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INSTITUCIÓN EDUCATIVA BARRIO SANTANDER

GESTIÓN ACADÉMICA.
SISTEMA INSTITUCIONAL DE EVALUACIÓN
ACTIVIDADES DE APOYO ACADÉMICO.

AREA/ASIGNATURA: Humanidades Lengua Castellana PERÍODO 1°


DOCENTE: Miguel Ernesto Benavides García GRADO 10°
FECHA DE ENTREGA 19 al 23 de julio FECHA DE DEVOLUCION 2 al 6 de agosto
FECHA DE SUSTENTACIÓN 23 al 27 de agosto

LOGROS EVALUADOS EN EL PERÍODO ACADÉMICO

 Muestra responsabilidad y compromiso con cada una de las obras abordadas.


 Amplía su visión de las corrientes literarias mediante el conocimiento de las manifestaciones artísticas de
una época determinada.
 Produce textos argumentativos siguiendo un proceso de investigación y de escritura.
 Realiza planes textuales para la producción de cualquier tipo de escrito que permitirán, posteriormente,
evaluar el texto.
 Identifica las principales características de la literatura medieval y prerrenacentista.

ACTIVIDADES DE APOYO ACADÉMICO (30%)


1. ACTIVIDAD # 1 - Realizar el mapa conceptual del presente documento titulado: ¿QUÉ SE
ENTIENDE POR LITERATURA MEDIEVAL ESPAÑOLA?

2. ACTIVIDAD # 2 - Ingresar a la evaluación en Google Forms, y responder las preguntas que


allí se formulan. La evaluación solo se puede hacer una sola vez. Tiene límite de tiempo, es
decir después de abierto, tendrá 40 minutos para solucionarlo.

El enlace para la evaluación está al final en el recuadro de “ESTRATEGIAS DE


EVALUACIÓN”

3. ACTIVIDAD # 3 – RESOLVER TODOS LOS PUNTOS QUE SE PRESENTAN A


CONTINUACIÓN TRAB AJADOS EN LAS GUÍAS DE APRENDIZAJE.

4. ACTIVIDAD # 4 - REALIZAR EL ANÁLISIS CRÍTICO TEXTUAL DEL CUENTO: “NUESTRO


PRIMER CIGARRO”, DEL AUTOR HORACIO QUIROGA. APLICANDO LAS NORMAS
ICONTEC. (ANEXO AL FINAL).
ACTIVIDAD # 1
0. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR LITERATURA MEDIEVAL ESPAÑOLA?

La literatura medieval española hace referencia al conjunto de obras literarias redactado en lengua castellana medieval entre
principios del siglo XIII y finales del siglo XV. Como obras de referencia encontramos el Cantar de mio Cid (1207) y La
Celestina (1499).

De hecho, no es hasta esta época que se producen las primeras manifestaciones literarias en lengua castellana,
coincidiendo con esa etapa de la historia en la que se produjo la Reconquista que llevaron a cabo los cristianos frente a los
reinos musulmanes, presentes desde el siglo VIII en la Península Ibérica.

Como vemos a partir de las glosas castellanas del siglo X, el latín hablado se distanció de sus orígenes, lo que dio paso al
nacimiento de las lenguas romances como el castellano, por lo que es preciso incidir en que la literatura oral en castellano se
produjo antes que la literatura escrita.

Un ejemplo de ello lo encontramos en una de las primeras obras literarias en lengua romance: las jarchas mozárabes (del siglo
XI). Básicamente, podríamos definir una jarcha como un poema escrito en árabe o hebreo, que destaca por acabar con una
canción en lengua vulgar, en jerga o en lengua romance, denominada «jarcha». Por lo general, los temas de estas obras son las
lamentaciones amorosas de una doncella por un amor imposible.

La cultura y la literatura, a principios de la Edad Media, estaban en manos de los monasterios (y de los monjes y clérigos que
residían en ellos), quienes, gracias a su preparación intelectual, podían traducir antiguas obras redactadas en otras lenguas, así
como escribir nuevas sobre diversos temas.

Con el paso del tiempo, aparece un nuevo foco de cultura a partir de las universidades y escuelas, centros de enseñanza
donde se imparten nuevas formas, perspectivas y teorías. Dentro de estos centros destaca la renombrada Escuela de
Traductores de Toledo, que durante el siglo XIII sería consolidada por Alfonso X, el Sabio, al dotarla de los mejores eruditos de
las tres culturas ibéricas: la árabe, la judía y la cristiana.

Asimismo, junto a las obras creadas en los centros de enseñanza, también destacó la cultura popular, creada para ser cantada
y representada ante el pueblo, que, por lo general, era analfabeto y no podía disfrutar de las letras escritas.

Es en este momento en el que nacen los juglares y trovadores, que desempeñarán el papel de poetas y actores al recitar
historias de carácter anónimo, escritas en verso, considerada en aquella época la forma de escritura más correcta.

1. LOS GÉNEROS DE LA LITERATURA MEDIEVAL

La literatura en lengua castellana (así como en el resto de lenguas romances) se hizo al principio en verso: en primer lugar, por
su carácter de literatura popular y oral (lo que implicaba que a menudo estuviera acompañada con música) y, en segundo lugar,
porque la escritura en prosa exigía una tradición del uso del castellano que apenas existía a primeros de la Edad Media, de
hecho, no fue hasta el siglo XIII, con Alfonso X, el Sabio, quien hizo que el castellano se convirtiera en una lengua de uso
común para todo.

Por lo tanto, los primeros géneros son la lírica tradicional y la poesía épica (cantares de gesta y romances), ambos géneros
conforman lo que se denomina «literatura del mester de juglaría», es decir, literatura compuesta para ser recitada.

1.1. La poesía lírica

La poesía lírica comprende dos géneros a su vez: lírica popular y lírica culta.
1.1. a. La lírica popular

La lírica popular de la Edad Media abarca una diversa tradición de composiciones propias de la sociedad y de la
cultura popular utilizadas en fiestas y en el trabajo. Por lo general, se trataba de canciones que estaban asociadas al
baile. A partir del siglo XV, muchas de estas composiciones se incluyeron en los grandes cancioneros de los siglos XV
y XVI.

Los contenidos, casi siempre vinculados al amor (la muerte por amor, la pena por la separación, etc.), se centran en
motivos tales como la descripción de la mujer (por ejemplo, fijándose en sus cabellos, muchas veces símbolo de
virginidad), las localizaciones en ámbitos naturales donde hay agua (que simboliza la cita amorosa y el erotismo) o
flores (también de simbología sexual), o con la presencia del aire o el viento, símbolos de la comunicación amorosa.

