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La Pedagogía crítica en tiempos oscuros

Henry GIROUX*

Resumen Critical Pedagogy in dark times

En todo el mundo, las fuerzas del neoli- Abstract


beralismo, o lo que podría denominarse Across the globe, the forces of neoliber-
la última fase del capitalismo depreda- alism, or what might be called the latest
dor, van por el camino de desmantelar stage of predatory capitalism, are on the
los beneficios sociales garantizados histó- march dismantling the historically guar-
ricamente y otorgados por el estado be- anteed social provisions provided by the
nefactor. Esta es una razón de peso para welfare state. This is all the more reason
que los educadores y otros aborden cues- for educators and others to address im-
tiones sociales importantes y defiendan portant social issues and to defend public
la educación pública y superior como and higher education as democratic pub-
esferas públicas democráticas; necesitan lic spheres; educators need a new political
un nuevo lenguaje político y pedagógico and pedagogical language for addressing
para abordar los cambiantes contextos y the changing contexts and issues develop-
cuestiones y desarrollar formas de peda- ing forms of critical pedagogy capable of
gogía crítica capaces de desafiar al neo- challenging neoliberalism and other anti-
liberalismo y a otras tradiciones antide- democratic traditions. This paper presents
mocráticas. Se abordan en este artículo la the notion of teachers as public intellec-
noción de los docentes como intelectua- tuals, pedagogy and the project of insur-
Detalle obra sin título
Dini Calderón les públicos, la pedagogía y el proyecto rectional democracy, pedagogy and the
de democracia en rebelión, la pedagogía politics of responsibility, and finally, ped-
y la política de la responsabilidad, y final- agogy as a form of resistance and educated
mente la pedagogía como una forma de hope. Educated hope provides the basis
resistencia y esperanza educada. La espe- for dignifying our labor as intellectuals;
ranza educada es la base para dignificar it offers up critical knowledge linked to
nuestra labor como intelectuales; ofrece democratic social change, it is rooted in
el conocimiento crítico ligado a un cam- shared responsibilities, and allows teach-
bio social democrático, está arraigada en ers and students to recognize ambivalence
responsabilidades compartidas y permi- and uncertainty as fundamental dimen-
te a docentes y estudiantes reconocer la sions of learning. Such hope offers the
ambivalencia y la incertidumbre como possibility of thinking beyond the giv-
dimensiones fundamentales del aprendi- en—and lays open a pedagogical terrain
zaje. Esta esperanza ofrece la posibilidad in which teachers and students can en-
de pensar más allá de lo dado – y deja gage in critique, dialogue, and a struggle
abierto un terreno pedagógico en el cual for social justice.
docentes y estudiantes pueden compro-
meterse en la crítica, el diálogo y una lu-
cha por la justicia social.

Palabras clave: pedagogía crítica, democra- Key words: critical pedagogy, democracy,
cia, responsabilidad, esperanza educada. responsibility, educated hope.

Introducción
(*) Global Television Network Chair. Eng-

E n todo el mundo, las fuerzas del neoliberalismo, o lo que podría


lish and Cultural Studies,
McMaster University, Chester New Hall,
Room 229, 1280 Main Street denominarse la última fase del capitalismo depredador, van
West Hamilton, Ontario, Canada
L8S 4L9 por el camino de desmantelar los beneficios sociales garantizados
Columnist for Truthout.org
históricamente y otorgados por el estado benefactor, definiendo
Phone: 905 525 9140, Ext. 26551 a la obtención de ganancias como la esencia de la democracia,
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Web site: http://henryagiroux.com/ incrementando el rol del dinero corporativo en la política, des-
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atando una guerra contra los gremios, expandiendo el estado de
seguridad militar, promoviendo el aumento de desigualdades en

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riqueza e ingresos, fomentando la erosión de las des del estado de seguridad militar3. Una de las
libertades civiles, y debilitando la fe pública en consecuencias es la aparición de lo que el extinto
las instituciones que definen la democracia1. A Tony Judt denominó una “sociedad eviscerada”
medida que las mentalidades y moralidades de –una sociedad a la que se le ha arrancado la grue-
mercado imponen restricciones en todos los as- sa trama de obligaciones mutuas y responsabili-
pectos de la sociedad, las instituciones democrá- dades sociales que se pueden hallar en cualquier
ticas y las esferas públicas se van reduciendo, o democracia viable4. Esta cruda realidad ha sido
bien desapareciendo completamente. A medida denominada una “socialidad fallida” –un fraca-
que estas instituciones desaparecen –desde las so en el poder de la imaginación cívica, voluntad
escuelas públicas hasta los centros de salud– se política y democracia abierta5. Es también parte
produce también una seria erosión de los dis- de una política que despoja de lo social a cual-
cursos de comunidad, justicia, igualdad, valores quier ideal democrático. El guión ideológico re-
públicos, y bien común. sulta ahora familiar: no existe el bien común; los
Cada vez más, se vive en sociedades que se valores de mercado se convierten en el patrón
basan en el vocabulario de ‘elección’ y en una para darle forma a todos los aspectos de la socie-
negación de la realidad –una negación de la des- dad; el individuo libre y poseedor de bienes no
igualdad masiva, las disparidades sociales, la con- tiene obligaciones más allá de su propio interés; el
centración irresponsable de poder en relativa- fundamentalismo de mercado supera los valores
mente pocas manos, y un creciente mecanismo democráticos; el gobierno, y particularmente el
de muerte social y cultura de la crueldad2. En estado benefactor, son los mayores enemigos de
tanto el poder se torna global y es removido de la libertad; los intereses privados niegan los va-
las políticas locales y nacionales, una clase irres- lores públicos; el consumismo se convierte en la
ponsable de corredores de bolsa corporativos ul- única obligación de la ciudadanía; la ley y el or-
tra-ricos define a más y más individuos y grupos den constituyen el nuevo lenguaje para movilizar
como descartables, innecesarios e irrelevantes. En temores compartidos, más que responsabilidades
consecuencia, hay un creciente número de gen- compartidas y la guerra se torna el principio de
te, especialmente jóvenes, que habita con mayor organización más abarcativo para el desarrollo de
frecuencia zonas de dificultades, sufrimiento y la sociedad y de la economía6.
exclusión terminal. Dada la actual crisis, los educadores necesi-
Esta es una razón de peso para que los educa- tan un nuevo lenguaje político y pedagógico para
dores y otros aborden cuestiones sociales impor- abordar los cambiantes contextos y cuestiones
tantes y defiendan la educación pública y supe- que enfrenta un mundo en el cual el capital se
rior como esferas públicas democráticas. Vivimos vale de una convergencia de recursos sin prece-
en un mundo en el cual todo se ha privatizado, dentes –financieros, culturales, políticos, econó-
transformado en espacios espectaculares de con- micos, científicos, militares, y tecnológicos– para
sumo, y que se encuentra sujeto a las vicisitu- ejercer formas de control poderosas y diversas. Si

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los educadores, entre otros, desean contrarrestar manos de docentes, compañías productoras de li-
la acrecentada habilidad del capitalismo global bros de texto, intereses corporativos, u otras fuer-
para separar la esfera tradicional de la política zas? Fundamental en cualquier noción posible
del ahora poder transnacional, resulta de cru- sobre qué hace que una pedagogía sea crítica es,
cial importancia desarrollar enfoques educativos en parte, el reconocimiento de que la pedagogía
que rechacen el desmoronamiento de la distin- es siempre un intento deliberado por parte de
ción entre las libertades de mercado y las liberta- los educadores de influenciar cómo y qué cono-
des civiles, una economía de mercado y una so- cimientos y subjetividades se producen dentro
ciedad de mercado. Esto sugiere el desarrollo de de conjuntos particulares de relaciones sociales.
formas de pedagogía crítica capaces de desafiar En este caso, se llama la atención a las formas en
al neoliberalismo y a otras tradiciones antidemo- las que se producen el conocimiento, el poder, el
cráticas incluyendo la creciente criminalización deseo y la experiencia bajo condiciones específi-
de los problemas sociales tales como la falta de cas básicas de aprendizaje, y al hacerlo se recha-
hogar, al mismo tiempo que restablecen un pro- za la noción de que la enseñanza es meramente
yecto democrático radical que provee las bases un método o algo que nada tiene que ver con
para imaginar una vida más allá del mundo de cuestiones de valores, normas y poder. Este en-
los sueños del capitalismo. En esas circunstan- foque a la pedagogía crítica no reduce la práctica
cias, la educación se convierte más que en una educativa al dominio de las metodologías, sino
evaluación con altos niveles de exigencia y siste- que enfatiza, en cambio, la importancia de com-
mas de premios, en una obsesión por los esque- prender lo que realmente ocurre en las aulas y en
mas de responsabilidad, la cultura de las audito- otros contextos educativos a través de preguntas
rías, las políticas de tolerancia cero, y un sitio en tales como ¿cuál es la relación existente entre el
el que simplemente se entrena a los estudiantes aprendizaje y el cambio social?, ¿qué tipo de co-
para convertirse en mano de obra. Lo que está en nocimiento tiene más valor?, ¿qué significa saber
riesgo aquí es el reconocer el poder de la educa- algo?, y ¿en qué dirección debería uno desear?
ción para crear la cultura formadora, necesaria Por supuesto, el lenguaje de la pedagogía crítica
tanto para desafiar las múltiples amenazas pues- hace algo más. La pedagogía crítica trata simul-
tas en marcha contra la idea misma de justicia y táneamente acerca del conocimiento y las prác-
democracia, como al mismo tiempo para luchar ticas con las que los docentes y los estudiantes
por esas esferas públicas, ideales, valores y cursos podrían involucrarse conjuntamente, y los valo-
de acción que ofrecen modos de identidad, rela- res, las relaciones sociales y las posturas que tales
ciones sociales y políticas alternativas. prácticas legitiman. La pedagogía es una práctica
Tanto en los discursos conservadores como moral y política que siempre se halla implícita en
en los progresistas, la pedagogía es a menudo tra- las relaciones de poder porque ofrece versiones y
tada como un conjunto de estrategias y habilida- visiones particulares de la vida cívica, la comu-
des para usar con el objetivo de enseñar temas es- nidad, el futuro, y el modo en que podríamos
pecificados con anterioridad. En este contexto, la construir representaciones de nosotros mismos,
pedagogía se torna sinónimo de enseñanza como de los otros, y de nuestro medioambiente físico
técnica o práctica de una habilidad similar a un y social. Como observara mi extinto colega Ro-
arte. Cualquier noción posible de pedagogía crí- ger Simon, la pedagogía es una introducción a,
tica debe rechazar esta definición y sus infinitas preparación para, y legitimación de, formas de
y serviles imitaciones, aún cuando se presenten vida social particulares, y siempre presupone una
como parte de un discurso o proyecto radical. visión del futuro. Aunque, además, también re-
En oposición a la reducción instrumental de la presenta una versión de nuestros propios sueños
pedagogía a un método –que no posee lenguaje acerca de nosotros mismos, de nuestros hijos y de
alguno para relacionar el yo con la vida pública, nuestras comunidades. Ahora bien, tales sueños
la responsabilidad social o las demandas de la nunca son neutrales; siempre son los sueños de
ciudadanía– la pedagogía crítica ilumina las re- alguien y hasta el punto en que están implicados
laciones entre conocimiento, autoridad y poder7. en organizar el futuro para otros siempre poseen
Por ejemplo, plantea preguntas acerca de quién una dimensión moral y política. En lo que a esto
tiene control sobre las condiciones en las que se se refiere, cualquier discusión sobre pedagogía
produce el conocimiento. ¿Se encuentra la pro- debe comenzar con una discusión sobre la prác-
ducción del conocimiento y de los currículos en tica educativa como un modo particular en el que

