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(LC 4,38-39)
Ya al adentrarse al camino del artículo, y abordando los tres puntos centrales de contexto,
exégesis y teología de Lucas 4,38-39 9 se describe a continuación la senda de estos tres ejes que
serán expuestos en el mismo.
En un primer momento se buscará analizar el contexto social en que vivían las mujeres del
primer siglo, especialmente en la comunidad lucana.
En un tercer momento se tendrán las temáticas del texto para tener a una comprensión
más profunda de la palabra de Dios, penetrando en su contenido, respondiendo al ser humano en
el día de hoy.
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la inclusión de la mujer en el cristianismo en relación con el Imperio se señalará
popularmente que aquellas que hacían parte de este movimiento, se volvían holgazanas porque
rompían con el orden social, porque consideraban a este grupo, un lugar donde se practicaba la
inmoralidad y se departía del abandono del rol de la mamá y cónyuge en cuestión con sus
obligaciones en la casa.
Toda mujer que ingresaba a ser parte de la comunidad cristiana estaba bajo el riesgo de
reconocer unos nuevos valores, de tener tensiones en su linaje, pero ella lo concebía por poseer
un lugar más notable en lo social, siendo así identificada y vista como líder, por ello, el papel de la
mujer judía es de vital importancia, ya que este determinará el rol de ellas en las primeras
comunidades cristianas principalmente en la comunidad lucana que está compuesta por los
“temerosos de Dios”.
La mujer en el ámbito religioso permanecía fuera del espacio reservado para los hombres,
sólo podía tener acceso a los sitios estipulados en las sinagogas, estos estaban cercados por
rejas de alejamiento estableciendo un nivel de sumisión;
El hombre en el aspecto doméstico era quien dirigía la oración, los ritos religiosos, por ser
considerado como el sacerdote de la morada, mientras que a la mujer no se le permitía emitir la
bendición posterior de cada cena, puesto que su palabra no poseía valor, ni era testimonio.
Dentro de la sociedad las mujeres solteras eran del padre y si estaban casadas
correspondían al marido, por lo tanto, las mujeres no conseguían tener derechos propios como
Antonio lo afirma “Normalmente el conjunto de los bienes que convenía mantener unidos iba del
padre al primogénito. Como la mujer pasaba de una organización familiar a otra, no tenía
derecho a heredar bienes o nombre de familia, sino solo hacer mantenida por el progenitor y
luego por el marido. La familia estaba destinada a conservar el apellido o línea genealógica del
marido, por lo que la mujer perdía el nombre que también había tenido como soltera.” (2014, p.
26)
Esto determinaba que la mujer estaba confinada en la casa hasta que llegase al
matrimonio perteneciendo solo al padre, quien podía cederla como esclava y al contraer casorio
solo pasaba de amo y el acto de obedecer a su marido era un deber religioso. los oficios se
basaban como dice Antonio, “moler harina, amasar el pan, limpiar, lavar la ropa y cuidar en todo
de los hijos más el marido, proporcionándoles incluso la ropa, que se tejía en casa si era posible
en el lecho” (2014, p. 29).
En la sociedad judía, la mujer vivía bajo la ley, pero cuando ella se unía a la comunidad
cristiana, su actuar empezaba a ser independiente, visto esto como una mujer libertina e impura,
porque existía una difusión pública de poca decencia de aquellas mujeres de la comunidad
cristiana, siendo rechazadas porque su conducta no estaba acorde a la naturaleza, religión y
sociedad patriarcal.
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en el tercer evangelio, ya que esta obra acopia el mayor número de perícopas, contando el
protagonismo que ellas tienen. Se evidencia, que el evangelista desea hablar a la comunidad
haciendo siempre referencia a la mujer quien ensancha el evangelio en el Mediterráneo.
El autor tiene la intención que sus receptores por medio de sus narraciones, noten
ejemplos de vida a seguir, por ello pretende que por medio de estos relatos según Bernabe, “la
mujer quede reconocida, de tal manera que la enseñanza que dirige a la comunidad tuviera como
finalidad dar lección a las mujeres a que poseyeran actitudes y gestos similares a la de los relatos,
es por ello que Lucas trata de hacer ver a ellas su identidad de mujer reflejada en las primeras
discípulas, permitiéndoles que ellas tomen unos roles femeninos muy concretos, que van a dirigir
y conformar su vida en una dirección muy determinada” (2006 pág. 5).
