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SARASON, Irwin, SARASON, Bárbara: “Psicología Anormal”, (7ma.

edición) editorial Prentice Hall,


México, 1996. (Síntesis del Cap. V)

ESTRÉS, AFRONTAMIENTO Y VULNERABILIDAD

Al referirnos a la forma en que las personas se adaptan, es importante considerar las


condiciones en las cuales se realiza la adaptación. La misma persona puede manejar bien una
situación atemorizante o difícil en una ocasión y de modo desadaptativo en otras. Algunas
personas tal vez muestren una conducta adaptativa en la misma situación que otras manejen
pobremente. ¿Cuál es la razón? Tres conceptos: estrés, control y vulnerabilidad, nos ayudan a
comprender estas diferencias en la conducta. El pequeño Denton de siete años de edad se puede
adaptar en forma correcta cuando tiene una maestra agradable, sus padres se llevan bien y él está
sano. Sin embargo, si tiene una maestra a quien odia, si sus padres discuten la mitad de la noche y
están a punto de divorciarse y él está constipado, es probable que se sienta mucho más molesto
por no ser uno de los jugadores principales del equipo de fútbol que como se sentiría en
situaciones normales. Si la Sra. Block acaba de perder un cliente importante para su empresa y
llega a su casa y se da cuenta de que alguien se estrelló contra su auto que estaba estacionado en
la calle y después su hijo de 12 años le dice que dejó su violín en el autobús del colegio, es
probable que no responda en forma tan constructiva como lo haría en otras circunstancias.

El término estrés se refiere a las reacciones de la gente ante situaciones que representan
exigencias, apremios u oportunidades que deban aprovecharse. Por ejemplo, una persona podría
sentirse estresada al ver a un niño caer por los rápidos de un río, al despertar por una alarma de
incendio y el olor del humo o al ser promovido a un puesto nuevo con más responsabilidad. La
gente tiende a experimentar estrés psicológico cuando tiene que enfrentar un cambio inesperado o
fuera de lo común, como un desastre natural. Es probable que experimenten un estrés aún mayor
cuando el cambio ocurre al mismo tiempo que una crisis severa en su vida (como la muerte de un
ser querido) o al principio de un período crítico del desarrollo (como la adolescencia). El número
promedio de sucesos estresantes en la vida (como los conflictos familiares, la enfermedad grave
de uno de los padres, un hermano o una hermana) es más elevado para los casos clínicos que
para las personas del grupo de control con quienes se compararon.

El término afrontamiento se refiere a la forma en que las personas manejan las dificultades
y tratan de superarlas. La capacidad de afrontamiento son las técnicas disponibles para que un
individuo haga esos intentos. Varias habilidades generales son útiles en el manejo de las
situaciones estresantes. Estas incluyen el pensamiento constructivo, el manejo de los problemas
conforme se presentan, el comportamiento flexible y el ofrecimiento de retroalimentación para sí
mismo acerca de que tácticas funcionan en una situación determinada y cuáles no. Lo útil que sea
cualquier habilidad en particular, depende de la naturaleza de la situación y de las vulnerabilidades
y cualidades del individuo. Tener una variedad efectiva de habilidades para el control fortalece la
sensación de autocontrol e independencia que tiene una persona. Al tener más control sobre
nuestro comportamiento, tal vez podamos cambiar las condiciones del ambiente que ejercen una
influencia sobre nosotros.

El término vulnerabilidad se refiere a que tan probable es que respondamos de manera


desadaptada a ciertas situaciones. Un individuo puede controlar una situación en forma efectiva,
pero no otra. La vulnerabilidad puede aumentar por la herencia, como tener un padre
esquizofrénico, por ciertas características de personalidad como la tendencia a preocuparse o
sentirse ansioso, por la falta de ciertas habilidades como tomar decisiones con tranquilidad o por
una acumulación de experiencias negativas inesperadas. Algunas personas son más vulnerables
en todas las situaciones debido a que manejan en forma menos efectiva lo que les sucede en la
vida cotidiana. Otros son más vulnerables debido a una combinación de sucesos estresantes
recientes. Sin duda la gente es más vulnerable en algunos tipos particulares de situaciones que les
recuerdan problemas o dificultades pasados. Por ejemplo, quizá al ver que un niño es arrastrado
por un río, una persona que, cuando tenía cinco años, vio a uno de sus hermanos más pequeños
morir en un accidente se quede inmóvil, en tanto que alguien que no ha tenido una experiencia así
puede actuar a tiempo para salvarlo.

Ciertas condiciones de la vida incrementan la vulnerabilidad de la gente y el riesgo que


corren de presentar una conducta desadaptada. Las personas que comparten estas condiciones se
convierten en parte de un grupo de alto riesgo que es más propenso a experimentar los efectos
negativos del estrés que el resto de la población. Los grupos de la población que pueden ser de
alto riesgo para ciertas condiciones incluyen a los niños y adolescentes, los ancianos e inválidos y
las minorías en desventaja.

El estrés, el control y la vulnerabilidad están relacionados entre sí. Mientras mayor sea el
estrés se requiere de menos vulnerabilidad para que una persona presente una conducta
desadaptada. Mientras menor sea el estrés, se necesita más vulnerabilidad para que se produzca
una conducta desadaptada. Mientras más amplia sea la variedad de capacidades de afrontamiento
de una persona, es menos probable que no pueda funcionar en situaciones para las que es
vulnerable. Por lo general, es más fácil y más efectivo ayudar a las personas a aprender mejores
formas de manejar el estrés, que prevenir las situaciones estresantes a las que son vulnerables.

Las intervenciones clínicas son formas de ayudar a las personas a manejar el estrés de
modo más efectivo. La intervención que se elige para alguien que experimenta una crisis a corto
plazo, como la enfermedad grave de un ser querido, puede ser una droga tranquilizante. En este
caso, el tranquilizante reduce la vulnerabilidad a la angustia intensa que se experimenta durante un
período de tiempo específico. En otras ocasiones, es necesario tomar en cuenta los deseos,
motivaciones y conflictos de la persona con el objeto de ayudarla a manejar el estrés con más
eficacia y a volverse menos vulnerable a las crisis que son los ingredientes inevitables de toda vida
humana. En ocasiones, la persona necesita aprender nuevas habilidades o nuevas conductas
efectivas en el manejo de las situaciones difíciles. Para algunas personas, es necesario cambiar la
forma en que piensan sobre una situación. Si un examen con un bajo desempeño académico hace
que piense: “Soy un tonto, no tiene caso que trate de terminar este curso”, su desempeño
académico futuro puede ser muy diferente que si pensara: “No estudié muy bien, es mejor que
organice más mi trabajo y pregunte al profesor los puntos que no están muy claros antes del
siguiente examen”. De modo que los clínicos variarán sus distintos planteamientos dependiendo de
la evaluación de los factores en un caso dado y de la perspectiva psicológica o el punto de vista
por el que se inclinen.

Ya dijimos que el término estrés se refiere a situaciones que plantean demandas,


represiones u oportunidades. Sin embargo, una situación desencadenante del estrés para una
persona puede ser un suceso neutro para otra. El hecho de si una situación determinada es
estresante para nosotros o no, depende de la forma como la valoremos y como califiquemos
nuestra capacidad para manejarla. En la valoración de cualquier situación existen dos etapas.
Durante la valoración inicial, los individuos interpretan una situación ya sea como amenazante o
inofensiva. Durante la valoración secundaria, consideran la clase de acción que se requiere, así
como la naturaleza y potencial de sus recursos para manejarla o controlarla. El grado en que la
gente se siente amenazada depende de la estimación de sus recursos, que a su vez se basa en
gran parte en la información que proporciona el ambiente y sus propias experiencias y
características.

Las personas difieren no solo en los sucesos de la vida que experimentan, sino también en
la vulnerabilidad que tienen ante estos. La vulnerabilidad al estrés de una persona está
influenciada por su temperamento, capacidades para el afrontamiento y el apoyo social con el que
cuenta. La vulnerabilidad aumenta la probabilidad de una respuesta desadaptativa ante el estrés.
Por ejemplo, los niño que no tienen amor son más vulnerables y, por lo general, presentan un
riesgo mayor de desarrollar trastornos de conducta que aquellos que sí lo tienen.
El temperamento comprende esos aspectos de la conducta de una persona (sobre todo
aquellos que tienen que ver con los sentimientos y emociones) que demuestran un grado
significativo de consistencia a través del tiempo y de una situación cotidiana a otra. El nivel de
actividad, el estado de ánimo y la propensión a la distracción son ejemplos de los atributos de
temperamento. Durante el ciclo de la vida, estos atributos pueden ser puntos favorables o
desfavorables dependiendo de las situaciones cotidianas que enfrente el individuo. Por ejemplo,
una abundancia de energía en una persona muy activa, puede ser un punto favorable cuando se
emplea en la búsqueda de objetivos específicos y planeados y un punto desfavorable en las
situaciones en las que se deben evitar los juicios precipitados, los compromisos y las respuestas.

