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“El amor es mejor cuando es improvisado”


Saiki echó la cabeza hacia atrás y gimió por la molesta música que salía

del altavoz sobre su cabeza. La mayoría de la música de los ascensores era

un sonido de fondo soso y deprimente, pero este era de algún modo


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incluso peor. Era alguna clase de Jazztel sin un ritmo discernible y el

volumen parecía subir y bajar aleatoriamente. Lo encontraba

extremadamente repulsivo. La música debería tener un ritmo.

El chico estaba encorvado contra la pared y se mordía el labio nervioso.

Era un tick inconsciente y uno que Saiki sólo hacía cuando estaba muy,

pero muy ansioso. Estaba de camino a una entrevista y quería el trabajo

MUY mal.

Estaba asombrado de tan siquiera haber conseguido pasar la primera

ronda de entrevistas, cuanto más la segunda. Esta era la tercera y última

antes de que el puesto fuese oficialmente suyo. Pero dado que el trabajo

era para el puesto de asistente personal del CEO, significaba que la

entrevista era con el actual CEO de Industrias Scion.

Saiki estaba terriblemente intimidado sólo con el pensamiento de

reunirse con semejante hombre tan importante y distinguido. El hombre

era prácticamente una leyenda en el mundo de los negocios de Tokio.

Saiki simplemente sabía que iba a fastidiarlo de algún modo, sin tener

pelos en la lengua y diciendo algo inapropiado, incluso aunque fuese un

excelente asistente personal.


Era muy eficiente y organizado, con excelentes referencias, una mente

aplicada y un ojo agudo para los detalles… pero era dolorosamente

tímido, y no llevaba bien las entrevistas.


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Sus esbeltos dedos golpeaban nerviosamente su cintura.

El pequeño rubio se enderezó y ajustó su postura cuando el ascensor

se detuvo en un piso y entraron un grupo de hombres. Intentó parecer tan

profesional como le fue posible, después de todo, uno de ellos podía

terminar siendo su jefe. Saiki intentó sutilmente colocarse el traje un poco.

Era uno de los más bonitos que tenía, un traje tipo marinero que le regaló

su madre por su graduación. Ahora le era un pelín justo en los hombros,

pero le quedaba bien en todo lo demás. Tanto la chaqueta corta y entallada

como los pantalones de vestir revelaban su estrecha cintura y sus esbeltas

caderas a la perfección. No es como si al CEO le preocupase eso.

El joven Saiki se mordió el labio inferior, tirando de la rolliza carne

hacia su boca y chupándola puerilmente sin tan siquiera darse cuenta de

lo que estaba haciendo.

El ascensor parecía moverse terriblemente lento. Cada par de pisos se

detenía y tenía que esperar a que la gente entrase y saliese. Las paradas

fueron cada vez menos frecuentes cuanto más alto ascendía. Finalmente,

un gran grupo de hombres salió.


Fueron reemplazados por un sólo hombre, al cual todos saludaron con

una inclinación de cabeza. Saiki supo que debía ser alguien importante.

El hombre era enorme, e incluso aunque los otros cuatro hombres 5


acababan de salir, el ascensor de alguna manera parecía incluso más

abarrotado. Saiki se acurrucó en una esquina para poder dejarle sitio al

gigante.

El hombre tenía un físico imponente, hombros anchos, espeso cabello

negro y sobrepasaba la corta estatura de Saiki por una cabeza y media. Su

estatura parecía encajar mejor para un luchador profesional que en un

hombre de negocios serio. Llevaba puesto un traje hecho a medida a la

perfección de color charol. El hombre era cada tortuosa fantasía

adolescente que Saiki había tenido alguna vez, envuelto todo en un

paquete merecedor de babas.


Se inclinó delante de Saiki y presionó el botón del último piso, el que

estaba justo por encima de a dónde se dirigía Saiki, y luego bajó la vista

hacia el chico rubio. Sus ojos se encontraron y Saiki sintió como si alguien
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lo hubiera abofeteado en la cara.

El calor que circuló entre ellos fue abrasador. Casi como electricidad,

congelando a ambos hombres en su sitio. La atracción instantánea fue

palpable.

Unos ojos ámbar se abrieron de par en par por la sorpresa y luego se

entrecerraron sobre la esbelta figura de Saiki. Evaluó su cuerpo

empezando desde sus pies y moviendo su intensa mirada todo el camino

hasta su cabello rubio ligeramente alborotado. Saiki podía sentir el peso

de esa mirada en todo su cuerpo; su pelvis, especialmente, estaba

empezando a reaccionar. Podía sentir su excitación retorcerse contra la

parte delantera de sus pantalones. Saiki se ruborizó intensamente y

levantó los hombros avergonzado. Bajó la vista hacia sus pies. Sólo podía

esperar que el hombre no se hubiese dado cuenta de su horrible y notoria

reacción.

