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Te lo había prometido, querida, y ya ves que cumplo. Oh, no pongas esa cara, te has quedado
maravillada con el escaparate
todo tan rosa, con lo que te gusta ese color. Aquí hay rosas innumerables
como en tu paraíso
aunque siempre te llevo conmigo las tardes de compras, no creas que no te extraño.
Pero mira, fíjate en esa tela, la de allá, ¿no la ves muy atrevida? Me hizo pensar en la sangre
en la sangre como rosas líquidas
pero no la rosa de Hiroshima
tararararaaá pensem nas mulheres rotas alteradas
querido Vinicius… no, esta sangre da vida
amapola líquida.
Rosita, ¿te puedes creer que vi un anuncio en la tele que ponían de azul la sangre de la regla?
Sangre azul, como lo oyes
como se dice de la sangre de los nobles, la única sangre que importa
Rosi, nosotras sabemos que la sangre es roja, este escaparate dice la verdad.
¿Viste que se dice que son las mujeres las que miran escaparates? Yo creo que es porque cuando los
miran
se ven
los miran para verse
son como espejos que muestran la sombra soñada
lo que nos obligan a soñar. Las mujeres vivimos en un escaparate, sonrientes y bien planchás
sangra y sangrará,
porque las mujeres sangramos, en rojo no en azul, qué disparate
este escaparate es una oda al cuerpo que sangra, que sangra vida
la sangre como un río que surca a las mujeres y desemboca en el mar de los hijos
qué lástima que nos metan en un escaparate, modositas rosás y bien planchás
a veces el rosa
amortaja la vida, amortigua el rojo y la viste suave, de tonos sumisos…
No, no te aflijas, boba, ¿sabes lo que me dijo tu nieta el otro día?
Qué loca, Rosita, te salió esa chica…. eso, así… sonríe, agranda ese rosa rojizo de tu boca tan
bonito.