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Algunas veces lo que hacemos ver al mundo es una ilusión. Eso es así hasta que todo
a tu alrededor explota y tu verdadero ser es revelado. Entonces, todo lo que tienes es
amor para protegerte.

Después de años de ser educado por una estricta tía política, Kiplin es ahora libre, y
está listo para dejar que su puma salga de fiesta. Eso es hasta que descubre que tiene un
hermano que es uno de los Cambiaformas Perdidos y el hombre es tan conservador como
se puede ser.

Después de descubrir un problemático secreto sobre su manada, Brody, un


cambiaformas pantera, acude a su primo North en busca de ayuda. North no sólo le 2
proporciona un santuario, sino que también le encuentra un lugar en el que trabajar en el
nuevo departamento IT1 de la coalición. Entonces un día, Brody ve a Kiplin y se produce
una conexión instantánea entre los dos, lo cual es una locura, porque ambos no podrían
ser más diferentes. A Brody le gusta la seguridad, mientras que a Kiplin le gusta vivir las
cosas al límite.

¿Les será posible a ambos superar sus diferencias? ¿O serán demasiado diferentes para
encontrar el verdadero amor?

1ITdebo suponer que es el acrónimo de Information Technologies, lo que quiere decir tecnologías de la
información.
La salida de Kiplin
Cambiaformas perdidos
Libro 31 3
Stephani Hecht
Capítulo uno
Kiplin estaba relajado en su sofá, mirando su programa favorito, Steve Wilkos2; no es
como si alguien necesitase saberlo, cuando llamaron a la puerta. Soltó un suspiro de
exasperación. Justo cuando ellos estaban a punto de revelar el resultado del detector de
mentiras. Ahora nunca iba a saber quién era el padre del bebé, ni tampoco si los chicos
habían estado engañando a su novia. Apagando la televisión, gruñó de frustración,
entonces se dirigió a la puerta.

Cuando la abrió, se encontró cara a cara como uno de los secretarios de Mitchell.
¡Genial! Las cosas se ponían cada vez mejor. Como era habitual, el secretario lo miró de arriba
a abajo antes de fruncirle el ceño. Kiplin simplemente puso los ojos en blanco en
respuesta. Hacía mucho tiempo que se había acostumbrado a las miradas de
desaprobación. De hecho, si un día iba por donde no conseguía miradas de soslayo de
alguien, se sorprendía. Kiplin sabía que era el penique cuadrado en una colección de
monedas, y lo aceptaba con orgullo.

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Por lo tanto, ¿qué pasaba si Kiplin no prefería el pelo al rape como la mayoría de los
otros soldados? Él prefería tener su pelo rubio en un faux-hawk3. Así como los numerosos
piercings que tenía, los cuales no le hacían daño a nadie salvo a Kiplin. Además, si el Sr.-
con-un-palo-metido-en-el-culo quería un espectáculo, entonces Kiplin podía desnudarse
y mostrarle todas sus herramientas. Si había alguna parte donde Kiplin pudiera
agujerearse, entonces tenía un piercing en él. El pobre individuo probablemente se
desmayaría del asombro si los viera todos.

—Mitchell… quiere… quiere verte —el rígido tipo espetó.

¡Mierda! Esto no puede ser bueno. Kiplin hizo un recuento mental, intentando imaginar
qué podía haber hecho para haberlo metido en la boca del lobo esta vez. Se le ocurrieron
una tonelada de razones. La mayoría de las cuales terminaría con él haciendo una guardia
extra. De hecho, si Mitchell quería, podía sentenciar a Kiplin a la garita de guardia para
el resto de su vida.

2Es un programa de la televisión estadounidense de charlas que trata de temas serios como los judiciales.
3Es un corte de cabello consistente en mantener una cresta en medio, sin necesidad de rapar el resto como
ocurre con el mohawk, que sería la cresta al estilo mohicano.
Kiplin no se comportaba bien cuando no tenía nada que hacer salvo holgazanear
como ocupación. La última vez que le habían puesto de guardia terminó volando en
pedazos la garita y matando a dos cambiaformas ratón en el proceso. Pero lo último no
era realmente por su culpa. ¿Cómo iba a saber que habían construido una madriguera
bajo uno de los edificios de la coalición? Por lo que concernía a Kiplin, los gatos y los
ratones no se llevaban bien, así que no tenían nada que hacer allí.

Cuando hizo saltar por los aires la garita, había estado preparando algunos fuegos
artificiales para el pasado cuatro de julio. Las cosas simplemente ocurrieron de tal forma
que se le fueron de las manos y había perdido el control de la situación. Algo que parecía
ocurrirle muy a menudo.

Sabiendo que no había manera de eludir lo inevitable, Kiplin empezó a salir por la
puerta. Sólo por divertirse, se aseguró de invadir el espacio personal del secretario. Podía
estar siguiendo órdenes, pero no iba a ponérselo fácil a nadie. El secretario se echó hacia
atrás tan rápido que fue asombroso que no dejase una grieta en la pared.
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Kiplin se detuvo y puso una exagerada expresión de asombro.

—¿No me tendrás miedo? ¿No?

—Bueno, tendrás que admitir que tienes una ligera reputación.

Eso era algo que Kiplin ni siquiera podía comenzar a rebatir. No solo era por el hecho
de que tenía la afición de enfadar a la gente por su actitud de “jódete”, sino también
porque era un luchador un poco antideportivo. De acuerdo, era totalmente antideportivo.
Si su equipo salía en una misión, haría cualquier cosa para derrotar al oponente; les
escupía en la cara, luego les propinaba un coscorrón, los atacaba desde atrás… no había
nada fuera de los límites si estaba implicado Kiplin.

Lo que le sorprendía era por qué la mayoría de los soldados no tenían su actitud.
Estaban en una jodida guerra, ¿y se preocupaban por las formas en la batalla? Al
principio, le parecía claro que ellos tarde o temprano abrirían los ojos y estarían de
acuerdo con su forma de pensar. Pero para su sorpresa, nunca lo hicieron.
Kiplin meneó ligeramente la cabeza cuando comenzó a dirigirse a la oficina de
Mitchell. El secretario intentó escurrirse y adelantarlo para guiarlo por el camino. Eso
solo hizo que se riese.

—No te preocupes. Sé el camino hasta allí. No es mi primer viaje a la guarida del jefe.
De hecho, se puede decir que es una tradición semanal. Lo que me recuerda, nunca te
envió antes a buscarme, así que debes ser nuevo. ¿Cuál es tu nombre?

—Alman —dijo el secretario en voz baja.

—¿Cómo llegaste a la coalición?

El secretario era un animal pequeño obviamente. Era tan pequeño y delgado que
parecía como si Kiplin pudiera hacerlo volar con solo un resoplido de su aliento. Tenía el
pelo rubio cortado al estilo de Richie Cunningham4. ¡Mierda! El chico incluso iba vestido
como un memo; llevaba puesta una camisa roja de buena calidad, abotonada hasta el
cuello, con un par de pantalones de vestir. Dios bendito, incluso llevaba unos mocasines.
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—Era uno de los cambiaformas perdidos. Me encontraron cuando me transformé
durante las clases en la universidad y asusté a todo el mundo —dijo Alman.

—Deja que adivine, ¿la clase de contabilidad?

Los ojos de Alman se abrieron de par en par.

—¿Cómo lo supiste?

Kiplin suspiró.

—Pura suerte.

—Bueno, deberías de haber escuchado a los otros chicos en la clase. Uno incluso me
llamó demonio, mientras el profesor literalmente se meaba por los pantalones. Entonces
las cosas se pusieron peor.

4 Richie Cunningham
—Por supuesto.

—No podía volver a transformarme. Mayormente porque no sabía qué demonios


estaba pasando conmigo.

Kiplin le dedicó a Alman una mirada aburrida.

—Está bien si dices que mierda o que jodido. Ambos somos mayorcitos.

Alman meneó su mano.

—Lo que sea. Algunos humanos estaban entrando con una red realmente enorme
cuando llegaron Carson y Keegan a rescatarme. Me trajeron para aquí y es donde he
estado durante el último par de meses.

Kiplin señaló a Alman.


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—Ya, esa es una historia desgarradora.

— ¡Lo sé!

Esa respuesta hizo que Kiplin quisiera golpearse la cabeza en la pared más cercana.
Debería haber sabido que el sarcasmo pasaría volando justo por encima de la cabeza de
Alman. El chico probablemente ni sabría lo que era una broma aunque viniera y le pateara
los huevos.

No se molestó en conversar durante el resto del camino al despacho de Mitchell. Era


una buena caminata. Kiplin habría imaginado que lo trasladarían a una habitación más
cercana a la oficina de Mitchell, simplemente para poder ahorrar algo de tiempo. Pero,
por otro lado, los jaguares no eran conocidos por su sentido común. Eran grandes líderes
porque veían una imagen en su conjunto, no porque percibiesen los pequeños detalles.

Finalmente llegaron, a la demasiado familiar, puerta de la oficina de Mitchell.

Alman hizo los honores de llamar. Hubo un ligero e incómodo momento de silencio
hasta que la fuerte voz de Mitchell los invitó a entrar.
Alman abrió la puerta para Kiplin, pero el secretario no entró.

Kiplin le lanzó una mirada con los ojos entrecerrados mientras pasaba al lado del
hombre. Lo menos que Alman podía hacer era quedarse para proporcionarle algo de
apoyo moral. Aunque ellos se acabasen de conocer era todo lo que Kiplin tenía.

Una vez que entró, la puerta se cerró detrás de él con un ruido sordo, ominoso.
Entonces se percató de que no solo estaba él en la oficina de Mitchell. Estaba Kyle 5, el
aguafiestas de la coalición, y su pareja, el cual estaba realizando su mejor personificación
de GI Joe. Jesús, María y José; el hombre tenía su pelo rapado y llevaba puesto el uniforme
de faena de la coalición. ¿Quién se vestía con esa cosa si no era para entrenar o trabajar?
La única gracia que tenía era que todos llevaban el mismo uniforme negro de la coalición.
Incluso así, se desprendía de él tan pronto como podía al final del día.

Pero no era por eso por lo que estaba allí. La había jodido de alguna manera, y
Mitchell lo iba a destripar de nuevo. El hecho de que hubiera testigos para contar cómo
le machacaban el culo, era algo nuevo. Normalmente, Mitchell tenía algo más de tacto
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que eso, pero oye, había una primera vez para todo.

—¿Qué hice esta vez? —preguntó antes de dejar salir un enorme suspiro.

—Estoy seguro de que has hecho una tonelada de cosas por las que mereces ser
castigado, pero lo creas o no, por una vez, no es por eso por lo que te he mandado venir
hasta aquí —dijo Mitchell. Señaló la silla vacía que estaba al lado de la del súper
soldado—. Siéntate.

—¿Por qué tengo el presentimiento de que esto no me va a gustar? —preguntó


mientras se dejaba caer en la silla.

—¡Oh! A ti te va a encantar. O si sabes lo que es bueno para ti lo hará —refunfuñó


Lawson.

5 Kyle tendría que llamarse Marty, porque así es como Stephanie llamó en su anterior libro, no sé a qué
se debe ese cambio, me he vuelto a leer La derrota de Lawson y no he encontrado ninguna referencia, así que
metieron un gazapo.
—¿O qué? ¿Vas a pelearte conmigo? Mejor te lo piensas dos veces, compadre. O
quizás no recuerdas lo que ocurrió la última vez que luchamos.

Eso provocó que Kiplin se ganase otro gruñido. Le correspondió simplemente con
una sonrisa. Él no era Shane, pero eso no significaba que no le gustase sacar a relucir la
mierda de vez en cuando. Siempre conducía a toda clase de cosas divertidas.

—Podría haberte derrotado si jugaras limpio —contraatacó Lawson.

—En mi mundo, no hay tales cosas como el juego sucio.

Mitchell golpeó con sus manos el escritorio.

—Esto no es por lo que llamé a Kiplin para viniese hasta aquí.

—Entonces, ¿cuál es la razón? —preguntó Kiplin.


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Se sentía como si estuviese en una maldita montaña rusa que nunca iba a parar. Justo
cuando pensaba que iban por la dirección correcta, ¡bam! Ellos iban en otra. A Kiplin
nunca le habían gustado las sorpresas. Quería saber qué estaba pasando y dónde iba a
estar a continuación. De esa manera podía estar preparado. Había tenido bastantes
bombazos en su vida. La última cosa que necesitaba era otro.

—Como sabes, Kyle llegó a la coalición hace solo unos meses —empezó Mitchell—.
Cada vez que llega un cambiaformas nuevo, recogemos una muestra de su sangre para
ver si están relacionados con algún cambiaformas que ya estuviera en la coalición con la
esperanza de que podamos reunirlos.

De acuerdo, a Kiplin no le estaba gustando la dirección en la que se encaminaba la


conversación ya. Desde que su gruñona tía había muerto hacía unos años, había sido lo
bastante libre para hacer lo que le viniera en gana. No tenía que preocuparse sobre los
parientes diciéndole lo que hacer y lo que no. Además, podía vivir sin tener que
preocuparse por alguien más o preguntándose si ellos estaban bien o no.

—Hemos recibido los resultados del test de ADN de Kyle, y muestran que es tu
hermano pequeño —dijo Mitchell.
Él entonces sonrió. Como si fuese la mejor cosa del mundo. Como si Kiplin hubiese
ganado la lotería o algo así. Pero, por otro lado, Mitchell era un fanático de todo lo
relacionado con la familia, así que por lo tanto probablemente pensaba que Kiplin
también lo hacía.

—Haz el test de nuevo —replicó Kiplin en un tono entrecortado.

—¿Qué? —preguntó Kyle, su voz llena de dolor.

Kiplin señaló su propio pecho, luego señaló la pequeña y frágil figura sentada dos
sillas más allá.

—No hay una jodida manera de que esté emparentado con él.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —preguntó Mitchell.


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—Bueno, por una cosa, lleva puesta una sencilla camiseta azul claro. Moriría antes de
que me vieran usando algo así.

—Pero si obvias la ropa, los piercings, los ridículos cortes de pelo y los diferentes
tamaños, tienes que admitir que tú y Kyle os parecéis —señaló Mitchell.

Kiplin se inclinó hacia delante para hacer otro comentario de listillo, cuando Lawson
lo agarró por un brazo. Tampoco era un agarre ligero, sino uno que dejaba moretones.
Kiplin le lanzó a Lawson una mirada divertida.

—Vas a tener que hacer mucho más que eso para impresionarme. En caso de que no
lo hayas escuchado, tengo una de esas tristes historias que todo el mundo parece tener.
Mi tía no me amaba mucho, por lo que le gustaba pegarme. Eso me hace bastante tolerable
al dolor.

—¿Tenemos una tía? —preguntó Kyle.


—Confía en mí, no habrías querido conocerla. Ella era tan mezquina como una
serpiente con esteroides anabolizantes, además, también le gustaba lanzar su peso
alrededor. Lo cual hacía las cosas bastante complicadas dado que era tan grande como
un luchador profesional. Tampoco le hubiera importado si eras pequeño o no. Tu tamaño
solo te hubiera hecho un mejor blanco.

—¿Cómo es que te las arreglaste para ser salvado, mientras que yo fui abandonado a
merced de los cuervos? —preguntó Kyle.

Kiplin supo la respuesta a eso, pero no quiso lanzar sobre el chiquillo más mierda de
la que ya tenía. Después de todo, según Mitchell, ambos eran hermanos, por lo que eso
significaría que Kyle sería el único pariente vivo que tenía. Camiseta sencilla o no,
tampoco estaba dispuesto a herir a Kyle. ¿Además, cómo se le decía exactamente a
alguien que su tía con el corazón negro había abandonado a Kyle para que muriese de
hambre, porque era el pequeño de la camada? Su tía, sin duda, había visto que Kyle no
sería nada salvo un malgasto de su tiempo, dado que no era lo bastante grande para ser
un soldado. Su vicioso cerebro nunca se habría percatado que estaba abandonando a un
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bebé para arreglárselas solo.

—No sé. Nuestra tía debió de haberte extraviado entre los escombros. Me dijeron que
las cosas fueron realmente caóticas en ese momento —Kiplin contó una mentira a medias.
Después de todo, las cosas habían sido un completo follón ese día.

