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Zola, Émile. “La novela experimental”. El naturalismo.

Barcelona: Península: 2002: 41-94.


cer claro mi pensamiento y darle el rigor de una ver- la experimentación. Y llega a concluir que la experien-
dad científica. cia en el fondo no es más que una observación provo-
El hecho de que precisamente la medicina, a los cada. Todo el razonamiento experimental está basado
ojos, ele un gran hombre, sea todavía un arte como la en la duela, ya que el experimentador no debe tener
novela, ha determinado mi elección y la ha detenido ninguna idea preconcebida frente a la nahlraleza y tie-
en la lntroduction. Claucle Bernarcl ha buscado y ha ne que guardar siempre su libertad ele espíritu. Acepta
combatido durante toda su vida para hacer entrar la simplemente los fenómenos que se producen cuando
medicina en una vía científica. Asistimos, así, a los bal- est~ín probados.
buceos de una ciencia que se va desprendiendo poco a Acto seguido, en la segunda parte, aborda su autén-
poco del empirismo para fijarse en la verdad, gracias tico tema al clemosu·ar que la espontaneidad de los
al método experimental. Claude Bernarcl demuestra cuerpos vivos no se opone al empleo de la experimen-
que este método aplicado en el estudio ele los cuerpos tación. La diferencia proviene únicamente de que un
brutos, en la química y en b física, debe serlo igual- cuerpo bmto se encuenu·a en el medio exterior y com{m,
mente en el estudio ele los cuerpos vivos, en fisiología mientras que los elementos de los organismos supe-
ven medicina. Voy a intentar demostrar a mi vez que, riores se hallan en un medio interior y perfeccionado,
~i el método experimental conduce al conocimiento pero dotado ele propiedades fisioquímicas constantes,
de la vida física, también debe conducir al conoci- al igual que el medio exterior. A partir ele ello, existe un
miento ele la vida pasional e intelectual. Se trata sola- determinismo absoluto en las condiciones de existencia
mente ele una cuestión de grados en la misma vía, ele ele los fenómenos naturales, tanto para los cuerpos vi-
la química a la fisiología, después ele la fisiología a la vos como para los cuerpos brutos. Bernarclllama «de-
antropología y a la sociología. La novela experimental terminismo>> a la causa que determina la aparición de
est~í en la meta. los fenómenos. Esta causa próxima, como la llama, no
Para mayor claridad, creo que debo resumir breve- es otra cosa que la condición física y material ele la exis-
mente aquí la lntroductimz. Será nuís fcícil captar las tencia o de la manifestación ele los fenómenos. El prin-
aplicaciones que haré ele los textos sí se conoce el plan cipio de la medicina experimental, el término de cual-
de b obra y las materias de que trata. quier investigación científica es, pues, idéntico, tanto
Claucle Bernard, después ele haber declarado que para los cuerpos vivos como para los cuerpos brutos:
la medicina entra, en lo sucesivo, en la vía científica consiste en enconu·ar las relaciones que vinculan un fe-
apoy<lnclose en la fisiolog·ía y gracias al método experi- nómeno cualquiera con su causa próxima, o, dicho ele
mental, establece, de entrada, las diferencias que exis- otra manera, en determinar las condiciones necesarias
ten entre las ciencias ele la observación y las ciencias ele para la manifestación de dicho fenómeno. La ciencia

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experimental no debe inquietarse por el porqué de las proceder producirá fatalmente; ya que, naturalmente,
cosas; sólo explica el cómo. sólo tomaré de la obra las citas necesarias para definir
Después de haber expuesto las consideraciones ex- y comentar la novela experimental. Lo repito, sólo se
perimentales comunes a los seres vivos y a los cuerpos trata de un terreno sobre el que me apoyo, el terreno
brutos, Claude Bernard pasa a las consideraciones expe- más rico en argumentos y en pruebas de todas clases.
rimentales especiales en los seres vivos. La gran y única La medicina experimental que empieza a balbucear
diferencia es que en los organismos de los seres vivos puede darnos una idea exacta de la literatura experi-
hay que considerar un conjunto armónico de fenóme- mental que, todavía en el huevo, no ha llegado ni si-
nos. 1l:ata, acto seguido, de la práctica experimental so- quiera al balbuceo.
bre los seres vivos, de la vivisección, de las condiciones
anatómicas preparatori<1s, de la elección de los animales,
del empleo del dlculo en el estudio de los fenómenos, y 1

por último, del laboratorio del fisiólogo.


Después, en la última parte de la l7!troduction, Clan- Ante todo, la primera pregunta que parece plantearse
de Bernard da ejemplos ele investigación experimental es ésta: en literatura, en la que hasta hoy la observación
fisiológica, para apoyar las ideas que ha formulado. parece haber sido empleada en exclusiva, ¿es posible la
Ofrece, acto seguido, ejemplos de crítica experimental experiencia?
fisiológica. Y termina indicando los obstáculos filosó- Claude Bernard discute largamente sobre la obser-
ficos con los que topa la medicina experimental. En pri- vación y la experiencia. Existe, de enu·ada, una limpia
mer término, expone la falsa aplicación de la fisiología línea de demarcación. Es ésta: «Se da el nombre de ob-
en la medicina, la ignorancia cientít]ca, así como cier- servador a quien aplica los procedimientos de investiga-
tas ilusiones del espíritu médico. Por otra parte, con- ciones simples o complejas al estudio de fenómenos
cluye diciendo que la medicina empírica y la medicina que no hace variar y que recoge, en consecuencia, tal
experimental no son incompatibles sino, por el contra- como la naturaleza se los ofrece; se da el nombre expe-
rio, deben ser inseparables una de otra. La última fra- rimmtador a quien emplea los procedimientos de inves-
se del libro es que la medicina experimental no res- tigaciones simples o complejas para hacer variar o mo-
ponde a ninguna doctrina médica ni a ningún sistema dificar, con un fin cualquiera, los fenómenos naturales
filosófico. y los hace aparecer en circunstancias o en condiciones
Éste es, por encima, el esqueleto de la Imroduction en las que la naturaleza no los presentaba». Por ejem-
despojado de su carne. Espero que esta rápida exposi- plo, la astronomía es una ciencia de observación por-
ción bastará par? colmar los vacíos que mi manera de que no se concibe a un asu·ónomo que actúe sobre los

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astros; mientras que la química es una ciencia de expe- previsiones, dicha experiencia ofrezca un resultado que
rimentación, pues el químico actúa sobre la naturaleza sirva de control a la hipótesis o a la idea preconcebi-
y la modifica. Tal es, según Claude Bernard, la única da ... A partir del momento en el que el resultado ele la
distinción verdaderamente importante que separa a un experiencia se manifiesta, el experimentador se enfi-en-
observador de un experimentador. ta a una auténtica observación que ha provocado y que
No puedo seguirle en su discusión de las diferentes hay que constatar, como cualquier observación, sin idea
definiciones dadas hasta hoy. Como ya he dicho, tenni- preconcebida. El experimentador debe entonces desa-
na por concluir que la experiencia, en el fondo, no es parecer o más bien transformarse inmediatamente en
más que una observación provocada. Cito: «En el mé- observador; y sólo después de haber constatado los re-
todo experimental, el examen ele los hechos, es decir, sultados ele la experiencia igual que si se tratara de los
la investigación, se acompaña siempre con un razona- de una observación ordinaria, volverá su espíritu para
miento de manera que, ordinariamente, el experimen- razonar, comparar y juzgar si la hipótesis experimen-
tador hace un experimento para controlar o verificar el tal está verificada o invalidada por los mismos resul-
valor ele una idea experimental. Entonces se puede de- tados>>.
cir que la experiencia es una observación provocada Todo el mecanismo está aquí. Es un poco compli-
con un propósito de control>>. cado y Claude Bernarcl se ve obligado a decir: «Cuan-
Por lo demás, para llegar a determinar lo que pue- do todo eso sucede a la vez en la mente de un sabio que
de haber de observación y de experimentación en la se entrega a la investigación en una ciencia tan confu-
novela naturalista, sólo tengo necesidad ele los pasajes sa como lo es todavía la medicina, se produce entonces
sigui en tes: una confusión tal entre lo que es resultado de la obser-
«El observador constata pura y simplemente los vación y lo que pertenece a la experiencia, que sería
fenómenos que tiene ante sus ojos ... tiene que ser el imposible y por otra parte inútil querer analizar en
fotógrafo ele los fenómenos; su observación debe re- esta mezcla inextricable cada uno ele estos términos>>.
presentar exactamente a la naturaleza ... escucha a la En suma, se puede decir que la observación «muestra>>
naturaleza y escribe bajo su dictado. Pero una vez y que la experiencia «instruye>>.
constatado y observado el fenómeno, llega la idea, in- Pues bien, volviendo a la novela, vemos igualmente
terviene el razonamiento y aparece el experimentador que el novelista es, a la vez, observador y experimenta-
para interpretarlo. El experimentador es quien, en vir- dor. En él, el observador ofrece los hechos tal como los
tud de una interpretación más o menos probable, pero ha observado, marca el punto de partida, establece el
anticipada, de los fenómenos observados, instituye la terreno sólido sobre el que van a moverse los persona-
experiencia ele manera que, en el orden lógico de las jes y a desarrollarse los fenómenos. Después, aparece el

