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UN LIDERAZGO REVOLUCIONARIO
El silencio femenino en la historia de la Iglesia vs. el liderazgo y
gobierno de la mujer pentecostal
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ÍNDICE
Presentación
Introducción
Parte 1
Situación de la mujer en el cristianismo actual
Cap. I La mujer en las iglesias Católica y Ortodoxa
Cap. II La mujer en las iglesias de la Reforma
Cap. III La mujer en las iglesias evangélicas
Parte 2
Una mirada a los orígenes: Jesús y Pablo
Cap. IV Jesús y las mujeres
Cap. V Las mujeres en las primeras comunidades
Cap. VI Mujeres líderes en el ministerio de Pablo
Parte 3
Empiezan los cambios:
Las epístolas post y deuteropaulinas y los Padres
Cap. VII Razones del cambio y el papel de las epístolas
Cap. VIII La institucionalización de la Iglesia
y el papel de los Padres Apostólicos
Cap. IX La influencia de los Padres de la Iglesia
Parte 4
La Reforma y las mujeres
Cap. X La mujer en el pensamiento de Lutero y Calvino
Cap. XI Las mujeres en el anabaptismo
Cap. XII Mujeres que sobresalieron en la Reforma
Parte 5
La revolución de la mujer pentecostal
Cap. XIII Antecedentes metodistas y de santidad
Cap. XIV Lideresas pentecostales en el inicio del movimiento
Cap. XV Las mujeres en los inicios del pentecostalismo en L.A.
Parte 6
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Anexo
Acerca del Autor
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INTRODUCCIÓN
Una de aquellas mujeres que disfrutó este paso “de las tinieblas de la exclusión
a la luz de la igualdad” fue María de Magdala. Esta mujer —discípula plena del
nazareno— será quizás la más importante de entre su grupo de seguidores y
discípulos. No cabe duda que ella fue su discípula: al verlo resucitado, ella lo
llama “mi Maestro” y él le responde confiriéndole autoridad apostólica (Jn
20:16,17). Al parecer, la autoridad de los primitivos predicadores cristianos
radicaba en su encuentro personal con el Resucitado. Al ser esto así, María
habría disfrutado de una envidiable autoridad en las primeras comunidades
debido a que no solo tuvo un encuentro con Jesús después de su resurrección,
sino que fue la primera en verlo y la primera en anunciarlo (¡nada menos que a
los discípulos varones!). Esta autoridad, evidentemente, incomodaría e irritaría
a algunos líderes varones7.
especial María Magdalena. En el Pistis Sophia8 por ejemplo, Jesús afirmará que
quien quiera que esté inspirado por el Espíritu está ordenado divinamente para
hablar, ya sea hombre o mujer. Otro papel de importancia que cobró la imagen
de la mujer en el cristianismo primitivo fue el de servir como modelos de
identidad cristiana. Ellas, gracias a la labor de los evangelistas, fueron colocadas
como modelos para todos aquellos que decidían identificarse como cristianos.
Aquellas mujeres de los comienzos, las mismas que interactuaron con Jesús,
fueron hechas prototipos de quien quiera seguir a Jesús de Nazaret, ellas “son
recordadas como modelo de discipulado tanto para varones como para
mujeres”9. De esta manera, los evangelistas las convierten en ejemplos y
heroínas de la primera hora y en referentes de lo que significa el seguimiento y
la fe en Jesús.
Mujeres silenciadas
Como lo detallaremos en la tercera parte, al finalizar el primer siglo las cosas
empezaron a cambiar en el movimiento de Jesús. Las epístolas post y
deuteropaulinas, así como la labor de los Padres Apostólicos, echaron los
cimientos del patriarcalismo dentro de la Iglesia convirtiéndola en una
institución que poco a poco se alejaría de aquella visión liberadora e igualitaria
anunciada por Jesús. A partir de ese momento, la lectura extralocal de la
primera carta a Timoteo, el inicio del uso comparativo del sacerdocio del
Antiguo Testamento con el ministerio cristiano (Clemente, Epifanio), el olvido
de la praxis de Jesús y la influencia del pensamiento grecorromano en los
Padres de la Iglesia —quienes con sus escritos perfilaron la doctrina y teología
cristianas— dieron como resultado fuertes tensiones entre el liderazgo
masculino y el femenino que terminaron eclipsando y anulando el papel
protagónico de las mujeres en la Iglesia de los primeros siglos.
Comienza así el silencio femenino en la historia de la Iglesia. Las mujeres fueron
arrinconadas y puestas lejos de los lugares de poder que antes disfrutaban. Se
comenzó a olvidar que sobre ellas también fue derramado el Espíritu de Dios,
quien las facultaba y autorizaba para hablar y anunciar, gobernar y presidir. Se
les negó el sacerdocio común de todos los creyentes cuando se empezó a
restringir la palabra “sacerdocio” a una élite reducida compuesta únicamente
por varones encargados del culto divino. Las presbíteras y diaconisas, que entre
los siglos II y VII aún luchaban por mantenerse en pie sirviendo en los llamados
que el Señor les había hecho y que sus iglesias locales reconocían, terminaron
por desaparecer10. Se les ordenó el silencio de una manera cruel a aquellas que
fueron las primeras proclamadoras de las buenas noticias de la resurrección.
En estos siglos, la Iglesia, amoldándose al mundo, retrocede a los tiempos en los
que la mujer vivía cautiva y oprimida por el poder patriarcal. Su imagen y
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concepto en la Iglesia ya no serían los mismos que Jesús le había dado, sino que
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de las diaconisas:
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Las mujeres religiosas solían también ser ordenadas como cuidadoras en la
santa Iglesia, como san Pablo muestra en la carta a los Romanos [cita Ro 16:1;
Febe]. De aquí se entiende que no sólo los hombres, sino también las mujeres,
presidían en las iglesias por su gran utilidad. Pues a las mujeres, acostumbradas
desde hacía mucho a los ritos de los paganos e instruidas también en las
enseñanzas filosóficas, por esta razón, se les convertía más fácilmente y se les
enseñaba más libremente en el culto de la religión. El canon 11 del Concilio de
Laodicea prohíbe esto cuando dice que no es apropiado que esas mujeres, a las
que se les llama mujeres presbíteros o presidentes, sean ordenadas en las
Iglesias. Creemos realmente que las mujeres diáconos han sido ministros de
esas cosas […]. Creemos que se les encargaba a las mujeres el oficio del
bautismo para que trataran los cuerpos de otras mujeres sin ningún profundo
sentimiento de vergüenza […] al igual que aquellas a las que se llamaba
mujeres presbíteros asumían el oficio de predicar, liderar y enseñar, de igual
manera las mujeres diáconos habían asumido el oficio del ministerio y del
bautismo, una costumbre que ya no es conveniente14.
Para el siglo V, aún existían mujeres que luchaban por mantenerse fieles a la
práxis de Jesús y por ello continuaban al frente de algunas iglesias. Este hecho
al ser conocido por el Papa Gelasio I, le causó rechazo y escribiéndole a los
obispos del sur de Italia em el 494 (carta 14) les dice:
Hemos oído, para nuestra consternación, que el desprecio de las cosas divinas
ha llegado hasta tal punto que las mujeres son animadas a servir en los
sagrados altares y desarrollar todas las demás labores que son asignadas sólo al
servicio de los hombres, y para las que ellas no son apropiadas15.
tiempo hicieron oír su voz, aquellas que fueron marginadas y excluidas del
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Capítulo I
La mujer en las iglesias Católica y Ortodoxa
dictaminado por el papa Juan Pablo II, cuando en 1994, queriendo dejar zanjado
el tema de la ordenación femenina, publicó su Carta Apostólica “Ordinatio
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En su Carta, Juan Pablo II señaló que ni aún María, la madre de Jesús, recibió
“la misión propia de los apóstoles, ni la ordenación sacerdotal”, demostrándose
con ese hecho que el sacerdocio estaba reservado únicamente para los varones
(pto. 3). Juan Pablo II concluyó su Carta deseando poner fin a toda discusión
futura sobre este tema:
[…] con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que
atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de
confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en
modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y
que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de
la Iglesia (pto. 4).
Trece años más tarde, en el 2007, el papa Benedicto XVI tipificó el delictum de
“intento de ordenación de mujeres” al nível de latae sententiae, es decir, como un
delito muy grave cuya pena amerita la excomunión mayor, complicando aún
más el asunto de la ordenación femenina5. Pero, ¿cuáles son las razones que
tiene la Iglesia para no ordenar mujeres al ministerio eclesiástico? Las razones
son:
1. El hecho de que Cristo escogiera solo varones para el apostolado.
2. La práctica constante de la Iglesia, que ha imitado a Cristo, escogiendo
sólo varones.
3. El Magisterio, que ha establecido que la exclusión de las mujeres del
sacerdocio está en armonía con el plan de Dios para su Iglesia.
Quizás debamos añadir una cuarta razón a esta lista: el tema de la “semejanza
natural”, es decir, puesto que en su muerte Cristo fue tanto sacerdote (varón)
como víctima, se necesita que quien presida el sacrifício de la eucaristía sea
también un sacerdote varón pues quien la preside se convierte en signo de
Cristo. Ante esto, la mujer queda imposibilitada para ser signo adecuado de
Cristo sacerdote y víctima pues no es varón y por eso, no puede ejercer el
sacerdocio6.
Esta postura de la Iglesia impide entonces que las mujeres lleguen algún día
consagrar la eucaristia, proclamar una homilía, administrar cualquier
sacramento y aspirar a posiciones de gobierno (episcopado, papado). Ahora
bien, que la mujer católica no tenga acceso a la ordenación sacerdotal, es decir,
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que no pueda llegar a ser diaconisa, presbítera y obispa no quiere decir que ella
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Bernard Coster21 ha señalado que la Reforma del siglo XVI nunca fue un
movimiento unido, pues “desde el inicio, consistió en una serie de movimientos
que se separaron de la iglesia romana”, por tal motivo nunca fue “un
movimiento unido que posteriormente se dividió”. Este origen plural del
protestantismo hace que tanto su teología como su espiritualidad, así como su
posterior desarrollo y sus posiciones eclesiales sean también plurales. Es por
ello que en el protestantismo (en sus numerosas denominaciones)
encontraremos variadas posturas en cuanto al tema del liderazgo femenino. Sus
principales denominaciones no poseen hasta ahora una sola palabra que defina
adecuadamente la presencia y el rol de la mujer dentro de sus iglesias.
En este capítulo le daremos una mirada a la situación actual de la mujer en las
principales iglesias de la Reforma: las iglesias luterana,
presbiteriana/reformada y anglicana. Al conocer sus diversas posturas sobre la
mujer en el ministerio nos daremos cuenta de lo diverso que es el
protestantismo en este punto y conoceremos también los desafíos que aún
tienen algunas de sus iglesias para llegar a ser comunidades igualitarias en
donde se ejerza en su plenitud el sacerdocio de todos los creyentes.
En la Iglesia Luterana
Entre los luteranos podemos ver dos tendencias: una, practicada por las iglesias
pertenecientes a la Federación Luterana Mundial (FLM) y otra, practicada por
las iglesias afiliadas al Concilio Luterano Internacional (CLI)22. La FLM está
compuesta por iglesias que han decidido caminar en consonancia con los
actuales cambios sociales, por tal motivo son conocidas como modernistas. Esta
postura se ve reflejada en el hecho de que las mujeres disfrutan de los mismos
derechos que los hombres: ellas pueden ser ordenadas como pastoras, obispas y
presidentas de sus iglesias, incluyendo el ejercicio de cargos dentro de la
Federación. Es muy común entonces, ver a pastoras dirigiendo congregaciones
locales en diferentes partes del mundo, así como obispas. Recordemos que el
papa Francisco en su viaje a Suecia, en 2016, fue recibido por la obispa luterana
Eva Brunne, la cual expresó que el Papa representaba “un soplo de aire fresco
para la Iglesia”. Alemania, Canadá, EE.UU., Nicaragua, Chile y Perú23 son
algunos de los países que también cuentan con obispas luteranas.
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desde esa fecha han contado con mayoría femenina. Hoy la denominación
cuenta con un 70% de mujeres en su membrecía. Cuando en 1999 se efectuaron
las primeras ordenaciones, tres mujeres y dos hombres fueron consagrados al
pastorado y hasta hoy sigue habiendo más pastoras que pastores. Como iglesia
representante de la FLM en el Perú, la IL-P se alinea a las posturas inclusivas de
la Federación y por ello, considera que el acceso pleno de las mujeres al
ministerio eclesiástico es producto directo de la doctrina del sacerdocio
universal del creyente, así como del significado pleno de Gálatas 3:28 y de lo
expresado en 1 Timoteo 3:1, en donde se anima a los creyentes al episcopado24.
Por otro lado, los luteranos afiliados al CLI no ordenan mujeres para el
pastorado, restringiéndolo únicamente a los varones. El Concilio ha establecido
que las mujeres pueden servir en las iglesias como diaconisas, entendiendo el
diaconado como una función de servicio, tanto eclesial como social25. Aunque
como luteranos sostienen el sacerdocio universal del creyente, ellos distinguen
este sacerdocio del sacerdocio ministerial, al cual solo acceden varones. Afirman
que Lutero no promovió en ningún momento el pastorado femenino y por ello,
ningún luterano debería promoverlo. Una iglesia fraterna del CLI es la Iglesia
Evangélica Luterana-Perú (IEL-P), quienes se identifican en parte con la
posición del Concilio. Félix Quispe26, pastor de esta denominación, explica así la
posición de su iglesia en cuanto al papel del liderazgo femenino:
La IEL-P en sus inicios sostenía que la responsabilidad del púlpito era de todos
(es decir, era una iglesia congregacionalista). Nuestra interpretación del
sacerdocio universal del creyente nos llevó a aceptar que la responsabilidad de
la iglesia debe recaer sobre todos sus miembros. Cuando en agosto de 1995, la
Iglesia se nacionaliza, se empieza a forjar una visión propia acerca del rol de la
mujer dentro de la Iglesia. Lamentablemente, esta visión aún está en
construcción. Por el momento, la responsabilidad de la Iglesia recae sobre sus
pastores únicamente. A la mujer se le concede predicar y enseñar en el púlpito
siempre y cuando tenga la autorización del pastor. Algunos pastores lo
permiten, otros no.
Reformada del Perú (IEPRP) como la Iglesia Evangélica Presbiteriana del Perú
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Capítulo III
La mujer en las iglesias evangélicas
sobre el varón debido a que solo él es cabeza (líder) dentro del matrimonio y en
la iglesia debe replicarse el modelo que se tiene en el hogar. Por ello, se sostiene,
Pablo en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 estaría preocupado “en proteger el
principio del orden del liderazgo en las relaciones hombre-mujer”, liderazgo en
el que el hombre es quien ejerce la autoridad por sobre la mujer. De esta
manera, “tener a una mujer como pastora o anciana confundiría la relación
esposo-esposa dentro de la iglesia”.
Estas posiciones parecerían representar al pensamiento evangélico conservador
en cuanto al rol de la mujer en la Iglesia. Por ello, iglesias evangélicas clásicas
como algunas bautistas41, la Alianza Cristiana y Misionera y la Iglesia
Evangélica Peruana, esta última una iglesia nacional de corte presbiteriano,
enfatizan la distribución de roles ministeriales según los sexos como parte de su
vida eclesial. Otras iglesias evangélicas como el Ejército de Salvación, la Iglesia
del Nazareno y algunas wesleyanas sí aceptan la ordenación de mujeres
concediéndoles a ellas el mismo nivel de participación y los mismos derechos
con los que cuentan los varones en estas denominaciones. En este capítulo
daremos un vistazo a cuatro iglesias de las mencionadas a fin de conocer mejor
sus puntos de vista referentes a la mujer en el ministerio.
En la Iglesia Evangélica Peruana (IEP)
La IEP, una de las primeras denominaciones fundadas en el Perú (1893), está
integrada por congregaciones locales que son gobernadas por el consistorio,
conformado por un grupo de ancianos elegidos cada dos años. Los
representantes elegidos de estos consistorios conforman el presbiterio. Varios
presbiterios conforman un sínodo. En la actualidad la IEP cuenta con quince
sínodos a nivel nacional. Aunque oficialmente la denominación no concede
autoridad-gobierno a las mujeres, ni les concede ser ancianas, solamente les
permite el diaconado, pues sostienen que ir más allá sería “no bíblico”, en la
práctica han existido mujeres a cargo de congregaciones fungiendo como
pastoras. Tales son los casos de Irene Gozin, “eminente diaconisa” en la iglesia
de Huacho y “una gran sierva en el pastoreo de la congregación” y Eloiza
Huete de Chamorro, natural de Huánuco, quien se destacó como exponente de
la Palabra de Dios ganándose el título de “La anunciadora de la Región de Dos
de Mayo”42.
A pesar de la negativa denominacional de contar con pastoras al frente de
congregaciones y con ancianas en los consistorios, existen congregaciones de la
IEP que cuentan con mujeres en estos cargos. Eso quiere decir que hay mujeres
que administran los sacramentos (santa cena y bautismo), predican en sus
iglesias los domingos, presiden y toman decisiones. Algunas hasta presiden
consistorios. Lo único que las que avala es el respaldo de sus iglesias locales.
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Segunda parte
Una mirada a los orígenes:
Jesús y Pablo
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Capítulo IV
Jesús y las mujeres
Desde los días del ministerio de Jesús en Galilea, las mujeres han estado
presentes en su movimiento, el mismo que años después sería llamado
cristianismo. De esta manera, el cristianismo surge en el mundo con una
importante presencia femenina que empieza con María, la madre de Jesús (Mt
1:18), y que avanza en la historia con muchas otras mujeres que con su
participación y liderazgo supieron ponen de cabeza el orden social de la época.
Si deseamos hablar del rol que la mujer desempeñó en el cristianismo antiguo,
es nuestro deber empezar prestando atención a la presencia de ellas en el
movimiento iniciado por Jesús en la Galilea del siglo I. Lucas dejó registrado
que “algunas mujeres” y luego “muchas más”, hacían lo mismo que el grupo de
los Doce: acompañaban a Jesús (8:1-3). Al parecer, el evangelista no hace
ninguna distinción entre la actividad de las mujeres y la de los Doce. Ambos
grupos (que en realidad es uno solo) siguen a Jesús y lo acompañan en sus
viajes. Este hecho da pie a que, como hace Monique Dumais, estas
acompañantes del Mesías puedan ser consideradas verdaderas discípulas: “No
existe la menor dificultad para reconocer como discípulas a las mujeres que
acompañaron a Jesús muy de cerca”1.