Levantó la vista y observó que los ojos de Mitchell eran duros debido a la furia. En
principio, pensó que el enfado estaba dirigido hacia él, pero pronto se dio cuenta de que
era con su tía con la que estaba enfadado. Casi deseó que ella no se hubiera ido
pacíficamente mientras dormía. Hubiera sido más justo que hubiera tenido que
enfrentarse a Mitchell por todos los pecados cometidos. Mitchell no era despiadado muy
a menudo, pero una vez que lo era, todos corrían para buscar protección.

—Por lo tanto, ahora, ¿dónde nos deja esto? —preguntó Kyle.

—Somos hermanos. Así que estás unido a mí, te guste o no. Te aviso, no soy
exactamente el hombre más popular por aquí.

—No te preocupes, tampoco lo somos nosotros —replicó Lawson.


Kiplin soltó un suspiro. Todavía tenía que ir a desayunar y su vida ya había dado un
giro de ciento ochenta grados. Todo lo que estaba esperando era que un yunque le cayera
sobre la cabeza. Entonces la imagen sería completa. O quizás, saltaría de un precipicio,
colgar en medio del espacio durante un tiempo mientras caía al suelo, pero encontrando
solo vacío al caer. Justo como en todos esos viejos dibujos.

—Sin ofender, pero no me voy a mudar con vosotros, chicos —dijo Kiplin. La última
cosa que quería hacer era renunciar a la poca privacidad que tenía.

—No te preocupes. Eso no herirá nuestros sentimientos de todos modos —pronunció


lentamente Lawson.

—Aunque puedes venir en cualquier momento a cenar o almorzar —se manifestó


Kyle.

—¿Cómo vas a hacer eso cuando siempre comemos en la cafetería? —preguntó


Lawson.
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—Bueno, puede venir y sentarse con nosotros. De esa manera, podemos formar un
vínculo fraternal.

Kiplin quería decirle a Kyle exactamente cómo se sentía sobre los lazos familiares y
ponerse todo cálido y confortable porque todos amaban a todos. Pero no las tenía con él.
Su crianza de mierda había arruinado a Kiplin para que alguna vez le fuese posible
relacionarse con alguien durante más de cinco minutos.

Pero entonces, Kyle alzó la mirada hacia él y Kiplin vio cuán ansioso y necesitado
estaba. Supo que no había manera de que pudiera dejar que el chiquillo se deprimiera.
Preferiría morderse el interior de su mejilla y sufrir un dolor prolongado e irritante, que
permitir que su recién aparecido hermano se deprimiese, lo cual era un tanto divertido
dado que no se había estado mintiendo a sí mismo cuando dijo que no quería preocuparse
de nadie. Aun así, de repente, se encontró que tenía un enorme instinto de protección de
hermano mayor.

Kiplin gruñó.
—Vale, me sentaré con vosotros.

Kyle le sonrió.

—Eso sería estupendo.

—Yo no me emocionaría demasiado dado que Kiplin normalmente come solo, por su
reconfortante personalidad —dijo Lawson.

—¡Ay! No hay motivo para traer a colación mi falta de amigos —protestó Kiplin.

—Está bien, Kiplin, tendrás un montón de amigos ahora que eres mi hermano —dijo
Kyle emocionado.

Kiplin dejó salir un gemido. Tenía el presentimiento de que su vida nunca iba a ser
igual de nuevo.
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Capítulo dos

Brody miró la fábrica abandonada y destartalada e intentó lo mejor que pudo no dejar
que sus dudas lo amedrentasen. North le había avisado que la coalición se vería así desde
fuera, pero que las cosas eran totalmente diferentes por dentro. Aunque por el momento
estaba teniendo problemas para creerlo. ¿A quién estaba engañando? Estaba teniendo
problemas para confiar en cualquiera en ese momento, incluso en los miembros de su
propia familia. Después de todo, sus propios padres y hermanos lo habían traicionado de
la peor manera posible.

Reajustó la mochila, la cual contenía todas sus pertenencias, y se encaminó a la


pequeña garita blanca del guardia. Era el único camino para conseguir traspasar la cerca
y el alambre con púas que rodeaba el edificio. Mientras se acercaba, sus ojos empezaron
a captar pequeñas cosas que una persona normal pasaría por alto. Como las pequeñas
cámaras que estaban escondidas detrás de los altos focos que iluminaban el
aparcamiento. O el hecho de que todas las puertas requerían de un código numérico
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además de un escáner de retina para entrar. También vislumbró a los francotiradores de
la azotea. No tenía duda de que si hacía un movimiento en falso, estaría muerto antes de
incluso escuchar el detonador del rifle.

De acuerdo, quizás North había estado en lo cierto. Había más en este lugar de lo que
aparentaba originalmente. Nadie tendría tantas salvaguardias en un viejo agujero de
mierda de fábrica a menos que hubiera algo importante dentro.

Una vez que Brody llegó a la garita, surgió una cabeza. Al instante reconoció por el
olor al hombre como un jaguar. Tenía el pelo castaño a mechas, los ojos marrones y era
tan alto y musculoso que era un milagro que encajase dentro del pequeño edificio.

— ¿Quién viene a interrumpir nuestro descanso? —demandó el jaguar.

—No jodas, ¿quieres? Son las nueve y nadie está descansando de todos modos —dijo
otra voz.
Echó un vistazo y vio que había otro jaguar dentro. Él parecía una versión en
pequeño del anterior. Brody inhaló profundamente y le fue posible saber que eran
hermanos. Ellos incluso se parecían a pesar de la diferencia de tamaños.

—Por lo tanto, ¿qué hicieron para ganarse estar de guardia? —preguntó Brody. Nadie
conseguía ese trabajo a menos que hubieran enfadado a alguien.

Siempre había sido demasiado curioso para su propio bien, lo cual era lo que le había
puesto en su actual situación para empezar. Pero aun así no podía evitarlo. Si había una
pregunta que hacer, simplemente la escupía. Siempre había sido así, incluso cuando era
niño. A menudo salía a merodear fuera de su manada, porque había estado entusiasmado
con ver lo que el mundo podía ofrecerle. Qué asco que descubriese que había más mal
que bien por ahí.

—Brent hizo volar el coche de Mitchell —dijo el más pequeño de los jaguares.

—No te creas ni una palabra de lo que Keegan diga. Todos estuvimos involucrados.
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Incluso Andrew. El mocoso simplemente se las arregló para correr más rápido que
nosotros, por lo tanto se libró —dijo Brent, con una expresión de amargura en el rostro.

—Sí, chismorrea lo que quieras, pero yo no acostumbro a meterme en problemas todo


el tiempo, como tú —espetó Keegan.

—Solo porque nunca dejas la oficina de Carson. Estoy comenzando a pensar que te
has convertido en un cambiaformas mota de polvo.

—Si lo hubiera hecho, habría cambiado y cagado en tu cama hace mucho tiempo
atrás. Quizás esté en la oficina de Carson todo el tiempo, pero sabes que necesitamos
desesperadamente algunos buenos IT. A la mayoría les dispararon durante el ataque.

Un torrente de miedo atravesó a Brody. North no había mencionado esa pequeña


exquisitez cuando hablaron de que se viniese a la coalición.

—¿Fuisteis atacados y les dispararon a la mayoría de vuestros IT?

Brent hizo un gesto desdeñoso con la mano.


—Eso solo fue porque el departamento de IT está en la parte de delante del edificio,
por lo que ellos fueron los primeros que se encontraron los cuervos. No va a pasar de
nuevo.

—¿Cómo puedes estar seguro? —preguntó Brody.

—Porque Mitchell aumentó mucho la seguridad después de la vez pasada —le


informó Keegan.

—Lo siento, pero si vosotros dos sois la primera línea de defensa, me dejáis menos
que impresionado.

Brent levantó un arma y Brody se dio cuenta de que había estado dirigida hacia él
todo el tiempo. Si hubiera hecho algún movimiento en falso, no dudaba que Brent le
habría disparado sin pensarlo dos veces. Tragó con fuerza. Vale, así que los dos jaguares
no eran solo un par de descerebrados como ellos originalmente parecían.
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—Lección aprendida —dijo Brody, su voz unas pocas octavas más altas.

Lo salvó el ver a North acercándose. Como Brody, compartían los mismos rasgos
asiáticos, aunque el cabello de North tenía un estilo mejor y estaba más cuidado que el
suyo. Tampoco era solo porque había pasado los últimos tres días huyendo. El pelo de
Brody estaba siempre ligeramente enredado, como un me-importa-poco lo que parezca.
Tenía cosas más importantes que hacer que preocuparse por cómo se veía. O bien se había
acostumbrado. En ese momento, no sabía lo que le deparaba el futuro. Justo ahora, su
mayor preocupación era encontrar una nueva coalición para vivir y rezar para que su
antigua manada nunca descubriese donde se estaba ocultando.

—Brody, es un placer verte —dijo North con una cálida sonrisa de bienvenida.

Como siempre, solo ver a North hizo que el nivel de estrés disminuyese un par de
grados. North tenía ese efecto calmante sobre él. De haber estado solos, Brody habría
corrido hacia su primo y le habría dado un gran abrazo. Pero no quería quedar como un
tonto delante de los hermanos jaguar. La última cosa que quería era que los miembros de
esta coalición pensaran que era un debilucho o algo así.
— ¡Eh!—interrumpió Brent—. ¿Cómo es que Brody es una pantera, mientras que
North es un zorro? Alegáis que estáis relacionados, por lo que deberías ser la misma clase
de cambiaformas.

—Mi padre es una pantera, y lo heredé de él —explicó Brody.

Brent soltó un silbido bajo.

—Eso debería de haber provocado algunas comidas familiares interesantes.

—No tienes ni idea —dijo North lentamente.

North entonces puso un brazo alrededor de Brody y dijo;

—Vamos. Te enseñaré los alrededores.

— ¿Mitchell sabe esto? —preguntó Brent.


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—Sí, le informé de ello antes. Incluso ya ha sido invitado a unirse a la coalición. Por
lo tanto, podéis considerar a Brody como uno de nosotros ahora.

—Qué Dios le ayude —murmuró Keegan, sus ojos se volvieron tristes con lo que
parecía ser empatía.

—Pensé que había alguien llamado Keegan que estaba relacionado con el líder de la
coalición —dijo Brody.

—¡Oh, sí! Ambos estamos emparentados, somos hermanos —replicó Brent


alegremente.

—Por lo tanto, ¿por qué consideras tan malo que sea parte de tu grupo ahora? —
preguntó Brody.

—Tan pronto como conozcas a Shane y a Carson, te darás cuenta exactamente de lo


que estamos hablando —le avisó Brent.
Keegan levantó la vista hacia Brent.

—Pensé que eras amigo de Shane, y Carson es mi pareja, en caso de que lo hayas
olvidado.

—Eso no los hace menos locos de atar —dijo Brent.

—Ya hablamos del uso de ese término —lo interrumpió North con un tono adusto.

—Que no es agradable y que no debería usarlo —Brent lo recitó en un tono que


mostraba que lo había dicho ya un millón de veces.

North se giró hacia Brody.

—Entremos. Ya te he expuesto a Brent lo suficiente. Si nos quedamos más tiempo,


estarás en peligro de tener una lesión cerebral permanente.
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Brent levantó los brazos.

—Y aquí yo pensando todo este tiempo que me amabas. Me estás desgarrando el


corazón.

North simplemente giró la cabeza y comenzó a guiar a Brody al edificio.


Personalmente, Brody estaba triste por tener que irse. El entretenimiento que Brent,
Keegan y North le estaban proporcionando había de hecho alejado la mente de Brody de
sus propios problemas durante un tiempo.

—Ahora que estás aquí, ¿vas a decirme que te hizo escapar? —preguntó North.

Brody deseaba fervientemente poder hacerlo. Se sentiría tan bien desahogarse con
alguien. Aún así, no tenía el último retazo de pruebas que necesitaba. Aunque, una vez
que lo hiciese, podría ser el final de su antigua manada, porque habían traicionado a
todos los felinos de todos los lugares.
Llegaron a las puertas que los conducirían al interior. Justo como había esperado,
tenían un código numérico y un escáner de retina. North tuvo que hacer ambas cosas
antes de que las puertas se abrieran para ellos. Una vez que lo hizo, entró en su versión
de Disneyland.

Brody era un enorme fanático de la IT, pero nunca había tocado la mitad del
equipamiento que estaba delante de él. Sí, sí, sí, el resto de las cosas parecían bastante
bonitas, pero solo podía centrarse en los ordenadores y los monitores. Eran una obra de
arte y quería jugar con ellos. Era como llevar a un niño a una tienda de dulces y decirle
que no podía probar nada.

—Eh —gritó finalmente North. Por el volumen utilizado, se dio cuenta de que no era
la primera vez que su primo intentaba llamar su atención.

— ¿Sí? —preguntó Brody, su mirada nunca abandonó su sueño húmedo hecho


realidad.
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—Hablé con Mitchell, y me aseguró que podías tener un puesto en el departamento
de IT. Los dos zopencos de ahí fuera no estaban mintiendo cuando dijeron que estamos
necesitados desesperadamente de gente cualificada, y no puedo imaginar a alguien que
encaje en esa horma mejor que tú.

—¿Así que me sería posible jugar con todo este equipo? ¿Durante todo el día? —dijo
Brody.

North le sonrió.

—Impaciente. Probablemente te asignaran al turno de noche durante un tiempo.

A Brody no le importaba. Trabajaría los tres turnos si era preciso. Había estado
alejado de un ordenador tanto tiempo que la yema de sus dedos dolía por estar sobre un
teclado para así poder hacer funcionar su magia.

—Creo que realmente me va a gustar esto —dijo Brody.


—Yo también lo creo. Vamos y te presentaré a Carson. Es el jefe del departamento.

Fueron hasta una pequeña oficina oscura y abarrotada. Carson estaba de espaldas a
ellos. Incluso así, podía decir que era diferente a la mayoría de los cambiaformas. No era
solo por el cabello negro de Carson con reflejos rojos, sino también porque había hecho
muchas modificaciones personales en el uniforme de la coalición por lo que apenas era
reconocible. Tenía una par de auriculares puestos y parecía perdido en su trabajo.

North golpeó el quicio de la puerta.

—Eh, Carson.

Carson saltó un par de centímetros antes de sacarse los auriculares y girarse. Brody
no se sorprendió al ver que el cambiaformas tenía numerosos piercings, la raya del ojo
pintada y parecía totalmente irritado por haber sido interrumpido.

—¿Qué infiernos? Casi me cago encima. ¿Me perdí otra cita o algo así? Si lo hice,
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quiero hablar contigo sobre eso. Estoy lo bastante seguro de estar mucho mejor ya y no
necesito más sesiones de terapia —dijo Carson.

North soltó un bufido.

—No estás en ningún punto más cerca de haber terminado. Quiero ver tu culo en mi
oficina mañana a las seis. Si no apareces, iré a tu casa y haré que todos tus cuñados te
arrastren hasta mi oficina.

Carson frunció el ceño.

—Algunas veces, creo que haces todo esto porque no te gusto.

—De acuerdo, es el momento de cambiar de tema. Este es mi primo Brody, se acaba


de unir a la coalición. Es realmente bueno en IT y pensé que podrías tener una vacante
para él.

Carson entrecerró los ojos.


—¿Es tan estirado como tú?

—No —lo cortó Brody—. Se podría decir que soy la oveja negra de la familia.

Carson le dedicó una pícara sonrisa.

—Entonces encajarás perfectamente.

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Capítulo tres

Kiplin se despertó sobresaltado, de lo primero que se dio cuenta era de que tenía un
punzante dolor de cabeza. Se sentó, masajeando sus sienes, percatándose de que se había
quedado dormido con el uniforme sucio y de que olía fatal. Maldita sea, siempre había
odiado comenzar el día así.

A pesar de saber que debería ducharse y luego ponerse un uniforme limpio, se dirigió
a la cocina primero. El café estaba gritando su nombre y no podía denegar su llamada.
Colocó una mano amorosa sobre su Keurig6 mientras le preparaba una taza rápidamente
de un brebaje que era tan fuerte que podría haber sido el doble del alquitrán. Tan pronto
como terminó, agarró la taza y tomó un trago enorme, a pesar del hecho de que el café
estaba hirviendo.

