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49.  La  novela  en  los  siglos  de  oro.

  El  lazarillo 
de Torres. La novela picaresca. 
El siglo XVI y XVII suponen el afianzamiento de la novela en la literatura española. Los
antecedentes hay que buscarlos en los dos últimos siglos de la Edad Media, momento en que se
inicia la narrativa, aunque sea esta pobre temáticamente en sus inicios.
El siglo XVI supone un gran aumento de las que López de Estrada denomina variaciones de la
ficción novelesca. De estas ficciones, la novela picaresca será la que mayor pujanza tenga y
constituirá lo que la crítica ha considerado el nacimiento de la novela moderna.
En este sentido el ​Lazarillo marca un punto de inflexión en la historia de la novela como género,
porque adelanta una visión del mundo que llegará a hacerse consustancial a la novela misma: la
perspectiva que resulta de la mezcla de realismo, objetividad e ironía. En el ámbito español, a
su vez, el ​Lazarillo inaugura una manera de hacer que gravitará como influencia no solo en las
formas narrativas, sino también en una visión de la sociedad más general, que se aparta de los
modelos idealizados anteriores y toma como base para sus desarrollos narrativos un claro
referente social. Rasgos y evoluciones de esa visión, que aparece en obras como el ​Lazarillo​, se
van a apreciar en la literatura española hasta bien entrado el siglo XX.

1. La novela en los siglos de oro 

1.1. Concepto 
La palabra Novella procedente del italiano Novella mantuvo durante el siglo de oro su acepción
original de relato breve. Lo que hoy denominamos como tal eran conocidos como libros,
tratados o vidas, entre otras denominaciones. Nosotros adoptaremos el término novela en su
sentido más amplio y con él nos referiremos a las obras de transición entre la herencia
medieval y la novela moderna que arrancará con​ El Quijote.​
A finales de la Edad Media surgen relatos que se consolidan en el Renacimiento, tales como los
libros de caballería y las novelas pastoriles que alcanza notable éxito. Esto es posible gracias a
las ideas neoaristotélicas que defienden la superioridad de la verdad poética sobre la verdad
histórica, ideas que legitiman la ficción y suavizan la exigencia de realidad.
1.2. Novela en el siglo XVI 
Según Ferreras, la novela en el siglo XVI puede clasificarse en varias categorías temáticas: de
caballería, pastoril, histórica, bizantina , griega y cuentos o narraciones cortas.

A) Novela de caballería 
Los libros de caballería hunden sus raíces en la Edad Media y, por lo tanto, transmiten una serie
de valores propios de ese periodo. Su estructura interna suele presentar una escisión total
entre el universo novelesco y el protagonista, este mismo universo suele ser inmóvil y la
caracterización del héroe suele ser tópica (no hay evolución).
Los orígenes de estas obras hay que buscarlos en el cambio que experimentó la nobleza feudal
al hacerse cortesana y adquirir gustos más refinados. Esto originó en Francia el roman courtois,
cuyos temas proceden de leyendas clásicas, relatos orientales y leyendas de Bretaña. Su
prosificación dará lugar a la novela de caballería.
Temáticamente esta se articula en torno a tres núcleos: el clásico, Carolingio (en torno a
Carlomagno) y el bretón, de origen celta, centrado en la figura del rey Arturo.
J. Ferreras incluye también la materia castellana, a la que atribuye una elevada responsabilidad
en el nacimiento de este género. Se sitúa, por tanto, en una posición contraria a Menéndez
Pídala, que ve diferencias entre la épica castellana y los libros de caballería, a los que ve como
una tendencia extranjera.
Las obras precursoras del género son ​El caballero del Cisne y El libro del caballero Cifar, que
combina elementos dispares.
Durante el siglo XVI puede agruparse la producción en las tres fases señaladas por Curto
Herrero:
- La ​fase fundacional que culmina con ​Amadís de Gaula​. La obra sintetiza el modelo
narrativo del ciclo bretón a la par que supone la nacionalización de la materia
caballeresca. Rodríguez de Montalvo refundió el material existente de tal manera que el
protagonistas es el prototipo de buen amador y Oriana una princesa más moderna, que
combina el misticismo y sensualismo, de acuerdo a esto, el libro no es solamente de
amor y guerra, sino también un tratado de cortesía.
- La ​fase constituyente ​la forman las obras publicadas entre 1510 y 1512​: Las sergas de
Esplandián, Florisandro, Palmerín de Olivia y Primaleón​. Estas nos ofrecen tendencias y
direcciones propias para la expansión del género.
- La ​fase expansión se inicia a partir de 1514 y se caracteriza por la transformación de los
temas y elementos constructivos, la incorporación de materiales de otros géneros y la
burla de la propia caballería. De este periodo son: ​Amadís de Grecia, Crónica de Florisel
de Niquea o Caballero del Febo.
Mención a parte merece ​Tirant le Blanch de Joan Martorell. Escrita en catalán, ha sido
apreciada por la crítica por su realismo, el cultivo del honor y la combinación entre lo heroico y
lo cotidiano.