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un sentido de identidad, lugar, valía, y por sobre para movilizar instancias de ira y acción colec-
todo valor, se halla informado por prácticas que tiva. Esta movilización se opone a las desigual-
organizan el conocimiento y el significado8. Ocu- dades materiales evidentes y a la creencia cínica
pa un lugar central en mi argumento la hipóte- cada vez mayor de que la cultura actual de inver-
sis de que la política no es sólo sobre poder sino sión y finanzas hace imposible abordar muchos
que también, como señala Cornelius Castoriadis, de los grandes problemas sociales que enfrentan
está relacionada con juicios políticos y eleccio- los Estados Unidos, Canadá, América Latina, y el
nes de valores9, lo cual indica que cuestiones de mundo en general. Lo que es aún más importan-
educación cívica y pedagogía crítica (aprender te, tal trabajo apunta al vínculo entre educación
cómo convertirse en un ciudadano habilidoso) cívica, pedagogía crítica, y modos de entidad po-
son centrales respecto de la lucha acerca de la en- lítica en oposición, que son cruciales para crear
tidad política y la democracia. En esta instancia una política que promueva valores democráticos,
la pedagogía crítica enfatiza la reflexión crítica, relaciones, autonomía y cambio social. Indicios
generando un puente entre aprendizaje y vida de este tipo de política ya son evidentes en los
diaria, comprendiendo el vínculo entre poder y varios enfoques desarrollados por el movimiento
conocimiento difícil, y extendiendo derechos e ‘Ocupa’ en los Estados Unidos, el movimiento es-
identidades democráticas a través del uso de re- tudiantil en Chile, conjuntamente con estrategias
cursos de la historia. No obstante, entre muchos pedagógicas desarrolladas por los manifestantes
educadores y teóricos sociales, existe un recha- de Québec. En palabras de Rachel Donadio, estos
zo generalizado a reconocer que esta forma de jóvenes manifestantes plantean: ¿Qué le ocurre a
educación no sólo ocurre en las escuelas, sino la democracia cuando los bancos se tornan más
que también forma parte de lo que puede deno- poderosos que las instituciones políticas?10 ¿Qué
minarse la naturaleza educativa de la cultura. Es tipo de sociedad permite que las injusticias eco-
decir, existe una gama de instituciones culturales nómicas y la desigualdad masiva se desenfrenen
que se extiende desde los medios de comunica- en una sociedad, permitiendo cortes drásticos en
ción principales hasta las nuevas culturas de las educación y en servicios públicos? ¿Qué significa
pantallas digitales, que participan en lo que he que los estudiantes no sólo enfrenten el aumen-
denominado formas de pedagogía pública, las to de las matrículas sino deudas financieras de
cuales son fundamentales para expandir y po- por vida mientras los gobiernos en Canadá, Chi-
sibilitar la entidad política y cívica, o bien para le y los Estados Unidos gastan trillones en armas
eliminarlas. mortales y guerras innecesarias? ¿Qué clase de
La expansión de la pedagogía crítica como un educación se necesita tanto dentro como fuera
modo de pedagogía pública sugiere la producción de las escuelas para reconocer el surgimiento de
de modos de conocimiento y de prácticas socia- varias fuerzas económicas, políticas, culturales y
les en una variedad de sitios que no sólo confir- sociales que apunten a la disolución de la demo-
man pensamientos opuestos, disenso y trabajo cracia y la posible aparición de una nueva clase
cultural, sino que también ofrecen oportunidades de estado autoritario?

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Más que considerar a la enseñanza como una interdependientes de educador crítico y ciuda-
práctica técnica, en el sentido crítico más amplio, dano activo. Esto requiere encontrar formas de
la pedagogía se fundamenta en el supuesto de relacionar la práctica de la enseñanza en el aula
que el aprendizaje no implica procesar el cono- con las operaciones de poder en la sociedad en
cimiento recibido sino transformarlo, como parte general y proporcionar las condiciones para que
de una lucha más extensa para lograr derechos in- los estudiantes se vean a sí mismos como agen-
dividuales y justicia social. El desafío fundamen- tes críticos capaces de hacer, que quienes ejer-
tal al que se enfrentan los educadores dentro del cen autoridad y poder se sientan responsables
período actual de neoliberalismo, militarismo y de sus acciones. El rol de una educación crítica
fundamentalismo religioso es brindar las condi- no es entrenar a los estudiantes solamente para
ciones para que los estudiantes puedan abordar trabajar, sino además educarlos para cuestionar
la forma en que el conocimiento se relaciona con críticamente las instituciones, las políticas y los
el poder tanto de la autodefinición como de la valores que dan forma a sus vidas, las relaciones
entidad social. En parte, esto sugiere proporcio- con los demás y una infinidad de vínculos con el
nar a los estudiantes las habilidades, ideas, valo- mundo en general.
res y autoridad necesaria para que ellos puedan Creo que Stuart Hall está en lo cierto aquí
alimentar una democracia sustancial, reconocer cuando insiste que los educadores también tienen
formas de poder antidemocrático, y luchar con- la responsabilidad de brindar a los estudiantes
tra injusticias profundamente arraigadas en una conocimiento crítico que tiene que estar por de-
sociedad y en un mundo construidos sobre des- lante del conocimiento tradicional: tiene que ser
igualdades económicas, raciales y de género sis- mejor que cualquier cosa que pueda producir el
témicas. Quiero considerar estas cuestiones refi- conocimiento tradicional, porque sólo las ideas
riéndome a varias preocupaciones pedagógicas, serias van a sobresalir11. Al mismo tiempo insiste
incluyendo la noción de los docentes como inte- en la necesidad de que los educadores realmen-
lectuales públicos, la pedagogía y el proyecto de te se comprometan, desafíen y aprendan todo lo
democracia en rebelión, la pedagogía y la polí- mejor que se encuentra encerrado en otras tra-
tica de la responsabilidad, y finalmente la peda- diciones, en especial aquellos apegados a los pa-
gogía como una forma de resistencia y esperan- radigmas académicos tradicionales12. También
za educada. es importante recordar que la educación como
forma de esperanza educada no implica simple-
La responsabilidad de los docentes mente fomentar una consciencia crítica sino ade-
más, como ha dicho Zygmunt Bauman, enseñar
como intelectuales públicos
a los estudiantes a asumir la responsabilidad de
En la era de la privatización irresponsable, el sus responsabilidades, ya sean personales, polí-
individualismo sin control, la cultura mediática, ticas o globales. Se debe concientizar a los estu-
el consumismo ilimitado, y una evasión masiva diantes acerca de las fuerzas ideológicas y estruc-
de responsabilidad moral, se hace cada vez más turales que promueven el sufrimiento humano
difícil reconocer que los educadores y otros tra- innecesario y a la vez hay que reconocer que se
bajadores culturales tienen una responsabilidad necesita más que concientización para resolver
enorme para hacer frente a las actuales amena- estas cuestiones.
zas hacia el planeta y la vida cotidiana, al intentar Esta es una pedagogía en la cual los educa-
revivir la cultura política democrática. Al care- dores no temen a las controversias ni al deseo
cer de un enfoque o proyecto político conscien- de establecer relaciones que de otro modo es-
temente democrático, los docentes a menudo se tán ocultas, y tampoco temen dejar en claro el
ven reducidos al rol de técnicos o funcionarios vínculo entre los problemas privados y los pro-
involucrados en rituales formales, despreocupa- blemas sociales más amplios. Una de las tareas
dos de los problemas inquietantes y urgentes que más importantes para los educadores comprome-
confronta la sociedad en general o de las conse- tidos con la pedagogía crítica consiste en enseñar
cuencias de sus prácticas pedagógicas y tareas de a los estudiantes de qué modo traducir cuestiones
investigación. En oposición a este modelo, con privadas en consideraciones públicas. Un aspec-
sus afirmaciones y presunciones de neutralidad to de la desaparición de la democracia dinámi-
política, yo sostengo que los docentes y los acadé- ca y el correspondiente empobrecimiento de la
micos deberían combinar los roles mutuamente vida política se puede encontrar en la crecien-

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te incapacidad de la sociedad para convertir las Un proyecto así debería ser relacional y con-
cuestiones privadas en públicas, para trasladar los textual, así como también auto reflexivo y teó-
problemas privados a cuestiones sociales. Como ricamente riguroso. Por relacional quiero decir
lo público colapsa en lo personal, lo personal se que la crisis actual de la educación se debe en-
convierte en la única política que existe, la úni- tender en relación al ataque más general que se
ca política con un referente tangible o valencia libra contra todos los aspectos de la vida públi-
emocional13. En tales circunstancias, el lenguaje ca democrática. Al mismo tiempo, cualquier en-
de lo social es devaluado o ignorado, ya que la tendimiento crítico de esas fuerzas más amplias
vida pública a menudo se reduce a una forma de que dan forma a la educación pública y superior
patología o déficit (como en las escuelas públi- también debe ser suplementado prestando aten-
cas, el transporte público, el bienestar público) y ción a la naturaleza histórica y condicional de la
todos los sueños del futuro se modelan cada vez pedagogía misma. Esto sugiere que la pedagogía
más en torno a necesidades narcisistas, privati- nunca puede ser tratada como un conjunto fijo
zadas y auto indulgentes de la cultura consumis- de principios y prácticas que se pueden aplicar
ta y los dictados del presunto mercado libre. De indiscriminadamente en una variedad de sitios
manera similar todos los problemas, sin tener en pedagógicos. La pedagogía no es una receta que
cuenta si son estructurales o causados por fuer- se puede imponer en todas las aulas. Por el con-
zas sociales más amplias, se atribuyen, en la ac- trario, siempre se debe definir en contexto, per-
tualidad, a falencias individuales, cuestiones de mitiéndole responder específicamente a las con-
carácter o ignorancia individual. En este caso, la diciones, formaciones y problemas que surgen en
pobreza se vuelve una cuestión de haraganería, los distintos sitios en los cuales tiene lugar la edu-
elección y carácter débil. cación. Un proyecto de este tipo sugiere reorien-
tar la pedagogía como un proyecto indetermina-
do, abierto a revisiones constantes, y en diálogo
Pedagogía crítica como proyecto permanente con sus propios supuestos.
de democracia insurrecta Desde el punto de vista ético, los educado-
res necesitan lanzar una mirada crítica a esos co-
En oposición a los puntos de vista cada vez nocimientos áulicos y relaciones sociales que los
más dominantes de la educación y la pedagogía, definen a través de una pureza conceptual y una
quiero apoyar una pedagogía transformadora inocencia política que oculta el hecho de que la
–enraizada en lo que podría denominarse un presunta neutralidad sobre la que se apoyan ya
proyecto de democracia renaciente e insurrec- está basada en elecciones éticas y políticas. La
ta– una pedagogía que implacablemente cuestio- educación neutral y objetiva es un oxímoron. No
ne el tipo de trabajo, las prácticas, y las formas de existe fuera de las relaciones de poder, los valo-
producción que se representan en la educación res y la política. La ética en el frente pedagógi-
pública y superior. El concepto del proyecto, en co demanda una apertura hacia el otro, una dis-
este sentido, da testimonio del reconocimiento posición a entablar una “política de posibilidad”
que cualquier práctica pedagógica presupone al- mediante un compromiso crítico continuo con
guna noción de futuro, prioriza algunas formas textos, imágenes, eventos y otros registros de sig-
de identificación sobre otras, defiende modos se- nificado, mientras estos se transforman en prác-
lectivos de relaciones sociales y valora algunos ticas pedagógicas tanto dentro como fuera del
modos de conocimiento sobre otros (pensemos aula14. La pedagogía nunca es inocente y si se la
por ejemplo, cómo las Facultades de Economía va a entender y a problematizar como una forma
y Negocios gozan de una alta estima mientras de trabajo académico, los educadores tienen la
que las de Educación son menospreciadas y en oportunidad no sólo de cuestionar críticamente
algunos casos hasta son objeto de desprecio). Al y registrar su propia participación subjetiva res-
mismo tiempo, este tipo de pedagogía no ofrece pecto de cómo y qué enseñan, sino también de
garantías por más que reconoce que su propia resistir todas las convocatorias a despolitizar la
posición se fundamenta en modos de autoridad, pedagogía a través de llamamientos a la objeti-
valores y consideraciones éticas que deben ser vidad científica o bien al dogmatismo ideológi-
constantemente debatidos por las formas en que co. Esto sugiere la necesidad de que los educa-
abren y cierran relaciones, valores e identidades dores reconsideren el bagaje cultural y político
democráticas. que traen a cada encuentro educativo; también

