Está en la página 1de 52

APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

Ética / Profesores: V. Cano y G. D’Iorio / Apuntes de Teóricos


Unidad V. Clases 12, 13 y 14 / 23, 30 de octubre y 6 de noviembre / Temas. Ante la ley
(ética) del género y la sexualidad. 1. La morada (im)posible: heterosexualidad
obligatoria, violencia normativa y responsabilidad ética en Judith Butler 2. Foucault y la
historia de la sexualidad: sexo, poder y subjetivación. 3. Preciado(s) suplementos:
tecnificando las estrategias de resistencia y subversión sexo-generizadas.

Ante la ley (ética) del género y la sexualidad

"[M]e pareció que no podía evitarse el plantear una


pregunta a la vez muy simple y muy general: ¿por qué el
comportamiento sexual, por qué las actividades y
placeres que de él dependen, son objeto de una
preocupación moral? ¿Por qué esta inquietud ética que,
por lo menos en ciertos momentos, en ciertas
sociedades o en ciertos grupos parece más importante
que la atención moral que se presta a otros dominios de
todos modos esenciales para la vida individual o
colectiva, como serían las conductas alimentarias o el
cumplimiento de los deberes cívicos? "
M. Foucault, Historia de la sexualidad.
2. El uso de los placeres.

"Por el momento, interrumpiré esta discusión de


Adorno [...]para considerar no la relación que un
sujeto tiene con la moral, sino una relación previa: la
fuerza de la moral en la producción del sujeto. La
primera cuestión es crucial y la investigación que sigue
no la ignora, porque un sujeto producido por la moral
debe encontrar su relación con ella. Por más que se
quiera, no se puede omitir esta condición paradójica de
la deliberación moral y de la tarea de dar cuenta de sí.
Aun cuando la moral proporciona un conjunto de
normas que producen un sujeto en su inteligibilidad, no
por ello deja de ser un conjunto de normas y reglas que
el sujeto debe negociar de una manera vital y reflexiva"
J. Butler, Dar cuenta de sí mismo.

De algún modo, estamos de nuevo en nuestro punto de partida, en aquel que se


preguntaba por la (ley) ética y el modo en que la misma nos hacer ser lo que (no)
somos, hacer lo que (no) hacemos y esperar lo que (no) esperamos. Estamos, una vez
más, ante la ley y la moral, sólo que esta vez lo haremos situados desde la perspectiva
que interroga por las normas sexo-generizadas y el modo en que éstas determinan no

1
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

sólo lo que podemos o no hacer, sino también, lo que podemos (o no) ser, conocer,
desear, esperar, celebrar, lamentar, doler, llorar o soñar. En este sentido, tanto la
pregunta foucaultiana por el modo y el por qué de nuestra preocupación moral por
nuestra sexualidad, como el interrogante butleriano por el rol productivo de las normas
(de sexo-género) en lo que refiere a nuestra inteligibilidad y existencia, nos colocan -
nuevamente- ante el problema kakfiano. Según Derrida, Ante la ley " nombra o relata a
su manera el conflicto sin encuentro de la Ley y de la singularidad, esta paradoja o
enigma del ser-ante-la-ley"1. Lo que intentaremos pensar de la mano de Foucault,
Butler, Preciado y "Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto", no
será otra cosa que la relación entre la singularidad que (no) somos y las normas y
restricciones que organizan la producción bio-tecno-ético-política de sujetxs sexo-
generizadxs2. En este sentido, nuestra preocupación se orientará a analizar el modo en
que las normas sexo-generizadas no sólo determinan lo que podemos o no hacer
(organizando un código de restricciones), sino que también determinan el campo de
nuestra "ontología de la actualidad", es decir, de aquello que puede ser (o no) en dicho
campo de inteligibilidad. Interrogar este campo posible de ontología se revela como
una tarea ética y política, en la medida en que permite alumbrar los límites de nuestro
obrar, conocer, pensar, y en términos generales, de ser. Sólo a partir de una
interrogación de sus pautas de inteligibilidad podremos pensar un espacio de
resistencia y subversión en el que se juega (y arriesga) nuestra libertad.

Para ello, recuperaremos principalmente los planteos de Foucault y su genealogía


crítica del dispositivo de la sexualidad, las tesis butlerianas sobre la performatividad del
género y la matriz heteronormativa, y los planteos de Preciado en torno a las nuevas
tecnologías corporales y su potencia subversiva. Todas estas propuestas filosóficas,
creemos, nos sirven para pensar el modo en que las normas sexo-generizadas
determinan el horizonte de inteligibilidad y posibilidad ontológica actual, así como la
potencia ética y política que anida (sin garantías) en la explicitación de las normas y
leyes ante las cuales (pero también frente a las cuales) llegamos a ser la singularidad
que (no) somos. Butler sostiene en El género en disputa (1989) que fue justamente el
cuento kafkiano "Ante la ley" el que la inspirase para desarrollar sus tesis sobre la
performatividad del género. Allí afirma:

Originalmente, la pista para entender la performatividad del género me la


proporcionó la interpretación que Jacques Derrida hizo de "Ante la ley", de Kafka.
En esa historia, quien espera la ley se sienta frente a la puerta de la ley, y atribuye
cierta fuerza a esa ley. La anticipación de una revelación fidedigna del significado es
el medio a través del cual esa autoridad se instala: la anticipación conjura su
objeto. Es posible que tengamos una expectativa similar en lo concerniente al
género, de que actúe una esencia interior que pueda ponerse al descubierto, una
expectativa que acaba produciendo el fenómeno mismo que anticipa. Por tanto, en
el primer caso, la performatividad del género gira en torno a la metalepsis, la forma

2
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

en que la anticipación de una esencia provista de género origina lo que plantea


como exterior a sí misma. En el segundo, la performatividad no es un acto único,
sino una repetición y un ritual que consigue su efecto a través de su naturalización
en el contexto de un cuerpo, entendido, hasta cierto punto, como una duración
3
temporal sostenida culturalmente.

La ley del género, o más bien (como explicitaremos a continuación) la normalización


(hetero)sexual de nuestros cuerpos, comportamientos, representaciones y modos de
ser constitituye no sólo el dispositivo que nos produce, y en ese sentido determina
aquellos actos, prácticas, y rituales que producen la "naturaleza" sexual "dicotómica y
complementaria" que como sujetos varones y sujetos mujeres, así como a todxs
aquellxs que no encarnan de manera exitosa dichos ideales y principios de
inteligilibilidad sexuales y genéricos. La performatividad del género, o la normalización
y disciplinamiento propios del dispositivo de la sexualidad señaladas por Butler y
Foucault apuntan a poner en discusión, el carácter "natural(izado)" de las normas y
leyes de nuestra contemporaneidad. Es hora de detenernos, entonces, en el problema
de la (hetero)sexualidad obligatoria y su lugar en el dispositivo de la sexualidad4.

En este sentido el género no es un sustantivo, ni tampoco es un conjunto de


atributos vagos (…) el género resulta ser performativo, es decir, que conforma la
identidad que se supone que es. En este sentido, el género siempre es un hacer,
aunque no un hacer por parte de un sujeto que se pueda considerar preexistente
ala acción. El reto que supone reformular las categorías de género fuera de la
metafísica de la sustancia deberá considerar la adecuación de la afirmación que
hace Nietzsche en la Genealogía de la moral en cuanto a que “no hay ningún `ser’
detrás del hacer, del actuar, del devenir; ‘el agente’ ha sido ficticiamente añadido al
hacer, el hacer es todo”. En una aplicación que el mismo Nietzsche no habría
previsto ni perdonado, podemos añadir como corolario: no existe una identidad de
género detrás de las expresiones de género; esa identidad se construye
performativamente por las mismas ‘expresiones’ que, al parecer, son resultado de
5
ésta.

Y el género, o la identidad de género, se construye entonces a través de la reiteración


(ritualizada) de actos que citan (ya sea de manera "coherente" o "incoherente", de
modo más o menos adecuado o consistente) esas normas de género que determinan
el campo de nuestra ontología. Es en esa misma reiteración donde se forma la
apariencia de sustancialidad del género, y desde donde es posible pensar no sólo la
reiteración normalizada y "correcta" de las mismas, sino también su torsión y
desplazamiento. No se nace con un género determinado, en todo caso, se llega a serlo,
se (de)construye.

¡Sapere aude! Tener el coraje de saber, de preguntar por los límites que nos
constituyen y por las leyes que nos dominan, condicionan y posibilitan, equivale para
estos autorxs a preguntarse por el modo en que somos producidos como sujetos sanos

3
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

o locos, hetersexuales u homosexuales, como sujetos pornográficos o sujetos


abortantes. Y pensar esto, y el modo en que podemos movernos, desplazarnos, resistir
o llegar a ser otrxs, tiene mucho que ver con la libertad.

1. La morada (im)posible: heterosexualidad obligatoria, violencia normativa y


responsabilidad ética en J. Butler

"Mujer no se nace, se llega a serlo"


Simone De Beauvoir, El segundo sexo.

“Lo que continúa preocupándome más son los


siguientes tipos de preguntas: ¿qué constituye una vida
inteligible y qué no, y como las suposiciones acerca del
género y las sexualidad normativos deciden por
anticipado lo que pasará a formar parte del campo de
lo ‘humano’ y de lo ‘vivible’? Dicho de otro modo:
¿cómo actúan las suposiciones normativas del género
para delimitar el campo mismo de la descripción que
tenemos de lo humano? ¿Con qué medios advertimos
este poder demarcador, y con qué medios lo
6
transformamos?” .
J. Butler, El género en disputa

La ética, decíamos al inicio de nuestro recorrido, se sitúa para nosotrxs -más que en el
horizonte de una analítica de la verdad- en las coordenadas de la(s) ontología(s) de
nosotros mismos, ie. de aquel ethos crítico que interroga por lo límites y
condicionamientos que nos hacen ser quienes (no) somos, y hacer lo que (no)
hacemos. El valor etho-poiético, para decirlo con Foucault, de las normas morales y
sexuales, así como la problematización de las mismas, exige que nos interroguemos
por sus límites y las posibilidades de franquerlos. J. Butler recupera esta preocupación
foucaultiana por interrogar los principios y normas que determinan la ontología de
nuestro presente, configurando también las condiciones de su (im)posible
transformación. Según la norteamericana, en nuestra contemporaneidad, uno de los
aspectos fundamentales que determinan el horizonte de lo inteligible, y por tanto de
"lo 'imposible', lo eligible, lo irrealizable, irreal e ilegítimo", son las normas respecto del
género y la sexualidad. Es más, la inteligibilidad de lo humano (o el problema de los
principios de inteligibilidad des.humanizantes) está condicionada por suposiciones
normativas respecto del género y la sexualidad (real, natural, moral, legal, deseable,
permitida, celebrada).

Según la filósofa lesbiana y feminista J. Butler, los términos de nuestra legibilidad, esos
principios de inteligibilidad, histórica y culturalmente situados, no sólo producen la
legitimación y deslegitimación de determinados modos de vida y órdenes de ser, sino

4
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

que constituyen en sí mismos, en su poder prescriptivo-performativo, las coordenadas


ontológicas de lo (más o menos) humano. De allí que tengamos la responsabilidad de
formular preguntas como las siguientes: ¿Qué vuelve inteligible y humana nuestras
vidas? ¿Qué hace que nuestros cuerpos ingresen a la esfera de los cuerpos percibidos,
y reconocidos como humanos? ¿En qué medida el género y la sexualidad forman parte
de estos principios de inteligibilidad? ¿Qué hace que algunxs deseos, cuerpos,
pensamientos y comportamientos sean reconocidos como "más o menos" humanos? Y
esto porque, para decirlo heideggerianamente, no todxs somxs acogidxs en la casa del
ser (humano). Determinadas encarnaciones del género y la sexualidad "darán en la
talla" de las condiciones (restrictivas) sociales y culturales de "las leyes (de la
hospitalidad)" sexo-generizadas7, mientras que otras, disidentes, resistentes,
diferentes, transgrederán dicha normatividad y suscitarán, por tanto, no una cálida
acogida, sino el rechazo hacia la vulnerabilidad de los que no son (bienvenidos):

En la medida en que las normas de género (dimorfismo ideal, complementariedad


heterosexual de los cuerpos, ideales y dominios de la masculinidad y la feminidad
adecuadas e inadecuadas, […]) determinan lo que será inteligiblemente humano y
lo que no, lo que se considerará ‘real’ y lo que no, establecen el campo ontológico
en el que se puede atribuir a los cuerpos expresión legítima. Si hay una labor
normativa positiva en El género en disputa es poner énfasis en la extensión de esta
8
legitimidad a los cuerpos que han sido vistos como falsos, irreales e ininteligibles.

Las normas de género, a las que Butler define en términos de "principios de


inteligibilidad" han de instituir (junto a otra pluralidad de normas de raza, clase social,
etc) el campo posible de nuestra ontología, así como nuestra ubicación dentro de sus
coordenadas. Estos principios de legibilidad socio-culturales determinan el horizonte
del ser (humano) en el cual será posible (o no) emerger como un sujeto legítimo. Tal y
como lo explicaba Nietzsche, nuestros valores e "ilusiones óptico-morales" no son otra
cosa que las condiciones de conservación de un determinado modo de vida 9. Lo mismo
vale para los tipos ideales o formas regulativas que configuran las coordenadas de
inteligibilidad cultural.

Foucault, antes que Butler, ya había caracterizado las normas en términos de


"principios de inteligibilidad" que no sólo operan para tipificar y clasificar a los
individuos, sino que también detentan un poder correctivo. "Generizando" esta misma
línea argumentativa, Butler dirá que la inteligibilidad socio-cultural actual está
permeada por las normas del género. Ellas, con las implicancias en términos de
orientación y prácticas sexuales, identidad y presentación de género, etc , operan
tanto como principios de inteligibilidad cultural, así como reglas o normas que poseen
un poder corrector y prescriptivo. En nuestro contexto histórico, parte de nuestra
humanidad, y de nuestra in-humanidad, de nuestra legibilidad cultural y social, se
juega en esta identificación/identificabilidad (individual y social) que nos atraviesa por

5
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

la grilla de género y del sexo. Basta tener que ir a un baño público, o llenar casi
cualquier formulario administrativo, para comprender este punto. Dichas
presuposiciones normativas sobre el género y la sexualidad determinan un ideal
regulativo que distribuye a los cuerpos y a los sujetos en la escala que va de lo
(plenamente) humano a lo menos humano (o in-humano).

Las normas que gobiernan [por ejemplo] una anatomía humana idealizada,
trabajan por tanto en la producción de un sentido diferencial entre quien es
10
humano y quien no, cuales vidas son vivibles y cuáles no.

Así las normas no sólo determinan el ámbito y experiencias de los vivible, de aquello
que Butler llamar la "habitabilidad", sino también las zonas oscuras donde la abyección
se traduce en vulnerabilidad. Allí donde aparece una discrepancia, una diferencia o
dislocación de las normas sexo-generizadas de nuestra sociedad, surge el espesor de lo
menos habitable, lo menos vivible. La cara inhospitalaria de nuestras leyes de la
legibilidad, de nuestros conceptos y principios rectores. Es este espesor violento el que
rige, creemos, nuestra responsabilidad ético política de interrogarlos, evaluarlos, y -de
ser-posible- modificarlos, dislocarlos, traspasarlos, o franquearlo.

A juicio de Butler, tanto el género como el sexo y el deseo (lo que se reconoce como
“sexo real”, “género verdadero” o “deseo normal”) están constituidos por esas normas
culturales de inteligibilidad. Normas éstas que asumen lo que la autora, siguiendo
fundamentalmente a A. Rich y M. Wittig, denomina "la matriz heterosexual" 11. La
misma produce un régimen de verdad (hetero)sexista que liga de manera causal y
expresiva los ideales del sexo, género, deseo y prácticas sexuales, a la vez que
establece una ontología binaria que se estructura los patrones ideales del ser-mujer y
el ser-varón:

Esa heterosexualidad institucional exige y crea la univocidad de cada uno de los


términos de género que determinan el límite de las posibilidades de los géneros
dentro de un sistema de género binario y opuesto. Esta concepción del género no
sólo presupone una relación causal entre sexo, género y deseo: también señala que
12
el deseo refleja o expresa al género y que el género refleja o expresa el deseo.

La visión sustancialista y heteronormativa de los géneros, nos atreveríamos a decir,


constituye un nuevo hito en la "historia de un error" y crea la ilusión óptico-moral de
un nuevo mundo verdadero: el del dimorfismo sexual que establece una relación
causal (y expresiva) entre el sexo, el género y el deseo, estableciendo de ese modo
ideales de coherencia normativos. Así la matriz heterosexual opera como el principio
de inteligibilidad cultural que nos torna legibles (a la vez que nos clasifica y produce
como ) varones y mujeres, pero también como mujeres y varones más o menos
“reales”, “legibles”, “posibles”, “adecuadas”, “normales”, o incluso monstruosos. En
tanto ideal de consistencia, o de normalidad diría Foucault, genera inevitablemente un
6
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

dominio de inconsistencia o discontinuidad que será el locus de cierta inhabitalidad, a


la vez que un espacio de resistencias y subversiones posibles. De allí que, sostenga la
autora, es necesario:

Considerar que las categorías fundacionales del sexo, el género y el deseo son
efectos de una formación específica del poder requiere una forma de
cuestionamiento crítico que Foucault, reformulando a Nietzsche, denomina
‘genealogía’. La crítica genealógica investiga las implicancias políticas que posee
designar como origen y causa a esas categorías identitarias que son, de hecho, los
efectos de instituciones, prácticas y discursos con múltiples y difusos puntos de
13
origen.

