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Van De Mieroop, M. 1999. “Literature and Political Discourse in Ancient Mesopotamia.

Sargon
II of Assyria and Sargon of Agade.” In Böck, B. et al. (eds.), Munuscula Mesopotamica.
Festschrift für Johannes Renger. Münster: Ugarit Verlag, pp. 327-339.

Para circulación interna en el Seminario Historia y Literatura en la Mesopotamia Antigua. Escuela de


Historia. Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.

Traducción: Andrea Seri, 2017.

Literatura y Discurso Político en la Mesopotamia Antigua


Sargón II de Assyria y Sargón de Agade

Si bien mis contactos con el homenajeado en este volumen aniversario han girado en torno a
nuestro interés común en la historia económica, este artículo intentará comentar sobre dos
aspectos diferentes de los muy conocidos intereses variados de Jo Renger, es decir, la tradición
histórica en la Mesopotamia antigua y la persona del rey Sargón II de Asiria. Espero que acepte
mi pequeña contribución con la misma calidez que ya me ha mostrado cuando discutimos sobre
historia económica por primera vez.
La cultura de la Mesopotamia antigua es conocida por su larga adherencia a las
tradiciones: los Mesopotámicos vivían con su pasado. Aunque su conocimiento factual haya sido
pobre, eran conscientes del pasado y lo veían como algo tan importante como el presente. Esto se
ve más directamente en su preservación del recuerdo de gobernantes antiguos, entre los que se
destacaban los del período paleoacadio o sargónico. La larga tradición histórica referida a estos
reyes de mediados del tercer milenio, principalmente Sargón y Naram-Sin, ha sido muy
estudiada, y en los últimos años ha llevado a una discusión metodológica en la disciplina sobre el
uso de textos literarios en la investigación histórica. ¿Proporcionan las creaciones literarias, por
lo general conocidas a partir de manuscritos que datan de cientos de años después de los
acontecimientos que dicen describir, información factual que pueda integrarse en una descripción
histórica de los reinados de esos reyes? Ha sido costumbre en la disciplina buscar por lo que se
ha llamado el “núcleo histórico” de esos textos en las reconstrucciones de la historia política y
militar. Por ejemplo, la posibilidad de que Sargón haya realizado campañas a Anatolia Central,
una hazaña no documentada en sus propias inscripciones o en sus copias paleobabilónicas, fue
2

sopesada en gran parte sobre la base de (p. 327) la información de muchas fuentes literarias
posteriores, tales como “El rey de la batalla.”1
Fue Mario Liverani el que señaló las dificultades metodológicas de ese abordaje, primero
en una declaración programática, 2 más tarde en un análisis detallado de las tradiciones
3
mesopotámicas referidas al período Paleoacadio, que llamó la atención de muchos
investigadores. En su opinión las tradiciones literarias sobre reyes paleocadios, u otros reyes
mesopotámicos antiguos, no pueden usarse como fuentes para los períodos que describen, sino
sólo para los períodos en los que fueron compuestas. Entre las reacciones a la propuesta de
Liverani, el desacuerdo más explícito lo expresó William W. Hallo.4 Identificó cuatro problemas:
1) se le ha dado demasiado crédito a la evidencia escrita del período Paleoacadio; 2) las fuentes
mesopotámicas siguen estando milenios más cerca de los acontecimientos que describen de lo
que estamos nosotros; 3) el uso de aquellas fuentes más tardías como evidencia para su período
de composición pueden llevar a un razonamiento circular; y 4) creer que podemos saber más de
nuestras fuentes que los autores es una “falacia de los historiadores.” Si bien no quiero
desarrollar este debate aquí, me gustaría señalar que revela una diferencia de opinión en relación
a los objetivos de la investigación histórica. La necesidad de depender de fuentes literarias
posteriores para reconstruir la historia del período sargónico está motivada por el deseo de
escribir una historia de los acontecimientos de aquel período. En tal reconstrucción se vuelve
importante saber si Sargón realizó o no una campaña a Anatolia central. Sin embargo, si nos
concentramos no en los acontecimientos individuales de la historia sino en las tendencias y los
patrones, evitamos la necesidad de evaluar la “verdad histórica” en las fuentes mesopotámicas
disponibles. Podemos entonces escribir más que una historia intelectual, una que investigue
cómo los mesopotámicos percibían su propio pasado, una que no trate de determinar si los textos
contenían hechos o ficción, sino que los vea como reflejos de los pensamientos de sus autores.

