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ISAÍAS 3

El justo gozará del fruto de sus acciones.

Glorifique la majestad de Dios.

8 Ciertamente Jerusalén se derrumba, Judá se queda en ruinas, porque allí se dicen y


hacen cosas contra el Señor, cosas que ofenden su majestad.
Ciertamente en el mundo en el cual vivimos, se ha olvidado de glorificar la majestad y el
poder del Creador. La humanidad ha desechado a Dios de sus vidas. Han dejado a Dios al
margen de todo, al margen de su familia, de sus trabajos, por eso no entienden por qué el
mundo está como esta. Desde un principio el hombre fue creado para glorificar a Dios, es
momento de que el mundo retome su papel de glorificarlo. Glorifique al Señor por todo lo
que El hacho en su vida. Glorifique su majestad, glorifique su poder, glorifique su amor por
usted, glorifíquelo cada momento de su vida y reciba el fruto de sus acciones.

Declare sus pecados

9 Su mismo descaro los acusa; no ocultan sus pecados; igual que Sodoma, los hacen saber
a todo el mundo. ¡Ay de ellos, pues preparan su propio castigo!
Para la sociedad actual, vivir una vida pecaminosa parece ser encantadora, excitante y audaz.
Sin embargo, a pesar de la forma en la que la sociedad lo perciba, el pecado es algo malo ya
que a la larga los hará miserables y los consumirá. Dios ama tanto al mundo y les advierte de
las consecuencias que trae vivir una vida pecaminosa. Vivir separados de la voluntad de Dios.
Los que se enorgullecen de sus pecados, los que no atienden a las advertencias del Señor,
recibirán el merecido castigo de Dios. Si en su corazón existe todavía pecados que no ha
confesado a Dios, hoy es el monto de declararlos, Dios le está esperando con los brazos
abiertos para perdonarle y liberarle del castigo eterno.

Deseche la maldad.

11 ¡Ay del malvado, pues le irá mal! Dios le pagará según sus propias acciones.
Las promesas de Dios son reales, son verdaderos, lo cumplirá a pie de letra. Todas las cosas
que hacemos en este mundo, están anotadas en los libros, en los registros de Dios, esperando
ser abiertas en el día de su juicio. Sera un día terrible para los malvados, el día que se
presenten delante del Señor. Todo el mundo tiene en sus manos la posibilidad de librarse de
la ira de Dios. Dios no quiere que nadie se pierda o sea condenado por El. El desea dar la
vida eterna, una vida de paz a su lado. Si desea librarse de ese día, deseche por completo la
maldad de su vida y practique la justa en cada momento de su vida.

Elimine la vanidad.

16 El Señor dice también: “A las mujeres de Sión, que son orgullosas, que andan con la
cabeza levantada, mirando con insolencia, caminando con pasitos cortos y haciendo sonar
los adornos de los pies, 17 en castigo las dejaré calvas por la tiña y pondré su desnudez al
descubierto.” 18 En aquel día, el Señor hará desaparecer todos los adornos: los adornos
de los pies, las diademas, las lunetas
En el mundo actual, la vanidad ha tomado mucho impulso gracias a los medios de difusión
masiva. Las empresas cosmetológicas, empresas de ropa, calzado, bisutería, etc. han llenado
los espacios de estos medios con propaganda de sus productos, atrayendo a muchas personas
a adquirirlos. Incentivando de esa forma la vanidad de hombres y mujeres. La vanidad
también ha alcanzado a la iglesia cristiana. Durante los servicios dominicales, las salas de
adoración se han convertido en una pasarela de moda. Los hermanos y hermanas ingresan
luciendo sus mejores galas, en vestuarios, maquillajes, peinados a la moda. Se olvidad que
están asistiendo para glorificar a Dios. Su afán es más por la ropa y la joyería que por Dios.
Pasan por alto el verdadero propósito de la vida. Al Supremo Creador, no le gusta que nada
ni nadie ocupe el primer lugar que le corresponde solo a Él en su vida, por eso promete que
castigar la vanidad de la humanidad. Cuando Dios lo bendiga, no haga alarde de su riqueza.
Utilice lo que tiene para ayudar a los demás, no para impresionarlos.

Practique la justicia

10 Dichoso el justo, porque le irá bien y gozará del fruto de sus acciones.
Muchas veces el cristiano se cansa de caminar en la justicia de Dios, porque no ha podido
palpar los frutos de su caminar. Nadie dijo que el camino del cristiano iba ser fácil, si fuera
fácil donde estaría su esfuerzo en seguir a Cristo. Seguir fielmente a Cristo, derribando todo
obstáculo le traerá recompensas, Dios lo ha prometido y lo cumplirá, pues el Dios todo
poderoso no un hombre para que mienta. Siga adelante practicando la justicia y un día gozar
los frutos de su fidelidad a Cristo.

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