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APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
sólo lo que podemos o no hacer, sino también, lo que podemos (o no) ser, conocer,
desear, esperar, celebrar, lamentar, doler, llorar o soñar. En este sentido, tanto la
pregunta foucaultiana por el modo y el por qué de nuestra preocupación moral por
nuestra sexualidad, como el interrogante butleriano por el rol productivo de las normas
(de sexo-género) en lo que refiere a nuestra inteligibilidad y existencia, nos colocan -
nuevamente- ante el problema kakfiano. Según Derrida, Ante la ley " nombra o relata a
su manera el conflicto sin encuentro de la Ley y de la singularidad, esta paradoja o
enigma del ser-ante-la-ley"1. Lo que intentaremos pensar de la mano de Foucault,
Butler, Preciado y "Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto", no
será otra cosa que la relación entre la singularidad que (no) somos y las normas y
restricciones que organizan la producción bio-tecno-ético-política de sujetxs sexo-
generizadxs2. En este sentido, nuestra preocupación se orientará a analizar el modo en
que las normas sexo-generizadas no sólo determinan lo que podemos o no hacer
(organizando un código de restricciones), sino que también determinan el campo de
nuestra "ontología de la actualidad", es decir, de aquello que puede ser (o no) en dicho
campo de inteligibilidad. Interrogar este campo posible de ontología se revela como
una tarea ética y política, en la medida en que permite alumbrar los límites de nuestro
obrar, conocer, pensar, y en términos generales, de ser. Sólo a partir de una
interrogación de sus pautas de inteligibilidad podremos pensar un espacio de
resistencia y subversión en el que se juega (y arriesga) nuestra libertad.
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¡Sapere aude! Tener el coraje de saber, de preguntar por los límites que nos
constituyen y por las leyes que nos dominan, condicionan y posibilitan, equivale para
estos autorxs a preguntarse por el modo en que somos producidos como sujetos sanos
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La ética, decíamos al inicio de nuestro recorrido, se sitúa para nosotrxs -más que en el
horizonte de una analítica de la verdad- en las coordenadas de la(s) ontología(s) de
nosotros mismos, ie. de aquel ethos crítico que interroga por lo límites y
condicionamientos que nos hacen ser quienes (no) somos, y hacer lo que (no)
hacemos. El valor etho-poiético, para decirlo con Foucault, de las normas morales y
sexuales, así como la problematización de las mismas, exige que nos interroguemos
por sus límites y las posibilidades de franquerlos. J. Butler recupera esta preocupación
foucaultiana por interrogar los principios y normas que determinan la ontología de
nuestro presente, configurando también las condiciones de su (im)posible
transformación. Según la norteamericana, en nuestra contemporaneidad, uno de los
aspectos fundamentales que determinan el horizonte de lo inteligible, y por tanto de
"lo 'imposible', lo eligible, lo irrealizable, irreal e ilegítimo", son las normas respecto del
género y la sexualidad. Es más, la inteligibilidad de lo humano (o el problema de los
principios de inteligibilidad des.humanizantes) está condicionada por suposiciones
normativas respecto del género y la sexualidad (real, natural, moral, legal, deseable,
permitida, celebrada).
Según la filósofa lesbiana y feminista J. Butler, los términos de nuestra legibilidad, esos
principios de inteligibilidad, histórica y culturalmente situados, no sólo producen la
legitimación y deslegitimación de determinados modos de vida y órdenes de ser, sino
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la grilla de género y del sexo. Basta tener que ir a un baño público, o llenar casi
cualquier formulario administrativo, para comprender este punto. Dichas
presuposiciones normativas sobre el género y la sexualidad determinan un ideal
regulativo que distribuye a los cuerpos y a los sujetos en la escala que va de lo
(plenamente) humano a lo menos humano (o in-humano).
Las normas que gobiernan [por ejemplo] una anatomía humana idealizada,
trabajan por tanto en la producción de un sentido diferencial entre quien es
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humano y quien no, cuales vidas son vivibles y cuáles no.
Así las normas no sólo determinan el ámbito y experiencias de los vivible, de aquello
que Butler llamar la "habitabilidad", sino también las zonas oscuras donde la abyección
se traduce en vulnerabilidad. Allí donde aparece una discrepancia, una diferencia o
dislocación de las normas sexo-generizadas de nuestra sociedad, surge el espesor de lo
menos habitable, lo menos vivible. La cara inhospitalaria de nuestras leyes de la
legibilidad, de nuestros conceptos y principios rectores. Es este espesor violento el que
rige, creemos, nuestra responsabilidad ético política de interrogarlos, evaluarlos, y -de
ser-posible- modificarlos, dislocarlos, traspasarlos, o franquearlo.
A juicio de Butler, tanto el género como el sexo y el deseo (lo que se reconoce como
“sexo real”, “género verdadero” o “deseo normal”) están constituidos por esas normas
culturales de inteligibilidad. Normas éstas que asumen lo que la autora, siguiendo
fundamentalmente a A. Rich y M. Wittig, denomina "la matriz heterosexual" 11. La
misma produce un régimen de verdad (hetero)sexista que liga de manera causal y
expresiva los ideales del sexo, género, deseo y prácticas sexuales, a la vez que
establece una ontología binaria que se estructura los patrones ideales del ser-mujer y
el ser-varón:
Considerar que las categorías fundacionales del sexo, el género y el deseo son
efectos de una formación específica del poder requiere una forma de
cuestionamiento crítico que Foucault, reformulando a Nietzsche, denomina
‘genealogía’. La crítica genealógica investiga las implicancias políticas que posee
designar como origen y causa a esas categorías identitarias que son, de hecho, los
efectos de instituciones, prácticas y discursos con múltiples y difusos puntos de
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origen.
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Sólo inquiriendo por los juegos de saber, de poder y de subjetivación que nos
constituyen, podremos alumbrar el carácter distintito de un dispositivo que tiene en su
centro al sexo (y al género, agregamos con Butler y Preciado) a la hora de clasificar,
organizar y disciplinar a los sujetos17. Para ello, tendremos en cuenta no sólo la
advertencia butleriana según la cual es necesario desnaturalizar y des-sustancializar el
sistema sexo-género mostrando su carácter performativo, sino también haciendo
propia la siguiente premisa (y "precaución") metodológica foucaultiana:
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Por el otro lado, ie. del lado de los "bigotes" y los "pantalones", el lógos con el que se
escriben los baños de varones (no menos productivos y normalizantes que los de
mujeres) diferencia las dos funciones que eran reducidas a un mismo adoctrinamiento
disciplinar en el caso de los baños de mujeres, a la vez que sustrae de la mirada pública
únicamente la defecación. Si hay agujeros (pene-trables), ordenan todos los baños, hay
que preservar la intimidad para no arriesgarlos a alguna penetración (no) querida.
Preciado advierte en este punto el imperativo heteronormativo que rige la defecación
masculina. El mismo, señalaba Butler, encuentra como elemento central "el
dimorfismo ideal" y la complementariedad de los sexos. Son las normas de género, los
principios de inteligibilidad que organizan nuestros cuerpos de manera hetero-sexista,
las que tipifican y regulan los cuerpos a partir de su clasificación en varones o mujeres.