Saiki presionó su espalda contra la pared del ascensor mientras se

estremecía por el movimiento, un lento deslizamiento ascendente.


El hombre de negocios cambio de posición para enfrentarse más de

lleno a él. Sonrió con suficiencia y abrió la boca para decir algo, pero de

repente el ascensor se estremeció hasta pararse abruptamente, un


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resonante parón total. Fue solamente tan sorprendente como el ruidoso

sonido chirriante de metal contra metal que acompañó a la temblorosa y

brusca parada.

Todo el ascensor parecía temblar en el aire y ambos hombres alzaron

la vista hacia las luces que de pronto parpadearon. Se hizo la oscuridad

total. El ascensor parecía mecerse bajo sus pies como si pudiera caer de

debajo de ellos en cualquier momento. Saiki gritó de terror y se agarró al

objeto más cercano que pudo encontrar, apretando los dedos por el

miedo. Ocurrió que era uno de los enormes brazos del hombre. Podía

sentí el musculoso bicep ondeando bajo su mano.

Se percató a lo que se había aferrado y quitó la mano.


Su corazón se apretaba dentro de su garganta y eso le hacía muy difícil

hablar, pero se las arregló para cacarear un chirriante:

—¡Lo siento! 8
El hombre se giró y acercó más su cuerpo a Saiki que tuvo que

apretujarse contra la esquina. Una profunda voz de barítono se deslizó a

su alrededor como la seda;

—Está bien, no importa. ¿Te encuentras bien?

La voz de Saiki estaba sin aliento y trémula cuando contestó;

—Sí… sólo un poco… claustrofóbico… ya ve, no soy un gran admirador

de los ascensores para empezar.

Intentó bromear, pero no resultó. El miedo en su voz era obvio. La

enorme mano del otro hombre cayó pesada sobre sus esbeltos hombros.

Saiki no sabía cómo podía ver en esta oscuridad. Era oscuridad absoluta.

El ascensor zozobró de nuevo bajo sus pies y con un pequeño grito de

miedo, Saiki saltó hacia los brazos del hombre. Se estremecía como un

pequeño ratón aterrorizado. Estaba terriblemente avergonzado y era muy

poco profesional, pero no pudo evitarlo.

—No tengas miedo. Te tengo —dijo una profunda voz en su oído.


Saiki sintió las palabras agitar su cabello. Unos brazos fuertes se

pusieron a su alrededor, presionando toda la longitud del cuerpo de Saiki

contra el del otro hombre de músculos poderosos. El chico quería


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desaparecer en ese pecho sólido y no salir nunca más. Saiki echó la cabeza

hacia atrás para hablar, pero de repente los labios del hombre estaban

inclinados sobre los suyos, atrapando el chillido de sorpresa y ahogándolo

con un beso apasionado.

Saiki al instante olvidó la oscuridad y su temor. Se sentía

vergonzosamente bien ser sostenido entre eso cálidos y fuertes brazos.

Saiki no había tenido muchas citas a causa de su tremenda timidez. Era

un poco adicto al trabajo y no disfrutaba salir a clubs. También era muy

difícil encontrar otro hombre gay en la rigurosa Tokio, y el pobre Saiki era

difícilmente lo suficiente echado para adelante para intentarlo.

Al joven apenas lo habían besado, y ciertamente nunca así. El joven

inhalaba el masculino aroma del hombre de negocios mientras sus labios

acariciaban con suavidad los de Saiki. El hombre mayor comenzó a

presionarlos con más insistencia, su mano enorme y cálida acariciando el

cuello de Saiki, trazando la suave piel con sus ásperas palmas. Se rió

profundamente ante el inocente estremecimiento que su toque le causaba.


Unos labios fuertes sondearon y masajearon suavemente la boca tímida

y cerrada con firmeza del rubio, hasta que finalmente un pulgar calloso

presionó hacia abajo el mentón de Saiki, forzando la boca del chico a


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abrirse ligeramente. La lengua del otro hombre presionó para entrar y la

boca de Saiki se abrió sumisamente, permitiéndole la entrada. Escuchó el

gemido del hombre mayor mientras tocaba tentativamente el húmedo

músculo con el suyo propio, acariciándolo, luego chupándolo.

Saiki era inexperto, pero aun así podía sentir la pasión creciendo con el

beso. Primero una chispa, luego unas brillantes ascuas, y ahora era una

llamarada constante que amenazaba con propagarse fuera de control.

¡No debería estar haciendo esto! ¡Era un trabajador responsable y digno

de camino a una entrevista!

Saiki empujó el pecho del otro hombre y apartó sus labios ligeramente

del beso para recuperar el aliento. El otro hombre gruñó casi petulante,

como si Saiki estuviera intentando sacarle un juguete a un niño pequeño,

y fue empujado de nuevo contra la pared, atrapando la constitución más

pequeña del joven entre ella y la dureza de su mucho más grande cuerpo.