En muchas ocasiones, la voz lírica es una voz femenina, que lamenta ante un confidente (generalmente la madre, la
hermana, la amiga o la naturaleza) la distancia respecto al ser amado por motivos que abarcan la ausencia, la pérdida
o el duelo.

Derivados de esos contenidos, es posible aislar una serie de temas frecuentes en la lírica popular: el amor y la
naturaleza, entrelazados y confundidos; la niña enamorada que no quiere ser monja; el elogio de la propia belleza por
parte de la voz lírica femenina; el rechazo del matrimonio; los malos que enturbian la relación amorosa; la caza de
amor, etc.

Por último, la expresión de los sentimientos amorosos se realiza de forma abierta, con énfasis y de forma reiterada.

1.1.b. La lírica culta


En cuanto a la lírica culta castellana, es la poesía que se originaba dentro de las cortes de los reyes medievales (Juan
II de Castilla, Enrique IV de Castilla y los Reyes Católicos hasta llegar a los cancioneros del siglo XV). Es considerada
«la más impresionante muestra de poesía cortesana de toda la Europa medieval». Dentro de esta poesía lírica
encontramos al Marqués de Santillana, a Juan de Mena y a Jorge Manrique.
Una de las principales diferencias entre los dos tipos de poesía es que la poesía culta era más social y no tan
subjetiva como la tradicional, lo que se ve representado en los temas como la política, la moral, la filosofía, la teología o
el amor cortés. Además, no se asocia tanto a la música y, de hecho, muchas de estas composiciones nacen para ser
leídas y no cantadas.
Las características más sobresalientes de la lírica culta castellana son herencia de la lírica gallegoportuguesa:
fundamentalmente, la terminología métrica y la concepción del amor cortés (en la que la alegría del amor provenzal ha
sido sustituida por la pena).
Las estrofas comienzan a definirse y a centrarse en diferentes formas, tomando, como base, el verso de ocho sílabas
y el de doce.
Los temas de esta poesía derivan, básicamente, de la poesía provenzal de los trovadores occitanos: el amor y sus
variaciones. En la Península se añaden algunas características, como las alegorías (personajes basados en ideas
abstractas), los juegos de palabras complejos, la falta de paisaje y de descripción física, la aceptación de la desgracia
por parte del amante, etc.
Esta poesía suele recogerse en libros de poemas llamados habitualmente cancioneros, de los que destacan tres:
 El Cancionero de Baena
 El Cancionero de Estúñiga
 El Cancionero General
1.2. La narrativa en verso

Dentro de este género destacan: la épica, el romancero y el mester de clerecía.

1.2.a. La épica y los cantares de gesta


La épica es un subgénero compuesto en verso y en lengua romance que se originó en el siglo XI. Estas narraciones
suelen estar protagonizadas por héroes que representan a la sociedad.
Es frecuente, además, que el argumento de estas historias gire alrededor de algún problema del protagonista con
el valor social de la honra, que constituía la base de todo el sistema ético-político de relaciones vasalláticas en la
Edad Media.
La épica castellana toma sus temas, fundamentalmente, de dos acontecimientos históricos:
 La invasión árabe de la Península y los primeros focos de resistencia cristiana (siglo VIII);
 Los inicios de la independencia de Castilla (siglo X).
El poema épico se denomina «cantar de gesta», obras que pertenecen al «mester de juglaría», narraciones
transmitidas y recitadas, como ya comentamos, por los juglares que actuaban en las plazas de los pueblos y ciudades,
en los castillos o en las estancias de la corte, a cambio de un pago por sus servicios.
Se han conservado muy pocos debido a esta transmisión oral. Los más significativos son el Cantar de mio Cid, que se
conserva casi completo, el Cantar de Roncesvalles y el Cantar de las Mocedades de Rodrigo, de los que se conservan
fragmentos.
Los cantares de gesta fueron tomados como documentos históricos en muchas ocasiones, por lo que algunos fueron
prosificados y así fueron incluidos en crónicas medievales.
La obra española más importante (y única completa) de este género es el Cantar de mio Cid, que ha sido dividida por
los editores modernos en tres cantares:
 El primer cantar trata el destierro del Cid por Alfonso VI, a causa de ciertas intrigas cortesanas. El
Campeador conquista Castejón y Alcocer y se cierra el cantar un enfrentamiento con el conde de Barcelona.
 El segundo cantar se inicia con el asedio y conquista de Valencia. El rey Alfonso propone casar las hijas del
Cid con Fernán y Diego, infantes de Carrión, a lo que este accede. Se celebran las bodas en Valencia.
 El tercer cantar narra cómo escapa de la red el león del Cid, causando el pánico entre los infantes de Carrión,
por lo que vuelven con sus mujeres, que golpean y abandonan, por considerarlas impropias de su condición
social. Finalmente, las hijas del Cid recuperan la honra casándose con los infantes de Navarra y Aragón.

1.2.b. El romancero

Corpus compuesto por romances, que son narraciones que derivan de los cantares de gesta. Compuestos
anónimamente a partir del siglo xiv, fueron recogidos por escrito en el XV y conforman lo que se denomina romancero
viejo, en contraposición al romancero nuevo, compuesto a partir del XVI con autores como Lope de Vega, Góngora o
Quevedo, que escribieron romances al modo de los antiguos.

Su temática y naturaleza son muy variadas. Un grupo importante (y el más antiguo) pertenece al género épico y
podría derivar de cantares de gesta fragmentados y hoy perdidos en su casi totalidad. Otra parte considerable la
forman romances líricos de personajes o situaciones muy diversas.

Estas son las categorías en las que se pueden dividir:

 Romances históricos
 Romances épicos y legendarios
 Romances de aventuras o novelescos
 Romances tradicionales
 Romances juglarescos

1.2.c. El Mester de clerecía

Se denomina así la técnica empleada en el siglo XIII mediante la cual los clérigos pudieron elevar al castellano al rango
de lengua literaria. Las características de las obras de este subgénero son:

 Son obras compuestas para ser leídas y no recitadas y su público era, normalmente, culto: monjes, escolares,
sacerdotes, etc.
 Cuentan con una versificación culta y regular, la cuaderna vía (cuatro versos monorrimos de catorce sílabas
cada uno).
 Una actitud didáctica y moralizante en el tratamiento de los temas.

Las obras más importantes del mester de clerecía son Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, y El Libro
de buen amor, de Juan Ruiz, arcipreste de Hita. Otras obras también relevantes son El Libro de Alexandre, El Libro de
Apolonio y Rimado de Palacio.
1.3. La prosa narrativa de ficción

La prosa en castellano se inició con los géneros didácticos o moralizantes. Surgió a mediados del siglo XIII, aunque en ese
momento se trataba de colecciones de cuentos con influencia oriental, como el Calila y Dimna.

