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Tedi Sinclair

ASH

La orden de la piedra —2

El contenido de éste documento es una traducción no oficial realizada por The Dream Of Desire/Bluesensation.
Un trabajo realizado por fans, dirigido hacia todas las personas que por circunstancias adversas no pueden
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Agradecemos y reconocemos el trabajo voluntario y sin remuneración de todas las personas que hicieron
posible la culminación de éste proyecto.
Además advertimos que esta obra es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas sexuales explicitas
hombre/hombre, si te molesta este tema no lo leas, además que su contenido no es apto para cardíacos.

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Tom Reading busca refugio en el monasterio Orden de la piedra de New York
después de ser atacado. La iglesia le ofrece una habitación, un trabajo y un lugar para
recuperarse física y mentalmente. Los frailes le dan la bienvenida con los brazos
abiertos y Tom siente que finalmente ha encontrado el lugar al que pertenece.

Dean Ash, el prior claustral, se entusiasma cuando su aeternus entra en la


iglesia. Él puede estar ahí en cada paso del camino, para proteger a Tom y ayudarle a
establecer una vida feliz como su compañero. Ganar el amor y la confianza de Tom
es más difícil de lo que había imaginado, cuanto más se esforzaba Ash, más lo
menospreciaba Tom.

Únicamente después de un consejo brutal dado por sus compañeros frailes, Ash
es capaz de convertirse en el hombre que Tom necesita. Cuando Tom finalmente deja
entrar a Ash, el pasado regresa en forma de venganza tratando de matar a Tom.
¿Puede Tom salvarse a sí mismo mientras preserva la relación que está empezando?

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CAPITULO 1

—¡Vamos a salir esta noche, Tom! —Preston se dejó caer sobre la cama de Tom
rebotando mientras hablaba—. Hace mucho que no salimos. Probablemente un mes o
dos.

Tom rodó los ojos mientras se quedó de pie, frente a su pequeño fregadero,
lavando los platos. Apenas habían pasado unas semanas. Preston no dejaba pasar todo
este asunto. Él había estado molestando a Tom desde que regresó de su luna de miel,
y Tom se estaba quedando sin excusas. Paso el plato limpio por el agua una vez más,
intentando encontrar una excusa para evitar una salir.

—¿Qué día es? —preguntó distraídamente mientras apartaba su largo flequillo


negro, de su rostro. El resto de su pelo estaba fijado hacia atrás, pero de alguna
manera, su flequillo siempre se soltaba y se quedaba de cualquier manera.

—Sábado. Duh. ¿Por qué?

Tom soltó un suspiro aliviado, ahora no tenía por qué mentir. —No puedo salir.
Tengo que trabajar en la cocina por la mañana.

A Tom no le molestaban en absoluto sus tareas en la cocina. Disfrutaba


trabajando allí. Los hombres eran amables y divertidos. El día pasaba volando
mientras preparaba y picaba la comida. Se dio cuenta de que encajaba entre los frailes
incluso si ellos eran devotos y religiosos.
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Por su puesto su mejor amigo Preston era gay y estaba casado con uno de ellos,
por lo que no seguían ninguna religión que conociera. Pensándolo bien, ni siquiera
hablaban sobre religión. El domingo era un buen día para trabajar. Tom acepto
encantado la oferta de trabajar los domingos que estuviera disponible. Los hombres
que quisieran ir a la iglesia podrían asistir y aún tendrían su comida lista para cuando
la necesitaran. El domingo era un día de poco trabajo, ya que la mayoría de los
preparativos se hacían el sábado. Nunca había más de tres trabajadores. A veces era
Terran, el único que se encargaba de la cocina, durante la mayor parte el día. A Tom
le encantaba hacer cosas y tener la mente ocupada. Necesitaba tener un propósito, y
ser capaz de entrar ahí y ayudar en lo que hiciera falta, le daba ese propósito.

—Siempre tienes que trabajar todas las mañanas. —se quejó Preston y se dio la
vuelta sobre su estómago.

—Se llama ser adulto. No todos tenemos un marido caliente que nos mantenga
y así poder quedarse en casa comiendo bombones.

Tom sacudió el agua del plato sobre Preston antes de cerrar el grifo y secarse
las manos. Preston saltó de la cama.

—No me siento por ahí para comer bombones. Eso engordaría demasiado. Es
yogur helado, muchas gracias.

Preston tiró el trapo con el que secaba los platos sobre el mostrador, esperando
a que Preston se fuera. Le gustaba Clay, el marido de Preston, y éste no estaba
viviendo a costa de él, pero su relación era íntima y le hacía sentirse incómodo. Tom
sólo molestaba a Preston porque sabía que Preston se reiría y no lo tomaría en serio.

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A decir verdad, Tom estaba un poco celoso de su relación. Llevaban menos de
dos meses y ya era una relación perfecta, como si un poder más alto les hubiera
diseñado el uno para el otro. Tom no estaba seguro de donde encajaba en la vida de
Preston. Clay se estaba convirtiendo en el mejor amigo de Preston, y Tom echaba de
menos ocupar ese lugar. Además las acciones de Clay y Preston les permitían hablar
sobre las gárgolas y aceptarlas… a todas. Tom no estaba interesado en aceptarles a
todos como amigos. Le gustaba mantener a una gárgola en particular, a distancia.

—¡Vamos, escúpelo! —Tom miró hacia Preston, que estaba girando el reloj
sobre su muñeca mientras miraba la hora.

—¡Me tengo que ir! Debo encontrarme con Clay. Debería salir de su estado de
roca pronto.

—¿Cómo lo sabes?

—Bueno, él conoce su horario. Todas las gárgolas pueden predecir cuánto


tiempo les queda hasta que se conviertan en piedra, Y siempre se quedan en estado
sólido para regenerarse durante más o menos tres días. Tú también aprenderás esto
con el tiempo.

—Claro que lo hare. —Tom rodó los ojos. No quería que la conversación sobre
Ash volviera a salir. Estaba cansado de escuchar a Preston decir, que aprendería todo
sobre las gárgolas, con el tiempo. O a Terran preguntarle en la cocina que tal iban las
cosas con Ash—. ¿No tendrías que estar en otro lugar?

—Sí, sí. Perdón por quejarme y salir corriendo

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—Está bien, tengo que ir a la cocina. Es hora de preparar el almuerzo y la cena
del domingo.

—Realmente te gusta ayudar allí ¿verdad? —Preston se paró en la puerta y se


giró hacia Tom. Su mirada se intensificó y Tom se sintió incomodo al ser
escudriñado. Conocía a Preston desde hace mucho tiempo y no era capaz de ocultarle
sus sentimientos.

—Sí, me gusta. Es más fácil que trabajar en un bar. Los chicos son menos
mucho menos agresivos. Además me dan alojamiento y comida además del salario.
Es un ganar ganar.

Tom había practicado la respuesta a esa pregunta. Cuando se acercó a Mason


en busca de trabajo, sabía que le preguntaría por qué quería trabajar en el monasterio.
Tuvo la respuesta en la punta de la lengua tan pronto como la necesitó. Era la más
honesta que podía dar, para no tener que expresar sus miedos.

Preston asintió con la cabeza y sonrió mientras cerraba la puerta del


apartamento de Tom. Tom no tuvo que pensárselo mucho. Hizo balance de su nueva
vida en la iglesia. Tenía algunas posesiones que había traído consigo. El apartamento
de Tom en New York tenía escasos muebles, los cuales había encontrado en la basura
que había en la cera o en tiendas de segunda mano. No tenía familia o amigos que
pudieran darle cosas. Ellos no hablaban con él a no ser que necesitaran algo. Hombre,
no tenía mucha gente con quien hablar.

Aquí en el apartamento de la iglesia, Tom tenía una bonita cama preparada


para él. Era un buen colchón en una estructura básica de metal. No tenía ni cabecero
ni pie, pero ya no dormía en un colchón en el suelo, así que era feliz.
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Tenía un armario para guardar la ropa y una cómoda para guardar cosas. Había
comprado maletas duras con su sueldo, estaban en una esquina de la habitación, y las
usaba de forma decorativa y para almacenamiento. Era su propia habitación y no
tendría que compartirla. El pequeño estudio tenía un rincón para el desayuno y una
sala de estar con un sofá. Éste era simple, cuadrado y monocromático. ¡Pero era
nuevo! Así que a Tom le encantó. Había sido quien había desenvuelto el plástico de
los cojines y aspirado el polvo. Desde un lado de la cama Tom podía examinar su
dominio. ¡Aquí era el amo, comandante y gobernante de todo! Hmm, él tenía que
agregar un poco de color. Tom agarro el borde de su mullido edredón y rodó sobre la
cama envolviéndose en él. Realmente le gustaba este pequeño apartamento, tenía
todo lo que necesitaba y le mantenía caliente y seguro.

Tom giró la cara hacia la puerta cuando oyó que llamaban. Quería disfrutar de
su pequeño rincón feliz en solitario, pero siempre había alguien que se entrometía.
Basándose únicamente en el patrón musical de sus ropas, Tom sabía exactamente
quien estaba al otro lado de la puerta, intentando ser lindo. —Entra. —dijo Tom
desde dentro del burrito humano.

La puerta se abrió lentamente y Ash miró alrededor con perspicacia. —¿Estás


seguro? ¿No preferirías arrojarme algo o que me quedara en el pasillo?

Tom apretó los dientes. No iba a morder el cebo. Ash actuaba como un
preadolescente enamorado. Tirarme del pelo significaba que me quería y si se burlaba
de mí, que quería casarse conmigo.

—Estoy muy cómodo envuelto aquí, así que no voy a sacar los brazos para
tirarte nada.
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Ash entró completamente en la habitación, antes de cerrar la puerta y escaneó
el pequeño área. —No sé lo que aún te queda por arrojarme.

—No me provoques, aún puedo coger la fruta de la nevera. De todos modos


¿Qué es lo que quieres?

Tom giró su cabeza hacia otro lado. Podía ver la piel de Ash oscureciéndose
sobre sus pómulos. Si pudiera ignorar a la bestia que se escondía bajo su piel, Tom
sería capaz de tener una conversación con él. Si no lo miraba, podía olvidar lo guapo
que era cuando estaba en su forma humana.

—Quería saber si ibas a ir a trabajar en la cocina.

—¿Por qué? ¿He perdido días, he llegado tarde o te he dado alguna señal que
indique que voy a eludir mis responsabilidades? —Tom inclinó la cabeza hacia Ash y
le fulminó con la mirada mientras esperaba por una respuesta.

Ash miró hacia abajo. —No, era curiosidad por saber si tenías algo planeado.

—Tal vez deberías curiosear en otro lugar.

En lugar de marcharse, que era lo que Tom quería, Ash se acercó a la cama.
Deseaba que esto fuera más sencillo. Que Ash fuera otro hombre, Incluso si fuera
otra gárgola, sería más fácil. Podía lidiar con alguien que no fuera Ash. Con cualquier
otra persona, no sería un recordatorio constante de sus ataques.

—Prefiero quedarme aquí.

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Tom se dio la vuelta tratando de que la imagen de Ash desapareciera de su
vista. El atractivo de Ash causaba conflicto en Tom, deseaba a un hombre que sabía
que no era realmente humano. —Me he dado cuenta.

—Generalmente no parece importarte. —Ash se acercó lo suficiente como para


que Tom sintiera moverse la cama cuando tocó el borde del colchón.

—¿Es por eso que siempre te digo que te vayas? ¿Por qué no me importa?

Tom se giró para mirar hacia Ash una vez más. Ash rió entre dientes. —
Pareces dormir mejor cuando estoy aquí.

—¿Tienes que recordarme eso? Es extraño y estúpido y no lo entiendo. Pero


necesito dormir, así que lo ignoro.

Tom intensificó su mirada y abrió la boca para protestar cuando Ash se sentó al
borde de la cama. En lugar de despotricar, cosa que Ash hubiera ignorado, Tom solo
resopló su frustración.

—Sabes, puedo explicarte por qué es así, pero no quiero que te asustes.

—No soy un cachorro asustado. No entiendo por qué me estas mimando y


actuando de manera extraña. —Tom se metió en su capullo. Desea estar libre para
poder hacer algo realmente dramático. No estaba seguro del qué, pero sería algo
realmente increíble.

—No ignores mi deseo de explicártelo.

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Tom golpeó la cabeza sobre el colchón. Una, dos y tres veces y miró hacia
Ash. Nop, aún seguía sentado ahí. Al parecer, el golpe de cabeza no estaba al mismo
nivel que el zapateo cuando trataba de demostrar algo. Tom tenía la impresión que
sabía a dónde se dirigía Ash con esta conversación. Entre Ash observándolo dormir y
algunos comentarios que Preston dejó caer de forma accidental, Tom había supuesto
que Ash creía que era su aeternus. Él iba a esquivar esta conversación como una
pelota en clase de gimnasia.

—Bueno, esto ha sido divertido pero tengo que ir a trabajar. A ganarme mi


sustento y todo eso.

Tom salió de su burrito, pero al hacerlo se acercó a Ash. Él se alzó sobre el


rostro de Tom. La cabeza de Ash hacía sombra desde arriba. El corazón de Tom
palpitaba por estar tan cerca del fraile. Levantó la mano, y por un momento Tom
creyó que iba a acariciarle la cara. Pero el mantuvo la mano arriba y luego la dejó
suavemente sobre el colchón junto a la cabeza de Tom. —¿Tom?

Tom tragó antes de contestar. Su boca estaba súbitamente seca, necesitaba


mover los músculos y asegurarse de que funcionaban. ¿Si?

—¿De verdad sería tan terrible? Sé que he estropeado nuestra relación en el


pasado, pero podríamos estar genial.

—No soy ningún aeternus Ash. Lo siento. —Tom se deslizó por la cama antes
de levantarse y salir corriendo de la habitación. Tuvo que salir corriendo antes de que
Ash le quitase más piedras al muro que cuidadosamente había construido alrededor
de su vida.

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CAPITULO 2

Ash miró con los ojos muy abiertos cuando Tom huyó de la habitación. Se sorprendió
de tener una conversación con él ahora que su piel estaba blanquecina por la piedra
tratando de salir a la superficie, extendiéndose por sus rasgos y construyendo nuevas
estructuras hasta quedar irreconocible. Tom parecía temerle solo cuando cambiaba.
No había reaccionado ante la transformación de los demás frailes o cuando los veía
andando por la propiedad en su forma completa de gárgolas. No se alteró cuando las
gárgolas aterrizaban en el suelo pasaban a través de la cocina, a altas horas de la
noche, mientras Tom limpiaba o se preparaba para el día siguiente. Ash le había visto
interactuar y jugar a las cartas con ellos. Solo Ash recibía arañazos verbales o
miradas mordaces.

Ash empujó la almohada sobre su cara e inhalo el perfume de los productos


para el pelo de Tom. Sonrió antes de devolverla a su sitio original en la cabecera. Con
una floritura, Ash sacudió el edredón y enderezó las sábanas, antes de comprobar que
Tom tenía comida en la nevera. Entonces miró en el baño y buscó productos de aseo
y suministros. Seguramente, Tom tenía dinero para comprar lo que quisiera, pero Ash
disfrutaba proveyéndole. También sabía que desde su llegada, Tom no había dejado
la iglesia nada más que para dos excursiones cortas, así que Ash pensó que si le traía
los suministros, sería una cosa menos de la que se tendría que preocupar.
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Además, Tom necesitaba algo para lanzarle cuando le visitaba. Una vez estuvo
contento de que Tom tuviera lo que necesitaba, y notando que no le faltaba de nada,
Ash se fue al estudio de arte. Los artesanos esperaban a que algunas piezas fueran
acabadas antes de hornearlas todas de una vez. Ash también necesitaba trabajar en
una pieza de encargo para una boda próxima.

Las actividades de Ash, con la cerámica, eran de renombre mundial, incluso si


nadie conocía su verdadera identidad. Obtuvo sus conocimientos después de siglos de
práctica, además de las tutorías de algunos de los mejores alfareros a lo largo de la
historia. Mason, cuando no estaba ocupado con sus obligaciones para la Orden,
ejercía como encargado de las clases para muchos artesanos de este monasterio,
subastando artículos y recogiendo pedidos. Una vez que las piezas eran cobradas, se
encargaba que el dinero llegase al correspondiente alfarero. Eran libres de hacer lo
que quisieran con sus ganancias. Las habilidades de Ash aportaban mucho dinero a
las acciones de caridad de la iglesia y le proporcionaban más dinero del que pudiera
gastar, si decidiera vivir una vida de ocio en lugar de una dedicada a la filantropía.

Piezas esculpidas por Ash eran mostradas en algunos museos, bajo


pseudónimos o sin identificación del artista. A Ash no le importaba. Sabía que estaba
utilizando su talento de la mejor manera posible y que traía alegría al mundo. Eso era
lo que buscaba con su trabajo. El reconocimiento mundial nunca fue su objetivo.
Seok, uno de sus compañeros artistas, a menudo se burlaba de Ash diciendo que si
deseaba seguir en el anonimato debería dejar de fabricar piezas tan impresionantes.
Ash desestimó los elogios, pues sentía que no se los merecía.

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Ash titubeó ante la entrada del estudio de arte. Las puertas dobles que daban a
la cocina estaban justo al final de pasillo. Solo haciendo unos pocos metros más,
podría comprobar que Tom había llegado a su destino como dijo que haría. No es que
no confiara en Tom, simplemente quería verlo. Quería contemplar los mechones
oscuros, la piel de color de oliva de Tom y perderse en sus ojos chocolate. Había
esperado cientos de años para encontrar a su aeternus, no se avergonzaba de admitir
que realmente le gustaba controlarlo.

Ash miró alrededor del pasillo antes de precipitarse hacia la puerta de la


cocina. Miró a través de una ventana redonda para ver a Tom y a otros frailes, de pie
delante del fregadero. Eban sostenía un trapo, y Roark la mano de Tom bajo el agua.
Ash entró corriendo.

—¿Qué ha pasado? —dijo Ash apartando a Roark y sacando la mano de Tom


de debajo de la corriente. Tom observó como Roark sonreía y como Eban colocaba el
trapo sobre el hombro de Tom, con una palmadita, mientras retrocedía y sonreía
también.

Tom apartó la mano de Ash y la volvió a colocar bajo el agua. —Me corté
mientras troceaba las zanahorias, no es nada importante.

—Estas sangrando ¿Necesitas puntos? —El corazón de Ash palpitaba fuerte en


su pecho. Los humanos no eran tan fuertes como las gárgolas. Se rompían fácilmente
y tardaban más tiempo en sanar. Una pequeña herida como la de Tom podía
desembocar en una infección. Ash había visto enfermedades que empezaban como
algo inocuo pero conducían a la muerte. Sabía que la medicina moderna había
recorrido una largo camino pero, pero las imágenes aun perduraban en su mente.
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—¿Tienes puesta la vacuna del tétanos?

—Oh, por el amor de dios, solo necesito una tirita, eso es todo.

—Puedo curarlo por ti, quedaría como nuevo.

—No seas ridículo tú no puedes curarlo.

Tom seguía negando su vínculo, pero esto le demostraría que eran compañeros.
Sabía que había visto a Clay, curar los golpes y contusiones de Preston. Ese humano
se volvía más torpe cuanto más enamorado estaba. Probablemente sería por estar
mirando a Clay en lugar de por dónde iba. Ash sacó la mano de Tom de debajo del
agua antes de secar el dedo lesionado. —¿Sabes que compartes el nombre de uno de
los apóstoles de Jesús?

—Sip. Y como a él, me gusta pasar el rato con todos los hombres.

Ash resopló. —¡A mí también! —vio como los labios de Tom se contrajeran
antes de que su ceño fruncido regresaba. Ash apreciaba su gran sentido del humor.
Estaba feliz de que Tom lo tuviera, incluso, a pesar de que casi nunca compartían
bromas. Con un poco de esperanza, eso cambiaría en el futuro, y él y su aeternus,
podrían gozar de cierta frivolidad—. En realidad, me estaba refiriendo al hecho de
que dudas de todo, al igual que Sto. Tomás. Déjame demostrarte que tú me necesitas.

Suavemente, Ash presionó arcilla fresca sobre el dedo de Tom. —¿Qué estás
haciendo?

—He estado delante cuando Clay retiraba la masa curativa de Preston. Sé que
tú lo has visto también.

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Tom jadeó de nuevo y suavemente tiró de la mano, pero Ash la tenía agarrada
firmemente. Raras veces era capaz de demostrarle afecto, así que iba a disfrutar de
esto tanto tiempo como pudiera. Tom empezó a murmurar. —Pasta de sanación.
Suena muy asqueroso.

Ash frunció los ojos y se acercó a la cara de Tom. —Pero se siente muy bien.
— Dijo con una sonrisa.

—Eres raro. —Ash sonrió ampliamente distrayéndose con la cercanía de Tom.


Aflojó su agarre momentáneamente y Tom se soltó. Ash vio como se sacudía la
arcilla seca en el fregadero. Una vez que eliminó la mayoría, colocó la mano bajo el
agua y enjuagó los residuos. Ash cerró el grifo e hizo un gesto para que le enseñara la
mano.

—Déjame ver. —Con un resoplido digno de un adolescente, Tom puso su


mano sobre la de Ash. Una vez que sostuvo la mano de Tom, Ash la palmeó. Giró el
dedo buscando cualquier resto de herida o cicatriz. Suavemente colocó un beso sobre
el dígito ahora sano—. Todo bien.

Tom levantó las cejas, antes de mirar su dedo de cerca para examinarlo por sí
mismo —Uh, está mejor. No debió de ser un corte muy profundo.

Ash apenas contenía su voz. Podía sentir el tic formándose bajo su ojo, cuanto
más trataba con Tom. ¿Cómo podía comportarse de forma tan ruda después de
haberle curado? Ash quería que Tom cayera en sus brazos y adulara su gesto galante,
pero Tom ni siquiera pensó en él. —Lo menos que podría hacer es dar las gracias. —
gruñó Ash.

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—Amigo, tranquilo, solo estaba bromeando. Realmente necesitas relajarte. —
Tom sacudió la cabeza, impasible ante el estallido de Ash.

Tom se alejó de él. Ash asumió que estaría trabajando antes de hacerse el corte.
Él no miró hacia atrás, ni siquiera para darle las gracias. Ash se quedó boquiabierto
cuando estuvo fuera de la habitación, avergonzado por haber sido despreciado. Tom
podría haberle agradecido en lugar de regañarlo.

Se comporto como si no hubiera sido la única gárgola rechazada por su


aeternus.

Tom le confundía. Ash sabía que Tom se había dado cuenta de que eran
aeternus. No era una elección, si no, algo predestinado. No podría cambiarlo incluso
si fuera eso lo que Tom quería. Ash sintió que había demostrado que siempre estaría
disponible para Tom y que nunca le haría daño. Ya le había rescatado varias veces.
Las gárgolas esperaban toda su vida para encontrar a su aeternus. Algunas morían sin
encontrar nunca a esa persona afortunada. Y Tom estaba prácticamente rechazando
su regalo. Ash no conseguía entenderlo. ¿Qué había mal en Ash para que Tom no se
molestara en arreglar las cosas? Ash intentaba mantenerse entero alrededor de los
hermanos, pero el rechazo de Tom lo desgastaba, y poco a poco estaba rompiendo su
corazón en pedazos. Temía que con el tiempo acabaría renunciando a Tom y nunca
encontraría la verdadera felicidad.

Ash caminó hacia el estudio de arte e ignoró a los que le llamaban. Como
ayudante de Mason, los hermanos acudían a él para hacer preguntas o por ayuda. Se
esperaba que por su posición, siempre estuviera disponible. Pero en este momento
necesitaba pensar y lamerse las heridas.
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Su humor indiferente, era algo típico desde la llegada de Tom, y Ash no iba a
disculparse por ello. Los hombres a su alrededor lo pasaban por alto, seguían con sus
cosas o buscaban ayuda en otro lado.

Ash encontró las piezas que había dejado horneando y las colocó en una mesa
para envolverlas y enviarlas. El par de jarrones tenían un blasón familiar esculpido a
los lados. Había pasado mucho tiempo perfeccionando los detalles tallados y aún más
tiempo pintando los detalles. Girando el jarrón, lo inspeccionó asegurándose de que
solo enviaba un producto perfecto.

La cerámica era para Ash, mucho más, que solo un trabajo. Era paz, relajación,
creación. Tocaba una parte de su alma. Aprendió lo básico de las técnicas de sus
padres y abuelos. Luego recolectó información, a lo largo de los siglos, por todo el
planeta, estudiando bajo la tutela de grandes maestros mientras viajaba. Si de alguna
manera pudiera aplicar, su destreza con la cerámica, a Tom, conseguiría mejorar su
vínculo. Ya había esperado lo suficiente. Ahora era tiempo de reaccionar. Conocía la
cerámica y tenía los conocimientos para elaborar una pieza. Pero Tom no encajaría en
un molde. Y siendo sincero, Ash no querría a Tom si así fuera.

Seok se acercó a Ash llevando un lienzo moteado de varios colores. —¿Qué


piensas? ¿Debo agregarle algo más de sombra aquí?

Seok era una de las pocas gárgolas que se acercaban a Ash, sin importarle el
humor que tuviera. Iba y exigía la atención de Ash. Los dos hombres pasaban más
tiempo en la sala de arte que en cualquier otra habitación del complejo. Seok tenía
poco tiempo para lidiar con los estados de ánimo de Ash y así es como se lo había
dicho.
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Ash le respetaba por su honestidad, y desarrollaron una estrecha relación
fraternal. La única persona de la que Seok estaba más cerca, era Eben. Su ciclo
mensual era idéntico habiendo nacido el mismo día. Ash examinó el cuadro. Los
peces Koi nadaban bajo el follaje de un cerezo colgante. Los azules del agua
contrastaban maravillosamente con los naranjas del pez, pero Ash sabía que Seok
rechazaría el elogio, prefiriendo una crítica constructiva para perfeccionar su pieza.

Ash asintió con la cabeza hacia el lugar al que señalaba Seok. —No, ese lugar
parece estar bien. Pero en la planta de allí, añadiría algunos toques para destacarlo
más.

Seok puso la pintura hacia la luz y giró la cabeza. —Puedo ver a lo que te
refieres. Gracias. —dijo agarrando el hombro de Ash—. ¿Has progresado con Tom?

Ash gruñó. —No. He curado el corte de su dedo esta mañana. No hay manera
de que siga negando que somos aeternus.

—¿Pero?

—Pero no quiere hacer nada al respecto. ¿Cómo puedes ignorar a un alma


gemela? No tiene sentido.

—Es humano. Las almas gemelas, para ellos, son sólo fantasías, obras de
ficción, como la idea de nuestra propia existencia. Los seres humanos no basan sus
decisiones en fantasías.

—No soy una fantasía. Soy una realidad que no puede negar, y le estoy
mirando fijamente a la cara.