Su boca cubrió la de Saiki con hambre, como si el joven fuese la presa a

devorar y el misterioso hombre estuviese muerto de hambre.


Podía sentir el febril deseo mezclado con dolorosa ternura, y la

combinación era su perdición; de repente a Saiki no podía haberle

interesado menos su importante entrevista.


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Sintió las fuertes manos del hombre comenzar a tirar de su chaqueta

bajándola por sus hombros y brazos, y dejándola caer detrás de ellos. Esos

labios hambrientos nunca, ni una sola vez, liberaron la boca del joven

mientras alternaba entre chupar y mordisquear sus rollizos labios, y sus

grandes manos comenzaron torpemente a trabajar en los botones de la

camisa de Saiki. Alguno de ellos salió volando cuando el hombre fuerte

los arrancó por la frustración, exponiendo el pecho de Saiki al aire frío del

ascensor. El hombre de negocios continuó desvistiéndolo. Sacó las

mangas de los esbeltos brazos de Saiki hasta que la camisa cayó al suelo

también. Sólo entonces, una vez que su pecho estuvo expuesto, la boca del

hombre liberó sus labios y cambió de objetivos.

Saiki lloriqueó desesperadamente, mordiendo su puño cuando los

labios del otro hombre descubrieron sus pequeños y duros pezones. Podía

suavemente mordisquear una de las sonrosadas protuberancias con los

labios y dientes mientras jugaba con la otra con su enorme y cálida mano

antes de intercambiar posiciones, acariciando los delicados corpúsculos

con intensidad. Saiki no podía recordar haber estado así de duro, así de

excitado desde… nunca. Su pene palpitaba contra la bragueta de sus

pantalones y suplicaba por ser liberado.


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Unos nudillos desiguales acariciaron delicadamente su abultada

entrepierna y su cuerpo entero se convulsionó como si hubiera recibido

una descarga eléctrica. Unas manos seguras estaban ahora

desabrochando su cinturón, y sus pantalones y bajándoselos hasta las

rodillas. Lo giraron rápidamente y empujado su cara contra el frío acero

de la pared del ascensor. Saiki estaba desorientado por la oscuridad. Su

cabeza le daba vueltas vertiginosamente y la apoyó contra el frío metal.

Los dedos del hombre misterioso sujetaban sus caderas como tornillos.

Aguardaba conteniendo la respiración para ver qué era lo siguiente que

haría el hombre de negocios.

Saiki se congeló en el sitio cuando sintió que separaba sus nalgas y la

última cosa que alguna vez hubiera esperado era que lo tocara allí, lo

tocara ALLÍ.
Una lengua abrasadora golpeó su ano.

Gritó por la sensación desacostumbrada, sus caderas se arquearon

hacia delante para apartarse, pero las manos del hombre eran demasiado 13
rápidas para él, moviéndose hacia delante para agarrar su polla y sus

bolas con una mano grande y cálida. Saiki se quedó quieto de nuevo,

sostenido indefenso en el fuerte agarre del hombre mayor. Si se movía

hacia delante, presionaba su sensitivo miembro en su mano; si retrocedía,

esa cuestionable lengua se deslizaba más profundamente en su interior.

Se estremeció y arqueó su espalda mientras los labios habilidosos del

hombre acariciaban su ano, haciéndole el amor de la misma manera que

se lo había hecho a la boca de Saiki.

El joven nunca había sido tocado allí antes y cada toque se sentía como

el fuego. Nunca había imaginado, ni en sus fantasías más salvajes, que

alguien pudiera hacer algo como esto. La obscena intimidad lo estaba

volviendo loco.

Durante mucho tiempo el hombre simplemente lamió y acarició el

apretado nudo del joven, pero luego su fuerte lengua presionó justo

contra el agujero y la punta se introdujo en su interior. Saiki se mordió el

puño, intentando no gritar de nuevo. Gemía desesperadamente mientras

la otra mano del hombre halaba y tiraba de su polla, todo mientras le

estaba dando el rimming de su joven vida.


Sus bolas se tensaron y Saiki supo que se estaba cerniendo sobre un

precipicio. Iba a correrse si el hombre seguía así mucho más.

El otro hombre pareció percibirlo. De repente se irguió, pasando su 14


lengua por toda la longitud de la columna vertebral de Saiki mientras lo

hacía. La cabeza de Saiki cayó hacia atrás y su espalda se arqueaba

espasmódicamente por el intenso cosquilleo de la sensación.

El pequeño rubio se quedó de pie donde estaba con las manos en la

pared delante de él. Jadeaba con la anticipación y la excitación. Podía

sentir al enorme hombre parado detrás de él, acechante, oscuro, alto y

misterioso. Escuchó el sonido que hacía el otro hombre al quitarse su

propia chaqueta.