No cabe duda de que Jesús permitió mujeres en su movimiento y que las hizo
receptoras de su enseñanza. Esto marcó una revolución para las costumbres
sociales de la época pues ellas no sólo estaban excluidas del culto judío, sino de
la posibilidad de acceder a Dios por sus méritos, ya que ellas solamente tenían
“posición” ante Dios por medio de los méritos de sus maridos. En los días de
Jesús, las mujeres no estaban obligadas a estudiar la Torá porque se las
consideraba incapaces de comprender la enseñanza religiosa, solamente en sus
casas y bajo el liderazgo del marido ellas podían ser instruidas en lo religioso.
Aun en el Templo de la época de Jesús (“el de Herodes”), el atrio de las mujeres
estaba separado del atrio de Israel, lo que colocaba a la mujer fuera del espacio
reservado a los varones2. En las sinagogas, lugar para el estudio de la Torá, el
espacio reservado para ellas estaba rodeado de barreras y rejas de separación, y
en uno de sus rincones se almacenaba la leña carcomida para los sacrificios3. A
este espacio ellas entraban por una puerta diferente a la de los hombres y una
vez “dentro”, ellas no tenían derecho a leer la Torá públicamente: “La mujer no
lee la Torá en voz alta por causa del honor de la congregación” (Baraithá)4.
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Como vemos, el camino de las mujeres hacia Dios había sido obstaculizado por
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innovador al respecto9.
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Las cenas del reino: un espacio para todos
El Reino de Dios anunciado por Jesús tiene como expresión máxima la “mesa en
común”, la cena, a la cual toda la humanidad está invitada. Antonio Piñero
señala que hay un relativo consenso en pensar que esta mesa en común era para
Jesús un signo del Reino de Dios que iba a venir pronto, cuyo símbolo más
perfecto era el banquete y la alegría que significaba10. Así lo demostró Jesús en
su movimiento al buscar compartir la mesa con pecadores, con discípulos, con
autoridades del pueblo, etc.11. En estas cenas, Jesús compartía más que la
comida: él compartía su vida, su persona y su enseñanza. Cada una de las cenas
que Jesús tenía con la gente eran signos que apuntaban a la gran cena, aquella
con que inauguraría el Reino de su Padre en la tierra y que él mismo
encabezaría. La última cena, aquella que celebró con sus discípulos la noche en
que fue arrestado, cumple esta función. Es imposible entonces pensar que, en
estas cenas del Reino, que manifestaban la apertura de Dios al ser humano (sea
hombre o mujer, santo o pecador), así como su cercanía a la humanidad y su
deseo de intimar con ella, a las mujeres se les haya prohibido su participación
plena12. Dice Piñero:
Si Jesús incluía a las mujeres en las cenas en las que participaba, pues
haciéndolo buscaba trasmitirles la aceptación y la cercanía de Dios, es más que
probable que en la última cena ellas también hayan podido estar presentes
junto con los demás discípulos. Que en Hechos se lea que las mujeres
participaran libremente en el partimiento del pan (así como en las oraciones, la
comunión unos con otros y en las enseñanzas de los apóstoles), que no es otra
cosa que la repetición comunitaria de la última cena, nos da pie para sostener
que Jesús también partiera el pan con ellas en la noche de su pasión. Si ellas no
hubieran estado presentes aquella noche, es muy probable que en las iglesias
fundadas por los apóstoles a ellas se les hubiese pedido abstenerse o retirarse al
momento del partimiento del pan.
María de Magdala
Al referirnos a las mujeres discípulas de Jesús no podemos dejar de mencionar a
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una en especial: María de Magdala. No cabe duda que Jesús tuvo una actitud
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Capítulo V
Las mujeres en las primeras comunidades
y estuvo al frente de ella puesto que era la dueña de casa, lo que la llevaría a
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Para Pablo, la nueva realidad que trajo Cristo significa que ahora “ya no hay
judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos son uno en
Cristo Jesús” (Gal 3:27,28), lo que significa que en la comunidad cristiana ya no
hay diferencias ni de raza, ni de clase social, ni de género, pues todos somos
uno. Esta nueva realidad chocaba frontalmente con los valores dominantes de la
sociedad helenista, de los cuales Pablo había participado también. Existía un
tópico retórico sobre “los tres motivos de gratitud”, que se atribuían a Tales o a
Platón, que decía: “Porque he nacido ser humano y no bestia, hombre y no
mujer, griego y no bárbaro”. Después de su conversión y al aprender sobre
Jesús y su movimiento, toda la equivocada concepción humana que poseía el
apóstol fue transformada: ahora se veía siendo uno con un grupo humano al
que antes despreciaba, las mujeres.
Esta nueva realidad existencial permitió a Pablo promover y elogiar el liderazgo
femenino en sus comunidades y una de las formas en que lo hizo fue haciendo
espacio en ellas para que se oyera la voz de la mujer a través de la profecía (1
Co 11:5). A través de sus cartas podemos conocer a algunas mujeres que no
estaban silenciadas en las congregaciones y mucho menos inactivas bajo la
sombra de los varones. Al contrario, estas mujeres son elogiadas por su
esfuerzo, liderazgo y fruto obtenido por sus labores de servicio. Ya hemos
mencionado a Lidia y a Priscila, esta última denominada por el apóstol como
“su colaboradora” en Romanos 16:3 (título que Pablo también le concede a
Timoteo en 2 Tim 4:21). En este apartado mencionaremos a algunas cuantas más
que trabajaron al lado de Pablo y que, por lo tanto, ejercieron el liderazgo de
manera tan admirable que al apóstol no le quedó más que reconocer su loable
labor y colocarlas como ejemplo ante todas las comunidades cristianas.
Febe (Ro 16:1,2). Mujer influyente en la iglesia de Céncreas (Corinto), es llamada
por Pablo “hermana”, “diakonos” y “bienhechora”. Al llamarla “hermana”,
Pablo está reforzando su autoridad como líder local, reafirmando su
contribución en el anuncio del evangelio y su papel de dirigencia (Flp 4:21), así
como señalando su función en la animación comunitaria y su labor para
reforzar los lazos de lealtad internos37. Con el título de “diákonos” Pablo la está
reconociendo como servidora, “ministra”, de la iglesia en Céncreas tal como lo
hiciera con Timoteo (Flp 1:1), Apolos (1 Co 3:5), Epafras (Col 1:7), con él mismo
41
(1 Co 3:5; Ef 3:7; Flp 1:1) y con Jesús (Ro 15:8). Este título dado por Pablo a Febe,
suele definir, en general, una función eclesial importante y reconocida: Este
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título es empleado por Pablo, siguiendo un uso profano, para definir el rol de la
autoridad civil puesta al servicio de Dios (Ro 14:4-6). Si Febe es llamada
diaconisa de la Iglesia de Céncreas, significa que en esa comunidad ella
realizaba y cumplía con un rol influyente y reconocido, característico de los
responsables locales38.
No debemos confundir la labor de diaconía de Febe con la labor diaconal que
surge en la Iglesia del siglo III (Orden de las diaconisas), mucho menos con la
labor que existe hoy en muchas iglesias cristianas bajo la designación de
“diaconado”, pues sencillamente no son lo mismo. Habíamos visto que en el
primer siglo Pablo, Apolos, Timoteo y aún Cristo son llamados “diákonos”, es
decir servidores de Dios puesto que en ese tiempo “diákonos” es una palabra
que designa un servicio general en la Iglesia, en el caso de Febe este servicio
habría consistido en predicar/enseñar y velar por las iglesias, según Elisabeth
Shüssler Fiorenza39, responsabilidades que no están ligadas al diaconado
actual40.
Por último, se le da el título de “bienhechora”, “benefactora”, “protectora” (gr.
prostatis)41. Febe, como protectora, habría acogido a Pablo y a otros misioneros
en su casa de Céncreas, y probablemente también les facilitaría el acceso a
personas influyentes de su ciudad o de otros lugares. Esto es lo que habrían
hecho otras mujeres o varones considerados patrones o benefactores. Las
funciones desempeñadas por estos bienhechores, varones y mujeres, habría sido
muy útil para la extensión y consolidación del movimiento cristiano. Y nos
habla de la ayuda que habría podido prestar a nivel económico, social y
jurídico. Es decir, Febe ha podido desempeñar tareas de patronazgo y contar
con cierta influencia, que puso al servicio de quienes llegaban a su casa. Si bien
el patronazgo que esta mujer pudo ejercer no tiene que entenderse
necesariamente como “presidente” de una asamblea litúrgica, lo que sí está
claro es que habría recibido honor, prestigio y autoridad, por los actos con los
que ha beneficiado a la comunidad42. Su prestigio en la comunidad de Céncreas
la hacía digna de un recibimiento especial por parte de los cristianos de Roma.
María, Trifena, Trifosa y la amada Pérsida (Ro 16:6,12). En la misma carta a los
romanos, Pablo envía saludos a una tal María, “que se ha afanado mucho por
ustedes”. “Afanarse” o “trabajar” (como lo traducen algunas versiones) es una
traducción del verbo griego “kopiao”, empleado por Pablo para designar el
trabajo misionero o pastoral dentro de una comunidad43. María y las otras tres
mujeres saludadas por el apóstol son mujeres que, de una u otra forma, han
aportado una contribución importante a la obra de evangelización, y el apóstol
Pablo lo reconoce abiertamente en su carta a los romanos44. Estas mujeres,
42
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Capítulo VII
Razones del cambio
y el papel de las epístolas
Las cartas de Pablo nos muestran su total apertura al liderazgo que las mujeres
ejercían en las primeras comunidades. Escribiéndole a los cristianos de Corinto
les dice que las mujeres “oren y profeticen con la cabeza cubierta” (1 Co 11:5), a
pesar de los inconvenientes que las mujeres estaban ocasionando por orar y
profetizar sin velo. Él no les prohíbe profetizar en público, sino que regula la
práctica ordenando que se respeten las convenciones sociales y culturales de la
ciudad (el uso del velo y/o el uso del cabello largo). Su postura a favor de que
las mujeres presidan, enseñen y ejerzan autoridad en las iglesias hace que lo
escrito en 1 Co 14:33b-35 (“que las mujeres guarden silencio en las iglesias…”)
aparentemente contradiga esta actitud. Pero nada más alejado de esto, hoy son
muchos los biblistas que consideran estas palabras como una interpolación1
posterior pues van en contra de lo que las mismas cartas de Pablo manifiestan
acerca de su actitud hacia las mujeres.
Aproximadamente en el año 66 d.C. muere Pablo decapitado en Roma, según la
tradición, y de acuerdo a los mejores exégetas dejando escritas siete cartas: 1
tesalonicenses, 1-2 Corintios, Gálatas, Filemón, Romanos y Filipenses2. Después
de él, las iglesias fundadas por el apóstol, así como las que se identificaban con
su teología, poco a poco se fueron alejando de sus enseñanzas. Por ejemplo, la
iglesia de los corintios, aproximadamente para el 96 d.C., continuaba con sus
problemas de división y aun los habían empeorado pues un grupo importante
de jóvenes laicos se habían sublevado contra sus ancianos (presbíteros),
destituyéndolos de sus funciones, ocasionando el debilitamiento del testimonio
de esta iglesia ante las demás y ganándose una dura reprensión por parte de
Clemente, obispo de la iglesia de Roma3. Por esa misma época, las iglesias de
Éfeso y Laodicea4, iglesias evidentemente paulinas, serían reprendidas también,
esta vez por Juan, por haber dejado de amar a su Señor y por haber abrazado la
tibieza espiritual (Ap 2:4,15,16).
En cuanto al liderazgo femenino en las iglesias fundadas e influenciadas por
Pablo, fue algo que empezó a restringirse poco a poco después de la muerte del
apóstol. Las iglesias gentiles, que en su mayoría eran paulinas, fueron
alejándose de aquella comunidad de iguales anunciada por Jesús y predicada
por Pablo5. En este capítulo describiremos cómo se fue dando este proceso de
46
alejamiento mencionando las razones por las que se dio y las consecuencias
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funestas para todo el movimiento iniciado por Jesús. Las razones de este
cambio perjudicial para la Iglesia, y más para las mujeres, fueron: la presión
externa sociocultural, en la que jugarán un importante papel las cartas
postpaulinas (Efesios, Colosenses y 1 Pedro)6; las luchas internas por el poder, aquí
entran en escena las cartas deuteropaulinas (las Pastorales) y la
institucionalización de la Iglesia, en donde influirá grandemente el pensamiento y
enseñanza de los Padres Apostólicos y de los Padres de la Iglesia. Esta última
razón la estudiaremos en los próximos capítulos.
sobre el varón, siendo este último punto uno de los temas también proclamado
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por el cristianismo10.
La fuerte presión exterior de la cultura grecorromana, que veía en las casas-
iglesia una célula subversiva que desafiaba el orden patriarcal y los valores de
la sociedad romana, hizo que los líderes de las primeras comunidades opten
por incorporar estos valores a la vida de la Iglesia. Ellos temían que, si
continuaban con una posición contraria a la sociedad, las comunidades
cristianas desapareciesen por completo11. Se necesitaba edificar una imagen
pública que no fuera “tan subversiva”, que aceptara el orden social establecido
y que poseyera un lenguaje que el mundo exterior pudiera entender. En este
contexto es que se escriben, desde círculos paulinos posteriores al apóstol, las
cartas a los Efesios, a los Colosenses y 1 Pedro. En estas cartas, sus autores
exhortarán a las iglesias a adoptar los valores de la época, valores que tendrían
consecuencias desafortunadas para las mujeres12.
En la carta a los Efesios (5:21-6:9), escrita aproximadamente entre los años 70-90
d.C., el autor desarrolla la relación entre marido y mujer, padres-hijos y amos-
esclavos usando los códigos domésticos de la época. Usa además referencias
teológicas de forma abrumadora para inculcar la docilidad de la parte
sometida13, así como para suavizar la autoridad del varón (el marido representa
a Cristo y la mujer a la Iglesia. Así como la Iglesia se somete a Cristo, la mujer
debe someterse al marido). A los hijos les corresponde obedecer a sus padres
como lo ordena la Ley y los esclavos deben obedecer a sus amos como si fueran
Cristo.
En la carta a los Colosenses (Col 3:18-4:1), escrita aproximadamente en el año 80
d.C., su autor exhorta a la sumisión patriarcal afirmando que ello es
“conveniente en el Señor” (a las mujeres), agradable al Señor (a los hijos) y una
actitud respetuosa para con el Señor (a los esclavos). De esta manera refuerza el
orden social de la época, manteniendo y perpetuando la división social que
Pablo veía ya superada gracias a Cristo (Gal 3:27,28).
En 1 Pedro (2:13-3:7; 5:1-5), escrita aproximadamente a la mitad de la década de
los 90 d.C., su autor exhorta a un estilo de vida que respete las principales
instituciones del mundo antiguo: el oikos y la polis, la casa y la ciudad. Todo el
documento respira la preocupación por que los cristianos muestren obediencia
y respeto a estas instituciones y a sus representantes14. Esta preocupación
radicaba en el hecho de que los matrimonios cristianos y la conducta de los
esclavos cristianos se encontraban bajo sospecha. Por esta razón se les exhorta a
los creyentes a tener una buena conducta entre los incrédulos a fin de que esa
conducta “respondiera a las expectativas más exigentes sobre aquello que es
socialmente apropiado”15. En otras palabras, que se comporten según los
48
(100-165) escribe que para su tiempo “los dones proféticos permanecen con
nosotros”25. Ireneo de Lyon (120-202) reconociendo la presencia de los dones
proféticos en su tiempo, advertía que estos dones eran conferidos solo “a
aquellos a quienes Dios envía su gracia desde arriba”, sólo ellos “poseen el
poder divino de profetizar; y entonces hablan donde y cuando Dios quiere”26.
También daría testimonio de que
oímos a muchos hermanos en la Iglesia, que poseen dones proféticos, y que por
medio del Espíritu hablan toda clase de lenguas, y sacan a la luz para el
beneficio general las cosas ocultas de los hombres, y declaran los misterios de
Dios, que también el apóstol denomina "espirituales", siendo espirituales
porque participan del Espíritu27.
comparar a los ministros cristianos con los del Antiguo Testamento (1Clem
40:1-5; 4:1-4; 44:4-6), contraponiéndolos a los laicos. “El paralelismo con el
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54
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Capítulo IX
La influencia de los Padres de la Iglesia
59
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Cuarta parte
La Reforma
y las mujeres
60
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Capítulo X
Las mujeres en el
pensamiento de Lutero y Calvino
posición que tienen los laicos, fuera del ministerio que tenemos en presentar la
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Palabra y el sacramento2.
Lutero, movido por su convicción de que tanto hombres como mujeres son
iguales ante Dios (iguales en culpa e iguales en cuanto a los
beneficios/responsabilidades de la salvación) promovió una cierta “liberación”
e “inclusión” de la mujer en los campos académicos y religiosos. Pero, a pesar
de estas innovaciones, pareciera que la imagen que él posee de la mujer es
ambigua: por un lado, alaba sus virtudes y defiende sus derechos cristianos y
sociales y por otro, la acusa e insulta por el simple hecho de ser mujer.
En una época en que la educación formal estaba limitada exclusivamente a los
niños varones, y pocas niñas tenían la oportunidad de estudiar Lutero afirmaba
que las niñas también debían ser instruidas, tanto dentro de la Iglesia como en
las escuelas, insistió en que se les enseñara el latín y que se les ofreciera la
misma formación que los varones recibían. Él deseaba que también las mujeres
se formaran como maestras pues con pocas excepciones sólo los varones servían
como maestros en las escuelas3. Pero, como buen hijo de su época, Lutero creía
que las niñas después de clases debían “atender debidamente los quehaceres
del hogar”, mientras que los muchachos debían “trabajar en la casa, aprender
un oficio, o lo que se quiera”. A pesar de esta diferenciación doméstica, en la
Iglesia, ambos (hombres y mujeres), podían llegar a ser “maestros y maestras,
predicadores u otros funcionarios eclesiásticos”. A las niñas que sobresalieran
en los estudios, ordenó Lutero que se les permita estudiar “más intensamente y
por más tiempo o que se dediquen por completo al estudio, como leemos de los
santos mártires que educaron a Santa Inés, Ágata, Lucía y otros”4.
Hablando de la comunidad cristiana4, el Reformador enseña que esta “no debe
ni puede estar sin la Palabra de Dios” y por ello, “debe disponer de maestros y
predicadores que la promuevan”. Para él, los cristianos (tanto hombres como
mujeres) están en la misma posición ante Dios y, por lo tanto, “no se puede
negar que cada cristiano tiene la Palabra de Dios, ha sido enseñado y ungido
por Dios para ser sacerdote, como dice Cristo en Juan 6…”. Así, las mujeres
cristianas tienen también una función sacerdotal en el movimiento protestante,
función que les acarrea importantes responsabilidades: “Si tienen la Palabra de
Dios y han sido ungidos por él, también están obligados a confesarla, enseñarla
y difundirla”, esta obligación es “so pena de perder su alma y la gracia de
Dios”. En su sermón sobre el Nuevo Testamento en 1520, enseñó que las
mujeres son sacerdotisas ante Dios por su fe en él:
La fe es la que hace la diferencia. Solamente la fe es el ministerio eclesiástico
verdadero. Por lo tanto, son sacerdotes todos los hombres cristianos; y
sacerdotisas, todas las mujeres, ya sean ancianos o jóvenes, padres de familia o
62
cristiano el poder de enseñar entre los cristianos en caso necesario”, él veía este
pasaje como el “fundamento seguro que concede a la comunidad cristiana más
que suficiente autoridad de predicar, hacer predicar y llamar”6. En el
pensamiento de Lutero la comunidad es quien elige a su presidente, a sus
maestros/predicadores y a quienes promoverán la Palabra de Dios entre ellos,
sean hombres o mujeres. Lamentablemente, en su época no hubo mujeres
pastoras que dirigieran o gobernaran las comunidades luteranas, pues no se
dieron más pasos para su establecimiento.