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Seok resopló y apartó la mirada. —Ash, no puedes obligar a nadie a aceptar la
verdad cuando han decidido ignorarla. Ya deberías saber eso. A lo largo de la
historia, mucha gente ha ignorado la ciencia a favor de sus creencias.

Seok regresó la pintura a su caballete y salpicó el pincel sobre el lienzo. Ash


vio como con algunos toques transformaba la calidad del trabajo. Seok no tenía un
aeternus. Él no podía entender completamente, la obsesión que tenía con Tom y
contra la que estaba luchando. Eso consumía a Ash. Tom llenaba cada uno de sus
pensamientos y era el centro de cada decisión que Ash tomaba. A pesar de que Tom
fuera humano, él debía sentir algún impulso que le acercara a Ash.

—Ash, probablemente no quieras oír esto, pero Tom puede que te asocie con
sus ataques. Aunque le salvases, tú estabas allí. En lugar de darle seguridad, haces
que resurja su pánico. —Seok se retorció sobre el taburete redondo en el que ahora
estaba encaramado. Eres un tipo grande y terrorífico, rudo y con altas expectativas.
Me recuerdas en muchos aspectos al padre de mi madre. Estaba muy arraigado a sus
costumbres.

—Eso no es nada malo. Tengo que proteger a la gente de nuestra iglesia y


nuestro territorio. Tengo muchas responsabilidades.

—Cierto, pero Tom necesita saber que hay más en ti que piedra áspera.
Necesita ver tus partes blandas también. Tom está muy herido. No se puede
simplemente moldear como la arcilla. Necesita ser reconstruido.

Seok regresó a su pintura y continuó con su trabajo. Ash terminó de envolver


los jarrones para enviarlos. Mirando su piel supo que la tarea de enviarlos recaería en
otro hermano de la iglesia.
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Su piel se estaba colorean de gris rápidamente, y para mañana sería casi
completamente una gárgola. Eso también significaba que Tom huiría de él cada vez
que pudiera. Quería que su compañero aceptara su forma de gárgola. Era tan
importante para Ash, como su forma humana, o igual más, ya que era la que le daba
su larga vida y su gran fuerza. Gracias a la gárgola Tom y él podían tener hijos. Era la
forma en la que Ash tenía que estar para crear el vínculo eterno. Si Tom siempre
encontraba esta forma ofensiva, nunca tendrían la conexión completa ni enlazarían
sus vidas. Ash deseaba ese vínculo más de lo que pensaba. Durante los cientos de
años de espera tuvo tiempo de pensar en cómo reaccionaría cuando encontrara a su
aeternus. Pero no estaba preparado para el deseo y la necesidad que sentía por su
apuesto compañero.

El timbre para la cena resonó en la distancia, y Ash se giro hacia Seok para
preguntarle si quería caminar con él hasta el comedor, pero Ash vio que el salón ya
estaba vacío.

—Huh, artistas. —Ash dejó los encargos listos para ser enviados y luego
recorrió la habitación comprobando que todo el equipo estaba apagado. No le
importaba recoger las cosas de los otros frailes. Él realmente disfrutaba. Sabía que a
la mañana siguiente, cuando regresaran, sus hermanos estarían agradecidos, aunque
raramente lo dijeran.

Ash depositó los pinceles en la repisa para que se secaran. Recogió parte de los
proyectos de otros y balbuceó una canción para llenar el silencio. Apagó las luces y
cerró la puerta.

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Cuando se giró vio a Tom en el pasillo. Estaba paseando y nervioso por la
forma en que agitaba los brazos. Si Tom no estuviera nervioso Ash hubiera estado
encantado de ver a Tom, su aeternus.

—Tom ¿Qué estás haciendo aquí?

Tom no respondió, miró hacia Ash tan solo un momento, frunció el ceño, miró
hacia el suelo y reanudó el ritmo. Ash pudo escuchar como Tom hablaba pero sus
palabras no eran confusas y sin sentido.

—¿Está todo bien?

—Eso está muy lleno de gente. Por supuesto que habría dejado caer cosas en
esa habitación. No hay sitio para respirar, todo el mundo se toca y se tropieza.

Ash pasó por delante de Tom sin tocarle. Corrió por el pasillo y atravesó la
cocina, mirando hacia el comedor contiguo.

La habitación estaba igual que siempre. Los hermanos se encontraban sentados


en las largas mesas charlando y comiendo. Había risas en el aire y comida en sus
platos. Aunque fuera algo ruidoso, era lo esperado cuando alimentaba a una multitud
de este tamaño.

Ash se alejó de la puerta cuando Eban se acercó.

—¿Has visto a Tom? Stennis tropezó con él y Tom dejo caer su taza favorita.
Ésta se rompió y él salió corriendo.

Eban caminó hacia el gran cubo de basura en el centro de la cocina.

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—Sí, Tom está en el pasillo, caminando y murmurando que el comedor está
lleno de gente.

Eben sostenía en la mano un recogedor lleno. Tenía las piezas de una taza azul
y marrón, manchadas de suciedad y migas.

—Oh no, parece que está teniendo un ataque de pánico. Stennis estaba en su
forma de gárgola. Creo que la relación entre el choque y dejar caer la vieja taza de su
mamá, lo ha llevado al límite. Debería ir a hablar con él.

Ash observó como Eben dejaba caer la taza destrozada en el cubo. Las grandes
piezas resonaron en el cubo vacío. Ash, a menudo, veía como Tom llevaba esa a taza
a través del edificio. No se había dado cuenta de que era algo sentimental para él.
Siempre había pensado que era algo barato y un poco llamativo ya que la palabra
princesa estaba grabada en el exterior de la taza.

—No, yo velaré por él. Es mi pareja.

—¿Estás seguro? Sé cómo reacciona ante tu gárgola. —Ash sacudió la punta


de su cola como si fuera un gato enfadado y elevó una ceja. Sabía que Tom
reaccionaba mal a su forma de gárgola y no apreciaba el recordatorio. Eben levantó
las manos a modo de rendición con cara de sorpresa—. Estoy intentando ayudar.

Ash conocía la naturaleza tímida de Eben y que tuvo que reunir mucho valor
para poder hablar con Ash. Agradecía la preocupación de Eben hacia su aeternus, por
esa razón templó la voz. —Yo me encargo.

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Eben retrocedió y volvió al comedor. Ash miró abajo, hacia la taza en el cubo
antes de ir a por su aeternus. Tom le necesitaba, solo esperaba que le permitiera
ayudarle.

Tom seguía en el pasillo. Se había desplomado contra la pared cerca del


estudio de arte. Ash se acercó lentamente. No quería que se asustase más y alterarlo.
Él se deslizó lentamente y se sentó al lado de Tom. Se aseguró que su cola estuviera
alejada en vez de, entre él y Tom. No era necesario ponerle más difícil a Tom, el estar
a su lado, en esta forma. Tom le había preguntado por qué lo mimaba. Este era el por
qué.

—¿He de suponer que ya has oído lo que paso? —Tom tiro de un hilo de sus
pantalones. Ash alcanzó lentamente su mano y esperó. Cuando Tom no se apartó,
Ash la colocó sobre la de Tom y le dio un suave apretón.

—Lo que he visto es a mi aeternus viniendo a mí cuando necesitaba ayuda.


Cualquier otra cosa, es irrelevante.

Los bordes de la boca de Tom se elevaron formando una leve sonrisa. —Lo
hice. Sabía que si alguien podía ayudar a calmarme, ese serías tú.

—Gracias, eso significa mucho para mí. —El corazón de Ash tronó con la
admisión de Tom. No estaba seguro de que debería decirle, así que se sentó ahí y
sostuvo su mano en silencio. La declaración de Tom fue un bálsamo para su
maltratado espíritu y él se regocijó en ello. Ash estaba ansioso por que Tom
reconociera que eran aeternus y que se diera cuenta que él siempre lo ayudaría. No
esperaba que hubiera una relación formándose entre ellos, pero esto era un comienzo.

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—Sé que soy tu aeternus, no voy a negarlo. Pero también sé que no estoy bien,
psicológicamente.

Ash soltó la mano de Tom, y con el brazo rodeó su hombro, tirándole más
cerca y le dio un beso en su enderezado pelo. Se demoró inhalando el perfume de
Tom y sus productos para el pelo. —Lo entiendo. Sé que has sufrido muchos traumas
en el poco tiempo que nos conocemos.

—Los traumas vienen desde mucho antes.

Ash apretó a Tom aún más cerca y deslizó su mano por su pelo. Las suaves
hebras caían sobre su cuero cabelludo. Quería ayudar a Tom a recuperarse y a
construir una vida más feliz a su lado. Pero la pasta curativa no podía solucionar estos
problemas. Tom podía empezar de nuevo con Ash y construir una vida en la que
pudiese disfrutar. —Tal vez es hora de dejarlo atrás y pasar a otras cosas mejores y
más felices.

Tom se puso rígido junto a Ash. —¿Qué solo lo deje pasar? ¿Cómo no se me
había ocurrido eso? Por supuesto, simplemente dejaré de pensar en ser golpeado.
¡Dejaré de vacilar cuando la gente haga movimientos bruscos cerca de mí! —Tom se
puso en pie de un salto—. ¡Ash eres un genio! ¡Nunca pensé en seguir adelante!

—Tom, eso no es justo. Tienes que darte cuenta que sé que es más complicado
que eso.

—¿De verdad Ash? Quieres que salte en una relación contigo, pero no pareces
preocuparte por ayudarme a sanar.

—Estoy aquí ahora mismo, intentando apoyarte.


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—Eso es genial, pero no ayuda a curarme. —Tom gruñó mientras se giraba—.
Eres fuerte, guapo y sobresales sobre la multitud. No lo entenderías. Nunca has sido
amenazado. No vives con miedo, todos los días.

Tom se fue del pasillo. Ash oyó las puertas dobles de la cocina en la distancia.
Ash quería perseguirle, pero sabía que no serviría de nada. Tom no quería lo que le
estaba ofreciendo y no sabía que más podría darle.

Ash entró lentamente en la cocina. Miró dentro del cubo hacia los trozos
astillados de la taza de café de Tom. No podía entender porque una taza rota armaría
tanto alboroto. Cogió el trozo más grande y lo giró.

Ash sabía lo que eran las amenazas. Había vivido durante siglos. Había visto
cometer actos horribles contra sus hermanos. Estaba completamente vulnerable
durante varios días al mes. Si no tuviera este nido con gente que le protegía, podría
romperse en pedazos mientras se regeneraba. No siempre fue así, el tener a los
amigos y familia protegiéndole. La iglesia les ayudaba a esconderlos y a proteger a
las gárgolas de peligro, pero todavía estaba ahí fuera. Ninguna cantidad de
pegamento podría arreglar a Ash si fuera atacado durante la regeneración. Nada
podría traerlo de vuelta.

Si pudiera recomponer a Tom, lo haría. Mantendría unidas todas las piezas de


su vida hasta que el fuera capaz de hacerlo por sí mismo.

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CAPITULO 3

Tom avanzó por la calle, fuera de la iglesia. Estaba tan enfadado y frustrado. ¿Por
qué el destino enlazaría a Tom, que necesitaba mucha ayuda, con alguien que no
sabía cómo tratarlo? No tenía sentido. Al principio pensó que tener un hombre
religioso como compañero sería una buena idea. Alguien a quien muchos otros
buscaban por consejo. Alguien que era cariñoso y compasivo. Claro que Ash era todo
eso, pero no ayudaba a Tom en absoluto. Cada vez que estaba ahí para rescatarle
acababan peleándose. Ash lentamente intentaría congraciarse con Tom, para volver a
pelearse. Esto parecía suceder una y otra vez, diariamente.

Ash estaba intentando arreglar lo que estaba roto, pero ese no era el método
que funcionaba con Tom y sus maltratado corazón y cuerpo. Había empezado a
pensar que Ash solo lo quería como su aeternus para hacer lo que quisiera con él una
vez estuvieran enlazados. No estaba interesado en amar a Tom ni en ayudarle con sus
problemas. Seguramente estaría vigilándole por la noche y así, ayudaría a que Tom
durmiera, pero eso no servía de mucho. Solo era una venda en una herida abierta, un
agujero en el pecho de Tom.

Un fuerte ruido en un callejón, hizo que Tom saltara. Se giró hacia el estruendo
cuando una rata salió corriendo seguida de un gato callejero. Tom se apartó de su
camino y tropezó con una grieta en el pavimento y aterrizó en su trasero con un fuerte
golpe. Mirando alrededor se puso en pie.
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Tom miró a todos lados, tratando de orientarse. Mierda, se había perdido.
Retrocedió contra el edificio más cercano. Ni siquiera sabía en qué dirección había
venido. Él debería saberlo. Debería saber dónde estaba. No podía haber caminado tan
lejos de la iglesia. Tom miró al otro lado de la calle, estudiando el pequeño parque.
Ese parque estaba a varias cuadras de la iglesia. Había estado tan sumido en sus
pensamientos que había recorrido muchas más distancia de la que esperaba.

Mirando hacia la oscura ciudad, Tom supo que debía regresar a la iglesia
inmediatamente, mientras el pánico empezaba a asentarse lentamente. Acortar a
través del parque local era el camino más rápido. No era más que un parque, a una
cuadra de la ciudad, con un conjunto de árboles que normalmente eran invisibles, en
la claustrofóbica ciudad de New York, en la que, normalmente, solo se divisaban los
altos edificios. Varias pasarelas de ladrillo cruzaban el parque. Tom miró a los dos
lados de la desolada calle antes de entrar en el oscuro lugar. Era lo suficientemente
pequeño como para ver la salida al otro lado.

Caminó a gran velocidad a través de la calle. Sus ojos nunca se desviaron de la


farola que parpadeaba en la lejana entrada.

—¡Agh! —Tom cayó al suelo. Sus manos le picaron al golpear el cemento.


Miró abajo, estaba seguro de que había visto el camino despejado antes de pasar.

Detrás de él había un indigente vestido con ropas viejas. Porquería ensuciaba


su cara donde la barba no la cubría. Estaba agachado y avanzaba lentamente como
salido de una película de terror.

—Este es mi parque. Has sido muy considerado al dejarte caer por aquí.

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Tom rodó sobre su espalda e intentó sentarse. Su corazón se aceleraba y
ensordecía sus propios pensamientos. Lucho para expresar una respuesta. —Lo
siento. No me di cuenta de que el parque estuviera ocupado. Me iré.

El hombre dio otro paso hacia adelante y Tom retrocedió. Esto no podía estar
pasándole de nuevo. Otra vez no. Cada vez que salía de la iglesia era atacado o
amenazado. Estaba empezando a creer que el universo no quería que dejara la iglesia.
¿Tenía una diana colocada en su cabeza?

—¿Qué? —Tom se había concentrado en observar su entorno en busca de algo


con lo que defenderse y no había oído lo que el hombre dijo. Necesitaba prestar más
atención si quería salir de aquí vivo e ileso.

—Te pregunte ¿me das algo de dinero?

Tom meneó la cabeza. —No, no llevo nada encima. Todo está en mi


apartamento. —El extraño agarró la pierna de Tom, tirando de ellas, intentando
arrastrarlo por el suelo hasta los arbustos. La acera rasgó sus vaqueros, ciñéndolos
contra su cuerpo. Tom dio patadas y movió las piernas tratando de sacudir al extraño,
pero él no se movió. Con un último tirón, el hombre arrastro a Tom hacia la hierba y
lo sujetó. Tom se retorció contra su atacante intentado quitárselo de encima. Él se
había montado sobre sus piernas, atrapándolo.

—Te pones juguetón. Parece que quieres darme algo más en su lugar. —se
apoyó contra la sección media de Tom haciendo movimientos obscenos.

Tom sacudió violentamente la cabeza.

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—¡No, no! ¡Quítate de encima! —estrelló las manos contra el hombre que
parecía inmune a cualquier fuerza que Tom usara.

El chico se echó a reír usando su sonrisa dentada. —¿Quieres irte de aquí?


¡Pues claro que sí! —Él continúo presionándole, ignorando las protestas de Tom y
aumentando los golpes. Tom se balanceó y sacudió su cuerpo, esforzándose para que
el hombre continuara. Su respiración le fallaba mientras hiperventilaba.

El hombre hizo una pausa en su asalto cuando un fuerte golpe resonó detrás de
él. Más allá del hombro del indigente pude ver como Ash caía sobre las ramas del
árbol.

Ash había avanzado, de algún modo, hacia su forma completa de gárgola. Él


pánico creció cuando vio al carnero que tanto odiaba y amaba. Los atributos del
animal combinados con las alas y cola de gárgola le hacían un temible demonio. Sus
cuernos redondeados se enroscaban alrededor de sus orejas. El ensanchamiento de
sus fosas nasales era más evidente con su amplia nariz. Ash era un horror y una
fuerza de la que Tom no sería capaz de defenderse si alguna vez tuviera que hacerlo.
Ash acechó a su presa moviéndose hacia la escena con determinación.

Con su mano músculosa, Ash apartó al hombre de encima de Tom y lo tiró


hacia un lado sin mirar. Los ojos de Ash nunca dejaron de observar a Tom. Tom vio
como el hombre se estrellaba contra el tronco de un árbol. Un fuerte crac resonó en el
espacio cerrado. Al principió, pensó que el árbol debió haberse roto por el impacto.
Pero cuando miró más detenidamente, vio como la cara del hombre se estremecía
antes de caer al suelo, flácido. El crac había sido su cuello o espalda, y ahora estaba
muerto. Ash deslizó el pie hacia adelante, acercándose lentamente a Tom.
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—¡No me toques! —Tom se puso en pie y corrió a través del parque, dándole
la espalda a Ash. Los neumáticos chirriaron cuando un coche patinó y se detuvo.
Tom se quedó inmóvil momentáneamente. Golpeó el capó del coche antes de correr
hacia la acera, y salió apresurarse hacia su santuario en la iglesia. Tenía que volver a
su habitación. La iglesia era donde debía estar. Era el único lugar en el que estaba a
salvo. Nunca debió haber salido de allí. Cada vez que lo hacía era castigado.

Tom entro disparado por las puertas y echó el cierre metálico. Los pulmones le
ardían y su corazón latía contra las costillas. Tom pasó rápido a través de los hombres
que le llamaban y subió corriendo hacia su pequeña habitación. Una vez dentro,
estaría a salvo. Nadie le atacaría en su habitación. Tom se subió a la cama y enrolló la
manta alrededor de sus hombros mientras se arrastraba hasta la cabecera. Con la
espalda apoyada contra la pared podía verlo todo. Sabría si alguien venia a atacarle.

—¿Tom? Tom ¿Estás ahí? —Ash le llamaba desde el pasillo. Su voz más
aguada, sonaba realmente aterradora. A Tom no podía importarle menos los miedos
de Ash cuando él estaba a punto de romperse. Ash estaba cada vez más aterrado y lo
único que conseguí con eso era asustar más a Tom. Empezó a gritar antes de que Ash
tuviera la oportunidad de llegar hasta él. —¡Quédate lejos de mí! ¡Mataste a un
hombre! ¡No dejaré que te acerque a mí!

Ash abrió la puerta, golpeando la pared y haciendo que las pinturas cayeran al
suelo. Tom gritó pidiendo ayuda con la esperanza que alguien oyera la conmoción.

—¿Qué me mantenga alejado? ¡Soy el que te protegió! —La voz de Ash tronó
a través del pequeño apartamento. Tom se empujó contra la pared, deseando
enterrarse en ella.
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—¿Qué está pasando aquí? —Mason entró en la habitación y puso la mano en
el hombro de Ash. Este se detuvo. Su forma pareció encogerse cuando cambió su
postura a otra menos imponente.

Tom levanto su mano temblorosa y señaló a Ash —¡Mato a un hombre! Le


arrojó a través del parque, contra un árbol.

—Ash ¿Es verdad?

—Un criminal ha muerto. No me arrepiento de mis actos.

Mason dejó caer la mano del hombro de Ash. —Necesitas aprender a


controlarte. Tú atacaste de nuevo y no pensaste en las consecuencias. Un hombre ha
muerto.

—¿Debí haberle dejado que violara a Tom? ¿Qué le mancillara?

Mason gruñó a Ash —No seas obstinado.

Mason miró fijamente a Ash durante un rato. Se quedó callado lo suficiente


para que los hombros de Ash no se elevaran por su respiración agitada, y el corazón
de Tom empezó a latir a un ritmo más lento. Mason miró a Ash como si le estuviera
hablando mentalmente. Se decían algo, pero Tom no podía oírlo. Se comunicaban a
través de pequeñas contracciones en la cara de Mason y de la intensidad de su furiosa
mirada. Esto era mucho más, que una relación entre líder y asistente, y Tom se daba
cuenta ahora. —¿Tienes que hacerte siempre el mártir Ash? Estás convirtiendo esto
en algo sobre ti, en lugar de considerar las atrocidades que Tom ha sufrido. —Mason
se alejó para colocarse entre ambos. Tom se sintió acorralado pero protegido.

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—He pensado mucho en cómo decirte esto. Tienes que practicar tu autocontrol.
Además te has vuelto más cínico con el paso del tiempo. Esa es la razón de que Tom
sea tu aeternus. Te obligará a aprender a controlarte y a suavizarte de nuevo, o lo
perderás para siempre.

—¿Perderle para siempre? ¡Le salve la vida esta noche!

—Es cierto que salvaste la vida de Tom pero ¿Eres parte de ella? Tom no te
permitirá acercarte a él. —Mason hizo un gesto con la mano hacia atrás, señalando a
Tom que estaba temblando contra la pared.

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CAPITULO 4

Ash no se quedaría aquí de pie escuchando esto. No le gustaba ser reprendido delante
de su ingrato aeternus y de sus entrometidos hermanos, que habían venido a escuchar
el sermón de Mason. Mason no sabía lo que decía. Tom tenía suerte de que Ash
hubiera ido, una vez más, a salvarle. Salió de la habitación de Tom y se dirigió hacia
la suya.

—Puedes huir, pero voy a seguirte Ash.

Ash giró bruscamente haciendo que Mason tropezará contra él. —¿Para qué?
¿Para recordarme el rechazo de mi aeternus?

—¿Cómo has llegado a esta edad y aún no ser capaz de interactuar con los que
te rodean?

Ash resopló por la ridícula pregunta. Su trabajo era esculpir y escuchar a los
hermanos despotricar sobre su vida a diario. La interacción con forasteros y feligreses
estaba fuera de sus funciones. —Lo que sea, padre Abbot Mason. —Ash usó su
nombre honorífico y asintió con la cabeza burlándose con su reverencia. Ash no
había elegido a Mason como decano, y a menudo se golpeaban la cabeza a causa de
su obstinación. Ash había recibido su cargo cuando Mason pidió la creación de la
iglesia. A él se le informó que debía aprender bajo el mando de Mason, pero hasta
ahora solo se sentía como si estuviera siendo acosado.

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Después de un vivir un año en la ciudad ayudando a construir la Orden, Ash
sentía como si se le delegaran las tareas más simples porque Mason no confiaba en él
para lo más importante.

—Antes de poder ayudar a tu aeternus, necesitar ayudarte a ti mismo. Es


necesario que aprendas paciencia y compostura. Estas casi en tu etapa de solidez.
Utilízalo. El estancamiento es un tiempo para regenerarnos tanto física como
mentalmente. Nos enseña la quietud. Es algo que te falta mucho Ash.

—¡Odio la estasis!¡Es un tiempo perdido!¡Tiempo que podría estar


aprovechando!

—Descansar no es perder el tiempo. —Mason suspiró y colocó las manos en


las caderas. Ash pudo ver que intentaba recobrar la compostura, pero Ash no ni si
quiera se lo planteaba.

—En todas la religiones se descansa y se medita. Es algo sagrado. Incluso este


país, al que ahora llamamos casa, se aferra a seis días de trabajo y uno de diversión y
descanso. Te estás perdiendo todo lo bueno que tiene el descanso y el silencio.

Ash lanzó las manos al aire, antes de girarse para dejar a Mason. Pero como
esperaba, él tenía algo más que decir. —Ash, para.

Resignado a escuchar el último de sus argumentos, Ash se volvió hacia su


superior.

—¿Sí, padre Abbot Mason?

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—Tal vez deberías trabajar hacia el alivio de la regeneración en lugar de mirar
hacia la liberación que tendrá lugar tres días después. Ese tiempo nos permite
enfocarnos y volver a centrarnos. No es solo para que tu cuerpo cure su desgaste, si
no que también es para que tu mente haga frente al estrés y organice la información.
¿Nunca te habías dado cuenta que sales con la capacidad de resolver los problemas a
los que antes no les encontrabas solución?

Mason le tenía tenia ahí. Ash nunca lo había considerado. La regeneración era
solo una parte de su existencia y él la odiaba. Cuando se liberaba, Ash siempre había
vuelto a atacar los problemas que tenía sin resolver. Éstos nunca parecían tan
confusos como antes de que se convirtiera en piedra, y jamás se había preguntado por
qué.

Sin embargo, no quería seguir escuchando las verídicas palabras de Mason, así
que se giró. Necesitaba ir a algún lugar de la iglesia para lamerse las heridas. Era
tarde, y los hermanos que no estaban en fase gárgola, deberían estar en la cama. La
biblioteca le permitiría sentarse en silencio sin que los insectos zumbasen en sus
oídos como pasaba en el jardín.

Ash bajó las escaleras y entro enfurecido en la biblioteca sólo para tropezarse
con Marl, que estaba sentado, con las piernas cruzadas, en el suelo. —¿Qué estás
haciendo aquí? ¿No deberías estar en la cama como el resto de los hermanos?

—Estaba meditando hasta que un idiota cayó sobre mí. Es algo relajante y
pacifico. Tal vez quieras intentarlo.

—No necesito que tú me juzgues Marl, otros ya se han encargado de ello.

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Marl se quedó sentado, pero alzó las manos. —Whoa. No te estoy juzgando.
Me conoces mejor que eso. Siéntate y dime que es lo que pasa.

Ash miró a Marl. Marl actuaba como consejero las pocas veces en que Ash o
Mason no estaban disponibles. A diferencia de otras gárgolas jóvenes, había optado
por ir a la universidad antes de entrar en el ministerio. Continuo sus estudios hasta
sacarse el doctorado y al final estudió psiquiatría. Era muy útil para aconsejar a los
asistentes de la iglesia o para ayudar a personas con estrés, pero Ash era mucho
mayor y sentía que el joven fraile tenía muy poca experiencia para ofrecerle.

A pesar de que los otros hermanos hablaban muy bien de Marl, su actitud
relajada le volvía loco. Sus creencias religiosas no eran contrarias a la Orden de
piedra, ya que la Orden no seguía ninguna religión formal. Pero las prácticas budistas
de Marl se salían de las prácticas normales de los otros frailes. Ash, sin embargo,
estaba desesperado, por lo que pasó por alto la supuesta indiferencia de Marl y siguió
hacia adelante.

