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INSTITUTO TÉCNICO INDUSTRIAL PARA VARONES DE

QUETZALTENANGO

CURSO: Literatura Hispanoamericana.

CATEDRÁTICA: Ana Gregoria Recinos Quiñones.

GRADO: 6to. Bachiller Industrial y Perito en una Especialidad.


SECCIÓN: “C”.

TRABAJO DE EXPOSICIÓN E INVESTIGACIÓN SOBRE LA LITERATURA


GUATEMALTECA.

INTEGRANTES: CLAVE:
García Godínez, Ronald Josué. 14.
García Salanic, Héctor Salvador. 15.
Gómez Ajanel, Jonathan Anderson. 16.
Gómez Cifuentes, Ricardo Alexis. 17.
Gómez López, Daniel Alexander. 18.

Quetzaltenango 21 de agosto de 2018.


1
INTRODUCCIÓN.

El siguiente trabajo que a continuación se le presentara habla sobre la


literatura guatemalteca, dando a conocer su origen, cambios, evolución,
escritores y obras que está contiene. La literatura guatemalteca es una de las
más influyentes en la literatura Hispanoamérica, debido a el contenido de la
misma como el origen el hombre y la riqueza de la tierra, siendo así una de las
más reconocidas al nivel de Hispanoamérica.

2
INDICE.

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Historia.

La literatura guatemalteca comienza mucho antes de Colón pisar América. La civilización


Maya ya se encontraba establecida por más de un milenio antes de aquel acontecimiento.

Aquella cultura llegó a desarrollar la escritura, consciente o inconscientemente reservando


su lugar en la universalidad del pensamiento humano. El aporte de las narraciones Maya no
ha influenciado tanto a la nación que conocemos hoy en día como el simple hecho de su
descendencia. A la cual generalizamos llamándole la cultura quiché, que aun es una parte
integral de Guatemala.

Encontramos dos caminos en esta rama de la literatura de Guatemala. En uno de ellos


tenemos las obras existentes que narran de la cultura quiché.

Estas obras, incluyendo el Popol-Vuh y el Rabinal Achí, han sido redactadas desde el inicio
de la influencia europea en el Nuevo Mundo hasta nuestros días. El otro camino, aun en su
infancia, es las traducciones de escrituras originales en los templos y estelas. A donde nos
llevará esta ruta, y a que profundidad, sólo el tiempo nos dirá.

Los españoles trajeron con ellos sus ilusiones de riquezas y evangelización. De acuerdo a la
práctica utilizada en el resto de las Américas, encontramos las crónicas y los catecismos de
esa época. Son pocas, muy pocas, las obras de aquella Guatemala que han logrado
sobrevivir hasta nuestros días. Fue muy común la redacción en latín durante aquel período.

A principios del siglo XIX, según Europa se anticipaba al Romanticismo, la literatura


guatemalteca comienza a reflejar ciertas características propias. Surgieron las fábulas con
moralejas, no muy ocultas en ciertos casos, de críticas al sistema, al gobierno, y la sociedad
por igual. Con el tiempo las obras han incrementado a abarcar todos los géneros, y las
críticas han permanecido hasta el presente.

Otras ramas o tópicos que se destacan en la literatura guatemalteca incluyen: La literatura


infantil, redacciones en cuentos y poesías que han logrado alcanzar el entendimiento de la
niñez. La pedagogía en términos más convencionales es también representada. Y como es
de esperar, el chapinismo, o guatemaltenismo incluyendo la influencia maya-quiché, abarca
un buen número de composiciones.