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resalta la necesidad de hacer que los educadores En esta instancia, una pedagogía transformadora,
sean ética y políticamente responsables de las his- articulada mediante un proyecto de democracia
torias que producen, las afirmaciones que hacen radical, resiste la creciente despolitización de la
sobre la memoria pública, y las imágenes del fu- ciudadanía, ofrece un lenguaje para desafiar a la
turo que consideran legítimas. Por consiguiente, política de ajuste, y rechaza la definición de edu-
para cualquier noción posible de pedagogía crí- cación mediante la lógica de la privatización, la
tica, la necesidad de que los educadores críticos transformación en producto, el dogma religioso,
estén atentos a las dimensiones éticas de su pro- y la racionalidad instrumental. Tal pedagogía re-
pia práctica resulta algo crucial. húsa definir a los ciudadanos simplemente como
sujetos consumistas, y se opone activamente a la
La Pedagogía crítica y la promesa idea de la enseñanza como una práctica deter-
minada por el mercado y al aprendizaje como
de una futura democracia
una forma de entrenamiento. Entendida como
Como un acto de intervención, la pedagogía una forma de esperanza educada, la pedagogía
crítica necesita estar apoyada en un proyecto que en este sentido no es un antídoto para la política,
no sólo problematice su propia localización, los un anhelo nostálgico de tiempos mejores, o para
mecanismos de transmisión y los efectos, sino algunos una “alternativa futura inconcebible”. En
que también funcione como parte de un proyec- cambio, constituye un “intento por encontrar un
to más amplio para ayudar a los estudiantes a puente entre el presente y el futuro en esas fuer-
pensar críticamente acerca de cómo los acuer- zas del presente que potencialmente son capaces
dos sociales, políticos y económicos existentes se de transformarlo”16. A diferencia de las formas de
podrían adaptar de mejor manera para abordar educación y pedagogía dominantes que simple-
la promesa de una democracia radical como un mente reinventan el futuro en aras de un presen-
objetivo anticipado más que mesiánico. El extin- te en el cual se desprecian los principios éticos y
to Jacques Derrida sugirió que la función social la esencia de la democracia se reduce a los im-
de los intelectuales así como también cualquier perativos del resultado final, la pedagogía crítica
noción posible de educación debería estar ba- intenta provocar a los estudiantes a reflexionar,
sada en una política dinámica que convierta la analizar, involucrarse en el diálogo crítico, abor-
promesa de la democracia en una cuestión de dar cuestiones sociales importantes y cultivar una
urgencia concreta. Para Derrida, hacer visible serie de capacidades que les permitan ir más allá
una “democracia”, la que vendrá como opuesta del mundo que ya conocen, sin insistir en ese
a la que se presenta en su nombre, ofrece un re- mundo atrapado en círculos de certezas, rigidez
ferente, tanto para criticar en todo lugar lo que y ortodoxia. Lo que los educadores deberían de-
se exhibe como una democracia –el estado co- safiar en la coyuntura histórica actual es el intento
rriente de toda la así denominada democracia– por parte de los neoliberales de definir a la de-
como para evaluar críticamente las condiciones mocracia exclusivamente como una responsabi-
y posibilidades de transformación democrática15. lidad, o bien de debilitar sus ideales sustanciales

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al reducirla a los imperativos y las libertades del de enseñar a los estudiantes el lenguaje de la crí-
mercado. Esto requiere que los educadores con- tica y de la posibilidad como precondición para
sideren la importancia política y pedagógica de la entidad social. Este tipo de redefinición de
luchar por el significado y la definición de demo- propósito, significado y política sugiere que los
cracia y sitúen este tipo de debate dentro de una educadores interroguen de manera crítica el vín-
noción amplia de derechos humanos, cláusulas culo fundamental entre lo que conocemos y de
sociales, libertades civiles, equidad y justicia eco- qué manera actuamos, el vínculo entre las prác-
nómica. Lo que se debe desafiar a toda costa es la ticas pedagógicas y las consecuencias sociales, y
idea propagada por los gurúes neoliberales como la compleja relación entre autoridad y respon-
Ayn Rand y Milton Friedman y cada vez más do- sabilidad civil. También significa eliminar esas
minante que plantea que el desenfrenado indivi- formas de gobierno corporativas en las escuelas
dualismo, el interés por uno mismo, y el egoísmo públicas y la educación superior que reducen a
son los valores supremos para modelar la enti- los docentes al estatus de empleados y técnicos, y
dad humana, que obtener ganancias es la práctica con respecto a la educación superior, a una clase
más importante en una democracia, y que acu- subalterna de trabajadores de medio tiempo, con
mular bienes materiales es la esencia de la bue- poco poder, pocos beneficios y excesivas cargas
na vida. Este tipo de pedagogía tiene un enorme de enseñanza.
poder para enseñar a los estudiantes acerca de la Lo que queda claro en este clima actual de
manera de influenciar a quiénes ya poseen po- capitalismo de casinos es que la corporatización
der e inspirar y movilizar a los que no lo tienen. de la educación funciona para cancelar la ense-
Lo primordial es que la pedagogía crítica debería ñanza de valores, impulsos y prácticas democrá-
brindar las condiciones para que los estudiantes ticas de una sociedad civil ya sea devaluándolas o
logren entender cuál es su propio poder, domi- absorbiéndolas dentro de la lógica del mercado.
nen las mejores historias y legados disponibles Los educadores necesitan un lenguaje crítico para
de la educación, aprendan a pensar de manera abordar estos desafíos de la educación pública y
crítica y estén deseosos de hacerse responsables superior. Pero también necesitan unirse a otros
de la autoridad. No obstante, una vez más, cam- grupos fuera de las esferas de la educación pú-
biar de actitud no es suficiente. Los estudiantes blica y superior para crear grandes movimientos
también deberían ser instados a ejercer una for- sociales nacionales e internacionales que com-
ma inusitada de responsabilidad civil como ciu- partan el anhelo de defender la educación como
dadanos comprometidos que quieren luchar por valor cívico y bien público y de comprometerse
la justicia social, económica y política. en una lucha más amplia para profundizar los
La defensa de la educación pública y superior imperativos de la vida pública democrática. La
como esferas democráticas vitales es necesaria calidad de la reforma educativa se puede medir,
para desarrollar y nutrir el equilibrio apropiado en parte, por medio del calibre del discurso pú-
entre los valores públicos y el poder comercial, blico referente al rol que juega la educación en
entre las identidades fundadas en principios de- promover, no la agenda dirigida por el mercado
mocráticos y las identidades impregnadas por de intereses corporativos, sino los imperativos de
formas de individualismo competitivo y egoísta la entidad crítica, la justicia social y una demo-
que celebran el egocentrismo, los fines de lucro cracia operativa.
y la avaricia. Los educadores también deben re- Los educadores pueden resaltar el carácter
considerar los roles críticos que podrían adoptar performativo de la educación como un acto de
dentro de la educación pública y superior para intervención en el mundo, que se mueva de cues-
oponerse a esos enfoques a la enseñanza que cor- tiones simples de crítica y entendimiento. La pe-
porativizan, privatizan y burocratizan el proceso dagogía no es simplemente sobre la competen-
de enseñanza. Una pedagogía crítica, en parte, cia o la enseñanza de conocimiento, habilidades
debería estar basada en la hipótesis que los edu- y valores a los jóvenes, también está relaciona-
cadores resisten enérgicamente cualquier tenta- da con la posibilidad de interpretación como un
tiva de deshabilitarlos, debilitar su rol de forma- acto de intervención en el mundo. Desde esta
dores de estructuras gobernantes, y definirlos perspectiva, la pedagogía crítica destaca las di-
simplemente como emprendedores. En cambio, versas condiciones bajo las que se producen las
los educadores podrían redefinir sus roles como nociones de autoridad, conocimiento, valores y
intelectuales públicos comprometidos, capaces las distintas posiciones como sujeto, e interactúa

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dentro de relaciones desiguales de poder [algunos de la enseñanza y del aprendizaje para brindar
niños tienen piletas de natación olímpicas, mien- a los estudiantes una variedad de posibilidades
tras que otros tienen que soportar agujeros en los para desafiar los postulados sociales basados en
techos de las aulas]; problematizando también el sentido común, y para analizar los límites entre
los roles con carga ideológica y a menudo con- sus propias vidas diarias y las formaciones socia-
tradictorios y las funciones sociales que los edu- les más amplias que ejercen presión sobre ellos.
cadores asumen dentro del aula [como policía, La autoridad, en el mejor de los casos, se torna
educador, vendedor, etc.]. La pedagogía, desde tanto un referente para legitimar un compromiso
esta perspectiva, también resalta las condiciones con una visión particular de la pedagogía como
laborales necesarias para la autonomía docente, un referente crítico para algún tipo de autocríti-
la cooperación, las condiciones de trabajo dignas, ca. Requiere la consideración de cómo funciona
y las relaciones de poder necesarias para ofrecer a la autoridad dentro de relaciones específicas de
docentes y estudiantes la capacidad de reorgani- poder respecto de su propia promesa de ofrecer a
zar el poder de manera productiva –formas que los estudiantes un espacio público donde puedan
apuntan al auto-desarrollo, autodeterminación aprender, debatir, y comprometerse con las tra-
y entidad social. diciones críticas, con el objeto de imaginar algo
que pueda ser diferente y desarrollar discursos
La pedagogía crítica y la cuestión que son cruciales para defender las instituciones
sociales vitales como un bien público. Aquí se
de la autoridad
cuestiona una práctica pedagógica que debería
En oposición a algunas distorsiones del tra- ofrecer las condiciones para que los estudiantes
bajo de Paulo Freire –con quien trabajé por más aprendan a narrarse a sí mismos y para que los
de 17 años– la pedagogía crítica es más que una docentes se conviertan en alumnos atentos a las
conversación entre estudiantes y docentes y no historias, conocimiento y experiencias que los
debería sugerir que los docentes renuncien a su estudiantes traen al aula y a cualquier otra esfera
autoridad. Por el contrario, es precisamente reco- de aprendizaje. Mientras se puede entender a la
nocer que la enseñanza es siempre directiva – es pedagogía con carácter performativo, como un
decir, un acto de intervención inextricablemen- hecho donde muchas cosas pueden ocurrir al ser-
te mediado por formas particulares de autoridad vicio del aprendizaje, es crucial abordar la impor-
que los docentes pueden ofrecer a los estudian- tancia de las relaciones áulicas democráticas que
tes –para cualquier uso que ellos quieran hacer estimulan el diálogo, la deliberación y el poder de
de ellas– una variedad de herramientas analíti- los estudiantes para generar preguntas.
cas, tradiciones históricas diversas y un amplio Además, tales relaciones sugieren el uso de
espectro de conocimiento. Esta es una forma de la autoridad de manera reflexiva para brindar las
autoridad que abre la posibilidad del diálogo, in- condiciones en las que los estudiantes puedan
tercambio, y reconsideración mientras que se re- ejercitar el rigor intelectual, la competencia teó-
húsa a caer en la pedagogía de las opiniones, las rica y el juicio informado. Así, los estudiantes
articulaciones de la experiencia no crítica y otras pueden pensar de manera crítica acerca del cono-
formas de intercambio carentes de sentido críti- cimiento que adquieren y lo que significa actuar
co. Esto está muy lejos de sugerir que la peda- sobre la base de ese conocimiento para acrecentar
gogía crítica se define a si misma ya sea dentro su sentido de entidad como parte de un proyecto
del alcance de un modo engreído de autoridad mayor a fin de incrementar tanto el “alcance de
o completamente apartada de cualquier sentido sus libertades” como las “operaciones de la demo-
de compromiso en absoluto [Florida prohibió la cracia”17. Lo que los estudiantes aprenden y cómo
interpretación de la historia – sólo se presentan aprenden debería intensificar lo que significa ex-
los hechos]. perimentar la democracia desde una posición de
Los educadores deben deliberar, tomar deci- posibilidad, afirmación y compromiso crítico. En
siones y tomar posiciones, y al hacerlo reconocer parte, esto sugiere que los educadores desarrollen
que la autoridad es la condición propia del tra- prácticas pedagógicas que abran el terreno de lo
bajo intelectual y de las intervenciones pedagó- político a la vez que simultáneamente estimulen
gicas.16 La autoridad, desde esta perspectiva, no a los estudiantes a “pensar mejor acerca de cómo
está simplemente del lado de la opresión, sino los acuerdos podrían ser de otra manera”18. En
que se usa para intervenir y moldear el espacio el mejor de los casos, la pedagogía crítica debe-

