderoso rey se enteró del servicio
vasallo de nuestros predecesores y del acuerdo entre ellos, y respetó el juramento por los
términos del acuerdo y por nuestro servicio vasallo. Aceptó mis saludos y aumenté los
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