Está en la página 1de 7

TEMA 49 – La Novela en los siglos de Oro. El Lazarillo de Tormes.

La
novela picaresca.

La importancia del tema elegido viene dada por el carácter heurístico del aprendizaje
de la lengua y la literatura, que otorga un papel fundamental a la materia en el
proceso educativo completo de toda persona. En este marco se hace indispensable
conocer la novela de los siglos de Oro, y comprender el valor que tiene como uno
de los pilares de la literatura castellana, ya que la obra picaresca, y en especial El
Lazarillo de Tormes son indispensables en la evolución hacia la novela moderna.
Por primera vez en la historia del relato, la obra anónima cumple con las
condiciones que la crítica exige a la novela: está escrita en prosa; su protagonista no
pertenece a la estirpe de los héroes, el personaje está dibujado con rasgos nobles y
viles; y, por último, el carácter del personaje no sólo evoluciona, sino que se va
moldeando por la propia experiencia dialéctica con la realidad.

Su importancia se refleja además en el hecho de ser un tema que viene recogido en


las leyes actualmente en vigor que afectan la etapa de la educación secundaria
obligatoria y bachillerato que nos atañen en este momento. Así, en la legislación a
nivel nacional se destacan las labores más importantes que tiene la literatura a lo
largo de toda la educación secundaria, entre las que podemos destacar en esta área
concreta las competencias clave de Comunicación lingüística y la Conciencia y
expresiones culturales, aunque en la materia se trabajarán también todas las demás,
tal como se recoge en la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación
(LOE); y en Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad
educativa (LOMCE). De forma específica, el estudio de la literatura del siglo de Oro
está programado para verse en los cursos de 3º de la ESO y 1º de Bachillerato tal
como viene establecido en el Decreto 86/2015, de 25 de junio, por el que se
establece el currículo de la educación secundaria obligatoria y del bachillerato en la
Comunidad Autónoma de Galicia. El cual se encarga de concretar la LOE y la
LOMCE a nivel autonómico.

Ahora ya, centrándonos en el tema que nos ocupa pasaremos a hablar de las
diferentes manifestaciones que se dan de la prosa castellana en el siglo XVI, entre la
destacan la obra historiográfica, las crónicas particulares o los libros de viaje.
Compararemos la ficción idealista de diferentes obras, como el Amadís de Gaula,
con las características de la novela picaresca, centrándonos especialmente en el
análisis del Lazarillo de Tormes. Por otro lado, veremos también las expresiones
más importantes de la novela costumbrista y de la novela corta, deteniéndonos, para
terminar, en algunas obras de Cervantes, tales como La Galatea o Las Novelas
Ejemplares.

Para comenzar, tenemos que diferenciar entre la prosa didáctica, y la literatura de


ficción de carácter recreativo, pues son las dos tendencias más importantes en el
uso de la prosa del siglo XVI. Las modalidades principales de la ficción idealista que
se desarrollan en este siglo son los libros de caballerías, la novela pastoril, los libros
moriscos, y los libros de aventuras peregrinas o novela bizantiza. Por otro lado,
encontramos la novela picaresca y la costumbrista, que se entienden como de
carácter realista. Debemos señalar que el idealismo es el más próspero durante el
siglo XVI, mientras que el siglo XVII se orienta más hacia el realismo con el
desarrollo del género picaresco y el cuadro de costumbres, junto a relatos centrados
en aventuras amorosas, a menudo en un ambiente cortesano.

En primer lugar nos centraremos en las novelas de caballerías, cuyo origen


encontramos en la novela cortesana francesa, el roman courtois, un tipo de relato
surgido en el siglo XII que narra las leyendas del “ciclo artúrico”, dominado por ser
sus protagonistas el rey Artús y su corte de Bretaña, pero también las leyendas
clásicas como la historia troyana, y la de Alejandro Magno, o también diferentes
temas orientales.

Después de su origen francés, los antecedentes más directos de las novelas de


caballerías españolas son La gran conquista de Ultramar y El libro del caballero
Zifar, obra en la que se dan cita elementos muy diferentes: temas de algunas gestas
francesas, y detalles tomados de la materia de Bretaña, leyendas cristianas, relatos
de origen oriental, ejemplos moralizadores, y consejos didácticos de orden político.