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ría ser interdisciplinaria, contextual, entablar las mitan a los estudiantes relacionar sus propias vi-
complejas relaciones entre poder y conocimiento, das y experiencias diarias con lo que aprenden.
abordar críticamente las numerosas restricciones La pedagogía en este sentido se torna más que
institucionales a las que está sujeta la enseñanza, una mera transferencia del conocimiento recibi-
y concentrarse en la forma en que los estudiantes do, una inscripción de una identidad unificada
pueden comprometerse con los imperativos de la y estática, o una metodología rígida; esta presu-
ciudadanía crítica y la responsabilidad civil. La pone que los estudiantes están incentivados por
pedagogía crítica debe ser auto-reflexiva respec- sus pasiones y motivados, en parte, por las car-
to de sus objetivos y prácticas, consciente de su gas afectivas que trasladan al proceso de apren-
proyecto en curso de transformación democrá- dizaje. Aquí es importante notar que cualquier
tica, pero abiertamente comprometida con una noción posible de pedagogía crítica debe hacer
política que no ofrece ningún tipo de garantía. que el conocimiento sea significativo para con-
No obstante, rechazar el dogmatismo no sugiere vertirlo en crítico y transformador. Esto sugiere
que los educadores desciendan al pluralismo del relacionar lo que se enseña con una variedad de
laissez-faire o a un llamado al uso de metodolo- experiencias e identificaciones que los estudian-
gías diseñadas para “enseñar los conflictos”. Por tes traen a la clase.
el contrario, sugiere que los educadores ofrez- Una vez que los estudiantes ven el vínculo
can a los estudiantes diversas oportunidades para entre lo que se enseña y las experiencias diarias
comprender y experimentar el modo en que la que viven, es posible ir más allá de esas experien-
política, el poder, el compromiso, y la responsa- cias diarias que se dan por sentado y que infor-
bilidad funcionan sobre y a través de ellos tanto man la vida cotidiana, y ahondar más profun-
dentro como fuera de las escuelas. En esta ins- da y críticamente en “una comprensión crítica
tancia, la pedagogía crítica debería permitir a los del valor de los sentimientos, las emociones, y el
estudiantes aprender cómo gobernar más que ser deseo como parte del proceso de aprendizaje”19.
gobernados. Las ideologías no son sólo una constelación de
ideas, estereotipos, y modos de sentido común;
Cómo dar sentido a la pedagogía para también representan formas específicas de cono-
convertirla en crítica y transformadora cimiento y creencias arraigadas en fuertes cargas
emocionales. Es necesario comprender, analizar,
Cualquier análisis de la pedagogía crítica debe y de-construir este tipo de vinculaciones, a me-
abordar la importancia que juegan los afectos y nudo no ya como una forma de conocimiento
las emociones en la formación de la identidad incomprensible, sino como un rechazo activo a
individual y la entidad social. Cualquier enfo- saber y el rechazo a reconocer lo implicado que
que posible a la pedagogía crítica sugiere con- uno puede estar en este tipo de vinculaciones20.
siderar, seriamente, esos mapas de significado, Si los estudiantes deben ir más allá de la cues-
cargas afectivas, y deseos subyacentes que per- tión de la comprensión hacia un compromiso con

Sin título, grabado


Dini Calderón

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las más profundas cargas afectivas que los hacen aprender cómo ser un sujeto pensante, crítico, y
cómplices de ideologías opresivas, se deben po- atento a las relaciones de poder que moldean la
sicionar para abordar y formular estrategias de vida diaria y el mundo más amplio. Dado que el
transformación mediante las cuales se puedan aprendizaje se privatiza, se despolitiza y se reduce
articular sus creencias individualizadas y sus car- a enseñar a los estudiantes cómo ser buenos con-
gas afectivas con discursos públicos más amplios sumidores, cualquier noción posible de lo social,
que extienden los imperativos de la vida pública los valores públicos, la ciudadanía y la democra-
democrática. En esta instancia, una pedagogía cia, se marchita y muere.
perturbadora comprometería las identidades de La mayor amenaza para los jóvenes no pro-
los estudiantes, sus identificaciones y sus resisten- viene de estándares más bajos, ausencia de estra-
cias desde perspectivas ventajosas inesperadas, tegias de elección privatizadas o falta de pruebas
y articularía el modo en que se conectan a rela- de evaluación rígidas. Por el contrario, proviene
ciones materiales de poder existentes [Dificultad de sociedades que se niegan a considerar a los
para hablar sobre Disney de manera crítica con niños como una inversión social, que relegan a
los estudiantes]. Aquí está en riesgo no sólo una millones de niños a la pobreza, que reducen el
práctica pedagógica que evoca de qué manera se aprendizaje crítico a programas masivos de eva-
producen, despliegan y recuerdan el conocimien- luaciones mecánicas, que promueven políticas
to, las identificaciones y las posiciones subjetivas, que eliminan los servicios de salud y públicos
sino también de qué forma tal conocimiento se más cruciales, y que definen la masculinidad a
puede borrar de la memoria, en particular por- través del degradante elogio a la cultura del arma,
que sirve para hacerse cómplice de relaciones de los deportes extremos y los espectáculos de vio-
poder existentes. lencia que impregnan las industrias mediáticas
controladas por las corporaciones. Los estudian-
tes no están en riesgo debido a la ausencia de
Conclusión
incentivos de mercado en las escuelas, están en
A comienzos del siglo XXI, las nociones de riesgo porque se le está quitando a la educación
lo social y de lo público no están desapareciendo financiamiento público, que se entrega a los in-
sino que más bien que están siendo reconstrui- tereses corporativos, y se la devalúa como bien
das en circunstancias en las que en los foros pú- público. Los niños y los jóvenes están acosados
blicos para debates serios, incluyendo en estos a tanto en la educación pública como en la supe-
la educación pública, se la erosiona. Lo público, rior porque demasiadas de estas instituciones se
en la actualidad, es considerado como una pato- han convertido en áreas de reproducción para
logía del mismo modo que las responsabilidades el comercio, el racismo, la intolerancia social, el
compartidas están siendo reemplazadas por mie- sexismo, la homofobia, y el consumismo, anima-
dos compartidos. Dentro de la lógica en curso del das por el discurso de derecha de los comentaris-
neoliberalismo, la enseñanza y el aprendizaje se tas y educadores conservadores y los medios de
eliminan del discurso de la democracia y la cultu- comunicación abúlicos prevalecientes.
ra cívica –definida como un derecho puramente Como elemento central de una política cul-
privado más que un bien público. Divorciada de tural abarcativa, la pedagogía crítica, en sus di-
los imperativos de una sociedad democrática, la versas formas, cuando está unida al proyecto de
pedagogía es reducida a una cuestión de gusto, democratización en curso, puede brindar opor-
evaluación, elección individual, enseñanza do- tunidades para que los educadores y otros traba-
méstica y entrenamiento laboral. La pedagogía jadores de la cultura redefinan y transformen los
como un modo de atestiguar un compromiso pú- vínculos entre lenguaje, deseo, significado, vida
blico en el que los estudiantes aprenden a estar cotidiana y relaciones materiales de poder como
atentos y ser responsables de las memorias, su- parte de un movimiento social más amplio para
frimientos y narrativas de otros desaparece den- reclamar la promesa y las posibilidades de una
tro de esta noción de aprendizaje guiado por el vida pública democrática. La pedagogía crítica
mercado. La pedagogía corporativa adormece la resulta peligrosa para muchos educadores y para
mente y el alma, acentuando modos represivos otros también, porque proporciona las capacida-
de aprendizaje que promueven el ganar a toda des intelectuales y las normas éticas para que los
costa, aprendiendo el modo de no cuestionar a estudiantes se hagan responsables del poder, lu-
la autoridad, y menospreciando la ardua labor de chen contra la pobreza, la destrucción ecológi-

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ca, la tergiversación de la historia y el desmante- F35 por un valor de 6.39 billones de dólares cada
lamiento del estado social, pero también porque uno]. Pueden educar a los jóvenes y a un públi-
contiene el potencial para inculcar en los estu- co más amplio para luchar en contra de enviar
diantes un profundo deseo de aprender acerca policías a las escuelas, diseñar escuelas como si
de historias marginalizadas, luchas, modos de fueran prisiones e implementar políticas de tole-
conocimiento y una democracia real basada en rancia cero que castigan mayormente a los niños
relaciones de igualdad y libertad21. ¿De qué otro de las minorías pobres.
modo podríamos explicar la prohibición de los En lugar de invertir en escuelas, en la niñez,
estudios étnicos en las clases de las escuelas pú- en la atención sanitaria, en trabajo para los jóve-
blicas en Tucson, Arizona? nes y en muchas infraestructuras muy necesa-
¿Qué rol deberían jugar los docentes de las rias, las sociedades neoliberales celebran el mili-
escuelas públicas como intelectuales públicos te- tarismo, la hiper-masculinidad, la competencia
niendo en cuenta los venenosos ataques desata- extrema, y una ética de la supervivencia del más
dos contra las escuelas públicas por las fuerzas fuerte al mismo tiempo que desaprueban cual-
del neoliberalismo? En el sentido más inmedia- quier forma de vínculos compartidos, dependen-
to, pueden alzar sus voces colectivas contra la cia y compasión por los demás. Los defensores
influencia de las corporaciones que están inun- del neoliberalismo eliminaron las condiciones so-
dando las sociedades con una cultura de guerra, ciales, destruyeron los programas de jubilaciones,
consumismo, comercio y privatización. Pueden eliminaron los beneficios sanitarios, permitieron
mostrar de qué modo esta cultura de crueldad que la desigualdad se expandiera, todo con el ob-
y violencia consumista es sólo una parte de una jeto de salvaguardar y expandir las ventajas de los
cultura militarizada más extensa y global de la ricos y poderosos. Del mismo modo en que los
guerra, la industria armamentista y una ética vínculos sociales y las instituciones que los apo-
darwiniana de la supervivencia del más fuerte yan desaparecen de estas sociedades, también lo
que cada vez más desconecta a las escuelas de los hacen las culturas formadoras que hacen posible
valores públicos, el bien común y la propia de- la educación cívica, la alfabetización crítica y las
mocracia. Pueden reunir todos sus recursos inte- culturas del cuestionamiento. Demasiados siste-
lectuales y colectivos para criticar y desmantelar mas escolares operan dentro de aparatos disci-
la imposición de pruebas de alto rendimiento y plinarios que convierten a la educación en una
otros modos de medir responsabilidad en las es- extensión del complejo industrial-carcelario o la
cuelas, determinados por el aspecto comercial. cultura del mega-centro comercial. Cuando no
Pueden movilizar a los jóvenes y a otros a defen- son arrestados por la violación de reglas triviales,
der la educación como un bien público abogando los estudiantes están sujetos a muros, autobuses y
por políticas que inviertan en escuelas más que baños que se convierten en propagandas gigan-
en el complejo militar-industrial y sus masivas y tes para productos de consumo. Cada vez más,
costosas armas letales [Canadá quiere comprar hasta los curricula son organizados para reflejar
a los Estados Unidos una cantidad de aviones el sonido de la caja registradora, promocionan-

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en contra de las injusticias económicas, po-


líticas y sociales tanto dentro como fuera
de las escuelas. Al mismo tiempo, deberían
intentar crear las condiciones que brinden
a los estudiantes la oportunidad de conver-
tirse en ciudadanos críticos y comprometi-
dos con conocimiento y coraje para luchar,
con el propósito de hacer que la desola-
ción y el cinismo no sean convincentes y
la esperanza resulte práctica. En esta ins-
tancia la esperanza es educativa, apartada
de la fantasía del idealismo no consciente
de las restricciones que enfrentan el sueño
de una sociedad democrática. La esperan-
za educada no es un llamado a pasar por
alto las condiciones difíciles que determi-
nan tanto las escuelas como el orden social
más amplio. Por el contrario, es la precon-
dición para proporcionar esos lenguajes y
valores que señalan el camino a un mundo
más democrático y justo. Como lo plan-
teó Judith Butler, existe más esperanza en
el mundo cuando podemos cuestionar los
postulados de sentido común y creer que
lo que sabemos se relaciona directamente
“Sin título”, grabado con nuestra habilidad para ayudar a cam-
Dini Calderón biar el mundo que nos rodea, aunque esté
lejos de la única condición necesaria para
do productos atrayentes para los estudiantes y tal cambio22.
promoviendo los intereses de las corporaciones La esperanza educada es la base para digni-
que elogian los combustibles fósiles, las bebidas ficar nuestra labor como intelectuales; ofrece el
con azúcar, y una visión del mundo tipo Disney. conocimiento crítico ligado a un cambio social
Los centros estudiantiles universitarios replican democrático, está arraigada en responsabilida-
el diseño de los centros comerciales, con un in- des compartidas y permite a docentes y estudian-
terminable conjunto de promotores que intentan tes reconocer la ambivalencia y la incertidumbre
vender tarjetas de crédito a una generación que ya como dimensiones fundamentales del aprendi-
está sumergida en deudas. La atomización, frag- zaje. Esta esperanza ofrece la posibilidad de pen-
mentación, maltrato y aislamiento componen el sar más allá de lo dado –y deja abierto un terre-
daño colateral impuesto a demasiados jóvenes no pedagógico en el cual docentes y estudiantes
en nuestras escuelas por las reformas educativas pueden comprometerse en la crítica, el diálogo
neoliberales. y una lucha por la justicia final abierto. Difícil
Uno de los desafíos más serios que enfrentan como esta tarea puede parecer a los educadores,
docentes, artistas, periodistas, escritores y otros si no a un público mayor, es una lucha que vale
trabajadores de la cultura es el desarrollo de un la pena llevar a cabo.
discurso tanto de crítica como de posibilidad. Para terminar quiero insistir en que la de-
Esto implica desarrollar discursos y prácticas mocracia empieza a fracasar y la vida política se
pedagógicas que vinculen la lectura de la pala- empobrece en ausencia de esas esferas públicas
bra con la lectura del mundo, y se debería hacer esenciales como la educación pública y superior
de modos que aumenten las capacidades de los en las que los valores civiles, las becas de estu-
jóvenes como agentes críticos y ciudadanos com- dios públicos y el compromiso social permiten
prometidos. Al abrazar este proyecto, los educa- una comprensión más imaginativa de un futuro
dores y otros agentes sociales necesitan trabajar que toma con seriedad las demandas de justicia,
bajo condiciones que les permitan manifestarse equidad y coraje cívico. La democracia debería