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experimentador e instituye la experiencia, quiero de- tuanclo sobre ellos mediante las mocliJ:Icaciones decir-
cir, hacer mover a los personajes en una historia parti- cunstancias y ele ambientes sin apartarse nunca ele las
cular para mostrar en ella que la sucesión ele hechos leyes ele la naturaleza. Al final, está el conocimiento.
será la que exige el determinismo ele los fenómenos a del hombre, el conocimiento científico en su acción
estudiar. Se trata casi siempre ele una experiencia «por individual y social.
ver>>, como la llama Claucle Bernarcl. El novelista sale Sin eluda, estamos muy lejos aquí ele las certezas ele
a la búsqueda ele una verdad. Tomaré como ejemplo la la química e incluso ele la fisiología. No conocemos to-
figura del barón Hulot, en la Cousi11e Bette ele Balzac. davía los reactivos, que descomponen las pasiones y
El hecho general observado por Balzac es el estrago que permiten analizarlas. A menudo, en este estudio,
que el temperamento amoroso ele un hombre provoca recordaré que la novela experimental es más joven que
en él, en su familia y en la sociedad. Desde el momen- la medicina experimental, la que, no obstante, acaba ele
to en que ha elegido su tema, parte ele unos hechos nacer apenas. Pero no pretendo constatar los resulta-
observados y después instituye su experiencia some- dos conseguidos sino que deseo simplemente exponer
tiendo a Hulot a una serie ele pruebas, haciéndole pasar con clariclacl un método. Si el novelista experimental
por determinados medios para demostrar el funciona- avanza todavía a tientas en la mayor oscuridad y en la
miento del mecanismo de su pasión. Es evidente, pues, más compleja ele las ciencias, ello no impide que esta
que en esta novela no hay solamente observación, sino ciencia exista. Es innegable que la novela naturalista,
que existe en ella también experimentación, puesto tal como la comprendemos en este momento, es una
que Balzac no se comporta únicamente como fotógra- experiencia auténtica que el novelista hace sobre el
fo ante los hechos por él recogidos, ya que interviene hombre, ayudándose con la observación.
ele manera directa para colocar a su personaje en unas Por otra parte, esta opinión no es solamente la
condiciones en las que él sigue siendo el amo. El pro- mía, sino que es también la de Claucle Bernard. Dice
blema está en saber lo que una pasión determinada, en alguna parte: «En h1 práctica de la vida, los hom-
actuando en un medio concreto y en unas circunstan- bres no dejan ele experimentar unos sobre otros>>. Y,
cias determinadas, producirá desde el punto ele vista lo que es más concluyente, he aquí toda la teoría de la
del individuo y ele la sociedad; y una novela experi- novela experimental. «Cuando razonamos sobre nues-
mental, la Cou.<i11e Bette por ejemplo, es simplemente tros propios actos, tenemos un guía cierto, puesto que
el proceso verbal ante los ojos del público de la expe- tenemos conciencia ele lo que pensamos y ele lo que sen-
riencia que el novelista recibe. En suma, toda la ope- timos. Pero si queremos juzgar los actos ele otro hom-
ración consiste en tomar los hechos en la naturaleza, bre y saber los móviles que le hacen actuar es com-
después en estudiar los mecanismos ele los hechos, ac- pletamente distinto. Sin eluda, tenemos ante nuestros

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ojos los movimientos de este hombre y sus manifesta- ¡Pues bien!, con la aplicación del método experimental
ciones que son, estamos seguros de ello, los modos de en la novela, termina toda querella. La idea de expe-
expresión de su sensibilidad y de su voluntad. Ade- riencia lleva consigo la idea de modificación. Partimos
más, admitimos todavía que hay una relación necesa- de hechos verdaderos que son nuestra base indestruc-
ria entre los actos y su causa; pero ¿cuál es esta causa? tible; pero, para mostrar el mecanismo de los hechos
No la sentimos en nosotros, no tenemos conciencia es necesario que produzcamos y dirijamos los fenó-
de ella como cuando se trata de nosotros mismos; nos menos; ésta es nuestra parte ele invención, ele genio en
vemos, pues, obligados a interpretarla, a suponerla, la obra.
según los movimientos que veamos y las palabras que De esta manera, sin tener que recurrir a cuestio-
oigamos. Entonces debemos controlar y contrastar nes de forma, de estilo, que examinaré miís adelante,
los actos de este hombre; consideramos como actúa constato a partir de ahora que debemos modificar la
en tal circunstancia y, en una palabra, recurrimos al naturaleza, sin salir de la naturaleza, cuando emplee-
método experimental». Todo lo que he avanzado más mos en nuestras novelas el método experimental. Si
arriba está resumido en esta última frase que es la de nos ceñimos a esta definición: «La observación mues-
un sabio. tra, la experiencia instruye>>, podemos, desde ahora,
Citaré todavía esta imagen de Claude Bernard, que reclamar para nuestros libros esta alta lección de la
me ha impresionado fuertemente: «El experimentador expenencra.
es el juez de instrucción de la naturaleza>>. Nosotros El escritor, lejos de ser disminuido, crece singular-
novelistas, somos los jueces de instrucción de los hom- mente. Una experiencia, incluso la más simple, está
bres y de sus pasiones. siempre basada sobre una idea, nacida a su vez de una
Ved qué primera claridad brota cuando nos colo- observación. Como dice Claucle Bernarcl: «La idea ex-
camos en el punto de vista del método experimental perimental no es arbitraria ni puramente imaginaria;
aplicado a la novela con todo el rigor científico que la tiene que tener un punto ele apoyo en la realidad ob-
materia soporta en la actualidad. A nosotros, escritores servada, es decir, en la naturaleza>>. Sobre esta idea y
naturalistas, se nos hace el estúpido reproche de que- sobre la duela se basa todo el método. «La aparición
rer ser únicamente fotógrafos. 1enemos a bien decla- de la idea experimental, dice más adelante, es espon-
rar que aceptamos el temperamento, la expresión per- tánea y su naturaleza individual; se trata de un senti-
sonal, pero, a pesar de ello, siguen respondiéndonos con miento particular, un quid propium que constituye la
argumentos imbéciles sobre la imposibilidad de ser originalidad, la inventiva o el genio ele cada uno>>.
estrictamente veraces, sobre la necesidad de arreglar Acto seguido convierte la duela en la gran fuerza cien-
los hechos para constituir una obra de arte cualquiera. tífica. «Quien duda es el verdadero sabio; sólo duda
de sí mismo y de sus interpretaciones, pero cree en la una experiencia, para analizar los hechos y convertirse
ciencia; admite, incluso, en las ciencias experimen- en sus amos.
tales, un criterio o un principio absoluto, el deter-
minismo de los fenómenos que es absoluto, tanto en
los fenómenos de los cuerpos vivos como en el de los ll
cuerpos brutos>>. De esta manera, pues, en lugar de
encerrar al novelista en límites reducidos, el método Tal es, pues, el método experimental. Pero durante lar-
experimental le deja con toda su inteligen;ia ele pel:- go tiempo se ha negado que dicho método pueda ser
sador y todo su genio ele creador. Le sera necesano aplicado a los cuerpos vivos. Éste es el punto importan-
ver, comprender, inventar. Un hecho observado debe- te de la cuestión que voy a examinar con Claucle Ber-
rá hacer brotar la idea ele la experiencia a realizar, ele narcl. El razonamiento será de los más simples: Si el
la novela a escribir, para llegar al conocimiento com- método experimental ha podido ser trasladado de la
pleto de una verdad. Después, cuando habrá discutido química y de la física a la fisiología y a la medicina, lo
y completado el plan ele esta experiencia, juzgará, e.n puede ser ele la fisiología a la novela naturalista.
cada momento los resultados con la libertad de espm- Cuvier, para no citar más que a este sabio, pretendía
tu ele un hombre que acepta los hechos únicamente que la experimentación aplicable solamente a los cuer-
conforme al determinismo de los fenómenos. Ha par- pos muertos no podía serlo a los cuerpos vivos; la fi-
tido de la eluda para llegar al conocimiento absoluto; siología, según él, debía ser puramente una ciencia de
y sólo deja ele dudar cuando el mecanismo de la ~a­ observación y de deducción anatómica. Los vitalistas
sión, desmontado y montado por él ele nuevo, funcw- admiten todavía una fuerza vital que estaría, en los cuer-
na según las leyes fijadas por la naturaleza. No hay ta- pos vivos, en lucha incesante con las fuerzas físico-quí-
rea más amplia ni más libre para el espíritu humano. micas y que neutralizaría su acción. Claude Bernard,
Veremos más lejanas las miserias ele los escolásticos, por el contrario, niega toda fuerza misteriosa y afirma
de los sistemáticos y ele los teóricos del ideal, al lado que la experimentación puede aplicarse en todos los ca-
del triunfo de los experimentadores. sos. «Me propongo -dice- establecer que la ciencia
Resumo esta primera parte repitiendo que los no- de los fenómenos ele la vida no puede tener otras bases
velistas naturalistas observan y experimentan y que que la ciencia de los fenómenos de los cuerpos muertos
toda su labor nace de la duda en la que se colocan fren- y que no existe, bajo este aspecto, ninguna diferencia
te a unas verdades mal conocidas, a unos fenómenos enu·e los principios de las ciencias biológicas y los de las
inexplicados, hasta que una idea experimental despier- ciencias físico-químicas. En efecto, la meta que se pro-
ta un día bruscamente su genio y les empuja a realizar pone el método experimental es la misma en todos los

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casos; consiste en relacionar mediante la experiencia los y físico-químicas determinadas. Éstas son ideas falsas
fenómenos naturales con sus condiciones de existencia que no es fácil extirpar una vez que se han posesionado
o con sus causas próximas>>. ele un espíritu; solamente los progresos de la ciencia las
Me parece inútil entrar en las explicaciones y en harán desaparecer>>. Y pone este axioma: «En los seres
los razonamientos complicados de Claude Bernard. He vivos, al igual que en los cuerpos muertos, las condicio-
dicho que insistía sobre la existencia ele un medio inte- nes de existencia ele cualquier fenómeno están determi-
rior en el ser vivo. «En la experimentación sobre los nadas ele manera absoluta».
cuerpos muertos -dice- sólo hay que tener en cuen- l\!Ie limito para no complicar demasiado el razona-
ta un sólo medio, el medio cósmico exterior; mientras miento. Este es, pues, el progreso ele la ciencia. En el
que en los seres vivos elevados, existen por lo menos siglo pasado, una aplicación más exacta del método ex-
dos medios a considerar: el medio exterior o extraor- periment<ll crea la física y la química, que se desligan de
gánico y el medio interior o intraorgánico. La com- lo irracional y de lo sobrenatural. Se descubre que hay
plejidad debida a la existencia de un medio orgánico leyes fijas gracias al análisis. El hombre se hace dueño
interior es la única razón de las grandes dificultades ele los fenómenos. Después se da un nuevo paso. Los
que encontramos en la determinación experimental de cuerpos vivos, en los que los vitalistas admitían todavía
los fenómenos de la vida y en la aplicación de unos una influencia misteriosa, son a su vez conducidos y re-
medios capaces de modificarla». Y parte de esto para ducidos al mecanismo general de la materia. La ciencia
establecer que existen unas leyes fijas para los elemen- prueba que las condiciones de existencia de todo fenó-
tos fisiológicos sumergidos en el medio interior, al meno son las mismas en los cuerpos vivos que en los
igual que existen leyes fijas para los elementos quími- cuerpos muertos y, desde entonces, la fisiología toma
cos del medio exterior. A partir de ello, se puede expe- poco a poco las certezas ele la química y ele la física.
rimentar sobre el ser vivo al igual que sobre el cuerpo Pero ¿vamos a detenernos aquí? Evidentemente no.
bruto; se trata solamente de ponerse en las condicio- Cuando se haya probado que el cuerpo del hombre es
nes requeridas. una máquina en la que se podrán desmontar y montar
Insisto, porque, lo repito, el punto importante de la ele nuevo, algún día, los mecanismos a gusto del experi-
cuestión es éste. Claude Bernard, hablando de los vita- mentador, será necesario pasar a los actos pasionales e
listas escribe: «Consideran la vida como una influencia intelectuales del hombre. A partir ele este momento en-
misteriosa y sobrenatural que actúa arbitrariamente li- traremos en un dominio que hasta hoy pertenecía a la
brándose de cualquier determinismo, y tachan de ma- filosofía y a la literatura; ésta será la conquista decisiva
terialistas a todos aquellos que hacen esfuerzos para lle- para la ciencia ele las hipótesis de los filósofos v de los
var los fenómenos vitales a unas condiciones orgánicas escritores. Tenemos la física y la química experimenta-

