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Introducción
Definiciones de juego
Fue John Huizinga en el año 1938, en su obra Homo Ludens, quien definió juego
“como una acción o actividad voluntaria, realizada en ciertos límites fijos de tiempo y lugar,
según una regla libremente consentida pero absolutamente imperiosa, provista de un fin en
si, acompañada de una sensación de tensión y de júbilo, y de la conciencia de ser de otro
modo que en la vida real”. (Cañeque, H. 1998). Burghart (2005) sugirió una definición que
abarca el juego humano y el juego animal; el juego es repetitivo, comportamiento
incompletamente funcional que se diferencia de versiones estructuralmente más serias,
contextualmente u ontogenéticamente y es iniciado voluntariamente cuando el animal está
en un ambiente relajado o de bajo estrés”. Miller (2010) sugiere una definición que integra
diversas conceptualizaciones, “juego es cualquier actividad libremente involucrada que es
divertida o disfrutable y que está apropiadamente combinada con las habilidades de cada
quien para representar un desafío alcanzable”.
Asimismo, el juego constituye una actividad importante para el desarrollo del/la niño/a y es
necesario para un crecimiento sano. “Podemos manifestar que un niño que no juega es un
niño enfermo”.
Existen diversos tipos de juego, los mismos que varían según los diversos autores.
Por su parte Piaget (1975) clasifica al juego de acuerdo con las etapas del desarrollo. Así
existen el juego sensoriomotor, simbólico y el juego de reglas.
Para Miller existen 5 etapas de juego dependiendo de los hitos de desarrollo y
etapas del ciclo vital en que se encuentre la persona, (anexo 1). Entre ellas se puede dar el
Juego con objetos, juego motor, juego simulado y juego social presentes en mayor o menor
medida en casi todas las etapas de la infancia incluyendo la adolescencia.
Según una recopilación realizada por Figueroa (2013) las funciones del juego
varían según el tipo de juego. De las que se desprenden:
Así, la función del juego adquiere distintas connotaciones, en general sirve para
desarrollar destrezas motoras, sociales, cognitivas, emocionales y sensoriales, las cuales
en equilibrio favorecen el desarrollo integral del menor. Además según un estudio realizado
en nuestro país (Palma, et al, 2012) con escolares de primero básico, se aprecia que los
niños que poseen un juego libre más fluido e imaginativo presentan también mejores
resultados en sus pautas de evaluación escolar.
Independiente del tipo de juego, es claro que el contexto donde se realizan los
juegos favorece o dificulta la aparición de diversos desafíos que estimulan el desarrollo
a través del desempeño ocupacional. Se incluye en esto si son espacios cerrados o
ambientes naturales y se considera los juguetes o elementos del ambientes que
motivan el juego en el niño. El lugar conlleva el potencial para influenciar fuertemente o
dar forma al significado que nosotros obtenemos desde nuestras experiencias diarias que
son conducidas a través de la ocupación.(Manuel, P.2003)
En cuanto a el trabajo en sala Bixler sugiere que el terapeuta establezca los límites con los
que se siente cómodo incluyendo (Schaefer, 2000, p. 8):
1. No debe permitirse al niño que destruya propiedades de la habitación
excepto el equipo de juego.
2. No debe permitirse al niño atacar físicamente al terapeuta.
3. No debe permitirse al niño permanecer más del tiempo programado.
4. No debe permitirse al niño llevarse los juguetes fuera del cuarto de juego.
5. No debe permitirse que el niño arroje juguetes ni algún otro material por la
ventana.
Los límites permiten al niño expresar sus sentimientos sin herir a los demás, de la
misma manera apoyan al terapeuta a mantener una actitud positiva hacia el niño (ya que no
se sienten obligados a tolerar los acting-out agresivos de éste). Los límites se establecen
desde la primera sesión (Schaefer, 2000).
Conclusión
El juego es la principal ocupación del niño por lo que debe ser considerado como
medio y como un fín en si mismo en terapia ocupacional. Además como estrategia permite
ser utilizado como medio de observación, a través de test específicos u observación clínica
para describir diferentes requerimientos que el/la niño/a expresa, también como premio, ya
que, en el desarrollo de la sesión de tratamiento, existen exigencias que en algunas
oportunidades no son agradables a los niños, pero necesarias de realizar. Como forma de
desarrollar habilidades, donde el proceso terapéutico se basa en el razonamiento clínico
definido por el terapeuta de acuerdo a los objetivos que desea trabajar y como término de
una sesión, para que el/la niño/a finalice motivado y con mayores posibilidades de adhesión
al tratamiento, entre muchas otras finalidades.
En el desarrollo del juego es preciso considerar los hitos del ciclo vital y habilidades
particulares de cada niño/a que van indicando hacia dónde se debe guiar la intervención. En
el caso del ingreso a la educación formal hay ciertas habilidades necesarias que se deben
tener adquiridas o instaladas, que finalmente se traducen en el desarrollo de habilidades
instrumentales, por lo es preciso favorecer espacios de juego en preescolares que permitan
un desarrollo integral considerando su repercusión en otras etapas del ciclo vital.
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