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Rubiela Castañeda Montesinos ID 594806


Laura Victoria Hurtado Niño ID 596786
Valentina Fierro Peñuela ID
María Paula Forero Suarez ID
Estudiante

Claudia Karina López Reina


Docente

Corporación Universitaria Minuto de Dios


Modelos de Intervención I
Ibagué - Tolima
2020
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El duelo

Argumentación teórica

Según Neimeyer (2007) el duelo es una pérdida a lo largo del ciclo vital en diferentes
ámbitos. Puede estar asociado a la muerte de una persona cercana (significado socialmente
más reconocido). Este autor reconoce similitudes en la forma en que las personas afrontan
cada una de estas dificultades. Además, plantea que las pérdidas pueden ser evidentes, como
es el caso de alguien que pierde un hijo, o más sutiles, como quien pierde la capacidad física
con el paso de los años. Para Neimeyer, la falta de comprensión y la trivialización de la
pérdida son factores que agravan el malestar y que se dan especialmente cuando esta no es
socialmente tan saliente.

Según la tesis de George Engel, la pérdida de un ser amado es psicológicamente tan


traumática como herirse o quemarse gravemente en el plano fisiológico. El duelo representa
una desviación del estado de salud y bienestar, se necesita un período de tiempo para que la
persona en duelo vuelva a un estado de equilibrio similar.

J. Bowlby propone que el duelo son todos aquellos procesos psicológicos, conscientes e
inconscientes, que la pérdida de una persona amada pone en marcha, cualquiera que sea el
resultado. Además dentro de su teoría describe el desarrollo psicoemocional sano en el ser
humano. La persona desarrolla de forma instintiva vínculos (apegos). El mantenimiento de un
vínculo se experimenta como fuente de seguridad y dicha, así mismo, la meta de la conducta
de apego es mantener un vínculo afectivo, es decir, que cuando tales vínculos se ven
amenazados o rotos, se suscitan intensas reacciones emocionales.

Por lo tanto, la pérdida de un ser querido es un acontecimiento que nos obliga a tener que
aprender a vivir el resto de nuestra vida sin la persona querida, teniendo en cuenta, que en ese
momento se produce una sensación de pérdida, vacío, asombro, confusión y desconcierto,
etc. El duelo es la respuesta natural del ser humano ante la muerte de un ser querido, es un
proceso complejo, es decir, no es solo un sentimiento o una vivencia única, sino es una
mezcla de sentimientos, ideas o sensaciones, que lleva a un estado de confusión. Un duelo no
es únicamente estar tristes ante la pérdida de una persona, es un proceso en el cual la persona
se ve obligada a tener que reorganizar su vida.
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Para ampliar la definición de este concepto, es importante resaltar la visión que tienen
algunos autores para explicar el fenómeno del duelo.

Encontramos en primer lugar a Freud, quien en su obra Duelo y melancolía (1917) define los
objetivos de la elaboración del duelo, resaltando la retirada de la libido invertida en el objeto
y su sana reinversión en otro objeto. Además, Freud creó un modelo de duelo muy
directamente inspirado por la depresión, la melancolía, y en el cual las relaciones con los
demás, con los objetos, son el elemento fundamental de la pérdida que se experimenta con el
duelo, es decir, cuando se pierde afectivamente algo o a alguien significativo, se pierde una
parte del yo, del mundo interno, de la estructura personal.

Por otra parte, Melaine Klein dentro de los modelos psicoanalíticos, insistió en que cada
duelo reaviva la ambivalencia residual, nunca completamente elaborada, con respecto a
nuestro objeto primigenio. El duelo, para Melaine Klein, supone alteraciones más profundas
de nuestra relación con nuestros recuerdos, con nuestras representaciones mentales
conscientes e inconscientes que nos vinculan con la madre, el padre, la familia.

Diversos autores (Bowlby, Parkes, Engel; Sanders) han definido distintas fases o etapas
como:

1. Fase de aturdimiento o etapa de shock: Es un sentimiento de incredulidad; en donde existe


un gran desconcierto y la persona puede funcionar como si nada hubiera sucedido. En otros
casos la persona se paraliza y permanece inmóvil e inaccesible, en esta fase se experimenta
sobre todo pena y dolor. y el shock es un mecanismo protector, que le da a las personas
tiempo y oportunidad de abordar la información recibida, es decir, es una especie de evitación
de la realidad.