B) Novela pastoril 
La novela pastoril centra su temática en el amor, presentado al pastor las características del
enamorado, pero que no está poseído por el amor. Se centra en el análisis del sentimiento
amoroso que está teñido de melancolía, por este motivo, el dulce sufrir le lleva a recitar versos
y a tocar instrumentos para acompañar sus quejas.
La base filosófica procede de Platón, a través de los ​Diálogos del amor de León Hebreo, según
los cuales amor, belleza y verdad son una misma cosa, lo que le confiere al primero una
dimensión esencialmente espiritual. El amor así concebido es de procedencia divina y a ella
debe volver.
Por otro lado, la naturaleza es manifestación del sentimiento cósmico y reflejo del mundo de
las ideas, de ahí que los escenarios recreen el locus amoenus poblado por pastores cultos y
seres idealizados cuyos amores son castos y divinos.
Entre sus antecedentes hay que mencionar los modelos clásicos de Teócrito y Virgilio y también
los modelos renacentistas italianos: Petrarca, Boccacio, Sannnazaro.
La crítica ha señalado también factores sociales que favorecen la novela pastoril. Entre estos se
encuentra la Mesta y su aumento de poder y también ha señalado Américo Castro el deseo de
evasión y de encontrar un lugar para evadirse de conversos como Montemayor, uno de los
principales autores de esta novela.
Dejando a un lado a los precursores del género (B. Ribeiro con ​Menina e moça)​ , la plenitud se
logra con la ​Diana d​ e Montemayor, publicada en 1559 y de éxito inmediato. Esta novela consta
de un prólogo y siete libros que narran los amores y desamores de pastores y pastoras en un
difícil equilibrio entre los elementos que lo componen. Será precisamente su estructura cerrada
lo que no permitirá, según Ferreras, que esta avance.

C) Novela histórica 
El mismo crítico señala que se desarrolló en estos años una novela histórica caracterizada por
buscar en la historia el universo novelesco y por la reproducción de esos hechos históricos. Más
adelante, la conciencia histórica cobrará un tinte moral. En este tendencia se puede incluir
también la novela morisca como el ​Abencerraje.​
D) Novela bizantina 
La novela bizantina es aquella de mayor perfección técnica en lo que se refiere a la estructura.
Sus orígenes se remontan a la literatura grecolatina (Apolonio, Aquiles…) a lo que hay que
añadir la influencia de la literatura de viajes, por su estructura similar y a la tradición del marco
narrativo.
La primera obra del género es la Historia de los amores de Clareo y Florisea de Nuñez de
Reinoso, donde se funden elementos sentimentales, bucólicos y caballerescos en un
peregrinaje que acabó en matrimonio. Por su parte, ​Selva de aventuras ​de J. Contreras, ofrece
una visión simbólica del peregrino que anhela el retorno a la patria.
Ya en el siglo XVII, Lope nacionaliza el tema con El peregrino en su patria​, pues la peregrinación
tiene lugar en tierras españolas.

E) Cuentos 
En relación al cuento hubo recopilaciones como La floresta de Melchor de Santa Cruz y ​Buen
aviso​ de Timoneda.

F) Novela corta 
Guarda cierta conexión con el cuento, debido a la importancia de la transmisión oral en ambos.
Su modelo procede de Italia y encuentra en el ya citado Timoneda su mejor representante. Su
Patrañuelo se compone de 22 novelas independientes, pero con la misma intencionalidad:
deleitar tanto con el asunto como por la manera de exponerlo.

