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ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

Magistrado ponente

STC3684-2020
Radicación n.° 11001-02-04-000-2019-02497-01
(Aprobado en sesión virtual de diez de junio de dos mil veinte)

Bogotá, D.C., diez (10) de junio de dos mil veinte


(2020).-

Decide la Corte la impugnación formulada frente al


fallo proferido el 28 de enero del año en curso por la Sala
de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia,
dentro de la acción de tutela promovida por César
Alejandro Molina Guzmán contra la Sala Única del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de
Viterbo y el Juzgado Segundo Penal del Circuito de
Duitama, trámite al que fueron vinculadas las partes y los
intervinientes del proceso penal a que alude el escrito
inicial.

ANTECEDENTES

1. El accionante reclama la protección constitucional


de sus derechos fundamentales a la libertad, al debido
proceso, a la «adecuada» defensa, a «no declarar en contra de
familiares», a la igualdad, a la doble instancia, a la
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«imparcialidad», a la «probidad», a «la buena fe», a «la congruencia», a


la «proporcionalidad» y a la «publicidad», presuntamente
conculcados por las autoridades accionadas, en el marco de
la causa seguida en su contra por el delito de tráfico,
fabricación o porte de estupefacientes.

Por tal motivo, pretende que por esta vía se conceda el


resguardo deprecado, ordenando al Juzgado Segundo Penal
del Circuito de Duitama, decretar «la nulidad de la sentencia
condenatoria de proceso penal No. 15238600021120180014400 (…) de
fecha 6 de febrero de 2019, y que el proceso sea conocido por autoridad

diferente, para preservar el principio de imparcialidad», o en su

defecto, que se «d[é] trámite al recurso de apelación de la [precitada]


sentencia condenatoria»
(fl. 23, cdno. 1).

2. En apoyo de sus reclamos aduce en compendio,


que dentro del referido juicio se le « negó poder tramitar
adecuadamente el respectivo recurso de apelación » contra dicha

decisión condenatoria, ya que no obstante lo interpuso, al


serle negado presentó el mecanismo de queja ante la Sala
Única del Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo,
quien el 24 de septiembre del año pasado declaró acertada
la negativa a la alzada, lo que implicó que se constatara « la
atipicidad de la conducta, dado que el señor Juez de instancia no tuvo
en cuenta el peso o gramaje de la marihuana, ni el destino que ésta
tenía en [sus] manos (…), y le da subjetivamente tratamiento de

comerciante distribuidor de dicha sustancia »; además, no se

definió quién fue el autor principal o determinador de la


conducta, bajo el entendido que él fue enjuiciado en calidad
de cómplice.

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Narra que desde hace cinco años « es adicto» al consumo


del mentado estupefaciente, y pese a que ha recibido
«tratamiento psicológico y psiquiátrico», no ha logrado superar ese
vicio, lo que «le ha acarreado inconvenientes familiares, psicológicos,
conductuales y sociales»; que el 1° de abril de 2017, fue

retenido por unos agentes de la policía en una requisa junto


con otras dos personas, siendo liberado «minutos más tarde»;
no obstante, «calles más adelante» fueron nuevamente
interceptados por los policiales, subidos a una patrulla, y
«golpeados e intoxicados con gas », lo que le generó lesiones
físicas y una incapacidad por quince (15) días, situación
que «no fue debidamente investigada», pero que sí causó que uno
de los agentes agresores lanzara «amenazas» en su contra.

Señala que el 19 de marzo de 2018 en otra requisa, le


encontraron «30 gramos de cannabis que había adquirido para su
consumo y el de sus acompañantes », un amigo y una prima, y al

verificar su identidad fueron trasladados todos a la estación


de policía «supuestamente para verificar antecedentes», donde se
encontró con el agente policial agresor, quien se burló de él
y «constriñó» a los otros detenidos para que rindieran versión
en su contra a cambio de dejarlos libres, por lo que al éstos
acceder y afirmar que el estupefaciente era comercializado,
fue judicializado, y ya dentro del proceso penal « constreñido
por un funcionario de la policía nacional y con [su] mente joven, falta
de experiencia y enajenada por las sustancias psicotrópicas de las
cuales se entiende que doblegan, anulan y por ende vician la

voluntad», reconoció los cargos que le fueron imputados por

la fiscalía, lo cual, dice, genera nulidad de lo actuado.