No obstante, es necesario distinguir entre materia caballeresca, a la que


pertenencen los libros que hemos citado, y los libros de caballerías, designación que
se refiere a las obras españolas originales la recreación que de los siglos XVI y XVII
y cuya constitución como género se debió al Amadís de Gaula realizó a fianles del
siglo XV Rodríguez de Montalvo. Esta obra pone las bases fundamentales de las
estructuras y las técnicas narrativas de las novelas de caballerías posteriores: tales
como el desarrollo simétrico de aventuras, creación de suspense por el
procedimiento de retrasar el cumplimiento de los deseos del héroe mediante la
inserción de aventuras; narrador omnisciente (con frecuencia, un historiador ficticio),
aunque se introduce también el punto de vista de algunos personajes cuando se
encargan de narrar ciertos episodios; y, especialmente, la configuración del
protagonista como héroe de la caballería andante: extraordinario valor físico (no se
fatiga ni cae enfermo y se recupera rápidamente de las heridas), se enfrenta en
solitario a muchos enemigos juntos y, en definitiva, sólo le afectan las penas de
amor. Además el héroe permanece inalterable a lo largo de todo el relato, a pesar
del paso del tiempo. Los valores del caballero responde a los de los nobles del siglo
XV, que viven en una sociedad refinada y que ocupa su tiempo en la caza, torneos,
y reuniones de cortesanos, que sustituyen la actividad guerrera. Finalmente destaca
que se mueven por dos valores fundamentales: la fama, que se logra
individualmente participando en azañas heroicas, y el amor inquebrantable hacia su
dama.

Es muy importante señalar su gran popularidad, Carlos V leía estos libros, los
cortesanos seguían el modelo caballeresco marcado por estos libros caballerescos,
y fueron la lectura favorita de Ignacio de Loyola, de Teresa de Jesús y, como indican
ciertos topónimos americanos, de los aventureros que viajaban al nuevo continente.
A su éxito contribuyó poderosamente el desarrollo de la imprenta y la coincidencia
temporal con la política de los Reyes Católicos de continuación de la cruzada contra
el poder musulmán.
A continuación nos centraremos en algunas de las representaciones más
destacadas del género:

- Por un lado encontramos la ya mencionada Amadís de Gaula, cuya versión


original está formada por tres libros, y la cual probablemente se remonte al
siglo XIV. Fue reimpreso en numerosas ocasiones e influyó de manera
dominante en la literatura imaginativa. Garci Rodríguez Montalvo publica una
refundición de la misma en 1508, con la adición de un cuarto libro suyo.
Montalvo corrigió, suprimió y alteró pasajes, pero dio coherencia a la
estructura y al espíritu de la novela. Con ello consiguió una obra que mezcla
un estilo arcaizante y tersa prosa. Y en general se puede afirmar que es una
obra de gran interés y mérito artístico.
- En segundo lugar, encontramos el Tirante Blanco, escrito inicialmente en
catalán por el valenciano Joanot Martorell, y continuado por Martí Joan de
Galba. Fue publicado en Valncia en 1490, y en 1511 se realizó una traducción
castellana en Valladolid, que sería la que leyó Cervantes. El autor del Quijote
lo considera uno de los mejores libros leídos, y a ello hace referencia en boca
del cura, durante el episodio de su obra cumbre en el que se procede a la
quema de la biblioteca. A lo largo de la novela, cuyo título origina es Tirant lo
Balnc, hay esparcida una gran cultura libresca, pero el propósito fundamental
del autor fue relatar una realidad de su época, concretamente la caballería de
la segunda mitad del siglo XV. Además lo diferencia de los libros de
caballería, el carácter militar de su protagonista.

Seguidamente pasamos a centrarnos en la novela pastoril, enmarcada dentro del


idealismo del siglo XVI. Este género bucólico es una manifestación renacentista más
de las resurrecciones de la Antigüedad Clásica.

En los primeros años del siglo XVI el italiano Sannazaro publicó la más famosa
novela pastoril del Renacimiento, La Arcadia, que ampplía y fija el género
definitivamente en todos sus rasgos esenciales, y que fue el modelo más estrecho y
próximo para la Diana de Montemayor. La novela bucólica tal como queda
constituida por Sannazaro es un tipo de novela poética refinadamente literaria. Los
pastores, que son sus protagonistas, no están pintados de forma realista, sino que
son cultos y delicados seres idealizados, como en Virgilio y Garcilaso, entregado a
devanar sus cuitas de amor, generalmente frustrado o no correspondido. Además la
naturaleza idealizada es uno de sus principales componentes. Es frecuente también
la intervención de personajes mitológicos e intenta imitar el arte culto de los modelos
clásicos. En aquella época s e sentía nostalgia por la paz idílica, y eran frecuentes
los elogios a la vida retirada. Los sentimientos qque encontramos en eeste tipo de
literatura están teñidos de suave y melancólica tristeza.