Así, la identificación entre penetrabilidad-pasividad-privacidad ordena una lógica dual -
y diferencial-entre los dos baños o los dos dispositivos sexo-generizados. Las mujeres,
cuya penetrabilidad acomuna al ano y a la vagina, se ven compelidas a resguardar la
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intimidad de sus excrecencias. Los varones, por otro lado, deben no sólo resguardar la
(im)penetrabilidad del ano (garante de sus heterosexualidad) sino que deben orinar de
parados. “La única ley arquitectónica común a toda construcción de baños de
caballeros es esta separación de funciones: mear-de-pie-urinario/cagar-sentado-
inodoro.”22 En tanto sujetos que "mean de pie" escapan a la domesticidad (excluyente
y exclusiva) de las mujeres, habitando un espacio de sociabilidad varonil y pública,
cuyo pretendido "origen" es la distinción entre funciones fisiológicas en el varón y "la
mujer".
“[E]l poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte importante de
sí mismo. Su éxito [dirá Foucault] está en proporción directa con lo que logra esconder
de sus mecanismos”24. Como cuando “nos hace creer” que la arquitectura está al
servicio de una diferencia natural, como lo sería el dimorfismo sexual; y, en su lugar, es
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la misma arquitectura la que produce esa diferencia, la que incluso performa esa
naturaleza (artificial). El "artilugio" del baño es simular "respetar" una diferencia
natural, cuando en realidad lo que hace es fijarla, producirla, a través de sus múltiples
técnicas (muros, cartelitos, usos y costumbres, etc). Si Foucault ha dejado un legado
para el pensar contemporáneo, éste es el de inquirir por las tecnologías positivas de
subjetivación, de esos dispositivos, prácticas o "prótesis" -para decirlo con Preciado-
que producen, controlan y disciplinan nuestros cuerpos, deseos, placeres y
comportamientos. Las mismas constituyen uno de los nudos fundamentales a partir de
los cuales podemos comenzar a desarrollar lo que Foucault denominó el paradigma
biopolítico de la modernidad. El mismo implicará no tanto la "falsificación" de su
paradigma polémico, el paradigma soberano, como el desplazamiento y suplemento
del mismo desde la perspectiva multiforme y productiva de las relaciones de poder
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Por último, y este es el tercer elemento a tener en cuenta, la visión soberana del poder
se piensa a partir de una dinámica negativa que gira en torno a las categorías de lo
legal-ilegal, lo permitido y lo prohibido. El modelo jurídico, centrada en la ley (sobre lo
que volveremos en el próximo apartado) y la fuerza de la espada, se revela
eminentemente como un poder (negativo) que puede ser resumido en “el derecho de
vida y derecho de muerte" propio del soberano. Dicho derecho de vida y de muerte
remonta sus raíces a la vieja patria potestad que daba al padre de familia romana el
derecho de ´disponer’ de la vida de sus hijos como la de sus esclavos. Este derecho,
esta potencia de vida-muerte del poder soberano es, como lo observamos en Hobbes,
un derecho adquirido por la cesión del poder-libertad de los súbditos. Sin esta cesión,
el poder soberano no sería tal, y las leyes no podrían adquirir la legitimidad que surge
del contrato social (y la consecuente cesión de potencias). Por su parte, Foucault no
olvida matizar la especificad de los teóricos clásicos quienes consideran que este
"derecho de vida y de muerte" está atenuado, “moderado”, podríamos decir. El mismo
no se ejerce incondicionadamente, sino sólo en los casos en que el soberano
encuentra expuesta su existencia misma (especie de derecho de réplica), o cuando
requiera de su asistencia en la guerra. El soberano puede hacer la guerra
legítimamente y pedir a sus súbditos que tomen parte en la defensa del Estado. Sin
“proponerse directamente su muerte”, puede exponer entonces sus vidas ejerciendo
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Así, observa Foucault, las matanzas han llegado a ser paradójicamente “vitales”. Ha
sido en tanto agentes de la vida y la supervivencia, de los cuerpos y la raza, como
tantos regímenes pudieron hacer guerras matando a tantos hombres. De este modo, el
poder de exponer a una población a una muerte general es el reverso del poder de
garantizar a otra su existencia. Pero es justamente en nombre de la población y de su
supervivencia donde se legitima el poder tanatocrático que ahora queda subsumido a
un poder de administrar, controlar y producir la vida.
El viejo “derecho de hacer morir y dejar vivir”, concluirá Foucault, fue reemplazado en
dispositivo biopolítico por el “derecho de hacer vivir y rechazar hacia la muerte”. Es
en la vida y a lo largo de su desarrollo donde el poder ejerce su fuerza; la muerte es su
límite, el momento que no puede apresar, el punto más secreto y privado de la
existencia.
Habría que hablar de una ‘bio-política´ para designar lo que hace entrar a la vida y
sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al poder-saber
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en un agente de transformación de la vida humana.
La vida, sostiene Foucault, escapa una y otra vez a las técnicas que intentan dominarla
y administrarla. Nunca pueden ser exhaustivamente integradas a las mismas. Aún así,
lo importante de la era biopolítica es que el ejercicio del poder se centra en la
administración y producción de determinadas formas de vida. Y para ello, tomara a su
cargo al cuerpo, tanto del individuo como de la población.29
La Ley representa la potencia de la espada propia del soberano, y no puede, por tanto,
no estar armada. A quienes transgreden la ley, responde, al menos a título de último
recurso, con esa amenaza absoluta de la muerte. Como podemos observar
nuevamente, esta fuerza de ley articula la dinámica negativa y prohibitiva de la
organización y funcionamiento jurídico del paradigma soberano. Ella instituye un
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1) la norma refiere los actos y las conductas de los individuos a un dominio que es,
a la vez, un campo de comparación, de diferenciación y de regla a seguir (la media
de las conductas y de los comportamientos. […] 4) A partir de la valoración de las
conductas, la norma impone una conformidad que se debe alcanzar; busca
homogeneizar. […] 5) Finalmente, la norma traza la frontera de lo que es exterior
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(la diferencia respecto de todas las diferencias): la anormalidad.
Nos interesa rescatar estos tres aspectos que señala Castro. En primer lugar, es
necesario reparar en la vinculación entre la norma y la “media” que la misma
establece. La norma representa la institución de un patrón aceptable y esperable de
conducta que implica la institución de un criterio comparativo (y correctivo) de los
individuos. Gros refiere a esta cuestión enfatizando el intento de la norma por
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Foucault dirá, a propósito de la distinción entre norma y ley, que: “un poder semejante
[ie, un poder biopolítico] debe calificar, medir, apreciar, y jerarquizar, más que
manifestarse en su brillo asesino”33. Esto no significa que la ley se borre o que las
instituciones de justicia tiendan a desaparecer; en todo caso, señala Foucault, la ley
comienza a funcionar más en el modo de la norma, y la institución judicial se integra
cada vez más en un continuum de aparatos (médicos, administrativos, etc) cuyas
funciones son sobre todo reguladoras. “Una sociedad normalizadora fue el efecto
histórico de una tecnología de poder centrada en la vida”34, dirá Foucault para
sintetizar la eficacia productiva de las normas.