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Asegura que el Juzgado Segundo Penal del Circuito de


Duitama omitió sopesar que era « un enfermo que más que
tratamiento penitenciario requiere tratamiento médico como
consecuencia de que el acusado es adicto dependiente que sufre
trastornos mixtos de ansiedad y depresión, como consta en la historia

clínica»; que no existía prueba de la venta de alucinógenos;

que no asistió a la audiencia de lectura de fallo para haber


podido apelarlo; y, que los hechos suscitados obedecieron a
«una invención» de un funcionario de la policía nacional, al
que el ente investigador «siguió su juego», situaciones todas
éstas que, en su criterio, justifican la intervención del juez
de tutela a su favor (fls. 1 al 26, ibídem).

RESPUESTA DE LOS ACCIONADOS Y VINCULADOS

a). El titular del Juzgado Segundo Penal del Circuito


de Duitama pidió denegar la protección reclamada, porque
no ha vulnerado con su actuar ninguna de las prerrogativas
invocadas, en tanto falló según el preacuerdo celebrado por
el aquí accionante después de la audiencia preparatoria, y
además, al éste no acudir a la audiencia de lectura de
sentencia, permitió que la decisión cobrara ejecutoria, bajo
el entendido que fue extemporánea la apelación interpuesta
posteriormente por su nuevo apoderado judicial (fls. 81 al
83, ibíd.).

b). El Tribunal Superior de Santa Rosa de Viterbo,


por intermedio de la Magistrada que emitió la decisión

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cuestionada a esa autoridad, manifestó que declaró bien


denegada la apelación interpuesta contra la sentencia de
primera instancia, según los parámetros del artículo 179
del Código de Procedimiento Penal, ya que los 5 días
siguientes a la lectura del fallo están previstos para
sustentar la apelación, más no para interponerla (fls. 107 y
108, ib.).

LA SENTENCIA IMPUGNADA

El Juez constitucional de primera instancia, tras


observar que si bien «el medio de impugnación impulsado por el hoy
accionante frente a la sentencia condenatoria que lo condenó a 32 meses
de prisión por el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes
en calidad de cómplice, en virtud de preacuerdo celebrado con el
representante de la Fiscalía General de la Nación, resultó extemporáneo,
dado que no asistió a la audiencia de lectura de fallo, pese a estar

debidamente citado de la fecha y hora de la misma», existían motivos

por fuera de los expuestos en el escrito de tutela para


acceder al amparo, en «ejercicio de las facultades extra y ultra
petita», por haberse vulnerado la garantía de la « doble
conformidad».

Explicó al respecto que, [e]n lo que concierne a la garantía de


la doble conformidad, debe anotarse que ésta se activa ante la emisión
de un fallo condenatorio por primera vez en la actuación, verbigracia, en
aquellos casos en que habiéndose absuelto un acusado por el Juez de
conocimiento de primera instancia, en virtud del recurso de apelación el
Tribunal revoca para emitir una sentencia de carácter adverso o en los

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procesos de única instancia tramitados ante esta Corporación Judicial,


entre otros.

Por lo cual resulta importante indicar que el derecho a la doble


conformidad judicial o a impugnar la primera condena fue consagrado
en el artículo 1º del Acto Legislativo 01 de 2018. En los antecedentes
de este Acto Legislativo quedó consignado que dicho mecanismo solo
procedía contra sentencias condenatorias, que tuviesen la naturaleza
de haberse proferido por primera vez en la actuación.

De esta forma si la impugnación especial se aprobó respecto de


la primera condena, el significado de esta frase impone que a partir del
Acto Legislativo 01 de 2018 no puede tenerse como condenado y hacer
exigible dicha responsabilidad penal en un proceso en el que la
decisión o condena no haya sido sometida a la doble conformidad, esto
es que a través de una sentencia proferida por un superior funcional u
otra autoridad diferente a la que adoptó la decisión de primera
instancia, se verifique y ratifique la responsabilidad penal del
procesado.

En síntesis, hoy la doble conformidad judicial tiene doble


connotación, de ser un derecho sustancial fundamental para derruir la
presunción de inocencia y a la vez un derecho procesal y, por
consiguiente, conforme al Acto Legislativo 01 de 2018 y el artículo 29
de la Carta Política, toda persona se presume inocente mientras no se
le haya condenado con sentencia proferida por dos autoridades
diferentes.