Saiki sintió unas manos enormes acercarse a sus propios pequeños

puños, sujetándolos en ese lugar de la pared, mientras el hombre se movía

para presionarse contra él desde atrás. El duro bulto de su polla en sus

pantalones del traje que se frotó insistentemente contra el culo desnudo

de Saiki parecía enorme.

Una profunda voz le preguntó con un atisbo de incertidumbre;

—¿Estás bien?

Saiki gimió incoherentemente. las palabras parecían llegar de muy

lejos.
—¿Estás limpio?

Qué pregunta tan extraña. Saiki asintió con la cabeza. Por supuesto que

lo estaba. Nunca había hecho esto antes. 15


Murmuró su consentimiento;

—Mmm Hmm —y echó su retaguardia hacia atrás en una invitación

silenciosa.

El enorme hombre soltó una risilla de nuevo. El profundo ruido sordo

hizo que la piel de Saiki cosquillease. Una inmensa palma se extendió

sobre el suave vientre de Saiki y el tamaño de la misma hizo que se

estremeciese con deseo; los dedos del hombre de negocios se envolvieron

todo alrededor de su esbelta caja torácica.

Los dedos de la otra mano trazaron círculos por el agujero bien

ensalivado con algo medio suave, no tan resbaladizo como uno podía

esperar, algo como un bálsamo labial, quizá. Los gruesos dedos

presionaron una porción de lo que fuese dentro de él. Ellos lo follaron

dentro y fuera suavemente, preparando su agujero y derritieron el pegote

de cera con la fricción del movimiento de adelante hacia atrás. Cuando el

agujero de Saiki estuvo lo bastante dilatado, lleno de la pasta cerosa y

pegajosa, el otro hombre presionó la enorme cabeza de su polla contra el

apretado agujero de Saiki.


Lo hizo lentamente, pero con firmeza, Saiki podía sentir que su tierno

y pequeño agujero no iba a ser el adecuado para semejante aparato

gigantesco. El anillo de músculos comenzó a abrirse. Estirándose más, y


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más, y más ampliamente todavía. El estiramiento provocaba resquemor y

dolor. Era más grande que cualquier cosa que hubiera imaginado alguna

vez.

Los ojos de Saiki estaban abiertos de par en par y jadeaba con el

esfuerzo mientras su culo era forzado a abrirse lo bastante para tragar el

contorno gigantesco del hombre. Cuando la cabeza entró, sintió como si

una bola de tenis hubiera sido incrustada en su culo, y solamente era la

punta. Su agujero palpitaba.

El joven se estremeció de miedo. Era su primera vez, no estaba seguro

de que pudiera tomar algo tan largo, pero no iba a detenerlo, por nada del

mundo. No había nada que Saiki quisiera más que ser sometido por este

hombre, ser poseído por él por completo.

...Ni siquiera sabía su nombre.

De repente, las luces parpadearon de nuevo al encenderse y el ascensor

se estremeció al volver a ponerse en movimiento, comenzando un lento

ascenso. En la oscuridad, se había sentido como un sueño; una fantasía

hecha realidad. Pero las luces los devolvieron a ambos a la realidad.


Los ojos azules desorbitados de Saiki miraron hacia atrás, sobre su

hombro, mordiéndose el labio inferior. El otro hombre parecía un poco

desaliñado, aunque ciertamente no tanto como Saiki, el cual estaba casi


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desnudo en este punto, doblado con su redondo culo al aire y una polla

presionando contra su agujero. El cabello oscuro del hombre de negocios

le caía sobre la frente, estaba a años luz del estiloso engominado hacia

atrás que Saiki le había visto llevar antes de que las luces se fueran.

El rostro del hombre denotaba preocupación. Sus preocupados ojos

miraban el rostro de Saiki por guía. Parecía más como un niño travieso

que había sido pillado con la mano en el frasco de las galletas; culpable,

pero sin arrepentimiento. Era divertido ver tal expresión en un hombre

tan importante, atractivo y refinado.

Saiki no pudo evitar reírse. Su grandes y bonitos ojos azules se

entrecerraron por la diversión formando una media luna. Sus pequeños

hombros se estremecieron con una carcajada infantil la cual intentó

reprimir cubriendo la boca con su pequeña mano.

A la vista del buen humor de Saiki, el rostro del otro hombre se iluminó

con su propia sonrisa amplia, mostrando una dentadura blanca perfecta.

Extendió uno de sus largos brazos y oprimió el botón de parada de

emergencia con su palma. El ascensor se estremeció para pararse de

nuevo, pero esta vez, las luces y la música permanecieron.