Como ya adelantamos, para Butler, el género, el sexo y el deseo (hetero)sexual son


producto de nuestras prácticas, que se articulan en relación a discursos, instituciones, e
ideales normativos. Su performatividad radica precisamente en esto, en que -como
diría Beauvoir- no se nace mujer -o varón- sino que se llega a serlo. ¿Cómo? A través de
los actos que se rigen (incluso en el modo de la transgresión o la torsión) por los
principios normativos sexo-generizados que establecen ideales de (in)coherencia. De
allí que, como desarrollaremos a continuación de la mano de Foucault, sea
fundamental comprender el carácter performativo, y por tanto producido, del
dispositivo (hetero)sexual, operando de ese modo una "desnaturalización" crítica de
sus supuestos y normas prescriptivas.

2. Foucault y la historia de la sexualidad: sexo, poder y subjetivación.

"Mi propósito [al realizar una historia de la sexualidad]


no era reconstruir la historia de las conductas y
prácticas sexuales, según su formas sucesivas, su
evolución y su difusión. Tampoco era mi intención
analizar las ideas (científicas, religiosas o filosóficas) a
través de las cuales nos hemos representado tales
comportamientos. En principio, quería detenerme ante
esta noción, tan cotidiana, tan reciente, de
"sexualidad": tomar distancia respecto de ella,
contornear su evidencia familiar, analizar el contexto
teórico y práctico al que está asociada. [...] Se trataba,
en suma, de ver cómo, en las sociedades occidentales
modernas, se había ido conformando una "experiencia"
por la que los individuos iban reconociéndose como
sujetos de una 'sexualidad', abierta a dominios de
conocimiento muy diversos y articulada con un sistema
de reglas y restricciones.”
M. Foucault, Historia de la sexualidad.
2. El uso de los placeres.

7
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

"Se trata de pensar el sexo sin la ley y, a la vez, el poder


sin el rey"
M. Foucault, Historia de la sexualidad.
1. La voluntad de saber.

¿Cómo entender a la (hetero)sexualidad desde el esquema productivo y performativo


que nos propone J. Butler? Para desarrollar esta idea, y focalizarnos en las normas
prescriptivas y productoras de la matriz heterosexual, hemos de recuperar -en una
especia de "paso atrás"- una de los antecedentes butlerianos más fecundos: las tesis
foucaultianas en torno al carácter positivo del "biopoder" y la localización genealógica
del "dispositivo de la sexualidad". A continuación, y una vez planteado el problema de
la heteronorma (que oficiariá de cuestión articuladora de la tría de autorxs que vamos
a desarrollar), hemos de adentrarnos entonces en uno de los nudos del pensamiento
foucaultiana, del cual abrevará una parte importante del feminismo de la tercer ola y
de la teoría queer (con todas las intersecciones, encuentros y extravíos que se dan
entre estas dos -diseminadas- tradiciones)14. Nos referimos a la consideración
genealógica y biopolítica del dispositivo de la sexualidad.

Según lo expresa el propio Foucault en el volumen citado de su Historia de la


sexualidad, su objetivo central radica en alumbrar la especificidad de la experiencia
contemporánea de la sexualidad, operando así un distanciamiento que nos permita ver
la singularidad históricamente situada de organizar, clasificar, tipificar y normalizar
nuestros cuerpos y subjetividades atendiendo a nuestro sexo, así como los
comportamientos, prácticas, narraciones, deseos y representaciones de la sexualidad
que giran en torno al mismo. Para ello, sostiene Foucault, será fundamental articular la
singularidad de nuestra actualidad a partir de la noción de experiencia (de la
sexualidad):

"El proyecto era por lo tanto el de una historia de la sexualidad como


experiencia- si entendemos por experiencia la correlación, dentro del
campo de una cultura, entre campos del saber, tipos de normatividad y
15
formas de subjetividad."

A continuación, y de la mano no sólo de Foucault, sino también de Butler y Preciado,


intentaremos dar cuenta de la experiencia de la sexualidad atendiendo a los tres ejes
de análisis especificados por el francés. Los mismos, como leemos inmediatamente,
nos permitirán analizar "la sexualidad" (y en términos generales la organización
dicotómica y (hetero)sexista de los sujetos) "como una experiencia histórica singular"
que involucra: 1) "la formación de saberes que a ella se refieren", y que signa la vía
arqueológica preocupada por los "juegos de verdad", 2) "los sistemas de poder que
regulan su práctica" y que organizan la perspectiva genealógica abocada a identificar
los "juegos de poder", y 3) "las formas según las cuales los individuos pueden y deben
reconocerse como sujetos de esa sexualidad"16, a partir de la cual es necesario
8
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

centrarse en el eje ético abocado a considerar los "juegos de subjetivación", es decir,


esos ejercicios y prácticas a los que Foucault denomina las "tecnologías de sí" en virtud
de las cuales los sujetos se producen y se transforman a sí mismo. Estas tres
dimensiones se distinguen analíticamente, dado que en su efectividad interactúan de
manera correlacionada. Basta recordar que los saberes instituyen formas de poder, y
que los juegos de poder se apoyan en discursos de verdad. Dichos saberes-poderes
determinan también el campo en el que los sujetos podemos realizar las prácticas de
(auto)subjetivación a partir de las cuales nos constituimos en sujetos sexuales, locos,
sanos, enfermos, autorizados, deslegitimados, etc.

Sólo inquiriendo por los juegos de saber, de poder y de subjetivación que nos
constituyen, podremos alumbrar el carácter distintito de un dispositivo que tiene en su
centro al sexo (y al género, agregamos con Butler y Preciado) a la hora de clasificar,
organizar y disciplinar a los sujetos17. Para ello, tendremos en cuenta no sólo la
advertencia butleriana según la cual es necesario desnaturalizar y des-sustancializar el
sistema sexo-género mostrando su carácter performativo, sino también haciendo
propia la siguiente premisa (y "precaución") metodológica foucaultiana:

No se trata de analizar las formas regladas y legitimadas del poder en su centro, en


lo que pueden ser sus mecanismos generales o sus efectos de conjunto. Al
contrario, se trata de captar el poder en sus extremos, en sus últimos lineamientos,
donde se vuelve capilar, es decir: tomar el poder en sus formas y sus instituciones
más regionales, más locales, sobre todo donde ese poder, al desbordar las reglas
del derecho que lo organizan y lo delimitan, se prolonga, por consiguiente, más allá
de ellas, se inviste de unas instituciones, cobra cuerpo en unas técnicas y se da
18
instrumentos materiales de intervención, eventualmente incluso violentos.

Esto implicará, a juicio de Foucault, abandonar el paradigma soberano (centrado en un


modelo jurídico y prohibitivo) para adentrarse en una consideración biopolítica de las
relaciones de poder según la cual es necesario, a partir de un modelo estratégico de
poder, atender a las diversas tecnologías positivas de producción de subjetividades.
Cuando Foucault sostiene que hay que ser "nominalista" en lo que respecta al poder,
nos convoca a transcender la visión que lo identifica exclusivamente con las
instituciones y los mecanismos represivos, para incorporar el análisis de las múltiples
relaciones (entre saberes, poderes y prácticas de sí) que determinan "una situación
estratégica compleja en una sociedad dada". A continuación, partiremos de la
consideración capilar de una tecnología sexo-generizada como lo son los baños
contemporáneos para, a partir de allí, desarrollar el modelo estratégico y biopolítico
en el que Foucault inscribe el dispositivo de la sexualidad.

2. a. El nuevo paradigma biopolítico y las tecnologías positivas del poder.

9
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

“En la puerta de cada retrete, como único signo, una


interpelación de género: masculino o femenino,
damas o caballeros, sombrero o pamela, bigote o
florecilla, como si hubiera que entrar al baño a
rehacerse el género más que a deshacerse de la
orina y de la mierda. No se nos pregunta si vamos a
cagar o a mear, si tenemos o no diarrea, nadie se
interesa ni por el color ni por la talla de la mierda. Lo
único que importa es el GÉNERO"
B. Preciado, “Basura y género. Mear/cagar.
Masculino/femenino”

Los baños, nos advierte Preciado, se han convertido progresivamente en verdaderas


“cabinas de vigilancia de género”. En las mismas, si queremos deshacernos de nuestros
poco generizados desechos corporales, no sólo nos vemos interpeladxs (o más bien
forzadxs) a elegir entre las dos puertas que resumen la dicotomía varón-mujer, sino
que también es muy probable que seamos sometidxs al escrutinio público. El mismo
dará lugar a la aprobación o desaprobación de los allí presentes, según nuestra mayor
o menor (e incluso intolerable) (in)adecuación a los “códigos de feminidad y
masculinidad”. Los baños públicos, señala Preciado, tales como los que encontramos
en la universidad, en el colegio o en un bar, constituyen verdaderas “prótesis” o
“tecnologías de género”, es decir que forman parte de ese “conjunto de instituciones o
de técnicas que, desde el derecho hasta el cine, desde la psiquiatría hasta la moda o
los medios masivos de comunicación, producen la verdad de la masculinidad y la
feminidad”19. Esta es la definición que lx españolx extrae de Teresa de Lauretis, quien a
su vez reescribe en clave genérica una idea foucaultiana que quisiéramos introducir a
partir de este análisis de los baños públicos: la idea de “tecnologías positivas del
poder”. Como desarrollaremos a continuación, Foucault sostiene que lo propio de
nuestra contemporaneidad, la mecánica de poder que organiza y produce nuestros
cuerpos y subjetividades, determinando las normas o principios de inteligibilidad de la
misma, debe ser entendido en términos de un modelo productivo, estratégico y
positivo del poder. Este modelo rige una economía del poder que toma a su cargo a
los cuerpos (vivos) y tiene a su disposición un enorme arsenal de recursos para
producir un número variado (y en constante transformación) de formas de
subjetivación, recursos éstos que no pueden ser reducidos a la mera negación, censura
o prohibición. Estas formas, como se puede apreciar en las prótesis de géneros que
son los baños públicos, no pueden ser reducidas a un ciclo ni a una dinámica de poder
exclusivamente prohibitiva. La idea de tecnologías positivas del poder se encuentra,
por tanto, en el centro del nuevo modelo del poder (o mejor dicho, de las relaciones
de poder), propuesto por Foucault20.

Teniendo en cuenta esta idea de un poder productivo y rico en estrategias, podemos


volver al análisis que hace Preciado de los baños. El espacio de los mismos se

10
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

encuentra arquitectónicamente diseñado para organizar, tipificar, y producir cierta


organización de los cuerpos: cuerpos sexo-generizados de manera dual y opositiva. En
el fondo, dice lx españolx, ya no vamos al baño a deshacernos de nuestros
excrementos, vamos a rearfirmar (o desafiar) los códigos normativos de
feminidad/masculinidad. Y vamos también a actuarlos, a reafirmarlos, reproducirlos, y
por tanto, a (re)producirnos como señoras o señores, mujeres o varones, "polleras o
pantalones":

Allí donde la arquitectura parece simplemente ponerse al servicio de las


necesidades naturales más básicas (dormir, comer, cagar, mear…) sus puertas y
ventanas, sus muros y aberturas, regulando el acceso y la mirada, operan
silenciosamente, como la más discreta y efectiva de las “tecnologías del género”.
Así, por ejemplo, los retretes públicos, (…), pensados primero como espacios de
gestión de la basura corporal en los espacios urbanos, van a convertirse
21
progresivamente en cabinas de vigilancia de género.

La arquitectura de los baños participa, en su organización y afirmación positiva (y a su


vez restrictiva) de los cuerpos, en la producción de la masculinidad y la feminidad en el
espacio público. ¿Cómo lo hace? A través de la instauración, en su gestión y
administración espacial de los cuerpos, de dos lógicas opuestas (diferenciales –y
jerarquizantes, deberíamos decir siguiendo la lección nietzscheana). Así, la lógica
(topográfica) del baño de mujeres (re)produce el espacio doméstico en medio del
espacio público y ordena la sustracción (visual) de todas las funciones fisiológicas. Hay
que sustraerlas de la mirada pública. En la misma postura, nosotras-mujeres,
defecamos y orinamos sentadas. Y al hacerlo, parece advertirnos Preciado, no
hacemos “verdaderamente” dos cosas distintas: en ambos actos, "sentaditas",
reafirmamos nuestro rol de "reinas de la domesticidad" y la vida privada.

Por el otro lado, ie. del lado de los "bigotes" y los "pantalones", el lógos con el que se
escriben los baños de varones (no menos productivos y normalizantes que los de
mujeres) diferencia las dos funciones que eran reducidas a un mismo adoctrinamiento
disciplinar en el caso de los baños de mujeres, a la vez que sustrae de la mirada pública
únicamente la defecación. Si hay agujeros (pene-trables), ordenan todos los baños, hay
que preservar la intimidad para no arriesgarlos a alguna penetración (no) querida.
Preciado advierte en este punto el imperativo heteronormativo que rige la defecación
masculina. El mismo, señalaba Butler, encuentra como elemento central "el
dimorfismo ideal" y la complementariedad de los sexos. Son las normas de género, los
principios de inteligibilidad que organizan nuestros cuerpos de manera hetero-sexista,
las que tipifican y regulan los cuerpos a partir de su clasificación en varones o mujeres.
Así, la identificación entre penetrabilidad-pasividad-privacidad ordena una lógica dual -
y diferencial-entre los dos baños o los dos dispositivos sexo-generizados. Las mujeres,
cuya penetrabilidad acomuna al ano y a la vagina, se ven compelidas a resguardar la

11
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

intimidad de sus excrecencias. Los varones, por otro lado, deben no sólo resguardar la
(im)penetrabilidad del ano (garante de sus heterosexualidad) sino que deben orinar de
parados. “La única ley arquitectónica común a toda construcción de baños de
caballeros es esta separación de funciones: mear-de-pie-urinario/cagar-sentado-
inodoro.”22 En tanto sujetos que "mean de pie" escapan a la domesticidad (excluyente
y exclusiva) de las mujeres, habitando un espacio de sociabilidad varonil y pública,
cuyo pretendido "origen" es la distinción entre funciones fisiológicas en el varón y "la
mujer".

En definitiva, lo que observamos en este análisis de Preciado es la puesta en marcha


del esquema foucaultiano de las tecnologías positivas del poder. Las mismas, como
podemos ver a través del análisis de las lógicas de los baños, operan por medio de una
riqueza estratégica (como, por ejemplo, los muros que separan los baños de "damas"
de los de "caballeros", pero también la mirada “policial” de sus ocupantes
circunstanciales, y las propagandas y decoraciones que distinguen a uno de otro). Esta
capacidad multiforme que observamos en los baños no puede ser resumida en, ni
reducida a, una mera operación negativa –prohibitiva- de un poder cuya forma sería la
del derecho o la ley. Más allá de una legislación que, como bien sabemos, nos exige
una identificación –y por tanto, una tipificación- del tipo de sujeto-sexual que somos
(basta recordar aquí la consignación de nuestro "sexo" en el D.N.I, para lxs ciudadanxs
argentinos), existe una cantidad de instancias y prótesis sexo-generizadas que exceden
las condiciones restrictivas y prohibitivas del derecho, y cuya potencia radica en su
capacidad productiva. El baño no sólo nos ordena una ley dicotómica del sexo, según la
cual debemos "caer" en el casillero de lo masculino o el de lo femenino-, en cuya
infracción se nos juega la posibilidad de defecar u orinar, en él también nos
entrenamos como varones o mujeres, practicamos ejercicios de socialidad o
domesticidad. La eficacia de las pequeñas “cabinas de género”, como las llamase
Preciado, reside por tanto no sólo en su “potencia de no”, en su capacidad prohibitiva,
sino fundamentalmente en su “potencia de sí”, en su capacidad de afirmarnos -y no
sólo negarnos- (en) una categoría constitutiva de nuestra experiencia: la de varón o
mujer. No sólo nos fuerza sino que también nos produce, so pretexto de “barreras
cuasi naturales”, a asumir -y actuar- una "naturaleza sexual" específica y diferencial23.
Los varones hacen-pueden-deben orinar de parados y en público. Las mujeres hacen-
pueden-deben evacuar sus necesidades fisiológicas sentadas, “solas”, y siempre fuera
de la vista de los pares. Invisibles entre nosotras. La eficacia de esta prótesis del
género yace, no tanto en lo que muestra o prohíbe, sino en lo que disimula e incentiva.

“[E]l poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte importante de
sí mismo. Su éxito [dirá Foucault] está en proporción directa con lo que logra esconder
de sus mecanismos”24. Como cuando “nos hace creer” que la arquitectura está al
servicio de una diferencia natural, como lo sería el dimorfismo sexual; y, en su lugar, es

12
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

la misma arquitectura la que produce esa diferencia, la que incluso performa esa
naturaleza (artificial). El "artilugio" del baño es simular "respetar" una diferencia
natural, cuando en realidad lo que hace es fijarla, producirla, a través de sus múltiples
técnicas (muros, cartelitos, usos y costumbres, etc). Si Foucault ha dejado un legado
para el pensar contemporáneo, éste es el de inquirir por las tecnologías positivas de
subjetivación, de esos dispositivos, prácticas o "prótesis" -para decirlo con Preciado-
que producen, controlan y disciplinan nuestros cuerpos, deseos, placeres y
comportamientos. Las mismas constituyen uno de los nudos fundamentales a partir de
los cuales podemos comenzar a desarrollar lo que Foucault denominó el paradigma
biopolítico de la modernidad. El mismo implicará no tanto la "falsificación" de su
paradigma polémico, el paradigma soberano, como el desplazamiento y suplemento
del mismo desde la perspectiva multiforme y productiva de las relaciones de poder

2. a. 1. El desplazamiento del paradigma soberano al paradigma biopolítico de las


relaciones de poder.