2. Fase de anhelo y búsqueda: Está muy marcada por la urgencia de encontrar, recobrar y
reunirse con la persona que ha fallecido, en la medida en que se va tomando conciencia de la
pérdida, se va produciendo además la asimilación de la nueva situación. Por lo tanto la
persona puede aparecer inquieta e irritable, esa agresividad a veces se puede volver hacia uno
mismo en forma de autor reproches, pérdida de la seguridad y baja autoestima.

3. Fase de desorganización y desesperación: En este periodo la persona experimenta


sentimientos depresivos y falta de ilusión por la vida, en esta etapa la persona va tomando
conciencia de que el ser querido no volverá. Se experimenta una tristeza profunda, que puede
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ir acompañada de accesos de llanto incontrolado, sensación de vacío acompañado con una


gran soledad, además se experimenta apatía, tristeza y desinterés.

4. Fase de reorganización: En esta etapa la persona se va adaptando a nuevos patrones de vida


sin su ser querido y se van poniendo en funcionamiento todos los recursos de la persona, en
este caso la persona ya comienza a establecer nuevos vínculos.

Por lo tanto, no podríamos establecer cuándo un duelo ha terminado, más bien, es importante
establecer e identificar cuando se haya completado las etapas del duelo; un punto de
referencia de un duelo acabado es cuando la persona es capaz de pensar sin dolor en el ser
querido que perdió y cuando la persona puede volver a invertir sus emociones en la vida y en
los seres queridos que la rodean.Sin embargo, es necesario identificar durante este proceso
qué tipo de duelo presenta la persona que lo está padeciendo, teniendo en cuenta que existen
diferentes tipos de duelos como:

Duelo patológico: Es aquel tipo de duelo que no se ha resuelto, es complicado, crónico,


retrasado o exagerado. En la versión más reciente del Manual Diagnóstico y Estadístico de la
Asociación Psiquiátrica Americana se hace referencia a las reacciones anormales de duelo
como “duelo complicado”, en donde se establecen conductas des adaptativas o permanece en
este estado sin avanzar en el proceso del duelo hacia su resolución. Además se tiende a
considerar que hay riesgo de duelo patológico cuando el dolor moral se prolonga
considerablemente en el tiempo; cuando su intensidad no coincide con la personalidad previa
del duelo; cuando impide amar a otras personas o interesarse por ellas y cuando el sujeto se
ve invalidado en su vida diaria, sin más ocupación que la rememoración del muerto.

Duelo anticipado: Este es el tipo de duelo que no comienza en el momento de la muerte, sino
mucho tiempo antes, es decir, cuando se emite un pronóstico de incurabilidad, se produce
tristeza en el familiar, pero también una adaptación más o menos inconsciente a la nueva
situación que se acaba de crear. A partir de ese momento se crea lo que se ha llamado el
duelo anticipado, que ofrece a las personas involucradas la oportunidad de compartir sus
sentimientos y prepararse para la despedida.

Preduelo: Consiste en creer que el ser querido ha muerto definitivamente “en estado de
salud”. El que está ahora a nuestro lado ha sido transformado por la enfermedad a tal punto,
que en algunos casos no se le reconoce más.
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Duelo inhibido o negado: En este caso, se niega la expresión del duelo porque la persona no
afronta la realidad de la pérdida, en donde puede prevalecer una falsa euforia, que sugiere la
tendencia patológica de la aflicción.

Duelo crónico: Es el que tiene una duración excesiva y nunca llega a una conclusión
satisfactoria. Un duelo crónico puede llegar a ocupar toda una vida. Medina manifiesta que
existen personas estructuradas existencialmente por el duelo, en las que éste determina el
núcleo constitutivo de su existencia.

Por otra parte, es importante tener en cuenta que vivencias evidencian las personas que viven
un proceso de duelo. Según Tizón, estas manifestaciones se evidencian de manera externa
como:

-Dimensión física, la cual hace referencia a las molestias físicas que pueden aparecer a la
persona en duelo, como sequedad de boca, dolor o sensación de vacío en el estómago,
alteraciones del hábito intestinal, opresión en el pecho, opresión en la garganta,
hipersensibilidad a los ruidos, disnea, palpitaciones, falta de energía, tensión muscular,
inquietud, alteraciones del sueño, pérdida del apetito, pérdida de peso, mareos. Algunas
investigaciones han demostrado que las situaciones de estrés están íntimamente relacionadas
con la inmunodepresión y, por tanto, el organismo humano es más vulnerable a enfermar,
teniendo en cuenta, que la muerte de un ser querido es una de las experiencias más
estresantes.

