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BARNABÁS FLINT

HECHICERO (MAGIA SALVAJE), HEROE DEL PUEBLO

H ay un gato relamiendose en mitad del pasillo abandonado cercano a la posada. Barnabás esperaba a un
viejo amigo, un mercenario que habia decidido tomar algo con él después de mucho tiempo sin verse.
Este en amigo en cuestion, Jalester Silvermane, se acercaba corriendo sabiendo que ya llevaba un severo
retraso de la hora a la que habían decidido quedar.
"Quince minutos de retraso serían algo aceptable" Reprendió Barnabás "Pero una hora es excesivo..."
"Si... perdona perdona..." Dijo Jalester alzando las manos y sonriendo "Invito a la primera cerveza"
Ambos entraron en la zona trasera del Portal Bostezante, no se veia el lugar público desde aquí pero así podian
beber y tomar algo con tranquilidad. Barnabás conocia a Jalester quien fue un mercenario de los valles porque
intentó contratarle junto a su banda, los Sombra del Acero, para eliminar al duque Antímodes. Jalester no
queria hebrar una guerra que podría perder y solo deseaba dejar de lado las batallas ahora que tenía suficiente
para una vida decente en la ciudad.
"¿Cómo te va con Faerrel?" Dijo amablemente Barnabás "Escuché que erais más que amigos"
"¿Importa?" Dijo con cierta indiferencia el guerrero
"No pero, era una buena persona también y al no verle..." Continuó diciendo el hechicero
"Pereció, durante una batalla en la ciudad" La mirada del guerrero se desvió al vaso.
"Por los dioses..." Respondió perplejo Barnabás "Disculpa no he querido..."
De uno de los bolsillos sacó una fina aguja de plata, del tamaño de un meñique en cuya cabeza se vislumbraba
una pequeña rosa plateada y ramificada. El brujo era capaz de reconocer el objeto, una pertenencia de la
Alianza de los Lores. Señores que protegían la ciudad y servian a los ciudadanos en contra de tiranos, reyes
malvados o gente mal intencionada. Antes de responder Barnabás, Jalester le puso el objeto al frente.
"No murió en balde, protegemos la ciudad. Servimos a Lord Silverhand, en secreto. Como espias, caballeros o
simples lacayos. Buscamos proteger a la gente y Silverhand ha defendido esta ciudad como nadie jamás lo ha
hecho. La muerte de Faerrel evitó su asesinato." Unas lagrimas brotaron de Jalester.
Con incertidumbre, Barnabás recogió el artilugio. "¿Entonces eres de la Alianza de los Lores? ¿Sirves a los
señores que han prometido servir al pueblo? No confio en ese cuento, no puedo creer a Silverhand".
"Es normal... después de todo lo que te sucedió con Antímodes." El guerrero se secó sus lagrimas. "Pero, esa será
tu emblema, no es el mio."
"¿¡Cómo?!" Respondió Barnabás apretando el objeto. Aún usando toda su fuerza le pareció que no era suficiente
para quebrarlo a pesar de su aspecto liviano.
"Le hablé a Silverhand de ti, quiere probarte. Por ahora con algo sencillo. Te has ganado cierta fama. Buena a
su parecer. Tanto como tú no confias en ella, Silverhand quiere saber más de ti y tus aptitudes. Ha decidido
nombrarte como espía para ella. Para apoyar a la Alianza de los Lores y proteger a los civiles de Waterdeep."
"¿No es esto precipitado?" Dijo Barnabás algo estupefacto y sin saber que decir.
"Silverhand es una erudita, noble lord de la ciudad con unos trescientos años de edad debido a sus dones
mágicos. Dicen que es una hija de la propia Diosa Mystra de la magia y que puede ver el futuro. Además, ella me
dijo que llevaba tiempo planeando algo para tí." Jalester sonrió "Quiere que hables con Volothamp, el dueño de
esta misma taberna quien espera a que asistas a una comida en su local. Él, por supuesto, no sabe nada de
Silverhand, ha solicitado de ti por ese viaje que hiciste al norte. El que te ha dado fama de aventurero."
"¿Volothamp, me quiere a mi?" Dijo sorprendido el joven hechicero
"A tí y a tus amigos, a saber que pedirá ese escritor loco. Yo andaré por aquí, pero ve a visitarle que vas a
necesitar algo de tiempo para hablar con tus viejos amigos."
Barnabás estaba inquieto, no conocía a Silverhand pero oyó rumores similares a los que le habia dicho su
amigo. Y ahora a conocer al famoso escritor Volo y a visitar a sus viejos amigos. Iba a ser un día único.

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