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Cecilia Guerrero*
“El autor solo escribe la mitad del libro y de la otra mitad debe ocuparse el lector”,
dijo alguna vez Joseph Conrad.
Aprender a leer
Si “el autor solo escribe la mitad del libro y de la otra mitad debe ocuparse el
lector”, como advertía el novelista polaco Joseph Conrad, ¿qué herramientas
debemos emplear los maestros para asegurarnos de que la “otra mitad” que
construyen nuestros alumnos se traduzca en un aprendizaje significativo?
Dado que la lectura es uno de los principales vehículos para aprender, debemos
guiar a nuestros estudiantes a ejercitar distintos niveles de pensamiento a través
de la lectura:
Literal
Inferencial
Crítico
¿Qué significa esto? Que debemos incentivarlos para que, luego de leer, no solo
repitan sistemáticamente lo que está explícito en el texto, sino que lo interpreten,
que lo evalúen y cuestionen.
En México el 42% de los estudiantes está por debajo del Nivel 2 de lectura, y sólo
el 0.3% alcanza el nivel de excelencia.
En México, el 42% de los estudiantes se encuentran por debajo del Nivel 2 (de un
total de 6) en lectura, considerado como el nivel de competencia desde el cual los
estudiantes comienzan a demostrar las habilidades que les permiten participar
efectivamente en la sociedad moderna.
Las cifras no son nada alentadoras, pero no deben minar nuestro entusiasmo; por
el contrario, deben impulsarnos a mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos.
1. Nivel Literal
¿Cómo logramos eso? Pidiéndoles a los lectores que estén atentos de los
nombres de personajes, incidentes, tiempo, lugar, hechos minuciosos, de las
secuencias, o sea, del orden de los accidentes o acciones planteados con
claridad, de relaciones de causa y efecto y de los rasgos de carácter de los
personajes.
Para hacer esto más fácil, puedes pedirles a tus alumnos que subrayen aquello
que encuentran interesante de acuerdo al objetivo al leer. Además, pueden
escribir al costado la idea o sentimiento que despierta tal lectura. Si fuera poco,
dibujar lo que se está leyendo permitirá fijar la memoria, además de tener un
panorama más amplio y menos lineal de la lectura.
2. Nivel Inferencial
También es común que los autores supongan que sus lectores ya conocen
algunos aspectos del tema, y por ello omiten información en la que el lector debe
pensar para comprender su sentido.
3. Nivel Crítico
Una lectura crítica desarrolla nuestro razonamiento y nos adiestra para distinguir
los hechos de las opiniones y los objetivos declarados de los reales.
Las preguntas de este nivel te exigen evaluar el texto, identificar el formato, el tipo
de texto, la intención comunicativa, el tono del emisor, así como emitir un juicio de
valor con el respectivo argumento que respalde tu punto de vista. Tu
argumentación debe ser consistente y basada en lo que propone el mismo texto.
Por ejemplo, si en un libro sobre contaminación ambiental, el autor declara en el
prólogo que su objetivo es analizar las causas de la polución y en el índice no
aparece ninguna referencia a los desechos industriales y las empresas, podemos
suponer que hay otro objetivo no declarado. Ahora bien, si el objetivo declarado
por el autor es hacer accesible al público nociones de filosofía, pero al leerlo
descubrimos que en realidad el autor busca hacer alarde de sus conocimientos y
erudición, entonces el objetivo era solo elevar su ego. La distinción entre hechos y
opiniones resulta útil en todos los textos, especialmente en historia, política y
periodismo.
Un hecho es una enunciación que puede verificarse. Si leemos que “Los metales
se dilatan con el calor” o que “Cristóbal Colón descubrió América”, podemos
verificar la información ya sea con experimentos científicos, documentos o material
de archivo.
No por nada el genio argentino de las letras Jorge Luis Borges afirmaba que
hablar de lectura obligatoria es como hablar de felicidad obligatoria. En medida
que tus alumnos se adentren en la lectura con la guía adecuada, serán como
Borges: incapaces de imaginar un mundo sin libros.