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El yo-grupo. El grupo-cuerpo. El grupo y el inconsciente.

Por Sibi Dominguez.


Didier Anzieu (Melun, 8 de julio 1923 – París, 25 de noviembre 1999)
fue un psicoanalista francés, conocido por sus estudios sobre el
autoanálisis de Freud y la dinámica de grupos, así como por su teoría del
“Yo-piel“, que describe la formación del pensamiento y de la personalidad
a través de las experiencias táctiles. Didier Anzieu, junto a otros como
Käes o Bejarano, es representante de la llamada escuela francesa.
Siendo aún escolar, Anzieu comenzó a trabajar con uno de sus
maestros, Zacharie Tourneur, en una reedición de los Pensées de Blaise
Pascal, en los que estaba previsto que por primera vez contuviera los
fragmentos conservados en su orden original. Anzieu publicó esta edición
en 1960 y se la cita como edición Tourneur-Anzieu.
En 1945, Anzieu inició sus estudios en la École Normale Supérieure,
donde asistió también a la cátedra de Jacques Lacan. Después del
estudio de filosofía ingresó en la facultad de psicología con Daniel
Lagache, de quien fue asistente a partir de 1951. Anzieu realizó
investigaciones en psicología clínica, logrando pronto reconocimiento
como especialista en psicodrama y métodos proyectivos.
En 1949, Anzieu había comenzado su psicoanálisis con Jacques Lacan,
sin que inicialmente ninguno de los dos supiera que Lacan ya había
tratado a la madre de Anzieu. Lacan la conocía por su nombre de soltera,
Marguerite Parrain, y había basado en ese caso
su tesis de 1932 titulada Acerca de la psicosis paranoica y sus relaciones con
la personalidad, refiriéndose en ella al propio Anzieu. Didier Anzieu había
sido abandonado por su madre poco después de nacer, pero inicialmente
mantenía contacto con ella. Años después, y tras haber agredido
físicamente a la actriz Huguette Duflos, fue ingresada en la clínica
psiquiátrica Sainte-Anne de Paris, en la que por aquel entonces también
trabajaba Lacan. Después de años de internación psiquiátrica,
Marguerite trabajó en 1952/53 como empleada doméstica para el padre
de Lacan. En medio de esta situación, Anzieu restableció contacto con su
madre y supo de su tratamiento por Lacan. Fue entonces cuando puso
fin al análisis y se distanció de Lacan, condenando «las derivas y la
arbitrariedad de las prácticas lacanianas».
En 1954, Anzieu se hizo profesor de psicología clínica en Estrasburgo, y
en 1957 presentó su tesis doctoral consistente en dos trabajos: El
autoanálisis de Freud y el descubrimiento del psicoanálisis y Psicodrama
analítico con niños y adolescentes.
Anzieu realizó un segundo psicoanálisis con Georges Favez. Aunque
inicialmente seguía siendo miembro de la Societé française de
Psychanalyse (SFP), fundada por Lagache y Lacan, a partir de 1961 y con
sus declaraciones contrarias a Lacan ante la International
Psychoanalytical Association (IPA), contribuyó a que la solicitud de
reingreso de la SFP a la IPA fracasara, lo que en 1964 fue, entre otros, 
un factor determinante para el colapso de la SFP. En 1963, Anzieu formó
parte de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica de Francia,
agrupación de la que fue  vicepresidente durante largo tiempo.
En 1963, Anzieu fue llamado a desempeñarse en la Sorbonne,
cooperando ese mismo año desde allí en la fundación de la Universidad
Paris-Nanterre. Fundó la Facultad de Psicología y Educación de esa
universidad y fue su presidente durante las turbulencias de Mayo de
1968, en las que exhibió una actitud abierta y comunicativa. Es esos
mismos días redactó bajo seudónimo una caracterización de los
acontecimientos titulada Ces idées qui ont ébranlé la France (“Las ideas que
han remecido a Francia“).
Investigación, Yo-piel
Después de 1972, Anzieu se fue retirando paulatinamente de las
actividades universitarias, a fin de poder dedicarse a la investigación
psicoanalítica. Por una parte, examinó los fenómenos grupales, tema
sobre el que en 1975 publicó Le groupe et l’inconscient (“El grupo y
lo inconsciente“). Por otra, se dedicó al tema de la creatividad literaria y
artística, presentando en 1975 una reedición mejorada de su libro sobre
el autoanálisis de Freud. A ello le siguieron Le corps de l’oeuvre (“El
cuerpo de la obra“) en 1981, y Beckett et le psychanalyste (“Beckett y el
psicoanalista“) en 1992.
Su tercer proyecto – y el más original – fue el desarrollo de la teoría
de Yo-piel, concepto con el que – ante los discursos corrientes
sobre contenidos psíquicos – intentó fijar teóricamente los
“contenedores” de tales contenidos. En su libro Le Moi Peau publicado
en 1985 se apoya en el concepto de Containing de Wilfred Bion y en el de
la teoría del apego de John Bowlby, aunque también refiere al concepto
temprano de las barreras de contacto de Freud y a la descripción de límites
variables del yo en Paul Federn.
De acuerdo con Anzieu, el lactante, de no verse abrumado por el deseo
de la vuelta al seno de la madre que le conduciría al autismo, desarrolla
la fantasía de compartir una sola piel con su madre, fantasía que deberá
resolverse más adelante en un proceso doloroso. El masoquista, por
ejemplo, lo vive como una ruptura violenta de la piel común. Anzieu
distingue diferentes funciones de la piel: sostener, contener,
proteger, individuación, integración de las percepciones sensoriales,
fundamento de la excitación sexual, carga libidinosa, inscripción de
huellas y autodestrucción (eliminó de la lista esta última categoría en la
segunda edición de 1995). También habló de diversos tipos de
envolturas: la sonora, térmica, olfativa, gustativa, muscular, del dolor y,
finalmente, la onírica. A todas ellas adjudica su respectivo significado y
una cohorte de patología. Finalmente ve en el acto de tocarse a sí
mismo, en el sentirse-a-si-mismo, la base para el desarrollo del
pensamiento reflexivo.
Las consideraciones de Le Moi-peau tuvieron su continuación en Une peau
pour les pensées (“Una piel para los pensamientos“, 1986), L’épiderme
nomade et la peau psychique (“La epidermis nómada y la piel psíquica“,
1990) y otras obras.