Tras el paso de Alfonso X, se experimenta un gran auge de la prosa, en parte, influido por el prestigio adquirido en las obras
historiográficas.

Así, pues, al principio, los personajes son siempre individuos de dignidad regia o similar, abriéndose paulatinamente a otros
sectores sociales, pero siempre mostrando preferencia por personajes con rasgos atractivos. Consecuentemente, la novela
caballeresca se convierte en el género narrativo más abundante de la Edad Media.

Ejemplos de este género: Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor e de Patronio (1335) y La Celestina (1499).

1.4. El teatro medieval


El teatro no destacó tanto en la literatura de la Edad Media. De hecho, muchos pusieron en duda su existencia hasta el siglo XV.
Destacan:
 Auto de los Reyes Magos, de la catedral de Toledo, del siglo XII.
 Égloga de Plácida y Vitoriano de Juan del Encina (1469-1529) de finales del siglo XV.
¿Sabías que el Barroco literario fue un período de pleno apogeo en España?

2. BREVE INTRODUCCIÓN A LAS PRINCIPALES OBRAS Y AUTORES DE LA ÉPOCA MEDIEVAL

2.1. Los Milagros de Nuestra Señora:

El primer poeta castellano de nombre conocido fue Gonzalo de Berceo (1197-1264), conocido por su obra Los Milagros de
Nuestra Señora, una obra compuesta por veinticinco leyendas que narran la intervención de la Virgen. No son historias
enteramente originales de Berceo, por tanto lo que hace es seguir lo escrito en un manuscrito latino que él recrea.

La intención de la obra es presentar un conjunto de ejemplos morales, pero que ante todo sea un tratado, literario y doctrinal,
sobre la Virgen María, en el que destaque su carácter de mediadora de todas las gracias.

2.2. Cantigas de Santa María:

En el siglo XIII destaca Alfonso X el Sabio, que hará surgir numerosas obras no solo de su mano sino también de sus
contemporáneos. Fue mecenas y fomentó la traducción de miles de obras clásicas, una ardua tarea pues el castellano aún no
estaba totalmente regulado. Elaboró de su pluma las Cantigas de Santa María y otros versos y realizó así una gran aportación a
la lengua culta del momento en la corte del reino, el galaicoportugués.

Esta obra es una de las colecciones de canción monofónica más importante de la literatura medieval occidental y se trata de un
conjunto de 427 composiciones en honor a la Virgen María. La mayoría son cantigas que cuentan milagros sucedidos con la
intervención de María.

2.3. El Libro del Buen Amor:


El siglo XIV fue testigo de la magnífica obra del Arcipreste de Hita: el Libro del Buen Amor, una obra que recuerda a los
sermones por la estructura y técnica empleada. Está considerada una de las cumbres literarias españolas de cualquier
tiempo, y no solo de la Edad Media.
De manera autobiográfica y a través de más de 1700 estrofas de carácter variado, se narran pasajes amorosos donde nunca
falta la paradoja y donde el clérigo denuncia los vicios y excesos sexuales de la época, a la vez que los exalta por otro lado.
El libro contiene una colección heterogénea de diversos materiales unidos en torno a una pretendida narración autobiográfica de
asuntos amorosos del propio autor, quien es representado en una parte del libro por el episódico personaje de don Melón de la
Huerta. En él aparecen representadas a través de sus amantes todas las capas de la sociedad bajomedieval española.
Con todo, el libro presenta una estructura muy heterogénea: no solo está inspirado en tradiciones cultas (latinas) y populares a
la vez, sino que alterna partes narrativas con otras didácticas, proverbiales y líricas, y pasa del tono humorístico al moralizante
de forma continua.

2.4. El Conde Lucanor:


Otro poeta que destacó fue Don Juan Manuel, que escribió otra de las obras más importantes de la literatura medieval en
España: El Conde Lucanor. En la obra, el Conde Lucanor expone a Patronio, su criado, un problema y este le contesta con un
cuento que siempre termina con moraleja, por lo que no pierde un tono didáctico a lo largo de la obra.
La primera parte de las cinco con las que cuenta la obra es la más célebre por sus cincuenta y un cuentos, tomados de
fuentes diversas: árabes, latinas o de crónicas castellanas.

2.5. Amadís de Gaula:


Por supuesto, también destaca el Amadís de Gaula, uno de los libros de aventuras caballerescas más famosos de toda la
historia literaria de España.
Es probable que haya existido una versión primitiva de la obra hacia finales del siglo XIII o comienzos del XIV. Hay una versión
en tres libros, de la que se conservan breves fragmentos fechados hacia 1420. Rodríguez de Montalvo, regidor de Medina del
Campo, reelaboró esa versión, le añadió un cuarto libro y continuó con un quinto, titulado Las sergas de Esplandián. Su éxito se
prolongó durante el Siglo de Oro español tanto en Europa como en América, con 19 ediciones publicadas en el siglo XVI.

2.6. Coplas a la muerte de su padre:

Si echamos un vistazo a la poesía, no podemos dejar atrás las obras del Marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge
Manrique, cuyas Coplas a la muerte de su padre son una verdadera obra maestra. Sin duda, los tres autores exhiben un
refinamiento técnico y unas estructuras que pueden ser consideradas un anticipo de la literatura del Renacimiento y de
la literatura del Siglo de Oro español.

Coplas a la muerte de su padre pertenece al género poético de la elegía funeral medieval o planto y es una reflexión sobre la
vida, la fama, la fortuna y la muerte con resignación cristiana. Se inspira en los precedentes clásicos y medievales del género y
en el Eclesiastés, pero también contiene alusiones a la entonces historia reciente de Castilla e incluso a sucesos en los que
pudo estar presente el propio autor.

2.7. La Celestina:

Ya la mencionamos como obra de referencia final de la literatura de la Edad Media: La Celestina de Fernando de Rojas. Esta
obra nos narra la historia de amor apasionado entre Calisto y Melibea. Calisto, con la ayuda de una alcahueta o celestina,
intenta conseguir el amor de Melibea.

A su vez, también suceden otras historias como la de los criados de los protagonistas, quienes hacen que la historia
desemboque en una tragedia, una lección sobre las malas artes, el engaño y la perversión que entraña la avaricia.