Se denomina literatura de Guatemala a las obras escritas por autores guatemaltecos, ya sea


en cualquiera de los veintitrés idiomas que conforman el canon lingüístico del país, o
en español. Aunque con toda probabilidad existió una literatura guatemalteca anterior a la
llegada de los conquistadores españoles, todos los textos que se conservan son posteriores,
y están además transliterados a caracteres latinos.
Las características literarias guatemaltecas a través de la historia nacional, se centran en el
feudalismo histórico de hechos reales del país o de personajes emblemáticos de
guatemaltecos que a través de su vida han creado un precedente en la política, sociedad,

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cultura y tradición de la nación. Por ejemplo, la literatura maya se centra en la historia de
la civilización maya, la cual estaba enraizada en creencias ancestrales que pueblos actuales
que todavía viven en Guatemala se han atribuido como suyos. Entre los libros o
documentos más destacados se encuentra el Popol Vuh que es una recopilación de
narraciones míticas, legendarias e históricas del pueblo k’iche’, uno de los reinos que
habitaban la región de la moderna Guatemala quinientos años después del colapso de la
civilización maya, el cual fue traducido en el siglo SIGLO XVIII por el fraile Francisco
Ximénez, O.P.para fines de evangelización.a Estudios arqueológicos realizados en el siglo
XXI en el sitio arqueológico de El Mirador en el extremo norte del municipio de San
Andrés en el departamento de El Petén revelaron la existencia de un mural realizado en el
período preclásico de la civilización maya que presenta a los héroes
gemelos Hunapú e Ixbalanquéque menciona el Popol Vuh.5
La Época Colonial, que abarcó de los siglos XVI al XIX hizo una evolución histórica
trayendo consigo grandes escritores del habla castellana, fuertmente influenciados por
la Iglesia Católica, que dejaron una cultura escrita literaria sesgada hacia un
embellecimiento de la presencia española en las tierras guatemaltecas. Por ejemplo, de esta
época data la Recordación Florida de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán6 la cual es
un relato histórico escrito en 1690 en donde ya se embellecen los hechos relacionados con
la conquista española del XVI, y la Rusticatio mexicana del poeta jesuita Rafael Landívar,
que se refiere a los destrozos provocados en la ciudad de Santiago de los Caballeros de
Guatemala por los terremotos de 1751.7 Ambos personajes pertencían a las familias criollas
más solventes de su época.
Los movimientos independentistas y la Guerra Civil Centroamericana entre liberales y
conservadores resultó en un movimiento literario anti clerical, cuyo máximo representante
fue Lorenzo Montúfar y Rivera, aunque existen numerosos escritos del siglo XIX —y
especialmente después del triunfo de la Reforma Liberal en 1871— donde queda en
evidencia el desdén que los escritores guatemaltecos sentían por las tradiciones
eclesiásticas de sus rivales conservadores. Entre los escritores conservadores
destacaron José Milla y Vidaurrey José Batres Montúfar, mientras un ejemplo del
pensamiento liberal se encuentra en los escritos de Antonio Macías del Real y Rafael
Spínola en la revista literaria La Ilustración Guatemalteca que produjeron entre 1896 y
1898.8 De esa misma época data el trabajo del cronista Enrique Gómez Carrillo, quien
emigró a Europa donde desarrolló una carrera periodística y literaria de tal nivel que fue
reconocido internacionalmente como el «Príncipe de los Cronistas».9
Los grupos que caracterizaron al siglo XX fueron la Generación del 10, la Generación del
20 —a la que pertenecía Miguel Ángel Asturias, ganador del Premio Nóbel de Literatura en
1967— y el grupo Tepeu, cuyos máximos representantes fueron Manuel Galich y Luis
Cardoza y Aragón.