—Bien. Tengo problemas con Tom. Salió a pasear esta noche y ha vuelto a ser
atacado.

La cara de Marl palideció. —¿Está bien?

—¡Sí, gracias a mí! Me deshice del atacante. —Ash estaba orgulloso de contar,
una vez más, que protegió a su aeternus.

—Ash eso suena a que hiciste un buen trabajo, pero no significa que esté bien.
Dado su historial, esto podría producir una recaída en su estado paranoico y llevarlo
de nuevo a recuperación.

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—Bueno, es cierto que está recayendo. No deja que me acerque. ¡Cómo si
alguna vez fuera a hacerle daño! —Ash golpeó su pecho con el puño. Nunca sería
capaz de ponerle un dedo encima a su aeternus. La idea de que Tom lo hubiera
considerado, era insultante.

Marl asintió con la cabeza. Él había visto a Tom rechazarle muchas veces. —
Eso es porque estás en forma de gárgola.

—No, él dijo que era porque mate al atacante. —Ash, pensó por un momento,
que había visto estremecerse a Marl, pero había que reconocerle, que recobró la
compostura con la misma rapidez.

—Ash, realmente deberíamos programar un día para hablar de todo esto. Estás
tratando este asunto de forma muy despreocupada. Me inquieta que estés tomando la
muerte del atacante tan a la ligera.

Y aquí estaba la mierda de pseudo-ciencia que Ash quería evitar.

—Estoy hablando en serio Ash. Lo dices tan tranquilamente, como si


estuvieras cruzando la calle o sacando la basura.

—Eso es porque estaba atacando a mi aeternus. Lo tiré y el murió cuando su


cuerpo se estrelló contra un árbol. No lo hice intencionadamente. —Ash miró hacia
Marl esperando algún reconocimiento antes de continuar. No le gustaba matar a
nadie, pero si se trataba de proteger a su familia, lo haría. Mar hizo un gesto para que
siguiera, así que lo hizo—. Ahora me encantaría ayudar a Tom, pero él no me deja
acercarme.

—¡Eso es genial! Quiero decir, el que quieras ayudarle. ¿Qué planeas hacer?
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—Primero le diría que debería tener cuidado de a dónde va y con quien habla.
Le daría un espray de pimienta y le preguntaría si quiere aprender a defenderse. —
Marl empezó a fruncir el ceño y sacudir la cabeza. Ash le gruñó. —¡Qué!

—Estoy seguro de que tienes las mejores intenciones, pero tienes que dejar de
culpar a Tom. Lo que pasó no fue culpa suya.

—Pero si no…

—¡No! —Marl se puso de pie de un salto y se encaró con Ash. Su cuerpo


temblaba mientras hablaba—. Nunca es culpa de las víctimas. Cuando dices no es
que no. Tom, puede caminar por la calle desnudo y eso no significa que quisiera ser
violado. Esto no es discutible.

Ash retrocedió lejos de Marl, el psiquiatra apacible fue sustituido por un


hombre endurecido que había experimentado algo oscuro. Marl cerró los ojos y
exhalo lentamente. Cuando volvió a mirar hacia Ash, había vuelto a su antiguo y
apacible ser.

Marl miró a Ash de arriba abajo antes de continuar. —Déjame poner algo Zen
en ti. Cuando se trate de Tom, vive el momento. No lo fuerces o le cambies, tan solo
acéptalo.

Marl regresó a la posición inicial en la alfombra. Cerró los ojos y empezó a


tararear suavemente. Ash supuso que la discusión había terminado, así que se giró en
silencio y salió por la puerta.

Vivir el momento. Solo vivirlo. El no quería vivirlo, quería crearlo. Lo que


Marl le estaba diciendo es que Tom necesitaba llevarle la contraria a Ash.
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Sin embargo coincidía con lo que Mason había dicho antes. Ash tenía muy
poca paciencia. Tras años de luchar contra la peor escoria, fue invadido por un
cinismo con el que ha estado cargando la mayor parte de su existencia. Quitando los
esporádicos momentos en la sala de arte, él apenas tenía alegría en su vida.

Ash subió las escaleras hasta la habitación de Tom. El sacudió la capa de


piedra de su brazo. Quedaban apenas cuatro o cinco horas para que se convirtiera en
roca. Había forzado sus alas, para que salieran antes y poder seguir a Tom, lo que
aceleró también su cambio. Pronto sus pies se sentirían más pesados cada vez que los
moviera. No podía solidificarse sin intentar reparar el daño que le había causado a
Tom.

Llamó suavemente a la puerta. —Tom, soy Ash venía a disculparme ¿Puedo


entrar?

Ash esperó, quería entrar, pero se resistió. Tenía que hacerlo al modo de Tom.
La puerta se abrió y unos ojos rojos lo miraron fijamente. —¿Qué quieres Ash?

Él tragó saliva mientras miraba a su aeternus. Tenía la ropa desaliñada. Sus


ojos estaban tan hinchados que parecían cerrados. Ash luchó contra el impulso de
tirarlo a sus brazos y protegerlo. Esto no iba de lo que Ash quería hacer. —Quiero
estar ahí para cualquier cosa o en cualquier lugar que me necesites.

Tom se derrumbó en los brazos de Ash. Él se apresura a cogerlo, antes de que


Tom cayera al suelo. Lo levanto e sus brazos y cerró la puerta con el pie. Miró hacia
el sofá y luego a la cama, no intentaba presionarlo, por lo que decidió ir hacia el
estrecho sofá.

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—Los pañuelos están en mi cama.

—Voy a buscarlos. —Ash empezó a posar a Tom en el sofá pero él echo los
brazos alrededor de su cuello.

—No. Quiero acostarme en la cama. Por favor.

—Ya te dije que haré lo que me pidas. —En contra de su mejor juicio, Ash
caminó con Tom hacia la cama. Le acostó antes de sentarse a su lado. Tom se
encogió cerca de él y se puso la manta sobre los hombros.

Ash esperó a que Tom le dijera algo, que le diera alguna orden, pero se quedó
ahí tumbado sosteniendo la manta con una mano, y con la otra agarraba la mano de
Ash. Sentía como si estuviera perdiendo el tiempo cuando podría estarle dando
consejos o clases de autodefensa. Pero no dijo nada. Ni le acarició el pelo ni la
espalda. Se quedó ahí sujetando su mano. La respiración de Tom se ralentizó lo
suficiente como para que Ash se agachara y comprobara si se había dormido.

Los ojos de Tom se abrieron y sonrió. —No estoy dormido, solo muy
tranquilo. Gracias.

Ash sonrió mientras su corazón palpitaba como respuesta por tener a Tom tan
cerca. Esta era, posiblemente, la primera vez que experimentaba, un hermoso
momento de intimidad con su aeternus.

—¿Por qué?

Tom se incorporó y apoyando la mano en el hombro de Ash sacudió una roca.

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—Por sentarte conmigo. Sé que no es fácil para ti sentarte así. Pero era lo que
realmente necesitaba. Puedo pedirle a alguien que me haga un favor. Pero quedarme
aquí sentado pareciendo vulnerable, es algo que permito que vean solo algunos
pocos. Así que gracias.

El corazón de Ash se hinchaba con orgullo. Él era uno de los pocos que podían
ver a Tom en su estado más vulnerable. Era como si Tom estuviera en su estado de
roca y Ash estuviera vigilándole y protegiéndole. Si no hubiera esperado para entrar
en la habitación se habría perdido esto.

—Tienes que irte ¿verdad?

Ash frunció el ceño. Podía sentir su cuerpo cada vez más pesado, como si
hubiera un lodo invisible dentro de él y le inmovilizara. —No queda mucho tiempo
para que me petrifique. Lamento no poder quedarme.

—Lo sé. Tú no tienes la culpa.

Ash se levantó y caminó hacia la puerta. Esta vez estaba preocupado de dejar a
Tom. Ash había estado allí cada vez que necesitaba ser rescatado, y si se iba ahora no
había nadie que cuidara de Tom.

—Hey, ¿Ash?

Ash se giró mientras Tom corría hacia él, y poniendo la mano en su cuello tiró
del hombre más grade hacia abajo para acercarle más. Con suavidad apretó sus labios
contra los de Ash. Ash tenía apretados los puños. Quería abrazar a Tom. Quería
devastarlo y presionarlo con su cuerpo sobre la cama.

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Pero este beso debería ser al ritmo de Tom, así que Ash se contuvo. Tom se
retiró y él se esforzó por abrir sus pesados parpados. —Bésame Ash.

Ese fue un deseo que Ash estaba más que encantado de cumplir. Pasó los dedos
por los mechones de pelo en la base de la nuca de Tom y se inclinó para besarle. Los
labios de Tom se sentían suaves contra los suyos, y por un momento se preguntó si
los suyos estarían hiriendo a Tom, pero el gemido le hizo saber que no había daño
alguno. Ash lentamente deslizó la mano desde el brazo de Tom a su espalda y fue
bajando. Quería sentir la respuesta de él por cada uno de sus lentos movimientos.
Ante el primer temblor, que fuera de miedo o inquietud en lugar de lujuria, Ash se
detendría. Tom presionó su pecho contra Ash y se agarró a sus hombros. Esta vez
cuando se separaron, era Tom el que luchaba por abrir los ojos.

—Te amo, mi aeternus. —Ash quiso decirle a Tom que se mantuviera a salvo o
que se quedara en su habitación mientras el hibernaba, pero se guardó sus súplicas.
Salió de la habitación de Tom y corrió hacia el tejado. Él tomo su lugar con a tan solo
unos minutos del final de su tiempo. Su mente estaba inundada de pensamientos
como podría ser el estar con su Tom.

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CAPITULO 5

Tom se despertó de otro irregular sueño nocturno. La última vez que Ash estuvo en
su regeneración, Tom también había tenido dificultades para dormir. Quería una
buena noche de sueño, pero sabía que no la tendría hasta que Ash saliera de su letargo
al final del día. Debería habérselo esperado, especialmente después de haber recibido
otro ataque. Tom se estremeció. Estaba muy cansado de esta mierda. No sabía porque
seguía siendo elegido. Era como si un gigantesco ojo de buey estuviera en su frente.
Tenía que haber alguna forma de deshacerse de ello.

Tom salió de la cama y se dirigió a la ducha. Debido a que Ash era su aeternus,
sabía lo que significaba. Él y Ash estaban destinados a estar juntos. Se suponía que
Ash sería el hombre perfecto para Tom y viceversa. La decisión para elegir de quien
se enamoraba le había sido robada. Claro que podría luchar contra la atracción que
sentía por Ash, pero hacerlo era más difícil cada vez que le miraba. Tal vez eso era lo
mejor, ya que cada decisión que había tomado por su cuenta había terminado en un
desastre. Apenas era capaz de arreglárselas como camarero, por lo que no lograba
conseguir más turnos.

No fue hasta que empezó a trabajar en la iglesia que Tom fue capaz de ahorrar
algunos dólares. Este trabajo era lo mejor que le había pasado. De hecho, cada vez
que salía de la iglesia era atacado. Sólo servía para recordarle que aquí es donde
debería estar y que no debería vagar por ahí fuera.
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Dejar que el destino haga las elecciones por él, sería la mejor opción. Después
de todo el destino le dio al hombre más extraordinariamente guapo…. O gárgola…
Lo que sea. Tom deseaba al hombre cada vez que lo veía, incluso con su túnica
mugrienta. Ésta le daba un aire prohibido. La primera vez que había visto a Ash con
el hábito, se había preguntado si estaría desnudo debajo de él. A pesar de todo lo que
le había experimentado en su vida, Incluso ahora, ese pensamiento, producía en Tom
una respuesta física.

La polla de Tom estaba dura y palpitante mientras agua caliente golpeaba su


piel. Vertió un poco de jabón en las manos y se agachó para cubrir sus bolas. Las
estiró fuerte con sus manos. Las rodó ligeramente y las apretó de una en una,
imaginándose que eran las manos de Ash en lugar de las suyas las que las tocaban.
Quería que Ash se arrodillara y adorara su miembro. Ash enrollaría sus bolas y las
succionaría antes de chupar todo el camino hasta la cabeza de la polla. Los labios de
Ash eran suaves y húmedos. Sería delicado en su asalto pero exigiría que Tom le
entregase su semilla.

Tom gimió cuando se imaginó a Ash complaciéndole. El culo de Tom se apretó


deseando, que se hubiera acostado con Ash, aunque solo fuera una vez. Hacía meses
que no tenía relaciones sexuales Ash siempre agitaba su sangre hasta el estado febril.
Cuando veía a Ash, en forma completamente humana, Tom quería rogarle que lo
follara. Pero considerando que él no era solo humano… Lo mantenía en un conflicto.
Pero en este momento, Tom, quería que Ash lo llenara.

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Tom se giró hacia el estante de la ducha y cogió el consolador y el lubricante
impermeable. Dejar los juguetes en la ducha era algo que Tom hacía mucho antes de
que se mudara a la iglesia. Pero desde que llegó aquí habían tenido mucho más uso.
Tom lubricó su juguete y lo dejó en el estante. Se estiró con el lubricante de los
dedos. Empezó con dos. Había estado jugando consigo mismo casi todos los días
mientras pensaba en el duro cuerpo de Ash y en su gruesa polla.

Dos dedos se transformaron en tres, y Tom temblaba por más. Cogió el


consolador de la estantería y se estiro hasta que llego por detrás. Cerrando los ojos
pudo sentir las manos de Ash en sus caderas. Sentía su polla apretar contra su puerta
trasera. Lentamente, el consolador se deslizó hacia dentro y Tom gritó. Bombeó el eje
grueso dentro de sí, prestando atención a su próstata, golpeándola repetidamente.
Tom apoyó una mano en la pared mientras sus piernas temblaban y el pre-semen caía
gota a gota sobre el suelo de la ducha.

Cerró los ojos y se concentró en la visión de tener a Ash por detrás. Él se


empujaba gruñendo con fuerza. Echó el culo hacia afuera para encontrarse con los
empujes de su amante imaginario. Quería sentir los golpes de Ash y usarlos para
encontrar alivio. Una y otra vez Ash se clavaba. Se imaginó lo que a Ash le gustaría
ver cuando se corriera. Como las venas de su cuello se apretarían y tensarían bajo su
piel. Sus ojos fuertemente cerrados por debajo de su frente, y sus labios apretados
mientras se concentraba en su liberación. Como apretaría la mandíbula mientras su
esperma saldría a borbotones dentro del preparado y hambriento canal de Tom.

Tom se agarró la polla y la acarició frenéticamente. Necesitaba unirse a Ash en


su liberación. En su mente, la mano de Ash acariciaba la suya.

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Tom retorció la mano sobre la cabeza de su polla. Y presionó el dedo en el
conjunto de nervios de su punta. Como si apretase un interruptor, su carga fue
liberada. Se estremeció mientras se vaciaba en el suelo de fibra de vidrio. Los
temblores sacudían su cuerpo mientras descendía de las alturas. Sería genial si
pudiera ser así con Ash en la vida real.

Tom terminó su ducha. Hoy no tenía nada que hacer. No había nada
programado en la cocina y su mejor amigo estaba ocupado con el trabajo. No había
pensado planear nada. Esperaba no haberse despertado hasta más tarde, ya que
apenas había pegado ojo las otras noches, pero no había dormido mucho. Necesitaba
encontrar algo en lo que ocupar su tiempo.

Anduvo por los pasillos del monasterio. En el tiempo que llevaba aquí, había
aprendido que los artículos decorativos habían sido hechos por miembros de la orden
o por alguno de sus familiares. Tom encontraba algunas de las piezas intrigantes, y
vagaba como si estuviera visitando un museo. Cada vez que se fijaba en una pieza,
notaba una nueva complejidad de la que no se había percatado antes.

A Tom le gustaban especialmente las esculturas que sabía que eran una
creación de Ash. Este nunca había hablado con él sobre su arte, ni siquiera antes de
que se enterara que existían las gárgolas. Había una pieza en particular que a Tom le
encantaría coger y llevársela a su cuarto. Era tan solo un simple jarrón, pero a él le
encantaba. Ash había coloreado el exterior con azules y verdes y había envuelto la
superficie con relieves de vides y hojas.

Entonces Ash hizo algo completamente inesperado.

Rompió el florero.
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En lugar de tirar la cerámica destrozada, la unió utilizando oro fundido como
pasta para repararlo. Ahora el oro brillaba como rallos de sol sobre la superficie del
jarrón. Tom aprendió que se trataba de un antiguo arte japonés denominado Kintsugi.
Si solo Ash pudiera hacer lo mismo con Tom. Coger su vida y pegarla toda de nuevo.
Para que así fuera más bonito, valioso, y no un desecho de una tienda barata, que era
en lo que estaba destinado a convertirse.

Tom caminó por el pasillo principal hasta el auditorio. Zigzagueaba por el


camino, alrededor del edificio, quería perder tanto tiempo como le fuera posible. Al
pasar por la oficina de Mason, oyó la conversación que provenía del interior. Terran
se había aventurado desde la cocina para discutir los asuntos con Mason. Tom sabía
que esta era su reunión semanal. Había aprendido mucho en el tiempo que llevaba
haciendo las tareas de la cocina. Nunca le había expuesto sus ideas a Terran o a
cualquier otro trabajador de la cocina, pero pensaba que hoy, tal vez, debería hacerlo.
Tom golpeó el marco de la puerta abierta.

—Disculpe.

Mason se puso en pie e indicó a Tom, con la mano, que entrara. Terran se
quedó sentado pero también saludó a Tom sonriendo. Tom le devolvió la expresión.
Mason siempre actuaba como si el que llegara una persona a la habitación fuera un
gran evento. Hacía que la gente se sintiera bienvenida y a menudo saludaba con un
abrazo. Tom no podía entender que hubiera alguien al que no le gustara Mason,
excepto Ash. Éste parecía chocar la cabeza con todo el mundo, incluyendo a su
propio aeternus.

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Incluso cuando Mason estaba ocupado, se tomaba su tiempo para despedir a la
persona y encontrar otro momento en el que pudieran hablar, a diferencia de Ash que
siempre atropellaba a quien fuera cuando tenía algún deber.

—Hola Tom ¿Puedo ayudarte en algo?

—Perdón por interrumpir. Estaba oyendo a Terran hablar sobre las órdenes
semanales y tuve una idea que quería compartir.

Terran miró de reojo a Tom. No le gustaban las interrupciones, le gustaba


seguir un horario. Si llegaba cinco minutos antes, Terra se retrasaba. Era muy bueno
para el trabajo, sin embargo, le hacía un tiquismiquis en la vida cotidiana. Pero no
iba a disuadir a Tom. Él se sentía obligado a ofrecer y contribuir con más en la
iglesia. Después de todo esta era su casa ahora.

—Es posible que no te hayas dado cuenta de esto pero puedes pedir productos
de Bailey Farmas.1 Están ubicados sobre el puente de Jersey pero vienen por aquí dos
veces por semana. Las verduras son de temporada y muy baratas. Pedíamos ahí
cuando trabajaba en el restaurante Cherry.

Mason le dio las gracias a Tom por la información pero Terran continúo
callado. Sintió que el coraje le recorría por dentro. No se había sentido seguro de sí
mismo en mucho tiempo.

Más del que quería admitir. Había estado tan asustado últimamente y con esta
explosión de confianza se sentía poderoso. Así que continuó.

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1
Se deja en ingles por ser el nombre de un negocio.

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—También sé, que tenemos el máximo cuidado para cocinar solo lo que
necesitamos. Pero si tenemos sobras, podemos donarlos a algunos refugios locales
para gente sin hogar. Hay uno que acepta donaciones sin hacer muchas preguntas. Lo
sé porque me quedé allí. —Tom vaciló y bufó cuando noto la expresión en la cara de
Mason. Ahora que conocía a Mason, sabía que podría haberse quedado aquí. Él
nunca lo habría rechazado—. Eso fue hace como un millón de años, así que no hace
falta que te preocupes por ello.

Por supuesto, fue traumático en ese momento. Por ese entonces, Tom aprendió
mucho de sí mismo, y no quería que los hermanos se preocuparan por eso.

—¡Donaciones! —Mason parecía encantado con la idea—. ¡Me alegro de que


me lo hayas recordado! Terran, se que has estado ocupado, pero ese era uno de
nuestros proyectos a largo plazo. Probablemente deberíamos poner eso como
prioritario. Será más fácil cocinar comida extra con la nueva ayuda en la cocina. —
Mason palmeó el hombro de Tom—. Por qué planeas quedarte ¿no?

Tom sonrió. Se sentía muy bien acogido, incluso por Mason. De hecho, se
sentía bien acogido por todos los hombres de la iglesia. Eso fue hasta que miró hacia
Terran. Su rostro parecía ligeramente dolido. Tom no quería pasar sobre él. Su
objetivo no era dañar al hombre que le había hecho sentir tan cómodo en la cocina.
Mason siguió la línea de visión de Tom.

—Terran estás muy callado ¿va todo bien? —Mason se acercó hasta él, pero
Tom desearía haberse quedado a su lado para protegerle de la posible ira de Terran.
Intentó tragar, pero su garganta se bloqueaba por su lengua seca. Dio un paso atrás,
para protegerse de la avalancha de comentarios que llegarían.
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—No puedo creer que me haya olvidado de la donación de alimentos.

Tom observó lo que él pensaba que sería una explosión de ira convertirse en
gimoteos. Tom llevaba meses tratando con Terran, pero después de todo lo que había
sucedido, se encontraba constantemente en el borde. Siempre tenía miedo. Sin
embargo, no debería haberse asustado de Terran. Él era un santo. No un santo literal,
pero podía haberlo sido. Ahora se preguntaba si esta iglesia tenía santos. Si su
cerebro empezaba a soñar despierto, esto quería decir que estaba empezando a
regresar al camino que le llevaría a su antiguo yo. Tom se reprendió. Estate atento.

—¡Mierda! He estado demasiado ocupado dirigiendo la cocina, reduciendo


costes e intentando ser un buen administrador. No puedo creer que haya descuidado
ese proyecto. Era una de las razones por las que quise mudarme.

Tom se sintió fatal por hacer que Terran se flagelara. No había pensado en eso.
Mason se sentó enseguida a su lado e intentó consolarlo.

—Terran ¡No, no! No te culpes a ti mismo. Yo soy igual de responsable, si no


más. Todo este monasterio y sus ministerios son mi responsabilidad.

Tom no estaba seguro de lo que podía decir para consolar a Terran. Observó
como Terran se limpiaba la cara y ponía la espalda recta. Paso de llorar a parecer
decidido en un segundo. Abrió el cuaderno y se colocó en una página limpia. Tom
observó como encabezaba la hoja con “comida para indigentes” antes de dirigirse a
Tom.

—Tom, me alegro de que estés aquí ¿Quién sabe cuánto tiempo nos
hubiéramos olvidado de esto?

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Tom se hinchó de orgullo. Le necesitaban. Estaban agradecidos por su
aportación. Aquí es donde el pertenecía. Estaba destinado a estar aquí y también
significaba que estaba destinado a estar con Ash.

¿Cómo podía Tom ver más allá de la gárgola de Ash? Las otras gárgolas no le
molestaban. Algunos eran verdaderamente más aterradores cuando estaban en su otra
forma. Sus animales eran más temibles. Ash era sólo un carnero. Tenía cuernos y la
nariz ensanchada. Las grandes protuberancias enroscadas le hacían parecer más un
demonio que un animal. Eso alentaba el aspecto terrorífico que proyectaba. También
era poderoso, cada músculo, definido y abultado.

—Tom ¿Tienes alguna otra idea que quieras compartir? Has estado en la
ciudad mucho más tiempo que nosotros.

Tom se alegró de no haber desvestido a Ash con la mente en ese momento. Se


aclaró la garganta, intentando ganar unos segundos, antes de contestar. —Realmente
no puedo pensar en nada útil en este momento. Tal vez ayudaría si me hicieras una
pregunta específica.

Terran cerró su libreta y se puso de pie. Parecía bastante abatido, tenía los
hombros caídos y sus ojos enrojecidos. A Tom lo que gustaba hacer, que la gente que
le importaba, se sintiera como una mierda. No sabía que decir para hacer sentir mejor
a Terran. Tom pretendía hacer de este lugar, su hogar. Quería construir relaciones con
los hombres que había aquí, no humillarlos.

—Terran, lo siento. No quería molestarte. —Las palabras sonaban cojas en sus


oídos, pero Tom no tenía nada más para ofrecerle.

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Quería decir algo florido e intimo, pero no salía nada de su lengua. Había
intentado explicarse mejor, pero Terran sacudió la cabeza. Suavemente, Terran posó
su mano en el hombro de Tom. Él quería irse, pero la acción le hizo cuadrarse y mirar
directamente a los ojos de Terran. —Tom, no te preocupes, esto es cosa mía. Estoy
agradecido de que hayas dicho algo. De verdad que lo estoy.

Tom observó la forma de Terran mientras se marchaba. Se sentía obligado a


correr detrás de él y hacer las cosas bien, para que Terran supiera que las cosas que
hacía por la iglesia marcaban la diferencia.

—Nadie es más duro con Terran que él mismo. No puedes hacer nada para
alentarlo.

Mason estaba, una vez más, sentado detrás de su escritorio. Señaló la silla al
otro lado de la mesa para que Tom se sentara. —Quiero hacer amigos aquí, no
pisarles los dedos a todos.

—Estás haciendo amigos. Todo el mundo que trabaja contigo de cosas buenas
de ti.

Tom sonrió. Por lo general no tenía dificultades para hacer amigos. Estaba
fuera y feliz. Era más alto que la mayoría, pero su delgada estatura hacía que sus
cinco once parecieran menos intimidantes. También tenía buena apariencia. No era
por alardear, pero había recibido suficientes bebidas gratis como para saber que la
genética le había bendecido.

—¿Hay algo más sobre lo que quieras hablarme? —Mason formulo la pregunta
de forma distraída mientras colocaba objetos en su escritorio.

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—Quiero quedarme aquí.

—Puedes estar aquí todo el tiempo que quieras.

—¿Cómo funciona? Si me quedo aquí ¿Tengo que unirme a la iglesia?

—¿Quieres unirte a la Orden?

Esa era la verdadera cuestión. Tom no estaba seguro. Cada vez que salía de la
iglesia se sentía inseguro. La iglesia era un buen arreglo, un día de trabajo regular,
amigos con los que contar y seguridad. Eso sería si fuera capaz de mirar más allá de
las gárgolas que andaban por ahí asiduamente. Al principio se sentía desconcertado al
darse cuenta de que eran reales, pero al verlos día tras día, y aprendiendo que había
algo más en ellos, entonces, el ver sus colas y sus alas resultaba más fácil.