Pertenece al género de la comedia humanística, género inspirado en la comedia latina, que estaba destinado a ser leído y no
representado. El rasgo más llamativo de la obra es su realismo, al retratar el ambiente burgués y la crisis de los ideales
heroicos y religiosos frente a la importancia que adquiere el dinero.
En cuanto a los personajes:
 Melibea es una mujer enérgica y que toma sus propias decisiones. Es arrogante, apasionada, hábil para improvisar y
con un carácter fuerte.
 Calisto se muestra débil de carácter, que olvida sus obligaciones y sólo piensa en sí mismo y en el interés sexual por
Melibea.
 Celestina se presenta como una persona vital, movida fundamentalmente por la codicia.
 Los criados no guardan fidelidad a su amo y buscan su propio beneficio también. Esta actitud la muestran Sempronio
y Pármeno.
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quieras dar primero unas clases de lengua para sintonizar con el idioma de Cervantes.

3. LA CABALLERÍA MEDIEVAL EN LA LITERATURA


En el siglo XII, los valores y actitudes de la caballería medieval se generalizaron gracias a la literatura cortesana. De cierta
forma, los jóvenes nobles fueron atrapados por las historias de caballeros andantes que luchaban en tierras lejanas, donde
adquirían fama en las justas y los torneos, ganándose la admiración y el amor de las mujeres del reino. También gustaron de
aquellas historias en las que los caballeros marchaban a la cruzada y derrotaban en batalla a los terribles ejércitos comandados
por reyes infames, adquiriendo riqueza y prestigio en cada una de sus victorias. Un mundo que se leía demasiado romántico,
pero que logró convencer a los llamados “segundones” de las familias nobles, de que había una alternativa a la falta de riqueza
—por nacer en segundo lugar— que estaban destinados a padecer si se quedaban en su tierra.

No es de extrañar que la producción literaria se volviera una especie de círculo creador, en el que los literatos establecían y
reproducían los modelos caballerescos, al mismo tiempo que la nobleza cortesana, ávida de estas historias, financiaba y
consumía aquella literatura épica y romántica. En este sentido, la literatura ayudó a generalizar, crear y repetir la forma en que
se veían y querían ser vistos los caballeros.

3.1. San Jorge y el Dragón, arquetipo del caballero y la princesa


La historia de San Jorge y el Dragón se popularizó en Europa durante el siglo XIII en el periodo conocido como Plena Edad
Media (s. XI-XIII), momento en que podemos observar la consolidación definitiva de las instituciones medievales y, en especial,
de los valores caballerescos que se repetían a través de la literatura y la práctica de la guerra. Es el momento en que podríamos
afirmar, se vivió más intensamente la Edad Media. No es extraño, entonces, que San Jorge fuera representado como un
caballero ataviado con armadura y con lanza, del mismo modo en que vestía un caballero de la alta nobleza, abandonándose la
indumentaria de legionario romano.

3.2. El ciclo artúrico y su influencia en la caballería medieval


El ciclo artúrico ayudó a crear un ideal del deber ser del caballero a partir de los personajes de la mesa redonda. Arturo se
representaba como un rey sabio que regía con su buen juicio sobre los felices pobladores de Camelot, arquetipo del reino
perfecto. Junto a él marchaban sus caballeros, representantes del gobierno feudal que se desarrolló en el siglo XI, y quienes le
habían rendido vasallaje y lealtad ante cualquier peligro. De entre ellos, Lanzarote del río destacaba por su gallardía y habilidad
en el combate, pero en el contexto del amor cortés, pecó al enamorarse de Ginebra, la esposa de su rey. Por esta razón nunca
pudo encontrar el Grial e incluso sufrió de humillación cuando se vio obligado a abandonar su dignidad de caballero al
disfrazarse de mendigo y andar sobre una carreta. Sin embargo, ello no evitó que fuera la fuente de inspiración para un sinfín de
caballeros amantes de las aventuras, de los combates y, por supuesto, de los amores profanos entre caballeros y doncellas. En
este sentido, Lanzarote simbolizaba al caballero-guerrero del siglo XII y XIII

3.3. Las gestas y la trova, dos ideales en conflicto


Los cantares de gesta que narraban la vida de los grandes guerreros también ayudaron a construir una imagen de cómo tenía
que comportarse un caballero en la vida pública y en la guerra. En ellos se exaltaban los valores del honor, la belicosidad, la
sumisión al rey (más que a la Iglesia) y a la defensa de la tierra, aspectos que se esperaba que debían portar los caballeros en
el mundo real. Roldán luchó valientemente contra los musulmanes en Roncesvalles y aunque superado en número, su honor
fue más importante y decidió no retirarse ni pedir ayuda a pesar de que su fin era inevitable.

4. ¿QUÉ SON LAS NOVELAS DE CABALLERÍAS?

La novela de caballerías se conocía antiguamente con el nombre de "libro de caballerías" porque el término de "novela"
todavía no estaba acuñado con el significado que hoy en día le damos. Se trata de un tipo de género literario que se escribe en
prosa y que tuvo mucho éxito en España durante el siglo XVI, aunque se empezaron a cultivar a finales del XV). Los autores
del Siglo de Oro fueron los encargados de poner nombre a este tipo de literatura tan popular en dicha época y la bautizaron
con el nombre de "libro de caballerías", un nombre que hoy en día se ha actualizado para denominarse "novela" de caballerías.
El motivo de este nombre es que las aventuras que se narraban en sus páginas hacían referencia a las hazañas de caballeros
heroicos y valientes. Nos encontramos, pues, ante un género novelesco que está plagado de batallas, de acción y de
combates protagonizados por héroes que cumplen el modelo ideal de ciudadano y de hombre: hombres valientes, bondadosos
y fieles que van a las armas para proteger su país y su ciudad.
En la novela de caballería, el protagonista siempre es un caballero andante, un héroe que viaja por el mundo para defender a
su pueblo y luchar para conseguir un mundo mejor en el que vivir. Es un personaje muy valiente y honorable que está movido
por sentimientos tan puros como la fe, la bondad y el amor; un caballero romántico que está enamorado de una dama y a la
que le dedica todas sus victorias en el combate. Como vemos, la moralidad y el romanticismo van de la mano en estas novelas
que, para muchos, se clasifican como novelas sentimentales.

