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FRANCISCO TERNERA BARRIOS

Magistrado Ponente

STC11474-2022
Radicación n.° 11001-02-03-000-2022-02826-00
(Aprobado en sesión de treinta y uno de agosto de dos mil veintidós)

Bogotá D.C., treinta y uno (31) de agosto de dos mil


veintidós (2022).

La Corte decide la acción de tutela promovida por Luis


Alfredo Ramos Botero en contra de las Salas de Casación
Penal y Especial de Primera Instancia de esta Corporación.
Al trámite se dispuso vincular a las partes e intervinientes
del proceso con radicado 110010204000201100131.

I. ANTECEDENTES

1. El gestor procura la salvaguarda de sus garantías


fundamentales al debido proceso y a la libertad.

2. De lo narrado en el escrito inicial, se extraen los


siguientes hechos relevantes:

2.1. El 9 de junio de 2010, cuando el tutelante era


Gobernador de Antioquia, Juan Carlos Sierra Ramírez -alias
El Tuso Sierra, «condenado por varios delitos que lo
relacionaban con las autodefensas», refirió que el actor había
recibido financiación para su campaña al Senado de la
República por parte de grupos ilegales.
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2.2. Por ello, la Sala de Casación Penal de la Corte, en


auto de 1 de febrero de 2011, inició la investigación
correspondiente en contra del accionante; el 27 de agosto de
2013 abrió siguiente instrucción; el 30 de agosto y el 5 de
septiembre del mismo año lo vinculó al proceso penal, le
definió su situación jurídica y le impuso una medida de
aseguramiento, como presunto autor del «delito de concierto
para delinquir agravado»; el 24 de febrero de 2014 se profirió
la resolución de acusación, decisión que quedó ejecutoriada
el 29 de abril posterior; y el 19 de enero de 2015 inició la
audiencia de juzgamiento.

2.3. El 18 de enero se promulgó el Acto Legislativo 1 de


2018, que estableció la doble instancia para los aforados
constitucionales y la separación de las etapas de instrucción
y juzgamiento, razón por la cual el 19 de julio de 2018, tras
varias vicisitudes1, el expediente fue enviado a la Sala
Especial de Primera Instancia.

2.4. El 20 de enero de 2018, Noticias Uno «publicó un


proyecto de sentencia condenatoria» en contra del procesado,
razón por la cual interpuso una tutela2 que fue seleccionada
para revisión por la Corte Constitucional y decidida con
sentencia SU-274 de 2019, en la que se constató que la
filtración había lesionado sus garantías superiores, se
dispuso la compulsa de copias a la Fiscalía General de la
Nación y, según su dicho, se «condicionó la continuidad del
trámite del proceso judicial (…) a que se estableciera la
responsabilidad penal por la filtración»3.

1 El 4 de abril de 2018, la Sala de Casación Penal mantuvo competencia y afirmó que la


Sala Especial aún no estaba integrada.
2 Negada en primera instancia por el Juzgado Séptimo Penal Circuito de Medellín, decisión

que se confirmó por la Sala Penal del Tribunal Superior de Medellín el 13 de julio de 2018.
3 El resuelve de dicha sentencia señala:

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2.5. El 30 de julio de 2020, el señor Ramos Botero


recusó a un magistrado de la Sala Especial de Primera
Instancia, por virtud de una nueva filtración de la ponencia
condenatoria, lo cual fue rechazado el 5 y el 18 de agosto
siguientes. Por ese hecho presentó otra tutela, a la que
accedió, en segunda instancia, la Sala Jurisdiccional
Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura,
ordenando al magistrado de conocimiento «separarse de la
función de (…) ponente»; no obstante, la Corte
Constitucional, en sede de selección, revocó la decisión, pero
declaró la vulneración de sus derechos por la filtración del
borrador de la sentencia4.

Igualmente, el impedimento manifestado por esa causa


por el magistrado cognoscente fue desestimado el 30 de
agosto de 2021 por la Sala Especial de Primera Instancia,
determinación confirmada el 20 de septiembre del 2021 por
la Sala de Casación Penal; asimismo, la recusación
formulada en su contra por el tutelante, por haber emitido
concepto en una entrevista dada a un medio de prensa, se
descartó en auto de 30 de septiembre de 2021.

Segundo. DECLARAR que existió vulneración del derecho fundamental al debido proceso
del señor Luis Alfredo Ramos Botero, materializada en la filtración del borrador de ponencia
del caso No. 35691, seguido en la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia
en contra del aquí actor, hecho cometido por personas en averiguación. Sin embargo, no se
expedirán órdenes de protección por presentarse el fenómeno procesal de la carencia actual
de objeto por daño consumado. La Corte Constitucional declara que esta sentencia
constituye por sí misma una forma de reparación.
Tercero. COMPULSAR COPIAS de la presente actuación a la Procuraduría General de la
Nación y a la Fiscalía General de la Nación para que, en el ejercicio de su funciones, lleven
a cabo las actuaciones a que haya lugar ante la filtración del proyecto de sentencia del
despacho del magistrado sustanciador de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia,
dentro del proceso No. 35691 seguido al señor Luis Alfredo Ramos Botero.
4 En esa providencia, la Corte Constitucional concluyó que no había lugar a separar al

magistrado ponente del conocimiento del asunto, porque no existía soporte de que él
hubiera realizado o permitido la filtración de su proyecto de sentencia. Aceptar una
decisión en ese sentido, en criterio de la Corte:
implicaría i) asumir, previamente y sin garantizar el debido proceso, que ese juez o
magistrado fue quien filtró la información reservada a los medios de comunicación; y ii)
concluir, sin ningún soporte de cara al análisis de cada caso concreto, que el juez o
magistrado tiene un claro interés en el asunto que lo llevó a cometer dicha actuación
calificada como un delito y falta disciplinaria. De igual manera, para esta Corporación, la
pretensión del accionante y la decisión de segunda instancia, se sustentaron en un
entendimiento equivocado de la sentencia SU-274 de 2019, decisión que fue utilizada para
dar un alcance que no corresponde al precedente de la Corte Constitucional.

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2.6. El 1 de octubre siguiente, la Sala Especial de


Primera Instancia lo declaró responsable del delito de
concierto para delinquir con la finalidad de promover grupos
armados ilegales y lo condenó a 95 meses de prisión,
inhabilitación de derechos y funciones públicas por el mismo
lapso e inhabilidad vitalicia para ocupar cargos públicos, le
impuso una multa de 7749.65 s.m.l.m.v. y negó los
subrogados penales5. Esta decisión fue confirmada el 20 de
abril de 2022 por la Sala de Casación Penal.