Los ojos dorados del hombre parecieron cambiar de opinión sobre

tomar a Saiki desde atrás. Sacó la punta de su polla con un ‘pop’ y tiró al

hombre más pequeño para enfrentarlo a él. Saiki estaba casi desnudo, con
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los pantalones alrededor de sus tobillos, mientras el otro hombre estaba

totalmente vestido. Se sentía terriblemente expuesto y sólo un poquitín

estúpido, pero eso únicamente se añadía a su excitación.

Saiki estaba sin aliento mientras alzaba la vista hacia los ojos del extraño

que se cernía sobre él. Los ojos dorados le devolvieron la mirada fija e

intensamente. Sus profundidades estaban llenas de fuego y Saiki nunca

se había sentido tan deseado. Se sentía a la vez vulnerable y poderoso.

Su química era increíble, la electricidad virtualmente crepitaba en el

aire entre ellos. El otro hombre era tan increíblemente viril y atractivo.

También era muy fuerte. Alzó a Saiki del suelo, pisoteando los

pantalones de vestir que todavía colgaban alrededor de sus esbeltos

tobillos y tirando así de ellos el resto del camino mientras alzaba los pies

de Saiki fuera de ellos. Apoyó el regordete y blanco culo precariamente

en la esquina del ascensor, sobre el pasamanos que había alrededor de las

paredes, y lo sostuvo allí con sus dos grandes manos bajo sus muslos. Sus

delgadas rodillas fueron presionadas abiertas y la espalda contra la pared.


Saiki lloriqueó mientras la polla comenzaba a presionarse en su interior

de nuevo, cerrando los ojos y echando su cabeza hacia atrás contra la

pared mientras jadeaba en busca de aliento, impotente. No le estaba


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dando respiro por la dura penetración.

Los labios del hombre cubrieron los suyos de nuevo y esta vez, los abrió

inmediatamente, aspiró su aliento mientras la lengua del otro hombre

devastaba su boca, distrayéndolo del ardiente dolor por la inmensa

intrusión en su diminuto ano. Esa enorme verga comenzó a empujarse de

dentro hacia fuera, trabajando lentamente su camino para adentrarse más

y más con cada embestida, como un minero perforando en busca de

petróleo.

—Yo… yo no he hecho esto antes —jadeó Saiki mientras el hombre

follaba su camino despiadadamente en su virginal culo.

El otro hombre musitó en su oído;

—Yo tampoco.

Saiki se dio cuenta de que el hombre probablemente pensaba que estaba

hablando sobre follar en un ascensor o quizá, follar con un extraño, no en

el sexo como un todo, pero no se molestó en corregirlo. Tenía otras cosas

en las que pensar.


Unos labios cálidos descendieron por su cuello, chupando la tierna

carne intermitentemente y dejando pequeñas marcas rosadas. El rubio

soltó un gemido de placer, y el misterioso hombre respondió con una


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embestida rápida y fluida, golpeando su punto dulce como una diana,

golpeando contra el punto dentro de pobre Saiki que lo hizo gritar de puro

éxtasis. Sus ojos se desorbitaron. Nunca lo habían tocado así en su vida.

Sintió como relámpago blanco. Quería sentirlo de nuevo.

Las embestidas se hicieron menos profundas como si el hombre

pensara que podía haberle hecho daño por la manera en la que había

gritado. Ahora había perdido el punto. Sus embestidas se estaban

deteniendo antes de llegar a él. Saiki comenzó a retorcerse, intentando

contonearse contra el eje dentro de él, pero no pudo mover un músculo.

Estaba por completo a merced del enorme hombre. Manos inmensas lo

sostenían sin esfuerzo, haciendo que abriera aún más sus rodillas,

soportando el pequeño cuerpo del chico casi por completo.

—¡Más profundo! —gritó Saiki desesperadamente—, ¡más duro, por

favor!

Los ojos dorados centelleaban de excitación y la dura mandíbula del

hombre estaba firme con determinación. Sus apretados músculos de la

parte superior del cuerpo permanecieron quietos, pero la parte baja se

convirtió en un borrón en movimiento.


Arponeó el agujero de Saiki una y otra vez, empujando con fuerza su

impresionante contorno sin misericordia dentro de la suave y

aterciopelada carne. Se echaba encima de él, enterrándose en la carne para


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así golpear el punto especial de Saiki.

El sonido de sus caderas golpeando repetidamente en los cachetes

gordos de Saiki sonaba estruendoso en el pequeño espacio. Las enormes

bolas del hombre estaban golpeando su grieta simultáneamente. Su polla

hacía un sonido obsceno, de chapoteo y de mal gusto mientras penetraba

el ano de Saiki. Los sonidos eran increíblemente lujuriosos. Proveían de

un ritmo regular a la molesta música de Jazztel que sonaba de fondo.

Antes había irritado a Saiki, pero descubría que ahora le gustaba.