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Orígenes y cambios.
Actualmente, la literatura guatemalteca se difunde, sobre todo,
a través de los libros. Pero ello no significa que esto siempre
fuera así. A lo largo de nuestra corta historia de literatura
eminentemente guatemalteca, ésta se ha difundido por
diferentes medios. Como parte de la reflexión, cabe imaginarse que no toda las obras, ya
sean de excelente, mediana o nula calidad, fueron publicadas, y que el criterio de difundirse
debió de adjudicarse a una persona o un grupo de ellas, que tenían el poder de decidir
dentro de estos medios de difusión.
Prehistoria literaria
Aunque el tema es motivo de una reflexión mucho mayor, y con tal de no extenderse
mucho en el tema, habría que referir que en tiempos prehispánicos, la literatura debe
entenderse desde un punto de vista no occidental. Si se piensa en que las obras se difunden
por medio de un texto escrito con caracteres latinos, entonces sería impensable sugerir una
literatura precolombina. Pero, si se piensa en un modo de escritura maya y sucesores, pues
habría que tomar en cuenta que existen documentos tangibles de “historias”, que nos
refieren que hubo algo de literatura. Sin embargo, el modo de transmisión debió de ser no a
través de un libro. Los murales, las inscripciones en monolitos y escalinatas, los códices,
por mencionar los supuestos mayas; y luego la tradición oral que se recoge en el Pop Wuj,
o la preservación del Rabinal Achi’ a través de representaciones clandestinas, entre otros,
forman parte de una transmisión literaria ajena a un libro.
De hecho, como se recordará, los textos indígenas, como el Memorial de Sololá, Pop Wuj,
el Título de los Señores de Totonicapán, por mencionar sólo algunos, fueron transcritos
luego de la Colonia, en donde se recogía parte de la tradición oral, aunque pasado por un
filtro de transcriptor cristiano o cristianizado. Los textos prehispánicos que hoy se conocen,
debieron pasar por la aprobación de los sacerdotes y misioneros que transcribieron -o
enseñaron a transcribir? los textos, si es que antes los documentos no pasaron por el fuego
de los conquistadores.
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Época colonial
Se debe recordar, para avanzar en la historia, que la imprenta vino sino hasta el siglo XVIII
a Guatemala, y que ésta sirvió para difundir comunicados oficiales de la Corona, o
catecismos de la Iglesia Católica. Es decir, el modo de difusión continuaba con los grupos
hegemónicos.
No por nada, hasta antes de la Independencia, el modo de transmisión de literatura fue muy
restringido, a manos, usualmente de sacerdotes. Es por ello, que uno de los primeros
documentos literarios publicados en el país fue “La tentativa del León y el éxito de su
empresa” de fray Matías de Córdova, quien realizó una fábula en donde el felino
protagonista simbolizaba a las clases insurrectas que deseaban emancipación de la Corona,
y es por ello que el fraile, desde una intención más didáctica que literaria, hace circular su
fábula para hacer entender que un león (insurrectos) no podrán sublevarse ante el hombre
(grupos hegemónicos).
Surgen los semanarios
Sin embargo, previo a la Independencia, los grupos de poder se hallan divididos entre los
peninsulares, que gozaban de las más altas posiciones, y los criollos, que comandaban
desde posiciones de mediana decisión. Sin embargo, en poder económico se igualaban.
Es por ello, que previo a la Independencia, varios semanarios surgen para impulsar ideas
emancipadoras.
Se saben de dos de los semanarios más famosos previo a la Independencia: “El editor
constitucional”, de Pedro Molina, que proponía una emancipación rápida y liberal a favor
de los criollos, basándose en los derechos establecidos en la Constitución de Cádiz (de ahí
su nombre), y “El amigo de la patria”, que proponía una liberación de España, pero en
forma paulatina, sin cambiar las estructuras de poder y a favor de los peninsulares, dirigido
por José Cecilio del Valle.
Antes y después de la Independencia, los semanarios también eran la forma de difundir
masivamente la literatura. En éstos y otros periódicos, sobresalían nombres como el de
Simón Bergaño y Villegas y Rafael García Goyena. De hecho, el primero en mención se
“ganó” un exilio forzado a Cuba, debido a sus poemas con alusiones independistas. Tras la
independencia, la literatura era vista como una forma de transmitir ideas políticas; surgen,
además, los folletines, que son novelas por entregas que salían periódicamente en los
semanarios. Hoy día, se puede aún encontrar publicaciones de las novelas de Antonio José
de Irisarri, a quien se le reconocen dos novelas por entregas: “El cristiano errante” y “La
historia del perínclito Examinandas del Cauca”.