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les; tendremos la fisiología experimental; más tarde social. Continuamos, mediante nuestras observaciones
todavía, tendremos la novela experimental. Esta es una y nuestras experiencias, la labor del tlsiólogo que ha
progresión que se impone y cuyo último término es fá- continuado la del físico y la del químico. Hacemos, en
cil de prever desde ahora. Todo encaja; era necesario cierta manera, psicología cientítlca para completar la
partir del determinismo de los cuerpos muertos para fisiología científica; y sólo debemos, para acabar b
llegar al determinismo de los cuerpos vivos; y, puesto evolución, llevar a nuestros estudios de la na tunleza y
que sabios como Claude Bernard demuestran en la ac- del hombre la herramienta decisiva del método expe·-
tualidad que unas leyes fijas rigen el cuerpo humano, rimental. En una palabra, debemos operar sobre .los
podemos anunciar sin temor a equivocarnos la hora en caracteres, sobre las pasiones, sobre, los hechos huma-
que las leyes del pensamiento y de las pasiones serán a nos y sociales, como el químico y el físico operan sobre
su vez formuladas. Un mismo determinismo debe regir la materia inerte, como el fisiólogo opera sobre los
la tierra de los caminos y el cerebro del hombre. cuerpos vivos. El determinismo lo domina todo. La
Esta opinión se encuentra en la Imroduction. Nunca investigación científica y el rnonamiento experimen-
repetiré bastante que tomo mis argumentos de Claude tal combaten, una a una, las hipótesis ele los idealistas
Bernard. Después de haber explicado que unos fenó- y reemplazan las novelas ele pura imaginación por las
menos especiales pueden ser el resultado de la unión o novelas de observación y ele experimentación.
de la asociación cada vez más compleja de elementos Ciertamente, no pretendo aquí formular leyes. En
orgánicos, escribe: «Estoy persuadido de que los obs- el estado actual ele la ciencia del hombre, la co¡1fusión
táculos que rodean el estudio experimental de los fe- y la oscuridad son todavía demasiado graneles para que
nómenos psicológicos son debidos en gran parte a podamos arriesgarnos a la más mínima síntesis. Todo
dificultades de este orden; ya que, a pesar de su natu- lo que puede decirse es que hay un determinismo ab-
raleza maravillosa y de la delicadeza de sus manifesta- soluto para todos los fenómenos humanos. A partir de
ciones, es imposible, en mi opinión, no hacer entrar ello, la investigación es un deber. 1enemos el método,
los fenómenos cerebrales, como todos los fenómenos debemos avanzar incluso si una vida entera ele esfuer-
de los cuerpos vivos, en las leyes de un determinismo zos no alcanza más que la conquista de una pequeíla
científico>>. Esto está claro. Más tarde, sin duda, la cien- parcela de verdad. Ved la fisiología: Claude Berna re! ha
cia encontrará este determinismo de todas las manifes- hecho grandes descubrimientos y ha muerto declaran-
taciones cerebrales y sensuales del hombre. do que no sabía nada o casi nada: En cada página, con-
A partir de este momento, la ciencia entra, pues, fiesa las dificultades de su tarea: «En las relaciones feno-
en nuestro dominio de novelistas, que somos en esta menales -dice- tal como la naturaleza nos las ofrece
hora analistas del hombre, en su acción individual y reina siempre una complejidad nús o menos grande.'

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Bajo este aspecto, la complejidad de los fenómenos mi- tión ele la herencia tiene mucha inHuencia en las maní-
nerales es mucho menor que la de los fenómenos vita- testaciones intelectuales y pasionales del hombre. T.1m-
les; es por ello que las ciencias que estudian los cuerpos bién doy una importancia considerable al medio <lln-
muertos han podido constituirse más rápidamente. En biente. Tendríamos que abordar las teorías de Darwin;
los cuerpos vivos los fenómenos son de una comple- pero esto no es más que un estudio general sobre el
jidad enorme, y además la movilidad de las propieda- método experimental aplicado a la novela y me perde-
des vitales los hace mucho más difíciles de captar y de ría si quisiera entrar en detalles. Simplemente diré al-
determinar». ¿Qué decir entonces de las dificultades gumls palabras sobre el medio ambiente. Acabamos de
con las que debe encontrarse la novela experimental, ver la importancia decisiva que da Claude Bernard al
que toma del fisiólogo sus estudios sobre los órganos estudio del medio intraorg<ínico, medio que hay que
más complejos y más delicados, que trata de las mani- tener muy en cuenta si se quiere encontrar el cletenni-
festaciones más elevadas del hombre como individuo y nismo de los fenómenos en los seres vivos. Pues bien,
como miembro social? Evidentemente, el análisis aquí en el estudio ele una familia, de un grupo de seres vi-
se complica mucho más. Pues, si la fisiología se consti- vos, creo que el medio social tiene, igualmente, una
tuye hoy, es natural que la novela experimental esté so- importancia capital. Un día la fisiología nos explicaní
lamente en sus primeros pasos. Lo podemos prever sin eluda el mecanismo del pensamiento y ele las pasio-
como una consecuencia fatal ele la evolución científica nes; sabremos cómo funciona la máquina individual
del siglo; pero es imposible basarla sobre leyes ciertas. del hombre, cómo piensa, cómo ama, cómo pasa de la
Cuando Claude Bernard habla ele «tmas verdades res- razón a la pasión y a la locura; pero estos fenómenos,
t:ringiclas y precarias de la ciencia biológica>>, podemos estos hechos del mecanismo de los órganos actúan
confesar que las verdades de la ciencia del hombre, bajo la inHuencia del medio interior, no se producen
desde el punto de vista del mecanismo intelectual y pa- en el exterior aisladamente y en la vida. El hombre no
sional, son más precarias y más restringidas todavía. está solo, vive en una sociedad, en un medio social y
Balbuceamos, somos los últimos que han llegado; pero para nosotros, novelistas, este medio social modifica
ello no ha de ser más que un aguijón que nos impulse sin cesar los fenómenos. Nuestro gran estudio está
a estudios exactos, desde el momento en que tenemos aquí, en el trabajo recíproco ele la sociedad sobre el in-
el instrumento, el método experimental, y desde el mo- dividuo y del individuo sobre la sociedad. Para el fisió-
mento en que nuestro objetivo es muy claro, conocer logo, el medio exterior y el medio interior son pura-
el determinismo de los fenómenos y hacernos amos de mente cuestiones químicas y físicas, lo cual le permite
estos fenómenos. encontrar fácilmente leyes. Todavía no ha llegado el
Sin arriesgarme a formular leyes, creo que la cues- momento ele probar que el medio social sea, también,

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cuestión física y química. Seguramente lo es, o más vimiento incesante, una evolución org~ínica, en aparien-
bien, es el producto variable de un grupo ele seres vi- cia espontánea y constante, y aunque esta evolución
vos los cuales están totalmente sometidos a las leyes tenga necesidad de circunstancias exteriores para ma-
' .
físicas y químicas que rigen tanto los cuerpos vivos nifestmse, es, no obstante, independiente en su avance
como los cuerpos brutos. A partir de aquí, veremos y en su modalidad>>. Y concluye como ya he dicho: «En
que se puede influir sobre el medio social actuando so- resumen, solamente en las condiciones físico-químicas
bre los fenómenos, ele los que nos haremos dueños en del medio interior encontraremos el determinismo de
el hombre. Esto es lo que constituye la novela experi- los fenómenos exteriores de la vida>>. Pero, cualesquie-
mental: poseer el mecanismo de los fenómenos en el ra que sean las complejidades que se presenten, e inclu-
hombre, demostrar los resortes de las manifestaciones so cuando se produzcan fenómenos especiales, la apli-
intelectuales y sensuales como nos los explicará la fi- cación del método experimental sigue siendo rigurosa.
siología, bajo las influencias de la herencia y de las cir- <<Si los fenómenos vitales tienen una complejidad y una
cunstancias ambientes, después de mostrar al hombre apariencia diferente que la de los cuerpos brutos, sola-
vivo en el medio social que él mismo ha producido, mente ofrecen esta diferencia en virtud de las condicio-
que modifica cada día y en el seno del cual manifiesta, nes determinadas o determinables que les son propias.
a su vez, una transformación continua. Así pues, nos Pues, si bien las ciencias vitales deben diferir de las
apoyamos en la fisiología, tomamos al hombre aislado otras por sus aplicaciones y por sus leyes especiales, no
de las manos del fisiólogo para continuar la solución se distinguen en su método científico>>.
~

del problema y resolver científicamente la cuestión de Todavía me falta por decir unas palabras sobre los
saber cómo se comportan los hombres desde que viven límites que Claucle Bernarcl traza a la ciencia. Según
en sociecl ad. él, ignoraremos siempre el porqué ele las cosas; sola-
Estas ideas generales son suficientes para guiarnos mente podremos saber el cómo. El mismo lo expresa en
en la actualidad. Más adelante, cuando la ciencia haya estos términos: «La naturaleza de nuestro espíritu nos
adelantado, cuando la novela experimental haya dado impulsa a buscar la esencia o el porqué de las cosas. En
resultados decisivos, algún crítico precisará las cosas esto, tendemos más allá del límite que podemos alcan-
que hoy solamente indico. zar; pues la experiencia nos ensefia pronto que no de-
Por otra parte, Claude Bernard confiesa cuán difí- bemos u·aspasar el cómo, es decir, la causa próxima o
cil es la aplicación del método experimental en los seres las condiciones de existencia de los fenómenos>>. Más
vivos. «El cuerpo vivo -dice-, sobre todo en los ani- adelante pone este ejemplo: «Si no podemos saber po¡·-
males superiores, no es nunca indiferente, fisicoquími- qué el opio y sus derivados hacen dormir, podemos co-
camente hablando, con el medio exterior, posee un mo- nocer el mecanismo de este suefio y saber cómo el opio

