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La teología feminista en la historia

Teresa Forcades i Vila


Montserrat, Cataluña, España
Con ese título escribí hace diez años un libro. En la identificación entre modernidad y emancipación,
él afirmaba que la teología feminista existe desde la teóloga feminista se sitúa en la encrucijada incó-
que existe la teología patriarcal: desde que existen moda, irritante y fecunda inaugurada por Joan Kelly
teologías (reflexiones sobre Dios) que consideran en 1982 con su análisis de la querelle de femmes
a las mujeres menos aptas que los varones para que caracterizó los primeros siglos de la Modernidad.
representar o interpretar lo divino, han existido al- Kelly constató que la teocracia medieval definía la
ternativas críticas que han reivindicado la igualdad plenitud humana en términos de ‘santidad’ a la vez
ante Dios de mujeres y varones. Hoy sigo pensando que reconocía el pleno acceso de las mujeres a ella y
de igual modo, particularmente tras haber tenido ponía a disposición de las mujeres abundantes ejem-
la oportunidad de profundizar en el papel de las plos de santidad femenina socialmente relevantes. El
mujeres en las primeras comunidades cristianas y humanismo renacentista, en cambio, rechazó la san-
de haber constatado hasta qué punto resulta signi- tidad como ideal de realización humana y lo sustitu-
ficativo que, según tres de los cuatro evangelistas, yó por el desarrollo intelectual (ejercicio de la propia
Jesús resucitado se aparezca en primer lugar a una o razón) y político (la participación en el progreso
a dos mujeres, antes que a ningún varón, y que uno social); las mujeres quedaron excluidas de ese ideal
de los evangelistas incluso riña a los varones por no humano renacentista definido. A la vez que rechazó
haber creído en el testimonio de María Magdalena todas las barreras sociales como constructos artifi-
(Mc 16,14). En latín, la palabra ‘testigo’ y la palabra ciales que introducen jerarquías violentas donde la
‘testículo’ son la misma (testes). El par de testes-tes- naturaleza creó igualdad, el humanismo universalista
tículos tradicionalmente necesarios para establecer moderno naturalizó las barreras sociales que separan
la masculinidad se asocian al par de testes-testigos a los varones de las mujeres. Así, con la modernidad y
legalmente necesarios para dar por establecido un no antes, nacemos ‘las mujeres’ como categoría social.
hecho histórico. La nueva Creación inaugurada por Antes existíamos por supuesto las mujeres, mas no
Cristo rompe esta lógica patriarcal al presentar a una como categoría social ya que una aristócrata poco te-
mujer sola, o a dos, como sus primeras testigos. nía en común con una mujer del pueblo; la aristócra-
Los textos primitivos del budismo, por su parte, ta se definía socialmente como aristócrata, no como
testimonian que la conciencia de la discriminación de mujer. La división premoderna en estamentos sociales
las mujeres y la respuesta crítica ante ella existían ya no implicaba la igualdad de las mujeres dentro de su
antes de Cristo: tal como explico en el libro, la pri- categoría social, pero dificultaba la naturalización de
mera manifestación feminista de que tenemos noticia ‘la esencia femenina universal’.
fue organizada en el s. V a.C. por Mahapajapati Go- Con la Modernidad, la esencia femenina no so-
tami, tía materna de Buda. No creo que fueran sola- lamente se naturaliza, sino que se teologiza: la in-
mente las mujeres motivadas religiosamente, como ferioridad de todas las mujeres respecto a todos los
María Magdalena o Mahapajapati Gotami, quienes de- varones se considera instituida por Dios y necesaria
safiaran el sexismo de la época; más parece que han para la buena marcha de la sociedad. La ley sálica –
sido sólo las tradiciones religiosas las que, aunque que prohíbe gobernar a las mujeres– se introduce en
muy a regañadientes, han preservado su memoria. Francia en 1328. Considero que la teologización de
Considero que las distintas teologías feministas la sumisión social de las mujeres se llevó a cabo de
tienen hoy el reto de analizar de forma crítica la forma mucho más profunda que la teologización de la
asociación moderna que vincula la religiosidad tra- sumisión social de los estamentos sociales inferiores.
dicional con el sexismo y reserva para el humanismo Al fin y al cabo, Jesús fue un hombre del pueblo, no
secular la emancipación de las mujeres. Al rechazar un aristócrata; y hombres del pueblo fueron también
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sus primeros discípulos y los primeros mártires. Je- se da a sí mismo en la relación esponsal) y por qué la
sús, en cambio, no fue mujer y la tradición canónica virgen María, símbolo de la Iglesia, debió ser mujer
no ha preservado la memoria de las mujeres como (la mujer, como la Iglesia, recibe y acoge en su seno
discípulas de Jesús en igualdad con los varones. Sí la donación de sí del esposo que la hace fecunda).