Cuando Preciado habla de los baños como cabinas de inspección de género, lo que
está pensando es en el carácter normalizante que poseen estas prótesis sexo-
generizadas. Es en la institución, fijación y control de los códigos (normas o principios
de inteligibildad) de feminidad y masculinidad, donde se (re)fuerza y (re)produce una
organización dicotómica y homogeneizante de los cuerpos y de los espacios. Gros
observa que son estas técnicas normalizantes y disciplinarias, aplicadas también en el
taller, las escuelas, las fábricas, etc, las que instalan una “micropenalidad” (paralela a
los grandes mecanismos judiciales estatales), que “trata de castigar al cuerpo rebelde,
indócil. Estos pequeños castigos tienen una función correctiva. Se trata de obtener del
cuerpo una conducta normalizada”35. Esto mismo es lo que Preciado atribuye a la
lógica (y funcionamiento) de los baños. Su eficacia radica en “haber tomado a su cargo
la vida”, lo que significó el acceso al cuerpo. Esta mecánica de poder estratégica y
productiva tomará al cuerpo como “hilo conductor”, podríamos decir con Nietzsche.
Este cuerpo (individual y poblacional) será “la plataforma de nuevas soluciones y
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2.a.3. El cuerpo como “hilo conductor”: el polo disciplinar y el polo poblacional de las
tecnologías positivas del poder.
Ese poder sobre la vida se desarrolló y ejerció, desde el s. XVII en adelante (pero
fundamentalmente a los largo de los siglos siguientes), en dos formas principales, que
no son antitéticas sino que constituyen los dos polos de desarrollo enlazados del
biopoder: la "anatomopolítica del cuerpo individual" y la "biopolítica de la población. A
continuación, daremos una caracterización general de las mismas.
Las técnicas positivas y normalizantes del poder tienden a producir cuerpos dóciles y
sumisos, unos cuerpos útiles y calculables. "Fabrican" pequeñas individualidades
funcionales y adaptadas. Este nivel de análisis es el que Foucault denomina microfísica
del poder, abocado a pensar los "procesos menores" que invisten y circundan al
cuerpo. Foucault examinará, por ejemplo, las técnicas meticulosas de pedagogía y del
sistema penitenciario. Ese que se observa en la cárcel, pero también en las
instituciones educativas. Piensen en los múltiples y variados controles y ejercicios
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Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos
alrededor de los cuales se desarrolló la organización de un poder (de unos poderes)
“cuya máxima función no es ya matar sino invadir la vida enteramente”, tomarla a su
cargo. Aquí no se trata de suprimir la vida, sino producirla, administrarla, organizarla,
intensificarla, controlarla y regularla. La vieja potencia de muerte deja lugar a la
administración de los cuerpos y la gestión calculada de la vida. Escuelas, colegios,
cuarteles, talleres, censos, baños, controles de natalidad, propagandas, leyes,
viviendas, programas de televisión, encuestas, etc, se presentan como los medios para
obtener “la sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones”. Analizar las
relaciones de poder desde estas dos tecnologías positivas del poder supone,
justamente, abandonar el paradigma soberano que adopta un modelo jurídico de
comprensión, para pensar en términos de un modelo estratégico. Dedicarse al análisis
de los controles disciplinares y las regulaciones poblacionales, sus articulaciones,
encadenamientos, corrimientos, e incluso contradicciones, implica “guillotinar al rey”,
o pensar “el poder sin la ley”.
Ahora sí, una vez delineada la matriz biopolítica, es posible comprender el lugar y
especificidad que Foucault le concede al dispositivo de la sexualidad. El mismo, nos
señala el autor, ha sido central en la organización de una "sociedad normalizadora"
cuyas tecnologías básicas son los controles disciplinares y las regulaciones de la
población. Pero, ¿por qué esta preocupación ética (política, pedagógica, económica,
etc) por el sexo? ¿Cuál ha sido su eficacia? La respuesta no parece ser sino ésta: en la
articulación en un mismo campo, el campo de la sexualidad, del polo disciplinar y el
poblacional de las tecnologías positivas del biopoder. Citamos a continuación un pasaje
del primer volumen de la Historia de la sexualidad:
Sobre ese fondo puede comprenderse la importancia adquirida por el sexo como el
‘pozo’ del juego político. Está en el cruce de dos ejes, a lo largo de los cuales se
desarrolló toda la tecnología política de la vida. Por un lado, depende de las
disciplinas del cuerpo: adiestramiento, intensificación y distribución de las fuerzas,
ajuste y economía de las energías. Por el otro, participa de la regulación de las
poblaciones, por todos los efectos globales que induce. Se inserta simultáneamente
en ambos registros; da lugar a vigilancias infinitesimales, a controles de todos los
instantes, a arreglos espaciales de una meticulosidad extrema, a exámenes
médicos o psicológicos indefinidos, a todo un micropoder sobre el cuerpo; pero
también da lugar a medidas masivas, a estimaciones estadísticas, a intervenciones
que apuntan al cuerpo social entero o a grupos tomados en conjunto. El sexo es, a
un tiempo, acceso a la vida del cuerpo y a la vida de la especie. Es utilizado como
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matriz de las disciplinas y principio de las regulaciones.
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Esta mecánica del poder es limitativa y hace que el poder aparezca no sólo como
coherente y monolítico, sino como pobre en recursos: monónotono en sus tácticas y
condenado a repetirse. Por un lado, esta visión (soberana) del poder lo condena a una
única modalidad, en la medida en que sólo tendría la fuerza del no y la forma del
derecho, que solo puede reprimir o contener pero que se presenta como incapaz de
producir nada. Así el modelo jurídico rige una economía del poder en la que éste está
centrado en el solo enunciado de la ley y el funcionamiento de lo prohibido. A juicio de
Foucault, esto implica desestimar la riqueza estratégica y la eficacia productiva de un
poder que toma a su cargo la administración de la vida, y no ya la defensa de la
soberanía.
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APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
Frente a una dinámica negativa y prohibitiva, nos encontramos nuevamente con las
técnicas positivas que constituyen una tecnología del sexo. En este momento, es
necesario formular una aclaración: Foucault no niega en ningún sentido la eficacia y la
presencia de tecnologías negativas del poder como la legislación, la censura o la
prohibición. Lo que sostiene, en ese sentido, no es tanto la falsedad de la hipótesis
represiva como su insuficiencia. Más que negar los mecanismos represivos del poder,
es necesario complementarlos con un análisis de las nuevas tecnologías positivas de
subjetivación:
No digo que la prohibición del sexo sea una engañifa, sino que lo es trocarla en el
elemento fundamental y constituyente a partir del cual se podría escribir la historia
de lo que ha sido dicho, a propósito del sexo en la época moderna. Todos esos
elementos negativos- prohibiciones, rechazos, censuras, denegaciones- que la
hipótesis represiva reagrupa en un gran mecanismo central destinado a decir no,
sin duda sólo son piezas que tiene un papel local y táctico que desempeñar en una
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puesta en discurso, en una técnica de poder, en una voluntad de saber que están
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lejos de reducirse a dichos elementos.
Frente a la supuesta represión de una sexualidad que debe ser reglada y contenida,
Foucault señalará la explosión discursiva en torno al sexo que se observa desde el S
XVIII. La sexualidad, más que sometida al mutismo y a la censura, parece ser la presa
de una doble voluntad de saber: a. queremos saber qué pasa con ella (y si no, basta
abrir cualquier revista dirigida tanto al público masculino como femenino, y veremos
encuestas sobre nuestras prácticas sexuales, su frecuencia, modos, etc), y b. pensamos
que el sexo sabe qué es lo que pasa con nosotrxs. La sexualidad se ha transformado así
en cifra de inteligibilidad e identidad. La grilla de nuestra humanidad, sostiene Butler,
se rige por la matriz (hetero)sexual.
