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Los orígenes
del "giro antropológico" en el pensamiento occidental.
En 1928 se publican en Alemania dos obras que originan la antropología filosófica como
disciplina: El puesto del hombre en el cosmos, de M Scheler, y Los grados de lo orgánico y el
hombre: Introducción a la antropología filosófica, de Elmuth Plessner. Ambas parten de la idea de
que el hombre de los años 20 no sabe muy bien quién es, y necesita apoyarse en conocimientos
científicos para descubrirlo. Existen tres círculos e ideas enfrentadas sobre el hombre:
– Tradición judeo-cristiana: el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, y es su
creación suprema. Todos los demás seres están al servicio del hombre emparentado
directamente con la divinidad.
– Antigüedad clásica: el hombre está en contacto con una parte sobrenatural superior (el Nous,
el mundo de las Ideas). Se puede denominar filosofía del hombre, pero no antropología,
pues se establecieron teorías sobre la esencia o naturaleza humana, pero sin tener en cuenta
los datos proporcionados por la biología.
– Visión científica (basada en las teorías de Darwin): no existe una diferencia esencial entre el
hombre y el resto de la naturaleza. Somos animales evolutivamente complejos, pero
animales al fin y al cabo. “Por grande que sea una diferencia de grado, no nos autoriza
para colocar al hombre en un reino aparte”
Scheler ve la necesidad de organizar todas estas ideas en torno a una única disciplina, a la
que se llama antropología filosófica. Define esta disciplina como “una idea fundamental de la
esencia y estructura esencial del hombre, de su relación con los reinos de la naturaleza y con el
fundamento de todas las cosas, de su origen metafísico, y de su origen físico, psíquico y espiritual
en el mundo; de las fuerzas y poderes que mueven al hombre y que el hombre mueve.. En dicha
ciencia hállase contenido el problema psicofísico del cuerpo y el alma”.
Definición de Baciero: “Reflexión filosófica sobre la esencia o naturaleza humana en su
contradistinción con los otros reinos de la naturaleza (inorgánico, vegetal, animal), incluyendo en
esa reflexión los datos aportados por las ciencias biológicas”.
Antes de la antropología ya existía una reflexión sobre el hombre, ya que éste no puede
existir sin autoconciencia. Una cierta noción de lo que es “ser hombre” es lo que determina la razón
humana. La vida humana no puede llevarse a cabo sin autoreflexión, a diferencia de la vida de los
animales, cuyo proyecto de vida está mucho más programado. La falta de fuerza en los instintos
humanos es compensada por la razón, que implica la toma de decisiones.
Por ejemplo, la actividad sexual humana es muy plástica, esto es, no es un instinto que
pueda arrastrar a cada ser humano, sino una pulsión biológica que puede ser dirigida por cada
persona. Para el hombre, la conciencia que tiene de sí mismo (visión religiosa, atea, etc.) es
determinante en el curso de su vida. En las sociedades tradicionales, en las que no había mucho
pluralismo de ideas, existía una visión del hombre universal (antropología implícita), ya que no se
compara con otras cosmovi-siones. En el momento en que se contrasta con otras culturas, esta
antropología pasa a ser explícita. Las filosofías del hombre son las diferentes interpretaciones
filosóficas del ser humano de carácter ontológico o metafísico, que no toman como dato relevante
aquellos proporcionados por las ciencias naturales.
"Si no es irremediable perder el rumbo, pues eso le ha venido ocurriendo a los hombres desde
siempre, si resilta catastrófico no tener un mapa". (CHESTERTON, G. K.)
A partir del Renacimiento, el hombre comienza a valorar el mundo como tal, sin llegar a
separarse del todo del concepto de Dios, pero con cierta autonomía. En filosofía, esto se ha llamado
“giro subjetivista”, impulsado principalmente por Descartes, quien establece el sujeto como base
(cosa pensante), y, a través de este sujeto pensante, demuestra la existencia de Dios y,
posteriormente, del mundo. Ese giro continúa durante toda la filosofía moderna. Se establece la
necesidad de conocer la mente humana como requisito para conocer el resto de la realidad.
Los antecedentes más inmediatos son el materialismo, el irracionalismo y el darwinismo. La
crisis del idealismo alemán impulsa definitivamente el origen de la antropología filosófica. A partir
de 1841, el materialismo establece que la realidad no comienza con el espíritu absoluto enunciado
por Hegel, sino con materia. La filosofía de Hegel exalta la razón: “todo ser racional es real”;
mientras que los irracionalistas (Schopenhauer) establecen que la realidad se compone de elementos
irracionales: en el hombre lo determinante no es siu inteligencia, sino una base más caótica
compuesta por instintos, voluntades, etc.
Las ciencias positivas del hombre introducen una gran variedad de conocimientos sobre el
ser humano (sociología, historia positivista, antropología social o etnología, psicología científica).
La “Hermenéutica de la vida humana” de W. Dilthey es un antecedente importante para la
antropología filosófica.
En los años 70 entra en crisis la antropología filosófica clásica. Sin embargo, hoy en día
asistimos a nuevos intentos de naturalización del hombre. Por ejemplo, Desmond Morris, en “El
mono desnudo”, dice que hay 193 especies de simios y monos, 192 de ellas cubiertas de pelo. La
antropología filosófica tiene una función crítica ante estos nuevos reduccionismos biológicos y
dogmatismos cientificistas.
2. Las “filosofías del hombre” hasta Kant. De la Edad Media a la
Ilustración
Para la visión cristiana tradicional, el hombre, hecho a imagen de Dios, ocupa la jerarquía
suprema de los animales. Por su inteligencia domina el mundo y es capaz de reconocer a Dios como
tal. Todos los hombres son iguales, pues todos ellos son hijos de Dios, y están dotados de un alma
inmortal. Se someten a una ley moral universal natural promulgada y sancionada por Dios. En
términos generales se considera al propio hombre como un er que está de paso por la tierra, para
alcanzar una vida superior, en el reino de Dios.
Guillermo de Ockham rompe con la teología racional que había caracterizado al
pensamiento teológico cristiano. Afirma que de Dios no se puede conocer nada por la razón. Por
ejemplo, su existencia no está basada en la razón, sino en la fe. Este fideismo contrasta con la
tradición escolástica, que defendía el contacto con Dios a través de la razón (vías de Santo Tomás,
por ejemplo).
La aparición del protestantismo fue muy influyente en la ruptura de la visión medieval del
hombre. Centra lo esencial de la vida religiosa en la vida terrenal. La vida dedicada a Dios no es la
vida alejada del mundo terreno, sino la vida plenamente integrada en él mediante el trabajo. El
protestantismo santifica las actividades mundanas y elimina las figuras de los santos, porque asume
que todos los hombres son pecadores. Además, suprimen las realidades materiales que ponían en
contacto el mundo natural y el sobrenatural (agua bendita...).
En la modernidad se adopta parte del pensamiento de Ockham y se asume que las cuestiones
teológicas no son completamente accesibles mediante la razón, por lo que la actividad intelectual se
ocupa de temas más terrenales, sustituyendo como protagonista de los estudios la figura de Dios por
la de la humanidad. La filosofía del Renacimiento (siglos XV y XVI) es una combinación de
escuelas de pensamiento relacionadas con distintos autores clásicos.
Con el aumento de los conocimientos naturales, aparece entre los filósofos la idea de que es
necesaria una doctrina ética que incluya las ciencias naturales que estudian al hombre. La palabra
antropología aparece en 1594 en la obra de Otto Casmann “Doctrina del Alma Humana”. Este es el
primer tratado de antropología, el cual suscitó la redacción de textos académicos centrados en el
hombre.
Ockham: es el padre del nominalismo [el nominalismo es una postura que afirma que los
universales Dios o Alma son simples palabras, que no existen salvo en la lengua, no en la realidad].
Su postura se encuentra frente a la tradición escolástica anterior, para la cual existía un acceso
racional a Dios y a las verdades de la fe, esto es, la existencia de Dios y la inmortalidad del alma se
pueden demostrar a través de la razón, pero Ockham (con su filosofía nominalista) considera que el
mundo, Dios y el alma sólo se pueden conocer a través de la fe. De esta manera, mundo, Dios y
alma pertenecen al ámbito de lo que se cree o no se cree pues la razón ahí no tiene nada que decir.