fueron las mujeres mártires y santas, mas el avance Además de excluir a muchas personas que tienen
de la Modernidad ha tendido a menospreciar cada vez un cuerpo o un deseo que no se adapta a la comple-
más el martirio y la santidad y a asociarlos al fanatis- mentariedad de penetrar vs. ser penetrado, ‘el femi-
mo religioso y a la ignorancia pre-científica. Durante nismo vaticano’ reproduce y refuerza el estereotipo
la época medieval, la danza de la muerte representa- de la feminidad como ‘disponibilidad’ a los deseos o
da en el atrio de algunas iglesias recordaba a quienes necesidades del varón: la mujer-esposa está prepara-
entraban en ellas que el privilegio social era de corta da para dar la bienvenida y para abrazar la expresión
duración: la muerte igualaba a todos; las diferencias masculina de sí, pero –según este modelo– no está
sociales eran sólo apariencia. ¿Dónde encontramos humana, teológica ni eclesialmente preparada para
en la Modernidad una sabiduría paralela, a saber, ‘expresarse a sí misma’. El modelo reproduce y refuer-
la relativización de las diferencias de género? La za asimismo el estereotipo de la masculinidad como
buscaremos en vano. No aparece históricamente. La ‘incapaz de acoger’: el varón está preparado para
naturalización y la teologización de la inferioridad expresarse a sí mismo, pero –siempre según este mo-
femenina se han consolidado durante cinco siglos delo– no se corresponde a su esencia humana, teo-
de modernidad. Considero que han culminado en lógica ni eclesial el ser receptivo (dejarse penetrar,
la Iglesia Católica con la teología del cuerpo desa- dejarse impregnar) a los deseos o necesidades de su
rrollada por el Papa Juan Pablo II y con el llamado compañera o a la inesperada y siempre excepcional
‘feminismo vaticano’: el reconocimiento de la igual- expresión de sí de la mujer. El ‘gran misterio’ de Juan
dad en dignidad de varones y mujeres acompañado Pablo II resulta ser un viejo prejuicio: se invita a la
de una complementariedad binaria de género que se originalidad personal de la mujer a difuminarse hasta
extiende desde lo físico hasta lo espiritual, a la cual desaparecer convertida en un espejo acogedor para
se atribuye un origen divino y un significado teoló- la originalidad personal de su esposo. Personalmente,
gico y sacramental vinculado al ‘gran misterio’ que se considero que nuestra plenitud humana, teológica
menciona en la carta a los Efesios (Ef 5,32). y eclesial no está sujeta a las categorías de género
Según Juan Pablo II, el amor redentor de Cristo ni a categorías de ninguna clase, sino que se realiza
expresa la esencia de la masculinidad, que no es otra solamente cuando se es capaz de reconocer simultá-
que la capacidad de ‘vaciarse uno mismo’ para darse neamente la originalidad personal propia y la de los
a otro; el acto espiritual de ‘dar la vida’ dándose a demás y se está dispuesto a actuar en consecuencia.
sí mismo tiene un correlato físico en la capacidad Las personas que tienen identidades sexuales que
del cuerpo masculino de penetrar y de impregnar no se adaptan a las categorías socialmente predomi-
el cuerpo femenino. De forma complementaria, la nantes encarnan un carácter queer que en el fondo
aceptación por parte de la Iglesia del amor de Cristo nos afecta a todos, en tanto que todos hemos sido
expresa la esencia de la feminidad, que no es otra creados a imagen de Dios y llamados a ser como Dios
que la capacidad de abrirse a fin de acoger el don (en quien ni las categorías de género ni ninguna otra
de sí que ofrece otro; el acto espiritual de ‘acoger la categoría encuentran aplicación). Las categorías de
vida’ haciendo espacio en sí misma tiene un correlato género son históricas, no escatológicas. Los sacra-
físico en la capacidad del cuerpo femenino de ser mentos de la Iglesia, en cambio, no reflejan la reali-
penetrado y ser impregnado por el cuerpo masculino. dad histórica de la vida humana, sino su dimensión
Y ahora viene el punto relevante para el tema de escatológica (su ser ‘en Dios’). En este sentido, con-
la ordenación femenina: según Juan Pablo II, el ‘gran sidero teológicamente consistente desde un punto de
misterio’ de la complementariedad teológica de los vista cristiano tanto que las mujeres puedan ser orde-
sexos explica por qué el sacerdote, que actúa ‘in per- nadas sacerdote, como que las parejas homosexuales
sona Christi’, debe ser varón (el varón, como Cristo, o transexuales puedan casarse por la Iglesia. q
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