2. El Lazarillo 

2.1. Texto, fecha y autor. 


El Lazarillo de Tormes ha sido considerada tradicionalmente como la primera novela picaresca,
aunque en la actualidad un sector de la crítica considera que podría estar fuera de esta
categoría debido a sus diferencias con el resto de obras del género. Sea como fuere, la obra
supuso uno de los primeros hitos de la novela moderna, por lo que su repercusión es
incuestionable. Sin embargo, esta presenta ciertos problemas textuales, de datación y autoría.
La vida de Lazarillo de Tormes apareció por primera vez en 1554 en cuatro ediciones diferentes.
Es muy probable que existiera alguna edición anterior hoy desconocida. Tuvo notable éxito,
pero muy pronto en 1559 fue prohibida. En 1573 volvió a ser permitida su impresión, pero
expurgado. Se editó así desde entonces constantemente, sobre todo a partir de la aparición del
Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, junto con el que fue impreso frecuentemente. Hasta
1834 no volvió a publicarse en España el texto completo.
No conocemos a ciencia cierta la fecha de composición del Lazarillo. En la misma obra existen
ciertas referencias históricas, pero no concluyentes. Tales referencias sitúan la acción entre
1510 y 1546. Esto haría muy probable que la fecha en que se escribió fuera próxima a la de als
primeras ediciones conocidas, es decir, hacia mediados de siglo.
Más problemática aún es la autoría del libro. Se publicó anónimo y, posteriormente, ha sido
atribuida a diferentes autores. Ninguna de las atribuciones aporta pruebas completamente
convincentes. Pero, a pesar del anonimato impenetrable, las ideas que aparecen en la obra han
llevado a la crítica a formular hipótesis sobre las características de su autor: un erasmistas, un
franciscano, un converso o criptojudío, etc.
Algunos estudios, a tenor del anticlericalismo de la obra, la atribuyeron a Diego de Mendoza;
otros piensas que fue Juan de Valdés, por el concepto de la honra, la condena de la falta de
claridad, el estilo llano y la defensa de la verosimilitud en el arte. Otro de los nombres que se ha
barajado es el de Sebastián Horozco.
En 2010, Mercedes Argulló ha documentado que el autor del Lazarillo es Diego Hurtado,
partiendo de unos papeles de este. De la frase: “un legajo de correcciones hechas para la
impresión de Lazarillo y Propaladia” postuló una hipótesis seria sobre la autoría del Lazarillo,
que fortalecida por otros hechos apuntó sólidamente en la dirección de Hurtado de Mendoza.