El mundo del más allá es el mundo de lo irracional porque no se conoce por la razón, sino
por la fe. El hombre racional se dedicará al estudio de un mundo racional el cual se pueda conocer a
través de la razón. Esto provoca que el hombre se vuelque más hacia este mundo racional que hacia
el otro pues si el mundo del más allá es el mundo de lo irracional, el hombre racional dejará de
estudiar el más allá y se centrará en el estudio del mundo racional, que si se puede conocer por la
razón. De esta manera, se reconduce el interés del hombre, que se verá vuelto hacia este mundo
racional. El nominalismo se puso muy de moda en los siglos XIV y XV.
Esto, unido al reciente interés por la filosofía griega, vuelve el descubrimiento del hombre
(J. Burckhardt, en su obra “La cultura del Renacimiento en Italia”) y su dignidad, que no excluye la
creencia de Dios, pero sí le resta importancia; la idea, por ejemplo, de que el hombre es un
microcosmos (que tiene todos los elementos del universo dentro de sí). Como dice Aristóteles, el
alma es todas las cosas, porque el alma puede incluir en ti todo lo que quieras. Se descubre el valor
que tiene el hombre sin suprimir la divinidad, pero con cierta independencia. Por su parte, Nicolás
de Cusa escribiría sobre la grandeza del hombre, mostrando su capacidad autopoiética (de poiesis,
“hacer” en griego) y plástica, mostrando que el ser humano tiene una naturaleza grande, que tiene
en su potencia todas las capacidades posibles y que puede moldearse a sí mismo. Asímismo, el
hombre es un ser protéico (del ser mitológico de mil caras “Proteo”); es un hombre que viene
predispuesto desde su nacimiento, pero puede moldearse gracias a su labor y esfuerzo.
Descubrimiento del Nuevo Mundo (Montaigne): tiene que ver con la ruptura de la unidad
del hombre. El descubrir sociedades nuevas, el hombre occidental no es el único que existe.
Aparecen las primeras críticas al etnocentrismo europeo, ya que Europa creía que era lo mejor, lo
único. Montaigne dice que no hay nada que haga que una cultura sea mejor que otra, lo propio de
cada sociedad no es lo mejor, existen otras naciones igual de valiosas, hay otras maneras de ver el
mundo.
2.3. La Ilustración
Empiezan a nacer los embriones de las futuras ciencias humanas, como la economía, que
alcanzarán su madurez en el siglo XIX. Surge una necesidad por crear una “ciencia del hombre”,
surgidas de las críticas a la moral cristiana y su dogmatismo. Destacarán obras como “principia
Philosophiae” de Descartes, o los escritos de Malebranche.
Como dato, es interesante conocer que el término “antropología2 lo acuña Otto Casmann a
finales del siglo XVI. El Lexikon Philosophikon (1726) de Johann Georg Walch, catedrático de la
Universidad de Jena, incluye por vez primera la entrada “Anthropologie”, que significa la doctrina
sobre el hombre:
“Eine griechische Benenung, (…) , und die Lehre von dem Menschen bedeutet. Es besteht
derselbige [el hombre] aus einer gedoppelten Natura, einer physischen und moralischen. Jene
beruhet in dem natürlich Leibe, und dessen Verknüpfung mit der körperlichen Natur (...), diese aber
in dem Gemüte, welcehes teils sich selbsten, teils auch den natürlich belebten Leib (...) regieret (…)
. Dieses alles könnte man unter dem Worte Anthropologie fassen und sie in eine physischen und
moralische teilen” (LANDMANN, op. Cit, pp. 362).
David Hume, con “Tratado de la naturaleza humana” (1739 - 1740), intenta establecer una
ciencia del hombre, con todos los conocimientos sobre él a los que se pueda aspirar. La premisa que
manda es que no se puede hacer filosofía sin comprender al ser que filosofa de una forma científica
y empírica.
Así, se aplica el conocimiento científico al conocimiento del hombre. Montesquieu, en “El
espíritu de las leyes” (1748), presenta el estudio de las leyes de una forma científica, por ello se le
considera el padre de la sociología. Voltaire, en “Ensayo hacerca de la historia general y de las
costumbres y el espíritu de las naciones desde Carlomagno hasta nuestros días” (1756) muestra el
estudio de la sociedad desde la intimidad de la vida del hombre; podría relacionarse con la intra-
historia de Unamuno. Rousseau, en “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”
(1762) también estudia la naturaleza del ser humano desde un punto de vista antropológico. A esto
habría que sumarle los estudios de economía política con autores como Adam Smith, Quesney o
Turgot
[[[[[Hasta el siglo XVII, las ciencias físicas serán conocidas como filosofía natural. En ese punto, la
ciencia se independiza]]]]]
2.4. La antropología filosófica de Kant
“Todo el interés de mi razón (la especulativa tanto como la práctica), se reúne en las siguientes tres
preguntas: 1. ¿Qué puedo saber?, 2. ¿Qué debo hacer?, 3. ¿Qué puedo esperar? La primera
pregunta es teórica (…) La segunda es práctica (…) La tercera es teórica y práctica” (Kritik der
reinen Vernunft, A 804/B 832, pp. 677, de. Suhrkamp, vol. 2).
“El campo de la filosofía en esta significación mundana se puede expresar en las siguientes
preguntas: ¿Qué puedo saber?, ¿Qué debo hacer?, ¿Qué me cabe esperar?, ¿Qué es el hombre?
A la primera pregunta esponde la Metafísica, a la segunda la Moral, a la tercera la Religión y a la
cuarta la Antropología. En el fondo, sin embargo, se le podría asignar todo esto a la antropología
porque las tres primeras pregutas remiten a la última” (Lógica, 1800, A 26, pp. 25, vol. IX,
Akademie Ausgabe, Berlín, 1923).
En Kant se pueden entender tres tipos de antropología: antropología fisiológica (en cuanto al
estudio del hombre como animal biológico; tiene un sentido pragmático), antropología cultural (en
cuanto al hombre como ser social, cultural y la intervención en él de las costumbres; la antropología
en la Cuarta Crítica) y antropología filosófica (en cuanto a cuestiones como qué es el hombre o
cómo debe actuar, entre otras; la antropologización de la religión en Kant).
“De la antropología en sentido pragmático” (Anthropologie in pragmatischer Hinsicht),
1798 (Alianza Editorial, Madrid, 1991, 2004): es un libro que recoge las clases del curso de
antropología que impartía en la facultad de Köennigsberg. Pertenece a un género algo ambiguo,
habla de antropología en sentido fisiológico y de antropología en sentido pragmático; de lo que hoy
llamaríamos psicología cognitiva (sentidos, imaginación, memoria...), de la psicología de la
personalidad y, por último habla de ciertos sentimientos. Esta obra por tanto mezcla multitud de
temas. Trata también el carácter de los pueblos o las diferencias “psicológicas” entre mujeres y
hombres. Debemos tener realmente claro que establece dos partes, en la que trata la antropología en
sentido fisiológico, y otra que trata la antropología en sentido pragmático.
En cuanto a la antropología filosófica de Kant, debemos tener en cuenta que propone la idea
de que el hombre es persona en virtud de su autoconciencia. Es un ser substantivo que posee
conciencia, y gracias a ello puede emplear su razón para su desarrollo, y esto lo sitúa por encima del
resto de animales.
“El hecho de que el hombre pueda tener una representación de su yo le realza infinitamente
por encima de todos los demás seres que viven sobre la tierra. Gracias a ello es el hombre una
persona, … un ser totalmente distinto, por su rango y dignidad, de las cosas, como son los
animales irracionales, con los que se puede hacer y deshacer a capricho” (pp. 15).
El hombre sabe que es hombre, eso es lo que lo diferencia de los demás seres de la Tierra.