1
E.g., C. J. Gadd, The Dynasty of Agade an the Gutian Invasion (CAH, 3ra. ed., vol. I/2, Cambridge
1971), 426-431.
2
M. Liverani, “Memorandum on the Approach to Historiographic Texts,” OrNS 42 (1973), 178-194.
3
Idem, “Model and Actualization. The Kings of Akkad in the Historical Tradition,” en M. Liverani (ed.),
Akkad. The First World Empire (Padua 1993), 41-67.
4
W. W. Hallo, “New Directions in Historiography” (Mesopotamia and Israel),” en M. Dietrich / O.
Loretz (eds.), dubsar anta-men. Studien zur Altorientalistik. Festschrift für Willem H. Ph. Römer (AOAT
253, Münster 1998), 109-128.
3

La crítica de Hallo al trabajo de Liverani contiene la preocupación legítima de que por lo


general somos incapaces de identificar la fecha de composición de las fuentes literarias de los
reyes paleoacadios. Por ejemplo, la asociación de la “Insurrección General en contra de Naram-
Sin” con los acontecimientos políticos durante el reinado de (p. 328) Sumu-la-El de Babilonia5
puede encajar bien con nuestras ideas actuales sobre el reinado de éste último. No podemos
incluso decir que el texto fuera conocido en la época de Sumu-la-El, ya que todos los
manuscritos disponibles están sin fechar y podrían ser posteriores a aquel reinado. Me gustaría
evadir el problema enfocándome, no en la fecha de composición “original”, sino en la fecha de
los manuscritos que están disponibles hoy. ¿Cuál es la función de esos textos en el período en
que los textos a nuestro alcance fueron escritos? A menos que creamos que había una copia
distraída de textos por el interés de anticuario, deberían haber tenido cierta relevancia cuando
fueron escritos. Este enfoque nos permite trabajar con los textos en la forma en la que están
disponibles. Se vuelve irrelevante que hayan sido recién compuestos, copias textuales de un
manuscrito anterior, o reelaboraciones de algo anterior. Sostengo que en todos los tres casos los
textos aún conservan un significado dentro de la sociedad para la que los manuscritos fueron
escritos. Me gustaría demostrar las posibilidades de este enfoque centrándome en un momento en
la larga historia de las tradiciones referidas a Sargón de Agade: el período neo-asirio sargónida,
especialmente el reinado de Sargón II (721-705) o poco después.
Sargón de Agade y Sargón II de Asiria obviamente tenían algo en común: su nombre de
trono. Es importante recordar que los mesopotámicos no veían al nombre de una persona como
algo accidental. El poner nombre a un individuo, o a un objeto si vamos al caso, era un acto
importante. Contribuía a la identidad de la persona o del objeto. 6 Así, en los rituales de
sustitución la transferencia del nombre podía funcionar como la transferencia de la identidad.
Cuando se hacía una imagen sustituta, el parecido físico no era necesario, pero el nombre tenía
que inscribirse para que el sustituto funcionara.7 Por eso no deberíamos ver la adopción de un
nombre existente como algo con sólo un significado superficial. Al usar el nombre de Sargón, el
rey de Asiria debía haber intentado adoptar las características de su famoso predecesor antiguo.
El nombre elegido, Šarru-kēn, “el rey es legítimo,” se toma por lo general como signo de que

5
M. Liverani, en Akkad, 59-61.
6
Z. Bahrani, “Assault and Abduction: the Fate of the Royal Image in the Ancient Near East,” Art History
18 (1995), 377.
7
C. Daxelmüller ? M. L. Thomsen, “Bildzauber im alten Mesopotamien,” Anthropos 77 (1982), 55.
4

ambos eran usurpadores.8 Y, de hecho, el antiguo Sargón parece haber tomado el poder de su
amo Ur-Zababa de Kish,9 en tanto el más reciente parece haber llegado al trono en medio de una
rebelión de los ciudadanos de Assur en contra de su predecesor, (p. 329) Shamaneser V. 10 Se ha
observado antes que el interés en el Sargón antiguo durante el período de Sargón II de Asiria era
visible en la gran cantidad de crónicas, presagios, leyendas y épicas. 11 Lo que me gustaría
demostrar aquí es que las historias sobre el antiguo rey se usaban de dos maneras antitéticas en la
posterior historia asiria: por un lado era una manera fácil de glorificar a un antiguo gobernante y
de presentarlo como inspiración del actual; por el otro, la crítica a Sargón de Agade podía ser
usada para criticar al rey asirio.
Hacia el final del siglo VIII, la grandeza militar de Sargón de Agade había sido
leyendaria por largo tiempo. Ya desde el período Paleobabilónico se lo había presentado cono el
conquistador del mundo entero, aunque el alcance exacto de sus conquistas no había sido
descripto sistemáticamente. Esto cambió durante el período neo-asirio, cuando apareció un texto
que ahora se denomina “La Geografía de Sargón.” 12 El texto se conoce sólo a partir de dos
manuscritos: uno de fecha neo-asiria (Ass 13955eb; ALA II, 62 No. 117), encontrado en Assur en
la llamada casa de los exorcistas, el otro de fecha neo-babilónica y de proveniencia desconocida,
ahora en el Museo Británico (BM 64382). La tablilla neo-asiria se encontró junto con un gran
grupo de textos, muchos de ellos del período sargónida: algunas de las tablillas de esta casa
fueron fechadas con limmus oscilando desde el 714 a los post-canónicos, en tanto otros se
13
refieren a reyes neo-asirios desde Assurnasirpal II a Sin-šar-iškun. La información
arqueológica sugiere así que la tablilla de Assur era del último siglo del período neo-asirio, pero
no podemos datarla con más precisión.
Además, la fecha “original” de composición del texto ha sido asunto de disputa. 14 En
opinión de muchos investigadores los textos representan una tradición temprana, que fue
levemente reelaborada en el período neo-asirio. Albright considera la tablilla de Assur como una