2.2. Fuente. Estructura y estilo 


Muchos de los elementos del Lazarillo proceden de la tradición folclórica. Cuentecillos y
anécdotas que aparecen en el folclore popular. La pareja del ciego y el mozo también tiene un
carácter tradicional. Lo novedoso en el Lazarillo es que estos materiales conocidos se integran
en una obra de modo trabado y no son una simple suma de aventuras, sino que cada uno de
ellos añade algo a la constitución de la personalidad del protagonista. Esas anécdotas adquieren
así un nuevo valor al formar parte de un todo organizado y jerarquizado.
En este sentido, el Lazarillo se articula en torno a dos modelos estructurales: la autobiografía y
la epístola. Todos los elementos adquieren un sentido porque forman parte de la historia de la
vida de un personaje contada por él mismo, siguiendo el modelo de una larga carta dirigida a un
desconocido “Vuesa Merced”.
La autobiografía tenía ya una larga tradición literaria. En la literatura castellana es un recurso
utilizado, por ejemplo, en el ​Libro del buen amor y en el siglo XVI la tendencia al
autobiografismo es notable (​La lozana andaluza, Viaje a Turquía​…). Con todo la fuente directa
para el autobiografismo es, seguramente, ​El asno de oro de Apuleyo. La obra fue muy divulgada
en la época y narra también las peripecias de su protagonista en primera persona mediante el
recurso de los episodios engarzados y el servicio a varios amos.
El modelo de la epístola, como marco en el que se desarrolla la narración, también tenía una
tradición anterior. Los libros sentimentales, como Cárcel de amor, o las cartas coloquio del siglo
XVI tomaban esta forma.
Además de todos estos elementos tradicionales, bien folclóricos bien literarios, es notable
también en el ​Lazarillo ​la presencia de datos tomados directamente de la realidad: lugares y
referencias geográficas diversas, personajes de la vida social del siglo XVI, alusiones a
problemas de la época, referencias cronológicas, etc. De este modo, los elementos de carácter
folclórico se integran dentro de unas circunstancias y pasan a formar parte de una narración
que podría definirse como realista. Los hechos se cuentan “como si” hubieran tenido lugar. Las
fronteras entre ficción y realidad se diluyen y con ello el autor del Lazarillo da un importante
paso hacia la creación de la novela moderna, al proponer que sea leída como si de una historia
real se tratase.
El Lazarillo sería, pues, el punto de partida de la novela realista europea. Otro rasgo
fundamental de la obra en la constitución del nuevo género es el carácter evolutivo de los
personajes. Estos se modifican y desarrollan a lo largo de la obra a la par que las circunstancias
de su vida. Un rasgo que en Lázaro se da desde el comienzo hasta el final de la novela: el niño
Lázaro es muy distinto del adulto. La importancia de este hecho se refleja incluso en la
estructura.
La novela consta de un prólogo y siete tratados. El último de los tratados nos revela que la obra
es una carta de contestación en la que se explica un caso: las habladurías en torno a las
relaciones de la mujer de Lázaro con el arcipreste de San Salvador. El caso, por tanto,
fundamental es el pretexto para contar su historia. Debido a ello, la novela se estructura desde
el final, porque los episodios que en ella se escriben son seleccionados para explicar el caso. El
resto de los tratados pueden dividirse en dos partes. Los tres primeros, más extensos,muestran
el aprendizaje de Lázaro ante la adversidad. En los siguientes, el rimto narrativo se acelera, ha
culminado su proceso de aprendizaje y ya adulto comienza a mejorar sus condiciones de vida.
En cuanto al estilo, conviene advertir de la diferencia notable del lenguaje de esta obra con
respecto a las narraciones habituales de su época. Frente a la lengua elevada de los libros de
caballería, el lenguaje del Lazarillo es llano y espontáneo, carente de artificiosidad, coherente
con el matiz realista de la obra. Es un estilo acorde a su protagonista. No obstante, el prólogo
estaría constituido de acuerdo a las normas de la retórica clásica y en él el lenguaje es elevado,
aunque no exento de ironía.

2.3. Sentido 
La palabra con la que se abre el prólogo del Lazarillo es un “yo” rotundo. A partir de ahí la obra
es la historia de un personaje caracterizado de manera realista, lejos de las figuras idealizadas
de los relatos contemporáneos. Lázaro se desarrolla en un medio social concreto que lo
condiciona y modifica decisivamente. La obra no solo retrata su evolución, sino también su
adaptación al medio hasta concluir su completa integración. Una asimilación que tiene lugar a
costa de la propia dignidad del protagonista, quien comprende el mundo en el que vive y asume
sus reglas.
El tratado sexto es muestra de su evolución, Lázaro acepta ahorrar y vestir como un hombre de
bien. Pero es en el tratado final donde descubrimos el precio de su prosperidad. Una indignidad
que no es exclusiva de Lázaro, puede extenderse a todos los personajes del libro. Pues la obra
es una aguda crítica a la sociedad de su época, tanto en los comportamientos individuales,
siempre hipócritas y desesperados, como del sistema social que los obliga a ello. Dos mitos
centrales de la España del siglo XVI son el objeto central de la crítica: la obsesión por la honra y
la religiosidad.
La mayor parte de los amos de Lázaro son clérigos y todos explotan al muchacho, cuya opinión
de los hombres de la iglesia no es nada positiva. El anticlericalismo es, pues, evidente, aunque
no parece haber una propuesta de reforma, sino que solo se percibe el sarcasmo o desprecio,
por lo que no se descarta que fuera obra de un converso descreído.
Si la nobleza y la iglesia son satirizados, otros estamentos no se libran del escalpelo del autor
anónimo: la justicia o la vida militar son también puestas en solfa. Otros valores sociales como
el amor y la amistad, no parecen destacar en la obra. Frente a la visión idealista del mundo de
los relatos pastoriles, en el Lazarillo funcionan los valores materiales: la ambición, la avaricia, el
dinero, el provecho, la apariencia, el cinismo…
Finalmente hay que mencionar también la deshumanización. La progresiva destrucción de la
personalidad incipiente de este ostentoso yo con el que se abre el libro en una sociedad que no
ofrece alternativa a sus miembros. El autor pone así al descubierto la realidad cruel de la vida
española del siglo XVI.
El modelo propuesto por el Lazarillo es tan innovador que resultó difícil de asimilar y continuar.
Casi medio siglo tardará en aparecer a segunda novela picaresca, el ​Guzmán de Alfarache​, y no
será hasta el siglo XVII cuando tenga una numerosa descendencia.

