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Hace poco uno de mis mejores amigos se quitó la vida, dejándonos a todos muy impactados y tristes.
¿Qué dice la Biblia sobre el suicidio? Cuando alguien se quita la vida, deja en la familia y los amigos
hondas cicatrices emocionales y provoca sentimientos de soledad, culpabilidad y desorientación. Por
razones de espacio, voy a limitar mi respuesta a unas breves observaciones.
Distingamos en primer lugar entre suicidio y martirio, que es la decisión de entregar la vida motivada
por convicciones fundamentales e irrenunciables, e incluye actos heroicos de sacrificio propio para
preservar otras vidas (por ejemplo, un soldado que cubre con su cuerpo una granada que va a explotar
y de ese modo salva a otros).
Mientras que el suicidio niega el valor de la vida presente por considerarla insoportable, los otros casos
expresan respeto y amor por la vida.
Voy a enumerar los casos de suicidio que se han intentado o realizado, registrados en la Biblia, para
entonces hacer algunos comentarios.
El impacto moral del suicidio puede evaluarse mediante una comprensión bíblica de la vida humana:
Dios la creó, y NO somos dueños de ella como para usarla y descartarla como nos plazca. El sexto
mandamiento (“No matarás.” Éxodo 20:13) también tiene algo que decir sobre el tema. Por lo tanto,
un cristiano no debe considerar el suicidio como solución moralmente válida al dilema de vivir en un
mundo donde se experimenta dolor físico y emocional.
3. Reflexiones y sugerencias: ¿Qué actitud debiéramos asumir ante el suicidio de un ser amado?
En primer lugar, el suicidio a menudo es resultado de una conmoción emocional (sentimiento de pena
profunda que sacude el ánimo de una persona) o de desequilibrios químicos relacionados con un
profundo estado de depresión y temor. NO debiéramos condenar a la persona que ha optado por el
suicidio en estas circunstancias.
En segundo lugar, la perfecta justicia de Dios toma en cuenta la intensa perturbación que se produce
en nuestras mentes agitadas. Él nos entiende mejor que ningún otro. Debemos colocar el futuro eterno
de nuestros seres amados en sus manos amorosas.
En tercer lugar, con la ayuda de Dios, debemos aceptar que quienes intentan suicidarse necesitan
auxilio espiritual y emocional y en algunos otros casos de orden físico.
Finalmente, si alguna vez te sientes tentado a poner fin a tu vida, recuerda que hay auxilio a través de
la Palabra de Dios (consejería)se cuenta con medicamentos que pueden ayudarte a superar la
depresión, amigos que te aman y que van a hacer todo lo que puedan para ayudarte, y un Dios que
está dispuesto a obrar por medio de otros para darte apoyo mientras caminas por el valle de sombra
de muerte (Salmos 23:4). ¡Nunca abandones la esperanza!
Fe en primer lugar, pues es la adhesión a la persona de Cristo que ha vencido a la muerte, que
cuando es verdadera y se experimenta profundamente da sentido a la propia vida y a la vida de los
demás. Esperanza, porque es la virtud que nos permite crecer, porque si tengo esperanza miraré
más allá de mis propias realidades pequeñas para atreverme a dar un paso más en la conquista de
mi realización integral.
Fe y esperanza deberían ser como el hálito de la cultura donde pasamos nuestros días. Sin fe,
ni siquiera en uno mismo, la desilusión se reproduce por todos lados y el pesimismo es el pan
cotidiano.
Sin esperanza, las expectativas quedan acaparadas por el aquí y ahora, lo inmediato y lo por
consumir, donde las metas personales son tan a corto plazo que no se sabe qué hacer cuando se
las alcanza. Lamentablemente este es el humus donde están creciendo muchos adolescentes hoy,
un medioambiente sin fe y sin esperanza. Es la atmósfera que envuelve a los suicidas.