Época conservadora

Como se recordará, los primeros pasos de nuestras naciones centroamericanas fueron, sobre
todo, liberales. Sin embargo, el paso a las ideas conservadoras volvieron; en Guatemala, de
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la mano del presidente Rafael Carrera.
Con ello, hubo un cambio sustancial en la literatura guatemalteca, ya que se dieron juntos la
influencia del romanticismo europeo y el retorno a las viejas estructuras de poder de la
Colonia. Como uno de los principios del romanticismo se basaba en la búsqueda del
pasado, a los conservadores les vino como anillo al dedo esta idea, ya que aprovecharon
que los literatos buscaran en las raíces de lo colonial la identidad.
El caso más significativo fue el de José Milla, quien además fungió como funcionario
durante el gobierno de Rafael Carrera. En torno a la figura de este escritor, se dio una serie
de escritores. Ante el analfabetismo reinante en el país, la lectura se daba a un nivel muy
bajo, y siempre desde los periódicos. El folletín novelero era la mejor estrategia para
difundir las novelas, y el mismo Milla se hizo el más leído por sus cuadros de costumbres,
que eran, además, artículos periodísticos.
Sin embargo, el modo de difundir realmente la literatura fue a través de las famosas
tertulias literarias, que eran “coordinadas” por José Milla. Desde ahí, se decidía qué se
publicaba y qué no. De la tertulia, a los periódicos.
Se sabe, por ejemplo, que varios textos de María Josefa García Granados eran leídos por
ella misma en estas tertulias, pero por su condición de mujer, se le dificultaba publicarlos
como tal, así que varias veces encontró el cobijo de publicarlos como coautora con figuras
como José Batres Montúfar, aunque, por el estilo literario, se sabía que éste no había
participado en la creación.

Época liberal

Como indicio fundamental de los liberales, fue un apoyo más consciente a la educación; el
periodismo creció más que con los conservadores, y por ello la producción literaria también
fue en aumento.
Surgen más periódicos de tendencia liberal, que daban más cabida a los jóvenes escritores
que empezaban a aborrecer el romanticismo y que estaban dispuestos a renovar la literatura.
Un joven, llamado Enrique Gómez Carrillo, se hizo famoso porque su primer texto
publicado fue una crítica en contra de José Milla, lo que le valió muchos abucheos de la
clase acomodada, pero también un futuro brillante en la literatura.
A partir de esa fecha, era usual que los periódicos fueran el modo de transmitir la literatura.
Después vendrían editoriales interesadas en publicar, pero siempre con muchas
limitaciones.
Así se entra en el siglo XX. Tener el control de las secciones culturales de los periódicos,
significaba decidir qué se publicaba y qué no. A principios de la centuria, eran Rafael
Arévalo Martínez, Flavio Herrera, Máximo Soto Hall, por mencionar a algunos, quiénes
lograban impulsar a los nuevos escritores editando poemas y cuentos dentro de las páginas
literarias.
A medida que fueron pasando los años, los nombres de César Brañas y David Vela, en el

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desaparecido El Imparcial, y Alfonso Enrique Barrientos, en La Hora, fueron referidos
como los impulsadores de las letras guatemaltecas.

Revolución

Sin embargo, en el intermedio del siglo, como se sabe, la Revolución de Octubre y sus
gobiernos, intentaron cambiar el panorama de todo cuanto existía en Guatemala, entre ellos
la literatura.

El gobierno de Juan José Arévalo creó la Editorial José de Pineda Ibarra y la del Ministerio
de Educación Pública, las cuales buscaban impulsar las letras nacionales.
Sin embargo, este período de auténtica democracia duró muy poco para las urgentes
necesidades nacionales, y el panorama para la literatura continuó casi igual en todo el siglo.
Alrededor de los años de la Revolución, también surgieron grupos de escritores inquietos
que, ante el cierre de espacios en los periódicos por parte de las generaciones anteriores,
crearon revistas, como la Revista Guatemala (dirigida por Luis Cardoza y Aragón) o la
Revista Acento, en donde participó, por ejemplo, Augusto Monterroso y Otto-Raúl
González. Sin embargo, estos escritores inquietos, con la Contrarrevolución, debieron
exiliarse, y la literatura guatemalteca se empezó a publicar en libros, sólo que en otros
países, como en Argentina (Miguel Ángel Asturias) o México.

