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Nietzsche afirmó que "Dios ha muerto", refiriéndose a que el hombre mató a Dios cristiano al rechazar sus principios morales absolutos. Sin embargo, desde una perspectiva cristiana, Dios sigue vivo en los necesitados y sufriendes, y cada vez que no atendemos a estos, lo estamos matando. Aunque a veces parezca que Dios está muerto dada la maldad en el mundo, Él permanece presente en los sacramentos y en aquellos que sufren, por lo que es tarea de los cristianos atender
Nietzsche afirmó que "Dios ha muerto", refiriéndose a que el hombre mató a Dios cristiano al rechazar sus principios morales absolutos. Sin embargo, desde una perspectiva cristiana, Dios sigue vivo en los necesitados y sufriendes, y cada vez que no atendemos a estos, lo estamos matando. Aunque a veces parezca que Dios está muerto dada la maldad en el mundo, Él permanece presente en los sacramentos y en aquellos que sufren, por lo que es tarea de los cristianos atender
Nietzsche afirmó que "Dios ha muerto", refiriéndose a que el hombre mató a Dios cristiano al rechazar sus principios morales absolutos. Sin embargo, desde una perspectiva cristiana, Dios sigue vivo en los necesitados y sufriendes, y cada vez que no atendemos a estos, lo estamos matando. Aunque a veces parezca que Dios está muerto dada la maldad en el mundo, Él permanece presente en los sacramentos y en aquellos que sufren, por lo que es tarea de los cristianos atender
Friedrich Nietzsche, en 1882 dice “Dios está muerto” en La
Gaya Ciencia, específicamente en la sección 125 dice “Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado”, pero ¿realmente ésta frase es cierta?, ¿realmente Dios ha muerto? Primero es importante resaltar que Nietzsche expresa que el Dios cristiano no es más, a partir de él, la fuente creíble de los principios morales absolutos, es decir, que no solo Dios murió, sino que el ser humano lo mató con la intención de llegar a un mayor entendimiento del mundo. En relación a lo anterior, el ser humano mató a Dios, y lo sigue matando cada vez que un hombre abusa de su poder, cada vez que se le quita la dignidad a una persona, cada vez que un ser humano le quita la vida a otro (o a otros), ahí se está matando a Dios, por cada niño que vive y sufre en soledad en las calles de las ciudades; allí muere Dios. Todo esto desde la perspectiva cristiana, Dios muere cada vez que no cumplimos con el mandato de Jesús de amar al otro, en cada acto contrario al amor, Dios muere de dolor, muere en el que sufren en el pobre oprimido, en los que andan en malos pasos, en fin, Dios muere de muchas maneras, o mejor dicho lo matamos de muchas maneras. Y podríamos creer entonces que Él sigue muerto o que realmente está muerto, y esto puede ocurrir porque no lo vemos, porque no lo sentimos o al ver el mal que abunda, sobretodo en nuestra sociedad venezolana, que día a día se ve gravemente afectada por la precariedad en la que viven la mayoría de los venezolanos, por estás o un sinfín de razones, se puede creer que Dios está muerto. Pero aunque podamos creer que Él está muerto, Él está presente, está vivo y no ha abandonado a los hombres. Por esta razón, podemos ver a Dios y sentirlo en los necesitados, en los que sufren, pues el mismo Jesús dijo “tuve hambre, tuve sed, estuve desnudo, estuve preso…” (Cfr. Mt 25, 35-35). Otro ejemplo es santa Teresa de Calcuta, que vivía con la sensación de que Dios se había olvidado de ella o que guardaba un gran silencio que parecía estar muerto, ella confirmaba que lo encontraba todos los días en el pobre, en el que sufre, justo ahí estaba Cristo, con su angustioso disfraz, así decía ésta santa, por eso cada vez que no atendemos a uno de estos pobres y sufrientes, lo estamos dejando morir, lo estamos matando. Por eso hay que tener conciencia que todos aquellos que nos rodean son otro Cristo, que pasa y nos llama. Por otra parte, desde la fe tenemos la seguridad de que Cristo Jesús, Dios mismo, está presente en los sacramentos, especialmente en la eucaristía, donde le encontramos en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Es por esto, que ser fiel a la recepción de los sacramentos, nos ayudará en nuestro caminar cristiano, y a sentir a Dios vivo entre nosotros, para poder ser testimonios y reflejo de Jesús para los demás. Finalmente, afirmo totalmente convencido que DIOS NO HA MUERTO, sino que sigue vivo en el prójimo, en los sacramentos, en nosotros. Aunque muchas veces la humanidad lo mate cuando no atiende al necesitado o cuando comienza una guerra, Dios se sigue haciendo presente en el sufriente y es tarea de todos, sobretodo de los cristianos, el atenderlo y asistirlo para que siga viviendo en medio de nosotros, en nuestras vidas, en nuestro corazón, por lo que en cada persona de la cita anterior de Mateo, en cada uno de ellos, encontramos una nueva oportunidad más de seguir viendo a Dios vivo en medio de nosotros.