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Maestro peruano, esperanza de la educación en medio de la pandemia.

La imagen del maestro Rogey Zurita recorriendo en una moto alquilada el distrito de Sóndor
(Huancabamba) en plena pandemia, para llevar las tareas a sus estudiantes, a quienes no les
llegaba la señal y no podían captar “Aprendo en casa”, evidencia las limitaciones del sistema
educativo y al mismo tiempo conmueve, porque la vocación de servicio del educador se refleja
en su acto noble y generoso, porque hay que estar muy convencido de la necesidad de educar
para alcanzar el desarrollo, para tomar la decisión de alquilar una moto pacer agando del
propio bolsillo – aun cuando conocemos lo poco que gana un maestro y el calamitoso estado
de las vías de acceso de la serranía piurana – para salir a recorrer de centro poblado en centro
poblado de la sierra piurana y hacer lo que hace este maestro.

En estos tiempos de aislamiento social obligatorio, muchas historias de amor a la docencia y al


servicio, similares a las del maestro Zurita nos han conmovido; la historia de Rosita, una
maestra de inglés que “invierte” para acceder a una membresía ilimitada de una aplicación de
video llamadas para extender el tiempo de sus clases virtuales en beneficio de sus
estudiantes; o la historia de Juanita, José, Marcelo, Liliana o Zulma, que es la historia de
muchos docentes, quienes gastan sus datos personales de internet para complementar el
trabajo de la plataforma estatal, enviando y recibiendo tareas y atendiendo dudas de los
padres y niños – incluso fuera del horario de trabajo-; o el caso de los maestros jubilados,
población vulnerable en esta situación de pandemia, que a lo único que le tienen miedo es a
no servir mientras se pueda, muchos han creado blogs y páginas de internet para
complementar las clases, y brindan explicaciones llenas de mucha paciencia para estudiantes,
que ni siquiera son los suyos oficialmente; o las maestras jardineras que en mandiles o en
disfraces, han convertido las paredes de sus salas y otros espacios de sus hogares en aulas, con
carteles y frases motivadoras para enseñar a través de la cámara.

Estas acciones nos conmueven, nos recuerdan que a pesar de la situación que se vive, aún
queda una luz de esperanza, que maestros por convicción existen, maestros de esos que –
como reza el Himno al Maestro del Perú- si tuvieran que volver a nacer, lo serían nuevamente,
porque están plenamente convencidos que el dinero jamás fue su motivación, sino más bien el
servicio, y es precisamente esa vocación lo que les lleva a mostrar lo más sublime de su
humanidad en esta pandemia. Maestros que con su vida nos dicen que no todo está perdido,
que entre nuestro capital humano magisterial existen quienes conservan la ilusión de la misión
pedagógica y saben que la educación no espera y no lo piensan dos veces si deben tomar la
iniciativa y poner a disposición su tiempo extra, dinero que no les sobra y espacio que no es
solo suyo sino también de sus familias.

A estos y todos los maestros peruanos que cada día entregan el cien por ciento en su quehacer
educativo desde donde estén, ahora desde casa, a través de una pantalla de computadora,
desde un celular o llevando tareas a la casa de sus alumnos en una moto que ni siquiera es la
suya; a esos maestros que el empleador no paga los datos extra ni las aplicaciones que utilizan
para llegar más y mejor a sus alumnos, a quienes utilizan sus cuentas personales de redes
sociales para transmitir clases, a los que han hecho un curso intensivo para aprender a usar las
tics en tiempo récord, a los que hacen lo imposible para que la educación sea posible, a ellos y
a todos los obreros del saber, que aman su profesión y hacen mil y un malabares para seguir
educando en este país ingrato con su propia educación, a esos maestros que dejan huella y
hacen patria, ¡Feliz día del Maestro!

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