Después se dirigió al baño a lavarse. Fue la ducha más rápida de su vida. El estúpido
de él se había ofrecido voluntario para trabajar en el turno de día. La última cosa que
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quería era que la sirena sonase mientras estaba desnudo y todo enjabonado. Aunque tenía
un claro sentimiento de que si apareciese en la batalla en esa condición, nadie estaría
demasiado sorprendido. El pensamiento a la vez lo divertía y lo deprimía un poco.

Kiplin no era estúpido. Sabía que destacaba por su loco cabello, su actitud de mierda
y todo su oscuro atuendo. Por eso, todos permanecían alejados de él y no se arriesgaba
a intimar con nadie. Había salido escaldado bastante en el pasado y no iba permitir que
ocurriese de nuevo.

Una vez que Kiplin había terminado de ducharse, regresó a su habitación y se puso un
uniforme limpio. Bueno, los recogió todos del suelo, les hizo un test de olor y eligió el
que no olía demasiado mal. Soltó un suspiro cuando comenzó a ponerse la ropa. Sabía
que había rebasado el tiempo para bajar a la lavandería. Simplemente odiaba tener que
hacerlo. Los enfermos bastardos de allí abajo siempre insistían en remendar todos los
agujeros de la ropa de Kiplin. Luego, tendría que pasar medio día descosiéndolos para
abrirlos de nuevo.

6 Keurig, marca de cafeteras.


Kiplin no era tonto. Sabía que lo hacían a propósito. Era simplemente otra manera de
pegársela al bicho raro de la coalición. Sabía que si le iba con el cuento a Mitchell, su líder
le pondría fin en un momento. Sin embargo, no era de la clase de hombre chismoso. Por
lo tanto, simplemente rechinaba los dientes y se ponía a ello.

Se sentó en el borde de la cama y se puso las botas. Ponía un cuidado extra en sus
botas, asegurándose de que no hubiera manchas en ellas y brillasen. Mientras que a
Mitchell no le importaba que se hiciesen modificaciones en los uniformes, el líder era
riguroso con el calzado. ¿Por qué? Nunca le había sido posible imaginarlo, pero era la
única regla que siempre seguía. Había visto a un soldado aparecer con las botas sucias y
Mitchell había puesto al pobre gilipollas de guardia durante un mes. Esa era una
oportunidad que iba a evitar.

Luego reunió la ropa sucia y, suspirando profundamente, abandonó su apartamento


y se dirigió de camino a la lavandería. Deseaba poder haber retrasado la labor para más
tarde, pero sabía que simplemente se habría mantenido postergándolo y sintiéndose
amedrentado todo el día. Bien podía sacarse la venda de una vez y terminar con ello ya.
23
Finalmente llegó a la lavandería, alias la madriguera de mapache. Hacía tres años, los
mapaches habían sido atacados. Los supervivientes habían acudido a Mitchell, por
supuesto, como el buen hombre que era, los acogió. Mitchell incluso les dio un trabajo,
supón qué, lavar toda la ropa de la coalición.

La lavandería tenía el suelo de cemento con desagües espaciados regularmente. A un


lado estaban las lavadoras, del otro las secadoras. En medio había una gran mesa que los
mapaches usaban para doblar y clasificar. Algunos estaban en forma humana, otro
animal, pero todos ellos miraron a Kiplin en el momento que entró en la sala.

Uno de los mapaches, el que era el más pequeño pero que tenía la boca más grande,
saludo a Kiplin con la mano de forma falsa y exagerada.

—¡Kippy! El otro día justo estábamos hablando de que no te habíamos visto


últimamente. Ya se había pasado el plazo para que limpiases tus uniformes. Tu apestoso
olor debe clamar al cielo.
Dos de los bastardos que estaban en forma de mapache se acercaron, olieron la bolsa,
arrugaron la nariz antes de balancearse de un lado al otro para luego caer en el suelo. Se
quedaron allí, actuando como si el olor hubiera sido tan nefasto que o bien los había
matado o dejado inconscientes.

—Ja. Ja —respondió Kiplin sin humor—. Si dejaseis de meteros con mi mierda cada
vez que vengo aquí, entonces podría convertirme en un visitante más asiduo.

—Pero nos encanta divertirnos contigo —dijo el mapache bajito.

—Entonces invítame a venir para jugar a las cartas o al Jenga, hasta entonces, dejad
mi mierda jodidamente en paz.

Kiplin se sentía como si estuviese golpeando la cabeza contra una pared. ¿Por qué
demonios Mitchell había acogido a estos malditos mapaches? Desde que estos bichos
peludos y pequeños habían aparecido, habían hecho para Kiplin la vida un infierno.
Habían empezado al llamarle Kippy, luego pasó a ser las alteraciones desautorizadas de
24
su ropa.

—Simplemente, por favor, intenta tenerla lista tan rápido como puedas. No me queda
ninguna prenda limpia y tendré que pedirle algo prestado a Carson si no me la tienes
rápido. Odio ponerme sus cosas. Siempre apestan a Keegan.

No era que Keegan fuese un mal chico o algo así. Era solo que oler el aroma de la
pareja de Carson por todos lados le servía para recordar lo solo que estaba. Sin embargo,
moriría antes que decirlo en voz alta.

El pequeño mapache, cuyo nombre creía que era Davey, le lanzó una sonrisa
diabólica.

—¿Qué me darás si te lo tengo listo para hoy?

—¿Prometes que no vais a coser ningún agujero o joderla de cualquier otra manera?
—preguntó Kiplin, entrecerrando los ojos.

Davey hizo la señal de la cruz sobre el pecho.


—Un mapache siempre mantiene su palabra. Es un hecho sabido sobre nosotros.
Nunca mentimos y nunca cambiamos las cosas una vez que el trato ha tomado lugar.

—De acuerdo —dijo Kiplin, dado que conocía la mayor debilidad de los mapaches—
. Os traeré diez bolsas de malvaviscos.

Hubo unos cuantos jadeos en la sala y uno de los mapaches de hecho soltó un chillido
de deleite. Davey intentó echarse un farol, pero Kiplin podía oler la emoción
desprendiéndose del hombre.

—Mejor que sean de los grandes. No queremos esos cutres y pequeños del tamaño
de un bocado —dijo finalmente Davey—. Y tienen que ser blancos. Odiamos esa mierda
coloreada.

Por supuesto, tenían que ser quisquillosos. Pero si conseguía su ropa antes de que se
terminase el día, estaba dispuesto a hacer un poco de trabajo extra. Como fuera, tenía
puesto su último par de calzoncillos limpios y eso lo ponía en una situación extrema.
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—Bien, tienes un trato —dijo Kiplin.

Solo estaba feliz de que los malvaviscos fuesen baratos, dado que había fundido cerca
de la totalidad de su última paga en una nueva consola de videojuegos. Claro, significaba
que tendría que soportar comer en la cafetería hasta que le volvieran a pagar, lo cual era
algo que detestaba hacer. No había nada peor que sentarse en una mesa solo. Era como
si tuviese una plaga o algo. Según Kiplin, que no era tonto, sabía que era porque él era un
pato en un estanque lleno de cisnes. Sabía que no debería quejarse demasiado dado que
el mismo se lo buscó, pero no significaba que doliese menos.

Se despidió de Davey con la mano, luego se encaminó a la cafetería. Estaba


hambriento, así que bien podía terminar con ello de una vez. Tan pronto como entró,
soltó un gemido, día de pizza. Probablemente era el único que odiaba esa cosa. Pero lo
hacía desde que era niño y su tía le había hecho comer una pizza entera hasta el punto
que vomitó, nunca le había sido posible soportar en su estómago esa cosa de nuevo.
Colocó en su bandeja un plato que contenía solo un trozo.
Le lanzó una mirada ofendida a la comida, luego colocó a su lado tantos platos de
acompañamiento cómo pudo encontrar para maquillarlo por no tener un plato principal
decente. Fue tan lejos como para agarrar un cuenco con sopa de brócoli, y esa porquería
siempre le jodía el estómago.

Una vez que hubo terminado, se dirigió a su mesa de costumbre. No era muy grande,
solo para dos comensales que estaba encajonada en una esquina. Estaba incluso en
penumbra, así la mayoría de la gente olvidaba que él estaba allí. No molestaba a nadie y
ellos no lo fastidiaban, por lo que era la situación perfecta.

Kiplin cogió la porción de pizza, con la esperanza de que el hambre que sentía
pudiera superar su disgusto por esa comida. Porque si vomitase en medio de la cafetería,
nunca superaría la vergüenza. Como si pudiera, media coalición ya pensaba que no era
más que un gran payaso.

Cuando la silla enfrente de él fue arrastrada hacia fuera y alguien se sentó, la cabeza
de Kiplin se sacudió con la sorpresa. ¿Quién en su sano juicio podría querer sentarse con
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él? Alzando la vista, el corazón hizo pum y luego dos veces pum. No quería parecer un
completo salido y gilipollas, porque esa era la última cosa que era, pero el chico era tan
atractivo que parecía que había bajado del cielo. Aunque parecía estar relacionado con el
clan del Dr. North, dado que ellos tenían facciones faciales similares, este chico parecía
de lejos más despreocupado.

En primer lugar, se había apoltronado en su silla y lanzado una tonelada de


vibraciones de jódete. Además, iba vestido como si fuese un skater, en lugar de siempre
trajeado como era el estilo del resto de su familia. Incluso su cabello tenía un estilo a lo
desaliñado. Algunos mechones le caían sobre sus ojos oscuros e intensos.

—El Dr. North no mencionó que iba a venir un familiar de visita —dijo Kiplin.

—¿Qué te hace pensar que estoy relacionado con el Dr. North? —preguntó el extraño
con una ceja levantada.

—Tienes un montón de sus rasgos.

— ¿Es tu manera de decir que todos los asiáticos son iguales?


El horror llenó a Kiplin. El hombre más guapo que había conocido en… jamás estaba
sentado a su lado y solo le había tomado dos minutos para quedar como un gilipollas.
Eso tenía que ser alguna clase de récord de prontitud, incluso para él.

Entonces comenzó el tartamudeo.

—Yo… yo no quería decir eso… lo que estaba intentando… joder… soy tan
gilipollas… lo siento.

Kiplin apoyó los codos en la mesa, entonces apoyó el rostro en sus manos. ¡Maldita
sea su estúpida boca! Solo necesitaba embutir un calcetín en ella luego cerrarla con cinta
de embalar. Lo salvaría de un montón de problemas. Eso seguro.

Brody soltó una pequeña risilla.

—No te preocupes, no pasa nada. Solo te lo estaba haciendo pasar mal. Es algo que
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me gusta hacer cada vez que conozco a alguien nuevo.

Kiplin levantó la vista, su boca abierta de par en par del horror.

—¿Por qué harías eso?

—Es mi manera de deshacerme de los cretinos. Si no reaccionabas, si incluso lo


negabas, habría sabido que de lo que te había acusado era verdad.

—¿Qué eres? ¿Un loquero, como North?

La última cosa que quería era algún hombre excavando en su sesera. No solo era un
lugar tenebroso en el que estar, además tenía bastante mierda que quería mantener
encerrada por seguridad. Ahora era casi feliz y quería seguir de esta manera.

Para alivio de Kiplin, Brody meneó negativamente la cabeza.


—No, soy un chico IT. No soy feliz a menos que esté a cuatro metros de un ordenador.
Si paso más de un día sin tocarlo, entonces tengo síndrome de abstinencia. ¿Qué hay de
ti?

—Formo parte del ejército. Salgo y peleo con el resto de los soldados —dijo Kiplin,
esperando la expresión de asombro en el rostro de Brody.

Para su sorpresa no apareció.

—Por lo tanto, ¿tengo que suponer que has aprendido formas alternativas de lucha?

—Sí, de pelear sucio. Nada está fuera de los límites si vienes a por mí.

Brody sonrió y fue una sonrisa tan sensual que Kiplin estaba encantado de que la
mesa estuviese escondiendo su ingle. De otro modo, las cosas podrían haberse vuelto un
poco molestas. No había nada peor que un accidental conoce a mi pequeño amigo.
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—¿Qué trucos sucios utilizas? —preguntó Brody, esa sonrisa todavía en su lugar.

—Les puedo tirar mierda a la cara.

—¿Qué más?

—Patearles los huevos.

—Eso es bastante desagradable. ¿Qué más haces?

Kiplin se encogió de hombros.

—Lo que tu llamarías; agarrarlos por el cuello, meterles los dedos en los ojos,
llamarles hijos de puta… gamberradas comunes y corrientes.

—En mi opinión, todo me parece justo. Después de todo, estás en una guerra y tienes
que hacer lo que sea para sobrevivir hasta la siguiente batalla.

Esa era la última respuesta que Kiplin esperaba.


—¿Piensas realmente de esa manera?

—¿Por qué no lo haría?

—Bueno, porque la mayoría de la coalición me desprecia por hacerlo.

Brody bufó.

—Eso es una gilipollez. Apostaría que cada uno de esos soldados ha hecho más de
una de esas cosas en el calor de la batalla. Simplemente son demasiado cobardes para
admitirlo.

Kiplin nunca lo había pensado de esa manera, dado que estaba demasiado ocupado
desviando la atención de las duras críticas que venían en su dirección. Le dolió y le
enfadó un poco saber que los otros soldados habían estado haciendo de él una cabeza de
turco todos estos años.
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Brody le dedicó una enorme sonrisa.

—Considérame tu amigo más reciente. Tengo el presentimiento de que has


necesitado a alguien como yo en tu vida hace mucho tiempo.

Kiplin no se atrevió a decirle a Brody que no había tenido ningún amigo en su vida.
El pensamiento de tener uno parecía un tanto agradable. A pesar de que le gustaba
aparentar que no le importaba ser un gato solitario, apestaba un montón.

—¿Por qué habría de necesitarte? —preguntó aun así Kiplin.

—Porque necesitas a alguien que te muestre que eres alguien que merece ser tratado
bien.
Capítulo cuatro

Mientras Brody se dirigía al departamento de IT esa noche, todo en lo que podía pensar
era en Kiplin. Aunque el cambiaformas puma era la última clase de chico a por la que
normalmente iría, no podía negar que había una atracción. Con el pelo rubio de punta,
que tenía mechones de un azul brillante, hasta las alteraciones que le había hecho a su
uniforme, era obvio que el felino era un rebelde. Para Brody, eso siempre había sido una
señal de alerta. Si así era, con Kiplin, ¿qué lo hacía tan deseable?

Brody meneó la cabeza. Ni siquiera había visto a Kiplin desde esa primera mañana
excepto por una mirada y estaba llevando una bolsa de malvaviscos de entre todas las
cosas. Meneó la cabeza. Si él y Kiplin alguna vez se acercaban, tenía el claro
presentimiento de que Kiplin lo mantendría en sus zapatos.

Tiró de su silla, entonces se sentó. Miró a su izquierda y casi soltó un gemido. Por
supuesto, lo habían sentado al lado de Ayla. Aunque a Brody lo habían educado para
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mostrar siempre el mayor respeto a las mujeres, Ayla no era la típica y cotidiana mujer.
Aunque pudiera ser un tigre, actuaba como una víbora. Nunca tenía una palabra amable
que decir y siempre estaba tan pegada a sí misma que se preguntaba si quedaba sitio para
alguien más de la coalición. A pesar de que podría haber sido bonita, siempre elegía llevar
su pelo largo, negro azabache, en un severo moño; sus labios siempre estaban apretados
firmement, y se ponía los zapatos más feos que hubiera visto. La peor parte tenía que ser
que era mucho mejor programador que ella y por eso lo menospreciaba.

—Has llegado cinco minutos tarde —le espetó.

—Lo siento, todavía me estoy familiarizando con este lugar. Tu coalición es enorme
y me pierdo.

Decidió que una disculpa aderezada con un poco de miel no haría daño. Habría
funcionado con una persona normal, pero con Ayla, solo parecía haberla enfadado aún
más. El rubor subió por sus mejillas y presionó tan fuerte sus labios que de hecho se le
pusieron blancos por falta de riego sanguíneo.
—¿Me estás intentando camelar? Deberías saber que eso nunca funcionaría conmigo
—replicó, su voz temblando por la rabia.

—Dale al chico un respiro. Se acaba de mudar —dijo Kiplin mientras pasaba y se


apoyaba contra una pared cercana.