3. El censor tacha de irregular las decisiones de fondo


adoptadas, porque incurrieron en defecto sustantivo, toda
vez que: (i) lo condenaron por un delito «que no existía en el
ordenamiento jurídico en el momento de la condena»6; (ii) se
le sancionó «sin que se configuraran los elementos del tipo
penal del concierto para delinquir»7; y (iii) las sentencias
dictadas «no aplicaron las normas constitucionales y
jurisprudenciales sobre el derecho a la paz y la obligación de
buscarla que tienen todos los funcionarios públicos»8.

Adujo que las decisiones de instancia estaban inmersas


en defecto fáctico, en tanto los fallos proferidos fundaron la
condena en «pruebas ilícitas», en una «apreciación

5 Con un salvamento de voto.


6 En particular, sostiene que debió aplicarse, por virtud del principio de favorabilidad, la
norma contenida en el artículo 340 de la Ley 599 de 2000, tras las modificaciones
introducidas por el precepto 19 de la Ley 1121 de 2006 y el 12 de la Ley 1762 de 2015;
disposición ésta que, asevera, «ya no contempla el tipo penal de concierto para la comisión
de delitos consistente en la promoción de grupos armados al margen de la ley».
7 A este respecto, el querellante pregona, trayendo en apoyo de su tesis el fallo SP2772-

2018, dictado por la Sala de Casación Penal de esta Corporación, que siendo uno de los
requisitos normativamente previstos para la configuración del tipo penal del concierto
para delinquir la pertenencia del sujeto que lo ejecuta con una organización delincuencial
y que dicha pertenencia «tenga vocación de permanencia en el objetivo de cometer delitos
indeterminados», los querellados se equivocaron al declararlo criminalmente responsable,
pues dicho elemento no estaba probado ni las «conductas que se [le] imputaron (…)
implica[ban] la pertenencia a ninguna organización criminal, así como tampoco una vocación
de permanencia en ella con el objetivo de cometer delitos, de forma persistente y continua».
8 En torno a este aspecto, el tutelante indica que las reuniones que sostuvo con un jefe

paramilitar (alias Ernesto Báez) se efectuaron dentro de las funciones que desarrollaba
como congresista, bajo el postulado de la buena fe y en atención a lo establecido en la Ley
782 de 2002. Luego, en su criterio, las sentencias criticadas no podían concluir, de esos
encuentros, su participación en la comisión del delito por el cual se le acusó.

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irrazonable» de «pruebas cuestionables» y en elementos de


juicio de referencia prohibidos por la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y por el Código de Procedimiento
Penal vigente, «aplicable en virtud del principio de
favorabilidad».

En torno a estos aspectos, la acusación la desarrolla


aduciendo, en primer término, que las sentencias fustigadas
se apoyaron en «gran medida [en el] contexto de los nexos
entre grupos de autodefensas y sectores políticos, sociales y
económicos en el departamento de Antioquia a finales de los
años 90 y comienzos del milenio», siendo ese proceder
abiertamente inconstitucional, ilegal y violatorio de sus
derechos de defensa y presunción de inocencia, habida cuenta
que el ordenamiento jurídico proscribe la utilización de la
«prueba de contexto» para deducir cualquier tipo de
«responsabilidad penal individual». En segundo lugar, acota
que los testimonios recaudados9 y que sirvieron de sustento a
los querellados para condenarlo eran «falsos, cuestionables y
contradictorios».

Advierte que se soslayaron elementos de convicción


«fehacientes»10 que daban cuenta que él no participó en acuerdo
alguno con las autodefensas.

A su vez, expone que se configuró un defecto


procedimental, dado que, «en abierta violación de la
separación entre instrucción y juicio, establecida por el Acto
Legislativo 1 de 2018», la Sala Especial de Primera Instancia
no tramitó la «etapa del juicio [por cuanto se gestionó por la

9 En referencia cita los de Mauricio Palacio Tejada, Carlos Enrique Areiza, Juan Carlos
Sierra Ramírez, Jorge Eliécer Valle, José Raúl Mira Vélez y Andrés de Jesús Vélez.
10 El gestor se refiere las declaraciones de alias Ernesto Báez y de Carlos Alonso Lucio, así

como las de «tres exfiscales generales de la Nación» y de dos «exsenadores», entre otras.

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Sala de Casación Penal]» ni sus magistrados «proyectaron la


sentencia». Lo anterior, a pesar de habersele puesto ello de
presente el 19 de enero de 2018 a la Sala de Casación Penal y
plantearse ese reparo en la apelación propuesta contra el fallo
de primera instancia, no fue contestado por el ad quem.

Por último, sostiene que los accionados violentaron


directamente la Carta Política y, de modo particular, los
principios de «imparcialidad» y de «presunción de inocencia», al
«negarse a reparar la vulneración de (…) derechos [que] fue
reconocida por la Honorable Corte Constitucional en las
Sentencias SU-274 de 2019 y SU-174 de 2021». Esto, dado que
ni los impedimentos ni las recusaciones planteadas al interior
del juicio salieron avante, a despecho de que se estableció que
la filtración de los proyectos de las sentencias a los medios de
comunicación conculcó sus garantías fundamentales.

3.1. En escrito allegado el 24 de agosto pasado, el


accionante solicitó tener en cuenta, para la definición del
amparo constitucional invocado, la «prueba sobreviniente»
contenida en la condena impuesta a Andrés de Jesús Vélez
Franco el 23 de agosto de los corrientes por el Juzgado 42
Penal del Circuito de Bogotá, por el delito de falso testimonio,
en «concurso homogéneo y sucesivo y en concurso
heterogéneo con el punible de fraude procesal, por
testimonios rendidos ante la Corte Suprema de Justicia en
los años 2010 y 2011, en contra de la entonces expresidenta
del Senado, Nancy Patricia Gutiérrez»; dato éste que, en
opinión del gestor, demuestra que ese sujeto es proclive a
emitir declaraciones que no son reales, «lo que es una
evidencia más de que las aseveraciones rendidas en mi
contra no son más que falsas, contradictorias y
cuestionables» y, además, refuerza que las autoridades

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querelladas incurrieron en una «apreciación irrazonable de


los testigos (…) en mi contra (…) en razón de que dieron por
cierto el testimonio confuso, impreciso y sin delimitar
condiciones de tiempo, modo y lugar del señor Andrés de
Jesús Vélez Franco».