A partir del siglo XVIII, y desmintiendo la hipótesis represiva, o más bien mostrando su
insuficiencia explicativa, observamos como aparecen nuevos mecanismos que toman
a su cargo la vida y los cuerpos de los hombres. Estos mecanismos, como venimos
desarrollando, no funcionan (mayormente) en el modo del derecho, sino a través de
las técnicas (productivas) que tienden a la normalización y disciplinamiento de los
cuerpos, los placeres, los deseos y las prácticas. Estos saberes-poderes no tienen en su
centro a la ley sino a la norma y a su riqueza estratégica. Si bien la normalización hace
uso de los castigos, opera por medio de controles regulares y constantes que se
"ejercen en niveles que exceden al estado y a sus aparatos represivos". Especificar
estas técnicas será la tarea de una analítica del poder que rastree y de cuenta de las
“técnicas polimorfas del poder”, técnicas que no sólo bloquean, rechazan o
descalifican, sino que también incitan, promueven, intensifican, e incluso producen.
cuerpo femenino fue integrado, bajo el efecto de una patología “intrínseca”, al campo
de las prácticas (e intervenciones) médicas. Por otro lado, ese cuerpo de la mujer fue
puesto en comunicación orgánica con el cuerpo social (cuya fecundidad regulada debe
asegurar), así como con el espacio familiar (del que debe ser un elemento funcional) y
la vida de los niños (a los que se liga por una supuesta “responsabilidad biológico-
moral” que dura todo el tiempo de la educación de los retoños producidos). La figura
clave de esta operación es “la Madre”, con su imagen negativa que es la “mujer
nerviosa”; 2) Pedagogización del sexo del niño. Los niños son los “seres sexuales
liminares” (con un impulso “natural” y “contranatural” a la vez hacia al peligro de la
masturbación). Éstos quedan a cargo de médicos, padres, maestros, psicólogos, etc en
la guerra contra el onanismo que duró, dirá Foucault, cerca de dos siglos. Es
interesante recordar la "obsesión" de familiares, médico y pedagogos por la
masturbación de los niñxs (ya sea para censurarla o para controlar sus modos); 3)
Socialización de las conductas procreadoras. Socialización económica, política y
médica de la fecundidad de las parejas, sobre las que recae no solo la responsabilidad
de los hijos a cargo, sino también la de mantener un cuerpo social sano; 4)
Psiquiatrización del placer perverso. La clasificación, tipificación y consecuente control
y gestión de las perversiones de los individuos, le otorgará a una serie de saberes el
poder de normalización. A este respecto vale traer a colación la tesis de Los
anormales, según la cual "a través de toda la sociedad moderna, cierto tipo de poder –
ni médico, ni judicial, sino otro- logró colonizar y reprimir el saber médico y el poder
judicial;[...]. Este surgimiento del poder de normalización, la manera en que se formó e
instaló, sin buscar jamás apoyo en una sola institución, sino gracias al juego que
consiguió establecer entre diferentes instituciones, extendió su soberanía en nuestra
sociedad; esto es lo que querría estudiar.”43 La "psicopatología" de la segunda mitad
del siglo XIX representa uno de los saberes sobre la perversión, que construyó su
etiología en torno a la sexualidad, uno de los discursos más preocupados por
determinar, clasificar y controlar los placeres (perversos) de los sujetos.44
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Así, junto a un explicitación y evaluación de las “tecnologías del yo” que mentara
Foucault, y de la performatividad tanto teatral como lingüística que explicitara Butler,
lx españolx considera imperioso desarrollar un análisis de las “tecnologías del cuerpo”
y “tecnologías de la representación” (fundamentalmente la cirugía, la endocrinología, y
la pornografía) en el marco de la “era farmacopornográfica”. A su juicio, y siguiendo los
aportes de sus precedesores, es en el campo de las bio-técnicas corporales y
semióticas que se juegan tanto los procesos de producción normalizadora de
subjetividades, como la posibilidad de agenciar dichas tecnologías. En este sentido, y
siguiendo lo que hemos desarrollado en Foucault y en Butler, es posible pensar en un
mismo espacio los efectos disciplinantes de las tecnologías prostéticas, como las
instancias de reapropiación y “agenciamiento colectivo” de las mismas. Lo que
intentaremos pensar es en qué medida dichas apropiaciones subversivas se juegan, a
un tiempo, en el espacio singular de las transformaciones corporales, así como en la
siempre tensionada vinculación entre la primera persona del singular y la primera
persona del plural, ie, en esa dimensión de tráfico y contaminación que se da entre el
"yo" y el "nosotrxs", entre la ética y la política.
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APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
Girando la mirada del baño como productor de la diferencia sexual, de esa artificial y
viva diferencia sexual, Preciado va a dirigir su atención crítica al dildo y las prácticas
sexuales, a esas prótesis o tecnologías de sujetos sexo-generizados. En este punto es
necesario enfatizar el hecho de que Preciado no afirma la falsedad de las tesis de
Butler o Foucault, en todo caso, señala su insuficiencia. En ese sentido, se asemeja al
gesto de Foucault en el primer volumen de la Historia de la sexualidad respecto de la
“hipótesis represiva”. Así, lx españolx va a enfatizar la necesidad de “ampliar” – o
suplementar- el esquema butleriano (y foucaultiano):
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Ahora bien ¿qué ocurre cuando los estrógenos no son ingeridos por una mujer en edad
reproductiva y con el fin de controlar la natalidad? ¿Qué ocurre cuando las técnicas de
reproducción sexo-generizadas naturalizadas e incorporadas, entran a jugar en nuevos
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contextos y escriben nuevos cuerpos? En este espacio de negociación con los códigos
de feminidad y masculinidad, surge el espacio de la resistencia, de la disidencia y de la
posibilidad de entablar un diálogo vital con las normas que nos constituyen.
Volveremos sobre ello al analizar las estrategias farmacopornográficas de resistencia.
En este sentido, afirmará Preciado: “No es posible aislar los cuerpos (como materiales pasivos o
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resistentes) de las fuerzas sociales de construcción de la diferencia sexual” Los sujetos son
producidos por las tecnologías de un micro-poder que penetra los cuerpos y los
constituye, perspectivadas desde las tecnologías de la producción artificial de cuerpos
en un sistema heterocentrado. Una máquina multi-tentacular de producir
subjetividades. Reescribiendo la tesis foucaulteana según la cual somos aquello que
hemos llegado a ser, es decir que somos los sujetos que somos gracias a las distintas
técnicas de subjetivación, que han configurado, por ej, esa experiencia de la sexualidad
contemporánea, propia de una cultura transida por su propios juegos de poder, juegos
de verdad y prácticas éticas o de autosubjetivación. Estas últimas, recordemos,
especifican la perspectiva ética foucualteana, preocupada por elucidad las diferentes
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APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
tecnologías del yo, ie. de aquellas prácticas, ejercicios, y ocupaciones que lxs sujetxs
operamos con nosotrxs mismxs, transformándonxs, modificándonos y moldeándonxs.