1.4.1. En ese orden de ideas, al remitirnos al caso objeto de


examen, no hay lugar a duda que contra la sentencia condenatoria
emitida por el juzgado demandado se interpuso de manera
extemporánea el recurso ordinario de apelación, empero, también
resulta cierto que al gestor no le fue garantizado el derecho a la doble
conformidad judicial ya que el fallo condenatorio fue proferido el 6 de
febrero de 2019, fecha para la cual ya se encontraba vigente el acto

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legislativo 01 de 2018, razón por la cual, no puede esta Sala ignorar la


sustancialidad del derecho en comento, pues si bien la misma
establece que a su trámite se accede a petición de parte dentro de un
término y expresando las razones que motivan la inconformidad, esta
facultad que se le otorga al condenado en el acto legislativo en
referencia, no significa que se excluya la oficiosidad, ni tampoco se
excluye el deber del funcionario judicial para que adelante el
procedimiento que se requiera con el fin de que otra autoridad judicial
ejerza la garantía y el derecho al que se viene aludiendo.

Lo anterior obedece a que la oficiosidad se impone porque la


primera sentencia por ser condenatoria puede afectar derechos
fundamentales del procesado, la presunción de inocencia, limita el
derecho a la libertad, los derechos civiles y políticos, y por mandato
constitucional el Juez debe ser garante del ordenamiento jurídico no
solamente del legal sino también del constitucional y en este caso por
Acto Legislativo 01 de 2018 la primera condena debe obtener
conformidad de otra autoridad.

De tal manera, en este caso, al accionante lo están dejando


condenado a una pena de prisión exclusivamente con la opinión y
decisión de una única autoridad judicial, lo que no es permitido»

En consecuencia observó, que al no existir fuente


normativa o jurisprudencial que permitiera determinar a
qué autoridad judicial corresponde dirimir el asunto, como
el acto legislativo 01 del 18 de enero de 2018 estableció las
reglas de competencia al interior de la Corte Suprema de
Justicia para garantizar el derecho a la doble instancia y a
impugnar la primera sentencia condenatoria, « lo cual se ha
venido haciendo en reiteradas oportunidades de manera oficiosa », era

necesario en el presente caso que la Corte asumiera el


conocimiento del asunto, «dado el carácter trascendental del

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derecho amparado y a efectos de brindar una protección efectiva y real

al resguardo constitucional otorgado», por lo cual resolvió:

«CONCEDER el amparo constitucional al derecho fundamental


del debido proceso y a la doble conformidad judicial, vulnerado al
ciudadano CÉSAR ALEJANDRO MOLINA GUZMÁN, conforme quedó
consignado en la parte considerativa de esta decisión.

2º ORDENAR al JUZGADO SEGUNDO PENAL DEL CIRCUITO DE DUITAMA


que, en el evento de no contar con la actuación penal en referencia,
requiera la misma al Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de
Seguridad que corresponda, a fin de que se restablezcan los términos
de ejecutoria de la sentencia condenatoria para dar trámite a la
impugnación especial y, una vez surtido dicho escenario, remita de
manera inmediata el expediente a la Sala de Casación Penal de la
Corte Suprema de Justicia, para lo de su competencia» (fls. 117 al 137,
ídem).

LA IMPUGNACIÓN

La presentó el titular del citado Despacho judicial de


Duitama, manifestando que el preacuerdo del accionante fue
suscrito de forma libre, voluntaria, espontánea, y
debidamente asistido por su defensor; que a la audiencia de
individualización de la pena no asistió aquél pese a haber
sido debidamente citado y encontrarse gozando de libertad,
ni tampoco justificó posteriormente la incomparecencia; y,
que la audiencia se realizó en presencia del delegado de la
fiscalía y del defensor, sin que en su inicio éste solicitara
aplazamiento para procurar la presencia de su defendido, ni

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tampoco al final interpusiera el recurso de apelación contra


lo fallado.

De manera que, aunque comparte la garantía de la


doble conformidad, considera que no aplica en el asunto,
porque su fallo no encuentra dentro la «sentencia condenatoria
por primera vez» que señala el Acto Legislativo 01 de 2018, « esto
es las que se profieren en única instancia (…) o aquellas, que en virtud
del recurso de apelación, se revoca el fallo absolutorio de primera

instancia, y la Sala de Decisión del Tribunal, condena », por lo que,

afirma, su fallo es susceptible únicamente de apelación, pero


el accionante, pese a haber contado con todas las garantías
para interponer ese recurso, no lo hizo en la forma que
establece el procedimiento, máxime cuando «tampoco tenía
interés jurídico» para hacerlo, en tanto fue emitido en los

términos del preacuerdo celebrado con la fiscalía, situación


que conllevó su ejecutoria (fls. 144 y 145, ejusdem).

