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Compasión

La compasión, así como la humildad y la gratitud, son cualidades que se alojan

principalmente en el corazón, aunque llenan la mente con su vibración. O mejor dicho,

la vacían de las sombras que allí suelen alojarse. Dada su importancia e influencia a la

hora de brindar y recibir ayuda, el tema de la compasión también está ampliamente

desarrollado en todas las grandes tradiciones y escuelas espirituales. Según

Krishnamurti,40 la compasión está relacionada con la inteligencia y no puede haber

inteligencia sin ella. La compasión sólo puede existir cuando hay amor, libre de todo

recuerdo, de celos personales y demás apegos. Sogyal Rimpoche41 dice que la

compasión no es solamente un sentimiento de interés por la persona que sufre, ni es

solamente un afecto sincero hacia la persona que tenemos delante, ni sólo un claro

reconocimiento de sus necesidades; es, también, la determinación sostenida y práctica

de hacer todo lo que sea posible y necesario para contribuir a aliviar su dolor. De modo

que la compasión, además de ser un sentimiento de cercanía humana, de resonancia

con el dolor del otro, también es una acción, un darse al otro, a su necesidad; es sentir

y hacer. Esta acción no siempre será física, puede ser interna e invisible, como pedir en

sus oraciones por otra persona. Para ser compasivos hay que tener despierto el

corazón. Y también la fuerza. No puede ser compasivo quien cree o pretende ser débil.

Si alguien cae en un pozo, ser compasivos no es ponerse a llorar ni tirarse al pozo con

el otro, sino ayudarlo a salir, si el otro lo desea. Compasión no es lástima. La lástima

nos aleja del respeto, nos hace creer que para el otro es una desgracia aquello que

está viviendo, nos lleva a ver al otro como “pobrecito” y a vernos a nosotros mismos
como superiores; y ya hemos visto que todas estas actitudes son trampas que

distorsionan la ayuda. Por eso, la compasión necesita también de la inteligencia y la

visión.

Cuando hay compasión, todas las otras cualidades funcionan en consonancia, hay

responsabilidad, hay humildad, hay entrega. La oración budista “meta-karuna-mudita-upeka”

sintetiza aquello de lo que estamos hablando y enriquece su concepto. Habla de varios niveles

de compasión:

• Meta es un primer nivel de compasión: amabilidad, amorosidad, una actitud básicamente

considerada y afable con el otro.

• Karuna es la compasión propiamente dicha: resonar profundamente con el sufrimiento del

otro, sentirlo como propio.

• Mudita es un nivel aún más elevado de compasión: es la capacidad de compartir la alegría y

felicidad del otro; es la actitud de aceptación gozosa de la felicidad ajena, sin la sombra de la

propia infelicidad. Este nivel de la compasión es mucho menos común que los anteriores. Es

mucho más difícil alcanzarlo, y lo sabemos por experiencia. Frecuentemente la felicidad, el

éxito del otro, nos lleva a sentirnos tristes y al mismo tiempo socialmente obligados a

representar el papel de contentos. Es muy probable que a quien le este yendo mal en el

trabajo, no lo haga feliz el éxito laboral del otro, o que la soltera se sienta deprimida en la boda

de su amiga. Vale recordar que este nivel de compasión, Mudita, se refiere al sentir interno,

genuino, más que a la manifestación externa de la emoción.

• Upeka es ecuanimidad. Este último nivel de la compasión es la comprensión de que las cosas

son como son, que hay cosas que no dependen de mi esfuerzo, que puedo cultivar estas

virtudes y deseos, pero que, en última instancia, no soy yo quien determina el éxito o el

fracaso del resultado; que hay fuerzas superiores a las mías, que desconozco y humildemente
reverencio; que soy Uno en un Todo mayor que me incluye; que todos estamos inmersos en

una fuerza mayor que nos determina.

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