Los problemas de adaptación se pueden presentar cuando los factores del temperamento
evitan que las personas cumplan con sus propias expectativas o con las de los demás. Por
ejemplo, los niños que tienen una tendencia a retraerse ante estímulos nuevos, quizá
experimenten un estrés excesivo si sus padres o maestros les piden una adaptación rápida a
condiciones nuevas (como ingresar al jardín de infantes).

Las capacidades de afrontamiento, formas características para manejar las dificultades,


tienen una influencia en la manera como identificamos y tratamos de resolver los problemas. Las
personas que tienen un afrontamiento exitoso no sólo saben como hacer las cosas, sino que
también saben como enfrentar las situaciones para las cuales no tienen una respuesta preparada.

Las capacidades para el afrontamiento que las personas poseen para las experiencias de
la vida (sus expectativas, temores, habilidades, deseos) tienen una influencia sobre la cantidad de
estrés que sienten y cómo lo manejan. La experiencia y el éxito para manejar situaciones similares,
la confianza en sí mismo con bases sólidas y la capacidad para permanecer tranquilo y “tener los
pies sobre la tierra” en lugar de dejarse vencer cuando se enfrenta un problema, contribuyen a
valorar en forma realista las situaciones y las respuestas que se les dan. Estas características son
un producto del desarrollo de la personalidad que, a su vez, está influenciada por las relaciones
sociales.

Una respuesta casual y orientada hacia una tarea que se da ante una situación difícil, es
casi siempre más efectiva que estar ansioso, enojado o a la defensiva. El fracaso para estar
orientado hacia una tarea puede suceder por varias razones. Quizá a una persona simplemente le
falten los recursos para el afrontamiento que se necesitan para aplicar una estrategia casual. En
ese caso, la situación está más allá de su capacidad. También puede ser que ciertos elementos de
la situación impida que un individuo tenga una perspectiva constructiva de ésta. Por ejemplo, es
probable que un hombre cuente con los recursos para el afrontamiento que se necesitan para ser
asertivo ante otros hombres, pero no ante las mujeres. Su vulnerabilidad con respecto de las
mujeres quizá le evite quejarse cuando una mesera le da mal el cambio, en tanto que lo haría de
inmediato si se tratara de un mesero. Al tratar de identificar las bases para una respuesta de
afrontamiento de la conducta, es necesario analizar con detenimiento que sucede en la situación,
además de los puntos favorables y desfavorables de la persona (recursos para el afrontamiento y
vulnerabilidades). Además, se debe prestar atención a la forma en que la persona valora la
situación (valoración primaria) y sus recursos para el afrontamiento (valoración secundaria).

Las vulnerabilidades personales y las experiencias pasadas tienen una influencia en la


cantidad de estrés que experimentamos en una situación determinada y cómo lo manejamos. [...]
Muchas personas con síntomas corporales los manejan negándolos. Pueden ignorarlos
intencionalmente y tratan de mantener estos pensamientos fuera de la conciencia o los
malinterpretan. Una respuesta común al dolor en el pecho de un ataque cardíaco, es la negación
de su importancia. Se calcula que de el 80 al 90% de las personas que experimentan un dolor así,
lo atribuyen a otras causas, por lo general a la indigestión. Una vez que toman en cuenta la
posibilidad de que se trate de un ataque cardíaco, piensan, “no puede sucederme a mí”. Este
pensamiento por sí solo parece ser suficiente para evitar que busquen ayuda médica. Incluso
algunos médicos que deben conocer mejor este dolor, han hecho ejercicio cuando sienten dolor en
el pecho con el objeto de “probar que no es nada”. De modo que existe una tendencia común a
negar la verdadera importancia del dolor a pesar de su severidad, intensidad o duración.

Esto también es cierto para el dolor psicológico. Muchas personas niegan la realidad de un
matrimonio infeliz o no satisfactorio, en lugar de buscar asesoría e incluso el divorcio. Las personas
que pierden el trabajo tal vez culpen a sus jefes, en lugar de reconocer su propia falla como
empleados. Quizá retracen la búsqueda de otro empleo porque “se merecen un descanso”,
negándose a sí mismas que temen que los vuelvan a despedir. La negación puede representar un
papel de distorsión de la realidad en distintas etapas de una experiencia estresante.

Algunas condiciones en particular pueden provocar reacciones de estrés en algunas


personas y en otras no. En un concierto en memoria del famoso músico de jazz Louis Armstrong,
su viuda sufrió un ataque cardíaco fatal mientras tocaba el acorde final de una canción que
identificaba con su esposo “St. Louis Blues”. De acuerdo con un artículo en un periódico, un padre
de 38 años de edad sufrió un colapso y murió cuando fracasaron sus intentos por revivir a su hija
de 2 años, que había caído a una piscina. El artículo sugería que la niña había caído a la piscina
mientras su padre estaba distraído. Un obituario que notificaba la muerte repentina, a los 51 años,
del recién designado director de una cadena de televisión, afirmaba que había sucedido cuando se
dirigía al funeral de su padre, quien había fallecido el día anterior. Cada uno de estos ejemplos
sugiere la importancia del proceso de valoración para cada individuo que experimenta un tipo de
evento en particular.

Otro ejemplo de la importancia del proceso de valoración se encuentra en los hospitales,


lugares a los cuales recurrimos en momentos de gran estrés. Se supone que los hospitales deben
ser lugares en los que las personas se pueden recuperar de una enfermedad, pero en realidad una
hospitalización es por lo general una experiencia muy estresante. Por ejemplo, el monitoreo
continuo de la condición física de un paciente en la unidad de cuidados intensivos puede crear un
alto grado de estrés. El conocimiento de que uno tiene una condición que es lo suficientemente
grave para requerir la estancia en una unidad de cuidado intensivo, puede ser aún más estresante.
Quizá el aspecto más estresante de la hospitalización, tanto para el paciente como para sus
familiares es la constante incertidumbre sobre cual será el resultado del tratamiento. Las
frustraciones que surgen al enfrentar procedimientos burocráticos en un hospital pueden ser
estresantes incluso para un paciente que está familiarizado con las rutinas de los hospitales, y
tiene excelentes capacidades para el afrontamiento.

Los niveles elevados de estrés tienen consecuencias psicológicas detectables, aunque por
lo general no son evidentes de inmediato. Por ejemplo, un porcentaje bastante más alto de
personas deprimidas y con tendencias suicidas que de personas con otros trastornos, han tenido
experiencias no deseadas recientes. Los eventos no deseados que contribuyen más a la
depresión, incluyen la partida o pérdida de personas importantes en la vida del individuo durante el
año anterior.

Técnicas de afrontamiento

En el afrontamiento la gente utiliza sus recursos personales para dominar un problema,


vencer o evitar un obstáculo, contestar una pregunta o resolver un dilema. Distintas estrategias de
afrontamiento son efectivas en los diferentes tipos de situaciones. La gente que por lo general tiene
un afrontamiento exitoso, cuentan con diversos recursos personales que incluyen la capacidad
para:

1. buscar información pertinente


2. compartir preocupaciones y encontrar consuelo cuando se necesita
3. volver a definir una situación de manera que se pueda facilitar su solución
4. considerar las alternativas y analizar las consecuencias
5. emplear el sentido del humor para hacer menos tensa una situación
Un área cada vez mayor de la investigación se dedica a la cuestión de cómo ayudar a las personas
a controlar el estrés de manera más efectiva. Un descubrimiento de esta investigación, es que
aquello que una persona no conoce puede lastimarla. Las personas que saben que esperar con
anterioridad son más capaces de controlar el estrés, que aquellas que no saben lo que vendrá
después. Por ejemplo, muchos pacientes que requieren cirugía sufren en forma innecesaria porque
no se les advierte que experimentarán un dolor considerable después de la operación. Se ha
demostrado que los pacientes se sienten menos ansiosos y se recuperan con mayor rapidez
cuando se les explican la operación y el proceso de recuperación antes que éstos tengan lugar.[...]

