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escarabajo
El milano que quiso relinchar
Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante. Pero oyó un
día a un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar
de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del caballo y
perdió además su propia voz. Así, quedó sin la voz del caballo y sin su
voz antigua.
Nunca te dispongas a imitar las cualidades ajenas si no
tienes la preparación y condiciones adecuadas para hacerlo,
so pena de quedar como un vulgar y fracasado envidioso.
caballo
El ratón y el toro
Un toro fue mordido por un ratón, y enfadado por la herida, intentó
capturarlo.
Aunque el toro cavó en las paredes con sus cuernos, se cansó antes de
que pudiera alcanzar al ratón, y poniéndose de cuclillas, se quedó
durmiento fuera del agujero.
-Esta bien dijo la Tierra-; que caven todo lo que quieran. ¡Ya me lo
pagarán con sus lágrimas y lamentos!
Zeus y la serpiente
Anunciadas las bodas de Zeus, todos los animales le honraron con
presentes, cada uno según sus medios.
Sucedió con esto que los hombres de poca estatura, llenos por su
porción, fueron hombres sesudos, mientras que a los hombres de gran
talla, debido a que la porción no llegaba a todas las partes de su cuerpo,
les correspondió menos inteligencia que a los otros.
No es la apariencia de grandeza lo que confiere grandeza, es
lo que está por dentro y no se aparenta, lo que nos hace ser lo
que realmente somos.
EL ASNO Y SU AMO
La princesa Rana
Un día, una princesa salió a recorrer los jardines de su palacio. De repente apareció una
bruja, la hechizó y la convirtió en rana. La bruja le dijo que no iba a volver a ser princesa
hasta que un príncipe le diera un beso.
La princesa lloraba y, de pronto, pasó por ahí un príncipe. Ella le contó que en realidad no
era una rana, sino una princesa, pero el príncipe no le creyó y se fue.
Pasó mucho tiempo hasta que apareció otro príncipe. La princesa le contó toda la historia y
entonces el príncipe le dio un beso, pero como sólo le creyó un poquito, a la pobre
princesita le quedó cara de ranita.
La lechuza solitaria
No hace mucho tiempo existía una lechuza llamada Clara. Vivía en un tronco gastado y
muy alto. Le encantaba salir de noche, como a todas las lechuzas.
Ella estaba muy sola y siempre intentaba tener amigos, pero era muy malhumorada y le
costaba mucho.
La gente en el pueblo la quería mucho, pero cuando se lo demostraban, se le notaba el
malhumor y se quedaba sola.
Un día perdió la esperanza de poder encontrar un amigo y no quiso hablar más con nadie.
¡Ni siquiera con sus parientes! Pobre lechuza Clara…
Una noche fría y oscura, andaba merodeando por ahí detrás de unos arbustos. Estaba
cantando su canción favorita: “La lechuza”, de María Elena Walsh. De repente, ¡Puff!, el
señor sapo cayó del arbusto. Ella, muy sorprendida, lo ayudó, y el señor sapo le dio las
gracias y empezaron a hablar de sus parecidos (eran muy parecidos con su malhumor).
Desde entonces se hicieron amigos y vivieron felices.
Por Pilar Re
ratón