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LECCIONES APRENDIDAS

Respuesta Humanitaria de Save the Children


ante el terremoto ocurrido en Ecuador el
16 de abril de 2016

Agosto 2017
Introducción
Este documento de lecciones aprendidas surge tanto de las necesidades del equipo de campo que
participó en la respuesta humanitaria Ecuador 2016, como del equipo de la oficina binacional Perú –
Ecuador de Save the Children (SC), de recoger buenas prácticas y aprendizajes para fortalecer las
capacidades de respuesta humanitaria en la región.
El trabajo de recolección, análisis y formulación empezó desde los primeros meses de la respuesta
humanitaria y se extendió hasta julio de 2017, apoyándose en las evaluaciones realizadas, en la
elaboración de informes para donantes y en la sistematización de la respuesta humanitaria de SCI en
Ecuador.

1. Objetivo
Recoger las lecciones aprendidas a nivel programático de la respuesta humanitaria de SCI ante el
terremoto ocurrido el 16 de abril de 2016 (16A en adelante) en Ecuador, con el objetivo de fortalecer las
capacidades de las oficinas de la región, y contribuir a la mejora de la calidad en futuras respuestas
humanitarias.

2. Metodología
La recolección de lecciones aprendidas fue realizada principalmente en base a las evaluaciones
realizadas con el equipo de la respuesta y con las comunidades, incluyendo a los niños, niñas y
adolescentes de los espacios amigables, además de un taller de lecciones aprendidas realizado en enero
de 2017 y de los hallazgos identificados por los coordinadores de sectores al momento de redactar los
informes a los donantes. Esta primera cosecha se enriqueció a través de entrevistas y grupos focales con
los integrantes del equipo de la respuesta humanitaria, actividades que fueron realizadas entre marzo y
mayo de 2017 con motivo de la sistematización de la respuesta humanitaria.

2
3. Contenido

I. La respuesta humanitaria al terremoto 16A en Ecuador p. 4


1. Contexto p. 4
2. Descripción de la respuesta de Save the Children p. 5
3. Ubicación geográfica y alcance territorial p. 5
II. Lecciones aprendidas en el diseño y ejecución de la
respuesta humanitaria p. 6
1. Estrategia p. 6
2. Planificación y coordinación p. 8
III. Lecciones aprendidas en el trabajo comunitario p. 9
1. Enfoque comunitario p. 10
2. Selección de los beneficiarios p. 10
IV. Lecciones aprendidas en Protección y Educación p. 11
V. Lecciones aprendidas en WASH p. 13
1. Agua y saneamiento p. 14
2. Promoción de higiene p. 15
VI. Lecciones aprendidas en Shelter p. 15
VII. Lecciones aprendidas en Cash programing p. 17
VIII. Lecciones aprendidas en Monitoreo, Evaluación, Rendición
de cuentas y Aprendizajes p. 18
IX. Lecciones aprendidas en recursos humanos p. 18
X. Lecciones aprendidas en administración, finanzas y logística p. 19
XI. Resultados no esperados p. 20

Documento elaborado por Save the Children, Oficina binacional Perú - Ecuador
Agosto 2017
Autoras:
• Amélie Teisserenc Huamán - Coordinadora Monitoreo, Evaluación, Rendición de cuentas y
Aprendizajes.
• Ana Gabriela Benitez – Consultora de soporte para la sistematización

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I. La respuesta humanitaria ante el terremoto del 16 de abril de
2016 en Ecuador

1. Contexto
A las 18h58 del sábado 16 de abril el año 2016, un terremoto de 7.8 en la escala de Richter, con una
profundidad de 10 kilómetros, sacudió la costa de Ecuador. Seis provincias fueron declaradas en
emergencia: Manabí, Esmeraldas, Guayas, Santa Elena, Santo Domingo y Los Ríos, siendo Manabí y
Esmeraldas las más afectadas. El terremoto dejó 671 personas fallecidas y más de 385.000 personas
directamente afectadas. Los daños en el área de vivienda fueron muy altos, con 70.000 familias que
declararon en sus hogares daños irreparables o por colapsar1. Por otra parte, 560 escuelas estuvieron
dañadas o destruidas2, lo cual afectó a un estimado de 170.000 estudiantes.
La respuesta humanitaria tanto gubernamental como no gubernamental se concentró en la zona urbana
costera, pero se encontraron necesidades muy importantes tanto en Shelter, WASH y Protección en
zonas rurales remotas. En estas comunidades, muchas viviendas fueron destruidas y las familias se
organizaron para quedarse a vivir allí, en refugios precarios o en casas de familiares y/o vecinos. Las
infraestructuras de abastecimiento de agua y saneamiento, muchas veces muy rudimentarias, fueron
destruidas, y el acceso a agua segura se restringió drásticamente. Las personas viviendo en las
comunidades, y particularmente las albergadas en refugios temporales, sufrieron de un empeoramiento
en condiciones de higiene y un exposición aumentada al riesgo de proliferación de vectores en un área
endémica para dengue, zika y chikungunya. Se registró también afectación fuerte en escuelas rurales,
donde el Ministerio de Educación (MINEDUC) identificó necesidades de reestablecer infraestructura de
abastecimiento de agua y saneamiento, pero sin tener los recursos para poder llevar a cabo todos estos
trabajos. Las consecuencias emocionales, la desaparición de miembros de las familias y el hacinamiento
aumentaron también la necesidad de protección de los niños, niñas y adolescentes (NNA) de estas
comunidades, develando y agravando una realidad ya existente donde los patrones culturales tienden a
naturalizar tanto el maltrato y abuso a los NNA como la violencia basada en género.

