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Antes, Jacobo Cúpich, también participó del III Congreso Internacional sobre
‘Problemáticas en Educación y Salud. Niños y Jóvenes con Discapacidad: de la
patologización a la inclusión’.
Si hacemos un poco de historia, en los años ’90 hubo todo un clamor, por lo
menos en Latinoamérica sobre estos temas, impulsados por los movimientos
internacionales que pugnaban por dar alternativas a las problemáticas que se
visibilizaban a ese nivel. Es decir, no como planteamientos de origen
latinoamericano, sino como consecuencia de políticas globales.
Ahora bien, parece que la educación especial fracasó, porque en los años ’90 se
habló de integración, porque se decía que dicha educación había generado
discriminación, por eso había que cambiar la propuesta de educación especial por
la de integración-inclusión a la escuela regular o común.
Pero aquí hay, en mi opinión, un falso problema, porque es como pensar que la
educación especial generó la discriminación cuando la educación especial entró
para resolver una problemática de exclusión que consistía en que ciertos niños no
tenían derecho a la educación.
Se abrió todo el sistema especial para atender a esta población estudiantil. Las
preguntas son: ¿Qué pasó? ¿Por qué la educación especial no cumplió con su
cometido? ¿Cuál fue el camino por el cual en vez de cumplir su cometido, generó
un efecto de exclusión y la discriminación se acentuó? ¿Por qué un paradigma tan
benigno terminó generando esos efectos?
3 – ¿Qué ocurre con estos paradigmas tan benignos como lo fue educación
especial que no acaban resolviendo una problemática y terminan, parece, en
efectos de discriminación-exclusión?
– Algo histórico pasa que paradigmas benignos producen efectos contrarios a su
intención. Mucho me temo que el actual paradigma de integración- inclusión,
también muy benigno, con el tiempo termine con esos mismos efectos
mencionados. De hecho, solemos ver ahora en nuestras investigaciones, que
chicos que están en educación regular, no están para nada en procesos genuinos
de inclusión. Están adentro, nada más. Entonces el primer problema que tenemos
es que la educación siempre está gestionando nuevos paradigmas por los
problemas que el paradigma anterior no resolvió.
4 – ¿Puede ser que las problemáticas no se resuelven a pesar de los
paradigmas educativos porque se piensa a la inclusión como tarea de la
institución educativa aislada de lo político-social?
– Imagínate que el paradigma de integración- inclusión implica que los chicos con
discapacidades se incluyan en el sistema básico que tiene un currículum
hegemónico dominante, y una conceptualización de alumno en base a una
normatividad que justamente deja fuera a los chicos de educación especial.
Ahí hay una problemática histórica en torno a los saberes en una educación
normalizadora que proclama la diversidad, y que sin embargo, manifiesta una
hegemonía educativa, normalizadora, que por su definición deja afuera a los que
no se encuadran en la norma.
Pienso en los docentes que están condicionados por todo un sistema que funciona
en torno al currículum hegemónico y a la idea de normalización. Incluso cuando
han sido formados en base a esos paradigmas, por lo cual muchos no los
cuestionan, en su tarea tropiezan a diario con las dificultades que se desprenden
de esas conceptualizaciones que obstaculizan la inclusión de los chicos con
necesidades educativas especiales en la escuela común. Más aún, si las ponen en
cuestión, igualmente se ven exigidos de adecuarse a las normativas vigentes.
6 – ¿Es posible revertir estas situaciones sin pensar en cambiar las macro
políticas que deciden los lineamientos educativos?
– ¡Ahí tienes tú!. Si es macro-político, tienes que pensar que es un sistema
educativo que está en comparsa con un sistema social, y es un sistema social que
definitivamente no sólo postula el neoliberalismo, que defiende un tipo de
productividad basado en una individualización del hombre, en la competencia.
Fíjate como estos paradigmas de repente pueden colaborar para que el sistema
se siga manteniendo, total ahí tiene los esfuerzos de inclusión, de los derechos
humanos, pero un problema estructural de fondo no está siendo abordado. El otro
problema son los saberes con los que nos manejamos. Seguimos con
concepciones de sujeto sobre la individuación, y el sujeto desde la inteligencia. La
individuación y el sujeto pensante que desde su misma definición ya quita la
posibilidad de que todos entren, por ejemplo, las personas con discapacidad
intelectual.
Entonces, hay saberes desde la pedagogía, la psicología que obstaculizan el
trabajo sobre otra conceptualización de sujeto, porque si trabajas desde la
filosofía, la sociología, o la antropología con vertiente de colectivo y pluralidad
humanos, tienes formas diferentes de ser sujetos, y estas diferentes formas
mantienen una diversidad de relaciones entre sí.
Lev Vigotsky habla que en el ser humano los sentidos, por ejemplo la visión o la
audición, no están sólo posibilitados por un órgano físico, como el ojo o el oído,
sino que ese ojo y ese oído, además de órganos biológicos, son también órganos
sociales. ¿Tiene algo que ver esta afirmación con lo que viene diciendo acerca de
trabajar sobre la condición humana?
Por ejemplo, podemos ver los sentidos que gestan los sordos a través de la
lengua de señas y todo el sistema de significación de los ciegos. Si se viera de
esa manera no sería de carencia sino de la propia construcción representacional y
significativa.
Los espacios culturales, las prácticas sociales, se están volviendo un cultivo de
prácticas emergentes que ponen en interrogación al sistema regular y a nuestros
saberes.
Por ejemplo, en una escuela una maestra hizo un taller de dibujo para los niños.
Ese taller repercutió en las clases de matemática. Las maestras constataron que a
partir del taller de dibujo los chicos mejoraron en matemáticas. ¿Qué pasó? Quién
sabe qué pasó, pero todos reconocen ese espacio como generador de los
cambios. Incluso los padres dijeron: “Es que desde que hicieron ese taller los
niños están muy motivados y al final entregan unos libritos con sus dibujos
preciosos. Estamos muy orgullosos de nuestros hijos”.
Cuando recién decía que en las prácticas hay pepitas de oro, hay docentes
maravillosos que logran lo imposible, a costa de puro esfuerzo, de un batallar
todos los días contra todo el mundo. Ellos mismos hablan de batallas. Entonces
habría que ver de qué se están defendiendo los docentes para llevar a cabo la
función que se les está pidiendo.
Trabajo Práctico 1