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Prisión preventiva: valoración de los fundados y graves

elementos de convicción de corrupción

Francisco Celis Mendoza Ayma

Si comienza uno con certezas, terminará


con dudas; más si se acepta empezar con
dudas, llegará a terminar con certezas.

Sir Francis Bacon

1. Actitudes éticas y epistémicas


En la expedición de una resolución de prisión preventiva generalmente encontramos en
los jueces dos actitudes1 contrarias entre sí: i) una actitud sustancialista ética; y ii) una
actitud cognitiva racional2.

a) La actitud sustancialista ética es irracional y es asumida sin esfuerzo consciente. Al


respecto, desde esta perspectiva es suficiente tener un dato indiciario por mínimo que
sea, sobre cuya base es que se configurará una intensa sospecha subjetiva que llenará
cualquier vacío de información objetiva, con lo cual se formará la íntima convicción
–creencia–de la realización de un hecho punible. No es posible configurar un
escenario de duda racional, pues todo se carga con la negatividad de la mera
sospecha, esentonces cuando emergen las misiones éticas para no generar impunidad
en la “lucha contra la corrupción” u otros delitos.

Esta predominancia subjetiva en la valoraciónde los elementos de conviccióntiene


impacto directo en la debilidad e inconsistencia de los fundamentos de la decisión
judicial; característica inherente al autoritarismo inquisitivo. Así, la actitud
sustancialista ética es permeable al clamor social mediatizado por la intensa difusión
de un hecho punible, por lo que al momento de resolver convergen dos fuerzas de
presión que afectan la independencia judicial: por un lado, −internamente− la actitud

1
Estado de la disposición nerviosa y mental, antes que una motivación biológica, en virtud de la cual las
personas adquieren cierta predisposición que les permite responder ante los estímulos; es la consecuencia
de un proceso cognitivo, afectivo y conductual
2
Predominantemente, pues las actitudes corresponden a todo un proceso de configuración de la vivencia
de las personas.
sustancialista ética del propio juez que lo erige en “justiciero”; y, por el otro,
−externamente−el clamor social de justicia exacerbada por los mass media. De este
modo, el ajusticiamiento del imputado viene a ser la consecuencia normal de esa
convergencia ajena al Derecho, y que pervierte la independencia del juez.

En ese contexto, el principio de independencia debe ser entendido como la sujeción


del funcionario judicial a la Constitución y la ley en el desempeño de su función; sin
embargo, esta situación ha sido mal comprendida e interpretada como la
discrecionalidad ética subjetiva del individuo que ejerce la función de juez, siendo
realizada conforme a su criterio personal y su particular moralidad crítica, pero
completamente extraña a los valores de la Constitución.

b) La actitud cognitiva racionales consciente y lógica, por tanto, necesita de


información objetiva para resolver un caso determinado. Así, los indicios
contingentes son considerados solo hechos base de la estructura de la prueba
indiciaria −hechos base, inferencia y hecho indicado−, por lo que la mera sospecha
sobre la base de un indicio o más indicios débiles resulta insuficiente, y de donde
producto de esta actitud es que surge la duda racional.

Así las cosas, la duda se constituye en una herramienta fundamental que permite
depurar las meras conjeturas o creencias de la información objetiva, por lo que el
impacto de esta actitud es directo en la valoración objetiva de los elementos de
convicción con fundamentos consistentes en la decisión judicial. Esta es una actitud
inherente a un garantismo racional.

Esta actitud no es permeable −externamente− a la presión mediática, al clamor social


o a cualquier circunstancia política o social de coyuntura, por lo que la sujeción a la
Constitución y a la ley operará como valla de contención contra la presión del clamor
social mediatizado. Tampoco es permeable −internamente− al sustancialismo ético
del juez, por lo que, en ese orden, el principio de independencia del funcionario
judicial, operará como límite y contención a la subjetividad moral del propio juez.

Siendo así, el juez comprende que la independencia como funcionario no le da


atribuciones para realizar interpretaciones subjetivas particulares, sino que sus
preferencias internas siempre encontraránlímites en la Constitución y en la razón
cognitiva.

2. La actitud de lucha contra la corrupción

¿Deben los jueces estar comprometidos en la lucha contra la corrupción? La respuesta


es que sí,pero comprometidos en la lucha contra el riesgo de corrupción de su propia
actividad judicial. También comprometidos institucionalmente promoviendo eficientes
modelos de compliance para afrontar riesgos de corrupción judicial, distintos al control
burocrático formal actual.Eso está claro.

En ese sentido, resulta preciso ser claro y enfático en que no corresponde a sus
atribuciones ejecutar políticas estatalesde “lucha contra la corrupción” ajenas a su
ámbito institucional. En efecto, solo tiene atribuciones y competencias desempeñando
su rol como juez, por lo que no puede asumir un rol de persecutor, y tampoco
embanderarse en una cruzada de “lucha contra la corrupción”; ese rol resulta ajeno a la
función judicial.

A los jueces se les debe exigir que cumplan su rol emitiendo con firmeza sus decisiones,
ello en tanto concurran objetivamente los presupuestos materiales de la prisión
preventiva y los estándares constitucionales y convencionales de proporcionalidad y
razonabilidad. Esa firmeza en sus decisiones judiciales no es un compromiso por la
“lucha contra la corrupción”, sino un compromiso con y por su independencia judicial.

Un juez con “compromiso” en la lucha contra la corrupción o cualquier otro delito es un


verdadero peligro, pues es unapersona con una actitud ética interna que, en definitiva,
afectará su independencia como juez. Precisamente, el límite frente a la irracionalidad
emotiva de los compromisos éticos es el principio de independencia judicial en un
contexto constitucional de aplicación de la ley procesal; por lo que, es preciso que el
sofisma del juez y su lucha contra la corrupción sea develado para evitar actitudes que
desborden las razones del Derecho y perviertan la función judicial en la persecución
punitiva invadiendo roles que corresponden a otras instituciones estatales.

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