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APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
Las verdaderas materias primas del proceso productivo actual son la excitación, la
erección la eyaculación, el placer y el sentimiento de aucomplacencia y de control
omnipotente. El verdadero motor del capitalismo actual es el control
farmacopornográfico de la subjetividad, cuyos productos son la seratonina, la
testosterona, los antiácidos, la cortisona, los antibióticos, el estradiol, el alcohol y el
trabajo, la morfina, la insulina, la cocaína, el citrato de sidenofil (Viagra) y todo
aquel complejo material-virtual que puede ayudar a la producción de estados
mentales y psicomáticos de excitación, relajación y descarga, de omnipotencia y de
total control. […] El cuerpo adicto y sexual, el sexo y todos sus derivados semiótico-
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técnicos son hoy el principal recurso del capitalismo postfordista.
centrar su mirada en el siglo XVIII y XIX- habría propuesto un sistema “duro y externo”,
en el que los dispositivos de producción subjetiva “toman la forma de arquitecturas
exteriores del cuerpo” (y aquí podemos pensar en la prisión, la escuela, el taller, y
también los baños, claro está). Pero a su juicio, es necesario detenernos en los modos
flexibles y asimilables del dispositivo contemporáneo:
La segunda crítica que Preciado esgrime contra Foucault es una consecuencia directa
de su primer "suplemento": el francés, limitando su análisis a las tecnologías propias
del siglo XVIII y XIX, no sólo no puede dar cuenta de su contemporaneidad bio-
tecnológica, sino que tampoco puede alumbrar las múltiples estrategias de resistencia
inmanentes a las mismas:
34
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
35
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
Las preguntas que nos guiarán a continuación son las siguientes: ¿qué ocurre, cuando
las hormonas (“naturalmente”) femeninas son ingeridas por un cuerpo designado
como biológicamente masculino? ¿Qué sucede cuando las siliconas no son requeridas
por una "bio-mujer"? ¿Qué ocurre cuando ciertas técnicas privilegiadas de los procesos
de normalización sexo-genéricas son la ocasión del desvío, la torsión? Éstas parecen
ser las preguntas que Preciado tuvo en mente cuando, a partir del análisis del “caso
Agnès”, sostuviese que “el régimen postmoneyista de la sexualidad no puede
funcionar sin la circulación de un enorme flujo de hormonas, silicona, textos y
representaciones, de técnicas quirúrgicas… en definitiva de un tráfico constante de
biocódigos de los géneros. En esa economía política del sexo, la normalización y la
diferencia dependen del control, de la reapropiación y el uso de esos flujos de
género.”66 La (de)construcción de la programación de género se apoya en esas mismas
herramientas o condicionamientos que parecerían inexorables, y que ahora se
muestran fallidos, vulnerables, o, diría Preciado, “re-apropiadas” en el modo de la
diferencia, de una transformación corporal que no reproduce los códigos hegemónicos
de los géneros, sino que los sub-vierte, los transfigura, incluso para devenir un sujeto
que se coloca más allá (y más acá) de la feminidad-masculinidad.
36
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
Ahora sí, una vez planteado el marco de la tercera episteme, quisiéramos recuperar el
objetivo central de Testo Yonki. En primer lugar, hemos de resaltar la propuesta de
escribir (y leer) este escrito como un “protocolo de intoxicación voluntaria de
testosterona”. Siguiendo los pasos de quien fuera su "antecedente" (teórico-
experiencial), y nos referimos aquí a Àgnes y su uso "bioterrorista" de las pastillas
anticonceptivas, Preciado "trueca" el uso disidente de "la píldora" por el de la
testosterona (reapropiada por el cuerpo de lo que lx autorx denomina una "bio-
mujer", ie, una sujeta que ha sido asignada al género femenino. Lo que en otros
términos, no-heterocentrados, podríamos llamar siguiendo al activismo trans, una
mujer-cis)67.
37
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
Estas micropolíticas resistentes echarán mano a los mismos biocódigos y ficciones que
operan la sujeción y control de los cuerpos. De allí que el principio autocobaya, como
lo denominase la autora, se presente como central en su propuesta teórico-terrorista.
Hay que ejercer estos experimentos de sí, estos ejercicios corporales, en el modo de la
“desprogramación de género” y como instancias de “bioterrorismo de género” que
dislocan, desnaturalizan y subvierten un orden artificial que se presenta como natural,
y que intentan volver dóciles nuestros cuerpos. De allí que el principio de autocobaya
sea central en la propuesta (y práctica) escritural de Preciado: el mismo implica la
posibilidad resistente y subversiva de corporizar en la escritura las prácticas, y
biocódigos que producen (y limitan) nuestro corpus tecno-vivo:
3.b.3. "El aborto lesbiano que se hace con la mano": repensando los agenciamientos
colectivos desde el Sur.
Ahora bien, si prestamos atención a los términos por medio de los cuales B. Preciado
explicita, teoriza y testimonia la posibilidad de resistencia y subversión, salta a la vista
el fuerte elemento voluntarista (la autoexperimentación de Àgnes y la de la propia B.P.
son "voluntarias", según pudimos leer en las citas anteriores.) Este elemento
voluntarista se conecta directamente con cierto intelectualismo que parece sobrevolar
la propuesta de Preciado: la intervención se presenta como un “proceso de producción
de forma consciente e intencional”. De allí que nos preguntemos, ¿qué pasa con esos
modos no voluntarios e inconscientes de producción de corporalidades y
subjetividades disidentes? ¿Y qué ocurre cuando los procesos que nos llevan a
encarnar una corporalidad resistente no son del orden de lo voluntario e intencional?
¿O cuando surgen de una situación no-deseada y se llevan a cabo, no de modo auto-
experimental, sino a través de la "educación entre pares" y apoyándose en una red
que acomuna prácticas y saberes construidos de manera autogestiva y colectiva?
(en adelante LyF) con la línea telefónica "Aborto: más información, menos riesgos" y la
puesta en circulación del libro Todo lo que querés saber sobre cómo hacerse un aborto
con pastillas. Tanto una como otra ofrecieron -y aún lo hacen- información gratuita
para realizarse un aborto con pastillas, más específicamente con misoprostol.72
LyF es un colectivo de activistas que se formó a principios del 2009 en nuestro país y
cuyo objetivo principal es que “todas las mujeres podamos abortar como más nos
convenga: en el hospital, por obra social, o en nuestra casa”. En ese sentido, no sólo
promueven la descriminalización del aborto (como la Campaña Nacional a favor por el
derecho al aborto legal, seguro y gratuito), sino que adhieren y practican "la política de
educación entre pares y la acción directa". A través de la publicación del libro así como
del impulso y gestión de "una línea telefónica pública y de fácil acceso que brinda
información completa sobre cómo utilizar el misoprostol para realizarse abortos
seguros en la propia casa hasta la semana 12 de embarazo inclusive", esta colectiva ha
planteado un modo alternativo (al defendido por la campaña nacional) de pensar -y
practicar- el aborto. Para recuperar el título (y la idea) que algunxs de sus integrantes
han desarrollado en el artículo que seguimos -y citamos aquí-, la propuesta fue -frente
al aborto medicalizado e institucionalizado que hegemoniza la defensa y militancia a
favor del aborto- gestionar y colectivizar "un aborto lesbiano que se hace con la
mano"73. Es decir, un aborto "autogestivo" que colectiviza la experiencia de las
militancias feministas, de la disidencia sexual y de los movimientos populares
autónomos.