8
W.W. Hallo / W. Simpson, The Ancient Near East: A History (Fort Worth, 2da edición, 1998), 52 con
nota 78.
9
Ibid., 52.
10
A. K. Grayson, Assyria: Tiglat-Pileser III to Sargon II (744-705 B.C.) (CAH, 2da ed., vol. III/2,
Cambridge 1991), 87-88.
11
Ibid., 88.
12
Idem, “The Empire of Sargon of Akkad”, AfO 25 (1974-1977), 56-64.
13
O. Pedersén, ALA II, 44.
14
M. Liverani, en Akkad, 64.
5

copia tardía de un texto con raíces hacia fines del tercer milenio o comienzos del segundo.15
Grayson afirma que el autor de la Geografía de Sargón podría haber usado documentos más
tempranos, quizás incluso del tercer milenio, y que “se editó un poco en el primer milenio.”16
Potts, por otro lado, afirma que es un trabajo del período de Sargón II (p. 330) de Asiria.17 Todas
estas propuestas para la datación se han basado en los contenidos del texto, es decir sus
topónimos. El texto lista una gran cantidad de nombres geográficos cuyo uso puede fecharse a
partir de otros textos. Encontramos una mezcla de nombres usados en el tercer milenio, tal como
Marhashi, a principios del segundo milenio, tal como Emutbalum, a finales del segundo milenio,
tal como SURginiash, y en el primer milenio, tal como Baza. Sólo unos pocos nombres son de
uso exclusivo en el primer milenio, pero son importantes ya que su aparición no obliga a ver al
texto en su forma presente como si hubiese sido escrito en esta fecha tardía. Pero si existió un
“Vorlage” anterior, podemos considerar que el núcleo del texto sea antiguo, con sólo algunos
agregados hechos en el primer milenio, cuando se escribieron los manuscritos existentes.
Muchos investigadores tienen esta opinión, y concluyen que una fecha de composición más
antigua, y por consiguiente más cercana al reinado de Sargón de Agade, es posible y que por ello
la Geografía puede usarse como una declaración sobre la extensión del imperio del rey
paleoacadio.
El desacuerdo con esta actitud la expresó Mario Liverani que no miró los topónimos sino
las fórmulas usadas en el texto.18 Se centró en el hecho de que proporciona las medidas de las
regiones del imperio de Sargón usando la medida de longitud bēru, el término acadio que
generalmente se traduce como “milla”, pero que indica la distancia que uno puede recorrer en un
período de dos horas, es decir unos 10 kilómetros. El texto afirma, por ejemplo, en acadio, 40
bēru rebīt māt Marḫaši, “cuarenta millas es la extensión de la tierra de Marḫaši” (l. 33). Según
Liverani fue sólo bajo Esarhaddon y Assurbanipal que la distancia de las tierras lejanas se midió
uru
en bēru. Y por cierto Esarhaddon afirma, por ejemplo: 30 bēru qaqqar ultu Apqu ša pāṭi māt
uru
Same[na] adi Rapiḫi ina itê naḫal māt Muṣur ašar nāru lā išu ina eblī ḫarḫarrī kalkaltu mê
būri ina dilûti ummānāte ušašqi, “en 30 millas de tierra desde Aphek, que pertenece al territorio

15
W. F. Albright, “A Babylonian Geographical Treatise on Sargon of Akkad’s Empire,” JAOS 45 (1925),
242.
16
A. K. Grayson, AfO 25, 57.
17
D. Potts, “The Road to Meluhha,” JNES 41 (1982), 288.
18
En Akkad, 64-67.
6