Pero si Tom se unía a la iglesia, no podría participar como los otros hombres.
No cambiaba todos los meses. No sería capaz de volar por la ciudad o luchar contra
los malos. Solo era un humano. No había otros humanos en el monasterio a los que
les pudiera preguntar. Bueno, siempre estaba Preston, pero él no pertenecía a la
Orden, solo se estaba follando a un fraile. Por lo que Tom sabía, Preston no tenía
ninguna intención de unirse.

—Empecemos con una pregunta fácil ¿Qué fe prácticas Tom?

¿Cómo era eso fácil? Tom no había ido a la iglesia desde nunca. Solo había ido
si era allí donde se celebraba el funeral o la boda. No lo sé ¿Qué hay de ti Mason?

Mason se tocó el mentón mientras miraba hacia el techo.

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—Supongo que la mejor forma de describirme sería la de bautista
progresista… quizás luterano. —Mason pronunció lentamente las palabras. Parecida
casi dudar de su propia religión.

—¿No conoces tu propia religión?

Mason rió entre dientes. —Sé lo que practico, pero no me importa como se
llame. Es mi afinidad personal. No estoy intentando clasificar una filiación. La Orden
nos permite practicar lo que queramos. Haz lo que sientas que debes hacer. El culto
es lo que ves, te guste o no. Por si solo no extrae las alegría de las personas.

—¿Es eso?

Mason se encogió de hombros —Tom no puedes unirte completamente a


nuestra iglesia ya que no eres una gárgola. —Mason abrió la boca para hablar, pero
retuvo sus palabras. Cerró la boca y frunció las cejas. Aquí era donde caía el otro
zapato.

—Dilo, Mason.

—De acuerdo. Quería saber si aún hablabas con Ash. ¿Te ha contado lo que es
un aeternus?

Tom, podía manejar esto. Ya sabía de su relación con Ash. —Sí, soy su
aeternus. Pero aparte de la palabra, no se mucho sobre ello. Y no, no nos hemos
unido porque apenas somos capaces de mantener una conversación. Estamos
trabajando en eso.

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Ellos lo hacían. Ash estaba intentándolo. Al menos lo había intentado antes de
convertirse en piedra. Ese beso había sido el mejor de toda su vida y él quería más.
Quería que Ash le prestara más atención. La forma en que estuvo ahí para Tom y
como lo sostuvo tan solo permaneciendo a su lado. Eso era lo que Tom ansiaba y
necesitaba. Si a partir de ahora Ash pudiera estar siempre así de esa manera, Tom
podría ser capaz de sanar y seguir adelante con su vida.

—Ash es, bueno, es mi segundo al mando si quieres llamarlo así. Es más viejo
que yo, y eso que yo ya soy bastante mayor. Y es un artista célebre. Al igual que la
mayoría de nosotros, los antiguos, ha hecho mucho dinero en efectivo a lo largo de
los años, y puede apoyarte a ti y a cualquier familia que tengas, por el resto de su
vida. Que por cierto, si formaras el vínculo, sería infinita.

—Está bien saberlo, pero por una vez no estoy buscando un viejo forrado

—Qué pena, Ash sería un soberbio viejo forrado. —dijo Mason guiñándole el
ojo. Tom se rió y él continuó—. Un aeternus es similar a un cónyuge, solo que no hay
divorcio. Dura hasta la muerte, y eso solo sucede si somos asesinados. También crea
un vínculo, una conciencia de los deseos y necesidades de cada uno.

—¿Tienes un aeternus?

Tom no estaba seguro de por qué le había preguntado algo tan personal. No
había visto a ningún otro humano por aquí, a excepción de Preston. Si Mason había
encontrado a su aeternus, no estaba viviendo con él en estos momentos. Tom, a
veces, tenía la costumbre de hablar sin pensar y ésta era una de esas veces. Tom
necesitaba aprender a tener la boca cerrada.

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—En realidad sí. Por eso sé de la atracción y el vínculo que se desarrolla a
medida que pasan tiempo juntos. También se lo difícil que es el estar separados.

Eso lo explicaba todo. Mason tiene o tenía un aeternus. Ugh ¿Y si lo hubieran


hecho? ¿Las gárgolas solo tienen un aeternus en toda su vida? ¿Tom era la única
oportunidad de Ash para ser feliz? Y si Tom le rechazaba ¿Ash estaría sólo para
siempre? Cada vez que Tom formulaba una pregunta, descubría un millón de
preguntas más en lugar de una respuesta. Debería intentar alejar la conversación de lo
que parecía un tema sensible.

—Si no me uno a la Orden y no hago el vínculo con Ash ¿Aún dirías lo


mismo?

La sonrisa de Mason era amable. Tom podía ver que se preocupaba por él, su
compasión fue evidente cuando elevo ligeramente las cejas. —Puedes quedarte
mientras seas feliz aquí y a Ash no le importe. Este es más que su hogar, es su
familia.

Tom se sentó nervioso. Podría ser expulsado si Ash no pudiera estar nunca
más cerca de él. Este era el primer sitio donde se sentía plenamente aceptado. No se
había sentido que formaba parte de algo y ni seguro desde que era un niño pequeño.
Por supuesto, Mason se pondría del lado del Ash en este asunto. Él era parte de la
Orden de piedra. Tom solo era un idiota que el destino había unido a Ash. No era su
familia.

—No te preocupes, has visto que soy justo y neutral. He castigado a Ash
cuando ha sido necesario.

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Tom se enderezó un poco y asintió. Mason sacó de la habitación a Ash cuando
él lo necesitaba. Pero eso fue solo por las extrañas circunstancias. ¿Mason sería
neutral? Eso esperaba.

De acuerdo, hora de volver a enfocarse.

—Si Ash y yo nos unimos ¿Yo que haré?

—Lo que quieras. Conseguir un trabajo, o no trabajar. Trabajar en la iglesia o


para la Orden. No puedes patrullar pero puedes colaborar con cualquier otra
actividad.

Tom asintió con la cabeza. Se sentía tan confuso. No sabía que decir a todo
esto. Sabía que quería salir de la oficina. Necesitaba espacio para pensar.

—Me siento un poco fuera de lugar. Siento haber ocupado tanto de tu tiempo.

Tom se levantó y salió del despacho de Mason. Necesitaba encontrar su sitio en


la iglesia si pensaba quedarse con Ash. A decir verdad no estaba seguro de conocer
su lugar en el mundo. Empezó a andar pensando de forma acelerada. Había ido de
trabajo en trabajo sin nada permanente a la vista. No tenía formación universitaria ni
ningún oficio en el que quisiera trabajar. Él solo existía.

No, realmente Tom no existía. Él aprovechaba su tiempo libre. Hizo lo que


tenía que hacer para poner comida en su mesa, agarró la vida por los cuernos y
exprimió lo mejor de cada momento. Tenía un montón de sexo, fiestas cada fin de
semana y bailó con la música. Lo que más le preocupaba era en pensar en esa época -
sexo, fiestas y música- que debería considerar divertida y que no sonriera.

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Los recuerdos que le hacían sonreír, eran lo que tenía con Preston, y los que
compartía cuando aún estaba con su familia. También tenía buenos momentos
recientemente. Eran los compartidos con los hombres aquí. Noches de videojuegos
con Eben o insinuaciones hechas por Roark en la cocina le hacían reír aleatoriamente
durante todo el día. Los hermanos dieron la bienvenida a Tom y le dejaron participar
en sus vidas. Fue invitado a ver películas, jugar a las cartas y a trabajar con ellos. No
le trataron como alguien inferior o diferente.

Tom había entrado al jardín. Era última hora de la tarde, así que los hermanos
ya habían terminado sus tareas y se dirigieron a practicar algún pasatiempo que
disfrutaban. Tom podría haber encontrado a alguien con quien jugar a los videojuegos
o incluso con quien ir a cenar. Pero no quería hablar con nadie de aquí. Necesitaba
pensar, no ignorar sus problemas como lo había hecho la mayor parte de su vida
adulta.

Justo en la entrada más grande del jardín, se extendía un área de descanso.


Frente a él estaba la zona de cultivo de verduras. Tom se quedó a un lado con los
brazos cruzados sobre el pecho. Permaneció así, tratando de mantenerse unido. Su
corazón latía con fuerza en su pecho y la bilis ascendía. Respiró por la nariz y trató de
que el contenido de su estómago no se vaciara. Tal vez debería intentar meditar como
Marl le aconsejó en sus sesiones. Marl a menudo se llevaba a alguno de los frailes a
meditar al jardín o a la biblioteca. Hoy no fue diferente. Había unos pocos hombres
sentados, con las piernas cruzadas, en el jardín sobre la hierba. Sus rostros serenos le
dejaban ver a Tom que habían estado meditando por un tiempo. Tom práctico el
patrón de respiración que Marl le había enseñado, lentamente a través de su nariz.

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Uno, dos, tres, cuatro. Y exhala uno, dos, tres, cuatro.

Dejaba escapar el aire por la nariz mientras contaba. Lo repitió una y otra vez.
Lentamente su corazón se desaceleró. Cerró los ojos y dejo que el olor a hierba recién
cortada llenara sus fosas nasales. Otra respiración profunda y cuando abrió los ojos se
sorprendió de ver a Easton observándolo. Él pasaba poco tiempo dentro de la iglesia
prefiriendo repartir los ministerios fuera con la gente.

Easton tenía algunas hojas en la mano. Desde la distancia Tom no podía decir
si eran malas hierbas, vegetales o verduras. Easton le saludó con la mano desde
donde recogía verduras mientras el sol brillaba sobre su pelo. Siempre estaba tan
feliz. Tom tenía celos de la actitud optimista del fraile. Ya sea en el jardín o corriendo
por la ciudad haciendo recados, nada parecía derribarlo. Tom suspiró. Disfrutaba del
jardín para cosechar los productos de la cocina o incluso para relajarse como ahora.
Pero no era aquí donde pertenecía.

De repente el corazón de Tom retumbó, no por angustia, si no por excitación.


Ash había despertado y salido de la piedra. Él podía sentir su despertar. No se había
dado cuenta de eso la última vez que Ash había despertado. Pero en ese entonces no
había tenido ninguna interacción con Ash que reforzara su vínculo. En el poco tiempo
antes de que Ash cambiara, había crecido algo nuevo entre ellos. El comienzo de un
vínculo aeternus. Se frotó las manos en sus brazos.

Tom cerró los ojos, sintiéndose en paz por el momento. No debería estar tan
apegado a un hombre al que solo había besado dos veces. Pero Ash también lo había
abrazado.

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Lo sostuvo y le consoló cuando él era el único que podría haberlo hecho. Fue el
primer momento genuino que habían compartido. Y era exactamente lo que Tom
necesitaba en ese momento. Tom pensó en ir al encuentro de Ash y buscar consuelo
en él, pero se negó. Si fuera hacia Ash ¿Qué esperaría él a cambio? No quería dar a
entender a Ash que estaba a su disposición o que había algo más entre ellos que la
pequeña conexión que se habían formado. Tom quería que fuera Ash el que iniciara
el contacto aunque sabía que él le había empujado con suficiente frecuencia.
Simplemente quería que Ash le pidiera no que cogiera sin preguntar.

Tom se preparó con una inspiración rápida. Parecía que Ash se estaba
encargando de buscar a su aeternus. Su vello se puso de punta dándole así la
bienvenida al jardín. Sentía a Ash moverse cerca de él.

—Hola Ash ¿Qué quieres?

—Aeternus ¿cómo sabías que estaba detrás de ti?

Tom apretó los brazos sobre el pecho. De repente su cuerpo se había enfriado.
No quería perder lo que había surgido con Ash, pero sentía que las paredes se
levantaban nuevamente. Se reprendió mentalmente por tratar de alejar a Ash. Él se
apretó contra Tom por detrás y le envolvió entre sus brazos. Se encogió entre sus
brazos y sin quererlo trató de liberarse. Afortunadamente, Ash soltó su agarre. —Te
pregunto de nuevo ¿Qué quieres Ash?

—Sabía que estabas molesto, por eso vine a comprobarte tan pronto como
encontré mi hábito.

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—¿Cómo pudiste saberlo? ¿Te lo dijo Mason? —Tom se giró hacia Ash
enfadado de que Mason hubiera traicionado su confianza y hubiera hablado con Ash.
Pensaba que Mason había dejado claro que quería permanecer neutral. Esto se parecía
mucho a que él quisiera juntar a los dos hombres.

—Nadie me lo dijo. Supe que estabas molesto de la misma forma que tu


supiste que yo estaba detrás de ti. Es el vínculo aeternus. —Ash pasó los dedos por la
mejilla de Tom y le metió el pelo detrás de la oreja. Cuanto más tiempo pasaba con
Tom más sentía reforzarse el vínculo con su compañero. Cuando se unieran, Tom
sabría cuando estaba convertido en roca o cuando se había despertado de su sueño.
Sus hilos de vida estarían entrelazados—. ¿Qué está pasando? Habla conmigo, por
favor, tal vez eso pueda ayudarte.

Ash le estaba pidiendo a Tom que le hablara en lugar de exigirlo, a pesar de


haberse presionado contra Tom sin permiso. Tom se vería como que necesitaba ser
consolado. Se sentía mejor cuando Ash estaba cerca. Ambos sabían eso. El nuevo
Ash esperaba en silencio a que Tom respondiera, sin presionar para que compartiera
sus inquietudes con él. Se desplomó contra Ash, en este momento estaba demasiado
cansado para luchar. Tom tomó la comodidad que Ash tan pacientemente le daba.

—Estoy intentando averiguar a donde pertenezco. Cada vez que salgo de la


iglesia me atacan. No lo entiendo, pero creo que el universo está siendo muy claro al
decirme que aquí es donde debo estar. Pero no se que se supone que debo hacer aquí.

Ash se alejó de Tom pero mantuvo sus manos sobre él para mantenerlo estable.
Cuando estuvo listo para ser liberado, asintió. Ash extendió la mano sin decir nada
esperando que tomara su ofrecimiento.
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—Ven conmigo. —dijo las palabras suavemente, implorando a Tom.

—¿A dónde vamos? —Tom no estaba dispuesto a dejar la iglesia aunque Ash
le acompañara.

—Quiero ayudarte a encontrar tu lugar. —Tom quería la ayuda que le estaba


ofreciendo. Cogió su mano y se dirigieron nuevamente dentro de la iglesia.

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CAPITULO 6

Ash odiaba ver a su aeternus despreciarse y criticarse. Tom era mucho más fuerte de
lo que él pensaba y era una delicia estar a su lado cuando no le daba por lanzarle
objetos. Ash tenía claro donde pertenecía Tom, en su cama envuelto entre sus brazos.
Pero sabía que su aeternus quería más en la vida que simplemente permitir que Ash le
mimara. Quería un propósito, y Ash lo respetaba. Era un deseo que él entendía. Ash
encontró satisfacción a través de su arte y en la alegría que traía al mundo. Era su
vocación. Quería que Tom sintiera la paz que traía encontrar un propósito.

Ash entrelazó los dedos con los de Tom y apretó su mano con fuerza. Podría
pasarse toda la vida, sosteniendo la mano de Tom, de esta manera. Su piel era suave y
cálida. Ash pasó el pulgar sobre la superficie haciendo círculos. Ellas encajaban
perfectamente. La mano de Tom era más pequeña pero no delicada. Su piel era lisa,
probablemente por lavar los platos, no por falta de trabajo.

Tom trabajaba duro todos los días. Por lo que Ash había oído, nada había sido
fácil para él. No le habían regalado nada. Todo ha sido a base de luchas, a las que
Tom ha hecho frente. Y Ash estaba impresionado por su aeternus y por su intrépida
perseverancia.

Ash abrió la puerta de la iglesia y condujo a Tom por los pasillos hasta la
biblioteca. El olor del moho permanecía en el aire, y Ash retorció la nariz. No
importa lo que hicieran los hermanos, Ash siempre notaba ese olor.
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Todo el mundo juraba que era cosa de su nariz. El olor no le molestaba, pero le
tomaba un tiempo el adaptarse. En un sitio que contenía libros lo suficientemente
viejos como para estar en un museo en lugar de una biblioteca era de esperar. Tom
soltó su mano y caminó hasta el estante más cercano, cogiendo un libro de gran
tamaño. Lo abrió y pasó algunas páginas.

—Ni siquiera sé qué idioma es—Se volvió hacia Ash y sonrió.

—Definitivamente, esto es mucho más difícil que los dos años de español que
estudie en el instituto.

—¿Hablas español? —Ash se sintió repentinamente excitado. El español era


uno de los varios idiomas que podía hablar.

—Mmm no. Estudie dos años en el instituto y aprobé por los pelos. Si el
profesor hubiera sido gay, podría haberme acostado con él y conseguir una nota
mejor. —Ash se horrorizó y lo demostró con la expresión de su cara.

—Oh, relájate. Eso fue mucho antes de conocerte.

—Sin embargo, acostarte con alguien para aprobar una clase…

—Difícilmente habría sido mi primera experiencia sexual. No todo el mundo


piensa que el sexo es algo tan importante.

Eso rompió un poco el corazón de Ash. Había esperado toda su vida para
compartirlo todo con su aeternus. En la mente de Ash el sexo era algo sagrado
reservado para su aeternus. Los única física, mental y espiritualmente. Ese vínculo
era similar al matrimonio, solo que más permanente y profundo.

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Era más que un pedazo de papel ante el gobierno y un simple voto ante
testigos. Ash había esperado a Tom, pero Tom no le había esperado. Ash sabía que
cuanto más larga era su vida, y más veces cambiaba, a no ser que estuviera unido a
otra gárgola, más probable era que su aeternus fuera sexualmente activo. Había
llegado a un acuerdo con eso, se preparó para no ser el primero de su compañero.
Pero no estaba preparado para alguien que pensaba tan casualmente del sexo.

Se alejó de Tom, tratando de ocultar su reacción y su vista se posó en el sitio en


el que Marl estaba meditando antes. Las palabras de Marl le vinieron a la mente “vive
el momento” En este instante Ash intentaba construir una relación con Tom no
censurar sus antiguos flirteos. Tenía que prestarle a tención. Intentó suprimir sus
sentimientos heridos y proporcionarle ayuda para pasar a través de su lucha.

Tom caminó hacia Ash. Él podía oír sus pisadas a pesar de que la alfombra de
felpa las amortiguara. Le agarró por el hombro y le hizo girar.

—Es curioso que actúes disgustado cuando tú también que quieres acostarte
conmigo. —Él reafirmó sus palabras golpeando el pecho de Ash.

Ash había fallado miserablemente si era eso lo que Tom pensaba. Se había
dedicado mucho más a Tom. Su vida entera giraba alrededor de Tom. Ash le acunó
su cara mientras él le miraba. —Estás equivocado aeternus. No quiero acostarme
contigo. —dijo Ash mirándole fijamente a los ojos—. He esperado toda mi vida para
entregarme a ti. Yo quiero hacer el amor contigo.

Ash pudo ver el momento en el que Tom se dio cuenta de que Ash era mucho
más que un simple polvo de una noche. Sus labios se separaron con un silencioso
“Oh”. Ash colocó las hebras oscuras del pelo de Tom detrás de la oreja y sonrió.
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—¿Y por qué estamos otra vez en la biblioteca? —Ash esperaba disfrutar un
poco más del silencio atónito de Tom.

—Oh, sí. ¿Cómo te sientes en la biblioteca? —Tom estaba bloqueado con la


mirada de Ash. Este continuó pasando los dedos por el pelo de Tom, sorprendido de
verlo atrapado en un acto tan íntimo. Si Tom pensaba tan casualmente sobre el sexo,
probablemente no habría tenido momentos tan privados como este. Era el tiempo
compartido por dos almas que se cuidaban y consolaban mutuamente.

Tom tragó saliva, y has pudo ver como su manzana de Adán se movía bajo su
fuerte mandíbula. —No siento nada en la biblioteca. —Tom pasó los brazos
alrededor de la cintura de Ash y Ash le devolvió el gesto—. Pero aquí en tus brazos
me siento realmente bien.

Ash quería tomar su confesión como un consentimiento y atacar a Tom aquí


mismo en el suelo, contra la pared o sobre la mesa. Pero Ash tenía que probarle a
Tom que esto era más que solo sexo. Quería que Tom se sintiera seguro en la iglesia
y encontrase su lugar en ella. —Estoy muy feliz de tenerte entre mis brazos, aeternus.
Siempre serás bienvenido aquí. Ahora, vamos a ver si podemos encontrar también tu
sitio en la iglesia.

Tom asintió con la cabeza. No parecía ofendido por el desaliento de Ash, lo


que redujo su preocupación. —¿Cuál es el próximo? —Tom deslizó su mano en la de
Ash y caminó hacia la puerta, llevándoselo con él.

—Por aquí. —Ash sonrió y giró a la derecha. Esperaba que todos en la iglesia
pudieran verlo agarrado de la mano de Tom mientras andaban por los pasillos.

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Estaba orgulloso de que él fuera su aeternus. Tom era directo y decidido. Era
un amigo leal y completamente dedicado. Cuando estaba feliz, iluminaba la
habitación. Exhalaba felicidad por sus poros igual que el sol irradiaba calor y Ash
quería empaparse de ella. Ash sabía exactamente donde Tom debería estar, en el
ministerio de la iglesia. Lo había visto a Tom pasar de tímido y asustado, tras el
ataque, a la persona vivaz que es ahora. No dudó en ayudar a todos en la cocina y
luego fue mejorando.

La cocina era una de las tareas que compartían todos los hermanos. Había
frailes que solo trabajaban en la cocina, como Terran y Eben, pero la mayoría de los
hermanos entraban y salían de la cocina. A cada persona que pasaba por ahí, se les
recordaba que esto era un duro trabajo y que no había que darlo por sentado. Tom fue
capaz de conocer a muchos de los otros hermanos y entablar amistad con ellos. Los
veía en su trabajo y se ofrecía a ayudar. Hacía planes y era muy querido. La concina
era el corazón del monasterio ya que proporcionaba alimento, nutrientes, fuerza y
comodidad. Incluso si Tom aún no se había dado cuenta, la cocina es donde
pertenecía. Ash abrió la puerta de la cocina. Antes de que pudiera decir nada, Tom
estaba saludando a Terran y a Roark con la mano. Soltándose de la mano de Ash se
acercó a Terran para hablar con él. Él le dejó ir y no le siguió. No iba a unirse a no ser
que Tom se lo pidiera. Quería demostrarle que no trataba de atosigarlo. Tom hablaba
en voz baja con Terran, quien asentía lentamente. Los hombres se abrazaron y pudo
oír el agradecimiento de Terran. La escena despertó la curiosidad de Ash pero no iba
a preguntar sobre eso. Tom necesitaba privacidad y saber que Ash confiaba en él.
Incluso si Ash se sintiera inseguro, sabía que Terran no empezaría una relación con el
aeternus de otra gárgola.

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Cuando Tom volvió, se agarró una vez más de la mano de Ash. —Siento eso,
pero Terran y yo tuvimos un mal entendido antes. Quería asegurarme de que las cosas
estaban bien entre nosotros.

—¿Y lo estáis?

Tom sonrió brillantemente. —Sí, antes me había dicho que todo estaba bien.
Solo quería volver a comprobarlo. Odio pensar que le trastorné. Aunque fuera un
accidente.

Ash se sintió conmovido por la consideración de su compañero. Tom era dulce


y cariñoso. Su amor por los demás le era evidente, pero estaba seguro que Tom ni se
daba cuenta. La cocina le permitía ayudar a todos y cuidar de ellos. Ash simplemente
que Tom se diera cuenta de eso. —Entonces Tom ¿Cómo te sientes aquí?

Tom exhaló un largo suspiró, mientras sus hombros se desplomaban y sus


músculos se aflojaban. —Relajado, feliz, con un propósito.

—Entonces es aquí donde debes estar. Empieza en el lugar donde seas más
feliz y observa a donde te lleva. Deja que la felicidad te guíe en tu propósito.

Tom se ruborizó y miró alrededor de la habitación, a los hermanos, antes de


bajar la cabeza. —Pero Ash, es solo una cocina.

Ahora Ash lo entendía mejor. Tom quería algo más noble. —No es solo una
cocina. Esta es una parte importante de la Orden. Todos necesitamos sustento. Tú nos
das eso. Los hermanos se van a hacer sus ministerios habituales sin tener que parase
para hacerse un sándwich. El comedor ahorra dinero, porque es más barato que las
comidas individuales y así podemos aportar dinero a otros proyectos.
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Ash cogió el mentón de Tom y le subió la cabeza. —Esta sencilla cocina nos
proporciona alegría cuando nos reunimos para compartir el pan y relacionarnos.
Cualquiera que te diga lo contrario se equivoca.

Ash no lo decía, simplemente para aplacar los temores de Tom o su vergüenza.


Eso era exactamente lo que pensaba. Esperaba que Terran, Eben o cualquier otro
voluntario de la cocina lo hubieran oído. Ash no pasaría hambre si la cocina se
cerrase, pero esperaba con ansia las comidas productivas y el tiempo que pasaba con
sus compañeros. Todavía estaba intentando encontrar el equilibrio en esta nueva
Orden, pero una vez se estableciera en la ciudad, sabía que estaría disfrutando de
estas comidas todavía más.

Tom pareció aliviado por las palabras de Ash, envolviendo su otra mano sobre
las manos ya unidas. —¿Dónde está tu cocina? Realmente ¿dónde encajas aquí?

Ash estaba ansioso por mostrarle a Tom la sala de arte. Era donde pasaba los
días y la mayor parte de las noches también. A Ash le encantaba crear esculturas, y
moldear alfarería y cerámica. En realidad cualquier tipo de arte que involucrara
arcilla. Empujó la puerta enérgicamente y giró con los brazos extendidos en el aire.
—Esta es mi cocina.

Tom entró con confianza en la sala pero se detuvo cuando vio a Seok
trabajando en una pintura. —Lo siento, te estamos interrumpiendo.

Seok asintió con la cabeza pero no pareció inmutarse por la interrupción, pero
Ash le pidió que se fuera. —Esperaba poder mostrarle a Tom algunas de mis obras…
En privado.

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—¡No, Ash, él está ocupado! —No podemos hacer que se vaya.

Seok sonrió. —Técnicamente Ash puede hacer que me vaya. Está por encima
de todos a excepción de Mason. —Seok dejó caer los pinceles en el bote de agua de
su caballete y se secó las manos en la bata que llevaba sobre su ropa—. Estoy
empezando mi cambio. Preferiría pasar este tiempo con mis amigos, que escuchando
a Ash hablar efusivamente. Buenas noches.

Ash se apartó a un lado cuando Seok pasó. No estaba emocionado con la forma
en que dejaba la habitación, pero se alegraba de verle salir. Prefería que él se fuera en
silencio en lugar de hacer que Ash pareciera un verdadero matón. No creía que
hubiera intimidado al hombre. Tal vez necesitaba trabajar la forma de ser más
amigable, pero si las cosas iban bien con Tom, parte del estrés sería eliminado. Eso le
ayudaría a cambiar de actitud. Ash archivó “trabajar su actitud” para trabajar en ello
más tarde.