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Henry GIROUX

ser una forma de pensar acerca de la educación, sibilities (New York: Peter Lang, 2012); Henry A. Giroux,
una forma que tenga éxito en vincular equidad On Critical Pedagogy (New York: Continuum, 2011).
a excelencia, aprendizaje a ética, y entidad a los 8 Roger Simon, Empowerment as a Pedagogy of Possibil-
ity,. Language Arts 64:4 (April 1987), p. 372.
imperativos de responsabilidad social y bien pú-
9 Cornelius Castoriadis, Institutions and Autonomy. In
blico23. Podemos vivir en tiempos oscuros, pero Peter Osborne(Ed). A Critical Sense (New York: Rout-
el futuro todavía está abierto. Es tiempo de desa- ledge, 1996), p. 8.
rrollar un lenguaje político en el cual los valores 10 Rachel Donadio, The Failing State of Greece. New York
civiles, la responsabilidad social, y las institucio- Times (February 26, 2012), p. 8.
nes que los apoyan se vuelvan centrales para revi- 11 Greig de Peuter, Universities, Intellectuals and Multitudes:
An Interview with Stuart Hall, in Mark Cote, Richard J. F.
talizar y fortificar una nueva era de imaginación
Day, and Greig de Peuter, eds. Utopian Pedagogy: Radical
cívica, un sentido renovado de entidad social y Experiments Against Neoliberal Globalization (Toronto:
una voluntad política apasionada. University of Toronto Press, 2007), p. 113-114.
12 De Peuter, Ibid. P. 117.
13 Jean Comaroff and John L. Comaroff, Millennial Capital-
ism: First Thoughts on a Second Coming. Public Culture
12, no. 2 (Duke University Press, 2000), pp. 305-306.
Notas 14 Para una brillante discussion de la ética y la deconstruc-
ción política ver Thomas Keenan, Fables of Responsibil-
ity: Aberrations and Predicaments in Ethics and Politics
* Traducido por Graciela Obert. Revisión de traducción: (Stanford: Stanford University Press, 1997), p. 2.
Maria Graciela Eliggi. Servicio de Traducción de la Fa-
15 Jacques Derrida, “Intellectual Courage: An Interview,”
cultad de Ciencias Humanas-UNLPam-2013.
Trans. Peter Krapp, Culture Machine Vol. 2 (2000), p. 9.
1 Ver, por ejemplo, David Harvey, The New Imperial-
16 Terry Eagleton, The Idea of Culture (Malden, MA: Basil
ism, (New York: Oxford University Press, 2003); David
Blackwell, 2000), p.22.
Harvey, A Brief History of Neoliberalism (Oxford: Ox-
ford University Press, 2005); Wendy Brown, Edgework 17 Esta expresión proviene de John Michael, Anxious Intellects:
(Princeton: Princeton University Press, 2005); Henry A. Academic Professionals, Public Intellectuals, and Enlighten-
Giroux, Against the Terror of Neoliberalism (Boulder: ment Values (Durham: Duke University Press, 2000), p. 2.
Paradigm Publishers, 2008); Manfred B. Steger and Ravi 18 Cornel West, “The New Cultural Politics of Difference,”
K. Roy, Neoliberalism: A Very Short Introduction, (Ox- in Russell Fergusen, Martha Geever, Trinh T Minh-
ford University Press, 2010), ha, and Cornel West, eds. Out There (Cambridge: MIT
2 Ver, por ejemplo, sobre el levantamiento del estado racis- Press, 1991), p. 35.
ta (racist punishing state), Michelle Alexander, The New 19 Jodi Dean, “the interface of Political Theory and Cultur-
Jim Crow: Mass Incarceration in the Age of Colorblind- al Studies,” in Jodi Dean, ed. Cultural Studies and Politi-
ness (New York: The New Press, 2010); sobre los cos- cal Theory (Ithaca: Cornell University Press, 2000), p. 3.
tos severos de la desigualdad masiva, Joseph E. Stiglitz, 20 Paulo Freire, Pedagogy of Freedom (Lanham: Rowman
The Price of Inequality: How Today Divided Society En- and Littlefield, 1999), p. 48.
dangers Our Future (New York: Norton, 2012); sobre el 21 Shoshana Felman, Jacques Lacan and the Adventure of
cambio de las escuelas públicas en prisiones, ver Annette Insight: Psychoanalysis in Contemporary Culture (Cam-
Fuentes, Lockdown High: When the Schoolhouse Be- bridge: Harvard University Press, 1987), p. 79.
comes a Jailhouse (New York: Verso, 2011).
22 Michael Hardt and Antonio Negri, Multitude: War and
3. Citado en Michael L. Silk and David L. Andrews. (Re) Democracy in the Age of Empire, (New York, NY: The
Presenting Baltimore: Place, Policy, Politics, and Cultur- Penguin Press, 2004), p. 67
al Pedagogy. Review of Education, Pedagogy, and Cul-
tural Studies 33 (2011), p. 436. 23 Citado en Gary Olson and Lynn Worsham, “Changing
the Subject: Judith Butler’s Politics of Radical Resignifi-
4 Terry Eagleton, Reappraisals: What is the worth of cation,” JAC 20:4 (200), p. 765.
social democracy? Harper’s Magazine, (October
2010), p. 78.online at: http://www.harpers.org/ar- 24 Andrew Delbanco, College: What It Was, Is, and Should
chive/2010/10/0083150 Be (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2006).
5 Alex Honneth, Pathologies of Reason (New York: Co-
lumbia University Press, 2009), p. 188.
6 Para un análisis excelente de formas contemporáneas
de neoliberalismo, Stuart Hall, The Neo-Liberal Revolu-
tion,. Cultural Studies, Vol. 25, No. 6, (November 2011,
pp. 705-728; ver también David Harvey, A Brief Histo-
ry of Neoliberalism (Oxford: Oxford University Press,
2005); Henry A. Giroux, Against the Terror of Neoliber- Fecha de recepción: 13 de junio de 2013
alism (Boulder: Paradigm Publishers, 2008). Primera evaluación: 20 de junio de 2013
7 Para ejemplos de esta tradición, ver Maria Nikolakaki, ed. Segunda evaluación: 22 de junio de 2013
Critical Pedagogy in the Dark Ages: Challenges and Pos- Fecha de aceptación: 22 de junio de 2013

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Critical Pedagogy in dark times

Henry Giroux*

Resumen Critical Pedagogy in dark times

En todo el mundo, las fuerzas del neoli- Abstract


beralismo, o lo que podría denominarse Across the globe, the forces of neoliber-
la última fase del capitalismo depreda- alism, or what might be called the latest
dor, van por el camino de desmantelar stage of predatory capitalism, are on the
los beneficios sociales garantizados histó- march dismantling the historically guar-
ricamente y otorgados por el estado be- anteed social provisions provided by the
nefactor. Esta es una razón de peso para welfare state. This is all the more reason
que los educadores y otros aborden cues- for educators and others to address im-
tiones sociales importantes y defiendan portant social issues and to defend public
la educación pública y superior como and higher education as democratic pub-
esferas públicas democráticas; necesitan lic spheres; educators need a new political
un nuevo lenguaje político y pedagógico and pedagogical language for addressing
para abordar los cambiantes contextos y the changing contexts and issues develop-
cuestiones y desarrollar formas de peda- ing forms of critical pedagogy capable of
gogía crítica capaces de desafiar al neo- challenging neoliberalism and other anti-
liberalismo y a otras tradiciones antide- democratic traditions. This paper presents
mocráticas. Se abordan en este artículo la the notion of teachers as public intellec-
noción de los docentes como intelectua- tuals, pedagogy and the project of insur-
les públicos, la pedagogía y el proyecto rectional democracy, pedagogy and the
Detalle obra sin título de democracia en rebelión, la pedagogía politics of responsibility, and finally, ped-
Dini Calderón y la política de la responsabilidad, y final- agogy as a form of resistance and educated
mente la pedagogía como una forma de hope. Educated hope provides the basis
resistencia y esperanza educada. La espe- for dignifying our labor as intellectuals;
ranza educada es la base para dignificar it offers up critical knowledge linked to
nuestra labor como intelectuales; ofrece democratic social change, it is rooted in
el conocimiento crítico ligado a un cam- shared responsibilities, and allows teach-
bio social democrático, está arraigada en ers and students to recognize ambivalence
responsabilidades compartidas y permi- and uncertainty as fundamental dimen-
te a docentes y estudiantes reconocer la sions of learning. Such hope offers the
ambivalencia y la incertidumbre como possibility of thinking beyond the giv-
dimensiones fundamentales del aprendi- en—and lays open a pedagogical terrain
zaje. Esta esperanza ofrece la posibilidad in which teachers and students can en-
de pensar más allá de lo dado – y deja gage in critique, dialogue, and a struggle
abierto un terreno pedagógico en el cual for social justice.
docentes y estudiantes pueden compro-
meterse en la crítica, el diálogo y una lu-
cha por la justicia social.

Palabras clave: pedagogía crítica, democra- Key words: critical pedagogy, democracy,
cia, responsabilidad, esperanza educada. responsibility, educated hope.

Introduction
(*) Global Television Network Chair. Eng-

A cross the globe, the forces of neoliberalism, or what might


lish and Cultural Studies,
McMaster University, Chester New Hall,
Room 229, 1280 Main Street be called the latest stage of predatory capitalism, are on the
West Hamilton, Ontario, Canada
L8S 4L9 march dismantling the historically guaranteed social provisions
Columnist for Truthout.org
provided by the welfare state, defining profit making as the essence
Phone: 905 525 9140, Ext. 26551 of democracy, increasing the role of corporate money in politics,
Fax: 905-777-8316
Web site: http://henryagiroux.com/ waging an assault on unions, expanding the military-security state,
Regular contributor: www.truthout.org
henry.giroux@gmail.com
promoting widening inequalities in wealth and income, fostering
the erosion of civil liberties, and undercutting public faith in the

ISSN 2313-934X Facultad de Ciencias Humanas http://www.fchst.unlpam.edu.ar/ojs/index.php/praxis/