A la vez que transmite esta actitud positiva hacia las mujeres, el Reformador se
expresará muchas veces de forma despectiva hacia ellas:
Las niñas empiezan a hablar y tenerse en pie antes que los chicos porque los
hierbajos siempre crecen más deprisa que los buenos cultivos.
Dios creó a Adán dueño y señor de todas las criaturas, pero Eva lo estropeó
todo7.
sobre el versículo 12: “No es que les prohíba enseñar a su familia, sino que
únicamente las excluye de la misión de enseñar, la cual Dios ha encargado
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65
Página
Capítulo XI
Las mujeres en el anabaptismo
Que esta época, las mujeres anabaptistas carecieran, más que los hombres, de
capacidades lecto/escritoras, no las imposibilitaba para llegar a ser eficaces
transmisoras orales del núcleo de creencias que caracterizaron a su movimiento.
67
multitud de monjes y oficiales estaba pasando por la calle hacia el río. En medio
de ellos iba la mujer que cantaba, con la cara de igual de brillante y clara como
Página
la voz. Aunque era prisionera, parecía que María era la única en la multitud que
tenía la cara alegre.
Uno de los presentes por casualidad la oyó decir: “Esta es mi segunda boda.
Una vez fui novia de un hombre. Hoy espero ser la novia de Cristo. Hoy espero
heredar su reino con él”. Hacía mucho tiempo María había esperado este día.
Hacía un año ya que el magistrado la había arrestado porque era cristiana y
había sido bautizada como muestra de su fe. El magistrado la había amenazado
y aun había tratado de sobornarla. Él quiso que María asistiera a la Iglesia del
Estado. Puesto que ella reúso, fue condenada a ser ahogada. Esta fue una forma
clemente de ejecución que usaban principalmente para mujeres.
Llevaron a María a la orilla del agua, pero no la echaron. Por dos horas y media
la tentaron a dejar su fe: “María, María, irá mal contigo. Mira el agua”, susurró
uno. Un muchacho pequeño cogió una piedra y la tiró. Cayó en el río, y las
ruedas formadas en el agua se hicieron más y más grandes extendiéndose sobre
la superficie. El agua brillaba débilmente y parecía tan fría.
María casi pudo sentir el susto de estar sumergida en el agua. Un escalofrío la
cogió, pero entonces ella habló: “Yo me adhiero a mi Dios. Lo que Dios
comenzó en mí hace muchos años será completado hoy”. María se quitó los
zapatos y se preparó para ser echada al agua. La ataron firmemente para que no
pudiera nadar. Ella dijo: “Oh, Padre celestial, en tus manos encomiendo mi
espíritu”. Así fue ahogada María, pero su espíritu se fue a Dios, de quien ella
recibió la corona de los mártires. Los creyentes estaban grandemente
conmovidos por su ejemplo23.
La historia anabaptista está llena de casos como los de María, está llena de
historias de mujeres valientes, de fe auténtica, amantes de Dios y entregadas a
la causa de su Reino y de su justicia, llena de mujeres que “menospreciaron sus
vidas hasta la muerte” y fueron capaces de entregarlas por su fidelidad a Dios.
Mujeres como María, que no le temieron a la hoguera, al morir ahogadas o
estranguladas por su fe, llegaron a ser una valiosa fuente pedagógica y
sirvieron de incalculable motivación para la vida de miles de anabaptistas
después de ellas. 69
Página
Capítulo XII
Mujeres que sobresalieron en la Reforma
prefectura local.
Página
Argula era una mujer muy valiente, se atrevía a desafiar a sus autoridades
eclesiásticas y civiles como el Duque de Bavaria al cual le mandó decir en una
carta que ella “no era ni débil ni estúpida”. Escribió varios libros entre ellos una
sátira dirigida a un teólogo católico llamado Schatzgeyer. “Argula afirmaba que
los inquisidores habían sustituido a Cristo por Aristóteles, además de
manifestar su desacuerdo con San Pablo por imponer sobre las mujeres el
silencio en la iglesia. Esta mujer se convirtió en un símbolo de la 'confusión,
perplejidad e inquietud' femenina que se suscitó en toda Europa a través de los
textos de Lutero. Los procesos femeninos de la Inquisición revelan que esta
inquietud ya era importante, debido a las lecturas de Erasmo y de
Savonarola”30.
Úrsula Münstenberg (1491-1534), fue una monja de la orden de María Magdalena
de la Penitencia en Freiberg, Sajonia. Habiendo conocido las doctrinas
luteranas, encabezó un movimiento para lograr infiltrar en su convento dichas
doctrinas metiendo los libros de Lutero de contrabando. En 1529 decidió huir
del convento gracias a la lectura de Mateo 28:19.
Elisabeth Cruciger (1500-1535), la primera mujer casada según los principios
protestantes. Siendo mujer, participaba en discusiones teológicas con Lutero y
Melanchton quien la consideraba una mujer inteligente. Escribió un himno, “El
hijo único del cielo”, lo cual causó controversia pues las mujeres no escribían
himnos en ese tiempo y normalmente se le atribuye por error a Andrew
Knoepken.
Elisabeth Von Brandenburg (1485-1555), la mujer que influyera en la Reforma
Protestante de Dinamarca. En 1517 recibió por primera vez la eucaristía de
manos de un ministro luterano lo cual enfadó grandemente a su marido quien
la quería encarcelar a cadena perpetua. Elisabeth huyó defendiendo la postura
de que una mujer debe decidir por sí misma su propia religión. Sufrió pobreza
y soledad.
Elizabeth Dirks (?-1549), holandesa criada en un convento de monjas, sabía latín
y leía la Biblia de principio a fin. Escapando del convento se convirtió en
seguidora de Menno Simons. Es considerada una de las primeras ministras de
la Reforma, probablemente una diaconisa. A inicios de 1549 las autoridades
católicas la apresaron pensando que era la esposa de Menno y la tomaron por
maestra de la “herejía” anabaptista “al hallarla en posesión de una copia de los
Evangelios en latín, fue interrogada y torturada por los inquisidores desde el 15
de enero hasta el 27 de marzo31. Cuando sus examinadores le pidieron que
73
informara acerca de los demás anabaptistas para capturarlos, ella les respondió
valientemente: “No, mis señores. No me presionen sobre este punto.
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74
Página
Quinta parte
La rebelión de
la mujer pentecostal
75
Página
Capítulo XIII
Antecedentes
metodistas y de santidad
ellas encontraron la libertad y el respaldo que hasta ese momento no les eran
concedidos en las iglesias existentes. Este hecho no debería pasar desapercibido,
pues fue Wesley, con su enseñanza sobre la importancia de dar público
testimonio de la experiencia de santificación obrada por Dios en el corazón del
creyente (sea hombre o mujer), quien destruyera, repentina pero sutilmente, la
barrera de silencio levantada durante siglos para las mujeres. Sería cuestión de
poco tiempo para que, de testificar públicamente, se pasara a enseñar y predicar
publicamente3. Por su énfasis en el deber de testificar por parte de las mujeres,
Wesley finalmente llegó a aceptar que dentro de su movimiento ellas
predicaran, aunque no llegó a ordenarlas. Cuando se le cuestionó el hecho de
comisionar a mujeres como predicadoras y líderes, él respondió: “Dios las
utiliza para la salvación de las almas, ¿y quién soy yo para oponerme a Dios?”4.
Después de casi dos milenios, un hombre le abría las puertas del ministerio a las
mujeres5. Será quizás la profunda huella e influencia que ejerció su madre en él,
la que llevó a Juan Wesley a dar estos pasos de liberación para la mujer
cristiana. Susana Annesley de Wesley (1669-1742), fue una de las mujeres más
instruidas e inteligentes de su época. Proveniente de una familia puritana y
madre de diez hijos (otros nueve habían fallecido en la infancia)6, Susana era
una mujer muy metódica y disciplinada, amaba profundamente a Dios y su
obra. Ella es descrita como “una mujer con grandes dotes de liderazgo, una
madre que entrenaba, educaba y disciplinaba a sus hijos. Una mujer con
espíritu independiente”7. Siendo muy joven escribió en su diario “Espero que el
fuego que yo encienda haga arder no sólo a Londres, sino a toda la nación y a
todo el mundo”. Este anhelo se cumplió a través de sus hijos Juan y Carlos8.
Por ella, Juan llegaría a tener una buena impresión de la labor pedagógica de la
mujer y por eso, promovió la presencia de predicadoras y maestras de Biblia en
sus clases. Esta actitud a favor de la emancipación de las mujeres en la Iglesia
hizo que a partir de él las iglesias se organizaran teniendo en cuenta la plena
participación de las mujeres. Paul Chilcote, hablando de esta realidad dice que
antes de cumplir los doce ya la había leído completa unas ocho veces. Miembro
de la Band of Hope, una sociedad de temperancia para niños y adolescentes de la
clase obrera fundada en 1847, se convirtió en una importante activista del
Temperance Movement. Ya casada, inició un ministerio de visitación casa por casa
a familias con problemas de alcoholismo. A pesar de que Catherine era muy
tímida para hablar ante un público adulto, ella estaba convencida de que las
mujeres cristianas no solo tenían el derecho de predicar, sino también la
obligación. Por eso, cuando leyó en un periódico que las mujeres no tenían el
derecho de utilizar el púlpito se decidió a publicar en 1859, en el mismo
periódico, un artículo titulado “Ministerio Femenino: El derecho de las mujeres
a predicar el Evangelio”. A través de sus ideas, contribuyó fuertemente a las
creencias y reglamentos de su nueva organización, el Ejército de Salvación.
Hannah Wittal Smith (1832-1911), quien aún antes del surgimiento del
pentecostalismo ya compartía púlpito con los que serían pioneros de este
movimiento. Fue la primera Superintendente del Departamento de
Evangelismo de la Unión Femenil Cristiana de Temperancia. Hannah fue una
ardiente defensora del voto femenino en Estados Unidos, pues creía que “las
mujeres habían sido liberadas por la obra de los principios de Cristo, que había
declarado que, en él, no hay mujer ni hombre”14.
Amanda Matthews-Berry Smith (1837-1915), siendo hija de esclavos logró ganar
su libertad de la esclavitud gracias a su habilidad como predicadora. Empezó a
predicar a los 33 años y en su carrera como predicadora tuvo que enfrentarse al
machismo, llegando a ser una brillante predicadora internacional. Predicó con
mucho éxito en las islas británicas, Liberia, Sierra Leona, Birmania (Myanmar) y
en la India. En este último país fue elogiada por el obispo metodista Thoburn.
Alma White (1862-1946), quien después de haber sido una popular predicadora
metodista y participante de la Asociación de la Iglesia Metropolitana, una de las
tantas asociaciones de santidad, fundó la Iglesia Pilar de Fuego. Llegó a ser la
primera mujer en ser ordenada obispo en los Estados Unidos, su ordenación la
efectuó el evangelista de santidad William Godbey. White fue una vehemente
feminista que defendía la igualdad de las mujeres protestantes blancas, aunque
defendió también el racismo y el antisemitismo.
Agnes Ozman (1870-1937), aquella humilde predicadora de Wisconsin que con
su experiencia glossolálica, según J. Roswell Flower, secretario fundador de las
Asambleas de Dios, inició el movimiento pentecostal del siglo XX 15 y así llegó a
ser “la catalizadora del derramamiento de la lluvia tardía del Espíritu Santo, la
cual estaba a punto de cubrir toda la tierra”16. Después de recibir el bautismo en
79
Pentecostés hasta el último día de su vida, presagiando así una nueva era, era
en que las mujeres ministrarían de formas nunca antes vistas en la historia del
cristianismo.
Todas estas mujeres se movieron en un plano de igualdad sobresaliente.
Basadas en las Escrituras, cada una de ellas lograron ocupar posiciones de
liderazgo en el movimiento de santidad y disfrutar de una autoridad e
influencia más allá de lo local, jamás antes vistas en la historia de la Iglesia.
Estas mujeres fueron las precursoras directas del movimiento pentecostal que
surgiría en Estados Unidos en 1906, fueron la inspiración y modelo de
centenares de jóvenes pentecostales que se lanzaron a la predicación, a la
enseñanza y al pastorado en un contexto social opuesto a las mujeres y a sus
labores emancipatorias. Cada una de ellas, y las muchas otras no mencionadas
aquí, con su valentía, agallas y determinación dejaron un importante legado
tanto a las nuevas iglesias pentecostales que empezaban a surgir, como a las
propias iglesias de santidad ya existentes y a las iglesias cristianas en general.
Sus labores proféticas, apostólicas, evangelísticas, pastorales y educativas
contribuyeron, sin ellas saberlo quizás, a la formación de la identidad del nuevo
movimiento que estaba próximo a cubrir la tierra.
80
Página
Capítulo XIV
Lideresas pentecostales
en el inicio del movimiento
Habíamos visto cómo el movimiento wesleyano y el de santidad habían
proporcionado una favorable plataforma de igualdad ministerial a las mujeres
que participaban en ellos. Esto propició que, al surgir el pentecostalismo, se
produjera una masiva “revolución” por parte de las mujeres que se adherían a
él. Estas mujeres “rebeldes al sistema”, por su apertura al Espíritu lograron
rápidamente ocupar lugares de liderazgo: pastorales, misioneros, educativos y
de gobierno. Poco les interesaron a las primeras pentecostales el mandato de 1
Timoteo 2:11-15, el “orden” tradicional de la Iglesia antigua y la “inferioridad
femenina” que había imposibilitado a la mujer, por casi dos milenios, a ejercer
autoridad sobre el varón. A los primeros pentecostales (hombres y mujeres)
más les interesó poner en práctica el sacerdocio de todos los creyentes y usar
efectivamente los dones y ministerios dados por el Espíritu. Por ello, Susan
Hyatt escribe que “el avivamiento de la calle Azusa puso en primer plano el
ministerio de las mujeres”17.
Protagonistas en el avivamiento
Quien quiera que revise los detalles del origen del movimiento pentecostal
estadounidense, del cual proviene casi la totalidad de las iglesias pentecostales
clásicas y al cual se remiten también los millones de carismáticos modernos de
las iglesias protestantes y católica, se dará cuenta del papel protagónico que
tuvieron las mujeres en los primeros años del movimiento, tanto en su primera
etapa en 1901, como en el avivamiento de la calle Azusa en 1906.
Primeramente, el movimiento pentecostal se inició con ellas cuando, a
principios de 1901 la joven Agnes Ozman le pidió a su profesor Charles Parham
que imponga sus manos para recibir el bautismo en el Espíritu Santo. Antes de
esto, Parham y sus alumnos habían buscado este bautismo, pero sin tener éxito.
No fue sino hasta que le impusiera las manos a su alumna que el avivamiento
se desató, siendo Ozman la primera persona en recibir el bautismo en el
Espíritu con la evidencia de las lenguas en el siglo XX. Después de esta
experiencia, Parham llevó el mensaje pentecostal a muchas ciudades de los
Estados Unidos y siempre llevaba a mujeres predicadores en su equipo. Muchas
de ellas llevaron el mensaje pentecostal fuera del país, como Bernice C. Lee en la
India y otras, fundaron y pastorearon nuevas iglesias, como Marie Burgess
81
dice que él
entrenó a mujeres para el ministerio en su Movimiento de Fe Apostólica desde
1900 en adelante. Su cuñada, Lilian Thistlewaite, tuvo sus propias reuniones en
todo el medio oeste y apareció junto a Parham en otras reuniones. Parham
comisionó a varias mujeres para establecer iglesias y servir como pastoras.
Jennie Moore (1883-1936), quien siendo una humilde mucama fue la primera
mujer en recibir el bautismo en el Espíritu, gracias a la imposición de manos de
Lucy Farrow, en una de las reuniones que dirigía Seymour en la calle Bonnie
Brae 214, antes de empezar las famosas reuniones de la calle Azusa. Según
Synan22, llegó a ser una de las más tempranas evangelistas pentecostales al
llevar la noticia del bautismo en el Espíritu y la evidencia de las lenguas a varias
iglesias de los Ángeles. Se convirtió en la ayudante de Seymour cuando este
abrió las reuniones en la calle Azusa y en 1908 se casó con él y sirvió a su lado
hasta su último día de vida. Al morir Seymour, ella se convirtió en la pastora de
la Misión de la calle Azusa hasta su muerte.
Las mujeres que acabamos de mencionar son sólo unas cuantas líderes
pentecostales de la primera hora que supieron responder al llamado que Dios
les hiciera y que se situaron al frente del movimiento sirviendo en áreas
tradicionalmente reservadas para los varones, como el pastorado, la enseñanza
y la dirección de denominaciones. Aparte de las mencionadas, existieron miles
de mujeres bautizadas en el Espíritu que impactaron su generación haciendo
uso de la palabra y glorificando a Dios a través de sus dones espirituales. Estas
miles de mujeres, a través de su rebeldía hacia las normas, tradiciones y
limitaciones del mundo eclesial de la época, lograron cambiarle el rostro al
cristianismo global y demostrarle que su participación en el liderazgo no es
simplemente una excepción en los planes divinos sino, el plan excepcional de
Dios para su Iglesia de todos los tiempos.
85
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Capítulo XV
Las mujeres en los orígenes del
pentecostalismo latinoamericano
“Las mujeres pentecostales de América Latina y del Caribe sentimos un
llamado a proclamar el Reino de Dios por todo el mundo, sentimos la unción
del Espíritu Santo […] Tenemos capacidades de dones dados por Dios que
enriquecen la vida de nuestras congregaciones, la de las comunidades en que
estamos insertas”26. Este es parte del pronunciamiento que las mujeres
pentecostales, reunidas en el Encuentro Pentecostal Latinoamericano
desarrollado en la Habana, Cuba (1998), bajo el lema “Jubileo: Fiesta del
Espíritu”, emitieron al continente deseando dejar en claro que es el Espíritu de
Dios quien las llama, empodera y comisiona para cumplir la misión de
proclamar el Reino de Dios y edificar la Iglesia. Por ello, quien quiera ir contra
esta participación de la mujer pentecostal en el ministerio, tendrá que ir contra
la voluntad del mismo Espíritu.
cuando recientemente había caído el Espíritu Santo con poder, las personas
bautizadas, fueran niños, o niñas, hombres o mujeres, se sentían impulsados a
salir a las calles y pregonar a toda voz, a ir a sus amigos y vecinos, a hacer viajes
a otras partes, con el sólo fin de llamar al arrepentimiento a los hombres.
exactamente a una ciudad del norte del país llamada Belén (Estado de Pará).