En este evangelio se observa de modo claro como las mujeres siguen a Jesús como un
acto de agradecimiento, correspondiendo al amor recibido de Jesús, por lo cual el evangelista en
su acto humano desea amparar a la mujer de todo mal juicio que se llegue hacer de ella, de allí
que Corley, afirma: “Lucas tiene sumo cuidado en proteger la reputación de las mujeres, sobre
todo de las que rodeaban a Jesús, para evitar que se vieran mancilladas. Incluso mujeres
respetablemente casadas siguen a Jesús y lo hacen en gratitud de sus curaciones” (2011 p. 26).
El tema de la mujer llegó a ser muy importante, porque se ven reflejadas las posibilidades
que tiene ella en el cristianismo y los desafíos que afronta la comunidad frente al Imperio por
proporcionar a la mujer una dignidad distinta a la que debía tener ella en esa cultura.
El evangelista coloca la casa de la mujer como un lugar de acogida ya que ella abre las
puertas de su hogar para que desde allí se proclame el evangelio. En esta labor de abrir las
puertas de sus casas, nace la acción del servicio o diaconía de la mujer que procurará dar lo
mejor de sí y de su tiempo para suplir las insuficiencias o necesidades que hay en la comunidad
cristiana, en esa medida dice Esperanza Bautista: “Las mujeres practicaron el servicio con Jesús
bajo formas distintas, y lo practicaron durante su vida y también a la hora de su muerte. Y fieles a
este ideal de servicio, las mujeres cristianas continuaron cuidando cuerpos, alimentando, dando
hospitalidad, acogiendo, cuidando a los necesitados (Bautista, 1993, p. 71).
Es desde esa apertura de la casa, donde las mujeres tienen un lugar muy importante,
porque es en ese humilde lugar u hogar donde se va a llamar “casa de Dios” (Lc 22,10-12), donde
las mujeres y hombres tendrán un sitio de igualdad al reunirse a orar, p. 68). Por lo tanto, al
reunirse en la casa, se permite la entrada a la predicación del reino de Dios y esta logrará que las
mujeres participen de esta predicación, esto lo confirma Puerto, cuando dice “mujeres son las que
van construyendo la iglesia doméstica, haciendo posible la nueva familia de Dios y expandiendo
el evangelio en la misión” (1997, p. 35).
La casa es el lugar donde se presenta el cambio de las personas, en la cual se unen por
caridad sin tener presente situación social o cultural. En ella se articulaba las relaciones
familiares, de incidencia social y religiosa para las mujeres, siendo este el lugar de extensión de
sus funciones no solo domésticas sino también participativas, por lo cual en este lugar se
consolidó el movimiento cristiano como núcleo donde se generarán las “Iglesias” domésticas
En el texto lucano, la casa logra ser el epicentro de la fe tanto así, que se puede afirmar
que el templo es abolido por esta nueva forma de pensar la acción de Dios. Según Lucas, en
palabras de Puerto, “la casa a diferencia del templo y la sinagoga es el lugar en donde se
proclama el evangelio donde se da el perdón de los pecados ,donde llega la salvación, donde se
hace presente el Espíritu, donde Jesús cura y enseña, donde se dan las relevaciones y visiones,
lugar de hospitalidad ,es la mesa compartida e inclusiva ,oración, banquete pascual,
bautismo,lugar del compartir de los bienes para distribuirlos entre los más necesitados.
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Un acercamiento exegético al texto Lc 4,38-39
Para poder tener el acercamiento al texto bíblico, se iniciará con una exégesis diacrónica
del texto bíblico, donde proporcionará datos significativos del evangelio donde se halla la
perícopa, entre ellos están:
la autoría, tenemos conocimiento que Lucas fue médico de profesión y que esto fue lo que
Pablo vio para que lo acompañará en sus misiones. Este tercer evangelio fue atribuido a Lucas
por Ireneo, “Es posible que el obispo de Lyon trajese consigo esta información de su patria a
Roma, idea que se mantiene en el siglo III, en África con Tertuliano y en Alejandría con Orígenes.”
(George, 1987, p. 10).