3. La novela picaresca 
Bajo esta denominación genérica se incluye una serie de obras que, en la estela del Lazarillo de
Tormes, se publican casi en su totalidad en el siglo XVII. Lógicamente estos libros tienen
diferencias entre sí y cada autor introduce variantes en su obra personal tras haber utilizado el
motivo del pícaro y la narración de su vida (una denominación tampoco del todo exacta, pues a
veces es un simple mendigo o maleante). De hecho, aunque los autores de estas narraciones
tienen cierta conciencia de las constantes del género, dicha conciencia lo era de manera
imprecisa, variable y contradictoria. Tampoco los lectores tenían claros los límites y rasgos de
estas obras que hoy llamamos novelas picarescas, pues solían citarse y comentarse al lado de
textos de carácter cómico, satírico o costumbrista, incluso, en compañía de ​El Quijote o La
Celestina​. En realidad, la conciencia difusa puede explicarse por el lento surgimiento de un
género más amplio: la novela moderna, en lugar de uno muy concreto y con rasgos muy
definidos.
Sea como fuere, lo cierto es que la novela picaresca presenta algunos problemas en su
definición y a la hora de establecer su catálogo de obras. Algunos autores, como Parker, han
apostado por el criterio temático; Américo Castro por el posible desahogo de autores conversos
o Lázaro Carreter, quien ha señalado una constante construcción, pues los autores intentan ser
originales.
Pero si hay algo que tiene todas estas obras en común es la destrucción del mundo idealizado
de las novelas de su tiempo. En el siglo XVI predomina una novela idealista y frente a ella va a
aparecer el mundo del pícaro, un personaje antiheroico, que va a retratar la parte más
miserable de la sociedad. La novela picaresca da cabida a aquel sector social hasta ahora
excluido de la literatura, en ella se señalan los defectos y se dan a conocer los bajos fondos de
la sociedad.