4. Con sustento en lo relatado, solicita que se dejen sin


efectos los fallos condenatorios dictados en ambas
instancias, para que se tramite el proceso «de forma
imparcial», de conformidad con lo previsto en el Acto
Legislativo 01 de 2018. En subsidio, exige que se profiera una
sentencia «de primera instancia» que no «incurra en los
defectos en que incurrieron las sentencias impugnadas».

II. RESPUESTAS RECIBIDAS

1. La Sala de Casación Penal defendió la legalidad de


sus actuaciones y afirmó que la tutela no era el mecanismo
para efectuar una nueva valoración del caso del accionante,
máxime que los reparos planteados en esta sede fueron
resueltos en las oportunidades legales y por las autoridades
competentes.

En escrito arrimado el 30 de agosto pasado, se


pronunció acerca de la adición de la tutela, e indicó que
tampoco los argumentos allí vertidos estaban llamados a
prosperar, habida cuenta que el señor Andrés de Jesús Vélez
Franco fue declarado penalmente responsable en un juicio
completamente distinto al ahora escrutado; además, la
condena impuesta al aquí tutelante se fundó en otras
pruebas, distintas a la declaración rendida por aquél.

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2. La Sala Especial de Primera Instancia adujo que no


se configuró una indebida valoración probatoria con
desconocimiento de la normativa aplicable ni el defecto
sustantivo alegado por inexistencia del delito. Precisó que
cuando entró el acto legislativo en vigencia el juicio ya había
culminado y, por ende, no podía surtirse nuevamente, de
conformidad con lo previsto en el artículo 40 de la Ley 153
de 1887. Destacó que el hecho de que el tutelante no
compartiera lo definido sobre los impedimentos y
recusaciones no viabiliza la tutela y que no estaban
acreditados los requisitos de procedibilidad de este
instrumento.

El 31 de agosto anterior hizo referencia a la


complementación del amparo que efectuare el actor
constitucional, oponiéndose a que lo allí manifestado tornare
procedente el auxilio implorado. Esto, en tanto (i) los hechos
por los cuales «al parecer» fue condenado Andrés Vélez
Franco no tenían relación con los juzgados en el decurso
confutado; y (ii) la sanción impuesta a aquél no descalificaba,
per se, su testificación, ni lo inhabilitaba para declarar.

III. CONSIDERACIONES

1. En el sub examine, el impulsor exige que se deje sin


efectos el fallo de 1 de octubre de 2021, proferido por la Sala
Especial de Primera Instancia, que lo declaró penalmente
responsable del delito de concierto para delinquir con la
finalidad de promover grupos armados ilegales, así como el
de 20 de abril de 2022, dictado por la Sala de Casación Penal,
que confirmó íntegramente -y en sede de apelación- aquélla
determinación.

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Esta Corporación centrará su examen en ésta última


providencia, en vista de que fue a través de ella que quedó
definida la disputa y establecida, de manera definitiva, la
responsabilidad criminal del aquí gestor.

2. Preliminarmente, resulta indispensable puntualizar


que la acción de tutela es improcedente para reabrir los
asuntos ya decididos en los respectivos procesos judiciales,
pues, de interpretarse en ese sentido las reglas que regulan
este mecanismo, no solo se desconocería la institución de la
cosa juzgada, sino que se quebrantarían los principios de la
autonomía e independencia de los jueces, de manera que solo
excepcionalmente se puede acudir a la protección ius
fundamental, en el evento en que el juzgador adopte una
determinación o adelante un trámite en forma totalmente
alejada de lo atendible, fruto del capricho o de manera
desconectada del ordenamiento aplicable, con vulneración o
amenaza de los derechos fundamentales del ciudadano y
siempre que se hayan agotado, en debida forma, los recursos
procedentes.

3. Pues bien, revisada la actuación censurada, se


observa que la autoridad accionada expuso motivadamente
las razones por las cuales consideró que debía mantenerse la
sentencia dictada en primera instancia.

3.1. De cara a los reproches enfilados a que,


inmediatamente entrado en vigor del Acto Legislativo 01 de
2018, el proceso debió remitirse a las Salas Especializadas,
porque la Homóloga de Casación Penal había perdido
competencia para seguirlo gestionando, la autoridad
convocada precisó lo siguiente:

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Por los antecedentes acotados inicialmente se conoce que el


proceso seguido en contra de Luis Alfredo Ramos Botero como
aforado constitucional, fue adelantado por la Sala de Casación
Penal de la Corte Suprema con estricto arreglo a la regulación
vigente y contenida en la Ley 600 de 2000, por expreso mandato
del Art.533 de la Ley 906 de 2004, precepto de acuerdo con el cual
los asuntos señalados en el Art.235.3 de la Constitución, esto es,
los procesos penales adelantados contra miembros del Congreso
debían seguirse bajo los lineamientos rituales de la referida Ley
600; procedimiento éste que, a su vez, debía cursar en única
instancia por así preverlo normas superiores, conforme a la
hermenéutica en esta materia fijada por la Corte Constitucional,
como se constata, entre otros, en los asuntos T-1246 de 2008, SU-
811 de 2009, T-146 de 2010, SU-195 de 2012 y SU-198 de 2013,
bajo el claro entendido que antes de la expedición del Acto
Legislativo de 2018, esta clase de actuaciones no conllevaba
vulneración de normatividad superior alguna, pues su curso en
única instancia era el adecuado a la normativa constitucional
patria vigente.

Imperativo igualmente señalar que, con posterioridad al 18 de


enero de 2018, fecha para la cual ya había culminado la audiencia
pública e ingresado el proceso a despacho para emitir sentencia,
no hubo absolutamente ninguna actuación procesal en este
expediente, como no podía suceder dado el estanco procesal en
que se encontraba. Y que solamente la Sala Penal se pronunció
para ratificar, refrendar o reafirmar por mayoría de sus
integrantes su competencia para proferir sentencia en este
asunto…

7. En todo caso, de manera profusa, hubo la Corte de pronunciarse


a partir de la entrada a regir del Acto Legislativo 01 de 2018, en
el sentido de advertir que el mandato contenido en dicha reforma
constitucional no suponía ipso facto el decaimiento de las
competencias y responsabilidades propias de la Sala de Casación
Penal, toda vez que el hecho de la promulgación de tal normativa
no entrañaba la entrada en funcionamiento de las nuevas Salas
Especiales creadas, pues, como era material y racionalmente
entendible, el período en tránsito hasta la conformación de las
listas de candidatos a las mismas, su elección, posesión y
consiguiente discernimiento de nuevas competencias, no podía
implicar la cesación o suspensión de aquellos procesos que ya
tenían existencia jurídico-procesal. Esta fue la única tesis
sostenida por la Sala en forma reiterada en los proveídos Rad.
51142, 37395, 50969, 39768, 35215, 47188, 32785, 52029,
49315 de 2018 y 54795 de 2019, entre muchos otros.

