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ÉXODO 1

NO TEMA AL HOMBRE.

15  Después, el faraón, rey de Egipto, dio la siguiente orden a las parteras hebreas
Sifra y Puá: 16  «Cuando ayuden a las mujeres hebreas en el parto, … Si el bebé es
niño, mátenlo; pero si es niña, déjenla vivir». 17 Sin embargo, como las parteras
temían a Dios, se negaron a obedecer las órdenes del rey, y también dejaron vivir a
los varoncitos. 20  Por eso Dios fue bueno con las parteras, y los israelitas siguieron
multiplicándose, y se hicieron cada vez más poderosos. 21 Además, como las parteras
temían a Dios, él les concedió su propia familia. NTV.

A lo largo de la historia de la humanidad, muchos líderes y gobernantes terrenales han


puesto a prueba a sus súbditos, a través de tareas difíciles de cumplir. Ellos, con estas
tareas impuestas, trataban de comprobar hasta dónde puede llegar la lealtad de sus
súbditos. En el antiguo testamento, encontramos a dos mujeres hebreas que reusaron
cumplir las órdenes encomendadas por el faraón de Egipto, pues dichas órdenes estaban
en contra la voluntad del Creador.

Con la muerte de José y el ascenso del nuevo faraón al trono de Egipto, las cosas para el
pueblo de Israel no iban a ser nada alentadores. Pues el nuevo faraón desconocía los
hechos de José y de igual manera desconocía el arreglo que su predecesor había hecho
con el pueblo de Israel. Este desconocimiento hizo que el faraón tomara decisiones
perjudiciales en contra de Israel. El por todos los medios trató de frenar el crecimiento
poblacional del pueblo hebreo. Una de sus decisiones fue: ordenar a dos de las parteras
hebreas, acecinar a todo bebé barón que nazca de una mujer hebrea. Con esta orden
trato de frenar el crecimiento de Israel.

Las parteras hebreas asistían a las mujeres en su alumbramiento y además eran las
encargadas de cuidar a los bebés hasta que la madre se recuperase de su parto. Cuando
el Faraón ordenó a las parteras que mataran a los bebés hebreos varones, se lo estaba
pidiendo a las personas equivocadas. Pues ellas estaban para ayudar a los bebés para
que vean la luz de la vida, ellas no estaban para acabar con la vida de los bebés. Por eso
estas mujeres no acataron las órdenes dadas por el faraón, arriesgando así sus propias
vidas antes que asesinar a un bebé.

Las parteras no solo querían cumplir bien su labor, ellas querían agradar a través de su
labor a su Creador. Estas mujeres habían sido inculcadas en el temor y la obediencia
solo al dador de la vida. La fe en su Creador les dio el valor para pronunciarse por lo
que sabían que era correcto. En esta situación, desobedecer a la autoridad era lo
adecuado. Dios no espera que obedezcamos a una autoridad cuando esta nos pida que lo
desobedezcamos a Él o a su Palabra.

Las parteras simplemente se negaron a actuar como quería el rey. Obedecieron a Dios
antes que a los hombres. Gracias a esa decisión de obedecer a Dios y salvar las vidas de
los bebés inocentes a costa de sus vidas, ellas encontraron gracia ante los ojos del eterno
Creador. Por eso Dios las bendijo con una hermosa familia.

Queridos hermanos, al igual que a estas dos mujeres hebreas, el mundo y la sociedad
nos ponen pruebas para ver hasta dónde puede llegar nuestra fidelidad a los hombres.
Muchos líderes, gobernantes y empresarios, a través de sus órdenes tratan que sus
seguidores, súbditos, o empleados, rompan o tuerzan las leyes para que les beneficien, a
base de amenazas de destitución o expulsión de su cargo. Ante una situación así,
nosotros no nos debemos dejar amedrentar por órdenes o amenazas humanas, nosotros
siempre debemos procurar hacer lo correcto, hacer lo que le agrada a Dios. Hermanos,
recordemos que ante las amenazas humanas, nosotros nunca vamos a estar solos, pues el
eterno Creador nos prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

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