Muchos se preguntarán qué dice la Biblia sobre el suicidio. En todo el libro se mencionan sólo
siete personas que cometieron suicidio: Abimelec (Jueces 9, 50-57); Sansón (Jueces 16, 28-31);
Saúl (1 Samuel 31, 1-6); el escudero de Saúl (1 Samuel 31, 1-6); Ahitofel (2 Samuel 15, 12-34; 16,
15-23; 17, 1-23); Zimri (1 Reyes 16, 8-20) y Judas Iscariote (Mateo 27, 1-8). El resto de la Biblia es
una larga confesión del Dios de la vida, con Jesucristo vivo en medio del universo.
Lo que siempre reprueba la Biblia es el asesinato y que un hermano perjudique la vida del propio
hermano con la injusticia, el maltrato, la esclavitud, la marginación, la humillación. Esa inhumanidad
es reprobada por el Dios de la vida. ¿No será que los suicidas viven en un medio inhumano? Además
debemos de tomar en cuenta que Moíses, Elías, Jonas y muchos otros hombres de Dios por la gran
presión que sintieron sobre ellos, hubo un deseo de quitarse la vida; sino lo hicieron fue por la gran
fortaleza espiritual que había en ellos.
El primer pensamiento errado que encontramos en muchas personas es: un suicida, al tomar el
poder de Dios (pues él es el único que puede quitar la vida) en sus propias manos, comete un pecado
que lo lleva al infierno. ¿A caso Sansón está en el infierno? Hebreos lo cita como un hombre de fe
Hebreos 11.32. Por lo que sería demasiado osado de nuestra parte afirmar: ¿Que todo suicida está
en el infierno? Recuerde que se va al infierno por no arrepentirse y no poner su fe en el Glorioso
Evangelio” (muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo). El silencio de la Biblia es justamente
para que los vivos no le usurpemos el poder de juzgar a Dios el hecho del suicido, enviando nosotros
a las personas a la salvación o a la condenación. Dios es el único que puede juzgar las verdaderas
intenciones de aquellos que osadamente toman sus propias vidas en sus manos.
Al contrario, un pensamiento movido por el amor considera que el suicidio es un acto propio de
una persona, que movida por la desesperación, la falta de esperanza, el dolor, etc. (hay tantas
razones que te pueden llevar a tomar esta decisión tan terrible) es un dato que sólo Dios conoce. Sé
que los suicidas no tienen dominio sobre su propia voluntad, la depresión los lleva a anular la
conciencia plena de sí y el razonamiento lúcido, por lo cual el suicidio no es un acto libre ya que
desean acabar con el sufrimiento que padecen. Y sólo Dios sabe qué hacer con un hijo o una hija
que ha atentado contra su propia vida. En ese terreno no nos podemos entrometer. Si lugar a dudas
detrás de este terrible acto están las fuerzas del enemigo Juan 8.47; 10.10 robándole la esperanza
al homicida y haciéndole creer que el quitarse la vida es la única puerta en ese momento para sus
problemas (principalmente de carácter emocional).
Si dejamos que el amor envuelva nuestro pensamiento, creemos que Dios escucha las oraciones de
su pueblo y responde a nuestras súplicas. Por lo mismo, no se debe desesperar de la salvación
eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos
que El solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que
han atentado contra su vida. Este es el acto más sublime ante esta situación. Y orar no sólo es pedir,
sino confiar en su misericordia. Es esperar con humildad que Dios deje actuar al infinito amor que
habita en él. Y entrar en oración traerá paz. Los dolientes deben de estar dispuestos a llevar sus
cargas en oración para que este les pueda consolar y sanar.
Para acompañar especialmente el duelo de los familiares de las personas que se han suicidado,
hay que revestirse de sentimientos de amor (no es tiempo de condenar y señalar quien tiene la culpa)
sino de mostrar empatía. A veces lo mejor es simplemente callar y ser ese hombro que los dolientes
tanto necesitan. Debemos de estar conscientes que él (suicida) ya no está entre nosotros, ya no
podemos hacer nada. Pero si debemos de estar conscientes de que los familiares y amigos del
suicida están vulnerables a permitir que diferentes emisiones se generen en sus corazones y de esta
manera el enemigo tendría una base legal para actuar en la vida de cada uno de ellos. Por lo que los
dolientes deben de confesar esos pecados que se están generando en este momento tan delicado.