Aprender las habilidades específicas que se necesitan en las situaciones estresantes


también ayudan a los individuos a tener un afrontamiento más efectivo. Muchas personas
enfrentan situaciones peligrosas sin recibir la capacitación adecuada. Por ejemplo, muchos
accidentes de alpinismo y excursionismo de montaña son el resultado de una mala preparación.
Además de aprender las habilidades específicas, los individuos pueden recibir instrucción para las
situaciones estresantes al tener una serie de experiencias que van del nivel de estrés
relativamente bajo al relativamente alto. Además, observar un modelo que maneja el estrés de
manera efectiva, puede ayudar a las personas que están a punto de enfrentar una situación poco
común o peligrosa.

En ocasiones las personas no pueden manejar el estrés debido a un alto nivel de


excitación que interfiere con su capacidad de concentración en los pensamientos adaptativos.
Estas personas no observan sus propios pensamientos, sentimientos y conductas en las
situaciones desafiantes y no pueden participar en la resolución constructiva de problemas.
Aprender habilidades generales para controlar el estrés comprende el aprendizaje sobre cómo
pensar en forma constructiva, resolver problemas, comportarse de manera flexible y
proporcionarse retroalimentación acerca de las tácticas que funcionan y las que no.

Ayudas para la conducta de afrontamiento


1. Oriéntese hacia la tarea, centre su atención sólo en la tarea que enfrenta. No es productivo
malgastar el tiempo con pensamientos o sentimientos que no se relacionan con el logro de
la tarea. Estar orientado hacia la tarea significa que se concentra por completo en su
trabajo. Los pensamientos o emociones negativos o que lo distraen son enemigos de la
orientación hacia la tarea.
2. Sea usted mismo. No represente ningún rol. Será más eficaz si actúa de manera natural
que si trata de ajustarse a un rol. Tenga confianza en sí mismo, no en el rol.
3. Automonitoreo. Preste atención a la forma como piensa y siente en una situación
determinada. Es importante aprender sobre lo que causa el estrés para usted y sobre sus
reacciones personales ante éste. El monitoreo efectivo es su sistema de advertencia.
Puede ponerlo en alerta sobre la necesidad de emplear otras habilidades para el
afrontamiento a fin de prevenir una crisis.
4. Sea realista sobre lo que puede lograr. Conozca sus propios límites y fortalezas. En
ocasiones, la risa es la mejor medicina, no pierda su sentido del humor.
5. Tenga un panorama constructivo. Trate de buscar los puntos positivos en las personas que
lo rodean. No se precipite para concluir que las personas se comportan como lo hacen sólo
por molestarlo. Póngase en el lugar de la otra persona y desde ése punto de vista, quizá su
conducta tenga mucho más sentido.
6. Emplee las relaciones de apoyo. Compare notas, elimine los obstáculos y obtenga el
apoyo de sus amigos. No se refugie en sí mismo cuando se siente estresado. Recuerde
que “todos salimos adelante con un poco de ayuda por parte de los amigos”.
7. Sea paciente consigo mismo. No se castigue por no lograr la perfección. Sus errores
deben ser experiencias de aprendizaje, no momentos para la autocrítica. Mantenga las
expectativas sobre sí mismo en un nivel razonable.

[...] Las personas que controlan de manera efectiva las situaciones estresantes aprenden a dirigir
sus pensamientos hacia líneas productivas y a evitar que el temor y la preocupación las distraigan.
Las personas que con frecuencia son objeto de atención general como los actores, aprenden con
rapidez que la atención que prestan a la actividad que desempeñan (¿como lo hago?) es más
constructiva que los pensamientos de preocupación (¿y si me sale mal?). También aprenden a
anticipar los problemas que pueden complicar una situación estresante y a pensar en la forma de
manejarlos. Los actores aceptan que en ocasiones confunden sus líneas y que al restar
importancia al error y continuar con la línea siguiente, reducen el impacto de su equivocación. Por
otra parte, el pensamiento de algunas personas propensas a los trastornos del estrés están
saturados de culpabilidad y pesimismo.

Apoyo social

Nuestro sistema social incluye personas en quienes podemos confiar, personas que nos
hacen saber que les importamos, nos valoran y nos aman. Alguien que piensa que pertenece a un
sistema social experimenta el apoyo social. Existen cada vez más evidencias que las formas
desadaptadas de pensar y comportarse ocurren con mucha mayor frecuencia entre las personas
que tienen poco apoyo social. La cantidad y efectividad del apoyo social disponible para una
persona desempeña un papel tanto en la vulnerabilidad como en el afrontamiento. La
vulnerabilidad al colapso físico y psicológico aumenta conforme se reduce el apoyo social. Es
decir, el apoyo social sirve como un amortiguador contra los contratiempos de vivir en un mundo
complejo. El apoyo social no sólo es muy útil durante un período de estrés (es agradable saber que
existen personas que nos apoyan en una situación difícil), sino que también lo es en momento de
tranquilidad relativa. Nos ofrece la seguridad y confianza en nosotros mismos para poner a prueba
nuevas estrategias y obtener habilidades adicionales para el afrontamiento. Con un repertorio más
amplio de habilidades para el afrontamiento, nos encontramos en mejor posición para manejar las
demandas, frustraciones y retos cuando surgen.

La investigación que se dirige hacia la medición del apoyo social está en proceso. El
Cuestionario de Apoyo Social (CAS) proporciona información sobre la cantidad de apoyo social
que las personas creen tener y qué tan satisfechas se sienten con éste. [...] Un hallazgo
interesante de la investigación que emplea el CAS, es que existe solo una correlación moderada
entre las calificaciones de Disponibilidad y Satisfacción. No parece haber una cantidad mínima de
apoyo social que asegure la satisfacción para cualquier persona. Para algunos, una cantidad
reducida de amigos cercanos y parientes es satisfactoria, en tanto que otros parecen necesitar los
lazos con muchas personas distintas.

La investigación con el CAS también revela las relaciones entre el apoyo social y la salud
física. En general, las personas que han tenido muchas experiencias nocivas recientes son más
propensas a enfermarse que quienes han sido más afortunadas. Sin embargo, las personas que
tienen altos niveles de apoyo social son menos vulnerables a las enfermedades, incluso cuando
experimentaron una experiencia desagradable recientemente.

Las formas desadaptadas de pensar y comportarse son más comunes entre las personas
que tienen poco apoyo social, en especial entre sus familiares. Los lazos familiares fuertes parecen
alentar la confianza en sí mismo. La confianza en sí mismo y en los demás no sólo son
compatibles sino complementarias. El apoyo social facilita el manejo de las crisis y la adaptación al
cambio.

¿Por qué algunas personas cuentan con varios lazos que les ayudan a suavizar las
asperezas de la vida, en tanto que otras se encuentran solas y aisladas? ¿La cantidad y calidad de
los lazos sociales es una simple cuestión de suerte? Hay evidencias de que las personas con altos
y bajos niveles de apoyo social, según las evalúa el CAS, difieren en las habilidades sociales que
se necesitan para atraer el interés de los demás. Cuando entablan una conversación con un
extraño las personas que tienen un apoyo social alto se sienten más competentes, cómodas y
seguras que aquéllas que reportan poco apoyo social. Además, las personas que tienen una apoyo
social bajo presentan una tendencia a que las demás las perciban como menos interesantes,
dependientes, amigables y consideradas que las personas que cuentan con un apoyo social
elevado. Además, los aceptan menos como amigos y compañeros de trabajo e informan que se
sienten más solos. Parece existir una estrecha relación entre las habilidades sociales y el apoyo
social. Quizá las personas que tienen niveles bajos de apoyo social no piensan que la gente se
interesa en ellas. Esta creencia tiende a aumentar su vulnerabilidad al estrés, en especial en
situaciones que demandan las interacciones con otras personas. El entrenamiento en las
habilidades sociales puede no sólo incrementar su efectividad personal, sino también ayudar a
reducir su percepción de aislamiento social.

Desencadenamiento del estrés

Una variedad de circunstancias puede provocar el estrés y requieren que los individuos se
adapten a éste. Ya que el estrés tiene efectos perjudiciales en la conducta, el pensamiento y el
funcionamiento del organismo, es importante construir los recursos que tiene una persona para
ayudar al afrontamiento de la conducta. Los sentimientos psicológicos molestos se presentan
cuando la gente experimenta estrés. Este también afecta la presión sanguínea, los niveles
hormonales y las ondas cerebrales. Los niveles muy elevados de estrés pueden dar como
resultado estremecimientos, tartamudeo y una disminución en la efectividad con las que se realizan
las actividades.

Con frecuencia existe muy poco consistencia en las reacciones de la gente ante el estrés.
Es decir, una persona tal vez reaccione ante el estrés en una forma más que nada orgánica; otra
quizá desarrolle síntomas psicológicos e incluso otra tal vez muestre un gran deterioro en el
desempeño. Las respuestas ante el estrés comprenden sistemas corporales, psicológicos y
conductuales, pero la correlación entre estos sistemas con frecuencia es baja.