—Ignora a Seok. Déjame mostrarte algo. Este es mi espacio de trabajo.

El escritorio de Ash estaba limpio de todo polvo y desorden, su espacio de


trabajo siempre era el más limpio. Los artistas tenían reputación de tener un caos
organizado2 como algunos lo llamaban, pero no Ash. Le gustaba la limpieza y que
todo estuviera en su sitio. Hacía la vida más fácil el no tener que buscar nada. Ash
abrió un álbum. Dentro había fotos de sus trabajos. —Estas son todas mis esculturas.
Algunas las he vendido para ganarme la vida. Otras son encargos. Algunas las hago y
las vendo donando el dinero a la caridad. Sin aceptar nada a cambio. Quiero decir, es
solo tierra. La cojo y le añado agua, la depuro y entonces es hermosa y funcional.

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Tenían un orden dentro del caos

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Ash se animó mientras hablaba sobre la arcilla y las esculturas. Éste era el
amor de su vida hasta que Tom llegó. Nunca tuvo a nadie al que impresionar antes.
Nadie le preocupaba tanto como para alardear de esto. Pero ahora quería la
aprobación de Tom. Observaba atentamente a Tom mientras pasaba las páginas.
Fotos de todo tipo y documentos con fechas llenaban el libro. Ash había viajado por
el mundo, haciendo fotos de sus piezas, que ahora estaban en museos, ya que fueron
creadas antes de que las cámaras fueran inventadas para documentar el arte.

El dedo de Tom se deslizó sobre una de las piezas favoritas de Ash. Era un
jarrón. No tenía ningún adorno, pero fue uno de sus primeros encargos. Y tenía un
gran valor sentimental. —He visto este jarrón. En mi excursión de último curso,
visitamos ese museo. Me encantó. Había algo tan honesto a cerca de esto.

Ash temió ruborizarse. Antes de que supieran que el otro existía, habían
compartido un momento, con una obra de arte. Desvió la mirada de Tom, temeroso
de estar tan expuesto delante de él. Sus cejas se tensaron por los sentimientos
contradictorios de querer compartirlo todo con este hombre y el temor continuo de
que fuera rechazado de nuevo. Sobre el escritorio colgaban tablones enmarcados
cubiertos por pequeños círculos de arcilla. Cada uno estaba etiquetado y datado. Ash
se aclaró la garganta antes de explicar la pieza.

—Son rosetas de arcilla. He recogido arcilla de cada lugar por el que he


viajado. Cuando regreso al estudio, elimino las impurezas y compruebo su
plasticidad. Lo cuezo y lo montó con su ubicación y fecha. Tom pasó los dedos por
los pequeños sellos de arcilla. — Algunas personas coleccionan postales, yo
colecciono tierra.

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Tom sonrió y se giró hacia él. —¿Alguna vez has pensado montarlos en un
mapamundi? Serian pequeños puntos de referencia de dónde has viajado.

Ash pasó la mano por la parte del marco más próxima a él. La lisa madera se
deslizaba bajo las yemas de sus dedos. Cuando empezó la colección era joven, y
pensó que esto sería un entretenimiento interesante. Ahora, años más tarde,
continuaba haciéndolo, y nunca pensó en cambiar la exposición. Perder sus cuadros
después de todo este tiempo, equivaldría a perder una parte de él.

—No, en realidad no. Quedaría bonito de esa manera pero empecé esto cuando
era joven… —Ash terminó la frase encogiéndose de hombros.

Tom se volvió hacia él inmediatamente y apoyó las manos sobre las mejillas de
Ash. —También está genial de esta manera. Solo estaba haciendo una sugerencia.

La preocupación de Tom alivió la tensión de Ash y le colocó la mano en el


hombro. El olor de la piel de Tom le despertó. Volvió la cabeza para besarle la mano
mientras intentaba no desviar la mirada. No quería romper este momento de
tranquilidad, pero el deseo por su aeternus era fuerte, y cabalgaba duro por haber
compartido sus recuerdos más íntimos con Tom. Los rosetones eran parte de la
historia de su larga vida.

Tom le miró fijamente mientras sacaba la lengua para lamerse los gruesos
labios. Los tenía más oscuros que la mayoría de personas, era de un rosado natural
que parecían contrastar con su rostro bronceado. Ash imitó el gesto de Tom y colocó
su mano libre sobre sus mejillas. Los ojos de ciervo de Tom brillaron hambrientos,
durante un momento, mientras miraba los labios de Ash.

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—Tom, por favor —Tom quería decirle más, confesar que sufría por unirse a
él. Que ya había esculpido una pieza para que Tom se pusiera. Que había hecho el
anillo el día que le conoció, hace dos meses. Que llevaba el anillo en el bolsillo con la
esperanza de que ese fuera el momento en que Tom le dijera: Yo también te amo.

Tom parecía herido por la petición de Ash. Pero él pensó que hacía bien al
pedírselo. No estaba empujando a Tom por más de lo que podía dar y disfrutando los
momentos que tenía en el presente. Tom gruñó y se alejó de Ash. Fue hacia la
ventana en la pared de enfrente y miró por ella antes de volver atrás.

—No puedo Ash.

Eso era lo que siempre decía Tom cuando empezaban a acercarse. Tom elevó
otra pared y no permitió que Ash entrara. El se quejó y se acercó antes de que se
retirara. Estaba desesperado. Sufría por no estar con Tom. Su gárgola fue diseñada
para unirse a su aeternus y el continuo rechazo de Tom le dolía mucho más de lo que
se había imaginado. Quería construir una vida con Tom, llevarlo a su casa y construir
recuerdos reales.

—¿Por qué? ¿Sabes que eres mi aeternus? Yo te he curado. Te he rescatado


varias veces. Y aún niegas nuestra relación. ¿Qué más puedo hacer para
demostrártelo?

—Está bien. —Tom levantó las manos para advertir a Ash que se alejara de su
espacio personal. —No lo estoy negando, pero no lo quiero. No puedes obligarme a
asumir un papel que no deseo.

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—¿No lo quieres o no me quieres? Pero ¿Qué pasa con nuestro beso? Lo
querías ¿verdad? Quiero decir, que me pediste que te besara. Pensé que estábamos
progresando.

Ash empezó a alcanzar a Tom, pero retiró la mano cuando sus ojos se abrieron
y colocó ambas detrás de su espalda. Intentó suavizar el rostro, pero sus cejas eran
naturalmente gruesas y su frente estaba arrugada. Ash las alzó tratando de aflojar su
cara. No quería parecer como si estuviera cegado. Por una fracción de segundo, casi
deseó tener un aeternus normal, uno que no necesitara ser mimado con una mano
suave. —Sí, quise besarte. No quería una relación. Quería sentir lo que era ser amado
aunque solo fuera por un minuto.

El corazón de Ash se rompió por su aeternus. Tom quería amor y no sabía que
lo tenía justo delante de él. No encontraría en ningún lugar, una relación más
perfecta. —Tom, querías sentir el amor por un momento y yo te estoy ofreciendo eso
para toda la vida.

El labio de Tom tembló. Se dio la vuelta y por ese movimiento golpeó el


taburete de metal, lanzándolo a través de la habitación y haciendo que chocase contra
una mesa. Ash gesticuló hasta que vio que el taburete se detuvo. Estaba agradecido
de que ningún trabajo hubiera sido dañado. Eso no era algo que le gustaría explicar a
los artistas.

—No puedes prometer un para siempre. No hagas promesas que no puedes


cumplir.

Ash dio un paso adelante y esperó por la respuesta de Tom. Él no hizo nada
para detenerle. Así que Ash se acercó.
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—Tom, he esperado para encontrar a mi aeternus durante muchas vidas. Puedo
prometerte que te amaré para siempre. Decidía hace mucho tiempo que amaría a mi
aeternus y que nadie me lo impediría—Ash metió la mano en la túnica y sacó el
anillo que había hecho para Tom. Sonrió pensando en el día que se habían conocido y
en lo terrible que fue todo. —El primer día que nos conocimos, y a pesar de lo mal
que resultó todo, hice esto para ti. Sabía que no importaba lo que pasara, al final te
amaría a ti y solo a ti.

Ash cogió la mano de Tom. Por un momento se sintió tentado a deslizar el


anillo por su dedo, en su lugar, abrió su puño cerrado y colocó la banda en su palma.
Cuando la fría alianza golpeó su piel, Tom jadeó.

—¡No! No puedes estar hablando en serio. ¡Simplemente no!

—Lo digo en serio, hice este anillo esa misma noche. Lo he llevado conmigo
todos los días desde entonces. Esperando el momento en que estuvieses listo para
dejarme entrar. Estaba listo esa noche. Y ahora estoy incluso más decidido. Yo te
estaré esperando hasta que estés listo.

Ash recogió el anillo. Se lo daría a Tom cuando llegara el momento. Este no


era el adecuado. Solo quería que Tom supiera lo sincero que él era, que el amor que
deseaba le estaba esperando en los brazos de Ash. Tom le agarró el brazo y sacó la
alianza de la mano de Ash. Él observó como Tom acunaba el anillo en sus manos. Lo
volvió a mirar y observó detenidamente la talla que recorría el borde exterior. Ash
talló un nudo en la banda. Sentía que representaba la vida de Tom. Una red, un
enredo que necesitaba ser deshecho.

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Ash trabajó largas horas incrustando pequeñas cantidades de arcilla hasta que
el diseño fuer perfecto. Entonces horneó el anillo y lo resaltó con incrustaciones de
papel de aluminio.

—¿Has hecho esto para mí?

La voz de Tom se quebraba y sus ojos estaban rojos. Ash no quería ser la causa
del dolor de Tom. Quería que supiera que Ash estaría buscando una vida que le diera
paz en lugar de angustia. Deslizó su mano por el brazo de Tom y la colocó en su
hombro. Cuando él no se alejó, se acercó para poder estar detrás del hombre más
pequeño y acunarle contra su cuerpo y cogiendo el anillo y lo giró.

—Sí, el día que nos conocimos junto al coche de Preston, sabía exactamente
quien eras. También sabía que habías experimentado cosas terribles y que necesitabas
tiempo para sanar. Cada gárgola fabrica un anillo para su aeternus. Yo empecé a
hacer el tuyo esa noche y lo he llevado conmigo después de hube terminado la
decoración. Tom, te esperaré tanto como sea necesario.

Ash no estaba preparado para que Tom se girara. Le pilló desprevenido cuando
presionó la boca contra sus labios. Tom bajó la cabeza empujándola con las manos en
sus oídos. Ash había esperado la ira, pero la pasión era algo inusual. Tenía que haber
previsto que Tom sería tan apasionado en el amor como lo era con todo lo que hacía
en su vida.

Ash gruñó cuando Tom le mordió el labio, lo sostuvo firmemente, y se retiró


con él todavía entre sus dientes. A Ash le consumía el conflicto. Quería devolverle la
pasión pero no quería que acabara otra vez en angustia.

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—Tom, por favor no te burles de mí.

Tom besó a lo largo del cuello de Ash, hasta el nacimiento de su barba,


mientras arañaba su piel. Su estómago tembló y los brazos se le apretaron contra el
costado. Tom lo estaba tocando como un músico a su instrumento. Lamió su oreja y
pellizco el lóbulo con sus dientes. Su aliento le calentaba la cara y hacía cosquillas en
la oreja de Ash. Se apoyó contra el cuerpo de Tom y apretó en su suave boca
deseando sentir más su ataque.

La pesaba respiración de Tom alborotaba el cabello de Ash. Su voz era gruesa


y grave cuando habló. —Te quiero. Quiero esto. —Tom levantó la mano,
mostrándole a Ash el anillo al que todavía se aferraba.

Ash se lo arrebató y agarró firmemente a Tom por la base del cuello. No


intentaba controlarlo, solo quería mostrarle a Tom lo enserio que hablaba. Esperó a
que le mirara fijamente a los ojos. Sus labios brillaban por la saliva y estaban
ligeramente hinchados por el besuqueo. Tom se inclinó hacia su boca, pero lo detuvo
agarrándolo por las hebras de pelo oscuras. Tom sonrió perversamente y retrocedió
pícaramente con un rápido movimiento.

Ash levantó el anillo, que sostenía, entre sus caras, para que Tom lo viera.

—Si coges este anillo ya no podrás cambiar de opinión, ni en un día, ni en una


semana o en un año. Esta alianza es el símbolo de nuestra unión permanente. Estarás
en mi cama todas las noches. Ya no seremos dos personas, si no una familia. Si surge
algún problema, trabajamos en ello juntos.

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La mirada salvaje y hambrienta se suavizó, cuando el rostro de Tom se relajó.
Parecía que ya había tomado su decisión. —Quiero esto. Todo esto.

Ash quería saltar precipitadamente en esta relación con Tom, pero semanas de
rechazo le habían hecho temeroso. —¿Qué ha cambiado?

Tom deslizó su mano por la mejilla de Ash, el pulgar acariciaba su piel. Ash
nunca había tenido el privilegio de ver la expresión de amor en los ojos de Tom. El
estómago de Ash cayó cuando observó la mirada que había esperado, durante tanto
tiempo, ver.

—Tú. Te has tomado tiempo para ayudarme, para demostrarme que estabas
dispuesto a cambiar para ser lo que yo necesitaba. Y por esto—Tom levantó el anillo.

—Y por todo lo que dijiste. Sería un idiota si no lo aceptara.

Ash tomó la mano izquierda de Tom y deslizó el anillo alrededor de su dedo.


Una vez estuvo en su lugar, enlazó sus manos. —Déjame mostrarte mi habitación.

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CAPITULO 7

El cuerpo entero de Ash tembló mientras sostenía la mano de Ash y se dirigía hacia
su habitación. Aunque Ash hubiera estado muchas veces en la habitación de Tom,
Tom nunca había pisado la de Ash. Suponía que podía haber llevado a Tom a su
propia habitación. Esto haría que Tom se sintiera más cómodo. Pero él estaba
ansioso. Esta era su primera vez. Su primera vez y para siempre. Cuatrocientos años
era un tiempo obscenamente largo, para esperar a tener intimidad física con alguien,
pero tenía pocas opciones. Si se unía a alguien que no fuera su aeternus, nunca podría
unirse con él si lo encontraba más tarde. Era un riesgo que muy pocas gárgolas
estaban dispuestas a correr.

Tuvo que hacer una pausa en el pasillo, frente a su puerta, después de subir las
escaleras. Suspiró lentamente mientras miraba hacia la puerta. No quería que Tom le
considerara débil o inexperto, pero lo cierto era que no tenía experiencia más allá de
lo que le gustaba hacer con su propio cuerpo. Tom pasó a su lado, hacia la puerta, y la
abrió. — Venga, tienes que desear esto tanto como yo.

Ash se había sentido poderoso, mientras era arrastrado por las emociones y la
pasión cuando estaban en la sala de arte, pero ahora su cerebro estaba dando vueltas.
Tom se apartó el pelo oscuro de la cara. Parecía tan despreocupado. Su mirada ardía y
su sonrisa tímida hizo que el cuerpo de Ash se tensara.

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En un momento estaba nervioso y al otro necesitado y caliente, el cuerpo de
Ash pasó a través de una gama de emociones. Ash permitió que Tom le llevara a la
habitación. No vaciló ante la puerta, la abrió y entró llevándose a Ash con él.

—Sabes que no he estado en tu habitación antes. —Tom dejó caer la mano de


Ash y ocupó el espacio, deteniéndose en el estante lleno de esculturas. Levantó una
pieza y luego otra, examinándolas detenidamente. Se volvió hacia Ash, aún
sosteniendo una con cuidado—. ¿Quiénes son?

Ash cogió la diminuta gárgola. —Esta es mi madre. La que cogiste primero es


mi hermana.

—¿Tienes una hermana?

—Sí. Y tenía un hermano—Ash se estiró más allá de Tom, para recoger una
escultura de un hombre vestido con ropas medievales. La sonrisa de Ian era la parte
más prominente de su rostro, según la opinión de Ash. Ian era humano, ninguno de
sus padres estaban en el calor de gárgolas cuando lo tuvieron. Su madre había
producido y llevado el huevo de Ash durante su calor, mientras que su padre había
estado en calor para la hermana de Ash, Rochelle. Como ser humano, Ian era
susceptible a una vida humana y a sus enfermedades. Muchos padres gárgolas,
escogían no tener hijos por esa razón. Enterrar a un niño nunca es fácil. Ash
extrañaba mucho a Ian y sentía su pérdida aún, trescientos años después. Colocó la
estatuilla en las manos de Tom.

—Él era un hombre maravilloso.

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Tom giró la figura, mirando primero la cara de Ian y luego la de Ash. Se
parecían mucho. —Tú tienes mejor aspecto—Tom dijo mientras devolvía la figura a
su lugar. Ash soltó una carcajada y agarró a Tom por los hombros, empujándole hacia
atrás para poder besarle la parte superior de la cabeza. —¿Conoceré a tu familia?

—Me encantaría presentarte a mi familia. Ya saben que te he encontrado y te


quieren tanto como yo.

Tom cogió las manos de Ash y las envolvió alrededor de su cuerpo. Ash
inclinó la cabeza hacia adelante hasta que hubo descansado sobre el hombro de Tom.
Necesitaba este contacto. Ser sostenido y sostener. Su cuerpo dolía por no haber
tenido físicamente a alguien en quien poder apoyarse. Mientras el cuerpo de Ash se
relajaba y se aflojaba apoyándose aún más en Tom, éste empujaba su culo hacia atrás
recordándole por qué habían ido a su habitación.

Ash bajó las manos hasta que pudo sostener las caderas de Tom. Se empujó
hacia adelante, sabiendo que sus acciones le estaban atando para que su cuerpo
pudiera sólo responder al cuerpo de Tom. Él era el hombre más sexy que había visto
y estaba encantado de estar atado a Tom. Ash sintió que su polla crecía a causa de la
presión contra el otro cuerpo. Tirándole hacia atrás, envolvió sus brazos alrededor de
su pecho, apretándolo contra su estructura más grande, y uso una mano, deslizándola
hacia abajo, por el cuerpo de Tom. Cuando la mano rozó sobre el grueso pene, Ash lo
agarró a través de los vaqueros.

Tom siseó y se retorció, presionándose nuevamente hacia atrás, y contra la


mano de Ash, a la vez. Ash besó el cuello de Tom y siguió besando a su aeternus.
Quería explorar lentamente cada pulgada del hombre, pero Tom tenía otros planes.
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Se liberó y se alejó de Ash. Con un movimiento rápido saco su camisa por la
cabeza y la tiró al suelo mientras pateaba sus zapatos. Ash se había quitado las
sandalias al entrar a su apartamento. Tenía muy poco que quitarse, solo usaba unos
pantalones cortos por debajo de su hábito. Había corrido tras Tom después de una
ducha rápida.

—Ash, denúdate. Ahora.

Ash dejó caer su túnica sobre la camisa de Tom y caminó hacia adelante.
Quería desnudar a su hombre. Cogió a Tom en sus brazos y lo llevó a la cama. Se
sentó con Tom, en el borde, y se inclinó para besarlo y empujarlo hacia abajo hasta
que estuvo tumbado sobre el colchón. Tom presionó hacia arriba contra el pecho de
Ash y éste retrocedió, pensando que tal vez era demasiado para Tom. Éste levantó las
caderas y se quitó los oscuros vaqueros.

—Yo quería hacer eso.

—Todavía puedes quitarme mis bóxers—Tom tenía los pulgares metidos en la


cintura y lentamente los empujaba hacia abajo. Si la polla de Tom no estuviera
enredada en la cinta elástica ya los habría bajado.

Ash cogió las manos de Tom, apartándolas de los bóxers y colocándolas sobre
su cabeza. —No me metas prisa, quiero recordar cada segundo de esta noche.

Ash miró fijamente a su aeternus. La piel de Tom se oscurecía a causa de la


sangre que recorría todo su cuerpo y su pecho subía y bajaba. Un puñado de vello
oscuro cubría su pecho ramificándose a través de sus pectorales.

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El pelo continuaba hacia abajo, como un tronco y desaparecía más allá de sus
bóxers. Ash gemía deseando seguir el tronco hasta sus raíces. Ash deslizó la mano
con suavidad por el estómago de Tom siguiendo la dirección ascendente del bello. La
piel de Tom se estremeció sobre sus tensos músculos. Sus pezones de color
melocotón se endurecieron hasta su punto más extremo. Ash pellizcó una y Tom
gimió.

—Debería haberles puesto piercings. —murmuró mientras sus ojos rodaban


hacia atrás.

Ash colocó el pulgar sobre el capullo. —Todavía puedes hacértelos. —susurró


mientras se inclinaba para besar al hombre. Ash hizo palanca sobre la boca de Tom, y
esta se abrió por la fuerza de su lengua sobre sus labios. Una vez estuvo dentro, Tom
agarró la cara con sus manos y colocó una pierna entre las suyas y apretó su cuerpo
contra el de Ash. Ash podía sentir que se ensanchaba a través de la fina tela de sus
bóxers. Él respondió refregando su cuerpo contra Tom con el mismo seductor
balanceo.

Ash, se levantó de la cama y se quito los pantalones cortos. Tom se había


levantado y estaba apoyado, con los brazos doblados, sobre los codos. Sus ojos
estaban muy abiertos y llenos de lujuria. Ash agarró su polla y la acarició mientras
Tom observaba. El pene expulsó pre-semen mientras lo sacudía, su piel estaba
caliente y su miembro se sentía pesado en su mano. Lo soltó para poder reemplazarlo
por el de Tom.

Ash agarró la cintura de los bóxers de Tom y los levantó antes de deslizarlos
hacia abajo. La erección de Tom se elevó y su eje estaba curvado hacia arriba.
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Agarró la base y deslizo la mano sobre su carne. Las caderas de Tom se alzaron
rápidamente tras el movimiento. Con unos pocos tirones, la polla de Tom empezó a
filtrarse constantemente. Una esfera perfecta se liberó y se deslizó hacia abajo,
viajando recta, cerca de la larga vena. Los ojos de Ash disfrutaban hambrientos de la
vista hedonista. Su boca salivaba por probar todo lo que Tom le estaba mostrando.
Ash se inclinó con su lengua ya apuntando hacia la golosina. Encontró la gota y la
siguió hasta la fuente, succionando la polla de Tom con su boca. Él apretó su mano
en el cabello de Ash, y este bajó más su cara, hundiendo el cuerpo de Tom, todavía
más en su boca. Prodigó el miembro con su lengua y chupo tanto fluido como le era
posible.

Cuando dejó su polla libre, Tom jadeaba. Tenía una pierna abierta y la otra
doblada con el pie cerca del culo. La saliva se había derramado por la curva de su
pierna y se deslizó aún más abajo. Ash pasó su mano por la pierna extendida. Cepilló
el vello a contrapelo, disfrutando del áspero sonido. Se detuvo pasado su pulgar por
la curva de la cadera.

Ash ya sabía lo que hacer a continuación. Pero también sabía lo que quería
hacerle, y eso sería de todo. Se arrastró sobre Tom y se estiró hasta llegar debajo de la
almohada. Había empezado a dejar su botella de lubricante ahí cuando conoció a su
aeternus. De no ser así se la habría machacado a pelo durante los dos últimos meses.

Tom aprovechó la nueva posición de Ash para tragarse su polla. Ash se


congeló. El calor de su boca era electrizante. Jamás nada se había sentido tan bien.

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Tom arrastró la lengua contra su eje y la frotó en la cresta mientras acariciaba
su piel. Ordeñó la polla de Ash con la fuerza de su succión y este se sintió indefenso
por mientras gemía y gritaba por el tratamiento.

Tom lo sostuvo por el culo, con un apretado agarre. Tiró de las mejillas de Ash
exponiendo su agujero al aire fresco de la habitación. No soltaría a Ash, tampoco era
como si Ash quisiera ir a cualquier otra parte. Él empezó a balancearse, empujando
lentamente su pena contra la cálida caverna. Tom zumbó su aprobación y Ash pensó
que iba a perder la batalla por su control. Con un sorbo, Tom liberó la polla de Ash,
pero se mantuvo atacando el área. Bañó lentamente las bolas de Ash, chupando su
piel arrugada y apretando una de ellas entre sus labios. Envolvió su mano sobre el eje
de Ash y empezó a frotarlo con frenesí.

—Sé que esta es tu primera vez. No quiero que sea rápido así que voy a
mamarte primero. Me daré las gracias cuando aún sigas follándome fuerte después de
diez minutos.

Ash gimió y cayó sobre los codos. Tom se estremeció y devoró su pene una
vez más. Sus manos volvieron a la posición anterior, separando sus nalgas y
exponiendo su agujero.

Oh, dios, si Tom me follara.

La idea de entregarle a Tom su culo, hizo temblar a Ash. Se acurrucó y estiró


sus pies mientras su cuerpo se sentía cada vez más cerca de su liberación. Tom movió
su boca sobre la piel suave, calentándola con su aliento. Ash notó que le estaba
tragando cada vez más profundo, hasta que finalmente se tragó toda su polla, y la
nariz de Tom descansó en su vello púbico.
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Tom tragó en varias ocasiones, y has estuvo casi seguro que iba a soltarle, pero
no lo hizo. Gritó con frustración, bombeando las caderas para liberar presión.

Tom la dejó y jadeó para recuperar el aliento.

—No te preocupes, aún no he terminado contigo—Él gruñó las palabras y


atacó una vez más.

El agarre sobre el culo de Ash cambió, cuando él deslizó las manos hacia el
centro. Volvió a meter la polla de Ash en la boca hasta que la sumergió
completamente. Las bolas de Ash se arañaban contra el cosquilleo de la piel de Tom.
Su dedo trazó el pliegue del culo de Ash hasta quedó atrapado dentro. Ash gritó por
el shock cuando Tom presionó fuerte contra el fruncido agujero. El cuerpo de Ash
cedió ante la presión y la punta de su dedo se deslizó dentro. Tom hizo todo esto
mientras saboreaba la polla de Ash. Esté gritó y se agarró a las sábanas mientras
derramaba su semilla por la garganta de Tom.

Se apoyó contra la boca de Tom y los temblores sacudieron su cuerpo. Sus


muslos estaban rígidos y sus dedos se curvaron. Esta fue la experiencia más intensa
de su vida. Ash miró hacia abajo, donde Tom estaba sentado frotándose la boca.
Cuando hizo contacto visual, sonrió salvajemente.

—¿Te gusto eso?

Ash levantó a Tom de la cama para besarle los labios. El sabor de Tom era
diferente, más fuerte que antes. La semilla de Ash condimentaba su boca. No podía
profundizar lo suficiente en la boca de Tom o estar más cerca de su cuerpo, debido a
lo abrumadora que era la conexión.

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—Dios, tu boca es tan malvada.