Odio, enojo, ira, amargura, resentimientos, baja auto estima, culpa, etc.
Está claro que esas emisiones desean tomar el control de la vida de los dolientes. Es en estas áreas
donde el pastor y hermanos maduros de en la fe deben de ayudar. Mateo 15.19, Marcos 7.21
A esos muchos dolores -por la pérdida repentina, la rabia contra Dios, el auto inculparse- a veces se
les suman dolores que vienen indirectamente de quienes deben poner el hombro para el llanto. Los
piadosos se preguntan: «¿Podemos orar por un suicida?, ¿Se les da sepultura cristiana?» La
respuesta a estas preguntas es un rotundo SI. Para poder liberar de la tristeza a los que lloran.
Muchos pastores, se encargan de atormentar aún más a los deudos cerrando las puertas y haciendo
de los pulpitos una verdadera carnicería. Esto no debe de ser así entre nosotros. Lo sabio en estos
momentos es no juzgar el acto suicida y ser de verdad hermanos en el dolor.
La Escritura sólo da enseñanzas para aprender a amar la propia vida. Cada quien es responsable
de su vida delante de Dios que se la ha dado. Pero Dios sigue siendo el soberano Dueño. Nosotros
estamos obligados a recibirla con gratitud (la vida) y a conservarla para su honor y para alcanzar en
esta la Salvación de nuestras almas al arrepentirnos y creer en el Evangelio. Somos administradores
y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella. El suicidio es contrario
al amor. El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida.
Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo porque
rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las
cuales estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo; es escandaloso si se hace
como ejemplo para los jóvenes y va en contra de la ley moral si es asistido y hay disminución de la
responsabilidad si se da por trastornos psíquicos graves, angustia, o el temor grave de la prueba, del
sufrimiento o de la tortura La cooperación voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral.
Todas estas enseñanzas son para nosotros que tenemos conciencia del valor de la vida y para que
actuemos en consecuencia. No podemos aplicar estas enseñanzas a quienes ya han pasado por el
fuego del suicidio, o lo intentaron, porque quizás nunca se educaron en la fe.
El suicidio es un flagelo que avanza y carcome la sociedad. Por eso hay que hacer una propuesta a
la integralidad de la vida, donde se promueva en diferentes ámbitos el valor de la vida, incorporando
a lo social, lo político, lo educacional el sentido espiritual de la persona humana, cuya vida depende
de Dios, como forma válida de prevención del suicidio. Asimismo, hay que trabajar
interdisciplinarmente en la atención a los familiares del suicida, donde la espiritualidad juega un papel
importante.
¿Puede ayudarme la Biblia si ya no quiero vivir y he pensado en suicidarme?
Sí puede ayudarlo, pues es la Palabra de Dios y él consuela a los desanimados (2 Corintios 7:6).
Aunque no es un libro de salud mental, la Biblia ha ayudado a muchas personas a vencer los
pensamientos suicidas. Los consejos prácticos que contiene también pueden ayudarlo a usted.
Lo que dice la Biblia: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para
cuando hay angustia” (Proverbios 17:17).
Intente esto: Hable hoy mismo con alguien, quizás con un familiar o un amigo de confianza. * Además,
puede expresar sus sentimientos poniéndolos por escrito.
Lo que dice la Biblia: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí” (Mateo
9:12).
Lo que dice la Biblia: “Se venden cinco gorriones por dos monedas de poco valor, ¿no es verdad?
Sin embargo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. [...] No tengan temor; ustedes valen más
que muchos gorriones” (Lucas 12:6, 7).
●Ore a Dios.
Lo que dice la Biblia: “A la vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por
ustedes” (1 Pedro 5:7).
Significado: Dios quiere que usted le cuente todo lo que siente y le preocupa.
Dios puede darle paz interior y fuerzas para seguir adelante (Filipenses 4:6, 7, 13). Así es como Dios
ayuda a los que se acercan a él (Salmo 55:22).
Intente esto: Ore a Dios hoy. Use su nombre, Jehová, y dígale lo que siente (Salmo 83:18). Pídale
que lo ayude a seguir adelante.