6o 6r
o sus derivados hacen dormir; puesto que el sueíio sólo
tiene lugar porque la sustancia activa se pone en con- ]JI

tacto con ciertos elementos orgánicos que modifica». Y


ésta es su conclusión pníctica: «La ciencia tiene preci- El objeto del método experimental, en fisiolog·ía y en
samente el privilegio ele enseñarnos lo que ignoramos, medicina, es estudiar los fenómenos para adueñarse
substituyendo el sentimiento por la razón y la expe- de ellos. Claucle Bernard vuelve sobre esta idea en cada
riencia y enseñándonos claramente el límite de nuestro p-ágina ele la lmroductio77. Como declara él mismo:
conocimiento actual. Pero, por una maravillosa com- <<Toda la filosofía natural se resume en esto: conocer
pensación, a medida que la ciencia rebaja nuestro orgu- la ley de los fenómenos. Todo el problema experi-
llo, aumenta nuestro poder>>. Todas estas observaciones mental se reduce a esto: prever y dirigir los fenóme-
son estrictamente aplicables a la novela experimental. nos». lVLís adelante, pone un ejemplo: «T1nto para el
Para no extraviarse en especulaciones filosóficas, para médico experimentador como para el médico empíri-
reemplazar las hipótesis idealistas por la lenta conquis- co, no sed suficiente saber que la quinina cura la fie-
ta de lo desconocido, debe atenerse a la investigación bre; sino lo que les interesa por encima de todo es sa-
del porqué ele las cosas. Éste es su papel exacto, y de ahí ber qué es la fiebre y darse cuenta del mecanismo por
extrae, como vamos a ver, su razón ele ser y su moral. medio del cual la quinina la cura. Todo esto interesa al
He llegado, pues, a este punto: la novela experi- médico experimentador porque, desde el momento
mental es una consecuencia ele la evolución científica en que lo sepa, el hecho de la curación ele la fiebre por
del siglo; continúa y completa la fisiología, que a su la quinina dejará de ser un hecho empírico y aislado
vez se apoya en la química y en la física; substituye el para convertirse en un hecho científico. Entonces,
estudio del hombre abstracto, del hombre metafísico, este hecho se unirá a unas condiciones que le vincula-
por el estudio del hombre natural, sometido a las leyes nín a otros fenómenos y, así, seremos conducidos al
físico-químicas y determinado por las influencias del conocimiento de las leyes del organismo y a la posibi-
medio ambiente; es, en una palabra, la literatura ele lidad de regular sus manifestaciones>>. El ejemplo es
nuestra era científica, al igual que la literatura clásica y asombroso en el caso de la sarna. «En la actualidad,
romántica ha correspondido a una era escolástica y cuando la causa de la sarna es conocida y determinada
teológica. Ahora paso a la gran cuestión ele aplicación experimentalmente, todo se ha vuelto científico, el
y de moral. empirismo ha desaparecido ... Se cura siempre y sin
excepción cuando el enfermo es colocado en las con-
diciones experimentales conocidas para alcanzar este
objetivo>>.

62
'L'11 es el objetivo y tal es la moral en la fisiología y pieza por pieza, la máquina human~1 con el fin de ha-
en la medicina experimentales: hacerse amos de la vida cerla f·uncionar bajo la int1uencia de los medios. Cuan-
para dirigirla. Admitamos qlle la ciencia haya adelan- do los tiempos hayan adelantado, cuando se posean las
tado, que la conquista de lo desconocido sea completa: leyes, si se quiere llegar al mejor de los estados socia-
la edad científica que Claude Bernard ha visto en sue- les, solamente se tendrá que actuar sobre los indivi-
ños se habní hecho realidad. A partir de entonces, el duos y sobre los medios. Así hacemos sociología ¡míe-
médico será amo de las enfermedades; curad infalible- rica y así nuestra tarea ayuda a las ciencias políticas y
mente, actuará sobre los cuerpos vivos a úwor de la fe- económicas. No conozco, lo repito, trab~1jo m<ÍS noble
licidad y del vigor de la especie. Se entrará en un siglo ni de nuís amplia aplicación. Ser amo del bien v del
en que el hombre todopoderoso habrá dominado a la mal, regular la vida, regular
~ e
la sociedad.' resolve¡. a la
naturaleza y utilizará sus leyes para que sobre esta larga todos los problemas del socialismo, aportar so-
tierra reine la mayor cantidad ele justicia y libertad po- bre todo bases sólidas para la justicia resolviendo por
sible. No existe objetivo más noble, más elevado, más la experiencia las cuestiones ele la criminalidad, todo
grande. Nuestro papel de seres inteligentes está ahí: ello ¿no es acaso ser los nl<Ís útiles y los más morales
en penetrar en el porqué de las cosas para convertirnos obreros del trabajo humano?
en superiores a las cosas y reducirlas al estado de me- Que se compare por un instante el trabajo de los
dios obedientes. novelistas idealistas con el nuestro; y aquí la palabra
Pues bien, este sueño del fisiólogo y del médico ex- idealistas indica a los escritores que se apartan de la
perimentador es también el sueño del novelista que observación y de la experiencia para basar sus obras
aplica el método experimental al estudio natural y so- en lo sobrenatural y lo irracional, que admiten, en una
cial del hombre. Nuestro objetivo es el suyo: también palabn1, unas fuerzas misteriosas más alhí del determi-
queremos ser dueños de los fenómenos de los elemen- nismo ele los fenómenos. De nuevo Chmcle Bernard
tos intelectuales y personales para poderlos dirigir. So- hablad por mí: «Lo que distingue el razonamiento
mos, en una palabra, moralistas experimentadores que experimental del razonamiento escohístico es la fe-
demuesu·an por la experiencia cómo se comporta una cundidad de uno y la esterilidad del otro. Es precisa-
pasión en un medio social. El día en que conozcamos mente el escolástico, que cree tener la verdad absolu-
el mecanismo de esta pasión podremos intentar redu- ta, el que no consigue nada; esto se comprende puesto
cirla o, por lo menos, hacerla lo más inofensiva posi- que, por medio de un principio absoluto, se coloca
ble. En esto reside la utilidad práctica y la elevada mo- fuera de la nah!raleza, en la cual todo es relativo. Por
ral de nuestras obras naturalistas que experimentan el contrario, el experimentador, que siempre duda y
sobre el hombre, que desmontan y montan de nuevo, que no cree poseer la certeza absohlta sobre nada, lle-
ga a dominar los fenómenos que le rode;m y a exten- prendido en especial, la página en la que el autor habla
der su poder sobre la naturaleza>>. En seguida volveré de cirmlus vital. Cito: «Los órganos
"
musculares y. ner-
sobre esta cuestión de lo ideal que no es, en resumidas viosos cuidan la actividad ele los órganos que preparan
cuentas, más que la cuestión del interdeterminismo. la sangre; pero la sangre, a su vez, alimenta los órganos
Claude Bernard dice con razón: <<La conquista inte- que la producen. Existe una solidaridad orgánica o so-
lectual del hombre consiste en hacer disminuir y en cial que mantiene un movimiento perpetuo, hasta que
rechazar el indeterminismo a medida que, con la ayu- la descomposición o el cese ele acción ele un elemento
da del método experimental, gana terreno en el deter- vital necesario rompa el equilibrio o provoque un de-
minismo». Ésta es nuestra verdadera tarea, novelistas sorden o un paro en el juego ele la máquina animal. El
experimentadores: ir de lo conocido a lo desconocido problema del médico experilnentaclor consiste, pues,
para hacernos amos ele la naturaleza; mientras que los en encontrar el determinismo simple de una descom-
novelistas idealistas permanecen dentro de lo desco- posición orgánica, es decir, en captar el fenómeno ini-
nocido, por todo tipo de prejuicios religiosos y filosó- cial... Veremos cómo una dislocación del organismo o
ficos, bajo el pretexto asombroso ele que lo desconoci- una descomposición en apariencia ele las más comple-
do es más noble y más hermoso que lo conocido. Si jas puede ser reducido a un determinismo simple ini-
nuestra tarea, a veces cruel, si nuestros terribles cua- cial que a continuación provoque los más complejos
dros tuvieran necesidad de excusarse, encontraría en determinismos>>. Ahora sólo hay que cambiar las pa-
Claude Bernard este argumento decisivo: «No selle- labras del médico experimentador por las del novelis-
gará nunca a generalizaciones verdaderamente fecun- ta experimentador y todo este pasaje puede aplicarse
das y luminosas sobre los fenómenos vitales mientras exactamente a nuestra literahlra naturalista. El cirmlus
no se haya experimentado sobre sí mismo y movido social es idéntico al cirmlus vital: tanto en la sociedad
dentro de los hospitales, los anfiteatros y los laborato- como en el cuerpo humano, existe una solidaridad que
rios, dentro del terreno fétido o palpitante de la vida ... une a los diferentes miembros, los diferentes órganos
Si se tuviera que hacer una comparación que expresa- entre sí, ele manera que, si un órgano se pudre, muchos
ra mi sentimiento hacia la ciencia ele la vida, diría que ou·os son alcanzados y se declara una enfermedad muy
es un salón soberbio, resplandeciente de luz, al cual compleja. A partir ele ahí, en nuestras novelas, cuando
no se puede llegar si no se atraviesa una larga y espan- experimentamos sobre una plaga grave que envenena
tosa cocina>>. la sociedad, actuamos como el médico experimenta-
Insisto sobre las palabras moralistas experimenta- dor, intentamos encontrar el determinismo simple ini-
dores que he utilizado para designar a los novelistas cial para llegar a continuación al determinismo com-
naturalistas. Una página de la Imroduction me ha sor- plejo del cual se ha seguido la acción. Vuelvo a tomar el
'
66
ejemplo del barón Hulot, en la Cousine Eme. Véase el fenómenos. No actuamos nunca sobre la esencia de
resultado final, el desenlace de la novela: una familia los fenómenos de la naturaleza, sino sólo sobre su de-
entera destruida, todo tipo de dramas secundarios se terminismo, y por el hecho ele que actuamos sobre él,
han producido bajo la acción del temperamento apa- el determinismo difiere del fatalismo, sobre el cual no
sionado de Hulot. En este temperamento se encuentra se puede actuar. El fatalismo supone la manifestación
el determinismo inicial. Un miembro, Hulot, se gan- necesaria ele un fenómeno, independientemente ele sus
grena, e inmediatamente todo se deteriora a su alrede- condiciones, mientras que el determinismo es la con-
dor, el círculo social se desquicia y la salud de la socie- dición necesaria de un fenómeno cuya manifestación
dad se pone en peligro. ¡De qué manera ha insistido no es obligada. Una vez que la búsqueda del determi-
Balzac sobre la figura del barón Hulot, con qué escru- nismo de los fenómenos está puesta como el principio
puloso cuidado lo ha analizado! La experiencia se rea- fundamental del método experimental, ya no existe ni
liza sobre él porque se trataba de hacerse amo del fe- materialismo, ni espiritualismo, ni materia bruta ni ma-
nómeno de esta pasión para dirigirla; admitamos que teria viva; no hay más que fenómenos cuvas condicio-
se pueda curar a I-Iulot o, por lo menos, reprimirle y nes hay que determinar, es decir, las circu~1stancias que
hacerle inofensivo; entonces el drama ya no tiene ra- desempeñan el papel de causas próximas en relación a
zón de ser, se restablece el equilibrio o, mejor dicho, la dichos fenómenos>>. Esto es decisivo. No hacemos Im1s
salud del cuerpo social. Así pues, los novelistas natura- que aplicar este método en nuestras novelas; somos,
listas son, en efecto, moralistas experimentadores. pues, deterministas que, experimentalmente, intentan
Y llego al gran reproche con el cual se cree descu- determinar las condiciones de los fenómenos sin salir-
brir a los novelistas naturalistas traündolos de fatalis- se, en sus investigaciones, de las leyes de la nawraleza.
tas. ¡Cuántas veces se ha intentado probarnos que, des- Como muy bien dice Claude Bernard, desde el mo-
de el momento en que no aceptamos el libre albedrío, mento en que podemos actuar y actuamos sobre el de-
desde el momento en que el hombre ya no es más que terminismo de los fenómenos, por ejemplo modifican-
una máquina animal que actúa bajo la influencia de la do los medios, no somos fatalistas.
herencia y de los ambientes, caemos en un vasto fata- He aquí, pues, el papel moral del novelista experi-
lismo, relegamos a la humanidad al rango de una ma- mentador perfectamente definido. A menudo he di-
nada que camina bajo la vara del destino! Hay que pre- cho que no ·tenemos que sacar una conclusión ele
cisar: no somos fatalistas, somos deterministas, que no nuestras obras, y esto significa que nuestras obras lle-
es en absoluto lo mismo. Claude Bernard explica muy van la conclusión en sí mismas. Un experimentador
bien estos dos términos: «l-Iemos dado el nombre de no tiene que concluir, puesto que, precisamente, la
determinismo a la causa próxima o determinante de los experiencia concluye por él. Cien veces, si es necesa-