—¿Y por qué habría de hacerle caso a un bicho raro como tú? —prácticamente gruñó
Ayla.

—Porque soy tu superior. —Kiplin sonrió con superioridad.

—Quizás en teoría, pero yo trabajo en IT y tú no eres nada salvo un soldado


descerebrado, por lo que no cuenta —pronunció ella lentamente.

—Sí, cuenta. Pero si ayuda, la misma orden proviene de mí —ordenó Carson con
dureza mientras se acercaba—. La próxima vez que te pille siendo tan irrespetuosa con
un soldado con un rango superior al tuyo, haré que te trasladen a prisión más
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rápidamente de lo que puedas decir; ¡oh, joder! ¿Me comprendes?

—Sí, Señor —replicó Ayla, su rostro empalideció varios tonos.

Brody casi sintió lástima por ella… casi. Luego, recordó por todo el infierno que le
había hecho pasar desde que empezó a trabajar y toda su empatía voló por la ventana.
Por lo que a él concernía, Ayla bien podía asistir a unas cuantas clases de educación en el
puesto de trabajo. Quizás Cindy podía darle algunas. Cindy se sentaba al otro lado de
Brody y ella no había sido nada salvo amable con él. Incluso le había traído un café con
leche de la tienda de la calle en cada turno. Siempre se negaba a que se lo pagase.

—¿Qué estás haciendo aquí? No es que me esté quejando por verte —le preguntó a
Kiplin.

—Me preguntaba si podría invitarte a desayunar mañana. Hay un pequeño


establecimiento familiar en la carretera que hace la mejor comida que hayas probado.
Tenía que concentrarse mucho para mantener el rostro imparcial. Al mismo tiempo,
su cuerpo estaba tarareando de la emoción. Kiplin le estaba pidiendo realmente para salir.
No sabía si podía contar como una cita, pero aun así, estaría algo de tiempo a solas con
Kiplin. Así que, salía ganando de cualquier manera.

Entonces de repente, comenzó a sentir pánico. Si dejaba la seguridad que Mitchell le


había ofrecido, cabía la posibilidad que su antigua manada pudiera localizarlo. Si eso
ocurría, matarían a Kiplin en el acto.

Entonces, levantó la vista hacia Kiplin y su mente se aclaró. Por el felino valía la pena
correr el riesgo. De hecho, sería estúpido si dejaba pasar esta oportunidad. Además, ¿qué
posibilidad había de que viera a alguno de los miembros de su antigua manada? Estaban
a millas de distancia. La mayoría de ellos ni siquiera sabía cómo era. Su cara siempre
había estado enterrada en el ordenador, lo cual lo había metido en este lío en primer lugar.

—Claro, suena genial. Salgo a las siete. ¿Crees que podrás levantarte tan temprano?
—le preguntó Brody.
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—Me ofrecí voluntario para trabajar en el turno de medianoche, por lo que creo que
será cuando yo mismo quede libre. Por lo tanto, las cosas funcionarán a la perfección —
replicó Kiplin.

—Parece como si fuese el destino —dijo Carson con un suspiro.

Kiplin le pegó un puñetazo en el brazo.

—¿Tienes que ser tan sabelotodo?

—Sí, y no seas tan duro. Obtienes esa misma pregunta lanzada a tu paso justo tan a
menudo como yo.

Los ojos de Kiplin se abrieron de par en par con falsa inocencia.

—Simplemente tengo un problema al decir la verdad tal como la veo. Toma a Ayla
como ejemplo. Su ego es tan grande que estoy realmente sorprendido que no tengas que
hacer una silla especial por eso.
Brody esperaba que Carson lo reprendiera de alguna manera, pero simplemente se
quedó allí sentado sin decir nada. Ahora, Ayla, por otro lado, tenía bastante que decir.
Giró su silla para enfrentarse a Kiplin, entonces lo miró a él.

Cruzando los brazos sobre el pecho, dijo:

—Eres el mayor malgasto de espacio en esta coalición. La única razón por la que
probablemente llegaste aquí fue porque tu anterior manada te echó a patadas porque
sabes una mierda sobre ordenadores.

Deseaba que eso fuese verdad. Haría las cosas mucho más fáciles. Por supuesto,
entonces nunca hubiera conocido a Kiplin. Tenía la corazonada de que iba a convertirse
en alguien importante en su vida. Sea que fuesen a ser buenos amigos o algo más. Por
favor, por favor, deja que sea algo más.

—De hecho, su productividad diaria es tres veces más que la tuya —dijo Carson con
voz monótona.
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—Eso es solo porque acaba de empezar y está intentando impresionarte.
Eventualmente su productividad decaerá —argumentó Ayla.

—No, simplemente es mejor que tú, y tienes que aceptarlo en lugar de estar celosa de
él. Puedes querer tomarte un tiempo para aprender de él, en lugar de tratarlo como una
mierda —dijo Carson, su tono estaba aumentando en dureza—. No hay nada que odie
más que un empleado que celoso y sea un arrogante cuando tiene sentado a su lado a un
técnico que es mucho mejor. Simplemente sabes que no importa cuánto lo intentes, no te
va a ser posible acercarte a sus estándares.

—No es así de bueno —replicó Ayla, pero la expresión de frustración en su rostro


decía otra cosa.

—Sí, lo es, y necesitas enfrentarte a ese hecho. De otro modo, no vas a ser feliz. ¿Qué
te parece trasladarte al lugar que ocupa Carlos normalmente?

Ayla se enderezó en su asiento.


—¿Al lado de Rip?

Carson le dedicó una mirada conocedora.

—Sí, ese. Escuché el rumor de que también está interesado en ti.

Una gran sonrisa se extendió por el rostro de Ayla.

—¿En serio?

—Sí, y escuché que también le gustabas.

—Creo que puede que me guste eso. ¿A quién trasladarías a mi asiento?

—A Steven.

Brody tuvo una sensación descorazonadora cuando escuchó a Kiplin toser para
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encubrir que casi se parte de la risa. Incluso Ayla frunció el ceño y le dedicó una mirada
de empatía.

—¿Realmente crees que esa es una buena idea? —preguntó ella.

—¿Por qué no lo sería? —contestó Carson.

—Porque Steven tan siquiera puede cruzar la habitación sin tropezar con sus propios
pies. Además, destroza al menos un ordenador a la semana. Ni siquiera sé por qué está
en el departamento IT —dijo Ayla.

Carson medio se encogió de hombros. Brody se percató de que era un hábito que
debía de tener el guepardo.

—Sí, lo sé, pero esta fue el área en la cual dio mejores resultados. Personalmente, creo
que fue porque le fue posible encontrar el botón de encender el ordenador. En todas las
demás pruebas, no sobrepasó el primer paso. Lo triste es que tengo una debilidad por el
pobre chico. Ese es el motivo por el cual lo pongo al lado de Brody. Espero que sí se sienta
al lado del mejor, quizás Steven de hecho aprenderá un truco o dos.
Brody frunció el ceño. Esperaba que eso no significase que tenía que enseñarle a
Steven. No era el mejor de los instructores. No solo no poseía mucha paciencia, sino
porque también se aburría rápidamente y simplemente terminaba por hacer el trabajo de
su estudiante.

—Brody, solo quiero que seas amable con él, nada más —dijo Carson—. Steven tiene
que aprender todo por sí mismo. De otro modo, nunca va a tener la oportunidad de estar
orgulloso de sí.

Estaba totalmente de acuerdo. Una avalancha de alivio corrió a través de él cuando


se dio cuenta que no iba a tener que perder parte del día encauzando a Steven en sus
proyectos. Podía centrarse en su propio trabajo y perderse en el mismo. Así era como se
sentía más feliz.

Kiplin se inclinó y depositó un beso en su frente, dejando a su paso una sensación de


cosquilleo.
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—Me tengo que ir o voy a llegar tarde. Te veo por la mañana.

—Eí, eso no fue suficiente —se entrometió Carson—. O bien nos dais el espectáculo
al completo o nada de nada.

—Jódete, solo hacemos eso con clientes de pago —replicó Kiplin mientras se erguía.

Kiplin entonces se giró y se fue. Brody sabía que estaba jodidamente cachondo, pero
no podía parar de mirarlo hasta que fue tragado por la multitud. Incluso suspiró cuando
ya no pudo volver a ver a Kiplin de nuevo.

—Chiquillo, te ha dado realmente fuerte, ¿no? —preguntó Ayla.

Ella ya estaba de pie y empaquetando cosas del escritorio en su bolso. No parecía


como que fuese a esperar un segundo para trasladarse a su nuevo puesto. No sabía si
sentirse ofendido o aliviado.

—Sí, así es —admitió Brody.


Bien podía decir la verdad. De todos modos, Ayla aun así iba a chismorrear sobre él.
Bien podía pasar el mal trago ahora, en lugar de intentar postergarlo. Le habían contado
cómo eran algunos de los cambiaformas de esta coalición. Al final del día, habrían
prácticamente emparejado a él y a Kiplin. No es como si la idea le resultase horrible, pero
le gustaría conocer al otro hombre primero. Su padre había intentado concertarle un
matrimonio pactado. Eso fue hasta que le dijo que era gay. Brody se había sorprendido
de lo bien que se lo había tomado su padre. Simplemente se había puesto en contacto con
la familia de la novia, les explicó la situación y eso había sido todo. De acuerdo, quizás
había habido un gran escándalo, pero sus padres lo habían apoyado en todo momento.

¿Cómo había correspondido su bondad y lealtad? Escapó de su manada sin decir una
palabra. Deseaba tan intensamente poder haberles dejado una carta o al menos poderlos
llamar. De esa manera podía explicarles por qué hizo lo que hizo. Aunque era imposible.
Cuanto menos supieran sus padres, mejor. Aunque los amaba más que a nada, su
ausencia era lo que los mantenía a salvo… o al menos, así lo esperaba. El mayor temor de
Brody era que su manada fuera a tomar represalias por su fechoría contra su madre y su
padre. Al contrario de Mitchell, el líder de su antigua manada era un monstruo. Las
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flagelaciones públicas eran algo regular. No tenían prisión, en su lugar tenían jaulas
pequeñas distribuidas por el salón común. La mayoría de ellas estaban ocupadas por
miembros de la manada que habían enfadado al líder de una u otra manera.

Los cambiaformas de las jaulas estaban todos en estado de malnutrición, con


cardenales y golpeados. Para hacer peor las cosas, los miembros libres de la manada a
menudo podían pegarles con palos o lanzarles piedras. Burlándose de ellos y haciendo la
vida de los prisioneros mucho peor. Además, los enjaulados nunca eran liberados. Una
vez que alguien era lanzado a una jaula, la muerte era la única manera de salir. Brody no
creía que hubiera alguien que hubiera sido liberado por el líder de la manada.

No tenía duda de que si se hubiese quedado, también estaría en una de esas jaulas.
Sabía demasiado sobre lo que el líder y sus hombres de confianza estaban haciendo.
Aceptar contratos para matar a cambiaformas era una cosa, pero cuando una manada
aceptaba dinero para asesinar a humanos… y no a cualquier humano sino a los líderes
más importantes del mundo, eso era otra cosa. Como estaban las cosas, los cambiaformas
eran apenas tolerados, pero si una palabra de esto se filtraba, los humanos no pararían
hasta destrozarlos a todos. Dado que Brody era el único que sabía esto, era su deber
imaginar la manera de detenerlo.
Casi se le había escapado y se lo había dicho a Mitchell, pero al final, la lealtad hacia
su antigua manada, tan desagradable cómo podía ser, había hecho que Brody no hablase.
Puede que durante un tiempo odiase el lugar, la familia de su padre había vivido allí
durante muchas generaciones. Su padre podía no estar de acuerdo con las nuevas
prácticas del nuevo líder, pero el hombre mayor esperaba que fuese solo un asunto de
tiempo antes de que otro felino poderoso lo desafiara por el liderazgo. Entonces las cosas
volverían a sus antiguas y pacíficas maneras.

No tenía corazón para decirle a su padre que no había nadie que tuviera el poder para
usurparle el poder al líder actual. Incluso si lo hubiera, los cambios eran cosas que podían
permanecer sin alterar. El dinero que ellos conseguían de su actual fuente humana eran
millones. Para una manada que acostumbraba a ser pobre, era casi imposible para
cualquier líder pasar de ello.

Soltando un enorme suspiro, se dio cuenta, no por primera vez, justo lo mucho que
verdaderamente estaba jodido.
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Capítulo cinco
Kiplin sabía que el siguiente turno le iba parecer eterno mientras esperaba a que
terminase para poder pasar algo de tiempo verdaderamente a solas con Brody. Mientras
se dirigía al gimnasio, vislumbró a su hermano, Kyle. No pudo evitar sentir una punzada
de culpa. Su hermano no parecía nada feliz.

Los ojos de Kyle tenían círculos oscuros a su alrededor, como si no hubiese estado
durmiendo bien. Su cabello estaba hecho un lío, como si ya no diera ni un céntimo por su
aspecto. La expresión de su rostro era melancólica y estaba encorvado contra la pared,
casi como si el ladrillo y el cemento fuesen lo único que lo mantenía en pie.

Se detuvo, le echó otro vistazo a su hermano y maldijo por lo bajo. No había forma de
que fuese a dejar a su único pariente vivo de esa manera, incluso si eso hacía que llegase
tarde a su turno. Kiplin podía ser un gilipollas, pero no era un desalmado.

Cambió de dirección y comenzó a caminar hacia su hermano. Kyle no se dio cuenta


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de que Kiplin se dirigía hacia allí hasta que estaba de pie ante él. Kyle saltó como si lo
asustase. Sus ojos se abrieron de par en par y su boca se abrió y se cerró un par de veces,
como si quisiese decir algo, pero no pudiese imaginar el qué.

—Lo siento —dijo Kiplin.

— ¿Qué? —Las cejas de Kyle se fruncieron por la confusión.

Dios, esto iba a ser difícil. Había sido un gilipollas de grado A y lo sabía. Justo como
sabía que le debía a su hermano una gran disculpa. La cuestión era que era un negado
para las disculpas, incluso aunque fuese un as haciendo daño. Simplemente era malo en
admitirlo después. Si lo pensaba seriamente, lo convertía en el mayor de todos los
cobardes, sin importar cuántos muertos acumulase en el campo de batalla.

Kiplin inspiró profundamente.

—Te traté como una mierda cuando descubrí que éramos familiares. En lugar de
entusiasmado, como debería haber estado, prácticamente te dije que te jodieras y eso no
fue justo. De hecho, fue una verdadera gilipollez por mi parte.
Kyle le dedicó una leve sonrisa.

—Está bien. Estoy seguro que simplemente te pilló fuera de guardia. Eso es todo.

Kiplin negó con la cabeza.

—Desearía que fuese eso, pero la verdad de todo, era que estaba jodidamente
asustado al descubrir que tenía un miembro de la familia que estaba de hecho vivo. Solo
he tenido a mi tía en toda mi vida y ella era una verdadera bruja. Probablemente lo hayas
pasado diez veces mejor que yo, y estaba un poco celoso.

—¿No quieres decir nuestra tía? —corrigió Kyle con amabilidad.

—Confía en mí, chiquillo. Yo no me apresuraría tanto en reclamarla. Era la bruja más


mezquina con la que me he cruzado alguna vez, y he luchado con algunos tipejos en el
campo de batalla.
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De algún modo los ojos de Kyle se las arreglaron para aumentar la tristeza que
transmitían.

—¿Qué te hizo?

— ¡Ah! —Kiplin hizo un gesto para restarle importancia con la mano—. Fue hace
mucho tiempo y ella está muerta. No hay motivo para sacar a relucir los viejos trapos
sucios.

—Quiero saberlo. Puede que solo nos acabemos de conocer, pero aún eres mi
hermano y me preocupo por ti.

Esas palabras conmovieron a Kiplin profundamente. Después de pasar toda la vida


sin nadie al que le importase un pimiento, era una experiencia novedosa tener a alguien
que de hecho se preocupase por él. Estaría mintiendo si dijese que no se sentía
malditamente bien.

Extendió una mano y le dio un suave puñetazo en el hombro a Kyle.


—Gracias. Es agradable saber que te preocupas por lo que me ocurre. Creo que eres
el primero que alguna vez lo ha hecho.