Algunas reacciones psicológicas, orgánicas y conductuales frente al estrés

Respuestas Psicológicas

Sentirse perturbado
Incapacidad para concentrarse
Irritabilidad
Pérdida de la confianza en sí mismo
Preocupación
Dificultad para tomar decisiones
Pensamientos recurrentes
Distractibilidad

Respuestas orgánicas

Pulso rápido
Palpitaciones
Aumento de la transpiración
Tensión de los músculos de brazos y piernas
Respiración cortada
Rechinar de dientes

Respuestas conductuales

Deterioro de la efectividad del desempeño


Tabaquismo y consumo de alcohol u otras drogas para la “diversión”
Propensión a los accidentes
Ademanes nerviosos (golpear con los pies, morderse las uñas)
Aumento o reducción del apetito
Aumento o reducción del sueño

Parece existir algo de cierto en la creencia popular de que todos tenemos un punto límite. Mientras
más estrés experimente la gente, es mayor la probabilidad de que sufra un colapso, ya sea físico o
psicológico. Es obvio que enfrentar varias situaciones estresantes al mismo tiempo, representa
mayor demanda de los recursos de las personas, pero el estrés también puede tener efectos
acumulativos.

La investigación demuestra que las personas que experimentaron múltiples situaciones


estresantes en el pasado reciente son en especial susceptibles a la depresión, la ansiedad y la
reacción exagerada de los sistemas fisiológicos. Cada vea hay más razón para creer que los
colapsos físicos o psicológicos se podrían predecir si existiera una forma para cuantificar qué tan
estresantes son ciertas experiencias de la vida. Por esta razón, los investigadores buscan maneras
para evaluarlas. Ya que las experiencias recientes con frecuencia ejercen una influencia más
poderosa y ser recuerdan con mayor facilidad que aquellas que sucedieron muchos años atrás, se
hace un esfuerzo por cuantificar los cambios estresantes de la vida durante periodos específicos,
como el año anterior. Se elaboran cuestionarios para evaluar no sólo si determinados eventos
sucedieron en el pasado reciente, sino también la forma como el individuo percibió el suceso y
sintió su impacto. Estos cuestionarios manejan los eventos como ser despedido de un trabajo,
conseguir un trabajo nuevo, terminar con un novio o novia y tener dificultades financieras. En tanto
que la ocurrencia de uno de estos sucesos en particular quizá no ponga a una persona en mayor
riesgo de un resultado adverso (como enfermarse), la ocurrencia de varias clases de eventos
juntos durante un período de tiempo representaría un riesgo agregado significativo.

Hay cada vez más evidencia de que las condiciones económicas, como la pobreza, pueden
afectar la incidencia de sucesos estresantes de la vida, que a su vez pueden causas problemas de
conducta y salud. Varios estudios demuestran que el bajo nivel socioeconómico se relaciona con
una frecuencia elevada de eventos estresantes y con la falta de métodos adecuados para
afrontarlos. De modo que, no necesariamente es el nivel socioeconómico en sí el que causa los
problemas sino los eventos de la vida y poca habilidad para el afrontamiento que se correlacionan
con este estatus.

Sin tomar en cuenta el nivel socioeconómico, el desempleo puede provocar problemas


psicológicos y económicos. Brenner informó que cuando los niveles de empleo disminuyen,
aumentan las admisiones a los hospitales mentales del estado. También descubrió que los
problemas económicos se correlacionan con los incrementos en las tasas de mortalidad por una
variedad de condiciones, que incluyen suicidio, homicidio, y cirrosis hepática, trastorno que con
frecuencia se asocia con el consumo elevado de alcohol. Los efectos físicos y psicológicos del
desempleo no necesariamente son inmediatos. El impacto completo de un aumento del desempleo
tal vez no sienta hasta varios años después que ocurre. Las personas que tienen múltiples
estresores en la vida en el momento en que pierden su empleo corren mayor riesgo de sufrir algún
tipo de colapso.

Situaciones desencadenantes del estrés

Dos tipos de condiciones que hacen que se desencadene el estrés y que requieren de una
adaptación son las situaciones que se presentan en la vida, con frecuencia en forma inesperada, y
las transiciones del desarrollo. La muerte de un amigo cercano ilustra la necesidad de una
adaptación a la situación, asistir a la universidad es un ejemplo de una adaptación de transición.
Estas situaciones que hacen que se desencadene el estrés tienen distintas características. A
continuación se presentan algunas de las formas como varían las situaciones y circunstancias
desafiantes.
1. Duración. Las situaciones estresantes difieren en la duración. Una entrevista de trabajo
dura poco tiempo, en tanto que una disputa conyugal puede durar horas o días.
2. Severidad. Las situaciones varían en la severidad de las circunstancias que enfrenta el
individuo. En general, un daño menor es más fácil de manejar que uno importante.
3. Posibilidad de pronosticar. En algunos casos la posibilidad de pronosticar es elevada
(sabemos lo que va a suceder), mientras que en otros la posibilidad es muy baja. La
cantidad de estrés que provoca la petición de dar una presentación oral en clase, depende
de si la petición se hace en el momento o fue una tarea que se asignó con anterioridad.
4. Grado de pérdida del control. Uno de los aspectos de una situación que causa más
desconcierto es la sensación de no poder influir en las circunstancias. Por ejemplo, las
víctimas de un terremoto no pueden hacer nada para prevenir o controlar el impacto inicial
y los traumas posteriores.
5. El nivel de confianza en sí mismo del individuo. La falta de confianza en sí mismo con
frecuencia da como resultado una reducción en la efectividad personal, aun cuando la
persona en realidad sepa como manejar la situación. Por ejemplo, una mujer que se acaba
de divorciar puede sentir que no puede controlar situaciones sociales que podía manejar
muy bien durante su matrimonio.
6. Aparición repentina. Qué tan repentina es la aparición, tiene una influencia en la forma
como nos preparamos para controlar una situación en particular. Por lo general un
accidente es totalmente inesperado, en tanto que las crisis de la adolescencia se
presentan de manera gradual.

Eventos traumáticos: Los accidentes, desastres naturales y combates militares son ejemplo de
situaciones que por lo regular provocan niveles elevados de estrés y pueden dar como resultado
trastornos de estrés postraumático. Su impacto psicológico proviene del daño físico real o de la
amenaza de daño, así como de la posibilidad de perder la vida. [...] Los desencadenantes
extremos del estrés ponen en movimiento una ciclo de reacciones que se dirigen hacia la
restauración del equilibrio entre el concepto que la persona tiene de sí misma, y las nuevas
realidades de su vida. Las características de personalidad preexistentes pueden interferir con una
respuesta adaptativa después de un desastre. Las personas que se consideran a sí mismas
incompetentes, que tienden a responder de manera defensiva a los retos (por ejemplo, con la
negación o la proyección), quienes tienen conflictos que comprenden temas que se relacionan con
algún aspecto del desastre o que creen que sus pensamientos pasados quizá tuvieron alguna
influencia en lo que sucedió, son propensas a tener reacciones desadaptativas de larga duración
ante las situaciones traumáticas. Estas reacciones prolongadas por lo general incluyen sentirse
aturdido y tener pensamientos e imágenes intrusivos acerca del evento traumático. Estos
pensamientos e imágenes quizá interfieran con la capacidad para dormir.

Crisis personales: Como ya vimos, los estresores pueden ser sucesos de largo alcance que
afectan a muchas personas, como un accidente aéreo, o pueden ser una crisis personal. La muerte
de un ser querido, la pérdida del trabajo y la necesidad de cuidar de un padre que sufre una
enfermedad incurable, son ejemplos de crisis personales. La violación es otro tipo de crisis
personal cuya frecuencia y gravedad reciben en la actualidad cada vez más atención. La violación
afecta tanto a los hombres como a las mujeres, a personas solteras y casadas. La violación en una
cita es un problema grave entre los adolescentes y los estudiantes universitarios.

Los temores que persisten después de la experiencia de una violación tienden a restringir y
controlar la vida de la víctima. Los temores que prevalecen son más el miedo a estar solo, a los
extraños, a salir y a la oscuridad. Las mujeres que han sido víctimas de estos asaltos repentinos y
violentos por parte de extraños, es probable que permanezcan temerosas y deprimidas por mucho
tiempo y también es más probable que eviten salir con personas del sexo opuesto durante un
período prolongado. [...]