Ash lo dijo a forma de cumplido, cosa que Tom debió de comprender, si se


basaba en cómo se sumergió de nuevo en el beso apasionado. Se metió
profundamente, acariciando los dientes, paladar y lengua de Ash. Las manos de Tom
cubrían la extensión de la espalda de Ash, acariciándola, arañándola y dejando
escalofríos a su paso.

—No puedo esperar a que te recuperes. —Tom le susurró al oído antes de


morderle el lóbulo.

Ash puso los ojos en blanco. Este hombre sería su muerte y lo haría con una
amplia sonrisa en su cara. Tiró de Tom, hacia la cabecera de la cama y lo colocó
sobre las almohadas. Sentándose a horcajadas sobre la cadera de Tom, puso su culo
sobre su polla. El grueso eje de Tom le partió el culo en dos y presionó hacia abajo
disfrutando de la provocación a su propio agujero.

—No soy mucho de estar en la parte de arriba, pero te joderé hasta dejarte sin
sentido si continúas con esto.

Las manos de Ash cayeron fuertemente sobre el pecho de Tom sonando como
una bofetada. Se balanceó un par de veces más, sintiendo que Tom disfrutaba con la
presión tanto como él. Ash también era capaz de enloquecer a Tom con sus palabras.
Él habló apoyando una frente contra la otra.

—Llegará el día en que rogaré y pediré que tu pene me divida, pero hoy no.

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Tom gruñó y Ash sonrió satisfecho al saber que él también le deseaba. Ash se
apartó de Tom rápidamente moviéndose entre sus piernas. Tenía poca paciencia. Con
la mamada anterior Tom creyó haber liberado parte de la presión en la polla de Ash,
pero todo lo que había conseguido, era que estuviera más desesperado por estar
dentro del cuerpo de su aeternus. Ash levantó la pierna de Tom, y colocó el tobillo en
su propio hombro para poder ver lo que quería.

La botella de lubricante aterrizó ligeramente sobre las sábanas al lado de Ash.


—¿Tienes prisa? —preguntó Ash elevando la ceja.

—Solo fóllame ya.

Ash vertió un poco de lubricante sobre los dedos y empezó a estirar a Tom. Un
dedo no era nada y se deslizó dentro fácilmente, así que Ash rápidamente le metió el
segundo. Tom apretó su esfínter riéndose. Ash gruñó y retorció los dedos buscando el
botón de Tom. Este se aflojó y gritó. Su pierna presiono sobre el hombro de Ash con
una fuerza para la que no estaba preparado, haciendo que Ash se inclinara hacia un
lado. Al enderezarse, continuó con su tarea, haciendo que Tom gritara de placer.

Un tercer dedo se deslizó dentro y luego un cuarto. El cuerpo de Tom temblaba


mientras sus piernas se extendían acogiendo a Ash entre ellas. Tom agarró su polla y
frotó la cabeza. Su espalda estaba arqueada sobre la cama y sus ojos entrecerrados.

Ash continuó jugando dentro de Tom, disfrutando del espectáculo erótico que
su aeternus hacía. Sus cuatro dedos abrían a Ton dándole acceso al espacio suave y
cálido. Ash se inclinó hacia abajo, haciendo que la pierna de Tom se deslizase hacia
abajo y colgará de su espalda.

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Chupó con la boca la cabeza de la polla de Tom y esta chorreo pre-semen sobre
su lengua. Giró la lengua alrededor del casco hinchado y la metió en la hendidura.
Tom apretó la mano con fuerza sobre la cabeza de Ash, cogiéndole del pelo con un
agarre intenso. Ash sonrió alrededor de la polla de Tom, adorando la manipulación
áspera, mostrándose así que podía producir en su compañero, un salvaje deseo.

Ash se sacó la polla de la boca y colocó la otra pierna de Tom sobre su


hombro. Se colocó entre las dos piernas, y se levantó sobre sus rodillas, para poder
presionar su pene dentro de la caverna ansiosa. Ash se inclinó, sujetando su polla con
la mano, y la presionó ligeramente en el cuerpo de Tom. Lentamente se impulso
hacia adelante, disfrutando de cada centímetro mientras viajaba dentro. Cuando Tom
gritó, se detuvo.

—¿Está todo bien? —Ash creyó que había pasado el tiempo suficiente
preparando a su compañero. Empezó a retroceder pero la mano de Tom voló hasta su
brazo.

—Espera. Eres mucho más grande que cualquiera de las que me han metido.
Dame un minuto. Lo quiero todo de ti.

—Entonces ¿cómo me tragó esa boca traviesa? —Ash trazó la boca abierta de
Tom con el pulgar antes de bajarse y besarle en los labios. Le daría todo el tiempo del
mundo. Lamió la boca de su amante cuando la abrió para darle la bienvenida. Ash
jugó con los labios de Tom, trazándolos con su lengua pero nunca entrando. Tan
distraído por los brillantes labios de Tom, has casi se pierde el cambio en las caderas
de Tom, que lentamente se balanceaban para succionar la polla de Ash hacia adentro.

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Solo unos centímetros más y Ash estaría completamente sumergido en el
interior de Tom. Con cada presión, Ash luchaba contra el impulso de empujar hacia
dentro y así embestir al hombre que tenía debajo de él. Gruñó mientras se deslizaba
hasta la empuñadura. Su respiración era tan irregular como la de Tom. Él estaba
todavía con los ojos cerrados y el estómago tenso. Se balanceó de nuevo saliendo de
Ash y volviendo a entrar, regresando a su hogar. —¡Sí! —Tom gritó y cogió la polla
para volver a frotar su punta.

Ash decidió que esto significaba que ya podía moverse. Agarró los muslos de
Tom y se preparó. Se deslizó dentro del calor disfrutando de los sonidos que sus
cuerpos hacían cuando se juntaban. Ash empujaba dentro y fuera sintiendo que su
cuerpo se elevaba hacia el clímax otra vez. Necesitaba llenar a Tom y proporcionarle
los mismos placeres que Tom le había dado. Ash se contorsionó intentando ángulos
diferentes hasta que Tom gritó. Era ahí donde necesitaba estar.

Con nueva determinación, Ash continuó follando a Tom, conduciéndolo a un


abismo de placer. Tom se retorció bajo él mientras Ash cogía los muslos y los
empujaba contra su pecho. Tom se la sacudía rápidamente al mismo tiempo que Ash
empujaba. Ash quería que culminaran a la vez para disfrutar de esa felicidad
compartida.

—¿Estás cerca Tom? Yo estoy casi ahí.

—Sí, sí, tan bueno.

Tom sonrió ante los balbuceos de Tom y reanudó sus movimientos. Le observo
atentamente buscando todos los indicios que le decían que Tom estaba a punto de
correrse.
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Tom se sacudió hacia adelante inclinando su cuerpo, antes de empujar su
cabeza hacia atrás sobre el cochón. Con un brazo se agarraba a un lado, mientras que
con el otro sacudía su polla con frenéticos movimientos.

Ash renovó sus embestidas concentrándose en el hormigueo que corría por sus
pelotas. Su estómago se tensó y el cuerpo se preparó para la liberación. Permaneció
en el cuerpo de Tom mientras sus bolas se apretaban contra su piel descargándose así
en el interior de Tom. Los chorros de semilla se precipitaban hacia delante
llenándole completamente. Tom gritó cuando su liberación se derramó sobre su
pecho y mano. Los temblores sacudían a los hombres mientras jadeaban, bajando
lentamente del éxtasis. Ash miró a su compañero, preocupado de que pudiera haber
hecho algo mal, o que pudiera haberlo hecho de otra forma para que su unión hubiera
sido más placentera. Tom no emitía ningún otro ruido más, que su respiración pesada.
Lentamente comenzó a moverse, y Ash se retiró de su cuerpo.

Observó como las huellas de su unión se deslizaban desde el cuerpo de Tom


hasta las mantas. Ash bajó las piernas de Tom al colchón y las frotó para relajarlas.
Tom aún no había hablado. Ash se levantó para dejar la cama e ir a por una toalla
cuando Tom agarró su mano. Volviendo atrás, Ash vio a Tom estirar y colocar las
sábanas desordenadas para poder meterse dentro.

—Voy a buscar una toalla.

—Coge una para ti si quieres, a mí me gusta tener el recordatorio de una buena


jodida.

Los ojos oscuros de Tom recorrieron el cuerpo de Ash de una manera


seductora, que casi hizo que se avergonzara.
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Su cuerpo se calentó y su polla se movió por la promesa que expresaba el
cuerpo de Tom. Ash se subió a la cama tirando de Tom cerca de él.

—Duerme primero. Entonces podrás follarme hasta el olvido.

—O puedo montarte de nuevo, eso fue fantástico.

Ash besó a Tom en silenció y se estremeció cuando el frío semen tocó su


cuerpo. Tiró de las sábanas y su abdomen.

—Lo siento nuestro recuerdo estaba frío.

Tom se echó a reír sin molestarse por la reacción de Ash y colocando la cabeza
sobre su pecho, paso el brazo por los abdominales de Ash.

—Es un gusto adquirido.

Ash observó como los ojos de Tom se cerraban. Finalmente tenía entre sus
brazos al hombre que más quería. Giró el anillo que adornaba la mano de Tom,
mientras yacía sobre su estómago. Iba a hacer cualquier cosa en su poder para
mantener a su aeternus a salvo y ayudarle a sanar.

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CAPITULO 8

Tom no quería salir de los brazos de Ash. No había salido apenas de la cama de Ash
en los últimos dos días. Mason les había dado a cada uno de ellos un tiempo libre,
para que pudieran enlazarse y lo hicieron repetidamente. Se enlazaron en el sofá, en
la ducha, en el suelo, contra la nevera. Tom sonrió recordando ese incidente en
particular.

Ahora se encontraban en el pasillo, mirándose fijamente. Tom apoyó los brazos


sobre los hombros de Ash, mirando al hombre más alto como un adolescente
locamente enamorado, que estaba apoyado contra las taquillas del instituto.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Ash dentro de su pequeño círculo


mientras le colocaba algunos mechones detrás de la oreja. Tom decidió que nunca se
lo cortaría ya que parecía que a Ash le gustaba jugar con él.

—Estaba pensado en lo que pasó contra la nevera.

Ash gimió y se acomodó a sí mismo a través de su ropa. —Me estas poniendo


duro de nuevo.

—Hah, después de los pasados dos día tal ver quieras llamar a un médico. Tu
erección ha durado más de cuatro horas.

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Ash echó la cabeza hacia atrás y se rió a carcajadas. Cuando reía era como si le
quitasen años de encima. Tom disfrutaba de los momentos en que Ash se soltaba y
reía de forma totalmente despreocupada. Tom unió las manos por detrás del cuello de
Ash.

—Debo decir que estoy muy orgulloso de mí mismo. Funciono mejor que
cualquier droga ED3 en el mercado.

Con un gruñido Ash cogió a Tom y lo giró acorralándolo contra la pared. Él


suspiró mientras Ash le tapaba su boca con la boca de él. Sus labios se deslizaban uno
sobre el otro. Tom quería rendirse otra vez y dejar que Ash tomara el control del beso
y de todo lo demás. Ash era feliz cuando se besaban. Él se movía sobre el cuerpo de
Tom estimulando cada nervio y dejándole en estado de éxtasis después.

—Tú no eres la droga de nadie más, solo la mía. —Ash mordió los labios de
Tom.

Tom golpeó el pecho de Ash y luego levantó la mano en el que llevaba el anillo
que le había hecho. —Lo sé. No soy de nadie más, solo tuyo. Y lo mismo vale para ti,
amigo.

—¡Por supuesto! Nunca he sido nada más que tuyo, por toda la eternidad.

Tom sonrió feliz. Sabía que no había esperado por Ash, tampoco había
esperado demasiado para tener relaciones, pero él no era un paranormal sujeto a las
limitaciones físicas de su especie.

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Medicación para la disfunción eréctil.

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Si Tom hubiera sabido que iba atarse físicamente de forma permanente en su
primer contacto sexual, también hubiera esperado mucho más tiempo. Pero a Tom le
gustaba pensar que el magnífico ejemplar situado ante él era todo suyo y que Tom
también había sido hecho solo para él.

Tenían algunos problemas que resolver, pero estaban dando grandes pasos en
esa área. Tom estaba seguro de haber tomado la decisión correcta al estar con Ash.
Era rudo y un poco áspero en la superficie pero, pero era sincero y cariñoso. El
sentido del humor de Ash fue revelándose a medida que disminuía su tensión, y Tom
encontraba a Ash hilarante. Ash estaba completamente enamorado de Tom,
absolutamente embelesado. Tom lo notaba cuando le atrapaba mirándole de soslayo y
por la forma en que Ash le vigilaba mientras dormía. Era dedicado y cariñoso. Tom
estaba bastante seguro que cada vez estaba más cerca de enamorarse de su gárgola.
Tom tenía mucho en lo que trabajar, y le había guardado animosidad por las cosas
que él dijo cuando estaba enfadado y asustado, pero ya habían hablado sobre ello.

Ash se disculpó. Había explicado las razones para su horrible actitud y lo que
realmente pensaba de la violación. Sabía que Tom no estaba pidiendo, nadie lo haría,
que le violaran. Su única razón fue que tenía miedo de perder a Tom. Ahora se daba
cuenta que casi había perdido a Tom por culpa de su actitud. Tom le contó sobre la
violación al hombre anticuado y por qué lo que dijo había estado mal. Al final Tom
aceptó sus disculpas. Ash también le había contado que Marl le había aconsejado
desde entonces, y estaba trabajando activamente en el cambio.

Tom ya sabía de esas dos cosas. No estaría en torno a Ash si él no estuviera


haciendo cambios reales en su vida.

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Cambios que eran evidentes y sinceros. La puerta de la cocina se abrió tras
ellos y Roark asomó la cabeza. —¿Creéis que podréis tomar aire el tiempo suficiente
para que Tom pueda descargar las entregas?

Tom miró a Roark por encima del brazo de Ash —Estaré ahí en dos minutos.

—Eres tan divertido. Haces que se vaya contestándole dulcemente.

Tom se encogió de hombros. —Soy adorable.

—¡Sí que lo eres! —Ash besó a Tom a lo largo de la mandíbula mientras el


echaba la cabeza hacia atrás. Ash se había afeitado recientemente por lo que la
suavidad de su piel se deslizaba por el cuello de Tom. Olía al jabón de su ducha
compartida. Pensar en la ducha hacía que Tom anhelara correr escaleras arriba y que
Ash lo golpeara sobre el colchón.

Él empujó a Ash con un gruñido. —No quiero ir a trabajar, pero tengo que
hacerlo. Si no paramos no lo lograré.

Ash retrocedió y se arregló el hábito, alisándolo en las partes que Tom había
arrugado. Tom se estaba acostumbrando a la túnica. Era una prolongación de los
hermanos en la iglesia. Ellos compartían un lazo y la túnica significad eso, de alguna
manera. Tom ajustó el cuello de Ash centrando la abertura.

—Te ves tan apuesto.

El rubor de Ash cubría de las mejillas a los oídos con una hermosa sombra de
rojo rosáceo. Él bajó la cabeza. La modestia de Ash era entrañable.

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Cualquier cumplido que Tom le hacía era recibido con elegancia y contestado
con un gracias. Para alguien que se curaba casi de cualquier cosa, le brotaban alas y
hacia arte por el mundo, era sorprendentemente humilde. Ash se inclinó y beso a
Tom en la mejilla.

—Te amo. Me voy a trabajar, te veré más tarde. —Ash trató de ocultar el rubor
tirando la capucha sobre su hábito, pero Tom pudo verlo. Él se emocionaba cuando
veía que podía afectarle así.

Tom le saludo con la mano y entro en la cocina. Eso era un baño de actividad.
Todos los hermanos disponibles estaban ayudando a que la entrega se realizara de
forma rápida y fluida. Unos pocos hombres entraban y salían con cajas de frutas y
verduras. Terran estaba de pie con un portapapeles recibiendo los productos. Y por
supuesto, todavía había hombres tratando de hacer la comida del día. Eso no podía
ser postergado aunque hubiera una nueva tarea por hacer.

Los productos que llegaron hoy iban a convertirse en comida para la gente que
había a través de la ciudad. Los antisociales, los convalecientes y otros que no podían
salir iban a recibir comida. No todas las noches, pero si algunas para animarlos. La
comida no era tan importante como las personas que la entregaban. Los hermanos
estaban abrazando a la comunidad e intentando con esto hacer más fácil su existencia.

—Me alegro de que te unieras a nosotros Tom. —Terran soltó una carcajada y
miró al portapapeles. Terran merecía encontrar a su aeternus al igual que muchos
otros aquí. Es dulce y motivado. También, duro consigo mismo, un perfeccionista,
pero no esperaba eso de nadie más. Él era paciente y Tom le agradecía toda la ayuda
que le había dado durante su estancia en la iglesia.
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—¿Puedes ponerte una túnica para ir como el resto y ayudar a traer las cajas
por favor?

Tom asintió y cogió una de las túnicas que colgaban junto a la puerta trasera.
Los hombres que trabajaban aquí solían colgar sus hábitos al llegar a la cocina. Hacía
calor aquí dentro y necesitaban libertad para moverse. Tenían delantales blancos para
cubrirse. Pero si alguno salía de la cocina volvían a ponerse la túnica. Hoy eso era
especialmente importante. Eben estaba empezando con su cambio, y confiaba en su
capucha para ocultar su piel gris y los rasgos cambiantes. Tom no quería exponerlos.

Tom nunca había usado un hábito antes. Se lo puso y lo miró por un momento.
Deseaba que hubiera un espejó en el que poder verse. Sabía que la iglesia era donde
pertenecía. Pero ¿Debería considerar hacer su compromiso con ella permanente? ¿Ser
algo más que el compañero de uno de los hermanos?

Roark le golpeó al entrar con otra caja de fruta. —Lo siento Tom. ¡Te ves
genial! —dijo guiñándole un ojo.

—Sí, seguro. Lo que tu digas. —Tom se rió del comentario, pero pensó que
Roark era más honesto y eso le delataba. No, no podía pensar eso. Era solo un
comentario improvisado. Roak era el rey de las insinuaciones. Tom apartó eso de su
mente y salió por la puerta. El camión de reparto fue estacionado a lo largo de la
acera, cerca de la entrada trasera de la cocina. Las luces de emergencia parpadeaban,
el rugido retumbaba en las paredes de los edificios circundantes. La puerta estaba
abierta y una cadena colgaba para facilitar el agarre sobre la manilla.

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Se formó una línea de hermanos, que compartían el trabajo en la cocina, junto
al camión. El repartidor dio la vuelta para colocar las cajas en la parte delantera del
camión, mientras que Jaeger, que usualmente manejaba la construcción y el
mantenimiento en general, pasaba las cajas a los hombres. Parecía que todo el mundo
había salido aquí para ayudar. Tom se acercaba aquí mientras que los otros hombres
iban hacia la cocina con sus cajas.

—¡Beep, beep! ¡Paso! —Eben se reía mientras intentaba reunirse con Tom.

—Deja de hacer el tonto. —Tom puso las manos sobre los hombros de Eben y
le apartó del camión, empujándole hacia la puerta de la cocina. Tom se estiró dentro
del camión para recoger la caja que Jaeger le estaba dando. Tom se quedó inmóvil,
con las manos en el aire cuando el repartidor tiró una pila de cajas al borde del
camión.

La noche del callejón volvió a la mente de Tom con la fuerza de un tren. Su


estómago se contrajo y el corazón le latía con fuerza. Esto no podía estar pasando
otra vez. El encargado de la entrega, era el hombre que había agarrado a Tom,
mientras que el otro le golpeaba hasta la inconsciencia. No debería estar aquí ahora
mismo. Este hombre tendría que estar en la cárcel. Tom había oído que todos habían
sido arrestados. Él retrocedió, preparándose para correr. No podía estar aquí. El
hombre aún no le había visto así que podía irse sin problemas.

—¿Tom? ¿Estás bien? —Jaeger se arrodilló al borde de la cama del camión


sosteniendo aún la caja entre sus manos. ¿Por qué tenía que llamar la atención sobre
él? Tom se volvió para mirar a Jaeger y tiró de la capucha sobre su cara antes de
coger la caja y salir corriendo hacia la iglesia.
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Necesitaba huir, no estaba seguro fuera de estas paredes. Tom corrió a través
de la cocina y dejó caer, la caja de fruta, en el suelo. Irrumpió por las puertas
oscilantes y corrió por el pasillo ignorando la voz de Terran mientras le llamaba. Tom
seguía yendo y viniendo. No estaba seguro hacia donde iba solo sabía que quería
escapar.

Pasó por delante de la oficina de Mason y dobló la esquina, hacia el auditorio.


No había nadie allí y podría esconderse. Tom voló a través de la puerta y entro en la
tranquila habitación. La luz de las vidrieras calentaba el espacio vacío. Tom corrió
por el pasillo central y subió al escenario elevado. Se agachó detrás del podio y
apretó la espalda contra la madera fría.

Su pulso resonaba en sus oídos. Tom inhaló otra respiración tratando de


calmarse. Moviéndose hacia adelante, Tom tarareó una melodía sin nombre. Los
brazos le dolían mientras los apretaba firmemente, abrazando sus rodillas. Tenía que
asegurarse de no ser visible si su atacante le seguía. Necesitaba mantenerse escondido
detrás de la estructura del grueso atril.

El sonido de un crujido le dijo a Tom que no iba a permanecer oculto por


mucho más tiempo. Se metió la mano en la boca intentando amortiguar el grito.
Lágrimas le recorrían la cara a pesar de que sus ojos estuvieran cerrados.

—Tom cariño. ¿Estás aquí? —La voz de Ash le llamaba, pero estaba
demasiado asustado para responder. Quería gritarle que estaba aquí, pero tenía miedo
de que alguien le oyera. Tom presionó su mano todavía más fuerte cuando empezó a
lloriquear. El mundo le atacaba dentro de la burbuja que había construido aquí, en la
iglesia, su lugar seguro, el sitio donde quería reconstruir su vida.
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—¡Tom! —Ash caminó alrededor del podio. Su rostro se puso gris cuando
Tom le miro y saltó a los brazos de Ash. Este podría haberle hecho enfadar antes,
pero hizo todo lo necesario para mantenerlo a salvo. Podía protegerle de cualquier
persona o cosa que le atacara.

Ash se deslizó al suelo con Tom apretado entre sus brazos. Empujó su pelo
hacia atrás y le acarició la cara suavemente. El cabello de Tom estaba oscuro por el
sudor y sus ojos se disparaban a todos lados.

—¿Qué pasó? Terran dijo que dejaste caer una caja y saliste disparado de la
cocina. ¿Por qué no te detuviste cuando Jaeger te llamó?

—Él estaba aquí. Repartía frutas y hortalizas. No quería que me viera así que,
me puse la capucha y salí corriendo. No quería que me viera. No creo que me haya
visto.

Tom no podía formar pensamientos coherentes. Él corrió. Eso era todo lo que
podía hacer. Su corazón seguía acelerado y no era capaz de concentrarse para
contárselo a Ash. Quería que Ash lo arreglara, que arreglara todo. Pero estaba muy
asustado. Miedo era todo lo que sentía, todo lo que podía sentir. Era todo lo que
abarcaba en este momento. La puerta crujió y Tom gritó. Se agarró más fuerte y sus
dedos casi rasgaron la tela del hábito de Ash. Cuando la puerta se abrió, Tom saltó
del regazo de Ash y se oculto tras el podio nuevamente. Tom puso la capucha, de su
túnica prestada, sobre la cabeza y la cubrió con sus manos.

—Hallam, le encontré, deja que Terran sepa que le tengo, hablaré contigo y
con él más tarde—Ash se giró hacia Tom. —Ya se ha ido. Cariño ven aquí. Tom
volvió a la seguridad de su aeternus. Ash le dio la bienvenida y acarició su cabello.
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Cogió la cabeza de Tom con las manos y le miró a los ojos. Ash frunció el
ceño. —Concéntrate en mi respiración, Tom. Inspira y espira como lo hago yo.

Tom miró a Ash e imitó su respiración. Inhalaciones profundas y espiraciones


lentas. Le llevó unos minutos el conseguir que su respiración fuese regular. Se
mantuvo agarrado fuertemente a Ash hasta que pudo respirar sin ayuda. Se frotó la
cara para eliminar las lágrimas que le quedaban.

—Ahora ¿Puedes contarme que pasó?

Tom asintió con la cabeza. Se sentía estúpido por reaccionar de esa manera.
Todo lo que tenía que hacer era gritarle al hombre y señalar quien era. Toda la Orden
habría agarrado al hombre y mantenido a Tom a salvo. Miró al techo y respiró
profundamente para calmarse.

—El hombre que estaba repartiendo hoy la comida era uno de los hombres que
nos atacaron en el callejón. —Ash agarró a Tom y lo apretó lo suficiente como para
que sus huesos crujieran.

—No puedo respirar. —Ash le soltó—. Deberías estar avergonzado. Con lo


duro que hemos trabajado para que pueda respirar, de forma normal, de nuevo. —
Tom sonrió débilmente, con la esperanza de calmar la agitación de Ash.

—No puedo perderte ahora que te he encontrado. —La reacción de Ash le


conmovió. Se preocupaba más por él que cualquier persona de las que habían pasado
por su vida. No podía recordar ningún momento en el que se sintiera más seguro y
amado. Su reacción anterior fue por culpa del miedo que le invadía. Pero ahora podía
ver, que Ash y los demás, harían todo lo posible por mantenerlo a salvo.

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—Bien, no me exprimas hasta que no pueda respirar. —Tom unió sus brazos
por detrás de la cabeza de Ash, cuando él la bajó para ocultar su rubor—. No sé
porque no grite y dejé que todos vosotros hicierais algo.

—Yo habría ido corriendo. Nada en la tierra me hubiera detenido. —La


sinceridad de Ash era abrumadora.

—Sé que lo hubieras hecho. Siempre estás ahí para mí. Incluso cuando no te
quería a mí alrededor, tú siempre estuviste ahí. Oculto en las sombras o fuera en
alguna esquina. Te aseguraste de que no me hundiera en mi lado más oscuro.

Ash inclinó la cabeza y la posó sobre el hombro de Tom. Sus manos recorrían
la espalda de Tom con movimientos tranquilizadores. —No sé porque ha salido de la
cárcel. Tal vez Mason lo sepa. Podemos preguntarle.

—¿Podemos?

—Por supuesto. —Tom empezó a bajarse de Ash, pero él le apretó más


fuerte—. No, quiero sostenerte.

Tom resopló. Una parte de él quería permitir que Ash lo mimara, pero sabía
que tenía que recuperar su vida. Odiaba sentirse indefenso. Odiaba la forma en que
había reaccionado al ver a su atacante. No quería estar todo el tiempo asustado.
Quería recuperar todo lo que le quitaron. Y empezaría a partir de ahora. —Aprecio
que me quiera sostener pero necesito caminar, necesito recuperar mi vida.