Seis años después llegaría a apoyar a Vingren la joven Frida Strandberg,
enviada por su iglesia “Filadelfia”, ubicada en la ciudad de Estocolmo. El
misionero ya había fundado la Assembleia de Deus no Brasil y años antes había
conocido a Frida en Suecia, quien se había entusiasmado cuando él le habló de
su labor en el país sudamericano. Tres meses después de llegar a Brasil, Frida se
casa con Vingren y empieza a dedicarse a los servicios sociales de la iglesia
(cuidado de niños, de huérfanos, visitas a los ancianos y a los enfermos) 37,
servicios realizados únicamente por las mujeres.
Debido a que Vingren sufría de constantes padecimientos pasaba mucho
tiempo en cama. En esos momentos, era Frida quien se hacía responsable de la
obra junto con algunos obreros de la iglesia y quien se colocaba al frente de los
cultos al aire libre, liderando a los obreros. Con el tiempo, ella iría asumiendo
cada vez más los deberes de su esposo, fortaleciéndose así su liderazgo,
causándole la oposición de algunos pastores que no veían bien el ministerio
femenino. A pesar de ello, Frida, con mucho talento empieza a traducir himnos
suecos al portugués y compone algunos, dirige la revista de la denominación
“Buena Semilla” y continúa en el ministerio de la predicación. En 1924, los
esposos y sus cuatro hijos, se mudan a Rio de Janeiro y allí Frida amplía sus
labores: se convierte en la primera mujer en dirigir una Escuela Dominical (la
cual fundó en una prisión) y empieza el periódico “Som Alegre”, a través del
cual defiende el derecho de las mujeres a predicar, enseñar y adoctrinar,
después de que la denominación, en su primera Convención Nacional (1930), le
prohibiera a las mujeres pastorear y enseñar en las iglesias locales “salvo no
existan hombres capacitados para ello”38.
Por su parte, Vingren apoyó el ministerio de su esposa en todo momento, pues
él respaldaba el ministerio femenino y veía en ella a una mujer muy talentosa.
Aunque Frida fue una mujer excepcional, adelantada a su época y valiente, al
final de sus días no contó con el respaldo ni de su iglesia sueca ni de la obra en
Brasil. La obra que fundó con su esposo, le dio la espalda simplemente por ser
mujer. Aún así, su legado y enseñanza queda como lo mejor que tuvo el
pentecostalismo brasileño primitivo, un pentecostalismo que veía el obrar del
Espíritu de forma igualitaria tanto en hombres como en mujeres.
Mujeres en el origen del pentecostalismo peruano. El pentecostalismo se establece en
el Perú en 1919 con la llegada de los esposos misioneros Forrest y Ethel Barker
(Asambleas de Dios de EE.UU.). Aunque es Forrest quien se lleva el
protagonismo en esta historia, Ethel merece una mención especial pues fue a
ella a quien Dios le mostró primero que debían viajar al Perú a fin de empezar
la obra pentecostal. Forrest, en un reporte suyo publicado en la revista
89
pentecostal norteamericana The Latter Rain Evangel, en 1926, testifica que “Dios
Página
Perú en 1944 y al siguiente año viajaron a Ica y alquilaron una quinta en la que
Página
siguiente capítulo.
Página
Sexta parte
Sombras, frutos y
tareas pendientes
92
Página
Capítulo XVI
Sombras en el movimiento:
Patriarcalismo pentecostal
Poco a poco se fue tratando de apagar toda esa gran actividad femenina
pentecostal. Lo más común fue crear leyendas negras alrededor de aquellas
mujeres pentecostales que sobresalían en el ministerio. Así, fue conocido el
juicio que recayó sobre Aimee Semple McPherson cuando en 1926 fue
secuestrada por varias semanas. Muchos llegaron a afirmar que se había ido con
un hombre. En Latinoamérica, se crearon historias difamatorias alrededor de la
hermana “Elena”3, de Frida Strandberg Vingren4 y de las misioneras Ruth
Couchman y Olga Pitt5 a fin de ocultarlas de la historia y privilegiar a los
varones. También, se silenciaron los testimonios de las mujeres que tuvieron
otros roles protagónicos en los inicios del avivamiento (las primeras
predicadoras, pastoras y las primeras en recibir el Espíritu)6.
Espíritu vs. ley
Que un movimiento del Espíritu sea restringido por actitudes machistas y
patriarcales atenta contra la misma naturaleza del mismo. Contra la vida en el
Espíritu “no hay ley” afirmó categóricamente Pablo (Gal 5:16-23), no hay
93
restricciones para el que se deja guiar por él, ya que “el Espíritu sopla de dónde
quiere y hacia dónde quiere” (Jn 3:8). Él es libre, soberano e impetuoso… ¿quién
Página
Espíritu Santo”10.
En Chile. En este país la situación es similar11. Marjoreyn Barrientos explica que
a pesar de que las mujeres son las que dan vida a las iglesias “quedan excluidas
de los liderazgos públicos, de la toma de decisiones políticas y estructurales,
desplegando funciones asociadas a la división sexual del trabajo, en nichos
ligados a lo emocional y subvalorados por el sistema patriarcal, por su carácter
de 'naturaleza femenina'. Es así como se hacen cargo de las tareas relacionadas
con la prolongación de lo doméstico, de cuidado de enfermos, de organización
de los cultos (liderados por los pastores), del apoyo en redes de autoayuda,
entre otros, lo que además constituye la base emocional invisibilizada de la
iglesia pentecostal”. Este sistema patriarcal, presente en el pentecostalismo
chileno desde la década de los treinta, “vulnera, exilia y niega a las mujeres los
espacios de poder y por consiguiente de la posibilidad de decidir sobre aspectos
fundamentales del hacer del pentecostalismo”12. Debemos señalar que las
mayores iglesias pentecostales en este país son las que vienen del avivamiento
del 1909 y es en ellas donde a las mujeres se les tiene prohibido el acceso al
poder. En las iglesias norteamericanas, que son pequeñas y de corto alcance, a
ellas sí se les permite ejercer el liderazgo.
En Ecuador. La teóloga pentecostal Laura Saá, hablando de las mujeres que han
aceptado el desafío de liderar en su país, dice que ellas “han tenido que mostrar
con sacrificio su valía” y es por eso que, en la actualidad, han logrado
influenciar en la mentalidad de las iglesias y del mundo teológico. “¡Que una
mujer enseñe teología en un Seminario! Ni pensarlo, si nos retrotraemos 20 años
atrás” añade Saá. Es por eso, que ella ve un nuevo panorama para las
pentecostales de su país:
Hoy por hoy, las mujeres pentecostales están asumiendo nuevos liderazgos que
95
administrativa de los EE.UU. existe la posibilidad para que las mujeres también
sean obispas. En efecto, la denominación ya cuenta con tres mujeres que han
ocupado ese cargo administrativo a nivel regional (una de ellas, soltera). Pero,
aun así, increíblemente, existe un pensamiento patriarcal en muchas de las
pastoras dentro de la denominación que las lleva a buscan imitar los modelos
masculinos de pastorado y a rehuir de mayores responsabilidades
administrativas como, por ejemplo, el Obispado nacional.
renuncia del líder de ese momento, a tenor de una crisis multidimensional que
sumía a la Obra. Esta elección no estuvo exenta de oposición por parte de
Página
continuamente ha tenido que lidiar con pastores que —en sentido de broma—le
decían que no ella continuaría al frente de la obra, debido a que un varón, de los
tantos en la denominación, bien podría hacerse a cargo de ella. Aunque Martha
confía en el poder y compañía de Dios para su ministerio y cree que ante Dios
varones y mujeres somos iguales, es consciente de sus limitaciones. Sabe que ser
pastora y soltera conlleva algunos comportamientos y cuidados
imprescindibles: sabe que, al momento de ministrar a varones, no debe hacerlo
sola y que cuando necesita imponer las manos o visitar a hermanos varones
tiene ciertas restricciones. Por eso, ella cuenta con un equipo pastoral en su
congregación compuesto por su hermano, su esposa y un pastor. Ellos son su
soporte en aquellas áreas del ministerio en las que sabe que necesita ayuda.
Para ella, el contar con un equipo representa el respaldo de Dios para todo el
ministerio que él ha confiado en sus manos.
104
Página
Capítulo XVIII
Desafíos y propuestas
creados a la imagen de Dios. Ella plantea que “a las mujeres se les debe enseñar
que la Biblia ofrece una visión de liberación no solamente para ellas, sino para
toda la humanidad”39.
Teniendo esto en mente, a continuación, deseamos proponer tres ejes sobre los
cuales deberá girar esta nueva teología, la cual tiene el propósito de liberar a
aquellas mujeres que aún hoy se encuentran atrapadas en una posición de
subordinación y silencio. Estos ejes tienen su fundamento en la praxis de las
mujeres pentecostales “de antaño”, mujeres que, guiadas por el Espíritu,
pudieron elevarse en medio de una sociedad que las silenciaba a fin de hacer oír
su voz llena de autoridad tanto a hombres como a mujeres. Proponemos estos
ejes sabiendo que representarán un verdadero desafío para las iglesias,
pentecostales y no pentecostales, pues aludirá un tema que, en muchos casos,
sigue estando bajo la decisión exclusiva de los varones. Nos referimos a la
distribución desigual al acceso al poder40.
La experiencia igualitaria del Espíritu
Un estudio ha revelado que, a diferencia de los varones, las mujeres manifiestan
en mayor porcentaje carismas como el don de sanidad, de lenguas, de
evangelismo y profecía, además de sueños y revelaciones41. Esto significa,
indudablemente, una mayor manifestación del Espíritu a través de las mujeres a
comparación de los hombres, hecho que nos dice mucho sobre el trato que Dios
ha decidido darles a ellas en esta 'era del Espíritu'. Históricamente, las mujeres
han desplegado más abundantemente los dones de profecía (tanto en la Iglesia
“oficial” como en los movimientos heterodoxos), sobresaliendo como lideresas
debido a la autoridad que en el pasado se le concedía a estos dones42. Este
poder del Espíritu prometido en Joel 2:28,29 y recibido por hombres y mujeres
en Pentecostés (Hch 2), les otorgó de manera igualitaria una autoridad profética
que las capacitaba para ejercer diversos ministerios que apuntaban a su plena
edificación, incluyendo los de presidencia y dirección.
Este pasaje [Hechos 2:17-18] provee las bases bíblicas iniciales para la posición
pastoral de la Iglesia Cuadrangular en cuanto a la razón de por qué y cómo se
establece la igualdad de la mujer en el ministerio de liderazgo. Estos versículos
indican claramente que el asunto de género fue removido cuando los protocolos
celestiales reemplazaron a las tradiciones humanas, para que una libertad
máxima del ministerio pueda ser llevada a cabo por su pueblo. Por lo que,
nuestra posición al conferir autoridad y libertad a la mujer no es una respuesta
a políticas, coerciones de programas humanos de liberación, o tendencias
presentes. Más bien, nuestra posición está basada en la revelación de la Palabra
de Dios y su verdad eterna.
Cuando el Espíritu Santo fue derramado en el día de Pentecostés, las personas
que fueron enviadas al mundo, salieron sin distinciones sectarias o sexistas.
Con base en este ejemplo, la Iglesia Cuadrangular está comprometida a no
imponer ninguna de estas diferencias. Nuestro espíritu busca estar a tono con el
de Dios, y donde está el Espíritu de Dios, allí hay libertad; el Espíritu que
recobra lo que la humanidad perdió en orden de dar un lugar superior a lo que
la redención provee para cada persona43.
Las mujeres siempre han estado allí pues es imposible que la mayor parte de la
humanidad haya estado ausente en los grandes momentos de la historia, han
sido los varones quienes no siempre han estado para registrar sus historias. El
acto de ignorarlas de los acontecimientos que han dado forma a nuestro mundo
y a nuestras iglesias debe ser corregido cuanto antes si es que desea un mundo
y una Iglesia más justos para todos. Por ello, las iglesias están llamadas a
emprender la tarea de releer los textos sagrados, la historia eclesiástica y la
historia en general desde nuevos enfoques y perspectivas47. Esta nueva lectura
deberá tener como actividad primera el desenterrar la presencia, el significado y
las contribuciones de las mujeres en el proceso configurador del cristianismo (y
de los movimientos específicos a los que se pertenece48) a fin de beneficiarnos a
nosotros mismos con una historia más íntegra, más fiel y más exacta a los
acontecimientos. Este acto repercutirá inevitablemente en la reivindicación de la
mujer y en su emancipación49.
108
Página
Empoderamiento
Un último eje que consideramos importante en esta educación teológica más
justa y renovada, aquella que hará justicia a las mujeres de nuestras iglesias —
tanto a las de nuestro tiempo, como a las del pasado—, es sin duda el
empoderamiento de las mujeres. Si la teología que proclamamos no produce un
movimiento, acciones concretas de liderazgo y servicio en las mujeres de
nuestras iglesias, tal teología no sirve. Hablando sobre los efectos de este
empoderamiento, Mireya Baltodano nos dice: “A nivel grupal e institucional,
un camino hacia la equidad de género es el empoderamiento de las personas
marginadas dentro de las iglesias, particularmente las mujeres”50. Siguiendo
este pensamiento, lo que nuestras iglesias necesitan para el restablecimiento de
relaciones más justas y equitativas es que las partes afectadas —en este caso, las
mujeres— sean empoderadas. Con empoderar a las mujeres a través de la
educación teológica nos referimos a que nuestro discurso sobre Dios deberá
apuntar a que se le devuelva el poder sustraído en nuestras iglesias a cada una
de ellas, a fin de que se conviertan en agentes activos en cada una de sus
situaciones concretas. Esto significa
un proceso emancipatorio para ellas, la superación de su situación de
subordinación con respecto a los roles desempeñados por los hombres y la
reorganización de las relaciones de poder entre hombres y mujeres51.
Ahora bien, este empoderamiento cuyas consecuencias son positivas tanto para
las mujeres como para los hombres52, transformará completamente nuestras
iglesias volviéndolas más semejantes al modelo dejado por Jesús de Nazaret y
replicado por sus primeros seguidores. Este empoderamiento ha de empezar
cuando las iglesias sean capaces de discernir entre el orden divino para la mujer
en el hogar y el orden divino de la mujer en la Iglesia, cuando Dios la llama a la
tarea de liderazgo. Dos tratos diferentes, que muchas iglesias confunden y por
ello, caen en el error de trasladar el modelo “varón-cabeza” a la Iglesia, sin
darse cuenta que haciendo esto limitan e intimidan a las mujeres. En palabras
de Laura Saá:
Muchas hermanas piensan que no pueden incursionar en el ministerio porque
los varones “son la cabeza del hogar” y este modelo lo trasladan a la iglesia,
creen que no tendrían autoridad espiritual para dirigir. [Esto es reforzado] por
el machismo de muchas congregaciones y la interpretación literalista de textos
como 1 Co y 1 Tim. Da tristeza decirlo, pero esto es una realidad que aún en el
siglo XXI se vive en las iglesias53.
desafío y sacar adelante juntos el proyecto liberador de Dios que no es otro que
convertir también a las mujeres en protagonistas de lo que él viene haciendo en
el mundo, a través del ejercicio de sus dones y ministerios54. En este proceso,
ellas tienen mayor responsabilidad pues el sistema patriarcal sólo puede
funcionar gracias a su cooperación55. Es tiempo entonces de continuar con la
rebelión empezada a principios del siglo pasado, cuando el Espíritu se derramó
y miles de mujeres comenzaron a ministrar en el mundo entero bajo la unción
de Dios. Es tiempo ya de seguir escribiendo esa historia, la cual trastornará
definitivamente tanto a la Iglesia como al mundo, pero sabiendo que a partir de
ahora deberán ser ellas las que conduzcan el bolígrafo.
110
Página
Anexo
apresadas y crucificadas por estar al pie de la cruz. En aquella época, era común
que los soldados también crucificaran a aquellos que se lamentaban mucho por
la víctima al pie de su cruz ya que se les consideraba sus cómplices. Esta
valentía y fidelidad radical desplegada por las discípulas, a comparación del
temor y la cobardía de los hombres, así como el hecho de que fueron ellas las
únicas, entre todo el grupo de seguidores de Jesús, quienes en verdad “tomaron
su cruz” y estuvieron dispuestas a morir con la misma muerte de su Señor tan
sólo por permanecer con él hasta el final, ¿no nos hablan acaso de una
“superioridad” femenina en cuanto a la fidelidad y calidad de discipulado que
ellas siempre tuvieron?
6. Adán no fue engañado, sino la mujer y por ello entró el pecado al mundo.
El apóstol Pablo, a comparación del autor de 1 Timoteo, responsabiliza al varón
del ingreso del pecado al mundo (Ro. 5:12-21), lo que significa que el apóstol
nunca concibió la idea de que las mujeres fueran las responsables de este
ingreso y, por lo tanto, no aptas para el ejercicio de la autoridad en la Iglesia.
Sabiendo esto, es que se comprende porqué Pablo le concede autoridad a las
mujeres para que enseñen a través del don de profecía en las iglesias (1 Co 11:5).
Para él, aunque la mujer tuvo parte en el primer pecado, ese hecho no las
convertía en “no aptas” para el ejercicio de la autoridad. Si tuviéramos que
seguir la línea del autor de 1 Timoteo y responsabilizar a alguien “por haber
sido engañado” y, por lo tanto, no tener autoridad de enseñarle a los del sexo
opuesto, sería al varón. Su falta de firmeza y obediencia en el Edén, así como la
facilidad con la que fue “convencido” por su mujer, lo hacen peligroso y poco
confiable para ejercer puestos de liderazgo y gobierno en la Iglesia.
7. En el Nuevo Testamento “no hay pastoras”.
Es verdad que en el Nuevo Testamento no aparecen nombres de mujeres
ejerciendo las funciones de pastorado o presbiterado. Pero, ¿aparecen nombres
de pastores varones? ¿aparece el nombre de algún anciano ordenado?
Sencillamente, no. Aparte, si en el Nuevo Testamento se identifican a apóstolas
(Junia), profetisas (las hijas de Felipe), maestras (Priscila), evangelistas (los/las
que fueron esparcidos/esparcidas “e iban por todas partes anunciando el
evangelio”, según Hch. 8:4) ¿por qué no aceptar que también hubo pastoras en
aquel tiempo? Es probable que los primeros autores cristianos, al referirse a los
pastores/ancianos (como en He 13:17 y 1 Pe 5:1), hayan incluido en aquel
término tanto a hombres como a mujeres debido a que en su tiempo no existía
el moderno lenguaje inclusivo.