1
Según datos proporcionados por informes iniciales y semestral de OCHA (Oficina de Naciones Unidas para la
Coordinación de Asuntos Humanitarios) http://www.redhum.org/documentos_emergencia/d/756
2
Secretaría de Gestión de Riesgos, Informe de situación No. 57, 03/05/2016

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2. Descripción de la respuesta de SC
La intervención de SC se desarrolló desde el mes de abril de 2016 hasta el mes de mayo de 2017, en 68
comunidades de 8 cantones de Manabí y en el cantón más afectado de la provincia de Esmeraldas,
Muisne. La respuesta fue diseñada e implementada con los siguientes enfoques: derechos humanos,
protección a NNA, comunidad e integralidad (presencia y articulación de todos los sectores en cada
comunidad). Se procuró también trabajar con el tema de inclusión de género como parte del enfoque
integral de derechos.

El sector de Protección y Educación se dedicó a reforzar las condiciones de protección a los NNA,
principalmente a través de la implementación de espacios amigables comunitarios así como
capacitación a promotores comunitarios. Además se capacitó a docentes de escuelas afectadas en
Educación en Emergencia y en Gestión de Riesgos y se distribuyeron kits de retorno a la escuela. El
sector de Shelter apoyó a las familias damnificadas seleccionadas por medio de distribución de artículos
no alimentarios y de un mecanismo de cash-programing para la auto-construcción de refugios
provisionales incluyendo la reparación de letrinas. El programa de agua, saneamiento e higiene (WASH)
en su objetivo de abastecer de agua segura a las comunidades se encargó de rehabilitar sistemas ya
existentes en comunidades y escuelas, apoyó a las familias en reparar sus letrinas e implementó un
programa de promoción de higiene a través de actividades lúdicas para adultos y NNA.

3. Ubicación geográfica y alcance territorial

El Ecuador, ubicado en América del Sur y con


aproximadamente 16 millones de habitantes, se divide en
cuatro áreas geográficas: Sierra, Costa, Oriente y Región
Insular. El área más afectada por el terremoto fue la zona
costera, principalmente al noroeste, en las provincias de
Manabí y Esmeraldas.

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Esmeraldas, Manabí,
Cantón Muisne, parroquias de intervención Cantones de intervención

II. Lecciones aprendidas en el diseño y ejecución de la respuesta


humanitaria

1. Estrategia

En una respuesta de emergencia se apunta a una protección humanitaria, priorizando las poblaciones
más vulnerables, cualesquiera que sean. En el caso de las organizaciones de protección de la niñez, se
tiene un enfoque de priorización de las niñas, niños y adolescentes. En una emergencia, aparte de las
necesidades causadas por el desastre, se develan también necesidades básicas no atendidas
anteriormente. En este contexto, se debe definir claramente desde el inicio la estrategia de intervención,
priorizando las necesidades y el público a atender, y definiendo el alcance y el nivel de sostenibilidad de
los programas.

En los diagnósticos iniciales, las necesidades requieren ser analizadas para las diferentes poblaciones, con
datos desagregados por género y por edad, asegurándose incluir tanto las necesidades básicas como las
de protección de la población, con un enfoque en los más vulnerables. Cada organización - en función de
su enfoque propio así como el de los donantes y en base a estos diagnósticos - define entonces sus
propias estrategias y prioridades. Puede resultar, por ejemplo, en iniciar con una protección humanitaria

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global para enfocarse luego en el nicho de atención de la organización. Esto es lo que orientará a los
programas y luego a la selección de las personas beneficiarias.

Tres enfoques fueron identificados como indispensables para una intervención de calidad:

• Enfoque de derechos: considerando a las personas y especialmente los NNA con los cuales se
van a trabajar como sujetos de derechos. Este enfoque exige cambiar la visión de beneficiarios
pasivos, receptores de ayuda y objetos de protección en la de sujetos activos en la búsqueda del
acceso y/o restablecimiento de sus derechos.

• Enfoque de género: Procurando un igual acceso a los derechos de parte de hombres y mujeres.
Se trata entonces de incluir tanto en los diagnósticos como en el diseño de los programas la
visión de género, considerando que mujeres y hombres no tienen las mismas necesidades y que
el contexto estructural está marcado por patrones machistas y patriarcales. En el contexto de la
costa ecuatoriana, el tema de la violencia basada en género era un elemento central que se
necesitaba abordar en todos los sectores, y aunque la situación de la emergencia no permite
tener al 100% un alcance de transformación de las relaciones de género con las poblaciones
beneficiarias, se puede apuntar, mínimo, a una concienciación de las desigualdades estructurales
que existen entre hombres y mujeres.

• Enfoque comunitario: cualquier proyecto apuntando a mejorar las condiciones de vida de una
comunidad tiene que ser construido y desarrollado con la misma. Y aunque una situación de
emergencia requiere actuar rápidamente, es imprescindible tomar en cuenta los procesos
comunitarios y garantizar la participación de las personas. Se trata de diseñar herramientas y
procesos livianos y eficaces para lograr un entendimiento del contexto comunitario y una buena
información, coordinación y participación de la comunidad, garante de la apropiación y
sostenibilidad de los programas implementados.

Todos estos enfoques requieren ser introducidos desde el diseño de las propuestas y ser acompañados
de una capacitación básica inicial del personal de la respuesta humanitaria y de un monitoreo
permanente para asegurar que sean integrados en la implementación de los programas.