4.1. ORIGEN DE LA NOVELA DE CABALLERÍAS

El origen de las novelas de caballerías se remontan a un tipo de novela en verso que apareció en Francia (el «roman
courtois») y donde se mostraba a un protagonista idealizado que era un guerrero cristiano y con grandes sentimientos
amorosos. A estos personajes les rodeaba un ambiente de fantasía y misterio que lo que hacían era intensificar aún más la
figura del valiente guerrero que lucha para conseguir un mundo mejor. Este tipo de novela francesa se introdujo en Castilla y,
con el tiempo, evolucionó hasta transformarse en las novelas de caballerías que tanto conocemos.
No debemos pasar por alto que, en la Edad Media, apareció la figura del caballero andante, un personaje que inspiró para
crear los protagonistas de estas novelas, héroes solitarios y valerosos que se marchaban de casa movidos por el amor y la fe.
En Europa, la novela de caballería tuvo un gran impacto pero fue en España donde el género logró una mayor popularidad.
Podemos dividir diferentes etapas de la novela de caballerías en España:

4.1.a. Ciclo de Carlomagno: son historias en las que la figura de Carlomagno aparece de forma muy notoria en la
trama de la novela.
4.1.b. Ciclo bretón: son las novelas que contaban la historias del rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda.
4.1.c. Ciclo de la antigüedad: caracterizado por relatar las hazañas clásicas como, por ejemplo, la batalla de Troya.
4.1.d. Ciclo de las cruzadas: las novelas se especializaban en relatar las grandes cruzadas que podían ser reales o
ficticias.
4.2. RENACIMIENTO: es cuando la novela de caballerías consiguió el máximo apogeo y tanto autores como lectores
empezaron a cultivar este género literario. De hecho, incluso las batallas del Nuevo Mundo fueron relatadas en los libros de
caballerías.

5. CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA DE CABALLERÍAS

Pero vayamos a descubrir con más detalle cuáles son las principales características de la novela de caballería para que,
así, podamos conocer mejor en qué consiste este género literario. Son muchos los elementos que definen este tipo de novela,
sin embargo, aquí te detallamos los más relevantes.
5.1. Estructura episódica
Las novelas de caballerías pueden ser consideradas como episodios de una batalla en concreto y, por tanto, otro autor puede
continuar con la saga añadiendo nuevos episodios protagonizados por el mismo personaje pero en otros ambientes y batallas.
5.2. El honor del caballero
Uno de los elementos más importantes en la figura del protagonista de las novelas de caballerías es la defensa de su honra.
Recordemos que el caballero andante es un héroe idealizado y que, por tanto, sirve de modelo para la sociedad. Durante la
novela es habitual que el caballero tenga que enfrentarse a diferentes pruebas que determinarán su honra y que le permitirá
conquistar a la dama o mejorar su reconocimiento social. La motivación del caballero es, entre otras, defender su honor.
5.3. Amor idealizado
Otra de las características de la novela de caballerías es la aparición de una relación amorosa que se presenta de manera
idealizada. El caballero siente un profundo amor romántico por una dama y, de hecho, muchas de sus batallas estarán
dedicadas a ella. Una relación que siempre termina bien y que concluirá con una boda y, quizás, con hijos.
5.4. Batallas violentas y glorificadas
En las novelas de caballerías abundan las narraciones de batallas y encuentros bélicos en los que el héroe conseguirá vencer y
ser más reconocido. Estas batallas le añadirán valor y reconocimiento al protagonista, con lo que logrará más fama y poder. Es
común que aparezcan batallas como duelos, torneos o enfrentamientos con personajes fantásticos (como gigantes, monstruos,
etc.).
5.5. Influencia de la fantasía
No debemos confundir la novela de caballería con las obras del género de la epopeya porque no son lo mismo. Un elemento
muy característico de este tipo de novela es que los escenarios en los que desarrolla la batalla muchas veces es fantástico y,
por eso, pueden haber monstruos, gigantes, etcétera. La presencia de elementos fantasiosos es muy común en esta literatura
que puede contar con personajes como magos, brujos, etcétera.
5.6. Tiempo mítico
Las historias de caballerías no se sitúan en un tiempo real ni histórico sino que suelen llevarnos a tiempos míticos o remotos
que nos sea muy lejano. De esta manera, todo el idealismo que se quiere generar en la novela, se puede magnificar al no poder
relacionar el tiempo y el espacio con un mundo conocido por nosotros.
5.7. El tópico del manuscrito hallado
Otra de las principales características de la novela de caballerías es que el autor comience el libro diciéndole al lector que estas
páginas se las ha encontrado por casualidad y que él simplemente se ha encargado de traducirlas o de publicarlas. Con este
recurso se consigue generar un interés en el lector y una esperanza sobre la existencia de un pasado mágico y más fantástico.
5.8. La importancia de la acción
En las novelas caballerescas lo que es importante es todo aquello que ocurre a lo largo de la historia y no tanto el protagonista
ni su psicología. Por este motivo, es común que nos encontremos con personajes poco definidos o poco realistas pero que sean
los que lleven a cabo hazañas asombrosas y con un gran mensaje moral y de conducta.
5.9. Intención moralista
No debemos olvidar que en el XV y el XVI la iglesia católica tenía muchísimo peso en las artes y, por eso, en estas novelas
también vemos la huella de la religión de una forma muy directa. Estas novelas no solo tenían una finalidad literaria sino que,
mediante las hazañas relatadas en las páginas, se lanzaba un mensaje moralista y muy vinculado con la doctrina cristiana.

6. EJEMPLOS DE LA NOVELA DE CABALLERÍAS


Para terminar esta lección, vamos a descubrirte algunos conocidos ejemplos de novela de caballerías que te ayudarán a
conocer en profundidad este popular género literario que tanto triunfó en la España del Siglo de Oro. Los autores de novela de
caballerías más conocidos son los siguientes:

6.1. Ferrand Martínez (siglo XIV): fue un clérigo español al que se le considera autor de la obra "Romance del caballero
Zífar", una de las más exitosas de la Edad Media y la que se considera que fue escrita sobre el 1300. Estamos ante uno de los
manuscritos más antiguos de la novela de caballería y nos relata la historia de Zífar, un caballero cristiano que termina siendo rey.

6.2. Joanot Martorell (siglo XV): este autor de Valencia escribió uno de los libros de caballerías más conocidos por todos "Tirant
lo Blanch", una obra escrita en catalán pero que no pudo terminar. La comenzó a escribir en el 1460 y narraba la historia de un
caballero enamorado y muy apasionado.

6.3. Francisco de Morais Cabral (siglo XVI): autor portugués que escribió un romance titulado "Palmerín d'Anglaterre" y que era
una versión del conocido "Amadís de Gaula".

FIN DEL DOCUMENTO.

ACTIVIDAD # 2
DIRIJASE AL ENLACE Y PRESENTE LA EVALUACIÓN SOBRE: ¿QUÉ SE ENTIENDE POR
LITERATURA MEDIEVAL ESPAÑOLA?, EN GOOGLE FORMS. SOLO TIENE 40 MINUTOS PARA
HACERLA.: https://extendedforms.io/form/93f52702-222f-4557-ac57-917f796bc668/login

ACTIVIDAD # 3
CONTENIDOS MAS RELEVANTES DE LA MALLA CURRICULAR DEL LIBRO DE 10° GRADO,
TRABAJADOS EN EL PRIMER PERÍODO.
ACTIVIDAD # 4
REALIZA EL ANÁLISIS CRÍTICO TEXTUAL DEL CUENTO “NUESTRO PRIMER CIGARRO” DEL
AUTOR HORACIO QUIROGA, APLICANDO LAS NORMAS ICONTEC VISTAS Y TRABAJADAS EN
CLASE.