8. Ignorando los contextos.
113
Quienes usan 1 Ti 2:11-14 para enseñar que la mujer no puede ocupar un papel
Página
mujeres Mary Fisher (1623-1698) y Anne Austin (?-1665), ambas consideradas las primeras
ministras cuáqueras viajeras. El siglo XVIII se llegaría a caracterizar por el predominio de las
mujeres sobre los hombres en el ejercicio del ministerio cuáquero.
Página
24 Escobar, Mario. Protestantes: La historia de la Reforma en quinientos años (Madrid: s/e, 2017), p.
260.
25 Anderson, Allan. El Pentecostalismo: El cristianismo carismático mundial (Madrid: Ediciones
Akal, 2007), p. 56.
26 Ibid., p. 321.
27 López, Darío. El Nuevo Rostro del Pentecostalismo Latinoamericano (Lima: Puma, 2002), p. 133.
28 Robeck, Cecil M. “Women in the Pentecostal Movement”, en Fuller Studio, acceso el 20 de
abril de 2020, https://fullerstudio.fuller.edu/women-in-the-pentecostal-movement/
29 Según la observación del Paul Otremba, Responsable de la Obra Cuadrangular en
Latinoamérica. Otremba explica que en todos los países en donde hay una Iglesia Cuadrangular
las mujeres pueden ser elegidas para la presidencia de la denominación. De hecho, en EE.UU.,
en las últimas elecciones, hubo una mujer en la terna para presidente. Se terminó por elegir a un
hombre, pero las opciones para los candidatos eran iguales. En la actualidad, la denominación
cuenta con pastoras al frente de congregaciones, aunque no en un porcentaje grande.
Conversación con el autor, el 23 de marzo de 2020.
30 Sánchez, Ana; Ponce, Osmundo. “La mujer en la Iglesia pentecostal: Un acercamiento inicial
a la práctica religiosa”, en: Gutiérrez, Benjamín [Ed.], En la Fuerza del Espíritu. Los pentecostales en
América Latina: un desafío a las iglesias históricas (México D.F.: AIPRAL, 1995), pp. 231,243. Desde
Estados Unidos, Melissa Archer, de la Iglesia Cuadrangular, expresa su lamento al constatar
que “las mujeres pentecostales que tienen un llamado al ministerio o al liderazgo
denominacional se encuentran mirando con anhelo otras denominaciones que han abierto sus
puertas, púlpitos y posiciones de liderazgo denominacional a las mujeres. Personalmente,
conozco a las mujeres pentecostales que se han unido a estas denominaciones para cumplir con
su llamado al ministerio, pero mi corazón se lamenta por nuestras denominaciones
pentecostales que les han negado posiciones de liderazgo debido a su género”. “Women in
Ministry: A Pentecostal Reading of New Testament Texts”, en de Alminana, Margaret; Olena,
Lois [Eds.], Women Pentecostal and Charismatic Ministry: Informing a Dialogue on Gender, Church,
and Ministry (Brill, 2017), p. 36.
31 Estos postulados y principios que, desde casi el origen del cristianismo, se han instalado en
cada generación de cristianos a lo largo de estos dos mil años, hoy por hoy son tenidos como
“tradición intocable” en muchas iglesias alrededor del mundo y como principales razones para
la no-ordenación de mujeres al ministerio. El Consejo Mundial de Iglesias así lo señalaba en
1982, en el Documento de Lima (Declaración sobre el Bautismo, Eucaristía y Ministerio) cuando
resaltaba que “las Iglesias que no practican la ordenación de mujeres consideran que la fuerza
de diecinueve siglos de tradición en contra, no puede dejarse de lado. Creen que no se puede
renunciar a esta tradición como si la misma fuese una falta de respeto hacia el papel de la mujer
en la Iglesia”.
32 Aguirre: p. 238. Op. Cit.
Primera Parte
1 Otarola, Gabriel. “El valor carismático de la mujer”, en Religión Digital (setiembre, 2019),
acceso el 26 de marzo de 2020, https://www.religiondigital.org/punto_de_encuentro/valor-
carismatico-mujer_7_2158654120.html
2 También participaron en la comisión varias mujeres, algunas de ellas fueron: Sor Nuria
Calduch-Benages, miembro de la Pontificia Comisión Bíblica; Francesca Cocchini, docente en la
Universidad “La Sapienza” y en el Instituto Patrístico “Augustinianum” de Roma; sor Mary
Melone, rectora magnífica de la Pontificia Universidad “Antonianum” de Roma; Marianne
117
catequistas... ¡No! Tiene que haber más, más profundamente, incluso más a nivel místico [...]. La
mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los presbíteros. ¿Cómo? Es lo que
debemos tratar de explicar mejor, porque creo que falta una explicación teológica de esto”.
Página
22 La FLM es una comunión de iglesias de confesión luterana con sede en Ginebra, Suiza. Fue
fundada en 1947 y hoy en día agrupa a 144 iglesias de 79 países, lo que representa a un 70,3
millones de cristianos alrededor del mundo. Las iglesias que pertenecen a la FLM se identifican
con el ecumenismo, con las teologías de liberación, con los movimientos de emancipación
femenina y con otras posturas consideradas modernistas. Por su parte el CLI fue constituido en
1993 y en la actualidad cuenta con 3,450 millones de miembros en todo el mundo. Sus iglesias
afiliadas son conservadoras, rechazan el ecumenismo y la ordenación femenina.
23 En Perú se usa la palabra “presidente” para designar al obispo/obispa, aunque los líderes de
la iglesia en este país afirman que podría empezar a usarse la palabra “obispo” dentro de poco
tiempo.
24 Los luteranos modernistas leen este pasaje obviando el hecho de que su autor limita el
episcopado solo a varones (v. 2,4), afirmando que esta limitación se debe a razones culturales
momentáneas y por ello, sus iglesias le brindan el acceso a las mujeres para todo cargo que se
pueda tener en la denominación. El pastor Pedro Bullón, actual vicepresidente de la IL-P,
comparte que, aunque hay algunos miembros en la denominación que se oponen al pastorado
femenino, ellos se mantienen firmes en su convicción de que las iglesias no deben hacerse de
oídos sordos ante los desafíos que los movimientos feministas representan a los seguidores de
Jesús. Como denominación, la IL-P se identifica también con aquellos movimientos sociales que
luchan contra la violencia hacia las mujeres, como por ejemplo “Ninguna menos”, participan de
ellos y unen fuerzas en manifestaciones públicas. Entrevista a Pedro Bullón, vicepresidente de
la IL-P, el 7 de abril de 2020.
25 Los diáconos y diaconisas en el CLI son hermanos designados para ayudar a sus pastores en
diversas tareas que ellos les encomienden. El Consejo de la iglesia local también les puede
asignar ciertas responsabilidades. Para ser designado diáconos, se debe tener un proceso
formativo previo y aceptar ceñirse al Manual de Instrucciones para el Diaconado. Entre las
responsabilidades sociales del diaconado se encuentran el llevar ayuda material y humanitaria
a la población en la cual se encuentra la congregación, no importando si participan o no en la
iglesia.
26 Entrevista al pastor Félix Quispe, el 7 de abril del 2020.
27 En la actualidad, existe una comisión dedicada a examinar el tema de la mujer en la IEL-P, la
componen solo pastores-teólogos hombres y en ella hay quienes abogan por el pastorado
femenino, pero son la minoría. Aunque las mujeres no son parte de esta comisión, a ellas se les
hace llegar los documentos que la comisión produce a fin de que los estudien y den su opinión
y recomendaciones.
28 “Rev. Chris Ferguson: 'Wake up to how this world is'”, en World Council of Churches
(setiembre, 2019), acceso el 10 de abril de 2020, https://www.oikoumene.org/en/press-
centre/news/rev-chris-ferguson-wake-up-to-how-this-world-is?
29 “La Iglesia celebró la conquista”, en AIPRAL (marzo, 2020), acceso el 10 de abril de 2020,
https://aipral.net/genero/2020-la-iglesia-celebro-la-conquista?
30 Conde: p. 43. Op Cit.
31 La Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos de América (PCUSA, por sus siglas en inglés)
votaría en 1923 a favor de la ordenación de diaconas. Siete años después aceptará la ordenación
de ancianas y en 1955 acepta oficialmente el ministerio femenino ordenado. De esta manera, un
año después, se ordenaría a la primera mujer presbiteriana de manera oficial.
32 Entre estas iglesias se encuentra la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (INPM). Amparo
Lerín Cruz, miembro de esta iglesia y parte del Presbiterio Juan Calvino en un interesante
120
artículo escrito en el contexto de la conmemoración de los 500 años del nacimiento del
Reformador francés, desafía a su denominación a abrir el camino al pastorado a las mujeres y
así ser fieles a la herencia reformada: “Si nuestra I.N.P.M. acepta la doctrina del Sacerdocio
Página
Universal de todas y todos los creyentes y la doctrina calvinista de la Soberanía de Dios ¿Cómo
pueden los hombres de nuestra I.N.P.M. decirnos a las mujeres miembros de la misma,
miembros del Cuerpo de Cristo, que no podemos, ni debemos aspirar a los distintos ministerios
ordenados? ¿Cómo pueden ellos callar un llamado que sólo hace Dios a través del Espíritu
Santo? ¿Cómo pueden ellos interponerse a la voluntad de Dios sobre sus siervas? […]. La gran
mayoría de iglesias reformadas en el mundo ordenan mujeres al ministerio pastoral, ancianato
y diaconado, en Europa, América del Norte, Centro y Sur América, el Caribe, Australia, etc.
¿Por qué la I.N.P.M. continua sin permitir la ordenación a las mujeres?”. “Las mujeres en la
Reforma Protestante del siglo XVI y su importancia para la Iglesia del día de hoy”, en Scribd
(setiembre, 2009), acceso el 10 de abril de 2020,
https://es.scribd.com/document/282408914/Las-Mujeres-en-La-Reforma-Protestante
33 Conversación con Pablo Gutiérrez, miembro de la IEPRP, el 13 de junio de 2013.
34 Entrevista a Walter López, pastor en la IEPP, el día 15 de diciembre de 2019.
35 “Gender Justice”, en Anglican Communion (Sitio oficial de la Comunión Anglicana), acceso el
16 de abril de 2020, http://www.anglicancommunion.org/mission/gender-justice.aspx
36 Cabe señalar que cada provincia anglicana alrededor del mundo es libre para decidir qué
ordenaciones pueden otorgar a las mujeres. Algunas provincias ordenan mujeres a las tres
órdenes sagradas (obispo, sacerdote, diácono), otras sólo ordenan a las mujeres como diáconos
y sacerdotes, pero no como obispos; otras provincias todavía como obispos solamente. La
diócesis de Sydney, Australia, por ejemplo, hasta ahora sólo ordena mujeres para el diaconado.
37 Palabras de Héctor Zavala, obispo de la Iglesia Anglicana de Chile en una entrevista
realizada por CNN Chile (2015), acceso el 16 de abril de 2020,
https://www.youtube.com/watch?v=K23bGalfK64
38 MacArthur, John, Doce mujeres extraordinarias (Tennessee: Grupo Nelson, 2006).
39 “John MacArthur sobre mujeres predicadoras: 'Empoderar a las mujeres hace a los hombres
débiles'”, en La Verdad Ahora, acceso el 04 de abril de 2020, https://laverdadahora.com/john-
macarthur-sobre-mujeres-predicadoras-empoderar-a-las-mujeres-hace-a-los-hombres-debiles/
40 Ministerios RBC. Serie Tiempo de Buscar: “¿Qué dice la Biblia de la mujer en el ministerio?”
(Grand Rapids: RBC Ministries, 2004), pp. 16-27.
41 Aunque hay diversidad de bautistas, la rama más importante y la más grande es la
Convención Bautista del Sur (CBS). Esta denominación norteamericana no ordena mujeres al
pastorado pues sus líderes creen que ellas no pueden tener posiciones de autoridad sobre los
hombres y eso significa que no pueden predicar, enseñar a los hombres o servir como pastoras.
Un hecho que conmocionó a la comunidad bautista en 2019 fue lo ocurrido con una de sus
miembros más famosas, la maestra, oradora y escritora Beth Moore. Cuando compartió al
mundo, a través de un tweet, que estaba predicando en una iglesia por el día de la madre, los
líderes (varones) de su denominación reaccionaron fuertemente contra esa acción. Owen
Strachan, profesor de teología cristiana en el Seminario Teológico Bautista del Medio Oeste en
Kansas City, Missouri, escribió: “Que una mujer enseñe y predique a hombres adultos es
desafiar la Palabra y el diseño de Dios”; R. Albert Mohler Jr., presidente del Seminario
Teológico Bautista del Sur en Louisville, Kentucky, dijo en un podcast: “Hay algo sobre el orden
de la creación que significa que Dios tiene la intención de que la voz de la predicación sea
masculina” y Josh Buice, un pastor del sur de Georgia, fue aún más explícito. En su blog
encabezó un artículo con la siguiente frase: “Por qué la CBS debería decirle 'No más' a Beth
Moore”. A pesar de la controversia sobre la predicación de las mujeres algunas iglesias
bautistas del sur han optado por ordenar mujeres. En 1964 y en 1971 dos iglesias ordenaron
121
mujeres, pero en 1979 el sector fundamentalista, viendo estos hechos como la evidencia del
ingreso del liberalismo teológico en su denominación, propusieron debatir el asunto. En 1984, la
CBS aprobó una resolución en la que excluían a las mujeres del liderazgo pastoral afirmando
Página
que “el hombre fue el primero en ser creado y la mujer fue la primera en la caída Edénica”. La
CBS también modificó su Declaración Confesional en el 2000 para limitar el servicio en la Iglesia
solamente a los hombres, aunque se admite que “tanto los hombres como las mujeres están
dotados para este servicio”.
42 Barrera, Saúl. Orígenes y desarrollo de la Iglesia Evangélica Peruana (Lima: IEP, 1993), p. 225,226.
En esta obra, su autor reconoce la existencia en la denominación de notables evangelistas y
maestras: Candelaria Camargo, Elodia Zacarías de Chaupín, Fanny Villar de Ruíz, Teodomira
Caldas de Espinoza, Eda Huete de Godoy, entre otras.
43 Luego de este “no-reconocimiento” por parte de la Asamblea General las cinco mujeres
tuvieron que esperar más de diez años para ocupar algún cargo ministerial oficial. En 2006, con
la revisión y actualización del Reglamento Eclesiástico se llegó a establecer cuatro ministerios:
Pastoral, misionero, evangelista y el de maestro, además se logra normar la ordenación de
mujeres a estos ministerios, sin embargo, el acceso a las labores administrativas (es decir,
puestos directivos de alguna instancia o cargo, sea a nivel de Presbiterio, Sínodo o Asamblea
Nacional) aún lo tienen prohibido. Aunque se concedió la ordenación de pastoras, estas deber
ejercer su pastorado sometidas a pastores “principales”. Es decir, ellas no pueden gobernar-
dirigir una congregación local, tienen prohibido ser “pastoras principales”. Debido al
establecimiento de estos ministerios, las cinco mujeres mencionadas fueron reconocidas como
maestras (2), misioneras (1) y pastoras (2). En 2019 los miembros del Departamento de
Educación Teológica debatieron el asunto del gobierno femenino en la denominación y la
mayoría votó en contra. En enero de 2020, la Asamblea Nacional reunida en la ciudad de
Huánuco, iba a debatir el tema del acceso de las mujeres a los consistorios, pero se decidió
finalmente abordar otros temas, dejando este para una próxima Asamblea (2022).
Eduardo Arboccó Gallardo, pastor de la IEP, expresa así la realidad que se vive en su
denominación: “Hay un sector fuerte en la IEP que es “anti mujeres con autoridad”,
principalmente el sur de Perú (Cusco, Arequipa, Puno), el resto está dividido: Hay presbiterios
que están a favor y cuentan con ministras y ancianas, como hay los que se oponen
rotundamente. Esto acontece debido a que en la IEP cada presbiterio puede tener cierta
autonomía. La reglamentación no estipula la existencia de ancianas, pero varios presbiterios y
consistorios las admiten. Hay un gran número que están en contra, pero el pequeño grupo que
está a favor tiene más inteligencia para avalar el apoyo. Actualmente, la IEP tiene diez ministras
aproximadamente, pero ellas son aún muy temerosas y no reclaman sus derechos para ciertas
labores. Por lo cual se han limitado a aceptar el ministerio sólo en el campo Educativo o
Misionero. He llegado a la conclusión de que, si las mismas mujeres no luchan por sus
derechos, pocos cambios se podrán lograr. Por el tipo de sociedad sumisa que tenemos en el
Perú, esos cambios son bastante lentos. Sólo nos queda seguir formando y actuando con
paciencia”. Conversación con el autor, el 06 de mayo de 2020.
44 Ha sido muy valiosa para el autor la información brindada por el Capitán Teófilo Zapata,
oficial a cargo de la obra del Ejército de Salvación en la ciudad de Tarapoto, en la selva peruana.
Entrevista realizada el 10 de abril de 2020.
45 O´Brien, Joanne; Palmer, Martin. Atlas del estado de las religiones (Ediciones Akal: Madrid,
2000), p. 122.
46 “Teología del Ministerio de la Mujer”, en Church of the Nazarene (Sitio oficial de la Iglesia del
Nazareno), acceso el 20 de abril de 2020, http://prod.nazarene.org/es/gecd/teolog%C3%ADa-
del-ministerio-de-la-mujer
47 La primera mujer en ser elegida Superintendente General de la denominación fue la Dra.
122
Nina G. Gunter. Fue elegida en la 26ª Asamblea General en Indianápolis, Indiana, en junio de
2005. Nina es predicadora, maestra y autora. En junio de 2009, la 27ª Asamblea General en
Orlando, Florida, le otorgó el honor de Superintendente General emérita.
Página
48 En cuanto a las iglesias que han decidido ordenar mujeres al ministerio, el Consejo Mundial
de Iglesias declaraba en 1982 que ellas lo hacen “en razón de su comprensión del Evangelio y
del ministerio. Esto se fundamenta para ellas en su profunda convicción teológica de que al
ministerio ordenado de la Iglesia le falta plenitud si queda limitado a un solo sexo. Esta
convicción teológica se ha visto reforzada por su experiencia a lo largo de los años en que han
visto incluidas mujeres en sus ministerios ordenados. Estas iglesias han descubierto que los
dones de las mujeres son tan amplios y variados como los de los hombres. Ninguna de estas
Iglesias ha tenido motivos de volver atrás en su decisión al respecto”. Documento de Lima
(BEM).