Además, existen otros dos temas que necesitan ser transversalizados:


• Protección de la niñez y adolescencia: En una situación de emergencia, las poblaciones, y
especialmente los NNA, están sometidos a un doble riesgo: el provocado directamente por el
desastre, pero también, el emocional o de protección, relacionado con la perdida de familiares y
hogar, desarticulación comunitaria, hacinamiento, precarización de los recursos, el aumento de la
vulnerabilidad frente a violencia, maltrato, negligencia, abuso sexual, explotación, etc. La
protección infantil no tiene que ser entonces restringida a las actividades de un solo sector, sino

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más bien requiere ser asumida por cada uno de los sectores. Estar atentos a la protección de la
niñez y adolescencia es responsabilidad de cada persona involucrada en una respuesta de
emergencia. Se requiere pensar protocolos y herramientas específicas para que la protección de
la niñez y adolescencia sea parte de las actividades de cada sector y que la población se asuma
también como actor de protección.
• Reducción de riesgos de desastres: procurando reducir la vulnerabilidad y reforzar la resiliencia
de las poblaciones, incluyendo en los diferentes sectores y actividades una mirada para reducir y
mitigar los impactos de desastres e incentivar comunidades, autoridades, y familias a organizarse
para prevenir y reducir los riesgos. Notando que, una vez más, el empoderamiento de las
personas es clave en este tema.

2. Planificación y coordinación

Una situación de emergencia necesita asegurar el cumplimiento de sus actividades en tiempo y


presupuesto, garantizar la calidad del programa y la participación de la comunidad. Ninguno puede estar
sobre el otro y es responsabilidad de la coordinación asegurar este triple enfoque. Al inicio del proyecto,
es necesario asegurarse de contar con la mayor información posible en cuanto a la situación de la
población, tanto estructural como las necesidades específicas causadas por el desastre, para poder
diseñar un programa que sea pertinente, alcanzando a los que están en situación de más grande
vulnerabilidad y limitando el favoritismo. En este trabajo el desarrollo de herramientas sencillas pero
completas de levantamiento de información, además del apoyo de personas de confianza que conozcan
la zona es imprescindible.
Además, se debe averiguar la factibilidad territorial de la intervención, midiendo las implicaciones en
tiempo, distancia y recursos, de atender a una población muy dispersa o de difícil alcance.

Para asegurar una integralidad de la intervención, en lo relacionado tanto a la integración entre los
diferentes sectores, como a la completa y articulada respuesta para cada comunidad, se necesita una
coordinación que transversalice este enfoque y garantice su implementación. Podría ser necesario, según
el diseño de la respuesta, contar con personal dedicado al enfoque comunitario que trabaje con todos
los sectores y que sea responsable de asegurar esta integralidad.

Al momento de contratar un equipo local, hay que capacitarlo en los enfoques requeridos para la
intervención (derechos humanos, género, comunitario, protección, RRD, etc.), y asegurarse de que se
le facilite acceso al material de SCI enfocado a cada sector (herramientas, metodologías, manuales,
talleres, material visual, etc.) y que reciba asesoría de una persona de la organización especialista en la
temática. Existen numeras publicaciones y herramientas metodológicas para apoyar una respuesta
humanitaria, incluso en castellano como por ejemplo el Manual para implementación de Espacios
amigables de SCI o las Normas Mínimas de Protección de la Infancia, y es de vital necesidad que la

8
organización asegure el acceso del nuevo personal a estos recursos, tanto en un afán de eficiencia como
para garantizar la calidad de la respuesta y su alineamiento con las políticas de SCI y las normas
internacionales.

La participación desde el inicio en los clusters y las relaciones con otros organismos de cooperación permite
articular las respuestas a nivel de temáticas y repartición geográfica, además de tener conocimiento y
adecuarse al marco institucional definido tanto por el gobierno como por el Equipo Humanitario País. Es de
notar que en situación de emergencia, los mensajes de instituciones gubernamentales son a veces
contradictorios y la coordinación con los clusters se vuelve imprescindible para tomar decisiones en cuanto a
la marcha de la intervención.

En función de las metas y alcance de la respuesta, pensar y diseñar desde el inicio las estrategias de
salida, para que guíen el proceso de implementación y sobre todo las relaciones con las poblaciones
afectadas, evitando crear expectativas desmesuradas.

III. Lecciones aprendidas en el trabajo comunitario

La respuesta humanitaria de SC en Ecuador fue diseñada e implementada con un fuerte enfoque


comunitario, concentrándose en comunidades rurales que tenían escaso acceso a la ayuda humanitaria.
La intervención fue primeramente socializada con las comunidades y se firmaron acuerdos con las
autoridades, y luego, a lo largo de la respuesta, se mantuvieron comunicación y consulta tanto con
autoridades como con las familias beneficiarias del proyecto. Un mecanismo de comunicación fue
implementado, a través de Comités de Transparencia designados por la comunidad que tenía por papel
facilitar el dialogo entre las partes y velar por la transparencia del proceso y la participación de las
familias más vulnerables.

1. Enfoque comunitario

La participación de la población tiene que ser integrada y planificada desde el principio de la


intervención para que ella misma pueda contribuir a definir los mecanismos de información y
participación que luego se implementarán en el trascurso de la respuesta y con los diferentes sectores.
El mecanismo del “Comité de Transparencia”, grupo conformado por cuatro a cinco personas
designadas por la comunidad al inicio de la intervención, es un elemento clave y recomendado para
garantizar una buena comunicación con la comunidad, la participación de la misma en el programa y
una implementación efectiva. Los Comités de Transparencia permiten también dar voz a las personas