Ash asintió y ayudó a Tom a ponerse en pie. Una vez estuvieron levantados,
envolvió la mano de Tom con la suya. —Adelante, pero estaré a tu lado para sostener
tu mano y ayudarte si lo necesitas.
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El corazón de Tom retumbó y su estómago se estremeció. Estos momentos
eran los que hacían a Tom enamorarse un poco más de Ash. No había dicho las
palabras en voz alta, pero pensaba que él, sabía cómo se sentía. Cuando Tom
estuviera listo, las palabras saldrían solas. Sabía que llegaría un punto de su relación,
en el que Tom no sería capaz de contener los sentimientos por Ash y todo caería en
su lugar. Pero mientras pudiera controlarse, él se lo guardaría.

Caminaron de la mano hasta la oficina de Mason. La puerta estaba abierta y él


estaba trabajando en los papeles sobre su escritorio. Ash golpeó en el marco de la
puerta. Mason les hizo señas para que entraran sin ni siquiera levantar la vista de su
trabajo, lo que no era común en el hombre cariñoso.

—Tom tiene algunas preguntas que hacerte y esperamos que puedas


contestarlas.

La cabeza de Mason se levantó ante las palabras de Ash. —Tom me enteré de


lo que ocurrió antes en la cocina. Sentimos lo que te ha sucedido. Si lo hubiéramos
sabido antes, habríamos intervenido.

Tom apreció las amables palabras de Mason, pero sabía que el incidente fue
solo una casualidad. Nadie con un espíritu compasivo, como el de Mason, le haría eso
a otro de forma intencionada. —Sé que, el que él esté aquí es una locura. No fue
culpa de nadie. Creo que me sorprendió. ¿No deberían estar en la cárcel los tres tipos
que nos atacaron?

La sombría cara de Mason, le dijo a Tom, todo lo que necesitaba saber. Se


sentó en silencio esperando escuchar la mala noticia de que se encontraría con esos
hombres en cualquier momento y en cualquier lugar.
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—Los tres hombres fueron arrestados. Dos se quedaron porque tenían
antecedentes penales. Al que viste fue probablemente el tercero. Fue puesto en
libertad bajo fianza ya que no tenía condenas anteriores.

—¿Cuándo irán a juicio? Han pasado dos meses. ¿No debería haber ocurrido
ya? —Ash apretó la mano de Tom, deteniendo su movimiento frenético por el aire.

—Puede pasar un tiempo antes de que sean juzgados. El sistema judicial está
realmente atascado. Una vez que los hombres vayan a juicio, si son condenados, lo
más probable es que se les otorguen penas que incluyan servicios comunitarios.

A Tom no solo se le cayó el rostro con tristeza, sino que también su cuerpo
enteró se inclinó por lo que eso significaba. —Sé que esto no es lo que querías oír,
pero era importante que supieras la verdad.

Tom asintió con la cabeza. No sabía qué más podía decir. Sinceramente, ya
estaba todo dicho. Tenía que lidiar con la información y avanzar con el conocimiento.
Tom siempre había vivido la vida al máximo, haciendo lo que quería. Desde el ataque
con Preston se había aletargado. Las únicas veces que Tom se sentía como su antiguo
yo, era cuando estaba con Ash. Ash le había devuelto la confianza. Le hizo sentirse
guapo y fuerte, capaz de lograr cualquier cosa y conquistar el mundo.

—Tom, se que has estado trabajando mucho, más de lo que podría imaginar.
Creo que hablar con un consejero sería útil. Marl es en realidad un psiquiatra y
siempre estará disponible para ti.

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Tom asintió con la cabeza. Así que esto era a lo que había llegado. Mason no
tenía nada más que ofrecerle, si no animarle a buscar tratamiento médico para su
abuso. No debió darse cuenta que Tom ya había empezado a hacer eso con Marl. Se
había reunido con Tom en las ocasiones que lo consideraba necesario. Hacía tiempo
que pensaba que deberían haber examinado su cabeza cuando estaba en la escuela
secundaria. Pero eran solo palabras. No, el no tenía la mejor vida en su casa, pero
sabía que muchos de sus compañeros lo tenían peor y salieron adelante. Eran
miembros activos de la sociedad, no se escondían en una iglesia, ocultado por
monstruos.

Ash alcanzó la pierna de Tom a través del espacio y poso su mano sobre ella
haciendo que se sobresaltara.

Ash la retiró con el ceño fruncido. Tom cogió la mano de Ash y la colocó de
nuevo ahí, manteniendo su propia mano sobre la de él. No quería que sus problemas
le hicieran más daño a Ash, de lo que ya le habían hecho cuando se conocieron. —
Creo que tienes razón. Ya he visto a Marl unas cuantas veces, pero probablemente
debería hablar con él más a menudo.

—No tenía ni idea de que ya estuvieras reuniéndote con él.

—Será por la confidencialidad médico-paciente, estoy seguro. Él es muy


minucioso.

Mason rió y Ash apretó la mano de Tom. Ahora que el mal rato había pasado
completamente y Ash estaba junto a él se sentía más aliviado, más como él mismo.
Este no era más que un bache en la carretera, y tenía la tracción de las cuatro ruedas
para seguir con su vida.
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CAPITULO 9

Tom permitió que Ash le llevara de vuelta a la cocina. Ahora que la entrega estaba
terminada, y su agresor había dejado el área, Tom quería tener algo de normalidad.
La cocina le daba eso. No quería que esos hombres le quitasen nada más.

Ash besó la frente de Tom y se fue sin más comentarios. Tom estaba
agradecido que Ash no hiciera un gran espectáculo y hablara con todos los hombre
para pedirles que vigilaran a su aeternus. Miró nuevamente a la puerta, por si Ash
cambiaba de opinión. Nop. Ash realmente le había dejado para que hiciera su trabajo.

Tom colgó la túnica, que había cogido antes, en el perchero, detrás de la puerta
y pasó su mano por el rugoso tejido. A pesar de estar cubierto por el manto de la
orden, aún estaba expuesto a los villanos del mundo. Unirse a la Orden no le
protegería de todos los males del mundo. Aquí era donde debía vivir y trabajar, pero
Tom todavía tenía que enfrentarse a sus miedos. Unirse no resolvería todos sus
problemas o calmaría sus preocupaciones.

Tom volvió a entrar a la cocina. Notó que el nivel de ruido había disminuido
mientras colgaba la túnica, ahora sabía por qué. Los hombres estaban congelados en
este momento, habían detenido cada gesto o tarea y lo miraban atentamente.

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—Oh hombre ¿Ash ha vuelto a dejarme la bragueta abierta otra vez? Es un
animal. —Tom se cogió los pantalones para mirarse la cremallera con un gesto
dramático. Algunas caras se mantuvieron estoicas mientras que otras empezaron a
abrirse cuando se rieron—. Chicos estoy bien. Toda ha salido bien. Ahora solo quiero
volver al trabajo.

La mayoría del personal regresó a sus tareas. Pero Terran y Eben se acercaron
a Tom. Él sabía que iban a decirle algo. Que solo lo dejaran pasar sería demasiado
bueno para fuera verdad, cuando tu tratabas con gente tan humanitaria como ellos.
Acostumbrarse a que todos se metan en tu vida, aunque tuvieran las mejores
intenciones, tomaría su tiempo.

Eben fue el primero en llegar. Se acercó a Tom, el cual levantó las cejas
inseguro de lo que iba a pasar. Él simplemente envolvió los brazos a su alrededor y
le abrazó fuertemente. —Me alegro de que estés aquí y de que todo esté bien.

Tom envolvió los brazos alrededor del hombre, agradecido por el gesto.
Cuando Eben le soltó, no dijo nada y volvió a su tarea. Tom se aclaró la garganta y
parpadeó intentando contener las lágrimas que pudieran formarse. Eben no hablaba
mucho en entornos abierto como este, pero cuando lo hacía, generalmente era para
algo importante.

Terran posó la mano en el hombro de Tom. —¿Seguro que quieres estar aquí?
No estoy diciendo que no necesitemos tu ayuda. Lo hacemos. Pero no quiero que te
sientas presionado para quedarte si necesitas tomarte más tiempo.

—No, estoy bien. Solo es que no estaba preparado para verlo. Si hubiera tenido
una advertencia, ya sabes, no me habría asustado tanto.
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—Oh, claro. Bueno me alegra que te quedes. Necesito ayuda para acabar con
los planes de comida para el proyecto de entrega de alimentos. Ya que tú has sido
quien me lo ha recordado, pienso que serías la persona adecuada para ayudarme.

—No, no tienes porque hacer eso.

Antes de que Tom pudiera echarse atrás o preocuparse por haber herido a
Terran o de haberle culpado por eso Terran habló. —Ha sido idea tuya. Ayudar a las
personas necesitada es algo que está obviamente en tu corazón. Quiero que me
ayudes con eso.

Tom se llenó de orgullo ante las palabras de Terran. Sabía lo que era tener
hambre y necesitar que alguien te ayude. Un pequeño gesto puede provocar un gran
impacto en alguien que tiene poco o nada. Preston llevaba a Tom a cenar una vez por
semana, cuando Tom tenía la suerte de rebotar de un trabajo a otro. Nunca dio el
trabajo por sentado después de que estuvo roto y desempleado. Esa cena semanal era
algo que esperaba con ansias cuando estaba cansado y estresado.

No era nada lujoso. Preston ganaba un salario decente pero vivir en la ciudad
era caro. Era un detalle, el tiempo que Preston reservaba para su amigo, para
preguntarle qué tal le había ido la semana y como podía ayudarle. Tom lo sabía, por
esas dos horas tenía comida y consuelo. Todo lo malo de la semana parecía
desaparecer. Quería dar momentos de paz a aquellos que más lo necesitaran.

—De acuerdo Terran. Estaré encantado de ayudarte.

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Tom dejó la cocina más cansado de lo que había estado en mucho tiempo. Había
trabajado duro con Terran preparando comida e ideando métodos de entrega.
Haciendo un cuadrante para que pudieran rotar por toda la ciudad entregando comida.
Fue agotador. Tom trabajaba duro todos los días en la cocina, sudando con el calor,
pero pensaba que este era un nivel completamente nuevo que nunca había
experimentado.

Terran parecía como si quisiera llorar al final del día. Colocando la comida
alrededor de la ciudad y luego dibujando y redibujando el cuadrante. Tom esperaba
que el fraile se soltara el pelo. Pero no lo hizo. A cambio, enseñó a Tom nuevos y
creativos insultos y maldiciones.

Tom se dirigió directamente a la habitación de Ash, ya que ahora era también


la de Tom. Todas sus posesiones habían sido trasladadas y Tom se alegraba de ello.
Quería empezar una vida con Ash.

Tom entró para ver a Ash saliendo del baño con una toalla alrededor de su
cintura. Pequeñas gotas de agua viajan hacia el sur desde su clavícula hasta sus
pectorales y todavía más abajo.

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—Por fin estás en casa. Pensé que vendrías más pronto. —dijo Ash mientras
arrojaba algo de ropa, desde la cómoda, sobre la cama.

—Estaba ayudando a Terran a planear el programa de entrega de comida.

Ash se giró con una amplia sonrisa en la cara. —¡Eso es maravilloso! Terran
hablaba de ese programa como si fuera su hijo. Estoy sorprendido de que le haya
llevado tanto tiempo empezarlo. Lo harás realmente bien.

Ash dejó caer la camisa que había recogido cuando Tom caminó hacia él. Tom
solo tenía una cosa en mente cuando se acercaba y era evitar que Ash se pusiera
ninguna de esas prendas. Cogió la ropa de Ash y la tiró al suelo. Alargó la mano
quitándole la toalla de sus caderas y la dejó caer al suelo junto con la ropa.

Los ojos de Ash se abrieron cuando Tom se acercó todavía más. Los
movimientos de eran lentos y deliberados. Quería medir la reacción de Ash y
deleitarse con su respuesta. Tom deslizó la mano por el pecho de Ash en dirección a
la detrás de su cuello. Su mano se arrastro por la carne humedecida hasta llegar al
pelo mojado en la parte de atrás de su cuello. La respiración de Ash se estaba
acelerando. Tom gruñó cuando vio como el cuerpo de Ash reaccionaba a su contacto,
y su erección crecía.

Empujando la cabeza de Ash hacia la suya, Tom le dijo. —Fóllame.

Tom sabía que Ash prefería llamarlo hacer el amor, pero ahora mismo, viendo
a su hombre cubierto de gotas de agua, con la piel desnuda y los músculos
flexionados, él quería follar. Quería que Ash le doblara por la mitad y le hiciera
gritar.

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Ash le arranco la camiseta del cuerpo a Tom. Sus habituales movimientos
lentos desaparecieron. Agarró la cintura de los pantalones de Ash y tiró hasta que sus
cuerpos estuvieron uno a ras del otro. La erección de Ash presionaba contra el
estómago de Tom cuando Ash empezó a besarle la boca. Tom abandonó el control y
dejó que Ash le devastara. Los labios de Ash devoraban los suyos. Su lengua se
deslizaba a través de cada recoveco, animando a la lengua de Tom, para que le
siguiera y jugara. Cuando Ash se empujó hacia atrás, Tom se quejó. Quería más de
los besos narcotizantes de Ash.

Ash pasó el pulgar por el labio húmedo de Tom, antes de meterlo en su boca.
Tom no se perdió la insinuación, y su estómago tembló pensando en lo que estaba por
llegar.

—Está bien, voy a meterme dentro de ti y hacerte gritar.

Las palabras de Ash eran fuertes y profundas. Las dijo suavemente en el oído
de Tom. Él dejó que sus parpados se cerraran, mientras la promesa de una liberación
llena de estasis resbalaba sobre él. Ash introdujo el dedo dos veces más en la boca de
Tom antes de retirarlo. No perdió más tiempo alterando a Tom, si no que le
desabrochó los vaqueros, y los bajo, junto con su ropa interior, hasta las rodillas.

Ash giró el cuerpo de Tom para que así estuviera frente la cama. Presionando
sus hombros, le animo para que bajara.

—Inclínate para que pueda tomarte.

Los ojos de Tom se pusieron en blanco. Esto era lo que quería. Una dura
revolcón sobre las sábanas.

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Cada vez que Ash perdía un poco más el control exactamente igual que ahora y
le follaba duro, como ocurrió contra la nevera, Tom se corría como si fuera la primera
vez en años. Ash dejó a Tom expuesto y se inclinó para recuperar el lubricante de la
mesita de noche. Tom se preparó para Ash y busco una postura cómoda para sus
manos y brazos. Ash regresó, no solo con el lubricante, si no con dos almohadas que
colocó bajo el estómago de Tom.

—Vas a necesitar esto. Voy a hacer que te corras tan duro que tus piernas se
aflojarán.

—¡Oh, dios, sí!

Tom no podía esperar para colapsar después de ser arrasado. Ash se paró detrás
de él, así que Tom decidió burlarse sacudiendo un poco el culo. Sintió el meneo de la
carne en la parte superior de los muslos. Sabía que tenía músculo y poca grasa, pero
aún así el balanceo de su cuerpo hizo que el movimiento viajara.

Ash gimió detrás de él y agarró un cacho de culo con cada palma. Sus dedos se
introdujeron en la carne de Tom. Él se inclinó hacia atrás, amando la aspereza de las
manos de Ash. Se fue el gentil artista y fue remplazado por un animal en celo.

Ash vertió lubricante en el culo de Tom, y este siseó por la frialdad. Ash le
golpeó ligeramente. —Deja de quejarte. Sabes que lo quieres. Puede que incluso más
que yo.

Ash forzó dos dedos dentro, zigzagueando, hasta que encontró la próstata. Tom
se agarró a las sábanas que tenía debajo de él y gritó. Ash le sondeó, frotando
mientras Tom temblaba por debajo de él.

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Los gritos de Tom disminuían, mientras mantenía la boca cerrada, pero Ash
podía leer lo que pasaba por la mente de Tom, gritos de estasis resonando en voz alta.
Alabanzas del trabajo de Ash, que él no era capaz de reproducir. Ash retiró los dedos
de los cálidos confines del cuerpo de Tom. Tom silenciosamente rogó que lo
siguiente fuera su polla. No quería bromas. Quería que le llenase. Y cuando el calor
del pene de Ash le tocó el culo, Tom gritó —¡Sí! ¡Por favor, sí!

Una risa gutural se oyó por detrás de Tom. Ash parecía muy satisfecho con su
respuesta. Tom esperó a que Ash se alineara y se inclinara hacia él y luego se
balanceó hacia atrás. Tom quería esto, no, lo necesitaba desesperadamente.

—Tú eres muy travieso.

Ash le apretó las caderas con un duro agarre, antes de sumergirse con fuerza
varias veces. Y como has había predicho, las piernas de Tom comenzaron a temblar.
Cerró los brazos mientras se encontraba con las poderosas embestidas de Ash.

La polla de Ash era sedosa cuando se deslizaba dentro de las profundidades de


Tom. Su circunferencia acariciaba cada rincón conduciéndole más alto en su pasión.
Ash se inclinó sobre Tom, sus cuerpos se deslizaban uno sobre el otro. La ducha de
Ash se había arruinado a causa del sudor de su carne.

Tom alargó la mano y agarró la cabeza de Ash, cuando estuvo cerca de sus
hombros. Deseaba poder besarle y acariciarle, o mirarle a los ojos y decirle cuanto le
gustaba lo que le estaba haciendo. Ash volvió la cabeza y besó la mano de Tom, antes
de estirarse y llegar hasta su oreja.

—Te amo. Me gusta todo de ti.

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Tom gimoteó. Sabía que Ash le amaba. Podía verlo en sus ojos, incluso antes
de que empezaran a trabajar en su relación. Podía verlo en sus cuidadosas elecciones
y en las palabras dulcemente pronunciadas cuando Ash intentaba ser exactamente lo
que Tom necesitaba. Antes de que pudiera responder, Ash se inclinó y tomó su asalto
con un nuevo ángulo.

Tom corcoveó4 por el golpeteo en su próstata. Ash le empujaba sobre el borde.


Tom se resbaló de sus manos y aterrizó en sus antebrazos. Su culo se inclinaba más
alto en el aire. No podía aguantar más, sus bolas se habían tensado y su vientre
hormigueaba profundamente.

El quería alcanzar su polla para aliviarla, pero las almohadas bloqueaban sus
intentos. Ash vio su lucha y elevó a Tom de las almohadas para ponerlo contra su
pecho.

Tom colocó las manos y los brazos por detrás de la cabeza de Ash y se agarró
tan fuerte como le fue posible. Ash se balanceó dentro de él, el nuevo ángulo realzó
su polla, llenando a Tom profundamente. Ash golpeó, dentro de él, rápidamente
mientras respiraba profundamente cerca de su oído. Tom cerró los ojos y escuchó los
sonidos de su amante. Pronto su cuerpo empezó a temblar. Sus músculos se tensaron
y se centró en una única cosa, la descarga de semilla de su polla.

Con una sacudida en la punta, Ash llevó a Tom a la culminación. Fuegos


artificiales blancos se derramaron sobre la mano de Ash y las almohadas cuando Tom
gimoteo por la liberación. Ash acarició y tiró de la polla de Tom lentamente,
ordeñando cada gota.

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4
Inclinar la espalda hacia arriba

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—Mi turno.

Tom se soltó los brazos mientras caía, sobre la cama, hacia adelante. Su culo se
elevaba por las almohadas debajo de él. Se deslizó incapaz de sostener su cuerpo por
más tiempo.

Ash trabajó con su polla, dentro, con una nueva determinación. El cuerpo de
Tom peleaba contra la intrusión, apretando su agarre. Tom lloriqueo, no de dolor,
sino por el deseo de darle placer a Ash, pero temía que fuera demasiado y tuviera que
pedirle que se parara.

—Tan cerca cariño, tan cerca.

Tom aguantó e intento aflojar su cuerpo. Sus intentos duraron poco cuando
sintió el calor que lo inundaba. Ash se movió lentamente bombeando cada carga en
Tom. Cuando finalmente se detuvo, se paro para besarle entre los omóplatos.

—Eso fue tan increíble como siempre. Gracias.

—Soy yo, el que debería estar agradeciéndote. Pero no puedo moverme. —Ash
murmuró una disculpa y se movió para bajarse de Tom. Antes de que pudiera
escapar, Tom intentó alcanzarle echando su brazo flojo hacia atrás, lo lanzó y perdió
su objetivo. Él trató de nuevo y su mano aterrizó en alguna parte del cuerpo de Ash.

—No, quédate. No puedo moverme porque estoy cansado, no porque esté


atrapado. Este es el cuerpo de un hombre bien follado.

El alivio de Ash fue evidente cuando se dejó caer uno vez más sobre él.

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Acarició su delicada cara alcanzándola, al estirar el brazo a través de la
espalda, antes de ponerse en cucharita detrás de él. Los ojos de Tom se cerraron
cuando Ash le acarició los brazos.

—¿Quieres salir a cenar?

—¿Qué? —Tom se sentó, empujándose en los brazos de Ash. —¿Fuera? ¿Por


qué haríamos eso? Quiero decir aquí se está calentito y la cocina está llena de
comida.

Ash gesticuló hacia abajo a su cuerpo desnudo. —Realmente llegamos tarde a


comer en el comedor.

Mierda. Tom no quería dejar la iglesia. Las cosas malas pasaban cuando él
dejaba la iglesia. Pero Ash tenía razón, la cena estaba hecha y la cocina estaba
cerrada por la noche. Solo una o dos personas estarían todavía allí preparando el
desayuno de mañana. Estarían demasiado ocupados incluso para hacerles un
sándwich. Se las arreglaba bien cuando estaba en la iglesia.

Ash se sentó y tomó la mano de Tom con la suya. —Respira lentamente. Uno,
dos, tres, cuatro y espera.

Tom miró hacia Ash e hizo lo que le había ordenado. La voz de Marl era la que
oía en su cabeza. Lento y constante, respiró profundamente y lo soltó igual, hasta que
él fue capaz de sonreír débilmente a Ash.

—Lo siento.

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Ash detuvo el discurso de Tom —No te preocupes por eso. Estoy aquí para
ayudarte. No es solo porque seas mi aeternus, hacerlo, para mí, es un placer.

Ash se inclinó y beso la mejilla de Tom, dudando si colocar sus frentes juntas.
A Tom le encantaba la atención que Ash le daba. Nunca había experimente afecto a
este nivel. Ash mostraba mucha devoción y cuidado con el toque más simple.

—No puedo dejar la iglesia. Si la dejo algo malo va a pasar. —Ash envolvió a
Tom en sus brazos y lo atrajo hasta que casi estuvo en su regazo. Ash no le reprendió
o se burló de él. Simplemente se quedo quieto, sosteniéndolo hasta que Tom no pudo
soportar más el silencio—. ¿Bien?

—¿Bien qué?

—Bueno ¿Qué tienes que decir sobre que yo no salga de la iglesia? —A Tom
no le gustaba este nuevo mejorado Ash. Estaba siempre allí y no luchaba contra él.
Empezaba a temer que tendría que preguntarle por todas sus opiniones. Si él le
preguntaba, no podría enfadarse cuando Ash le contestara.

—Creo que sabes que no puedes convertirte en un ermitaño. Tendrás que


volver a salir fuera. Creo que salir con el hombre que siempre está ahí para salvarte es
probablemente la mejor decisión que puedes tomar para conquistar tus miedos.

—Pero ¿Y si pasa algo?

—Entonces estaré ahí para mantenerte a salvo.

Tom asintió con la cabeza. Ash tenía razón. Durante una sesión, Marl le dijo
que llegaría el momento en el que tendría que salir otra vez de la iglesia.

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Había pensado que ese momento había llegado cuando salió para descargar el
camión. No había durado ni cinco minutos fuera de la puerta. Si Ash hubiera estado
con él entonces, hubiera estado bien. Hubiera agarrado la mano de Ash, hubiera
encontrado su voz, y les habría dicho a todos quien era el hombre del camión. Tom
tomó la mano de Ash en la suya. —Bien, hagamos esto.

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CAPITULO 10

Tom estaba, honestamente, orgulloso de sí mismo. Había caminado por las calles,
desde su plaza de aparcamiento hasta el restaurante de la esquina sin tener un solo
ataque de pánico. Se cogió de la mano de Ash y simplemente dio un paso detrás de
otro. Incluso cuando una dama, con más laca que neuronas, chocó contra él, gritó
“Perdón” en lugar de encogerse.

La comida estuvo fabulosa. Después de todos altibajos debidos al anterior


ataque de adrenalina, y de la basura que había probado, que se suponía que era como
el caviar, Tom estaba muy hambriento. A pesar de eso la comida era excelente. Tom
preguntó cuál era la receta del aperitivo de camarón. No estaba seguro de cómo lo
haría, pero convencería a Terran de que debería añadirse para la rotación de
alimentos, todas las noches, en la cena de la semana que viene.

—No va a preparar ese camarón todas las noches, Tom. —Ash se rió entre
dientes y se recostó de nuevo en la cabina. Parecía relajado mientras daba un sorbo a
su café antes de dejarlo en el platillo.

—Tal vez pueda conseguir que haga una gran cantidad que podemos congelar.
¡Entonces podré comer algunos todos los días durante el próximo mes!

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—Claro, déjame saber cómo te ha ido con eso. —Ash descansó su brazo en la
parte baja de la cabina. Él era un festín para sus ojos. Tom podría comérselo vivo si
no estuviera ya lleno.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunto Ash, cuando Tom resopló.

—Estaba pensando que te podría comer, te ves delicioso, pero estoy tan lleno.

La ceja de Ash se elevó a modo de pregunta ante el tonto pensamiento de Tom.


—¿Comerme dices? Bueno, entonces deberíamos salir de aquí.

La promesa de sexo eclipsaba el sentido del humor de Tom. —Voy a pagar, tú


vete por el coche, nos veremos en frente.

—¿Estás seguro?

Tom apreciaba la preocupación de Ash. Teniendo en cuenta lo mal que Tom lo


había pasado, este era un gran paso, pero estaba en un restaurante lleno, en una de las
calles más concurridas de la ciudad. Ash tendría que hacer un viaje completo
alrededor de la manzana antes de parar. —Estoy seguro de que estaré bien. Esto está
realmente lleno, y saldré disparado tan pronto como pares.

Ash asintió y se puso de pie. Volvió a ponerse la chaqueta antes de mover el


cuello hacia arriba y luego hacia abajo para colocarlo adecuadamente. Tom notó que
varios ojos les miraban, mientras Ash se preparaba para marcharse. Su cara estoica
contenía un destello, que le daba un aire de hombre inalcanzable haciéndole aun más
deseable. Pero él era solo de Tom. Antes de marcharse Ash se inclinó y besó a Tom
en los labios. —Seré rápido.

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—Y yo estaré bien.