Durante los primeros dos años, la línea atendió a más de 10.000 mujeres a las que
asesoró, con información segura y chequeada médicamente, sobre el modo de
realizarse "un aborto fácil, barato, seguro y en casa", para usar la expresión del libro
compilado por LyF. La estrategia fue informar sobre el uso y la forma de adquirir
misoprostol, un fármaco que, además de ser usado para el tratamiento de úlceras,
puede ser utilizado de modo eficaz y autoadministrable para practicar un aborto. El
uso abortivo de este medicamento fue descubierto por las mujeres pobres de América
Latina hace ya treinta años. Por medio de la colectivización y puesta en circulación de
este saber, abalado por diversos organismos internacionales (entre ellos la OMS), LyF
promovieron -y promueven- un aborto autogestivo, no medicalizado y de fácil y
económico acceso (al menos en comparación con los abortos medicalizados y
actualmente ilegales en nuestro país). Como podemos leer en las reflexiones de
algunxs de sus integrantes:
40
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
***
41
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
Para cerrar este recorrido que nos llevó de Foucault a LyF, y en el que hemos intentado
señalar lo que Mauro Cabral resume con aguda precisión como la “ambivalencia
constitutiva del régimen tecnobiopolítico”76, quisiéramos introducir –junto a él- una
serie de preguntas: ¿Qué es lo que hace posible la reapropiación bioterrorista? ¿Y cuál
es su costo? ¿o su silencio? ¿Qué determina que los elementos se integren o sean
funcionales a un movimiento resistente y transformador y no simplemente la ocasión
de la reproducción normativa-normativizante de los cuerpos? ¿Qué hace a un acto,
uso, práctica, gesto, disidente y transformador? ¿Cuál es el rol de la filosofía y del
pensamiento crítico en este proceso de transformación -y lucha- contra unos juegos de
verdad, poder y subjetivación que limitan (a la vez que producen) aquello que hemos
llegado a (no) ser, hacer, pensar, conocer o desear?
Preciado parece tener una respuesta clara (incluso cuando sus análisis parecen toparse
con ciertos límites personales y voluntaristas): es el “agenciamiento colectivo” donde
las siempre esquivas ocasiones de resistencia se convierten en fácticas subversiones.
La re-apropiación de las tecnologías positivas de subjetivación, así como de las normas
que subyacen a las mismas, depende de la potencia de los cuerpos rebeldes para
devenir experiencia colectiva, ie. para trascender las fronteras siempre porosas de la
“primera persona del singular" y devenir "primera persona del plural". Del “yo” al
“nosotrxs”, en esa transición siempre en disputa, parece jugarse la ocasión de la
resistencia, así como el acontecimiento en el que la ética (y el constante trabajo de sí
que ella comporta) deviene política, ie, trastocamiento, corrimiento, desplazamiento y
franqueamiento de los vectores hegemónicos y normalizantes de lo que podríamos
llamar un bio-hetero-tecno-poder.77
42
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
NOTAS
1
Derrida, J. "Ante la ley de Kafka" en La filosofía como institución, Barcelona, Granica,
1954, p. 100.
2
La "x" que flexiona aquí el adjetivo, y que encontrarán diseminada a lo largo de este
texto, intenta dejar una huella en la ortografía, inscribir en el texto, el desborde de una
ontología de género(s) que está signada por la dictomomía (exclusiva y excluyente) del
par antagónico femenino-masculino.
3
Butler, J., El género en disputa, "Prólogo (1999)", Barcelona, Paidós, 2007, p. 17.
4
Como desarrollaremos a lo largo de esta unidad, y siguiendo los planteos de lxs
autorxs aquí trabajados, el esquema de la ley va cediendo su lugar al dispositivo de la
norma. Esto no quiere decir que la ley deje de existir o pierda su eficacia. En todo caso,
señala el modo en que la norma cobra protagonismo a la vez que condiciona el
funcionamiento de las leyes. Foucault dirá, incluso, que la ley empieza -en la era
biopolítica- a operar en la modalidad de la norma (Cf. Historia de la sexualidad. 1. La
voluntad de saber, Bs. As., F.C.E., 1995, "V. Derecho de muerte y poder sobre la vida").
Volveremos más adelante sobre la distinción y caracterización de la norma en
contraposición a la ley.
5
Butler, J., El género en disputa, trad. cit., p. 85.
6
J. Butler, El género en disputa (en adelante: GT), New York, Routledge, 2006, p. xxiii.
La trad. es nuestra.
7
Recuperamos aquí la idea de "hospitalidad condicionada" propuesta por J. Derrida.
En La hospitalidad afirma que son las leyes históricamente determinadas las que
sientan las condiciones y restricciones de una hospitalidad fáctica siempre
condicionada. “Todo ocurre como si las leyes de la hospitalidad consistiesen, al marcar
límites, poderes, derechos y deberes, en desafiar y en transgredir la ley de la
hospitalidad, la que ordenaría ofrecer al recién llegado una acogida sin condición”
(Derrida, J. “No existe hospitalidad”, en Derrida, J. y Dufourmantelle, A. La
hospitalidad, p.79).
8
Butler, J., El género en disputa, ed. cit., p. 28-29.
43
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
9
Nietzsche afirma en su Fragmento Póstumo 9 [38] que: "la estimación de valor ‘yo
creo que esto y aquello es así’ como ESENCIA de la ‘verdad’/ en las estimaciones de
valor se expresan condiciones de conservación y crecimiento/ todos nuestros órganos y
sentidos de conocimiento están desarrollados sólo en referencia a condiciones de
conservación y crecimiento. (...)" (F., Fragmentos Póstumos (1885-1889), trad. J. L.
Vermal y J. B. Llinares, Madrid, Técnos, 2006, vol IV., p. 242-243)
10
J. Butler, Undoing Gender (Deshacer el género), New York-London, Routledge, 2004,
p., 4. La trad. es nuestra. Butler extrae esta afirmación a partir del análisis de la
violencia que sufren lxs niñxs intersexuales.
11
Fue Adrienne Rich quien en su texto "Heterosexualidad compulsiva y existencia
lesbiana" (1980) señalase el carácter institucional y político del régimen heterosexual.
Allí, sostiene la autora que "la institución de la heterosexualidad obligatoria [actúa]
como la base de la dominación masculina" organizando las relaciones sociales en
sistema sexo-genero. Por su parte, Monique Wittig afirma que "el cuerpo del contrato
social consiste en vivir en la heterosexualidad" ("A propósito del contrato social"
(1989) en El pensamiento heterosexual y otros ensayos, Madrid, Egals, 2010, p. 66),
consolidando la idea que ya en 1980 desarrollase en torno a la matriz o "pensamiento
heterosexual" según el cual "el carácter obligatorio del 'tu-será-heterosexual-o-no-
serás" determina el modo en que se organiza nuestra sociedad contemporánea ("El
pensamiento heterosexual" en Op. Cit., p. 52).