9
que pueden ser potencialmente apartadas, discriminadas o sin voz (por ejemplo jóvenes y mujeres) y
limitan también la concentración de poder o el favoritismo.
La socialización del programa con toda la comunidad, mujeres, hombres y NNA, tiene que ser muy
dinámica, participativa y demostrar en su metodología los enfoques que se quieren aplicar (derechos
humanos, niñez, género, participación, entre otros). Este es entonces un ejercicio exigente, que necesita
de un equipo capacitado y de una buena preparación, pero que marcará la dinámica de toda la
intervención.
El enfoque comunitario y la participación de la comunidad, esenciales para el éxito de una respuesta en
un contexto rural o barrial, necesitan de una fuerte coordinación e integración entre sectores para
asegurar un trabajo integrado que contribuya a reforzar las organizaciones y liderazgos locales y evite
desorganizarlos o desarticularlos. En el marco de una emergencia es a veces difícil lograr una
participación de alto nivel de las comunidades debido a la necesidad de intervenir rápidamente para
cubrir situaciones emergentes; a esto se suma el hecho de que en la mayoría de los casos las
comunidades están desorganizadas por el hecho del desastre y están concentradas en asegurar su
subsistencia. No obstante, para toda organización que quiere intervenir con un enfoque de derechos, es
imprescindible implementar un proceso participativo, buscando con las comunidades mecanismos para la
información y consulta de las poblaciones, una toma de decisiones compartida y una adecuada rendición
de cuentas. Lo ideal para asegurar una alta participación es construirla desde antes. En lo relacionado al
ciclo de gestión de riesgos, por ejemplo, es importante involucrar a las comunidades y familias durante la
fase de preparación, es decir en el diseño de los planes de gestión de riesgos y en la construcción de los
procesos de preparación antes de la emergencia.

2. Selección de los beneficiarios

En el recorrido inicial de la zona y selección de comunidades y lugares en los que se va a intervenir, el apoyo
de informantes claves (líderes de comunidades, de organizaciones o de instituciones locales) facilita el
proceso, pero hay que procurar establecer relaciones horizontales y con el cuidado de no crear expectativas
erradas ni posibilidades de manipulación de la propia población o de la misma institución con fines propios.
Una herramienta sencilla y eficaz debe ser construida desde el inicio de la intervención para recolectar y
sistematizar las informaciones claves. Luego, el proceso de encuesta a las familias beneficiarias debe
garantizar una información clara, precisa y armonizada entre las comunidades, recolectando el conjunto de
los elementos necesarios para la selección de personas beneficiarias. El proceso de levantamiento de
información con las familias se tiene que realizar una sola vez, evitando la revictimización de las personas. La
base de datos obtenida con esta información, de fácil acceso para el personal, permite tomar decisiones
rápidas y pertinentes sobre inclusión de beneficiarios y priorización a las familias en situación de mayor
vulnerabilidad.

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Los criterios de selección y priorización de los beneficiaros deben corresponder a los objetivos y enfoques
(humanitario, niñez, género, entre otros) del programa, y deben incluir elementos de reducción de riesgos y
desastres (RRD). Estos criterios de selección y priorización tienen que ser muy claramente comunicados a las
comunidades; también el proceso de filtro que se aplica para la selección de familias requiere ser
transparente y con acompañamiento del equipo de la respuesta para no crear incomprensión o
resentimiento. Es altamente recomendable asociar las comunidades al proceso de selección y de priorización
para asegurarse de llegar a las personas en situación más vulnerable y no crear asistencialismo y/o
favoritismo. Una forma de hacerlo, por ejemplo, es a través de la creación de comités comunitarios de
transparencia.

IV. Lecciones aprendidas en Protección y Educación

El terremoto trajo a la población afectada consecuencias estructurales y emocionales fuertes, especialmente


para los niños, niñas y adolescentes. El sector de protección y educación apuntaba a brindar una respuesta
emergente y con proyección a mediano plazo. En un primer momento, SC proporcionó talleres de Educación
en Emergencia a 189 docentes, con elementos de contención emocional para los NNA, además de 2500 kits
escolares para acompañar el retorno a la escuela. En un segundo momento, SC estableció 49 Espacios
amigables comunitarios (EAC), construidos de caña y ubicados en comunidades rurales de Manabí y
Esmeraldas, los cuales fueron conformados a través de un proceso comunitario y dirigidos a niñas, niños y
adolescentes, con el objetivo de ofrecerles soporte psicosocial, protección, promoción de derechos,
promoción de higiene y actividades recreativas. Para implementar las actividades diarias a más 4000 NNA,
250 promotores y promotores voluntarios acreditados por la comunidad fueron capacitados y
acompañados.
Se desarrolló también un trabajo de Educación en Reducción de Riesgos de Desastres (RRD) en cinco
escuelas de Manabí, en coordinación con el Ministerio de Educación (Mineduc) y la Secretaría de Gestión de
Riesgos (SGR). Se capacitó a los docentes y directores en el manejo de materiales de RRD y en la elaboración
de planes escolares de reducción de riesgo, a los padres y madres de familia en la elaboración de planes
familiares de emergencia y a más de 500 estudiantes y maestros para el diseño de mapas de riesgos en cada
escuela.
Finalmente, después de unas fuertes replicas en el mes de diciembre 2016 en Esmeraldas, se intervino en el
cantón Atacames, parroquia Tonsupa, en apoyo a familias albergadas en dos refugios, con un programa de
protección de derechos, promoción de la higiene y acompañamiento social. Se brindó adicionalmente un
apoyo al Consejo Cantonal de Protección de Derechos, a través de levantamiento de información para los
casos registrados en los meses después del terremoto.

