Está en la página 1de 5

Muy buenos días a todos!

Soy Redy Portillo, Anciano de la Iglesia


Filadelfia, de Maracaibo, Venezuela; y, en esta oportunidad he
preparado un devocional en DOS partes que he denominado “UNO
CORTADO POR LA MISMA TIJERA” (Parte 2)

Basado en Hebreos 2:14-15, que dice:


(14) Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él
también participó de lo mismo, para destruir por medio de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
(15) y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban
durante toda la vida sujetos a servidumbre.

Contexto: La carta a los Hebreos fue una de las cartas que más tardó por
ingresar al canon del NT, es decir, por ser reconocida como texto inspirado
por Dios, ya que tenía algunos enigmas, principalmente, se desconocía quién
era su autor, y no estaba muy claro quiénes eran sus destinatarios. De todos
modos, en los originales la carta aparece como “A los Hebreos”. Por lo que
vemos en su contenido, esta epístola iba dirigida a una iglesia que hacía
tiempo que se había establecido y estaba integrada por judíos convertidos al
cristianismo, quienes comprenderían los abundantes detalles concernientes a
la Ley de Moisés, sus sacrificios y ceremoniales; y cómo estos símbolos
tenían cumplimiento en la llegada de Cristo, en su vida, obra y sacrificio. Era
una iglesia que había sufrido persecución pero que había tenido grandes
maestros y líderes; y también se caracterizaba por su generosidad.
La idea básica de esta epístola es que sólo Jesucristo trae a los hombres la
revelación completa de Dios, y que sólo Él nos capacita para entrar a la misma
presencia de Dios. En ese orden de ideas, el autor trata desde el capítulo 1 de
explicar cómo Jesús es el máximo referente de la revelación divina, por
encima de cualquier profeta y de Moisés; pero más aún, Jesús, siendo Dios se
hizo hombre para comprender nuestra pequeñez y rescatarnos del pecado.
En este contexto se encuentra el texto de hoy, donde se destacan que Dios, en
su hijo muestra su 1) Plena Identificación con la humanidad; y que 2) Dios
utilizó la muerte de Jesús para matar la muerte.
- Su identificación con la humanidad (v. 14a) se realizó mediante su
encarnación, y el compartir nuestra naturaleza. Su identificación con el ser
humano fue total, pero NO con su pecado. Solo un hombre podría morir por
otro, pero tendría que ser un hombre perfecto.
- Jesús, por medio de su muerte, derrotó de Satanás (v. 14b). “Destruir”
aquí no significa “aniquilar” sino “hacer inoperante”, “anular el efecto de”.
Satanás no ha sido destruido o aniquilado todavía, pero al vencerle en la cruz
y en la resurrección, Jesús tiene las llaves (símbolo de AUTORIDAD) del
Hades y de la Muerte (Apo.1:18) y delega Su autoridad en la iglesia, y por
ende en el creyente, para vencerle (Mat.12:29 y 16:19). Pero para poder
anular el poder de la muerte el Señor tuvo que morir y reventar a la bestia
desde sus entrañas. Solo podíamos ser liberados del dominio de Satanás por la
muerte de Cristo, muerte que en realidad nos correspondía a nosotros (Jn.
12:31).
Vimos que así como David mató a Goliat y luego, utilizó la propia espada del
gigante para cortarle la cabeza, así mismo Jesús derrotó a Satanás usando su
propia arma: LA MUERTE. La muerte de Jesús, fue la muerte de la
muerte. Jesús desactivó la muerte desde sus entrañas.

III.- Jesús ahuyentó el TEMOR a la muerte


(15) y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda
la vida sujetos a servidumbre.

“librar” (gr. απαλλαξη) En un sentido legal de librarse de una persona, esto


es, aplacándose su adversario y retirando su pleito.

- Esa liberación no es de la muerte física sino del TEMOR a la muerte.