—Por supuesto que lo hago. Eres mi hermano. Siempre voy a estar ahí por ti. Bueno…
excepto en la batalla, pero le diré a mi pareja que te cuide. Siempre vas a tener a alguien
a tu lado de ahora en adelante. Ahora no estás solo. No importa lo mezquino que te
pongas.

Sintió que se le formaba un nudo en la garganta mientras se permitía a sí mismo


sentir una emoción por primera vez, genuina. En este punto, decidió que se permitiría
bajar sus defensas lo bastante para dejar entrar a Kyle en su vida. Incluso si significaba
que saldría herido en el intento. Podía patearse a sí mismo el culo y llamarse más tarde
estúpido, pero tenía el presentimiento de que Kyle era sincero.

—De acuerdo, vamos a hacerlo —dijo Kiplin, su voz era un poco áspera.

—Creo que sé lo que estás diciendo. Simplemente quiero asegurarme, así que por
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favor, ¿puedes aclarármelo? —Todo el cuerpo de Kyle estaba temblando de la emoción.

—Vamos a darle a todo este asunto de hermanos una oportunidad a ver cómo va.

Kiplin esperó a ver cómo reaccionaba Kyle. Su hermano tenía todo el derecho a
enderezarse, hacerle una coletilla y luego irse. Después de todo, no había salido
exactamente a darle la bienvenida cuando lo conoció por primera vez. De hecho, había
hecho todo lo que un hermano no debería hacer al reunirse con un familiar largo tiempo
desaparecido. Podían escribir un libro sobre él y enseñarlo en un curso universitario
centrado en él, su reacción había sido un completo fiasco.

En su lugar, Kyle le dedicó una sonrisa enorme.

—Creo que sería una maravillosa idea.

Estaba a punto de hacer los arreglos cuando la alarma de batalla sonó, seguida de una
voz femenina autómata que llamaba a todos los equipos en el turno a salir
precipitadamente. Kiplin soltó una maldición en alto.
—Me tengo que ir. ¿Podemos hablar de esto más tarde? —preguntó.

—Claro. Estoy acostumbrado a esto. —Kyle lo despidió con un gesto.

Incluso aunque corrió como alma que lleva el diablo, fue el último en la cola de la
armería. Algo que su líder de su equipo, Frank, estuvo presto a notar. Soltó un gemido
cuando vio al león ir en línea recta hacia él. Si hubiera sido su jefe habitual, Marcus, lo
podía haber dejado pasar, pero Frank odiaba a Kiplin apasionadamente. No había
manera posible que dejara pasar esta oportunidad de criticarlo.

—Te das cuenta que llegas cinco minutos tarde, soldado —le preguntó Frank en voz
alta.

Siempre se aseguraba de dejar claras su reprimendas en alto y nítidamente,


simplemente para asegurarse de que todos las escuchaban. Todo para avergonzarlo. ¡Ja!
Como si eso fuera incluso posible. Frank debería saber que era casi imposible humillar a
Kiplin. Después de todo, fue el que se emborrachó en el pasado Año Nuevo y bailó
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encima de la mesa. Nadie podía caer más bajo que eso.

—Sí, lo hago, señor. Tenía algunos asuntos familiares que necesitaba arreglar. Lo
siento —replicó en tono respetuoso. Lo cual era difícil, maldita sea.

—Ocúpate de tus problemas en tu tiempo, no en el mío. ¿Entendido? —Frank clavó


su dedo en el pecho de Kiplin.

Kiplin bajó la vista hacia el dedo transgresor. Cada fibra de su ser quería romper y
morder esa cosa pequeña, gorda y sucia para luego escupírselo a Frank a la cara. Ver
simplemente la expresión en el rostro del cretino sería invaluable. Pero sabía que también
lo conduciría a pasar bastante tiempo en la cárcel militar y era algo que realmente no
quería. No solo porque allí siempre hacía calor, sino porque servían emparedados de
salchicha de Bolonia y detestaba esa clase de embutido.

—Lo comprendo, señor —replicó rechinando los dientes.


Eso no detuvo a Kiplin de poner una expresión sarcástica en su rostro en el mismo
careto de Frank mientras este se alejaba. Andrew, uno de los muchos hermanos de
Mitchell, lo vio y le sonrió. Hizo que se sintiera un poco mejor al saber que no era el único
que odiaba a Frank. Sabía que aunque Andrew no trabajaba como asesino, era un asesino
profesional. Quizás tuviera la suerte de que un día Andrew disparase accidentalmente
en la dirección equivocada y le diera al líder del equipo.

Finalmente alcanzó la ventana de la armería. Le proporcionaron el equipamiento


estándar que se requería que vistieran todos los soldados en la batalla. Mientras se lo
ponía apresuradamente, se percató nuevamente de lo pesado que era. Debía pesar unos
cincuenta kilos. Aun así se las arreglaban para pelear con soltura con él puesto. Lo habían
estado haciendo durante mucho tiempo. Para Kiplin, era casi como una segunda piel,
nada más.

Una vez que estaba listo, comenzó a dirigirse a la van de su equipo. Por el camino,
vio a un novato, luchado para ponerse su equipamiento. El novato era corpulento y bajo.
Kiplin se acercó y se quedó perplejo al oler que era un gato de Pallas7. ¡QUÉ DEMONIOS!
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Ese tipo de felino era demasiado pequeño, nunca luchaban en el ejército. Además, se
movían muy despacio, eran como comida andante para sus enemigos.

Kiplin comenzó a ayudar al gato de Palla con su uniforme. Era tan justo que tuvo
que pelear con las correas para conseguir que funcionaran. Finalmente tuvo que
preguntar;

—¿Por qué demonios estás en el ejército?

—Algunos cuervos llegaron y mataron a toda mi familia. He jurado que tendré mi


venganza a toda costa.

Kiplin no pudo evitar poner los ojos en blanco.

—Será al mayor de los costes. ¿Es tu primera misión?

—Sí.

7 Gato de Pallas, raza de gato de tamaño similar al gato doméstico, con abundante pelo que vive en las
estepas de Asia.
—Bueno, es probable que sea la última. No significa que sea duro contigo; solo te
estoy diciendo la verdad. Yo no sé a lo que nos vamos a enfrentar ahí fuera esta noche,
pero si están llamando a todos los equipos para que salgan, tiene que ser malo. Las cosas
pueden ponerse realmente mal ahí fuera. Estoy hablando de más que los diarios cuervos.
También luchamos con arañas, serpientes, escorpiones, coyotes y toda clase de amenazas.
Tampoco es que jueguen limpio.

El gato de Pallas alzó la vista hacia Kiplin con unos ojos tristes.

—Sé que no tengo ninguna posibilidad, pero aun así es algo que tengo que hacer. ¿No
lo comprendes?

—No, no lo comprendo —replicó con una honestidad brutal—. Hasta hace unos
pocos días, pensé que toda mi familia estaba muerta. Además estaba contento por ello.
Mis padres fueron asesinado en un ataque en masa y mi me crió la única tía que
sobrevivió. Era una bruja abusiva.
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—¿Qué pasó hace unos días?

—Descubrí que tenía un hermano pequeño. Lo divertido es que, incluso aunque nos
acabamos de conocer, mataría a cualquiera que intentara lastimarlo —admitió Kiplin,
dándose cuenta de cuán cierto era.

Lo haría de verdad. Si alguien tan siquiera se atreviera a tocar a Kyle un solo pelo de
la forma errónea, Kiplin podría rasgar al agresor miembro a miembro. Su hermano era
pequeño y necesitaba tanta protección como pudiera obtener. Además, iba a asegurarse
de que Kyle la obtuviera.

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó Kiplin al novato.

—¿Prometes que no te vas a reír?

—Haré lo que pueda. Eso es todo lo que puedo ofrecerte.

—Chunks8.

8 Chunks significa pedazo, trozo.


Era tan triste que Kiplin no pudo reírse. En cualquier caso, tocó una fibra sensible en
él.

—¿Es tu verdadero nombre?

Chunks se encogió ligeramente de hombros mientras su rostro se volvía de un rojo


brillante.

—No, mi madre empezó a llamarme así cuando era un bebé. Siguieron llamándome
así y con el tiempo mamá dijo que se había olvidado de cuál era mi verdadero nombre.

—¿Tu coalición no tenía certificados de nacimiento y documentación?

—Mi líder dijo que no podía encontrarlo. Confié en él. Su oficina era siempre un caos
de documentos. No creo que tan siquiera tuviese un archivador —admitió Chunks.

El horror y el disgusto llenaron a Kiplin. Solo con pensar en un líder siendo tan
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chapucero y descuidado le dejó un sentimiento un poco nauseabundo. Los buenos líderes
no se divertían a costa de sus miembros; los protegían de un posible daño y castigaban a
quienes atacaban a los débiles. Los líderes siempre se aseguraban de que cada miembro
cuenta. Aunque en la coalición de Mitchell había algo de intimidación, era siempre
porque los acosados nunca acudían a su líder y le contaban lo que estaba pasando. Por
miedo a ser echados de la colonia o por temor a represalias de los acosadores. Lo cual
Kiplin sabía que nunca pasaría. Una vez que Mitchell ponía sus manos sobre un acosador,
ese cambiaformas estaba siempre demasiado asustado para incluso pensar en intimidar
a alguien de nuevo.

—¡Kiplin! ¡Chunks! Mover el culo y meteros en la van. ¡Somos el último equipo en


irnos! —gritó Frank.

—Solo lo estaba ayudando a ponerse su equipo. Parece que nadie le ha enseñado


cómo hacerlo —replicó Kiplin.

Era un insulto y todo el mundo al alcance del oído lo sabía. Como oficial al mando,
era una obligación declarada de Frank asegurarse de que todos sus hombres estuviesen
listos para la batalla en todos los aspectos.
Especialmente si era algo tan básico como ponerse su equipamiento. Era
dolorosamente obvio que Frank sabía que Chunks no iba a vivir durante mucho tiempo,
por lo que simplemente no le había revisado los movimientos cuando se trataba del bajo
y fornido felino.

Frank caminó hacia ellos hasta que estuvo nariz con nariz con Kiplin.

—¿Estás acusándome de no cumplir con mi deber, soldado?

Kiplin no se sentía para nada amenazado. Si Frank quería hacer del asunto algo físico,
sabía que sería el ganador sin tan siquiera empezar a sudar. Pero también sabía que no
serviría de nada, salvo valerle una acción disciplinada. Así que refrenó su furia y se forzó
a permanecer quieto.

—Nunca haría eso, señor —replicó Kiplin.

—¿Por qué no? Yo lo haría —dijo Shane mientras salía de entre las sombras.
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Kiplin casi perdió el control y se rio cuando vio el verdadero temor en los ojos de
Frank. Demonios, el hombre saltó tan alto y sus ojos se abrieron de par en par, casi bajó
la vista para observar si se había meado encima. Pero para ser justos, esa era la reacción
que la mayoría de la gente tenía siempre que Shane se dirigía hacia ellos.

—Frank, eres el peor líder que esta coalición haya tenido. La única razón por la que
no haya acudido a Mitchell todavía es porque es divertido ver cómo la vas a joder la
próxima vez —dijo Shane.

—Si soy tan malo, ¿entonces por qué pediste estar en mi equipo? —demandó Frank.

—Lo hice para asegurarme de que no mataras a alguien. Pero se termina ahora.
Después de esta misión, voy a ir directamente a Mitchell a contárselo todo —le informó
Shane con una sonrisa sarcástica.

—¿Qué pasa si le digo que todo lo que estás contando es una mentira?
—Lo primero, Mitchell y yo tenemos una relación de confianza mutua que se remonta
a años. Tu sinuoso culo no va a romper eso. Segundo, si acudes a Mitchell y lo niegas, en
su lugar simplemente tomaré la ruta más fácil y te mataré. Ahora, ¿de qué manera quieres
actuar, Frankie chico?

Kiplin no se molestó en ocultar la sonrisa en su rostro. Era una pura delicia ver a
Frank finalmente derrotado. En cuanto a Chunks, le cambiaría ese sobrenombre ASAP 9,
su boca estaba abierta por el asombro, pero no había error en la mirada jubilosa en sus
ojos marrones.

Frankie desdeñó a Shane.

—Vale, iré contigo a la oficina de Mitchell después de esta batalla, pero te arrepentirás
de esto.

Shane soltó un suspiro exagerado.


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—Si tuviera una moneda de cinco céntimos cada vez que escuchase eso, compraría
ese bazoca en dorado y plata al que le había echado el ojo.

Luego se giró hacia Chunks.

—En cuanto a ti, quiero que te pegues a mí como el pegamento durante esta batalla.
Me aseguraré de que regreses a casa.

—¿Prometido? —preguntó Chunks con voz temblorosa.

—Sí, y nunca he roto una promesa.

9 ASAP acrónimo de As soon as possible, es decir, tan pronto como sea posible.
Capítulo seis

Kiplin terminó encajado entre Shane y Chunks. Mientras que estaba bastante seguro
de que Shane era uno más del equipo, no creía que alguien fuese a armar un lío porque
anduviera a lo suyo. Las únicas personas que tenían huevos para plantarle cara a Shane
eran su hermano, Toby, Mitchell o su pareja, Trevor. Por otro lado, la mayoría le daba
manga ancha a Shane.

Shane no llevaba puesto el mismo uniforme que el resto. En su lugar, llevaba el


atuendo de asesino. También era todo negro, pero tenía piezas de cuero que cubrían las
partes vitales. Sobre eso, llevaba una larga capa negra con capucha. Cuando Shane se la
ponía, parecía muy amenazador. Había incontables cambiaformas ahí fuera cuya última
imagen de su vida había sido el casi angelical rostro de Shane. Por un instante, podía
parecer inocente, interiormente era un vicioso asesino. Kiplin oró dando gracias
silenciosamente de que por alguna razón, había decidido ponerlo en su lista de amigos.

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Shane estaba hablando en voz baja, dándole unos últimos consejos a Chunks. No
dudaba que le estaba diciendo lo mismo que le había dicho en su primera misión. No
había tal cosa como el juego sucio en la lucha. Kiplin no solo había puesto en práctica el
consejo, lo había perfeccionado hasta convertirlo en un arte. Había visto morir a muchos
hombres buenos en el campo de batalla, sería gilipollas si fuera a convertirse en otro dato
estadístico. Ahora que tenía gente que se preocupaba por él, que estaban esperando a que
regresara a la coalición, iba a hacer todo lo que pudiera para volver a ellos. Se negaba a
dejarlos tirados.

—¿Alguien sabe con qué se supone que vamos a luchar? —preguntó Kiplin.

—Escuché un rumor, pero es una locura, no hay manera de que pueda ser cierto —
dijo un soldado desde atrás.

Shane frunció el ceño.

—¿De qué se trata?

—Dijeron que vamos a luchar contra gigantes.


Kiplin frunció el ceño. Tenía que haber escuchado mal.

—¿Me estás vacilando? Todo el mundo sabe que se extinguieron hace siglos.

Sintió como Chunks comenzaba a temblar tan fuerte que el banco hacía un sonido
chirriante cuando los tornillos que lo unían a la pared protestaban. Kiplin extendió una
mano por detrás y le dio al felino un golpecito tranquilizador en el hombro, pero no
pareció funcionar.

—¿Qué piensas? —le preguntó a Shane.

—Creo que algunos científicos humanos estuvieron jodiendo las cosas con algo de
ADN, y se las arreglaron para hacer de ellos una nueva arma. Pero suerte que tenemos,
no sabían el mayor de los defectos de los gigantes —dijo Shane con una enorme sonrisa.

—¿Cuál es? —preguntó Kiplin.


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—Los gigantes son tan tontos como la mierda. Tanto es así, que no pueden caminar
en línea recta, literalmente. Claro, serán más grandes que nosotros, pero no tendremos
problema en derrotarlos.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —se mofó uno de los otros soldados.

—Porque al contrario que tú, cuando estaba creciendo, fui forzado a estudiar las
tácticas básicas de batalla, tanto clásicas como actuales. Por lo tanto, conozco a todos los
chicos malos, los de ahora y los de hace tiempo —contestó Shane.

Cuando hubo numerosas expresiones de asombro en la van, Shane puso los ojos en
blanco.

—Sí, el asesino sabe leer. Ahora mi gran secreto ha sido revelado. Adelante, id a
contárselo a todos los demás.