CONSIDERACIONES

1. Tratándose de providencias o actuaciones


judiciales, la procedencia de la acción de tutela es
excepcional, pues sólo tiene lugar cuando el funcionario
judicial adopte una decisión por completo opuesta al régimen
legal previamente señalado, caso en el cual se justifica la
intervención del juez constitucional para evitar o remediar la
respectiva vulneración de los derechos fundamentales que
con tal decisión se genere, siempre que el afectado acuda al

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mecanismo dentro de un término prudencial, y no disponga


de otro medio ordinario y efectivo para lograrlo.

La jurisprudencia, de manera invariable, ha señalado


que, por regla general, la acción de tutela no procede contra
providencias judiciales y, por tanto, solamente en forma
excepcional resulta viable la prosperidad del amparo para
atacar tales decisiones cuando con ellas se causa
vulneración a los derechos fundamentales de los asociados.

Los criterios que se han establecido para identificar las


causales de procedibilidad en estos eventos se basan en el
reproche que merece toda actividad judicial arbitraria,
caprichosa, infundada o rebelada contra las preceptivas
legales que rigen el respectivo juicio, con detrimento de los
derechos fundamentales de las personas que han sometido
la ventilación de sus conflictos a la jurisdicción.

Una de las causas que justifican la procedencia de la


tutela contra decisiones judiciales se da cuando en
desarrollo de la actividad judicial el funcionario se aparta de
manera evidente de las normas sustanciales o procesales
aplicables al caso, cuya situación termina produciendo una
providencia que vulnera derechos fundamentales.

2. En el presente asunto, circunscrita la Corte al


puntual motivo de inconformidad expuesto en la
impugnación, se advierte que recae en la decisión de la Sala
Especializada en lo Penal de esta Corte, de amparar la
garantía constitucional del ciudadano César Alejandro

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Molina Guzmán a la doble conformidad, pese a que, en


criterio del titular del Juzgado Segundo Penal del Circuito
de Duitama, la sentencia condenatoria que emitió contra
éste no es susceptible de alzada en los términos del Acto
Legislativo 01 de 2018, por no tratarse de una decisión
condenatoria emitida en única instancia o como resultado
de la revocatoria de la absolución decidida en grado inferior,
ya que se trata de un fallo condenatorio de primera
instancia, respecto del cual se constató no haberse
interpuesto el recurso subsidiario en la forma establecida
en el procedimiento aplicable, quedando entonces
ejecutoriado.

3. No obstante, para la Sala lo resuelto por la


Homóloga Especializada en lo Penal, al permitir al
accionante ejercer su derecho a impugnar la sentencia
condenatoria proferida por primera vez en su contra,
conforme lo establecido en los Convenios Internacionales
ratificados por Colombia e incluidos en el bloque de
constitucionalidad por la Carta Política de 1991, merece ser
confirmado, con sustento en las siguientes consideraciones:

3.1. Acerca del derecho fundamental a replicar la


sentencia condenatoria y el principio de la doble instancia, se
tiene que el numeral 5º del artículo 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado en
Nueva York el 16 de diciembre de 1966, aceptado sin
reservas por Colombia mediante la Ley 74 de 1968 y vigente
desde el 23 de marzo de 1976 establece, que « toda persona
declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo

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condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidas a un

tribunal superior, conforme a lo prescrito por la ley».

Esta disposición fue reiterada en el numeral 2º del


artículo 8º de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, suscrita el 22 de noviembre de 1969 en San
José de Costa Rica, incorporada por la Ley 16 de 1972, la
cual entró en vigor desde el 18 de julio de 1978, según la
cual «toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se
presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas (…): h) recurrir del fallo

ante juez o tribunal superior».

Con posterioridad, nace a la luz jurídica la Carta


Magna, y con ella, su artículo 29, en el cual se establece que
el debido proceso «se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales
y administrativas», a más de enlistar una serie de garantías que

hacen parte del núcleo esencial de ese derecho fundamental,


entre las que se encuentra el derecho a «impugnar la sentencia
condenatoria». A su vez, el canon 31 ejusdem contempla, que
«[t]oda sentencia judicial podrá ser apelada o consultada, salvo las
excepciones que consagre la ley. (…) El superior no podrá agravar la

pena impuesta cuando el condenado sea apelante único».