Nuestro primer cigarro


[Cuento - Texto completo.]

Horacio Quiroga
Ninguna época de mayor alegría que la que nos proporcionó a María y a mí, nuestra tía con su muerte.
Inés volvía de Buenos Aires, donde había pasado tres meses. Esa noche, cuando nos acostábamos, oímos
que Inés decía a mamá:
-¡Qué extraño!… Tengo las cejas hinchadas.
Mamá examinó seguramente las cejas de tía, pues después de un rato contestó:
-Es cierto… ¿No sientes nada?
-No… sueño.
Al día siguiente, hacia las dos de la tarde, notamos de pronto fuerte agitación en casa, puertas que se abrían
y no se cerraban, diálogos cortados de exclamaciones, y semblantes asustados. Inés tenía viruela, y de cierta
especie hemorrágica que vivía en Buenos Aires.
Desde luego, a mi hermana y a mí nos entusiasmó el drama. Las criaturas tienen casi siempre la desgracia
de que las grandes cosas no pasen en su casa. Esta vez nuestra tía -¡casualmente nuestra tía!- ¡enferma de
viruela! Yo, chico feliz, contaba ya en mi orgullo la amistad de un agente de policía, y el contacto con un
payaso que saltando las gradas había tomado asiento a mi lado. Pero ahora el gran acontecimiento pasaba
en nuestra propia casa; y al comunicarlo al primer chico que se detuvo en la puerta de calle a mirar, había
ya en mis ojos la vanidad con que una criatura de riguroso luto pasa por primera vez ante sus vecinillos
atónitos y envidiosos.
Esa misma tarde salimos de casa, instalándonos en la única que pudimos hallar con tanta premura, una vieja
quinta de los alrededores. Una hermana de mamá, que había tenido viruela en su niñez, quedó al lado de
Inés.
Seguramente en los primeros días mamá pasó crueles angustias por sus hijos que habían besado a la
virolenta. Pero en cambio nosotros, convertidos en furiosos robinsones, no teníamos tiempo para acordarnos
de nuestra tía. Hacía mucho tiempo que la quinta dormía en su sombrío y húmedo sosiego. Naranjos
blanquecinos de diaspis; duraznos rajados en la horqueta; membrillos con aspecto de mimbres; higueras
rastreantes a fuerza de abandono, aquello daba, en su tupida hojarasca que ahogaba los pasos, fuerte
sensación de paraíso.
Nosotros no éramos precisamente Adán y Eva; pero sí heroicos robinsones, arrastrados a nuestro destino
por una gran desgracia de familia: la muerte de nuestra tía, acaecida cuatro días después de comenzar nuestra
exploración.
Pasábamos el día entero huroneando por la quinta bien que las higueras, demasiado tupidas al pie, nos
inquietaran un poco. El pozo también suscitaba nuestras preocupaciones geográficas. Era este un viejo pozo
inconcluso, cuyos trabajos se habían detenido a los catorce metros sobre el fondo de piedra, y que
desaparecía ahora entre los culantrillos y doradillas de sus paredes. Era, sin embargo, menester explorarlo,
y por vía de avanzada logramos con infinitos esfuerzos llevar hasta su borde una gran piedra. Como el pozo
quedaba oculto tras un macizo de cañas, nos fue permitida esta maniobra sin que mamá se enterase. No
obstante, María, cuya inspiración poética primó siempre en nuestras empresas, obtuvo que aplazáramos el
fenómeno hasta que una gran lluvia, llenando el pozo, nos proporcionara satisfacción artística, a la par que
científica.
Pero lo que sobre todo atrajo nuestros asaltos diarios fue el cañaveral. Tardamos dos semanas enteras en
explorar como era debido aquel diluviano enredo de varas verdes, varas secas, varas verticales, varas
dobladas, atravesadas, rotas hacia tierra. Las hojas secas, detenidas en su caída, entretejían el macizo, que
llenaba el aire de polvo y briznas al menor contacto.
Aclaramos el secreto, sin embargo; y sentados con mi hermana en la sombría guarida de algún rincón, bien
juntos y mudos en la semioscuridad, gozamos horas enteras el orgullo de no sentir miedo.
Fue allí donde una tarde, avergonzados de nuestra poca iniciativa, inventamos fumar. Mamá era viuda; con
nosotros vivían habitualmente dos hermanas suyas, y en aquellos momentos un hermano, precisamente el
que había venido con Inés de Buenos Aires.
Este nuestro tío de veinte años, muy elegante y presumido, habíase atribuido sobre nosotros dos cierta
potestad que mamá, con el disgusto actual y su falta de carácter, fomentaba.
María y yo, por de pronto, profesábamos cordialísima antipatía al padrastrillo.
-Te aseguro -decía él a mamá, señalándonos con el mentón- que desearía vivir siempre contigo para vigilar
a tus hijos. Te van a dar mucho trabajo.
-¡Déjalos! -respondía mamá cansada.
Nosotros no decíamos nada; pero nos mirábamos por encima del plato de sopa.
A este severo personaje, pues, habíamos robado un paquete de cigarrillos; y aunque nos tentaba iniciarnos
súbitamente en la viril virtud, esperamos el artefacto. Este consistía en una pipa que yo había fabricado con
un trozo de caña, por depósito; una varilla de cortina, por boquilla; y por cemento, masilla de un vidrio
recién colocado. La pipa era perfecta: grande, liviana y de varios colores.
En nuestra madriguera del cañaveral cargámosla María y yo con religiosa y firme unción. Cinco cigarrillos
dejaron su tabaco adentro; y sentándonos entonces con las rodillas altas, encendí la pipa y aspiré. María, que
devoraba mi acto con los ojos, notó que los míos se cubrían de lágrimas: jamás se ha visto ni verá cosa más
abominable. Deglutí, sin embargo, valerosamente la nauseosa saliva.
-¿Rico? -me preguntó María ansiosa, tendiendo la mano.
-Rico -le contesté pasándole la horrible máquina.
María chupó, y con más fuerza aún. Yo, que la observaba atentamente, noté a mi vez sus lágrimas y el
movimiento simultáneo de labios, lengua y garganta, rechazando aquello. Su valor fue mayor que el mío.
-Es rico -dijo con los ojos llorosos y haciendo casi un puchero. Y se llevó heroicamente otra vez a la boca