3.1. Características 
No obstante, con cierta flexibilidad, se puede hablar de novela picaresca para denominar una
serie de relatos que aparecen en pocos años y que comparten ciertos rasgos. El ​Lazarillo j​ unto
con el ​Guzmán de Alfarache hace que ambas obras fijen entonces el modelo picaresco con una
serie de rasgos que seguirán el resto de narraciones en mayor o menor medida.
Entres estos rasgos destaca el uso de la autobiografía para relatar una serie de aventuras
expuestas de manera organizada. Esta misma suele organizarse en torno al servicio a varios
amos, lo cual da estructura a la obra.
Además, el pícaro suele encontrarse en un estado de deshonra que necesita ser explicado, es
decir, la justificación final de toda la narración (el caso en el ​Lazarillo​).
A ello se unen otras características como los orígenes innobles del protagonista, que siempre
hace referencia su ascendencia vil; la evolución del personaje desde la infancia a la madurez,
dejando constancia de los cambios que se van produciendo en su vida y personalidad; el punto
de vista único, pues no se ofrece otra perspectiva de los hechos que la del pícaro narrador; la
alternancia de fortunas y adversidades en la vida del protagonista; los frecuentes viajes del
pícaro, que sitúan la acción en lugares diversos; la explicación de todos los hechos que le
suceden al personaje desde tres coordenadas confluyentes: el linaje vil, las malas compañías y
la experiencia negativa de un mundo hostil. Podemos señalar también la óptica realista que le
da a su viaje, un viaje que no es solo geográfico, sino también interior, desde la inocencia a la
degradación moral.
Son características también de la novela picaresca la inclinación hacia la oralidad (anacolutos,
juegos fónicos…) y, sobre todo, la existencia de un lector implícito o destinatario de ficción
tanto externo a la narración como dentro de la misma al que se supone que está dirigido el
relato escrito a modo de carta. El pícaro narrador intenta convencer a este lector implícito,
como a nosotros lectores externos de las razones de su actitud: ante él y ante nosotros
pretende justificar su comportamiento y para ello busca razones variadas, excusas diversas. Su
estrategia narrativa desea lograr la complicidad con el lector y granjearse su simpatía. Todos
estos relatos juegan pues con la credulidad del lector.
El personaje central de estas obras es el pícaro, término usado por primera vez en el ​Guzmán
de Alfarache p ​ ara calificar al protagonista en la primera fase de su vida. Sin embargo, según,
Fco. Rico, el público lo entendía como un adjetivo, que recogía las cualidades de su
comportamiento en los diferentes momentos de su vida. Así, sería el pícaro una creación
literaria, aunque refleje determinados comportamiento de la época, es un personaje novelesco
con unas características de distinto valor funcional.
Entre sus características fundamentales destaca el afán de ascenso y promoción social, que guía
sus acciones. Esto es explicable en un contexto como el de la España de la época. El modo libre
y vagabundo de vivir del pícaro solo es posible en un el mundo urbano en el que se mueve, que
le permite el anonimato y el ocultamiento. La picaresca es, por tanto, novela urbana y retrata la
situación de las ciudades del siglo XVII: la abundancia de miserables y vagabundos era entonces
un problema social de primera magnitud. Es general a todos los relatos el deseo de ascenso
social que se ve frustrado. En algunos casos los autores parecen denunciar a esta sociedad
cerrada que no permite la supervivencia de los desheredados; en otros, muy al contrario,
parecen defenderla y castigar la actitud rebelde del pícaro.
Volviendo a la definición del pícaro, este suele caracterizarse por su soledad, a pesar de servir a
varios amos. Una soledad también en el ámbito familiar, pues la separación de los suyos es
temprana. Su matrimonio suele ser deshonroso (como ocurre en el ​Lazarillo ​o el ​Guzmán​) y se
caracterizan por la locuacidad. El pícaro es un constante hablador que entabla conversación con
todo aquel que encuentre.
Si nos fijamos en las pícaras, algunos aspectos cambian de forma considerable en su definición.
Estos en lugar de servir a varios amos, suelen contar con muchachos que las sirven;
normalmente actúan en compañía; justifican sus faltas por su condición femenina; no suelen
narrar en primera persona y su ámbito geográfico es más reducido.
Desde el punto de vista literario el pícaro una figura revolucionaria. Hasta entonces la obra
literaria solía considerarse por la determinada dignidad social de sus protagonistas. Los
personajes de baja condición social era únicamente utilizados como motivo de burla. Para ellos
se había acotado el dominio de lo cómico. En el ​Lazarillo y​ el ​Guzmán​, en cambio, sus plebeyos
protagonistas son diseñados con profunda simpatía novelística, como personajes no
estereotipados, sino portadores de una vida real. Sin embargo, la generalidad de sus
continuadores retomarán al pícaro bajo conceptos literarios tradicionales. El pícaro volverá a
ser confinado al mero papel de personaje cómico o burlado, cosa lógica en la sociedad barroca
tan arcaica y conservadora.
3.2. Obras principales 
Numerosas y variadas son las obras picarescas publicadas en el siglo XVII. Entre otras merecen
citarse el ​Guzmán de Alfarache ​de Mateo Alemán, El guitón de Onofre de Gregorio González, El
Buscón d​ e Quevedo, ​La pícara Justina d
​ e Fco. López de Úbeda, La hija de la Celestina de Sales
Barbadillo, ​Marcos de Obregón de Vicente Espinel, ​Lazarillo de Manzanares de J. Cortés de
Tolosa o el anónimo​ Estebanillo González​, entre otros.

