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¿DIOS HA MUERTO?

Friedrich Nietzsche, en 1882 dice “Dios está muerto” en La


Gaya Ciencia, específicamente en la sección 125 dice “Dios ha
muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado”, pero
¿realmente ésta frase es cierta?, ¿realmente Dios ha muerto?
Primero es importante resaltar que Nietzsche expresa que el
Dios cristiano no es más, a partir de él, la fuente creíble de los
principios morales absolutos, es decir, que no solo Dios murió, sino
que el ser humano lo mató con la intención de llegar a un mayor
entendimiento del mundo.
En relación a lo anterior, el ser humano mató a Dios, y lo sigue
matando cada vez que un hombre abusa de su poder, cada vez que
se le quita la dignidad a una persona, cada vez que un ser humano le
quita la vida a otro (o a otros), ahí se está matando a Dios, por cada
niño que vive y sufre en soledad en las calles de las ciudades; allí
muere Dios. Todo esto desde la perspectiva cristiana, Dios muere
cada vez que no cumplimos con el mandato de Jesús de amar al otro,
en cada acto contrario al amor, Dios muere de dolor, muere en el que
sufren en el pobre oprimido, en los que andan en malos pasos, en fin,
Dios muere de muchas maneras, o mejor dicho lo matamos de
muchas maneras.
Y podríamos creer entonces que Él sigue muerto o que
realmente está muerto, y esto puede ocurrir porque no lo vemos,
porque no lo sentimos o al ver el mal que abunda, sobretodo en
nuestra sociedad venezolana, que día a día se ve gravemente
afectada por la precariedad en la que viven la mayoría de los
venezolanos, por estás o un sinfín de razones, se puede creer que
Dios está muerto. Pero aunque podamos creer que Él está muerto, Él
está presente, está vivo y no ha abandonado a los hombres. Por esta
razón, podemos ver a Dios y sentirlo en los necesitados, en los que
sufren, pues el mismo Jesús dijo “tuve hambre, tuve sed, estuve
desnudo, estuve preso…” (Cfr. Mt 25, 35-35).
Otro ejemplo es santa Teresa de Calcuta, que vivía con la
sensación de que Dios se había olvidado de ella o que guardaba un
gran silencio que parecía estar muerto, ella confirmaba que lo
encontraba todos los días en el pobre, en el que sufre, justo ahí
estaba Cristo, con su angustioso disfraz, así decía ésta santa, por eso
cada vez que no atendemos a uno de estos pobres y sufrientes, lo
estamos dejando morir, lo estamos matando. Por eso hay que tener
conciencia que todos aquellos que nos rodean son otro Cristo, que
pasa y nos llama.
Por otra parte, desde la fe tenemos la seguridad de que Cristo
Jesús, Dios mismo, está presente en los sacramentos, especialmente
en la eucaristía, donde le encontramos en Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad. Es por esto, que ser fiel a la recepción de los sacramentos,
nos ayudará en nuestro caminar cristiano, y a sentir a Dios vivo entre
nosotros, para poder ser testimonios y reflejo de Jesús para los
demás.
Finalmente, afirmo totalmente convencido que DIOS NO HA
MUERTO, sino que sigue vivo en el prójimo, en los sacramentos, en
nosotros. Aunque muchas veces la humanidad lo mate cuando no
atiende al necesitado o cuando comienza una guerra, Dios se sigue
haciendo presente en el sufriente y es tarea de todos, sobretodo de
los cristianos, el atenderlo y asistirlo para que siga viviendo en medio
de nosotros, en nuestras vidas, en nuestro corazón, por lo que en
cada persona de la cita anterior de Mateo, en cada uno de ellos,
encontramos una nueva oportunidad más de seguir viendo a Dios vivo
en medio de nosotros.

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