8. Para abundar en razones sobre la postura que se cita y


prevalece, también la Corte se pronunció, haciendo además notar
que el criterio de la Sala de Casación Penal fue respaldado por la
Corte Constitucional, con lo cual, desde luego, queda al propio
tiempo despejado cualquier reparo sobre la juridicidad de la
solución implementada, para mantener vigentes los principios
superiores del derecho y la administración de justicia en estos
casos (…).

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Fue con fundamento en lo antelado que concluyó que


no existía reparo alguno «en orden al trámite que se ha dado
a este proceso desde la perspectiva de la competencia
ejercida en cada momento para su adelantamiento y decisión
final».

3.2. Acerca de la incidencia de las filtraciones de los


proyectos de las sentencias condenatorias y su aptitud para
provocar la separación del conocimiento del asunto de
algunos magistrados que venían conociendo la causa, la Sala
de Casación Penal, después de referirse a lo resuelto en las
sentencias CC SU-274 de 2019 y CC SU-174 de 2021 de la
Corte Constitucional, expuso:

…como fue resuelto con toda claridad por la Corte Constitucional


en la decisión referida, la separación automática del Magistrado
resultaba inadmisible, en la medida en que el supuesto en que se
afianzó no está erigido legalmente como causal impedimento y la
circunstancia de que se expusiera al conocimiento público el
proyecto de sentencia sin tratarse de un hecho directa y
comprobadamente atribuible a la autoridad judicial, no podía ser
admitido como un instrumento litigioso jurídico para provocar su
inhabilitación.

…el hecho de su revelación no posibilita presumir que ha sido la


autoridad cognoscente quien ha franqueado el sigilo legal, que fue,
precisamente, la inusitada presunción que se valió la otrora Sala
Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura
para tutelar los derechos del actor.

En esta materia, el amparo a los derechos del doctor Ramos Botero


excluyó separar del conocimiento al Magistrado Torres Rojas, por
no configurarse una situación objetiva de afectación de su
imparcialidad, sólo admisible cuando se demuestra que ha sido el
juez responsable de la filtración y de ello no existía prueba alguna
en este caso.

En relación con el mismo tópico, puso de presente que


múltiples fueron los pronunciamientos emitidos para
resolver los reparos del actor cimentados en la falta de
imparcialidad de los magistrados cognoscentes, por la
infracción de la reserva del sumario:

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Precisamente, en orden al ejercicio de tal protección, el 14 de julio


de 2020, el doctor Ramos Botero manifestó a la Sala de Primera
Instancia que se había producido información en Noticias 1, de
acuerdo con la cual existía un proyecto de sentencia condenatoria
en su contra, solicitando se ratificara o desmintiera la misma. El
día 23 de dicho mes (…) se le dio respuesta advirtiendo que
cualquier tema relacionado con un proyecto era, justamente,
reservado.

El 30 de julio de 2020[,] el apoderado del doctor Ramos presentó


una solicitud al Magistrado Torres Rojas, con miras a que “si fuera
necesario”, se declara impedido. Esta indirecta manera de
recusación adujo como principal motivo el hecho de haberse
producido una “nueva” filtración del contenido de un proyecto de
sentencia (…). Por auto de 5 de agosto el funcionario rechazó la
recusación instada, razón por la cual el asunto fue remitido al
despacho del Magistrado restante, mismo que en Sala integrada
con un Conjuez, por auto del 18 de agosto declaró “infundada la
recusación” (…).

El 8 de septiembre de 2020, un nuevo escrito de recusación fue


presentado por el doctor Ramos Botero en contra de la Sala
Especial de Primera Instancia, mismo rechazado por los
Magistrados Torres Rojas y Caldas Vera a través de sendos autos
calendados el 14 de septiembre (…). Integrada Sala de Conjueces,
por auto del 28 de septiembre ratificaron la manifestación de los
funcionarios titulares, declarando “infundada” la recusación
aducida en su contra (…).

Finalmente, retornado en los términos de la sentencia SU174 el


proceso a conocimiento del Magistrado Torres Rojas, el 24 de
agosto de 2021 se declaró impedido en orden a precaver cualquier
temor sobre la estricta imparcialidad de sus funciones
jurisdiccionales. Por auto de agosto 30 de 2021, los restantes
integrantes de la Sala Especial, declararon infundado el
impedimento (…). Esta decisión fue ratificada por la Sala de
Casación Penal en su proveído del 20 de septiembre posterior.

Una nueva recusación fue promovida por el doctor Ramos Botero


en contra del Magistrado Torres Rojas el 24 de septiembre, misma
que no fue aceptada por el funcionario el 28 de esa calenda y
declarada infundada por los demás integrantes de la Sala
Especial el día 30.

Con la vista puesta en ello, concluyó:

14. Consolidado el amparo de los derechos del doctor Ramos


Botero en los términos indicados a través de los mecanismos
legales y constitucionales habilitados para el efecto, la afirmación
según la cual se ha puesto en ciernes la indemnidad estricta del
derecho a ser juzgado con imparcialidad, contrata con el ejercicio
de aquellos medios que han estado adecuadamente encaminados
a garantizarla.

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Se ha glosado en detalle la multiplicidad de postulaciones que en


tal dirección han sido empleadas, llegando incluso a solicitar a la
Corte Constitucional la nulidad de la sentencia SU174 de 2021…

El hecho de que el apelante discrepe de las decisiones que se han


adoptado frente a cada una de sus pretensiones, orientadas como
han estado esencialmente a procurar sustituir a su juez con el
indefinido argumento de persistir parcialidad de su parte, o que
una vez más al sustentar el recurso de apelación sostenga que la
prueba del quebranto de la garantía de imparcialidad proviene de
las decisiones en que la han sido denegadas, hace evidente la
falta de razón que le asiste.