Los padres de la Iglesia dan la autoría a Lucas dado a los pasajes en donde se alude al
vocablo “nosotros”, en el cual el escritor habla en primera persona del plural, (Lc 1,1), por ello los
padres de la Iglesia consideran que este dato avala la valía histórica del evangelio.
Por otro lado, se tiene una evidencia romana que salvaguarda la historicidad de Lucas
“Lucas era un sirio de Antioquia, médico de profesión; se hizo discípulo de los apóstoles. Más
tarde siguió a Pablo y fue martirizado en Beocia” (Alday, 2003, p. 32), pero esta situación de
evidencia, aunque duró muchos siglos, ya en el siglo XX se duda de la autoría de Lucas y se
revalida la autoría desde la realidad interna del texto, donde se parte que Lucas no es un testigo
visual del ministerio de Jesús, sino un testigo de la transmisión de sus enseñanzas (Lc 1,2).
De esta manera no se puede declarar que sea él el autor y que no llegó a conocer la
primera comunidad cristiana y que este escrito es una recopilación que se hace después para
poder darlo a una comunidad que anhela acercarse a las enseñanzas de Jesús.
En cuanto al lugar de composición, existe un problema, porque aun con todas las
investigaciones que se han realizado no se ha determinado con exactitud el lugar, pero toma
aquella tradición antigua algunos lugares como son Acaya, Beocio, Roma y por esto se plantea
que no fue el país donde se desenvolvieron los relatos y Fitzmayer, lo plantea al decir “lo único
que parece cierto es que no se compuso en Palestina” (1986, p. 108).
Para poder inducir quienes fueron los destinatarios del evangelio, se puede decir que el
autor escribió el texto a un público convertido al cristianismo, que en su mayoría eran paganos,
Por otra parte, para sustentar a quiénes estaba dirigido, el evangelio está encaminado a
una persona insigne que ya está instruido en la vida y en la enseñanza de Jesús y que puede
comprender el escrito entregado, esto se puede ver en el prólogo del evangelio donde se lee que
va dedicada a un ilustre instruido en la fe de Jesús, el cual es llamado Teófilo (Lc 1,3), esto lo
expresa Langner “Teófilo significa “amigo de Dios” Ya los padres de la Iglesia interpretaron este
nombre de modo simbólico, y lo refirieron a todo lector de la obra de Lucas: quien quiere
profundizar su fe, y quien se ocupa del mensaje bíblico, es amigo de Dios”. (2008, p. 44).
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Por otro lado, para abordar desde un análisis sincrónico el texto de Lucas 4, 38-39, se hará
un acercamiento narrativo, que radica en hacer una lectura del pasaje bíblico indagando su
narratividad concreta, explorando con instrumentos el antiguo arte de contar, tratando de localizar
aquellas señales que ubican el camino de la narración para que se puede entender la intención de
la composición y porque no, todos sus detalles. Bourquin señala que “el análisis narrativo es,
pues, un método de lectura del texto que explora y analiza cómo se concreta la narratividad en el
texto. Por retomar el interrogante de Agustín, el análisis narrativo se preguntará qué función
asumen los «detalles» del texto, en qué orden aparecen, qué información dan al lector, etc.”
(2000, p. 12).
Para seguir con el análisis narrativo, se debe tener en cuenta el macro relato que hace
referencia a la obra que se desea abordar, en este caso el evangelio según san Lucas y el micro
relato, que en este caso sería la perícopa Lc 4,38-39.
Para el desarrollo del macro contexto, se utilizará la Biblia de Jerusalén, para ubicar el
texto de la obra Lucana..
Mirando el micro contexto se determina que la perícopa forma parte de aquellos pasajes
donde se revela el ministerio de Jesús, teniendo este apartado como centro los milagros.
Dentro de este micro contexto se debe leer o mirar el antes (Lc 4, 31-37) y el después (Lc
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4, 40-41) de la perícopa, para poder saber de lo que se está presentando y el lugar en que se
halla la perícopa. el autor sitúa al lector en un lugar llamado Cafarnaúm, una población de Galilea
en la que Jesús, el sábado imparte su enseñanza y aquellos oyentes quedaban atónitos por la
autoridad que tenía al instruir (Lc 4,31-32). En la sinagoga se encontraba un hombre que tenía un
demonio, éste se pone a gritar a grandes voces ¿Qué tenemos nosotros, contigo Jesús de
Nazaret? ¿Has venido a destruirnos?