El Grupo y el Inconsciente
En su libro El Grupo y el Inconsciente; lo imaginario grupal, Anzieu
despliega su teoría sobre la realidad imaginaria en los grupos. Allí va a
definir al grupo como el lugar donde se proyectan las fantasías y parte de
una hipótesis: “…el vínculo interhumano primario es la circulación
fantasmática…”.

No olvidemos que aquí fantasma, fantasías e imaginario son utilizadas


teniendo la misma significación. Para Anzieu las fantasías manifiestan las
realidades más íntimas; “el fantasma es la realidad psíquica individual
por excelencia, ya que nos convertimos en sujeto cuando el fantasma
adquiere en él una organización definitiva, el fantasma inconsciente es
quien opera la individualización…”.

Desde el psicoanálisis se reconoce como estructuras fantaseadas típicas


organizadoras de la vida y  de la fantasía, cualesquiera que sean las
experiencias personales de los individuos; sirven para responder
preguntas estructurales sobre la vida, el sexo y las diferencias sexuales,
como luego veremos.

Así pues las fantasías operan permanentemente en el individuo, operan


en todo encuentro con los otros. Anzieu dice: “…Todo encuentro vivido
como auténtico o intenso entre dos o varios seres humanos es un
encuentro que ha despertado, movilizado y activado en los interesados
sus fantasías personales conscientes e inconscientes…”.
Todas las fantasías tienen tres elementos que se repiten en cualquier
situación:
 Tanto como protagonista como observador, el sujeto se encuentra
siempre presente.
 Son imágenes visuales y una trama que estructura estas imágenes.
 Toda fantasía expresa algo del deseo, de manera que nuestra
conducta es la puesta en escena de dichos deseos.

No olvidemos que el deseo surge de la primera experiencia de


satisfacción. Como sabemos, partimos de la necesidad, la cual produce
dolor y tensión; dolor que se descarga por el llanto y es significado por la
madre o su sustituto, quienes lo descifran y lo aplacan. De ésta manera,
el bebé se alivia de la tensión. Es así como al mismo tiempo que se sacia
de la necesidad la asocia con el sentimiento placentero que le ha
conllevado esta saciación, sensación que volverá a buscar y que va más
allá de la pura necesidad. Sucesivas experiencias de satisfacción van a
dejar una huella, una inscripción inconsciente que el sujeto tratará de
reencontrar; será a partir de esta huella, de esta inscripción, que durante
toda la vida vamos a buscar objetos, personas, para satisfacer el deseo.
Aunque volverlo a tener genera una fantasía de similitud, nunca será
posible alcanzarlo.

Hay tres escenarios donde se expresan las fantasías:


 Fantasías conscientes o ensueños diurnos.
 Los sueños, con la lógica del proceso primario.
 Las fantasías relacionadas con las teorías sexuales infantiles.
Preguntas que nos hicimos en la niñez y que están relacionadas con el
sexo, con el origen de la vida y con la diferencia sexual.
 Origen del sujeto: la fantasía de la escena primaria
 Origen de la sexualidad: fantasía de seducción
 Origen de la diferencia sexual: fantasía de castración.