la varilla de bronce.
Era inminente salvarla. El orgullo, solo él, la precipitaba de nuevo a aquel infernal humo con gusto a sal de
Chantaud, el mismo orgullo que me había hecho alabarle la nausebunda fogata.
-¡Psht! -dije bruscamente, prestando oído- me parece el gargantilla del otro día… debe de tener nido aquí…
María se incorporó, dejando la pipa de lado; y con el oído atento y los ojos escrudiñantes, nos alejamos de
allí, ansiosos aparentemente de ver al animalito, pero en verdad asidos como moribundos a aquel honorable
pretexto de mi invención, para retirarnos prudentemente del tabaco, sin que nuestro orgullo sufriera.
Un mes más tarde volví a la pipa de caña, pero entonces con muy distinto resultado.
Por alguna que otra travesura nuestra, el padrastrillo habíanos ya levantado la voz mucho más duramente de
lo que podíamos permitirle mi hermana y yo. Nos quejamos a mamá.
-¡Bah!, no hagan caso -nos respondió, sin oírnos casi- él es así.
-¡Es que nos va a pegar un día! -gimoteó María.
-Si ustedes no le dan motivos, no. ¿Qué le han hecho? -añadió dirigiéndose a mí.
-Nada, mamá… Pero yo no quiero que me toque! -objeté a mi vez.
En este momento entró nuestro tío.
-¡Ah! aquí está el buena pieza de tu Eduardo… ¡Te va a sacar canas este hijo, ya verás!
-Se quejan de que quieres pegarles.
-¿Yo? -exclamó el padrastrillo midiéndome-. No lo he pensado aún. Pero en cuanto me faltes al respeto…
-Y harás bien -asintió mamá.
-¡Yo no quiero que me toque! -repetí enfurruñado y rojo-. ¡Él no es papá!
-Pero a falta de tu pobre padre, es tu tío. ¡En fin, déjenme tranquila! -concluyó apartándonos.
Solos en el patio, María y yo nos miramos con altivo fuego en los ojos.
-¡Nadie me va a pegar a mí! -asenté.
-¡No… ni a mí tampoco! -apoyó ella, por la cuenta que le iba.
-¡Es un zonzo!
Y la inspiración vino bruscamente, y como siempre, a mi hermana, con furibunda risa y marcha triunfal:
-¡Tío Alfonso… es un zonzo! ¡Tío Alfonso… es un zonzo!
Cuando un rato después tropecé con el padrastrillo, me pareció, por su mirada, que nos había oído. Pero ya
habíamos planteado la historia del Cigarro Pateador, epíteto este a la mayor gloria de la mula Maud.
El cigarro pateador consistió, en sus líneas elementales, en un cohete que rodeado de papel de fumar, fue
colocado en el atado de cigarrillos que tío Alfonso tenía siempre en su velador, usando de ellos a la siesta.
Un extremo había sido cortado a fin de que el cigarro no afectara excesivamente al fumador. Con el violento
chorro de chispas había bastante, y en su total, todo el éxito estribaba en que nuestro tío, adormilado, no se
diera cuenta de la singular rigidez de su cigarrillo.
Las cosas se precipitan a veces de tal modo, que no hay tiempo ni aliento para contarlas. Solo sé que una
siesta el padrastrillo salió como una bomba de su cuarto, encontrando a mamá en el comedor.
-¡Ah, estás acá! ¿Sabes lo que han hecho? ¡Te juro que esta vez se van a acordar de mí!
-¡Alfonso!
-¿Qué? ¡No faltaba más que tú también!… ¡Si no sabes educar a tus hijos, yo lo voy a hacer!
Al oír la voz furiosa del tío, yo, que me ocupaba inocentemente con mi hermana en hacer rayitas en el brocal
del aljibe, evolucioné hasta entrar por la segunda puerta en el comedor, y colocarme detrás de mamá. El
padrastrillo me vio entonces y se lanzó sobre mí.
-¡Yo no hice nada! -grité.
-¡Espérate! -rugió mi tío, corriendo tras de mí alrededor de la mesa.
-¡Alfonso, déjalo!
-¡Después te lo dejaré!
-¡Yo no quiero que me toque!
-¡Vamos, Alfonso! ¡Pareces una criatura!
Esto era lo último que se podía decir al padrastrillo. Lanzó un juramento y sus piernas en mi persecución
con tal velocidad, que estuvo a punto de alcanzarme. Pero en ese instante salía yo como de una honda por
la puerta abierta, y disparaba hacia la quinta, con mi tío detrás.
En cinco segundos pasamos como una exhalación por los durazneros, los naranjos y los perales, y fue en
este momento cuando la idea del pozo, y su piedra, surgió terriblemente nítida.
-¡No quiero que me toque! -grité aún.
-¡Espérate!
En ese instante llegamos al cañaveral.
-¡Me voy a tirar al pozo! -aullé para que mamá me oyera.
-¡Yo soy el que te voy a tirar!
Bruscamente desaparecí a sus ojos tras las cañas; corriendo siempre, di un empujón a la piedra exploradora
que esperaba una lluvia, y salté de costado, hundiéndome bajo la hojarasca.
Tío desembocó en seguida, a tiempo que dejando de verme, sentía allá en el fondo del pozo el abominable
zumbido de un cuerpo que se aplastaba.
El padrastrillo se detuvo, totalmente lívido; volvió a todas partes sus ojos dilatados, y se aproximó al pozo.
Trató de mirar adentro, pero los culantrillos se lo impidieron. Entonces pareció reflexionar, y después de
una atenta mirada al pozo y sus alrededores, comenzó a buscarme.
Como desgraciadamente para el caso, hacía poco tiempo que el tío Alfonso cesara a su vez de esconderse
para evitar los cuerpo a cuerpo con sus padres, conservaba aún muy frescas las estrategias subsecuentes, e
hizo por mi persona cuanto era posible hacer para hallarme.
Descubrió en seguida mi cubil, volviendo pertinazmente a él con admirable olfato; pero fuera de que la
hojarasca diluviana me ocultaba del todo, el ruido de mi cuerpo estrellándose obsediaba a mi tío, que no
buscaba bien, en consecuencia.
Fue pues resuelto que yo yacía aplastado en el fondo del pozo, dando entonces principio a lo que llamaríamos
mi venganza póstuma. El caso era bien claro: ¿con qué cara mi tío contaría a mamá que yo me había
suicidado para evitar que él me pegara?
Pasaron diez minutos.
-¡Alfonso! -sonó de pronto la voz de mamá en el patio.
-¿Mercedes? -respondió aquel tras una brusca sacudida.
Seguramente mamá presintió algo, porque su voz sonó de nuevo, alterada.