3.3. Sobre la tipicidad y la adecuación de la conducta


desplegada por el aquí gestor al punible por el cual se le
acusó, la Sala de Casación Penal, tras referirse al contenido
normativo del precepto 340 del Código Penal -con la
modificación que le introdujo el artículo 8 de la Ley 733 de
2002- y los presupuestos del delito, relacionar la
jurisprudencia que consideró aplicable y hacer referencias a
la violencia que azotó varias regiones del país derivada del
fenómeno paramilitar y sus nexos con la clase política y su
incidencia en los procesos electorales, adujo:

23. Para abordar este aspecto que se relaciona directamente con


los nexos existentes entre el procesado Ramos Botero y algunas
facciones integrantes del paramilitarismo o de quienes conocieron
dicho vínculo y que de la misma manera afianzan el grado de
proximidad habido entre ambos extremos del concierto imputado,
es imprescindible comenzar por destacar que fue precisamente en
el Departamento de Antioquia, como de ello da cuenta la historia
judicial que lo atestigua inocultablemente en donde emergieron con
abrumadora fuerza grupos armados ilegales, autodefensas o
carteles de la droga, que culminaron por adherir a diversos actores
políticos y desencadenaron en bandas o combos que aún a la
fecha constituyen motivo de desestabilidad social...

Sobre la influencia en apoyos proselitistas en concreto, derivados


del acuerdo ilegal, no dejan margen a dudas en este proceso las
declaraciones de Diego Fernando Murillo Bejarano a. Don Berna,
Rodrigo Pérez Álzate a. Julián Bolívar, Freddy Rendón Herrera a.
Alemán, Iván Roberto Duque a. Ernesto Báez, Pablo Hernán Sierra
a. Alberto Guerrero, Herbert Veloza a. HH y Raúl Emilio Hazbun a.
Pedro Bonito…

De este vínculo o nexo entre diversos grupos armados al margen


de la Ley aglutinados como paramilitares, obran profusos

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testimonios, a través de los cuales se logró conocer que en forma


directa o indirecta se produjeron apoyos personales o a sus
campañas políticas, por ser considerado afín a su causa en el
propósito que los hizo incidentes en la realidad y dinámica de
nuestras instituciones, con particular ámbito de afectación en el
Departamento de Antioquia y su capital…

En este sentido, no está de más precisar que si bien el apoyo


político a una campaña no es en sí mismo delictivo, sin duda
adquiere tal carácter cuando se ofrece por un grupo armado que
controla y tiene poder general en un sector de potenciales
electores; con mayor razón cuando como sucede en el presente
asunto, el acceso a zonas determinadas de población o para hacer
política, sólo era posible si el grupo armado lo permitía, o en todo
caso con su aquiescencia, medida en la cual resulta evidente que
los apoyos en ese sentido recibidos por el procesado, a su vez
promotor de esos grupos armados, lo fueron consiguientemente y
sin duda, a través de la forzosa afectación de mecanismos de
participación democrática.

Se ocupó de los reproches enfilados a la exclusión de


algunos testimonios, que plantearan los apelantes, ataques
que desestimó, por cuanto:

…ningún reparo a priori puede admitirse, como se ha procurado


por la defensa técnica y material en este proceso, que sustraiga
del plexo probatorio algunos testimonios, fundado en el hecho de
ser quienes han declarado en contra del procesado Ramos Botero,
en su mayoría ex integrantes de organizaciones armadas al
margen de la ley y por ende condenados por delitos ejecutados
durante esa militancia.

Dado el carácter bilateral del acuerdo ilegal subyacente al delito


de concierto imputado, difícilmente alguien que no hiciera parte o
estuviera cerca de los extremos delictivos inmersos en dicho pacto
podría declarar sobre los hechos que lo configuran...

Por ende, la condición de delincuente confeso no niega ni debilita


automáticamente la credibilidad de un testigo, ni haber sido
declarado penalmente responsable per se lo mengua…

Tampoco debe tolerarse tal efecto, a través del mecanismo


relacionado con procurar desacreditar la veracidad de un testigo
utilizando con dicho propósito un instrumento paralelo litigioso
consistente en sistemáticamente denunciar a cuantos han
declarado en contra de los intereses del procesado, lo anterior
desde el lugar común de afirmar tener fuente sus revelaciones en
lo que se ha dado en llamar con esa generalidad que quiere
abarcar y descalificarlo todo, un imaginario y amorfo “cartel de
falsos testigos”.

Mucho menos ante la clara circunstancia de que en relación con


cuantos han declarado en esta actuación, nada evidencia ventajas

14
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personales o procesales de haber consolidado imputaciones a


terceros, ni se acreditan concretos y reales beneficios punitivos
surgidos de sus atestaciones.

A renglón seguido, la Sala de Casación Penal centró su


atención en declaraciones rendidas por diversas personas11,
así como las del propio Ramos Botero, a cada una de las
cuales -dicho sea de paso- se ocupó de señalarles el mérito
que les atribuía y de despachar los reparos que frente a
algunas de ellas tenían los recurrentes; fruto de ese laborío,
determinó que estaba

…plenamente acreditado, no solamente que el cometido de la


reunión urdida con sujetos al margen de la ley en relación con los
Congresistas que participaron de la misma se cumplió a cabalidad,
sino que el apoyo en las pretensiones que les fueron expresadas se
consolidó completamente, sin que desde luego se ponga en duda
con hechos posteriores que escaparon de su dominio, pues
conforme lo reconocieron los miembros de las AUC, la declaración
de inconstitucionalidad por parte de la Corte a la norma de sedición
no era algo con lo que se contara en manera alguna y mucho menos
que enseguida se produjera la extradición a los Estados Unidos de
América de muchos de sus miembros, todo lo cual se recaba, no
desdice por supuesto del hecho acreditado de revelarse un acuerdo
con paramilitares desde años atrás, mismo que en relación con la
velada referida, encontró sustento para sus finalidades frente a la
Ley posteriormente aprobada.

A Ramos Botero no se le ha deducido responsabilidad penal en la


decisión impugnada en relación con el delito que se le ha imputado
respecto de la reunión de Bellanita, simplemente por no haber
tenido aval del Gobierno Nacional, contraviniendo el mandato de la
Ley 782 de 2002, como lo sugiere la defensa. La ilegalidad de ese
hecho emerge de estar constatado que tal encuentro hizo
inocultable el compromiso o connivencia existente entre el político y
los miembros del paramilitarismo, desde varios años atrás y que
propugnaba consolidar su apoyo o promoción de tales grupos
delincuenciales.