Desde el punto de vista conductual una violación es parte de una situación de


condicionamiento clásico in vivo, en la cual la amenaza de muerte o daño físico da lugar a una
excitación autonómica fuerte, el miedo. Cualquier estímulo que esté presente durante la violación
(oscuridad, un hombre con un aspecto particular, estar solo) se relacionan con la respuesta de
miedo. Así, estas señales se vuelven estímulos condicionados que evocan de manera
independiente el miedo y la ansiedad; ya que la víctima encuentra con frecuencia estos estímulos
es su vida diaria, es probable que empiece a utilizar la conducta de evitación como escape. Esto
reduce la probabilidad de que con el tiempo desaparezca la respuesta condicionada de miedo. La
terapia conductual ofrece una forma para reponerse a estos problemas. Utilizando técnicas
cognitivas como conductuales, las víctimas pueden aprender a superar su conducta de evitación y,
de esa manera, eliminar su ansiedad. [...]

Transiciones de la vida: En tanto que los desastres y otras crisis de la vida llegan a las personas
desde el exterior, otras crisis se originan a partir de la trayectoria de desarrollo personal del
individuo. Algunas de las transiciones en el ciclo de la vida que pueden provocar el estrés son las
siguientes:

1. el nacimiento y el logro de la coordinación entre la madre y el infante


2. los primeros pasos hacia la independencia y la transición hacia una instalación fuera de la
casa (escuela, guardería)
3. los cambios biológicos y sociales que marcan la pubertad y la adolescencia
4. las principales transiciones educativas como asistir a la universidad
5. la entrada en el mundo del trabajo
6. el matrimonio
7. procrear y criar hijos
8. mudarse a un lugar nuevo de residencia
9. los aspectos importantes del crecimiento de los hijos
10. la jubilación

Reacciones clínicas ante el estrés

El estrés desempeña un papel en la mayor parte de las condiciones que constituyen la


psicología anormal. Los trastornos del estrés que requieren atención médica o psicológica, son
patológicos porque van más allá de las reacciones cognitivas y emocionales normales y
esperadas, hasta los desafíos personales más severos.

RESPUESTAS NORMALES Y ANORMALES ANTE EL ESTRÉS


Respuestas normales Repuestas anormales
Sentir emociones fuertes después del evento Sentir una preocupación excesiva por las
(por ejemplo miedo, tristeza, ira) emociones intensas; experimentar pánico o
agotamiento
Oponerse a pensar en el suceso, negación Resistencia extrema a pensar en el suceso (por
ejemplo por medio del consumo de drogas),
negación masiva
Tener pensamientos indeseables e intrusivos Tener imágenes y pensamientos persistentes y
acerca del evento trastornantes que interfieren con el
funcionamiento normal
Síntomas físicos temporales (dolores de cabeza, Reacciones orgánicas fuertes y persistentes (por
trastornos estomacales) ejemplo, dolores de cabeza continuos, dolores
de estómago crónicos)
Volver a tomar el patrón normal de vida Problemas a largo plazo en la capacidad para
amar y trabajar

Como lo deja claro la tabla, muchas de las respuestas normales se convierten en


reacciones anormales cuando los síntomas persisten y son excesivos. El control exitoso con
frecuencia comprende la forma como el individuo de alguna manera enfrenta los sentimientos
preocupantes como la tristeza o el enojo.
Esta sesión revisará tres condiciones que, a pesar que el DSM las trata de manera
diferente, están relacionadas con el desencadenamiento del estrés, las reacciones emocionales
fuertes (que quizá se nieguen) y los síntomas clínicos. En los trastornos adaptativos, un aumento
reciente en el estrés de la vida precede a lo que por lo regular es una reacción desadaptativa
temporal. Los trastornos postraumáticos casi siempre son más complicados por la posibilidad de
reacciones retrasadas y recurrentes ante el estrés. Los trastornos disociativos se encuentran
entre las formas más dramáticas y confusas de la conducta anormal y casi siempre están
precedidos por un aumento rápido de estrés que el individuo no puede manejar.

Los trastornos adaptativos se pueden considerar más directos que las otras dos
condiciones. Esta falta de ambigüedad quizá se deba al hecho que en un trastorno adaptativo, las
experiencias estresantes específicas se pueden identificar como sucesos que se presentaron hace
poco en la vida del paciente, y las perspectivas de recuperación son relativamente buenas. En
tanto que también se pueden identificar en el trastorno postraumático, los desencadenantes del
estrés específicos, que con frecuencia son más dramáticos y preocupantes que aquellos que se
ven en los trastornos adaptativos, sus efectos duran más tiempo y las perspectivas de
recuperación son menos positivas. Una fuente de controversia sobre los trastornos postraumáticos
es la duda en la confiabilidad de la información sobre la personalidad del paciente antes del evento
traumático. Los clínicos deben evaluar qué cantidad del trastorno traumático se puede atribuir al
evento y qué tanto a las vulnerabilidades del paciente antes de éste. Las distintas interpretaciones
de los trastornos disociativos, dependen de la importancia que de a varios factores, incluyendo los
desencadenantes del estrés que preceden a los ataques clínicos, los que se pueden haber
presentado anteriormente en la vida de la persona y las causas biológicas. Un desafío importante
en el mundo real de la conducta desadaptada es la variedad de factores que están comprendidos
en la mayor parte de los casos.

TRASTONOS ADAPTATIVOS

Una persona con un trastorno adaptativo es alguien que no se adaptó tan bien como las
personas promedio a uno o más desencadenantes del estrés que se presentaron en los tres meses
anteriores. Estos pueden comprender una transición del desarrollo (como el matrimonio, un
divorcio, la muerte de un ser querido, tener un hijo o la menopausia, pueden ser situacionales
(como el cambio de escuela, la obtención de un nuevo puesto de supervisor o sufrir el rechazo
social) o se puede tratar de desencadenantes múltiples del estrés que se acumularon hace poco
tiempo. La mayor parte de las veces, las reacciones desadaptativas de una persona ante estos
desencadenantes del estrés, tienden a desaparecer cuando estas circunstancias estresantes
desaparecen o cuando la persona aprende a vivir en las nuevas condiciones. [...]

La severidad de un trastorno adaptativo no es directamente proporcional a la severidad del


desencadenante del estrés, ya que las características de la personalidad, así como las normas
culturales o de los grupos contribuyen en la forma como un individuo maneja un conjunto
determinado de circunstancias. Sin embargo, una característica de los trastornos adaptativos es
que la conducta que se demuestra es un exceso de lo que por lo regular se esperaría en esas
circunstancias. La depresión por la muerte de un ser querido no se consideraría un trastorno
adaptativo porque se espera una reacción así. Por otra parte, la depresión por un desacuerdo sin
importancia con un amigo, sí se debería considerar un trastorno adaptativo.

Por lo general un trastorno adaptativo no comprende una conducta en extremo extraña y


no es parte de un patrón de desadaptación que dura toda la vida. Las probabilidades de una
recuperación total cuando el nivel de estrés se reduce son buenas. La depresión, la ansiedad, los
trastornos de la conducta (haraganería, predisposición a las peleas, conducir un auto con
imprudencia), los patrones de sueño interrumpido, el deterioro del desempeño en el trabajo o la
escuela y el retraimiento social son conductas típicas de los individuos que tienen trastornos
adaptativos.
Luto y duelo. El luto se refiere a la pérdida de una persona importante debido al fallecimiento. El
curso normal de la recuperación del luto, con frecuencia se extiende a un año o más y ese patrón
de recuperación no se considera un trastorno adaptativo. El diagnóstico de trastorno adaptativo se
da sólo cuando la respuesta de la persona difiere de ese patrón normal y las dificultades para el
control y el dolor emocional continúan sin presentar un avance gradual. La tabla siguiente
menciona los cambios conductuales y fisiológicos que se observan con frecuencia en el período
que sigue a la pérdida de un ser querido:

ASPECTOS CONDUCTUALES Y PSICOLÓGICOS DEL LUTO EN LOS ADULTOS


Cambios conductuales Cambios fisiológicos
Llanto Debilidad muscular
Agitación, inquietud Suspirar
Preocupación con la imagen de la persona Trastornos del sueño
fallecida
Aislamiento social Cambios inmunológicos
Reducción en la concentración y la atención Cambios endocrinos
Estado de ánimo deprimido Cambios cardiovasculares
Ansiedad Reducción del peso corporal

El duelo es la respuesta emocional o afectiva ante la pérdida. Los síntomas del duelo son parte de
un proceso normal de recuperación y no son señales de patología. No obstante, el duelo adquiere
formas más prolongadas, profundas y complicadas de las que mucha gente se da cuenta. Estas
formas varían mucho; no existe ninguna sucesión uniforme ni ordenada de etapas, a través de la
cual deban pasar todas las personas que sufrieron una pérdida. Sin embargo, algunas etapas se
observan con la suficiente frecuencia para reconocerse sino como típicas, al menos como comunes
después del fallecimiento del cónyuge o de un hijo. Muy seguido, las primeras reacciones son un
estado de choque, aturdimiento, azoramiento y una sensación de incredulidad, incluso de negación
de la realidad durante un tiempo. Esta reacción es común aún cuando se anticipa la muerte.
Después de algunos días el aturdimiento se convierte en un sufrimiento intenso. Las personas
afligidas se sienten vacías, en repetidas ocasiones recuerdan a la persona que falleció. El individuo
sufre ataques de llanto con cada recuerdo; incluso quizá tenga sueños y alucinaciones en los
cuales la persona que murió está todavía viva.