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En la fase inicial de la emergencia, es necesasrio tomar en cuenta que las necesidades de protección son
muy fuertes, por el contexto mismo de la emergencia y por el hecho que sus consecuencias (perdida de
familiares, hogares, hacinamiento, fragilidad psicológica…) refuerzan las condiciones de vulnerabilidad de
las personas y específicamente de los NNA. De igual manera, el apoyo psicosocial para los NNA debe
ser ejecutado de forma inmediata, sin esperar a que los espacios amigables comunitarios (EAC) estén
funcionando al 100%, pues este proceso toma más tiempo. En un contexto post terremoto, tener
también en cuenta que las constantes replicas afectan fuertemente a los NNA y adultos, y limitan el
proceso de recuperación. El equipo de protección tiene que estar listo para intervenir después de cada
réplica, para mitigar las consecuencias psicológicas y emocionales y asegurar la continuidad del proceso
de apoyo psicosocial.
Para el establecimiento de espacios amigables comunitarios (EAC), el hecho de que las comunidades
participen en su construcción hace que se apropien tanto de la propuesta de protección a la niñez como
del espacio en sí. Esto genera un compromiso en el mantenimiento y cuidado del mismo y refuerza
también el compromiso de las familias a garantizar la sostenibilidad de los EAC y de las actividades allí
desarrolladas. Al establecer EAC en comunidades, se visibilizó la necesidad de construir letrinas adjuntas
a cada uno de los mismos. La distancia entre el EAC y las viviendas de los NNA hace que se vean
obligados a pedir prestado el baño de alguna vivienda vecina al EAC, lo que les pone en riesgo, ya que se
encuentran en un ambiente apartado de la vista y del control de las promotoras y promotores y por lo
tanto no se puede garantizar su seguridad. El EAC es también un espacio público de reunión para NNA,
madres, padres de familia y la presencia de letrinas hace que el espacio sea más cómodo y más seguro.
Para reforzar el conocimiento y aptitudes de las comunidades frente a las consecuencias de fenómenos
naturales, así como aumentar su capacidad de protección a los NNA, es sumamente importante la
organización de capacitaciones donde se trabaje tanto la reducción de riesgos en desastres como la
reducción de riesgos psicosociales (negligencia, maltrato, bullying, consumo de sustancias, prevención
de violencia, entre otros), ya que esto permite asegurarse que mujeres, hombres y la comunidad en
general se interese y se capacite en estos dos ámbitos.

En los espacios amigables los NNA se sienten seguros y protegidos tanto de otros temblores como de la
violencia o del abuso sexual. Aprenden cuáles son sus derechos, a respetar y cuidar su cuerpo y a
convivir entre compañeros y compañeras (según expresión de los mismos NNA durante la sesiones de
evaluación). Estos mismos espacios, por ser construidos de caña y de carácter permanente, se volvieron
también lugar de reunión para la comunidad, fortaleciendo los vínculos comunitarios y abriendo
oportunidades de charlas y otros talleres para reforzar las capacidades locales.
Finalmente, para asegurar la transversalización de la protección de la niñez y adolescencia en cada
ámbito de la respuesta, se recomienda usar las Normas Mínimas de Protección de la Infancia en la
Acción Humanitaria, que dan directrices tanto para el sector de Protección como para cada uno de los
otros sectores de una intervención humanitaria.

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V. Lecciones aprendidas en WASH (agua, saneamiento e higiene

El objetivo principal del sector en cuanto a agua y saneamiento era una intervención integral a través de
provisión de agua, kits de higiene, pastillas potabilizadoras y reparación de sistemas sanitarios en
hogares, comunidades y escuelas.
En las comunidades, el acceso al agua era deficiente antes del terremoto, pero se agravó
considerablemente pues este destruyó los sistemas de tuberías, los tanques de agua elevados, los pozos
de agua e incluso algunas fuentes de agua, que dejaron de ser asequibles. SC trabajó con 8 comunidades
en la rehabilitación de sistemas de abastecimiento de agua. En las escuelas, muchas letrinas fueron
destruidas, así como sistemas de abastecimiento de agua por lo que la demanda de rehabilitación a
infraestructura aumentó aún más después de que el Ministerio de Educación rediseñó el mapa escolar,
concentrando a todos los estudiantes en las escuelas que tenían menos daños. SC intervino reparando y
ampliando las infraestructuras de abastecimiento de agua y saneamiento de 30 escuelas, con el fin de
proporcionar buenas condiciones sanitarias para todos los y las estudiantes. Además, se apoyó a 406,
también beneficiarias del programa de Shelter, en la rehabilitación de su letrina vía la entrega de
vouchers.
La promoción de higiene se implementó a través de distribución de kits de higiene y talleres con la
campaña “DAME 5” que abarcó los siguientes temas: lavado de manos, consumo de agua segura, uso
adecuado de baños y letrinas, manejo de desechos y prevención de enfermedades transmitidas por
vectores con enfoque en zika. Se trabajó en coordinación con las infraestructuras de salud, utilizando
metodologías de educación popular y capacitando a voluntarios comunitarios. Con el afán de reducir los
embarazos en esta situación de riesgo y prevalencia del zika, se proporcionó talleres biopsicosexuales a
mujeres adolescentes y adultas, además de distribución de kits de higiene femenina.

En el sector de WASH, las actividades de agua, saneamiento y promoción de la higiene tienen que ir de la
mano, procurando realizar un análisis compartido y generar estrategias de intervención conjuntas con las
poblaciones beneficiarias.