3.2. Ahora bien, al analizarse la constitucionalidad de


algunos artículos de la Ley 906 de 2004 que guardaban
silencio respecto de la aplicación del mencionado derecho a
la doble instancia, la Corte Constitucional encontró que las
sentencias que imponían una condena por primera vez en
única o en segunda instancia, no eran susceptibles de ser

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controvertidas mediante recurso de apelación, sino


solamente mediante el recurso extraordinario de casación, la
acción de tutela contra providencias judiciales, y, la acción
de revisión, ninguno de los cuales satisface los
requerimientos básicos del derecho a la impugnación y el
principio a la doble instancia.

En tal virtud, concluyó que la legislación « adolece de


una omisión normativa inconstitucional por no prever un sistema
recursivo que permita ejercer el derecho constitucional a la

impugnación en la hipótesis abstracta planteada por la accionante »,

en la demanda de inconstitucionalidad, por lo que declaró:


(i) la inconstitucionalidad de los preceptos demandados en

cuanto omiten la posibilidad de impugnar todas las


sentencias condenatorias; (ii) la exequibilidad de la
normativa anterior en su contenido positivo; (iii) exhortó al
Congreso de la República para que en el término de un
año, contado a partir de la notificación por edicto de la
sentencia, regule integralmente el derecho a impugnar las
sentencias que, en el marco del proceso penal, imponen
una condena por primera vez; y, iv) dispuso que en caso de
que el legislador incumpla este deber se entenderá que
procede la impugnación de los fallos anteriores ante el
superior jerárquico o funcional de quien impuso la
condena1.

Luego, en la SU-217 del 21 de mayo de 2019 reseñó el


Máximo Tribunal de lo constitucional, que impedir el
ejercicio del «derecho a la doble conformidad», constituye una

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Corte Constitucional, C-792 de 2014 y SU 615 de 2016.

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«violación directa de la Constitución al inaplicar la garantía del derecho


a la impugnación de la primera sentencia condenatoria reconocida en el
artículo 29 de la Constitución como parte integral del debido proceso,
así como en los artículos 8.2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y 14.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, los cuales hacen parte del bloque de constitucionalidad en
los términos del artículo 93 de la Constitución. Esta vulneración directa
se configuró, adicionalmente, porque se desatendió la interpretación
que de su alcance se hizo en la Sentencia C-792 de 2014, por lo que la
causal de violación directa de la constitución se encuentra íntimamente
ligada con la del desconocimiento del precedente constitucional».

Y más recientemente, en la SU-373 del 15 de agosto


del año pasado, se refirió a la obligación que tiene el Estado
de privilegiar el respeto de aquella garantía sobre las
formas, haciendo especial énfasis en que no se le puede
soslayar debido a la falta de desarrollo legislativo, porque su
consagración emana, de manera directa, de la Carta Magna
por lo que, «[d]e este modo, el juez de tutela, y según las
circunstancias específicas del asunto puesto a su consideración y los
otros derechos fundamentales o intereses constitucionales en conflicto,
deberá garantizar, en el ámbito de sus competencias, la mayor
realización posible del derecho. En resumen, la Constitución de 1991
tiene plena fuerza normativa en virtud del principio de supremacía
constitucional (artículo 4 de la CP). Aunque de este principio se siguen
tres consecuencias básicas, la esencial para resolver el problema
jurídico que plantea el asunto de la referencia consiste en que algunos
derechos, como a impugnar la primera sentencia condenatoria -el cual
forma parte del núcleo esencial del derecho fundamental al debido
proceso-, tienen eficacia jurídica directa, es decir, pueden ser exigidos
de manera inmediata, incluso cuando su regulación constitucional es
escasa o solamente enunciativa -como ocurre en el presente caso- y no
han sido desarrollados por el legislador. Como se indicó en la

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consideración correspondiente, la vulneración de esta cláusula


constituye una causal de procedibilidad de la acción de tutela contra
providencias judiciales. En todo caso, es preciso tener en cuenta que el
alcance de tales derechos dependerá de los supuestos fácticos y
jurídicos del caso, así como de la racionabilidad de la decisión y del
imperativo de que sean garantizados en la mayor medida posible».