68
rio, el experimentador repetiní la experiencia delante
del público, la explicará, pero no tendrá que indignar- IV
se ni que probar nada personalmente: tal es la verdad,
tal es el mecanismo de los fenómenos. Es la sociedad Como ya he dicho, lo que me ha hecho elegir la lillro-
quien tiene que producir o dejar de producir este fe- duction ha sido el hecho de que muchas personas todavía
nómeno, según el resultado sea útil o peligroso. No se consideran la medicina como un arte. Claude Bernard
concibe, ya lo he dicho en otra parte, a un sabio enfa- prueba que debe ser una ciencia, espectáculo muy ins-
dándose contra el nitrógeno porque sea inadecuado uuctivo en sí mismo y que nos demuestra que ~1 do-
para la vida; el sabio suprime el nitrógeno cuando es minio científico se amplía y gana para sí todas las mani-
nocivo y en ninguna otra ocasión. Como nuestro po- festaciones de la inteligencia humana. Puesto que la
der no es el mismo que el de este sabio, como somos medicina, que era un arte, se está convirtiendo en una
experimentadores sin ser practicantes, debemos con- ciencia, ¿por qué la literatura no ha de convertirse tam-
tentarnos en buscar el determinismo de los fenóme- bién en una ciencia gracias al método experimental?
nos sociales y dejar a los legisladores, a los hombres Hay que subrayar que todo está relacionado, que si
de práctica, el cuidado de dirigir, tarde o temprano, el terreno del médico experimentador es el cuerpo del
estos fenómenos, de manera que se desarrollen los hombre en los fenómenos de sus órganos, en el estado
buenos y se reduzcan los malos, desde el punto de vis- normal y en el estado patológico, nuestro terreno, el
ta de la utilidad humana. de los novelistas, es igualmente el cuerpo del hombre
Voy a resumir nuestro papel de moralistas experi- en sus fenómenos cerebrales y sensuales, en estado
mentadores. Enseñamos el mecanismo de lo útil y de sano y en estado mórbido. Si no nos limitamos al hom-
lo nocivo, desligamos el determinismo de los fenóme- bre metafísico de la edad clásica, es preciso que tenga-
nos humanos y sociales a fin de que un día se pueda mos en cuenta las nuevas ideas que se tienen, en nues-
dominar y dirigir estos fenómenos. En una palabra, tra época, de la naturaleza y de la vida. Continuamos
trabajamos con todo el siglo en la gran obra de la con- fatalmente, lo repito, el trabajo del fisiólogo y del mé-
quista de la naturaleza y el poder multiplicado del dico, que han continuado el del físico y el del químico.
hombre. Véase, al lado de la nuestra, la tarea de los es- A partir de este momento, entramos en la ciencia. Re-
critores idealistas, que se apoyan en lo irracional y en servo la cuestión del sentimiento y de la forma, de las
lo sobrenatural y cuyos impulsos van seguidos de una que hablaré más adelante.
profunda caída en el caos metafísico. Nosotros tene- Veamos primero lo que Claude Bernard dice de la
mos la fuerza, nosotros tenemos la moral. medicina: «Algunos médicos piensan que la medicina
sólo puede ser conjetural y concluyen que el médico es

71
un artista que debe suplir el indeterminismo ,de casos
Por otra parte, el propio Claude Bernarcl ha indi-
particulares por su genio y su tacto personal. Estas s~n
cado las evoluciones del espíritu humano: ,<El espíritu
unas ideas anticientíficas contra las que es necesano
humano -dice- en los diversos períodos ele su evo-
luchar con todas las fuerzas porque contribuyen a que
lución, ha pasado sucesivamente por el sentimiento, la
la medicina se pudra en el estado en que se encuentra
razón y la experiencia. Al principio, al imponerse el
desde hace tanto tiempo. Todas las ciencias han em-
sentimiento sobre la rnón, creó las verdades cíe la fe,
pezado necesariamente siendo conjeturale~; todavía
es decir, la teología. A continuación, cum1elo la razón o
hoy existen partes conjeturales en cada cwnc1a. La n~e­
la filosofía se convirtió en clueúa, creó la escoLístic1.
clicina es casi totalmente conjetural, no lo mego; solo
Por último, b experiencia, es decir, el estudio de los
quiero decir que la ciencia moderna debe esforzarse
fenómenos naturales, enseúó al hombre que las vercla-
por salir ele este estado provisional que no es un esta-
cles del mundo exterior no se encuentran formuladas,
do científicamente definido, y no lo es menos para la
ele buenas a primeras, ni en el sentimiento ni en la ra-
medicina que para las clem<ÍS ciencias. El estado ciei~~­
zón. El sentimiento y la razón son, solamente, guías
fico será más lento y nüs difícil de obtener en mediCI-
indispensables; pero para obtener est<lS verdades es ne-
na, a causa ele la complejidad de los fenómenos; pero el
cesario ir a la realidad objetiva ele las cosas, en donde
objetivo del médico sabio consiste en ~onducir, .tanto
se encuentran escondidas con su forma fenomenal. Así
en su ciencia como en las demás, lo mdetermmado
fue como apareció, por medio del progreso natural de
hasta lo determinado>>. AllÍ está por entero el mecanis-
las cosas, el método experimental, que lo resume todo
mo del nacimiento y del desarrollo de una ciencia. Se
y que se apoya sucesivamente en las tres ramas de este
considera todavía al médico como artista porque en
trípode inmutable: el sentimiento, la razón y la expe-
medicina existe un lugar enorme dejado a las conjetu-
riencia. En la búsqueda de la verdad por medio de este
ras. Naturalmente, el novelista merecerá con más ra-
método, el sentimiento tiene siempre la iniciatil'a, en-
zón este nombre ele artista puesto que se encuentra
gendra la idea a priori o la intuición; la razón o el razo-
todavía más hundido en lo indeterminado. Si Claucle
namiento desarrolla a continuación la idea y deduce sus
Bernarcl confiesa que la complejidad ele los fenómenos
consecuencias lógicas. Pero si el sentimiento tiene que
impidieron durante mucho tiempo la integración ele la
estar iluminado por las luces ele la razón, la razón, a su
medicina a la edad científica, ¿qué ocurrirá, pues, con
vez, tiene que ser guiada por la experiencia».
la novela experimental, en la que los fenómenos son
He citado todo este párrafo porque es de gran im-
todavía mucho m<Ís complejos? Pero esto no impedirá
portancia. Es, claramente, en la novela experimental,
que la novela entre en la vía científica, que obedezca la
la parte ele la personalidad del novelista, al margen del
evolución general del siglo.
estilo. Desde el momento en que el sentimiento es el

73
punto de partida del método experimental, desde el entre discusiones teológicas y escohísticas ha termina-
momento en que la razón interviene, a continuación, do por reconocer la esterilidad de los esfuerzos que ha
para ir a parar a la experiencia, y para ser controlada realizado en esta vía. El hombre se dio cuenta, enton-
por ella, el genio del experimentador lo domina todo; ces, de que no dictaba leyes a la naturaleza pues no
es por este hecho, por otra parte, que el método éxpe- poseía en sí mismo el conocimiento y el criterio de las
rimental, inerte en otras manos, se ha convertido en cosas exteriores; y comprendió que para llegar a la
un instrumento tan poderoso en manos de Claude verdad tenía que estudiar, por el contrario, las leyes
Bernard. Acabo de decir la palabra exacta: el método naturales y someter sus ideas, si no su razón, a la ex-
no es más que un instrumento; es el obrero, es la idea periencia, es decir, al criterio de los hechos>>. ¿Qué se
que aporta quien realiza la obra maestra. He citado ya hace, pues, del genio en el novelista experimental?
estas líneas: «Es un sentimiento particular, un quid Permanece el genio, la idea a priori, que únicamente
proprium que constituye la originalidad, la invención está controlado por la experiencia. Naturalmente, la
o el genio de cada cual». He aquí, pues, la parte que experiencia no puede destruir el genio, sino que por el
corresponde al genio en la novela experimental. Co- contrario, lo reafirma. Tomemos, por ejemplo, un poe-
mo dice Claude Bernard: «La idea es la semilla; el ta: ¿Es necesario, para que sea un genio, que su sen-
método es la tierra que le proporciona las condiciones timiento, que su idea a priori sea falsa? Evidentemen-
de desarrollo, las condiciones para prosperar y dar sus te, no, pues el genio de un hombre será tanto mayor
mejores Ú"utos según la naturaleza>>. Todo se reduce a cuanto más haya probado la experiencia, la verdad de
una cuestión ele método. Si permanecemos en la idea su idea personal. Ha sido necesaria nuestra edad de li-
a priori y en el sentimiento, sin apoyarlo en la razón rismo, nuestra enfermedad romántica para que se
y sin verificarlo con la experiencia, seremos poetas, haya medido el genio de un hombre por la cantidad
correremos el riesgo de desarrollar hipótesis que nada de tonterías y locuras que ha puesto en circulación.
prueban, nos debatiremos penosamente y en vano en ·Concluyo diciendo que, a partir de ahora, en nuestro
el indeterminismo, a menudo ele una manera nociva. siglo de ciencia, la experiencia debe probar al genio.
Escuchemos estas líneas de la Introducti07J: «El hom- Nuestra querella con los escritores idealistas está
bre es por naturaleza metafísico y orgulloso; ha podido ahí. Parten siempre de una fuente irracional cualquiera,
creer que las creaciones ideales ele su espíritu, creacio- tal como una revelación, una tradición o una autoridad
nes que corresponden a sus sentimientos, representan convencional. Como declara Claude Bernard: «No hay
la realidad. De ahí se deduce que el método experi- que admitir nada oculto; sólo existen fenómenos y con-
mental no es primitivo y natural al hombre, que so- diciones ele fenómenos>>. Nosotros, escritores naturalis-
lamente después ele haber errado durante largo tiempo tas, sometemos todos los hechos a la observación y a la