Habla de que el hombre tiene tres disposiciones, cada una de las cuales lo diferencian de cualquier
otro ser viviente sobre la tierra:
1. La disposición técnica (technische Anlage), para el manejo de las cosas, unida a la
conciencia. El hombre no está dotado de instintos (está mal dotado de características de
supervivencia) y debe aprender de todas sus capacidades, ya que tiene dedos, manos y
movilidad en ellas, que le permiten hacer lo que la naturaleza no le dio hecho. Uno de los
requisitos indispensables para que el hombre llegara a conocer las cosas íntegramente,
siendo consciente de que existen, de que están ahí, y es en parte gracias a su capacidad de
manipularlas lo que le hace darse cuenta de que están ahí, que son algo diferente a sí mismo.
El hombre se hace a sí mismo.
Debemos destacar el bipedismo, que provoca la liberación de la mano; además de la
reducción de los caninos, que permite una mayor capacidad craneal. La liberación de la
mano y la capacidad compleja prensil de ésta, influye en una actitud objetivadora, que nos
sitúa frente al mundo con fines técnicos para manipularlo, pensarlo o consumirlo.
2. La disposición pragmática (praagmatische Anlage), ser capaz de utilizar las
habilidades de otros hombres para sus intenciones. No manipular a los otros, sino ser capaz
de utilizar los conocimientos adquiridos de otros hombres para aplicarlos a sí mismo,
aprenderlos así. Usa los conocimientos de otros y los asimila, tanto en el sentido de la
instrucción como en el de la disciplina. Se trata de un factor fundamentalmente cultural.
3. La disposición moral del hombre (moralische Anlage), la capacidad de obrar
libremente de acuerdo con leyes morales. En este apartado se pregunta si el hombre es por
naturaleza bueno o malo. Rosseau dice que el hombre es bueno, pero la sociedad lo
corrompe. Lutero, sin embargo, cree que el hombre es malo por naturaleza. Finalmente,
Kant dice que el hombre, en cuanto a ser racional, es bueno por naturaleza, pero es malo si
se deja llevar por sus instintos y sus pasiones, por lo que necesita desarrollarse moralmente.
La definición del ser humano es que, regido por su razón, está determinado a vivir en
sociedad dominando los obstáculos que nos pone la naturaleza biológica. Así está
reconociendo el carácter ambivalente del ser humano.
Podemos extraer como conclusión que el hombre es un ser inadaptado, que precisa de la
razón y de la sociedad para desarrollar todas sus capacidades en potencia. El hombre es “persona”.
Está determinado por su razón y tiende a estar en una sociedad con hombres y en ella cultivarse,
civilizarse y moralizarse a través del arte y las ciencias, por muy grande que sea su tendencia
animal, y en lucha con los obstáculos que dependen de la crudeza de su naturaleza hacerse de la
humanidad. (Akademie-Ausgabe, vol. VII, pp. 324-325).
············
Otras ideas muy importantes de Kant están en su obra Ideas para una historia universal en
clave cosmopolita (1784), donde se plantea la cuestión de si en medio de la historia, de los hechos
que parecen inconexos entre sí, existe una especie de plan, una continuidad. Da respuesta a esta
pregunta con nueve principios, en los cuales, sobre todo los primeros, aparecen unas ideas del
hombre que han tenido bastante fuerza:
El hombre es un ser genérico (Gattungswesen). El hombre como ser racional e
indefinidamente perceptible, desarrolla todas las disposiciones naturales por completo en la especie
humana, no en el individuo, un hombre no agota todas las posibilidades de la especie humana. En el
resto de animales cada individuo realiza todo lo que puede realizar la especie, no como en el ser
humano, un sólo ser humano no puede hacer todo lo que es capaz la especie humana. El hombre es
limitado por este carácter.
El ser humano se hace a sí mismo en virtud de su razón y libertad como consecuencia de su
indigencia biológica. Logra este objetivo por medio de su insociable sociabilidad. Dice Kant que el
hombre, por una parte, tiene una tendencia a vivir en sociedad, pero también por competir con los
demás, que es lo que lo hace avanzar, por otra parte. Tiene, por tanto tendencia a individualizarse
también. (Estas ideas las recoge Kant de la obra Fábula de las abejas o Vicios privados, virtudes
públicas de B. de Mandeville, 1714).
Bibliografía
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• HOLZ, H., “Das Problem des vollkommenen Menschen bei Kant und Schelling”, Kant
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• OEDINGER, K., “Evolution, Erkenntnis, Existenz. Notizen zur evolutionären
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• ROCKMORE, T., “Kant and Fichte Theory of Man”, Kant Studien, 68-3 (1977), pp. 305-20
• RITZEL, W., Inmanuel Kant zur Person, Bouvier, Bonn, 1975
• WILLIAMS, F., “Philosophical Anthropology and the Critique of Aesthetic Judgment”,
Kant Studien, 46, (1954-55)
• SALVUCCI, P., L’uomo di Kant, Argaha Editore, Urbino, 1975
1. Introducción
Feuerbach es un autor clave en la historia de la filosofía, siendo un mediador entre Hegel y
Marx (junto con los hegelianos de izquierdas). Ésto no sabían qué hacer con la religión, aunque
eran ateos, fue Feuerbach quien les dio la solución filosófica definitiva a ese problema con su obra
La esencia del cristianismo, 1841. Los comunistas intentaron atraer a Feuerbach hacia su
movimiento, pero no lo consiguieron. Feuerbach proporciona una fundamentación filosófica al
movimiento socialista, aunque luego Marx se separará de él considerándolo aún demasiado
idealista. Llega hasta la negación expresa de Dios, del alma, lo elimina de una manera como no lo
hacía Kant.
L. Feuerbach (1802-1874) comenzó estudiando filosofía protestante, en ese sentido empezó
siendo creyente, conoce bien la religión, eincluso la estima, pues tiene una noción positiva de ella.
Gracias a K. Daub empieza a sentir atracción por la filosofía hegeliana hasta que se va a estudiar
con Hegel, éste siempre fue objeto de su admiración. En 1828 publica su tesis doctoral De relaione
uni, universali, infinita. Luego publica en 1830 de manera anónima unos pensamientos sobre la
muerte y la inmortalidad donde niega la inmortalidad del alma (por eso los publica anónimamente)
y por ello lo retirarán de su trabajo como profesor y pasa el resto de su vida escribiendo.
“La nueva filosofía hace del hombre y de la naturaleza, como base de aquél, el objeto único,
universal y supremo de la filosofía; es decir, la disciplina universal es la antropología, que incluye
la fisiología”(FEUERBACH, L.,Sämtliche Werke, Leipzig, 1846-1866, neu hrsg. von W. Bolin und
F. Jodl, 13 vols., Stuttgart-Bad Canstatt, Fromman Verl. Günther Holzboog, 1959, II, 317, en
CABADA CASTRO, M., El humanismo premarxista de Feuerbach, BAC, Madrid,1975, p. 20)
“Mi primer pensamiento fue Dios, el segundo la razón, el tercero y último el hombre. El
sujeto de la divinidad es la razón, pero el sujeto de la razón es el hombre” (Philosophische
Fragmente die Entwicklung der Autors betreffend, G.S., vol. II, pp. 388).
– “Lo que Plotino dice del alma … , lo que los teólogos dicen de Dios, vale de la razón. La
razón no existe en la forma de la sensibilidad y universalidad, sino en sí misma, en la forma
de la sobresensible esencialidad y universalidad. La razón existe idéntica consigo misma.
Como ser pensante no soy, por tanto, no éste ni aquél, sino ninguno; no soy un hombre, sino
el hombre sin más, uno con todos los hombres, porque la razón como unidad de sí misma o
identidad absoluta es la unidad de todos”
– “Realización y secularización de la Idea”, “encarnación del puro logos”
Más tarde, en Los pensamientos sobre la muerte e inmortalidad (1830), ese panteísmo de la
razón se transforma en un panteísmo de la totalidad, se pone en cuestión la doctrina tradicional
cristiana sobre la inmortalidad del alma y Feuerbach dice que no hay que buscar la inmortalidad
tanto en otro mundo como en este. Esa última idea, aún sin ser hegeliano totalmente, no se aleja del
todo del espíritu, aunque, como decimos, Hegel nunca habló sobre la inmortalidad del alma. Esas
dos primeras obras están todavía imbuidas de la línea que sigue a Hegel. A partir de 1839 hay un
corte epistemológico en el sentido de que pasa de der partidario de Hegel a ser un crítico de Hegel.