Después de éste, viene un período de desesperación, mientras la persona afligida acepta


poco a poco la pérdida. Los sentimientos predominantes son la tristeza y la incapacidad de sentir
placer. Una ansiedad tensa e inquieta se puede combinar con letargo y fatiga. Los síntomas físicos
son comunes: debilidad, trastornos del sueño, pérdida del apetito, dolores de cabeza, dolores de
espalda, indigestión, dificultad para respirar, palpitaciones cardíacas e incluso mareos y nauseas
ocasionales.

El duelo puede variar entre la evitación de los recuerdos de la persona que falleció y la
presencia de éstos. Algunos buscan compañía con desesperación y otros se aíslan. La tristeza se
mezcla con el enojo, hacia los médicos que fallaron, hacia los amigos y parientes a quienes parece
no importarles, incluso hacia la persona que murió por abandonar a los vivos. Con frecuencia se ve
con sospecha a las personas que tratan de ayudar y las personas afligidas quizás alejen a sus
amigos por la irritabilidad y la propensión a las disputas. El síntoma más doloroso es el reproche a
sí mismo por haber tratado mal a la persona que falleció o por no haber hecho lo suficiente por
evitar su muerte. Por ejemplo, hay evidencias de que la recuperación por la muerte de uno de los
cónyuges es más rápida y completa cuando el matrimonio fue felíz.

Como afirmamos con anterioridad el duelo que sigue al luto es normal. Sin embargo, en
ocasiones el proceso del duelo se vuelve anormal. Si eso sucede, la persona afligida quizá sufra
una ansiedad persistente y una depresión que se produce por un duelo patológico no resuelto. En
ese caso, la psicoterapia es recomendada.
La investigación sobre el duelo y el fracaso por parte de una persona afligida para
recuperar una vida normal en un período razonable, es necesaria porque el duelo es muy común y
porque quizá las ideas acerca de la forma como las personas deben responder ante un pérdida
sean incorrectas. Hay evidencia de que el proceso del duelo puede ser más complejo de lo que por
lo general se piensa. Es un estudio, se investigaron los efectos del duelo en varios miles de
hombres y mujeres en el condado semirrural de Washington, Maryland. Los sujetos afligidos se
compararon con individuos que todavía estaban casados y que presentaban similitudes en factores
como edad, sexo, raza, educación, intereses religiosos y nivel socioeconómico. El descubrimiento
principal fue que el duelo es mucho más difícil para los hombres que para las mujeres. La tasa de
mortalidad fue 26% más alta para los viudos que para los hombres casados, en comparación con
sólo un 3,8% de diferencia entre los índices para las viudas y las mujeres casadas.[...]

Trastornos postraumáticos

En tanto que los desencadenantes del estrés en el trastorno adaptativo se encuentran


dentro del rango de la experiencia común, los trastornos postraumáticos comprenden experiencias
más extremas (como los desastres) cuyos efectos se pueden extender durante un período
prolongado. La aparición de la condición clínica en los trastornos postraumáticos, varía desde poco
después del trauma hasta mucho tiempo después. Estos trastornos se consideran agudos si la
condición comienza dentro de los primeros seis meses después del trauma, y tardíos si los
síntomas surgen después de más de seis meses. Las probabilidades de recuperación son mejores
en la forma aguda que en la tardía. A pesar que las dificultades psicológicas preexistentes pueden
intensificar los trastornos postraumáticos, muchas personas que desarrollan estos trastornos no
tienen antecedentes de problemas psiquiátricos.

Una característica frecuente de los trastornos postraumáticos es una tendencia a volver a


experimentar el suceso. Son comunes los recuerdos dolorosos y que interfieren, así como los
sueños y pesadillas recurrentes. La experiencia repetida de un suceso traumático puede tener un
aura de irrealidad. Cuando esto sucede, la persona se siente anestesiada emocionalmente en
medio de un flujo de pensamientos sobre el evento que no se detiene.

Además de volver a experimentar el desencadenante del estrés, las personas que sufren
trastorno postraumático quizá muestren excitación automática excesiva, un estado de hiperalerta,
dificultad para concentrarse o para completar las tareas y dificultad para conciliar el sueño. Un
síntoma que ocurre con frecuencia en los niños que experimentaron un trauma es una respuesta
de sobresalto excesivo. Estos síntomas tal vez se incrementen cuando el individuo está expuesto a
señales que se relacionan con el suceso traumático (por ejemplo cuando la víctima de una
accidente automovilístico ve un choque en una película). La preocupación por el suceso traumático
también puede llevar a la reducción del interés en las relaciones sociales, la intimidad y la
sexualidad. Son comunes los sentimientos dolorosos de culpabilidad, al igual que la depresión, la
inquietud y la irritabilidad. En algunos casos pueden existir brotes de conducta impulsiva, por lo
general de naturaleza no violenta (por ejemplo, ausencia del trabajo sin explicación) y abuso del
alcohol y las drogas.

En el caso siguiente existió un intervalo corto entre el desencadenante del estrés y la


aparición de la condición postraumática. Este caso ilustra la forma como se puede emplear la
negación para reducir los fuertes sentimientos que surgen por un suceso estresante.

Harry es un despachador de camiones de 40 años de edad. Ha hecho su carrera en una compañía


pequeña. Una noche, él mismo cubrió un turno porque no había suficientes conductores. La carga
consistía en tubos de acero en un camión viejo. Este vehículo inapropiado tenía una coraza entre
la plataforma de carga y el lado del conductor del compartimiento de enfrente, pero no protegía por
completo el asiento del pasajero.
Muy tarde, esa noche, Harry encontró una chica solitaria y atractiva que hacía dedo en un lugar de
la carretera. Tomando la decisión impulsiva de violar las reglas de la compañía que prohibían los
pasajeros de cualquier clase, la recogió.
Poco tiempo después, un auto cruzó la línea divisora e invadió su carril, amenazando con
impactarse de frente. Viró sobre el borde del camino en un área que al principio parecía estar libre,
pero se estrelló contra una montaña de tierra. Los tubos se deslizaron, penetraron en la cabina del
camión del lado del pasajero y atravesaron a la chica. Harry se estrelló contra el volante y el
parabrisas y estuvo inconsciente durante un tiempo breve. Recuperó la conciencia y se encontró
con la horrenda imagen de su compañera muerta.
La patrulla de caminos no encontró ninguna identificación de la chica, el otro auto había pasado de
largo y a Harry lo llevaron en ambulancia a la sala de urgencias de un hospital. No sufrió ninguna
fractura, suturaron sus heridas y pasó ahí la noche en observación. Su esposa, que estaba con él,
lo vio ansioso y confundido esa noche, hablando sobre los sucesos por episodios en forma
fragmentada e incoherente, de modo que el relato no era claro.
Al día siguiente lo dieron de alta. Contra los deseos de su esposa, regresó al trabajo. Desde ese
momento y durante varios días, siguió con su trabajo normal como si no hubiera sucedido nada. De
inmediato, sostuvo una sesión son sus superiores y con los consejeros legales. El resultado fue
que le llamaron la atención por romper las reglas sobre los pasajeros, pero también le aseguraron
que el accidente no había sido su culpa y que no tenía ninguna responsabilidad. Con frecuencia los
conductores rompían la regla sobre los pasajeros y todo el grupo lo sabía.
Durante varios días después del accidente, Harry pensó en éste de manera ocasional, pero se
sorprendió por las pocas emociones que sentía. Sin embargo, a pesar de su buen desempeño en
el trabajo, la esposa de Harry informó que su sueño era muy agitado, rechinaba los dientes y
parecía más tenso e irritable de lo normal. Un mes después del accidente, tuvo una pesadilla en la
cual aparecían cuerpos destrozados y se despertó en un estado de ansiedad. Durante los días
siguientes, tuvo imágenes recurrentes y perturbadoras del cuerpo de la chica. Desarrolló una fobia
a manejar hacia y desde el trabajo, aumentó su consumo de alcohol, tuvo explosiones de
temperamento por frustraciones insignificantes y empezó a sentir una culpabilidad intensa por el
accidente.
En la psicoterapia se hizo un esfuerzo por comprender la importancia que el accidente tuvo para
Harry. Al principio Harry se resistió a describir al terapeuta las circunstancias que rodearon el
accidente. Después que cedió la resistencia, sus fuertes sentimientos (la culpabilidad, los temores
y la ira) surgieron y se analizaron. Debido a motivos complejos y defensivos, Harry no podía
aceptar e integrar sus percepciones traumáticas del accidente. Estaban almacenadas, pero no se
habían olvidado. Llegó a comprender que dos temas eran muy perturbadores para él: la
culpabilidad por el alivio que sintió de que la víctima fuera la chica y no él, así como la culpabilidad
por sus fantasías sexuales con respecto de ella; y la ansiedad por darse cuenta de que había
estado muy cerca de ser la víctima. Al centrar su atención en estos temas, Harry pudo ser más
abierto sobre él mismo y tomar una actitud que resolvía los problemas en vez de estar a la
defensiva por su situación. La psicoterapia le permitió verse de manera más realista, a sentirse
cómodo por hacerlo dentro de la situación de apoyo de la terapia y a lograr una mejor adaptación.