Detengámonos, entonces, en la dinámica estratégica, positiva y productiva del poder.


Especifiquemos, con mayor detalle, la propuesta foucaultiana de una “analítica del
poder” cuya "apuesta" es "pensar el poder sin el rey y el sexo sin la ley". La propuesta
metodológica será, por tanto, guillotinar al rey a la hora de pensar el poder, y de
desarrollar una análisis de las distintas y polimorfas relaciones de poder. Ahora bien,
¿qué quiere decir guillotinar al rey para pensar el poder? Para entender la propuesta
foucaultiana es necesario desarrollar dos cuestiones centrales. En primer lugar, aquella
idea de poder con la que está discutiendo y en relación a la cual cobra sentido su
propuesta. La misma es, en tanto contextual y crítica, un modo de cuestionar cierta
concepción sustancial, negativa y jurídica del poder a la que Foucault denomina el
paradigma soberano. En este sentido, es necesario bosquejar el enemigo polémico (y
discursivo) frente al cual el pensador francés sienta su (nueva) propuesta
metodológica. Por otro lado, es también útil dar con una caracterización positiva y
detallada de lo que Foucault entiende por “relaciones de poder” plurales, polimorfas y
eficaces y que constituyen el (nuevo) paradigma biopolítico.

En este sentido, el primer desplazamiento sobre el que quisiéramos detenernos es en


el pasaje del modelo jurídico-soberano al modelo estratégico-biopolítico propuesto
por Foucault. Para ello, vamos a recuperar tres características fundamentales del
paradigma soberano (que ejemplificaremos haciendo alusión a la teoría hobbesiana):
el carácter sustancial del poder, la visión negativa del poder y la concepción
atomizada de los individuos (propia del derecho). En primer lugar, se destaca el
carácter "cósico" o sustancial que reviste el poder desde su visión "soberana". Hobbes,
por ejemplo, ha pensado que el hombre puede “usar su propio poder según le plazca”
y cuando esté en condiciones de hacerlo, pero también es posible "quitarle a un

13
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

hombre parte de su poder” o incluso éste puede transferirlo voluntariamente25. El


poder se presenta en el modo de “lo ente”, diría Nietzsche. Se “sustancializa”. Y en
tanto tal, puede ser transferido, cedido, limitado, negado, arrebatado, etc. De hecho,
esta es justamente la “condición inicial” que vehiculiza el pacto hobbesiano. En el
“estado de naturaleza”, cada hombre dispone de todo su poder-libertad. Aún así, y
dado el temor a la muerte y a la amenaza que comporta la guerra de todos con contra
todos que se entabla entre los hombres cuando éstos carecen de un gobierno civil que
los organice, es que se justifica el traspaso de “algo de su poder” a una espada común.
Como lo explica Esposito: “para su conservación, la vida debe renunciar a algo que
forma parte, e incluso constituye el vector principal, de su propia potencia expansiva,
esa voluntad de poseer todas la cosas que la expone al riego de una retorsión
mortal”26. Así, el estado de guerra y de inseguridad propios del estado de naturaleza,
llevan a los hombres a organizar una constitución civil que regule la amenaza que
representan los unos para los otros. El sujeto lega algo de "su" poder para que emerja
la ley que regulará su libertad, que le pondrá un coto a la misma, y cuya compensación
será una mayor seguridad. Como contrapartida y de manera complementaria, se
sostiene el carácter sustancial de los individuos, los que se presentan como entidades
discretas que ya están constituidas (al menos en cuanto a su potencia y libertad) antes
de su organización civil, ie, antes de ceder su poder en el modo del contrato social
(cesión, por su parte, que los convertirá -y por tanto, transformará- en sujetos
políticos).

Por último, y este es el tercer elemento a tener en cuenta, la visión soberana del poder
se piensa a partir de una dinámica negativa que gira en torno a las categorías de lo
legal-ilegal, lo permitido y lo prohibido. El modelo jurídico, centrada en la ley (sobre lo
que volveremos en el próximo apartado) y la fuerza de la espada, se revela
eminentemente como un poder (negativo) que puede ser resumido en “el derecho de
vida y derecho de muerte" propio del soberano. Dicho derecho de vida y de muerte
remonta sus raíces a la vieja patria potestad que daba al padre de familia romana el
derecho de ´disponer’ de la vida de sus hijos como la de sus esclavos. Este derecho,
esta potencia de vida-muerte del poder soberano es, como lo observamos en Hobbes,
un derecho adquirido por la cesión del poder-libertad de los súbditos. Sin esta cesión,
el poder soberano no sería tal, y las leyes no podrían adquirir la legitimidad que surge
del contrato social (y la consecuente cesión de potencias). Por su parte, Foucault no
olvida matizar la especificad de los teóricos clásicos quienes consideran que este
"derecho de vida y de muerte" está atenuado, “moderado”, podríamos decir. El mismo
no se ejerce incondicionadamente, sino sólo en los casos en que el soberano
encuentra expuesta su existencia misma (especie de derecho de réplica), o cuando
requiera de su asistencia en la guerra. El soberano puede hacer la guerra
legítimamente y pedir a sus súbditos que tomen parte en la defensa del Estado. Sin
“proponerse directamente su muerte”, puede exponer entonces sus vidas ejerciendo

14
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

un derecho “indirecto” de vida y de muerte (Pufendorf). Ahora bien, cuando el súbdito


se levanta contra él y desafía su poder y legitimidad, el soberano puede ejercer un
poder directo sobre su vida. A título de castigo, lo matará. Así, entendido el derecho de
vida y muerte ya no es un privilegio absoluto: está condicionado por la defensa del
soberano y su propia supervivencia. El soberano no ejerce su derecho sobre la vida
sino poniendo en acción su derecho de matar, o reteniéndolo. Es su poder de muerte
el que antecede -y vehicula- su poder sobre la vida, en tanto puede disponer de ella o
suprimirla. De allí que, concluya Foucault, el derecho que se formula como de vida y
muerte es, en realidad, “el derecho de hacer morir o de dejar vivir”. El poder que se
ejerce sobre la vida no es directo, en este punto. Es un dejar vivir. En el modelo jurídico
del soberano el poder es ante todo “derecho de captación”, “instancia de deducción”:
de las cosas, del tiempo, de los cuerpos y, en última instancia, de la vida de los
súbditos. En definitiva la potencia del soberano es la potencia del no, de la prohibición,
la censura o la sustracción. Como se aprecia, este poder se sustenta en la legitimidad
de la ley y la fuerza disimétrica (y vertical) del soberano sobre los súbditos.

Si el poder soberano ejerce (y justifica) su eficacia (y legitimidad) en la capacidad


negativa de sustraer (o disponer de) la vida de los súbditos, en su potencia de no, el
dispositivo biopolítico se abocará a administrar "directamente" la vida. En este
último, las “deducciones” ya no son la forma mayor o privilegiada del ejercicio del
poder, en todo caso, dirá Foucault, las mismas representan sólo una pieza más entre
muchas otras que poseen funciones de incitación, reforzamiento, control, vigilancia,
aumento y organización de las fuerzas que somete. Para decirlo de manera más
económica, las estrategias negativas propias del paradigma soberano deben ser
integradas en una red más compleja en torno al dispositivo biopolítico. El bio-poder
sustituye la visión jurídica y sustancialista del poder por una visión "nominalista" y
plural de las relaciones de poder destinadas a producir fuerzas, a hacerlas crecer y
ordenarlas, y ya no tanto a obstaculizarlas, doblegarlas o destruirlas. Lo que observa
Foucault es cómo el “derecho de muerte” tendió a desplazarse -o al menos a apoyarse-
en las exigencias de un poder que administra la vida y que la tiene a su cargo. Lo que
prima ya no es tanto el derecho del soberano a protegerse o exigir ser protegido (para
así, a su vez, proteger a los súbditos que han legado su poder); en su lugar, será el
derecho que posee el cuerpo social de asegurar su vida, mantenerla y desarrollarla, lo
que parece estar en juego en la lógica del biopoder. El formidable poder de muerte
(exacerbado en las guerras a partir del Siglo XIX) se presenta ahora, no como "lo otro"
del poder de vida, sino como el complemente de un “poder que se ejerce
positivamente sobre la vida, que procura administrarla, aumentarla, ejercer sobre
ella controles precisos y regulaciones generales”. Las guerras ya no se hacen en
nombre del soberano a quien hay que defender, sino, en todo caso, en nombre de
“todos”, del cuerpo social que hay que preservar y conservar.

15
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

Así, observa Foucault, las matanzas han llegado a ser paradójicamente “vitales”. Ha
sido en tanto agentes de la vida y la supervivencia, de los cuerpos y la raza, como
tantos regímenes pudieron hacer guerras matando a tantos hombres. De este modo, el
poder de exponer a una población a una muerte general es el reverso del poder de
garantizar a otra su existencia. Pero es justamente en nombre de la población y de su
supervivencia donde se legitima el poder tanatocrático que ahora queda subsumido a
un poder de administrar, controlar y producir la vida.

Si el genocidio es por cierto el sueño de los poderes modernos, [acota Foucault]


ello no se debe a un retorno del viejo derecho de matar, sino a que el poder reside
y se ejerce en el nivel de la vida, de la especie, de la raza y de los fenómenos
27
masivos de población.

El viejo “derecho de hacer morir y dejar vivir”, concluirá Foucault, fue reemplazado en
dispositivo biopolítico por el “derecho de hacer vivir y rechazar hacia la muerte”. Es
en la vida y a lo largo de su desarrollo donde el poder ejerce su fuerza; la muerte es su
límite, el momento que no puede apresar, el punto más secreto y privado de la
existencia.

Habría que hablar de una ‘bio-política´ para designar lo que hace entrar a la vida y
sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al poder-saber
28
en un agente de transformación de la vida humana.

La vida, sostiene Foucault, escapa una y otra vez a las técnicas que intentan dominarla
y administrarla. Nunca pueden ser exhaustivamente integradas a las mismas. Aún así,
lo importante de la era biopolítica es que el ejercicio del poder se centra en la
administración y producción de determinadas formas de vida. Y para ello, tomara a su
cargo al cuerpo, tanto del individuo como de la población.29

2.a.2. El desplazamiento de la ley a la norma.

En este punto del recorrido, quisiéramos recupera la figura de la (hetero)norma. El


desplazamiento de un pensamiento de la ley hacia uno de la norma constituye uno de
los aportes centrales de las tesis biopolíticas de Foucault que será recuperado, entre
otrxs, por Butler y Preciado. Como característica central del biopoder, el francés
destaca la creciente importancia de la norma a expensas del sistema jurídico de la ley.
De allí que sea fundamental rescatar esta distinción.

La Ley representa la potencia de la espada propia del soberano, y no puede, por tanto,
no estar armada. A quienes transgreden la ley, responde, al menos a título de último
recurso, con esa amenaza absoluta de la muerte. Como podemos observar
nuevamente, esta fuerza de ley articula la dinámica negativa y prohibitiva de la
organización y funcionamiento jurídico del paradigma soberano. Ella instituye un

16
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

sistema de prohibiciones que el soberano debe hacer respetar. Su penalidad se


estructura de este modo a partir de la oposición binaria entre lo permitido y lo
prohibido. Además, nos advierte Foucault, la ley se aplica a los individuos pero desde
el exterior, y esencialmente con motivo de una infracción. Por último, la ley delimita
un ámbito de lo permitido como un espacio de libertad no investido por ella. Es, en
este sentido, lacunar, en tanto deja lagunas o espacios donde no interviene ni tiene
injerencia. Gros, siguiendo a Foucault, señala que la forma dominante de poder desde
la edad media hasta la época clásica habría tenido como eje a la Ley. De allí que a juicio
del francés, sea la norma la que adquiera una importancia preponderante en el
biopoder:

Otra consecuencia del desarrollo del bio-poder es la creciente importancia


adquirida por el juego de la norma a expensas del sistema jurídico de la ley. (...) La
ley se refiere siempre a la espada. Pero un poder que tiene como tarea tomar la
vida a su cargo necesita mecanismos continuos, reguladores y correctivos. Ya no se
trata de hacer jugar la muerte en el campo de la soberanía, sino de distribuir lo
30
viviente en un dominio de valor y de utilidad.

De este modo, la dinámica de la norma se presenta como la adecuada para entender el


funcionamiento del bio-poder en la medida en que ésta, que tiene ahora a su cargo la
producción y administración de las formas de vida, requiere de mecanismos continuos
y no lacunares que le permitan llevar a cabo la gestión de la vida. Si la ley implica una
exterioridad y una intervención desde “el afuera” que sólo se justifica ante una
trasgresión respecto de lo permitido, la norma no aprehende al individuo con motivo
de actos precisos y puntuales, sino que pretende investir la totalidad de la existencia.
Mas que lacunar, en todo caso, es difusa, solapada, indirecta, y acaba por imponerse
luego de interminables reprimendas mezquinas, dirá Gros leyendo a Foucault. La
“micropenalidad” de los sistemas disciplinarios propios del dispositivo biopolítico
constituye la instancia de inscripción en el cuerpo de las conductas normalizadas. E.
Castro explica que Foucault establece cinco diferencias fundamentales entre la norma
y la ley. Quisiéramos recuperar aquí tres de ellas:

1) la norma refiere los actos y las conductas de los individuos a un dominio que es,
a la vez, un campo de comparación, de diferenciación y de regla a seguir (la media
de las conductas y de los comportamientos. […] 4) A partir de la valoración de las
conductas, la norma impone una conformidad que se debe alcanzar; busca
homogeneizar. […] 5) Finalmente, la norma traza la frontera de lo que es exterior
31
(la diferencia respecto de todas las diferencias): la anormalidad.

Nos interesa rescatar estos tres aspectos que señala Castro. En primer lugar, es
necesario reparar en la vinculación entre la norma y la “media” que la misma
establece. La norma representa la institución de un patrón aceptable y esperable de
conducta que implica la institución de un criterio comparativo (y correctivo) de los
individuos. Gros refiere a esta cuestión enfatizando el intento de la norma por
17
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

“alcanzar la interioridad de los individuos a fin de imponerles una línea


determinada”,32 línea que marca un camino, una media o medida que regla el
comportamiento para los individuos. Por otro lado, la norma aparece como fuente de
homogeneización, y por tanto, como uno de los instrumentos privilegiados de un
poder destinado a organizar, normalizar y controlar los cuerpos. La norma, dirá
Foucault en Los anormales, no es sólo un principio de inteligibilidad y clasificación, sino
también un principio correctivo. En tercer lugar, y como consecuencia de los
anteriores, es vital señalar la vinculación -y determinación- del ámbito de lo anómalo
como reverso de la institución de normas. La “exterioridad” de la norma (un “exterior”
interno, y funcional, deberíamos decir) señala el ámbito de las anomalías que el
dispositivo biopolítico deberá identificar (a la vez que producir), para poder intervenir
y controlar. Como veíamos cuando tematizamos la norma como principio de
inteligibilidad en J. Butler, la misma no sólo determina el ámbito de lo vivible en
término de "lo humano" (de lo que es reconocible y legitimable como tal) sino también
la esfera de su abyección, de su no-humanidad, de su inhabitabilidad.

Foucault dirá, a propósito de la distinción entre norma y ley, que: “un poder semejante
[ie, un poder biopolítico] debe calificar, medir, apreciar, y jerarquizar, más que
manifestarse en su brillo asesino”33. Esto no significa que la ley se borre o que las
instituciones de justicia tiendan a desaparecer; en todo caso, señala Foucault, la ley
comienza a funcionar más en el modo de la norma, y la institución judicial se integra
cada vez más en un continuum de aparatos (médicos, administrativos, etc) cuyas
funciones son sobre todo reguladoras. “Una sociedad normalizadora fue el efecto
histórico de una tecnología de poder centrada en la vida”34, dirá Foucault para
sintetizar la eficacia productiva de las normas.

Cuando Preciado habla de los baños como cabinas de inspección de género, lo que
está pensando es en el carácter normalizante que poseen estas prótesis sexo-
generizadas. Es en la institución, fijación y control de los códigos (normas o principios
de inteligibildad) de feminidad y masculinidad, donde se (re)fuerza y (re)produce una
organización dicotómica y homogeneizante de los cuerpos y de los espacios. Gros
observa que son estas técnicas normalizantes y disciplinarias, aplicadas también en el
taller, las escuelas, las fábricas, etc, las que instalan una “micropenalidad” (paralela a
los grandes mecanismos judiciales estatales), que “trata de castigar al cuerpo rebelde,
indócil. Estos pequeños castigos tienen una función correctiva. Se trata de obtener del
cuerpo una conducta normalizada”35. Esto mismo es lo que Preciado atribuye a la
lógica (y funcionamiento) de los baños. Su eficacia radica en “haber tomado a su cargo
la vida”, lo que significó el acceso al cuerpo. Esta mecánica de poder estratégica y
productiva tomará al cuerpo como “hilo conductor”, podríamos decir con Nietzsche.
Este cuerpo (individual y poblacional) será “la plataforma de nuevas soluciones y

18
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

problemas”36 para un poder que se piensa, ya no en términos de la teoría de la


soberanía, sino de la administración de la vida.