—Yo ya lo sabía —dijo Kiplin con un triste cabeceo—. Te vi leyendo una revista de
chismorreos sobre los famosos en el salón principal un día. Era en una de esas que tenía
a una de las chicas Kardashian en la portada.
Shane soltó un suspiro.

—Tristemente, eso no empequeñece las cosas. Ahora sí me dijeras que tenía a


Brangelina10 en la portada, podía tener algo con lo que trabajar.

Uno de los soldados los miro con una expresión nos-estáis-jodiendo.

—Chicos estáis como cabras. Lo sabéis, ¿verdad?

Kiplin sonrió.

—Claro. Es nuestra manera de mantener a todo el mundo a raya. De esa manera,


nunca saben lo que esperar.

Chunks se rio.

—Me gusta.
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El soldado le lanzó una mirada jocosa.

—Puedes irte olvidando. Ya están ambos pillados. Shane tiene pareja y Kiplin está
prácticamente pegado a la cadera del nuevo chico de IT.

—Eso no significa que no podamos hacer nuevos amigos… o enemigos —replicó


Shane con un peligroso brillo en sus ojos.

Dado que el soldado no era estúpido, bajó la vista hacia sus pies y no dijo otra palabra
el resto del camino. No fue mucho más tiempo, solo unos quince minutos antes de que
llegasen al lugar. Era uno de esos gigantescos complejos de cine, lo cual enfadó a Kiplin
como el demonio dado que era su lugar favorito al que ir. Estúpidos cabrones, ¿no sabían
que había algunos grandes estrenos que estaban a punto de salir?

10 Brangelina se refiere a la pareja formada por Brad Pitt y Angelina Jolie.


Los gigantes se veían justo como en los libros de historia. Eran enormes y corpulentos,
con una pizca de pelo en la coronilla de sus cabezas en forma de huevo. Todos iban
descalzos y eran peludos y sucios. Kiplin estaba dispuesto a apostar que tampoco olían a
rosas.

Definitivamente no tenían mucho que ver en el área de la moda. Aunque Kiplin no


era realmente el más adecuado para hablar dado que él iba a contracorriente, esos chicos
eran un lío total. Todos llevaban puesto lo que parecían versiones en arpillera de batas
de hospital. Kiplin no pudo evitar preguntarse dónde habían encontrado rollos tan largos
de arpillera en primer lugar, porque parecían hechos de una pieza en lugar de pequeños
trozos cosidos. Entonces, meneó la cabeza y se preguntó por qué estaba pensando tales
estupideces cuando se estaba preparando para salir y enfrentarse a los cabrones hijos de
puta.

Kiplin observó a los humanos escapar corriendo del cine. Normalmente, diría que era
un movimiento estúpido. Dentro habrían estado más seguros. Podían simplemente
buscar un lugar seguro y cerrado para esconderse hasta que las cosas se tranquilizaran.
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Esta vez, sin embargo, los gigantes estaban destrozando el edificio. Arrancaron un
trozo de la azotea, uno extendió la mano y agarró a un humano, luego se lo comió antes
de ir a por más. Kiplin no pudo evitar encogerse por empatía mientras observaba a la
gente atrapada por el agarre del gigante. Las piernas de los humanos pateaban como si
luchasen por liberarse. Todo el tiempo gritaban y suplicaban por sus vidas.

Parte de Kiplin quería mofarse de ellos. Después de todo, se lo merecían. La


comunidad humana, en masa, había tratado a los cambiaformas con nada salvo odio y
desdén. Consideraban que no eran mejores que animales y no se molestaban en ocultar
sus sentimientos sobre ese hecho. Una vez, Kiplin había ido a un restaurante y la
camarera se negó a servirle. Incluso cuando los propietarios la amenazaron con
despedirla. Al final, simplemente se levantó y se largó de allí. No merecía la pena. No
cuando había un bar cercano cuyo propietario era cambiaformas, que era más que feliz
de aceptar su dinero.

Pero cuando Kiplin observó a los humanos siendo atacados en el cine, sintió lastima
por ellos. ¡No habían estado haciendo nada salvo ver una peli y entonces, bum! Estaban
en medio de una guerra de la que ellos realmente no querían formar parte.
Además, veía a niños corriendo por allí. Atacar a adultos era una cosa, pero ir detrás
de niños era otra. Sentía la rabia hirviendo cuando la van se detuvo.

Casi fue el primero en salir por las puertas. No estaba seguro, todavía, de cómo iba a
matar al gigante. Pero estaba jodidamente seguro de que iba a descubrir la manera.
Esquivó el pie de un gigante, pero un hombre humano no fue tan afortunado. El gigante
lo aplastó con el pie. Kiplin hizo un gesto de dolor cuando escuchó un ruidoso sonido de
chapoteo y crujir. ¡Puaj! Esa tenía que ser una manera grotesca de morir. ¿Qué iban a
poner en su lápida? Muerte a manos de un gigante. Puede que RIP.

Kiplin alzó la vista hacía el gigante y se dio cuenta de algo. Todavía no tenía jodida
idea de cómo iba a matar a la cosa. Se giró hacia Frank, esperando obtener algún consejo
de su líder, porque eso era lo que se suponía que tenían que hacer los líderes. Pero como
siempre, Frank no era más que una gran decepción. El cambiaformas estaba allí parado,
no portaba ninguna arma en las manos, sólo una expresión de estupidez en su rostro
como si fuese a desmayarse en cualquier momento.
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Vaaaaale, al parecer tendría que deliberarlo con Shane, y ellos dos tendrían que idear
un plan antes de que todos se convirtiesen en la versión gigante de un pegote de chicle
en la suela del zapato.

—¿Qué crees que deberíamos hacer? —preguntó Kiplin.

Shane arqueó una ceja.

—Encuentra un grupo de gigantas y que los seduzcan.

—Tan divertido como suena, no creo que tengamos tiempo para eso.

—Ummm… —Shane se dio golpecitos en el mentón como si estuviera pensando—.


Tenemos que conseguir que estén a nuestro nivel. De esa manera, podemos usar nuestras
armas y machacarlos.

Kiplin pensó durante un momento antes de que la idea perfecta llegase a él.
—Los lanzallamas. Los jodidos disparan el fuego realmente alto. Debería de bastar
para alcanzarles en el rostro.

Shane le brindó una mirada aprobadora.

—Sabía que me gustaba la manera en la que pensabas. Agarra tu lanzallamas, tú y


Chunks comenzad mientras aviso a los otros equipos.

—¿Qué seguridad hay de que esto vaya a funcionar? Puede que simplemente
terminemos enfadándolos —preguntó Chunks mientras mordisqueaba su labio inferior.

Kiplin señaló con la cabeza la parte de atrás de un restaurante cercano.

—Si pasa eso, simplemente corre tan rápido como puedas hacia ese contenedor de
basura y métete en él.

—Como si eso fuese de ayuda. Arrancaron el techo del cine para llegar a la gente que
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estaba allí.

—Puede que no les gusten los cambiaformas. O puede que no te quieran al estar
cubierto de basura.

Chunks entrecerró los ojos.

—En serio, no creo que ninguna de esas premisas sean ciertas.

—Tienes probablemente razón —concedió Kiplin—. Pero hay ocasiones en la vida en


las que tienes que lanzar la mierda y ver en dónde aterriza.

—Lo haré, pero sólo porque tengo el sentimiento de que no importa lo que ocurra, te
las arreglarás de algún modo para aterrizar sobre tus pies.

—Por supuesto que sí. Soy un felino.


Kiplin escuchó el ruido sordo de unos pasos lo que le avisó de que un gigante venía
en su dirección. Se giró, tal como hizo Chunks. Tan pronto como el gigante estuvo a tiro,
entonces prendió el lanzallamas. Soltó un grito de deleite cuando se dio cuenta de que la
llama alcanzó el rostro del gigante.

Al principio, no creía que fuese a funcionar. Todo lo que el gigante hizo fue golpear
las llamas, como si fueran una mosca cojonera que se posara en su cara. Pero la gran
criatura tampoco hizo ademán de atacar, por lo que Kiplin y Chunks siguieron
lanzándole el fuego. Justo cuando estaba por renunciar, el gigante soltó un espantoso
aullido.

Envalentonado por esa respuesta, Kiplin siguió lanzándole fuego. Chunks también lo
hizo, y si no estaba equivocado, había una sonrisa en su rostro. Estaba dispuesto a apostar
que Chunks experimentaba su primer éxito. Aunque esta fuese su primera misión en el
exterior, seguro que el entrenamiento de Chunks había sido una serie de fallo tras fallo.
Debía de haber sido un infierno para el pobre chico.
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Una vez que el gigante cayó de rodillas; era todavía más alto que Kiplin. Eso no lo
detuvo de ir a por él. Utilizó su rifle, la espada y la ametralladora sin piedad sobre su
oponente. Chunks se unió a él. Mientras que él era inmisericorde, el novato parecía un
poco verde en el derramamiento de sangre.

A su alrededor, podía oír los aullidos de los gigantes mezclados con los gritos de los
humanos. La mayoría de la gente se las había ingeniado para llegar a sus coches y se
estaban alejando tan rápido como podían. No se detuvieron el tiempo suficiente para
prestar ayuda ni se molestaron en dar las gracias. No es que lo estuviese esperando.
Había ayudado a infinidad de humanos en el pasado, y nunca, ni una vez, le habían
expresado su gratitud. A menos que contase el que había escupido sobre él. Quizás era
una extraña costumbre que significase que eras el mejor, pero de algún modo, lo dudaba.

Una vez que él y Chunks hubieron terminado con su gigante, ambos estaban
cubiertos de sangre. Miró a su alrededor y observó que otros soldados estaban en la
misma condición, a excepción de Frank. Su uniforme estaba prístino y tan siquiera tenía
un arma en las manos. En cuanto a los gigantes, ahora estaban todos muertos.
El horror y el disgusto llenaron a Kiplin cuando se dio cuenta de que su líder se había
escondido durante toda la batalla. Era uno de los actos más viles y de mayor cobardía
que jamás hubiera presenciado, y había visto multitud de jodidas mierdas en el pasado.

Los murmullos comenzaron a llenar el área cuando los soldados de todos los equipos
llegaron rápidamente a la misma conclusión. De pronto, el aire se volvió pesado por la
hostilidad, y sabía que era solo cuestión de minutos que los soldados atacasen a Frank.

Shane debía de haber sentido lo mismo porque rápidamente se situó delante de


Frank.

—Sé lo que todos estáis pensando, pero todavía así tengo que presentarlo ante
Mitchell para que se someta a un juicio. No es nuestro derecho decidir el castigo de Frank.

Kiplin se adelantó y se detuvo al lado de Shane.

—Está en lo cierto. Incluso aunque pensemos que Frank es la mierda más mierda, aun
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así se merece explicar sus acciones ante Mitchell.

Frank murmuró;

—Gracias.
Capítulo siete

Brody tenía una buena vista de la sala común por lo que podía ver a todas las parejas
y familiares de los soldados que estaban en la batalla. En cuanto a Brody, él tenía un
asiento de primera fila mientras monitorizaba y grababa la información que provenía de
las cámaras de los cascos de los soldados. La calidad del vídeo no era la mejor. Era
errático, en blanco y negro y lleno de estática en bastantes puntos. Eso no lo dejaba menos
horrorizado.

Observaba asombrado como los gigantes comían humanos como si fuesen palomitas.
Los que no eran comidos eran aplastados como si no fueran más que pequeños insectos.
Tenía unos auriculares puestos; mientras que el sonido era esporádico en el mejor de los
casos, lo que llegaba a través de él era un tanto infernal. Los gritos hacían que sintiera
escalofríos a lo largo de su columna. Entonces, escuchó la voz de Kiplin. Estúpidamente
extendió una mano hacia el monitor. Como si pudiera coger al cambiaformas a través de
la pantalla y traerlo a la seguridad.
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No sabía quién lo tenía peor. Él, que estaba forzado a ver el progreso de la batalla,
temiendo todo el tiempo que pudiera ver morir a Kiplin, o los familiares detrás de él,
quienes no tenían ni idea de lo que estaba pasando. Estaba seguro de una cosa. Si Kiplin
regresaba, iba a abrazarlo muy fuerte. No le preocuparía quien estuviese mirando. Todo
lo que quería hacer en ese momento era inhalar el aroma de Kiplin, sentir su duro cuerpo
y escuchar su sarcástica voz. Solo entonces sería realmente feliz.

Hubo un vaivén de vistas cuando uno de los soldados giró su cabeza. Jadeó cuando
consiguió una visión perfecta de Kiplin. Estaba cubierto de sangre. Rezó para que no
fuese suya, que preferentemente perteneciera al gigante que él y un bajo y fornido
soldado estaban en ese momento despachando a gusto.

Antes de lo que se imaginaba, la batalla se terminó. Cuando Kiplin se alejó y no parecía


estar cojeando o favoreciendo alguna parte de su cuerpo, suspiró. Él estaba bien. Parecía
haber alguna confrontación con uno de los líderes de equipo, Frank. Dios, Brody odiaba
a ese cabrón. Estaba siempre invadiendo el departamento de IT y ordenándoles a todos
como si fuera el amo. Se estaba poniendo tan inaguantable que estaba a punto de acudir
a Carson para contárselo.
Quería ir al salón común y decirle a todo el mundo que habían ganado la batalla, pero
no podía por dos razones. Una, podía estarle dando falsas esperanzas a algunas de las
familias quienes habían perdido a sus seres queridos en la batalla. Dos, iría en contra de
las órdenes directas de no comunicar ninguna información hasta que los soldados
llegasen a casa. Era responsabilidad de los líderes comunicar las malas noticias, no suya.

Después observar a todos los equipo montar en las vans y dejar el lugar, no vio
ninguna traza de Kiplin. Brody vio a los otros soldados volver con sus familias. Hubo
muchos reencuentros felices mientras se abrazaban los unos a los otros. Algunas de las
madres lloraban cuando veían que sus hijos regresaban vivos. Aun así, no había rastro
de Kiplin.

La sala común se fue vaciando eventualmente, y rápidamente, todo lo que quedó era
Brody y su equipo. Aunque la mente de Brody era un torbellino con toda clase de
posibilidades de por qué Kiplin no había aparecido, quizás él no le importase de esa
manera, quizás lo habían herido después de todo y simplemente lo había estado
ocultando, o incluso peor, podría tener a alguien más que estaba esperando que regresase
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a casa. Ese último pensamiento lo hería profundamente. Un chico había jugado con él
antes, lo hirió tanto que no quería repetir toda la situación. Uh-uh, no va a pasar, no
gracias a ti, señora.

Brody se dijo que no imaginase de más la situación y comenzó a monitorear las


cámaras de seguridad. Sabía que podía estar haciendo algo más complicado. Tenía una
tonelada de tareas previstas, pero su corazón simplemente no estaba en ello. En la cámara
uno, había un tigre meando en unas de las numerosas farolas del aparcamiento. La
cámara dos mostraba a dos halcones follando. La cámara tres mostraba a Riley paseando
de un lado a otro, hablando solo. Informó de eso. Riley era bipolar y dado que los
medicamentos humanos no funcionaban con los cambiaformas, el Doc Featherstone y
North estaban pasando por duros momentos para tratar al águila. El resultado era que
Riley tenía un gran número de episodios.

Estaba tan preocupado por Riley que no escuchó a Kiplin acercarse. Así que no lo supo
hasta que sintió un beso en su mejilla. Girándose, sonrió. Kiplin llevaba puesto un
uniforme limpio y su pelo estaba húmedo y echado hacia atrás, lo que mostraba que se
acababa de dar una ducha, lo cual era una buena cosa, porque parecía bastante
ensangrentado en el vídeo.
—Estaba a punto de renunciar a verte —dijo Brody.

—Lo siento, tuve que ir a una reunión en la oficina de Mitchell.

—¿Puedo preguntarte sobre qué? ¿O es clasificado? —preguntó Brody.

—Puedo decírtelo dado que probablemente te enterarás de todos los detalles en uno
de tus ordenadores. Liberaron a Frank de todas sus obligaciones y lo licenciaron sin
honra.

Brody no pudo ocultar su sorpresa.

—¡No!