Lo que dice la Biblia: “Esta esperanza la tenemos como ancla [...], tanto segura como firme,” para
nuestra vida (Hebreos 6:19).
Significado: Sus emociones pueden llevarlo de un lado a otro, como una tormenta a un barco. Pero
la esperanza de la Biblia es como un ancla que puede darle estabilidad.
Esta esperanza no es una ilusión, sino que se basa en la promesa de Dios de eliminar todo lo que nos
hace sufrir (Revelación 21:4).
Intente esto: Lea más sobre la esperanza que da la Biblia en la lección 5 del folleto Buenas noticias
de parte de Dios.
Lo que dice la Biblia: “Un corazón que está gozoso hace bien como sanador” (Proverbios 17:22).
Significado: Hacer cosas que nos gustan ayuda a mejorar nuestra salud mental y emocional.
Intente esto: Haga algo que ya sabe que le gusta. Por ejemplo, escuche música que lo haga sentir
mejor, lea algo que lo anime o busque un pasatiempo. También será más feliz al ayudar a otros,
aunque sea con algo sencillo (Hechos 20:35).
Significado: Hacer ejercicio, dormir bien y comer de manera saludable es bueno para usted.
Intente esto: Salga a caminar a un ritmo rápido, aunque sea solo por quince minutos.
Significado: Los problemas que nos afligen, incluso los que pensamos que no tienen solución, pueden
desaparecer con el tiempo.
Por muy difícil que parezca la situación a la que se enfrenta hoy, puede cambiar mañana. Así que no
se rinda (2 Corintios 4:8). Los problemas que lo angustian pueden cambiar con el tiempo, pero ninguna
persona puede revertir el suicidio.
Intente esto: Lea en la Biblia relatos de personas que se sintieron tan desanimadas que desearon
morir. Descubra cómo mejoró su vida con el tiempo, en ocasiones de maneras inesperadas. Vea a
continuación algunos ejemplos.
¿Habla la Biblia de personas que desearon morir?
Sí. La Biblia habla de algunas personas que dijeron que querían morir. Dios no se enojó con ellos, sino
que les ofreció ayuda. Él puede hacer lo mismo por usted.
Elías
●¿Quién fue Elías? Aunque fue un profeta valiente, a veces se sintió deprimido. Santiago 5:17 dice
que Elías era un “hombre de sentimientos semejantes a los nuestros”.
●¿Por qué deseó morir? En cierto momento, Elías se sintió solo, tuvo miedo y pensó que no valía
para nada. Así que suplicó: “Oh Jehová, quítame el alma” (1 Reyes 19:4).
●¿Qué lo ayudó? Elías abrió su corazón y le expresó sus sentimientos a Dios. ¿Cómo lo animó
Jehová? Le mostró que se preocupaba por él y le permitió ver pruebas de su poder. También le
aseguró que era una persona muy valiosa y le dio un ayudante capaz que iba a cuidar de él.
▸ Lea sobre Elías: 1 Reyes 19:2-18.
Job
●¿Quién fue Job? Fue un hombre rico con una familia grande y también fue un siervo fiel del Dios
verdadero.
●¿Por qué deseó morir? De la noche a la mañana, la vida de Job se convirtió en una pesadilla. Perdió
todos sus bienes, todos sus hijos murieron trágicamente y tuvo una enfermedad muy dolorosa. Para
colmo, lo acusaron falsamente y con crueldad de ser el responsable de lo que le estaba pasando. Job
estaba tan harto de su vida que llegó a decir: “No quisiera vivir” (Job 7:16).
●¿Qué lo ayudó? Job le oró a Jehová y también habló con otras personas (Job 10:1-3). Recibió ánimo
de un amigo comprensivo, Elihú, quien lo ayudó a ver sus problemas desde una perspectiva diferente.
Pero lo más importante fue que Job aceptó la guía y la ayuda de Dios.
▸ Lea sobre Job: Job 1:1-3, 13-22; 2:7; 3:1-13; 36:1-7; 38:1-3; 42:1, 2, 10-13.