a) Guzmán de Alfarache. 
Sin duda esta es la obra más notable de picaresca del siglo XVII. Dividida en dos partes: la
primera de 1599 y la segunda de 1604. Su autor, Mateo Alemán, cosechó gran éxito con la
publicación de la primera parte, pero, al igual que ocurrió con el Quijote, pronto le continuó
una segunda parte apócrifa. En su segunda parte, Alemán contesta al apócrifo.
La novela de Alemán es fundamental tanto para el modelo genérico de la picaresca, como para
el desarrollo de la novela como género. De hecho, tuvo una gran influencia en los siglos XVII y
XVIII fuera de nuestras fronteras.
Solo tras dejar constancia de unos orígenes que determinan al personaje, hijo de un mercader
tramposo y afeminado y de una mujer adúltera, Guzmancillo comienza su vida de pícaro, llega a
ser consumado ladrón, se arrepiente y vuelve a reincidir en numerosas ocasiones en una
sucesión de estafas, fraudes y trampas, para terminar condenado a galeras. Allí de nuevo se
arrepiente y dice que escribe su vida como ejemplo de lo que no debe hacerse.
En este final está la clave de la novela y su comprensión en uno u otro sentido ha dado lugar a
interpretaciones contrapuestas. Si la actitud del pícaro narrador se considera sincera, como
piensa la mayoría de la crítica, la obra sería una novela moralizante de raíz tridentina, y, en
efecto, las digresiones morales son muy frecuentes en ella. Sin embargo, si se considera que el
pícaro narrador es insincero y solo pretender buscar excusas, como es habitual en los
protagonistas picarescos, el Guzmán expondría un discurso conflictivo, fruto del origen y la
problemática del autor. El mundo sería entonces una mentira y estaríamos ante alguien que ha
perdido la fe en todo valor humano.
La complejidad de la obra de Alemán hace que haya sido interpretada no solo como obra
contrarreformista, sino también dentro de la literatura reformadora de los arribistas. Mateo
Alemán habría abordado en el Guzmán el problema de la mendicidad, proponiendo la
secularización de la asistencia, pero además, defendería una ética puritana del trabajo,
mediante la cual el pobre se haría acreedor de los bienes que en justicia le correspondían.
b) El Buscón 
La vida del Buscón llamado don Pablos se imprimió en 1626, pero Quevedo debió escribirla
mucho antes. Tuvo gran éxito y conoció ediciones sucesivas, aunque todas fueron publicadas
fuera de Castilla, probablementes porque no deseaba tener problemas con la Inquisición o con
algunos de los poderosos molestos con la obra.
Con el Buscón, Quevedo prueba su pluma en la picaresca. Parte en su creación del Lazarillo y el
Guzmán, pero modifica a su antojo los patrones genéricos de sus modelos y acaba escribiendo
un texto muy original. Del Lazarillo toma la estructura general, sin digresiones morales como la
de Alemán. Coincide con ambas en la forma epistolar y en rasgos como el linaje vil del
personaje su afán de ascenso social, el hambre como motivación, la dialéctica entre apariencia
y realidad. También es notable la influencia de la prima parte del Guzmán, así como de su
apócrifo.
Pero Quevedo no es un mero imitador. Si narrativamente no los supera, lo hace desde luego en
ingenio lingüístico. El lenguaje parece mantenerse a sí mismo en vilo, como si estuviese más allá
de la anécdota y de los rasgos narrativos convencionales heredados de sus modelos. Pablos
cuenta episodios de su vida, pero sin que su relato responda a un caso que tenga que aclarar o
la curiosidad del señor para él que escribe. Por esta razón, estructuralmente los relatos no van
unidos entre sí con la finalidad de explicar algo, sino que son más bien una sucesión de escenas
o cuadros en los que Quevedo despliega todo su ingenio y maestría de escritor. En este sentido,
la obra es un retroceso hacia la novela moderna, pues no hay una estructura orgánica que
justifique la presencia de los diversos episodios.
Tampoco parece apreciarse una evolución en el diseño del personaje al modo en el que se veía
en Lázaro. PAblos aprende, gasta las misma bromas de las que ha sido víctima, pero
interiormente nada cambia en él, es siempre el mismo personaje trazado en las primeras
páginas. Lo mismo ocurre con el resto de personajes. Quevedo explota sus características para
conseguir efectos humorísticos, incluso, llegado a la caricatura.
Todo lo dicho hace que la obra tenga una finalidad primordialmente estética. Se trata de atraer
la atención hacia el lenguaje, de revelar la máxima agudeza. Cuando un suceso es agotado, se
pasa a otro para exprimir sus posibilidades lingüísticas mediante la sutileza y el ingenio.
No obstante, es bastante verosímil suponer que Quevedo está satirizando con el Buscón el
deseo de ascenso social, de muchos españoles de la época. No en vano, su protagonista lo
confiesa desde el principio, aunque sus pretensiones sea infructuosas. Cuando Pablos intenta
justificarse, el autor desvela su falsedad y en muchas ocasiones es ridiculizado por un noble.
Quevedo revela, por tanto, su oposición a la movilidad social y su defensa de la sociedad
estamental. Incluso, podría pensarse que su invectiva va dirigida a los ricos conversos que
aspiran a ennoblecerse.
Por tanto, El Buscón es una obra literaria en la que Quevedo despliega sus dotes estilísticas para
descubrir una mentalidad conservadora.