Ya pasado la mitad del siglo XX, dos grupos, Nuevo Signo (1968) y Rin 78 (1978), debido
a las dificultades de publicar sus textos literarios, se formaron con la idea de realizar
ediciones.
Sin embargo, ante la falta de experiencia y la ausencia de un mercado dispuesto a comprar
literatura, estas ediciones no se lograban difundir mucho; lo que sí se asegura, es que fue un
gran esfuerzo de parte de estos poetas y narradores en publicar sus obras.
El término plaquette fue el utilizado para estas publicaciones. El plaquette se refiere a libros
que en las editoriales se encuentran en “placas” para la imprenta, sólo esperando una orden
para la impresión.
Ante la falta de editoriales fuertes que encontraran rentable el publicar la nueva literatura
nacional, los escritores de la época realizaban publicaciones de poco tiraje, a fin de
transmitir la literatura, a las cuales le llamaban plaquettes, como referencia que no eran
ediciones definitivas, sino que esperaban una más formal.
Otro cambio sustancia de esta época, es que los poetas empezaron a animarse a leer en
público sus poemas. Era usual en la época que existieran declamadores de calidad,
especializados en entretener al público en las reuniones de confianza con sus
interpretaciones. Pero este don de declamar, dependía de que las personas que lo poseían
gustaran de declamar poemas nacionales, y, mucho más, de poetas recientes, lo cual era
muy difícil que ocurriera. De esa cuenta, la poesía dejó de ser “declamada” por
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especialistas, y a fin de transmitirla, los poetas empezaron simplemente a leerla, sin ánimos
de declamarla.

Las editoriales.

Los grupos inquietos de la segunda mitad del siglo XX, fueron los que recibieron la
apertura democrática de la década de los ochenta. Con la nueva Constitución y los
gobiernos civiles, surge también el Ministerio de Cultura y Deportes, junto con la Editorial
Cultura, la cual fue creada y dirigida por los poetas y narradores que anteriormente
publicaban en plaquettes.
Asimismo, otras editoriales privadas se crearon y se fortalecieron otras ya existentes, pero,
desde entonces, las publicaciones en libros han sido el modo usual de transmitir la
literatura. Los periódicos y revistas dejaron de ser el espacio favorito para ello.
Cientos de libros, que guardaban su turno en su forma de plaquette, encontraron por fin luz
editorial en la década de los noventa.
Pese a esta apertura editorial, el país había carecido de la falta de producción de libros por
tanto tiempo, que eran muchos los escritores que reclamaban, con justicia, una oportunidad
para publicar. Así, libros que tenían 20 años de creación, eran publicados.
Entra, pues, un nuevo conflicto, ya que fue tanto la espera, que apenas había presupuesto
para publicar lo pendiente por años, que los escritores jóvenes no encontraban mucha
cabida.
A mediados de los noventa, un grupo de escritores jóvenes crean la Editorial X, que dio
cabida a sus libros, que no eran aceptados en las otras casas de publicación. Este suceso
formó una nueva generación de literatos, los que hoy día son los más pujantes en la
creación, en contraste de la generación anterior, de quienes es más frecuente las
reediciones.

En la Internet

Aunque la producción editorial ha sido mucho mayor en los últimos años, aún la demanda
de espacio de parte de los escritores, es mayor a la que los libros puedan ofrecer.
Con las nuevas opciones en
Internet, como la de adquirir un dominio a un precio no tan elevado, o recursos gratuitos
como los blogs, los escritores noveles han aprovechado estas herramientas a fin de que
publiquen ellos mismos sus textos.
Actualmente, en Guatemala existen una gran serie de blogs de escritores jóvenes que han
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encontrado un modo más fácil, accesible y barato de publicar sus creaciones, en vez de
esperar varios años a que una editorial publique los textos, o de pagar costosas ediciones.
Un ejemplo interesante es la página de Internet Libros Mínimos
(http://www.librosminimos.org/), la cual consiste en publicar en la red cuentos y poemas.
Uno de los escritores de ese proyecto, Juan Pablo Dardón, escribió un texto reconociendo
que su libro publicado por una editorial, a pesar de ser barato y de estar en una conocida
librería, su venta avanza muy lento. En cambio, el libro publicado en Internet, en apenas
unos cuantos días de haberlo hecho, ya tenía varias personas que habían accedido a él.
En conclusión, habría que aceptar que el libro sigue siendo el modo hegemónico de
transmisión de la literatura actual. Un escritor guatemalteco no puede reconocerse como tal
si no ha publicado al menos un libro. Sin embargo, actualmente se sigue dando una
evolución en cuanto a los espacios de publicación, y, ante las limitaciones que tienen los
libros impresos y las facilidades de Internet, es posible que haya un cambio de visión en
este tema.
Por el momento, sigamos celebrando que hay libros, que sólo el año pasado se hayan
publicado más de 1,500 títulos y que las proyecciones van en aumento. El próximo Día del
Libro, el 23 de abril, no celebremos únicamente este modo de transmisión de la literatura,
sino el arte, la literatura y la lectura en sí misma, que es lo más valioso para una persona,
aunque lo haya leído en un periódico, una revista, un libro o en Internet.