¿Qué sucede en el estrés postraumático? Al afrontar un trauma un individuo emplea una enorme
cantidad de energía psicológica para detener los pensamientos sobre éste. A pesar que el evento
terminó, se vuelve a revivir todos los días y existe un temor irracional a que suceda una vez más.
Es este temor el que provoca una hipervigilancia y agitación. Los pensamientos que interfieren, las
imágenes y los sueños se pueden volver tan preocupantes que la persona no puede participar en
el trabajo o las relaciones normales.

En algunos casos de reacciones desadaptadas al trauma, puede existir una combinación


de pensamientos intrusivos y negación. En el estado de intrusión, el individuo no puede dejar de
tener pensamientos atemorizantes que se relacionan con el evento traumático. En el estado de
negación el individuo ignora las implicaciones de las amenazas y pérdidas, olvida los problemas
importantes y quizá muestre una falta de interés por la vida. La siguiente tabla muestra los
síntomas de las etapas de interferencia y negación de los trastornos postraumáticos.

SÍNTOMAS DEL PENSAMIENTO INTRUSIVO Y LA NEGACIÓN EN LOS TRASTORNOS DE


ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (los síntomas se pueden combinar)
Síntomas del pensamiento intrusivo
Trastornos del sueño y oníricos
Conciencia de ideas y sentimientos que se relacionan con el evento traumático
Preocupación por el evento
Repeticiones compulsivas de las acciones que se relacionan con el evento
Síntomas de la negación
Falta de atención selectiva
Amnesia (total o parcial)
Empleo de la fantasía para contrarrestar las condiciones reales
Aislamiento

En la actualidad el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), en el cual la reacción continúa por
un tiempo considerable, es un diagnóstico psiquiátrico establecido. Las evidencias epidemiológicas
sugieren que la ocurrencia frecuente del TEPT es del 1% en la población en general y
aproximadamente del 3,5% en los civiles expuestos al ataque físico y en los veteranos de Vietnam
que no sufrieron heridas. Alrededor del 20% de los veteranos heridos muestran síntomas del
TEPT. Hay algunas evidencias que las dificultades emocionales y conductuales preexistentes
aumentan la probabilidad del TEPT. En un estudio, 72% de los individuos a quienes se diagnosticó
TEPT tenía antecedentes de trastornos psicológicos. La depresión y el abuso del alcohol
predominaron entre las condiciones previas al estrés de los pacientes adultos con TEPT.

Ciertos síntomas quizá estén relacionados con el tipo de trauma que se experimentó, como
el hecho de si el individuo desempeñó un papel en la causa del evento traumático o no (por
ejemplo, por conducir una auto con imprudencia o a alta velocidad). Las víctimas de los crímenes
en los que hay violencia y humillación (por ejemplo, la violación) con frecuencia se sienten
temerosas y avergonzadas. Las víctimas de violación casi siempre muestran este tipo de reacción.
Su enojo por ser víctimas y la falta de control que sienten con respecto del suceso en muchas
ocasiones dan como resultado efectos a largo plazo, como los que analizamos al principio de éste
capítulo. Con frecuencia la psicoterapia puede ayudar a reducir estos efectos porque ayuda a las
víctimas a ver la experiencia desde un punto de vista más objetivo, así como a expresar las fuertes
emociones que tal vez se vieron forzadas a reprimir.

Trastornos disociativos

Los trastornos disociativos son disturbios o alteraciones en las funciones de identidad,


memoria y conciencia. El trastorno se puede presentar en forma repentina o gradual y puede durar
solo un breve período o ser duradero y crónico. La identidad de la persona se puede olvidar de
manera temporal, quizá se asuma una identidad nueva o puede existir un sentimiento de pérdida
del sentido de realidad. Las conductas desadaptadas que surgen de los trastornos disociativos,
ofrecen un contraste admirable con aquellos que surgen de los trastornos del estrés postraumático
y los trastornos adaptativos. El estrés desempeña un papel importante en ambos, pero las
reacciones comprendidas parecen ser opuestas. Una vez más, vemos que situaciones similares
pueden provocar en forma drástica respuestas diferentes en las personas con distintas
disposiciones y vulnerabilidades.

Las personas con trastornos disociativos emplean una variedad de recursos dramática
para escapar de las ansiedades y conflictos provocados por el estrés. Su conducta comprende
alteraciones temporales, repentinas de la conciencia que sirven para olvidar las experiencias
dolorosas. Por el contrario, en los trastornos del estrés postraumático, los individuos no pueden
alejar de sus mentes las experiencias angustiantes que han tenido y las personas con trastornos
adaptativos muestran alteraciones más leves y una reducción en la capacidad para el
afrontamiento, pero su conducta se aclara cuando aprenden a adaptarse a un causante de estrés y
cuando éste desaparece.
Muchos trastornos disociativos parecen empezar y terminar en forma abrupta y son
provocados por las experiencias estresantes. A pesar que estos trastornos ocurren por lo general
después de la niñez, en la mayor parte de los casos existen antecedentes de disturbios familiares
graves. La separación de los padres durante los primeros años de la niñez y el abuso por parte de
éstos se reportan con frecuencia.

La disociación frecuentemente comprende sentimientos de irrealidad, extrañamiento y


despersonalización, y en ocasiones una pérdida o cambio de la identidad propia. Menos
dramáticos, pero de alguna manera similares, los ejemplos de disociación se observan por lo
general en adultos y niños normales. Cuando nos golpea el primer impacto de una mala noticia o
una catástrofe, quizá nos sintamos como si de repente todo fuera extraño, poco natural y diferente
(extrañamiento) o como si fuéramos irreales y no pudiéramos presencia o sentir lo que sucede
(despersonalización). Estos no se clasifican como trastornos disociativos, pero son útiles para
ayudar en la comprensión de lo que es un trastorno disociativo mucho más severo.

Cuatro condiciones que se clasifican como trastornos disociativos son:

1. amnesia psicógena
2. fuga psicógena
3. personalidad múltiple
4. despersonalización

Todos estos trastornos comprenden grandes lagunas mentales y cambios drásticos en los roles
sociales.

Amnesia psicógena: la amnesia comprende pérdidas de la memoria extensas pero selectivas. Ya


que algunas pérdidas de la memoria también se pueden deber a cambios orgánicos (por ejemplo,
heridas en la cabeza), la palabra psicógena se emplea cuando no se encuentra ninguna causa
orgánica. Las pérdidas de la memoria que son características de la amnesia son demasiado
extensas para explicarse como un olvido ordinario. Algunas personas no pueden recordar nada
sobre su pasado. Otras ya no pueden recordar eventos, personas, lugares u objetos específicos,
mientras que su memoria para otros eventos que sucedieron en forma simultánea permanece
intacta.

Por lo general, la amnesia es provocada por un accidente físico o un evento emocional


traumático, como una desilusión muy dolorosa. Los casos de amnesia psicógena demuestran,
como señala Ernest Hilgard, que la unidad de la conciencia es ilusoria. Nuestra representación
consciente de nuestras acciones es incompleta; casi siempre nuestra atención se divide entre dos
o más corrientes de pensamiento o cursos de acción. Los sistemas inconscientes de ideas quizá
se separan de la personalidad principal más importantes y existen como personalidades
subordinadas, capaces de representarse en el consciente en determinadas condiciones.