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defining institutions of democracy1. As market nizing principle for developing society and the
mentalities and moralities tighten their grip on economy6.
all aspects of society, democratic institutions and Given this current crisis, educators need a
public spheres are being downsized, if not alto- new political and pedagogical language for ad-
gether disappearing. As these institutions vanish dressing the changing contexts and issues fac-
–from public schools to health care centers– there ing a world in which capital draws upon an un-
is also a serious erosion of the discourses of com- precedented convergence of resources–financial,
munity, justice, equality, public values, and the cultural, political, economic, scientific, military,
common good. and technological–to exercise powerful and di-
We increasingly live in societies based on the verse forms of control. If educators and others are
vocabulary of ‘choice’ and a denial of reality – a to counter global capitalism’s increased ability to
denial of massive inequality, social disparities, the separate the traditional sphere of politics from
irresponsible concentration of power in relative- the now transnational reach of power, it is cru-
ly few hands, and a growing machinery of social cial to develop educational approaches that reject
death and culture of cruelty2. As power becomes a collapse of the distinction between market lib-
global and is removed from local and nation- erties and civil liberties, a market economy and
based politics, more and more individuals and a market society. This suggests developing forms
groups are being defined by a free floating class of critical pedagogy capable of challenging neo-
of ultra-rich and corporate power brokers as dis- liberalism and other anti-democratic traditions
posable, redundant, and irrelevant. Consequent- including the increasing criminalization of so-
ly, there is a growing number of people, especially cial problems such as homelessness, while resur-
young people, who increasingly inhabit zones of recting a radical democratic project that provides
hardship, suffering, and terminal exclusion. the basis for imagining a life beyond the “dream
world” of capitalism. Under such circumstances,
This is all the more reason for educators and
education becomes more than high stakes test-
others to address important social issues and to
ing, an obsession with accountability schemes, an
defend public and higher education as democrat-
audit culture, zero tolerance policies, and a site
ic public spheres. We live in a world in which
for simply training students for the workforce.
everything is now privatized, transformed into
At stake here is recognizing the power of educa-
“spectacular spaces of consumption,” and subject
tion in creating the formative culture necessary
to the vicissitudes of the military-security state3.
to both challenge the various threats being mobi-
One consequence is the emergence of what the
lized against the very idea of justice and democ-
late Tony Judt called an “eviscerated society”—
racy while also fighting for those public spheres,
“one that is stripped of the thick mesh of mutual ideals, values, and policies that offer alternative
obligations and social responsibilities to be found modes of identity, social relations, and politics.
in” any viable democracy4. This grim reality has In both conservative and progressive dis-
been called a “failed sociality”-- a failure in the courses pedagogy is often treated simply as a set
power of the civic imagination, political will, and of strategies and skills to use in order to teach
open democracy5. It is also part of a politics that prespecified subject matter. In this context, ped-
strips the social of any democratic ideals. agogy becomes synonymous with teaching as
The ideological script is now familiar: there is a technique or the practice of a craft-like skill.
no such thing as the common good; market val- Any viable notion of critical pedagogy must re-
ues become the template for shaping all aspects ject this definition and its endless slavish imi-
of society; the free possessive individual has no tations even when they are claimed as part of a
obligations to anything beyond his or her self- radical discourse or project. In opposition to the
interest; market fundamentalism trumps demo- instrumental reduction of pedagogy to a meth-
cratic values; the government, and particularly od—which has no language for relating the self
the welfare state, are the arch enemies of freedom; to public life, social responsibility or the demands
private interests negate public values; consumer- of citizenship--critical pedagogy illuminates the
ism becomes the only obligation of citizenship; relationships among knowledge, authority, and
law and order is the new language for mobiliz- power7. For instance, it raises questions regard-
ing shared fears rather than shared responsibil- ing who has control over the conditions for the
ities and war becomes the all-embracing orga- production of knowledge. Is the production of

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knowledge and curricula in the hands of teach- Cornelius Castoriadis points out, “has to do with
ers, textbook companies, corporate interests, or political judgements and value choices”9, indicat-
other forces? Central to any viable notion that ing that questions of civic education and criti-
what makes a pedagogy critical is, in part, the cal pedagogy (learning how to become a skilled
recognition that pedagogy is always a deliber- citizen) are central to the struggle over political
ate attempt on the part of educators to influence agency and democracy. In this instance, critical
how and what knowledges and subjectivities are pedagogy emphasizes critical reflection, bridging
produced within particular sets of social rela- the gap between learning and everyday life, un-
tions. In this case, it draws attention to the ways derstanding the connection between power and
in which knowledge, power, desire, and experi- difficult knowledge, and extending democratic
ence are produced under specific basic conditions rights and identities by using the resources of his-
of learning and in doing so rejects the notion that tory. However, among many educators and social
teaching is just a method or is removed from mat- theorists, there is a widespread refusal to recog-
ters of values, norms, and power. nize that this form of education not only takes
This approach to critical pedagogy does not place in schools, but is also part of what can be
reduce educational practice to the mastery of called the educative nature of the culture. That is,
methodologies, it stresses, instead, the impor- there are a range of cultural institutions extend-
tance of understanding what actually happens ing from the mainstream media to new digital
in classrooms and other educational settings by screen cultures that engage in what I have called
raising questions regarding: what the relation- forms of public pedagogy, which are central for
ship is between learning and social change, what either expanding and enabling political and civic
knowledge is of most worth, what it means to agency or shutting them down.
know something, and in what direction should Expanding critical pedagogy as a mode of
one desire. Of course, the language of critical public pedagogy suggests producing modes of
pedagogy does something more. Pedagogy is si- knowledge and social practices in a variety of
multaneously about the knowledge and practices sites that not only affirm oppositional thinking,
teachers and students might engage in together dissent, and cultural work but also offer opportu-
and the values, social relations, and visions such nities to mobilize instances of collective outrage
practices legitimate. and collective action. Such mobilisation opposes
Pedagogy is a moral and political practice that glaring material inequities and the growing cyni-
is always implicated in power relations because it cal belief that today’s culture of investment and
offers particular versions and visions of civic life, finance makes it impossible to address many of the
community, the future, and how we might con- major social problems facing the USA, Canada,
struct representations of ourselves, others, and Latin America, and the larger world. Most im-
our physical and social environment. As my late portantly, such work points to the link between
colleague Roger Simon observed, pedagogy is “an civic education, critical pedagogy, and modes
introduction to, preparation for, and legitimation of oppositional political agency that are pivotal
of particular forms of social life and always pre- to creating a politics that promotes democratic
supposes a vision of the future. But it does more, values, relations, autonomy and social change.
it also “represents a version of our own dreams Hints of such a politics is already evident in the
for ourselves, our children, and our communi- various approaches developed by the Occupy
ties. But such dreams are never neutral; they are Movement in the U.S., the student movement
always someone’s dreams and to the degree that in Chile, along with pedagogical strategies de-
they are implicated in organizing the future for veloped by the Quebec protesters. Borrowing a
others they always have a moral and political di- line from Rachel Donadio, these young protes-
mension.” It is in this respect that any discussion tors are raising questions about “what happens
of pedagogy must begin with a discussion of ed- to democracy when banks become more pow-
ucational practice as a particular way in which a erful than political institutions?”10 What kind of
sense of identity, place, worth, and above all value society allows economic injustice and massive
is informed by practices which organize knowl- inequality to run wild in a society allowing dras-
edge and meaning8. tic cuts in education and public services? What
Central to my argument is the assumption does it mean when students face not just tuition
that politics is not only about power, but also, as hikes but a lifetime of financial debt while gov-

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ernments in Canada, Chile, and the U.S. spend tered consumerism, and a massive flight from
trillions on weapons of death and needless wars? moral responsibility, it has become more and
What kind of education does it take both in and more difficult to acknowledge that educators
out of schools to recognize the emergence of vari- and other cultural workers bear an enormous
ous economic, political, cultural, and social forces responsibility in opposing the current threat to
that point to the dissolution of democracy and the planet and everyday life by bringing demo-
the possible emergence of a new kind of authori- cratic political culture back to life. Lacking a self-
tarian state? consciously democratic political focus or project,
Rather than viewing teaching as technical teachers are often reduced either to the role of a
practice, pedagogy in the broadest critical sense is technician or functionary engaged in formalistic
premised on the assumption that learning is not rituals, unconcerned with the disturbing and ur-
about processing received knowledge but actually gent problems that confront the larger society or
transforming it as part of a more expansive strug- the consequences of one’s pedagogical practices
gle for individual rights and social justice. The and research undertakings. In opposition to this
fundamental challenge facing educators within model, with its claims to and conceit of politi-
the current age of neoliberalism, militarism, and cal neutrality, I argue that teachers and academ-
religious fundamentalism is to provide the con- ics should combine the mutually interdependent
ditions for students to address how knowledge is roles of critical educator and active citizen. This
related to the power of both self-definition and requires finding ways to connect the practice of
social agency. In part, this suggests providing stu- classroom teaching with the operations of power
dents with the skills, ideas, values, and author- in the larger society and to provide the conditions
ity necessary for them to nourish a substantive for students to view themselves as critical agents
democracy, recognize anti-democratic forms of capable of making those who exercise author-
power, and to fight deeply rooted injustices in ity and power answerable for their actions. The
a society and world founded on systemic eco- role of a critical education is not to train students
nomic, racial, and gendered inequalities. I want solely for jobs, but also to educate them to ques-
to take up these issues by addressing a number tion critically the institutions, policies, and values
of related pedagogical concerns, including the that shape their lives, relationships to others, and
notion of teachers as public intellectuals, peda- myriad connections to the larger world.
gogy and the project of insurrectional democ- I think Stuart Hall is on target here when he
racy, pedagogy and the politics of responsibility, insists that educators also have a responsibility to
and finally, pedagogy as a form of resistance and provide students with “critical knowledge that has
educated hope. to be ahead of traditional knowledge: it has to be
better than anything that traditional knowledge
The Responsibility of Teachers as Public can produce, because only serious ideas are go-
Intellectuals ing to stand up”11. At the same time, he insists
on the need for educators to “actually engage,
In the age of irresponsible privatization, un- contest, and learn from the best that is locked up
checked individualism, celebrity culture, unfet- in other traditions,” especially those attached to

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traditional academic paradigms12. It is also im- education. The concept of the project in this sense
portant to remember that education as a form speaks to the recognition that any pedagogical
of educated hope is not simply about fostering practice presupposes some notion of the future,
critical consciousness but also about teaching prioritises some forms of identification over oth-
students as Zygmunt Bauman has put it, to take ers, upholds selective modes of social relations,
responsibility for one’s responsibilities, be they and values some modes of knowing over others
personal, political, or global. Students should be (think about how business schools are held in
made aware of the ideological and structural forc- high esteem while schools of education are dis-
es that promote needless human suffering while dained and even the object in some cases of con-
also recognizing that it takes more than aware- tempt). At the same time, such a pedagogy does
ness to resolve them. not offer guarantees as much as it recognizes that
This is a pedagogy in which educators are its own position is grounded in modes of author-
neither afraid of controversy nor the willingness ity, values, and ethical considerations that must
to make connections that are otherwise hidden, be constantly debated for the ways in which they
nor are they afraid of making clear the connec- both open up and close down democratic rela-
tion between private troubles and broader so- tions, values, and identities.
cial problems. One of the most important tasks Such a project should be relational and con-
for educators engaged in critical pedagogy is to textual, as well as self-reflective and theoretically
teach students how to translate private issues into rigorous. By relational, I mean that the current
public considerations. One measure of the de- crisis of schooling must be understood in relation
mise of vibrant democracy and the correspond- to the broader assault that is being waged against
ing impoverishment of political life can be found all aspects of democratic public life. At the same
in the increasing inability of a society to make time, any critical comprehension of those wid-
private issues public, to translate private prob- er forces that shape public and higher education
lems into social issues. As the public collapses must also be supplemented by attentiveness to
into the personal, the personal becomes “the only the historical and conditional nature of pedagogy
politics there is, the only politics with a tangi- itself. This suggests that pedagogy can never be
ble referent or emotional valence”13. Under such treated as a fixed set of principles and practices
circumstances, the language of the social is ei- that can be applied indiscriminately across a va-
ther devalued or ignored, as public life is often riety of pedagogical sites. Pedagogy is not some
reduced to a form of pathology or deficit (as in recipe that can be imposed on all classrooms. On
public schools, public transportation, public wel- the contrary, it must always be contextually de-
fare) and all dreams of the future are modeled fined, allowing it to respond specifically to the
increasingly around the narcissistic, privatized, conditions, formations, and problems that arise
and self-indulgent needs of consumer culture in various sites in which education takes place.
and the dictates of the alleged free market. Simi- Such a project suggests recasting pedagogy as a
larly, all problems regardless of whether they are project that is indeterminate, open to constant
structural or caused by larger social forces are revision, and constantly in dialogue with its own
now attributed to individual failings, matters of assumptions.
character, or individual ignorance. In this case, Ethically, educators need to cast a critical eye
poverty becomes a matter of laziness, choice, and on those classroom knowledges and social rela-
flawed character. tions that define themselves through a conceptual
purity and political innocence that clouds the fact
Critical Pedagogy as a Project of that the alleged neutrality on which they stand
is already grounded in ethico-political choices.
Insurrectional Democracy
Neutral, objective education is an oxymoron. It
In opposition to the increasingly dominant does not exist outside of relations of power, val-
views of education and pedagogy, I want to argue ues, and politics. Ethics on the pedagogical front
for a transformative pedagogy–rooted in what demands an openness to the other, a willingness
might be called a project of resurgent and insur- to engage a “politics of possibility” through a
rectional democracy– one that relentlessly ques- continual critical engagement with texts, imag-
tions the kinds of labor, practices, and forms of es, events, and other registers of meaning as they
production that are enacted in public and higher are transformed into pedagogical practices both