de Samena, hasta Raphia, hasta el arroyo de Egipto, donde no hay río, le di a mi tropa de beber
sacando agua del pozo con sogas, cadenas y baldes(¿?)”. 19 En el prisma A de Rassam,
Assurbanipal describe su novena campaña en contra de las tribus árabes como un número de
etapas medidas en bēru. Durante 100 bēru desde Nínive sus tropas siguieron a los gobernantes
árabes a través del desierto. Luego continuaron por otras 8 bēru antes de llegar a tierra segura
con agua. De allí en más, las tropas tuvieron un número de 6 bēru de marchas cada una de
uru uru
asentamiento en asentamiento. Por ejemplo: ultu libbi Azalla adi Quraṣiti 6 bēru qaqqaru
aša šummê kalkalti irdû “marcharon desde el medio de Azalla a (p. 331) Quraṣitu por seis millas
a través de un área de sed y hambre.”20 Liverani entonces concluye que la composición de la
“Geografía de Sargón” debe datarse en los reinados ya sea de Esarhaddon o Assurbanipal, y por
razones no especificadas prefiere el primero.21
Un examen más cercano de los textos me lleva a una conclusión algo diferente. Hay dos
formatos de descripción geográfica en el texto; una mide la extensión de las regiones en bēru,
pero la otra ubica dos topónimos sobre los bordes de un área, y luego da el nombre de esa área o
de sus habitantes. Por ejemplo, ultu Uruna adi ṣinu māt Lullubi “desde Uruna hasta Ṣinu: la
tierra de los Lullubi.” Todo el texto comienza con esta afirmación: [ultu …] x titurri Bazaki ša
pāṭ ḫarrān māt meluḫḫaki [adi …šadê e]rēni māt Ḫanu 9 šarrānu, “[Desde…] el puente de Baza
sobre el límite de la ruta a Meluḫḫa [a las montañas] de los cedros: la tierra de los Haneos: nueve
reyes” (ll. 1-2). Este tipo de descripción de un área conquistada por el rey asirio comúnmente se
encuentra en las inscripciones reales de Sargón II de Asiria. Por ejemplo, en la inscripción de su
lú lú
cilindro de Khorsabad se afirma: ištu māt Rāši miṣir māt Elamti Puqudu Damunu Dūr-
Kurigalzu Rapiqu madbar kalāma adi naḫal māt Muṣri māt Amurru rapštum māt Ḫatti ana
siḫirtiša ibellu ištu māt Ḫašmar adi māt Ṣimaš patti māt Madāja ruqūti ša ṣit šamši māt Namri
māt Ellipi māt Bīt-Ḫamban māt Parsua māt Mannāja māt Urarṭu māt Kasku māt Tabālum adi
māt Muski ikšudu rabītum qāssu, “el que gobierna todo desde la tierra de Rāši en el área de
Elam, las tribus Puqudu y Damunu, las ciudades de Dūr-Kurigalzu y Rapiqu y toda la estepa
hasta el arroyo de Egipto, la extensa tierra de Amurru y la tierra de Hatti; cuya mano poderosa
conquistó todo desde la tierra de Hašmar hasta la tierra de Ṣimaš en el límite de la tierra de los

19
R. Borger, Die Inschriften Asarhaddons, Königs von Assyrien (AfOB 9, Graz 1956), 112 ll. 16-18.
20
Idem, Beiträge zum Inschriftenwerk Assurbanipals: die Prismenklassen A, B, B = K, D, E, F, G, H, J
und T sowie andere Inschriften (Wiesbaden 1996), 65 ll. 120-123.
21
M. Liverani, en Akkad, 66.
7

distantes Medos en el Este, las tierras Namri, Ellipi y Bīt Hamban, y desde las tierras de Parsua,
Mannāja, Urarṭu, Kasku, y Tabālum hasta la tierra Muski.”22 La idea de que gobernó desde Irán
occidental hasta el límite de Egipto aquí mencionada, está explícitamente expresada también en
la Geografía de Sargón, que dice: ultu Anzan adi Miṣri “Desde Anzan hasta Miṣrû” (l. 45) en un
resumen de la extensión de sus conquistas.
Los indicadores geográficos son muy comunes en las inscripciones de Sargón, y la cita
antes mencionada de la inscripción del cilindro proporciona una descripción de los límites de su
estado.23 La Geografía de Sargón contiene el mismo tipo de información en el mismo formato.
Ese texto resume: “Anaku and Kaptara, las tierras a través del Mar Superior, Dilmun y Magan,
las tierras a través del Mar Inferior, y las tierras donde sale el sol hasta donde el sol se pone, (p.
332) las que Sargón, el rey del universo, conquistó tres veces” (ll. 41-2). La idea de que las
regiones a través de los mares Superior e Inferior estaban conquistadas es muy fuerte también en
los textos de Sargon II. En las inscripciones encontradas sobre la calzada de las puertas en Dūr-
Šarrukin se afirma: mušaknis 7 šarrāni ša māt Iaʾa nagê ša māt Iadnana ša mālak 7 ūmē ina
qabal tambim šitkunāt šubāssun, “el que subyugó a los reyes de la tierra de Jaʾa, un distrito en
Chipre, cuyas moradas están ubicadas a mitad del mar a una distancia de siete días de viaje.”24
Algo más tarde en el texto Sargón dice: Uperi šar Dilmun ša mālak 30 bēri ina qabal tambim
kīma nūni šitkunu narbāṣu danān bēlūtija išmema iššâ tāmartuš, “cuando Uperi, el rey de
Dilmun, cuyo nido yace en medio del mar como el de un pez, escuchó acerca del poder de mi
reino, me trajo regalos.”25 Las regiones extranjeras de Chipre y Dilmun en el Mar Mediterráneo
y en el Golfo Pérsico se encuentran en las inscripciones de Sargón II como si estuvieran en los
límites de su área de control. En la Geografía de Sargón, esto se extiende para incluir Creta y
Anaku, posiblemente otro nombre para Chipre26 en el noroeste, y Dilmun y Magan en el sudeste.
Que los topónimos en los dos textos no se corresponden exactamente se debe a la diferencia de
naturaleza de los textos: las inscripciones de Sargón II pueden estar alardeando, pero deben aún
adherir a los estándares de realidad. La Geografía es una descripción imaginaria de un imperio