Moisés
●¿Quién fue Moisés? Fue un líder del antiguo pueblo de Israel y un profeta fiel.
●¿Por qué deseó morir? Moisés tenía una tremenda carga de trabajo, lo criticaban constantemente
y llegó a sentirse agotado. Por eso le imploró a Dios: “Por favor, mátame” (Números 11:11, 15).
●¿Qué lo ayudó? Moisés le contó a Dios cómo se sentía. Dios lo ayudó a aligerar sus
responsabilidades para que no se sintiera tan estresado.
▸ Lea sobre Moisés: Números 11:4-6, 10-17.
¿Qué versículos de la Biblia pueden ayudarlo a combatir los pensamientos suicidas?
“Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro de mí, tus propias
consolaciones empezaron a acariciar mi alma” (Salmo 94:19).
(Lea también Salmo 27:10; 103:12-14; 2 Corintios 1:3, 4).
“Has visto mi aflicción; has sabido acerca de las angustias de mi alma” (Salmo 31:7).
“Durante el tiempo de toda la angustia de ellos le fue angustioso a él. [...] En su amor y en su compasión
él [...] procedió a alzarlos” (Isaías 63:9).
Versículos que muestran que Dios quiere que se acerque a él y que le cuente cómo se siente:
“No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración [...], dense a conocer sus peticiones a
Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades
mentales” (Filipenses 4:6, 7).
“Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder” (Filipenses 4:13).
“No tengas miedo, porque estoy contigo. No mires por todos lados, porque soy tu Dios. Yo ciertamente
te fortificaré. Yo cierta y verdaderamente te ayudaré” (Isaías 41:10).
(Lea también Salmo 138:3; Isaías 40:29-31).
¿Qué podemos hacer si un amigo nos dice que ya no quiere vivir?
Tome en serio los comentarios que haga su amigo sobre suicidarse. Anime a su amigo a hablar,
trate de que diga todo lo que siente (Proverbios 20:5). Cuando las personas hablan de sus
pensamientos suicidas, es menos probable que se quiten la vida.
Escuche con empatía. Sea “presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar” (Santiago 1:19). Tome
en cuenta que la angustia y la depresión pueden hacer que una persona hable sin pensar (Job 6:2, 3).
De modo que, si un amigo dice algo precipitado o poco amable, no reaccione mal ni se ofenda.
Consuele con sus palabras. La Biblia nos anima a consolar a los que están deprimidos (1
Tesalonicenses 5:14). No le reste importancia a los sentimientos de su amigo. Respete lo que siente
y por qué lo siente. Dígale que él es muy importante para usted.
Hágale entender a su amigo que necesita ayuda. Proverbios 13:10 dice que la sabiduría está con
los que piden consejo. Si su amigo tuviera una enfermedad física grave, usted lo animaría a ir al
médico. Los pensamientos suicidas pueden ser síntoma de una enfermedad mental o emocional. Así
que insístale en que busque ayuda profesional. Incluso ofrézcase a acompañarlo.
Muestre que lo quiere. La Biblia dice: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un
hermano nacido para cuando hay angustia” (Proverbios 17:17). Usted no puede borrar ni los problemas
ni los pensamientos suicidas de su amigo. Pero, si le confirma que cuenta con su apoyo y cariño,
puede ayudarlo a seguir adelante y a ver que las cosas pueden mejorar.
¿Y si ya he intentado suicidarme?
Es comprensible que tal vez tenga sentimientos de culpa o vergüenza. Quizás piense que nadie
comprende por qué quiso quitarse la vida ni la angustia emocional que sufre en este momento.
La Biblia dice que nadie puede comprender totalmente los sentimientos de otra persona. De hecho,
dice que cada corazón conoce su propia amargura (Proverbios 14:10; 1 Reyes 8:38). Aunque nuestros
familiares y amigos pueden consolarnos hasta cierto grado, su ayuda es limitada. Pero, de una cosa
puede estar seguro, usted no está solo.