Aun cuando la amnesia es quizá el trastorno disociativo más común, no existen


estadísticas precisas sobre la incidencia de ninguno de los trastornos disociativos. Las amnesias
psicogénicas se presentan más en los adolescentes y adultos jóvenes que en los niños y la gente
mayor, además ocurren con más frecuencia entre las mujeres que entre los hombres.

Fuga psicógena. La fuga psicógena tiene como característica esencial un viaje inesperado lejos de
casa y del lugar de trabajo, adoptar una nueva identidad y la incapacidad para recordar la anterior.
El viaje y la conducta que se observan en una persona que pasa por una fuga psicógena tienen
mayor propósito que cualquier divagación que tenga lugar durante la amnesia psicógena. Esa
persona forma una nueva vida en algún lugar distante como un individuo aparentemente distinto. El
estado de fuga o vuelo amnésico, casi siempre termina cuando la persona “despierta” de manera
repentina, temerosa y afligida por estar en un lugar extraño en circunstancias extrañas.
Las fugas, al igual que la amnesia, con frecuencia son provocadas por situaciones de
estrés intolerables como las disputas conyugales, el rechazo personal, el conflicto militar y los
desastres naturales. Por lo general, las fugas tienen una duración breve, con una recuperación
completa y poca probabilidad de recurrencia. Después de “despertar” por lo regular la persona no
recuerda los eventos que tuvieron lugar durante la fuga.

Personalidad múltiple. La personalidad múltiple es uno de los trastornos disociativos más


dramáticos. En una reacción de personalidad múltiple, un individuo asume personalidades
opuestas, como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Cada personalidad tiene su propio grupo de recuerdos y
conductas típicas. Con frecuencia, ninguna de las personalidades están conscientes de las demás.
En otros casos, existe una amnesia en un solo sentido, en la cual la personalidad A es consciente
de las experiencias de la personalidad B, en tanto que esta última permanece inconsciente de la A.

Aunque la personalidad múltiple es un trastorno raro, el interés por éste es cada vez
mayor, debido al marcado incremento en la cantidad de casos que se describen actualmente
dentro de la literatura clínica y la relación que existe en muchos casos entre la personalidad
múltiple y las experiencias traumáticas durante la niñez. Los criterios de diagnóstico avanzados par
el trastorno que aparecieron primero en el DSM-III, se cree que contribuyeron al aumento en el
número de casos que se reportaron. Se informa sobre una mayor ocurrencia de personalidad
múltiple en las mujeres que en los hombres con una relación de 4 a 1.

En el aspecto clínico, las diferencias conductuales de las personalidades y los conceptos


opuestos sobre sí mismas parecen asombrosos y confusos. Tal vez las personalidades se
consideran de género, edades y orientaciones sexuales diferentes. Quizá tengan guardarropas,
posesiones, intereses y estilos interpersonales distintos. Sus valores, creencias y problemas
pueden ser opuestos. Incluso, quizá tengan distintas caligrafías, unas emplean la mano derecha
con mayor frecuencia y otras la izquierda y quizá cuenten con patrones de lenguaje y acentos
diferentes.

Muchos clínicos consideran que la personalidad múltiple es una adaptación psicológica a


las experiencias traumáticas de los primeros años de la vida. Estas experiencias son severas y
dramáticas; algunos ejemplos son colgarse de una ventana o ser víctima de sadismo sexual.
Además de haber experimentado un trauma difícil durante la niñez, las personas con personalidad
múltiple parecen propensas a entrar en trances hipnóticos espontáneos. Esta defensa temporal se
puede convertir en personalidades múltiples cuando el niño enfrenta traumas de manera repetida.

Algunos investigadores se preguntan si la personalidad múltiple representa algo más que


una forma extrema de la capacidad normal para presentar una variedad de “yo” diferentes. Una
razón importante para que existan esos desacuerdos sobre la personalidad múltiple es que los
casos de este trastorno son raros, dificultando las investigaciones y la comparación de casos que
se presentan en momentos distintos y en circunstancias diferentes. A pesar de las dificultades
metodológicas, los estudios sobre la personalidad múltiple continúan en varios aspectos.

Un aspecto importante en la investigación de la personalidad múltiple se relaciona con el


posible papel de las anomalías cerebrales. Algunos estudios han descubierto que las personas con
personalidad múltiple, presentan un riesgo muy elevado de sufrir ataques epilépticos. Es posible
que exista una conexión entre los ataques y el cambio de personalidades. Sin embargo aunque en
algunos casos la epilepsia puede comprender una condición neurológica que se relaciona con la
personalidad múltiple, la fuerza y las bases de esta relación todavía no se establecen. Es
necesario mayor investigación en el futuro para explorar la posibilidad de una base biológica para
la capacidad de disociación, las formas como el estrés que se presenta en los primeros años de
vida y en los posteriores interactúa con los factores biológicos y el desarrollo de terapias efectivas.
Los clínicos creen que establecer una relación segura y de confianza con el terapeuta es esencial
para el progreso terapéutico. Cuando se logra esto es posible manejar los conflictos entre las
personalidades y ayudar al paciente a avanzar hacia la cooperación entre éstas y, de manera
óptima, a la integración de las personalidades.
Despersonalización. En tanto que, por lo general, la despersonalización se incluye entre los
trastornos disociativos, algunos clínicos dudan que se deba hacer esto porque no comprende
trastornos de la memoria . En la despersonalización existe un cambio de la percepción de sí mismo
y el sentido de realidad de la persona se pierde o cambia en forma temporal. Quizá alguien que
pasa por un estado de despersonalización diga, “siento como si estuviera soñando” o “siento que lo
hago de manera mecánica”. Con frecuencia el individuo tiene la sensación de no controlar por
completo sus acciones, inclusive su lenguaje. La aparición de la despersonalización es casi
siempre rápida y da lugar a un deterioro social u ocupacional. El estado de extrañamiento hacia sí
mismo desaparece gradualmente.

Las personas con trastornos de despersonalización pueden presentar una sensación


constante de despersonalización o sufrir episodios recurrentes. En cualquier caso, se perciben a sí
mismas como si hubieran perdido el sentido de la realidad o experimentado un cambio. Sienten
que están en un sueño y temen haber perdido la razón. Se han reportado varios casos en los
cuales la despersonalización parece ser una respuesta al estrés extremo.

Interpretación de los trastornos disociativos

La disociación parece representar un proceso en el cual ciertas funciones mentales, que


por lo general se encuentran integradas con otras funciones, en apariencia operan en una forma
separada o automática, casi siempre fuera de la esfera de la conciencia y el recuerdo. Quizá se
describa como una condición en la cual la información (de entrada, almacenada o de salida) se
aparta de manera activa de sus asociaciones normales o esperadas. Este fenómeno da como
resultado la alteración de los pensamientos, sentimientos o acciones de la persona de modo que la
información no se relaciona ni integra con otra información como lo haría en forma normal o lógica.

Estos trastornos disociativos son difíciles de explicar por varias razones. Frecuentemente,
no es claro si un caso comprende disociación o si es alguna clase de manifestación psicótica.
También, es difícil obtener la información que se necesita para sacar conclusiones razonables. [...]
En tanto que en los trastornos adaptativos y postraumáticos, la fuente de estrés se puede
identificar con facilidad, en los trastornos disociativos tal vez la fuente no sea obvia. Los trastornos
disociativos quizá se relacionan con combinaciones de factores de vulnerabilidad (por ejemplo,
ciertos aspectos de la constitución biológica) con situaciones de estrés que ocurrieron muchos
años antes que la desadaptación alcanzara proporciones clínicas. Ya que los seres humanos son
capaces de distorsionar sus recuerdos, comúnmente se necesitan investigaciones considerables,
para determinar la verdadera naturaleza del estrés.

Los trastornos disociativos generalmente se analizan en términos psicodinámicos y


cognitivos. Estos trastornos ayudan a que el individuo escape de la realidad y parecen facilitar la
expresión de una variedad de emociones contenidas. Se han interpretado como intentos por
escapar de la tensión, la ansiedad y la estimulación excesiva al separar unas partes de la
personalidad de otras. Cuando no existen indicios de una experiencia reciente que pudiera
funcionar como un estresor, estas perspectivas dan lugar a preguntas sobre los estresores
anteriores que todavía pueden tener un significado simbólico para el individuo. Al dar tratamiento a
los trastornos disociativos muchos clínicos intentan descubrir los recuerdos disociativos y ayudar al
individuo a enfrentarlos y manejarlos en forma más directa.

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