2.a.3. El cuerpo como “hilo conductor”: el polo disciplinar y el polo poblacional de las
tecnologías positivas del poder.

Ese poder sobre la vida se desarrolló y ejerció, desde el s. XVII en adelante (pero
fundamentalmente a los largo de los siglos siguientes), en dos formas principales, que
no son antitéticas sino que constituyen los dos polos de desarrollo enlazados del
biopoder: la "anatomopolítica del cuerpo individual" y la "biopolítica de la población. A
continuación, daremos una caracterización general de las mismas.

La "anatomopolítica del cuerpo humano" se ejerce sobre el cuerpo-máquina y refiere


a los controles disciplinares. La educación del cuerpo, el aumento de sus aptitudes y
sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en
sistemas de controles eficaces y económicos, constituyen el polo individualizante de
un poder que toma a su cargo la administración y control de los cuerpos. Nos
encontramos frente a lo que Gros describe como el “arte del reparto de los
individuos”. Cada uno debe estar "en su sitio", según su rango, sus fuerzas, sus
funciones, etc. Así, veíamos con Preciado, las mujeres tiene que estar en el baño de
mujeres, que son aptos para sus funciones, sus fuerzas, su anatomía. Y lo mismo vale
para los varones. Esta tecnología disciplinaria ejerce un control de las actividades, los
comportamientos y -fundamentalmente- la “interioridad” de los individuos. El poder
inviste al cuerpo como pedazo de espacio, como núcleo de comportamientos, como
duración interna y como suma de fuerzas. Los mismos están dirigidos a los cuerpos
máquinas, en tanto núcleo de comportamientos que deben ser regulados, vigilados,
pero también intensificados, estimulados, dirigidos. Preciado observa cómo en los
baños masculinos se incentiva la sociabilidad entre los pares, mientras que en los
baños femeninos encontramos otro tipo de disciplinamiento de los cuerpos (ligado ya
no a la sociabilización, sino a la domesticidad). En uno y otro caso, nos enfrentamos
con una tecnología positiva del poder que se dirige a desarrollar controles eficaces a
través de la organización y tipificación de los cuerpos individuales, y en las que
observamos más que la potencia de la ley, la eficacia disciplinar de la norma.

Las técnicas positivas y normalizantes del poder tienden a producir cuerpos dóciles y
sumisos, unos cuerpos útiles y calculables. "Fabrican" pequeñas individualidades
funcionales y adaptadas. Este nivel de análisis es el que Foucault denomina microfísica
del poder, abocado a pensar los "procesos menores" que invisten y circundan al
cuerpo. Foucault examinará, por ejemplo, las técnicas meticulosas de pedagogía y del
sistema penitenciario. Ese que se observa en la cárcel, pero también en las
instituciones educativas. Piensen en los múltiples y variados controles y ejercicios

19
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

disciplinares a los que fuimos sometidos en nuestra escuela primaria. Y no es necesario


irse “tan lejos”, también podemos recordar aquí los múltiples ejercicios de
adoctrinamiento normalizante a los que nos somete nuestra propia institución (y
práctica) académico-universitaria.

Por otro lado, y de manera complementaria, Foucault ubica a la "biopolítica de la


población". Este poder, formado hacia mediados del XVIII, se centra ya no en el
cuerpo-máquina-individual, sino en el cuerpo-especie, i.e. en el cuerpo "transido por la
mecánica de lo viviente" y que sirve de soporte a los procesos biológicos. Aquí se
consideran cuestiones como la proliferación de la población, los nacimientos y la
mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad. Estos problemas
quedan a cargo de una serie de controles reguladores e intervenciones a que, una vez
más, toman a su cargo la vida del cuerpo (en este caso, del cuerpo de "la especie", o de
una población determinada). Aquí podemos ubicar los programas de control de la
natalidad, las campañas profilácticas de lucha contra el VIH o el dengue, o, incluso, los
censos poblacionales. Son las técnicas que tiene como objeto, justamente, a la
población (o a sectores específicos de la misma).

Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos
alrededor de los cuales se desarrolló la organización de un poder (de unos poderes)
“cuya máxima función no es ya matar sino invadir la vida enteramente”, tomarla a su
cargo. Aquí no se trata de suprimir la vida, sino producirla, administrarla, organizarla,
intensificarla, controlarla y regularla. La vieja potencia de muerte deja lugar a la
administración de los cuerpos y la gestión calculada de la vida. Escuelas, colegios,
cuarteles, talleres, censos, baños, controles de natalidad, propagandas, leyes,
viviendas, programas de televisión, encuestas, etc, se presentan como los medios para
obtener “la sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones”. Analizar las
relaciones de poder desde estas dos tecnologías positivas del poder supone,
justamente, abandonar el paradigma soberano que adopta un modelo jurídico de
comprensión, para pensar en términos de un modelo estratégico. Dedicarse al análisis
de los controles disciplinares y las regulaciones poblacionales, sus articulaciones,
encadenamientos, corrimientos, e incluso contradicciones, implica “guillotinar al rey”,
o pensar “el poder sin la ley”.

2.b. El dispositivo de la sexualidad: o sobre cómo pensar el sexo sin la ley.

"En efecto, es por el sexo, punto imaginario fijado por


el dispositivo de la sexualidad, por lo que cada cual
debe pasar para acceder a su propia inteligibilidad
(puesto que es a la vez el elemento encubierto y el
principio productor de sentido), a la totalidad de su
cuerpo (puesto que es parte real y amenazada de ese
cuerpo y constituye simbólicamente el todo), a su
20
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

identidad (puesto que une a la fuerza de una pulsión la


singularidad de una historia)".
M. Foucault, Historia de la sexualidad.
1. La voluntad de saber

Ahora sí, una vez delineada la matriz biopolítica, es posible comprender el lugar y
especificidad que Foucault le concede al dispositivo de la sexualidad. El mismo, nos
señala el autor, ha sido central en la organización de una "sociedad normalizadora"
cuyas tecnologías básicas son los controles disciplinares y las regulaciones de la
población. Pero, ¿por qué esta preocupación ética (política, pedagógica, económica,
etc) por el sexo? ¿Cuál ha sido su eficacia? La respuesta no parece ser sino ésta: en la
articulación en un mismo campo, el campo de la sexualidad, del polo disciplinar y el
poblacional de las tecnologías positivas del biopoder. Citamos a continuación un pasaje
del primer volumen de la Historia de la sexualidad:

Sobre ese fondo puede comprenderse la importancia adquirida por el sexo como el
‘pozo’ del juego político. Está en el cruce de dos ejes, a lo largo de los cuales se
desarrolló toda la tecnología política de la vida. Por un lado, depende de las
disciplinas del cuerpo: adiestramiento, intensificación y distribución de las fuerzas,
ajuste y economía de las energías. Por el otro, participa de la regulación de las
poblaciones, por todos los efectos globales que induce. Se inserta simultáneamente
en ambos registros; da lugar a vigilancias infinitesimales, a controles de todos los
instantes, a arreglos espaciales de una meticulosidad extrema, a exámenes
médicos o psicológicos indefinidos, a todo un micropoder sobre el cuerpo; pero
también da lugar a medidas masivas, a estimaciones estadísticas, a intervenciones
que apuntan al cuerpo social entero o a grupos tomados en conjunto. El sexo es, a
un tiempo, acceso a la vida del cuerpo y a la vida de la especie. Es utilizado como
37
matriz de las disciplinas y principio de las regulaciones.

En el dispositivo de la sexualidad vemos cómo se articulan, entonces, las dos


tecnologías o polos del biopoder. Por un lado, el disciplinamiento de los cuerpos (como
pudimos constatar en el análisis de Preciado sobre los baños y como podremos
apreciar cuando analicemos por ejemplo el uso -regulado- de las hormonas
"femeninas" y "masculinas") y por el otro, las regulaciones de la población (en cuyo
marco se puede leer, por ejemplo, lo controles de natalidad). En síntesis, la tecnología
del sexo se monta sobre estos dos polos: el individualizante-disciplinar y el
especificante-regulador. Ahora bien, pensar la sexualidad como un dispositivo que
acomuna la anatomopolítica del cuerpo individual y la bipolítica de la población
implica, no sólo pensar al poder sin el rey (es decir, pensar más allá de la lógica
negativa el paradigma soberano), sino también pensar el sexo (y la sexualidad) sin la
ley. Y hemos dado, ahora sí, con el objetivo principal del primer volumen de la Historia
de la sexualidad: pensar el sexo sin la ley, ie decir, pensar la experiencia
(contemporánea) de la sexualidad más allá de un modelo jurídico y prohibitivo del
poder. Esto, dirá Foucault, conlleva superar "la hipótesis represiva" que ha dominado

21
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

el modo en que comprender el sexo y la sexualidad. Vayamos, entonces, al principio


del texto y especifiquemos qué entiende el francés por tal hipótesis represiva.

2. b. 1. "La hipótesis represiva": el modelo negativo de la sexualidad es puesto en


cuestión.

La hipótesis represiva representa la comprensión de la sexualidad a partir de un


modelo jurídico y negativo del poder. En definitiva, y en términos de lo que venimos
desarrollando, implica pensar el sexo y la sexualidad en términos del paradigma de la
soberanía, ie, en términos de la ley y las tecnologías negativas del poder. De modo
caricaturizado, remite a aquella interpretación que ha pensado la dinámica entre el
sexo y el poder a través de una relación negativa, que se especifica en una lógica de la
censura y una dinámica prohibitiva que podríamos resumir en término de la potencia
del no. La sexualidad sería aquello que el poder tiene que frenar, detener, expulsar,
excluir, acallar, reprimir. Sería aquello que el poder se encarga de reglar definiendo un
campo de conductas y comportamientos lícitos en contraposición a otro espectro de
conductas ilícitas. Aquí el sexo sería esa energía, esa (contra)naturaleza, que es
necesario reprimir si queremos evitar la supresión individual y colectiva.

Desde una concepción represiva de la sexualidad, el poder se presenta como


eminentemente negativo y con una dinámica cuya forma general es la de lo jurídico, es
decir, la de la instauración de una regla, de una ley, que delimita un campo de lo
prohibido al que se amenaza con castigos que pueden llegar hasta la aniquilación. Esto
es lo que Foucault denomina el “modo jurídico-discursivo” de entender la relación
entre el sexo y el poder, y que especifica en las siguientes 5 puntos: 1. Relación
negativa entre el poder y el sexo: el poder sólo tendría una relación negativa de
rechazo, desestimación, exclusión, ocultación, deslegitimación, etc respecto de la
sexualidad. El poder sólo podría decirle "no" al sexo y a los placeres, por lo que sus
efectos revestirían la forma general del límite y de la carencia (ie, del derecho); 2. La
instancia de la regla: el poder sería esencialmente aquello que dicta al sexo su ley y
que coloca, por tanto, a la sexualidad bajo el régimen binario (y jurídico) de lo
permitido y lo prohibido; 3. El ciclo de lo prohibido: el poder no aplicaría al sexo más
que una ley de prohibición. Su objetivo sería que el sexo renuncie a sí mismo (so pena
de ser suprimido); 4. La lógica de la censura: la censura adquiere tres formas básicas:
afirmaría que "eso no está permitido", impediría que "eso sea dicho", o negaría que
"eso" exista. Ley paradójica, dice Foucault, "que se podría enunciar como la
conminación a la inexistencia, la no manifestación y el mutismo"; 5. La unidad del
dispositivo: el poder sobre el sexo se ejercería de la misma manera en todos los
niveles, sería coherente y lineal, funcionando con los engranajes reproducidos de la
ley, la prohibición y la censura. Del Estado a la familia, del príncipe al padre, del
tribunal a los castigos cotidianos, de la arquitectura a los medios masivos de

22
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

comunicación, observaríamos la misma forma general de poder: el derecho, con el


juego de lo lícito y lo ilícito, de la trasgresión y el castigo. "Frente a un poder que es ley,
el sujeto constituido como sujeto -que está "sujetado"- es el que obedece."38

Esta mecánica del poder es limitativa y hace que el poder aparezca no sólo como
coherente y monolítico, sino como pobre en recursos: monónotono en sus tácticas y
condenado a repetirse. Por un lado, esta visión (soberana) del poder lo condena a una
única modalidad, en la medida en que sólo tendría la fuerza del no y la forma del
derecho, que solo puede reprimir o contener pero que se presenta como incapaz de
producir nada. Así el modelo jurídico rige una economía del poder en la que éste está
centrado en el solo enunciado de la ley y el funcionamiento de lo prohibido. A juicio de
Foucault, esto implica desestimar la riqueza estratégica y la eficacia productiva de un
poder que toma a su cargo la administración de la vida, y no ya la defensa de la
soberanía.

Pensar el poder a partir de estos problemas equivale a pensarlos a partir de una


forma histórica muy particular de nuestras sociedades: la monarquía jurídica. Muy
particular, y a pesar de todo transitoria. Pues si muchas de sus formas subsistieron
y aún subsistente, novísimos mecanismos de poder la penetraron poco a poco y
son probablemente irreductibles a la representación del derecho. Más lejos se
verá: esos mecanismos de poder son, en parte al menos, los que a partir del siglo
XVIII tomaron a su cargo la vida de los hombres, a los hombres como cuerpos
vivientes. Y si es verdad que lo jurídico sirvió para representarse (de manera sin
duda no exhaustiva) un poder centrado esencialmente en la extracción (en sentido
jurídico) y la muerte, ahora resulta absolutamente heterogéneo respecto de los
nuevos procedimientos de poder que funcionan no ya por el derecho sino por la
técnica, no por la ley sino por la normalización, no por el castigo sino por el
control, y que se ejercen en niveles y formas que rebasan el Estado y sus
39
aparatos.

Foucault concluirá, como ya hemos señalado, que es necesario liberarse de este


modelo jurídico de comprensión del poder si es que queremos concebir tanto el poder
como el sexo sin el privilegio teórico de la ley y la soberanía, y dar así cuenta de estos
nuevos mecanismos y procedimientos del dispositivo biopolítico.

2. b.2. Una revisión crítica de la hipótesis represiva.

En el capítulo primero, “Nosotros, los victorianos” de su Historia de la sexualidad,


Foucault dirá que es necesario formularle tres preguntas a la hipótesis represiva.
Estas son: 1. una pregunta histórica: "¿La represión del sexo es en verdad una
evidencia histórica?"; 2. una pregunta histórico-teórica: "¿La mecánica del poder, en
particular la de nuestra sociedad, pertenece en lo esencial al orden de la represión?"; y
3. una pregunta histórico-política: "¿Hay una ruptura histórica entre la edad de la

23
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

represión y el análisis crítico de la represión?"40 A todas estas preguntas, Foucault


responderá negativamente.

Frente la pregunta por la evidencia histórica de la represión del sexo, opondrá la


proliferación de los discursos y técnicas sobre el sexo del siglo XVII en adelante como
un modo de producir, y no meramente de reprimir, la sexualidad. La explosión de los
discursos sobre la sexualidad en el campo de ramas tan diversas como la
psicopatología y la pedagogía, por mencionar solo dos ejemplos, dan cuenta -más que
de un mutismo respecto de la sexualidad- de una voluntad de saber -y de decir- que lo
ha colocado en el centro de sus preocupaciones41. En lo que concierne a la mecánica
del poder de nuestras sociedades, lo que se observa, explica el francés, más que un
sistema esencialmente represivo es una cantidad plural de técnicas productivas de
poder. Más que reprimido, está "incentivado", buscado, e incluso requerido. A este
respecto basta abrir una revista actual o prender la televisión. La sexualidad parece
incluso, por momentos, "estar en todas partes". De allí que, frente al paradigma
soberano de la sexualidad, sea necesario desarrollar una nueva "analítica del poder"
que permita dar cuenta del carácter positivo, multiforme y productivo de las
relaciones de poder en el que emerge nuestra experiencia de la sexualidad. Por último,
ante la pregunta por la supuesta ruptura histórica entre la edad de la represión (época
destinada a reprimir y oprimir nuestros comportamientos sexuales con ascendente
severidad) y el análisis crítico de la represión (su puesta en cuestión, así como los
intentos por “liberar” dicha sexualidad), la respuesta foucaultiana será contundente:
ambas forman parte de un mismo dispositivo que se propuso producir "la verdad
sobre el sexo". El análisis crítico de la represión implica la proliferación de las
instancias por medio de las cuales se multiplican los discursos sobre el sexo, y la
voluntad de saber que lo tiene a su cargo.

Frente a una dinámica negativa y prohibitiva, nos encontramos nuevamente con las
técnicas positivas que constituyen una tecnología del sexo. En este momento, es
necesario formular una aclaración: Foucault no niega en ningún sentido la eficacia y la
presencia de tecnologías negativas del poder como la legislación, la censura o la
prohibición. Lo que sostiene, en ese sentido, no es tanto la falsedad de la hipótesis
represiva como su insuficiencia. Más que negar los mecanismos represivos del poder,
es necesario complementarlos con un análisis de las nuevas tecnologías positivas de
subjetivación:

No digo que la prohibición del sexo sea una engañifa, sino que lo es trocarla en el
elemento fundamental y constituyente a partir del cual se podría escribir la historia
de lo que ha sido dicho, a propósito del sexo en la época moderna. Todos esos
elementos negativos- prohibiciones, rechazos, censuras, denegaciones- que la
hipótesis represiva reagrupa en un gran mecanismo central destinado a decir no,
sin duda sólo son piezas que tiene un papel local y táctico que desempeñar en una

24
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

puesta en discurso, en una técnica de poder, en una voluntad de saber que están
42
lejos de reducirse a dichos elementos.