Dios conoce nuestro corazón (2 Crónicas 6:30). Jehová conoce las razones que lo llevaron a pensar
que el suicidio era la única salida. También entiende sus sentimientos, que, como se dijo, pueden ser
de culpa o vergüenza (Salmo 139:1).
Es cierto que para Dios la vida es muy valiosa, pero está dispuesto a perdonar a quienes han llegado
a pensar en quitarse la vida (Salmo 86:5). Sabe que muchas personas que intentan suicidarse en
realidad no quieren acabar con su vida, sino acabar con su dolor. Jehová puede ayudarnos incluso si
nuestro corazón nos condena, porque él “es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas” (1
Juan 3:19, 20). Sí, Jehová quiere ser para usted “el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo
consuelo” (2 Corintios 1:3).
Algunas religiones enseñan que el suicidio es un pecado imperdonable. Pero, ¿qué dice la Biblia
acerca del suicidio?
No hay duda de que suicidarse es un pecado, a la luz del sexto mandamiento, en el que Dios dice: “No
matarás” (Éxodo 20:13), y el suicidio es matarse a uno mismo.
Sin embargo, no debemos apresurarnos a condenar a una persona que muere de esta forma, porque
típicamente, ha estado bregando con unos problemas muy graves con los cuales no puede ver la
salida. Estos problemas pueden incluir drogadicción, incluyendo el alcoholismo, problemas
matrimoniales, problemas financieros, no haber podido superar un duelo (muerte de un ser querido en
el pasado). También pueden incluir ciertas enfermedades mentales, que pueden ser difíciles de
comprender aún para aquellos que se enfrentan a nivel profesional con ellas. Además, la persona que
se suicida con frecuencia ha estado enfrentando estas cosas en secreto y solo, y la profundidad de su
batalla sólo es conocida por ella misma.
No debemos tratar de hacer un juicio acerca del destino eterno de alguien. El juicio final es una
prerrogativa de Dios, que se la ha delegado a Jesucristo (Juan 5:22), no a nosotros. En verdad,
podemos juzgar que el suicidio es una mala forma de afrontar los problemas de uno, pero debemos
dejar en manos de Dios el juicio eterno.
¿Puede Dios extender su misericordia, aun a un creyente que toma su propia vida? Al fin y al cabo, el
creyente sabe que el suicidio es malo. Veamos un salmo que nos muestra el carácter de Dios: “Porque
como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen” (Salmo
103:11). La Biblia valora la misericordia por encima del juicio, concluyendo que “la misericordia triunfa
sobre el juicio” (Santiago 2:13).
Después de analizar el futuro potencial para aquellos creyentes que se suicidan, ¿qué sucede con los
incrédulos que mueren así? ¿Hay alguna esperanza de que vuelvan a vivir otra vez?
El suicidio es algo espantoso y causa un grave trauma en aquellos que sobreviven. Ya que esto es
así, algunos creen que el suicidio es “un pecado imperdonable”. Pero no es un pecado peor que otros.
Un incontable número de personas ha muerto sin haberse arrepentido de los pecados que ha cometido
en su vida. ¿Cuál es el destino de todos aquellos que mueren—incluyendo a los que se suicidan—sin
haberse arrepentido de sus pecados? La persona no será juzgada solo por este acto (suicidio) sino
por la oportunidad que Dios le dio de arrepentirse y creer en el Evangelio.
Dios no condena a nadie sin primero enseñarle a esa persona lo que se espera de ella, sin haberle
dado la habilidad espiritual para entender, así como la capacidad de vivir según sus expectativas.
¡Gloria a Dios por su misericordia!
Aun después de la conversión de una persona, Dios continúa trabajando con ella, guiando y animando
a los que hayan cometido errores (y todos los cometen), para que se vuelvan de ellos y vuelvan al
sendero correcto.
En resumen, hay muchas razones para tener esperanza acerca del futuro de todos aquellos que se
suicidan. Esperamos que esta verdad conforte a los dolientes que están luchando con esta terrible
pena que sólo aquellos cercanos a los que se suicidan pueden conocer.