74 75
experiencia; mientras que los escritores ide,llistas admi- la inteligencia humana están relacionadas, todos nues-
ten influencias misteriosas que se escapan al an<ílisis y u·os esfuerzos van a parar a la necesidad ele hacernos
permanecen en lo desconocido, <llmargen de las leyes amos de la verdad. Claucle Bernard expresa muy bien
de la naturaleza. Científicamente, esta cuestión de lo esta idea cuando escribe: «Todas las ciencias poseen, si
ideal se reduce a la cuestión de lo indeterminad6 y de no un método propio, por lo menos procedimientos es-
lo determinado. Todo lo que no sabemos, todo lo que peciales, y, además, se ceden recíprocamente sus inst:ru-
todavía se nos escapa es lo ideal, y el objetivo ele nuestro mentos. Las matemáticas proporcionan instrumentos a
esfuerzo humano es reducir cada día lo ideal, es con- la tlsica, a la química, a la biología, en unos límites di-
quistar la verdad a lo desconocido. Todos somos idealis- versos; la física y la química proporcionan poderosos
tas, si por idealistas se entiende que todos nos ocupamos insu-tunentos a la fisiología y a la medicina. En esta ayu-
de lo ideal. Yo llamo idealistas a los que se refugian en lo da mutua que se prestan las ciencias, hay que distinguir
desconocido por el gusto de estar en lo desconocido, a al sabio que hace avanzar cada una de las ciencias ele las
los que sólo gustan ele las más arriesgadas hipótesis, a los que se sirve. El físico y el químico no son matemáticos
que se niegan a someter dichas hipótesis al control de la por el hecho de que utilicen el cálculo; el fisiólogo no es
experiencia con el pretexto de que la verdad está en ellos químico ni físico porque use reactivos químicos o ins-
y no en las cosas. Éstos, lo repito, realizan una tarea u-tnnentos de física, ni el químico y el físico son fisiólo-
vana y nociva, mientras que el observador y el experi- gos porque estudien la composición o las propiedades
mentador son los únicos que trabajan para el poder y la de ciertos líquidos y tejidos animales o vegetales>>. Tal es
felicidad del hombre, convirtiénclol o poco a poco en la respuesta que Claucle Bernard da por nosotros, escri-
dueño ele la naturaleza. No existe nobleza, ni dignidad, tores naturalistas, a los críticos que se han burlado ele
ni belleza, ni moralidad en el no saber, en el mentir, en nuestras pretensiones científicas. No somos ni químicos,
el pretender que se es tanto más grande cuanto más se ni físicos ni fisiólogos; somos simplemente novelistas
eleva en el error y en la confusión. Las únicas obras que nos basamos en las ciencias. Ciertamente, nuestras
grandes y morales son las obras ele verdad. pretensiones no son hacer descubrimientos en ±lsio-
Lo que hay que aceptar es lo que yo denominaría el logía, ciencia que no practicamos; únicamente, puesto
aguijón de lo ideal. Cierto, nuestra ciencia es todavía que estudiamos al hombre, creemos que no podemos
muy insignificante en comparación con la gran cantidad dejar ele tener en cuenta las verdades fisiológicas nuevas.
de cosas que ignoramos. Este desconocido inmenso que Y añadiría que los novelistas son, ciertamente, los traba-
nos rodea sólo debe inspirarnos el deseo de traspasarlo, jadores que se basan, a la vez, en un mayor número ele
de explicarlo, gracias a los métodos científicos. No se ciencias, pues u·atan todos los temas y necesitan saberlo
trata únicamente de sabios; todas las manifestaciones ele todo, puesto que la novela se ha convertido en una ave-

77
riguación general sobre la naturaleza y sobre el hombre. zamos a ir hacia adelante, nada más; y nuestra única
He aquí cómo hemos llegado a aplicar a nuesu·a tarea el fuerza verdadera está en el método. Claude Bernarcl,
método experimental, desde el día en que este método después de haber confesado que la medicina experi-
se convirtió en el insu·umento más potente de la inves- mental todavía balbucea, en la práctica no duda en dejar
tigación. Resumimos la investigación, nos lanzamos a la un amplio lugar a la medicina empírica: «En el fondo,
conquista de lo ideal utilizando todos los conocimientos dice, el empirismo, es decir, la observación o la expe-
humanos. riencia fortuita, ha sido el origen de todas las ciencias.
Es evidente que me refiero aquí al cómo de las cosas En las ciencias complejas de la humanidad, el empiris-
y no a su porqué. Para un sabio experimentador, el ideal mo gobernará necesariamente durante mucho más
que intenta reducir, lo indeterminado, est<Í siempre en tiempo que en las ciencias simples>>. Y no tiene ningu-
el cómo. Deja el ou·o ideal, el porqué, a los filósofos, na dificultad en aceptar que, en la cabecera de la cama
puesto que desespera de poder determinarlo algún día. de un enfermo, cuando el determinismo del fenómeno
Creo que los novelistas experimentales deben dejar de patológico no se haya encontrado, lo mejor todavía es
preocuparse por lo desconocido si no quieren perderse actuar empíricamente; cosa que, por ou·a parte, está en
en las locuras de los poetas y de los filósofos. Intentar la marcha natural de nuestros conocimientos, puesto
conocer el mecanismo de la naturaleza sin inquietarse, que el empirismo precede fatalmente al estado cientí-
de momento, por el origen de este mecanismo, es ya fico de un conocimiento. Cierto, si los médicos deben
una tarea bastante amplia. Si un día se llega a conocer tener en cuenta el empirismo en casi todos los casos,
dicho origen, será sin duda gracias al método; es mejor, ton mayor razón debemos hacerlo nosotros, novelis-
pues, empezar por el principio, por el estudio de los fe- tas, pues nuestra ciencia es más compleja y está me-
nómenos, en lugar de esperar que una revelación súbi- nos fijada. No se u·ata, lo repito una vez más, de crear
ta nos ofrezca el secreto del mundo. Somos obreros, de pies a cabeza la ciencia del hombre, como individuo
dejamos a los especuladores este desconocido porqué en y como miembro social; se u·ata de salir poco a poco y
el que luchan en vano desde hace siglos, para ocupar- con todos los tanteos necesarios, ele la oscuridad en
nos de lo desconocido del cómo, que disminuye día a día que nos hallamos, satisfed1os cuando, en medio de
con nuestras investigaciones. El único ideal que debe tantos errores, podemos fijar una verdad. Experimen-
existir para nosou·os, novelistas experimentadores, es el tamos, esto quiere decir que durante mucho tiempo
que podamos conquistar. todavía debemos utilizar lo falso para llegar a lo verda-
Por otra parte, en la lenta conquista de este desco- dero.
nocido que nos rodea, confesamos humildemente el Éste es el sentimiento de los fuertes. Claucle Bernard
estado de ignorancia en que nos encontramos. Empe- combate a aquellos que ven en el médico solamente a

79
un artista. Conoce la objeción habitual de aquellos que provienen, en general, de espíritus sistemáticos o pe-
afectan considerar a la medicina experimental «como rezosos que prefieren descansar sobre sus sistemas o
una concepción teórica, cuya realidad práctica no está dormirse en las tinieblas en lugar ele trabajar y esfor-
justificada por el momento, puesto que ,ningún hecho zarse por salir ele ellas. La dirección experimental que
demuestra que en medicina se pueda alcanzar la preci- toma la medicina es definitiva. En efecto, no se trata
sión científica de las ciencias experimentales>>. Pero no ele la influencia efímera de un sistema personal cual-
se deja turbar, demuestra que «la medicina experimental quiera, sino que es el resultado ele la evolución cientí-
no es más que la expansión natural de la investigación fica ele la propia medicina. Éstas son mis convicciones
médica práctica, dirigida por un espíritu científico>>. He al respecto, convicciones que intento que penetren en
aquí su conclusión: «Sin duda, estamos lejos de la época el espíritu ele los médicos jóvenes que siguen mis cur-
en que la medicina sea científica; pero esto no nos impi- sos en el Colegio de Francia ... Ante todo, hay que ins-
de concebir dicha posibilidad y realizar todos nuestros pirar a los jóvenes el espíritu científico e iniciarles e1i
esfuerzos para conseguirlo, intentando, desde hoy; in- las nociones y tendencias de las ciencias modernas».
troducir en la medicina el método que nos conducirá a A menudo he dicho las mismas palabras y dado los
este fin>>. mismos consejos, y los repetiré aquf. «Sólo el método
Todo esto, no dejaré de repetirlo, se aplica total- experimental puede sacar a la novela de los errores y
mente a la novela experimental. Pongamos la palabra mentiras en los que se arrastra. 1oda mi vida literaria
«novela>> en lugar de la palabra «medicina>> y el pasaje ha sido dirigida por esta convicción. Soy sordo a las
seguirá siendo cierto. , \'Oces de los críticos que me piden que formule las le-
Dirigiría estas graneles e importantes palabras de yes de la herencia en los personajes y las ele la influen-
Claude Bernard a la joven generación literaria que cia ele los medios; los que me hacen estas objeciones
crece. No conozco palabras Im1s viriles. «La medicina negativas y descorazonacloras, las hacen sólo por pere-
está destinada a salir poco a poco del empirismo, y lo za de espíritu, por obstinarse en la tradición, por incli-
hará, al igual que todas las demás ciencias, por medio nación más o menos consciente hacia unas creencias
del método experimental. Esta convicción profunda filosóficas y religiosas ... La dirección experimental que
mantiene y dirige mi vía científica. Soy sordo a las vo- toma la novela en la actualidad es definitiva. En efecto,
ces de los médicos que piden que se les explique expe- no se trata de la influencia efímera ele un sistema per-
rimentalmente la escaria tina y el sarampión, a estos sonal cualquiera; se trata del resultado de la evolución
médicos que creen obtener con ello un argumento cientít!ca, del estudio del hombre. Éstas son mis con-
contra la utilización del método experimental en me- vicciones que intento que penetren en el espíritu de
dicina. Estas objeciones descorazonadoras y negativas los jóvenes escritores que me leen, pues opino que es

