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Para Niños 10 - 14

CUANDO LLEGUE DEL COLEGIO – Jairo Anibal Niño

Cuando llegue del colegio


Me quite los zapatos,
Deje en el suelo la maleta donde cargo útiles y libros,
Me senté en el viejo sofá que me gusta tanto,
Llame a mi gato para acariciarlo
No quise almorzar ni hablar con nadie
Y le sostuve la mirada al retrato de Zico
Que tengo pegado en la pared
Más allá de la ventana paso un color tan rápido
Que solo alcance a ver un pedazo de pájaro o de mariposa.
Saque del bolsillo de la camisa una hoja de cuaderno
Donde ella había escrito su nombre.
Es trigueña, de trenzas, se llama Alejandra, se ríe lindo,
Y tiene nueve años como yo
Estudia en tercero A,
Y al recordarla
Sentí un corrientazo por dentro
Como si me empezara a doler
El estómago del corazón.
Perseo y Medusa – Cuento griego

Érase una vez un joven griego llamado Perseo que era mitad dios y mitad hombre. Su
padre era el todopoderoso Dios Zeus y su madre la mortal Dánae, habitante de la ciudad
de Argos. Dánae era una mujer muy hermosa, tanto que el rey Polidectes al verla, quedó
impresionado con su belleza y quiso casarse con ella.

Sin embargo, la mujer encontró a aquel rey desagradable, malvado y cruel, por lo que
rechazó su oferta. El rey enfurecidó ante este rechazo, quiso secuestrarla para obligarla
a estar con él. Así que su hijo, Perseo, al enterarse fue en su rescate. A su llegada, el rey
Polidectes, no sabía cómo deshacerse del semidios, por lo que le encomendó una tarea
imposible para cualquier ser humano, esperando que este muriera en el intento. Perseo
le dijo:

- Te pido que dejes en libertad a mi madre, ella te rechazó y no quiere tu compañía.

El rey, quien ya tenía pensado qué decirle a Perseo, se quedó un momento pensativo, y
luego de reir, le dijo:

- Si quieres que tu madre sea libre, tienes que traerme la cabeza de la única gorgona
mortal, la cabeza de Medusa.

El joven Perseo, sin miedo y sin pensar en las consecuencias le respondió: 

- Con tal de que dejes ir a mi madre, haré cualquier cosa que me mandes.

Perseo se quedó impactado, aquello que le pedía el rey era una tarea casi imposible, a
pesar de que él era valiente y decidido, un buen orador e ingenioso, las gorgonas eran
seres realmente peligrosos. 
Las gorgonas eran tres hermanas muy desagradables que tenían alas de oro, garras de
bronce y cabeza de jabalí, su piel era de serpiente al igual que sus dientes, por lo que
eran unas criaturas realmente peligrosas y despiadadas con los seres humanos. Entre
sus poderes estaba que predecían el futuro, pero además develaban el presente y el
pasado. La gorgona Medusa era una de las terroríficas, en lugar de cabello en su cabeza,
tenía serpientes y, con tan solo mirarla a los ojos, los hombres quedaban convertidos en
piedra. 
“He prometido hacer lo que ordenara el rey, así que cumpliré mi palabra y partiré para
matar a Medusa para salvar a mi madre” dijo Perseo encaminándose hacia su destino. 

El joven Perseo pensó que tenía pocas posibilidades pero, los Dioses que observaban
desde el Olimpo, quisieron darle una oportunidad a tan valiente guerrero. Los Dioses le
enviaron a Perseo dos artilugios con los cuales combatir a Medusa: el primero era una
espada que podía cortar cualquier cosa en el mundo, la mejor espada que se hubiese
hecho; y el segundo era un escudo que brillaba como la plata, en el que se reflejaba
cualquier objeto, tal como en un espejo. 

Con escudo y espada en mano emprendió su viaje hacia la guarida de las hermanas
gorgonas. Perseo, desconocía la ubicación de las gorgonas, por lo que le pidio ayuda a
los Dioses, estos sin problema alguno, le dijeron:

-No sabemos el lugar en el que se encuentran, pero existen seres en el mundo que sí.
Son tres mujeres grises y lujubres, que viven alejadas del mundo.

Luego de mucha caminar buscando a las mujeres mayores, Perseo llegó a una casa que
estaba oculta entre el bosque. Entró y encontró tres mujeres mayores, vestidas con
harapos, casi ciegas y sin dientes, tenían alrededor de ellas un ámbiente muy lújubre,
parecía grisáseo todo alrededor, así nuestro héroe supo de inmediato que eran ellas.
Perseo les pidió que le indicaran donde vivía Medusa, pero las mujeres no le decían
nada; pese a su reticencia, Perseo siguió insistiendo a las malvadas gorgonas sobre la
ubicación del ser fantástico que tantos hombres había convertido en piedra por lo que
ellas le terminaron diciendo su ubicación y le hicieron una advertencia:

- Sin importar qué ocurra, nunca mires a los ojos de Medusa.

Cuando llegó a su guarida, el joven Perseo se sorprendió de ver la casa de medusa llena
de estatuas, pero igual continuó caminando. En el camino, seguía encontrando estatuas,
cada una de ellas era de hombres que estaban perfectamente hechas, por lo que se
preguntó ¿quien habría hecho tan perfectas estatuas de piedra? ¿cómo las habría hecho
esa persona? Rápidamente estas preguntas fueron contestadas por él mismo, Medusa
convertía a los hombres en piedras, por ello es que las tres ancianas le advirtieron de no
mirarla a los ojos.

Sigiloso, entró en la habitación donde Medusa dormía, y para no mirarle a los ojos,
levantó su brillante escudo y lo usó el reflejo de éste para poder ver donde estaba la
gorgona. Y así, blandiendo su espada, pudo cortarle la cabeza a Medusa, a la que metió
cuidadosamente en su bolso para llevarla a Polidectes.

El joven Perseo regresó a las tierras del malvado rey Polidectes para salvar a su madre,
Dánae. Frente a la corte del rey, sacó la cabeza de Medusa, y estos sorprendidos
quedaron petrificados en aquel mismo momento. Y así, fue cómo Perseo salvó a su
madre y le quitó la cabeza a Medusa, para después volver piedra a tan malvadas
personas que ordenaban a los ciudadanos de Argo, liberandolos del Estado que solo
quería lo mejor para ellos. Luego de esto el héroe le entregó la cabeza de medusa a la
diosa Atenea, quien la pondría en su escudo.

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