3.3. Ahora bien, en lo tocante al principio de la doble


instancia, la jurisprudencia constitucional ha estimado que
su finalidad «es permitir que la decisión adoptada por una autoridad
judicial sea revisada por otro funcionario, independiente e imparcial de
la misma naturaleza y más alta jerarquía, con el fin de que decisiones
contrarias a los intereses de las partes tengan una más amplia
deliberación con propósitos de corrección, permitiendo de esa forma
enmendar la aplicación indebida que se haga por parte de la autoridad
de la Constitución o la ley. Es una garantía contra la arbitrariedad, y
en un mecanismo principal, idóneo y eficaz para la corrección de los
yerros en que pueda incurrir una autoridad pública.
 
No obstante, la Corte ha reconocido que el principio a la
doble instancia no tiene un carácter absoluto  porque el
Constituyente admitió en el artículo 31 de la Carta, que el
legislador dentro de su competencia discrecional podía establecer
excepciones al mismo, por ejemplo, consagrando trámites
judiciales de única instancia o imponiendo ciertos límites a los
recursos que buscan cuestionar la actuación de una autoridad
pública.
 
En todo caso, también ha señalado que el amplio margen de
configuración que tiene el legislador en las distintas ramas del derecho a
la que alude el artículo 150 Superior (cláusula general de competencias),
no puede llegar al extremo de permitirle anular derechos, sino que debe
ceñirse a los principios, valores y derechos fundamentales
constitucionales, además de seguir criterios de proporcionalidad y

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razonabilidad que justifiquen la limitación como legítima. De allí que sea


necesario que las mismas respondan a un fin constitucionalmente
admisible y que no se tornen arbitrarias» (Corte Constitucional C-337 de
2016).

3.4. Teniendo en cuenta lo anterior, la Corte


Constitucional ha destacado una serie de características que
diferencian entre sí dichas prerrogativas, así:

«(i) en cuanto a su fundamento normativo, mientras el derecho a la


impugnación se encuentra consagrado en los artículos 29 del texto
constitucional, 8.2.h de la CADH y 14.5 del PIDCP, la garantía de la
doble instancia se encuentra prevista en el artículo 31 de la Carta
Política; (ii) en cuanto al status jurídico, mientras la impugnación es un
derecho subjetivo de rango y jerarquía constitucional en cabeza de las
personas condenadas en un juicio penal, la doble instancia constituye
una garantía que hace parte del debido proceso, y que puede ser
alegada por cualquiera de los sujetos procesales; esta diferenciación
tiene una repercusión importante, puesto que la Corte ha entendido que
la doble instancia, por tener la condición de un principio general,
puede ser exceptuado por vía legislativa; y como la impugnación
no solo es un principio sino un derecho que hace parte integral
del debido proceso, las excepciones al mismo se encuentran
limitadas; (iii) en cuanto al ámbito de acción, mientras el derecho a la
impugnación ha sido concebido para los juicios penales, la
garantía de la doble instancia constituye la regla general de todo
proceso judicial; (iv) en cuanto a su contenido, mientras el derecho a
la impugnación otorga la facultad para controvertir la sentencia
condenatoria, para que un mismo litigio sea resuelto en el mismo
sentido por dos jueces distintos, la garantía de la doble instancia
exige que una misma controversia jurídica sea sometida a dos
instancias o faces procesales distintas e independientes, y
dirigidas por jueces distintos, pero sin importar que los fallos
resultantes sean coincidentes; (v) en cuanto a su objeto, mientras el

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derecho a la impugnación recae sobre las sentencias


condenatorias dictadas en el marco de un proceso penal, de modo
que la facultad se estructura en torno al tipo y al contenido de la
decisión judicial, la doble instancia se predica del proceso como
tal, para que el juicio tenga dos instancias, independientemente
del contenido y alcance de los fallos que resuelven la
controversia; (vi) en cuanto a la finalidad, mientras el derecho a la
impugnación atiende a la necesidad de garantizar la defensa
plena de las personas que han sido condenadas en un proceso
penal frente al acto incriminatorio, y a asegurar que mediante la
doble conformidad judicial la condena sea impuesta
correctamente, la doble instancia tiene por objeto garantizar la
corrección del fallo judicial, y en general, “la existencia de una
justicia acertada, recta y justa, en condiciones de igualdad”; en el
primer caso, el derecho se estructura en beneficio de un sujeto específico,
mientras que el segundo persigue el objetivo impersonal de garantizar la

corrección judicial» (resalta la Sala).