Está probado que el Congresista acudió a dicha reunión con


conocimiento pleno del objeto de la misma y el hecho de que se
procuraba sustentara la causa paramilitar, ahora jugada frente a
un acuerdo de paz que debía consolidarse con efectos jurídicos a
través de la Ley que se debatía en el Congreso de la República…
11Juan Carlos Sierra Ramírez, Andrés de Jesús Vélez Franco, José Raúl Mira Vélez,
Jorge Eliécer Valle, Carlos Enrique Areiza Arango, Yecici Alberto Castañeda, Diego
Fernando Murillo Bejarano (alias Don Berna), Juan José Llano Gil, Jorge León
Sánchez Mesa, Mauricio de Jesús Palacios Tejada, Jaime Alonso Cano Martínez,
Pablo Hernán Sierra García, Óscar Alberto Ar boleda Palacio, Iván Roberto Duque
García, Álvaro Uribe Vélez (certificación jurada), Mario Germán Iguarán Arana, Guillermo
Mendoza Diago, Camilo Alfonso Ospina Bernal, Luis Camilo Osorio Isaza, entre otros.

15
Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

51. Como quedó visto, el examen en extenso de este encuentro en


la finca Bellanita, aunque pudiera revelar una finalidad
aparentemente lícita por referirse al trámite de la Ley de Justicia
y Paz que perseguía la desmovilización de grupos armados, ha
permitido no solamente como era necesario, responder uno a uno
los argumentos relacionados con su acaecimiento, fundamento
legal o propósitos expuestos por la defensa técnica y el procesado;
sino esencialmente, desde luego, hacer evidente la relación
existente entre el procesado y el grupo paramilitar, pues a la vez
que desdice del aparente fin loable implícito, en realidad, tal
reunión tuvo por cometido, como se advirtió, que los integrantes de
dicha organización al margen de la ley obtuvieran, además, un
status político, mismo que les asegurara impunidad a través de la
tipificación de sus conductas como sedición.

Por tanto, no era lícita esa finalidad, como se ha develado, cuando


ni más ni menos no solo conllevó a la exaltación y enaltecimiento
de individuos al margen de la ley, estableciendo un inaudito trato
simétrico, sino que derivó en la inmediata desvinculación punitiva
para los autores de multiplicidad de crímenes y hechos de
violencia que caracterizaron al grupo armado, conforme finalmente
quedó así establecido en la Ley de Justicia y Paz.

52. De esta manera, concluye la Corte en que está plenamente


acreditado, que el doctor Ramos Botero se concertó con miembros
de una asociación delictiva paramilitar, no sólo para promover su
existencia, sino para aprovecharse de los apoyos que en diverso
sentido le servían a sus aspiraciones electorales al Senado de la
República y a la Gobernación de Antioquia, todo lo cual quedó al
descubierto con las diversas reuniones y apoyos económicos y
electorales de que ha dado cuenta profusa prueba destacada y
que culminaron en la finca Bellanita, so pretexto de incidir en el
trámite de una ley que indudablemente iría a favorecer al grupo
armado, al darle la posibilidad de obtener un status político, según
se ha recabado.

No se trató en este proceso, desde luego, de cuestionar las


relaciones sociales o políticas del procesado que por sí mismas no
denotarían una situación objetiva de peligro para la seguridad,
sino de la manera en que se articuló con un grupo armado al
margen de la ley para alcanzar propósitos electorales, lo cual si
connota una situación objetiva de peligro demostrada, como ya se
dijo, a través de los diversos contactos examinados, especialmente
durante los años 2001 a 2007, con integrantes de los Bloques
Héroes de Granada o Centauros, conforme acreditaron Juan
Carlos Sierra Ramírez y Andrés de Jesús Vélez Franco; con el
Bloque Metro y el Cartel de la Gasolina, acorde con la versión de
José Raúl Mira Vélez y articulado por Metroseguridad y la llamada
Oficina de Envigado -dedicadas a patrocinar bandas y combos en
la ciudad de Medellín-, conforme depuso Jorge Eliécer Valle y de
la recepción de dineros y apoyos a sus campañas políticas, como
lo narraron Carlos Enrique Areiza Arango y Yecici Alberto
Castañeda, todos los cuales articulaban a su vez la efectiva
comisión de múltiples delitos en la región que pertenecía al ámbito
de su influencia (Se subraya).

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

Así, tras haber «logrado un conocimiento más allá de


toda duda (…) acerca del delito de concierto para delinquir
agravado imputado al doctor Luis Alfredo Ramos Botero y de
la responsabilidad penal que le asiste», concluyó que la
sentencia de primer nivel debía ratificarse.

4. Revisada la determinación cuestionada, se evidencia


que la Colegiatura ad quem ponderó, motivadamente, los
aspectos planteados en la alzada, que -en buena parte-
aparecen reproducidos en la tutela ahora examinada, de lo
cual concluyó que ningún yerro procedimental con
repercusión en garantías fundamentales se había
estructurado; que las violaciones a la reserva sumarial
carecían de la entidad de socavar la imparcialidad de los
funcionarios judiciales que instruyeron el proceso; y que el
aquí tutelante sí era responsable del reato de concierto para
delinquir agravado, por el cual se le acusó y que aparecía
tipificado en el artículo 340 del Código Penal vigente.

4.1. En efecto, nótese que la Sala accionada analizó


todas las actuaciones desplegadas para controvertir la
imparcialidad de los jueces de conocimiento, principalmente,
las derivadas de las filtraciones verificadas en el asunto, las
cuales fueron atendidas en las respectivas oportunidades,
aspecto que también precisó la Corte Constitucional en la
SU-174-2021, al indicar que los hechos verificados no
pueden controvertirse «en un aval automático para separar
al juez del conocimiento del asunto» vía tutela, como se
insiste en esa instancia, sumado a que, en aras de garantizar
esa imparcialidad, se adoptaron las medidas pertinentes,

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

pues en el asunto incluso se aceptaron, en su momento, los


impedimentos expuesto por algunos magistrados12.

Aunado a ello, se revisó el tema procedimental,


reiterando el criterio expuesto en el respectivo juicio y se
estudiaron las probanzas allegadas, solo que, respecto de
ellas, la Sala, aplicando las reglas de la sana crítica, no
aceptó los argumentos de la defensa y determinó que, en
conjunto, los elementos de juicio allegados establecían la
conducta endilgada.