Segunda Parte
1 Dumais, Monique. Las mujeres en la Biblia (Madrid: Paulinas, 1987), p. 67. Esta autora añade:
“Sucede con frecuencia que las mujeres seguidoras de Jesús han sido curadas física o
espiritualmente. Una vez recuperada la salud, se mantienen en las proximidades de Jesús y le
colman de atenciones. Cuando los evangelistas se refieren a este punto, suelen indicar que ellas
le asisten con sus bienes (Lc 8:3) o que están a su servicio (Mt 27:55; Mc 15:41). Sin duda,
expresan de esa manera su reconocimiento por la curación obtenida”.
2 Antonio Piñero señala: “Esta separación de sexos se hizo efectiva en la reconstrucción del
santuario por parte de Herodes —no antes— no en todo su recinto, sino a medida que los
lugares se iban acercando al 'santo de los santos' […], tal separación a partir del 'patio de las
mujeres' en adelante, hacia el altar, tenía [el propósito de] frenar el posible acercamiento de
mujeres potencialmente impuras por el inicio inadvertido de la menstruación al lugar estricto
de los sacrificios”. Jesús y las mujeres (Madrid: Aguilar, 2008), pp. 124,125.
3 Bautista, Esperanza. La mujer en la Iglesia primitiva (Estella: Verbo Divino, 1993), pp. 32,33.
4 Gonzáles, Joaquín. Arqueología y evangelios (Estella: Verbo Divino, 1994), p. 53.
5 Geruza, Silvia. Um outro género de Igreja… p. 32.
6 No hay razón para pensar que las mujeres en el movimiento de Jesús hayan sido “seguidoras
de segunda categoría”. En casa de Marta y María, esta última “sentada a los pies del Señor,
escuchaba lo que él decía” (Lc 10:39). Esta actitud de escucha humilde frente a un Rabí, es la
misma que Saulo de Tarso (Pablo) tuvo con su Rabí Gamaliel, según Hechos 22:3: “Yo de cierto
soy judío… instruido a los pies de Gamaliel”. A través de estos dos pasajes, Lucas presenta a
dos personas de diferente sexo con la misma actitud de aprendizaje y sumisión ante un maestro,
lo que nos lleva a afirmar que María y los demás discípulos varones disfrutaban de la misma
posición ante Jesús, para quien el Reino de Dios era una realidad inclusiva y de naturaleza
reivindicadora a favor de los menos favorecidos. Otro relato, esta vez en Lucas 24:6-8:
“Recuerden lo que les habló cuando estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del
Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al
tercer día. Entonces ellas se acordaron de sus palabras”, evidencia que las mujeres en el
movimiento de Jesús tenían acceso a “información privada” por parte de su Maestro,
información que sólo discípulos debían manejar. Lo sabemos cuando examinamos los únicos
pasajes lucanos en los que Jesús, estando en Galilea, les anunció a sus discípulos acerca de su
pasión, muerte y resurrección (Lc 9: 18-27; 43-45). En estos pasajes se puede apreciar que a la
hora de hacer su anuncio “estaban con él los discípulos” (9:18) y que es en ese momento cuando
hace su llamado “a todos” a un seguimiento más radical: “Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (9:23). En el v. 43 se dice que Jesús “les
123
dijo a sus discípulos” acerca de que sería entregado “en manos de hombres”. Estos pasajes, a la
luz de Lucas 24:6-8, muestran que Jesús consideraba a las mujeres como discípulas plenas y sin
Página
ninguna distinción frente a los varones. Para él, ellas son sus discípulas, sus alumnas, sus
seguidoras, merecedoras de sus enseñanzas y exigencias, parte de un mismo grupo de
seguidores, en el que estaban también los Doce. Estos pasajes también nos muestran que los
evangelistas cuando usan las expresiones “los/sus discípulos”, “dirigiéndose a sus discípulos”,
entre otras, no solo se están refiriendo a seguidores varones, sino también a mujeres, lo que nos
demanda una nueva lectura más cuidadosa e inclusiva de los textos bíblicos.
7 El hecho de que mujeres se hiciesen discípulas de un Rabí no habría sido algo bien visto en
aquellos tiempos ya que según las costumbres judías y grecorromanas la mujer no podía hacer
lo que le correspondía a los varones, ni acceder a enseñanza religiosa.
8 La historia de la mujer samaritana es una muestra valiosa del comportamiento revolucionario
de Jesús hacia las mujeres. En una época en la que las mujeres tenían prohibido hablar en
público con un hombre que no fuese su marido (y viceversa, no se veía bien a un hombre
hablando en público con una mujer), en la que existía el dicho: “No te detengas a hablar largo
rato con una mujer” (José ben Yohanan), pues “con eso acabas en adulterio” (N° darim 20 a
Baraithá), en la que se aconsejaba a los varones a no dejarse atender por una mujer, ni ofrecerle
el saludo pues “la familiaridad con ellas es propia del lujuriento” (Rabí Shemuel) y en la que se
creía que enseñarle la Torá a una mujer era “enseñarle insensatez” (Sotá 3,4) dado que se les
consideraba incapaces de entenderla, Jesús le dirige la palabra a una mujer de dudosa
reputación (exponiéndose a ser mal visto), a plena luz del día y en un lugar público y sostiene
con ella un diálogo nada menos que teológico, un diálogo como el que hubiese sostenido con
cualquier doctor de la Ley. Sobresale el hecho de que a esta mujer samaritana Jesús se le revela
como el Mesías (algo que él evitaba hacer con los líderes varones de su pueblo), lo que ocasiona
que ella fuera de prisa a su ciudad a contar su experiencia con el judío Jesús y gracias a su
testimonio “muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la mujer”
(4:39). Sin darse cuenta, esta mujer despreciada por su nacionalidad, sexo, estilo de vida y
religión fue convertida por Jesús en la primera misionera/evangelista que se pueda registrar en
el movimiento de Jesús.
9 Dumais: pp. 69,70. Op. Cit.
10 Piñero: p. 114. Op Cit.
11 Debemos recordar que en ese tiempo sólo se compartía la mesa con los amigos y familiares.
Comer con alguien significaba intimidad, amistad, cercanía, aceptación. En cada cena, Jesús
manifestaba su total aceptación a aquellos con quienes comía. Dice James D. Dunn: “En el
Oriente Medio, reunirse en torno a la mesa para comer tenía un carácter casi sagrado. Se trataba
de un acto religioso: No sólo era expresión de obligaciones religiosas, sino que además estaba
reforzado por la amenaza de sanciones igualmente religiosas. Esto hacía del hecho de compartir
la comida, del acto de hospitalidad, algo a su vez sagrado. Era —y lo sigue siendo en la
actualidad— un signo de aceptación y de amistad. Cuando el anfitrión bendice el pan y lo parte,
lo distribuye a quienes están sentados con él a la mesa de modo que también a ellos les alcance
la bendición pronunciada sobre el pan”. La llamada de Jesús al seguimiento (Maliaño: Sal Terrae,
2001), pp. 117,118.
12 En el Israel de la época los banquetes eran públicos, las casas estaban normalmente abiertas,
por lo que era normal que alguien que no fuese invitado entrara al ambiente en donde se estaba
desarrollando la comida.
13 Piñero: p. 112. Op Cit.
14 Tamez, Elsa. Las mujeres en el movimiento de Jesús, el Cristo (Bogotá: SBU, 2012), p. 83.
15 Como en el Evangelio de Felipe, el Evangelio de Tomás y el Evangelio de María (Magdalena). En
124
estos evangelios, María Magdalena ocupa un lugar muy importante. En el Evangelio de Tomás
está presente el antagonismo entre el apóstol Pedro y María Magdalena. En una ocasión, el
apóstol expresa: “¡Que se aleje María de nosotros, pues las mujeres no merecen la vida!” (114).
Página
En el de María, el discípulo Leví le dice a Pedro que Jesús “la ama más que a nosotros” (18).
16 Fue el papa Gregorio I, llamado Gregorio Magno quien en una homilía de septiembre de 591
declaró que María Magdalena, María de Betania (hermana de Marta y de Lázaro) y la mujer
anónima que aparece en Lucas 7:36-50 son una misma persona. De esta manera, el papa
Gregorio quería acabar con las largas discusiones que ya en aquellos siglos divagaban sobre la
verdadera identidad de María Magdalena. Debido a que el método de exégesis preferido por
Gregorio Magno se basaba en el sentido moral, él sostuvo que los siete demonios que Jesús sacó
de Magdalena indicarían moralmente los siete pecados capitales. Los siete eran, por tanto, la
manifestación exterior de su vida pecadora y sus pecados eran necesariamente de naturaleza
sexual. Gregorio llegó a calificar a María Magdalena de “prostituta” y “fornicaria”.
17 Piñero: p. 110. Op Cit.
18 Estévez, Elisa. Qué se sabe de las mujeres en los orígenes del cristianismo (Estella: Verbo Divino,
2012), p. 83.
19 Esta importancia se ve reforzada en Juan 19: 25 en donde María Magdalena aparece entre las
únicas discípulas que están junto con Jesús al pie de la cruz. En ese momento quienes están con
ella son María, la madre Jesús y “la hermana de su madre” quien podría ser la mujer que se
menciona a continuación: “María mujer de Cleofás” (aunque hay quienes ven en “la hermana
de su madre y “la mujer de Cleofás” a dos mujeres distintas). Es notable observar que María
Magdalena se encontraba no sólo en compañía de otras discípulas (para Juan, María la madre
de Jesús también era parte de las discípulas de Jesús) sino también en medio del círculo familiar
más íntimo del Señor.
20 Elsa Tamez le reconoce este liderazgo femenino: “María Magdalena era una mujer muy
valiente y líder de otras de las que casi siempre estaba rodeada. Cuando crucificaron a Jesús ella
y otras mujeres se atrevieron a salir del escondite donde se encontraban junto a los demás
discípulos y fueron a ver qué hacían con Jesús […]. Las mujeres lideradas por María Magdalena
no sólo fueron las primeras testigos de la resurrección, sino que recibieron la tarea de comunicar
la buena nueva a los demás discípulos y discípulas de que Jesús iba a Galilea y que allá los vería
de nuevo”. Tamez: pp. 84,85. Op. Cit.
21 Palabras del arzobispo Arthur Roche en la explicación brindada acerca del significado del
decreto “Apostolorum Apostola” que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos publicó el 3 de junio de 2016 por expreso deseo del papa Francisco, con el que
se estableció que la celebración de Santa María Magdalena se elevara en el Calendario Romano
General al grado de fiesta, grado dado solamente a la celebración de los apóstoles destacando así
“la especial misión de esta mujer, que es ejemplo y modelo de toda mujer en la Iglesia”.
22 Aunque es más que seguro que entre “las mujeres” presentes en el momento de la elección
de Matías (Hch 1: 14) también se encontrara María Magdalena, aunque el autor no la
mencionara por su nombre. Llama notablemente la atención la actitud de Pablo al no incluir su
nombre, ni de alguna otra mujer, en la lista de testigos oculares de la resurrección de Jesús, a
pesar de haber sido ellas testigos privilegiados de este acontecimiento. 1 Co 15: 5-8 presenta a
los testigos de a cuerdo con un orden jerárquico: Pedro y luego los Doce, quinientos hermanos a
la misma vez, después a Santiago y a todos los apóstoles, finalmente a Pablo.
23 Bautista: p. 132 Op. Cit.
24 Sería inaceptable afirmar que en los momentos en que Jesús envía a la misión a sus
seguidores no estaba enviando también a las mujeres, siguiendo la costumbre de que las
mujeres no tenían permiso para predicar en público. Si creemos que Jesús no se dirigió a ellas
125
también tan sólo porque no aparecen en los relatos de envíos, se tendría que aceptar que las
mujeres no tienen la responsabilidad de enseñar, hacer discípulos, predicar el evangelio
(evangelizar) o participar en asuntos relacionado a la extensión del evangelio en el mundo. Pero
Página
sabemos que las mujeres, al igual que los hombres, están llamadas a la misión, a ser parte de
ella, pues el Reino que se anuncia es un reino abierto tanto a varones como a mujeres, en el que
no se hace distinciones y en donde todos participan de los mismos derechos y
responsabilidades.
25 Bautista: pp. 40,51. Op. Cit.
26 Como por ejemplo: La parábola de la levadura (Mt 13:33), de la dracma perdida (Lc 15:8-9),
de las doncellas en el día de la boda (Mt 25:1-13) y de la viuda y el juez injusto (Lc 18:1-5).
27 En los evangelios vemos a Jesús curando a la mujer encorvada, a la que llama “hija de
Abrahán” (Lc 13:10-16), a la suegra de Simón Pedro (Mc 1:29-31) y a la hemorroísa (Mc 5:25-34).
28 Es significativo el papel protagonista de la mujer en los milagros de resurrección: Jesús
resucita a la hija de Jairo (Mc 5:41; Lc 8:54), al hijo de la viuda de Naín (Lc 7:14) y a Lázaro,
jugando un papel muy importante sus hermanas Marta y María (Jn 12:1-44).
29 Recordemos a María, hermana de Marta y Lázaro quien se sentaba a sus pies para oír al
Maestro enseñar la novedad del Reino de Dios (Lc 10:39) y a la mujer samaritana de Jn 4.
30 Hablando de María, la madre de Juan Marcos, Elisa Estévez dice que “es fácil que se tratase
de una viuda que administra su casa, y por consiguiente, presidiera las actividades sociales que
se dan en ella, siempre que no estuvieran los apóstoles fundadores”. Estévez: p. 152. Op. Cit.
31 Tamez: p. 97. Op. Cit.
32 En este episodio se puede observar también la disposición y la normalidad con la que líderes
de la talla de Apolos acepta dejarse enseñar por una pareja, en donde la mujer tiene mayor
importancia. “Esto muestra dos cosas, la autoridad y capacidad de Priscila y Aquila con
respecto al conocimiento del mensaje, y la disponibilidad de líderes varones elocuentes, que
dentro del movimiento de Jesús reconocen la capacidad de las mujeres y la igualdad entre los
sexos, y no se dejan llevar por los valores discriminatorios de su sociedad patriarcal”. Ibid, p.
100.
33 Elisa Estévez señala que el hecho de que el nombre de Priscila aparezca antes que el de su
esposo se debe “al éxito que esta líder femenina ha tenido como agente de evangelización en las
iglesias domésticas y en la misión itinerante”. Señala además que “Pablo en ningún momento se
refiere a ella como esposa (al contrario que en Hechos), sino que subraya el pleno compromiso de
esta mujer en la tarea misionera en plano de igualdad e interdependencia con el varón”. Estévez: pp.
181,182. Op. Cit.
34 Estrada, Juan. “Las primeras comunidades cristianas”, en Fernández, José; Sotomayor,
Manuel [Coord.], Historia del Cristianismo-El mundo antiguo (Madrid: Trotta, 2003), p. 148.
35 Por ser las dueñas de las casas en donde se reúne la iglesia, ambas las presiden. La
presidencia es uno de los dones del Espíritu que Pablo menciona en Romanos 12 y que, por
cierto, no los agrupa entre “dones masculinos” y “dones femeninos”, limitando así el don de
presidir sólo a los varones. Ahora bien, podemos conocer un poco sobre este trabajo de presidir
una comunidad gracias a un texto de Tertuliano (150 d.C.), en el que se detalla las actividades
de los presidentes de las primeras comunidades: “Cuando el lector termina, el que preside nos
exhorta con su palabra y nos invita a imitar aquellos ejemplos. Después nos levantamos todos a
una, y elevamos nuestras oraciones. Al terminarlas, se ofrece el pan y el vino con agua como ya
dijimos, y el que preside también eleva sus preces con todas sus fuerzas y acciones de gracias, y
todo el pueblo exclama: Amén. Entonces viene la distribución y participación de los alimentos
consagrados por la acción de gracias y su envío a los ausentes por medio de los diáconos. Los
que tienen bienes y quieren dar, dan libremente lo que cada uno quiere y lo que se recoge, se
deposita en manos del que preside, y él socorre a los huérfanos y a las viudas y a aquellos que,
126
por enfermedad o por otro motivo, se hallan necesitados, como también a los que se encuentran
en las cárceles y a los huéspedes que vienen de lejos; en una palabra, toma el cuidado de todos
los indigentes” (Primera Apología, 67). Notemos las funciones de los presidentes: predicación y
Página
exhortación, dirección de las oraciones públicas y consagratorias, recepción del dinero recogido
a fin de administrarlo a favor de los pobres de la comunidad siendo su cuidador. Nada nos hace
dudar que estas mismas funciones también las realizaban las mujeres que presidían las
comunidades que se reunían en sus casas.
36 El hecho de que las reuniones cristianas se desarrollaran en casas propició que estas mujeres
“pudieran desempeñar funciones públicas sin desafiar abiertamente la estructura social,
sustentada en la división según el género de los espacios públicos y privados. Este modo de
organización contribuyó a reforzar el protagonismo de las mujeres cuyas tareas de dirigencia
podían verse como una extensión de sus actividades en el ámbito de la casa”. Estévez: p. 143.
Op. Cit.
37 Ibid, pp. 176,177.
38 Bautista: pp. 100,101. Op. Cit.
39 “La labor exacta de un diácono en esta época no está clara, pero podría haber incluido no
sólo servicios ministeriales locales sino también una especie de representación oficial de la
comunidad. Este parece ser el caso aquí, ya que Febe está a punto de emprender un viaje,
siendo este el motivo que impulsa a Pablo a escribir la carta. Febe podría haber viajado por
motivos personales o por asuntos de las iglesias de Céncreas y Corinto”. Madigan, Kevin; Osiek
Carolyn. Mujeres ordenadas en la Iglesia primitiva… p. 34.
40 Rafael Aguirre, hablando sobre este punto, afirma: “Cuando [Pablo] llama a Febe diácono no
es correcto entenderlo como si de una función eclesial subordinada se tratase, por ejemplo, de
atender a los pobres, a los enfermos y ayudar a vestir y desvestir a las mujeres en su bautismo.
Así será en los siglos posteriores el papel de las diaconisas. Pero en el sentido paulino, el
diacono es responsable de toda la iglesia e implica el oficio eclesial de ministrar y enseñar. Del
movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana (Estella: verbo Divino, 2008), p. 225.
41 Elsa Tamez refiriéndose a “prostatis” dice: “Este era un título de honor y autoridad en la
antigüedad, y se refería a personas a las cuales otros se subordinaban. Pablo reconocía su estado
de subordinado de Febe”. Tamez: p. 104. Op. Cit.
42 Estévez: p. 153. Op. Cit. “A Febe también se le llama prostatis, benefactor o patrón de Pablo y
de muchos otros. Esto le sitúa en el sistema social del patronazgo como un personaje de un
estatus relativamente elevado, con quien Pablo está en deuda por la ayuda económica prestada.
Es decir, es relativamente adinerada y probablemente tenga un rango social más elevado que
Pablo”. Madigan; Osiek: p. 34. Op. Cit.