-Dimensión emocional, se refiere a los sentimientos que la persona percibe en su interior,


resaltando que los estados de ánimo pueden variar y manifestarse con distintas intensidades,
teniendo en cuenta, que los más habituales son: sentimientos de tristeza, enfado, rabia, culpa,
miedo, ansiedad, soledad, desamparo e impotencia, añoranza y anhelo, cansancio existencial,
desesperanza, abatimiento, alivio y liberación, sensación de abandono, amargura y
sentimiento de venganza.

-Dimensión cognitiva, hace referencia a la dificultad para concentrarse, confusión,


embotamiento mental, falta de interés por las cosas, ideas repetitivas, generalmente
relacionadas con el difunto, sensaciones de presencia, olvidos frecuentes.

-Dimensión conductual, Se refiere a cambios que se perciben en la forma de comportarse con


respecto al patrón previo, aislamiento social, hiperactividad o inactividad, conductas de
búsqueda, llanto, aumento del consumo de tabaco, alcohol, psicofármacos u otras drogas.
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-Dimensión social, es aquel resentimiento hacia los demás, aislamiento social.

-Dimensión espiritual, en la cual se replantean las propias creencias y la idea de trascendencia


y se formulan preguntas sobre el sentido de la muerte y de la vida.

Por otra parte, es importante resaltar que en el caso de los niños que han sufrido pérdidas
importantes están más expuestos a desarrollar trastornos psiquiátricos en la infancia,
constituyendo, pues, un factor de riesgo importante. En la fase de readaptación al medio tras
la ausencia del ser querido, se necesita mucha más ayuda externa que en el caso de los
adultos.En este caso los adultos desempeñan un papel esencial en este proceso, en donde se
requiere una atención comprometida y perseverante para acompañar a un niño(a) en su lucha
por lograr su bienestar, es decir, que se debe garantizar la reparación de la pérdida y seguir
creciendo constructivamente, se necesita una unión de las propias características del niño o
niña, de sus fuerzas y resiliencia y el apoyo social y afectivo de otros. Muchas veces por
intentar protegerlos del hecho doloroso se les aparta de la situación. Sin embargo, el niño
requiere que el hecho de la muerte le sea explicado abierta y claramente, siempre con un
lenguaje adecuado y comprensible.

Según la psiquiatra Kubleer-Ross (1992) Es necesario preparar a los niños para la muerte
mucho antes de que la experimenten. La prevención frente a situaciones de pérdida de un ser
querido brilla por su ausencia en el contexto familiar, como en el escolar y en el social. Es
preciso establecer cuáles son los aspectos que hacen que un niño entienda o no la muerte
cercana que ha experimentado. Según Herrán y Cortina (2006) Algunos de estos factores
son:

● Los padres: Actitudes manifiestas y encubiertas hacia la muerte y la capacidad para


hablar de ella abiertamente.
● Las propias características psicológicas: Capacidad para exteriorizar sentimientos,
dudas, habilidades cognitivas y experiencias personales relacionadas con la muerte.

Como hemos visto a través de bases teóricas, el duelo es un proceso por el que todos los seres
humanos pasamos, sin embargo, existen diferentes formas de asumirlo y como el duelo se
presenta en la vida de quien en ese momento lo padece, es por esto, que se debe propender
una intervención y apoyo a las personas que pasan por este proceso, teniendo en cuenta, que
los objetivos de la intervención con las personas en duelo pueden organizarse en pro a
mejorar la calidad de vida de la persona que vive el duelo, así mismo, en disminuir el
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aislamiento social y estrés, aumentar la autoestima y mejorar la salud mental, es decir,


prevenir enfermedades.

Finalmente, el objetivo global de la intervención en el proceso del duelo, es ayudar al


sobreviviente a completar cualquier problemática, aumentar la realidad de la pérdida, ayudar
a la persona a tratar las emociones expresadas y las latentes y ayudarle a superar los
diferentes obstáculos para reajustarse luego de la pérdida.