—Sí, y la mierda se volvió más loca todavía. ¿Adivina a quién nombraron como nuevo
líder de equipo? ¡A mí! —Kiplin apuntó con su propio dedo su pecho.
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—¿Por qué debería de sorprenderte eso? Escuché a los soldados cuando entraban.
Todos estaban diciendo que fue a ti al que se le ocurrió la idea de cómo matar a los
gigantes. Nadie más tenía ni idea de que hacer.

—Tuve un montón de ayuda por parte de Shane.

—Deja de hacer eso.

Kiplin frunció el ceño.

—¿De hacer qué?

—Negarte a aceptar un cumplido. Necesitas aprender cómo creer en ti mismo. ¿Cómo


esperas que los demás te amen si tú no te amas a ti mismo?

—Has estado viendo demasiado a RuPaul11.

Brody se rio, sabiendo que había sido descubierto.

11 Ru Paul Drag Queen, modelo, cantante y compositor estadounidense.


—Puede que sea cierto. Adoro a mis drag queens, pero tienes que admitir que lo que
dice Ru es cierto.

Kiplin extendió la mano y agarró una de las manos de Brody. Oscilándolas entre ellos
dijo;

—Es difícil creer en uno mismo cuando al crecer me decían que no era más que una
pequeña mierda y que nunca iba a lograr nada.

—Ella era una perra y la mejor manera en que puedes vencerla es probando que estaba
equivocada. Desde mi punto de vista, eres el indicado para hacer justo eso.

Kiplin inclinó la cabeza hacia un lado.

—Ahh… mejor que te atengas a las consecuencias. Sigue diciendo todas esas cosas
bonitas y la gente va a empezar a pensar que somos pareja.
58
El corazón de Brody dio un brinco. Se humedeció los labios y entonces preguntó;

—¿Te molestaría?

—Ni un poco. ¿Y a ti? Sé que puede ser mucho para aceptar.

Brody sonrió, luego inclinó la cabeza. Al mismo tiempo, quería patearse el culo por
actuar como una adolescente. Si terminaba esta conversación sin que Kiplin pensara que
era alguna clase de idiota, sería un milagro.

—Creo que me gustaría un montón —admitió Brody.

—Bueno, entonces, es algo bueno que acabe de conseguir estar atado al turno de noche.
Ahora, tendremos el mismo horario, así podremos pasar todo nuestro tiempo libre juntos.
Ahora, te dejaré trabajar. Solo nos quedan un par de horas para que se acaba nuestro
turno, y entonces, podremos salir a desayunar.

Brody sintió un hormigueo en su estómago.


—No puedo esperar.

Kiplin le dio otro beso en la mejilla antes de girarse e irse.


Brody intentó actuar tan naturalmente como le fue posible después de que se
marchara, pero el nuevo compañero de trabajo más cercano a su asiento no se tragó nada
de eso. Steven se giró y le lanzó una mirada traviesa.

—¿Qué? —preguntó Brody.

—¿Quién habría pensado que un conservador como tú se enamoraría de Kiplin?

—¿Por qué no debería? —demandó con un poco de brusquedad.

Steven alzó sus manos al cielo.

—No estoy desacreditando a Kiplin ni nada parecido. Es solo que es lo contrario a ti


por completo.
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—Francamente, pensé que el comportamiento de Brody era muy poco profesional —
resopló Ayla.

—Nadie pidió tu opinión, tía —dijo otra mujer de los miembros del equipo—. Este es
el lugar más emocionante que he visto nunca. No lo arruines con tu actitud rígida, como
si tuvieras un palo metido por el culo. Dios mío, llevas siempre tu impertinente nariz tan
elevada en el aire que es un milagro que no te desmayes por falta de oxígeno.

Brody se sonrió a sí mismo. Odiaba tener que admitirlo, pero era tan agradable ver que
no era el único al que no le importaba Ayla. Debía haberse metido con todo el equipo de
IT en un momento u otro. Se sentía bien ver que por una vez estaba recibiendo.

Una vez que las cosas se calmaron, finalizó la inspección de las cámaras y trabajó en
uno de sus proyectos. Cuando Carson entró. Brody no estaba demasiado sorprendido. El
guepardo normalmente aparecía bastante rápido después de una batalla, para reunir los
vídeos de todas las cámaras de los cascos. Aunque Carson tenía copias en su oficina, a él
le gustaba tener también los originales.
—Nunca te creerás lo que Brody estaba haciendo —dijo Ayla tan pronto como Carson
estuvo sin los auriculares.

—¿Nunca te dijeron que como la misma moneda que juzgas serás juzgada? —preguntó
Carson en tono cansino.

—Pero era realmente malo —insistió ella.

—¿Estaba transmitiendo los secretos de la coalición a nuestros enemigos?

—No.

—¿Estaba intentando romper nuestro sistema?

—Por supuesto que no.

—¿Estaba jugando a Angry Birds en lugar de hacer su trabajo?


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—Sabes que él no lo hacía.

—¿Estaba haciendo travesuras como los dos halcones de la azotea justo hace unos
minutos?

—Eso es asqueroso.

—Entonces dime qué horrible crimen cometió Brody. —Carson alzó sus manos en el
aire.

—Estuvo flirteando y charlando con ese tal Kiplin —dijo, su voz rezumando disgusto.

—Yo tendría mucho cuidado en cómo te diriges a Kiplin de ahora en adelante. Acaba
de recibir una promoción y ahora te sobrepasa tanto en rango que podría reasignarte a la
unidad de desperdicios si quisiera, y nadie lo pondría en tela de juicio, —la previno
Carson—. Además, Brody nunca toma sus descansos, así que tenía derecho a uno. Con
respecto a ti, he querido hablar contigo sobre los descansos que te tomas. Tienes tres al
día, no cinco o seis. Me importa una mierda si tu novia no trabaja y quiere que te
escabullas para echar un polvo. Si no se termina, seré yo el que te envié al servicio de
desperdicios. Hoy conocí a un pequeño cambiaformas felino al que no se le había perdido
nada en el ejército. Sé de hecho que a él le sería posible hacer tu trabajo diez veces mejor
que a ti.

—No puedes hacer eso. He estado en este departamento durante diez años. —Jadeó
Ayla.

—Y todavía no has hecho los suficientes logros para sacarte del turno de medianoche.
Demonios, ni siquiera eres lo bastante buena para promoverte ni un simple rango. Es tan
patético que deje de reírme de ello hace años —dijo Carson.

Brody no creía que fuera posible, pero se sentía realmente mal por Ayla. Sus
compañeros de trabajo por otro lado, estaban todos tosiendo para encubrir el hecho de
que se estaban riendo, lo cual le permitió creer que quizás Carson estaba dándole a Ayla
una lección pública como una última oportunidad. Quizás esa era su forma de hacerle
saber a ella que realmente era su última oportunidad.
61
El siguiente par de horas transcurrieron rápidamente mientras observaba a Ayla hacer
pucheros por su situación. Brody casi le dio un toque de advertencia cuando no la veía
hacer ni una pizca de su trabajo. La última cosa que ella necesitaba era enfadar a Carson
aún más.

Luego, se dio cuenta de que no podía forzar a Ayla a cambiar. Brody no debería de
haberle dicho cómo hacer su trabajo. Después de todo, por lo que parecía, ella había
estado haciéndolo mucho más tiempo que Brody. Incluso aunque estaba considerado
uno de los mejores especialistas en el país, ella no debería ser eso detrás de él.

Aun así, había hackeado su sistema, lo cual no había sido tan difícil dado que utilizaba
como contraseña ¡1234kitties! Estaba asombrado de que el sistema de seguridad le
permitiera seguir con semejante contraseña tan blandengue. Debería haberla rechazado
por ser demasiado débil. Estaba dispuesto a apostar que Carson no tenía ni idea de lo que
estaba pasando. Si lo hubiera sabido, podría haberla cambiado hace mucho tiempo.
Carson era un acérrimo partidario de la seguridad reforzada, y si supiera que había una
fisura en su propio departamento, podía destrozar el lugar, buscando algún error.
Una vez que su turno terminó, Brody cambió su propia contraseña, algo que hacía cada
noche. Luego apagó su ordenador, asegurándose de esperar hasta que estuviese
completamente apagado antes de levantarse. Se estiró, trabajando los nudos en su cuerpo.
Incluso aunque fuera un cambiaformas y tuviera niveles de estamina12 más altos, era un
infierno para su trasero y espalda estar sentado delante del ordenador todo el día. Fue
muy difícil cuando estiró su espalda, tanto como un felino podía, pudo sentir como
estallaban algunos huesos.

—¿Estás listo para el desayuno? —preguntó Kiplin.

Brody miró amodorrado al otro cambiaformas.

—Claro, simplemente espero estar de buen ánimo. Todavía me estoy ajustando a esta
agenda. No había trabajado en el turno de noche desde hacía años.

—Creo que te va a gustar mucho más esto. A esta hora es cuando hay diversión.
Algunos cambiaformas se pueden volver realmente locos durante la noche.
62
La sorpresa hizo impacto en Brody.

—¿Me estás diciendo que os volvéis aún más locos de lo que ya sois?

Kiplin se rio.

—Solo has visto la punta del iceberg cuando se trata de nuestra locura. Espera a ver a
Arnés corriendo por ahí desnudo. Creo que quedarás marcado para toda la vida.

Brody le propinó un pequeño puñetazo en el brazo.

—Deberíamos de respetar a nuestros mayores, no burlarnos de ellos.

Kiplin sonrió antes de girar a Brody.

—Mis disculpas. Si te place, podría usar una pistola de clavos y sellar mis labios.

12Fortaleza física, capacidad para soportar la fatiga, el dolor...


Antes de que pudiera responder, mucho menos comentar esa última pequeña perla,
llegaron al coche de Kiplin. Bueno, era un coche en el único sentido de que se podía
conducir y tenía las cuatro ruedas. Para decirlo amablemente, el vehículo era un trozo de
chatarra.

—Tenemos que hacer una rápida parada en la tienda de comestibles primero —dijo
Kiplin.

—¿Para qué?

—Tengo que comprarles a los mapaches algunos malvaviscos. Mi uniforme estaba


empapado de sangre y prometieron que quedaría impoluto si les llevaba tres bolsas de
esas cosas asquerosas y pegajosas.

—¿Por qué no cuatro?

—Porque se desataría un infierno. Por alguna razón, siempre quieren tres bolsas. Ni
63
más, ni menos.

Brody se rio.

—Estás en lo cierto. Este lugar es una locura, pero me gusta más y más cada día que
pasa. Ahora mismo, no podría ser más feliz.
Capítulo ocho

Durante los siguientes meses, Brody sintió como si estuviera en una gigantesca
montaña rusa. Era como si todo lo estuviera golpeando en oleadas, tanto lo bueno como
lo malo. Afortunadamente para él, casi todo era bueno. Bien, al menos, una vez que
consiguió superar sus temores y auto desprecio.

Lo mejor de todo había sido que él y Kiplin pasaban casi cada momento de su tiempo
libre juntos. Continuaron saliendo a desayunar como algo rutinario. Algunas veces
pagaba Kiplin, mientras que otras veces Brody podía hacerse con la cuenta y demandar
que era su turno de pagar.

Había solo una cosa que se interponía entre ellos. El secreto de Brody. Había empezado
a amar al otro hombre, por lo que tenía que ser sincero. Solo entonces, podrían realmente
vivir felices por siempre.

64
Casi deseaba estar en su vieja manada. Entonces, sería arrestado y lo meterían en una
jaula. De esa manera, podría golpearse la cabeza contra las barras de metal durante unos
momentos para lograr meter algo de sentido en ella. Quizás entonces lograría conseguir
su cerebro frito de vuelta a su sitio.

Solo tenía que esperar un momento a que llegase Kiplin. Incluso aunque su estómago
estuviese tan lleno de mariposas, porque estaba aterrorizado de cómo reaccionaría Kiplin
cuando se lo contase, puso una sonrisa en su rostro y fue a reunirse con Kiplin por el
camino.

Compartieron un profundo y húmedo beso. Como siempre, fue solo eso. Aunque se
habían liado o masturbado el uno al otro incontables veces, todavía no habían follado.
Brody se preguntaba a qué se debía. ¿Kiplin encontraba a Brody poco atractivo de alguna
manera? O peor, ¿Kiplin veía a Brody como nada más que un amigo con beneficios? Si
eso era cierto todavía hacía las cosas más terribles. No solo lo pondría al nivel de una
prostituta, sino que Kiplin tampoco quería tan siquiera aprovecharse de la oferta gratuita.
Hablando de proporcionarle a alguien una mamada barata.
Brody esperaba que el beso durase solo un breve instante, por lo que comenzó a
retroceder. Kiplin extendió una mano con un gruñido, agarró a Brody y lo atrajo en busca
de más. No es como si estuviese luchando contra ello. De hecho, su mente era un
torbellino de excitación y deseo. Cuando Kiplin cerró su puño en la nuca de Brody,
forzándolo a echar la cabeza hacia atrás para así profundizar más aún el beso, estaba
todo perdido. Soltó un gemido gutural mientras colocaba sus manos en los hombros de
Kiplin.

Siguieron de esa manera durante un tiempo antes de que se percatara, para su horror,
que se había estado moliendo contra el muslo de Kiplin. Saltó hacia atrás y miró a su
alrededor para ver si alguien había estado a su alrededor para verlos. Soltó un suspiro de
alivio al ver que habían escogido una esquina recóndita, la cual les había dado algo de
intimidad. Tomó nota mental de recordar este lugar para futuras sesiones amatorias.

—¿Quieres ir ahora mismo a desayunar? Acabo de comer unos pocos cereales, por lo
tanto aún no tengo hambre —le indicó Brody.
65
—Puedo esperar. Era el cumpleaños de Shane y tuvimos un enorme pastel.

—¿Era un pastel bonito?

—Lo fue hasta que Shane lo hizo añicos. Supongo que no es demasiado entusiasta de
todo el asunto de los cumpleaños. Se llevó nuestros regalos cuando se fue. Brent dijo que
era la primera vez, así que debe significar que está haciendo algún progreso, lo cual es
una buena cosa. Además, no le propinó un puñetazo a nadie. Creo que puede que se esté
calmando algo.

—¿Lo dices en serio? ¿Sabes lo que hizo en su última batalla? —escupió Brody—. Yo
lo sé porque monitoricé el vídeo de todo el asunto. Y lo que vi fue peor que una cinta de
sexo de Kim.

Las cejas de Kiplin se arquearon hacia abajo y casi parecía asustado de preguntar;

—¿Qué hizo?
—Decapitó a uno de los coyotes con los que estabais luchando. Luego, la puso en un
palo y se mofó con ella del resto de los enemigos.

Kiplin se apretó la nariz.

—¿Es por eso que escaparon tan rápido?

—Supongo.

Kiplin hizo un pequeño puchero. Brody no lo culpaba. Él había creído que su primera
batalla como líder de equipo había terminado con una intensa victoria. Ahora, descubría
que había sido a causa de Shane y no por algo que él hubiera hecho. Eso para el ego tenía
que ser una verdadera patada en el culo.

Brody le ofreció la mano.

—Regresemos a mi habitación y deja que te ayude a olvidar todo eso.


66
Kiplin solo se quedó quieto un instante antes de extender su brazo y entrelazar sus
dedos con los de Brody.

Brody expiró profundamente. Nunca habría imaginado en toda su vida que el simple
toque de otro hombre podría hacerle olvidar todo el mal que había en el mundo. Kiplin
había hecho algo que nadie más en el mundo había logrado hacer. Hizo que se sintiera a
salvo. Una vez que estuvieron dentro de la casa de Brody, Kiplin dio rienda suelta a su
dolor.

—¿Cómo podré olvidar alguna vez esto? —dijo Kiplin con un gemido—. Creí que
habíamos ganado por mis grandes dotes de liderazgo. Ahora, sé que todo fue gracias a
Shane.

—Shane estaba bajo tu liderazgo en esta ocasión. La primera cosa que un líder tiene
que aprender es que sus hombres son una extensión de sí mismos. Si un miembro hace
un acto de valentía, se refleja en el líder. No obstante, si un miembro actúa mal, también
se refleja en el líder.
Durante todo el tiempo que había estado hablando, había estado despojándose
lentamente de su ropa, al igual que Kiplin. Pronto ambos estaban desnudos. Kiplin
acechó a Brody hasta que la parte trasera de sus rodillas chocó contra el colchón.