La sexualidad será el pozo de la apuesta de un biopoder que toma a su cargo la


producción y organización de las formas de vida. Ya sea a través de sus denegaciones o
de sus intensificaciones, de sus noes y su síes, el objetivo es el control y administración
del cuerpo tanto individual como poblacional. Foucault, siguiendo esta línea, explicita
4 operaciones básicas del dispositivo de la sexualidad. Operaciones éstas que, como
verán, interpelan tanto al cuerpo máquina como al cuerpo especie, a la vez que
articulan el polo disciplinar con el regulatorio.

2.b.3. El sexo como pozo de la apuesta normalizadora.

Frente a la supuesta represión de una sexualidad que debe ser reglada y contenida,
Foucault señalará la explosión discursiva en torno al sexo que se observa desde el S
XVIII. La sexualidad, más que sometida al mutismo y a la censura, parece ser la presa
de una doble voluntad de saber: a. queremos saber qué pasa con ella (y si no, basta
abrir cualquier revista dirigida tanto al público masculino como femenino, y veremos
encuestas sobre nuestras prácticas sexuales, su frecuencia, modos, etc), y b. pensamos
que el sexo sabe qué es lo que pasa con nosotrxs. La sexualidad se ha transformado así
en cifra de inteligibilidad e identidad. La grilla de nuestra humanidad, sostiene Butler,
se rige por la matriz (hetero)sexual.

A partir del siglo XVIII, y desmintiendo la hipótesis represiva, o más bien mostrando su
insuficiencia explicativa, observamos como aparecen nuevos mecanismos que toman
a su cargo la vida y los cuerpos de los hombres. Estos mecanismos, como venimos
desarrollando, no funcionan (mayormente) en el modo del derecho, sino a través de
las técnicas (productivas) que tienden a la normalización y disciplinamiento de los
cuerpos, los placeres, los deseos y las prácticas. Estos saberes-poderes no tienen en su
centro a la ley sino a la norma y a su riqueza estratégica. Si bien la normalización hace
uso de los castigos, opera por medio de controles regulares y constantes que se
"ejercen en niveles que exceden al estado y a sus aparatos represivos". Especificar
estas técnicas será la tarea de una analítica del poder que rastree y de cuenta de las
“técnicas polimorfas del poder”, técnicas que no sólo bloquean, rechazan o
descalifican, sino que también incitan, promueven, intensifican, e incluso producen.

Fiel a la metodología que intenta “[…] inmergir la abundosa producción de discursos


sobre el sexo en el campo de las relaciones de poder múltiples y móviles”, Foucault
identifica 4 grandes conjuntos estratégicos que se despliegan a propósito del sexo y
que constituyen 4 dispositivos específicos de saber y de poder: 1) Histerización del
cuerpo de la mujer: “triple proceso según el cual el cuerpo de la mujer fue analizado –
calificado y descalificado- como cuerpo integralmente saturado de sexualidad”. Así el
25
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

cuerpo femenino fue integrado, bajo el efecto de una patología “intrínseca”, al campo
de las prácticas (e intervenciones) médicas. Por otro lado, ese cuerpo de la mujer fue
puesto en comunicación orgánica con el cuerpo social (cuya fecundidad regulada debe
asegurar), así como con el espacio familiar (del que debe ser un elemento funcional) y
la vida de los niños (a los que se liga por una supuesta “responsabilidad biológico-
moral” que dura todo el tiempo de la educación de los retoños producidos). La figura
clave de esta operación es “la Madre”, con su imagen negativa que es la “mujer
nerviosa”; 2) Pedagogización del sexo del niño. Los niños son los “seres sexuales
liminares” (con un impulso “natural” y “contranatural” a la vez hacia al peligro de la
masturbación). Éstos quedan a cargo de médicos, padres, maestros, psicólogos, etc en
la guerra contra el onanismo que duró, dirá Foucault, cerca de dos siglos. Es
interesante recordar la "obsesión" de familiares, médico y pedagogos por la
masturbación de los niñxs (ya sea para censurarla o para controlar sus modos); 3)
Socialización de las conductas procreadoras. Socialización económica, política y
médica de la fecundidad de las parejas, sobre las que recae no solo la responsabilidad
de los hijos a cargo, sino también la de mantener un cuerpo social sano; 4)
Psiquiatrización del placer perverso. La clasificación, tipificación y consecuente control
y gestión de las perversiones de los individuos, le otorgará a una serie de saberes el
poder de normalización. A este respecto vale traer a colación la tesis de Los
anormales, según la cual "a través de toda la sociedad moderna, cierto tipo de poder –
ni médico, ni judicial, sino otro- logró colonizar y reprimir el saber médico y el poder
judicial;[...]. Este surgimiento del poder de normalización, la manera en que se formó e
instaló, sin buscar jamás apoyo en una sola institución, sino gracias al juego que
consiguió establecer entre diferentes instituciones, extendió su soberanía en nuestra
sociedad; esto es lo que querría estudiar.”43 La "psicopatología" de la segunda mitad
del siglo XIX representa uno de los saberes sobre la perversión, que construyó su
etiología en torno a la sexualidad, uno de los discursos más preocupados por
determinar, clasificar y controlar los placeres (perversos) de los sujetos.44

Tanto la sexualización del niño como la histerización de la mujer se apoyaron en


exigencias de regulación (salud colectiva) para obtener efectos en el campo de la
disciplina (volveremos sobre esto en el siguiente apartado). Por su parte, el control de
los nacimientos y la psiquiatrización de las perversiones se apoyaron en exigencias
disciplinarias (adiestramientos individuales, conductas específicas) para obtener
efectos poblacionales, es decir, para intervenir en la regulación de la población,
estableciendo normas sexuales homogeneizantes e ideales. La sexualidad, concluirá
Foucault, sólo puede comprenderse en su especificidad histórica, es decir, en la era del
biopoder:

La sexualidad es el nombre que se le puede dar a un dispositivo histórico; no una


realidad por debajo en la que se ejercerían difíciles apresamientos, sino una gran
red superficial donde la estimulación de los cuerpos, la intensificación de los

26
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

placeres, la incitación al discurso, la formación de conocimientos, el refuerzo de los


controles y las resistencias se encadenan unos con otros según grandes estrategias
45
de saber y de poder.

Dicho dispositivo constituye un régimen de poder-saber-placer que produce los


cuerpos sexuados, (más o menos) (a)normales, (más o menos) verdaderos, (más o
menos) humanos. Estos cuerpos sexuados, sujetos al dispositivo de normalización,
pueden encarnar por tanto modos de vida dóciles, funcionales, útiles y homogéneos.
Pero ellos también pueden encarnar formas de vida anormales, perversas, resistentes,
modos de ser o estar "discontinuos" diría Butler, en cuya potencia anida las (frágiles)
posibilidades de que los seres humanos se (de)construyan de maneras novedosas,
fértiles, otras. A pensar estos resquicios resistentes del poder, nos abocaremos en el
siguiente apartado.

3. Preciado(s) suplementos: tecnificando las estrategias de resistencia y subvesión


sexo-generizadas.

"No hay que imaginar una instancia autónoma del sexo


que produjese secundariamente los múltiples efectos
de la sexualidad a lo largo de su superficie de contacto
con el poder. El sexo, por el contrario, es el elemento
más especulativo, más ideal y también más interior de
un dispositivo de sexualidad que el poder organiza en
su apoderamiento de los cuerpos, su maternidad, sus
fuerzas, sus energías, sus sensaciones y sus placeres".

"Que donde hay poder hay resistencia, y no obstante


(o mejor: por lo mismo), ésta nunca está en posición de
exterioridad respecto del poder"
M. Foucault, Historia de la sexualidad.
1. La voluntad de saber

Beatriz Preciado recupera, critica y complementa la matriz biopolítica foucaulteana, así


como la teoría del género como performatividad butleriana, para pensar la producción
de subjetividades sexo-generizadas. En este sentido, señala la necesidad de
complejizar el análisis de la producción de sujetos desde el estudio de las nuevas
tecnologías de producción subjetivas, especialmente de los “procesos de incorporación
prostéticos” y las "nuevas tecnologías de la representación". De este modo, nos señala
lx autorx, seremos capaces de pensar no sólo la especificidad de nuestra actualidad,
sino que también podremos vislumbrar el modo de franquear sus límites, de idear -o
alumbrar- estrategias de resistencia y de subversión a los nuevos dispositivos de poder
(hetero)normativos.

27
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

Así, junto a un explicitación y evaluación de las “tecnologías del yo” que mentara
Foucault, y de la performatividad tanto teatral como lingüística que explicitara Butler,
lx españolx considera imperioso desarrollar un análisis de las “tecnologías del cuerpo”
y “tecnologías de la representación” (fundamentalmente la cirugía, la endocrinología, y
la pornografía) en el marco de la “era farmacopornográfica”. A su juicio, y siguiendo los
aportes de sus precedesores, es en el campo de las bio-técnicas corporales y
semióticas que se juegan tanto los procesos de producción normalizadora de
subjetividades, como la posibilidad de agenciar dichas tecnologías. En este sentido, y
siguiendo lo que hemos desarrollado en Foucault y en Butler, es posible pensar en un
mismo espacio los efectos disciplinantes de las tecnologías prostéticas, como las
instancias de reapropiación y “agenciamiento colectivo” de las mismas. Lo que
intentaremos pensar es en qué medida dichas apropiaciones subversivas se juegan, a
un tiempo, en el espacio singular de las transformaciones corporales, así como en la
siempre tensionada vinculación entre la primera persona del singular y la primera
persona del plural, ie, en esa dimensión de tráfico y contaminación que se da entre el
"yo" y el "nosotrxs", entre la ética y la política.

3. a. Las torsiones farmacopornográficas del corpus foucaultiano-butleriano

"Comenzar por un silencio. Por lo ecos de un


silencio. Por hacer hablar ese silencio. No para
hacerlo callar sino para desplegarlo en sus efectos.
Un silencio de una experiencia corporal y de las
confrontaciones subjetivas contras los límites de
las regulaciones de género. Un silencio que nos
toca a tod*s, de distintas maneras y con diferentes
intensidades. Pero no toca al fin."
v. flores, "Masculinidades de niñas: entre 'mal de
archivo' y 'archivo del mal'", en v. flores y f. tron,
Chonguitas. Masculinidades de niñas.

Preciado recupera el legado foucaultiano según el cual es necesario interrogarse por


las tecnologías productivas de la subjetividad, al tiempo que intenta superar lo que a
su juicio es la miopía y límite de la propuesta del francés. Según lx españolx, "Foucault
interrumpe su genealogía de la sexualidad en el siglo XIX" por lo que resulta incapaz de
dar cuenta de su propio siglo (ni del actual). De algún modo, la apuesta de Preciado es
partir de (y superar) uno de los silencios (que resuenan) en Foucault: el de "las
prácticas y las identidades sexuales contemporáneas" que acaban "acallan[do] el grito
de los movimientos sexuales vivos"46

El desarrollo de la tercera episteme propia de la era farmacopornográfica intenta,


entonces, recuperar y reinventar -e incluso corregir- las tesis foucaultianas (y
butlerianas) dando lugar, texto y cuerpo a las nuevas prácticas, identificaciones y

28
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

movimientos de la disidencia sexual. Comencemos invirtiendo el orden cronológico y


analicemos, en primera instancia, "el suplemento" de Preciado a la teoría butleriana.

3. a.1. Primer suplemento. O sobre la necesidad de darle un dildo a Butler.

"Si se considera, en primer lugar, el trabajo


deconstructivo que el tecnocordero opera sobre
Butler y Foucault, una cierta asimetría salta a la
vista: amb*s son sometid*s a ese trabajo, pero el
tecnocordero no l*s esquila por igual"
M. Cabral, "Salvar las distancias- Apuntes acerca de
'Biopolíticas de género' en Ají de Pollo (ed),
Biopolítica.

Como les adelantábamos, una de las propuestas de la teoría "contrasexual" y


"farmacopolítica" de Preciado es “complementar”, “suplementar”, o corregir –torcer
algunas comas- del dispositivo textual butlereano, aunque -debemos aclarar siguiendo
a Mauro Cabral- el trabajo de crítica deconstructiva operado sobre el corpus de la
norteamericana no posee la radicalidad de lo que performara sobre Foucault. El
género, dirá Preciado, es efectivamente performativo, en la medida que no se
presenta como un dato, sino como el resultado de nuestras prácticas, es decir, de la
incorporación de las normas e ideales del género. Pero dicha performatividad no es
sólo teatral y discursiva, sino también prostética, corporal, tecnológica, orgánica,
sintética, contaminada. El género, y el sexo, tienen que comprenderse a la luz del
análisis de las tecnologías corporales. Así afirma en el Manifiesto contrasexual:

El género no es simplemente performativo (es decir, un efecto de las prácticas


culturales lingüístico-discursivas) como habría querido Judith Butler. El género es
ante todo prostético, es decir, no se da sino en la materialidad de los cuerpos. Es
puramente construido y al mismo tiempo enteramente orgánico. Escapa a las falsas
dicotomías metafísicas entre el cuerpo y el alma, la forma y la materia. El género se
parece al dildo. Porque los dos pasan por la imitación. Su plasticidad carnal
desestabiliza la distinción entre lo imitado y el imitador, entre la verdad y la
representación de la verdad, entre los órganos sexuales y las prácticas del sexo. El
47
género podría resultar una tecnología sofisticada que fabrica cuerpos sexuales.

Girando la mirada del baño como productor de la diferencia sexual, de esa artificial y
viva diferencia sexual, Preciado va a dirigir su atención crítica al dildo y las prácticas
sexuales, a esas prótesis o tecnologías de sujetos sexo-generizados. En este punto es
necesario enfatizar el hecho de que Preciado no afirma la falsedad de las tesis de
Butler o Foucault, en todo caso, señala su insuficiencia. En ese sentido, se asemeja al
gesto de Foucault en el primer volumen de la Historia de la sexualidad respecto de la
“hipótesis represiva”. Así, lx españolx va a enfatizar la necesidad de “ampliar” – o
suplementar- el esquema butleriano (y foucaultiano):

29
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

La noción butleriana de ‘performance de género’, así como la aún más sofisticada


‘identidad performativa’, se deshace prematuramente del cuerpo y de la
sexualidad haciendo imposible una análisis crítico de los procesos tecnológicos de
48
inscripción que hacen que las performance ‘pasen’ como naturales o no.

Frente a la performatividad teatral y lingüística de J. Butler, Preciado va a señalar la


necesidad de pensar las tecnologías prostéticas que producen nuestra naturaleza
corporal. Aquí se considerarán, por ejemplo, no sólo los dildos, sino también las
pastillas anticonceptivas, las hormonas masculinas, los cocktails farmacológicos para
tratar el HIV, la marihuana, el alcohol, los preservativos, la silicona, etc. El género no es
sólo la incorporación performativa de las normas (lingüístico-conductuales) sexo-
generizadas, sino que es fundamentalmente un proceso de incorporación y
encarnación prostética.

Es este mecanismo de producción sexo-prostético el que confiere a los géneros


femenino y masculino [que constituyen los elementos básicos y jerarquizados del
“contrato social heterocentrado”] su carácter sexual-real-natural. Pero, como para
49
toda máquina, el fallo es constitutivo de la máquina heterosexual.

La máquina heteronormativa, ese sistema hetero-sexual, fabrica la naturaleza-


humana, produce cuerpos-máquinas-excitables. Algunos sujetos-heterosexuales, otros
sujetos-maricas, sujetos-tortas, sujetos-ritalina, sujetos-doble penetración, sujetos
viagra, sujetos-bio-mujeres, etc. Así, los géneros, y las distintas corporalidades, se
presentan no sólo como el resultado de una serie de repeticiones de actos
performáticos (teatrales o lingüísticos), sino también de la in-corporación de los
diferentes “biocódigos de los géneros”. Consideremos, por caso, el poder productivo y
encarnado que los estrógenos poseen cuando son incorporadas en el modo de
pastillas anticonceptivas. Este método anticonceptivo “femenino” opera como una de
las tantas técnicas de subjetivación generizada de los cuerpos. Y para intentar aclarar
este punto, deberíamos recordar junto a Preciado que las primeras pastillas
anticonceptivas, que tuvieron un 99,9 % de efectividad, fueron rechazadas por el
Instituto de Salud Norteamericano debido a que “ponía(n) en cuestión la femineidad
de las futuras madres” al suprimir por completo la menstruación (léase, el sangrado).
El control de nuestra fertilidad, al que las pastillitas nos permiten acceder, no podía sin
embargo opacar la "condición femenina". Era necesario que el ritual (“natural”) de la
femineidad sea mantenido a toda costa, incluso cuando sea (artificialmente)
producido. Dentro de las tecnologías corporales más relevantes, Preciado va a resaltar
el rol de la cirugía y la endocrinología (o farmacología).