22
A. Fuchs, Die Inschriften Sargons II. aus Khorsabad (Göttingen 1993), 33 ll. 12-15.
23
Ibid., 396.
24
Ibid., 262-263, ll. 41-45.
25
Ibid., 264 ll. 54-58.
26
A. Malamat, “Campaigns to the Mediterranean by Iahdunlim and other early Mesopotamian rulers,” en
H. G. Güterbock / Th. Jacobsen (eds.), Studies in Honor of Benno Landsberger (AS 16, Chicago 1965),
365-366.
8

antiguo cuya extensión el gobernante actual debe emular. Debe señalarse que el último pasaje
citado indica la distancia en bēru, lo que muestra que tal concepto era usado durante el reinado
de Sargón II de manera que uno no tiene que esperar hasta el reinado de Esarhaddon para
encontrar ese término técnico.
Sugeriría que la Geografía de Sargón, como la conocemos, fue compuesta durante el
reinado de Sargón II. En este caso dudo que el/los autor/es tuviesen un conjunto de textos
similares a mano, porque la formulación del texto parece muy inspirada en inscripciones reales
contemporáneas. Pero el asunto es irrelevante en mi enfoque, ya que sólo me interesa leer el
texto que conocemos, no la/s tradición/es que pudieron haberlo motivado. El texto presenta una
visión idealizada de un imperio mundial, atribuido de hecho al gobernante del tercer milenio,
pero destinado a reflejar al Sargón viviente. Es retratado aquí como el seguidor del gran rey del
pasado, Sargón de Agade, que era el paradigma del gobernante exitoso. La Geografía contiene
una mezcla de términos topográficos de todos los períodos de la historia mesopotámica. Esto
indica que el autor tenía accesos a tales nombres, que fueron usados para dar sentido de gran
antigüedad al texto. Su presencia, sin embargo, no justifica que digamos que existió una versión
del texto más antigua. El uso de (p. 333) nombres geográficos anticuados para regiones
extranjeras era común en inscripciones asirias. Era una técnica literaria usada para sugerir que el
tiempo estaba detenido fuera de los límites de Asiria, que sólo en Asiria el progreso y la
civilización eran posibles. De manera que podemos encontrar el nombre Gutis en textos del
primer milenio para indicar gente del Este de la Mesopotamia. La gente del tercer milenio con
ese nombre ciertamente había desaparecido para ese entonces, pero para los asirios los actuales
habitantes de la región podían muy bien haber sido Gutis ya que allí el tiempo no avanzaba. 27 El
sentido de confusión y fusión de los dos reyes llamados Sargón es intencional. Como el pasado
era siempre importante para el presente de los mesopotámicos, y ya que los nombres de los
individuos nunca eran accidentales sino una parte integral de su identidad, la presentación de un
Sargón del pasado como gobernante del mundo reflejaba un sentido de similar grandeza para el
rey viviente. Así como su predecesor había controlado al universo, él tenía el mismo destino.
Pero así como el gobernante del pasado podía ser usado para glorificar al presente, un
mensaje negativo sobre Sargón de Agade podía ser usado para criticar a su tocayo más tardío. En

27
P. Machinist, “On Self-Consciousness in Mesopotamia”, en S. N. Eisenstadt (ed.), The Origins and
Diversity of Axial Age Civilizations (New York 1986), 189.
9

el primer milenio vemos por primera vez la aparición de una actitud de desaprobación hacia el
rey que antes había sido siempre presentado como un buen gobernante. Esa nueva información
está contenida en dos crónicas conocidas a partir de siete manuscritos con fechas neo-asiria y
neo-babilónica. El manuscrito mejor preservado es de Assur, y se encontró en la misma
colección de tablillas que la Geografía de Sargón (Ass 13955gv; ALA II, 64 No. 184). La Crónica
se presenta en la forma de una carta de un rey paleobabilónico a otro: Damiq-ilishu o Enlil-bani
de Isin a Rim-Sin de Larsa o Apil-Sin de Babilonia, y describe acontecimientos relacionados al
templo Esagil de Marduk en Babilonia comenzando con Akka de Kish. Cuando llega a Sargón
dice lo siguiente:
Ur-Zababa le ordenó a Sargón, su copero, que cambie las copas de libación de vino del
Esagil: “¡Cámbialas!” Sargón no las cambió; por el contrario, las entregó con esmero al
Esagil. Marduk, el hijo del príncipe del Apsu, lo observó con alegría y le dio el reinado
sobre los cuatro cuartos. Cuidó del Esagil. [Todos los que] vivían en el palacio [trajeron]
sus tributos a Babilonia. Pero él [ignoró] lo que Bel (i.e. Marduk) le había dicho. Cavó la
tierra de los pozos de arcilla y en frente a Agade construyó una nueva ciudad y la llamó
Babilonia. Debido a la [transgresión] que Sargón cometió, Enlil cambió su palabra y desde
el Este al Oeste sus súbditos se rebelaron en contra de él, y lo aquejó el insomnio.28