Frente a esta exclamación, Jesús le íntimo expresándole que se callara y saliera, para lo
cual el demonio dejó al ser humano sin producirle daño alguno. Terminado este episodio, se
prosigue con el versículo de la perícopa de Simón con su suegra enferma, en la que estando con
una grave enfermedad y después de ser curada, ella tiene la actitud de servir admirablemente a
cada uno de los asistentes que estaban en su casa y se entiende que después de esta curación
llegarán otros enfermos para ser sanados.
Después de establecer el antes y el después de la perícopa, se debe mirar los límites del
relato que ayudaran a esa limitación del relato a través de cuatro ejes fundamentales como son,
el lugar, el tiempo, los personajes, y el tema de la perícopa.
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Un hombre endemoniado que grita a grandes voces en contra de
Jesús el cual es curado por él.
PERSONAJES
Jesús, como personaje principal desciende desde Cafarnaúm para
enseñar los sábados en las sinagogas y de paso cura a un
endemoniado.
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38Cuando salió de la sinagoga, entró en la
casa de Simón, la suegra de Simón estaba con
mucha fiebre
39bElla se levantó
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39c y se puso a servirles
. Para ello, se hace un análisis a la perícopa en referencia, obteniendo los rasgos más
característicos de cada uno de los sinópticos comprendiendo los datos o elementos genuinos de
Lucas.
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78-79)
Mt = rojo; Mc = amarillo; Lc= azul; Mt y Mc = morado; Mc y Lc= verde;
Lu y Mt = rosado Mt, Mc y Lc = café
Frente a este análisis, en el evangelio de Mateo se puede observar que Jesús es quien va
de camino a la casa de Pedro, Al llegar a la casa de Pedro vio a la suegra tendida y febril, toca su
mano y la fiebre la deja, se levanta y le sirve a él, donde manifiesta probablemente que solo su
servicio debe ser devuelto a aquel que la ha sanado.
En Marcos, se observa que Jesús sale de la Sinagoga, lugar donde se realiza el culto, en
el cual se reúnen para escuchar al Rabbí, de allí se dirige a casa de Simón y de su hermano
Andrés, Jesús no camina sólo a esa casa, sino que se halla con dos acompañantes que son
Santiago y Juan, Por ello, se puede exponer que Jesús se dirige a la casa de uno de sus
discípulos lo cual forma un contexto de familiaridad.
La casa de Simón es aquel lugar donde la comunidad se encuentra para hacer oración
que se caracteriza por la confianza en el creador y donde la humildad del corazón reconoce que
por sí mismo no pueden hacer una sanación.
. Jesús ve la casa como el lugar preferido para compartir con las personas cercanas,
donde la comunidad le ve como una autoridad, como un Rabbí, quien conoce la ley y la asienta en
ese lugar llamado hogar, donde se vive la oración y el compartir entre Jesús y los miembros de la
comunidad, se da a través del servicio a la misma comunidad, teniendo la disposición de atender
al hermano viviéndose la fraternidad dando un signo de unidad familiar.
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La casa de Simón es lugar de oración. Para los creyentes la casa ha sido el lugar de
oración porque allí es donde se unen para honrar a Dios, siendo un espacio propicio para la
presencia del Espíritu Santo, donde se genera acción de gracias a través de la oración, teniendo
vínculos de unidad familiar; en el texto que nos apremia, es el asentir que Jesús entre a la casa
de Simón , lo cual muestra una gran fe por parte del próximo apóstol y de la comunidad que ora
con su ruego, lo que permite una intimidad con Jesús.
Es por ello que el ruego es la acción humilde de reconocer en nuestras vidas en que sin
Dios nada podemos hacer (Jn 15,5)
En el ser humano, el ruego es el signo más grande de confianza a Dios donde siente la
necesidad de exponer sus necesidades, ante un Dios de Misericordia que está dispuesto a
sanarlo (Sal 86).
. Para Bonnke “la eficacia de una intercesión poderosa radica en la espontaneidad con la
que derramamos nuestro amor y nuestra preocupación por los demás” (2007, p. 22).
El amor siempre da, siempre sirve. “El amor de Cristo nos constriñe”, dijo Pablo al escribir
acerca de sus esfuerzos en promover la causa de Cristo. Cuánto más grande sea nuestro amor
por Dios, tanto más eficaz será nuestro servicio en su nombre.