4.2. Así las cosas, las conclusiones del colegiado


accionado, precedidas -como estuvieron- de una valoración
motivada y razonable de las actuaciones surtidas, de las
pruebas recaudadas y en aplicación de la normatividad que
en criterio del operador judicial accionado era la llamada a
regir el asunto, no se muestra abiertamente arbitrarias o
alejadas del ordenamiento jurídico, la tutela propuesta no se
abre paso.

En ese orden, se observa una disparidad de criterios


entre lo considerado por el Colegiado accionado -en el
desarrollo del ejercicio normal de las facultades y amparado
en los principios de autonomía e independencia judicial- y lo
planteado por las solicitantes, la salvaguarda peticionada no
se abre paso, por cuanto el juez constitucional no es el
llamado a dirimir la controversia, a modo de juez de
instancia, arrogándose competencias que no le

12 En su oportunidad, por auto AP4350-2021, se declararon fundados los


impedimentos de los magistrados Patricia Salazar Cuellar, José Francisco Acuña
Vizcaya, Eugenio Fernández Carlier, Luis Antonio Hernández Barbosa y Eyder Patiño
Cabrera, porque «participaron del debate en el seno de la Sala de Casación Penal de
la ponencia de sentencia radicada por el ponente del asunto; situación que, sin lugar
a dudas, afecta su ecuanimidad en el caso concreto, lo que hace prudente su
separación del asunto».

18
Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

corresponden. Al respecto, esta Corporación ha esgrimido


que:

el juez de tutela no es el llamado a intervenir a manera de árbitro


para determinar cuáles de los planteamientos valorativos y
hermenéuticas del juzgador, o de las partes, resultan ser los más
acertados, y menos acometer, bajo ese pretexto, como lo pretende
la actora, la revisión oficiosa del asunto, como si fuese uno de
instancia. Y, de otro, que la adversidad de la decisión no es por sí
misma fundamento que le allane el camino al vencido para
perseverar en sus discrepancias frente a lo resuelto por el juez
natural (STC 28. mar. 2012, Rad. 00022-01, reiterada
recientemente en la STC7607-2021).

A su vez, la Sala ha considerado que:

no se puede recurrir a la acción tutelar para imponer al fallador


una determinada interpretación de las normas procesales
aplicables al asunto sometido a su estudio o una específica
valoración probatoria, a efectos de que su raciocinio coincida con
el de las partes’ (CSJ STC, 18 abr. 2012, rad. 2012-0009-01; STC,
27 jun. 2012, rad. 2012-00088-01; y STC, 12 ag. 2013, rad. 2013-
00125-01) (cita refrendada en la STC15178-2019).

Lo dicho se extiende a las apreciaciones de los


elementos de convicción allegados al plenario, de cuya
evaluación conjunta concluyeron que el aquí impulsor era
responsable penal del punible del cual fue acusado, según la
normativa vigente, toda vez que, sobre la valoración
probatoria, la Corte tiene sentado que este mecanismo
constitucional no es el indicado para obtener un nuevo
estudio de las pruebas recaudadas en el proceso, pues

(…) resulta infructuoso en esta sede recriminar la apreciación de


los medios de acreditación hecha por los juzgadores naturales,
dado que ese es el espacio en el que con especial énfasis emerge
el principio constitucional de la independencia judicial; en efecto,
en múltiples sentencias, entre ellas, la de 29 de junio de 2011,
exp. 2011-01252-00, la Corte ha decantado que: ‘(…) el campo en
donde fluye la independencia del juez con mayor vigor, es en
cuanto a la valoración de las pruebas. Ello por cuanto el
administrador de justicia es quien puede apreciar y valorar, de la
manera más certera, el material probatorio que obra dentro de un
proceso, inspirándose en los principios científicos de la sana
crítica; por lo tanto, a juicio de la Corte, la regla general de que la
figura de la vía de hecho solamente puede tener una aplicación en

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

situaciones extremas debe ser manejada con un criterio


restrictivo… (CSJ. STC de 25 de enero de 2012, exp. 2011-02659-
00, reiterado en STC7213-2020).

5. De otro lado, se advierte que, si el gestor estimaba


que en el fallo de segundo grado no se hizo explícita
referencia al reparo que, dice, propuso en la alzada, en el
sentido que la Sala Especial de Primera Instancia debió
adelantar -en su totalidad- nuevamente la etapa de
juzgamiento, lo pertinente era acudir al mecanismo de la
adición, contemplado en el artículo 287 del Código General
del Proceso, aplicable al ámbito procedimental penal por obra
de lo dispuesto en los cánones 23 de la Ley 600 de 2000 y 25
de la Ley 906 de 2004.

Lo anterior, no obsta para señalar que, conforme al


precedente jurisprudencial relacionado, la sola circunstancia
de que la Sala Especial de Primera Instancia no hubiere
surtido el estadio procesal en comento, en modo alguno
entraña la conculcación de las garantías constitucionales del
gestor, tal y como lo ha considerado la Sala de Casación
Penal en asuntos análogos al ahora escrutado, al señalar:

Sostiene el impugnante que la Sala de Casación Penal de la Corte


no tenía competencia para adelantar el juicio oral, porque desde
que se profirió el Acto Legislativo 01 de 2018, que entró a regir el
18 de enero de esa anualidad, la competencia para juzgar a los
gobernadores le corresponde a la Sala Especial de Primera
Instancia de esta Corporación.

Pues bien, la Corte ha sostenido mayoritariamente que al no


haberse previsto en el Acto Legislativo número 01 del 18 de enero
de 2018, un régimen de transición entre el sistema anterior y el
nuevo método de investigación y juzgamiento para aforados
constitucionales, la falta de implementación material de las
nuevas Salas especializadas no puede ser una excusa para
suspender el acceso y la administración de justicia, propiciando
de esa manera un limbo en el que los funcionarios del Estado del
más elevado nivel puedan gozar de intolerables espacios de
impunidad, ante la imposibilidad de controlar judicialmente sus
actos ilícitos (CSJ AP422-2018, Rad. 39768; CSJ AP495-2018,
Rad. 37395; CSJ SP364-2018, Rad. 51142, entre otras)…

20
Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

De esta manera, no es cierto que la Sala de Casación Penal de la


Corte Suprema de Justicia, no tenía competencia para continuar
con la etapa de juzgamiento que inició el 18 de mayo de 2017 –
fecha en que se llevó a cabo la audiencia de formulación de
acusación-, hasta el 16 de julio de 2018 – data en la que se
clausuró el debate probatorio-, pues, si bien, en ese interregno se
profirió el Acto Legislativo 01 de 2018 – 18 de enero de 2018-, es
lo cierto que la Sala Especial de Primera Instancia de esta
Corporación sólo entró en funcionamiento el 18 de julio de 2018.
Es decir, para cuando se clausuró el debate probatorio al interior
de esta actuación – 16 de julio de 2018-, aún no estaba
funcionando la Sala Especial de Primera Instancia – 18 de julio de
2018-, por lo que no se configura ninguna irregularidad sustancial
que afecte la estructura conceptual del proceso.