Un nuevo elemento ingresa a la historia aquí, uno que se encuentra en varias otras fuentes
del primer milenio: Sargón cometió un sacrilegio al construir una nueva ciudad, y por
consiguiente los dioses hicieron que su gente se rebelara en contra de él. No es claro qué ciudad
exactamente se tiene en mente: la crónica Weidner afirma que construyó Babilonia cerca de
Agade, aun así Babilonia es mencionada muchas veces antes en el mismo texto, de manera que
esto debe ser un error. “La Crónica de los Reyes Antiguos,” conocida sólo a partir de un
manuscrito neo-babilónico, tiene esta versión:

Cavó la tierra de los pozos de arcilla de Babilonia e hizo un equivalente de Babilonia cerca
de Agade. Debido a esta transgresión el gran señor Marduk se enojó y aniquiló a su gente
con hambre. Desde el Este y el Oeste se rebelaron en contra de él, y él (Marduk) lo aquejó
con insomnia.29

28
J.-J. Glassner, Chroniques mésopotamiennes (Paris 1993), 217.
29
Ibid., 219.
10

Además dos colecciones de presagios del primer milenio mencionan la construcción de


una nueva ciudad cerca de Agade llamada Babilonia y una revuelta general contra el viejo rey.30
La gloria de Sargón aún está representada en estas crónicas; aun así, el final de su vida,
un tema nunca antes tratado, está ahora vinculado al desastre. Aunque la Lista Real Sumeria
mencionaba que Sargón construyó Agade,31 este hecho no pareció haber sido de gran interés
antes del primer milenio. En aquel entonces se volvió un aspecto negativo de su carrera. ¿Cómo
lo podemos explicar?
Era común que los reyes mesopotámicos construyeran nuevas ciudades, o que renovaran
completamente las que ya existían, para que sirvieran como sus capitales. Se conocen varios de
esos reyes a lo largo de la historia mesopotámica, incluyendo al babilónico Kurigalzu del siglo
XIV; y a los asirios Tukulti-Ninurta I (siglo XIII), Assurnasirpal II (siglo IX), Sargón II (siglo
VIII), y Senaquerib (siglo VII). El aspecto remarcable de estos proyectos masivos era que
ninguno, excepto uno, nunca se jactó de sus logros. Aunque conmemoraran la construcción de
nuevos edificios o murallas, el hecho de que se construyera una nueva ciudad no se mencionaba
en las inscripciones reales. La única excepción a esta regla fue Sargón II de Asiria. La
construcción de su ciudad, Dūr-sharrukin, es conmemorada en sus inscripciones como una
hazaña personal (p. 335): eligió el sitio, hizo los planes y supervisó el trabajo. La inscripción de
su cilindro es explícita sobre esto reiteradas veces. Afirma por ejemplo:

El rey sabio, el que lleva buenas palabras, el que pone atención en el asentamiento de la
estepa no cultivada, el cultivo del desierto, y la plantación de huertas, se propuso hacer
productivas a las altas montañas, donde nunca antes había crecido la vegetación; su
corazón lo impulsó a abrir surcos en campos abundantes que no habían conocido el arado
bajo los reyes antiguos y a hacer que resuene allí la canción del trabajo; abrir manantiales
en áreas sin pozos, hacer que salga abundante agua de arriba y de abajo como una nueva
inundación. El rey, que es sabio, conocedor de todas las profesiones como el sabio (=
Adapa), que creció con consejo y sabiduría y maduró con comprensión…; día y noche
planeé construir aquella ciudad.32

Fue entonces la iniciativa personal de Sargón construir la ciudad en un área que nunca
antes había estado habitada. Continúa afirmando que él personalmente compensó a los dueños de

30
L. W. King, Chronicles concerning Early Babylonian Kings, vol. II (Londres 1907), 27-28; 34-35.
31
J.-J. Glassner, Chroniques mésopotamiennes, 140.
32
A. Fuchs, Inschriften Sargons II, 37-38 ll. 34-43.
11

las tierras confiscadas, ya sea pagándoles con plata o dándoles otro campo equivalente. Luego
supervisó la construcción de ladrillos y por último ordenó la muralla de la ciudad y sus puertas:

16.280 codos, el numeral de mi nombre, establecí como medida de su muralla y establecí


sus cimientos sobre lecho de roca sólida. Adelante y atrás, en ambos lados abrí ocho
puertas de la ciudad en la dirección de los ocho vientos. Le puse nombre a las puertas de
Shamash y Adad que miran al Este “Shamash hace que alcance mi objetivo” y “Adad
mantiene su abundancia”. Designé las puertas de Enlil y Mulissu que miran al Norte “Enlil
establece la fundación de mi ciudad” y “Mulissu hace que los rindes sean abundantes”.
Establecí como nombres de las puertas de Anu e Ishtar que miran al Oeste “Anu preserva
el trabajo de mi mano” e “Ishtar hace que su gente prospere.” Le di nombres a las puertas
de Ea y Belet-ili que miran al Sur “Ea cuida sus manantiales” y “Belet-ili aumenta a sus
hijos”. “Assur hace que el rey, su constructor, llegue a viejo y protege a sus tropas” era su
muralla, y “Ninurta establece los cimientos de su terraplén por largos días” era su muralla
exterior.33