Saiki cerró los ojos y se entregó al increíble placer. Lloriqueó, agarrado

al otro hombre por su querida vida, estremeciéndose en esos fuertes

brazos mientras se corría, gritando trémulamente, apretando el grueso

pene del hombre dónde estaba enterrado en las profundidades de sus

entrañas.

El chico comenzó a estremecerse de dentro hacia fuera, la totalidad de

su cuerpo temblaba como si estuviera teniendo un ataque.

—¡Ohhhhhh… OHHHHHHHHHH!
El hombre lo sostuvo aun así y simplemente dejó que Saiki se hiciese

añicos a su alrededor. El chico se aferró casi temeroso con sus delgados

brazos alrededor de grueso cuello del hombre, apretando con todo lo que
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tenía. Su orgasmo parecía seguir y seguir, como olas batiendo una tras

otra hasta que al final estaba agotado y colapsó desfallecido hacia delante

en los brazos del otro hombre. Su pene todavía estaba empuñado dentro

del crispado ano de Saiki. Saiki nunca se había sentido tan lleno en su

vida. Suspiró en un susurro, jadeante en los hombros fuertes del otro

hombre.

El hombre de negocios soltó una risilla entonces, como si supiera una

broma que Saiki no.

Saiki levantó la vista hacia él con los ojos velados y medio abiertos y los

labios llenos e inflamados, respirando pesadamente. El otro hombre

sonrió con suficiencia, luego lo miró directamente a los ojos con una

tórrida clase de determinación, y entonces… continuó follándolo.

Embestía dentro del joven como un pistón, golpeando con fuerza con

su ávida herramienta ese pequeño túnel sensitivo, embistiendo

despiadadamente con la fuerza de todo su cuerpo. Saiki simplemente se

aferraba por su querida vida mientras era follado hasta casi romperse.
Clavó sus uñas en las gigantescas protuberancias que era esos hombros

mientras los músculos de acero bajo sus dedos se contraían y extendían

una y otra vez.


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Saiki gritó a lo largo de esa salvaje follada, y se estremeció con

impotencia en diminutos temblores secundarios de la lujuria orgásmica

que rápidamente se convirtieron en espasmos y entonces lo llevaron a

otro clímax intenso y lloroso. Se vino por segunda vez chillando de dolor

y placer. El hombre mantuvo contacto visual hasta que los ojos azules de

Saiki se pusieron en blanco.

Finalmente, con un empujón culminante, la polla del otro hombre

explotó también en torrentes de semen. Apretó a Saiki contra su pecho,

aplastándolo contra la pared hasta que el pobre chico apenas podía

respirar. Su polla estaba empuñada entre las piernas de Saiki mientras se

retorcía y sufría espasmos.

Simplemente siguió corriéndose y corriéndose, inundando el culo del

chico con su espesa y cremosa corrida hasta que sobrepasó el anillo de

Saiki y corrió como un rio de leche por la grieta de su culo y comenzó a

gotear por la parte de atrás de sus blancos muslos. El hombre de negocios

se corrió como no lo había hecho en años.


Estuvieron allí parados un montón de tiempo, ambos jadeantes como si

hubieran corrido un maratón, hasta que el hombre más alto sacó su polla

con resbaladizo ‘pop’ y liberó a Saiki.


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Saiki se deslizó sin energía hasta el suelo y se sentó allí estupefacto.

El hombre mayor tenía una pequeña mancha de semen en sus

pantalones, pero el pobre Saiki estaba simplemente empapado en el

pegajoso fluido blanco. Parecía como si alguien hubiera volcado un cubo

de ello sobre él. Cubría su culo y piernas; incluso se había deslizado hasta

sus pies descalzos. Se estaba derramando de su ano y estaba sentado en

un charco del mismo. Su propio semen estaba coagulado sobre su vientre

y pecho, también embadurnando su pubis. Incluso tenía algunas gotas

blancas en su cabello.

Levantó la vista los ojos bien abiertos por el pánico hacia el otro hombre

cuando se dio cuenta de la desesperada situación. ¡Estaba desnudo,

cubierto de semen, en un ascensor público de camino a una entrevista!

El hombre de cabello oscuro respondió al instante ante su expresión de

pavor. Saltó para ponerse en acción con la preocupación iluminando sus

ojos dorados. Agarrando la chaqueta de su traje y sacando el pañuelo de

seda del bolsillo de su pecho, se arrodilló y limpió el lío del vientre de

Saiki. Estaba también un poco frenético.


Aturdido, Saiki lo observó untarlo. Estaba haciendo un terrible trabajo

limpiándolo. El hombre de negocios en su mayor parte simplemente lo

había embadurnado todo alrededor. Era de alguna forma de hecho


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divertido.

Sus ojos se encontraron y Saiki comenzó a reír de nuevo. El otro hombre

se sentó sobre sus talones y sonrió. La sonrisa se extendió por su rostro

hasta que la alegría superó sus facciones serias y adustas. Era, como ver

al sol saliendo desde detrás de nubes oscuras.