Ahora bien ¿qué ocurre cuando los estrógenos no son ingeridos por una mujer en edad
reproductiva y con el fin de controlar la natalidad? ¿Qué ocurre cuando las técnicas de
reproducción sexo-generizadas naturalizadas e incorporadas, entran a jugar en nuevos
30
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

contextos y escriben nuevos cuerpos? En este espacio de negociación con los códigos
de feminidad y masculinidad, surge el espacio de la resistencia, de la disidencia y de la
posibilidad de entablar un diálogo vital con las normas que nos constituyen.
Volveremos sobre ello al analizar las estrategias farmacopornográficas de resistencia.

3.a.2. Segundo Suplemento. Sale una porno para Foucault.

Y en este punto estamos bien ubicados para pensar el segundo suplemento de


Preciado: la propuesta de una tercera episteme postmoneyista propia de la (nueva)
era farmacopornográfica. Montándose sobre lo que podríamos llamar “el Foucault” de
Teresa de Lauretis50, ie, un Foucault atravesado no sólo por la grilla de la sexualidad
sino también por la de los géneros, Preciado intenta enriquecer la matriz biopolítica de
la producción de sujetos (sexo-generizados) desde la perspectiva “posmoneysta” de las
tecnologías del cuerpo51. Así, frente a la propuesta foucaultiana de comprender los
procesos de subjetivación contemporáneos en el marco del paradigma biopolítico,
Preciado señalará la necesidad de seguir la propuesta de Haraway según la cual
deberíamos hablar de un “tecnobiopoder”, “puesto que ya no se trata de poder sobre
la vida, de poder de gestionar y maximizar la vida, como quería Foucault, sino de poder
y control sobre un todo tecnovivo conectado”52. En este contexto de las nuevas
tecnologías farmacopolíticas propia de la tercera episteme deben ser situadas y
analizadas las prótesis de género según las cuales se produce el cuerpo sexuado y
generizado actual. Ubicándose en la estela del pensamiento butleriano y foucaultiena,
Preciado sostendrá frente al feminismo esencialista que:

El problema de este planteamiento es que considera que la tecnología viene a


modificar una naturaleza dada, en lugar de pensar la tecnología como la
producción misma de la naturaleza [Recuerden que Preciado decía lo mismo
respecto de la arquitectura de los baños: producen la naturaleza del dimorfismo
sexual).. Quizás el mayor esfuerzo de las tecnologías del género no haya sido la
transformación de las mujeres, sino la fijación orgánica de ciertas diferencias. He
53
llamado a este proceso de fijación ‘producción prostética del género’.

En este sentido, afirmará Preciado: “No es posible aislar los cuerpos (como materiales pasivos o
54
resistentes) de las fuerzas sociales de construcción de la diferencia sexual” Los sujetos son
producidos por las tecnologías de un micro-poder que penetra los cuerpos y los
constituye, perspectivadas desde las tecnologías de la producción artificial de cuerpos
en un sistema heterocentrado. Una máquina multi-tentacular de producir
subjetividades. Reescribiendo la tesis foucaulteana según la cual somos aquello que
hemos llegado a ser, es decir que somos los sujetos que somos gracias a las distintas
técnicas de subjetivación, que han configurado, por ej, esa experiencia de la sexualidad
contemporánea, propia de una cultura transida por su propios juegos de poder, juegos
de verdad y prácticas éticas o de autosubjetivación. Estas últimas, recordemos,
especifican la perspectiva ética foucualteana, preocupada por elucidad las diferentes
31
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

tecnologías del yo, ie. de aquellas prácticas, ejercicios, y ocupaciones que lxs sujetxs
operamos con nosotrxs mismxs, transformándonxs, modificándonos y moldeándonxs.

Por su parte, estas técnicas de subjetivación cobran en nuestra contemporáneidad


una forma altamente tecnificada. En este sentido, genealogiza lx españolx, las mismas
hacen su aparición en el capitalismo “postindustrial, global y mediático” que
constituye la era farmacopornográfico, donde el neologismo surge de la doble
referencia a los procesos de gobierno biomolecular (fármaco-) asi como a los procesos
semiótico-técnico (-porno) de la subjetividad sexual, de los que el misoprostol y
Playboy constituyen dos de las referencias culturales ineludibles:

[h]oy resulta sorprendente que la definición de las estéticas de vida en términos de


“tecnologías del yo” se haga sin tener en cuenta las tecnologías del cuerpo
(biotecnologías, sobre todo cirugía y endocrinología) y de la representación
(fotografía, cine, televisión, cibernética), que se encuentran en plena expansión
55
durante la segunda mitad del siglo XX.

Así, el género se presentará no "sólo [como] un efecto performativo, [sino que] es


sobre todo un proceso de incorporación prostético”56. La era farmacopornográfica
tuerce el dispositivo foucaulteano, “tecnificándolo”, voliéndolo incluso físicamente
digerible, y enmarcándolo en una economía política mundial que requiere un “nuevo
tipo de ‘gubernamentalidad del ser vivo’”. Esta nueva gubernamentabilidad u
organización tecno-bio-política del poder no sólo tiene al sexo como objeto de gestión
política de la vida (como lo había explicitado Foucautl), sino que incorpora para dicha
gestión nuevas tecnologías e industrias propias del “neocapitalismo avanzado”. Así,
Preciado recupera la herencia foucaulteana, y a través de ella el régimen
farmacopornográfico hunde sus raíces “a la sociedad científica y colonial del siglo XIX”.
Por otro lado, abre una especificidad de su presente, de su actualidad, ubicándose en
el siglo XX, coordenadas espacio temporales que imprimen a dicho régimen su
especifidad y materialización en dos industrias privilegiadas, líderes del capitalismo
post-fordista:1. La industria pornográfica: “el gran motor impulsor de la economía
informática”, dirá Preciado. Y también, uno de los lugares donde se instituyen modelos
de masculinidad, y feminidad, se re-crean nuestra prácticas sexo-subjetivantes, se
de.codifican comportamientos, etc. 2. La industria farmacológica: “bien como
extensión farmacológica legal del aparato científico médico cosmético” (y acá
podemos pensar en los tratamientos hormonales como las pastillas anticonceptivas),
“bien como tráfico de drogas consideradas ilegales” (como lo es, por ejemplo, la
marihuana, la cocaína o el ácido para la Argentina). Estas dos tecnologías básicas del
capitalismo post-fordista moldean los cuerpos, las subjetividades, funcionando como
verdaderas tecnologías del cuerpo (biotecnologías, fundamentalmente, cirugía y
endocrinología) y tecnologías de la representación (fotografía, cine, televisión,

32
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

pornografía, etc). Osemos la hipótesis siguiente, dirá Preciado reescribiendo a


Foucault:

Las verdaderas materias primas del proceso productivo actual son la excitación, la
erección la eyaculación, el placer y el sentimiento de aucomplacencia y de control
omnipotente. El verdadero motor del capitalismo actual es el control
farmacopornográfico de la subjetividad, cuyos productos son la seratonina, la
testosterona, los antiácidos, la cortisona, los antibióticos, el estradiol, el alcohol y el
trabajo, la morfina, la insulina, la cocaína, el citrato de sidenofil (Viagra) y todo
aquel complejo material-virtual que puede ayudar a la producción de estados
mentales y psicomáticos de excitación, relajación y descarga, de omnipotencia y de
total control. […] El cuerpo adicto y sexual, el sexo y todos sus derivados semiótico-
57
técnicos son hoy el principal recurso del capitalismo postfordista.

Es necesario re-pensar, entonces, tanto los procesos de producción subjetiva, como de


resistencia a los dispositivos hetero-normativos del poder, en el marco de estas nuevas
tecnologías del dispositivo post-moneyista, para usar los términos con los que Preciado
se expresa en el artículo al que querríamos aludir ahora.

3.b. Las nuevas tecnologías corporales en el marco de la era farmacopornográfica.

“Foucault soslaya un conjunto de transformaciones que


se suceden a partir de la Segunda Guerra Mundial y
que, en mi opinión, exigen una tercera episteme, ni
soberana, ni disciplinaria, ni premoderna ni moderna,
que tenga en cuenta el impacto de las nuevas
tecnologías del cuerpo, una episteme que llamo
posmoneysta haciendo referencia a la figura del Dr.
John Money [sexólogo, por cierto, que acuñó el término
“género” para distinguirlo de la anatomía corporal
identificada con el “sexo”], cuyo poder discursivo sobre
la sexualidad reemplazará al de Krafft-Ebing y al de
58
Freud.”

“Lejos de la rigidez y de la exterioridad de las técnicas


de normalización del cuerpo desplejagas por los
sistemas disciplinarios de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, las nuevas técnicas de género
del bio-capitalismo farmacopornográfico son flexibles,
internas y asimilables. El género del siglo XXI funciona
como un dispositivo abstracto de subjetivación
técnica: se pega, se corta, se desplaza, se cita, se imita,
59
se traga, se inyecta, se injerta, se digitaliza, […]”

Es momento, entonces, de detenernos en las nuevas tecnologías de producción


subjetivas propias del capitalismo postfordista del siglo XX, para determinar las
características específicas (y diferenciales) de las mismas. Según Preciado, Foucault –al
33
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

centrar su mirada en el siglo XVIII y XIX- habría propuesto un sistema “duro y externo”,
en el que los dispositivos de producción subjetiva “toman la forma de arquitecturas
exteriores del cuerpo” (y aquí podemos pensar en la prisión, la escuela, el taller, y
también los baños, claro está). Pero a su juicio, es necesario detenernos en los modos
flexibles y asimilables del dispositivo contemporáneo:

Foucault parece pasar por alto un conjunto de transformaciones profundas de las


tecnologías de producción de subjetividad que se suceden a partir de la Segunda
Guerra Mundial y que nos obligan a conceptualizar un tercer régimen de
subjetivación, un tercer sistema de saber-poder, ni soberano ni disciplinario, ni
premoderno ni moderno, un régimen que tome en consideración el impacto de las
60
nuevas tecnologías del cuerpo en la construcción de la subjetividad.

En estas nuevas tecnologías, sostiene Preciado, se operan dos sustituciones


fundamentales. En primer lugar, se pasa del control “exterior” de los cuerpos a un
control “interior”. La pastilla anticonceptiva, dirá lx españolx, es una tecnología
fundamental de la era farmacopornográfica, y constituye un “panóptico comestible”61.
Al igual que éste, opera como tecnología de subjetivación que, como los baños,
producen la "naturaleza" (artificial) de la diferencia sexual (leída, entre otras variables,
como una diferencia hormonal y con capacidades reproductivas diferenciales). La
diferencia entre el panóptico foucaultiano y la pastilla contemporánea es que la
segunda es, literalmente, comestible. Así, las tecnologías entran a formar parte de
nuestro (im)propio cuerpo, se incorporan, se mastican, infectan, aplican. Se diluyen en
el cuerpo. En segundo lugar, se diferencian las tecnologías “rígidas” como la cárcel o
los baños, constituyen “tecnologías blandas de microcontrol”. Las mismas son,
leíamos, “flexibles, internas y asimilables”. Aquí el cuerpo ya no (solo) habita los
lugares disciplinarios, sino que está directamente invadido (y habitado) por ellos, al
nivel de formar parte de nuestro cuerpo/organismo. Estas técnicas “microinformáticas,
farmacológicas y audiovisuales ligeras y de transmisión rápida”, serán las prótesis
tecnológicas que producirán los cuerpos que (no) somos.

3.b.1. Las “nuevas” técnicas (auto)experimentales de la era postmoneyista.

La segunda crítica que Preciado esgrime contra Foucault es una consecuencia directa
de su primer "suplemento": el francés, limitando su análisis a las tecnologías propias
del siglo XVIII y XIX, no sólo no puede dar cuenta de su contemporaneidad bio-
tecnológica, sino que tampoco puede alumbrar las múltiples estrategias de resistencia
inmanentes a las mismas:

Pero el cuerpo farmacopornográfico, como antes el cuerpo sexo-disciplinado de


finales del siglo XIX, y a diferencia de lo afirmado por Foucault, no es dócil. No es un
simple efecto de los sistemas farmacopornográficos de control, sino que es primero
y ante todo potencia de vida, potentia gaudendi que aspira a transferirse a todo y a

34
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

todos, ganas de correrse con el universo, fuerza de transformación del todo


62
planetario tenocultural interconectado.

Si bien el objetivo de estas tecnologías es la “producción de una prótesis política viva:


un cuerpo suficientemente dócil como para poner su potentia gaudendi”, dichas
tecnologías se presentarán como la ocasión de agenciamientos colectivos y
resignificaciones apropiadoras. Si el nuevo sistema de producción subjetiva
farmacopornográfica no puede funcionar sin un extendido y multifascética tráficos de
bio-tecno-códigos de género, ie, sin la circulación de hormonas, fármacos, “flujos
digitales, textuales y de la representación… en definitiva, sin un tráfico constante de
biocódigos de género” que se incorporan, se tragan, se inyectan, se fuman; es
necesario comprender el rol central de nuestros cuerpos. De allí que un análisis de
estas tecnologías “encarnadas”, “incorporadas” de microcontrol y microproducción
subjetiva sea central a la hora de pensar estrategias de resistencia frente a la
normalización de esos mismos sujetos.

Quisiéramos hacer referencia, entonces, al modo de caracterizar a una de esas


biotecnologías o prótesis ingeribles: la pastilla (o "la píldora"), para desde allí analizar
no el “caso Agnes”63 que construye Preciado para ilustrar una práctica de
agenciamiento subversivo y colectivo de los biocódigos de feminidad-masculinidad,
sino para pensar una experiencia de nuestro contexto local, y más específicamente, la
experiencia de la línea telefónica que pusieron a rodar el colectivo "Lesbianas y
Feministas por la Descriminalización del Aborto".

Preciado describe las pastillas anticonceptivas, su encapsulamiento y comercialización


en términos de “microprótesis hormonales”. La pastilla funciona como un “dispositivo
de autovigilancia doméstica” que constituye uno de los “códigos semiótico técnicos”
de la feminidad (junto a la depilación, "La sirenita", las polleras y los deportes
"femeninos"). Dichos códigos femenino-masculinos estructuran la programación de
nuestros géneros, así como las instancias de dislocación de los mismos64. Este
dispositivo ligero, portátil, afable es, dirá Preciado, “un laboratorio estatal
miniaturizado instalado en el cuerpo de cada consumidora” que controla los círculos
reproductivos así como ciertas manifestaciones secundarias asociadas a la feminidad
(sangrado periódico, disminución de la vellosidad). La micropíldora (y aquí habría que
recordar el “pasaje” de la primera píldora a la segunda) provoca no sólo la interrupción
hormonal natural, sino que:

[…] provocan técnicamente un ciclo artificial que permite restituir la ilusión de


naturaleza. La primera de estas acciones es anticonceptiva; la segunda deriva de
una intención de producción farmacopornográfica del género: hacer que el cuerpo
de las tecno-mujeres del siglo XX siga pareciendo efecto de leyes naturales
65
inmutables, transhistóricas y transculturales.

35
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

Atendiendo al carácter “interno”, este panóptico comestible, opera en la construcción


de la bio-femeneidad, a la vez que, dirá Preciado, “parece introducir una posibilidad de
agenciamiento colectivo”. Pues bien, de lo que quisiéramos reflexionar ahora es,
justamente, sobre la posibilidad de poner a operar los biocódigos de nuestra
actualidad farmaco-pornográfica, ya no al servicio del control y la producción
normalizante de femeneidades y masculinidades, sino como herramienta y vehículo de
resistencia y agenciamiento colectivo.

Las preguntas que nos guiarán a continuación son las siguientes: ¿qué ocurre, cuando
las hormonas (“naturalmente”) femeninas son ingeridas por un cuerpo designado
como biológicamente masculino? ¿Qué sucede cuando las siliconas no son requeridas
por una "bio-mujer"? ¿Qué ocurre cuando ciertas técnicas privilegiadas de los procesos
de normalización sexo-genéricas son la ocasión del desvío, la torsión? Éstas parecen
ser las preguntas que Preciado tuvo en mente cuando, a partir del análisis del “caso
Agnès”, sostuviese que “el régimen postmoneyista de la sexualidad no puede
funcionar sin la circulación de un enorme flujo de hormonas, silicona, textos y
representaciones, de técnicas quirúrgicas… en definitiva de un tráfico constante de
biocódigos de los géneros. En esa economía política del sexo, la normalización y la
diferencia dependen del control, de la reapropiación y el uso de esos flujos de
género.”66 La (de)construcción de la programación de género se apoya en esas mismas
herramientas o condicionamientos que parecerían inexorables, y que ahora se
muestran fallidos, vulnerables, o, diría Preciado, “re-apropiadas” en el modo de la
diferencia, de una transformación corporal que no reproduce los códigos hegemónicos
de los géneros, sino que los sub-vierte, los transfigura, incluso para devenir un sujeto
que se coloca más allá (y más acá) de la feminidad-masculinidad.

En definitiva, lo que señala Preciado es el carácter productivo de las tecnologías del


cuerpo. Tecnologías éstas que, en tanto campos de fuerzas múltiples, se presentan
también – in-hospitalaria e inextricablemente unidas- como ocasión de resistencia y
resignificación. Así, por ejemplo, las técnicas del cuchillo son tanto la ocasión para
desplegar el poder normalizador de los biocódigos de género, como la oportunidad
(esquiva e indócil) de emergencia de cuerpos resistentes, “auto-diseñados”, contra-
naturales.

3.b.2. El principio autocobaya a la autoteoría como prácticas de la resistencia.