1. Agua y Saneamiento

Para responder mejor a las necesidades y asegurarse de que la comunidad participe luego en el
mantenimiento de las obras, la intervención tiene que ser diseñada con su participación, y
particularmente con la de las juntas de agua. Este proceso debe asegurar el uso de herramientas de

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participación y co-decisión adecuada, así como una capacitación pertinente tanto técnica como sobre
los procesos y mecanismos de la intervención (por ejemplo cash programing, capacitación técnica a
través de prototipos, entre otros). Para proponer solucionar el problema de abastecimiento del agua en
las comunidades se requiere tomar en cuenta el estado inicial de acceso al agua y saneamiento de cada
lugar, lo que muchas veces es muy limitado y problemático. Una solución global necesitaría presupuesto
y tiempo bastante mayor al disponible para una emergencia, así que cualquier intervención de WASH
debe ser consciente de su alcance y priorizar recursos con el objetivo de respuesta inmediata, dejando
lo máximo de capacidades instaladas.
Para determinar la factibilidad de rehabilitar letrinas a través del sistema de cash programing, se
requiere de un análisis riguroso ya que la rehabilitación es diferente de una familia a otra, y en
consecuencia el seguimiento del canje y ejecución del voucher tiene que ser personalizado, lo que hace
que el proceso sea más complejo (localización, estado inicial de la letrina, sistemas de desecho previo,
distintas discapacidades de los usuarios, entre otros). Además, se recomienda tener un conocimiento
del uso que las comunidades hacen de la letrina, ya que estas prácticas influenciarán en los resultados
del programa. En comunidades rurales, el acceso a agua potable es casi inexistente y al agua segura es muy
limitado. Este contexto necesita ser tomado en cuenta al momento de diseñar propuestas, ya que los
presupuestos son totalmente diferentes entre asegurar un acceso a agua o a agua segura. Si la opción es
agua segura, entonces se necesita técnicas y material adecuado, así como análisis químico y microbiológico,
tanto al principio como al final de la intervención.
Finalmente, se recomienda integrar un enfoque de Reducción de Riesgos de Desastres al momento del
diseño de las obras además de mejorar, cada vez que se pueda, el acceso al agua, a través, por ejemplo, de
sistemas de recolección de agua de lluvia.

2. Promoción de higiene

En una situación de desastre las condiciones de higiene de la población empeoran drásticamente. El


programa de promoción de higiene debe enfocarse en mensajes claves limitados y focalizados y actividades
de adaptación de hábitos, apuntando a responder a las necesidades más fuertes del momento y tomando en
cuenta el contexto local de salud. Para la planificación del programa de higiene se requiere tener
conocimiento del contexto y realidad de las comunidades para una intervención efectiva. Para esto es
fundamental el apoyo de las autoridades sanitarias del lugar, y la identificación de los factores
determinantes en la problemática de salud de esa comunidad. El enfoque de género es uno de los puntos
fundamentales a tratar durante la planificación y la implementación de promoción de higiene. La respuesta
inmediata es mediante kits de higiene femenina; sin embargo, una necesidad fundamental que se observa
en respuesta humanitaria y no se toma mucho en cuenta es el acceso a métodos de planificación familiar

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(tanto de barrera como hormonales), viendo que muchas mujeres ya no tienen acceso y que por el contexto
de emergencia es vital apoyar a la población en prevenir embarazos.
El reto de concienciar y llegar a modificar hábitos de higiene en una comunidad que se encuentra en un
contexto de emergencia es grande y se debe realizar con una participación comunitaria fuerte. La creación
de grupos de voluntarios de la misma comunidad que sean capacitados en los temas a intervenir y en el uso
de las herramientas para transmitir lo aprendido, ayuda a masificar el mensaje. En este proceso, la
capacitación a los NNA es la más importante, puesto que ellos son agentes clave para transmitir el mensaje
mediante la práctica y ser una generación de cambio en las comunidades. En muchas partes rurales las
personas conocen los mensajes de higiene, pero no los practican por diferentes razones: hábitos, acceso a
agua y productos de higiene,
poco conocimiento de las consecuencias sanitarias, entre otras. Entonces el diseño del programa de higiene
y las actividades tienen que construirse en base a los conocimientos y costumbres de la población y luego
enfocarse en buscar un cambio de práctica, lo que requiere más que un taller de concienciación. Para
lograrlo, la metodología usada es clave y se recomienda los métodos de la educación popular así como
facilitadores experimentados en la misma.

VI. Lecciones aprendidas en Shelter (Vivienda)

La consecuencia más visible del terremoto fue la destrucción total o parcial de decenas de miles de
viviendas, tanto en las zonas urbanas como rurales, dejando a las familias en condiciones muy precarias
de subsistencia y albergue. El gobierno respondió en un primer momento instalando albergues oficiales
en las áreas urbanas, pero las zonas rurales quedaron sin solución rápida de vivienda. La intervención de
SC en Shelter permitió mejorar las condiciones de vida de 1249 familias en zonas rurales, y
particularmente de sus NNA, dando acceso a refugios temporales en caña (llamado Carpa Reforzada de
Emergencia, según tipificación del Ministerio de Vivienda – MIDUVI), con un entorno de vida más seguro
y con más privacidad durante el tiempo que se necesite para tener acceso a una nueva vivienda. El
programa Shelter se implementó primero a través de la distribución de kits de vivienda y de cocina y
luego a través de la distribución de vouchers que eran intercambiables con material de construcción en
varios proveedores locales, además de capacitación en construcción segura y sismo resistente y
prácticas de reducción de riesgos de desastres (RRD) a familias y maestros, así como apoyo técnico para
la auto-construcción. 21 prototipos fueron construidos en las comunidades para aportar en el
aprendizaje técnico de maestros y familias y enseñar el modelo de vivienda a construir. SC diseñó un
modelo hecho principalmente de caña y con algunos elementos de madera, usando tanto material como
técnicas de construcción de la zona.