Ambos se sentaron en el suelo y se rieron hasta que se quedaron sin

aliento. El hombre de pelo oscuro se puso de pie primero, ofreciéndole la

mano a Saiki, quien la tomó. Estaba de pie desnudo ante un hombre

completamente vestido, pero de algún modo no sentía ni pizca de

vergüenza.

El misterioso hombre lo ayudó a ponerse su traje de marinero de nuevo,

iba a tener que llevarlo a la tintorería en este momento, sin excusa. Su piel

era un revoltijo pegajoso de sudor y semen, pero no podía hacer nada

sobre el asunto, a menos que saliera del ascensor desnudo a buscar el baño

más cercano, enseñándole a todos su culo.

El hombre enorme lo ayudó a ponerse el traje, incluso le hizo el nudo

de la corbata. Saiki sabía que seguramente se veía peor al vestirse y de

ninguna manera como su habitual conjunto aseado.


Su pelo estaba salvaje y salía disparado en todas las direcciones, su

bonito traje estaba terriblemente arrugado, y había perdido bastantes

botones. No era nada comparado con la maraña que era su ropa interior.
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Unos ojos dorados le hicieron un guiño como si dijeran; ‘Nuestro

pequeño secreto.’

Una vez que Saiki estuvo razonablemente presentable, el otro hombre

pulsó el botón del ascensor de nuevo, restaurándolo.

Saiki se apoyó débilmente contra la pared y observó al hombre de pelo

oscuro poniéndose de nuevo su chaqueta del traje y abrochándola para

ocultar el lío que era su propia camisa. Se pasó los dedos por su oscuro

cabello para así deslizarlo hacia atrás de forma agradable y aseada de

nuevo. Saiki deseó que su propio cabello fuese tan fácil de controlar.

El otro hombre se veía casi exactamente igual a cuando había entrado

en el ascensor, pero Saiki estaba a punto de aparecer en la entrevista de

su vida viéndose como la víctima de un trágico accidente. Jadeó y bajó la

vista a su reloj. Llegaba treinta minutos tarde. El chico gimió y comenzó a

entrar en pánico, mordiendo su labio inferior. El hombre de negocios lo

miró aturdido. Había sacado un bolígrafo y estaba escribiendo algo en

una tarjeta de negocios. Arqueó una ceja hacia Saiki mientras continuaba

escribiendo.
—¿Estás bien?

Saiki asintió con la cabeza.


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—Sí, simplemente llego tarde, y nunca llego tarde.

El otro hombre le sonrió amable;

—Yo también, pero valió la pena, ¿no?

Saiki se ruborizó hasta las puntas de las orejas por la intimidad,

conocedor de la mirada que el otro hombre le dirigía.

—Sí —murmuró tímidamente. Estaba terriblemente avergonzado, pero

había valido la pena.

El chico miraba fijamente sus pies con timidez mientras el hombre

enorme se movía para ponerse enfrente de él, como una torre sobre él. Se

inclinó y lo besó tiernamente, recorriendo con los dedos su suave y salvaje

cabello. Saiki sonrió mientras el hombre de negocios intentaba arreglarlo

lo mejor que podía con sus grandes manos.

El ascensor pitó ruidosamente y las puertas comenzaron a abrirse en el

piso de Saiki. El hombre de negocios metió la tarjeta de negocios en la que

había estado escribiendo en uno de los bolsillos del traje de Saiki y le dio

un último y prolongado beso en los labios.


—LLÁMAME —ordenó con seriedad y Saiki asintió con la cabeza,

impotente ante la intensidad de esos ojos dorados.

Todavía estaba asintiendo con la cabeza mientras salía aturdido a 28


trompicones del ascensor. Puso una mano en la pared para sostenerse, las

piernas todavía le temblaban un poco.

Echó un vistazo por encima del hombro. Los ojos dorados estuvieron

clavados en él hasta que las puertas del ascensor se cerraron.

De repente la realidad lo golpeó y corrió hacia el baño. Comenzó a

limpiarse frenéticamente lo mejor que podía. Se echó agua en pelo en un

intento de dominarlo temporalmente. Se abrochó la chaqueta para cubrir

la falta de botones de su camisa. La corbata se veía bien. Tenía hecho un

intrincado nudo Windsor. El hombre mayor le había anudado

ciertamente la corbata mejor que si lo hubiera hecho Saiki.

El rubio observó sus enrojecidas mejillas y sus labios hinchados en el

espejo. No se asemejaba en nada al asistente personal serio y aburrido que

era y en todo a un vibrante joven que acababa de tener un excitante lío en

el ascensor, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Ya llegaba

tarde. Era ahora o nunca.

Caminó hasta el escritorio y sonrió con su mejor sonrisa a la secretaria

con cara de amargada.


—Soy Kato Saiki, estoy aquí para una entrevista.