Es en Para la crítica de la filosofía hegeliana (1839) donde comienza a cuestionar esta filosofía
(hegeliana): “La filosofía hegeliana se ve afectada del mismo reproche que afecta a toda la filosofía
reciente de Descartes a Spinoza: el reproche de un hiato sin solución de continuidad con la
intuición sensible”.
Hace esa crítica por dos aspectos fundamentales, por el método y por el contenido de esa
filosofía. En cuanto al método, es extremadamente racionalista-especulativo donde la parte racional
no la tienen los objetos sensibles, sino la idea o el concepto puro de acuerdo a ese famoso lema que
preside toda la filosofía hegeliana que dice que todo lo racional es real. En cuanto al contenido, es
básicamente por el espíritu absoluto, que es lo que la tradición había llamado Dios.
Crítica al método
“Todo lo racional es real”, Feuerbach lo interpreta de manera que basta que una cosa sea
racional en el pensamiento para que esa cosa sea realidad, luego es un método racional especulativo
que parte no de las cosas, sino de los conceptos, dicho de una manera muy simplificada.
Rechaza este método por dos razones que se basan en la manera de enteder la filosofía
hegeliana por Feuerbach:
• La primera es porque en Hegel se da un hiato radical entre el concepto y la intuición
sensible, lo sensible parece no tener ninguna cabida en la filosofía hegeliana de manera que
parece deducirse puramente a partir de conceptos apriorísticos sin contacto con lo material,
sin contacto directo con lo real. Si para la filosofía tradicional (Santo Tomás) todo concepto
filosófico procede de la intuición sensible, en Hegel parece que hay un hiato radical, todo
parece que habla de conceptos puros sin nada que ver con la intuición sensible, que nos
garantice que lo que estamos pensando es algo real.
• La segunda crítica en cuanto al método es que Hegel, al centrar el concepto en lo abstracto y
especulativo, se aleja de lo real y de lo concreto. Parece que Hegel prescinde de lo real
concreto. “Abstraer es poner la esencia de la naturaleza fuera de la naturaleza, la esencia del
hombre fuera del hombre, la esencia del pensamiento fuera del pensamiento. Al fundar todo
su sistema sobre tales actos de abstracción, la filosofía de Hegel ha alienado al hombre en sí
mismo. Identifica bien aquello que separa, pero de un modo que comporta a su vez la
separación y la mediación. Falta, pues, a la filosofía de Hegel la unidad inmediata, la
certidumbre inmediata, la verdad inmediata” (Tesis provisionales para la reforma de la
filosofía, 1842).
Pone la esencia de las cosas fuera de las cosas, se aleja de lo real, de lo singular, no saca la
esencia del hombre del mismo hombre material, prescinde de todo ello para centrarse exclusiva-
mente en lo concreto.
Crítica al contenido
En cuanto al contenido, según Feuerbach, Hegel se ocupa del espíritu absoluto y de cómo se
ha ido desplegando primero en la naturaleza, luego en la historia y, cómo en el hombre, ese espíritu
absoluto llega a tener conciencia de si mismo. En el fondo, la filosofía de Hegel es una teología
tradicional del cristianismo solapada. Pero el verdadero objeto de la filosofía no debe ser tanto la
teología como sí el hombre, dice Feuerbach. “El saber del hombre sobre Dios es el saber de Dios
sobre sí mismo en el hombre” (HEGEL, Lecciones sobre las pruebas de la existencia de Dios, Felix
Meiner Verlag, pp. 117, 1966).
Dice este texto de Hegel que cuando el hombre tiene conciencia de Dios, reflexiona sobre él,
en realidad no es que el hombre conozca a Dios, es que Dios se conoce a sí mismo a través del
hombre. Cuando yo pienso en Dios, es Dios que piensa a través de mi. Pero, dice Feuerbach,
cuando el hombre piensa en Dios, piensa en sí mismo a través de Dios. Tener conciencia del hombre
acerca de Dios es tener conciencia de uno mismo.
Le da la vuelta a la idea hegeliana, cuando el hombre conoce a Dios no es que Dios se
conozca a sí mismo a través del hombre, sino al revés, el hombre cuando conoce a Dios lo que hace
es conocerse a sí mismo a través de otro yo, que es Dios. Porque en el fondo Dios no existe, es una
pura creación mental del espíritu humano, cuando el hombre conoce a Dios conoce a un producto
suyo. En lugar de decir Dios es hombre, el hombre es Dios. El sujeto teológico se sustituye por el
sujeto humano. “Dale la vuelta y tendrá la verdad: el saber del hombre acerca de Dios no es sino el
saber que el hombre tiene de sí mismo” (FEUERBACH, Esencia del cristianismo, S.W., vol. VI, pp.
278).
Se pasa de una filosofía especulativa a una más intuitiva sensible, sensualista, humana, atea,
el hombre es la única realidad, y eso nos introduce en el núcleo de la filosofía feuerbachiana.
La razón, para Feuerbach, es como una realidad autosubsistente fuera del hombre, lleva más
allá la filosofía de Hegel. Ha llevado a cabo la encarnación del puro logos, identifica la idea con la
razón, hace de la razón una existencia que el pensamiento trae del más allá al más acá. Cuestiona si
la razón es única y si cuando el hombre piensa lo hace con esta razón universal. La muerte,
entonces, no sería ir a otra vida, sino que el individuo se disuelve en lo eterno e infinito.
Feuerbach dice que la infinitud no hay que buscarla en la otra vida, sino en ésta, y por tanto
hay que buscar la salvación en esta vida, no en la otra. Y así hay que crear un hombre fuerte
espiritual y corporalmente. Así se muestra Feuerbach como un discípulo y a la vez crítico de Hegel.
La esencia antropológica.
El animal tiene conciencia mientras que el hombre tiene conciencia en sentido estricto, tiene
capacidad de abstraer además de la autoconciencia, no sólo ve objetos exteriores sino que sabe lo
que son, sabe sus esencias. En esa capacidad de abstracción está el conocer su propia esencia, la
autoconciencia, que es saberse en el mundo, saber de tu propia existencia. Es algo que ni el animal
ni el niño pequeño tienen, pero el hombre sí. Ésa es la esencia del hombre. Esto lo vemos cuando
somos capaces de reflexionar sobre nosotros mismos, es una capacidad de verse a sí mismo como
objeto de conocimiento. Capacidad de abstracción y autoconciencia.
Debido a esa conciencia en sentido estricto que posee el hombre, “crea” la religión, ya que
conoce la esencia de lo que es adyacente a él e incluso su propia esencia. Así, esto le permite tenes
una conciencia genérica, y se encuentra vertido tanto al exterior como al interior.
“¿Qué es, entonces, la esencia del hombre? La razón, la voluntad, el corazón. El hombre
perfecto debe poseer la facultad del pensamiento, la facultad de la voluntad, la facultad del corazón.
La facultad del pensamiento es la luz del conocimiento, la facultad de la voluntad es la energía de
carácter y la facultad del corazón es el amor. Razón, amor y voluntad son perfecciones, son
facultades supremas, constituyen la esencia absoluta del hombre y el fin de su existencia. El
hombre existe para conocer, para amar, para querer” (ibid., p. 52).
Materialismo
“Lo real en su realidad o en tanto que realidad es lo real en tanto que objeto de los sentidos,
es lo sensible. Verdad, realidad, sensibilidad, son idénticos. Sólo un ser sensible es un ser
verdadero, un ser real. Sólo a través de los sentidos se da un objeto (Gegenstand) en el verdadero
sentido, no se da a través del pensar para sí” (Principios de la filosofía del futuro, 32, pp. 86).
“Der Mensch ist was er isst” (“El hombre es lo que come”, Das Geheimnis des Opfers oder
Der Mensch ist was er isst, S. W., vol. X, pp. 41).
