Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1 Del latín responsabilitas: saber responder, saber explicar al otro el motivo de mis actos;
dar cuenta de lo que decido, entendiendo que a su vez el otro, el pueblo (la sociedad) posee la
capacidad, obra de la democracia, de razonar y comprender razones (Cfr., Sen, Amartya, “La idea
de la justicia”, Taurus, Madrid, 2012, pp.112 ss.)
Los artistas, el arte, son el medio que rasga el velo de los ojos de
quienes no pueden o no quieren ver lo que está pasando con el pueblo, con
“lo público”. Conscientemente o no son por antonomasia la intelectualidad
orgánica. El arte, el artista, comprenden lo que se está narrando afuera, en
las calles, en los hogares, en las oficinas, en los cuarteles, en los burdeles,
en las empresas. El artista es una persona que se caracteriza por “andar
desnudo”, vive para conmoverse por “cualquier cosa” que acontece, sea en
el campo que sea; anda sin ningún ropaje teórico, sin ningún prejuicio de
política de Estado o de empresa, de partido, de grupo, sin ninguna
ideología o creencia religiosa e incluso de cultura que oculte su rostro
(prosopoin) ante el reclamo del otro.
Pero hay otra característica del artista que debe formar parte medular en la
formación de los servidores públicos de carrera, y es el hecho de que para
el artista es de primera necesidad, es vital, tener que transformar eso que
percibe en el mundo como comportamiento humano, social. Tiene el artista
que llevar lo que recoge de “lo público”, lo que interpreta racional y
sensiblemente de la narración de ese “ir hacia” de la sociedad, a una
creación que a su vez delate, descubra a los ojos de los demás el sentido de
vida del pueblo, del país, del mundo4. Las obras del hombre regresan al
pueblo a través de las obras de arte como reorientación de la vida,
precisamente anunciándole por dónde es que ha caminado, cómo ha ido en
es “ir hacia” que pro-mueve el espíritu del pueblo (para no dejar morir a
Hegel). Con lo que los actos (públicos por necesidad) deben ser la
continuación de ese “ir hacia”, y el artista es su mejor promotor, porque lo
descubre y lo transcribe a un texto que conmueve conciencias; su
sensibilidad “visionaria” instaura la realidad como un sentido de la vida
que espiritual, histórica y civilizatoriamente poseen los pueblos, sus
sociedades, el (lo) público.
3 Fischer, Ernst, “La necesidad del arte”, Península, Barcelona, 1975, p.54.
4 Taine, Hipólito “Filosofía del arte”, Espasa-Calpe, Madrid, 1958. El artista tiene como
función, necesariamente social, acicatear conciencias, por lo que en sus obras, sean del cualquier
género, debe valerse de elementos altamente expresivos.
En el currículo de la profesionalización del servidor público, como
medida de anticorrupción de raíz, se debe contemplar, pues, el arte, y más
que como una o dos materias a cursar en sí, debe ser la columna vertebral
de los programas, que esté detrás de todas las materias que conformen la
preparación. No se puede aceptar una persona que tiene que tomar
decisiones para propiciar el bienestar y crecimiento de todo aquello que
compone una sociedad como la mexicana, si no tiene la manera (educación
estética) de percibir, interpretar y <darse cuenta> de lo que está pasando
ahí afuera como “lo público”. Los bienes y servicios vienen después de
<darse cuenta> donde está la carencia, de principio como conciencia lábil
en sensibilidad estética. Esto es definitivo.