-¿Y Eduardo? ¿Dónde está? -agregó avanzando.
-¡Aquí, conmigo! -contestó riendo-. Ya hemos hecho las paces.
Como de lejos mamá no podía ver su palidez ni la ridícula mueca que él pretendía ser beatífica sonrisa, todo
fue bien.
-¿No le pegaste, no? -insistió aún mamá.
-No. ¡Si fue una broma!
Mamá entró de nuevo. ¡Broma! Broma comenzaba a ser la mía para el padrastrillo.
Celia, mi tía mayor, que había concluido de dormir la siesta, cruzó el patio y Alfonso la llamó en silencio
con la mano. Momentos después Celia lanzaba un ¡oh! ahogado, llevándose las manos a la cabeza.
-¡Pero, cómo! ¡Qué horror! ¡Pobre, pobre Mercedes! ¡Qué golpe!
Era menester resolver algo antes que Mercedes se enterara. ¿Sacarme, con vida aún?… El pozo tenía catorce
metros sobre piedra viva. Tal vez, quién sabe… Pero para ello sería preciso traer sogas, hombres; y
Mercedes…
-¡Pobre, pobre madre! -repetía mi tía.
Justo es decir que para mí, el pequeño héroe, mártir de su dignidad corporal, no hubo una sola lágrima.
Mamá acaparaba todos los entusiasmos de aquel dolor, sacrificándole ellos la remota probabilidad de vida
que yo pudiera aún conservar allá abajo. Lo cual, hiriendo mi doble vanidad de muerto y de vivo, avivó mi
sed de venganza.
Media hora después mamá volvió a preguntar por mí, respondiéndole Celia con tan pobre diplomacia, que
mamá tuvo en seguida la seguridad de una catástrofe.
-¡Eduardo, mi hijo! -clamó arrancándose de las manos de su hermana que pretendía sujetarla, y
precipitándose a la quinta.
-¡Mercedes! ¡Te juro que no! ¡Ha salido!
-¡Mi hijo! ¡mi hijo! ¡Alfonso!
Alfonso corrió a su encuentro, deteniéndola al ver que se dirigía al pozo. Mamá no pensaba en nada concreto;
pero al ver el gesto horrorizado de su hermano, recordó entonces mi exclamación de una hora antes, y lanzó
un espantoso alarido.
-¡Ay! ¡Mi hijo! ¡Se ha matado! ¡Déjame, déjenme! ¡Mi hijo, Alfonso! ¡Me lo has muerto!
Se llevaron a mamá sin sentido. No me había conmovido en lo más mínimo la desesperación de mamá,
puesto que yo -motivo de aquella- estaba en verdad vivo y bien vivo, jugando simplemente en mis ocho
años con la emoción, a manera de los grandes que usan de las sorpresas semitrágicas: ¡el gusto que va a
tener cuando me vea!
Entretanto, gozaba yo íntimo deleite con el fracaso del padrastrillo.
-¡Hum!… ¡Pegarme! -rezongaba yo, aún bajo la hojarasca. Levantándome entonces con cautela, senteme en
cuclillas en mi cubil y recogí la famosa pipa bien guardada entre el follaje. Aquel era el momento de dedicar
toda mi seriedad a agotar la pipa.
El humo de aquel tabaco humedecido, seco, vuelto a humedecer y resecar infinitas veces, tenía en aquel
momento un gusto a cumbarí, solución Coirre y sulfato de soda, mucho más ventajoso que la primera vez.
Emprendí, sin embargo, la tarea que sabía dura, con el ceño contraído y los dientes crispados sobre la
boquilla.
Fumé, quiero creer que cuarta pipa. Solo recuerdo que al final el cañaveral se puso completamente azul y
comenzó a danzar a dos dedos de mis ojos. Dos o tres martillos de cada lado de la cabeza comenzaron a
destrozarme las sienes, mientras el estómago, instalado en plena boca, aspiraba él mismo directamente las
últimas bocanadas de humo.
*****
Volví en mí cuando me llevaban en brazos a casa. A pesar de lo horriblemente enfermo que me encontraba,
tuve el tacto de continuar dormido, por lo que pudiera pasar. Sentí los brazos delirantes de mamá
sacudiéndome.
-¡Mi hijo querido! ¡Eduardo, mi hijo! ¡Ah, Alfonso, nunca te perdonaré el dolor que me has causado!
-¡Pero, vamos! -decíale mi tía mayor- ¡no seas loca, Mercedes! ¡Ya ves que no tiene nada!
-¡Ah! -repuso mamá llevándose las manos al corazón en un inmenso suspiro-. ¡Sí, ya pasó!… Pero dime,
Alfonso, ¿cómo pudo no haberse hecho nada? ¡Ese pozo, Dios mío!…
El padrastrillo, quebrantado a su vez, habló vagamente de desmoronamiento, tierra blanda, prefiriendo para
un momento de mayor calma la solución verdadera, mientras la pobre mamá no se percataba de la horrible
infección de tabaco que exhalaba su suicida.
Abrí al fin los ojos, me sonreí y volví a dormirme, esta vez honrada y profundamente.
Tarde ya, el tío Alfonso me despertó.
-¿Qué merecerías que te hiciera? -me dijo con sibilante rencor-. ¡Lo que es mañana, le cuento todo a tu
madre, y ya verás lo que son gracias!
Yo veía aún bastante mal, las cosas bailaban un poco, y el estómago continuaba todavía adherido a la
garganta. Sin embargo, le respondí:
-¡Si le cuentas algo a mamá, lo que es esta vez te juro que me tiro!
¿Los ojos de un joven suicida que fumó heroicamente su pipa, expresan acaso desesperado valor?
Es posible. De todos modos, el padrastrillo, después de mirarme fijamente, se encogió de hombros,
levantando hasta mi cuello la sábana un poco caída.
-Me parece que mejor haría en ser amigo de este microbio -murmuró.
-Creo lo mismo -le respondí.
Y me dormí.
FIN

ESTRATEGIAS DE EVALUACION (70%)

1. Presentación de evaluación escrita 30% (Duración 60 minutos)


2. Sustentación oral 20% (Duración 10 minutos)
3. Desarrollo de cuestionario en Google Forms 10% (Duración 40 minutos) Se debe desarrollar
previamente: https://extendedforms.io/form/93f52702-222f-4557-ac57-917f796bc668/login
4. Normas ICONTEC 10% (Se debe entregar previamente)

Notas:
1. Las actividades deben ser devueltas completamente diligenciadas en las instalaciones de la
institución. No se evaluarán aquellas que se entreguen incompletas y/o que su entrega sea
parcial o faltante y fuera de las fechas establecidas.
2. La sustentación se hará en los espacios, fechas y horas, que la institución ha destinado para
ello.

Firma del estudiante: ___________________________________


Firma del acudiente: ____________________________________

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