Antropología científica
“La nueva filosofía es la completa, absoluta y acontradictoria disolución de la teología en
la antropología; pues ella es la disolución de la misma no sólo en la razón, como la vieja filosofía,
sino también en el corazón, en suma, en la esencia total y real del hombre. … ; pues sólo la verdad
convertida en carne y sangre es verdad” (Grundsätze der Philosophie der Zukunft, § 52, p. 107).
Si en la concepción tradicional la filosofía se ocupaba de los aspectos teóricos de la realidad
mientras la religión se ocupaba de los aspectos prácticos, la nueva filosofía será teórica y práctica a
la vez. Esto es el cambio del método y filosofía hegelianos al método y filosofía feuerbachianos.
“La nueva filosofía convierte al hombre, comprendida la naturaleza, en tanto que base del
hombre, en el objeto único, universal y supremo de la filosofía y, por consiguiente, convierte la
antropología, comprendida la fisiología, en ciencia universal” (ibid., § 54, p. 108).
Filosofía de lo finito
“La tarea de la verdadera filosofía no consiste en reconocer lo infinito como finito, sino en
reconocer lo finito como lo infinito; en otras palabras, en no poner lo finito en lo infinito, sino lo
infinito en lo finito. El comienzo de la filosofía no es Dios, no es lo absoluto, no es el ser como
predicado de lo absoluto o de la idea, el comienzo de la filosofía es lo finito, lo determinado, lo real.
Lo infinito no puede pensarse de ningún modo sin lo finito. … . Por consiguiente, lo primero no es
lo indeterminado, sino lo determinado: pues la cualidad determinada no es otra que la cualidad real;
a la cualidad pensada le precede la cualidad real” (Tesis provisionales para la reforma de la
filosofía, pp. 11).
“El hombre está sujeto a variaciones numerosas, determinadas por las mismas causas,
reguladas y transmitidas conforme a las mismas leyes generales que los animales inferiores. … ,
aun cuando las facultades mentales del hombre difieren inmensamente de las de los animales que le
son inferiores, difieren sólo en grado, pero no en naturaleza. Por grande que sea una diferencia de
grado, no nos autoriza para colocar al hombre en un reino aparte”. (DARWIN, C.: El origen del
hombre, pp. 48-9 del libro Los orígenes de la antropología. Introducción, notas y selección de
textos: Fernando Mateo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1977).
El universo no es más que materia y movimiento, niega la diferencia cualitativa esencial
entre el hombre y el resto de seres vivos, la esencial continuidad entre todas las especies. Lo que en
el siglo XVIII era algo raro, ahora es una corriente aceptada comúnmente. Desarrollaron una
concepción del mundo a partir de sus conocimientos biológicos que afectó mucho a la concepción
filosófica.
Para muchos autores de la época será interpretada como una confirmación científica de las
hipótesis materialistas de la época, no sólo como una teoría biológica, sino que le daba la puntilla
científica al teísmo materialista. La creencia en Dios implica la creencia en el creacionismo, si no
hay creacionismo como demostró Darwin, implica la inexistencia de Dios. Así, es como una
confirmación de sus hipótesis materialitas. No obstante, surgió una filosofía para dar respuesta a
este naturalismo grosero, una serie de filósofos que pretende una recuperación del nivel de la
filosofía que propugnan una vuelta a la filosofía kantiana, creando un sistema filosófico duradero, el
neokantismo.
Kant sería de nuevo un punto de inicio en el sentido de una consideración crítica de las
ciencias y una fundamentación gnoseológica del saber. De esta manera, Kant serviría de antídoto,
tanto contra los excesos del idealismo romántico y su filosofía constructivista en el sentido de que
este idealismo crea la realidad a partir de la idea (Hegel) como contra el irracionalismo del puño
schopenhaueriano. El neokantismo, como recuperación de una filosofía seria, dominó Alemania
durante 50 años, en el período de 1870 a 1920.
Ludwig Büchner (1824-1899): en Fuerza y materia (1855) dice que existe una única
sustancia en el mundo material: la fuerza y la materia. El puesto del hombre en la naturaleza (1869)
se compara con la obra de Scheler, El puesto del hombre en el cosmos, escrita después,
probablemente en respuesta a la primera. El primero intenta poner al hombre en la naturaleza y el
segundo en el cosmos.
Jacob Moleschott (1822-1893): En La circulación de la vida (1852) dice que la materia
está ligada a la fuerza y que las dos son eternas, materia y fuerza, los dos componentes del universo.
Dice que el pensamiento está respecto del cerebro en la misma relación que la bilis con el hígado o
la orina con el riñón. El pensamiento es una mera secreción del cerebro. Esto es muy discutible
porque la bilis que producen todos los seres humanos es muy parecida mientras que el pensamiento
no. Hay muchos diferentes. Puede que el pensamiento sea más que una secreción. En general todos
los de esta corriente suscriben esa idea.
[El encéfalo nos permite continuar nuestra vida (los chimpancés tienen muy poco]-> La vida
humana por tanto es muy plástica. No orienta en un solo sentido... EL HOMBRE ES LIBRE POR
NO DEJARSE LLEVAR POR LOS INSTINTOS.
Y precisamente por ese carácter PLÁSTICO y LIBRE el hombre debe formar y REGIR su vida. El
hombre es previsor, tiene carácter futurizo (J. Marías) no como el animal, que vive siempre en el
presente.
"La moral es una necesidad biológica. Dilema entre (LIBERTAD y BIOLOGÍA [no libre]).
-Este autor critica el mayo francés, es MUY conservador. Habermas le critica por esto. Critica su
carácter no-ilustrativo.
-La razón hace que el hombre tenga que suplementar su carencia biológica por medio de la técnica
(la cultura).
"No hay humanidad natural en sentido estricto", como la que Rousseau señalaba [Crítica de
Voltaire: "Cuando leo a Rousseau me entran ganas de andar a 4 patas].
-Sin cultura el hombre no podría sobrevivir. ¿Por qué? Porque es algo antinatural. (Mediocridad de
su fisis).
“La cultura es pues la “segunda naturaleza”: esto quiere decir que es la naturaleza humana,
elaborada por él mismo y la única en que puede vivir. La cultura “anti-natural” es el producto o
secuela de un ser único también “antinatural”, es decir, construido de modo opuesto a los animales,
actuando sobre el mundo. Exactamente en el lugar que ocupa el medio ambiente para los animales,
se halla para el hombre el mundo cultural; es decir, el fragmento de naturaleza sometido por él
transformado en una ayuda para su vida. … . En el caso del hombre… , a la mediocridad de su
physis [corresponde] la “segunda naturaleza” creada por él mismo. Por lo demás aquí está el motivo
de por qué el hombre, en contraposición a casi todos los animales, no tiene una zona existencial
geográfica natural e infranqueable” (p. 43)
Lenguaje: Justifica que hay que crear nuevos términos entendibles (el lenguaje ordinario no daría de
sí). -> Como hicieron Aristóteles, Parménides, etc…
Heidegger pretende desencadenar de nuevo la lucha de gigantes en torno al ser (gigantomaquia peri
tes ousía), pues la pregunta por el ser ha ido con el tiempo cayendo en el olvido.
“Ontología y fenomenología no son dos disciplinas diferentes pertenecientes junto con otras a la
filosofía. Una y otra caracterizan a la filosofía desde el punto de vista del objeto y del método. La
filosofía es ontología universal y fenomenológica que parte de la hermenéutica del ser-ahí y que, a
su vez, como analítica de la existencia ata el cabo del hilo conductor de todas las preguntas de la
filosofía allí donde toda pregunta filosófica surge y retorna” (Ser y Tiempo, traduc. de José Gaos,
FCE, 1962, p. 49)
Mioidad:
Como consecuencia de lo anterior, el ser de cada hombre es el suyo, puesto que se lo ha dado él
mismo, el ser-ahí no es el caso ejemplar de todos los hombres, pues cada hombre es único. La vida
es propia de cada uno pero, en realidad, la vida del hombre puede ser propia o impropia. “El ser-ahí
es en cada caso su posibilidad”, lo que tú eres, lo eres en función de aquello que quieres llegar a ser,
en función de tus posibilidades. Por ser en cada caso el ser-ahí su posibilidad puede realizarla
ganándose a sí mismo una existencia propia o puede dejarla pasar, en ese sentido, llevará una vida
impropia, dejándose llevar por lo que está escrito desde fuera. La “mioidad”, la vida puede ser
propia o impropia.