Evoluciones.
La evolución de la Literatura en Guatemala en el siglo 20 se refiere a la evolución de
la literatura en Guatemala en el siglo XX, es decir entre los años 1901 y 2000. Esta
actividad es la que más representantes ha tenido en el mundo cultural guatemalteco, ya que
siempre hubo poetas, novelistas, cuentistas, dramaturgos y ensayistas, aunque algunas de
las obras escritas en la época de los dictadores sólo se publicaron años después (Diccionario
Histórico Biográfico, 2004).
Al inicio del siglo XX el movimiento literario conocido como modernismo, tuvo dignos
representantes entre los escritores guatemaltecos. El más destacado de ellos fue Rafael
Arévalo Martínez. Otros notables literatos que descollaron en el decurso del siglo
fueron Máximo Soto Hall, Enrique Gómez Carrillo, Félix Calderón Ávila, Alberto
Velásquez, Luis Cardoza y Aragón, Angelina Acuña, Francisco Méndez, Cesar Brañas y
otros que, como los citados, nacieron a finales del siglo XIX y a principios del XX
(Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
En las ramas de cuento, novela y aun de poesía, hubo escritores que siguieron la corriente
criollista. Algunos de ellos también escribieron novela indigenista. Por ejemplo, Flavio
Herrera, Carlos Wyld Ospina, Mario Monteforte Toledo, Miguel Ángel Asturias, Carlos
Samayoa Chinchilla y otros más. Miguel Ángel Asturias es el escritor guatemalteco más
conocido, pues fue galardonado, en 1967, con el Premio Nobel de Literatura (Diccionario
Histórico Biográfico, 2004).

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La Revolución de Octubre y los gobiernos que surgieron de ella marcaron un cambio no
sólo en lo político sino en todos los campos de la actividad cultural. Otros escritores sé que
dieron a conocer entonces fueron Ricardo Estrada, Augusto Monterroso, Virgilio Rodríguez
Macal, Humberto Alvarado, Otto Raúl González, Enrique Juárez Toledo, Raúl Leiva, entre
otros. En años más recientes han surgido muchos escritores, algunos de los cuales siguen en
plena actividad productiva: Marco Antonio Flores, Mario Roberto Morales, Marco Augusto
Quiroa, Mario Alberto Carrera, Luz Méndez de la Vega, Margarita Carrera, Ana María
Rodas, Rafael Sosa y otros más (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
El teatro es una de las actividades literarias que tomó más impulso después de 1944. Los
dramaturgos más conocidos, entre los que surgieron en este siglo, son Manuel
Galich, Manuel José Arce, Hugo Carrillo y Miguel Ángel Asturias. En 1978 se finalizó la
construcción del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, el cual incluye el Gran Teatro
Nacional y un Teatro de Cámara (Diccionario Histórico Biográfico, 2004)

Personajes.

Poetas

 Rafael Landívar (1731-1793): poeta y sacerdote jesuita guatemalteco que describió


a la Guatemala colonial del siglo XVIII en sus versos en latín de Rusticatio
Mexicana. El jesuita Landívar es considerado como el primer gran poeta de
Guatemala. Obligado a exiliarse por la orden de expulsión dictada por Carlos III,
viajó a México primero, y a Italia después, donde falleció. Escribió originalmente
en latín su Rusticatio mexicana, de gran éxito, así como sus poesías de elogio al
obispo Figueredo y Victoria.