43 Llama la atención que Pablo usa el verbo “kopiao” (trabajar, fatigarse) para describir también
su propio trabajo misionero (1 Co 15:10; Gal 4:11; Flp 2:16; Col. 1:29), así como para designar el
trabajo apostólico de los que tienen autoridad en la comunidad (1 Co 16:16; 1 Tes 5:12).
44 Bautista: p. 102. Op. Cit.
45 Estévez: p. 185. Op. Cit.
46 Chaparro, Jhonatan. Ejercicio del ministerio de la mujer en la Iglesia. Perspectiva bíblica (Lima:
JHAS, 2011), p. 100.
47 Bernabé, Carmen [Ed.]. Mujeres con autoridad en el cristianismo antiguo (Estella: Verbo Divino,
2007), pp. 81,82.
48 Ibid., 71.
49 Ibid., 69.
50 Ibid., 77.
Tercera Parte
1 Autores como G. Fee, Elsa Tamez y Rubén Aguirre sostienen esta posición. Jhonatan Chaparro
127
explica que con interpolación “estamos hablando de un añadido (gr. glosa) al texto que
originalmente no estaba. Generalmente esto se da cuando un copista añadía una frase
Página
aclaratoria en uno de los márgenes de la copia. Con el tiempo, otros copistas incluían ese
comentario como parte integral del texto bíblico. Esto no es nuevo, ya se han descubierto varias
interpolaciones, muy bien documentadas, sobre textos del N.T. como son: Mc 16:9-20; Jn 5:3b,4;
1 Jn 5:7,8”. Chaparro: p. 118,119. Op. Cit.
2 Quesnel, Michel. Pablo de Tarso (Buenos Aires: Ciudad Nueva, 2009), pp. 12,13.
3 La carta de Clemente a los corintios, en palabras de Johannes Quasten “es uno de los más
importantes documentos del período que sigue inmediatamente a la época de los apóstoles, la
primera pieza de la literatura cristiana, fuera del Nuevo Testamento, de la que constan
históricamente el nombre, la situación y la época del autor”. Patrología I. Hasta el concilio de Nicea
(Madrid: BAC, 1968), s/p. Escrita a finales del siglo I, es una exhortación a los corintios al
arrepentimiento por su mala acción de sublevarse contra sus dirigentes. Clemente califica este
hecho de “cosa abominable y sacrílega” (1:1,2), “extraño y ajeno a los elegidos de Dios” (1:1),
“detestable sedición no santa” (1:1), un “grave peligro” (14:2). Lo sucedido en la iglesia de esta
ciudad evidencia que el esfuerzo epistolar de Pablo, años atrás, no causó mucho efecto entre sus
receptores.
4 La influencia paulina sobre la iglesia de Laodicea puede verse en Colosenses 4:16.
5 Bautista, Esperanza. La mujer en la Iglesia primitiva… p. 168.
6 Según las últimas investigaciones, estas cartas no pertenecen al apóstol Pablo, pero sí a su
círculo. En ellas se encuentran los famosos “códigos domésticos”, códigos de la época que
legitiman la estructura patriarcal de la casa y el puesto del paterfamilias como señor, padre y
amo.
7 Dice Margaret MacDonald: “El cristianismo primitivo pudo ser visto a menudo como una
amenaza contra la imagen de la mujer ideal, que incluía la virtud de la castidad, la
preocupación cuidadosa por el marido y los hijos y la administración ejemplar de la hacienda”.
Las mujeres en el cristianismo primitivo y la opinión pagana (Estella: Verbo Divino, 2004), p. 285.
8 Tamez, Elsa. Luchas de poder en los orígenes del cristianismo (San José: DEI, 2004), p. 65.
9 Ibid., 66, 68.
10 Además, las mujeres al participar en las reuniones cristianas se ausentaban de sus casas. Esto
representaba un verdadero mal en aquella época, en la cual “mujer y casa” son casi sinónimos.
Su ausencia, así como el abandono de los deberes del hogar eran vistos como “sospechoso”,
pues se le relacionaba con el adulterio. Dice MacDonald: “Nuestra lectura de las críticas
paganas del siglo II EC ha llamado la atención sobre la tendencia que existía de ver el
cristianismo primitivo como un movimiento que violaba el ideal cultural de 'las mujeres en
casa'. Las mujeres que rechazaban a los dioses de su esposo para dedicarse al servicio de un
Dios llamado 'el Único' eran especialmente susceptibles de recibir una batería de críticas
estereotipadas, desde llamarlas locas charlatanas hasta presentarlas como adúlteras o
prostitutas”. MacDonald: p. 285. Op. Cit.
11 Tamez, Elsa. Las mujeres en el movimiento de Jesús… p. 106.
12 MacDonald: p. 278. Op. Cit.
13 Aguirre: p. 233. Op. Cit.
14 Estévez: pp. 166,167. Op. Cit.
15 MacDonald: p. 234. Op. Cit.
16 Dice MacDonald: “Al instruir a las mujeres cristianas casadas con maridos no creyentes para
que vivan de un modo modesto, tranquilo y en sumisión a sus maridos, el autor de 1 Pe está
reconociendo claramente las estructuras de autoridad que definen las relaciones en la casa. Una
proximidad tan grande al mundo no creyente significa que, para las esposas, lo prudente es
128
Ibid., p. 235.
17 Aguirre: p. 234. Op. Cit.
18 Estas enseñanzas difieren de las sanas palabras de Jesucristo y de la piedad (6:3), provocan
que quienes las esparcen se envanezcan y se dediquen a discusiones inútiles lo que resulta en
envidia, discordia, difamación y suposiciones perversas (6:4), hacen que los maestros piensen
que la piedad es un negocio (6:5) y que estar soltero/soltera era mejor que casarse (5:14).
19 Tamez, Elsa. Luchas de poder… p. 38.
20 Ibid., p. 83.
21 Lo que buscaba también el autor era trasladar (como solución) el modelo de la casa greco-
romana a la Iglesia, imponiendo de esta manera la estructura patriarcal de ese entonces. El
hecho de que se le pida al candidato al episcopado “que sepa gobernar bien su casa” (3:4)
significará un cambio en el “rumbo de la original organización democrática de la ‘ekklesia’.
Afectará no solo a las mujeres y esclavos, sino toda la visión liberadora de los principios del
Reino de Dios proclamados por Jesucristo”, Ibid., p. 174. E. Arens nos dice que en esta
estructura el paterfamilias era la autoridad máxima y todos los miembros de la casa ocupaban su
lugar en relación con él. La virtud por excelencia en el ámbito doméstico era la sumisión, la
obediencia absoluta a los miembros superiores de la familia. Arens, Eduardo, Asia menor en
tiempos de Pablo, Lucas y Juan. Aspectos sociales para la comprensión del Nuevo Testamento (Córdova:
El Almendro, 1995), pp. 84,85.
22 “En una sociedad patriarcal como aquélla, eran los hombres quienes dictaminaban la
conducta que las mujeres deberían tener, se sobrentendía que su radio de acción era la casa y
que debía estar ocupada en los quehaceres domésticos, al servicio de los varones de la familia o
de la casa, si no recluida en su telar”. Ibid.
23 Bautista: p. 132. Op. Cit.
24 Foulkes, Irene. “Conflictos en Corinto. Las mujeres en la Iglesia primitiva” en Revista de
Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA) N° 15 (1993), p. 107.
25 Justino. Diálogo con Tryfo, Capítulo 82.
26 Ireneo. Contra las herejías, Libro 1, Capítulo 13.
27 Ibid., Libro 5, Capítulo 6, Sección 1.
28 Estrada: p. 152. Op. Cit. Estrada, Juan.
29 Aguirre: p. 233. Op. Cit.
30 Bautista: p. 150. Op. Cit.
31 Ibid., pp. 153,154.
32 Ireneo. Contra las herejías, Libro 3, Capítulo 9, Sección 9.
33 Boyer, Harry, Historia de la Iglesia Primitiva (Bogotá: Unilit, 2001), p. 51.
34 Figueiredo, Antonio. La vida de la Iglesia primitiva … p. 43.
35 Ibid., pp. 44,45.
36 Estrada: p. 159. Op. Cit.
37 Ibid., p. 171.
38 Figueiredo: p. 51. Op. Cit. Por esos mismos años, Cipriano de Cártago (200-258), logrará abrir
más la puerta para resucitar la economía del Antiguo Testamento, lo que ayudó a la
organización de la Iglesia según el culto judío, con sacerdotes, templos y altares.
39 Clemente. Carta a los Corintios 1:3.
40 Estévez: p. 168. Op. Cit.
41 Clemente. Carta a los Corintios 21:6-8.
42 Policarpo. Carta a los filipenses 4:2.
129
Cuarta Parte
1 Stockell, Foster. Qué es el protestantismo (Buenos Aires: Ed. Columbia, 1954), s/p.
2 Wisløff, Carl. El Ministerio Eclesiástico y el Sacerdocio Universal (Sucre: SETELA, 2008), p. 57.
3 Brondos, David. “La educación liberadora”, en Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia-
Presentación de la Unidad VI (Ciudad de México: SEMLA, s/a), p. 4.
4 Lutero, Martín. “La necesidad de crear y mantener escuelas cristianas: Exhortación a las
autoridades municipales de Alemania”, en Obras de Martín Lutero, Tomo VII (Buenos Aires:
Publicaciones El Escudo: 1977), pp. 21-41.
5 Wisløff: p. 57. Op. Cit. Lutero no concebía otro sacerdocio que no fuera el de todos los
creyentes. Para él, el sacerdocio eclesiástico carecía de fundamentos bíblicos. Por ello, hablando
de la capacidad que tienen todos los creyentes para ministrar como sacerdotes ante Dios, él dirá
que “los que han sido bautizados, pueden gloriarse de estar ya consagrados a ser sacerdotes,
obispos y papas”. Ahora bien, aunque negaba que sólo unos cuantos fuesen llamados
sacerdotes, sí afirmaba que sólo eran unos cuantos los que ejercían el ministerio eclesiástico.
Este ministerio no es otra cosa que la responsabilidad y llamado otorgados por Dios a toda la
comunidad cristiana de anunciar la Palabra y celebrar los sacramentos, la cual llama a algunos
hermanos de entre ellos mismos a fin de que se los administre pues, “en la Iglesia se necesita a
personas que sirvan a Dios con la Palabra y los sacramentos, sencillamente porque la Palabra
necesita que algunos la prediquen y otros que administren los sacramentos”, p. 120.
6 Lutero, Martín. “Derechos de una comunidad cristiana”, en Obras de Martín Lutero, Tomo VII
(Buenos Aires: Publicaciones El Escudo: 1977), pp. 99-107.
7 Lutero, Martín. Conversaciones de sobremesa.
8 Aunque Lutero se mostró tosco hacia la mujer y no promovió mayores espacios de
participación en la Iglesia para ella, se debe reconocer que la Reforma aportó aspectos
importantes para la emancipación de la mujer, pues ayudó a concretizar lo que el movimiento
renacentista y humanista había proyectado en la sociedad. Además, aportó elementos
importantes para la igualdad de género, como el sacerdocio universal y la libertad cristiana, que
fueron y son un gran potencial para el desarrollo de emancipación de la mujer.
9 Calvino. “La resurrección de Jesús, sermón pronunciado el día de Pascua, en el cual se celebra
la Santa Cena de nuestro Señor”, en iglesiareformada.com, acceso el 10 de abril de 2020,
http://www.iglesiareformada.org/Calvino_Resurreccion.html
10 Calvino, Juan. Comentario de 1 Timoteo.
131
12 Amparo Bonilla afirma que, aunque en las iglesias se proclama la igualdad en Cristo y el
sacerdocio de todos los creyentes, muchas son las mujeres que encuentran problemas y
obstáculos para alcanzar posiciones de liderazgo similares a las de los varones, pues en la
práctica ellas tienen un acceso limitado a la estructura de oportunidades dentro de la Iglesia.
Esto demuestra que en realidad las mujeres no son iguales a los varones en Cristo y que para
ellas no existe un sacerdocio de todos los creyentes. “Los roles de género”, en Fernández, Juan
[Ed.], Género y sociedad, (España: Pirámide, 1998), p. 152.
13 Sánchez, Ana; Ponce, Osmundo. “La mujer en la Iglesia pentecostal: Un acercamiento inicial
a la práctica religiosa”, en Gutiérrez, Benjamín [Ed.], En la Fuerza del Espíritu... pp. 225,226.
14 Comparten con los otros protestantes la creencia de que la Biblia, Palabra de Dios inspirada
por el Espíritu Santo, es la autoridad final del creyente para la fe y la vida diaria; creen en
Jesucristo como único mediador; sostienen la doctrina del sacerdocio universal de todos los
creyentes, se oponen a la doctrina de la transubstanciación y afirman la presencia del Espíritu
Santo y sus dones en todos los cristianos.
15 Para los anabaptistas, o la Reforma Radical como se les denomina también, la Reforma de
Lutero y Calvino era solo una “Reforma Magisterial”, un movimiento conservador que desde su
formalismo litúrgico hasta su vínculo con el poder mostraba cuán atado estaba al pasado. Por
otra parte, Lutero y Calvino criticaban a los “radicales” por subordinar las Escrituras: Si el
catolicismo subordinaba la Biblia a la tradición o al capricho papal, los anabaptistas la
subordinaban a la experiencia de quienes, según Lutero, creían “haberse tragado al Espíritu
Santo con plumas y todo”.
16 Campos, Bernardo. De la Reforma Protestante a la Pentecostalidad de la Iglesia (Quito: CLAI,
1997), p. 15.
17 Martinez, Carlos. “Las mujeres en el movimiento anabautista del siglo XVI”, en Protestante
Digital, acceso el 10 de marzo de 2015,
https://protestantedigital.com/magacin/39372/las_mujeres_en_el_movimiento_amabautista_i
18 Escobar, Mario. Protestantes… p. 257.
19 Martinez, Carlos. “Las mujeres en el movimiento anabautista del siglo XVI”...
20 La sanación de las memorias: Reconciliación por medio de Cristo. Informe de la Comisión
Internacional de Estudio Luterana-Menonita, 2010, p. 111.
21 Martinez, Carlos. “Las mujeres en el movimiento anabautista del siglo XVI”…
22 El Martyrs Mirror (“El espejo de los mártires”) es un gran libro (de 2 kilos y medio) que
consta de historias de anabaptistas mártires. Empezó con el primer libro de mártires de los
anabaptistas holandeses llamado Het Offer des Heeren (El sacrificio del Señor). Este libro se
imprimió en 1562, siendo un libro que cabía en el bolsillo, pero con el aumento de las
persecuciones y de los mártires anabaptistas el libro fue creciendo con cada nueva edición.
23 Lowry, James. En el vientre de la ballena (Farmington: Lámpara y Luz, 1999), pp. 71,72.
24 Katharina recibió educación formal, algo que una joven común de aquella época jamás
habría soñado recibir. Aprendió a leer y a escribir, tanto en alemán y en latín; también recibió
instrucción acerca del cultivo de plantas y técnicas de jardinería, entre otras cosas. Todo esto, en
una época en la que la lectura y la escritura era privilegio de los hombres de la élite europea
(clero, nobles, burócratas y ricos).
25 Marie no compartía la idea de su época y de los reformadores como Calvino, de ser una
buena esposa sumisa y abnegada, buena ama de casa, receptora y pasiva de la doctrina. Se
quejaba que, al casarse, a las mujeres se les arrebataba el derecho al tiempo y al espacio, se les
impedía el acceso al “ágora”.
26 Marie Dentière fue una de las primeras teólogas reformadas que tuvo el movimiento.
132
27 En La Epistre, carta suya escrita a Margarita de Navarra, hermana del Rey de Francia,
defendió el hecho de que las mujeres hayan empezado a enseñarle la Biblia a otras: “… los
Página
Quinta Parte
1 El movimiento pentecostal es en realidad plural en sus orígenes, por ello debería hablarse
mejor de “movimientos pentecostales”, o “pentecostalismos”. Casi paralelamente, en diversos
países se dieron brotes de avivamientos centrados en la persona y poder del Espíritu Santo, que
dieron como origen a iglesias pentecostales, siendo los más conocidos el de la India (1905) con
Pandita Ramabai, EE.UU. (1906) con William Seymour y Chile (1909) con Willis Hoover.
2 El pentecostalismo más grande en el mundo es el iniciado en los Estados Unidos en 1906.
Quienes lo originaron procedían del movimiento de santidad del siglo XIX y por ello, se nutrió
de diversas doctrinas y prácticas que este movimiento defendía.
3 Hyatt, Susan. “Mujeres llenas del Espíritu”, en Vinson Synan [Ed.], El siglo del Espíritu Santo:
cien años de renuevo pentecostal y carismático (Buenos Aires: Peniel, 2006), pp. 284,285.
4 Hyatt, Susan. In the Spirit We Are Equal: The Spirit, The Bible and Women — A Revival Perspective
(Dallas: Hyatt Press, 1998), p. 140.
5 Con esta actitud, Wesley rechazaba las interpretaciones y posturas que sus predecesores (los
133
Padres y los Reformadores) y sus autoridades anglicanas hacían del texto de 1 Timoteo 2 y
consideraba como inválidas sus opiniones en cuanto a la imposibilidad de que las mujeres
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tengan roles protagónicos y de liderazgo en las comunidades cristianas. Por tal razón, el erudito
Roger Wearmouth ha señalado que “la emancipación de la femineidad comenzó con Juan
Wesley”. Methodism and the Common Peolple of the Eighteenth Century (Londres: Epworth, 1945),
p. 223.
6 Tuttle, Robert. Jhon Wesley: His Life and Theology (Gran Rapids, Michigan: Francis Asbury
Press, 1978), p. 38.
7 Bullón, Dorothy. El avivamiento que cambió un país, p. 9.
8 Algunos estudiosos consideran a Susanna la verdadera fundadora del metodismo, debido a
que con notable inteligencia estableció el formato del metodismo con sus devociones familiares.
Ella creía que la actividad del Espíritu en la vida del creyente tenía autoridad por encima de los
dictados de la iglesia institucional. Hyatt, Susan. “Mujeres llenas del Espíritu”… p. 285.
9 Chilcote, Paul. Ella ofreció a Cristo. El legado de las mujeres predicadoras en el metodismo primitivo
(San José: UBL, 1993), p. 83.