“El “ser ahí” no puede tomarse nunca ontológicamente, por ende, como caso y ejemplar de un
género de entes “ante los ojos”. A estos entes les es su ser “indiferente”, o vista la cosa exactamente,
“son” de tal forma que su ser no puede serles ni indiferente ni lo contrario. La mención del “ser ahí”
tiene que ajustarse al carácter del “ser, en cada caso, mío”, … . El ente al que en su ser le va este
mismo se conduce relativamente a su ser como a su más peculiar posibilidad” (ibid., p. 54)
2.1. El ser-en-el-mundo:
El principal, el punto de partida, es el ser en el mundo, el ser ahí es siempre y en todo caso un ser
que está en medio del mundo, no existe ser humano que no esté inserto e interactuando con el
mundo en un sitio, en ese sentido podemos decir que Heidegger invierte la teoría carteasiana de que
primero existo yo y luego el mundo, él no, primero existe el mundo, y en el mundo, yo.
Heidegger invierte este punto de vista porque nunca es un sujeto como una mera res cogita, red
pensante, sino que está siempre relacionado con el mundo, antes de pensar sobre el mundo
relaciona con las cosas que hay en el mundo, está siempre en un mundo determinada del cual te
ocupas primariamente. Por tanto con el concepto de mundo se supera tanto el objetivismo como el
de Aristóteles (que interpretaba al hombre con categoría del mundo de los objetos) y el subjetivismo
de la tradición inaugurada por Descartes, que considera que el sujeto es la realidad principal y los
objetos dependen de él. Ni
una ni otra, sino que el hombre está en el mundo de una manera dinámica ocupándose de las cosas
del mundo. Yace el hombre en ese mundo donde está siempre, se relaciona con él de muchos tipos,
producimos cosas, empleamos algo, tenemos que ver con algo, consideramos algo, las relaciones
con el mundo pueden ser múltiples o de muchos tipos, estamos en el mundo ocupándonos con el
mundo y esa sería al relación primera con el mundo, ese sujeto está en el mundo ocupándose con las
cosas del mundo.
Como dice Heideger el conocimiento del mundo es una de las relaciones con el mundo que
podemos tener, la relación con el mundo no es meramente contemplativa, es una relación de
ocuparse con las cosas del mundo. El estar el hombre en el mundo no es una relación de mera
continuidad, el ser está aquí y el mundo allí, para Heidegger no, la relación es un estar implicados
los dos.
El ser en el mundo:
Ahora viene la pregunta de qué es el mundo, el mundo se puede entender en cuatro sentidos, sólo en
dos de los cuales son en los que Heidegger quiere usarlos, en primer lugar, en sentido óptico, la
suma de todos los seres que están en el mundo, en sentido ontológico, designa el ser de un
determinado tipo de entes que están dentro del tipo óptico (el mundo de los objetos matemáticos)
definimos el mundo bajo una categoría de seres de algo en concreto. Por último, mundo de nuevo
en un sentido óptico, entendido como aquello en lo que un ser vive instalado plenamente, en un
plexo de significados en el que viven las cosas.
Un ser fáctico que vive ahí, en sentido preonotológico existencial, existencial para el ser humano
pero no categorizado de una manera clara, que puede ser de dos tipos, el mundo público y el mundo
doméstico (circunmundo). El mundo como aquello en el que un ser vive de entrada y el plexo de
relaciones y significados en que aparecen las cosas.
Quiere decir lo siguiente, yo tengo determinado esquema del mundo doméstico en el que me
muevo, una visión de conjunto de lo que me rodea dentro de la cual aparecen todos lo entes que me
rodean, todos guardan un conjunto de relaciones y significados, y ese esquema de conjunto con el
cual yo me relaciono eso es lo que Heidegger entiende propiamente con el mundo.
El mundo como concepto ontólogico existenciario, dilucidación que expresa ontológica y
existenciariamente el carácter ontológico propio que tiene este mundo preontológico existenciario
con el cual nos relacionamos siempre, puede ser interpretado y analizado teóricamente por la
analítica existenciaria y eso sería el mundo en sentido ontológico existenciario, el análisis racional.
El mundo hablado por Heidegger es el mundo tercero, entendido de manera preontológica
existenciaria. Sobre ese mundo se puede dilucidar luego cuáles son sus rasgos propios. Por tanto el
hombre es un ser en el mundo, mundo como acabamos de explicar.
Mundo: “Aquello dentro de lo cual el “ser ahí” se comprende previamente en el modo de referirse,
es el “aquello sobre el fondo de lo cual” del previo permitir que hagan frente entes. El “aquello
dentro de lo cual” del comprender refiriéndose, en cuanto “aquello sobre el fondo de lo cual” del
permitir que hagan frente entes en la forma de ser de la conformidad, es el fenómeno del mundo” (§
18, p. 101)
Para estudiar en qué consiste el fenómeno del mundo será necesario dibujarse en el mundo que
tenemos más a nuestro alcance, describir en su sentido más general, será el mundo circundante en
medio del cual se encuentra uno ya instalado, el mundo doméstico.
Vamos a ver en qué consiste el mundo circundante, de entrada lo primero que aparecen son objetos
y qué hago yo con esos objetos que aparecen en el mundo, yo con las cosas que me rodean, mas que
dedicarme a estudiarlas teoréticamente como un científico el interés primario es su utilidad, la
primera relación con las cosas del mundo es una ocupación a la mano, de entrada yo me relaciono
con las cosas qué funcionen.
¿Qué es un utensilio y cuáles son las relaciones que se establecen entre los utensilios y entre
utensilio y hombre? El utensilio es un algo para algo, dice Heidegger, algo determinado que tiene
una finalidad. Todos además están cada uno inserto en un todo de utensilios, al ser del utensilio
pierde su utilidad si no está enmarcado en una cadena dentro del cual si se pierde uno no tiene
funcionamiento. La finalidad de cada útil está insertada en una cadena o todo de finalidades dentro
de la cual tiene su sentido, es lo que llama la funcionalidad.
Por último, ¿cuál es el fin último? De toda la cadena, el cual no sea útil para otra cosa más allá, ese
ser en función del cual están todos los utensilios es el das ein, el ser en función del cual se
encuentran todas las funcionalidades, la suma de todos los utensilios está constituida en función del
hombre, el hombre no sirve para algo, no es un algo para algo, sino es el algo, el ente por mor del
cual todo existe para él y se dan todos los utensilios para él.
Con lo cual ya podríamos definir mundo como aquello dentro del cual se comprenden los entes que
están en el mundo. Heidegger se plantea porqué la filosofía no había reflexionado sobre el concepto
del mundo, sino sobre los seres que están en el mundo. No sobre el fenómeno del mundo como tal.
La caracterización del ser ahí como el ser en el mundo permite al mismo tiempo dar una respuesta
existenciaria a la cuestión metafísica de cosmología respecto a qué es el espacio en el cual están los
cuerpos. Hay dos actitudes fundamentales, dos posiciones, una objetiva o limitativa, el espacio es
una cosa mas entre las cosas, un todo, dentro del cual están las realidades. Newton. Y otra,
subjetiva, el espacio como un modo de nuestro conocimiento, como una forma a priori de las
capacidades cognoscitivas del sujeto, formas a priori de la sensibilidad, no es que exista fuera del
sujeto, sino que el espacio no existe, es una categoría de mi facultad de conocer de acuerdo con el
cual se ordena el mundo, Kant.