La descripción detallada de su participación no hubiera sido remarcable si otros


constructores de ciudades no hubieran permanecido en silencio sobre el carácter urbano de sus
proyectos. En otros reinados el foco de los proyectos edilicios estaba siempre sobre estructuras
individuales, no en la totalidad de la ciudad. El trabajo estaba (p. 336) representado como una
extensión de algo que ya existía, no como algo nuevo.
Pero Sargón II difería a este respecto. Presentaba a Dūr-Sharrukin como una nueva
ciudad, y como un proyecto de su propia mente. Incluso llega tan lejos como para afirmar que la
medida de la muralla de la ciudad representa una escritura criptográfica de su nombre.
Desafortunadamente, la interpretación exacta de este criptograma se nos escapa, pero que la
medida informada se usó como base para el diseño de la ciudad puede determinarse a partir del
registro arqueológico.34 Otra vez vemos aquí una asociación de dos entidades por su nombre,
algo que era de gran importancia para los mesopotámicos, como se dijo arriba. El nombre de
Sargón, reescrito como número, se convirtió en la medida de la muralla de la ciudad que él
planeó. De manera que incorporó su identidad en la estructura misma de la ciudad. Además, el
aspecto primordial de su trabajo, el hecho de que era una creación original, se enfatizó con el
lenguaje que utilizó Sargón II en su inscripción edilicia. Como lo señaló Parpola, parte de esto
está tomado directamente de la descripción de la creación del universo por Marduk en la Épica

33
Ibid., 42-43 ll. 65-71.
34
M.A. Powell, “Maße und Gewichte”, RlA 7 (1987-1990), 474.
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de la Creación.35 La apertura de las puertas de la ciudad de Dur-Sharrukin se describe con los


mismos términos de la planificación de las puertas del universo en Enūma eliš. Sargón II afirma:
ina rēše u arkate ina ṣēlē kilallān miḫret 8 šārī 8 abbullāti aptema, “adelante y atrás, en ambos
lados, abrí ocho puertas de la ciudad en las ocho direcciones del viento”,36 en tanto Enūma eliš
tiene esta línea: iptema abbullāti ina ṣēlē kilallān, “él abrió puertas en ambos costillares.”37 El
término ṣēlū usado aquí tiene el significado básico de costilla, lo que en efecto refleja el costado
de un cuerpo. Con Sargón, se lo transforma para referirse al costado de una ciudad, donde
obviamente costilla no tiene sentido. Que la fraseología utilizada por Sargón tiene la clara
intención de referirse a la Épica de la Creación se demuestra por el hecho de que lo que dice no
refleja su trabajo con precisión. El plano de la ciudad de Dūr-Sharrukin38 muestra que había dos
puertas en cada una de tres de las murallas de la ciudad, en tanto la cuarta muralla, donde se
ubica la ciudadela, tiene sólo una puerta. La expresión acadia ṣēlē kilallān “ambos lados”
entonces no puede referirse a la ciudad, mientras que representa perfectamente bien ambos lados
de la bóveda del cielo, cada una con una puerta para dejar pasar a las estrellas y los planetas.
Esto puede explicar la afirmación algo extraña de (p. 337) Sargón de que construyó ocho puertas
en las ocho direcciones del viento.39
Por último, el involucramiento personal de Sargón con el proyecto también surgió de su
correspondencia oficial. El diez por ciento de todo el corpus de cartas del reinado de Sargón II se
refiere a la construcción de Dūr-Sharrukin, incluyendo varias cartas escritas por el propio rey. En
total hay cuarenta referencias a órdenes reales en estos textos. Cuando se necesitan trabajo o
noticias, Sargón mismo hacía el pedido a los funcionarios de todo el imperio. Se metía en todo,
hasta en la discusión de detalles arquitectónicos. Que estaba resuelto a completar el trabajo de