La popularidad de este movimiento comienza en España con la aparición en torno a


1558 de la Diana de Jorge Montemayor, aunque se limita a círculos más cultos y
humanistas que el género de caballerías. El autor es portugués de nacimiento, pero
se hizo castellano por propia voluntad. Respecto a la obra que nos ocupa en este
momento hay que decir que atendiendo al desarrollo argumental, a las incidencias
de amor, a los sucesos inverosímiles y a la profusión de elementos maravillosos, la
Diana carece de consistencia humana y es de poco interés para el lector actual.
Pero la novela pastoril es precisamente así, su mundo es artificioso, imaginativo y
sentimental, y el autor no se propuso ser realista. Otras novelas que podemos
destacar en España son: el Pastor de Fílida (1582) de Luis Gálvez de Montalvo; El
Prado de Valencia de Gaspar Mercader, conde Buñol; o El siglo de Oro en las selvas
de Erifile (1608), escrita en Méjico por el obispo Bernardo de Balbuena.

Otra de las modalidades de la prosa en el Siglo de Oro español es la de los libros


moriscos, que se refieren a ciertas creaciones literarias escritas en prosa, que se
producen en España entre los siglos XV y XVII, y que se centran en la figura del
moro. En este tiempo surge una corriente de simpatía y atracción por la vida, arte y
costumbre árabes del reino de Granada. El lujo, forma de vestir, elegancia, destreza
en la equitación de los moros granadinos producen admiración entre los castellanos.
Entre la producción castellana de este género cabe destacar el relato de El
Abencerraje y la hermosa jarifa, el cual se ve evocado en diferentes obras del siglo
XVI como el Inventario de Antonio Villegas; la Diana, de la que hablamos al
referirnos a la novela pastoril; o en la Crónica del Infante don Fernando, el que ganó
Antequera. A parte de estos relatos intercalados en la literatura castellana de
diferente género, destaca la obra: Guerras Civiles de Granada, de Ginés Pérez de
Hita, en la que relata la vida de los últimos árabes antes de la caída del Reino de
Granada, dando lugar al final a la novela histórica.

Y para terminar con el mundo del idealismo en el siglo XVI pasamos a hablar de la
novela bizantina, con la que nos referimos a un tipo de relato que surgió en la
literatura griega y cuyo argumento y estructura se atienen a un esquema común:
normalmente dos jóvenes enamorados desean casarse, pero encuentran
innumerables obstáculos para llegar a conseguir su objetivo. Se ven separados
forzosamente, viven viajes arriesgados, naufragios o cautiverios, toda una serie de
vicisitudes que retrasan el inevitable reencuentro en el que los amantes comprueban
que su amor sigue incólume y aun fortalecido después de tantos contratiempos y
pruebas. Ejemplos de este estilo encontramos en La Historia de los amores de
Clareo y Florisea (1552), de Alonso Núñez; en la Selva de Aventuras (1565) de
Jerónimo de Contreras; en El Peregrino en su patria (1604) de Lope de Vega; en Los
trabajos de Persiles y Segismunda (1617), de Miguel de Cervantes; o en la obra de
transición entre la novela de aventuras y la picaresca de Gonzalo de Céspedes y
Meneses, titulada Varia fortuna del soldado Píndaro (1626).

Después de ver el trabajo enmarcado en el idealismo, ahora pasaremos a hablar de


la novela picaresca, desarrollada desde la mitad del siglo XVI hasta el XVIII, y cuyo
argumento se centra en torno a la figura del pícaro. Éste está lleno de defectos
desde la óptica de nuestra moral cultural, es un pecador desde el punto de vista
cristiano-católico, y pertenece a los bajos fondos. Se trata en general de una
estilización de la experiencia cotidiana, de una inversión de valores y de géneros
narrativos. Es muy importante la descripción de tipos y ambientes que se realiza en
la picaresca, para ello se toma tan sólo una parcela de la realidad, por lo que no se
trata de un realismo propiamente dicho, ya que sólo aparece la parte más negativa,
triste, turbulenta o aventurera de la vida. Con la picaresca se trata de
desenmascarar un mundo que se pretendía ocultar. Denuncia una verdad incómoda
frente a los sueños imperiales de Carlos V, conectados con las novelas de
caballerías o las pastoriles. Con este género se informa de que hay en la realidad
una problemática social de mendicidad, honra y pobreza, incluso entre nobles. Se
trata de un mundo sin caridad y con lacras sociales, a las que se da, en la obra
picaresca, mayor importancia casi que a los personajes literarios.