Esta ha sido uno de los temas controversiales a lo largo de los años, y que lamentablemente muchos
han respondido de una manera emocional y no a través del análisis bíblico. Aquellos de nosotros que
crecimos en el catolicismo siempre oímos que el suicidio era un pecado mortal que enviaba a la
persona al infierno irremediablemente. Para muchos, que han crecido con esa posición, se le hace
imposible despojarse de esa idea. Otros han estudiado el tema y después de haberlo hecho han
concluido que ningún cristiano sería capaz de terminar con su vida. Hay otros que afirman que un
cristiano podría cometer suicidio, pero perdería la salvación. Y aun otros piensan que un cristiano
podría cometer suicidio en situaciones extremas, sin que eso conlleve su condenación.
a) Todo el que comete suicidio bajo cualquier circunstancia va al infierno (posición católica tradicional).
d) Un cristiano puede cometer suicidio sin que necesariamente pierda su salvación (nuestra posición
- Bautista)
La primera de estas cuatro posiciones fue la creencia mayoritaria hasta la época de la Reforma, cuando
la doctrina de la salvación (Soteriología) comenzó a ser mejor estudiada y entendida. En ese momento,
tanto Lutero como Calvino concluyeron que ellos no podían afirmar categóricamente que un cristiano
no podía cometer suicidio, y/o que el que se suicidaba iría a la condenación. En la medida en que la
salvación de las almas fue analizada en detalle, muchos de los reformadores comenzaron a concluir
de manera distinta a lo que la iglesia de Roma había tenido hasta entonces.
Tanto en la posición Bautista como en la Arminiana, algunos afirman que un cristiano jamás cometería
suicidio. Sin embargo, no existe un versículo o pasaje bíblico que pueda ser usado para
categóricamente afirmar esta posición. Algunos, conociendo esto, defienden su posición señalando
que en la Biblia no hay ningún suicidio cometido por creyentes (como ya lo he mencionado en el
presente documento en la Biblia podemos mencionar por lo menos 7 suicidios y varios deseos de
quitarse de la vida), y varios casos de personajes no creyentes que terminaron con su vida. Con
relación a este señalamiento, quisiera decir que usar esto para establecer que un cristiano no puede
cometer suicidio no es una conclusión sabia, porque estamos haciendo uso de un argumento de
silencio, que en lógica es el más débil de todos. Hay múltiples cosas no mencionadas en la Biblia
(cientos o quizás miles), y si hacemos uso de argumentos de silencio estamos corriendo el riesgo de
establecer posibles verdades nunca reveladas en la Biblia. Ejemplo: no aparece un solo relato de
Jesús riendo; a partir de ahí yo podría concluir que Jesús nunca rió o que no tenía la capacidad para
reír. ¿Sería esto un argumento sólido? Obviamente no.
Quisiéramos enfatizar que si alguien que ha vivido una vida consistente con la fe cristiana
comete suicidio, tendríamos que preguntarnos antes de ir más allá si realmente esa persona ha
evidenciado frutos de salvación, o si su vida fue más una religiosidad que otra cosa. Pienso
que probablemente este sería el caso en la mayoría de los suicidios de los llamados cristianos.
A pesar de esto, creemos que al igual que Job, Moisés, Elías y Jeremías, los cristianos pueden
deprimirse tanto hasta el punto de querer morir y en casos muy raros en ejecutar dicha acción.
Y si ese cristiano no tiene un llamado y un carácter tan fuerte como el de estos hombres,
pensamos que pueden ir más allá del solo deseo y terminar quitándose la vida. En este caso,
el que Dios haya permitido que esto ocurriera pudiera representar parte de la disciplina de Dios,
por este cristiano no haber hecho uso de los medios de gracia dentro del cuerpo de Cristo
provistos por Dios para la ayuda de sus hijos.