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within and outside of the classroom14. Pedagogy ing visible a “democracy” which is to come as
is never innocent and if it is to be understood opposed to that which presents itself in its name
and problematized as a form of academic labor, provides a referent for both criticizing every-
educators have the opportunity not only to criti- where what parades as democracy--“the current
cally question and register their own subjective state of all so-called democracy”–and for criti-
involvement in how and what they teach, but also cally assessing the conditions and possibilities for
resist all calls to depoliticize pedagogy through democratic transformation15. In this instance, a
appeals to either scientific objectivity or ideologi- transformative pedagogy, articulated through the
cal dogmatism. This suggests the need for educa- project of radical democracy, resists the increas-
tors to rethink the cultural and political baggage ing depoliticization of the citizenry, provides a
they bring to each educational encounter; it also language to challenge the politics of accommo-
highlights the necessity of making educators eth- dation, and rejects defining education through
ically and politically accountable for the stories the logic of privatization, commodification, reli-
they produce, the claims they make upon public gious dogma, and instrumental rationality. Such a
memory, and the images of the future they deem pedagogy refuses to define citizens as simply con-
legitimate. Hence, crucial to any viable notion of suming subjects, and actively opposes the view
critical pedagogy is the necessity for critical edu- of teaching as market-driven practice and learn-
cators to be attentive to the ethical dimensions of ing as a form of training. Understood as a form
their own practice. of educated hope, pedagogy in this sense is not
an antidote to politics, a nostalgic yearning for
Critical Pedagogy and the Promise of a a better time, or for some “inconceivably alter-
Democracy to Come native future.” Instead, it is an “attempt to find a
bridge between the present and future in those
As an act of intervention, critical pedagogy forces within the present which are potentially
needs to be grounded in a project that not only able to transform it”16.
problematizes its own location, mechanisms of In opposition to dominant forms of education
transmission, and effects, but also functions as and pedagogy that simply reinvent the future in
part of a wider project to help students think the interest of a present in which ethical princi-
critically about how existing social, political, and ples are scorned and the essence of democracy
economic arrangements might be better suited to is reduced to the imperatives of the bottom line,
address the promise of a radical democracy as an critical pedagogy attempts to provoke students to
anticipatory rather than messianic goal. The late deliberate, be thoughtful, engage in critical dia-
Jacques Derrida suggested that the social func- logue, address important social issues and cul-
tion of intellectuals as well as any viable notion of tivate a range of capacities that enable them to
education should be grounded in a vibrant poli- move beyond the world they already know with-
tics which makes the promise of democracy a out insisting on world trapped in circles of cer-
matter of concrete urgency. For Derrida, mak- tainty, rigidity, and orthodoxy.

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What educators should challenge in the cur- and politics suggests that educators critically in-
rent historical conjuncture is the attempt on the terrogate the fundamental link between what we
part of neoliberals to either define democracy ex- know and how we act, the connection between,
clusively as a liability or to enervate its substan- pedagogical practices and social consequences,
tive ideals by reducing it to the imperatives and and the complex relationship between authority
freedoms of the marketplace. This requires that and civic responsibility. It also means eliminat-
educators consider the political and pedagogical ing those modes of corporate governance in the
importance of struggling over the meaning and public schools and higher education that reduce
definition of democracy and situate such a de- teachers to the status of clerks, technicians, and
bate within an expansive notion of human rights, with respect to higher education a subaltern class
social provisions, civil liberties, equity, and eco- of part-time workers, with little power, few ben-
nomic justice. What must be challenged at all efits, and excessive teaching loads.
costs is the increasingly dominant view propa- What has become clear in this current climate
gated by neoliberal gurus such as Ayn Rand and of casino capitalism is that the corporatization of
Milton Friedman that unbridled individualism, education functions so as to cancel out the teach-
self-interest, and selfishness are the supreme val- ing of democratic values, impulses, and practices
ues in shaping human agency, profit making is the of a civil society by either devaluing or absorb-
most important practice in a democracy, and that ing them within the logic of the market. Edu-
accumulating material goods the essence of the cators need a critical language to address these
good life. Such a pedagogy has enormous power challenges to public and higher education. But
in teaching students how to influence those who they also need to join with other groups outside
already have power and to inspire and mobilize of the spheres of public and higher education in
those who don’t. Most importantly, critical peda- order to create broad national and international
gogy should provide the conditions for students social movements that share a willingness to de-
come to grips with their own power, master the fend education as a civic value and public good
best histories and legacies of education available, and to engage in a broader struggle to deepen the
learn to think critically and be willing to hold au- imperatives of democratic public life. The qual-
thority accountable. But, once again, changing ity of educational reform can, in part, be gauged
attitudes is not enough. Students should also be by the caliber of public discourse concerning the
pressed to exercise a fearsome form of social re- role that education plays in furthering, not the
sponsibility as engaged citizens willing to struggle market driven agenda of corporate interests, but
for social, economic, and political justice. the imperatives of critical agency, social justice,
Defending public and higher education as vi- and an operational democracy.
tal democratic spheres is necessary to develop Educators can highlight the performative
and nourish the proper balance between public character of education as an act of intervention in
values and commercial power, between identities the world, one that moves beyond simple matters
founded on democratic principles and identities of critique and understanding. Pedagogy is not
steeped in forms of competitive, self-interested simply about competency or teaching young peo-
individualism that celebrate selfishness, profit ple knowledge, skills, and values, it is also about
making, and greed. Educators also must recon- the possibility of interpretation as an act of in-
sider the critical roles they might take up with- tervention in the world. Within this perspective,
in public and higher education to oppose those critical pedagogy foregrounds the diverse con-
approaches to schooling that corporatize, priva- ditions under which authority, knowledge, val-
tize, and bureaucratize the teaching process. A ues, and subject positions are produced and in-
critical pedagogy should, in part, be premised on teract within unequal relations of power [some
the assumption that educators vigorously resist kids have Olympic swimming pools while oth-
any attempt to deskill them, weaken their role in ers endure holes in their classroom ceilings]; it
shaping governing structures, and define them as also problematizes the ideologically laden and of-
simply entrepreneurs. Instead, educators might ten contradictory roles and social functions that
redefine their roles as engaged public intellectuals educators assume within the classroom [such as
capable of teaching students the language of cri- cop, educators, salesperson, etc.] Pedagogy in this
tique and possibility as a precondition for social view also stresses the labor conditions necessary
agency. Such a redefinition of purpose, meaning, for teacher autonomy, cooperation, decent work-

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ing conditions, and the relations of power nec- ing vital social institutions as a public good. At
essary to give teachers and students the capacity issue here is a pedagogical practice that should
to restage power in productive ways–ways that provide the conditions for students to learn and
point to self-development, self-determination, narrate themselves and for teachers to be learners
and social agency. attentive to the histories, knowledge, and expe-
riences that students bring to the classroom and
any other sphere of learning.
Critical Pedagogy and the Issue of
While pedagogy can be understood perfor-
Authority matively as an event where many things can hap-
In opposition to some misrepresentations of pen in the service of learning, it is crucial to ad-
Paulo Freire’s work –whom I worked with for dress the importance of democratic classroom
over 17 years– critical pedagogy is more than a relations that encourage dialogue, deliberation,
conversation between students and teachers and and the power of students to raise questions.
should not suggest that educators renounce their Moreover, such relations suggest using authority
authority. On the contrary, it is precisely by rec- reflexively to provide the conditions for students
ognizing that teaching is always directive-- that to exercise intellectual rigor, theoretical compe-
is, an act of intervention inextricably mediated tence, and informed judgments. Thus students
through particular forms of authority that teach- can think critically about the knowledge they
ers can offer students –for whatever use they wish gain and what it means to act on such knowl-
to make of them– a variety of analytic tools, di- edge in order to expand their sense of agency
verse historical traditions, and a wide range as part of a broader project of increasing both
of knowledge. This is a form of authority that “the scope of their freedoms” and “the operations
opens up the possibility for dialogue, exchange, of democracy”18. What students learn and how
and thoughtfulness while refusing to collapse they learn should amplify what it means to ex-
into a pedagogy of opinions, uncritical articula- perience democracy from a position of possibil-
tions of experience, or other uncritical modes of ity, affirmation, and critical engagement. In part,
exchange. This is a far cry from suggesting that this suggests that educators develop pedagogical
critical pedagogy define itself either within the practices that open up the terrain of the politi-
grip of a self-righteous mode of authority or be cal while simultaneously encouraging students
completely removed from any sense of commit- to “think better about how arrangements might
ment whatsoever [Florida banned interpretation be otherwise”19.
of history—just present the facts] At its best, critical pedagogy should be in-
Educators must deliberate, make decisions, terdisciplinary, contextual, engage the complex
take positions, and in doing so recognize that relationships between power and knowledge,
authority “is the very condition for intellectual critically address the institutional and broader
work” and pedagogical interventions17. Author- constraints under which teaching takes place,
ity in this perspective in not simply on the side and focus on how students can engage the im-
of oppression, but is used to intervene and shape peratives of critical citizenship and civic respon-
the space of teaching and learning to provide stu- sibilty. Critical pedagogy must be self-reflexive
dents with a range of possibilities for challenging about its aims and practices, conscious of its on-
a society’s commonsense assumptions, and for going project of democratic transformation, but
analyzing the interface between their own every- openly committed to a politics that does not of-
day lives and those broader social formations that fer any guarantees. But refusing dogmatism does
bear down on them. Authority, at best, becomes not suggest that educators descend into a laissez-
both a referent for legitimating a commitment faire pluralism or an appeal to methodologies de-
to a particular vision of pedagogy and a critical signed to “teach the conflicts.” On the contrary,
referent for a kind of auto-critique. It demands it suggests that educators afford students diverse
consideration of how authority functions with- opportunities to understand and experience how
in specific relations of power regarding its own politics, power, commitment, and responsibility
promise to provide students with a public space work on and through them both within and out-
where they can learn, debate, and engage criti- side of schools. In this instance, critical pedagogy
cal traditions in order to imagine otherwise and should enable students to learn how to govern
develop discourses that are crucial for defend- rather than be governed.

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Making Pedagogy Meaningful in order refusal “to acknowledge one's own implication”
to make it Critical and Transformative with such attachments21. If students are to move
beyond the issue of understanding to an engage-
Any analysis of critical pedagogy must ad- ment with the deeper affective investments that
dress the importance that affect and emotion play make them complicitous with oppressive ideol-
in the formation of individual identity and social ogies, they must be positioned to address and
agency. Any viable approach to critical pedagogy formulate strategies of transformation through
suggests taking seriously those maps of mean- which their individualized beliefs and affective
ing, affective investments, and sedimented de- investments can be articulated with broader pub-
sires that enable students to connect their own lic discourses that extend the imperatives of dem-
lives and everyday experiences to what they learn. ocratic public life. An unsettling pedagogy in this
Pedagogy in this sense becomes more than a mere instance would engage student identities, identifi-
transfer of received knowledge, an inscription of cations, and resistances from unexpected vantage
a unified and static identity, or a rigid methodol- points and articulate how they connect to existing
ogy; it presupposes that students are moved by material relations of power [Difficulty of talking
their passions and motivated, in part, by the affec- about Disney critically with students]. At stake
tive investments they bring to the learning pro- here is not only a pedagogical practice that recalls
cess. It is important to note here that any viable how knowledge, identifications, and subject posi-
notion of critical pedagogy must make knowl- tions are produced, unfolded, and remembered
edge meaningful in order to make it critical and but also how such knowledge can be unlearned,
transformative. This suggests connecting what is particularly as it functions to become complici-
taught to the range of experiences and identifica- tous with existing relations of power.
tions that students bring to a classroom.
Once students see a connection between
Conclusion
what is being taught and the everyday experi-
ences they inhabit, it becomes possible to move At the dawn of the 21st century, the notion
beyond the taken-for granted experiences that of the social and the public are not being erased
inform daily life and delve more deeply and crit- as much as they are being reconstructed under
ically into a “critical comprehension of the val- circumstances in which public forums for seri-
ue of sentiments, emotions, and desire as part of ous debate, including public education, are be-
the learning process”20. Ideologies are not just a ing eroded. The public is now viewed as a pa-
constellation of ideas, stereotypes, and modes of thology just as shared responsibilities are being
commonsense; they also represent specific forms replaced by shared fears. Within the ongoing
of knowledge and beliefs rooted in strong emo- logic of neoliberalism, teaching and learning are
tional investments. Such attachments need to be removed from the discourse of democracy and
understood, analyzed, and deconstructed, often civic culture--defined as a purely private right
not simply as a form of uncomprehending knowl- rather than a public good. Divorced from the
edge but as an active refusal to know and the imperatives of a democratic society, pedagogy is