Dice Heidegger que el que funda el espacio, en la medida en que está en el mundo, el ser ahí es
espacial, y sólo a partir de ese espacio existenciario se puede luego reflexionar en qué consiste la
naturaleza del espacio, quien abre esa reflexión es el ser ahí. Toda esa reflexión sobre el espacio no
tendría sentido si el ser. El sujeto es espacial y por ello el espacio se presenta como un a priori. El
espacio es una priori pero no del sujeto sino que consiste en ser el paraje en el cual hacen frente los
utensilios del mundo circundante. Por eso la reflexión teórica del espacio es la posibilidad de que se
habla un espacio, por tanto la especialidad existenciario es cuando aparece el espacio abstracto, pero
previo a este espacio abstracto existe ese espacio existenciario.
El uno tiene el carácter general de la publicidad (lo que se dice, se hace, se piensa) y estaría
constituido por tres rasgos principales:
- La distancicación: en sesa situación el hombre se cura siempre de la diferencia con los otros,
está siempre procupado por la distancia que lo separa de lso otros, quiere borrar esa
distancia o superar a los otros. En la forma del uno el ser se ocupa siempre del término
medio, el uno preescribe cómo debe de ser todo el mundo, se preocupa de la distancia que le
separa de ese término medio, no quiere llamar la atención. (el término medio)
- -El término medio
- El aplanamiento: justamente por ajustarse a ese término medio el ser se cohibe, se cierra, se
censura desde fuera o desde dentro, se aplana. En el modo de vivir en la vida cotidiana nos
solemos ajustar al término medio.
“El “uno” mismo tiene sus peculiares modos de ser. La mencionada tendencia del “ser con” que
llamamos la distanciación se funda en que el “ser uno con otro” en cuanto tal se cura del “término
medio”. Éste es un carácter existenciario del “uno”. Al “uno” le va en su ser esencialmente tal
carácter. Por eso se mantiene tácticamente en el término medio de aquello que “está bien”, que se
admite o no, que se aprueba o se rechaza. Este término medio en la determinación de lo que puede y
debe intentarse vigila sobre todo conato de excepción.
Todo privilegio resulta abatido sin meter ruido. Todo lo original es aplanado, como cosa sabida ha
largo tiempo, … . Todo lo conquistado ardientemente se vuelve vulgar. Todo misterio pierde su
fuerza. Esta cura del término medio desemboza una nueva tendencia esencial del “ser ahí”, que
llamamos el “aplanamiento” de todas las posibilidades de ser. “Distanciación”, “término medio”,
“aplanamiento” constituyen, en cuanto modos de ser del “uno”, lo que designamos como “la
publicidad”. Ésta es lo que regula inmediatamente toda interpretación del mundo y del “ser ahí” y
tiene en todo razón. … . La publicidad lo oscurece todo y da lo así encubierto por lo sabido y
accesible a todos” (ibid., p. 144)
Cuando el ser vive bajo la influencia del uno su vida se caracteriza por esas tres cosas. De entrada el
hombre siempre vive una vida impropia, inmediatamente no soy yo sino que soy los otros en el
modo del uno. Mi ser si mismo es el ser de los otros, es un hecho evidente, un niño pequeño
aprende los roles de cómo tiene que ser adulto interiorizando los roles exteriores que se ve.
“Impropiedad” como forma original del “ser ahí”: “El “sí mismo” del “ser ahí” cotidiano es el “uno
mismo”, que distinguimos del “sí mismo” propio, es decir, realmente “empuñado”. En cuanto “uno
mismo” es el “ser ahí” del caso “disipado” en el “uno” y tiene primero que encontrarse … .
Inmediatamente es el “ser ahí” fáctico en el “mundo del con” descubierto en el término medio.
Inmediatamente no “soy” “yo”, en el sentido del “sí mismo” peculiar, sino los otros, en el modo del
“uno”. Partiendo de éste y como siendo éste resulto “dado” inmediatamente a mí “mismo”.
Inmediatamente es el “ser ahí” “uno” y regularmente sigue siéndolo. Cuando el “ser ahí” descubre y
se acerca realmente al mundo, cuando se abre a sí mismo su ser propio, siempre tiene lugar este
descubrir el mundo como un quitar de en medio los encubrimientos, como un descubrir las
desfiguraciones con el que el “ser ahí” se echa el cerrojo a sí mismo ” (§ 27, pp. 146-7)
El “uno” como existenciario del ser ahí: “El “uno” es un existenciario inherente como fenómeno
original a la constitución positiva del “ser ahí” y que tiene diversas posibilidades de concreción
dentro de la forma de ser del “ser ahí”” (ibid., p. 146)
2.3. La “caída”:
El ser-ahí está caído en el mundo, pero la doble determinación de estar arrojado en el mundo y el
proyecto choca. El hombre, por miedo a su propio poder ser huye en el mundo y se esconde bajo la
forma del Uno, el hombre no es él mismo sino el otro; no existe con el sí mismo. Este carácter es lo
que Heidegger denomina como la “caída”. El hombre está caído en el Uno y, en este estado, el
hombre se deja llevar por las habladurías, la avidez de novedades y la ambigüedad que las
acompaña.
Las habladurías. De manera habitual el hombre tiene una interpretación media del mundo, ya dada
por el Uno, por las habladurías, pierde su sentido originario para convertirse en una mera repetición,
transmisión de la interpretación media del Uno del mundo. “Las habladurías son la posibilidad de
comprenderlo todo sin previa aprobación”, las habladurías, más que comprender y abrir el mundo,
lo cierra a la comprensión.
La avidez de novedades. Esto no hace referencia a la concepción aristotélica de que le hombre
desea y precisa por naturaleza conocer, sino que, en este caso, cuando el hombre conoce salta de
una cosa a otra, se trata entonces de ver para ver, no para comprender. No es la actitud filosófica
contemplativa sino un saber por pura curiosidad, el hombre se deja llevar por la curiosidad
superficial, saltando de una cosa a otra sin permanecer en ninguna de ellas.
Estado de ambigüedad. El hombre se encuentra en un estado de ambigüedad en la medida en la que
no se relaciona con los otros ni con las cosas como lo que ellas son en realidad, sino por la
interpretación de las habladurías que impiden ver correctamente tanto en la vida de los otros como
la propia.
La caída, estar perdido en habladurías, la avidez de novedades y la ambigüedad que les acompañan,
es la forma habitual del ser, primariamente caído en el mundo, en el estado medio del Uno.
La caída es la tentación permanente del ser-ahí, el ser-en-el-mundo es en sí mismo tentador, ya que,
la tentación de caer en la interpretación media del mundo va acompañada de la tentación de
aquietamiento; el que nuestra vida en el mundo esté ya dirigida es tranquilizador, es tentador. Esto,
sin embargo no se traduce en la inmovilidad sino en una actividad desenfrenada, en la tranquilidad
que uno vive en la vida que debe, organizando su vida como el Uno prescribe; aumenta así la caída.
Ese activismo irreflexivo puede manifestarse en la búsqueda en las culturas lejanas lo que sea el
hombre. Esta búsqueda de soluciones lejanas sólo provoca el extrañamiento del hombre al no
encontrar el ser-ahí; de esta manera, se enreda en sí mismo en la búsqueda de la verdad del ser-ahí.
En ese sentido, los fenómenos de la tentación, aquietamiento, extrañamiento y el enredarse de sí
mismo son concovitantes a la caída y caracterizan el derrumbamiento o torbellino de la misma.
El ser del ahí se ha caracterizado como ser abierto pero a la vez está determinado por la caída.