Muchos opinan, como ya aludimos, que este pecado cometido en el último momento no proveyó
oportunidad para el arrepentimiento, y es esto lo que termina robándole la salvación al suicidarse. Yo
quisiera que el lector creyente pausara por un momento y se pregunte qué pasaría si él muriera justo
en este instante, si él piensa que morirá libre de pecado. La respuesta a esta pregunta es
evidente: ¡No! Nadie muere sin pecado, porque no hay un instante de nuestras vidas en la que el ser
humano está completamente libre de pecado. En cada momento de nuestra existencia hay pecados
en nuestras vidas de los cuales no estamos ni siquiera apercibidos, y otros que sí conocemos, pero
que en ese momento no nos hemos dirigido al Padre para buscar su perdón, simplemente porque lo
hemos considerado de menos cuantía, o porque estamos esperando por el momento apropiado para
ir a orar y pedir dicho perdón.
La realidad en torno a esto es que cuando Cristo murió en la cruz pagó por nuestros pecados pasados,
presentes y futuros, como ya dijimos (incluyendo un posible suicidio). Por tanto, el mismo sacrificio
que cubre los pecados que han permanecido con nosotros hasta el momento de nuestra muerte es el
que cubriría un pecado como el suicidio. La Palabra de Dios es clara en Romanos 8:38 y 39 “Porque
estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo
por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Note que este texto dice
que “ninguna otra cosa creada”. Esta frase incluye al creyente mismo. Notemos también que este
pasaje habla de “ni lo presente, ni lo por venir”, haciendo referencia a situaciones futuras que
todavía no hemos vivido. Por otro lado, Juan 10:27-29 nos habla de que nadie nos puede arrebatar
de la mano de nuestro Padre, y Filipenses 1:6 dice que “el que comenzó en vosotros la buena
obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”.
En conclusión:
Ya establecimos que el cristiano es capaz de cometer cualquier pecado, ¿por qué no concebir
que potencialmente él podría cometer el pecado del suicidio?
Si establecimos que la sangre de Cristo es capaz de perdonar todo pecado, ¿no cubriría la
sangre este otro pecado?
Si el sacrificio en la cruz nos hizo perfectos para siempre, como dice el autor de Romanos 8.39;
Colosenses 2.13; Hebreos 10:14, ¿no sería esto suficiente para hablar de que ningún pecado
nos puede roba la salvación?
Si un Moisés llega a desear que Dios le quite la vida por la presión establecida por el pueblo
sobre él, ¿no podría un paciente esquizofrénico o en condición de depresión extrema, que no
tenga la fortaleza de carácter de un Moisés, atentar contra su vida de manera definitiva? ¿Qué
piensas a cerca de Sansón y Saúl? 1 Corintios 5.3-4
Si no somos Dios, y no tenemos manera de medir la conversión interior del ser humano,
¿podríamos afirmar categóricamente que alguien que dio testimonio durante su vida de ser
cristiano, al cometer suicidio realmente no era cristiano? ¡Claro que NO!
Basado en la historia bíblica y en la experiencia del pueblo de Dios, pudiéramos concluir que el
suicidio entre creyentes probablemente es una ocurrencia extremadamente rara, debido a la
acción del Espíritu Santo y a los medios de gracia presentes en el cuerpo de Cristo. Podríamos
pensar (dar esperanza) de que el Señor lo disciplino por no haber hecho uso de los medios de
gracia para solucionar aquello que lo llevo al suicidio (consejería, oración, apoyo, etc.)
Pensamos que el suicidio es un pecado grave, porque atenta contra la vida humana. Pero ya
establecimos que un creyente es capaz de eliminar la vida humana, como lo hizo David. Si lo
puedo hacer contra otro, ¿cómo no concebir que podría hacerlo contra mí mismo? Esta es
nuestra posición.
Como usted puede ver, no es tan fácil establecer categóricamente una posición en torno al suicidio y
la salvación; todo lo que podemos hacer es razonar a través de verdades teológicas claramente
establecidas para llegar a una conclusión probable sobre un hecho no definitivamente establecido. Por
tanto, mientras más coherentemente teológico es mi argumento, más probable será la conclusión a la
que arribo. Agustín tenía razón al decir: En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todas las
cosas, caridad”. Mi recomendación es que usted pueda hacer un estudio exhaustivo, otra vez o por
primera vez, acerca de todo lo que Dios dice en cuanto a la salvación, que es mucho, más que en
cuanto al suicidio, que es prácticamente nada.