So
Sr
necesario, ante todo, inspirarles el espíritu científico e le creerá. «La revolución que el método experiment<ll
iniciarles en las nociones y tendencias de las ciencias -escribe- ha operado en las ciencias, consiste en
modernas>>. sustituir la autoridad personal por un criterio científi-
co. El carácter del método experimental reside en con-
cretarse en sí mismo, porque contiene en sí su criterio,
V que es la experiencia. No reconoce más autoridad que
la de los hechos, y se libera de la autoridad personal>>.
Antes de concluir, me quedan diversos puntos secun- Por consiguiente, basta de teorías. «La idea debe per-
darios por tratar. manecer siempre independiente, no hay que encade-
Sobre todo, hay que precisar el carácter impersonal narb ni por medio de creencias científicas, filosóficas
del método. Se reprochaba a Claude Bernard de adop- o religiosas. Hay que ser atrevido y libre en la mani-
tar poses de innovador y él contestó con toda su razón: festación de las ideas, mantener el sentimiento y no
«Ciertamente, no tengo la pretensión de haber sido el detenerse demasiado delante de temores pueriles de la
primero en proponer la aplicación de la fisiología en conu·aclicción ele las teorías ... Hay que modificar la teo-
medicina. Hace mucho tiempo que esto se recomienda ría para adaptarla a h1 naturaleza y no la naturaleza
y se han hecho muchas tentativas en este aspecto. En para adaptarla a la teoría>>. De ahí se deduce una am-
mis trabajos y con mi enseñanza en el Colegio de Fran- plitud incomparable. «El método experimental es el
cia, no hago más que mantener una idea que ya ha dado método científico que proclama la libertad del pensa-
sus frutos en su aplicación a la medicina>>. Esto es lo miento. No sólo sacude el yugo filosófico y teológico,
que también he contestado yo cuando se ha pretendi- sino que tampoco admite ninguna autoridad científica
do que me consideraba un innovador, el creador de una personal. Esto no es orgullo ni jactancia; por el con-
escuela. He dicho que no aportaba nada, que intentaba, trario, el experimentador hace acto de humildad al ne-
simplemente, aplicar el método científico, en uso des- gar la autoridad personal, pues también eluda de sus
de hace tanto tiempo, en mis novelas y en mi crítica. propios conocimientos y somete la autoridad ele los
Pero, naturalmente, han aparentado no entenderme y hombres a la ele la experiencia y ele las leyes ele la natu-
han continuado hablando de mi vanidad y de mi igno- raleza>>.
rancia. Por eso he dicho tantas veces que el naturalismo
Las cosas que yo he repetido veinte veces, que el na-- no es una escuela, que, por ejemplo, no se encarna en
turalismo no era una fantasía personal, que era el mo- el genio de un hombre ni en las locuras ele un grupo,
vimiento de la inteligencia del siglo, también lo dice como lo hace el romanticismo, sino que consiste sim-
Claude Bernard con más autoridad, y quizás a él se plemente en la aplicación del método experimental al

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estudio de la naturaleza y del hombre. Según esto, no m~ís que una coordinación regular y razonada de los
existe más que una vasta. evolución, una marcha hacia hechos que la experiencia proporcione>>. Lo mismo
adelante en la que todo el mundo es obrero, según su ocurrirá con la novela experimental.
genio. Se admiten todas las teorías y la teoría que ex- Si Claucle Bernarcl niega ser un innovador, un in-
plica la mayor cantidad de cosa,s es la que se_lle~a la ventor que aporta una teoría personal, igualmente habla
ventaja. No parece haber una vra htérana y crentrfica varias veces del peligro que representaría para un sabio
más amplia ni más recta. Todos, los grandes y los pe- el preocuparse por sistemas filosótlcos. «Para el experi-
quei'ios, se mueven libremente en ella, trab~¡an en la mentador tlsiólogo -dice- no puede haber ni espiri-
investigación común, cada uno en su especiahclacl, y no tualismo ni materialismo. Estas palabras pertenecen a
reconocen nús autoridad que la de los hechos, proba- una filosofía natural que ha envejecido, y han caído en
da por la experiencia. Así pues, en el naturalismo no desuso por el progreso de la ciencia. N o conoceremos
podría haber ni innovadores ni creadores de escuelas. nunca ni el espíritu ni la materia, y si ello tuviera lugar,
Hay, simplemente, tr·abajadores más poderosos los unos demostraría fácilmente que, desde cualquier parte, se
que los otros. llega pronto a negaciones cientítlcas, ele lo cual resulta
Claucle Bernarcl expresa así la desconfianza que se que todas las consideraciones de este tipo son ociosas e
debe mantener frente a las teorías. «Es necesario tener inútiles. Para nosotr·os sólo existen fenómenos por estu-
una fe robusta y no creer; me explicaré diciendo que, diar, condiciones materiales de sus manifestaciones por
en ciencia, hay que creer firmemente en los principios conocer y leyes de estas manifestaciones por determi-
y dudar ele las fórmulas; en efecto, por una parte esta- nar>>. Ya he dicho que, en cuanto a la novela experimen-
mos seguros de que el determinismo existe, pero no tal, lo mejor era atenernos a este punto de vista estricta-
estamos seguros de tenerlo. Es preciso estar firme- mente cientítlco si queremos basar nuestr·os estudios
mente sobre los principios de la ciencia experimental sobre un terreno sólido. N o salir del cómo, no preocu-
(determinismo) y no creer en absoluto en las teorías>>. parse por el porqué. Sin embargo, es cierto que no siem-
También citaré el pasaje siguiente en el que anuncia el pre podemos escapar a esta necesidad de nuestra inteli-
fin de los sistemas. «La medicina experimental no es gencia, a esta curiosidad inquieta que nos impulsa a
un nuevo sistema de medicina, sino, al contrario, la querer conocer la esencia de las cosas. Creo que enton-
negación de todos los sistemas. En efecto, el adveni- ces necesitamos aceptar el sistema filosófico que mejor
miento de la medicina experimental tendrá como re- se adapte al estado actual de las ciencias, pero simple-
sultado la desaparición de todas las visiones individuales mente desde un punto de vista especulativo. Por ejem-
en ciencia para remplazadas por teorías impersonales plo, el transformismo es el sistema más racional ele la
y generales que, como en las otras ciencias, no serán actualidad, el que se basa más directamente sobre nues-
tro conocimiento de la naturaleza. Detrás de una cien- les se enorgullece de tener muchos amigos, como a mú-
cia, detrás de cualquier manifestación de la inteligencia sicos a veces con talento, cuya música alenta a los sa-
humana, hay siempre, diga lo que diga Claude Bernard, bios durante su trabajo y le; ins¡Jira el fueO'O
b
sagrado
e

un sistema filosófico más o menos claro. Se puede no de grandes descubrimientos. En cuanto a los filósofos
'
ser un adicto devoto de este sistema y atenerse a los he- confiados, cantarían continuamente v no encontrarían
chos, a riesgo de tener que modificar el sistema si los nunca una verdad. .
hechos lo exigen. Pero el sisteína no por ello deja de Hasta el momento he descuidado la cuestión de la
existir, existe tanto más en cuanto que menos avanzada forma del escritor naturalista porque es precisamente
y menos sólida sea la ciencia. Para nosotros, novelistas la forma la que especializa la literamra. Para el escri-
experimentadores, que todavía balbucimos, la hipótesis tor, el genio no se encuentra solamente en el senti-
es fatal. A continuación me ocuparé del papel de la hi- miento, en la idea a priori, sino también en la forma
' '
pótesis en la literatura. en el estilo. Unicamente la cuestión ele método y la
Por otra parte, si Claude Bernard rechaza los siste- cuestión de retórica son distintas. Y el namralismo, lo
mas filosóficos en su aplicación, reconoce la necesidad repito, sólo consiste e11 el método experimental, en la
de la filosofía. «Desde el punto de vista científico, la fi- observación y la experiencia aplicadas a la literahlra.
losofía representa la inspiración eterna de la razón hu- Por el momento, la retórica no tiene nada que ver
mana hacia el conocimiento de lo desconocido. Según aquí. Fijemos el método, que debe ser común, y des-
lo dicho, los filósofos se ocupan siempre de las cues- pués aceptemos en las letras todas las retóricas que se
tiones en controversia y de las regiones elevadas, lími- produzcan; consiclerémoslas como las expresiones ele
tes superiores de las ciencias. Por este medio, comuni- los temperamentos literarios de los escritores.
can al pensamiento científico un movimiento que lo Si se quiere saber mi opinión, creo que en la actua-
vivifica y ennoblece; fortalecen el espíritu desarrollán- lidad se da una preponderancia exagerada a la forma.
dolo por medio de una gimnasia intelecmal general al Tendría mucho que decir al respecto; pero ello sobre-
mismo tiempo que le conducen incesantemente hacia pasaría los límites de este estudio. En el fondo, creo
la solución inagotable de los grandes problemas; de que el método atañe a la forma, que un lenguaje no es
esta manera, mantienen la sed de lo desconocido y el más que una lógica, una construcción natural y cien-
fuego sagrado de la investigación que nunca deben ex- tífica. Quien escribirá mejor no será quien galope más
tinguirse en un sabio>>. El pasaje es hermoso, pero localmente entre las hipótesis, sino quien camine rec-
nunca se ha dicho a los filósofos en mejores términos to entre verdades. En la actualidad estamos podridos
que sus hipótesis son pura poesía. Claude Bernard de lirismo, creemos equivocadamente que el gran esti-
considera, evidentemente, a los filósofos, entre los cua- lo consiste en una hirbación sublime, siempre cercana

