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L184.A- “Territorio, ciudad y arquitectura”. En AAVV. Perú, indígena y Virreinal.

SEACEX. Madrid. 2002.


Arquitecto Ramón Gutiérrez. CONICET – CEDODAL

El aprovechamiento del territorio del Perú nos pone frente a la evidencia de la sabiduría
de las comunidades indígenas que estructuraron, en un proceso secular, sus
asentamientos ocupando la costa, la sierra y la montaña. Esta vertebración de los
diferentes pisos ecológicos potenciaba una circulación transversal de los bienes, el
intercambio de servicios y productos y facultó la localización central en la sierra de la
capital en el Cusco.
La conquista española desarticularía parcialmente este sistema. Por una parte ubicaría la
capital en la costa- en una ciudad de nueva fundación: Lima –vinculada a las prioritarias
relaciones portuarias con la metrópoli hispana. Por otra, desde fines del siglo XVI la
relocalización de la población indígena por las “reducciones” significaría una
movilización que alteraría el antiguo equilibrio.
Muchas comunidades “desarraigadas” perdieron sus tierras ancestrales que pasaron a
engrosar las nacientes haciendas latifundistas, que reemplazaron a las antiguas
encomiendas. La huida de los indios de los acosos que planteaba la política tributaria, la
mita, el yanaconazgo y las diversas formas de “servicios personales” llevaron a fines del
siglo XVII a nuevas “composiciones de Tierras” con migraciones que facilitaron el
proceso de urbanización y la radicación de indios “forasteros”. En todo caso, hacia fines
del siglo XVII se había perdido el antiguo esquema vertebrador de costa y sierra y por
ende cada núcleo rural y urbano tendía a plantear su autoabastecimiento.
El desconocimiento de la realidad territorial y urbana es verificable en la cartografía
europea de los siglos XVI y XVII. No existe ningún plano fehaciente del Cusco que nos
muestre el conjunto de la ciudad. La mayoría de los que encontramos son
reconstrucciones ideales interpretadas a partir de descripciones de los cronistas.
Recientemente se han localizado dos planos con fragmentos parroquiales del Cusco,
uno de los cuales se exhibe- por primera vez- en esta muestra.
En otros casos, como en Trujillo, la ciudad definida por su fortificación ovalada de fines
del XVII representa el imaginario de una “ciudad ideal” que solo se articula al territorio
por la red de caminos, mientras la fuerza de la traza de la muralla condiciona el propio
damero de la ciudad. La instalación de la conquista significó, sin embargo, la inteligente
apropiación de la red de calzadas incaicas potenciados por la construcción de nuevos
puentes realizados por la administración o recurriendo al sistema de peajes.
Una de las claves de la reorganización territorial estuvo vinculada a la evolución
económica de la minería. Los puntos iniciales de concentración en Potosí con la plata y
de Huancavelica con el azogue, fueron luego complementados con centros mineros en
las regiones de Arequipa, Puno, Carabaya, Puno y Tarapacá. Las ciudades mineras se
apartan, en su carácter original de campamentos, a las normativas reguladoras de la
cuadrícula y se adaptan a la topografía y a los sistemas de extracción que exigían las
labores de la minería. La creatividad para perfeccionar los sistemas de producción
permitiría desarrollar técnicas específicas que asombrarían a los europeos.
La arquitectura acompañaría el proceso de bonanza de las ciudades configurando su
paisaje urbano. Los núcleos de nueva fundación como Lima (1535) mostrarían las
calidades de una arquitectura europea transculturada hasta que las realidades locales de
los sismos llevaran a desarrollar las antiguas técnicas constructivas como la “quincha”
Muchos de los principales monumentos construidos desde el siglo XVII están pues
realizados en la región de la costa con estructuras de madera, caña, barro y estuco. Por
el contrario en la sierra, en el Cusco o Ayacucho el uso de la piedra buscó la alternativa
de la rigidez frente a los terremotos. En Arequipa el sillar blanquecino con su peculiar
textura, definió un paisaje urbano caracterizado.
Durante el XVIII las inversiones en edificios públicos marcaron el tiempo de las
propuestas arquitectónicas sistematizadas para el nuevo orden administrativo, sobre
todo luego que la rebelión de Tupac Amaru forzara la creación del sistema de
Intendencias. Cajas Reales, Rentas de Tabaco, Casas de Moneda, edificios de la Real
Hacienda, Consulados, Audiencias y Ayuntamientos, expresan, muchas veces con
diseños que quedaron en el papel, la voluntad reorganizadora de la ilustración
metropolitana.
En esta fase tardía el puerto del Callao, que fue más operativo en los siglos XVI y XVII
cuando la articulación desde Lima privilegió la circulación por el Pacífico, se vería
acotado. Las causales fueron su destrucción por el maremoto de 1746 y sobre todo el
paulatino crecimiento de la fachada atlántica como consecuencia de las circunstancias
geopolíticas que llevaron a la creación de los nuevos virreinatos de Nueva Granada
primero y el Río de la Plata después.

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