Jesús llevó la maldición de la muerte para que ahora la muerte no existiese
para nosotros.
- Si hay algo que perturba la tranquilidad de cualquier persona es el enigma de
saber qué hay “más allá de la muerte”; si hay “vida después de esta vida”. De
allí que el hombre en su ignorancia y por vivir apartado de Dios no sólo se
deje dominar por ese temor sino que incurre en prácticas ocultistas para
“saber” lo que hay “del otro lado” y cae en aberraciones como invocaciones
de muertos, consultar con espíritus y hasta demonios; o, incluso, quienes son
ateos al verse al borde de la muerte caen en cuenta de su infinita pequeñez y
fragilidad y reconocen su necesidad de tener la paz de Dios que acalle sus
terrores. Otros por el contrario se afanan en prolongar su vida física: Michael
Jackson acostumbraba a pasar varias horas al día en una cúpula de oxígeno
que tenía en su casa para purificarse y desintoxicarse.
- El pensador francés La Bruyere dijo acertadamente, “Solo morimos una
vez, pero la muerte se deja sentir a lo largo de toda nuestra vida”. Con razón
Job se refiere a ella como “el rey de los espantos” (Job 18:14).
- Pero el Señor nos ha liberado de ese temor (1 Co. 15:55–57: “¿Dónde está, oh
muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el agu ijón de la muerte es el pecado, y el
poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo”).
- ¿Por qué? Porque ahora para el creyente morir es solo un ausentarse del
cuerpo para presentarse ante el Señor (2 Co. 5:6-8: “Así que vivimos confiados
siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
(porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes
del cuerpo, y presentes al Señor” ). La sombra de la muerte se ha disipado por el
advenimiento de la Luz de la Vida. No es que el cristiano tenga tendencias
audaces que rayan en la temeridad, es decir, haciéndole despreciar la vida
física siendo osado y atrevido; al contrario, por respeto a la vida cuidamos
nuestro cuerpo que es templo el Espíritu Santo: tratamos de alimentarnos bien
y saludablemente, nos ejercitamos; tratamos de dormir de 6 a 8 horas; y, en
estos tiempos del Covid-19, nos resguardamos en nuestras casas.
- Sin embargo, la incertidumbre sobre “qué” pasará con nosotros si
llegamos a morir es lo que marca la diferencia, pues nosotros SABEMOS que
somos hijos de Dios, y como tales, al morir, estaremos con el Señor. (Jn 1:12:
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, sino de Dios.)
- “toda la vida sujetos a servidumbre” o “súbditos de servidumbre”; no
meramente expuestos a ella, sino encadenados en ella (Romanos 8:15;
Gálatas 5:1).
- Todos aquellos que no conocen a Jesús como Señor y Salvador enfrentan la
muerte eterna y por consiguiente permanecen eternamente sometidos a la
esclavitud.
- Cristo, al librarnos de la maldición divina contra nuestro pecado, ha quitado
a la muerte todo aquello que la hacía formidable y eficaz. La muerte, vista
aparte de Cristo, no puede sino horrorizar al pecador si éste se atreve a pensar
en ella.
- Solamente Jesús libra al hombre de esta esclavitud. Desde la muerte de
Jesús en la cruz del Calvario, la muerte ha perdido su poder y efecto. Al
pasar los portales de la muerte, el cristiano entra no al infierno sino al cielo. Y
puesto que el cuerpo humano de Jesús fue resucitado, el cuerpo del creyente
resurgirá también de la tumba en el último día.
- El creyente conoce las palabras de Jesús: “¡Estuve muerto, y he aquí que
vivo por los siglos de los siglos! Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”
(Ap.1:18).
APLICACIÓN: Si Jesús venció la Muerte, que es lo PEOR que, en la lógica
natural, nos podría pasar como humanos, eso nos debe dar fuerza, coraje y
valor de enfrentar TODAS las pruebas que Satanás o las circunstancias de la
vida lancen sobre nosotros, y nosotros, sometidos Dios y en el nombre de
Cristo podremos vencerlas.
Y, aunque pareciera que Satanás que todavía gobierna soberanamente, pues
todos los hombres mueren, inclusive los creyentes, sin embargo, la maldición
de Dios ya no pesa sobre quienes integran la familia de Dios, puesto que Jesús
haciéndose como uno de nosotros, idéntico a nosotros como “CORTADO
POR LA MISMA TIJERA”, quitó la muerte.
Por tanto, ya no hay muerte para los creyentes. Cristo implanta en ellos
simiente inmortal, el germen de la inmortalidad celestial, aunque los creyentes
tienen que sufrir la muerte natural. Y todos aquellos que somos parte de su
pueblo, de su familia celestial, podemos vivir en esta tierra sin temor a la
muerte, con absoluta confianza, porque Jesús nuestro hermano mayor venció
la muerte, y como él venció nosotros tenemos promesa de vencerla también
por Su poder.
Para finalizar veamos lo siguiente: En el 2:10, se dice que Jesús es el “autor
de la salvación”; “autor” es arjegós (lit. “pionero”, “iniciador” o
“fundador”). Un arjegós es el que inicia algo con el fin de que otros puedan
participar después; es el que abre un camino que otros van a seguir.
Esto lo entenderemos mejor con la siguiente analogía: Supongamos que un
barco ha encallado en unas rocas, y que la única manera de rescatar a los
pasajeros es ir nadando hasta la orilla con una cuerda para asegurarla y que
otros puedan salvarse agarrándose a ella. El que tiene que nadar a la orilla de
primero es el arjégós de la salvación de los demás. Esto es lo que el autor de
Hebreos quiere decir cuando llama a Jesús el arjégós o autor, pionero de
nuestra Salvación. Jesús ha abierto el camino hacia Dios que todos podemos
seguir, y eso implica, la confianza total de que al nadar hasta la orilla de la
otra vida, ya Jesús nos estará esperando allá.