10 S.T. Kimbrough, Jr. (Miembro de la Oficina de Recursos en Español de la Unidad de
Comunicaciones de la Junta General de Ministerios Globales Iglesia Metodista Unida). “Quién
es el pueblo llamado Metodista”, en Global Ministries. The United Methodist Church, acceso el 15
de abril de 2015, www.umcmission.org/Find-Resources/John-Wesley-Sermons/The-Wesleys-
and-Their-Times/Quien-es-el-Pueblo-Llamado-Metodista
11 Hyatt: pp. 287,288. Op. Cit.
12 Ibid.
13 Ibid., pp. 289,289.
14 Ibid., p. 291.
15 Ibid., p. 297.
16 Synan, Vinson. Voces de Pentecostés (Buenos Aires: Peniel, 2012), pp. 142,143.
17 Hyatt: p. 296. Op. Cit.
18 Robeck, Cecil M. “Women in the Pentecostal Movement”…
19 Ibid.
20 Hyatt: p. 299. Op Cit.
21 William Saymour nunca tuvo problemas en permitir que las mujeres predicaran en su
iglesia, a ellas les dio credenciales ministeriales y las enviaba, al igual que a los hombres, como
misioneras y plantadoras de iglesias. Él creía que el Espíritu Santo es el mismo en la mujer que
en el hombre.
22 Synan: p. 133. Op Cit.
23 Ibid., p. 111.
24 López, Pedro. La Renovación Carismática y su Contribución a la Unidad de los Cristianos (São
Paulo: Ser e Pensar, 2011), p. 83.
25 Anderson, Allan. “Pentecostalismo global y religión en Asia”, en Cultura y Religión Tomo 1 N°
1 (marzo, 2007), p. 128, acceso el 13 de marzo de 2020,
https://www.revistaculturayreligion.cl/index.php/culturayreligion/article/view/213
26 Garita, Lydiette. “La participación de la mujer en el proceso de unidad y cooperación
pentecostal en América Latina”, en Jubileo, La Fiesta del Espíritu (Quito: CLAI, 1999), p. 63.
27 López, Darío. Pentecostalismo y transformación social (Buenos Aires: KAIRÓS Ediciones, 2000),
p. 33.
28 Hoover, Willis. Historia del avivamiento pentecostal en Chile (Concepción: CEEP Ediciones,
2000), p. 41. El testimonio que brinda Hoover es valioso no sólo porque viene de la pluma de
uno de os protagonistas del avivamiento chileno, sino porque refuerza lo que se ha venido
134
diciendo: Que el Espíritu escoge también a las mujeres para impulsarlas al mundo con el
mensaje del Reino, tan igual que a los hombres, devolviéndoles voz silenciada y las
colocándolas en una posición de igualdad en el anuncio y la proclamación. Hoover añadirá que
Página
este Espíritu divino “venía sobre las mujeres estando trabajando solas en casa; caían al suelo y
veían visiones” y menciona a una niña de doce años que “había ido al paseo anual, pero nunca
a la iglesia, días después, en el colegio barriendo después de las clases, fue tomada por el
Espíritu, asombrando a su compañera y a la profesora”. Otra niña de la misma edad, cantando
un himno en su casa cayó al suelo y comenzó a hablar en lenguas. Hoover testifica: “estaba
presente un empleado del hotel Bristol, quien entendió que [la niña] estaba hablando en inglés e
interpretó sus palabras. Decía que Dios dijo al padre de la niña que la dejara ir a la iglesia y que
se arrepintiera, o si no, sería condenado”, pp. 43,44.
29 Ibid., p. 33.
30 Ibid.
31 Ibid., p. 35.
32 Sepúlveda, Juan. “Valparaíso, cuna del pentecostalismo chileno”, en: Chiquete, Daniel;
Orellana, Luis [Eds.], Voces del Pentecostalismo Latinoamericano III (Concepción: RELEP, 2009), pp.
37,38.
33 El bautismo en el Espíritu movilizó a las mujeres chilenas hacia la evangelización en sectores
urbanos y empobrecidos de la ciudad de Santiago. Luis Orellana pone de manifiesto, con
testimonios de la época, que las mujeres pentecostales se presentaban voluntariamente para
salir después de la Escuela Dominical a dar sus testimonios en público “con el poder del
Espíritu Santo”. Estas salidas evangelísticas produjeron conversiones callejeras que en el culto
nocturno eran recibidas con gran gozo. Orellana enfatiza “la iniciativa de estas mujeres para
compartir sus testimonios en los conventillos [hilera de casas muy humildes], como una forma
muy genuina de predicar el evangelio en los sectores de la marginalidad urbana”. El Fuego y la
Nieve. Historia del Movimiento Pentecostal en Chile 1909-1932 (Concepción: CEEP Ediciones, 2008),
pp. 55-57.
34 La hermana “Elena” tuvo un fructífero ministerio pentecostal, dentro y fuera del
pentecostalismo que se iba gestando por esos años. Comúnmente se dirigía a otras ciudades
chilenas acompañada de la hermana Natalia de Arancibia para predicar e impartir el bautismo
en el Espíritu. Sus reuniones eran verdaderos tiempos de avivamiento. En Huillinco (Isla de
Chiloé), Elena ministró el bautismo en el Espíritu y la esposa del encargado de la obra de la
Alianza Cristiana y Misionera lo recibió y habló en lenguas, dos hermanas cayeron bajo el poder
del Espíritu y muchas personas que se mostraban indiferentes a las reuniones empezaron a
frecuentar las reuniones con mucho interés. En esas reuniones, el misionero noruego Maggie
Gilchrist, recibió el bautismo pentecostal por la imposición de manos de Elena lo cual produjo
en él un notable cambio en su vida y ministerio. Ver, Periódico Chile Evangélico
(11/setiembre/1909), pp. 6-15.
35 Con mucha razón, estudiosos del pentecostalismo chileno afirman que “en los inicios del
pentecostalismo chileno (1909) encontramos a dos personajes claves: Willis Hoover y Nellie
Laidlaw (más conocida como Elena). Mientras que en torno a Hoover se erigió una leyenda
dorada que nada logra opacar, pese a los relatos que ensombrecen su aura; sobre Elena se
esculpió una leyenda negra que la transformó en una auténtica antiheroína, que luego fue
arrojada al olvido, tanto de las memorias institucionales del pentecostalismo como de las
investigaciones realizadas al respecto”. Quienes han escrito de ella “la presentan como una
mujer infame, vinculada al consumo de alcohol, la morfina y la prostitución, tachándola incluso
de esquizofrénica y engañadora”. Mansilla, Miguel; Muñoz, Wilson y Piñones, Carlos.
«Memoria de un olvido. La exclusión de mujeres de la memoria fundacional del
pentecostalismo chileno (1909-1915)». Memoria y Sociedad 22, N° 44 (2018), p. 104.
135
https://doi.org/10.11144/Javeriana.mys22-44.moem
36 Por mucho tiempo, la vida de Frida estuvo fuera de los registros oficiales de la historia del
pentecostalismo brasileño y de la Assembleia de Deus no Brasil. Recién en los últimos años su
Página
biografía viene siendo investigada y rescatada, tanto en Brasil como en Suecia. Ya se han escrito
algunos libros sobre ella, así como una tesis doctoral, con el propósito de reivindicar su
protagonismo y liderazgo en la historia del pentecostalismo brasileño.
37 Era muy común que Frida visitara continuamente los leprosarios que recién aparecían en
Brasil por aquellos días. Estos leprosarios estaban ubicados en lugares remotos, alejados del
resto de la población.
38 Alencar, Gedeón. “Assembleias Brasileiras de Deus: Teorização, História e Tipología — 1911-
2011” (Tesis de Doctorado en Ciências da Religião, Pontifícia Universidade Católica de São
Paulo, 2012).
39 “Among the Indians of Perú” (The Latter Rain Evangel, noviembre/1926), pp. 9,10.
40 LADP. Camino de Fuego (Lima: COCELADP, 2019), pp. 170,171; Jeter, Louis. Oro Peruano
(Miami: Vida, 1987), pp. 105,106.
41 Galván, José. Historia del M. I. Perú (Lima: M.I. Perú, 2019), pp. 25-19.
42 Para conocer mejor la vida de Alice Wood y su labor pionera en Argentina, ver Griffin,
Kathleen. “Luz en Sudamérica: Los Primeros Pentecostales en Gualeguaychú, Entre Ríos, 1910-
1917” (Tesis de Doctorado en Teología, ISEDET, 2014).
Sexta Parte
1 Mansilla, Miguel; Muñoz, Wilson; Piñones, Carlos. «Memoria de un olvido. La exclusión de
mujeres de la memoria fundacional del pentecostalismo chileno (1909-1915)». Memoria y
Sociedad 22, N° 44 (2018), p. 109. https://doi.org/10.11144/Javeriana.mys22-44.moem
2 Ibid., p. 111.
3 En el caso de Elena, las historias que se tejieron en su entorno hicieron que Hoover, quien una
vez le dio su respaldo, llegara a excluirla completamente del movimiento: “Inicialmente se
podría decir que fue Hoover quien excluyó a Elena como líder y luego como feligresa, pues «a
final de ese año (1909) Hoover finalmente repudió a Nellie», con lo cual pasó, posteriormente, al
olvido, al tiempo que fue borrada del mito fundacional pentecostal. De igual forma, Bristol, el
obispo metodista episcopal, destaca que «Elena fue repudiada por Hoover y por los otros que la
consideraban profetisa». Sabemos que una vez que el movimiento pentecostal se difundió y
alcanzó autonomía, Hoover le quitó su respaldo a Elena. Finalmente, «después de los
acontecimientos de 1909 y su gira por el sur de Chile en 1909–1910, [Elena] fue discontinuada
como miembro en plena comunión de la Iglesia Metodista Episcopal, el 30 de abril de 1910».
Una vez que Hoover tomó el liderazgo y la dirección del movimiento pentecostal, no solo
excluyó a Elena del mismo, sino que también fue reduciendo el rol de la mujer hasta su más
mínima expresión, para evitar que emergieran otras líderes que socavaran la autoridad
masculina. Así, sobre cualquier mujer que quisiera seguir la senda revolucionaria e influyente
iluminada por Elena, caerían las imprecaciones que la aplacaron a ella, así como un castigo
ejemplar”. Ibid., p. 106.
4 A Frida se le acusó de cometer adulterio con un hombre menor que ella. Esta acusación fue
hecha por los pentecostales asambleístas brasileros a los líderes suecos a fin de que retirasen del
país a la mujer que, por su excepcional liderazgo, llenaba de celos a los líderes varones. La
razón por la que se habría inventado esta leyenda sería la actitud de inconformidad y
posteriores acciones de Frida ante la decisión de la primera Convención Nacional de la
denominación de prohibirle el pastorado y la enseñanza a las mujeres. Sin lugar a dudas, las
acciones de la misionera sueca (sus publicaciones en la revista que ella dirigía) no fueron del
agrado de los líderes varones, quienes inventaron tal acusación para deshacerse de ella. Se llegó
136
a decir que ella “mandaba en la iglesia, atropellaba a los hombres, no obedecía a la convención e
incitaba a las mujeres en contra de los obreros”.
Página
restricciones”, pone el ejemplo de una mujer de Kenya, África, que después de haber sido
sanada de sida, a través del ministerio de la obispo LaDonna Osborn, había “plantado tres
iglesias por iniciativa propia”.“Surprises of the Holy Spirit: How Pentecostalism Has Changed
the Landscape of Modern Mission”, en Bonk, Jonathan [Ed.], Between Past and Future. Evangelical
Mission entering the Twenty-First Century (Pasadena: EMS, 2003), p. 59.
9 Pérez, Verónica. “Mujeres y pentecostalismo: Repensando el espacio sagrado, la Iglesia”, en
Cultura y Religión (abril, 2009), p. 135, acceso el 13 de marzo de 2020,
https://www.revistaculturayreligion.cl/index.php/culturayreligion/article/view/174
10 Pérez, Verónica. “Educación y liderazgo de la mujer Pentecostal: Signo de esperanza para la
iglesia”, p. 1, acceso el 13 de marzo de 2020, Scribd,
https://es.scribd.com/document/272769354/Educacion-y-Liderazgo-de-La-Mujer-Pentecostal
11 Cecilia Castillo, describiendo el pentecostalismo chileno dice: “Las mujeres, con el transcurso
del tiempo, han sido olvidadas en lo que se refiere al protagonismo que tuvieron en el origen
del pentecostalismo, en beneficio de tareas tradicionalmente establecidas por la sociedad […]. A
la mujer solamente se le atribuye servicios domésticos y no existe motivación para incentivarlas
a otras tareas. De esta manera, podemos observar que en la celebración de la liturgia pentecostal
es muy escasa la participación de las mujeres, especialmente en espacios como el Servicio de la
Palabra, generalmente reservado a los hombres. La mujer puede cantar, orar, contar su
testimonio, profetizar, incluso ungir, pero no está calificada, en algunas denominaciones
pentecostales, para predicar desde el púlpito. Ni siquiera subir al altar le es permitido siendo
fuertemente legitimado por el concepto de impureza expresado a través de las interpretaciones
literales del Antiguo Testamento”. “Imágenes y espiritualidad de las mujeres en el
pentecostalismo chileno”, en Chiquete, Daniel; Orellana, Luis [Eds.], Voces del Pentecostalismo
Latinoamericano III (Concepción: RELEP, 2009), pp. 187-188.
12 Barrientos, Marjoreyn. Presentación del libro “Mujeres Pentecostales: Construcción del
género a través de la experiencia Religiosa”, en Cultura y Religión Tomo 5 N° 1 (junio, 2011), p.
181, acceso el 13 de marzo de 2020,
https://www.revistaculturayreligion.cl/index.php/culturayreligion/article/view/107
13 Conversación con el autor, el 2 de marzo de 2020.
14 Saá, Laura. Lo propio y lo ajeno. Reflexión sobre el papel importante de la mujer en el liderazgo
pentecostal, pp. 1,2.
15 Calderón, Ariel. “La socialización femenina, la desigualdad de género y la violencia contra
las mujeres en tres comunidades pentecostales de Costa Rica”, en Revista de Ciencias Sociales de la
Universidad de Costa Rica N° 161-III (octubre, 2018), p. 58, acceso el 13 de marzo de 2020,
https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/sociales/article/view/35046/34597
16 Conversación con el autor, el 22 de febrero de 2020.
17 En Las Asambleas de Dios Norteamericanas, aunque la mayoría de sus campos de misión en
el mundo fueron iniciados por mujeres, recién en 1935 ellas pudieron ser aceptadas en el
ministerio pastoral de manera plena.
18 En la Iglesia de Dios de los EE.UU., el liderazgo femenino ha tenido (y sigue teniendo) que
pasar por un camino no tan grato. Recién en 1992 se les permitió a las mujeres por primera vez
votar en la Asamblea General Internacional, y recién en el año 2000 se les permitió servir en
todos los oficios excepto en la de obispo. Diez años después se consideró el asunto de si una
mujer puede ser obispo, pero no fue aceptado.
19 Cuenta personal de Facebook, del 10 de agosto de 2016.
20 Bernardo Campos, hablando de esta Pastoral, explica que es aquella pastoral “que trabaja
138
ojos de mujer”. Pastoral Pentecostal: Elementos de Teología Práctica (Guatemala: Seminario Bíblico
Pentecostal, 2016), p. 99.
21 La arzobispo Margaret nació el 29 de julio de 1943, dentro de una familia real del antiguo
reino de Benin del Estado de Edo, Nigeria. Es Diplomada en Economía Doméstica (Leeds
Polytechnic, Reino Unido), Magister en Divinidad y Licenciada en Estudios Bíblicos (Friends
International Christian University, Estados Unidos) y Magister en Educación (Universidad Oral
Roberts, Estados Unidos).
22 Obot, Mercy. “The Life Story of Archbishop Margaret Benson Idahosa”, en Voice Your Stories
(julio, 2019), acceso el 24 de abril de 2020, https://www.voiceyourstories.com/the-life-story-of-
archbishop-margaret-benson-ldahosa/
23 Margaret sirve como canciller de la Universidad Benson Idahosa (clasificada como una de las
mejores en Nigeria), siendo la primera canciller femenina en una universidad africana; es
presidenta ejecutiva del Instituto All Nations for Christ, que otorga programas de grado para
estudiantes locales e internacionales; es fundadora de Christian Women Fellowship
International (CWFI), el ministerio femenino —no confesional— de su Iglesia; en su deseo de
contribuir al desarrollo de su nación ha constituido más de 108 escuelas en todo Nigeria y
fundado un orfanato, es además “el cerebro” detrás del Instituto Internacional de Recursos de
Liderazgo (IIRL) creado para enseñar ética y principios de liderazgo a pastores, líderes y
trabajadores de la Iglesia.
24 Ugbegun es un clan en el gobierno local central de Esan del estado de Edo, Nigeria. Tiene
una ubicación estratégica y central en Esan, con un área muy grande y muchos habitantes.
25 Egbejule, Michael. “Monarch extols Margaret Idahosa virtues”, en The Guardian (febrero,
2018), acceso el 22 de abril de 2020, https://guardian.ng/news/monarch-extols-margaret-
idahosas-virtues/
26 Kola, Alex; Igbinovia, Josephine. “At 70, men still run after me – Rev. Margaret Idahosa”, en
Vanguard (junio, 2013), acceso el 24 de abril de 2020,
https://www.vanguardngr.com/2013/06/at-70-men-still-run-after-me-rev-margaret-idahosa/
27 Yau, Cecilia. “Three Portraits of Woman Ministering Around the World”, en CBE
International (Invierno, 2004), acceso el 30 de abril de 2020,
https://www.cbeinternational.org/resources/article/mutuality/three-portraits-women-
ministering-around-world
28 Recordando el momento de la elección, su hijo, Abdiel Expósito López, recuerda: “Cuando
ella fue elegida presidenta la primera vez, los hombres ancianos de la iglesia no querían que eso
sucediera. Y estaban preparándose para degradarla reservándose los motivos pues no tenían
ninguno tangible. En el culto antes de las elecciones la presencia de Dios cayó y todos los que
estaban preparándose para ir en contra de ella cayeron bajo la presencia de Dios. Y Dios los usó
a ellos mismos para ungirla y bendecirla”. Conversación con el autor, el 10 de mayo de 2020.
29 Beatriz ha estado a cargo del Comité de Emergencia y Ayuda Humanitaria del Consejo de
Iglesias de Cuba; teniendo como principal resultado, el haber contribuido a la rehabilitación de
la iglesia cubana y del pueblo de Cuba en general, tras el azote de la temporada ciclónica 2008,
la más devastadora de los últimos 50 años. Lo cual le avala una importante intervención social a
nivel del país. Por otro lado, ha realizado numerosas giras de ministración por iglesias de
diversos países: Canadá, Estados Unidos, Puerto Rico, México, Costa Rica, Nicaragua, San
Salvador, Venezuela, Argentina, Tanzania, Suiza, entre otros. Es de destacar sus predicaciones
en diversas Conferencias Mundiales de Misiones de la denominación en Costa Rica y en
Canadá; así como en la Conferencia General de la Iglesia Pentecostal de Santidad Internacional
139
“¿Por qué tanto las investigaciones como las denominaciones pentecostales han excluido,
difamado, negado o ignorado el rol de las mujeres dentro de la memoria fundacional del
movimiento?”, ofrecen la siguiente respuesta: “En primer lugar, sostenemos que parte de esta
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