“Este libro no es una autoficción. Se trata de un


protocolo de intoxicación voluntaria a base de
testosterona sintética que concierne el cuerpo y los
afectos de B. P. Es un ensayo corporal. Una ficción, es
cierto. En todo caso y si fuera necesario llevar las cosas
al extremo, una ficción autopolítica o una autoteoría.
[...]. Se registran aquí tanto las micromutaciones

36
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

fisiológicas y políticas provocadas por la testosterona


en el cuerpo de B. P. como las modificaciones teóricas
y físicas suscitadas en ese cuerpo por la pérdida, el
deseo, la exaltación, el fracaso o la renuncia. No me
interesan aquí mis sentimientos, en tanto que míos,
perteneciéndome a mí y a nadie más que a mí. No me
interesa lo que de individual hay en ellos, sino cómo
son atravesados por lo que no es mío.[...]. Para
algunos, este texto podrá hacer oficio de un manual de
bioterrorismo de género a escala molecular. Para
otros será simplemente un punto en una cartografía de
la extinción. No hay conclusión definitiva acerca de la
verdad de mi sexo, ni profesía sobre el mundo a venir.
Expongo al lector estas páginas que relatan los cruces
de teorías, moléculas y afectos para dejar una huella de
una experiencia política cuya duración exacta fue de
236 días y noches y que continúa hoy bajo otras
formas. Si el lector encuentra dispuestos aquí, sin
solución de continuidad, reflexiones filosóficas,
narraciones de sesiones de administración de
hormonas y relatos detallados de prácticas sexuales
es simplemente porque este es el modo en el que se
construye y se deconstruye la subjetividad.”
B. Preciado, Testo Yonki.

Ahora sí, una vez planteado el marco de la tercera episteme, quisiéramos recuperar el
objetivo central de Testo Yonki. En primer lugar, hemos de resaltar la propuesta de
escribir (y leer) este escrito como un “protocolo de intoxicación voluntaria de
testosterona”. Siguiendo los pasos de quien fuera su "antecedente" (teórico-
experiencial), y nos referimos aquí a Àgnes y su uso "bioterrorista" de las pastillas
anticonceptivas, Preciado "trueca" el uso disidente de "la píldora" por el de la
testosterona (reapropiada por el cuerpo de lo que lx autorx denomina una "bio-
mujer", ie, una sujeta que ha sido asignada al género femenino. Lo que en otros
términos, no-heterocentrados, podríamos llamar siguiendo al activismo trans, una
mujer-cis)67.

El protocolo de autointoxicación narrado y analizado en el texto que nos ocupa se


apoya, entonces, en la experiencia de autoadministración voluntaria de hormonas. De
allí que no sea de extrañarnos leer entre las páginas del libro que esta ejercicio teórico-
práctico es “heredero de las políticas de autoexperimentación de Àgnes, es un
protocolo de autoensayos efectuados con testosterona en gel, ejercicios de
envenamiento controlado en mi propio cuerpo”. Frente a un uso hegemónico y
normalizado de los bio-tecno códigos de la masculindad y la feminidad, como lo son las
píldoras anticonceptivas así como la testosterona, Preciado incentivará un uso

37
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

experimental de las mismas en el marco de una recreación de las técnologías del yo


foucaultianas:

Es necesario desarrollar micropolíticas del género, del sexo y de la sexualidad,


basadas en prácticas de autoexperimentación (más que de representación)
intencionales que se definan por su capacidad de rechazar y de resistir a la norma,
68
de crear nuevos planos de acción y de subjetivación.

Estas micropolíticas resistentes echarán mano a los mismos biocódigos y ficciones que
operan la sujeción y control de los cuerpos. De allí que el principio autocobaya, como
lo denominase la autora, se presente como central en su propuesta teórico-terrorista.

He aquí la primera divisa para un feminismo a la altura de la modernidad


pornopunk: tu cuerpo, el cuerpo de la multitud, y los entramados
farmacopornográficos que lo constituyen son laboratorios políticos, al mismo
tiempo efectos de procesos de sujeción y control y espacios posibles de
69
agenciamiento crítico y de resistencia a la normalización.

Es desde este marco conceptual que podemos entender estas prácticas de


autointoxicación, o de ingesta deliberada de hormonas, como una instancia de re-
creación de nuestras formas de subjetivación. Las mismas técnicas que ofician de
herramientas normalizadoras en los varones (que ingieren testosterona por
prescripción médica cuando su índice no se adecua a los valores “normales” en bio-
varones), será resignificada cuando sea ingerida por una bio-mujer (para quienes este
bio-código está prohibido). Así, dirá BP:

No se trata de pasar de mujer a hombre o de hombre a mujer, sino de infectar las


bases moleculares de la producción de la diferencia sexual. Puesto que estos dos
estados, hombre y mujer, no existen sino como efectos políticos fantasmáticos de
procesos técnicos de normalización. Se trata de intervenir en este proceso de
producción de forma consciente e intencional hasta lograr formas viables de
incorporación de género, de producir una nueva plataforma sexual y afectiva, ni
masculina ni femenina, en el sentido farmacopornográfico del término, que permita
70
la transformación de la especie.

Hay que ejercer estos experimentos de sí, estos ejercicios corporales, en el modo de la
“desprogramación de género” y como instancias de “bioterrorismo de género” que
dislocan, desnaturalizan y subvierten un orden artificial que se presenta como natural,
y que intentan volver dóciles nuestros cuerpos. De allí que el principio de autocobaya
sea central en la propuesta (y práctica) escritural de Preciado: el mismo implica la
posibilidad resistente y subversiva de corporizar en la escritura las prácticas, y
biocódigos que producen (y limitan) nuestro corpus tecno-vivo:

Este principio de autocobaya como modo de producción de saber y transformación


política, expulsado de las narrativas dominantes de la filosofía contemporánea,
38
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

resultará decisivo en la construcción de las prácticas y los discursos del feminismo,


de los movimientos de liberación de minorías sexuales, raciones y políticas. … EL
que quiera ser sujeto de lo político que empiece por ser rata de su propio
71
laboratorio.

Lo que podemos apreciar en la apuesta teórico-experimental de Preciado es, como ya


señalamos, la puesta en obra -desde la perspectiva de las nuevas tecnologías de sí
farmacopornográficas- de la premisa foucaultiana según la cual, "donde hay poder, hay
resistencia". Es a través de una apropiación "bioterrorista" de los códigos de
masculinidad-feminidad donde se juega la posibilidad de agenciamiento y subversión.
En el último apartado retomaremos, ahora sí, la experiencia local de "Lesbianas y
Feministas por la Descriminalización del Aborto" para pensar algunas de las
implicancias (y límites) de la propuesta de Preciado.

3.b.3. "El aborto lesbiano que se hace con la mano": repensando los agenciamientos
colectivos desde el Sur.

“No puedo evitar preguntarme, leyéndolo, por la


relación entre esos movimientos subversivos
europeos y norteamericanos cifrados en la ingesta
de hormonas compradas en una farmacia,
vendidas en una cajita que viene con su debido
prospecto, y las aplicaciones de silicona industrial
que hacen cuerpo(s) en la ciudad, el país y el
continente donde vivo (…)”
M. Cabral, "Salvar las distancias. Apuntes acerca
de 'Biopolíticas del género'"

Ahora bien, si prestamos atención a los términos por medio de los cuales B. Preciado
explicita, teoriza y testimonia la posibilidad de resistencia y subversión, salta a la vista
el fuerte elemento voluntarista (la autoexperimentación de Àgnes y la de la propia B.P.
son "voluntarias", según pudimos leer en las citas anteriores.) Este elemento
voluntarista se conecta directamente con cierto intelectualismo que parece sobrevolar
la propuesta de Preciado: la intervención se presenta como un “proceso de producción
de forma consciente e intencional”. De allí que nos preguntemos, ¿qué pasa con esos
modos no voluntarios e inconscientes de producción de corporalidades y
subjetividades disidentes? ¿Y qué ocurre cuando los procesos que nos llevan a
encarnar una corporalidad resistente no son del orden de lo voluntario e intencional?
¿O cuando surgen de una situación no-deseada y se llevan a cabo, no de modo auto-
experimental, sino a través de la "educación entre pares" y apoyándose en una red
que acomuna prácticas y saberes construidos de manera autogestiva y colectiva?

Para pensar estas cuestiones, vamos a analizar la experiencia (y la puesta en discurso)


que llevaron adelante "Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto"
39
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

(en adelante LyF) con la línea telefónica "Aborto: más información, menos riesgos" y la
puesta en circulación del libro Todo lo que querés saber sobre cómo hacerse un aborto
con pastillas. Tanto una como otra ofrecieron -y aún lo hacen- información gratuita
para realizarse un aborto con pastillas, más específicamente con misoprostol.72

LyF es un colectivo de activistas que se formó a principios del 2009 en nuestro país y
cuyo objetivo principal es que “todas las mujeres podamos abortar como más nos
convenga: en el hospital, por obra social, o en nuestra casa”. En ese sentido, no sólo
promueven la descriminalización del aborto (como la Campaña Nacional a favor por el
derecho al aborto legal, seguro y gratuito), sino que adhieren y practican "la política de
educación entre pares y la acción directa". A través de la publicación del libro así como
del impulso y gestión de "una línea telefónica pública y de fácil acceso que brinda
información completa sobre cómo utilizar el misoprostol para realizarse abortos
seguros en la propia casa hasta la semana 12 de embarazo inclusive", esta colectiva ha
planteado un modo alternativo (al defendido por la campaña nacional) de pensar -y
practicar- el aborto. Para recuperar el título (y la idea) que algunxs de sus integrantes
han desarrollado en el artículo que seguimos -y citamos aquí-, la propuesta fue -frente
al aborto medicalizado e institucionalizado que hegemoniza la defensa y militancia a
favor del aborto- gestionar y colectivizar "un aborto lesbiano que se hace con la
mano"73. Es decir, un aborto "autogestivo" que colectiviza la experiencia de las
militancias feministas, de la disidencia sexual y de los movimientos populares
autónomos.

Durante los primeros dos años, la línea atendió a más de 10.000 mujeres a las que
asesoró, con información segura y chequeada médicamente, sobre el modo de
realizarse "un aborto fácil, barato, seguro y en casa", para usar la expresión del libro
compilado por LyF. La estrategia fue informar sobre el uso y la forma de adquirir
misoprostol, un fármaco que, además de ser usado para el tratamiento de úlceras,
puede ser utilizado de modo eficaz y autoadministrable para practicar un aborto. El
uso abortivo de este medicamento fue descubierto por las mujeres pobres de América
Latina hace ya treinta años. Por medio de la colectivización y puesta en circulación de
este saber, abalado por diversos organismos internacionales (entre ellos la OMS), LyF
promovieron -y promueven- un aborto autogestivo, no medicalizado y de fácil y
económico acceso (al menos en comparación con los abortos medicalizados y
actualmente ilegales en nuestro país). Como podemos leer en las reflexiones de
algunxs de sus integrantes:

[Estos elementos nos] permitieron construir un discurso y una perspectiva nueva,


distinta para hablar, pensar, y militar por el derecho al aborto. Claro está, que el
contacto directo y masivo con las mujeres que abortan cada minuto en estas
latitudes y muchos elementos de la experiencia lesbiana y trans de muchxs de
nosotrxs fueron dos elementos neurálgicos para forjar este nuevo discurso

40
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

desmedicalizador, autogestivo y empoderante.[..] Así el aborto con misoprostol,


hecho con la información correcta y con acceso al medicamento (puntos clave para
el aborto seguro, que desarrollaremos a lo largo del texto) emerge también como
una micro y macro revancha a muchos órdenes del heteropatriarcado capitalista
74
que no se cansa de disciplinar a las mujeres.

Como podemos observar, esta experiencia práctico-teórica muestra no sólo la


potencia subversiva de la apropiación y agenciamiento de los dispositivos
farmacológicos que constituyen lo que Preciado denomina las nuevas tecnologías de
subjetivación, sino que también ilumina la potencia de una organización colectiva que
sustenta (y produce) una red de información y acompañamiento que capitaliza el
"saber entre pares". Basándose en "el derecho a dar y recibir información pública"
(avalado por nuestra legislación), LyF consiguieron no sólo sortear los problemas
legales del contexto nacional (en el cual el aborto está penado por la ley), sino que
mostraron el modo en el que "la legalidad es un proceso que se construye también
socialmente por medio de la lucha y de la práctica"75 y que desborda, por mucho, una
experiencia de auto-experimentación como la realizada por Preciado.

En este sentido, la experiencia motorizada por LyF muestra el modo en que la


construcción de redes colectivas no sólo puede producir prácticas resistentes y
subversivas, sino que también puede trascender las fronteras de las experiencias
individuales y auto-experimentales como las analizadas por Preciado. El
empoderamiento de las mujeres que se practican un aborto autogestivo y
desmedicalizada consigue colectivizar una experiencia y saber que se construye de
modo colectivo y manera disidente frente a un estado y un saber médico que sigue
penando y castigando (legal y socialmente) la decisión de lxs sujetxs que deciden llevar
adelante un aborto.

***

“ ¿Qué es la filosofía hoy –quiero decir la actividad


filosófica- sino el trabajo crítico del pensamiento sobre sí
mismo? ¿Y si no consiste en vez de legitimar lo que ya se
sabe, en emprender el saber cómo y hasta dónde sería
posible pensar distinto? [...] El ensayo- que hay que
entender como prueba modificadora de sí mismo en el
juego de la verdad y no como apropiación simplificadora
del otro con fines de comunicación- es el cuerpo vivo de
la filosofía, si por lo menos ésta es todavía hoy lo que
fue, es decir una ‘ascesis’, un ejercicio de sí, en el
pensamiento”
M. Foucault, Historia de la sexualidad.
2. El uso de los placeres.

41
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

Para cerrar este recorrido que nos llevó de Foucault a LyF, y en el que hemos intentado
señalar lo que Mauro Cabral resume con aguda precisión como la “ambivalencia
constitutiva del régimen tecnobiopolítico”76, quisiéramos introducir –junto a él- una
serie de preguntas: ¿Qué es lo que hace posible la reapropiación bioterrorista? ¿Y cuál
es su costo? ¿o su silencio? ¿Qué determina que los elementos se integren o sean
funcionales a un movimiento resistente y transformador y no simplemente la ocasión
de la reproducción normativa-normativizante de los cuerpos? ¿Qué hace a un acto,
uso, práctica, gesto, disidente y transformador? ¿Cuál es el rol de la filosofía y del
pensamiento crítico en este proceso de transformación -y lucha- contra unos juegos de
verdad, poder y subjetivación que limitan (a la vez que producen) aquello que hemos
llegado a (no) ser, hacer, pensar, conocer o desear?

Preciado parece tener una respuesta clara (incluso cuando sus análisis parecen toparse
con ciertos límites personales y voluntaristas): es el “agenciamiento colectivo” donde
las siempre esquivas ocasiones de resistencia se convierten en fácticas subversiones.
La re-apropiación de las tecnologías positivas de subjetivación, así como de las normas
que subyacen a las mismas, depende de la potencia de los cuerpos rebeldes para
devenir experiencia colectiva, ie. para trascender las fronteras siempre porosas de la
“primera persona del singular" y devenir "primera persona del plural". Del “yo” al
“nosotrxs”, en esa transición siempre en disputa, parece jugarse la ocasión de la
resistencia, así como el acontecimiento en el que la ética (y el constante trabajo de sí
que ella comporta) deviene política, ie, trastocamiento, corrimiento, desplazamiento y
franqueamiento de los vectores hegemónicos y normalizantes de lo que podríamos
llamar un bio-hetero-tecno-poder.77

42
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

NOTAS

1
Derrida, J. "Ante la ley de Kafka" en La filosofía como institución, Barcelona, Granica,
1954, p. 100.

2
La "x" que flexiona aquí el adjetivo, y que encontrarán diseminada a lo largo de este
texto, intenta dejar una huella en la ortografía, inscribir en el texto, el desborde de una
ontología de género(s) que está signada por la dictomomía (exclusiva y excluyente) del
par antagónico femenino-masculino.

3
Butler, J., El género en disputa, "Prólogo (1999)", Barcelona, Paidós, 2007, p. 17.

4
Como desarrollaremos a lo largo de esta unidad, y siguiendo los planteos de lxs
autorxs aquí trabajados, el esquema de la ley va cediendo su lugar al dispositivo de la
norma. Esto no quiere decir que la ley deje de existir o pierda su eficacia. En todo caso,
señala el modo en que la norma cobra protagonismo a la vez que condiciona el
funcionamiento de las leyes. Foucault dirá, incluso, que la ley empieza -en la era
biopolítica- a operar en la modalidad de la norma (Cf. Historia de la sexualidad. 1. La
voluntad de saber, Bs. As., F.C.E., 1995, "V. Derecho de muerte y poder sobre la vida").
Volveremos más adelante sobre la distinción y caracterización de la norma en
contraposición a la ley.

5
Butler, J., El género en disputa, trad. cit., p. 85.

6
J. Butler, El género en disputa (en adelante: GT), New York, Routledge, 2006, p. xxiii.
La trad. es nuestra.

7
Recuperamos aquí la idea de "hospitalidad condicionada" propuesta por J. Derrida.
En La hospitalidad afirma que son las leyes históricamente determinadas las que
sientan las condiciones y restricciones de una hospitalidad fáctica siempre
condicionada. “Todo ocurre como si las leyes de la hospitalidad consistiesen, al marcar
límites, poderes, derechos y deberes, en desafiar y en transgredir la ley de la
hospitalidad, la que ordenaría ofrecer al recién llegado una acogida sin condición”
(Derrida, J. “No existe hospitalidad”, en Derrida, J. y Dufourmantelle, A. La
hospitalidad, p.79).