Gloria sea al nombre de Dios!


Querido amigo que me escuchaste, regálame 2 minutos para decirte algo muy
importante: La Biblia nos enseña que Dios NOS ama y tiene un plan
maravilloso para TODA la humanidad; sin embargo, TODOS somos
pecadores y, ese pecado nos separa de Dios. Ante esta situación, Dios proveyó
a su Hijo Jesucristo quien estuvo en esta tierra y caminó entre nosotros, siendo
sacrificado en una cruz por nuestros pecados y los de todo el mundo, para
garantizar nuestro perdón y otorgarnos salvación. Pero esa Salvación sólo se
hace efectiva cuando invitas a Jesús a entrar en tu corazón. No te estoy
hablando de una religión sino de establecer una RELACIÓN PERSONAL con
el Dios vivo. Por ello, si quieres recibir a Jesucristo como Salvador y como
Señor de tu vida, repite conmigo esta oración: Padre celestial, gracias por
tu amor, gracias porque enviaste a tu hijo Jesús a morir por mi en una cruz;
HOY me arrepiento de todos mis pecados y quiero que me perdones; deseo
recibir a tu hijo Jesucristo en mi corazón como Señor y Salvador. Yo creo que
él murió pero resucitó de entre los muertos y viene otra vez. Hoy te recibo por
padre, recíbeme tú por hijo. En el nombre de Jesucristo, tu hijo amado…
Amén!

También quisiera orar por ti amado hermano; SI A LO MEJOR ESTÁS


DEBILITADO EN LA FE, TEMEROSO, CON DUDAS E
INCERTIDUMBRES, TE INVITO A QUE NOS PONGAMOS EN MANOS
DE DIOS Y BUSQUEMOS SU ROSTRO EN ORACIÓN, para que nos cubra
con su manto y nos preserve de todo mal, tak como Él lo ha prometido:
Padre Celestial, gracias por esta palabra hermosa que hemos recibido en esta
oportunidad. Gracias porque…
- Nos amas y estas dispuesto, a sustentarnos y protegernos
- Ayúdanos a conducirnos
- sabiamente y en respeto reverencial mientras estamos en esta tierra
- Guárdanos de caer o de debilitarnos en la fe, y si caemos, levantanos
- Danos sabiduría para tomar decisiones correctas
- Guárdanos de todo mal y del malo.
En el nombre de Jesús, Amén!

APRECIADO AMIGO O HERMANO… Si tienes alguna inquietud, o un


motivo de oración, escríbeme a mi correo redyportillo@gmail.com y con
gusto te responderé o estaré orando por ti… Dios te bendiga!

También podría gustarte