3.5. Los axiomas aludidos adquieren mayor


importancia en materia penal, ya que, de un lado, en lo que
al derecho a la impugnación del fallo condenatorio importa,
aquel tiene estrecha relación con el principio de la
presunción de inocencia, pues la persona tiene la posibilidad
de que su condena sea verificada por una autoridad judicial
distinta, quien se encargará de revisar el contenido de la
decisión, la valoración de las pruebas y la pena impuesta;
por otra parte, la doble instancia es la regla general en el
sistema de juzgamiento penal y se materializa en la
posibilidad que tiene el reo para que el superior del juez de
primer grado, corrija los yerros en la aplicación de la ley, en
la apreciación de los elementos de convicción y en la
determinación del castigo.

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Pero puede suceder que el procesado sea absuelto por el


a-quo penal y en sede de apelación, el ad-quem revoque la
decisión y en su lugar lo condene; o, también, que en las
instancias del juicio penal la persona sea declarada inocente
y en sede extraordinaria de casación, en cambio, se
encuentre mérito para quebrar el fallo de segundo grado e
imponer en su lugar el castigo; o incluso, como ocurre en el
presente caso, que el fallo condenatorio sea emitido en
primera instancia, y la apelación no sea interpuesta o sea
negada por haberlo sido en forma improcedente.

3.6. En estos eventos, al margen de la instancia o el


escenario procesal, opera el derecho de impugnación de la
primera decisión condenatoria y tienen pleno desarrollo los
fundamentos que lo estructuran, ya que no puede tenerse
por condenado a quien así resultó de una sentencia proferida
sin ser sometida a doble conformidad, en los términos del
Acto Legislativo 01 de 2018, que se encontraba vigente para
la fecha de emitido el fallo cuestionado, sin que además se
pueda excluir la oficiosidad en imprimir el trámite para
cumplir con la garantía en comento, ya que si bien es cierto
se exige manifestar los motivos de inconformidad dentro de
un término definido, también lo es que la primera sentencia
condenatoria, por precisamente ser de condena, puede
afectar derechos superiores del procesado, su presunción de
inocencia, limitar los derechos a la libertad, civiles y políticos;
ante ello, el juez, al ser garante de tales prerrogativas dentro
del juicio, y del ordenamiento jurídico no solamente legal

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sino también constitucional, no puede dejar de procurar que


la primera condena obtenga conformidad de otra autoridad.
3.7. Respecto al particular, la Sala de Casación Penal
de esta Corte dio plena aplicación al derecho a impugnar la
sentencia condenatoria y estimó lo siguiente:

«Desde esa perspectiva, el Acto Legislativo Nº 01 de 2018, cuyo


objeto estriba en “implementar el derecho a la doble instancia y a
impugnar la primera sentencia condenatoria”, no sólo delineó las bases
fundantes de un proceso penal de doble instancia para los aforados
mencionados en el art. 235 de la Constitución, sino que instituyó una
garantía fundamental, en cabeza de toda persona condenada
penalmente, a que la declaratoria de responsabilidad penal sea
corroborada (doble conformidad de la sentencia condenatoria).

El derecho a impugnar la primera sentencia condenatoria


(art. 235 incs. 2º y 7º de la Constitución, modificados por el A.L.
01 de 2018), más que un asunto de estructura, es una garantía
instituida a favor de quien es declarado penalmente
responsable, al margen de la instancia en que es condenado; de
esa manera, se pretende que la presunción de inocencia que cobija a
toda persona deba pasar por un doble filtro -ordinario- de revisión,
antes de ser desvirtuada mediante declaratoria judicial.

Ello muestra que, para el constituyente, el mecanismo de


impugnación está atado a la sentencia de naturaleza condenatoria. El
derecho a impugnar el primer fallo de condena es una protección
reforzada al derecho fundamental a la presunción de inocencia,
concretado en la garantía de la doble conformidad, igualmente prevista
en el art. 15-5 del P.I.D.C.P.» (SP4883-2018) (negrilla añadida).

4. Corolario de lo expuesto habrá de ratificarse la


decisión refutada.

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DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República de Colombia y por autoridad de
la Ley, CONFIRMA la sentencia objeto de impugnación.

Comuníquese telegráficamente lo aquí resuelto a las


partes, al a-quo y, en oportunidad, remítase el expediente a
la Corte Constitucional para su eventual revisión.

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA


Presidente de Sala

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

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LUIS ALONSO RICO PUERTA

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

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