Pretender que ante aquel panorama – la creación de las Salas


Especializadas de Investigación y Juzgamiento de la Sala de
Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, sin que
estuvieran funcionando-, la Sala de Casación Penal de la Corte
Suprema de Justicia suspendiera el trámite de la presente
actuación hasta que entrara en funcionamiento la Sala Especial de
Juzgamiento, sin ninguna causa legal, implicaría desconocer el
principio de legalidad, el debido proceso – plazo razonable y sin
dilaciones injustificadas-, el deber de administrar justicia con
celeridad y diligencia, y el acceso a la administración de justicia,
derechos y garantías (…) y que la Corte estaba llamada a
garantizar (…) (CSJ, SP1209-2021).

Dicho criterio, además, corresponde al seguido por la


Corte Constitucional en sede de unificación jurisprudencial:

En primer lugar, es claro que la inexistencia física de la Sala


Especial de Primera Instancia supuso para la Sala de Juzgamiento
la imposibilidad real e insuperable de remitirle el expediente, con
el fin de que aquella aprobara la sentencia de primer grado y, de
esta forma, hiciera efectivo el derecho del actor a impugnar la
primera providencia inculpatoria ante el pleno de la Sala de
Casación Penal, como lo dispone el Acto Legislativo 01 de 2018
(artículo 235.6 de la C.P.). Pese a que esta parece ser una situación
inane, es importante si se considera que la entrada en
funcionamiento de la Sala Especial de Primera Instancia no solo
dependía de la voluntad de la Corte de Suprema de Justicia, sino
también de la coordinación e involucramiento de otros actores que
garantizaran los recursos físicos y humanos para que ello fuera
factible. Al respecto, está demostrado que, a partir del 18 de julio
de 2018, la Sala de Juzgamiento envió a la Sala Especial de
Primera Instancia los once procesos de aforados que para ese
momento se encontraban en etapa de juicio, proceder que
evidencia la presteza de esa Corporación para dar aplicación a la
reforma constitucional.

Y, en segundo lugar, para la Corte Constitucional es evidente que


la Sala de Juzgamiento no podía, so pretexto de que la Sala

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

Especial de Primera Instancia no había sido conformada,


abstenerse de tomar una decisión de fondo sobre la
responsabilidad del señor Morales Diz en la comisión de los delitos
por los que fue investigado. Esto es así, porque una omisión de esa
naturaleza habría implicado, no solo la violación del derecho
fundamental del accionante al debido proceso –en la faceta
relativa a que su situación se resolviera en un plazo razonable y
sin dilaciones injustificadas–, sino también el desconocimiento del
deber de administrar justicia con celeridad y diligencia (artículo
229 de la C.P.), así como del carácter perentorio de los términos
procesales (artículos 15 de la Ley 600 de 2000)…

Para la Sala Plena, las razones indicadas en precedencia son


suficientes para concluir que la sentencia condenatoria aprobada
el 31 de mayo de 2018 en única instancia contra el accionante no
incurrió en un defecto orgánico, pues (i) la Sala Especial de Primera
Instancia no había entrado en funcionamiento para esa fecha y (ii)
la Sala de Juzgamiento de la Sala de Casación Penal debía emitir
sentencia para proteger el derecho fundamental del actor al debido
proceso y cumplir con su obligación de administrar justicia de
forma célere y, además, (iii) porque no estaba habilitada por una
norma legal para suspender el proceso por un cambio en la
competencia. Al respecto, resulta necesario recordar que, de
acuerdo con la jurisprudencia constitucional, para que se configure
un defecto orgánico no es suficiente alegar la falta de competencia
del funcionario judicial, sino que corresponde demostrar que desde
todo punto de vista la autoridad judicial no estaba investida de la
potestad de administrar justicia (SU-373 de 2019).

Por lo expuesto, la Sala de Casación Penal mantuvo la


competencia del asunto hasta cuando entró en
funcionamiento la Sala Especial, de manera que sus
actuaciones, al haberse surtido en ejercicio de las facultades
constitucionales y legales, mantuvieron validez, por lo que no
se observa el vicio alegado.

6. Finalmente, frente a lo plasmado en el escrito


radicado ante esta Colegiatura el 24 de agosto pasado, por
obra del cual el accionante suplicó tomar en consideración
que uno de los testigos (Andrés de Jesús Vélez Franco) fue
declarado penalmente responsable en otro proceso por falso
testimonio, en concurso con fraude procesal, el pasado 23 de
agosto de 2022, la Sala advierte que dicho pedimento no sale
avante, por cuanto corresponde a un hecho posterior y, por
ende, no fue objeto de valoración en su momento, sumado a

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

que, en este caso, como se observó, el fallo se sustentó en


distintas probanzas y no exclusivamente en la declaración
del señor Vélez Franco; además, si el actor lo estima
procedente, puede plantear ese reparo ante el operador
competente, de conformidad con lo previsto en el artículo 220
de la Ley 600 de 2000, para que se analice lo que en derecho
corresponda.

7. Colofón de lo razonado, se desestimará el auxilio


peticionado.

IV. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


en Sala de Casación Civil, administrando justicia, en nombre
de la República de Colombia y por autoridad de la ley, NIEGA
la salvaguarda reclamada.

Comuníquese lo resuelto en esta providencia a los


interesados, por el medio más expedito, de conformidad con
lo previsto en el artículo 30 del Decreto 2591 de 1991, y
oportunamente envíese el expediente a la Corte
Constitucional, para su eventual revisión.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

HILDA GONZÁLEZ NEIRA


Presidente de Sala

MARTHA PATRICIA GUZMÁN ÁLVAREZ

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-02826-00

LUIS ALONSO RICO PUERTA


(Ausencia Justificada)

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

24
Firmado electrónicamente por Magistrado(a)(s):

Hilda Gonzalez Neira

Martha Patricia Guzmán Álvarez

Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo

Octavio Augusto Tejeiro Duque

Francisco Ternera Barrios

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto
en artículo 103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

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