Y se puso a servirles (Diaconado). El papa Francisco ha dicho que “El verdadero poder
es el servicio”. La esencia del cristianismo es el servicio por excelencia, donde reconocemos que
el primer modelo en este acto de servicio es Cristo mismo, dando su ejemplo a través de sus
actos diarios con la comunidad que le rodeaba y que trasciende la vida de las. De la misma forma
la Suegra de Simón se puso a servir, ya que es una mujer que con su gratitud a Jesús, sirve de
modelo de todas las mujeres y a toda la comunidad, que después de haber sido sanadas sirven
con alegría y se regocijan en el amor de Dios.
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por tanto el que quiere servir debe hacerlo de manera contraria, es decir según como lo
propone el Reino de los cielos “Sea cual sea la categoría o el rango del apóstol a los ojos
humanos, su función como cristiano consiste en servir con humildad y total disponibilidad.”
Por ello el diaconado se define en servir y servir sin presidir, ejerciendo su oficio para
promover la misión de Cristo, "El que ha recibido el don de la palabra, que la enseñe como
palabra de Dios. El que ejerce un ministerio, que lo haga como quien recibe de Dios ese poder,
para que Dios sea glorificado en todas las cosas, por Jesucristo. ¡A él sea la gloria y el poder, por
los siglos de los siglos!" Amén. (1Pedro 4-11).
María ejemplo de servicio, María juega un papel importante, llegando a motivar a los
apóstoles, ya que por su amor y servicialidad, permitía hacer crecer la fe de la Iglesia, logrando
mantener la fe en su Hijo, de esta manera ser testimonio para sembrar la unidad.
Para ello, se debe entender el servicio de la mujer expresado en el evangelio desde una
dinámica de comprensión del misterio de Jesús en su vida y el diaconado de la mujer en los
primeros siglos.
La mujer en Lc, 4,38-39. La comunidad lucana es netamente una comunidad laical cuyo
servicio gira en torno al Señor, manifestando la igualdad y equidad entregada por Cristo mismo
donde se busca a la mujer hacerla servidora.
La comunidad Lucana reconoce el amor de Jesús, el cual pone a la mujer en un estado de
plena libertad para relacionarse con Él sin llegar a ser juzgada por la sociedad, quedando claro
que la comunidad lucana no plantea un diaconado ministerial sino un diaconado laical
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fundamentado en la acción de Cristo, sobre toda aquella mujer que es sanada y que sirve con
alegría, por ello, se limita el servicio a una acción que se fundamenta en la construcción de la
comunidad; lo anterior lo afirma Lohfink: “servicios diaconales femeninos, sí; una mujer diacono
que forme parte del ministerio jerárquico, no” (1980 p. 385).
Al finalizar este artículo y teniendo en cuenta lo dicho anteriormente y sobre todo al final,
¿cómo crees que se puede pensar este diaconado laical? ¿Qué cambia con respecto al modo
como la mujer hoy está presente y presta su servicio en la Iglesia? Es por eso que concluimos
afirmando que efectivamente existe una importancia eclesiológica en el rol de la mujer en la
Iglesia, la cual se manifiesta de maneras muy diversas, en palabras de García “La mujer es la que
posibilita el crecimiento de la Iglesia, marcan la esencia misma de la Iglesia, que desde siempre
se ha sabido “esposa” de Cristo y, por tanto, hecha para entrar en relación con otros y, en ellos,
entrar en relación con el único Otro. De ahí que la presencia femenina en la Iglesia no solo no
puede quedar reducida a una realidad meramente ocasional, práctica o circunstancial, sino que,
más aún, debe ser reconocida como uno de los elementos constitutivos (sino, el más) de la razón
de ser de la Iglesia de Cristo.” (2017, p 114)
Conclusiones
Se debe tener muy claro que no es lo mismo el término diaconisa que diácono, porque
existe una diferencia de género y de las funciones en la Iglesia primitiva, por lo cual se hace una
gran diferencia entre un ministerio y un sacramento.
La pregunta presentada por las Superioras Generales al Papa Francisco olvida la
diferencia que hay entre esos dos términos (diaconisa y diácono) y de las funciones propias de
cada uno de ellos, pretendiendo llegar a darle un papel clerical, olvidando que el papel de la
mujer es fundamental dentro de la Iglesia.