Tom pagó, dejando una propina generosa, ya que su camarero pasó por todos
los problemas para conseguir la receta del chef, antes de encontrar la manera de salir
del restaurante. La gente en la tarde se agolpaba fuera por lo que la acera estaba llena
de personas. Se metió las manos bajo los brazos a la vez que los cruzaba y se dirigió
al bordillo.

Sin Ash aquí para apoyarle, Tom encontró más difícil ignorar el bullicio que le
rodeaba. Cuando la gente chocaba contra él y le era imposible esquivarlos. Solo unos
pocos metros más, puedes hacerlo. Tom se animó a seguir adelante con su mantra
interno.

Tom estaba en el bordillo, balanceándose de un pie al otro. Puede que este


fuera un paso demasiado grande para él. Miró hacia la calle pero no pudo distinguir el
coche de Ash entre el mar de faros.

Vamos, Ash. ¿Dónde estás?

—¿Pensabas que al usar esa capucha te esconderías? Sabía quién eras desde
que saliste por la puerta de la iglesia.

Tom se dio la vuelta, pero no había nadie detrás de él. Su mente le estaba
jugando una broma. Se dio la vuelta nuevamente escudriñando la multitud de la gente
que pasaba. Tom entró dentro de la marabunta girando a la izquierda y a la derecha,
tratando de encontrar a que sea que le hablara. Pronto la muchedumbre en
movimiento, había alejado a Tom del bordillo y le había acercado a los edificios.
Necesitaba abrirse camino a la calle para que Ash pudiera recogerlo.

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Tom tropezó y extendió los brazos para ayudarse a mantener el equilibrio.

—Oye, mira por dónde vas. —Tom gritó a quien quiera que le empujó, pero de
nuevo, allí no había nadie. Tom nunca había sido conocido por su soltura, pero estaba
seguro de que alguien le había empujado. Tal vez acabara de tropezar. Tom miró al
suelo intentando reconfortarse. Su mente estaba creando el peor escenario. Él estaba
bien y Ash estaba en camino.

Un dolor apretó el brazo de Tom. No se lo estaba imaginando. Alguien tiraba


de su brazo colocándolo en posición vertical. Los ojos de Tom se bloquearon con los
del hombre del camión. Estaba sonriendo. Sus dientes blancos se mostraban bajo la
luz de todos los negocios. Tom nunca había visto nada más aterrador que a un
hombre malvado sonriendo.

—Cucú, te veo. —El atacante reforzó su agarre, retorciéndole el brazo detrás


de la espalda.

—No, no. —Tom no podía ni siquiera gritar. Su voz había desaparecido.


Quería gritar desesperadamente y obligar al hombre a soltarle, pero apenas podía
coger aire en sus pulmones. Con un empujó, llevó a Tom lejos del restaurante y de
donde debía recogerlo Ash.

—Camina. —Su voz gruñó cerca de la oreja de Tom, y Tom reaccionó en ese
momento encontrando su voz.

—¡No! —gritó echando la cabeza hacia atrás y conectándola con la nariz del
atacante. Tom escuchó un crujido satisfactorio y notó como el agarre del atacante
caía.

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Cuando el hombre tenía a sus amigos para respaldarle, era aterrador. Pero aquí,
los dos solos, eran iguales. Tom se giró y pateó al hombre en las pelotas.

Él cayó de rodillas agarrándose con las manos el saco dañado. Todo valía en el
amor y en la guerra. Y esta era la lucha por la vida de Tom.

—¡Ayuda! —gritó Tom, pero nadie se giró para ver cuál era la conmoción.
Siguieron como si esto fuera un hecho cotidiano, demasiado ocupados o demasiado
absortos para ayudar. El atacante puso una mano sobre el pavimento cuando empezó
a levantarse.

—Eso ha sido una mala idea, Tom Reading.

El oír su nombre en los labios del atacante, disipó la poca confianza que Tom
había logrado reunir. Observó como el hombre metía la mano en el abrigo, sacaba
una navaja y la abría con un dedo.

Los ojos de Tom se concentraron en el metal que brillaba en el resplandor de la


luz de la calle. Tom no podía entender por qué nadie había intervenido. Iba a ser
apuñalado, justo delante de cientos de testigos que ni siquiera le prestaban atención.

Tom retrocedió lentamente sin quitarle la vista de encima al hombre. El alivio


le lleno cuando oyó sirenas a lo lejos. Esperaba que fueran para él, tal vez alguien
había pedido ayuda. El hombre se puso de pie y cargó contra Tom.

Tom se mantuvo firme y esperó. Cuando el tipo estaba casi sobre él, se tiró
hacia un lado esquivando a su atacante.

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—¡Tom! —gritó Ash desde la calle. El echó un vistazo en dirección a su
aeternus. Ash había puesto el coche, diagonalmente, hacia la acera, obstaculizando un
carril en el proceso. Corrió alrededor del coche hacia Tom.

—¿Estás bien? —Ash preguntó mientras le acariciaba los brazos y comprobaba


si tenía heridas o arañazos.

—Estoy bien. Solo aterrado. Es el hombre que estaba en el camión antes. Tenía
un cuchillo.

Ash se giró con un gruñido. Si pudiera forzar a su gárgola a la superficie, Tom


estaba seguro que lo haría. Pero su fuerza era evidente incluso como hombre. Ash se
inclinó hacia el cuerpo que estaba boca abajo. Cuando el hombre no se movió, le
puso los dedos en el cuello para buscarle el pulso.

Tom estaba a unos metros de él, sin querer acercarse no fuera ser que el
hombre volviera a tocarlo. Observó como Ash rodaba al hombre sobre su espalda. El
cuchillo sobresalía de su pecho y la sangre manchaba el suelo, empapando el frente
de su camisa.

Tom, ahora, podía oír las sirenas claramente. Percibió varios gritos en la
multitud, pero estos eran muy débiles. El tiempo se estaba ralentizando y el cuerpo de
Tom se sentía muy pesado. Quería ir donde Ash y preguntarle que le había pasado a
ese hombre. ¿Estaría muerto? Él pensaba que podría ser así. Había tanta sangre. Tom
se rindió y cayó al suelo, aterrizando duramente sobre su trasero.

Ash inclinó la cabeza del hombre hacia atrás antes de pellizcarle la nariz. Tom
hizo una mueca cuando los labios de Ash se posaron sobre los del hombre.

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Estaba intentando salvarle la vida. Tom pensó que podría vomitar. Cuando Ash
colocó las manos sobre el torso del sujeto, Tom inclinó la cabeza y se cubrió la cara
con las manos. No podía mirar, mientras su amante intentaba salvar al hombre que
había intentado matarle.

Alguien tiró de Tom hasta ponerlo de pie y le colocó los brazos a la espalda. —
¿Qué está pasando? —Tom gritó y Ash se puso de pie de un salto.

—Él es el que fue atacado. Déjalo ir.

Los brazos de Tom cayeron libres, y Ash le envolvió en un abrazo. Se quitó la


chaqueta con un brazo y la puso sobre los hombros de Tom. Este vio como los EMT
trabajaban en el hombre.

—¿Has intentado salvarlo? —siseó Tom a Ash. Él se inclinó y le susurró—. Ya


has matado antes ¿pero ahora hubieras salvado al hombre que intentó matarme?

—Tom ¿Podemos hablar de esto lejos de aquí?

Tom asintió con la cabeza y se secó la nariz goteante. Finalmente se dio cuenta
de que estaba temblando y que las lágrimas seguían fluyendo por su rostro.

Un alto oficial de policía caminó hacia él. —Soy el oficial Vautin. Necesito
hacerle algunas preguntas y tomarle declaración.

Tom asintió pero no se apartó de Ash. No tenía intención de dejar la seguridad


de sus brazos. El oficial les hizo un gesto para que diesen un paso a un lado mientras
varias personas se apresuraban hacia ellos y empezaban a colocar cintas, divisiones y
perseguían a los observadores de la escena.

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Tom se balanceó viendo como la escena del crimen se desplegaba y Ash le
agarró para estabilizarle.

—¿Podemos conseguir algo de oxigeno? —El oficial llamó a los EMT. —¿Te
han examinado ya? —El policía se inclinó hacia Tom mientras hablaba y él se inclinó
igualmente hacia atrás como respuesta.

—¿Podemos llevarle con un médico? —Ash dijo mientras conducía a Tom


hacia la ambulancia.

—¿No necesitan la ambulancia para él?

El oficial negó con la cabeza. —No, el forense debe estar aquí para recogerle.

Si Ash no lo hubiera cogido, estaba seguro que se hubiera desplomado en el


suelo. En lugar de eso, estaba acostado en una camilla, con una máscara de oxígeno.
Era parecido a su reciente estancia en el hospital y se la arrancó.

Ash empujó el cuello de Tom hacia atrás y le ayudó a sentarse. —El oficial
Vautin me dejó su número y me dijo que te trajera mañana para declarar. Dijo que
cualquiera que se desmayara en el escena del crimen no podía ser culpable.

—Realmente maté a ese tipo ¿No? —La voz de Tom sonaba débil hasta en sus
propios oídos. Ash le ayudó a levantarse y salir de la ambulancia.

—¿Le apuñalaste?

Tom se sorprendió de que Ash pudiera pensar que era capaz de eso. —¡No! Se
cayó sobre el cuchillo. Yo estaba retrocediendo cuando él me embistió.

—Entonces no le mataste.
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—Todavía me siento culpable. Pensé que saber que estaba a salvo de él me
haría sentir mejor. Pero me siento entumecido.

Ash cerró la puerta una vez que Tom estuvo nuevamente dentro del coche. Se
dirigió al lado del conductor y llamó a uno de los policías de la escena. Tom no
estaba seguro de lo que hablaban, pero pronto el tráfico fue fluido y Ash pudo
retirarse. —Sé que estás molesto porque le administré la RCP5, pero no quería que te
sintieras como lo estás haciendo ahora. No creía que hubieras matado a ese hombre,
pero si el moría, sería demasiado para que tu lo procesaras. Ash se quedó muy quieto
y parecía estar reflexionando sobre la próxima pregunta.

—Suéltalo Ash. Sea lo que sea que quieres decir solo escúpelo.

Ash se rió un poco. —Simplemente no entiendo como lo hiciste. Yo llegué


justo cuando él te estaba empujando. Vi el pánico en tus ojos. Juraría que estabas a
punto de perderte. Pero entonces lo tenías en el suelo. Fue un derribo limpio.

—Clay me enseñó.

—¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo es que no sabía de eso?

El viaje a la iglesia fue más rápido de lo que Tom hubiera esperado, y ellos se
pararon mientras Ash le hacía todas esas preguntas. La sorpresa de Ash hizo mucho
para levantar el espíritu de Tom. —Preston quería aprender un poco de autodefensa,
ya que ni a él ni a mí nos enseñaron como defendernos. Así que hizo que nos
enseñara y me arrastró con él. Practicamos un montón. Yo no estaba prestando mucha
atención, porque pensé, ya que no tenía intención de volver a salir más allá de los
jardines de la iglesia, que me quedaría atascado aquí.

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5
Respiración cardio pulmonar, lo que común se conoce como boca a boca.

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—Recuérdame que se lo agradezca a Clay y le diga que le debo una. Te salvó
la vida esta noche.

Estuvieron callados mientras subían las escaleras hacia su hogar compartido.


Tom quería ducharse y meterse en la cama. No tenía ninguna intención de alarmar a
nadie y esperaba que Ash tampoco lo hiciera. Tom dejó caer la chaqueta de Ash en el
suelo antes de quitarse los zapatos. Él limpiaría el desorden mañana. Tom se había
quitado la camisa cuando Ash le llamó.

—Tom, tengo un regalo para ti.

Tom se giró para ver como Ash sostenía una caja cuadrada con ambas manos.
Inclinó la cabeza preguntándose qué es lo que podía haber dentro. Él ya tenía un
maravilloso anillo hecho de la piedra que formaba parte de Ash. Compartían una
acogedora casa. ¿Qué más podía ofrecerle Ash?

—Siento que esta noche no resultara bien, a pesar de lo duro que había
trabajado en esto. —Ash hizo un gesto con la caja—. Era duro conseguir algo de ti,
especialmente cuando te alejabas de mí, y yo odiaba estar lejos.

Tom cogió la caja de las manos de Ash y abrió la tapa. Alcanzó un trozo de
papel de seda y le devolvió la caja vacía. Tom lentamente desenvolvió el papel para
ver como su taza rota volvía con él. El lugar donde habían estado las grietas ahora
estaba cubierto por largos hilos de oro que mantenía las piezas unidas.

—¿Has arreglado mi taza?

—Me dijeron que era importante para ti. Podría haberte hecho una igual, pero
para ti no tendría los mismos recuerdos, así que decidí repararla.
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Tom giró la taza en sus manos. Observó como la tenue luz de la habitación
hacía que el oro brillara. —Tomé esta taza de mi mamá cuando me fui de casa. Se la
quite a mi hermana que se la había robado a mi madre. Era una broma familiar el ver
quién podía tenerla más tiempo.

Ash ahora comprendía su significado. Sabiendo que Tom apenas tenía contacto
con su familia, la taza era aún más preciada.

—Me alegro haber podido repararla para ti.

Los ojos de Tom brillaron. Pensaba que había perdido esta pieza de su pasado
para siempre. Pero Ash fue capaz de devolvérsela y mejorarla todavía más.

—Es hermoso. Me encanta ¡Te amo! Muchas gracias.

Tom echó los brazos alrededor del cuello de Ash y le besó con fuerza. Ash
podría haber hecho una réplica perfecta de la taza o haber encargado una por internet,
pero ninguna habría sido la taza robada que era una tradición para su familia. Esta era
especial para Tom y lloraba su pérdida cada vez que bebía el café de la mañana.

Cuando se apartó del beso, Tom se calmó para mirar al hombre que había
estado ahí mucho más de lo que debería. Dejó que Tom le tirara cosas. Volvía a él
una y otra vez, incluso después de que le llamara monstruo. Había puesto en peligro
su propia seguridad para salvar su vida. Le importaban los pequeños detalles de la
vida de Tom, como una taza de café. Claro, era un hombre áspero, pero él también
tenía sus defectos.

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—Ash, te quiero, he estado sintiendo estas emociones crecer durante un
tiempo, pero me dije a mí mismo que no te lo diría hasta que no pudiera aguantarme
más. Ya no puedo. Necesito que sepas que te amo y que aprecio todo lo que has
hecho para ayudarme. Me alegro de ser tu aeternus.

Ash se quedó en silencio escuchando como Tom derramaba su declaración.


Tom no estaba seguro de lo que quería que Ash dijera o hiciera como respuesta.
Sabía que Ash había estado enamorado de él durante algún tiempo y que estaba
esperando que Tom fuera hasta él. La sonrisa de Ash iluminó toda la habitación. Se
inclinó y colocó, suavemente, besos sobre la frente de Tom mientras acunaba su
rostro.

Cuando se separó, mantuvo la cabeza de Tom aún entre sus manos. —Yo
también te amo. Siempre te amaré.

Ash no era del tipo súper blando, así que Tom se sorprendió de las pocas, pero
conmovedoras palabras, que dijo para él. Tom sabía que sería un desafío constante
trabajar en sí mismo y superar su trauma, pero este era el comienzo de una nueva
vida. Nunca volvería a estar solo. Tenía a Ash y a los hermanos de la Orden.

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Dos Semanas Después

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—Ash, ¡Ash! ¡Despierta! ¡Despierta! —Tom sacudió el cuerpo de Ash tratando de
hacer que despertara. Ash dormía como, bueno, una roca. Llevó un poco de trabajo,
pero Ash por fin se despertó.

—¿Qué es lo que pasa? —Ash se movió para ponerse sobre su espalda y miró
en dirección a Tom mientras se frotaba los ojos.

Tom levantó la mano de Ash hasta que estuvo justo frente a él. —Te estás
convirtiendo en piedra. Lo vi cuando volví del baño.

Ash rodó y se acurrucó en su almohada y enterró la cara profundamente en la


felpa. Tom se rió cuando pensó en como Ash le explicaría a su amada almohada “la
fontanería interior es impresionante, la electricidad genial, pero la ropa de cama
moderna…” Ash suspiró cuando volvió al mismo sitio de antes. —Soy una gárgola
Tom. Sabes que me convierto en piedra. Vuélvete a dormir.

Tom no lo estaba haciendo. Nada de dormir. Tenía negocios más serios con los
que tratar, y no podía esperar ni un momento más. Tom tiró de las sábanas
exponiendo el culo firme de Ash. Subió en su espalda y colocó su endurecida polla en
la hendidura y se apretó contra su amante.

—Ash, tienes que despertar, te estás convirtiendo en piedra.

Ash arqueó la espalda contra la presión. Gimió y Tom pudo ver como intentaba
despertarse. Tom se inclinó sobre su aeternus y le susurró al oído.

—Ash, si te estás convirtiendo en piedra, puedes enlazarnos.

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Los ojos de Ash se abrieron y Tom pudo ver que el sueño había volado de
ellos. Se alejó de su amada almohada y tiró a Tom de nuevo a la cama. Ash
rápidamente sujetó a Tom contra la cama. Sus pupilas eran inmensas bajo la
penumbra. Tom se acercó a su amante. Sus cuerpos estaban alineados, polla con
polla.

—Puedes enlazarnos ahora ¿no? O tienes que esperar a que estés


completamente en forma de gárgola. ¿Qué dices?

La voz de Ash estaba ronca cuando contestó. —Ahora puedo enlazarnos.

—Entonces hazlo. Átame a ti para siempre.

Ash no hizo preguntas. Sabía que Tom quería decir lo que dijo. Había hablado
sobre este día muchas veces. Diciéndole que no podía esperar. Preguntando si habría
algún cambio físico. Preguntándose como el vínculo que compartían podía hacerse
aún más fuerte de lo que ya era. Ash se inclinó para besar a su aeternus. Tom quería
que Ash acelerara las cosas. Quería ver el vínculo. Había leído sobre ello en el tomo
de Ash, pero experimentarlo era pasar a otro nivel. Tom separó las piernas,
permitiendo que Ash se hundiera entre ellas y luego las envolvió sobre su espalda.

Ash gimió cuando se polla se deslizó más allá de Tom y fue liberada contra el
culo de Tom. Él sonrió sabiendo que sus movimientos estaban destinados a animar a
Ash en el reclamo.

—No me apresures Thomas.

Tom se estremeció ante la orden de la voz gutural de Ash. ¿Y estaba usando su


nombre completo? Ash raramente hacía eso, pero Tom pensó que eso era caliente.
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La orden de Ash no persuadiría a Tom de moverse y aumentar la tensión
sexual. Tom se balanceó hacia abajo usando su culo, para acariciar la endurecida
polla de Ash. Le frotó arriba y abajo por la hendidura de su culo.

—Tómame Ash, ya sabes que estoy listo para ti.

Tan solo unas hora antes, habían vuelto a unirse. Pero eso fue antes de que la
piedra hubiera recubierto la carne de Ash. Ahora era diferente. Ahora Ash podía
generar la semilla que uniría sus almas. Ash se presionó contra su boca para poder
meterle la lengua dentro, lentamente, alentando a Tom para que jugase. Tom se
olvidó de sus bromas cuando Ash dominó su boca. Envolvió los brazos alrededor de
los amplios hombros de su compañero y arañó con sus manos los remiendos de
piedra en la espalda de Ash. El roce de su piel contra ellos le hizo temblar. Nunca
pensó que llegaría el momento en que encontraría la roca de este hombre tan
seductora, pero aquí estaba, masajeando los lugares en donde sabía que la piedra ya
había salido a la superficie.

Ash gruñó mientras retrocedía. —¿Sabes lo que estás haciendo?

—Con suerte, hacer que te calientes.

Ash levantó una ceja gruesa en su prominente frente.

—Me pones caliente cuando juegas con mi piedra. Déjame ver que te encanta.
Que lo quieres. Que me amas. —Cada palabra fue puntualizada con un beso, con un
pico, con el sonido de una fuerte mordida. Tom jadeó por la atención de Ash.

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Ash se levantó exponiendo la polla de Tom, al aire frío de la habitación.
Envolvió sus manos alrededor de la base y acarició su punta, retirando el pre-semen
de la cabeza. Tom gritó mientras arqueaba la espalda fuera de la cama, presionando la
cabeza sobre las almohadas. Movió la mano de arriba abajo, girando y girando su
puño, haciendo que Tom volviera a gritar. Entonces se detuvo. Tom se levantó para
ver como Ash sonreía. —Dos pueden jugar a este juego, amor.

Tom se sentó y agarró la erección de Ash. —Sí que pueden.

Tom acarició a Ash de la misma forma en la que él había sido acariciado.


Cogió las bolas de Ash con la mano y las rodó. Ash le devolvió el favor realizando el
mismo movimiento. Pronto los dos hombres estaban jadeando, y sus manos estaban
cubiertas por los jugos de su deseo. Ash agarró la muñeca de Tom, y apartó la mano
de la polla de Ash.

—Para—La respiración de Ash era pesada. —Tengo que entrar en ti ahora.

Tom se dejó caer de nuevo en la cama y levantó las piernas exponiendo su


agujero para Ash. Este gimió ante la vista. Empujó el pulgar contra la estrella y lo
metió dentro. —Todavía estoy abierto y listo—Ash movió el pulgar y apretó contra la
próstata de Tom. Tom gritó y sus nudillos se pusieron blancos mientras se aferraba a
sus piernas.

—Sí—Él gritó. La iglesia era tranquila por la noche y estaba seguro que los
vecinos de arriba podían oír sus gritos de placer.

Ash sacó el pulgar del interior de Tom, pero rápidamente lo sustituyó por la
cabeza de su polla. Tom sacudía su cuerpo deseando que Ash estuviera dentro.

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La cabeza de su polla trabajó a través de los músculos cuando Tom empujaba
hacia afuera y Ash se coló dentro. Tom y Ash suspiraron al unirse. Ash se levantó
para meter su pene más profundo. Lentamente, se empujó hacia adelante sólo para
salirse, utilizando los restos de su anterior unión para facilitar el camino. Tom gritó,
mientras Ash trabaja con su espesor a través del apretado calor. El dolor no era
bastante como para lastimarle pero sí para acercarle mucho más al éxtasis. A Tom le
encantaba una pequeña mordedura cuando hacían el amor.

Ash luchó hasta que su ingle tocó el culo de Tom. Colocó las manos en la parte
de atrás de las piernas y empezó a hundirse en serio dentro de Tom. Él ahora estaba
más cerca que antes, y con Ash, trabajando su circunferencia, Tom, estaba a punto de
llegar.

Tom cogió su polla y envolvió los dedos en la base intentando retrasar el


inminente orgasmo. Ash observó sus movimientos y empujó con más fuerza dentro
del voluntarioso cuerpo de Tom.

—Si te corres ahora, te correrás también cuando nos unamos. La semilla


enviará calor por tu cuerpo, tu alma saldrá despedida hacia afuera. Te correrás de
nuevo cuando nuestras almas vuelvan a unirse.

Ash hablaba entre dientes con la voz rasgada. Tom asintió con la cabeza pero
trató de resistirse. Cuanto más tiempo pudiera esperar, mejor sería cuando llegara.
Ash bordeó las piernas de Tom y agarró su muñeca. Sonrió cuando apartó la mano
de su polla. Luego ajusto su empuje para golpear más fuerte sobre la polla de Tom.

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Ash gritó y eso fue todo. Copioso líquido blanco salió de Tom, rociando sus
piernas y derramándose en su pecho y estómago. Su culo se cerró fuertemente
alrededor del pene que tenía dentro de él. Podía sentir las paredes de su cuerpo
temblando alrededor de Ash. Los movimientos de Ash se volvieron erráticos. Estaba
cerca. Tom podía sentirlo por la forma en que la polla de Ash crecía ligeramente y
porque sus empujones se acortaban. Entonces el calor de su liberación le llenó.

Los ojos de Tom se abrieron. Quería presenciar el momento de la unión, pero


el shock por la sensación de la semilla de Ash… Se acumuló en su cuerpo y luego el
calor, cada vez estaba más y más caliente, como si su tripa tuviera fiebre. Y con la
misma rapidez, subió por la espina dorsal y le golpeó la base cráneo. Fue entonces
cuando explotó. Una luz gris azulada salió de Tom en un orbe gigante que les
rodeaba a ambos. Y otro orbe dorado salió del interior de Ash al tiempo que el otro
le atravesaba. Las dos bolas de energía latieron a la vez y luego fueron absorbidas
dentro de sus respectivos cuerpos. Tom podía sentir que un pequeño pedazo de Ash
estaba de forma permanente en su interior, en la base de su cráneo.

Entonces el segundo orgasmo le golpeó. El cuerpo de Tom se inclinó y los


músculos del estómago se tensaron. Se agarró a las sábanas para evitar lanzarse
contra Ash. La fuerza de su orgasmo bordeaba el dolor. Pensó que había vaciado su
cuerpo, que Ash había hecho lo mismo, pero la semilla se derramó fuera y formó un
charco sobre su estómago. El orgasmo de Ash llenó a Tom hasta que salió
suavemente de su culo y sobre las sábanas bajo él. Tom estaba recubierto y lleno de
semen.

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Cuando el orgasmo se redujo y los últimos estremecimientos dejaron de azotar
su cuerpo, Tom miró hacia Ash. Él tenía una expresión que vacilaba entre la euforia y
el asombro. Tom conocía ese sentimiento. Estaba ahí ahora mismo.

Tom cerró los ojos, y dejó que las emociones de Ash le llenaran. Compartió sus
sentimientos con Ash a través de su vínculo. Ash sonrió y extendió las piernas de
Tom, para poder inclinarse y besarle. Su beso fue suave a pesar de que Ash tenía la
lengua en su interior. Cada vez que Tom gemía o lloriqueaba la polla de Ash se
retorcía, en el lugar donde permanecía, dentro de él. Tom balanceó su cuerpo
disfrutando de la gruesa longitud que le esperaba.

Cuando el beso se calmó y su respiración se estabilizó, Ash se retiró.

—Te amo—dijo a solo unos centímetros de la cara de Tom, y pasó los dedos
por su pelo

Tom cerró los ojos ante la suave caricia. —Yo también te amo.

Ese fue el oficial comienzo del para siempre de Tom.

Fin

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Sobre el autor
¡Soy esposa de un militar, una madre que educa en casa y tenaz en su trabajo! Tedi
hizo su aparición durante la clase de inglés, de primer año, más aburrida de todos los
tiempos. Cuando mi presencia física no pudo soportar el zumbido, mi
autoconsciencia desapareció y Tedi salió a la superficie. Ahora ¡Tedi salé para hacer
cosas locas! como el escribir romance erótico. También es responsable de la mayoría
de mis comentarios sarcásticos, bromas épicas y de mis risitas traviesas.

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SOBRE EL STAF

SAKURA.
CYLLAN.
CLAU.
MORGANA.
RASV.

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