Por otro lado, la acción se suele desarrollar cuando el pícaro se echa al mundo y se
entrega al vagabundaje. Él va aprendiendo de una realidad hostil que se oculta tras
falsas apariencias. Con el paso de los años crece el pícaro y su experiencia, a la par
que su resentimiento y desconfianza, reflejada en su actitud, permanentemente a la
defensiva. Para el pícaro apenas existe la vida afectiva o amorosa, y las mujeres se
convertirán a menudo en instrumento para engañar o explotar los vicios.

Y para conocer mejor el género pasamos a comentar la obra que mejor lo


caracteriza. Las primeras ediciones del Lazarillo de Tormes datan de 1554, se trata
del libro clave del género, el cual en España alcanza mayor complejidad y
perfeccionamiento con respecto a las representaciones que encontramos en otros
países europeos. De su autor no conocemos el nombre, pue parece que en un
intento de dar apariencia de verdad a su libro, sólo menciona al pregonero Lázaro
que relata su autobiografía. En cuanto a los rasgos más destacados, cumple con los
típicos de la picaresca de la siguiente forma:

- En primer lugar, el protagonista es un antihéroe, de nacimiento infame.


- En segundo lugar, el texto se presenta de manera autobiográfica.
- Además, aparecen críticamente diferentes ambientes y amos.
- Y por último, es muy importante el tema del hambre, ya que motiva el
continuo cambio de amos, aprovechando la situación para describir diferentes
tipos sociales.

Estructuralmente, el Lazarillo de Tormes, se configura como una larga epístola


dirigida a vuestra merced que se ha interesado por su caso. Nos iremos dando
cuenta que tal caso es cómo el protagonista llega a ser pregonero y cornudo.
Admitiendo la situación de manera implícita, acabamos enterándonos de que su
mujer es la barragana del Arcipreste, cuyos vinos pregona Lázaro. Los tres primeros
capítulos o tratados hacen referencia a la infancia del narrador, y en ellos se
exponen los rasgos de lo que va a ser la vida del personaje. Es la parte del relato en
la que se detiene más, porque en ellos encuentra la explicación a su situación final.
Los tratados IV y VI son breves, de trámite argumental, sin embargo el V y sobre
todo el VII son largos, y el último representa además la conclusión de la experiencia
vital del personaje.

Desde luego, no parece haber duda sobre la contribución del Lazarillo de Tormes a
la creación de un nuevo género. Por primera vez en la historia del relato, la obra
anónima cumple con las condiciones que la crítica le ha venido exigiendo a la
novela, pues está escrita en prosa, el personaje está dibujado alternativamente con
rasgos nobles y viles, y su carácter evoluciona y se moldea por la propia
experiencia, en relación dialéctica con la realidad.
Otra obra importante dentro del género es El Guzmán de Alfarache, escrita por
Mateo Alemán, médico converso que estudió arte, filosofía y medicina en Sevilla. El
relato, que ahora nos ocupa, tiene forma autobiográfica. Es el mismo Guzmán el
que, estando condenado de por vida a galeras, y arrepentido, narra su vida de
pícaro y delincuente. Al hilo de la narración el autor introduce multitud de digresiones
sobre todos los aspectos de la vida. Además, Mateo Alemán intercala tres
narraciones en la novela, la más famosa de las cuales es la historia de Ozmín y
Daraja, enmarcada dentro del género de libros moriscos.

El éxito de la obra fue enorme, se publicó en 1599, y hasta 1605 ya había tenido
veintitrés ediciones. Se realizan además traducciones al francés, al inglés, al
holandés, al alemán, al italiano y al latín.

El Guzmán de Alfarache comparte con el Lazarillo de Tormes algunos rasgos como


la narración en primera persona, el esquema de mozo de muchos amos, y el
propósito de justificación del estado final del protagonista echando una mirada
retrospectiva a su vida. Pero entre ellas, hay también diferencias esenciales: en
primer lugar el Guzmán rompe con la tendencia al anonimato, además posee un
propósito moralizante y el protagonista sigue un modelo confesional. De este modo,
la doctrina se funde perfectamente en la ficción, en la que el recorrido vital se
produce en un tiempo y una geografía real.