35
S. Parpola, “The Construction of Dur-Šarrukin in the Assyrian Royal Correspondence,” en A. Caubet
(ed.), Khorsabad – le palais de Sargon II, roi d’Assyrie (Paris 1995), 69 nota 1.
36
A. Fuchs, Inschriften Sargons II., 42 l. 66.
37
W. G. Lambert, Enuma Eliš. The Babylonian Epic of Creation – The Cuneiform Text (Oxford 1966),
27. Para esta traducción ver W. Heimpel, “The Sun at Night and the Doors of Heaven in Babylonian
Texts,” JCS 38 (1986), 134.
38
Cf. M. van de Mieroop, The Ancient Mesopotamian City (Oxford 1997), 92.
39
Soy consciente de que Senaquerib, el sucesor de Sargón, utilizó la misma expresión ṣēlē kilallān
cuando describió las puertas que construyó para su palacio en Nínive (D. D. Luckenbill, The Annals of
Sennacherib, OIP 2, Chicago 1924, 111 l. 71). Esta es una repetición de la afirmación de Sargón, el
significado exacto pudo haberse vuelto confuso.
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manera rápida está demostrado por el hecho de que le tomó poco menos de diez años terminar,
un período muy corto si se considera el gran tamaño de la ciudad en cuestión.40
A la vez que Sargón de Asiria construía su ciudad, y orgullosamente proclamaba que era
una novedad y su logro personal, encontramos historias sobre Sargón de Agade habiendo hecho
lo mismo. El acto del rey paleoacadio era descripto como un sacrilegio, algo por lo que fue
castigado en su vejez. La construcción de Agade llevó a un levantamiento general de su gente y
al castigo divino. La simultaneidad de la aparición de nuevas historias sobre Sargón de Agade y
los actos del rey asirio podía ser obviamente casual, pero me parece probable que tengamos aquí
una condena del proyecto de Sargón de Asiria por sus propios contemporáneos por medio de una
analogía con el antiguo rey. Aunque no criticando al rey vivo, no parece inocente la afirmación
de que un trabajo de naturaleza similar condujera al desastre en el pasado.
La construcción de una nueva ciudad por un hombre mortal era considerada un acto de
hybris; para los mesopotámicos sólo los dioses podían construir ciudades, y son muchos los
textos que describen a la ciudad como asiento de una deidad, fundada por él o ella. Cuando
Sargón II de Asiria describió la construcción de Dūr-Sharrukin, se comparó a sí mismo con el
sabio Adapa, el que llevó la civilización a los babilónicos. Al utilizar el lenguaje de la Épica de
la Creación, Sargón se presenta a sí mismo como si estuviera realizando un acto primordial, una
repetición de lo que Marduk había hecho durante la creación original del universo. Pero
semejante acto no era para un hombre en la opinión mesopotámica, estaba reservado para los
dioses. Sargón entonces había cometido un sacrilegio. Podemos encontrar aquí una situación
irónica donde un rey invocaba conscientemente a la figura de un gobernante antiguo, que había
muerto unos 1700 años antes, para que sea su reluciente ejemplo. Aun así, a los ojos de sus
súbditos, el asirio cometió el pecado de hybris: construyó una nueva ciudad. Esta historia llega
hasta la Crónica Weidner, un texto cuyos intereses van más allá de Sargón. Representa los éxitos
y los fracasos de gobernantes como resultado de (p. 338) la actitud de Marduk hacia ellos.
Aquellos que favorecían al Esagil, el templo de Marduk en Babilonia, recibían sus bendiciones;
aquellos que no lo honraban eran condenados. La historia de Sargón se integra entonces a un
texto con una ideología diferente, pero contiene una crítica al rey que encuentra su lógica en su
propio reinado.

40
S. Parpola, en Khorsabad.
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Soy plenamente consciente del hecho de que no se puede demostrar con certeza que los
textos relacionados con Sargón de Agade que discutí aquí se hayan conocido durante el reinado
de Sargón II de Asiria. No tenemos las herramientas para fechar manuscritos con tanta precisión.
Basados en la información arqueológica de Assur, podemos decir que tanto la Geografía de
Sargón como la Crónica Weidner derivan de la casa de los exorcistas, y entonces se conocían al
final del imperio asirio. Pero la información arqueológica disponible no indica si esas tablillas
estaban presentes en la casa a fines siglo VIII o en el VII. La paleografía no está desarrollada lo
suficiente como para que podamos fechar manuscritos con una precisión de menos de un siglo.
La gramática acadia de los textos literarios no evolucionó lo suficiente en períodos de tiempo
cortos, de manera que no podemos usarla, tampoco, como herramienta para fechar. La Geografía
de Sargón y la Crónica Weidner podrían ser textos sargónidas tardíos, no conocidos en la época
de Sargón II.
Pero pienso que es importante que veamos que los textos mesopotámicos tenían un
significado para sus dueños, y no eran sólo conservados como ítems de coleccionistas. Es ese el
significado que he tratado de explorar aquí. Una descripción geográfica del imperio de Sargón de
Agade tenía más sentido en el reinado de Sargón de Asiria que en otros reinados, si el último y
su corte querían retratar la idea de una dominación mundial como objetivo real. Pero la
imaginería política también puede usarse en contra del gobernante. Si Sargón de Asiria quería
identificarse con su ilustre predecesor del mismo nombre, también podía ser criticado
indirectamente al retratar aquel ejemplo de manera negativa. Pienso que semejante crítica se
expresaba en la Crónica Weidner. Un estudio de textos de esta manera me parece un paso
adelante en el debate sobre si se pueden usar o no como fuentes históricas sobre los gobernantes
de la Mesopotamia temprana. Con la información que tenemos es imposible determinar si Sargón
realizó o no una campaña a la Anatolia Central (o a Chipre si vamos al caso). Me parece más
fructífero e interesante investigar cómo la imagen de este antiguo rey sobrevivió y cómo los
antiguos mesopotámicos la usaron a través de los siglos. Investigaciones de esa naturaleza nos
llevan más allá de una historia de los acontecimientos hacia una historia de las ideas. (p. 339)

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