12
Butler, J., El género en disputa, Op. Cit., p. 80. Esta relación puede ser sintetizada
(incorporando la idea de prácticas sexuales que la propia autora contempla) en el
siguiente cuadro:
Relación causal
13
J. Butler, El género en disputa, ed. cit., “Prefacio (1990)”, p. 37-38.
44
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
14
Para una análisis de las relaciones (peligrosas) entre feminismo y teoría queer ver:
"Todo lo que siempre quisiste saber sobre la Teoría Queer y no te animaste a
preguntar. Entrevista a Virginia Cano" en Revista de Filosofía: 400 golpes, Nª 2, Año 2,
2013, pp. 18-22; y flores, v. "Una intersección mitopoiética: feminismos y disidencia
sexual" en Interruqciones. Ensayos de poética activista, Neuquén, Mondonga Dark,
2013, pp. 103-124.
15
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 2. El uso de los placeres, Bs. As, F.C.E., 1996,
p. 8.
16
Ibídem.
17
Cabe señalar, como lo ha hecho la crítica posterior -y con la dificultad que esta
distinción supone-, que Foucault no ha centrado su análisis en una perspectiva de
género, sino que ha localizado sus teorizaciones en torno al sexo y la sexualidad. Fue
Teresa de Lauretis, entre otrxs, quien ha señalado la necesidad de complementar el
análisis foucaultiano con una perspectiva de género desarrollando el concepto de
"tecnologías del género" sobre el que volveremos más adelante. Ver. Technologies of
Gender. Essays on Theory, Film and Fiction, Indianapolis, Indiana University Press,
1987.
18
Foucault, M., Defender la sociedad, "Clase del 14 de enero de 1976", Bs. As, FCE,
2006, p. 34.
19
ver T. de Lauretis, Op. Cit.
20
Si bien en ocasiones, al igual que Foucault, utilizaremos la expresión "el poder", lo
haremos, como señala el francés, de manera "nominalista", es decir, como un modo de
referirnos a esas relaciones de poder que son siempre múltiples y en estado de
continua transformación. Dice Foucault: "Me parece que por poder hay que
comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias
del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización; el juego que
por medio de esas luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las
invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras,
de modo que formen cadena o sistema, o, al contrario, los corrimientos, las
contradicciones que aíslan a unas de otras; las estrategias, por último, que las tornan
efectivas, y cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los
aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales" (Historia de
la sexualidad. 1. La voluntad de saber, pp. 112-113). ”. Este no puede identificarse ni
con una institución (como lo sería el estado), ni una estructura, “no es cierta potencia
45
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
de la que algunos estarían dotados: es el nombre, sólo el flatus vocis, que se da a una
situación estratégica compleja en una sociedad dada”, al efecto de conjunto de esas
movilidades plurales y en tensión.
21
Preciado, B., Basura-género/Mear-cagar/Masculino-femenino, en Disidencia Sexual.
Revista virtual de la Cuds, http://www.cuds.cl/articulos/15sept08mear.htm.
22
Ibídem.
23
Escribimos "naturaleza sexual" entre comillas para indicar el carácter producido (y
no natural ni dado) de la misma.
24
M. Foucault, Historia de la sexualidad. I. La voluntad de saber, Op. Cit., 1995, p. 105.
25
“El DERECHO NATURAL, que los escritores llaman comúnmente jus naturale, es la
libertad que tiene cada hombre de usar su propio poder según le plazca, para la
preservación de su propia naturaleza, esto es, de su propia vida; y, consecuentemente,
de hacer cualquier cosa que, conforme a su juicio y razón, se conciba como la más apta
para alcanzar ese fin./ Se entiende por LIBERTAD, según el más propio significado de la
palabra, la ausencia de impedimentos externos, impedimentos que, a menudo,
pueden quitarle a un hombre parte de su poder para hacer lo que quisiera, pero que
no le impiden usar el poder que le quede, según los dictados de su juicio y de su
razón./[..]Porque el derecho consiste en la libertad de hacer o de no hacer, mientras
que la LEY determina y obliga a una de las dos cosas./La transferencia mutua de un
derecho es lo que los hombres llaman contrato “25 T. Hobbes, Leviatán: La materia,
forma y poder de un Estado eclesiástico y civil, trad. C. Mellizo, Barcelona, Altaya, 1997,
“Capítulo 14: De las leyes naturales primera y segunda, y de los contratos”, pp. 110-
113.
26
Esposito, R., Immunitas. Protección y negación de la vida, trad. L. Padilla Lopez,
Buenos Aires, Amorrortu, 2005.
27
En esta misma línea argumentativa podemos enmarcar las consideraciones
foucaultianas sobre la pena de muerte. La misma, dirá, se presente como el límite y el
escándalo para un poder que busca administrar y sostener la vida. Suprimir a un
individuo es aceptar que no se ha podido controlarlo, normalizarlo. Y en tanto tal, es el
fracaso de un poder enderezado a administrar y producir vida. Esto, paradójicamente,
no es así para la muerte masiva de individuos en contextos bélicos. Se mata
legítimamente a quienes significan para los demás una especie de peligro biológico-
social.
46
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
28
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Op. Cit., p. 173.
29
Podemos sintetizar los rasgos fundamentales de lo dicho en este apartado en el
siguiente cuadro:
Forma general y unificada del poder: el Carácter polimórfico del poder (técnicas
derecho (con el juego de lo lícito y lo productivas y múltiples)
ilícito) ↓
↓ Riqueza estratégica del poder
Poder pobre en recursos
Norma (lógica del control y la
Ley (lógica de la censura y la prohibición) normalización)
30
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Op. Cit., p. 174.
31
Castro, E., El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas,
conceptos y autores, Bs. As, Universidad Nacional de Quilmes, 2004, p. 250-251. La
negrita es mía.
32
Gros, F., Michel Foucault, trad. I. Agoff, Buenos Aires, Amorrortu, 2007, p. 92. La
negrita es nuestra.
33
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber , p. 174.
34
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 175.
35
Cf. Gros, F., Op. Cit.
36
Cf. Nietzsche, F., Fragmentos Póstumos, Otoño 1885- Otoño 1886, NF 2 [91].
47
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
37
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 176. La negrita es
nuestra.
38
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, pp. 101-104.
39
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 109. La negrita es
nuestra.
40
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, pp. 17-18.
41
A esta cuestión se aboca, específicamente, el capítulo 3, "Scientia sexualis", de
Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber.
42
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, pp. 19-20.
43
Foucault, M., Los anormales, Bs. As., F.C.E., 2000, p. 38.
44
“La sexualidad se definió “por naturaleza” como: un dominio penetrable por
procesos patológicos, y que por lo tanto exigía intervenciones terapéuticas o de
normalización; un campo de significaciones que descifrar; un lugar de procesos ocultos
por mecanismos específicos; un foco de relaciones causales indefinidas, una palabra
oscura que hay que desemboscar y, a la vez, escuchar” (Foucault, M., Historia de la
sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 86)
45
Foucault, M., Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, p. 129.
46
Preciado, B., "La invención del género, o el tecnocordero que devora a los lobos" en
Ají de Pollo (ed), Biopolítica, Bs. As. Ají de Pollo, 2009, p 20.
47
B. Preciado, Manifiesto-contrasexual, Madrid, Opera Prima, 2000; Testoyonki,
Madrid, Espasa, 2008.
48
Preciado, B., Manifiesto contrasexual, p. 74.
49
Idem, p. 25.