El duelo y las etapas del ciclo vital

La etapa en la cual se ubica el menor es la infancia que comprende desde los 6 hasta
los 11 años, considerándose una de las etapas más importantes para el ciclo vital del
menor, dado que es allí donde se adquieren las habilidades psicosociales y emocionales
fundamentales para un desarrollo saludable y en donde se forman las bases de lo que será el
individuo en el futuro.
Según un estudio realizado por C. Villanueva y J. García Sanz (2000) (28), Se analizaron
124 casos de consultas infantiles por pérdidas, el 13% de ellos presentan duelos por muerte,
la sintomatología encontrada fue un 31% trastornos de conducta, un 20% fracaso escolar, y
alrededor de un 15% presentaron síntomas depresivos, ansiosos y corporales. El duelo
patológico podría situarse en torno a un 28% y las situaciones catastróficas en un 5%.
Con este estudio se señaló la importancia de la intervención con los padres y el riesgo de la
acumulación de pérdidas, que no permite la estabilidad y la continencia del entorno en el
menor.
Toma relevancia durante esta etapa la capacidad de la elaboración de duelos en la infancia,
además las dificultades provienen en algunos casos del impacto de la muerte, de lo que haya
pasado antes y después de ésta. Es necesario detectar factores que influyen después de la
pérdida, como las relaciones con la familia, el entorno y el medio educativo. En general, en
los niños se manifiestan más mecanismo de negación y mantienen mejor la capacidad de
gozar de situaciones agradables; Sin embargo, G. Parker (1992)(29), Señala que la pérdida
temprana hace el duelo más difícil y puede generar problemas en el desarrollo de la
personalidad.
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Así mismo M. Mhaler(1984) (31), afirma que la inmadura estructura de los niños pequeños
les impide reaccionar con una verdadera depresión, pero pueden tener aflicción, que tiende a
ser breve porque su yo, para mantenerse, tiende a adoptar rápidos mecanismos de defensa
como la negación, la sustitución y la represión. Esto explicaría uno de los rasgos
característicos de las reacciones infantiles que estos tienen frente al duelo, como la
alternancia sucesiva de la pena, en donde el niño pasa de un fuerte impacto a una rápida
negación, esto se puede evidenciar cuando el menor no habla de la persona fallecida y no
expresa dolor en poco tiempo. El desarrollo infantil lleva a fases de separación-individuación
cruciales en la constitución de la identidad. La desaparición de los seres queridos lleva
también a una separación que afecta a la identidad, pero de forma muy problemática, por
vivirse, no como un movimiento activo del desarrollo, sino de forma pasiva, como abandono
que puede causar cierta paralización, culpa y maduración precoz, etc.

Según Green (1990)(32),Las consecuencias de la muerte real de la madre, sobre todo en


determinadas situaciones, en edades tempranas, son muy nocivas para el hijo, ya que la
realidad de la pérdida puede modificar mutativamente la relación de objeto anterior con la
madre. Esta desilusión lleva, además, a la pérdida de sentido, pues el menor no tiene
explicación alguna de lo que ha sucedido.
Es importante resaltar que cuando el duelo se bloquea, en las familias el tiempo se detiene,
las relaciones se hacen rígidas, además se cierran, dificultando la capacidad de establecer
lazos de apego con otros. Desde el punto de vista terapéutico, Se debe prestar atención a los
duelos y pérdidas que aparecen en el ciclo vital de la infancia, tenerlos en cuenta en el
abordaje psicoterapéutico y en la evolución, ya que pueden reactivarse con nuevas
circunstancias o dar lugar a una descompensación. De manera preventiva, se debe ayudar a la
elaboración de los duelos, teniendo en cuenta, el medio familiar, procurando evitar
negaciones excesivas, proporcionando un ambiente abierto, con figuras sustitutivas. La
actuación debería ser más específica en los casos de riesgo como antecedentes patológicos,
pérdidas múltiples, situaciones de desestructuración o catástrofe familiar.
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Referencias
Cabodevilla, I. (2007). Las pérdidas y sus duelos. Scielo.

Emilio Gamo Medina, P. P. (2009). El duelo y las etapas de la vida. Scielo.

Guillén Guillén, E., Gordillo Montaño, M. J., Gordillo Gordillo, M. D., Ruiz Fernández, I., &
Gordillo Solanes, T. (2013). CRECER CON LA PÉRDIDA: EL DUELO EN LA
INFANCIA Y ADOLESCENCIA. Redalyc.org.

Meza Dávalos, E. G., García, S., Torres Gómez, A., Castillo, L., Sauri Suárez, S., & Martínez
Silva, B. (2008). El proceso del duelo. Un mecanismo humano para el manejo de las
perdidas emocionales. Redalyc.org.

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