 Rafael García Goyena (1766-1823): escritor, poeta y jurista guatemalteco. Una de


sus obras más conocidas es Los animales congregados en Cortes. Su obra poética
tiene carácter didáctico y satírico, y está contenida en el volumen Fábulas y poesías
varias. Su estilo es sencillo, a la vez que agudo, y la estructura de los poemas
ingeniosa

Cronistas

 Enrique Gómez Carrillo (1873- 1927): escribió alrededor de 80 libros, de géneros


variados, aunque destacan principalmente sus crónicas internacionales, en las que
ejercitó una prosa realmente modernista. Es famoso también por su vida bohemia y
viajera; fue conocido en su tiempo alrededor del mundo de habla francesa y castellana
como el «príncipe de los cronistas.

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Gómez Carrillo colaboró en numerosas publicaciones de España, Francia e
Hispanoamérica, y fue director de «El Nuevo Mercurio» (1907) y Cosmópolis
(1919-1922). Residió principalmente en Madrid y en París. Viajero infatigable,
escribió numerosos libros de crónicas que recogen sus impresiones sobre los lugares
que visitó: El alma encantadora de París (1902), La Rusia actual (1906), La Grecia
eterna(1908), El Japón heroico y galante(1912),20 La sonrisa de la
esfinge (1913), Jerusalén y la Tierra Santa (1914), Vistas de Europa (1919) y El
encanto de Buenos Aires Fue autor también de varios ensayos, entre lo
autobiográfico y la crítica literaria: Sensaciones de arte (1893), Literatura
extranjera (1895), El modernismo (1905), Literaturas exóticas (1920), Safo, Friné y
otras seductoras (1921), El misterio de la vida y de la muerte de Mata-
Hari (1923), Las cien obras maestras de la literatura universal (1924) y La nueva
literatura francesa (1927). En cuanto a su obra narrativa, destacan Tres novelas
inmorales: Del amor, del dolor y del vicio (1898), Bohemia
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sentimental (1899), Maravillas(1906) y El evangelio del amor (1922); en todas
ellas predomina el tema erótico, dentro de una estética próxima al decadentismo.

Historiadores

 Agustín Gómez Carrillo (1838-1908): jurisconsulto e historiador, hijo del


diplomático, jurista, escritor y periodista Ignacio Gómez y padre del
escritor Enrique Gómez Carrillo. Fue rector de la Nacional Alcalde de la Ciudad de
Guatemala en 1899 y miembro de la Real Academia Española.25

Novelistas
 José Milla y Vidaurre  (1822-1882): fue un escritor, periodista e historiador del
siglo XIX, considerado uno de los fundadores de la novela en la literatura
guatemalteca; en especial, él destacó en la narrativa histórica. También fue
Ministro de Relaciones Exteriores y embajador de Guatemala ante los Estados
Unidos durante el gobierno del general Rafael Carrera (1851-1865), siendo uno
de los firmantes en 1859 del decreto en donde se cede Belice a la Gran
Bretaña para explotar madera, a cambio de la construcción de una vía de
comunicación entre la capital de Belice y la de Guatemala (carretera que
Inglaterra jamás construyó). Estuvo entre el grupo de periodistas que fundaron
el Diario de Centro América en 1890.

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CONCLUSIONES.

 La literatura guatemalteca es una de las más características y


reconocidas en la lengua hispana, siendo esta tan influyendo por su
cultura que el mismo país inspira sus obras y también sus pinturas.

 Guatemala siendo un país tan lleno de historia y cultura es una de las


razones por la cual muchas obras, poemas o escrituras hablan de este
país, influenciado también la arquitectura por la época
precolombina.

RECOMENDACIONES.

 Nosotros como estudiantes y como guatemaltecos debemos


tener siempre presentes estos conocimientos ya que es algo que
caracteriza nuestra esencia historia.

 Haci como muchos escritores antiguos los guatemaltecos


también deben mantener viva esta cultura.

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