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Para la planificación de la construcción de las viviendas y la selección de la familias beneficiarias, se debe
tomar muy en cuenta las condiciones de riesgo que puedan existir en la comunidad y en los terrenos de
cada familia (ej: deslaves, inundaciones…) y tener una estrategia de acompañamiento de las
comunidades respecto a la ubicación de las viviendas. Se recomienda considerar la prevención en
riesgos de desastres como eje fundamental del programa de shelter, tanto a través de capacitación
teórica como práctica, incluyéndolo, por ejemplo, en la construcción comunitaria del prototipo. Para
asegurar un cambio de prácticas y una incidencia en el proceso de construcción, se recomienda usar las
metodologías de la educación popular y del aprender haciendo. Para garantizar un aprendizaje efectivo
de las familias en construcción segura con caña, la edificación de una casa prototipo en conjunto con la
comunidad es clave. Se recomienda realizar un prototipo en cada comunidad, buscando la mayor
participación posible, tanto de hombres como de mujeres. Además, para asegurar el cumplimiento de
los criterios básicos de RRD y las normas Esfera en emergencia en un proceso de autoconstrucción, se
recomienda que las familias respeten al máximo los planes estructurales de la vivienda prototipo, y se
aconseja acompañarles en los ajustes y mejoras a realizar para garantizar tanto la calidad de la
construcción como la apropiación de la vivienda.
A pesar de que las viviendas son temporales, muchas familias no pueden acceder a una vivienda
definitiva sino hasta después de varios años, lo que requiere que las estructuras temporales sean lo más
resistentes posible ante la intemperie y el paso del tiempo. En el diseño de la vivienda es recomendable
incluir elementos para protegerlas mejor (como techo amplio o protección de las cañas de la humedad
del suelo), además de capacitar a las familias en el mantenimiento de su hogar. El prototipo inicial
desarrollado por SC, por ser una vivienda temporal de emergencia y por cuestiones de presupuesto, no
contemplaba la colocación de piso; sin embargo las familias identificaron está necesidad como prioritaria, ya que
permitía mejorar sustancialmente las condiciones de higiene y de vida en el interior de la vivienda. Muchas
familias se esforzaron por conseguir la instalación de este piso, realizado de madera o de cemento.

VII. Lecciones aprendidas en Cash programing

El programa de canje de vouchers es un mecanismo apropiado para transferir de manera segura y


controlada los recursos necesarios para la adquisición de los materiales que son utilizados por las
familias beneficiarias para la construcción de viviendas o letrinas en el caso del programa en Ecuador.
Sin embargo, es necesario incluir un mecanismo que permita controlar el proceso del canje del voucher
en cuanto a costos; es decir, fijar un costo máximo o referencial de cada material para que los
proveedores no los suban al momento de ejecutar la transacción. Para la implementación de este
programa es imprescindible la realización de un detallado estudio de mercado previo así como la
elaboración de un SOP - Standart Operating Procedure – (Procedimiento Operativo Estándar) que permita
organizar, normalizar y articular los procesos programáticos, logísticos, administrativos y financieros, además

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de registrar cada cambio o ajuste en este mismo proceso. Este SOP tiene que ser redactado en articulación
entre todos los actores que van a implementar el cash programing: programas, logística, administración y
finanzas y monitoreo.
En el caso de una distribución de vouchers cubriendo dos programas, por ejemplo Shelter y WASH, si
bien el proceso de entrega puede ser unificado, el proceso de canje tiene que ser separado y
minuciosamente acompañado, ya que puede existir una tendencia de las familias en privilegiar la
vivienda sobre las letrinas o el acceso al agua y utilizar los vouchers de WASH para la adquisición de
materiales para la construcción de la vivienda. De igual manera, se necesita monitorear adecuadamente
todo el ciclo del voucher, ubicando la entrega del voucher al final de ciclo para asegurar presencia a las
capacitaciones y por consecuencia calidad en las construcciones. Por otra parte, el control de calidad de
los materiales entregado por los proveedores requiere ser totalmente integrado y organizado desde el
principio y con participación de la comunidad.
Al seleccionar los proveedores se recomienda tener en cuenta los hábitos de compra de las
comunidades, sus preferencias geográficas y tomar en cuenta que el monto de dinero que va a transitar
a través de estos proveedores es muy elevado en comparación de lo que transita en tiempo normal, y
que sí bien apoya a la reactivación económica de la zona, también se tiene que cuidar la repartición
entre actores, para que no contribuya a una excesiva concentración de los recursos y un incremento de
las desigualdades.

VIII. Lecciones aprendidas en Monitoreo, Evaluación, Rendición de


cuentas y Aprendizajes (MERA)

Para asegurar una integración e implementación óptima del sistema de MERA, los planes de monitoreo
y evaluación, rendición de cuentas y aprendizajes tienen que ser diseñados de la mano con la
intervención. Para eso, el equipo de MERA tiene que ser reclutado desde el inicio de la respuesta. El
monitoreo, por otra parte, tiene que dedicarse tanto a los indicadores y la calidad del programa como a
acompañar constantemente a los equipos en el diseño y realización de las actividades como en el
reporte de las mismas. La publicación regular del avance de los indicadores, acompañado de un sistema
de semáforo indicando el status (bien, en proceso, estancado), cumple una función catalizadora en la
implementación: para la coordinación, permite tener una visión global e identificar rápidamente los
puntos débiles; para los coordinadores de sector, les permite medir el avance de sus programas y
reajustar las actividades para asegurar el cumplimiento de las metas; para todo el equipo, permite tener
las metas claras, una visión global de la intervención, valorar el trabajo efectuado y también,
puntualmente, presionar un poco a los equipos que necesitan dar un salto.
El monitoreo de la calidad de las actividades y obras tiene por función incentivar una mejora continua
del programa. Las herramientas de monitoreo, además de los criterios técnicos, deben incluir criterios

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específicos de los enfoques de la intervención (protección, niñez, género, entre otros). En este control
de calidad se tiene que involucrar no únicamente al equipo MERA, sino también a otros miembros del
equipo de respuesta así como a personas de la comunidad. Las visitas de monitoreo de parte de los
donantes son una oportunidad para identificar los primeros resultados e impactos, así como reflejar - y en
caso necesario reajustar - los enfoques definidos al principio de la intervención. Un diálogo constructivo con
los equipos de los donantes permite buscar en conjunto adaptaciones o alternativas a elementos del
programa que no se desarrollen como inicialmente previsto.

