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Para

qué un gato



¿Para entrar suavemente en las emociones? La psiquiatra brasileña Nise da Silveira
(1905–1999) diría que sí, que quererse con un gato nos ayuda a moldear -como
arcilla entre las manos- nuestras emociones. “Los gatos son las ventanas de la
mente” – afirma.
Y sabe muy bien de lo que habla porque fue pionera en invitar a los gatos a
participar del tratamiento psiquiátrico de sus pacientes. No le fue nada fácil: “la
historia del animal como co-terapeuta fue el motivo central de mis mayores
sufrimientos como psiquiatra”, cuenta en su libro “Gatos. A emoção de lidar.” (Léo
Christiano Editorial, Río de Janeiro, 1998).
Nise fue pionera en varios territorios. En 1926 se titula en Medicina, única mujer
entre los 157 estudiantes de esa promoción. A los 27 años gana en concurso un
cargo de psiquiatra en un hospital público y empieza su lucha por una psiquiatría
sin electroshocks, ni camisas de fuerza, ni agresiones. En 1936 una enfermera la
denuncia por posesión de libros marxistas y Nise pasa dieciocho meses en prisión.
Cuando en 1944 se reintegra al hospital, la relegan al desvalorizado Servicio de
Terapia Ocupacional y Nise, incansable, vuelve a brillar.
Empieza cambiando drásticamente las actividades de los pacientes: basta de
barrer los largos pasillos, de limpiar los baños o de cualquier tarea obligada. Monta
el Servicio como un gran taller en el que los pacientes eligen qué hacer. Aunque el
cambio es importante, Nise siente que para que las ocupaciones sean terapéuticas
allí faltaba emoción.
Hasta que una tarde un jovencito que deambulaba por el taller una y otra vez sin
encarar ninguna actividad, agarró un trozo de terciopelo de la mesa de costura y,
mientras lo acariciaba, le preguntó a Nise: “¿puedo con este paño hacer un gato?”
Cuando terminó de hacer su gato, el chico escribió un breve poema en el que
describía su gato de angora marrón, con ojos azules, nariz gris y su emoción al
crearlo y tocarlo. El último verso del poema “emoção de lidar” definía lo que Nise
pretendía que fuera la terapia ocupacional: la emoción de ocuparse.
Así lo cuenta en su libro: “en cuanto manipulaba su gato de terciopelo con
sorprendente habilidad, Luis Carlos parecía feliz y decía ‘¡cómo es de suave! Siento
grande emoção de lidar con él entre mis manos.’ Esa expresión ‘emoção de lidar’ fue
el punto de partida para cambiar el pesado título de Terapéutica Ocupacional.”
A partir de ahí la vida de Nise transcurrió entre gatos. A los 93 años concede una
entrevista a una revista brasileña
(http://web.archive.org/web/20091103141602/http://epoca.globo.com/edic/19
981005/cult4.htm )
y elige como lugar para la charla el Parque do Flamengo, un hermoso parque de
Río de Janeiro habitado por cientos de gatos al que llega, incansable como siempre,
en silla de ruedas. Explica que hace cuatro meses se murió su último gato y la
consuela un poco ver tantos a su alrededor, son compañeros excelentes. Y allí,
entre gatos, define la fuerza de su psiquiatría: “ahora se confía mucho en los
medicamentos. Pero los medicamentos no me parecen muy eficientes, pueden tener
efectos paliativos pero no curativos. Confío más en los afectos, en la acción curativa
de la alegría.”


Nota: la imagen está tomada de la web de Casa das Palmeiras
(http://casadaspalmeiras.blogspot.com.es/ ), la institución que fundó Nise “un
domingo a la tarde en 1956”.

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