Brody extendió una mano hacia la mesilla de noche y agarró el tubo de lubricante y se
lo pasó a Kiplin.

—Creo que esto es todo lo que necesitamos.

—Sí, y una ducha larga y agradable cuando hayamos terminado.

Una vez que estuvo tendido sobre su espalda, le lanzó a Kiplin una mirada maliciosa.

—¿Quién dijo que ibas a ser el activo?

Kiplin le dedicó una tímida sonrisa.


67
—De hecho, me gustan ambas cosas, y esperaba que tú también lo hicieras. De esa
manera podemos turnarnos para ser el activo.

—En serio, me gustan como suenan esos planes.

—Bien —dijo Kiplin deslizando su cuerpo sobre el de Brody.

Soltó un silbido ante el contacto de piel con piel. A Brody le encantaba ese sonido y
también adoraba la manera en que se sentía el contacto de piel contra piel. Su cuerpo era
duro, justo como alguien esperaría que se sintiese un guerrero. Pero, también, había una
cierta ternura en Kiplin.

Kiplin parecía ser un jodido telépata, porque encontró de inmediato todos los puntos
eróticos de Brody. Además, sabía cómo mover sus dedos sobre ellos. Torturaba
placenteramente a Brody, justo hasta el punto en el cual estaba listo para correrse,
entonces se movía a otro y la tortura comenzaba de nuevo.
Finalmente, Kiplin extendió una mano y agarró el bote de lubricante. Rociando un
poco en sus manos, deslizó un dedo dentro del culo de Brody. Estaba apretado, pero al
fin y al cabo siempre había tenido el sentimiento de que Brody no se había acostado con
muchos.

Comenzó a trabajar con su dedo un ritmo de entrada y salida. Al mismo tiempo, le


susurraba suaves palabras de ánimo a Brody. Incluso fue tan lejos como para dejar una
lluvia de besos sobre el pecho de Brody, lo cual era la primera vez que hacía.
Normalmente, para Kiplin el sexo era un aquí te pillo, aquí te mato. Por qué sí, esta es la
Pop-Tarts13 que ves en la encimera. Adelante y toma una cuando salgas.

En el momento que tenía tres dedos, Brody estaba empujando hacia arriba para
encontrarse a medio camino con los dedos. Este estaba a punto de explotar, especialmente
dado que nunca había estado mejor. Sus ojos estaban mucho más oscuros por la pasión y
su pelo estaba más enmarañado que nunca.

Kiplin no podía esperar mucho más. Tenía que meter ya su polla dentro de Brody. Sacó
68
sus dedos, reemplazándolos con la punta de su verga. Entró lentamente, buscando
cualquier signo de molestia. No hubo ninguno. Ni siquiera cuando estaba de lleno dentro.

Incluso así, Brody todavía esperó un momento para que Kiplin estableciera un ritmo.
No ocurrió hasta que estiró una mano y le palmeó el trasero a Kiplin con la dura orden
de;

—Muévete ya. Estoy a punto de morirme.

—¡Oh, mierda! Parece que tenemos un pasivo mandón por aquí —lo provocó, incluso
cuando comenzó a embestir.

—Mejor que te acostumbres. Siempre he sido de esa manera —replicó Brody, las
palabras entrecortadas.

—Nunca dejas de hablar. Ni siquiera cuando estás siendo follado. Probablemente


todavía seguirás achillando en el ataúd en tu maldito funeral.

13 Pop Tarts Nombre con el que se conoce a unas tartas planas, rectangulares y pre-horneadas,
fabricadas por la marca Kellogg's.
—Le dice la sartén al cazo. Nunca podrás acercarte sigilosamente al enemigo po… —
En ese punto Brody se corrió. Fue, a la vez, con dureza e intensidad. Disparó largos
chorros de semen que cubrieron el vientre de ambos. Al mismo tiempo, su cálido culo se
contrajo sobre la polla de Kiplin.

Intentó contenerse para durar un poco más, pero su polla tenía otras ideas. Disparó,
llenándole el culo.

Debieron haberse quedado dormidos, porque unas cuantas horas más tarde, Brody se
despertó en una habitación mucho más oscura. Se le escapó una maldición que hubiera
dejado a Shane impresionado, rodó fuera de la cama y se dirigió al baño. Se lavó e hizo
otros rituales mañaneros, o mejor dicho de la tarde. Abrió el agua de la ducha y regresó
al dormitorio para despertar a Kiplin.

Una vez que llegó a la puerta del dormitorio, se detuvo un momento para observarlo
69
dormir. Parecía mucho más joven y relajado en su sueño. Como si todas las murallas
defensivas se hubiesen derrumbado y estuviese viendo al verdadero Kiplin por primera
vez. Los labios emitieron un sonido de chupetones mientras se acurrucaba en la
almohada aún más. Eso hizo que quisiera envolverlo en sus brazos y decirle que su vida
iba a ser mejor. Que había muchas cosas esperando por él y que no renunciase nunca a
encontrar la felicidad.

En su lugar, lo azuzó gentilmente para despertarlo.

Kiplin abrió los ojos y pestañeó un par de veces antes de que pareciese finalmente
darse cuenta de que estaba con Brody.

Contuvo la respiración mientras esperaba cuál sería la reacción de Kiplin. Si se


levantaba y se iba como un torbellino por el disgusto, lo destrozaría. Eso le había ocurrido
la última vez que se había acostado con un chico. Habían pasado dos años desde que
ocurriera ese terrible incidente, y todavía hacía que dudase de sí mismo.
Pero, por una vez, la suerte estaba de su lado. Le dirigió una enorme sonrisa y dijo;

—¿Buenos días?

—Sería más adecuado buenas noches. Tenemos el tiempo justo para agarrar algo
rápido para comer y luego, tenemos que salir corriendo para el trabajo.

Ambos corrieron a la ducha. Aunque sus manos vagaron un poco, ambos sabían que
no tenían tiempo para una verdadera diversión. Eso tendría que esperar hasta la mañana
siguiente. Apestaba, pero sabía que era culpa de ellos por no despertar antes.

Tan pronto como tuvieron la ropa puesta, se apresuraron a través de la coalición hasta
las puertas principales. Luego, prácticamente corrieron hasta el restaurante. Una vez allí,
reclamaron su reservado favorito y pidieron. No hablaron mucho durante su comida.
Estaban demasiado ocupados llevando comida a sus bocas. Dejaron algo de dinero en la
mesa y se fueron. Tomaron un atajo por el aparcamiento de atrás cuando la totalidad del
mundo de Brody se desmoronó.
70
—Bueno, bueno, bueno, mira lo que tenemos aquí. Nuestro soplón.

Brody habría reconocido esa voz en cualquier parte. Era Mel, uno de los felinos de su
antigua manada. Se giró para confirmarlo, y como era de esperar, el rubio estaba allí. O
al menos, le parecía recordar que era rubio. El felino parecía que no se había bañado en
un tiempo. Había otros dos con él, uno con el cabello rojo y desgreñado, el otro con un
obvio corte de pelo casero en su cabello castaño corto.

Comenzó a temblar tan fuerte que de hecho lo lastimaba. Su corazón latía tan rápido
en su pecho, que estaba preocupado por si se le salía. Por supuesto, sería mejor que tener
que volver a su antigua manada y vivir en una de esas jaulas durante el resto de su vida.
O incluso peor, tener que admitir ante Mitchell que no les había dicho toda la verdad
cuando llegó y le pidió poder vivir en su coalición. La parte que más temía, era tener que
ver la mirada de asco en el rostro de Kiplin y que cortase con él. Eso era lo que más le iba
a doler.

Kiplin se interpuso entre Brody y los tres felinos.


—Tendrás que pasar por encima de mí, incluso si solo quieres decirle buu. No me
importa lo que creáis que pueda o no haber hecho, pero vais a dejar nuestro territorio y
no regresareis nunca. Si tan siquiera creo que os he visto a los tres de nuevo, os mataré, y
no será de una manera ni rápida ni sencilla. Os lo prometo.

El felino pelirrojo curvó sus labios.

—¿Realmente te gusta Brody?

—No, amo a Brody, y es mi pareja. Eso significa que lo que le hagas a él bien podías
estar haciéndomelo a mí. ¿Entendido?

Todos miraron a Kiplin de arriba a abajo.

—¿Se supone que hemos de tenerte miedo?

—Bastante, sí.
71
Antes de que Brody pudiera dar la voz de alarma, los tres atacaron al unísono.
Moviéndose tan rápido que se volvió borroso, Kiplin recogió algo de tierra y se la lanzó
a la cara. Los felinos se detuvieron, cubriendo su rostro, como si no pudieran ver. Antes
de que se pudieran recobrar, los atacó, golpeando a cada uno en los huevos. Los tres
cayeron de rodillas, gritando de dolor. Entonces le propinó el golpe final con una patada
a cada uno en sus hostiles narices de felinos.

La pelea había terminado antes de que alguien pudiese decir WTF 14. Caminó hasta
Brody y le pasó un brazo por los hombros y comenzaron a alejarse de la carnicería.

—Así que, Brody, ¿cuándo me vas a decir realmente lo que cabreó tanto a tu antigua
manada?

14 Acrónimo de What The Fuck, lo que quiere de decir, qué jodido


Capítulo nueve

Tan pronto como regresaron al HQ15. La primera cosa que hizo Kiplin fue ir junto con
Brody a ver a Mitchell. No solo lo hacía porque sabía que estaba asustado, sino también
porque como su compañero era su deber.

¡Ah, sí! Realmente necesitaban hablar sobre todo el asunto del emparejamiento y
asegurarse de que ambos estaban en la misma página. Aunque no quería nada más que
ser la pareja de Brody, quería asegurarse de que se lo tomaba muy, muy, muy en serio.
No había tal cosa como el divorcio en el mundo de los cambiaformas. Eso significaba que
una vez que estuvieran emparejados, era para bien y no había una cláusula de salida.

Cuando llegaron a la puerta de la oficina de Mitchell, no entraron, sino que llamaron


respetuosamente y esperaron a que el líder les diera permiso para entrar. Una vez que lo
hizo, entraron. Brody agarraba su mano tan fuerte que era asombroso que no la rompiera.

72
—Tomen asiento, caballeros —Mitchell les señaló dos asientos delante de su escritorio.

Ambos se sentaron. En este punto, Brody estaba tan nervioso que estaba temblando
tanto que de hecho estaba haciendo que se moviera la silla. Mitchell debió de darse cuenta
de ello, porque frunció ligeramente el ceño.

—Sabes que no tienes nada que temer en lo que se refiere a mí. No te lastimaré si has
cometido algún error o algo así.

—No es eso. Te mentí y ese es uno de los peores pecados en el mundo —replicó Brody.

Mitchell se inclinó hacia delante sobre el escritorio.

—Ahora eso dependería sobre qué estás mintiendo y el por qué.

—Todavía tengo una familia en mi antigua coalición. Se negaron a confiar en mí,


incluso cuando les mostré las pruebas. Cuando escapé, les supliqué que viniesen
conmigo, pero todos se negaron. Por eso he permanecido en silencio durante tanto

15Acrónimo de Headquarters, es decir, cuartel general o centro neurálgico.


tiempo. Tenía miedo de que si hablaba, mi antigua coalición pudiera matarlos o
torturarlos.

—¿Qué se negaron a creer? —preguntó Mitchell.

—Un día, decidí ver si podía hackear los documentos clasificados de mayor rango en
nuestra coalición.

—¿Por qué harías eso? —preguntó Kiplin.

Brody se encogió de hombros.

—Estaba aburrido y simplemente estaba jugando —Brody se giró hacia Mitchell y alzó
una palma—. Es algo que no volveré a hacer de nuevo. Lo prometo. Aprendí la lección
de la peor manera la última vez.

—¿Qué descubriste sobre tu antigua coalición? —presionó Mitchell.


73
Brody inspiró profundamente.

—Que mi coalición ha estado trabajando con los cuervos durante décadas. Han estado
alimentando a los pájaros con información del interior. Eso es por lo que los cuervos
saben cuándo atacar aquí y a otras coaliciones.

Kiplin pudo sentir una rabia ardiente que lo llenaba. ¿Cómo podía un cambiaformas
darle la espalda a los suyos?

—¿Por qué harían eso? —preguntó Mitchell—. Todo el mundo sabe que tu coalición
es una de las más pobres del estado, así que estoy seguro de que no puede ser por dinero.

—Por lo que pude desentrañar, hay algún acuerdo de tierras.

Eso tenía sentido para Kiplin. Los cuervos siempre se estaban quejando por la mierda
de tierra que dejaron. Nunca se detuvieron a pensar que podía haber sido por su culpa.
Nadie quería como vecinos a un grupo de gilipollas.
Mitchell guardó silencio durante bastante tiempo antes de hablar finalmente.

—No quiero que compartáis con nadie está información. Lo último que necesitamos
es una revuelta enorme en nuestras manos. Informaré silenciosamente a los líderes de las
coaliciones cercanas sobre este nuevo peligro. Hasta entonces, actúen como los locos que
sois.

—Hay otra cosa —dijo Brody—. Me gustaría formalmente pedir permiso para
emparejarme con Kiplin.

—¿Por qué debería estar de acuerdo con eso? —inquirió Mitchell con un ceño
interrogativo.

—Esa era la manera en la que se hacía en mi otra coa…

Mitchell meneó una mano.


74
—Ya estoy cansado de escuchar sobre ese lugar. Aquí, somos más liberales. Puedes
escoger a quién quieras como pareja. Aunque, nunca en mi vida pensé que de entre toda
la gente sería Kiplin.

—¡Eh! —protestó Kiplin, dándose cuenta de que su líder acababa de meterse con él.

—Solo estoy vacilándote. Creo que hacéis muy buena pareja. Tenéis mis bendiciones
y demás. De hecho, estoy malditamente orgulloso de ti, Kiplin.

Kiplin se señaló su propio pecho.

—¿De mí? ¿Por qué?

—Has hecho un montón de progreso en estos meses. No creas que no lo he notado. No


creía que tuvieras lo que hay que tener, pero te las arreglaste para probarme que estaba
equivocado. Eso no ocurre muy a menudo —les informó—. Ahora, será mejor que ambos
os vayáis a trabajar. Ya estáis causando un escándalo tal como estáis. No hay día que Ayla
no venga hasta aquí con un lista de quejas sobre vosotros dos.
—¿Me estás vacilando? —preguntó Kiplin, su voz elevándose unas octavas.

Mitchell se pasó una mano por el pelo.

—Desearía que así fuera. Poco sabe que le tengo reservada una sorpresa. Ella se metió
a sí misma en un nuevo detalle. Ahora, ella estará en el departamento de desperdicios.
Estoy cubriendo su puesto con Chunky… Dios, odio ese nombre. Voy a hacer que lo
cambie, le guste o no.

—Simplemente haz que suene fantástico. Creo que será un refuerzo moral para él —le
dijo Kiplin.

Se levantaron y dejaron la oficina, cerrando cuidadosamente la puerta tras ellos. Una


vez que sabían que estaban solos, Kiplin alzó en brazos a Brody y le giró en el aire en
círculos.

—¡Lo hicimos! —exclamó Kiplin.


75
—Lo sé. Ahora no hay nada que se pueda interponer entre nosotros.

—Bueno, eso es a menos que vayamos al centro comercial. Algo me dice que no
compraremos en las mismas tiendas de ropa.

—Está bien. Seré más que feliz de aguantarte la billetera y esperar mientras te pruebas
cosas —lo provocó Brody.

—Te amo tan jodidamente tanto —declaró Kiplin.

—Y yo también te amo jodidamente.


Sobre el autor
Stephani Hecht está felizmente casada y es madre de dos hijos. Nacida y criada en
Michigan, le encantan todas las cosas del estado, desde los inviernos fríos hasta el equipo
de hockey de los Detroit Red Wings. ¡Ánimo Wings! Puedes encontrarla habitualmente
acurrucada junto a su portátil, creando su siguiente libro o atiborrándose de cafeína en su
cafetería preferida.

A Stephani le encanta hablar con sus lectores y puedes descubrirlo en:

Email:
archangelwriter@yahoo.com

Twitter:
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http://twitter.com/StephaniHecht

FaceBook:
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Blog:
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Créditos
Ketty
Aniki
Nunadina
Clau
Isis
Morgana Celtic
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