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a caer en la demencia; el gran estilo está hecho de ló- nismo de .estos sentimientos. No bemos agotado nues-
gica y claridad. tra matel'!a
. . por el hecho de haber descrito 1·,1 eo'1 e1·a, ¡.a
También Claude Bernarcl, que asigna a los filóso- avanc1a, el amor; la naturaleza y el hombre entero nos
fos un papel ele músicos que tocan la Marsellesa de las pertenecen, no sólo en sus fenómenos, sino también
hipótesis, mientras que los sabios se lanzan al asalto de en las causas ele estos fenómenos. Sé muy bien que éste
lo desconocido, se hace más o menos la misma idea ele es un ~ampo nunenso cuya entrada se nos ha querido
los artistas y ele los escritores. He notado que muchos obstn:1r; pero nosotros hemos roto las barreras ven Jn
sabios, y algunos ele los más grandes, muy celosos de la actualidad tri:m~amos en él. Es por esto que no ;cepto
certeza científica que detentan, quieren encerrar tam- las palabras s1gmentes ele Claucle Bernarcl: «En las ar-
bién a la literatura en el ideal. Parecen sentir la necesi- tes Y en las letras la personalidad lo domina todo. Se
dad de una recreación ele la mentira, después ele sus t~·ata de una creación espont<Ínea del espírin1, y esto no
trabajos exactos, y se libran a las hipótesis más arries- tiene nada en común con la constatación de los fenó-
gadas, a las ficciones que ellos saben que son falsas y ri- menos naturales, en los cuales nuestro espírin1 no tie-
dículas. Es como si permitieran que se les toque una ne que crear na¿a~>. Con estas palabras he sorprendido
melodía ele flauta. Así, Claucle Bernarcl ha tenido ra- a uno ele los mas !lustres sabios negando a las letras la
zón en decir: «Las producciones literarias y artísticas entrada en el terreno científico. No sé a qué letras se
no envejecen nunca, en el sentido que son expresiones refiere cuando define una obra literaria: «Una creación
ele sentimientos inmutables como la naturaleza huma- espontánea del espíritu que no tiene nada en común
na>>. En efecto, es suficiente la forma para inmortalizar con la ~onstatación de los fenómenos naturales>>. Sin
una obra; el espectáculo ele, una individualidad pode- duela, p1ensa en la poesía lírica, pues no hubiera escrito
rosa interpretando la naturaleza en un lenguaje sober- esta frase si hubiera pensando en la novela experimen-
bio será interesante en todas las épocas; y se leerá tam- tal; en las obr~s de Stendhal y ele Balzac. No puedo
bién a un gran sabio desde este mismo punto ele vista mas que repetir .lo que ya he dicho: si dejamos aparte
porque el espectáculo de un gran sabio que ha sabido la ;orma y el es.tt!o, el novelista experimentador no es
escribir es tan interesante como el ele un poeta. Este ma~ que un sa bw que utiliza los instrumentos de otros
sabio, que habrá tenido a bien caer en las hipótesis, sabw.s, la observación y el análisis. Nuestro terreno es
permanece en una base de igualdad con el poeta, que se- el m1smo que el ele los fisiólogos, si no más vasto.
guramente ha caído ele la misma manera. Hay que Como él, operamos sobre el hombre, pues todo indu-
decir que nuestro terreno no está hecho únicamente ce a creer, y el propio Claude Bernard lo reconoce
de sentimientos inmutables como la naturaleza huma- que los fenómenos cerebrales pueden ser determina~
na, puesto que falta hacer marchar el verdadero meca- dos como los otros fenómenos. Es cierto que Claude

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Bernard puede decirnos que flotamos en puras hipóte- de ver, en la Imroductiou, cómo la hipótesis y el empi-
sis; pero harta mal en concluir que no llegaremos nun- rismo precedían al estado científico, que se establece
ca hasta la verdad, pues él mismo ha luchado toda su en último lugar a través del método experimental. El
vida para hacer una ciencia de la medicina, a la que la hombre ha empezado por arriesgar algunas explicacio-
mayoría de sus colegas consideran como un arte. nes de los fenómenos, los poetas han expresado sus
Definamos ahora con claridad al novelista experi- sentimientos y los sabios han controlado, a continua-
mentador. Claude Bernard define al artista de la si- ción, las hipótesis y han fij<lclo la verdad. Claude Ber-
guiente manera: «¿Qué es un artista? Es un hombre narcl asigna el papel de pioneros a los filósofos. Éste es
que re·aliza, por medio de urp obra de arte, una idea o un noble papel, y los escritores tienen el deber, todavía
un sentimiento que le es personal>>. Rechazo totalmente hoy, de desempeüarlo. Es evidente, sin embargo, que
esta definición. Así, si yo representara a un hombre que siempre que una verdad sea fijada por los sabios, los
camina con la cabeza para abajo, habría hecho una obra escritores deben abandonar inmediatamente su hipó-
de arte en el caso de que éste fuera mi sentimiento per- tesis y adoptar dicha verdad; ele lo contrario, pennane-
sonal. Sería un loco y nada más. Hay que añadir, pues, cerían en el error sin querer oír razones y sin beneficio
que el sentimiento personal del artista está sometido al para nadie. Así es como la ciencia, a medida que avan-
control de la verdad. De esta manera llegamos a la hipó- za, nos proporciona, a nosotros escritores, un sólido
tesis. El artista parte desde el mismo punto que el sabio; terreno sobre el cual debemos apoyarnos para lanzar-
se coloca frente a la naturaleza, tiene lma idea a priori y nos hacia nuevas hipótesis. En una palabra, todo fenó-
trabaja según esta idea. Solamente se aparta del sabio si meno determinado destruye la hipótesis que reempla-
lleva su idea hasta el final, sin verificar su exactitud por za y es necesario, entonces, transportar más lejos dicha
medio de la observación y la experiencia. Se podrían de- hipótesis, en lo desconocido nuevo que se presenta.
nominar artistas experimentadores a aquellos que tuvie- Pondré un ejemplo muy simple para darme a entender
ran en cuenta la experiencia; pero entonces se diría que, mejor: está demostrado que la tierra da vueltas alrede-
desde el momento en que se considera el arte como la dor del sol; ¿qué se pensaría ele un poeta que adoptara
suma de error personal que el artista pone en su estudio la antigua creencia de que el sol da vueltas alrededor
de la naturaleza, éste dejaría de serlo. He constatado que, de la tierra? Evidentemente, si el poeta quiere arries-
a mi entender, la personalidad del escritor no puede en- gar una explicación personal ele un hecho deberá esco-
contrarse en la obstinación de lo falso. Admito que se ger un hecho cuya causa no se haya probado todavía.
encuentre en la hipótesis, pero, a ver si nos entendemos. He aquí, pues, lo que debe ser, para nosotros, nove-
Se ha dicho a menudo que los escritores deben fa- listas experimentadores, la hipótesis; debemos aceptar
cilitar el camino a los sabios. Es cierto, pues acabamos estrictamente los hechos determinados, no aventurar
sobre ellos unos sentimientos personales que resulta- Quería llegar a esta conclusión: si yo definiera la
rían ridículos, apoyarnos totalmente en el terreno con- novela experimental, no diría como Claude Hernard
quistado por la ciencia; y ejercer nuestra intuici~n ÚI~i­ que una obra literaria está totalmente en el sentimien-
camente frente a lo desconocido, preceder a la ciencia, to personal, pues, para mí, el sentimiento personal no
arriesgándonos a equivocarnos y considerarnos felices es más que el primer impulso. A continuación la natu-
si aportamos documentos para la solución de los pro- raleza se impone, al menos la parte de la naturaleza
blemas. Por otra parte, sigo fiel al programa práctico cuyo secreto ya nos ha librado la ciencia y sobre la que
de Claude Bernard, que se ha visto obligado a aceptar no tenemos derecho de mentir. El novelista experi-
el empirismo como un tanteamiento necesario. Así, en mentador es, pues, él que acepta los hechos probados,
nuestra novela experimental, po9emos perfectame~1te quien enseüa, en el hombre y en la sociedad, el meca-
arriesgar hipótesis sobre las cuestiOnes de la herencia y nismo de los fenómenos cuya dueña es la ciencia y que
sobre la influencia de los medios, después de haber sólo hace intervenir su sentimiento personal en los fe-
respetado todo lo que hoy sabe la ciencia sobre 1~ ma- nómenos cuyo determinismo no está todavía fijado,
teria. Nosotros prepararemos las vías, proporciOna- intentando controlar todo lo posible este sentimiento
remos hechos de observación, documentos humanos personal, esta idea a priori, por medio de la observa-
que podrán ser muy útiles. Un gran poeta lírico se que- ción y la experiencia.
jaba últimamente de que nuestro siglo era el siglo de No podría comprender de otra manera nuestra li-
los profetas. Sí, si así se quiere; pero debe quedar teratura nat1lralista. Solamente he hablado de la nove-
bien claro que los profetas no se apoyarán ni sobre lo la experimental, pero estoy firmemente convencido de
irracional ni sobre lo sobrenatural. Si los profetas, que el método, después de haber triunfado en la histo-
como se ve, deben poner de nuevo en duda las nocio- ria y en la crítica, triunfará en todas partes, en el teatro
nes más elementales, adobar la naturaleza con una ex- e incluso en la poesía. Es una evolución fatal. La lite-
traña salsa filosófica y religiosa, atenerse al hombre ratura, dígase lo que se diga, no está totalmente en el
metafísico, confundir y oscurecerlo todo, los profetas, artífice, sino también en la nat11raleza, que describe, y
a pesar de su genio de teóricos, nunca serán más q~e en el hombre, que estudia. Ahora bien, si los sabios
gigantescos G1·ibouille que ignoran que uno se mo¡a cambian las nociones de la naturaleza, si encuentran el
cuando se lanza al agua. Profetizar es una delicada mi- verdadero mecanismo de la vida, nos obligan a seguir-
sión en nuestros tiempos de ciencia, porque ya no se les, incluso a adelantarles, para desempeñar nuestro
cree en las verdades de la revelación y porque, para papel en las nuevas hipótesis. El hombre metafísico ha
prever lo desconocido, hay que empezar por conocer muerto, todo nuestro terreno se transforma con el hom-
lo conocido. bre fisiológico. Sin duda, la cólera ele Aquiles, el amor

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de Dido seguirán siendo eternamente bellas pinturas;
pero tenemos la necesidad ele analizar el amor y la có-
lera y ele ver cómo funcionan estas pasiones en el ser
humano. El punto de vista es nuevo, se vuelve experi-
mental en lugar de ser filosófico. En suma, todo se re-
sume en este gran hecho: el método experimental, tan-
to en las letras como en las ciencias, está determinando
los fenómenos naturales, individuales y sociales, fenó-
menos a los que la metafísica sólo había dado, hasta el
momento, explicaciones irbcionales y sobrenaturales.

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