8
Butler, J., El género en disputa, ed. cit., p. 28-29.

43
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

9
Nietzsche afirma en su Fragmento Póstumo 9 [38] que: "la estimación de valor ‘yo
creo que esto y aquello es así’ como ESENCIA de la ‘verdad’/ en las estimaciones de
valor se expresan condiciones de conservación y crecimiento/ todos nuestros órganos y
sentidos de conocimiento están desarrollados sólo en referencia a condiciones de
conservación y crecimiento. (...)" (F., Fragmentos Póstumos (1885-1889), trad. J. L.
Vermal y J. B. Llinares, Madrid, Técnos, 2006, vol IV., p. 242-243)

10
J. Butler, Undoing Gender (Deshacer el género), New York-London, Routledge, 2004,
p., 4. La trad. es nuestra. Butler extrae esta afirmación a partir del análisis de la
violencia que sufren lxs niñxs intersexuales.

11
Fue Adrienne Rich quien en su texto "Heterosexualidad compulsiva y existencia
lesbiana" (1980) señalase el carácter institucional y político del régimen heterosexual.
Allí, sostiene la autora que "la institución de la heterosexualidad obligatoria [actúa]
como la base de la dominación masculina" organizando las relaciones sociales en
sistema sexo-genero. Por su parte, Monique Wittig afirma que "el cuerpo del contrato
social consiste en vivir en la heterosexualidad" ("A propósito del contrato social"
(1989) en El pensamiento heterosexual y otros ensayos, Madrid, Egals, 2010, p. 66),
consolidando la idea que ya en 1980 desarrollase en torno a la matriz o "pensamiento
heterosexual" según el cual "el carácter obligatorio del 'tu-será-heterosexual-o-no-
serás" determina el modo en que se organiza nuestra sociedad contemporánea ("El
pensamiento heterosexual" en Op. Cit., p. 52).

12
Butler, J., El género en disputa, Op. Cit., p. 80. Esta relación puede ser sintetizada
(incorporando la idea de prácticas sexuales que la propia autora contempla) en el
siguiente cuadro:

Relación causal

SEXO ► GÉNERO ► DESEO (y prácticas sexuales)


(causa) (causa)
Relación expresiva

DESEO ► GÉNERO ► SEXO (y prácticas sexuales)


(expresa) (expresa)

13
J. Butler, El género en disputa, ed. cit., “Prefacio (1990)”, p. 37-38.

44
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

14
Para una análisis de las relaciones (peligrosas) entre feminismo y teoría queer ver:
"Todo lo que siempre quisiste saber sobre la Teoría Queer y no te animaste a
preguntar. Entrevista a Virginia Cano" en Revista de Filosofía: 400 golpes, Nª 2, Año 2,
2013, pp. 18-22; y flores, v. "Una intersección mitopoiética: feminismos y disidencia
sexual" en Interruqciones. Ensayos de poética activista, Neuquén, Mondonga Dark,
2013, pp. 103-124.

15
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 2. El uso de los placeres, Bs. As, F.C.E., 1996,
p. 8.

16
Ibídem.

17
Cabe señalar, como lo ha hecho la crítica posterior -y con la dificultad que esta
distinción supone-, que Foucault no ha centrado su análisis en una perspectiva de
género, sino que ha localizado sus teorizaciones en torno al sexo y la sexualidad. Fue
Teresa de Lauretis, entre otrxs, quien ha señalado la necesidad de complementar el
análisis foucaultiano con una perspectiva de género desarrollando el concepto de
"tecnologías del género" sobre el que volveremos más adelante. Ver. Technologies of
Gender. Essays on Theory, Film and Fiction, Indianapolis, Indiana University Press,
1987.

18
Foucault, M., Defender la sociedad, "Clase del 14 de enero de 1976", Bs. As, FCE,
2006, p. 34.

19
ver T. de Lauretis, Op. Cit.

20
Si bien en ocasiones, al igual que Foucault, utilizaremos la expresión "el poder", lo
haremos, como señala el francés, de manera "nominalista", es decir, como un modo de
referirnos a esas relaciones de poder que son siempre múltiples y en estado de
continua transformación. Dice Foucault: "Me parece que por poder hay que
comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias
del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización; el juego que
por medio de esas luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las
invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras,
de modo que formen cadena o sistema, o, al contrario, los corrimientos, las
contradicciones que aíslan a unas de otras; las estrategias, por último, que las tornan
efectivas, y cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los
aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales" (Historia de
la sexualidad. 1. La voluntad de saber, pp. 112-113). ”. Este no puede identificarse ni
con una institución (como lo sería el estado), ni una estructura, “no es cierta potencia

45
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

de la que algunos estarían dotados: es el nombre, sólo el flatus vocis, que se da a una
situación estratégica compleja en una sociedad dada”, al efecto de conjunto de esas
movilidades plurales y en tensión.

21
Preciado, B., Basura-género/Mear-cagar/Masculino-femenino, en Disidencia Sexual.
Revista virtual de la Cuds, http://www.cuds.cl/articulos/15sept08mear.htm.

22
Ibídem.

23
Escribimos "naturaleza sexual" entre comillas para indicar el carácter producido (y
no natural ni dado) de la misma.

24
M. Foucault, Historia de la sexualidad. I. La voluntad de saber, Op. Cit., 1995, p. 105.

25
“El DERECHO NATURAL, que los escritores llaman comúnmente jus naturale, es la
libertad que tiene cada hombre de usar su propio poder según le plazca, para la
preservación de su propia naturaleza, esto es, de su propia vida; y, consecuentemente,
de hacer cualquier cosa que, conforme a su juicio y razón, se conciba como la más apta
para alcanzar ese fin./ Se entiende por LIBERTAD, según el más propio significado de la
palabra, la ausencia de impedimentos externos, impedimentos que, a menudo,
pueden quitarle a un hombre parte de su poder para hacer lo que quisiera, pero que
no le impiden usar el poder que le quede, según los dictados de su juicio y de su
razón./[..]Porque el derecho consiste en la libertad de hacer o de no hacer, mientras
que la LEY determina y obliga a una de las dos cosas./La transferencia mutua de un
derecho es lo que los hombres llaman contrato “25 T. Hobbes, Leviatán: La materia,
forma y poder de un Estado eclesiástico y civil, trad. C. Mellizo, Barcelona, Altaya, 1997,
“Capítulo 14: De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos”, pp. 110-
113.

26
Esposito, R., Immunitas. Protección y negación de la vida, trad. L. Padilla Lopez,
Buenos Aires, Amorrortu, 2005.

27
En esta misma línea argumentativa podemos enmarcar las consideraciones
foucaultianas sobre la pena de muerte. La misma, dirá, se presente como el límite y el
escándalo para un poder que busca administrar y sostener la vida. Suprimir a un
individuo es aceptar que no se ha podido controlarlo, normalizarlo. Y en tanto tal, es el
fracaso de un poder enderezado a administrar y producir vida. Esto, paradójicamente,
no es así para la muerte masiva de individuos en contextos bélicos. Se mata
legítimamente a quienes significan para los demás una especie de peligro biológico-
social.

46
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

28
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Op. Cit., p. 173.

29
Podemos sintetizar los rasgos fundamentales de lo dicho en este apartado en el
siguiente cuadro:

Representación jurídico-soberana Representación estratégico-biopolítica


Poder Negativo (opera por sustracciones, Poder Positivo (opera por intensificación,
por su fuerza de dar muerte) administración, control, vigilancia, etc.)

"Derecho de hacer morir y de dejar vivir" "Derecho de hacer vivir o de rechazar


hacia la muerte"

Forma general y unificada del poder: el Carácter polimórfico del poder (técnicas
derecho (con el juego de lo lícito y lo productivas y múltiples)
ilícito) ↓
↓ Riqueza estratégica del poder
Poder pobre en recursos
Norma (lógica del control y la
Ley (lógica de la censura y la prohibición) normalización)

Modelo jurídico Modelo estratégico

30
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Op. Cit., p. 174.

31
Castro, E., El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas,
conceptos y autores, Bs. As, Universidad Nacional de Quilmes, 2004, p. 250-251. La
negrita es mía.

32
Gros, F., Michel Foucault, trad. I. Agoff, Buenos Aires, Amorrortu, 2007, p. 92. La
negrita es nuestra.

33
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber , p. 174.

34
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 175.

35
Cf. Gros, F., Op. Cit.

36
Cf. Nietzsche, F., Fragmentos Póstumos, Otoño 1885- Otoño 1886, NF 2 [91].

47
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

37
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 176. La negrita es
nuestra.

38
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, pp. 101-104.

39
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 109. La negrita es
nuestra.

40
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, pp. 17-18.

41
A esta cuestión se aboca, específicamente, el capítulo 3, "Scientia sexualis", de
Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber.

42
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, pp. 19-20.

43
Foucault, M., Los anormales, Bs. As., F.C.E., 2000, p. 38.

44
“La sexualidad se definió “por naturaleza” como: un dominio penetrable por
procesos patológicos, y que por lo tanto exigía intervenciones terapéuticas o de
normalización; un campo de significaciones que descifrar; un lugar de procesos ocultos
por mecanismos específicos; un foco de relaciones causales indefinidas, una palabra
oscura que hay que desemboscar y, a la vez, escuchar” (Foucault, M., Historia de la
sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 86)

45
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 129.

46
Preciado, B., "La invención del género, o el tecnocordero que devora a los lobos" en
Ají de Pollo (ed), Biopolítica, Bs. As. Ají de Pollo, 2009, p 20.

47
B. Preciado, Manifiesto-contrasexual, Madrid, Opera Prima, 2000; Testoyonki,
Madrid, Espasa, 2008.

48
Preciado, B., Manifiesto contrasexual, p. 74.

49
Idem, p. 25.

50
Teresa de Lauretis ha señala que si bien no hay en la teoría foucaultiana una
“instanciación diferencial de los sujetos femeninos y masculinos”, es posible hacer un
uso de sus categorías más allá del sexo. Es por tanto posible sostener que el “género
¨[como el sexo] no es [tampoco] una propiedad de los cuerpos o algo originalmente

48
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

existente en los seres humanos, sino el conjunto de efectos producidos en los cuerpos,
los comportamientos y las relaciones sociales, en palabras de Foucault, por el
despliegue de una tecnología política compleja”, T. De Lauretis, “La tecnología del
género”, Mora, N° 2, noviembre 1996, p.8.

51
A juicio de Preciado, luego de la segunda guerra mundial es necesario considerar una
“tercera episteme”, que no es ni soberana ni disciplinaria, sino “postmeysta” que
contempla las nuevas tecnologías del cuerpo. Cf. B. Preciado, Manifiesto contrasexual,
Madrid, Opera Prima, 2000; Testoyonki, Madrid, Espasa, 2008.

52
Preciado, B., Testoyonki, 40.

53
Preciado, B, Manifiesto contrasexual, pp. 123-124.

54
Preciado, B., Manifiesto contrasexual, p. 126.

55
Preciado, B. “La invención del género, o el tecnocordero que devora al lobo” en: Ají
de Pollo (eds), Biopolítica, p. 20.

56
Ibid, p. 31.

57
Preciado, B., Testo Yonki, pp. 36-37

58
Preciado, B., "La invención del género...", Op. Cit., p. 20.

59
B. Preciado, Testo Yonki, p. 88.

60
Ibid, p. 75.

61
Cabe aclarar que Foucault analiza el panóptico (de la prisión) como un dispositivo de
producción subjetiva en su texto Vigilar y Castigar. Cuerpos dóciles.

62
Preciado B., Testo Yonki, p. 90.

63
Preciado analiza el "caso Agnès" tanto en el "capítulo 12" de Testo Yonki como en su
artículo "La invención del género, o el tecnocordero qeu devora al lobo" en Ají de pollo
(ed), Biopolítica. El mismo narra la historia de una mujer transexual que, habiendo sido
asignada al género femenino al nacer, consigue en 1958 la aprobación de un equipo de
especialista (compuesto por un psicólogo, un sociólogo y un psiquiatra de la
Universidad de California, L.A.) para realizarse una vaginoplastía. Preciado muestra, a

49
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

través del análisis del “informe” del equipo de especialista, la construcción de cuerpos
sexuados del sistema médico. En el informe, resalta lx españolx, se señala que la joven
es “blanca”, “trabaja como secretaria”, “es alta, fina y de formas femeninas. Tiene
genitales masculinos y un pene de desarrollo normal, así como caracteres secundarios
del sexo femenino”. Agregan que posee un busto mediano, y que “no es travesti ni
homosexual”. Lo que se observa, justamente, es la normalidad de raza –blanca- clase
–trabaja- y sexualidad- no homosexual ni travesti- que resaltan los médicos. Luego de
35 horas de consulta e infinitos análisis morfológicos y endocrinológicos, el equipo
concluye un Diagnóstico: “hermafroditismo verdadero”. Sufre de un “síndrome de
feminización testicular” (debido a la alta dosis de estrógenos encontrados en sus
testículos). De acuerdo con el protocolo Money para tratamiento de niños intersex
(éste fue un protocolo médico que redactó un sexólogo, psicológo y endrocrinólogo en
el año 1955, y que todavía se aplica, en términos significativos, actualmente.) el
tratamiento adecuado no es otro que la realización de una "vaginoplastía terapéutica"
(la producción quirúrgica de la "naturaleza femenina"). En 1959 se le practica a Agnès
una operación de castración, y se crean los labios de la vagina con la piel del escroto.
Un tiempo después Agnès obtiene el cambio de nombre en su documento de identidad.
El centro del análisis de Preciado se centrará en el modo en que Agnès consigue el
"diagnóstico" que le permite acceder a las hormonas y al tratamiento quirúrgico. Años
después de su operación, Agnès contará que desde pequeña había consumido
estrógenos que le habría robado a su madre (a quien le recetaron los medicamentos
tras una histerectomía completa). Apropiándose de dichas pastillas, consigue no sólo
esos rasgos femeninos secundarios que observan los médicos, sino también su alto
índice de "hormonas femeninas". Características éstas que le permitieron acceder al
tratamiento médico-quirúrgica de la Universidad de California, a través del diagnóstico
de "hermafroditismo" verdadero. Preciado considerará a Agnès (en su apropiación
"bioterrorista" de género) como su propio antecedente histórico.

64
Preciado rearticula la idea foucaultiana según la cual "donde hay poder hay
resistencia", así como la premisa butleriana que piensa la subversión de las normas de
género como un modo creativo -y no meramente repetitivo- de relacionarse con las
mismas.

65
Preciado, B. Testo Yonki, p. 132.

66
Ibid, p. 24.

67
El cisgénero corresponde a una persona cuya autopercepción de género coincide
con aquella aquella que le ha sido asignada al nacer. El término recupera el prefijo del
latín "cis" que significa "de este lado" o "de este lado" y se opone a "trans" que alude

50
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

al pasaje o movimiento. Así, las personas cisgénero se distinguen de las personas trans
(ya sean transgénero o transexual) cuya identidad autopercibida se ha transformado
respecto de aquella que les ha sido asignada al nacer.

68
Ibid, p. 255.

69
Ibid, p. 246.

70
Ibid, p. 110.

71
Ibid, p. 248.

72
La línea telefónica es la siguiente: 011-156-664-7070, y el libro puede bajarse (de
manera gratuita, dado que es copyleft) del siguiente link:
http://www.editorialelcolectivo.org/ed/images/banners/abortopastillas.pdf

73
Díaz Villa, G., Marzano, V., Mines, A., Rueda, R., “'El aborto lesbiano que se hace con
la mano'. Continuidades y rupturas en la militancia por el derecho al aborto en
Argentina (2009-2012)" en Revista Bagoas, estudos gays, gêneros e sexualidades. Nro
9. Universidade Federal do Rio Grande do Norte, Centro de Ciências Humanas, Letras e
Artes. UFRN - CCHLA. En prensa. Lxs autorxs del artículo formaron parte de esta
experiencia desde el año 2009 hasta el 2012. La línea sigue funcionando y cuenta con
más activistas que lxs autorxs del presente texto.

74
Ibid.

75
Ibid.

76
Cf. M. Cabral, “Salvar las distancias. Apuntes acerca de ‘Biopolíticas del Género’” en:
Ají de Pollo (eds), Biopolítica.

77
La totalidad de estos APUNTES de TEÓRICOS son reflexiones, tentativas de análisis y
explicaciones que sirven de encuadre y orientación para la lectura de algunos de los
textos citados. No tienen el carácter exhaustivo de una tesis, ni la pretensión de
constituir una "explicación última" o "definitiva" de los escritos, tesis, problemas y
autorxs tratados. Se trata, más bien, de hipótesis muy provisorias de lectura y trabajo
en proceso, tentativas hermenéuticas que se saben (y se asumen) como tales. Les
pedimos, entonces, que los tomen como lo que son: “apuntes” de clases. No
reemplazan en modo alguno la lectura de las selecciones de textos de las tres fuentes
principales aquí tratada y citadas: la Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber

51
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.

(1976) de M. Foucault, El género en disputa (1990) de J. Butler y Testo Yonki (2008) de


B. Preciado, ni la tarea que lxs estudiantes deben realizar por sí mismos con los textos.

52

También podría gustarte