50
Teresa de Lauretis ha señala que si bien no hay en la teoría foucaultiana una
“instanciación diferencial de los sujetos femeninos y masculinos”, es posible hacer un
uso de sus categorías más allá del sexo. Es por tanto posible sostener que el “género
¨[como el sexo] no es [tampoco] una propiedad de los cuerpos o algo originalmente
48
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
existente en los seres humanos, sino el conjunto de efectos producidos en los cuerpos,
los comportamientos y las relaciones sociales, en palabras de Foucault, por el
despliegue de una tecnología política compleja”, T. De Lauretis, “La tecnología del
género”, Mora, N° 2, noviembre 1996, p.8.
51
A juicio de Preciado, luego de la segunda guerra mundial es necesario considerar una
“tercera episteme”, que no es ni soberana ni disciplinaria, sino “postmeysta” que
contempla las nuevas tecnologías del cuerpo. Cf. B. Preciado, Manifiesto contrasexual,
Madrid, Opera Prima, 2000; Testoyonki, Madrid, Espasa, 2008.
52
Preciado, B., Testoyonki, 40.
53
Preciado, B, Manifiesto contrasexual, pp. 123-124.
54
Preciado, B., Manifiesto contrasexual, p. 126.
55
Preciado, B. “La invención del género, o el tecnocordero que devora al lobo” en: Ají
de Pollo (eds), Biopolítica, p. 20.
56
Ibid, p. 31.
57
Preciado, B., Testo Yonki, pp. 36-37
58
Preciado, B., "La invención del género...", Op. Cit., p. 20.
59
B. Preciado, Testo Yonki, p. 88.
60
Ibid, p. 75.
61
Cabe aclarar que Foucault analiza el panóptico (de la prisión) como un dispositivo de
producción subjetiva en su texto Vigilar y Castigar. Cuerpos dóciles.
62
Preciado B., Testo Yonki, p. 90.
63
Preciado analiza el "caso Agnès" tanto en el "capítulo 12" de Testo Yonki como en su
artículo "La invención del género, o el tecnocordero qeu devora al lobo" en Ají de pollo
(ed), Biopolítica. El mismo narra la historia de una mujer transexual que, habiendo sido
asignada al género femenino al nacer, consigue en 1958 la aprobación de un equipo de
especialista (compuesto por un psicólogo, un sociólogo y un psiquiatra de la
Universidad de California, L.A.) para realizarse una vaginoplastía. Preciado muestra, a
49
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
través del análisis del “informe” del equipo de especialista, la construcción de cuerpos
sexuados del sistema médico. En el informe, resalta lx españolx, se señala que la joven
es “blanca”, “trabaja como secretaria”, “es alta, fina y de formas femeninas. Tiene
genitales masculinos y un pene de desarrollo normal, así como caracteres secundarios
del sexo femenino”. Agregan que posee un busto mediano, y que “no es travesti ni
homosexual”. Lo que se observa, justamente, es la normalidad de raza –blanca- clase
–trabaja- y sexualidad- no homosexual ni travesti- que resaltan los médicos. Luego de
35 horas de consulta e infinitos análisis morfológicos y endocrinológicos, el equipo
concluye un Diagnóstico: “hermafroditismo verdadero”. Sufre de un “síndrome de
feminización testicular” (debido a la alta dosis de estrógenos encontrados en sus
testículos). De acuerdo con el protocolo Money para tratamiento de niños intersex
(éste fue un protocolo médico que redactó un sexólogo, psicológo y endrocrinólogo en
el año 1955, y que todavía se aplica, en términos significativos, actualmente.) el
tratamiento adecuado no es otro que la realización de una "vaginoplastía terapéutica"
(la producción quirúrgica de la "naturaleza femenina"). En 1959 se le practica a Agnès
una operación de castración, y se crean los labios de la vagina con la piel del escroto.
Un tiempo después Agnès obtiene el cambio de nombre en su documento de identidad.
El centro del análisis de Preciado se centrará en el modo en que Agnès consigue el
"diagnóstico" que le permite acceder a las hormonas y al tratamiento quirúrgico. Años
después de su operación, Agnès contará que desde pequeña había consumido
estrógenos que le habría robado a su madre (a quien le recetaron los medicamentos
tras una histerectomía completa). Apropiándose de dichas pastillas, consigue no sólo
esos rasgos femeninos secundarios que observan los médicos, sino también su alto
índice de "hormonas femeninas". Características éstas que le permitieron acceder al
tratamiento médico-quirúrgica de la Universidad de California, a través del diagnóstico
de "hermafroditismo" verdadero. Preciado considerará a Agnès (en su apropiación
"bioterrorista" de género) como su propio antecedente histórico.
64
Preciado rearticula la idea foucaultiana según la cual "donde hay poder hay
resistencia", así como la premisa butleriana que piensa la subversión de las normas de
género como un modo creativo -y no meramente repetitivo- de relacionarse con las
mismas.
65
Preciado, B. Testo Yonki, p. 132.
66
Ibid, p. 24.
67
El cisgénero corresponde a una persona cuya autopercepción de género coincide
con aquella aquella que le ha sido asignada al nacer. El término recupera el prefijo del
latín "cis" que significa "de este lado" o "de este lado" y se opone a "trans" que alude
50
APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
al pasaje o movimiento. Así, las personas cisgénero se distinguen de las personas trans
(ya sean transgénero o transexual) cuya identidad autopercibida se ha transformado
respecto de aquella que les ha sido asignada al nacer.
68
Ibid, p. 255.
69
Ibid, p. 246.
70
Ibid, p. 110.
71
Ibid, p. 248.
72
La línea telefónica es la siguiente: 011-156-664-7070, y el libro puede bajarse (de
manera gratuita, dado que es copyleft) del siguiente link:
http://www.editorialelcolectivo.org/ed/images/banners/abortopastillas.pdf
73
Díaz Villa, G., Marzano, V., Mines, A., Rueda, R., “'El aborto lesbiano que se hace con
la mano'. Continuidades y rupturas en la militancia por el derecho al aborto en
Argentina (2009-2012)" en Revista Bagoas, estudos gays, gêneros e sexualidades. Nro
9. Universidade Federal do Rio Grande do Norte, Centro de Ciências Humanas, Letras e
Artes. UFRN - CCHLA. En prensa. Lxs autorxs del artículo formaron parte de esta
experiencia desde el año 2009 hasta el 2012. La línea sigue funcionando y cuenta con
más activistas que lxs autorxs del presente texto.
74
Ibid.
75
Ibid.
76
Cf. M. Cabral, “Salvar las distancias. Apuntes acerca de ‘Biopolíticas del Género’” en:
Ají de Pollo (eds), Biopolítica.
77
La totalidad de estos APUNTES de TEÓRICOS son reflexiones, tentativas de análisis y
explicaciones que sirven de encuadre y orientación para la lectura de algunos de los
textos citados. No tienen el carácter exhaustivo de una tesis, ni la pretensión de
constituir una "explicación última" o "definitiva" de los escritos, tesis, problemas y
autorxs tratados. Se trata, más bien, de hipótesis muy provisorias de lectura y trabajo
en proceso, tentativas hermenéuticas que se saben (y se asumen) como tales. Les
pedimos, entonces, que los tomen como lo que son: “apuntes” de clases. No
reemplazan en modo alguno la lectura de las selecciones de textos de las tres fuentes
principales aquí tratada y citadas: la Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber
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APUNTES DE TEÓRICOS. U.V.
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