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reduced to a matter of taste, testing, individual democratic public life. Critical pedagogy is dan-
choice, home schooling, and job training. Peda- gerous to many educators and others because it
gogy as a mode of witnessing, a public engage- provides the intellectual capacities and ethical
ment in which students learn to be attentive and norms for students to hold power accountable,
responsible to the memories, suffering, and nar- fight against poverty, ecological destruction, the
ratives of others disappears within this market- misrepresentation of history, and the dismantling
driven notion of learning. Corporate pedagogy of the social state, but also because it contains
both numbs the mind and the soul, emphasizing the potential for instilling in students a profound
repressive modes of learning that promote win- desire for learning about marginalized histories,
ning at all costs, learning how not to question au- struggles, modes of knowledge and a “real de-
thority, and disdaining the hard work of learning mocracy based on relationships of equality and
how to be thoughtful, critical, and attentive to freedom”22. How else to explain the banning of
the power relations that shape everyday life and ethnic studies from classes in the public schools
the larger world. As learning is privatized, depo- in Tucson, Arizona?
liticized, and reduced to teaching students how What role might public school teachers play as
to be good consumers, any viable notions of the public intellectuals in light of poisonous assaults
social, public values, citizenship, and democracy waged on public schools by the forces of neolib-
wither and die. eralism? In the most immediate sense, they can
The greatest threat to young people does raise their collective voices against the influence
not come from lowered standards, the absence of corporations that are flooding societies with
of privatized choice schemes, or the lack of rig- a culture of war, consumerism, commercialism,
id testing measures. On the contrary, it comes and privatization. They can show how this culture
from societies that refuse to view children as a of commodified cruelty and violence is only one
social investment, consigns millions of children part of a broader and all-embracing militarized
to poverty, reduces critical learning to massive culture of war, arms industry, and a Darwinian
mind-deadening testing programs, promotes survival-of the-fittest ethic that increasingly dis-
policies that eliminate most crucial health and connects schools from public values, the com-
public services, and defines masculinity through mon good, and democracy itself. They can bring
the degrading celebration of a gun culture, ex- all of their intellectual and collective resources
treme sports and the spectacles of violence that together to critique and dismantle the imposi-
permeate corporate controlled media industries. tion of high-stakes testing and other commer-
Students are not at risk because of the absence cially driven modes of accountability on schools.
of market incentives in the schools, they are at They can mobilize young people and others to
risk because schooling is being stripped of public defend education as a public good by advocating
funding, handed over to corporate interests, and for policies that invest in schools rather than in
devalued as a public good. Children and young the military-industrial complex and its massive
adults are under siege in both public and higher and expensive weapons of death [Canada wants
education because far too many of these institu- to buy a number of F35 jets from the US which
tions have become breeding grounds for com- cost $6.39 billion each]. They can educate young
mercialism, racism, social intolerance, sexism, people and a larger public to fight against putting
homophobia, and consumerism, spurred on by police in schools, modeling schools after prisons,
the right-wing discourse of conservative pundits, and implementing zero tolerance policies which
politicians, educators, and a supine mainstream largely punish poor minority children.
media. Instead of investing in schools, children,
As a central element of a broad based cultural health care, jobs for young people, and much
politics, critical pedagogy, in its various forms, needed infrastructures, neoliberal societies cel-
when linked to the ongoing project of democ- ebrate militarism, hyper-masculinity, extreme
ratization can provide opportunities for educa- competition, and a survival of the fittest ethic
tors and other cultural workers to redefine and while exhibiting disdain for any form of shared
transform the connections among language, de- bonds, dependency, and compassion for others,
sire, meaning, everyday life, and material rela- advocates of neoliberalism have eliminated so-
tions of power as part of a broader social move- cial provisions, destroyed pension plans, elimi-
ment to reclaim the promise and possibilities of a nated health care benefits, allowed inequality to

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Critical Pedagogy in dark times

Sin título, grabado


Dini Calderón

run wild, and have done so in order to safeguard conditions that allow them to speak out against
and expand the assets of the rich and powerful. economic, political, and social injustices both
As social bonds and the institutions that support within and outside of schools. At the same time,
them disappear from such societies so do the for- they should attempt to create the conditions that
mative cultures that make civic education, criti- give students the opportunity to become criti-
cal literacy, and cultures of questioning possible. cal and engaged citizens who have the knowl-
Too many school systems operate within disci- edge and courage to struggle in order to make
plinary apparatuses that turn education into ei- desolation and cynicism unconvincing and hope
ther an extension of the prison-industrial com- practical. Hope in this instance is educational, re-
plex or the culture of the mall. When not being moved from the fantasy of idealism unaware of
arrested for trivial rule violations, students are the constraints facing the dream of a democratic
subjected to walls, buses, and bathrooms that be- society. Educated hope is not a call to overlook
come giant advertisements for consumer prod- the difficult conditions that shape both schools
ucts. Increasingly, even curricula are organized and the larger social order. On the contrary, it is
to reflect the sound of the cash register, hawking the precondition for providing those languages
products for students to buy and promoting the and values that point the way to a more demo-
interests of corporations who celebrate fossil fu- cratic and just world. As Judith Butler has ar-
els, sugar filled drinks, and a Disney-like view of gued, there is more hope in the world when we
the world. University student centers are being can question common sense assumptions and
modeled after department stores, complete with believe that what we know is directly related to
an endless array of vendors trying to sell credit our ability to help change the world around us,
cards to a generation already swimming in debt. though it is far from the only condition necessary
Atomization, fragmentation, bullying, and iso- for such change23.
lation are the collateral damage inflicted on too Educated hope provides the basis for dignify-
many young people in our schools by neoliberal ing our labor as intellectuals; it offers up critical
educational reforms. knowledge linked to democratic social change,
One of the most serious challenges facing it is rooted in shared responsibilities, and allows
teachers, artists, journalists, writers, and other teachers and students to recognize ambivalence
cultural workers is the challenge of developing and uncertainty as fundamental dimensions
a discourse of both critique and possibility. This of learning. Such hope offers the possibility of
means developing discourses and pedagogical thinking beyond the given—and lays open a ped-
practices that connect reading the word with agogical terrain in which teachers and students
reading the world, and doing so in ways that en- can engage in critique, dialogue, and an open-
hance the capacities of young people as critical ended struggle for justice. As difficult as this task
agents and engaged citizens. In taking up this may seem to educators, if not to a larger public,
project, educators and others need to work under it is a struggle worth waging.

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I want to end by insisting that democracy be- 705-728; see also David Harvey, A Brief History of Ne-
gins to fail and political life becomes impover- oliberalism (Oxford: Oxford University Press, 2005);
Henry A. Giroux, Against the Terror of Neoliberalism
ished in the absence of those vital public spheres (Boulder: Paradigm Publishers, 2008).
such as public and higher education in which civ-
7 For examples of this tradition, see Maria Nikolakaki, ed.
ic values, public scholarship, and social engage- Critical Pedagogy in the Dark Ages: Challenges and Possi-
ment allow for a more imaginative grasp of a fu- bilities, (New York: Peter Lang, 2012); Henry A. Giroux,
ture that takes seriously the demands of justice, On Critical Pedagogy (New York: Continuum, 2011).
equity, and civic courage. Democracy should be a 8 Roger Simon, “Empowerment as a Pedagogy of Possibil-
way of thinking about education, one that thrives ity,” Language Arts 64:4 (April 1987), p. 372.
on connecting equity to excellence, learning to 9 Cornelius Castoriadis, “Institutions and Autonomy.” In
ethics, and agency to the imperatives of social re- Peter Osborne(Ed). A Critical Sense (New York: Rout-
ledge, 1996), p. 8.
sponsibility and the public good24. We may live
in dark times, but the future is still open. The 10 Rachel Donadio, “The Failing State of Greece,” New York
Times (February 26, 2012), p. 8.
time has come to develop a political language in
which civic values, social responsibility, and the 11 Greig de Peuter, Universities, Intellectuals and Mul-
titudes: An Interview with Stuart Hall,” in Mark Cote,
institutions that support them become central Richard J. F. Day, and Greig de Peuter, eds. Utopian Ped-
to invigorating and fortifying a new era of civic agogy: Radical Experiments Against Neoliberal Global-
imagination, a renewed sense of social agency, ization (Toronto: University of Toronto Press, 2007), p.
and an impassioned political will. 113-114.
12 De Peuter, Ibid. P. 117.
13 Jean Comaroff and John L. Comaroff, “Millennial Capi-
talism: First Thoughts on a Second Coming,” Public Cul-
ture 12, no. 2 (Duke University Press, 2000), pp. 305-
306.
Notes 14 For a brilliant discussion of the ethics and politics of de-
construction, see Thomas Keenan, Fables of Responsibil-
ity: Aberrations and Predicaments in Ethics and Politics
1 See, for example, David Harvey, The New Imperial- (Stanford: Stanford University Press, 1997), p. 2.
ism, (New York: Oxford University Press, 2003); David
15 Jacques Derrida, “Intellectual Courage: An Interview,”
Harvey, A Brief History of Neoliberalism (Oxford: Ox-
Trans. Peter Krapp, Culture Machine Vol. 2 (2000), p. 9.
ford University Press, 2005); Wendy Brown, Edgework
(Princeton: Princeton University Press, 2005); Henry 16 Terry Eagleton, The Idea of Culture (Malden, MA: Basil
A. Giroux, Against the Terror of Neoliberalism (Boulder: Blackwell, 2000), p.22.
Paradigm Publishers, 2008); Manfred B. Steger and Ravi 17 This expression comes from John Michael, Anxious In-
K. Roy, Neoliberalism: A Very Short Introduction, (Ox- tellects: Academic Professionals, Public Intellectuals, and
ford University Press, 2010), Enlightenment Values (Durham: Duke University Press,
2 See, for instance, on the rise of the racist punishing state, 2000), p. 2.
Michelle Alexander, The New Jim Crow: Mass Incarcera- 18 Cornel West, “The New Cultural Politics of Difference,”
tion in the Age of Colorblindness (New York: The New in Russell Fergusen, Martha Geever, Trinh T Minh-
Press, 2010); on the severe costs of massive inequality, ha, and Cornel West, eds. Out There (Cambridge: MIT
Joseph E. Stiglitz, The Price of Inequality: How Today Di- Press, 1991), p. 35.
vided Society Endangers Our Future (New York: Norton,
2012); on the turning of public schools into prisons, see 19 Jodi Dean, “the interface of Political Theory and Cultur-
Annette Fuentes, Lockdown High: When the Schoolhouse al Studies,” in Jodi Dean, ed. Cultural Studies and Politi-
Becomes a Jailhouse (New York: Verso, 2011). cal Theory (Ithaca: Cornell University Press, 2000), p. 3.
3 Quoted in Michael L. Silk and David L. Andrews. “(Re) 20 Paulo Freire, Pedagogy of Freedom (Lanham: Rowman
Presenting Baltimore: Place, Policy, Politics, and Cultur- and Littlefield, 1999), p. 48.
al Pedagogy.” Review of Education, Pedagogy, and Cul- 21 Shoshana Felman, Jacques Lacan and the Adventure of
tural Studies 33 (2011), p. 436. Insight: Psychoanalysis in Contemporary Culture (Cam-
4 Terry Eagleton, “Reappraisals: What is the worth bridge: Harvard University Press, 1987), p. 79.
of social democracy?” Harper’s Magazine, (Octo- 22 Michael Hardt and Antonio Negri, Multitude: War and
ber 2010), p. 78.online at: http://www.harpers.org/ar- Democracy in the Age of Empire, (New York, NY: The
chive/2010/10/0083150 Penguin Press, 2004), p. 67
5 Alex Honneth, Pathologies of Reason (New York: Co- 23 Cited in Gary Olson and Lynn Worsham, “Changing the
lumbia University Press, 2009), p. 188. Subject: Judith Butler’s Politics of Radical Resignifica-
6 For an excellent analysis of contemporary forms of neo- tion,” JAC 20:4 (200), p. 765.
liberalism, Stuart Hall, “The Neo-Liberal Revolution,” 24 Andrew Delbanco, College: What It Was, Is, and Should
Cultural Studies, Vol. 25, No. 6, (November 2011, pp. Be (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2006).

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