Ella frunció los labios y el entrecejo sobre las gafas de gruesa montura.

Su tono fue acusatorio; 29


—Llega tarde.

Lo dijo como si tomara su tardanza como una afrenta personal. Se

inclinó respetuosamente;

—Me disculpo sinceramente, hubo un percance con el ascensor.

Sus ojos se abrieron de par en par en un gesto de alarma.

—Oh, sí, han estado trabajando en ello, ¿no se habrá quedado atrapado?

Asintió con la cabeza disculpándose.

—Sí, durante un pequeño momento.

Ella meneó la cabeza y apretó los dientes;

—Dios mío, pobre chiquillo, esa es mi peor pesadilla. Odio los

ascensores. Subiría por las escaleras si no fueran cincuenta pisos. Deja que

le envíe un mensaje al CEO y veré si puede todavía recibirte. Si no, fijaré

otra cita. Quedarse atrapado en el ascensor ciertamente no ha sido tu

culpa.
Saiki asintió con la cabeza, agradecido y miró alrededor de la recepción.

Era muy, muy agradable. Tenía un techo tremendamente alto y una vista

fantástica del centro de Shinjuku. Había pinturas abstractas en las paredes


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enmarcadas en madera cara, y mobiliario de madera de caoba que estaba

por encima de lo que uno podría encontrar normalmente en una

recepción.

Aunque él había estado de algún modo un poco ciego a la opulencia

que lo rodeaba, descubrió que su mente se iba a la deriva de regreso a los

eventos del ascensor. Todavía no podía creerse que hubiera HECHO eso.

Era tan diferente a como era él, ser tan impetuoso, tan irresponsable. ¿Qué

le había sucedido?

La secretaría lo sorprendió sacándolo de su auto recriminación. Ella le

sonrió;

—Lo verá ahora.

Saiki inclinó la cabeza en agradecimiento.

—¡Arigato! —dijo afectuosamente mientras pasaba por su escritorio

hacia las puertas dobles que ella le señalaba. Con una mano en la manilla

de la puerta, miró la placa de la pared, recordando para sí mismo el

nombre del CEO. Había buscado datos de la compañía extensamente,

pero ahora desearía haber acosado en el ciberespacio al CEO un poco más.


En letras llamativas, la inscripción decía; ‘Mitsuhiro Tsujimoto, CEO,

Bishi Industries.’

Si Saiki hubiera pensado en echarle un vistazo a la tarjeta de negocios 31


de su bolsillo, se habría dado cuenta de que las inscripciones coincidían y

se hubiera ahorrado el ataque de corazón que estaba a punto de tener. El

pobre chico podría haber metido el rabo entre las piernas y correr; pero,

tal como era, tenía mucha prisa.

Las gigantescas puertas dobles se abrieron, entonces tragaron al

pequeño Saiki y se cerraron tras él ominosamente.

La secretaria meneó la cabeza. Le gustaba el chiquillo, podía decir que

era una buena semilla, pero estaba tostada. Un pequeño desliz de algo así

conseguiría ser comido vivo por Mitsuhiro-san. El hombre era un feroz

león y ese chico parecía un pequeño corderito; todo él, frágiles

extremidades, dulzura e inseguridad. Era una lástima porque era tan

agradable a la vista, semejante pequeña cosa con esos brillantes ojos y esa

tez de porcelana. Pero ciertamente Mitsuhiro-san no era el tipo de hombre

que se hubiera dejado alguna vez distraer por una cara bonita. En todos

los años que ella había trabajado para él, el CEO era una máquina según

lo que ella podía decir. Él era completamente inmune a los encantos tanto

de hombres como de mujeres.


Meneó la cabeza y regresó a su trabajo. Mitsuhiro-san era un jefe

demandante y ella tenía una lista tan larga como su brazo que completar

para final del día. El CEO era un duro supervisor.


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Todo estaba en silencio, hasta diez minutos más tarde cuando escuchó

el sonido más extraño que ella alguna vez hubiera escuchado salir de la

oficina de su jefe.

Ella inclinó la cabeza, se ajustó las gafas y escuchó atentamente. Estaba

en silencio de nuevo y se preguntó si no estaría imaginando cosas.

Ella no podía haber escuchado lo que creyó haber escuchado.

Era imposible. Empujó sus gafas hacia arriba en su nariz y miró la

pantalla del ordenador concentrada.


Unos diez minutos más tarde, lo escuchó de nuevo. Era el sonido más

extraño que hubiera escuchado salir de la oficina de Mitsuhiro-san alguna

vez, uno que ella estaba segura de no haber escuchado NUNCA salir de
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allí antes. Ella dejó lo que estaba haciendo para escuchar atentamente.

Allí estaba de nuevo… el alarido de una risa aguda seguida de una

profunda y ronca risa...

FIN
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