IX. Lecciones aprendidas en recursos humanos

Al momento de reclutar a los miembros del equipo de implementación se debe procurar un balance en
cuanto a la experticia técnica del staff, su experiencia en trabajo social o comunitario, sus prácticas de
trabajo en equipo y su conocimiento del contenido y contexto del proyecto. Como no todas las
competencias se pueden reunir en todas las personas, buscar el balance en la globalidad del equipo. De
igual manera, hay que procurar contratar personal competente y con experiencia previa, aunque no sea
en emergencia, sin que la disponibilidad inmediata sea el criterio más relevante al momento de la
selección definitiva. Para ganar tiempo y eficiencia es imprescindible un proceso de inducción para cada
personal entrante, acerca de los enfoques y la organización de la intervención además de los procesos y
procedimientos utilizados, asegurándose de la homogeneidad de los contenidos traspasados así como de
un acompañamiento en las primeras semanas. Este proceso de inducción también tiene que incluir
información sobre los procesos logísticos, financieros, de monitoreo y evaluación, rendición de cuentas,
entre otros que puedan considerarse relevantes para el cargo. Esto garantiza calidad y facilita que haya
un engranaje adecuado del nuevo miembro con la dinámica de trabajo a la que va a ingresar.
Los y las conductores/as, constantemente presentes en el terreno y en las comunidades, juegan un papel
clave en la transversalización de los enfoques de derechos, protección y género. Se recomienda
capacitarles para que su actitud refleje los enfoques de la intervención e integrarles/las cuando sea
posible para que apoyen en las actividades de los diferentes sectores.
Se requiere establecer reglas claras en cuanto a la carga y repartición del trabajo y a la posibilidad
puntual de descansos, con un permanente acompañamiento al equipo, que asegure la mejor eficiencia
posible y evite un agotamiento excesivo que dañaría tanto la calidad de la respuesta como las relaciones
de trabajo. Además, es fundamental poder contar con una persona de recursos humanos o con uno/a
psicólogo/a que pueda apoyar y visitar al equipo, para que éste pueda realizar descargas emocionales,
manejo del estrés y resolución de conflictos, situaciones muy frecuentemente en respuestas
humanitarias de emergencia, para así mantener un ambiente laboral lo más óptimo y con el mejor
rendimiento y la mejor calidad posible.

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X. Lecciones aprendidas en administración, finanzas y logística

Los procesos financieros - que en tiempo normal y particularmente con los requisitos tributarios
ecuatorianos son bastante complejos y requieren tiempo para procesar los pagos - necesitan ser agilizados
en tiempo de emergencia, para que no se retrase la implementación. Como existen variantes en la parte
programática para respuesta humanitaria, las organizaciones deben procurar tener también procesos
financieros específicos para este tipo de operaciones, asegurando celeridad y seguridad de los procesos. Sin
embargo, los procesos de control financiero y logístico deben también integrar algunas verificaciones extra
para asegurar que no haya actos de corrupción o malversación de fondos del proyecto, especialmente en
zonas donde existen prácticas de clientelismo y favores familiares. Hay que notar que los riesgos de
corrupción son más altos cuando el personal que maneja fondos y procesos con proveedores tiene vínculos
personales o familiares con el contexto local. Es entonces necesario reforzar los procesos internos anti-
corrupción y solicitar una autorización explícita para trabajar con proveedores que tengan algún lazo familiar
con el personal.
A pesar de que se fijen precios referenciales para los productos, hay que tomar en cuenta que los
procesos de reconstrucción pueden generar un incremento de la demanda de materiales de
construcción, dando como resultado el incremento de los precios, y hasta escasez de los productos. Por
ello, es necesario realizar una supervisión del mercado así como un acompañamiento de los proveedores
para asegurar su reabastecimiento y su capacidad de crédito.

XI. Resultados no esperados

“Los niños pueden hacer mejor sus tareas de la escuela en su nueva vivienda”
Esto se mencionó durante una sesión de evaluación en comunidad. La madre de varios niños menciono que
la vivienda ahora es más fresca durante el día y no muy fría durante la noche, lo cual permitía que sus hijos
se queden más tiempo en casa, mejorando el ambiente de aprendizaje. El poder quedarse más tiempo en
casa y menor tiempo afuera mejora las condiciones de protección infantil.

“Los jóvenes ahora pueden encontrar nuevos trabajos, utilizando las capacidades aprendidas durante las
sesiones de entrenamiento”
Este comentario mencionado en un grupo focal comunitario, revela que una vez recibido el entrenamiento
técnico en la construcción en caña y por haber apoyado en la construcción de varias viviendas de su

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comunidad, los jóvenes podían aplicar a trabajos de reconstrucción en la zona con mayor experticia en el
tema.

El extenso uso de las letrinas rehabilitadas


En la mayoría de los casos las letrinas rehabilitadas o construidas en espacios amigables y en escuelas están
siendo utilizadas por toda la comunidad. Esto se da por el inadecuado sistema de letrinas en sus propios
hogares. Pero, aunque tengan acceso a estas nuevas letrinas, es fundamental incentivar a las comunidades y
GADs para que construyan un adecuado sistema de saneamiento.

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