Su santidad el Papa Francisco frente a la pregunta realizada por las Superioras Generales,
al dar una respuesta, no se refirió a reavivar la institución de diaconisas, por lo cual, le pidió a la
Congregación para la Doctrina de la fe que le cuenten lo resuelto sobre el tema y de establecer
una Comisión Oficial que estudie el papel que desempeñaban las diaconisas en la iglesia
primitiva, esto, porque él sabe que el papel que realizaban las diaconisas en la Iglesia Primitiva
hoy en día es el que efectúan las consagradas de las comunidades religiosas.
De Igual manera solicitará a la Congregación del Culto Divino que exponga y aclare lo
expresado en ese encuentro al referirse del impedimento teológico-litúrgico que en la Celebración
Eucarística ellas realicen la homilía.
En las comunidades de los primeros cristianos, como se lee en las cartas de San Pablo y
Hechos de los Apóstoles, la mujer tenía un papel muy importante en la transmisión de la fe y de
la organización de diferentes actividades. Hoy en día el revalorar en la Iglesia el papel, la
ministerialidad, diaconía de la mujer, no pretender abrir espacios para que ella este en el altar, es
apreciar, contar más con su sentir, con su opinión en esos espacios que ya tienen y ocupan, ya
que ellas dentro de las diferentes acciones y actividades la Iglesia, son las que encargadas,
destinadas de transmitir la fe a los niños, y de liderar todas aquellas actividades en pro de la
comunidad, siendo estas y otras acciones que hacen que su papel en la Iglesia primordial para
avivar si ministerialidad.
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La Iglesia de hoy reconoce la diaconía de la mujer a través de todo el aporte que las ellas
realizan en distintos lugares de nuestra sociedad, es por ello, que la Iglesia valora y ve necesario
el testimonio y la acción evangelizadora que ellas hacen en lo que el papa Francisco ha llamado
Iglesia en salida, son ellas que a través de sus enseñanzas en diferentes contextos sociales
pueden llegar a apoyar la misión de la Iglesia católica.
En este capítulo nos permitió comprender la realidad histórica de Jesús y la mujer en los tiempos de
Palestina ya que nos señala la situación social, política y religiosa de marginación, opresión y exclusión que
vivían los pobres, los niños, las mujeres, los enfermos, los pecadores dentro la estructura cultural y religiosa
del judaísmo que nos muestra modelo patriarcal, androcéntrico exclusivista de estas instituciones.
Del mismo modo el movimiento Jesús, se caracteriza por ser una comunidad de inclusión en donde
participan hombres y mujeres especialmente los sectores más marginados de la sociedad, entre ellos las
mujeres que se sintieron acogidas, liberadas, salvadas y que participaron en igualdad de condiciones que los
varones y que les fueron restaurados sus derechos y su dignidad como hijas de Dios, volviéndose así
auténticas discípulas y seguidoras de Jesús. Igualmente, podemos resaltar el papel activo y protagónico que
tuvieron las mujeres dentro del movimiento de Jesús y el movimiento cristiano misionero, pues fueron
discípulas, evangelizadoras, profetas, servidoras comprometidas con el mensaje de Reino de Dios, ya que lo
anunciaron, lo testificaron, lo enseñaron y ayudaron a formar comunidades en donde se vivía la Buena
Nueva de Cristo.
De igual modo las diferentes fuentes históricas del Nuevo Testamento nos permitieron identificar
nombre y las características de algunas mujeres dentro del movimiento de Jesús y el movimiento cristiano
misionero, ya que encontramos testimonios que confirman la presencia y la participación activa de las
mujeres en la misión de Jesús. Ellas aparecen como discípulas que acompañan a Jesús desde Galilea hasta la
muerte en la cruz y son reconocidas como las primeras testigos de la resurrección de Cristo. Asimismo el
texto de Hechos de los Apóstoles y las diferentes epístolas de San Pablo narran las particularidades de
algunas mujeres y el papel relevante que ellas tuvieron dentro origen de la Iglesia, pues fueron apóstoles,
diaconizas, evangelizadoras, profetas y servidoras de las diferentes comunidades siendo testimonio de Dios
resucitado.
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