Ya desde Freud la pregunta en relación a estas fantasías es ¿de dónde


vienen?; Freud lo resuelve diciendo que se transmite filogenéticamente.
En cualquier caso, de lo que se trata es de ver cómo operan en la
realidad de cada sujeto, en la propia fantasmática.

Adriana Sonis dice: “somos nosotros los artesanos individuales, con que
organizamos fantasías de un argumento milenario”.

Estas fantasías pertenecen a la infancia de la humanidad, están en la


cultura. Estas fantasías se nutren en tanto que asociamos lo vivido con lo
oído en relación con nuestra fantasmática. Anzieu dice que organizamos
lo grupal de la misma manera.

Estamos en un mundo rodeado de fantasías. Las producimos, pero


también somos productos de ellas.

Si bien fantaseamos en todo momento, el grupo es un lugar se acentúa


ésta tendencia. Anzieu dice que el grupo es una puesta en común de las
imágenes interiores y de las angustias de los participantes. El grupo es
un lugar de fomento de imágenes.

Desde que hay dos o más personas, hay circulación fantasmática.

Cuando ingresamos en un grupo, hay ciertos deseos que se reactivan,


en concreto el de fusión, el de reencuentro con la unidad de totalidad. Sin
embargo, en ese mismo espacio, las miradas de los otros suponen la
amenaza a ese ideal fusión o completud del yo. La ilusión de completud
se rompe en tantos pedazos como integrantes haya en el grupo.

Así pues, de entrada, el grupo es una amenaza para el individuo, en


tanto que el yo es cuestionado. De nuevo surge la pregunta ¿Quién soy?
Pregunta que va dirigida primero a los miembros del grupo y luego a los
terapeutas.

Anzieu dice que la situación de grupo es vivida con angustia, con la


misma intensidad que es vivida una realización imaginaria del deseo. El
grupo, como el sueño, como el síntoma, es la asociación de un deseo y
una defensa: “…la unidad aparente de un grupo puede forjarse en la
coalición defensiva contra el fantasma individual del que es hecho
portador de un chivo expiatorio…”. Esto lo podemos ver en largas
discusiones abstractas o en discursos en los que se pone por delante el
fantasma de escenas no ocurridas en la realidad.

Dice Anzieu que en el grupo, como en el sueño, el aparato psíquico sufre


una tiple regresión: cronológica, tópica y formal.
 Cronológica. Se trata del retorno del sujeto a etapas primeras de su
desarrollo, “…como consecuencia de la regresión cronológica, la
exaltación narcisista que se produce se traduce en que la vivencia que
aporta toda confrontación con los demás implica una amenaza contra
la integridad…”
 Tópica. Del yo ideal, el cual trata de realizar la fusión con el seno
materno.
 El paso a modos de expresión y comportamiento de un nivel anterior
(se actúa como si fueran niños, con juegos de palabras, gestos,
mímicas, etc.).

Las fantasías individuales convocan la resonancia fantasmática en el


grupo, ya que este actúa como una caja de resonancia. Anzieu dice “…
es el reagrupamiento de algunos participantes alrededor de uno de ellos,
el cual hace ver o da a entender, a través de sus actos, de su manera de
ser o sus palabras, su palabra individual inconsciente…”.

Cada individuo pasa la película de su propia historia; todas las películas


se proyectan en la gran pantalla de lo imaginario y entonces surge el
gran misterio, el entrecruzamiento de la dinámica de los grupos; el
argumento cambia, ahora es de todos, circula por todos y entra en todos
los intersticios.

De este modo la fantasía individual genera la resonancia fantasmática


instaurando la ilusión grupal.

Este estado de ilusión grupal se manifiesta en: “somos el mejor grupo”.


Será este el primer organizador grupal, el cual va a posibilitar una
integración. Esta ilusión es un fantasma que organiza y posibilita que el
grupo se constituya.

Sin embargo, frente a ésta ilusión de unidad  inicial, siempre hay otra
corriente en el ser humano que implica una tendencia al crecimiento, que
supone discriminación y separación, rompiéndose esa célula cerrada.
Este segundo organizador, la imago, pertenece al mismo orden de
realidad que el fantasma. Es una representación inconsciente y universal,
imago de padre, de madre etc. Se pasa de una imago a otra.

El tercer organizador, o la tendencia a la homomorfía, admite las


diferencias, partiendo de un origen común.

Anzieu concluye de la siguiente manera:

“Las fantasías originarias siempre están, gracias a ello nos


discriminamos y nos juntamos”.
Desde alrededor de 1990, Anzieu padeció la Enfermedad de Parkinson,
muriendo en Paris en 1999.

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