“Cuando en el cotidiano “ser uno con otro” hace frente aquello que es accesible a todos y sobre lo
que todos pueden decirlo todo, pronto ya no cabe decidir qué es lo abierto en un genuino
comprender y lo que no. Esta “ambigüedad” no se extiende solamente al mundo, sino en la misma
medida al “ser uno con otro” en cuanto tal e incluso al “ser del “ser ahí” relativamente a sí mismo”
(§ 37, p. 192)
Resumen final:
“La cuestión directiva de este capítulo ha sido la referente al ser del “ahí”. El tema ha sido la
constitución ontológica del “estado de abierto” esencialmente inherente al “ser ahí”. El ser de este
estado se halla constituído por el encontrarse, el comprender y el habla. La cotidiana forma de ser
del “estado de abierto” resulta caracterizada por las habladurías, la avidez de novedades y la
ambigüedad. Éstas muestran a su vez el “estado de movimiento” de la caída con sus esenciales
caracteres de la tentación, el aquietamiento, el extrañamiento y el enredarse” (§ 38, p. 208)
La angustia abre la posibilidad de una interpretación unitaria del ser-ahí, el hombre se angustia
porque esta caracterizado de forma unitaria por la cura (Sorge) o preocupación en la medida en la
que el ser-ahí es responsable de su propio ser en tanto que la existencia precede a la esencia, y se
define por ella, tiene que darse a sí mismo la esencia, lo que implica el comprender que le permite
proyectarse siendo, de algún modo, ya su posibilidad. Esta estructura es lo que denomina Heidegger
como el “pre-ser-se” del ser-ahí.
Como el pre-ser-se del ahí es siempre dentro de un mundo determinado es siempre fáctico, lo que
limita ya sus posibilidades. La existencialidad es siempre determinada por la facticidad.
El pre-ser-se del ser-ahí como un ser ya en el mundo, un mundo dentro del cual estoy absorbido y
ocupado con los entes, interactuando con ellos; en ese sentido, el ser humano es un pre-ser-se-ya-
en-el-mundo fáctico, como un ser caberosente que se ocupa de los entes. Este ser es el que
constituye el significado del término cura en sentido ontológico-existenciario. Y por ser
existenciariamente cura, en él se fundan todas las relaciones que el hombre tiene con el resto de los
entes como seres-a-la-mano (Sorge o cura) o como seres-ahí, los otros (Fursorge o preocupación).
El pre-ser-se: “El “ser-ahí” es un ente al que en su ser le va este mismo. El “le va” se ha aclarado
en la estructura del ser que es el comprender como “ser, proyectándose, relativamente al más
peculiar “poder ser”. Éste es aquello por mor de lo que el “ser ahí” es en cada caso como es. El “ser
ahí” se ha conjugado en su ser y en cada caso ya con una posibilidad de él mismo. … . Pero el “ser
relativamente al más peculiar “poder ser” quiere decir ontológicamente: el “ser ahí” es para sí
mismo en su ser y en cada caso ya previamente. “El “ser ahí” es siempre ya “más allá de sí”, no
como un conducirse relativamente a otros entes que él no es, sino como “ser relativamente al “poder
ser” que es él mismo. Esta estructura del ser del esencial “le va” es la que vamos a llamar el “pre-
ser-se” del “ser-ahí”” (p. 212)
La cura (o “el cuidado”): “La formal totalidad existenciaria del todo estructural ontológico del “ser
ahí” tiene que resumirse, por ende, en la siguiente estructura: El ser del “ser ahí” quiere decir: pre-
ser-se-ya-en (el mundo) como ser-cabe (los entes que hacen frente dentro del mundo). Este ser es lo
que constituye, en conclusión el significado del término “cura”, que se emplea en su acepción
puramente ontológico-existenciaria” (§ 41,p. 213)
2.5. El ser-para-la-muerte
Muerte biológica
Muerte desde el punto de vista teológico
Muerte en sentido existenciario
Antecedentes:
W. DILTHEY
G. SIMMEL
En relación con la pregunta por la comprensión total o unitaria del ser-ahí se plantea la posibilidad
de incluir el hecho de la muerte; la analítica existenciaria del ser-ahí tiene que incluir un concepto
ontológico suficiente, es decir, existenciario de la muerte. Una reflexión que va guiada por una
reflexión que Dilthey hizo en “La vivencia y la poesía”. “La limitación de nuestra existencia por la
muerte es decisiva para nuestra comprensión y estimación de la vida”. El fenómeno de la muerte
está presente siempre en la vida y la condiciona.
El ser-ahí no puede tener experiencia de la muerte, ni en la suya propia pues ya está muerto ni en la
de los demás pues evidentemente no la experimenta; en ese sentido, mientras existe, el ser-ahí está
esencialmente inacabado; como pre-ser-se es más de lo que es, como ser-ya es menos de lo que
puede llegar a ser. La conclusión de esa inconclusión esencial del ser-ahí es la muerte, el ser-ahí
mientras existe no alcanza su totalidad pero tan pronto como la alcanza deja de existir.
Si no podemos experimentar la muerte, lo que podemos hacer es anticiparnos a ella, entendiéndola
como una posibilidad del ser-ahí; llevando a cabo una analítica ontológica existenciaria de la
muerte.
La muerte es el fin del ser-ahí pero no se puede entender que llegue con la madurez o la totalidad
del ser sino que puede llegar antes o después; y tampoco se entiende como la desaparición o
aniquilación absoluta del ser-ahí pues siempre cabe la posibilidad de otra vida. La muerte sólo
implica la desaparición del ser-ahí como ser-en-el-mundo.
Es fin de la vida en el sentido en que el hombre es también un ser-para-la-muerte, el hombre es un
ser destinado a ese fin. En la medida en la que el ser-ahí es sus posibilidades, en tanto que las pre-
es, también es su posibilidad más peculiar “la posibilidad de la absoluta imposibilidad”, “la
posibilidad irreferible”, “la posibilidad irrebasable”, señalada, la muerte está condicionando y
dirigiendo su vida. La muerte está siempre presente.
Heidegger diferencia entre la vivencia del a muerte que viene dada por el Uno, por el mundo y una
conciencia plena de ella; una angustia o preocupación ante ella. La forma cotidiana del ser sobre la
muerte es que tiende a olvidar o encubrirla; los otros se mueren pero es como si él no fuese a morir;
nuestra propia muerte no la tenemos como un hecho, un ante-los-ojos, no resulta, por lo tanto, algo
amenazador.
Frente a esta interpretación inauténtica del fenómeno de la muerte se trata de interpretarla de un
modo auténtico, tnerla ante-los-ojos, lo que es posible a través del fenómeno de la conciencia del
hombre; la culpa y el estado de resuelto hacen que el hombre se apropie el hecho de la muerte, sale
del estado de inautenticidad con la “llamada de la conciencia”.
“Así como, … , el “ser ahí” es constantemente, mientras es, ya su “aún no”, así es también ya
siempre su fin. El finar mentado con la muerte no significa un “haber llegado al fin” (Zu-Ende-sein)
el “ser ahí”, sino un “ser relativamente al fin” (Sein-zu-Ende) de este ente. La muerte es un modo de
ser que el “ser ahí” toma sobre sí tan pronto como es. “Tan pronto como un hombre nace es ya
bastante viejo para morir”” (§ 48, “Lo que falta”, el “fin” y la “totalidad”, p. 268)
“La muerte hace frente como sabido accidente que tiene lugar dentro del mundo. En cuanto tal
permanece en el “no sorprender” característico de lo que hace frente cotidianamente. El uno se ha
asegurado una interpretación para este accidente. El habla expresa … dirá de él: al fin y al cabo
también uno morirá, pero por lo pronto no le toca a uno. El análisis del “uno morirá” desemboza sin
ambigüedad la forma de ser del cotidiano “ser relativamente a la muerte”. Éste se comprende en
semejante habla como un algo indeterminado que ha de llegar algún día de alguna parte, pero que
por lo pronto es para uno mismo algo aún no ante los ojos y por ende no amenazador” (§ 51, p. 276)
BIBLIOGRAFÍA TEMA 3:
• JÓLIVET, R., Las doctrinas existencialistas. Desde Kierkegaard a J.-P. Sartre, Gredos,
Madrid, 1953
• OLASAGASTI, M., Introducción a Heidegger, Revista de Occidente, Madrid, 1967
• PÖGGELER, O., El camino del pensar de Martin Heidegger, Alianza Editorial, Madrid,
1993 (primera edición de 1986, traducción de la segunda edición alemana de 1983 –existe
aún una tercera de 1990) 539 pp. (incluye al final un “Glosario” de términos alemanes y una
“Cronología”)
• LEYTE, A., Heidegger, Alianza Editorial, 2005/2006, 308 pp. + bibliografía