A continuación tenemos que mencionar El buscón de Quevedo, obra del siglo XVII
en la que el autor recrea diferentes situaciones, personajes y temas tratados en
novelas picarescas anteriores. El autor acaba realizando una caricatura del pícaro,
llevando los rasgos del género hasta el esperpento. Distorsiona la realidad y, aunque
conserva el molde de la picaresca, hace desaparecer su contenido. En teoría el
lector debería conmoverse ante el pícaro, pero El buscón muestra una gran
indiferencia ante el dolor y la muerte de los personajes. Es una obra pesimista,
antihumana, en la que el autor se preocupa principalmente por el virtuosismo del
lenguaje.

Otras obras de la novela picaresca son: Vida de Marcos de Obregón, de Vicente


Espinel; El Diablo Cojuelo de Luis Vélez de Guevara; La pícara Justina; o La vida de
Estebanillo González.

Ahora, no podemos dejar de mencionar la novela costumbrista, dentro de la tradición


prosística del Siglo de Oro. Unido a la sátira social, el costumbrismo se manifiesta en
varios libros que consisten en diálogos o anecdotarios, así como colecciones de
avisos. Pero dentro de este género la obra que ofrece mayor interés es el Viaje
entretenido, de Agustín de Rojas Villandrando, publicado en Madrid en 1603.La obra
está escrita en forma de diálogo, en la que intervienen el propio Rojas y tres
compañeros suyos de farándula. Hablan de todo, mientras recorren el país
representando obras de teatro, apareciendo diferentes ciudades, costumbres,
gentes, instituciones, datos biográficos, sucesos. Todo va apareciendo a los largo de
la obra con una gran amenidad, y así vemos finalmente retratada la vida de la
España de la época. Por último, debemos señalar la capacidad que tiene Rojas para
recoger palabras y frases populares, así como la gran cantidad de refranes que
aparecen en el libro.

Otro género cultivado en la época que nos ocupa es la novela corta, en la que
destaca la figura de María de Zayas y Sotomayor con las obras Novelas ejemplares
y amorosas y Desengaños amorosos.

No podemos terminar el tema sin mencionar la obra novelística de Cervantes

La Galatea novela pastoril

Las Novelas ejemplares, novelas cortas 1612

Los viajes de Persiles y sigismunda género bizantino

A modo de conclusión no podemos dejar de referirnos a la práctica docente que


debemos relacionar con el tema de la novela en los Siglos de Oro. Es muy
importante que se aprecie el estilo propio de las diferentes manifestaciones que de
ella se dan, pues encontramos obras muy diversas con diferentes características y
que van desde la ficción idealista, hasta la costumbrista, o la picaresca. Así como
diferentes temáticas que también podremos ver reflejadas a lo largo de toda la
historia de nuestra literatura. Es necesario que se logre comprender la importancia
de los orígenes en el resultado obtenido en obras contemporáneas; que se
desarrolle la capacidad de relación de conceptos y épocas diferentes; y por último,
interiorizar modalidades básicas de forma, estilo y temática literaria. Todo ello se
intentará conseguir mediante una metodología didáctica especialmente activa y
participativa, favoreciendo el trabajo individual y el cooperativo del alumnado.

Finalmente, mencionaremos la bibliografía básica utilizada para el desarrollo del tema tratado:

- VARIOS AUTORES. Antología de la Literatura española I (De la Edad Media al Barroco).


Praga: Ministerio de Educación, política social y deporte, 2008.
- PEDROSA JIMÉNEZ, F.B.; RODRÍGUEZ CÁCERES,M. Manual de literatura española.
Madrid: Cenlit ediciones, 2015.
- En cuanto a temas legislativos han sido consultadas tanto las leyes autonómicas referentes a
educación secundaria como la normativa nacional:
o Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE)
o Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa
(LOMCE)
o Decreto 133/2007, de 5 de julio, por el que se regulan las enseñanzas de la
educación secundaria obligatoria en la Comunidad Autónoma de Galicia
o Decreto 126/2008, de 19 de junio, por el que se establece la ordenación y el currículo
de bachillerato en la Comunidad Autónoma de Galicia.
- Respecto a páginas web destacar:
o www.edu.xunta.es
o www.mecd.gob.es

También podría gustarte