3.3. Etapas de las picaresca 


La picaresca nace a la luz de un contexto histórico y social que da algunas de las claves para
entender su aparición. Entre estas se encuentran por una parte el problema social de la
mendicidad que asola las ciudades, la nobleza empobrecida y el concepto de honra y limpieza
de sangre. Junto a ello, las visiones erasmistas de la propia sociedad como un mundo sin
caridad y plagado de lacras, marcan también el pensamiento de la época.
A esto se sumas otras obras precedentes, donde sus protagonistas anuncian algunas de las
características de la picarescas. Veáse El libro del buen amor y a su protagonista y
Trotaconventos; ​La Celestina o La lozana andaluza ​de Francisco Delicado, que representa el
mundo de los bajos fondos romanos.
Tras esto podemos definir cuatro etapas según Fco. Rico:
- De 1599 a 1604. Etapa de creación, en que se fija su poética con las dos obras
principales.
- 1605 a 1620. Tiempo muerto, en el que no se respeta su poética. ​La hija de la Celestina
o Marcos de Obregón.
- 1620-1626. Renacer de la poética inicial. ​El Buscón o Lazarillo de Manzanares.
- 1626-1640. Decadencia con títulos de dudosa adscripción. ​Estebanillo González, Las
harpías de Madrid.

4. La novela picaresca en el siglo XVII 


En el siglo XVII vamos a ver la continuación de muchos de los géneros que comenzaron en el
siglo XVII, otros en cambio perderán buena parte de relevancia.

a) La novela histórica 
Por un lado, la novela histórica será continuadora de la del siglo XVI, pero con un cambio
sustancial. El autor no se limita ya a exponer, sino que procura explicar. Se cultiva todavía el
tema fronterizo y aparecen los falsos cronicones y novelas basadas en historias de la
antigüedad clásica y la historia religiosa.

b) Novela alegórica 
En la novela alegórica el protagonista suele reducirse a un testigo ya que la carga alegórica
lastra el relato a la par que lo dota de un fin moralizante. Estos rasgos son visibles en los ​Sueños
de Quevedo, ​El diablo cojuelo d ​ e Vélez de Guevara y ​El criticón de B. Gracián, que desde su
división en partes establece la alegoría entre las estaciones y las edades del ser humano.

c) Novela combinatoria 
La novela combinatoria es muestra de la decadencia del género. Es un término con el que
Ferreras agrupa una serie de obras de contenido heterogéneo (poemas, chistes, narración…)
fruto de la degeneración del marco narrativo. Es lo que sucede en Para todos d ​ e Pérez
Montalbán o en​ Hospital de incurables ​de Polo Medina.

d) Novela corta 
Pero sobre todo es de destacar la novela corta que se desarrolla en el siglo XVII. En 1613
Cervantes publicó las Novelas ejemplares con plena conciencia de ser su primer cultivador en
castellano. Cervantes nacionalizó el género de origen italiano al hacer españoles a los
personajes y el ambiente en el que se mueven. Aunque la temática es predominantemente
amorosa, Ferreras las clasifica en dos grupos: Por una parte las idealistas, donde la aventura es
todo, como ​El amante liberal, La española inglesa o La fuerza de la sangre.​ Y, por otra parte, las
realistas, donde se encuentra ​La gitanilla, El licenciado vidriera, El coloquio de los perros,
Rinconete y Cortadillo, La ilustre fregona, El celoso extremeño o El casamiento engañoso.
A partir de las novelas ejemplares comienzan a editarse novelas de parecida estructura y
extensión, en ellas el argumento se desarrolla con rapidez, lo que evita digresiones. Salas
Barbadillo, Castillo Solorzano y María de Zayas cultivaron este género con publicaciones de
colecciones de cuentos.

A modo de conclusión, podemos decir que a partir de los titubeos iniciales de la novela en la
Edad Media la narrativa consigue consolidarse en los siglos XVI y XVII. El ​Lazarillo ​abrirá,
además, las puertas a modos y temas apenas explorados hasta entonces, dejando el sustrato
para la novela moderna. Una nueva perspectiva basada en el desarrollo unitario, la
construcción psicológica de los personajes y la libertad temática y formal, que conforme el
subgénero de la picaresca y que será base de la futura novela moderna.

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